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NARRADORA: Durante varias semanas, Don Quijote tuvo conflictos con los lugareños
debido a sus creencias sobre la belleza de Dulcinea y la grandeza de sus hazañas.
Convenció a un labrador vecino, Sancho Panza, de ser su escudero. SANCHO: Se recuerda la promesa de una ínsula, con la confianza de que se sabrá gobernar sin importar su tamaño. DON QUIJOTE Sancho, no te preocupes, podríamos ganar reinos en menos de seis días y hacerte rey de uno. Aunque no me gusta verte montando en ese asno, pronto podríamos cambiarlo por un buen rocín. SANCHO Tiene razón, pero no me gusta andar a pie por esos caminos. DON QUIJOTE La aventura guía nuestros pasos mejor de lo esperado. Mira Sancho, treinta gigantes con quienes pienso luchar. SANCHO: ¿Qué gigantes? DON QUIJOTE: Aquellos, los de los brazos largos SANCHO: Mire vuestra merced aquello que vee son molinos y los brazos largos son sus aspas. DON QUIJOTE: se ve que no estas cursado en las aventuras, esos son gigantes y si temes quítate de ahí SANCHO: ¡Pero mire vuestra merced, que…! DON QUIJOTE: (se lanzó al galope contra los supuestos gigantes) No huyan, que solo un caballero es el que los ataca (clavo las lanzas en una de las aspas y el aire lo arrojo violentamente al suelo) SANCHO: ¡Válgame Dios! ¿le dije a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que eran molinos de viento? DON QUIJOTE: silenció Sancho, esto es obra de mi rival el mago fresón, que regreso Alos molinos a quitarme la gloria de vencerlos SANCHO: (Ayudándole a subir al caballo) ¿Esta adolorido, señor? DON QUIJOTE: No está permitido los caballos andantes quejarse de heridas, aunque se les salga la tripa SANCHO: ¿Y los escuderos harán lo mismo? Porque yo me quejaré al sentir el minino dolor DON QUIJOTE: Como escudero bien puedes quejarte, Más lo que no debes hacer nunca es echar mano a tu espada para defenderme SANCHO: Descuide, que será muy bien obedecido en esto soy hombre pacífico y rival de meterme en riñas o pendencias mi señor, no traemos medicinas apropiadas con las que curaros. DON QUIJOTE: No tendríamos necesidad de medicinas si yo recordara la receta para hacer el bálsamo de Fierabrás. SANCHO: ¿Qué bálsamo es ése? DON QUIJOTE: Uno con el que no hay que temer ni a la muerte. cuando haga el bálsamo y lo guardes en tus alforjas, lo que debes hacer si me ves herido es darme a beber sólo dos tragos, y me verás quedar más sano que una manzana SANCHO Si es así, renuncio al gobierno de la ínsula prometida, deseando solo la receta del bálsamo del Feo Blas como pago por mis servicios. NARRADORA Sancho y don Quijote enfrentaban días de caminatas largas y hambre. Sancho quería regresar a casa y en las posadas conocían a personajes como Maritornes, una criada corpulenta pero simple. A pesar de las dificultades y las sugerencias de Sancho, don Quijote seguía decidido a buscar aventuras. DON QUIJOTE : (Oteando de nuevo el horizonte con excitación) ¡ Este será el día en que nuestros nombres serán recordados para siempre! ¿Ves esa nube de polvo que se levanta allí? Son ejércitos liderados por los más valerosos caballeros. SANCHO Señor, debe de ser cosa del encantamiento, pero yo no veo ninguno de esos caballeros ni ejércitos que decís DON QUIJOTE ¿Cómo , Sancho? ¿No escuchas el relinchar de los caballos, el sonar de los clarines y el estruendo de los tambores?" SANCHO : (Se oyen balidos de ovejas) No oigo otra cosa sino muchos balidos de ovejas y carneros. DON QUIJOTE El miedo que tienes te hace que ni veas ni oigas a derechas. SANCHO ¡Vuélvase, señor don Quijote, que por Dios que son carneros y ovejas lo que va a embestir! DON QUIJOTE (Arremetiendo contra las ovejas y ensartando alguna de ellas con su lanza) ¡Venid a mí! NARRADORA En ese instante, una lluvia de piedras arremetió contra don Quijote, lanzada por los pastores de las ovejas, derribándolo del caballo y dejándolo malherido. SANCHO (Llegándose a don Quijote que se queja malherido) ¿No le decía yo, señor don Quijote, que se volviese, que lo que iba a acometer no eran ejércitos, sino manadas de carneros? DON QUIJOTE Esto es obra del mago enemigo mío, que, por envidia de mi gloria, ha transformado los escuadrones de soldados en manadas de ovejas. SANCHO Señor, ¿estáis malherido? DON QUIJOTE Sancho, no te preocupes. Pásame el bálsamo que hicimos hace días. Con un trago de eso, verás cómo me recupero de mis heridas como si nada hubiera pasado. NARRADOR Sancho, ayúdame a montar, pidió su señor, aún sintiendo los golpes, inclinándose ligeramente sobre la montura. Cabalgaron en silencio por un tiempo, mientras la noche comenzaba a extender lentamente su manto sobre la llanura SANCHO ¿Puedo deciros algo, señor? DON QUIJOTE Habla, Sancho. SANCHO Vuestra merced tiene una pésima figura. Desdentado y torcido sobre Rocinante, bien podrían llamarte el Caballero de la Triste Figura. DON QUIJOTE Me agrada el sobrenombre, Sancho. De ahora en adelante seré el Caballero de la Triste Figura. Pero hablaré menos contigo. En los libros de caballería que he leído, los escuderos no hablaban tanto con sus señores. SANCHO No hablaré, mi señor don Quijote. Al buen callar llaman Sancho, y en boca cerrada no entran moscas.