Lenguaje Modulo 9

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Terapia del Lenguaje

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EI TEL se utiliza para caracterizar las limitaciones lingüísticas de algunos niños que no
presentan déficits en su desarrollo cognitivo, ni daños cerebrales, ni deficiencias motrices,
ni
déficits sensoriales (especialmente auditivos), ni alteraciones de tipo emotivo-afectivo (al
menos
inicialmente), y que se desarrollan en condiciones socio-ambientales aparentemente
normales.
Suele admitirse que entre el 5% y el 7% de edades comprendidas entre los 4 y los 7 años
presentan este trastorno, al exhibir destrezas inferiores de lenguaje para su edad y
problemas
más o menos acusados en habilidades fonológicas, semánticas, morfológicas. sintácticas
y
pragmáticas.

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En Europa inicialmente se utilizaba el término “disfasia” para referirse al actual “Trastorno
Específico de Lenguaje”. También se le llegó a denominar “alalia, audiomudez, sordera
verbal
congénita, afasia evolutiva” Si bien los primeros libros acerca de trastornos de lenguaje en
niños
aparecieron alrededor de los años 50, el hecho de que se utilizara los conceptos teóricos
de la
afasia (lenguaje adulto) para intentar explicar la patología infantil y a su vez, se aplicaran
los
modelos terapéuticos derivados del aprendizaje (lenguaje infantil) a la patología adulta,
marcó
el inicio de lo que sería el TEL. La ASHA (American Speech-Language-Hearing
Association,
1980) nos proporciona la definición más característica de TEL: “Anormal adquisición,
comprensión o expresión del lenguaje hablado o escrito. El problema puede implicar a
todos,
uno o algunos de los componentes fonológico, morfológico, semántico, sintáctico o
pragmático
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del sistema lingüístico.
Los individuos con trastornos de lenguaje tienen frecuentemente problemas de procesamiento
del lenguaje o de abstracción de la información significativa para almacenamiento y
recuperación por la memoria a corto o a largo plazo” (pp. 317-318). Crystal (1983) utiliza el
término de “Disfasia” cuando el retraso del lenguaje afecta solo a la gramática y a la semántica
sin considerar otros procesos. Stark y Tallal (1981) establecen los siguientes criterios para
identificar el TEL
a. Nivel auditivo de 25 dB en la frecuencia de 250 a 6.000 Hz, y de 25 dB en reconocimiento de
palabras.
b. Sin alteraciones conductuales ni emocionales.
c. Nivel intelectual normal
d. Sistema nervioso normal.
e. Habilidades praxias normales.
f. Nivel lector normal

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Criterios para el diagnóstico DSM V:
A-dificultades persistentes en la adquisición y uso del lenguaje a través de las diferentes
modalidades debido a los déficits en comprensión o producción que incluyen los
siguientes
Vocabulario reducido, limitada estructura de las frases, errores en el discurso.
B-las aptitudes del lenguaje están cuantificable y sustancialmente por debajo de lo
esperado en
función de la edad lo que provoca limitaciones funcionales en una o más de las siguientes
áreas:
comunicación efectiva, participación social, alcanzar los logros académicos o laborales.
C-el inicio de los síntomas se produce en un momento temprano del desarrollo.
D-las dificultades no son atribuibles a una d. auditiva a otras d. sensorial, física u otra
condición
médica o neurológica y no se explica con discapacidad intelectual.
Las habilidades en el lenguaje se miden usando herramientas de evaluación que determinan la
capacidad del niño de construir frases y mantener las palabras en el orden correcto, el número
de palabras en su vocabulario y la calidad de su lenguaje hablado. Hay una cantidad de pruebas
disponibles comercialmente específicamente diseñadas para diagnosticar el TEL. Algunas de
las pruebas usan interacciones entre el niño y títeres u otros juguetes. De esta manera, se
pueden evaluar las normas específicas de la gramática, especialmente el uso incorrecto de los
tiempos verbales. Estas pruebas se pueden utilizar con los niños de 3 a 8 años de edad y son
especialmente útiles para identificar a los niños con el TEL, en cuanto entran en la edad escolar

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Evita .La pérdida de tiempo y energía en vano
Ayuda al docente:
A aclarar el sentido y pertinencia de lo que enseña y de los
aprendizajes que pretende potenciar.
A prever las posibles dificultades de cada alumno, de acuerdo con
sus estilos y enfoques de aprendizaje, y en función de las estrategias
que se implementarán.
A clarificar las actividades de enseñanza que debe realizar .

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Afecta a un grupo de niños mayores de 3
años que muestran limitaciones significativas en habilidades lingüísticas sin una
causa
claramente identificable con una cognición no verbal normal, audición normal y
ausencia de
déficits neurológicos (Weismer. 2000). Para Goodyer la inclusión del término
“especifico”
pretende subrayar que otras funciones cognitivas, incluyendo habilidades motoras
y de
atención, están dentro de los límites normales y no presentan dificultades

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Se admite que los niños con TEL poseen normalidad auditiva. cognitiva, de las
capacidades
motrices bucofaríngeas y del entorno socioafectivo. aunque se desconoce cuál es su
etiología.
los límites del trastorno y los mecanismos neuropsicológicos y lingüísticos que
subyacen
(Chevrie-Muller, 2001). Se mantiene, por tanto, la clásica definición por exclusión
establecida
por Benton 1964).

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En nuestro contexto, diferentes autores han concretado los principales problemas
de los niños
con TEL de habla española (Valdizán, 2005; Crespo y Narbona, 2006; Muñoz y
. Carballo, 2005;
Buiza et al., 2007):
a) dificultades en la interacción;
b) disminución de la capacidad lúdica;
c) reclusión en sí mismos;
d) deterioro de la atención;
e) cambios bruscos de carácter;
f) repetitivos en sus hábitos;
g) dificultades en la adquisición de conocimientos;
h) problemas en la compresión temporoespacial y en la discriminación de estímulos
auditivos;
i) velocidad de procesamiento enlentecida en actividades lingüísticas y no
lingüísticas.
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El niño presenta un desarrollo normal a nivel cognitivo, social, de autoayuda y
motor. No existen
déficits sensoriales ni alteraciones cerebrales asociadas. En definitiva, no existe
una causa
conocida que pueda explicar la gravedad del retraso en el lenguaje. Los déficits
afectan a la
competencia lingüística (comprensión y producción) pero no a la comunicativa; es
decir, que los
niños con TEL suelen mantener una intención comunicativa importante. El problema
es evidente
desde las primeras etapas de adquisición del lenguaje (2-3 años).
Los comportamientos disruptivos: debido a los problemas que tienen para comunicarse
con los
demás y a la frustración que eso produce, es frecuente que los niños con TEL muestren
comportamientos como tirar cosas, gritar, tirarse al suelo... La afectividad y aspectos
sociales:
los problemas de producción y comprensión del lenguaje suelen provocar que los niños
se
retraigan en el contacto social, o que sean considerados como "torpes" por los demás.
Este
retraimiento social puede llegar a ser severo y afectar el desarrollo de la afectividad y
los
comportamientos de socialización.
Rendimiento académico: por supuesto, los niños con TEL tienen un rendimiento
académico
muy pobre, ya que la mayor parte del currículum está construido sobre habilidades
que tienen
un componente verbal.
Cierta fluidez de producción, pero con articulación confusa (enunciados casi
ininteligibles).
Notable mejoría de calidad articulatoria en tareas de repetición de elementos
aislados (sílabas,
etc).
Comprensión normal o casi normal. Incapacidad masiva de fluencia.
Grave afectación de la articulación (hasta ausencia completa de habla).
Enunciados de 1 o 2 palabras, que no mejoran en su realización articulatoria con la
repetición.
Comprensión normal o próxima a la normal.
Trastornos de comprensión y expresión.
Trastorno fonológico-sintáctico.
Déficit mixto receptivo-expresivo.
Fluidez verbal perturbada.
Articulación de habla alterada.
*Habla deficiente: frases cortas, omisión de nexos y marcadores morfológicos,
laboriosa
formación secuencial de enunciados.
Comprensión mejor que expresión.
*Variables de dificultad de comprensión: longitud del enunciado, complejidad estructural
del
enunciado, ambigüedad semántica, contextualización del enunciado, rapidez de
emisión.
Agnosia auditivo-verbal.
Sordera verbal.
Fluidez verbal perturbada.
Comprensión del lenguaje oral severamente afectada o ausente.
Expresión ausente o limitada a palabras sueltas.
Articulación gravemente alterada.
Comprensión normal de gestos.
Trastornos del proceso central de tratamiento y de la formulación.
Trastorno semántico-pragmático.
Desarrollo inicial del lenguaje más o menor normal.
Articulación normal o con ligeras dificultades.
Enunciados bien estructurados gramaticalmente.
Grandes dificultades de comprensión; puede haber una comprensión literal y/o no
responder
más que a una o dos palabras del enunciado del interlocutor.
Falta de adaptación del lenguaje al entorno interactivo: deficientes ajustes pragmáticos a
la
situación y/o al interlocutor, coherencia temática inestable, probable ecolalia o
perseverancia.
Trastorno léxico-sintáctico.
Articulación normal o con pequeñas dificultades, jerga fluente.
Sintaxis perturbada: formulación compleja dificultosa, interrupciones, perífrasis y
reformulaciones, orden secuencial dificultoso, utilización incorrecta de marcadores
morfológicos, frecuencia de “muletillas”.
Comprensión normal de palabras sueltas.
Deficiente comprensión de enunciados
Los niños diagnosticados con TEL: muestran un funcionamiento correcto en la
mayo ría de
áreas de funcionamiento, no muestran otros trastornos concomitantes, y tienen
evidentes
dificultades en el lenguaje sin razones aparentes. Y aunque, como veremos más
adelante, la
variedad de problemas y casos que se consideran como TEL es muy grande,
podemos
considerar como características generales de este trastorno las siguientes: Hay
un nivel
lingüístico inferior a lo esperado para el grupo de edad (se considera que tiene
que existir un
retraso de al menos 12 meses, o de al menos 1,25 desviaciones típicas por
debajo de la media
de la población normal en un test de lenguaje)
La clasificación de Rapin y Allen, que evidencia unos límites difusos entre los diversos
subtipos
(cuyos síntomas pueden entremezclarse, aunque difícilmente se puede hallar un niño
que reúna
todos los síntomas y mucho menos aún que los sufra con la misma frecuencia
intensidad), es la siguiente:
En el trastorno fonológico-sintáctico la disfunción oromotora es un signo
concomitante (Rapin
y Allen, 1983). También se aprecia una sintaxis inadecuada (sustitución de las
formas plurales
por las singulares, de las formas pasadas por las presentes, la omisión de
morfemas de plural,
el mal uso de la concordancia entre el nombre y el adjetivo, un repertorio
reducido de oraciones,
en el que predominan las simples, errores en la concordancia determinantes-
sustantivos y
sujeto-verbo). En estos casos, se aprecian dificultades para construir la plantilla
fonológica del
mensaje verbal, en la que se requiere una adecuada secuenciación e inhibición
de emisiones
incorrectas (corteza frontal) (Castaño, 2003).
Dispraxia verbal
EI lenguaje de los niños que se
incluyen en este subgrupo se
caracteriza por presentar
problemas
de tipo fonológico y articulatorio,
además de una escasa fluidez
discursiva y un considerable
esfuerzo
al hablar. Por el contrario, la
comprensión está bastante
normalizada, es decir, no está
afectada la vertiente receptiva
del
lenguaje. Los niños poseen una
aceptable motricidad
bucolingual,
porque las dificultades expresivas son
previas a la ejecución motora y no
están vinculadas con alteraciones de
tipo disártrico, en las que la afectación
de los nervios
craneales o de los centros nerviosos
cerebrales limita la motricidad de los
órganos bucofonadores. Según
Castaño (2003), en este subtipo, se
afectan los procesos de montaje de
las piezas fonéticas a partir del plan fonológico y de la selección de los patrones
motores
poseen una comprensión normal o cercana a lo normal (Castaño, 2002). En
general, los niños
con este subtipo muestran dificultades en la programación de movimientos que
no pueden ser
explicados en términos de debilidad muscular o pérdida sensorial. Los niños
pueden imitar los
movimientos individuales o los sonidos del habla, pero no son capaces de
producir secuencias
más largas (Parisse y Maillart, 2009
Los niños pertenecientes a este subtipo poseen una comprensión deficitaria, muy
limitada o
incluso nula. Tienen dificultades para discriminar los alófonos de un fonema y perciben
el
lenguaje como una amalgama confusa de sonidos que se repite sin que sean capaces
de
aislarlos ni diferenciarlos. Esta confusión de sonidos les impide formar
representaciones
mentales de las palabras, lo que condiciona sus posibilidades expresivas al carecer
secuencias
representadas de sonidos que se refieren a objetos o acontecimientos de la realidad.
Es un tipo
de TEL infrecuente.
Tallal y Piercv 1987) admiten problemas en el procesamiento auditivo rápido, y
en su capacidad
para poder discriminar entre estímulos simultáneos o secuenciales. Para
Castaño (2003), los
niños con agnosia auditiva verbal muestran problemas en la descodificación de
los sonidos de
la lengua por fallos en el análisis acústico fonético y fonológico, circunstancia que
les impide el
acceso a las representaciones mentales de sonidos y, por ende, a sus
significados (corteza
auditiva secundaria área de Wernicke).
Trastorno léxico-sintáctico
Los niños encuadrados en este subgrupo
ostentan normalidad en habilidades
fonológicas y articulatorias, aunque su
sintaxis
pueda calificarse de inmadura para su edad.
También manifiestan dificultades en la
sección de los elementos léxicos, necesarios
para construir el mensaje, y alteraciones
morfológicas y en la evocación de palabras.
Precisamente el TEL deriva de una dificultad
para retener y recuperar las
representaciones
de palabras, probablemente por un
funcionamiento de la memoria fonológica de
trabajo (Montgomery, 2002) y por dificultades
para asociar a un determinado significante un
significado concreto (Bishop. 1997). Estos
niños poseen un vocabulario reducido
especialmente en el uso de las denominadas
palabras-función (preposiciones,
conjunciones, etc.) por su menor relevancia
perceptiva
Trastorno semántico-pragmático

En el lenguaje de estos niños se aprecia déficits en la


comprensión de reglas que rigen los intercambios comunicativos, así como una comprensión
literal de los mensajes y cierta imposibilidad para identificar las intenciones de los hablantes y
respetar los turnos de palabra. Sus enunciados son frecuentemente inapropiados y no pueden
explicarse en términos lingüísticos, sino más bien por dificultades para adivinar las
necesidades
e intenciones de sus interlocutores. Pueden también un lenguaje ecolálico y perseveraciones,
y sobre todo problemas para utilizar un lenguaje apropiado en un contexto dado. En todo caso,
las escasas habilidades comunicativas de los niños con TEL se han puesto de manifiesto en
estudios (Hadley y Rice, 1991; Epstein y Phillips, 2009). En general, su lenguaje se limita a
frases simples y concretas, con gran dificultad para interpretar tiempos condicionales y formas
gramaticales más complejas (Bishop Adams, 1989)
La propuesta de Wilson y Risucci
La clasificación de Wilson y Risucci (1986), de carácter cuantitativo, descansa en el
análisis
estadístico multivariante de bases de datos psicométricos de grupos de sujetos
patológicos
previamente delimitados. Los autores, aplicando un modelo de tipo neuropsicológico a
una
muestra de 93 niños de 3 a 5 años con TEL, han identificado ocho grupos de sujetos.
La clasificación experimental de Wilson y Risucci (1986) es la siguiente:
Trastorno de la comprensión (componente semántica auditiva).
2. Trastorno de la comprensión (componente semántica auditivo-visual).
3. Trastorno de la comprensión (componente semántica-auditivo) más trastorno de la
memoria visual y auditiva a corto plazo.
4. Trastorno expresivo y/o receptivo.
5. Trastorno global.
6. Trastorno de la memoria auditiva más trastorno de la evocación de términos.
7. Trastorno de la expresión.
8. Ningún déficit neuropsicológico asociado.

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