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ElsieVega
INTRODUCCIÓN:
1. Comparando el texto de Hebreos con los de 1 P. 3:20 y 2 P. 2:20, nos damos cuenta de tres
razones por las cuales el tiempo de Noé se parece mucho al nuestro:
a) Noé vivió en días de gracia limitados, pues la puerta de la salvación quedó abierta por 120
anos, si los hombres hubiesen querido creer el testimonio de Noé (1 P. 3:20). Nosotros vivimos
en la edad de la gracia, que se ha extendido ya, por la misericordia de Dios, a cerca de 2.000 años
(2 Co. 6:2, He. 4:7–8; Ap. 22:17).
b) Noé vivió y trabajó en días de gran apostasía—tal como nosotros—. véase Gn. 6:1–7 con Ti.
4:1–3 y 2 Ti. 3:1–9 y veréis que Noé vivió y trabajó para Dios en un tiempo de gran oscuridad
moral, muy semejante a la de nuestros días.
c) Noé dio testimonio al final de una dispensación, la de la conciencia, que los hombres de una
larga época resistieron (véase Gn. 6:3) y fue en los últimos años (tan sólo 120, 1 P. 3:20).
Nosotros vivimos en los últimos días de la dispensación de la gracia (véase Mt. 24:37–39).
2. Veamos ahora cómo se portó Noé, para darnos cuenta de lo que es una obra de fe:
a) Es escuchar la voz de Dios en medio de muchas otra voces: de acuerdo con 1 Co. 14:10,
podemos decir que hay hoy día una gran confusión de voces. En medio de toda la algarabía de su
época, Noé, por la fe, sintonizó la voz del Todopoderoso (véase Gn. 6:13 y He. 12:7). No es
fácil, pues por todos lados estamos rodeados de voces confusas, pero el mérito de la fe es captar
la voz de Dios en medio de todas las demás.
b) Es obedecer la voz de Dios por más que aparentemente sea contrario a la lógica humana.
¿Quién en los días de Noé podía imaginarse un diluvio universal y la necesidad de un arca? (Gn.
6:14). Tal cosa parecía imposible, sobre todo en el lugar donde vivía Noé. La gente se decía:
«Debe haber un error en el viejo Noé; debe haber perdido el juicio». Pero Dios así lo había
dispuesto y la obra de la fe era aceptarlo y actuar de acuerdo, por muy ilógica que pareciera (Gn.
6:22). Debemos tomar nota de las palabras, y así lo hizo Noé. «Muchas veces el pueblo de Dios
ha sido llamado loco al cumplir los mandatos de Dios» (Jn. 10:20; Hch. 26:24).
c) Obra de fe es hacer la voluntad de Dios, aunque nadie más la cumpla. Tal vez, no haya ningún
otro creyente en nuestra oficina, industria o aldea, y ello hace nuestra posición tanto más singular
o ridícula. Noé estuvo solo también. El verdadero pueblo de Dios siempre ha sido minoría (véase
1 R. 19:14; Mt. 7:13–14).
d) Obra de fe es seguir actuando según Dios, a pesar de la oposición. No hay duda de que Noé
encontró oposición y consejos disuasorios de su aparentemente ridícula obra (véase la oposición
de hoy a la luz de 1 Co. 10:13; 2 Co. 4:8–9; Gá. 6:9).
e) Obra de fe es aceptar el dictamen de Dios sin dudar. El juicio parecía muy severo o exagerado,
ya que abarcaba a todos los vivientes, pero Noé supo decir lo del Sal. 19:2. Debemos aceptar la
severidad de Dios tanto como su bondad (Ro. 11:22).
f) Obra de fe es proclamar el mensaje a pesar de ser demasiado severo ante la vista humana y
tener por ello poca aceptación. Había dos alternativas, entrar en el arca y salvarse, o recibir el
juicio que vendría sobre todos los que quedarían fuera (véanse las palabras del Señor en Mr.
16:16). Es cierto que habrá grados de condenación (Mt. 11:20–24), pero una u otra medida de
condenación será aplicada a todos los no creyentes (Ro. 3:23 y Jn. 3:18). Sólo hay una esperanza
para obtener vida eterna con todos los privilegios de los hijos de Dios, y es entrar en el Arca, que
es Cristo, por medio de la fe.
g) La obra de la fe asegura la recompensa de la fe. En He. 11:7 leemos no sólo que Noé y su
familia se salvaron, sino que «fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe». Noé ha sido
pregonero de fe a muchas generaciones de cristianos y Pablo dice que hemos de ser
«embajadores a principados y potestades en los lugares celestiales» (Ef. 3:10), si empezamos
siéndolo en la pasajera vida presente (2 Co. 5:6–10). ¿Estamos ejerciendo nuestra fe del mismo
modo que Noé para la salvación de nuestros seres más queridos (Mr. 9:23; Hch. 16:31), y para el
mundo en general, por más que se burlen de nuestro testimonio?
3. Como en los días de Noé: es casi inevitable, al hablar de Noé, su vida y su tiempo, hacer
referencia a la declaración de Jesucristo acerca de las circunstancias que existirán en el mundo en
el tiempo de su Segunda Venida, las cuales nunca se habían producido tan completamente como
en nuestros días, y son:
a) Desorden sexual y moral: la frase casándose y dándose en casamiento de Mt. 24, no significa
el matrimonio legítimo, pues esto no es ningún pecado que merezca castigo, antes al contrario,
sino el desorden y apartamiento del orden divino del matrimonio establecido por Dios—véase
cómo la traducción de lo sagrado del matrimonio se había extendido hasta los días de José (Gn.
39:7–9)—; la palabra griega «gameo», que hallamos en la frase de Jesús, significa más bien
relación sexual extramatrimonial.
b) Desorden político y violencia social (Gn. 6:5 y 11–12): lo efectivo y rápido de las armas
modernas han facilitado el terrorismo personal o de masas como jamás había podido imaginarse
el ser humano. Sobre todo en una era de cultura como la nuestra; pero hoy la violencia parece
inevitable e imparable.
CONCLUSIÓN:
¿No es todo ello evidencia innegable de que estamos efectivamente en el tiempo del fin? ¿Nos
hallamos preparados para la Segunda Venida de Cristo que se acerca? No nos engañemos: la
humanidad no encontrará solución a los problemas de la era presente, si no es por un poder
sobrenatural que se imponga sobre los actualmente inevitables ataques del terrorismo y a la
rivalidad incontenible de las grandes potencias.
Si usted ha sentido o cree que este sermón le ha tocado su corazón y quiere recibir a Jesucristo
como su Salvador personal, solo tiene que hacer la siguiente oración:
Señor Jesús yo te recibo hoy como mi único y suficiente Salvador personal, creo que eres Dios
que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día Me arrepiento, soy
pecador. Perdóname Señor. Gracias doy al Padre por enviar al Hijo a morir en mi lugar. Gracias
Jesús por salvar mi alma hoy. En Cristo Jesús mi Salvador, Amen.
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