2 - BACH - UN - 3 - 8 - 2 - Narrativa - 75 (1) - Fusionado
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SECUNDARIA
DE GALICIA AGRA DE RAÍCES
2º BACHILLERATO
1
EDUARDO MENDOZA
Se dio a conocer con La verdad sobre el caso Savolta (1975), obra que marcó el inicio de la nueva
narrativa. En ella, emplea recursos de diferentes subgéneros narrativos (la novela policiaca y el
folletín) para indagar en la historia de la Barcelona de principios del siglo XX, marcada por el
enfrentamiento entre la burguesía y la clase obrera. Sus posteriores novelas son muy diversas. La
crítica escoge La ciudad de los prodigios (1986) como su obra más destacada. En ella, evoca
nuevamente la ciudad de Barcelona en los años que median entre las exposiciones universales de
1888 y 1929. Destacan también las parodias de novelas policiacas, llenas de humor, protagonizadas
por un detective ingresado en un manicomio (El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las
aceitunas, La aventura del tocador de señoras, El enredo de la bolsa y la vida, El secreto de la
modelo extraviada).
Otras obras: Sin noticia de Gurb, parodia de la novela de ciencia ficción; El año del diluvio,
conflicto interno de una monja seducida por un cacique; o Riña de gatos, revisión del Madrid de
1936.
Su estilo es sencillo y directo, moviéndose entre lo satírico, humorístico, esperpéntico y
transgresor, con un lenguaje sutil y lleno de ironía. Muestra gusto por los personajes marginales que
miran a la sociedad con extrañeza mientras luchan por sobrevivir. Recibió́ el Premio Cervantes en
2016.
ANTONIO MUÑOZ MOLINA
Destaca por su hábil construcción del relato y por el uso de la intriga. Su primera novela, Beatus
ille, (1986) es una indagación sobre un supuesto escritor de la Generación del 27. En ella, figura la
ciudad imaginaria de Mágina, trasunto de su natal Úbeda que reaparecerá́ en otras obras suyas. En
1987, ganó el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Narrativa por El invierno en Lisboa y, en
1991, el premio Planeta por El jinete polaco, considerada una de las novelas más importantes de la
literatura española del siglo XX. Recrea la historia de Mágina desde finales del S. XIX a finales del
S. XX. Por ella, vuelve a ser Premio Nacional de Narrativa en 1992. Desde 1996, ocupa el sillón u
en la Real Academia Española.
Otras obras destacadas son Beltenebros (1989), una novela de amor, intriga y de bajos fondos en
el Madrid de la posguerra con implicaciones políticas; Plenilunio (1997), novela policiaca en la que
el detective se enfrenta a un asesino psicópata de niñas y adolescentes; Sefarad (2001), novela de
novelas sobre las crueldades del siglo XX; y La noche de los tiempos (2009), recreación de las
primeras semanas de la Guerra Civil en Madrid. Su última novela es Tus pasos en la escalera (2019).
Su obra muestra un estilo claro y ambiciosas estructuras, el cuidado uso de la lengua y el dominio
de los diferentes registros. Hoy en día está considerado como uno de los principales autores de
narrativa de nuestro país. Recibió́ el Premio Príncipe de Asturias en 2013.
ROSA MONTERO
Ha alternado su faceta de periodista con la de novelista. Desde el año 1977, trabaja para el diario
El País. Ha sido galardonada con numerosos premios periodísticos y literarios, entre ellos el Premio
Nacional de las Letras en 2017. Sus novelas, de estilo fluido, giran en torno a temas recurrentes como
la memoria, la identidad, el paso del tiempo y la muerte.
Entre las más aplaudidas por la crítica y por el público, figuran Crónica del desamor (testimonio de
los años de la transición democrática), La hija del caníbal (novela de intriga y misterio), Te trataré
como a una reina (defensa de la condición femenina), Historia del Rey Transparente (novela de
aventuras y de fantasía, ambientada en la Edad Media y protagonizada por una muchacha disfrazada
de hombre) y Lágrimas en la lluvia (novela de la detective Bruna Husky en un futuro imaginario
próximo en el que mueren replicantes). También es autora de libros de relatos, de ensayos y de
cuentos para niños.
2
ALMUDENA GRANDES
Se dio a conocer con Las edades de Lulú (1989), Premio La sonrisa vertical de novela erótica. Su
segunda novela es Te llamaré Viernes (1991), compleja historia de amor entre dos seres “en un
Madrid sin alma”. Malena es un nombre de tango (1994), historia de una niña que lucha contra las
normas impuestas por su familia y que logrará descubrir todos los secretos que guarda esta. Atlas de
geografía humana, Los aires de difíciles y Castillos de cartón continúan su obra novelística y la
convierten en uno de los nombres más consolidados de la literatura española actual. Las tres
transcurren en la España contemporánea y en ellas utiliza técnicas realistas y de introspección
psicológica con la que muestra la vida cotidiana de los personajes. En 2007, publicó El corazón
helado, relato en el que se plasma la vida de dos familias españolas a lo largo de gran parte del siglo
XX.
En 2010, inicia la serie Episodios de una guerra interminable, un proyecto narrativo que se
compone de seis novelas independientes que narran momentos significativos de la resistencia
antifranquista en un periodo comprendido entre 1939 y 1964, y cuyos personajes interactúan con
figuras reales y escenarios históricos. El modelo formal y el título son un homenaje a los Episodios
nacionales de Galdós; Inés y la alegría da comienzo a la serie, continuada con El lector de Julio
Verne, Las tres bodas de Manolita y Los pacientes del doctor García. Recibió́ el Premio Nacional de
Narrativa 2018.
ACTIVIDADES
1. Identifica los rasgos característicos de la novela peninsular posterior a 1975 y de sus autores
en los siguientes fragmentos.
El crimen
Pero quién puede averiguar nada de los vivos, quién descubrirá lo que hay en el fondo de los ojos,
detrás del antifaz y la máscara de las facciones de un rostro, quién puede saber lo que hay dentro de
un alma y lo que está más adentro o más abajo aún, más sepultado, más hondo, lo que alguien lleva
oculto y no lo sabe ni él mismo, el virus que ha empezado a envenenarle la sangre o la célula cancerosa
que se multiplica todavía infinitesimalmente en un tejido, el instinto de crueldad o de homicidio que
se despertará en él como un violento mecanismo automático, como una ceguera de resplandores rojos
de la que despertará un instante más tarde para descubrir un mundo que se le ha vuelto irreconocible,
una intoxicación de adrenalina o de alcohol que lo transformará en una criatura hacia la que él mismo
sentiría horror si pudiera verla en un espejo.
Alguien ha asesinado a una niña y quizá ve la noticia del crimen en la televisión, durante la cena
familiar, y no acaba de reconocer la cara de su víctima en las fotografías que publica el periódico, en
las imágenes de un rudimentario vídeo tomado el día de su comunión; alguien alza indignadamente
la voz entre un grupo de mujeres que comentan rumores en el mercado, exige venganza, pena de
muerte, castigo ejemplar. Alguien va por la acera apoyando una mano en el hombro de la niña que
camina a su lado y nadie se da cuenta de que esa mano no está simplemente posada, que en realidad
apresa, que se está clavando con toda la fuerza de sus dedos cortos y nervudos en la piel, bajo la tela
del chándal, que dejará luego en el hombro y en la nuca un hematoma parecido a las señales de sangre
que tampoco ha advertido nadie en un ascensor.
Antonio MUÑOZ MOLINA, Plenilunio.
El autor del presente artículo y de los que seguirán se ha impuesto la tarea de desvelar en forma
concisa y asequible a las mentes sencillas de los trabajadores, aun los más iletrados, aquellos hechos
que, por haber sido presentados al conocimiento del público en forma oscura y difusa, tras el
camouflage de la retórica y la profusión de cifras más propias al entendimiento y compresión del
docto que del lector ávido de verdades claras y no de entresijos aritméticos, permanecen todavía
ignorados de las masas trabajadoras que son, no obstante, sus víctimas más principales. Porque sólo
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cuando las verdades resplandezcan y los más iletrados tengan acceso a ellas, habremos alcanzado en
España el lugar que nos corresponde en el concierto de las naciones civilizadas, a cuyo progreso y
ponderado nivel nos han elevado las garantías constitucionales, la libertad de prensa y el sufragio
universal. Y es en estos momentos en que nuestra querida patria emerge de las oscuras tinieblas
medievales y escala las arduas cimas del desarrollo moderno cuando se hacen intolerables a las buenas
conciencias los métodos oscurantistas, abusivos y criminales que sumen a los ciudadanos en la
desesperanza, el pavor y la vergüenza. Por ello no dejaré pasar la ocasión de denunciar con
objetividad y desapasionamiento, pero con firmeza y verismo, la conducta incalificable y canallesca
de cierto sector de nuestra industria, concretamente, de cierta empresa de renombre internacional que,
lejos de ser semilla de los tiempos nuevos y colmena donde se forja el porvenir en el trabajo, el orden
y la justicia, es tierra de cultivo para rufianes y caciques, los cuales, no contentos con explotar a los
obreros por los medios más inhumanos e insólitos, rebajan su dignidad y los convierten en
atemorizados títeres de sus caprichos tiránicos y feudales. Me refiero, por si alguien no lo ha
descubierto aún, a los sucesos recientemente acaecidos en la fábrica Savolta, empresa cuyas
actividades...
Eduardo Mendoza, La verdad sobre el caso Savolta.
Desde hacía más de trece años, trabajaba en la clandestinidad sin haber tenido ni un solo tropiezo.
Habían estado a punto de cogerme varias veces, pero siempre me había salvado un sexto sentido, una
intuición inexplicable para todos los que no se hubieran criado en un pueblo como Fuensanta de
Martos, en una época como la segunda mitad de los años cuarenta.
Yo había abandonado el monte, pero el monte nunca me había abandonado a mí. Su memoria
seguía viviendo en mi cabeza y en mis tripas, me protegía, me amparaba, afilaba mis instintos, mis
reflejos, congelaba mi sangre dentro de las venas y me recordaba siempre a tiempo el número y el
nombre, los rostros y los hechos de los traidores. Era el monte quien me hacía agacharme para atar
un zapato cincuenta metros antes de llegar al lugar de una cita, el monte quien me convencía de que
aquel tío barbudo, con pinta de estudiante progre y trenca azul, que estaba a la izquierda, miraba
demasiado el reloj para no ser policía...
Almudena Grandes, El lector de Julio Verne.
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XUNTA INSTITUTO DE EDUCACIÓN
SECUNDARIA
DE GALICIA AGRA DE RAÍCES
2º BACHILLERATO
BLOQUE 3. UNIDAD 8. LA NARRATIVA HISPANOAMERICANA DE LA SEGUNDA MITAD DEL
SIGLO XX. E L BOOM DE LA NARRATIVA: B ORGES, CORTÁZAR, G ARCÍA M ÁRQUEZ, V ARGAS
LLOSA
1. LA NARRATIVA HISPANOAMERICANA DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX
La renovación de la narrativa hispanoamericana, aunque tardará en llegar, se produce con una
enorme fuerza creadora y un gran esplendor que la llevará a situarse en la cumbre de la narrativa
mundial. La gran expansión geográfica de Hispanoamérica influye en la diversidad de corrientes
narrativas, algunas de ellas exclusivas de un país o de una región. Suele, no obstante, distinguirse tres
grandes etapas:
- Dominio de la novela realista hasta 1940-45.
- Comienzos de la renovación narrativa, entre 1945- 1960.
- Desarrollo y auge de la nueva narrativa, el boom de la novela, a partir de 1960.
A partir de 1945, la novela realista parece exhausta. Entre 1945 y 1960, se observan en la narrativa
hispanoamericana unas características diferentes. Estas características se deben a una nueva
concepción del mundo y de la vida consecuencia de los cambios sociales, políticos y económicos que
se estaban produciendo en los diversos países de Hispanoamérica. A estas novedades se añaden las
influencias de la narrativa europea y norteamericana del momento, tardíamente asimiladas.
En cuanto al contenido, conviven varias tendencias en las novelas y cuentos de los autores
hispanoamericanos. Por un lado, destacan la narrativa metafísica de Jorge Luis Borges. Por otro lado,
se desarrolla una excelente narrativa de corte existencial, con autores como Juan Carlos Onetti o
Ernesto Sábato. Además, algunas de las tendencias de la narrativa de las décadas precedentes
continúan y evolucionan hasta producir obras magníficas: así́, la novela de la Revolución mexicana
culmina en la figura de Juan Rulfo. La novela indigenista y los relatos que buscaban una escondida
identidad americana común encuentran su formulación en una corriente novelística que funde de
forma extraordinaria elementos tan dispares como lo fantástico, lo mítico, lo legendario o la
inmensidad de la Naturaleza americana con los conflictos sociales reales y los concretos avatares
históricos de la América Latina contemporánea. Esta novela en la que se combinan realidad y fantasía
ha recibido las denominaciones de realismo mágico y lo real maravilloso. Cuenta como principales
representantes a Miguel Ángel Asturias o Alejo Carpentier, y ha sido decisiva para la segunda
renovación narrativa de la novela hispanoamericana, que se producirá́ durante los años sesenta. No
obstante, narrativa metafísica, existencial y realismo mágico se entremezclan en las obras de todos
estos autores. Los cambios principales fueron:
• Se abandona el interés prioritario por los espacios rurales y naturales y la denuncia explícita de
problemas sociales, y surgen temas nuevos en los que se integra lo urbano y los problemas del hombre
contemporáneo.
• Penetra la imaginación, lo fantástico, dando lugar a lo que se ha denominado realismo mágico
o lo real maravilloso. A partir de este momento, realidad y fantasía aparecerán íntimamente unidas
en la novela: unas veces por la presencia de lo mítico, lo legendario, lo mágico; otras, por el
tratamiento alegórico de la acción, de los personajes o de los ambientes.
• Formalmente, se siguen las innovaciones técnicas de los grandes novelistas europeos o
norteamericanos. Además, se introducen elementos irracionales y oníricos procedentes del
Surrealismo que se adaptan a la expresión de lo mágico o lo maravilloso.
Se considera que el relato que marca el cambio de rumbo es El pozo de Juan Carlos Onetti. El
cambio quedó confirmado con Pedro Páramo de Juan Rulfo.
1
2. LA NOVELA DE LOS SESENTA. EL BOOM DE LA NARRATIVA.
La definitiva renovación de la novelística hispanoamericana se produce a partir de los años sesenta
con un fenómeno que la crítica ha denominado como el boom de la novela hispanoamericana. Surgió́
ligado a un fenómeno extraliterario que facilitó que esta novela fuera conocida en el exterior: el apoyo
de las editoriales españolas, especialmente a partir del éxito de La ciudad y los perros (1962) de
Mario Vargas Llosa. Sin embargo, a lo anterior hay que añadir la coincidencia en un corto espacio de
tiempo de una sucesión de novelas (y novelistas) deslumbrantes: Sobre héroes y tumbas de Ernesto
Sábato; El astillero de Juan Carlos Onetti; La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes; Rayuela de
Julio Cortázar; El siglo de las luces de Alejo Carpentier; Tres tristes tigres de Guillermo Cabrera
Infante .... Y sobre todo, el éxito sin precedentes de Cien años de soledad (1967), del colombiano
Gabriel García Márquez. Todos estos novelistas llevan las innovaciones a sus últimas consecuencias:
• Ampliación temática: aumenta la preferencia por lo urbano y cuando aparece lo rural (como en
García Márquez) recibe un tratamiento original.
• El realismo mágico será́ una constante en estos nuevos novelistas: lo extraordinario no solo es
admisible, sino que se convierte en cotidiano y habitual.
• La estructura del relato sufre una profunda experimentación, al igual que las técnicas narrativas:
ruptura de la linealidad temporal, cambios en el punto de vista, combinación de las personas
narrativas, monólogo interior, estilo indirecto libre, etc.
• El lenguaje se enriquece con la superposición de estilos o registros, distorsiones sintácticas y
léxicas, etc.
Existe, por tanto, una ruptura con la técnica realista que no quiere decir un alejamiento de la
realidad, sino una voluntad de tratarla desde puntos de vista más reveladores.
Jorge Luis Borges: no ha escrito ninguna novela. Su gran creación son los relatos cortos:
Ficciones, El Aleph, El Hacedor...En ellos, combina la presencia de su gran cultura y mucha
imaginación. Son juegos imaginativos que llevan al lector a insólitos ejercicios intelectuales. Se
interpolan tres planos: la realidad, la fantasía y la sátira; y el autor sugiere más que dice. Los temas
fundamentales son: el tiempo cíclico, laberintos que simbolizan el universo, bibliotecas como
conocimiento inaccesible, espejos como imagen del desdoblamiento de la personalidad del hombre,
la muerte, etc.
Julio Cortázar: influido por Borges, inicia su producción literaria con libros de cuentos que
muestran su concepción de lo fantástico en la que se presentan aspectos de la realidad como nuevos
y asombrosos: Bestiario, Historia de cronopios y famas. Su consagración literaria le llega con
Rayuela, novela vanguardista, construida a partir de la técnica del collage y a modo de
improvisaciones. Produjo un gran impacto por los aspectos novedosos que incorpora (ejemplo:
propone dos lecturas diferentes de la obra, se entrecruzan numerosos temas que se interrelacionan, el
lenguaje se convierte en juego y recreación...).
Vargas Llosa: el inicio de su producción literaria coincidió́ con un boom editorial de los años 60
debido al prestigio que había adquirido la narrativa hispanoamericana en el panorama de las letras en
lengua española. Utiliza el Perú́ contemporáneo como marco de todas sus historias y en sus obras se
aúnan realidades brutales y experimentación formal. Su primera novela, de 1962, La ciudad y los
perros, se desarrolla en el ambiente cerrado y opresivo de un colegio militar de la ciudad de Lima.
Este lugar cerrado contrasta con el mundo de fuera, el de la ciudad abierta. Otras obras destacadas:
La casa verde, Conversaciones en la catedral, La tía Julia y el escribidor... Fue Premio Nobel de
Literatura, en el 2010.
Gabriel García Márquez: en 1982, tras una larga trayectoria narrativa, obtuvo el Premio Nobel
de Literatura. Su carrera literaria arranca del periodismo, que nunca ha abandonado. De 1955 a 1962,
publica novelas cortas y cuentos: La hojarasca, El coronel no tiene quien le escriba... Son
esplendidos relatos que giran en torno al imaginario pueblo de Macondo. La vida de ese pueblo, real
2
y mítico, adquirió́ tales proporciones que acabó por tomar cuerpo en una prodigiosa novela: Cien
años de soledad, su obra maestra, su aparición constituyó uno de los grandes acontecimientos de la
literatura en lengua castellana. Cuenta la historia de una familia, los Buendía, y del mundo que la
rodea. La obra es una gran síntesis de todos los elementos que se han dado en la narrativa
hispanoamericana: la naturaleza, los problemas sociales y políticos, las realidades humanas; pero todo
ello aparece traspasado por fuerzas sobrenaturales, humor y tragedia. Se ha querido ver en Macondo
una imagen de la realidad de América Latina: este lugar es descrito desde sus orígenes en un pasado
arcaico, para luego narrar las diferentes etapas que atraviesa (feudal, colonización española,
revolución, invasión de las multinacionales norteamericanas que conducen a la irremediable
destrucción del pueblo). Otras obras: El otoño del patriarca, Crónica de una muerte anunciada, El
amor en los tiempos del cólera, El general en su laberinto...
ACTIVIDADES
1. El escritor argentino Jorge Luis Borges es uno de los grandes escritores de cuentos de
nuestra lengua. Con sus relatos, supera el tradicional realismo y da entrada a elementos
fantásticos que cuestionan la realidad misma y plantean hondos problemas como la
identidad del hombre, la consistencia del mundo, el tiempo, la eternidad, el infinito...
La trama
Para que su horror sea perfecto, César, acosado al pie de una estatua por los impacientes puñales
de sus amigos, descubre entre las caras y los aceros la de Marco Junio Bruto, su protegido, acaso su
hijo, y ya no se defiende y exclama «¡Tú también, hijo mío!». Shakespeare y Quevedo recogen el
patético grito.
Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías, diecinueve siglos después, en el
sur de la provincia de Buenos Aires, un gaucho es agredido por otros gauchos y, al caer, reconoce a
un ahijado suyo y le dice con mansa reconvención y lenta sorpresa (estas palabras hay que oírlas, no
leerlas): «¡Pero, che!». Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena.
Jorge Luis Borges, El Hacedor
Aunque El Hacedor se ha considerado un libro menor en la producción de Borges, de él dice el
autor: «De cuantos libros he dado a la imprenta, ninguno, creo, es tan personal como esta colecticia
y desordenada silva de varia lección, precisamente porque abunda en reflejos e interpolaciones». En
efecto, reflexión e intertextualidad están presentes en muchos de los relatos que lo integran.
a. El cuento que acabamos de leer ofrece dos relatos yuxtapuestos, resúmelos. ¿Qué tienen en
común? ¿Qué les diferencia?
b. En este cuento, se ejemplifican dos ideas muy propias del universo borgiano. Indica dónde
aparece cada una.
1. La idea de que la vida de los hombres y en general la historia es una sucesión de escenas
repetidas. (Por ello, se dice que en Borges la organización de la historia es mítica.)
2. La idea de que el hombre –que ignora esto– no puede cambiar su destino.
c. Por otra parte, en este cuento se produce algo muy propio de la narrativa de Borges: se borran
las fronteras entre lo real y lo ficticio, lo histórico y lo inventado. ¿Cómo se plasma esto en
nuestro relato?
d. El pesimismo y, junto a ello, el gusto por los juegos intelectuales (muy en la línea de la
vanguardia a la que perteneció) son dos rasgos de muchos de los cuentos de Borges. ¿Crees que
están presentes en el que acabas de leer? ¿Y el humor?
e. Analiza el lenguaje. ¿Es rápida la narración? Justifica tu respuesta.
3
2. García Márquez es uno de los más conocidos narradores hispanoamericanos. Gran
capacidad fabuladora, mezcla de realidad y ficción, fusión de mito e Historia... son
algunos de los rasgos que lo definen.
Cien Años de Soledad es su gran obra. Esta novela, desarrollada en Macondo, espacio
mítico creado por el autor, gira en torno a la familia de los Buendía y se ha visto en ella
una parábola de la civilización. Llena de episodios sorprendentes donde se mezclan los
tonos más dispares (lo lírico, lo dramático, el humor...), ofrece un lenguaje muy sugestivo.
...Un viernes a las dos de la tarde se alumbró el mundo con un sol bobo, bermejo y áspero como
polvo de ladrillo, y casi tan fresco como el agua, y ya no volvió́ a llover en diez años. Macondo estaba
en ruinas. En los pantanos de las calles quedaban muebles despedazados, esqueletos de animales
cubiertos de lirios colorados, últimos recuerdos de las hordas de advenedizos que se fugaron de
Macondo tan atolondradamente como habían llegado. Las casas paradas con tanta urgencia durante
la fiebre del banano, habían sido abandonadas. La compañía bananera desmanteló sus instalaciones.
De la antigua ciudad alambrada sólo quedaban los escombros. Las casas de madera, las frescas
terrazas donde transcurrían las serenas tardes de naipes, aparecían arrasadas por una anticipación del
viento profético que años después había de borrar a Macondo de la faz de la tierra. El único rastro
humano que dejó aquel soplo voraz fue un guante de Patricia Brown en el automóvil sofocado por
las trinitarias. La región encantada que exploró José Arcadio Buendía en los tiempos de la fundación,
y donde prosperaron las plantaciones de banano, era un tremedal de cepas putrefactas, en cuyo
horizonte remoto se alcanzó a ver por varios años la espuma silenciosa del mar. Aureliano Segundo
padeció una crisis de aflicción el primer domingo que vistió ropas secas y salió a reconocer el pueblo.
Los sobrevivientes de la catástrofe, los mismos que ya vivían en Macondo antes de que fuera sacudido
por el huracán de la compañía bananera, estaban sentados en mitad de la calle gozando de los primeros
soles. Todavía conservaban en la piel el verde de alga y el olor de rincón que les imprimió la lluvia,
pero en el fondo de sus corazones parecían satisfechos de haber recuperado el pueblo en que nacieron.
Gabriel García Márquez, Cien años de soledad
El fragmento que acabas de leer se sitúa en un momento de la historia de Macondo en el que este
se ha visto asolado por un «diluvio» («Llovió́ cuatro años, once meses y dos días»). En momentos
anteriores, Macondo vive la «fiebre del banano», una típica maniobra económica norteamericana
por la cual se instala allí́ una compañía bananera. El malestar social que esto provoca va a
desencadenar una conflictividad que se salda con la matanza de tres mil obreros. Inmediatamente
después –cual castigo bíblico– comienza el diluvio. Los explotadores abandonan Macondo y el sol
vuelve a salir. Este es el momento que refleja nuestro texto.
a. ¿Qué nota predomina en el paisaje de Macondo una vez que pasa el diluvio? Señala el léxico
que apunta en tal dirección.
b. La compañía bananera aparece nombrada en el texto. ¿Cómo presenta el autor su actuación?
c. En esta novela, el tiempo es un elemento esencial. En nuestro fragmento en concreto confluye
la referencia a varios momentos diferentes de la vida de Macondo, señálalos.
d. Las calidades del lenguaje en Cien años de soledad son asombrosas. Veamos algunas en
nuestro texto.
1. El autor crea un mundo mítico y para ello se sirve de un lenguaje que recuerda el de los
grandes mitos o el de los textos bíblicos. Señala ejemplos.
2. Las calidades sensoriales de la prosa se consiguen con adjetivos y complementos del
nombre que combinan sensaciones con gran plasticidad.
3. Uso sorprendente del símil.
4. Aprovecha la fuerza expresiva del contraste no solo de palabras sino de motivos dentro de
la narración.
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5. Imágenes imposibles y llenas de plasticidad que evocan una estética surrealista.
3. Vargas Llosa fue el creador de la novela que se ha considerado punto de arranque del
famoso boom de la novela hispanoamericana de los sesenta: La ciudad y los perros (1962).
Desde entonces, su producción no ha hecho otra cosa que crecer, y con unas calidades
literarias que le sitúan en una posición excepcional en la narrativa mundial.
Nosotros vamos a leer un fragmento de La fiesta del Chivo, novela publicada en el año
2002 y con la que el autor se suma a la «novela de dictador», corriente de amplia difusión
en Hispanoamérica. Se trata de novelas cuyo protagonista es la figura de un dictador.
Novelas de dictador han escrito Carpentier, García Márquez, Miguel Ángel Asturias,
Roa Bastos, Uslar Pietri...
Despertó́ , paralizado por una sensación de catástrofe. Inmóvil, pestañeaba en la oscuridad,
prisionero en una telaraña, a punto de ser devorado por un bicho peludo lleno de ojos. Por fin pudo
estirar la mano hacia el velador donde guardaba el revólver y la metralleta con el cargador puesto.
Pero, en vez del arma, empuñó el reloj despertador: las cuatro menos diez. Respiró. Ahora sí, se había
despertado del todo. ¿Pesadillas, de nuevo? Tenía unos minutos todavía, pues, maniático de la
puntualidad, no saltaba de la cama antes de las cuatro. Ni un minuto antes ni uno después.
«A la disciplina debo todo lo que soy», se le ocurrió. Y la disciplina, norte de su vida, se la debía
a los marines. Cerró los ojos. Las pruebas, en San Pedro de Macorís, para ser admitido a la Policía
Nacional Dominicana que los yanquis decidieron crear al tercer año de ocupación, fueron durísimas.
Las pasó sin dificultad. En el entrenamiento, la mitad de los aspirantes quedaron eliminados. Él gozó
con cada ejercicio de agilidad, arrojo, audacia o resistencia, aun en aquellos, feroces, para probar la
voluntad y la obediencia al superior, zambullirse en lodazales con el equipo de campaña o sobrevivir
en el monte bebiendo la propia orina y masticando tallos, yerbas, saltamontes. El sargento Gittleman
le puso la más alta calificación: «Irás lejos, Trujillo». Había ido, sí, gracias a esa disciplina
despiadada, de héroes y místicos que le enseñaron los marines. Pensó con gratitud en el sargento
Simon Gittleman. Un gringo leal y desinteresado, en ese país de picoteros, vampiros y pendejos.
Mario Vargas Llosa, La fiesta del Chivo
En La fiesta del Chivo, y con una técnica de contrapunto, se nos cuenta la historia de Urania que
vuelve a su patria, Santo Domingo, después de mucho tiempo; la historia del general Trujillo,
dictador del país; y la de un grupo de personas que pretenden acabar con el dictador para normalizar
la vida en la isla. El texto que vamos a comentar pertenece al comienzo del capítulo II.
a. Entre las cualidades que posee Vargas Llosa está, sin duda, el hábil manejo de los recursos
técnicos de la novela. ¿Qué tipo de narrador aparece? Justifica tu respuesta.
b. Observa cómo maneja los hilos de la narración. El autor nos cuenta el despertar de un
personaje y sus reflexiones; solo unas cuantas líneas después nos enteramos de quién se trata
¿Qué busca con ello el autor?
c. Si en otros autores de la novela hispanoamericana encontramos la mezcla de lo real y lo
maravilloso, en Mario Vargas Llosa predomina de forma absoluta lo real, acompañado con
frecuencia de una actitud crítica y mordaz que refleja una visión absolutamente pesimista de
la vida y del ser humano. ¿Se puede decir esto de nuestro texto?
4. En el capítulo 32 de Rayuela, de Julio Cortázar, incluido en la parte «Del lado de allá»,
la Maga le escribe una carta a su hijo:
Carta a Rocamadour
Hay una cosa que se llama tiempo, Rocamadour, es como un bicho que anda y anda. No te puedo
explicar porque eres tan chico, pero quiero decir que Horacio llegará en seguida. ¿Le dejo leer mi
carta para que él también te diga alguna cosa? No, yo tampoco querría que nadie leyera una carta que
es solamente para mí. Un gran secreto entre los dos, Rocamadour. Ya no lloro más, estoy contenta,
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pero es tan difícil entender las cosas, necesito tanto tiempo para entender un poco eso que Horacio y
los otros entienden en seguida, pero ellos que todo lo entienden tan bien no te pueden entender a ti y
a mí, no entienden que yo no puedo tenerte conmigo, darte de comer y cambiarte los pañales, hacerte
dormir o jugar, no entienden y en realidad no les importa, y a mí que tanto me importa solamente sé
que no te puedo tener conmigo, que es malo para los dos, que tengo que estar sola con Horacio, vivir
con Horacio, quién sabe hasta cuándo ayudándolo a buscar lo que él busca y que tú también buscarás,
Rocamadour, porque serás un hombre y también buscarás como un gran tonto. [...] Llueve muchísimo
aquí́, Rocamadour, mucho más que en el campo, y las cosas se herrumbran, las canaletas, las patas
de las palomas, los alambres con que Horacio fabrica esculturas. Casi no tenemos ropa, nos
arreglamos con tan poco, un buen abrigo, unos zapatos en los que no entre el agua, somos muy sucios,
todo el mundo es muy sucio y hermoso en París, Rocamadour, las camas huelen a noche y a sueño
pesado, debajo hay pelusas y libros, [...] y casi no hay sitio para poner nada, ni siquiera otro par de
zapatos, Rocamadour, para poner una palangana en el suelo hay que sacar el tocadiscos, pero dónde
ponerlo si la mesa está llena de libros. Yo no podría tenerte aquí́, aunque seas tan pequeño no cabrías
en ninguna parte, te golpearías contra las paredes. Cuando pienso en eso me pongo a llorar, Horacio
no entiende, cree que soy mala, que hago mal en no traerte, aunque sé que no te aguantaría aquí́
mucho tiempo. Nadie se aguanta aquí mucho tiempo, ni siquiera tú y yo, hay que vivir combatiéndose,
es la ley, la única manera que vale la pena pero duele, Rocamadour, y es sucio y amargo, a ti no te
gustaría, tú que ves a veces los corderitos en el campo, o que oyes los pájaros parados en la veleta de
la casa. Horacio me trata de sentimental, me trata de materialista, me trata de todo porque no te traigo
o porque quiero traerte, porque renuncio, porque quiero ir a verte, porque de golpe comprendo que
no puedo ir, porque soy capaz de caminar una hora bajo el agua si en algún barrio que no conozco
pasan Potemkin1 y hay que verlo aunque se caiga el mundo, Rocamadour, porque el mundo ya no
importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero, si uno se ordena como un cajón
de la cómoda y te pone a ti de un lado, el domingo del otro, el amor de madre, el juguete nuevo, la
gare de Montparnasse, el tren, la visita que hay que hacer.
No me da la gana de ir, Rocamadour, y tú sabes que estás bien y no estás triste. Horacio tiene
razón, no me importa nada de ti a veces, y creo que eso me lo agradecerás un día cuando comprendas,
cuando veas que valía la pena que yo fuera como soy. Pero lloro lo mismo, Rocamadour, y te escribo
esta carta porque no sé, porque a lo mejor me equivoco, porque a lo mejor soy mala o estoy enferma
o un poco idiota, no mucho, un poco pero eso es terrible, la sola idea me da cólicos, tengo
completamente metidos para adentro los dedos de los pies, voy a reventar los zapatos si no me los
saco, y te quiero tanto, Rocamadour, bebé Rocamadour, dientecito de ajo, te quiero tanto, nariz de
azúcar, arbolito, caballito de juguete...
Julio CORTÁZAR, Rayuela.
a. Identifica las características de la narrativa hispanoamericana en este fragmento.
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Madrid de la inmediata posguerra, en un ambiente de pobreza en el que un gran número de personajes
(más de trescientos), fracasados y relacionados entre sí, intentan sobrevivir.
Tercera etapa (desde los años sesenta): se deja influir por la corriente experimental. A esta época
pertenecen novelas como San Camilo, 1936, en la que refleja de manera grotesca los primeros días
de la Guerra Civil en Madrid y Mazurca para dos muertos, ambientada en la Galicia rural de los años
30.
4. CARMEN LAFORET
Ganó, con 23 años, la primera edición del Premio Nadal con su novela Nada, que obtuvo un
enorme éxito de público y de crítica. La novela sigue el itinerario de la joven Andrea que, recién
terminada la Guerra Civil española, se traslada a Barcelona, cargada de ilusiones y dispuesta a
emprender sus estudios universitarios. Sus ansias juveniles y sus expectativas chocan con el mundo
gris, cargado de violencia, que representan su abuela y sus tíos, que la acogen en su casa. Sin embargo,
en la universidad conoce a Ena, que desempeñará́ un papel importante en su vida, pues con ella
aprenderá́ lo que el mundo exterior puede ofrecer.
La producción literaria de la escritora no es muy amplia. En 1950, publicó La isla y los demonios.
En 1955, La mujer nueva, que refleja sus propias experiencias religiosas y que tiene como tema
central la fe de la protagonista, Paulina, una mujer que pasa de criticar a la Iglesia a practicar la
religión católica. Siguió, en 1963, La insolación, primer volumen de la trilogía Tres pasos fuera del
tiempo, de la que no llegó a publicar los otros dos tomos. También escribió novelas cortas, libros de
cuentos y narraciones de viaje. Casi toda su obra gira en torno a un mismo tema central: el
enfrentamiento entre el idealismo juvenil y la mediocridad del entorno.
5. LUIS MARTÍN SANTOS
Su formación en las corrientes filosóficas modernas y las innovaciones narrativas lo llevó a
replantearse el papel de la novela española de los años cincuenta y a apostar por una renovación del
género que incluía la experimentación lingüística y estructural de las obras. Además de Tiempo de
silencio, su producción narrativa abarca un libro póstumo de cuentos, Apólogos, y la edición de
algunas partes de Tiempo de destrucción, en la que el autor retomó el tema del aislamiento cultural
de España.
Tiempo de silencio es considerada la novela que inicia la narrativa experimental en España. El
asunto de la obra tiene mucho de relato folletinesco, con rasgos de novela negra y lo original no es el
argumento, sino el tratamiento que el novelista hace de la historia: Pedro es un investigador que se
ve implicado en un aborto clandestino que acaba en muerte, en un suburbio madrileño de chabolas.
La policía lo detiene y, al demostrarse su inocencia, queda en libertad. Poco después, sufre la
venganza de un chabolista, que mata a su novia. Pedro abandona Madrid y se hace médico rural. Su
gran novedad es la forma, el estilo, que supone una ruptura radical y definitiva con el realismo
convencional: se explora el monólogo interior, cuya principal función es caracterizar a los personajes;
hay un constante cambio de narrador (primera, segunda, tercera persona); se acude a digresiones para
ironizar y criticar sucesos; se ofrecen distintos registros lingüísticos...
ACTIVIDADES
1. Lee los siguientes fragmentos y analízalos, señalando los aspectos característicos del
autor y de la tendencia narrativa que representan.
En los primeros años de su vida ya a todos nosotros nos fue dado el conocer que el infeliz, que tonto
había nacido, tonto había de morir; tardó año y medio en echar el primer hueso de la boca y cuando
lo hizo, tan fuera de su sitio le fine a nacer, que la señora Engracia, que tantas veces fuera nuestra
providencia, hubo de tirárselo con un cordel para ver de que no se clavara en la lengua. Hacia los
mismos días, y vaya usted a saber si como resultas de la mucha sangre que tragó por lo del diente, la
salió́ un sarampión o sarpullido por el trasero (con perdón) que llegó a ponerle las nalguitas como
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desolladas y en la carne viva por habérsele mezclado la orina con la pus de las bubas; cuando hubo
que curarle lo dolido con vinagre y con sal, la criatura tales lloros se dejaba arrancar que hasta al más
duro de corazón hubiera enternecido. Pasó algún tiempo que otro de cierto sosiego, jugando con una
botella, que era lo que más le llamaba la atención, o echadito al sol, para que reviviese, en el corral o
en la puerta de la calle, y así́ fue tirando el inocente, unas veces mejor y otras peor, pero ya más
tranquilo, hasta que un día -teniendo la criatura cuatro años- la suerte se volvió́ tan de su contra que,
sin haberlo buscado ni deseado, sin a nadie haber molestado y sin haber tentado a Dios, un guarro
(con perdón) le comió́ las dos orejas.
Camilo José Cela, La familia de Pascual Duarte.
Don José Rodríguez de Madrid está hablando con dos amigos que juegan a las damas.
– Ya ven ustedes, ocho duros, ocho cochinos duros. Después la gente, habla que te habla. Uno de los
jugadores le sonríe.
– ¡Menos da una piedra, don José!
– ¡Psché! Poco menos. ¿A dónde va uno con ocho duros?
– Hombre, verdaderamente, con ocho duros poco se puede hacer, esa es la verdad; pero, ¡en fin!, lo
que yo digo, para casa todo, menos una bofetada.
– Sí, eso también es verdad; después de todo, los he ganado bastante cómodamente...
Al violinista a quien echaron a la calle por contestar a don José́ , ocho duros le duraban hasta ocho
días. Comía poco y mal, cierto es, y no fumaba más que de prestado, pero conseguía alargar los ocho
duros durante una semana entera; seguramente, habría otros que aún se defendían con menos.
***
Por la calle van cogidos de la mano, parecen un tío con una sobrina que saca de paseo.
La niña, al pasar por la portería, vuelve la cabeza para el otro lado. Va pensando y no ve el primer
escalón.
—¡A ver si te desgracias!
—No.
Doña Celia les sale a abrir.
—¡Hola, don Francisco!
—¡Hola, amiga mía! Que pase la chica por ahí́, quería hablar con usted.
—¡Muy bien! Pasa por aquí́, hija, siéntate donde quieras.
La niña se sienta en el borde de una butaca forrada de verde. Tiene trece años y el pecho le apunta un
poco, como una rosa pequeñita que vaya a abrir. Se llama Merceditas Olivar Vallejo, sus amigas la
llaman Merche. La familia le desapareció con la guerra, unos muertos, otros emigrados. Merche vive
con una cuñada de la abuela [...] que se llama doña Carmen. Doña Carmen vendió a Merceditas por
cien duros, se la compró don Francisco.
Al hombre le dijo:
—¡Las primicias, don Francisco, las primicias! ¡Un clavelito!
Y a la niña:
—Mira, hija, don Francisco lo único que quiere es jugar, y, además, ¡algún día tenía que ser! ¿No
comprendes?
Camilo José́ Cela, La Colmena
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—Si el día de mañana queda algo de mi gestión al frente de la provincia, cosa que no es fácil, será el
haber resuelto el problema de las cuevas. Tú volaste tres en tu término, Justo, ya lo sé; pero no se
trata de eso ahora. Queda una cueva y mientras yo no pueda decirle al Ministro: «Señor Ministro, no
queda una sola cueva en mi provincia» es como si no hubieras hecho nada. Me comprendes, ¿no es
verdad?
Justito asintió. Parecía un escolar sufriendo la reprimenda del maestro. Fito Solórzano, el Jefe, dijo
de pronto.
—Un hombre que vive en una cueva y no dispone de veinte duros para casa viene a ser un vagabundo,
¿no? Tráemele, y le encierro en el Refugio de Indigentes sin más contemplaciones.
Justito adelantó tímidamente una mano:
—Aguarda, Jefe. Ese hombre no pordiosea. Tiene su oficio.
—¿Qué hace?
—Caza ratas.
—¿Es eso un oficio? ¿Para qué quiere las ratas?
—Las vende.
—¿Y quién compra ratas en tu pueblo?
—La gente. Se las come.
Miguel Delibes, Las ratas
Solo aquí, qué bien, me parece que estoy encima de todo. No me puede pasar nada. Yo soy el que
paso. Vivo. Vivo. Fuera de tantas preocupaciones, fuera del dinero que tenía que ganar, fuera de la
mujer con la que me tenía que casar, fuera de la clientela que tenía que conquistar, fuera de los amigos
que me tenían que estimar, fuera del placer que tenía que perseguir, fuera del alcohol que tenía que
beber. Si estuvieras así. Mantente ahí. Ahí́ tienes que estar. Tengo que estar aquí, en esta altura,
viendo cómo estoy solo, pero así, en lo alto, mejor que antes, más tranquilo, mucho más tranquilo.
No caigas. No tengo que caer. Estoy así bien, tranquilo, no me puede pasar nada, porque lo más que
me puede par a es seguir así, estando donde quiero estar, tranquilo, viendo todo, tranquilo, estoy bien,
estoy bien, estoy muy bien así, no tengo nada que desear.
Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo la maté. ¿Por qué? ¿Por qué? Tú no la mataste. Estaba muerta.
Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no fui.
No pensar. No pensar. No pienses. No pienses en nada. Tranquilo, estoy tranquilo. No me pasa nada.
Estoy tranquilo así. Me quedo así quieto. Estoy esperando. No tengo que pensar. No me pasa nada.
Estoy tranquilo, el tiempo pasa y yo estoy tranquilo porque no pienso en nada.
Martín Santos, Tiempo de silencio
¿Puede saberse qué es lo que te pasa? Siempre hubo pobres y ricos, Mario, y obligación de los que,
a Dios gracias, tenemos suficiente, es socorrer a los que no lo tienen, pero tú en seguida a enmendar
la plana, que encuentras defectos hasta en el Evangelio, hijo, que a saber si tus teorías son tuyas o del
Perret ese de mis pecados, o de don Nicolás, o de cualquiera otro de la cuadrilla que son todos a cual
más retorcido, no me vengas ahora. "Aceptar eso es aceptar que la distribución de la riqueza es justa",
habrase visto, que cada vez me dabas un mitin, cariño, con que si la caridad solamente debe llenar las
grietas de la justicia pero no los abismos de la injusticia, que lo que decía Armando, "buena frase para
un diputado comunista", a ver, que a los pobres les estáis revolviendo de más y el día que os hagan
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caso y todos estudien y sean ingenieros de caminos, tú dirás dónde ejercitamos la caridad, querido,
que ésa es otra, y sin caridad, ¡adiós el evangelio!, ¿no lo comprendes?, todo se vendrá́ abajo, es de
sentido común.
Miguel Delibes, Cinco horas con Mario