Tema 5. Motivación y Emoción

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COL·LEGI CLARET

Tema 5: Motivación y emoción

1. Introducción

La Psicología social es una de las ramas de la psicología básica que estudia la acción social humana, las relaciones
interpersonales, desde una perspectiva interaccionista (explica la conducta humana por su interacción del individuo
con su ambiente social), siendo el objeto de estudio la interacción social. Pretende explicar la conducta humana desde
el punto de vista de uno mismo y desde el de los demás. Por este motivo, esta disciplina es importante para
profesionales como trabajadores y educadores sociales, médicos y enfermeras, responsables de recursos humanos,
etc. Y en general, para el resto de la población, pues su utilidad está fundamentada para comprender la conducta de
nuestros amigos y cómo estas inciden sobre otras personas o por qué se producen determinadas conductas en la
empresa en la que trabajamos.

La psicología social nos dice que las principales necesidades de los seres humanos son psicosociales, siendo las
auténticas claves para explicar la conducta humana. Pero para realizar dicha explicación también es necesario atender
al ambiente, es decir, la situación.

Mediante las necesidades psicosociales humanas se podrá comprender y analizar la conducta social de las personas.
Para ello, antes se deberá explicar cuáles son las necesidades psicosociales básicas:

Necesidad de pertenencia

Necesidad de poseer una identidad positiva

Necesidad de autoestima

Necesidad de reconocimiento

 Necesidad de pertenencia:

Se puede considerar la principal necesidad social humana, pues diversos estudios han concluido que aquellas personas
que se sienten excluidas, lo que se denomina ostracismo, sufren empeoramiento en su salud psíquica, aumentando
los niveles de estrés o ansiedad y depresión, asimismo su salud física también puede verse afectada.

El mecanismo psicológico que utilizan las personas que sufren de rechazo o exclusión social sería: cuando una persona
es excluida socialmente puede generar en esta persona un daño emocional terrible, que, para evitarlo, opta por una
pasividad y un gran aislamiento de sí mismo. Así se establece en muchos casos una relación entre exclusión social y
conducta agresiva. Este mecanismo ayudaría a explicar el aumento de violencia en los países industrializados, pues
cada vez más personas se sienten aisladas, un claro ejemplo son los terribles sucesos ocurridos en Estados Unidos de
asaltos armados en escuelas por personas que se sentían rechazadas socialmente.

El ostracismo también ocurre también con las nuevas tecnologías (por ejemplo, Internet), es decir, no es necesario un
contacto físico, pues las personas se llegan a sentir rechazadas cuando no reciben respuesta a un correo electrónico.
Por otro lado, estudios recientes han encontrado que la exclusión social produce activación del córtex cerebral que
también se produce con el dolor físico, por lo que el rechazo social puede ocasionar incluso, dolor físico. Esto ayuda
a comprender las penosas consecuencias del acoso laboral.

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El hecho de tener al menos una relación estable (estar casado, por ejemplo) ayuda a evitar la conducta criminal.
También es cierto que las conductas agresivas pueden aislar aun a la persona agresiva, formando una especie de bucle.

 Necesidad de poseer una identidad positiva

El concepto de yo o autoconcepto (self) es el más estudiado en la Psicología social actual. El sentido del yo es el que
organiza nuestros pensamientos, sentimientos y acciones.

El autoconcepto es “quién soy yo para mí”, así el concepto del yo que tengamos explicará la probabilidad que tenemos
de implicarnos en un tipo determinado de conducta, lo que no significa que este sea inamovible, pues este se puede
modificar y ayudar a los demás a que modifiquen su identidad.

El autoconcepto mejorará en función de las habilidades sociales que poseamos o si tenemos éxito social. Las creencias
específicas con las que cada persona se define a sí misma son los esquemas del yo, que son los patrones mentales con
los que cada persona organiza el mundo.

En la adolescencia el juicio de uno mismo suele depender del juicio exterior, por ese motivo, el autoconcepto
adolescente pende de un hilo.

El que la identidad individual sea algo esencial para cada individuo es un hecho que está relacionado con nuestro
marco cultural de socialización. Así, los occidentales son más profundamente individualistas, teniendo un yo
individual e independiente, y otras culturas como la africana, la indígena americana y, sobre todo, la asiática, tienen
un yo social e interdependiente, definiendo su identidad social en relación a los demás.

La civilización por la que han pasado durante varios siglos los occidentales, en realidad se trataba de un proceso de
individualización, por este motivo es tan importante su identidad individual. Pero, aunque los occidentales hayan
ganado en cuestiones de libertad, han perdido en seguridad y en sentido de pertenencia, así pueden sentirse solos y
aislados socialmente a pesar de vivir en su entorno, en cambio en las culturas colectivistas solo se sienten aislados
cuando están lejos de su entorno.

 Necesidad de autoestima

La autoestima es la valoración que tenemos de nosotros mismos. Como norma general tener una autoestima alta
incrementa la iniciativa, la resistencia y los sentimientos agradables, por el contrario, una baja autoestima predice un
mayor riesgo depresión, abuso de drogas y algunas formas de delincuencia.

Pero no siempre una alta autoestima tiene efectos positivos, pues, aunque tienen más éxitos, también suelen ser más
peligrosos, así en los casos más extremos, los abusadores, los líderes de bandas callejeras o dictadores presentan
elevadas autoestimas.

La explicación a este hecho está en diferenciar entre poseer una autoestima elevada pero satisfactoria y estar
obsesionado con la propia autoimagen, lo que probablemente sea consecuencia de una creación de una alta y falsa
autoestima compensatoria a varios complejos de inferioridad.

Una autoestima segura, basada en sentirse bien con uno mismo, más que en la apariencia, el dinero o tener éxito
frente a los demás, genera un bienestar a largo plazo.

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 Necesidad de reconocimiento

Es una necesidad que todos tenemos, aunque unos en mayor medida que otros. Necesitamos imperiosamente elogio
y halago. Aunque el elogio que necesitamos ha de ser sincero o, al menos, que se perciba como tal.

Es tan fuerte esa necesidad que, en ocasiones, se puede utilizar con fines manipulativos.

Estas cuatro necesidades son tan necesarias para los seres humanos que justifican determinadas conductas, que
puedan resultar irracionales, con el objetivo de ser aceptados.

2. ¿Qué es la motivación?

En la vida cotidiana observamos el comportamiento de las personas y tratamos de explicarnos qué objetivo o finalidad
persiguen, siempre hay alguna razón o motivo por el que se comportan como lo hacen. ¿Por qué algunas personas
escalan hasta la cima del Everest aun arriesgando su vida?

Las preguntas sobre el porqué de una conducta, sobre las razones y los motivos que la explican y justifican son las que
trata de responder la psicología de la motivación. Conocer qué son los motivos, cuáles son y cómo funcionan es lo
que vamos a estudiar en este apartado.

La motivación es la fuerza psíquica que activa el comportamiento y lo mantiene durante un tiempo, que puede ser
muy largo, varios años incluso toda la vida, dirigiéndolo a un objetivo determinado. El motor que nos empuja en esta
búsqueda del objetivo es lo que llamamos motivo. En el lenguaje común suele expresarse de diversas formas: amor
propio, espíritu de lucha o fuerza de voluntad, pero hoy en día la psicología lo que expresa diciendo que se está muy
motivado o poco motivado.

La motivación va ligada a la activación que es la condición sine qua non de la conducta. En estado de activación o de
alerta podemos procesar información y actuar en consecuencia. Por el contrario, en estado de distracción,
somnolencia o aletargamiento, no podemos actuar con prontitud y precisión, se nos pasan por alto las cosas, no nos
damos cuenta, nos distraemos o no nos concentramos.

La activación es un estado tanto psíquico como físico, en el que podemos reaccionar frente a una emergencia y
experimentar una amplia gama de emociones. La motivación despierta la activación; a mayor motivación, mayor
activación. Un estado muy desmotivado se corresponde con inactividad, aburrimiento, etc. La motivación es lo que
activa o excita la conducta, por lo que la motivación de un sujeto puede medirse por su activación, y esto puede
hacerse mediante unas pruebas físicas, por ejemplo, midiendo la resistencia de la piel a corrientes eléctricas muy
débiles, la dilatación de las pupilas, la sudoración, cambios en el sistema nervioso autónomo, etc.

Llamamos nivel óptimo de activación a aquel con el que se alcanza la máxima eficacia de la conducta. Se trata de un
nivel moderado, un punto medio, ni tan alto que nos pongan nerviosos y desorganice nuestra conducta, ni tan bajo
que permanezcamos inactivos, adormilados o laxos. Cuando la activación o excitación es muy elevada, como en los
estados de nerviosismo ansiedad o estrés, frecuentemente es poco eficaz y lleva al fracaso. Ante un examen muy
importante, por ejemplo, nos podemos poner tan nerviosos que nos bloqueamos. El nivel moderado es algo que
espontáneamente buscamos las personas controlando los estímulos, sin que sea una conducta planificada: tomamos
café, buscamos un lugar sosegado o marchoso, nos ponemos determinados tipos de música que nos pone a tono, etc.

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Motivación, activación y atención están muy relacionadas. La motivación eleva la activación para que estemos en
condiciones para la acción; además ayuda a focalizar la atención sobre un estímulo y a concentrarnos en una actividad
determinada. Por ejemplo, no estudiamos igual un examen a dos semanas del mismo que la tarde anterior.

2.1. Características de la motivación

Para definir mejor el proceso de motivación podemos señalar algunas características de la conducta motivada:

La conducta motivada está multideterminada. La conducta puede obedecer a muchos motivos a la vez. Por ejemplo,
cuando uno decide dejar de fumar, puede hacerlo porque es malo para la salud, porque es caro, porque sus padres se
alegrarán, porque casi no hay sitios donde le dejen hacerlo y siempre estás pensando en el tabaco, porque la persona
que te gusta odia el tabaco, etc.

La conducta motivada es propositiva. Está orientada y dirigida hacia una meta que el individuo quiere alcanzar. La
meta de la conducta no siempre es explícita y consciente. La motivación integra aspectos cognitivos y afectivos,
incrementa la activación y organización de nuestras acciones.

Los motivos pueden ser conscientes e inconscientes. En muchos casos el sujeto puede dar explicaciones de por qué
ha actuado de una manera determinada, identificando claramente los motivos por lo que ha hecho algo. Pero no
siempre es plenamente consciente de los motivos que dirigen su conducta. Existen motivos inconscientes e
incomprensibles para el sujeto que, sin embargo, empujan a una conducta determinada. Por ejemplo, en muchos
casos, la glotonería puede ser motivada por la frustración. Con frecuencia la meta que persigue conscientemente un
sujeto oculta otra. Por ejemplo, el éxito profesional que explícitamente puede vincularse con el prestigio, puede
ocultar el deseo de ser admirado, querido, superar un complejo de inferioridad o el simple deseo de dinero.

Es fuerte y persistente. Los individuos gastan cantidad de energía para lograr el objetivo que se proponen y superar
los obstáculos descubiertos en su camino. La conducta motivada es fuerte y puede durar años e incluso toda la vida,
hasta alcanzar el objetivo propuesto. La fuerza de los motivos cambia con el tiempo. Por el contrario, la conducta poco
motivada, es débil y frágil, y cede rápidamente ante las dificultades. La energía y la constancia de la conducta son
proporcionales al grado de motivación que tiene sujeto.

Los motivos están organizados jerárquicamente. Hay motivos primarios (biológicos o fisiológicos) vinculados con la
supervivencia, y motivos secundarios que son sociales y aprendidos.

Las necesidades y los motivos son diferentes. Las necesidades son carencias del organismo producto de ciertos
estados de privación. Esto ocurre cuando una persona lleva días sin comer, se le crea un estado de activación
fisiológica. Los motivos son aspectos de carácter cognitivo y afectivo que dirigen la conducta de los individuos. En este
caso se trata de un estado de activación psicológica.

Los motivos pueden ser intrínsecos o extrínsecos. Un trabajador de una fábrica de automóviles puede estar motivado
por conseguir dinero o por mejorar su reputación ante el jefe. Está conducta es fruto de la motivación extrínseca ya
que son agentes externos los que ayudan a realizar la tarea. La motivación extrínseca viene de fuera, de alguien
capacitado para generar esa motivación. La conducta motivada por refuerzos externos no tiene interés por sí misma,
sino por la recompensa externa que se asocia ella. En cambio, la motivación intrínseca la ejecuta el individuo cuando
lo desea. La conducta se lleva a cabo por el interés y placer de realizarla. Una persona con motivación intrínseca posee
una fuerza interior que le impulsa dominar la situación y tener éxito. En el caso del trabajador pueden ser sus
sentimientos de competencia o maestría.
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Los motivos cambian. Una conducta motivada puede mantenerse durante mucho tiempo a la búsqueda de un mismo
objetivo, pero durante ese tiempo los motivos que empujan a esa conducta pueden cambiar, ya sea por razones de
madurez personal o por razones ambientales. Por ejemplo, una persona puede trabajar duro para hacerse rico porque
desea destacar y ser admirado. Pero puede ocurrir que tenga un hijo gravemente incapacitado, y esto le lleve a luchar
por el mismo objetivo, ser rico, pero ahora por otro motivo: dejar asegurada la vida y los cuidados necesarios a su hijo,
tras su fallecimiento.

Los motivos pueden ser ocultados y disimulados por el sujeto, y esto puede hacerse tanto consciente como
inconscientemente. Alguien, por ejemplo, puede dedicar parte de su tiempo en tareas de ayuda a los necesitados y
declarar que lo hace por sentimientos filantrópicos, cuando en realidad lo que busca es ser puesto como ejemplo de
buena persona, ser valorado y admirado por la comunidad, aunque esto no estaría dispuesto a admitirlo de manera
consciente. Los humanos nos autoengañamos con mucha facilidad.

El ser humano nunca está satisfecho, siempre está deseando cosas nuevas. El psicólogo J. L. Pinillos considera que “las
necesidades humanas son inclasificables, porque el hombre es capaz de necesitarlo todo, incluso lo que no existe más
que en su imaginación”.

2.2. Clasificación de los motivos

La clasificación más básica es la que distingue entre motivos primarios o biológicos (innatos) y motivos secundarios
o sociales (aprendidos). Los motivos primarios están relacionados con la subsistencia del individuo y de la especie. En
cambio, los motivos sociales están determinados por la cultura y juegan un importante papel en el desarrollo
emocional y motivacional de los sujetos.

Los motivos primarios se caracterizan por:

 Tienen un fundamento de tipo fisiológico o biológico muy directo. Están relacionados directamente con la
supervivencia del individuo y de la especie. Su insatisfacción pone en peligro la vida del individuo de la especie.
 Activan conductas universales, comunes a toda la especie, independientemente de la cultura en la que se
haya criado la persona.
 Las conductas activadas por estos motivos están dirigidas a satisfacer necesidades biológicas básicas. Su
activación se explica por la privación: un organismo que ha sido privado de algo importante (comida, agua,
sueño…) sufre una carencia que siente como una necesidad, pues se ha roto el equilibrio interior. En esta
situación se produce una activación de la conducta que busca satisfacer esa necesidad (restablecer el
equilibrio) y eliminar la carencia.
 Los motivos primarios más importantes son: la sed, el hambre, el sexo, el oxígeno, la crianza, la evitación del
dolor, el descanso y el sueño, la relación social o la curiosidad.

Los motivos secundarios, sociales o aprendidos proceden de nuestra experiencia social. Se desarrollan en el contacto
con otras personas, y están determinados por la sociedad y la cultura.

 A diferencia de los primarios, que tienen carácter universal, presentan variaciones culturales.
 Están vinculados a las recompensas y a castigos, pues éstos activan o inhiben la conducta. Una recompensa
motiva positivamente la conducta, mientras que un castigo motiva negativamente o inhibe la conducta.
 Aunque se denominan secundarios, desde el punto de vista funcional tienen tanto peso en la conducta que
llegan a ser superiores a los primarios. Son autónomos respecto a las necesidades primarias más básicas y

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pueden actuar sobre éstas controlándolas o incluso anulándolas, pues alcanzan una fuerza impulsora o
activadora de la conducta superior. Un ejemplo bien sencillo es el régimen de adelgazamiento: se pasa
literalmente hambre durante mucho tiempo con el fin de estar delgado según la moda.
 El carácter aprendido de los motivos sociales les lleva a ser fácilmente manipulables. Es relativamente fácil
crear nuevas necesidades o motivos, que no tienen por qué ser beneficiosos para la persona. La publicidad es
el ejemplo de creación de “necesidades innecesarias” que van cambiando conforme interesa a los
anunciantes. Pensemos en la moda y en la presión que ejerce sobre los individuos; la forma de cortarse el
pelo, determinado tipo de calzado o pantalones, el tatuaje o el piercing, etc., cosas que en un determinado
momento una mayoría de personas descubre que les gustan y las compra o las hace; aunque al poco tiempo
cambien de gusto. Como afirma el sociólogo Bauman en su obra La sociedad individualizada, la creación de
necesidades ocupa hoy el lugar de la regulación normativa, la publicidad reemplaza al adoctrinamiento
ideológico y la seducción sustituye la coacción y al mantenimiento del orden.
 Los motivos sociales más importantes son la afiliación, el logro y el poder:

Motivación de afiliación. Es el interés por establecer o mantener una relación afectiva positiva con muchas personas.
Consiste en la necesidad de pertenecer a un grupo, sea familia, grupo de amigos, tribu, etc. En el mundo moderno, tan
amplio y complejo, donde muchas relaciones tradicionales se han disuelto, la pertenencia a un grupo siendo hincha
de un equipo, acudiendo regularmente a un club, participando en redes sociales, etc. cumple frecuentemente esta
función. Habitualmente, las personas con alto motivo afiliativo buscan el contacto social, suelen participar en grupos
pequeños o grandes y no les agrada estar solos.

Motivación de logro. Consiste en el impulso de superación en relación con un criterio de excelencia establecido. El
motivo de logro puede ser muy variado: subir una montaña de 8.000, alcanzar un puesto de trabajo o ser famoso. Es
la tendencia a realizar una tarea por la satisfacción de hacerla y desarrollar las capacidades personales (sentimiento
de competencia). Las personas con alta motivación de logro poseer estas características: son innovadoras y
emprendedoras, buscan la excelencia o el éxito profesional confiando en su esfuerzo y son persistentes para alcanzar
sus objetivos. En la adolescencia es frecuente que las personas sientan una gran motivación por el logro y por la
afiliación, hasta tal punto que estas motivaciones pueden competir entre ellas. Imaginemos a un alumno al que le
gusta estudiar, pero que sabe que en su grupo de amigos ser un “empollón” está mal visto. En este caso, el alumno
puede bajar su rendimiento académico para estar mejor integrado en su círculo de amistades.

Motivación de poder. Es el deseo de hacer que el mundo material y social se ajuste al plan personal que uno tiene.
Puede identificarse con el deseo de alcanzar un rango importante o superior a otros sobre los que puede ejercerse la
autoridad. Las personas que buscan el poder se caracterizan por influir en los demás, alcanzar prestigio y estatus, y el
control institucional, social grupal. Estas personas suelen ser asertivas, competitivas y agresivas, utilizar a los demás
en su propio beneficio y se preocupan de proyectar una imagen de dominio y control sobre los demás.

No debemos confundir los motivos con los valores. Los motivos, como ya hemos visto, son una fuente de energía para
la acción, nos empujan desde atrás, por así decirlo; los valores son una forma de conocimiento y nos arrastran hacia
el futuro. Cuando hablamos de motivos nos preguntamos por la fuente de energía que nos lleva a la acción. Cuando
hablamos de valores, nos preguntamos por la dirección de la acción, por el qué pretende alcanzar.

Los valores se aprenden en la infancia. Al aprender el nombre de una cosa aprendemos también una valoración. A la
pregunta “¿qué es esto?” la acompañan, aunque no sea explícitamente otras como “¿es bueno o malo?”, “¿es
peligroso?”, “¿es útil?” “¿para qué sirve?”, etc. Las respuestas a estas preguntas son valoraciones y es necesario
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conocerlas para desenvolverse bien en una sociedad, pues los valores no son los mismos en todas las sociedades,
varían notablemente de una otra. Por tanto, para no errar constantemente, y a veces de forma grave, es necesario
conocerlos.

Los valores se organizan jerárquicamente. Estas escalas cumplen una función primordial porque los humanos nos
vemos en la necesidad insoslayable de elegir, de expresar una preferencia entre varias posibilidades de acción, y al
elegir creemos hacerlo por la acción que conducirá a la situación más valiosa. Las escalas de valores nos sirven de
patrón en nuestras elecciones. Esta situación cotidiana se pone claramente de manifiesto cuando deseamos cosas
mutuamente excluyentes. Lo que guiará nuestra elección será la valoración que nos merezca cada una de ellas.
Debemos decidir cuáles son los valores más importantes, los superiores, y para ello establecemos escalas que guían y
dan seguridad a nuestras decisiones.

2.3. Teorías de la motivación

¿Cuál es el origen de la motivación? En psicología no hay una sola teoría que nos explique este aspecto de la conducta
humana. Más bien conviven distintos enfoques o escuelas. Vamos a hacer un recorrido por algunas de las más
importantes y esclarecedoras.

2.3.1. Teoría del homeostasis de Bernard y Cannon

La teoría homeostática de la motivación, se basa en la fisiología, en la idea de que todos los organismos poseen un
medio ambiente interno constante o en equilibrio. Bernard, el padre de la medicina experimental, fue el primero en
plantear el concepto de homeostasis para referirse al conjunto de procesos fisiológicos por los que el medio interno
del organismo permanece en estado de equilibrio, es decir, mantiene unas propiedades físico-químicas adecuadas
para el correcto funcionamiento de las células. Esta regulación permite amortiguar los efectos nocivos que el medio
ambiente externo tiene sobre el cuerpo. Para las necesidades primarias hay un punto fijo o patrón de referencia que
indica su estado óptimo o de perfecto equilibrio: puede ser la temperatura, la concentración de azúcar oxígeno en la
sangre, etc. Cuando este equilibrio se rompe el organismo actúa mediante mecanismos de autorregulación para
recuperar el estado óptimo del equilibrio interno. Por ejemplo, cuando en verano la temperatura es muy alta y
corremos el riesgo de superar el límite, el organismo actúa para recuperar el equilibrio: se dilatan los capilares,
sudamos, etc. Por el contrario, cuando en invierno baja la temperatura el organismo actúa contrayendo capilares,
provocando temblores, tiritamos, etc. En ambos casos el resultado es que nuestra temperatura permanece estable
dentro de los límites. Este mecanismo actúa como un termostato de calefacción.

La teoría homeostática de la motivación defiende que la conducta motivada se produce por algún desequilibrio que
altera el medio ambiente interno del organismo. Este desequilibrio puede estar causado por la carencia de algo que
el organismo necesita. Esta carencia provoca un estado de necesidad que hace aparecer el motivo que activa al
organismo para que actúe satisfaciendo la necesidad y eliminando la carencia inicial. Por ejemplo, el no beber durante
varias horas, provoca una carencia de agua en el medio interno del organismo. Al alcanzar cierto nivel, nos vemos
empujados actuar y abandonamos, por ejemplo, la playa y caminamos un buen trecho para conseguir el agua.

La homeostasis es la tendencia general de todo organismo a la autorregulación. La homeostasis tiende a restablecer


el equilibrio interno cada vez que se produce una necesidad o se altera alguna circunstancia. Depende de dos factores:
la regulación del medio interno, como cuándo comemos porque tenemos hambre, y la regulación con el medio
externo, como cuando ante una situación estresante sentimos que no tenemos hambre (ante una amenaza nuestro

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cuerpo necesita las energías que emplearía en la alimentación y la digestión para resolver la situación que provoca el
estrés).

Cannon también habló homeostasis psicológica se basa en mantener el equilibrio entre las necesidades psicológicas
y su satisfacción. Cuando tenemos insatisfechas algunas necesidades de esta índole, como la de reconocimiento y
aceptación en un grupo, se produce un desequilibrio interno y el organismo trata de resolverlo a través de la
motivación y la acción.

2.3.2. Teoría de la reducción del impulso de Hull

Clark Hull, expone su teoría de la reducción del impulso, basada en


el concepto de homeostasis, para explicar el estado biológico de los
organismos cuando se produce una necesidad: comida, agua, sexo,
sueño, etc. El desequilibrio interno crea un estado de necesidad que
hace aparecer el “impulso” que mueve al organismo para satisfacer
esa necesidad. Hull trabajó los conceptos de impulso (fuerza
provocada por una necesidad y que empuja la acción), hábito (fruto
de la repetición de una acción en un periodo de tiempo) e incentivo
(el refuerzo que se obtiene al realizar esta acción y que hace más
probable que se repitan el futuro).

Para Hull la acción sucede debido a la combinación del impulso, el hábito y los incentivos. Sostuvo que impulso e
incentivo eran elementos independientes, pero que mantenían una relación aditiva. Así, la suma del impulso y el
incentivo por la fuerza del hábito es lo que nos lleva a poner en marcha una conducta. La fuerza de la respuesta (E)
depende de estas variables: E = H x D x K. Es decir: la fuerza de la respuesta depende de multiplicar el hábito por el
impulso y por el incentivo. Pongamos un ejemplo. Supongamos que tenemos hambre. Se produce una necesidad a
causa de un desequilibrio homeostático (privación de comer), este desequilibrio produce un impulso a iniciar la
conducta de buscar comida, que reduce el impulso y termina el estado de necesidad. El impulso depende del estado
de privación y el incentivo nos hace dirigirnos a una conducta concreta y determinada. Hull considera que la necesidad
fisiológica no basta para explicar la dinámica de la motivación, también es importante el atractivo de la meta buscada
para reducir esa necesidad.

En conclusión, es la necesidad la que motiva o impulsa la actividad. Las necesidades son motivacionales y productoras
de impulsos. Hull distinguió entre; impulsos primarios, innatos y asociados a las necesidades básicas; e impulsos
secundarios, basados en el aprendizaje.

2.3.3. Teoría del incentivo

Otros psicólogos conductistas, como Thorndike o Skinner, han intentado explicar la motivación a partir de los
incentivos. Estas teorías comparten el supuesto hedonista de que todos los individuos desarrollan comportamientos
para obtener beneficio o placer, y evitan conductas que les provocan algún tipo de dolor o daño.

Cuando el sujeto actúa tiene siempre una expectativa sobre el resultado de la acción. Por ejemplo, si uno practica los
100 metros lisos, espera ganar y obtener una beca para un instituto de educación física. El incentivo, la beca, es lo que
el sujeto espera obtener con su comportamiento. Cuando se confirma la obtención del objetivo, cuando se ha
triunfado en la carrera y se obtiene la beca, entonces el incentivo se convierte en un refuerzo de la acción, la beca es

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un premio que gratifica el esfuerzo y que facilitará que el sujeto vuelva esforzarse cada vez que desee ese resultado.
El incentivo es algo cuyas propiedades atractivas para el sujeto le empujan a la acción, un incitador para la acción.
Algunos de los incentivos más importantes para los seres humanos son el aplauso, el dinero, la sonrisa o el
reconocimiento social. Así, para estos autores los incentivos motivan a la acción, son lo que atrae y tiene valor para el
sujeto.

El poder del incentivo depende de la experiencia. Si tenemos experiencia de un resultado muy bueno, estaremos más
incentivados (o lo que es lo mismo, estaremos más motivados) y nos esforzaremos más que si tenemos una experiencia
de un resultado. En este caso el incentivo se convierte en un refuerzo negativo e influye para que abandonemos
nuestro comportamiento.

Las teorías basadas en los incentivos defienden que el sujeto enfocará su acción hacia aquellos comportamientos que
le aportan satisfacción y placer y dejará de iniciar la acción ante aquellos que le proporcionen emociones negativas,
como el dolor o el aburrimiento.

2.3.4. Teoría hedonista

La teoría hedonista de la motivación fue propuesta por P.T. Young. Defiende que la conducta humana está dictada por
el principio de aumentar nuestros estados placenteros y disminuir nuestros estados dolorosos, incomodidades y
sufrimientos.

Satisfacer una necesidad genera dos tipos de placer:

 El alivio de la tensión y la eliminación de la molestia que produce la necesidad insatisfecha.


 Un sentimiento de placer más vívido que se produce en el mismo transcurso de la actividad mediante la que
satisfacemos la necesidad. Por ejemplo, el solo hecho de irnos a la cama cuando tenemos mucho sueño ya es
una situación placentera.

Identificar la satisfacción de una necesidad con el sentimiento de placer genera en el sujeto una expectativa que se
convierte en incentivo que le motiva para la acción. Esta vinculación entre la satisfacción de necesidad con el placer
está establecida en el cerebro, en una región denominada centro del placer que se encuentra en el sistema límbico.
La teoría hedonista defiende que esta búsqueda de estados placenteros es el origen de la motivación. Las necesidades
a las que se refiere no son sólo las primarias o biológicas, sino también la sociales. Por ejemplo, produce un estado
placentero ser bien acogido por los demás, mientras que ser mal acogido o ser ignorado produce un estado de
displacer o desagrado. Nuestro comportamiento estará condicionado por esto y actuaremos de la mejor forma posible
para ser bien acogidos y estar a gusto en el grupo.

Ahora bien, no hemos de entender el placer únicamente en el sentido de placer sensorial. El hedonismo sensorial,
esto es, la búsqueda del placer sólo en los sentidos es lo propio de los animales simples, pero no del ser humano. En
los humanos predomina el hedonismo racional, la capacidad de renunciar a placeres pequeños e inmediatos por otros
a más largo plazo, pero más satisfactorios. Por ejemplo, para obtener una buena nota y sentirse satisfecho de uno
mismo, ver a los padres contentos y poder pasar unas buenas vacaciones, somos capaces de sacrificar muchas horas
de fiesta o descanso. En el ser humano, además, hay otras fuentes de placer que nos motivan para realizar una acción:
la satisfacción del deber cumplido, la de ayudar a alguien, etc.

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2.3.5. Teoría de las necesidades de Murray

La teoría de Henry Murray comparte con el psicoanálisis la suposición de que los acontecimientos vividos en la infancia
influyen de forma determinante en el comportamiento adulto. En su teoría, Murray concede mucha importancia a la
motivación inconsciente para explicar por qué el individuo lleva a cabo un comportamiento y no otro.

Murray desarrolló una amplia investigación sobre las necesidades humanas. Las definió como una fuerza cerebral que
organiza el entendimiento, la conducta y la percepción y que permite convertir una situación insatisfactoria en otra
satisfactoria. Las necesidades pueden producirse por un estímulo interno, como la sed o por un estímulo externo,
como una bebida apetecible. Estas necesidades varían en fuerza e intensidad, y no todas están presentes en todos los
individuos.

Murray elabora un listado de necesidades humanas y señaló que algunas de ellas pueden ser prepotentes, es decir,
que se vuelven muy urgentes si no son satisfechas, como la necesidad de alimento. Otras pueden ser satisfechas juntas.
Por ejemplo, un actor puede ser capaz de satisfacer las necesidades de logro y de exhibición en una misma
representación.

Dominación. Controlar el propio ambiente. Influir en la conducta de los otros mediante algún sistema de autoridad,
mando, persuasión, seducción, etc.
Deferencia. Admirar y apoyar a otro superior. Seguir un ejemplo, aceptar de buena gana la influencia de otro.
Degradación o humillación. Someterse de forma pasiva a una fuerza o autoridad externa. Aceptar bien el castigo, insulto.
Reconocer la derrota y la inferioridad. Resignarse.
Agresión. Vencer la oposición por la fuerza, luchar, vengarse, oponerse con violencia, castigar a otro.
Logro. Realizar algo difícil. Superarse a sí mismo. Alcanzar metas de un nivel elevado. Rivalizar, competir y vencer a los
demás. Con los logros se refuerza la autoestima.
Sexo. Formar y favorecer una relación erótica.
Sensibilidad. Buscar y disfrutar placeres sensibles. Disfrute de los diversos sentidos y sus objetos: la música, la pintura, etc.
Exhibición. Causar una buena impresión. Incluir, ser visto y oído. Atraer a los otros.
Juego. Relajarse, divertirse, buscar entretenimiento por sí mísmo, sin ningún propósito. Participar en juegos, fiestas,
diversiones, chistes, etc. Búsqueda de la relajación de la tensión mediante una actividad divertida.
Afiliación. Formar amistades y asociaciones. Cooperar. Formar parte y permanecer leal a un amigo o grupo. Complacer a
otros y ganar afectos.
Cuidado o crianza. Cuidar, ayudar, consolar, curar, proteger, etc. a otro desamparado, débil, infantil, enfermo, etc. Ayudar
ante el peligro.
Rechazo. Despreciar, ignorar, excluir a otro. Alejarse de un objeto o persona sentido como negativo.
Evitación de sentirse inferior. Evitar la humillación. Evitar situaciones que conduzcan al menosprecio. Rehuir situaciones
y acciones que puedan llevar al fracaso.
Defensa. Defenderse contra el asalto, la crítica y la culpa. Ocultar, justificar o negar un fracaso, una mala acción, una
humillación, etc.
Oposición. Dominar o arreglar un fracaso luchando de nuevo. Reprimir el miedo, superar la debilidad, borrar la humillación
contestando, lavar el honor y mantener alto el orgullo.
Evitación de daño. Evitar el dolor, la lesión física, la enfermedad y la muerte. Tomar medidas de precaución. Evitar el
peligro.
Orden. Organizar las cosas. Limpieza, orden en las cosas, organización del entorno, equilibrio, precisión.
Entendimiento o comprensión. Tendencia a preguntar o a responder cuestiones generales. Especular, teorizar,
generalizar.

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Tema 5: Motivación y emoción

2.3.6. Teoría humanista de Maslow

Abraham Maslow analiza la motivación en el contexto de una teoría de la personalidad, que él denominó el hombre
autorrealizado. Maslow sostiene que es un absurdo aplicar al hombre los datos obtenidos en el estudio de los animales
y que las necesidades fisiológicas no son un modelo para las necesidades humanas superiores.

Los seres humanos no son víctimas de la vida y juguetes del destino, y deben desarrollarse al ritmo de sus necesidades.
Maslow establece una organización jerárquica de los diferentes motivos humanos, una pirámide que consta de 5
niveles.

Los cuatro primeros niveles pueden ser agrupados como necesidades de carencia, y el nivel superior es la necesidad
de crecimiento personal.

En la base de la pirámide se encuentran las necesidades fisiológicas (agua, alimento, sueño y sexo). Satisfacer estas
necesidades es imprescindible para la seguridad y la supervivencia del individuo y de la especie, por lo que son las más
fuertes y urgentes. Satisfacerlas razonablemente es imprescindible para que surjan otras necesidades de categoría
superior. Si una de ellas permanece sin satisfacer domina a todas las demás.

El segundo nivel corresponde a las necesidades de


seguridad (sentirse seguro, evitar el dolor y el malestar).
Estas necesidades son de extrema importancia en la
infancia. Así, vemos que los niños quieren rutinas, que
las cosas se hagan siempre de la misma manera. Por
ejemplo, detectan rápidamente un cambio en un cuento
y piden que se les cuente exactamente igual decenas de
veces; querrán que todo permanezca igual, en el mismo
sitio, etc. Es decir, quieren un mundo estable y
predecible, por tanto, seguro. Pero igual ocurre con los
adultos: buscamos familias estables, trabajos fijos o
seguridad ciudadana. La inestabilidad y la inseguridad producen un estado de angustia muy difícil de soportar y que
llega a enfermar al sujeto. Para combatirlo se adoptan creencias y filosofías que dan sentido, orientación y orden a la
existencia.

La satisfacción de estas necesidades permite acceder al tercer nivel, que son las necesidades de pertenencia (ser
aceptado por otros, amor, intimidad). Se busca amar y ser amado y sentirse parte de una comunidad o grupo: la
familia, un grupo de amigos, etc. Y sentirnos acogidos y aprobados por los demás. El aislamiento, la soledad o la
desaprobación social son sentimientos muy negativos que pueden llevar incluso el suicidio, por lo que las personas
procuran desarrollar las habilidades sociales necesarias para satisfacer estas necesidades: simpatía, cordialidad,
conversación. También nos agrupamos en sociedades, clubes, etc. Un buen aficionado al fútbol acudirá a un local a
ver el partido rodeado de otros aficionados como él y saludará, felicitará e incluso se abrazará con otro, aunque no lo
conozca de nada, cuando su equipo meta un gol.

El cuarto nivel es la estima o valoración, tanto propia (autoestima, autoafirmación personal, independencia de
criterios, etc.) Como ajena (ser respetados, valorados, reconocidos y estimados por los amigos, familiares o la
comunidad). Alcanzar la satisfacción de estas necesidades es clave para mantener unas buenas relaciones
interpersonales.
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COL·LEGI CLARET

Tema 5: Motivación y emoción

La cúspide de la pirámide está representada por la tendencia a la autorrealización de la persona, que definió como
“la necesidad de una persona de ser y hacer aquello para lo que nació “, que se consigue con la lucha del individuo por
desarrollar las potencialidades positivas que posee y alcanzar los ideales que se propone. Para Maslow, un porcentaje
muy bajo de personas, sólo entre el 1 y 2%, alcanza la autorrealización. La razón de ellos es que la mayoría de ellas
desconoce sus auténticas potencialidades. Nos ajustamos a los estereotipos culturales o del momento, la moda, somos
seguidistas del entorno en el que vivimos, en vez de desarrollarnos a nosotros mismos. De esta manera, las personas
son inseguras puesto que viven imitando, temerosas de nuevas experiencias, cuando deberían ser independientes,
abiertas a nuevas experiencias, creativas, etc.

Además de estas cinco, Maslow añadió otras tres categorías de necesidades que ampliaban las anteriores:

 Necesidades estéticas: están motivadas por el deseo de experiencias de belleza.


 Necesidades cognitivas: están motivadas por las ganas de conocer, la curiosidad y el impulso de investigar.
 Las necesidades de trascendencia: son las que promueven a ir más allá de uno mismo. Se pueden considerar
dentro de estas necesidades la búsqueda de un ideal o la fe religiosa.

Hay que señalar, no obstante, que esta teoría de la jerarquía de los motivos de Maslow no está apoyada
empíricamente, no es científica, sino producto de la observación y el estudio de las personas. Sin embargo, resulta
muy atractiva y aceptable intuitivamente. Todos nos vemos reflejados en ella.

Las características de una persona autorrealizada son las siguientes:

 Percepción clara y eficiente de la realidad.


 Se acepta a sí misma sin sentimientos de vergüenza o culpa.
 Es espontánea y abierta a nuevas experiencias.
 Es autónoma e independiente.
 Es creativa, original y capaz de resolver problemas.
 Ama la soledad, necesita “vida privada”. Sabe disfrutar de la vida.
 Buenas relaciones interpersonales.
 Actitudes democráticas.
 Buen sentido del humor, capacidad amorosa, no es agresiva.
 No es una idiota moral, distingue el bien del mal.
 Acepta cambios en los valores sociales. No es rebelde contra la autoridad razonable, y no le falta valor para
enfrentarse a la injusticia.

La autorrealización es un proceso individual que consiste en el desarrollo integral de las posibilidades personales. “Si
deliberadamente planeas ser menos de lo que eres capaz de ser, te aseguro que serás muy desdichado”, decía Maslow.

2.3.7. Teorías cognitivas

Para los psicólogos cognitivos, la motivación y el comportamiento de una persona se dan en función de sus procesos
mentales y no de un impulso o necesidad. Para los cognitivistas, los elementos principales que interfieren en la
motivación humana son:

Los planes: los mecanismos que adoptan las personas para resolver una incongruencia entre su estado actual y su
estado ideal. Si me gusta pintar y actualmente no estoy dibujando, siento un desajuste entre lo que me gustaría hacer

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Tema 5: Motivación y emoción

y lo que hago. Por lo tanto, desarrollaré un plan para resolver mi incongruencia, como apuntarme a una academia de
dibujo.

Las metas: aquello por lo que una persona se esfuerza al realizar una acción. Una parte importante de la consecución
de metas es el feedback (la información que recibe un sujeto acerca de su desempeño), que sirve para evaluar si el
esfuerzo es el adecuado para conseguir la meta. Alcanzar una meta a largo plazo es más fácil si nos proponemos metas
a corto plazo durante el camino. Si mi meta es ser artista plástico, tendré que realizar las acciones más adecuadas para
conseguir ese fin, estudiar Bellas Artes, por ejemplo. Y necesitaré feedback que me oriente sobre mis pasos; por
ejemplo, que a la gente le gusten mis obras.

La disonancia: se produce cuando dos creencias del individuo entran en conflicto. Cuando esto ocurre, la persona
tiene que evaluar los pros y los contras de cada una de sus cogniciones para decidir cuál de las dos es la mejor o la más
adaptativa. Por ejemplo, un joven va a entrenar para un partido muy importante, pero se encuentra con un amigo que
le propone pasar la tarde juntos.

Las expectativas: la conciencia subjetiva sobre la probabilidad de alcanzar una meta. Proviene de las experiencias
previas de cada persona. Es importante en la motivación porque afecta a la intensidad y a la continuidad de la
conducta. Según el psicólogo estadounidense Martin Seligman, cuando una persona tiene la expectativa de que sus
acciones no intervienen en el proceso para alcanzar un objetivo, se produce el fenómeno de la indefensión aprendida.
El sujeto cree que no tiene ningún control sobre lo que ocurre en su vida y que nada de lo que haga puede cambiar su
destino. Por ejemplo, se da en un alumno que tiene la creencia de que por más que estudie no va a aprobar.

Las atribuciones: las explicaciones que les damos a los acontecimientos que suceden en nuestra vida. Fritz Heider
propuso que uno de los procesos fundamentales de nuestra mente es la tendencia a buscar las causas y dar una
explicación de los sucesos que nos acontecen, de nuestras conductas y de las conductas de los demás. Esto es, realizar
atribuciones causales que nos dan control, comprensión y seguridad. Años más tarde el psicólogo social Bernard
Weiner desarrolló estas ideas y señaló que las atribuciones que realizamos sobre el resultado de una conducta son las
que determinan la motivación. Si el resultado es positivo y lo atribuimos a causas internas, como nuestras habilidades,
reafirmamos la conducta y sentimos felicidad. Si el resultado es bueno, pero pensamos que ha sucedido por suerte
(causa externa), no estaremos motivados. Cuando el resultado es negativo y lo atribuimos sólo a causas internas, nos
sentimos tristes, inseguros y desmotivados. Si es negativo, pero lo atrevimos a causas externas, no nos importará tanto
el error.

Distorsiones cognitivas: Las distorsiones cognitivas son creencias irracionales o hábitos de pensamiento erróneos e
imprecisos que deforman los hechos. Las distorsiones humanas más importantes son las siguientes:

 Pensamiento dicotómico (todo o nada). Consiste en percibir las cosas como blancas o negras, verdaderas o
falsas. Por ejemplo: o me dan la beca de estudios o arruino mi futuro. Esta forma de pensar, con expectativas
ilógicas y con pretensiones de obtener absolutos inalcanzables, origina continuas frustraciones.
 Hipergeneralización. El convertir un hecho o una experiencia negativa en una ley general. Se cumple cuando
alguien afirma: “lo hago todo mal” o “nadie me quiere”. Cuando sobregeneralizamos tomamos una parte (la
más negativa) por el todo, pero es un error.
 Abstracción selectiva. Consiste en fijarse en algunos detalles de un suceso, y no en el contexto. ¿Por qué
resaltamos nuestras cualidades negativas en lugar de fijarnos en las positivas? ¿nos gusta ir de víctimas?

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Tema 5: Motivación y emoción

 Inferencia arbitraria. Son deducciones o conclusiones incorrectas. Existen dos muy frecuentes: pensar que no
gustamos a los demás o que los demás piensan mal de nosotros, sin tener evidencia de ello, y tener
expectativas negativas, creen que las cosas nos saldrán inevitablemente mal (adivinar el futuro).
 Razonamiento emocional. Se basa en creer que las cosas son como uno la siente. Algunas personas razonan
así: “me siento un inútil…; por tanto, soy un inútil”. Esto ocurre cuando nuestras acciones se rigen por las
emociones y no por el pensamiento.
 “Deberías”. Hay deberes sanos, que son flexibles y dotan de sentido nuestra vida, pero algunos nos exigen
cosas imposibles y merecen ser rechazados: “debería ser siempre competente” o “nunca debería tener miedo
a cometer errores”. Procura cambiarlos “debería” por “me gustaría”, no son tan exigentes y te sentirás mejor.
 Personalización. Es asumir toda clase de culpas sin que tú seas directamente responsable de los hechos. Tú
no eres culpable de los actos de tus padres, hermanos o amigos. Además, hay que distinguir entre influencia
y control. Un médico puede influir, pero no controlar el comportamiento de un paciente, cuya conducta será
responsabilidad suya.
 Magnificación o minimización. La magnificación aumenta la importancia de los errores cometidos, mientras
que la minimización disminuye nuestras cualidades. La reestructuración cognitiva consiste en apreciar lo que
hacemos bien y saber vivir con nuestros defectos y limitaciones.
 Evasión de control. Muchas personas admiten que no tienen control sobre sus vidas y creen que el destino,
los hados o determinadas fuerzas externas nos manipulan. Este pensamiento fatalista (“somos como
marionetas”) genera pasividad y olvida que cada persona es responsable de su bienestar psicológico.
 Etiquetado. Consiste en catalogar de forma rígida y simplista a uno mismo o a los demás. Poner pegatinas a
otros provoca hostilidad porque se sienten cosificados. Y etiquetarnos a nosotros mismos es un error porque
nuestro ser es dinámico y cambiante. Nos parecemos más a un río que a una estatua.
2.4. La frustración

La frustración es un estado de ánimo desagradable, frecuentemente agresivo, que experimentamos cuando no


alcanzamos una meta deseada y por la que nos hemos esforzado.

La conducta general del ser humano, y en concreto la conducta motivada, está enfocada a conseguir objetivos, a
alcanzar metas. No se actúa sin una finalidad, sin la búsqueda de un objetivo. Cuanto más motivados estamos más nos
esforzamos en intensidad y en tiempo por conseguirlo. Cuando, por la razón que sea, el objetivo no se alcanza o nos
decepciona, nos sentimos frustrados. Otra fuente de frustración son los conflictos, cuando nos enfrontamos a un
dilema que debemos resolver y no sabemos cómo.

La frustración, pues, consiste en la insatisfacción de la conducta motivada y se produce cuando un obstáculo impide
alcanzar la meta, que es la recompensa de nuestro esfuerzo, por una decepción por la recompensa o por un conflicto
que no sabemos cómo resolver. La frustración es un estado emocional, un sentimiento desagradable, que produce
tristeza, agresividad y frecuentemente una desorganización de la conducta, es decir, un estado de bloqueo en el que
no sabemos cómo actuar o actuamos de manera desordenada o anormal.

Las causas de la frustración pueden ser varias, y todas ellas tienen que ver con la conducta motivada no satisfecha:

 Frustración por la propia deficiencia del sujeto. La baja estatura, la poca inteligencia, incapacidad para
controlar el estrés, incapacidad física para determinado ejercicio, etc. Por ejemplo, un alumno muy motivado
que se esfuerza mucho y que, sin embargo, por limitación intelectual no alcanza los resultados deseados puede
sufrir un profundo sentimiento de frustración, que le pueda llevar a protestar airadamente una nota, aunque
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Tema 5: Motivación y emoción

se arrepienta después, porque reconozca que es justa; o a arrojar los libros por la ventana, a deprimirse y
llorar por sentirse decepcionado consigo mismo, incluso a sentir vergüenza ante los demás.
 Frustración por obstáculo. Algo inesperado impide alcanzar el objetivo que nos hemos propuesto. El grado de
frustración está en proporción a lo inesperado e ilógico del obstáculo. Tras varias horas de hacer cola, llegamos
a la taquilla y nos dicen que no hay entradas. Una persona puede sentirse frustrada toda la vida porque cuando
confiaba en estudiar una carrera, quedó huérfana y tuvo que ponerse a trabajar para sacar la familia adelante.
 Frustración por demora de la recompensa. Cuando la satisfacción que esperábamos sentir al alcanzar el
objetivo se demora inesperadamente. Si después de hacer colas y colas, y esperar la solución de un problema,
llegamos a la ventanilla y nos dicen: “Hoy no podemos resolverlo. Vuelva mañana”.
 Frustración por interrupción o extinción del reforzamiento. Estamos viendo una película o un partido de
fútbol y se interrumpe inesperadamente la señal. Dan ganas de tirar la televisión por la ventana; Ana está
bailando en la discoteca con Alberto, y le abandona en cuanto aparece Javier.
 Frustración como consecuencia de conflictos. Existen varios motivos incompatibles que interfieren en la
conducta del sujeto, que expresa no saber qué hacer.

2.5. La tolerancia a la frustración

En las situaciones en que nos sentimos frustrados, puede aparecer en nuestro organismo una emoción de rabia, irá u
hostilidad que desencadene una conducta agresiva. La agresividad, desde el punto de vista evolutivo, cumple la
función de prepararnos para eliminar los obstáculos que imposibilitan la consecución de nuestras metas. Además,
sirve como forma de descarga emocional. Es importante saber gestionar la frustración y aprender a tolerarla para no
caer en conductas agresivas y perjudiciales. Manejar la frustración implica ser capaz de aceptar los límites que nos
impone la vida y afrontar los problemas que nos van surgiendo en el día a día.

La tolerancia la frustración es la capacidad de las personas para gestionar las molestias, la demora o el fracaso en la
satisfacción de sus necesidades planes o deseos. La tolerancia a la frustración se enseña y se entrena. Una personalidad
excesivamente autocrítica, exigente o perfeccionista puede verse frustrada continuamente, ya que, aunque alcanza
una meta, siempre estará insatisfecha con el resultado. Las metas poco realistas también son fuente de constante
frustración. Entre las técnicas y estrategias para aprender a ser más tolerante a la frustración están las siguientes:

 Ser perseverante, no rendirse a la primera de cambio.


 Aprender a identificar el sentimiento de frustración, tomar conciencia de la situación e intentar solventarla
del modo más sano posible.
 Pedir ayuda cuando algo no puede resolverse por uno mismo.
 Plantear vías alternativas para llevar a cabo un objetivo.
 Aceptar que no siempre se puede conseguir lo que uno tiene en mente; a veces, lo importante es el camino
que se recorre para llegar a ese fin, no el fin en sí mismo.
 Aprender a relajarse para poder enfrentar las situaciones adversas de forma más positiva.
2.6. Los conflictos según Kurt Lewin

Los conflictos surgen cuando tenemos que elegir entre diversas cosas que se excluyen mutuamente y cuya valoración
no tenemos segura. En esta situación no nos resulta fácil utilizar la escala de valores, generándonos tensión y ansiedad.
Cualquiera que sea el origen, el conflicto es desagradable y genera tensión.

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Tema 5: Motivación y emoción

El psicólogo americano Kurt Lewin, que ha estudiado a fondo el conflicto en la conducta humana, los abro pues cuatro
tipos:

Conflicto de atracción-atracción. A veces nos sentimos atraídos por dos objetivos o actividades deseables que se
excluyen mutuamente, por ejemplo, decidir entre ir al cine o a un concierto.

Conflicto de evitación-evitación. Es la situación en la que se ha de elegir necesariamente entre dos opciones


igualmente indeseables y nos encontramos “entre la espada y la pared”. Por ejemplo, dedicar las tardes y el fin de
semana estudiar, algo nada deseable, para aprobar una asignatura, o tener que enfrentarse a un suspenso, algo
igualmente indeseable.

Conflicto de atracción-evitación. Este conflicto surge cuando una sola opción muy deseada, presenta a la vez un
aspecto negativo también muy indeseable para el sujeto. Por ejemplo, durante una visita al dentista, quieres curar tu
caries, pero tienes miedo de que te hagan daño. Este tipo de conflicto es muy frecuente, y cuando no se asume y se
enfrenta con madurez, suele llevar a la utilización de drogas para superarlo. Una situación típica es: me quiero dirigir
a una chica, pero como soy tímido, me tomo una copa y me doy ánimos. No saber enfrentar adecuadamente estos
conflictos puede llevar a la dependencia de las drogas.

Doble conflicto de atracción-evitación. Este conflicto es muy frecuente y muy difícil de resolver. Nos encontramos
ante varias posibilidades tanto positivas como negativas las dos. Por ejemplo, voy de vacaciones a Paris y gasto mucho
dinero, o ahorro para comprar un piso, aunque no disfrute en verano.

Actividades

1. Lee el texto y responde:

“Era un hermoso día de verano. Hacía una temperatura de unos 30 grados y la humedad era muy moderada. Sería
difícil encontrar un día mejor para ir a la playa. A pesar de que era ya a mediados del verano, Jill no había estado este
año en la playa. Jill siempre había disfrutado con la playa, pero, con un trabajo a tiempo completo, no encontraba una
ocasión para ir. Sus dos mejores amigas, Gail y Sue, le habían invitado a ir con ellas en numerosas ocasiones, pero
siempre tenía obligaciones laborales que le impedían aceptar sus invitaciones.

Cuando Gail le llamó el lunes, Jill pensó que podía ir a la playa el sábado. Acababa de concluir un proyecto importante
y ciertamente podría dedicarse durante la semana a los trabajos menos importantes que tenía sobre la mesa. El martes,
el jefe de Jill le comunicó que necesitaba un informe una semana antes de lo previsto y que debería estar encima de su
mesa el lunes por la mañana. Jill estaba devastada. Realmente deseaba ir a la playa, pero no creía que pudiese terminar
el informe a tiempo si se iba. Gail probablemente no la volvería a invitar si se echaba atrás esta vez, pero el informe
tenía que estar hecho. ¿Qué podía hacer?

Quizás podría acudir a su jefe, contarle su compromiso con Gail y pedirle un aplazamiento para entregar el informe. Jill
había entregado siempre su trabajo con puntualidad y tal vez el jefe accediese. Sin embargo, decidió no pedirle más
tiempo; le parecía mal y probablemente su jefe no estaría de acuerdo de ninguna de las maneras. Otra opción sería
quedarse hasta tarde durante el resto de la semana hasta tener hecho el proyecto. Jill no trabajaba bien cuando dormía
poco y rechazó esta opción. ¿Podría ayudarle a alguien más? Su compañero de trabajo, Richard, estaba familiarizado
con el proyecto. Aunque estaba muy ocupado, tal vez le ayudaría. Richard entendería su dilema social. Ella le
compensaría ayudándole en su trabajo en otra ocasión. Esta parecía ser una solución razonable. Hablaría con él
después de comer.”
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COL·LEGI CLARET

Tema 5: Motivación y emoción

En esta historia Jill tiene un problema. Tiene que encontrar un modo de ir a la playa y aun así terminar un proyecto de
trabajo a tiempo. En la historia, Jill identificó el problema, también su meta y planteó una serie de soluciones posibles.
Después de considerar las posibilidades y la probabilidad de éxito de cada una de ellas, optó por la solución que percibía
con mayor probabilidad de éxito.

Todos nosotros nos enfrentamos con muchos problemas que resolver en nuestra vida diaria. En algunas ocasiones
adoptamos una estrategia sistemática para resolver los problemas; en otros casos utilizamos la primera solución que
nos viene a la cabeza.

S. B. Klein: Aprendizaje. Principios y aplicaciones.

 Identifica el tipo de conflicto o conflictos que se ponen de manifiesto en el texto.


 Señala los valores o motivos que entran en conflicto y sitúalos en la escala de Maslow.
 Reconstruye la estrategia que utiliza Jill para resolver este conflicto.
2.7. Los mecanismos de defensa

Como hemos dicho, la frustración es un estado emocional desagradable que produce ansiedad, angustia, tristeza,
agresividad y, frecuentemente, una desorganización de la conducta. Ante este estado, frecuentemente, reaccionamos
buscando inconscientemente, no solucionar el problema que nos frustra, sino alivian el desagradable estado
emocional de frustración. Y para ello acudimos a los mecanismos de defensa. Son reacciones inconscientes y su
objetivo es eliminar el penoso estado de sufrimiento en el que no sube la frustración y devolvernos el equilibrio.
Además de evitar emociones desagradables como la ansiedad y la culpa, se usan para conseguir una imagen
idealizada de uno mismo, de forma que podamos vivir tranquilos. Han sido estudiados a fondo por el psicoanálisis, y
los principales son los que siguen:

 Represión. Es el más frecuente y a menudo el más dañino, a la larga, para la estabilidad psicológica del sujeto.
Consiste en impedir, reprimir, que los sentimientos, deseos, recuerdos peligrosos o dolorosos alcancen la
conciencia. Quedan ocultos en el inconsciente porque no sería insoportable asumirlos conscientemente. Por
ejemplo, el recuerdo de abusos en la infancia o el deseo de la muerte de una persona.
 Negación. Es el esfuerzo por negar o ignorar la realidad que nos frustra para no tener que enfrentarnos a ella.
La excesiva entrega al trabajo, por ejemplo, puede ser la forma de ocultar una frustración en la vida
matrimonial. Ya lo dice el refranero: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.
 Formación reactiva. Consiste en manifestar o adoptar sentimientos o realizar acciones contrarias a lo que
sentimos. Construimos una coraza que nos protege de un posible daño al que tememos. Una persona rehúye
establecer una pareja, porque ha salido “quemado” de una relación anterior. A veces nos manifestamos
antipáticos y desagradables con alguien porque nos queremos proteger de lo mucho que nos gusta.
 Fantasía. Se crea un mundo de fantasías donde realizamos lo que no hemos sido capaces de hacer a la realidad.
En una película de Woody Allen, el canijo y tímido personaje que interpretaba el actor, fantasea con que hace
huir a un grupo de gamberros que, sin motivo, le molestan y humillan delante de su pareja.
 Racionalización. Es cuando intentamos justificar racionalmente, mediante argumentos, que nos parecen
convincentes una situación que nos ha frustrado y que no queremos asumir como responsabilidad propia.
Suspendí porque el profesor no me avisó del examen o porque me tiene manía o porque no asistí a clase el
día que explicó lo que ha preguntado. La invención de excusas para explicar el propio comportamiento es una
tendencia natural de los seres humanos.

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Tema 5: Motivación y emoción

 Identificación. Es la identificación con alguien, asumiendo como propias sus características. Este proceso es
normal en la evolución psicológica del niño. Incluso al adulto le proporciona los valores y modelos de conducta
que admira en alguien cuando se esfuerza por hacerlos realidad es su vida. Por ejemplo, una persona se puede
identificar con los ideales pacifistas de Gandhi y asumirlos como propios. Pero otros casos, es una forma de
compensar una frustración, mediante el mecanismo de apropiarnos de los méritos o cualidades de otros. Por
ejemplo: “en mi club de montaña hemos subido al Everest”, “hemos ganado la liga” ... La identificación es
positiva si proporciona nuevos ideales y negativa si es exagerada, si alguien se cree Napoleón.
 Proyección. Consiste en atribuir a otros nuestros defectos, deseos o motivaciones inconfesables para justificar
nuestra conducta: “aquí el que no corre vuela”; “todo el mundo va a la suya” ... Ejemplo de ello es el refrán:
“piensa el ladrón que todo el mundo es de su condición”.
 Regresión. Consiste en volver a una fase anterior de desarrollo psicológico ante una situación que nos resulta
insoportable. Es frecuente en los niños que se comportan como un bebé cuando nace un hermano pequeño,
ante el miedo de que los padres no le hagan caso. También se dan casos de graves accidentes o agresiones.
 Desplazamiento. Ante la imposibilidad de descargar los sentimientos hostiles o agresivos contra una persona
o contra la situación que los ha generado, esto se vuelcan sobre otra persona u otra situación. Por ejemplo, se
da una patada a una silla para no dársela a un hermano. El mal humor que genera un atasco de tráfico se
descarga contra los compañeros de viaje o los niños que dan la lata. Un padre discute con su pareja y termina
regañando a su hijo, etc.
 Compensación. Se intenta superar una frustración mediante el éxito en otra actividad. Si me frustra ser bajito,
me hago culturista. Si soy muy malo en los estudios, soy muy bueno en los deportes, y si soy un fracaso en
deportes y poco atractivo sé mucho de rock o juego muy bien al ajedrez.
 Sublimación. Viene a ser una forma de compensación. Muchos impulsos que son considerados por el sujeto
como inaceptables, degradantes o pecaminosos (por ejemplo, el deseo sexual, la agresividad, el desprecio a
los demás, etc.) son desviados hacia otra actividad que los compensa, reduciendo así su presión psicológica.
Estas actividades suelen ser consideradas de rango superior (sublimes) por el sujeto: actividades culturales,
políticas, religiosas y morales. Una persona puede sublimar su frustración sexual escribiendo poemas de amor.

Actividades

2. Indica qué mecanismo de defensa está operando en cada una de las siguientes situaciones:
a) Una persona a la que su pareja le abandona dice: “¡mejor, así seré más libre!”
b) Un conductor choca con otro coche y al salir le da una patada a la rueda.
c) Al llegar a la taquilla una persona se encuentra con que no quedan entradas y dice: “bueno, en realidad
no me apetecía mucho.”
d) A un trabajador le despiden por tercera vez por no ser competente y afirma: “contra el destino no
puede hacerse nada”.
e) La zorra que tras no poder coger las uvas dice: “están verdes”.
f) Un niño vuelve a orinarse en la cama al nacer un nuevo hermano.
g) Un viajero entra sin pagar en el autobús y se excusa: “¡pero si todos lo hacen!
h) Un alumno que va mal en los estudios y llega a ser el mejor haciendo chistes.
i) Otro alumno exclama tras un examen: “¡me ha salido mal, pero la próxima vez me saldrá perfecto”.
j) Un jugador de fútbol vuelve a casa derrotado tras el partido y sueña que el próximo lo ganará por
goleada.

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Tema 5: Motivación y emoción

3. Las emociones

Hasta hace poco la psicología no ha estudiado la emoción y la afectividad humanas con la misma atención que otros
aspectos psicológicos. La razón se encuentra en nuestra tradición filosófica que ha impregnado toda la cultura. Desde
Platón, la filosofía establece una clara separación entre el pensamiento y el cuerpo, entre lo racional y lo pasional.
Descartes fue radical en este sentido: somos pensamiento y residimos en un cuerpo que no es más que una máquina
ingeniosa. La racionalidad (la mente, la razón, el pensamiento) pertenecen al alma, mientras que las pasiones no son
más que manifestaciones del cuerpo que perturban el alma o la razón, obnubilando su capacidad de discernir entre lo
verdadero y lo falso y su capacidad lógica. El objetivo era conseguir el control total de las emociones y dejarnos guiar
únicamente por la razón lógica y científica. Este era un ideal de perfección.

Hoy en día las cosas han cambiado. Las emociones se consideran un componente imprescindible para la vida psíquica
sana que forma parte integral de la motivación, que interviene en la inteligencia y en la conducta exitosa frente a los
problemas. El ser humano guarda memoria de sus experiencias y de los sentimientos que las acompañaron, formando
todo ello una unidad que nos hace ser (sentirnos, sentir el mundo y comportarnos) de una manera determinada. Ante
cualquier situación, aunque queramos abordarla exclusivamente de forma racional, no podemos evitar que surja una
respuesta emotiva (agrado- desagrado). Nuestra memoria está cargada de emotividad que nos informa para que nos
relacionemos bien con el medio: tenemos, por ejemplo, corazonadas, intuiciones, presentimientos, nos dan buena o
mala espina, etc.

Así, hoy en día se habla de la inteligencia emocional, que se considera un instrumento esencial de la vida social,
También necesario para alcanzar la felicidad. En suma, se ha reconocido la importancia de la vida afectiva (emociones,
sentimientos y pasiones) en la vida sana, equilibrada y feliz del ser humano.

Actividades

3. Visualiza el vídeo de Las emociones de Elsa Punset. https://www.youtube.com/watch?v=5lSmEONwTz0


4. Lee el texto y responde:

Emoción y razón son procesos mentales inseparables. Su trabajo conjunto es posible gracias a la interacción de las
estructuras del cerebro emocional, como la amígdala, con las del cerebro racional, como la corteza prefrontal,
implicada en el razonamiento y la toma de decisiones. Aunque hasta ahora la razón gozara de mayor prestigio, la
neurociencia demuestra que son las emociones las que tienen un peso más importante en nuestra identidad, nuestro
comportamiento e incluso nuestra salud.

Ignacio Morgado

 ¿El estudio y la educación de los sentimientos es inseparable de la formación integral de la persona?


 ¿Cada cultura fomenta o rechaza la expresión de determinadas emociones y sentimientos?

3.1 Facetas de la vida afectiva

Entendemos por afectividad la forma en que nos influye interiormente las circunstancias de la vida. Todos tenemos
experiencias afectivas, esto es, experiencias de alegría, tristeza, amor, ira, miedo, sorpresa, etc. Pero, además, toda
experiencia, del tipo que sea, tiene una manifestación afectiva y deja una huella en nosotros. La afectividad es una
parte integrante de la vida psíquica y, sin ella, esta queda empobrecida y es incapaz de desarrollar sus funciones
normalmente.

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COL·LEGI CLARET

Tema 5: Motivación y emoción

Hay unanimidad en afirmar que los afectos tienen tres facetas claramente diferenciadas pero que actúan de manera
integrada: una faceta fisiológica, una faceta conductual y una faceta subjetiva o vivencial.

 La faceta fisiológica. Las emociones provocan cambios involuntarios en nuestro organismo tales como
ruborizarse, sudar, temblar, tartamudear, carne de gallina, etc. A nivel interior actúa el sistema endocrino y el
sistema nervioso autónomo: producción de adrenalina, pulso acelerado, etc. Que preparan al sujeto para una
movilización rápida y enérgica. Las estructuras neurofisiológicas que están involucradas en la experiencia
emocional son el sistema nervioso autónomo, compuesto por el sistema simpático y el sistema parasimpático,
la corteza cerebral y el sistema límbico.
 Faceta conductual. Cada emoción se manifiesta con una conducta específica que, en el caso de las
consideradas emociones básicas es de carácter universal. Así, la tristeza se expresa en la cara con toda claridad;
se produce una pequeña pérdida del tono muscular, nos cuesta más movernos, las comisuras de la boca se
orientan hacia abajo. La cólera o la agresividad también se expresan en un gesto inconfundible, o la vergüenza
con el rubor, etc.
 Faceta subjetiva o vivencial. Es la forma personal, íntima, de vivir cada emoción. Hablamos de una vivencia,
de un “yo lo siento”, que es indefinible e intransferible, pero sí comunicable, sobre todo a nivel gestual. Si se
siente una alegría exultante no se podrá transmitir mediante una definición, pero sí por el tono de la voz, la
expresión de la cara, el brillo en los ojos, etc. Las emociones son experiencias muy complejas y para expresarlas
utilizamos una gran variedad de términos, además de gestos y actitudes El gesto es lo que más comunica la
emoción. Pero las personas somos capaces de pensar sobre cómo nos sentimos, les ponemos palabras a
nuestros estados emocionales (ira, rabia, alegría…). En la práctica es imposible describir y clasificar todas las
emociones que podemos experimentar. Sin embargo, el vocabulario que utilizamos para describir las
emociones es limitado, lo que permite que las personas de un mismo entorno cultural pueden comunicarse.
Pero en ocasiones no sabemos expresar nuestros sentimientos. Es importante que nos familiarizamos con el
lenguaje de las emociones para distinguirlas e identificarlas. Las experiencias emocionales conllevan
pensamientos coherentes; por ejemplo, cuando estamos tristes tenemos pensamientos tristes, y cuando
estamos alegres cómo nuestros pensamientos suelen ser positivos.
3.2 Características de las emociones

Los afectos y emociones se caracterizan por una serie de rasgos que les son comunes:

Bipolaridad. Todas las emociones oscilan entre la valencia positiva y la negativa: la atracción-repulsión, el placer-
displacer, agrado-desagrado, acercamiento-alejamiento, alegría-tristeza, aburrimiento-entretenimiento, etc. Los
acontecimientos que satisfacen los objetivos de una persona originan emociones positivas; los que dañan o amenazan
sus intereses producen emociones negativas. También suscitan emociones los sucesos nuevos o inesperados (un
terremoto).

Lectura afectiva de todo suceso. La vida afectiva imprenta todos los aspectos de la vida humana. El ser humano hace
una interpretación afectiva de todos los sucesos de la vida cotidiana. Lo importante de esto es que los afectos pueden
dejar una huella muy profunda en la mente de la persona pudiendo determinar su vida futura. Las fobias, por ejemplo,
el miedo los insectos, a los pájaros, a las muchedumbres, etc. Se deben a esa huella de una profunda experiencia
desagradable, a veces vivida en la infancia. Las emociones aumentan el significado de la vida y la profundidad de las
relaciones afectivas.

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Tema 5: Motivación y emoción

Modulación cultural. Aunque existen emociones universales y expresiones universales, lo cierto es que las emociones
están muy codificadas por las normas sociales y culturales, sobre todo, en lo que a su expresión se refiere. La cultura
también influye en la calidad de intensidad de la vivencia subjetiva, dependiendo ésta de la importancia que se le
conceda en la sociedad. Un ejemplo muy evidente es la distinta forma de expresar una emoción como el duelo por
una muerte: en el Mediterráneo es muy abierta, se llora públicamente, es casi una exhibición. Para un japonés es
diametralmente opuesto, muy contenido y ritual.

3.3 Funciones de las emociones

Las emociones cumplen una función esencial en la vida. Las funciones de las emociones pueden ser de tres tipos:

 Función adaptativa. Relacionada con la supervivencia y la adaptación de los seres vivos al medio. Regulan el
estado interno del organismo para estar preparado y actuar.
 Función social. Las emociones también sirven para adaptarnos al ambiente social y a través de ellas podemos,
en primer lugar; comunicar nuestros sentimientos a los demás mediante un lenguaje no verbal; por ejemplo,
en las relaciones de una madre con su hijo recién nacido. Y, en segundo lugar; influir en la forma como los
demás reaccionan ante nosotros. Si estamos frecuentemente tristes, los otros nos evitarán o rechazarán.
 Función motivacional. Ya que facilitan las conductas. Las emociones son intensas fuerzas motivadoras. Las
emociones nos proporcionan la energía necesaria y aportan el esfuerzo para lograr nuestros objetivos. Las
emociones ayudar a las personas a conseguir lo que consideran importante para satisfacer sus necesidades
fisiológicas, cognitivas y sociales.

Así pues, todas las emociones son beneficiosas para el ser humano, no existen emociones buenas o malas. Todas
cumplen funciones necesarias. El miedo, por ejemplo, aumenta el estado de alerta de una persona ante un peligro y
nos prepara para huir y protegernos. La tristeza nos advierte de que hemos perdido algo importante y nos ayuda a
reflexionar y a pensar en alternativas de solución. El amor nos aproxima y nos lleva a realizar actos insospechados. La
culpa nos permite reconocer que hemos obrado de forma incorrecta y nos orienta poner remedio a esa situación.

Sin ellas todo podría ser racional, mecánicamente eficaz, pero careceríamos del entusiasmo y la ilusión que con tanta
frecuencia nos empuja a realizar las cosas. Sin emociones y sentimientos la vida sería monótona y aburrida, nadie
percibiría los efectos de cada situación, ni podría mantener una relación afectiva y la mente no buscaría el placer de
la creación. Pero, además, y por decirlo de una manera más plástica, las emociones dan color a la vida. ¿Te imaginas
el premio de la lotería o ganar un partido sin alegría, entusiasmo, ilusión, etc.?

3.4 Estados emocionales

Cuando hablamos de afectividad nos referimos a la forma y la intensidad en que nos “afectan” las circunstancias, las
experiencias de la vida. Todas nuestras experiencias, tanto del mundo exterior como con nosotros mismos, tienen un
carácter afectivo y dejan una huella en nuestra vida: podemos sentir miedo de una cueva oscura y podemos sentir
miedo de que nos reaparezca un dolor o un mal pensamiento que nos angustia. Frecuentemente algunos estados
emocionales son un recuerdo de experiencias pasadas que surgen involuntariamente ante nuevas circunstancias y nos
las hacen revivir.

No es fácil establecer una distinción clara de los distintos tipos de afectos. Por experiencias propias sabemos que los
afectos se dan con distintos grados de intensidad, con una distinta durabilidad y que tiene una distinta forma de

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Tema 5: Motivación y emoción

manifestarse. Esta diferencia de grado y calidad es lo que tradicionalmente ha permitido clasificar los afectos en
cuatro reacciones afectivas básicas: las emociones, los sentimientos, las pasiones y los estados de ánimo.

Pese a que todos hemos tenido alguna vez experiencia subjetiva de ellas, y que resulta fácil comunicarlas tanto verbal
(estoy fastidiado) como gestualmente (expresión del rostro), resultan difíciles de definir. De hecho, en la psicología no
hay una definición unívoca. Esto se debe, en primer lugar, que son “vivencias subjetivas internas”, por lo que no son
observables ni cuantificables y, en segundo lugar, a que son fenómenos psíquicos con múltiples facetas. No obstante,
vamos a esbozar una definición de cada una de ellas.

Emoción. Es un estado afectivo intenso, provocado por estímulos internos o externos, que se caracteriza por
reacciones fisiológicas, pensamientos, sensaciones y una conducta expresiva propia. Las emociones son involuntarias,
difícilmente controlables y pasajeras. Ejemplo de ellas son: la emoción que produce una película y el llanto que puede
provocar en el sujeto; el miedo provocado por un susto, que nos agita la respiración y nos pone la carne de gallina; la
vergüenza que nos ruboriza, etc. Los animales también tienen emociones, pero en el ser humano la experiencia de
una emoción conlleva un conjunto de reacciones fisiológicas, pensamientos, creencias, atribuciones y conductas
íntimamente relacionadas con la sociedad y la cultura. La alegría la tristeza son dos ejemplos de emociones, mientras
que el amor o el odio son ejemplos de sentimientos.

Sentimiento. Es un estado afectivo duradero hacia objetos del mundo exterior o también hacia nosotros mismos que
oscila entre la atracción y el rechazo. Los sentimientos son las respuestas emocionales subjetivas del individuo. Se
trata de la vivencia consciente de las emociones; por tanto, los sentimientos son propios de los seres humanos. Puede
haber emociones sin que el sujeto sea consciente, es decir, sin que se produzcan sentimientos. Pero no puede haber
sentimientos sin emoción. Se diferencia de la emoción en que es una manera de sentir más suave, menos intensa pero
más duradera, de manera que marca nuestro modo de ser. El miedo, por ejemplo, es una emoción normal que todo
el mundo siente, pero si una persona lo siente permanentemente decimos que es cobarde. Otra diferencia importante
es que el sentimiento es más controlable por la racionalidad y los propósitos del sujeto. En el ejemplo anterior, todos
tenemos la experiencia de haber vencido el miedo, el valiente no es el que no siente miedo, ese es el temerario, sino
el que lo vence para realizar sus propósitos.

Emociones Sentimientos
Duran poco tiempo Son bastante estables
Muy intensas Menos intensos
Innatas y universales Son adquiridos e individuales
Aparecen súbitamente Se desarrollan a lo largo del tiempo
Las provoca un estímulo concreto Dependen del temperamento, experiencia y socialización
Producen reacciones fisiológicas Provocan reacciones psicológicas
Pasión. Es un estado afectivo o emocional intenso, duradero, estable y con una fuerte carga irracional. Son poco
controlables por la voluntad o las normas sociales. Subjetivamente se vive de manera desgarrada. El sujeto se siente
arrastrado por la pasión como por una fuerza que es incapaz de controlar. Anula la voluntad y la libertad personal, de
ahí la expresión “esclavo de sus pasiones”.

Por su alta intensidad y por la incapacidad de control racional son frecuentemente negativas para el equilibrio psíquico
del sujeto. El apasionado lo ve todo deformado por su pasión, porque ésta deforma la visión de la realidad y la relación
del sujeto con ella. En casos extremos llega a provocar importantes trastornos de conducta. Una pasión que se

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Tema 5: Motivación y emoción

manifiesta con relativa frecuencia son los celos que, en caso de gran intensidad, pueden ser verdaderamente
peligrosos.

Estados de ánimo. Es la manifestación externa del estado emocional, en conjunto, del sujeto. No se debe a una sola
emoción, aunque puede predominar una muy intensamente, sino que tiene diversas influencias y de una intensidad
difusa. Es un estado afectivo estable, de intensidad moderada y duradero. Es el estado que expresamos diciendo:
estoy decaído, estoy animado, “ni fu ni fa”, etc.

Nuestro estado de ánimo está condicionado por muchos factores, el momento vital, la edad, el lugar en que nos
encontramos, la actuación de personas con las que nos relacionamos, las consecuencias de nuestros actos, el nivel de
cansancio o, incluso, el tiempo (que llueva o haga sol).

El estado de ánimo es controlable, podemos cambiarlo mediante la voluntad y el pensamiento. El estado de ánimo se
retroalimenta: si estoy decaído me veré afectado por estímulos decadentes con más fuerza, pero si me animo silbando
una canción marchosa, por ejemplo, o hago un esfuerzo por tener pensamientos y planteamientos positivos, puedo
detectar estímulos animosos y “levantar el ánimo”.

3.5 Las emociones universales

Los psicólogos se preguntaban si todos los humanos sentíamos las mismas emociones y si todos las expresábamos de
la misma manera. Para dar una respuesta a este interrogante, el psicólogo norteamericano Paul Ekman desarrolló un
experimento con el que demostró que hay una serie de emociones básicas que son reconocidas por todo el mundo
independientemente de la edad, sexo, cultura, etc. El experimento es muy simple y ha sido repetido muchas veces
confirmando los resultados. Consiste en mostrar fotografías de rostros con expresiones emocionales. Todas fueron
reconocidas con facilidad. Este resultado confirmaba que las gentes de todas las partes del mundo comunican los
afectos básicos con las mismas expresiones faciales, y que les resulta fácil identificar estas emociones básicas a partir
de esas expresiones.

Para la mayoría de los investigadores las emociones básicas que se experimentan y expresan de la misma manera en
todo el mundo son siete: alegría, ira, asco, miedo, ansiedad, sorpresa y tristeza. Estás emociones poseen claramente
identificables las características generales que señalábamos más arriba: una clara reacción fisiológica, una conducta
específica, una expresión facial inconfundible y una percepción subjetiva evidente para el sujeto que las experimenta.
El hecho de que la forma de expresarla sea universal indica que está expresión posee un carácter innato y que es
producto de la evolución. Otras emociones, como pueden ser la culpa, la vergüenza, el desprecio, el amor, el gozo,
etc., se consideran combinaciones de varias o derivaciones de las básicas.

La tristeza. Es una emoción negativa de carácter universal. Esta emoción se activa con la pérdida de alguien o algo que
es querido o estimado por el sujeto. La pérdida puede ser de algo real o imaginario: una ilusión, un ideal, etc. También
aparece cuando la persona sufre una vivencia de fracaso ya sea amoroso, laboral, de amistad, etc. o una decepción.
Las decepciones sobre personas son especialmente dolorosas y causa de fuerte tristeza. Fisiológicamente, la tristeza
provoca una disminución de la energía y del entusiasmo por las actividades vitales.

La tristeza como sentimiento es algo natural. Está presente en todos los humanos y en todas las culturas, pero debe
ser un sentimiento de intensidad soportable y pasajero. Cuando el estado de tristeza alcanza una intensidad alta y se
cronifica combinándose con la desilusión sobre el futuro, con una falta de perspectiva sobre el mañana, entonces

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Tema 5: Motivación y emoción

aparece la depresión, que es un estado patológico que requiere tratamiento. Una persona deprimida no ve sentido a
la vida ni posibilidades en el futuro. La depresión es una causa frecuente de suicidio.

La ira (cólera, rabia, enojo). La cólera es provocada por la frustración del deseo de obtener algo. También la provoca
la percepción de un daño que se realiza deliberadamente a uno mismo o a lo que se estima. Fisiológicamente, aumenta
el flujo sanguíneo hacia las manos, el ritmo cardíaco y el nivel de adrenalina en sangre, lo que facilita la realización de
actividades de mayor energía y fuerza. La cólera se traduce en agresividad, pues en esta emoción interviene la
hormona adrenalina preparando el organismo para la lucha. La agresividad, que es la exteriorización del sentimiento
de hostilidad, no siempre se descarga sobre el causante de la frustración o el daño, sino que con frecuencia se desvía
hacia otras personas u objetos: es lo que se llama la agresión desplazada, y constituye un mecanismo de defensa. Por
ejemplo, uno da una patada a un mueble por no darle un golpe al jefe con el que ha tenido una discusión.

La hostilidad es un sentimiento derivado de la cólera. La hostilidad se produce por sentimientos negativos hacia los
demás, los cuales son considerados como una amenaza o como causa de un mal presente o futuro. La hostilidad
siempre se vive como una respuesta a una provocación o agresión, y como tal puede interpretarse tanto una agresión
real, como agresión imaginaria (me miraba amenazadoramente) e incluso la indiferencia. La paranoia es un trastorno
grave que se caracteriza por la suspicacia y la desconfianza del sujeto hacia el entorno social. Con frecuencia se traduce
en hostilidad y agresión, que el paranoico vive como un acto defensivo, pues el realmente “se ha sentido” agredido.

El miedo. El miedo es una emoción negativa pero que cumple un importante papel en la supervivencia. Este
sentimiento se activa ante un peligro o una amenaza clara a nuestro bienestar físico o psicológico, ante el que nos
sentimos inferiores, abrumados por su fuerza. El sentimiento del miedo tiene una fuerte gradación y puede ir del
simple temor al pánico incontrolado. El tipo de respuesta que demos dependerá de este grado. Por ejemplo, si estando
en el campo nos sorprende una violenta tormenta con relámpagos y fuertes truenos se suele sentir miedo, y es algo
normal porque los rayos son un peligro evidente. Si el miedo es razonablemente controlado, tendremos la reacción
más lógica, buscar un refugio seguro. Pero si el miedo llega al grado de pánico puede desordenar totalmente nuestra
conducta y dejarnos paralizados o provocar una huida descontrolada con el consiguiente peligro. Por ejemplo, en las
fobias, que son miedos persistentes y excesivos hacia algo: las arañas, los pájaros, las aglomeraciones en el caso de la
agorafobia, etc. Las fobias suelen obligar a una conducta de evitación constante: por ejemplo, se rehúye de los sitios
donde hay que puede haber pájaros, las plazas, los jardines son los árboles de la calle. El ataque de pánico es el caso
más grave: Se trata de fuertes sentimientos de terror que conllevan manifestaciones orgánicas como sudoración
dificultades respiratorias, mareos, conducta desorganizada e incoherente, incapacidad de pensar con claridad, etc. En
estos casos se alcanza un grado patológico y resulta necesaria la terapia.

El miedo se basa en una evaluación de la realidad y tiene mucho de aprendido. El temerario, que es el que nunca
siente miedo, evalúa la realidad como no peligrosa y, en consecuencia, siente tranquilidad. El acobardado evalúa la
realidad como potencialmente peligrosa y siente miedo de todo. La manera de evaluar la realidad se aprende de
manera afectiva, no racional, y con frecuencia de los mayores. También puede ser producto de experiencias infantiles.

El miedo tiene un fuerte componente irracional que se sobrepone al conocimiento y la racionalidad. Por ejemplo, se
puede tener miedo al avión, aunque se sepa racionalmente y se admita que es el sistema de transporte más seguro.
También se puede sentir miedo de seres imaginarios como los fantasmas.

Como motivación puede ser una de las más fuertes. Puede impulsar al sujeto actuar de una manera determinada con
una gran energía, con frecuencia en un comportamiento de evitación, de huida.

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Tema 5: Motivación y emoción

Fisiológicamente, cuando sentimos miedo, la sangre se retira del rostro y se dirige hacia las piernas, favoreciendo la
huida. El cuerpo puede paralizarse, correr o predisponerse para la acción por el aumento de la actividad hormonal.

La ansiedad. Se trata de la emoción más frecuente pues está asociada a múltiples conductas. Es un sentimiento que
anticipa el peligro, el dolor o la angustia y es acompañado por conductas que tienden a la evitación o a la escapada.
La ansiedad funciona como una señal que nos alerta del peligro, peligro que podemos vivir como una amenaza, pero
que puede tener una causa indefinida. La ansiedad está estrechamente relacionada con el miedo, de tal manera que
muchos psicólogos las estudian como dos aspectos de la misma emoción. La ansiedad es fácilmente detectable, ya
que en el sujeto se da una excitación interior. Las alteraciones orgánicas que la acompañan están reguladas por el
sistema nervioso autónomo, el cual, está formado por nervios que van desde la médula espinal y el cerebro a los
músculos lisos de los órganos internos, las glándulas, el corazón y los vasos sanguíneos. Esta parte del sistema nervioso
se denomina autónomo porque actúa de forma automática, sin decisión deliberada de la persona. No queremos tener
ansiedad y nervios ante un examen o cuando hemos quedado con determinada persona, pero no podemos evitarlo.
Pero este funcionamiento autónomo también tiene sus ventajas, pues en situaciones de peligro, que requieren una
respuesta rápida, la ansiedad prepara el organismo, ya sea para la lucha, o huida, incrementando las posibilidades de
sobrevivir.

La ansiedad tiene unas manifestaciones muy claras a cuatro niveles: psicológico (inquietud, confusión, incertidumbre,
estado de alerta como si nos amenazar algo escondido, indefinido, etc.), conductual (atención selectiva de los
estímulos relacionados con esa amenaza difusa, una exploración del entorno en busca del objeto causante de la
ansiedad), somático (sudoración, nerviosismo, alteración del ritmo cardiaco, sensación de ahogo con agitación
respiratoria) y cognitivo (inseguridad, negatividad, preocupación, valoración negativa, etc.).

El asco. Es una respuesta visceral ante algo que nos produce una fuerte repulsión. Las reacciones de asco son de
autoprotección: nos tapamos la nariz, escupimos o vomitamos expulsando algo que nos podría hacer daño. Pues el
asco posee un fuerte sentido de supervivencia, haciendo que rechacemos lo que podría ser un peligro para nosotros:
productos fétidos como carne podrida u otros productos químicos como la urea o el metano.

En esta emoción intervienen todos los sentidos: Podemos sentir asco con la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto.
Sin embargo, es una emoción en la que no interviene la racionalidad, es una reacción espontánea del organismo.
Aunque, como pasa con otras emociones, también depende del aprendizaje: El objeto concreto del asco se aprende.
Por ejemplo, son muchas las costumbres culinarias de otros pueblos diferentes al nuestro que no resultan insufribles,
asquerosas y vomitivas (como comer perro o insectos); y costumbres sociales como el eructo o el beso en la boca de
nuestra cultura resultan asquerosas en otras culturas.

La alegría. La alegría es una emoción intensa y breve que se vive como una sensación positiva de satisfacción y de
triunfo o éxito. Son varias las causas que la producen: el bienestar físico, la reducción de un dolor o un malestar; o la
obtención de algo deseado, lo cual reduce la tensión e insatisfacción. Por ejemplo, alcanzar ciertas metas o que se
produzcan ciertos acontecimientos que apoyan nuestra autoestima, como salir con determinada persona u obtener
una buena nota, etc.

De la alegría se deriva una visión optimista del futuro, con ilusiones y planes en los que todo saldrá bien. Se manifiesta
con estados de euforia, comportamiento extrovertido, sensación de ligereza física y manifestaciones exteriores como
la risa, el baile, saltos, carreras, palmadas, etc. En su aparición también intervienen ciertos elementos fisiológicos: Se
activa un centro cerebral que inhibe los sentimientos negativos y aumenta la producción de ciertas hormonas.

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Tema 5: Motivación y emoción

La sorpresa. Es una emoción considerada neutral porque se produce tanto negativa como positivamente. Es una
emoción de aparición súbita y de breve duración que surge cuando se presentan acontecimientos inesperados. Por
ejemplo, un encuentro fortuito con alguien querido o temido, o un fracaso totalmente imprevisible que puede
producir alegría, tristeza o ira, de ahí su neutralidad. La función de esta emoción es la de prepararnos para afrontar
estos acontecimientos inesperados con éxito. Fisiológicamente, el arqueo de las cejas aumenta el campo visual para
obtener más información sobre el acontecimiento inesperado.

Actividades

5. Visualiza el documental; La receta para el estrés; https://www.youtube.com/watch?v=tnAYhBeWAjc


y responde:
 ¿Qué es el estrés? ¿Qué lo produce hoy en día?
 ¿Es beneficioso? ¿Por qué? ¿Cuándo se vuelve perjudicial? ¿Por qué?
 ¿Qué podemos hacer para convivir con el estrés sin que nos haga enfermar?
3.6 Trastornos de la emoción

Una buena parte de los trastornos mentales es consecuencia del desequilibrio emocional. El equilibrio emocional
consiste en vivir las emociones, y realizar las conductas derivadas, sin disfunciones ni alteraciones y sin que dichas
emociones dificulten la socialización y la convivencia. En suma, vivir agradablemente y con confianza en nosotros y en
los demás.

Con frecuencia se habla de que no está clara la barrera entre lo patológico y lo normal en psicología. No obstante, hay
un indicador que señala cuando un sentimiento o comportamiento es anormal y cuando es simplemente un rasgo
inusual del carácter, una costumbre o una rareza sin más trascendencia; es decir, un indicador de cuando un sujeto
debe ser tratado. Un comportamiento es patológico si trastorna la vida cotidiana del sujeto, impidiéndole llevar una
vida social normal, y cuando le provoca un sufrimiento que le impide vivir placenteramente la existencia.

Veamos algunos trastornos de la afectividad:

Indiferencia emocional. Consiste en la carencia de respuesta o en dar una respuesta muy débil ante los estímulos
afectivos. Se debe a una inhibición de la afectividad y se caracteriza por una elevada incapacidad del sujeto para sentir
emociones, mostrándose frío y distante. No le afectan ni las escenas ni las historias más desgarrantes
emocionalmente. Son individuos que carecen de sentimiento de empatía hacia los demás de tal manera que no se
sienten afectados por las situaciones de los demás ya sean dolorosas o alegres. Se trata de un grave trastorno psíquico
que se manifiesta con desprecio y rechazo social. Suelen padecerla algunos asesinos en serie y explica algunas
conductas especialmente sádicas, pues el carecer de empatía significa que el otro no es sentido como un ser
“sintiente” y es fácilmente convertido en un objeto.

Ansiedad. Como hemos dicho más arriba, un cierto grado de ansiedad es positivo para responder adecuadamente a
situaciones de peligro. Pero si el sujeto se ve desbordado por las circunstancias y no es capaz de mantener la ansiedad
dentro determinados límites, entonces aparece el trastorno. Dicho de otro modo, cierta dosis de ansiedad ayuda a
responder eficientemente a los retos del entorno; pero si traspasamos el umbral de lo tolerable (que será diferente
para cada persona), entonces provoca sufrimiento e impide dichas respuestas adaptativas. La ansiedad puede
interferir gravemente en la vida de un sujeto y no es raro que se vaya acompañada de depresión. Veamos algunas de
las variantes de este trastorno:

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Tema 5: Motivación y emoción

 Ansiedad generalizada: se trata de una preocupación excesiva, difícil de controlar, que la persona manifiesta
con al menos tres de los siguientes síntomas: inquietud, cansancio, dificultad para concentrarse, irritabilidad,
tensión muscular y alteración del sueño.
 Ataques de pánico: es una ansiedad aguda y extrema que se acompaña de síntomas fisiológicos como
dificultad respiratoria, vértigos, aumento del ritmo cardíaco, sudoración y dolor en el pecho, ante una
situación determinada que actúa como desencadenante. Normalmente suele disiparse en unos minutos. A
veces se produce una ansiedad anticipatoria producida por el miedo a sufrir un ataque. Fármacos y terapia de
comportamiento se utilizan para controlar los síntomas de este trastorno.
 Fobias: el individuo padece una ansiedad intensa ante ciertas situaciones, por lo que trata de evitarlas a toda
costa. En caso de no poder hacerlo, experimenta un gran sufrimiento ante ellas. La agorafobia, la claustrofobia,
y otras fobias específicas como el temor a ciertos animales (serpientes, arañas, perros roedores…). Algunas de
ellas se inician en la niñez y desaparecen con el transcurrir del tiempo. La mejor terapia para todos estos casos
es la terapia de exposición, en la que se enfrenta de manera progresiva el paciente con la situación estresante
hasta que se produce una habituación a dicha situación. Tiene un porcentaje muy alto de éxito. Entre estos
trastornos también destaca la llamada fobia social. Aquí son las relaciones con los de las demás personas, en
los diferentes ámbitos de la vida, las que producen en el individuo una ansiedad difícilmente soportable. Por
ello tiende a evitar tales relaciones. A estas personas les preocupa que su actuación pública resulte inadecuada
o no cumpla las expectativas, y que la ansiedad que esto les produce sea perceptible por los demás. Por ello
se avergüenzan en todas estas situaciones y acaban evitando participar en muchas actividades que les podrían
haber resultado satisfactorias. No hay que confundir la fobia social con la timidez, un rasgo de personalidad
que no tiene porqué ser patológico. A veces, sí puede ocurrir que la timidez de un individuo derive fobia social.
También aquí funciona la terapia de exposición.
 Obsesión compulsiva: en este trastorno el individuo tiene ideas, imágenes o impulsos no deseados
relacionados con el peligro, el daño o el riesgo que se repiten continuamente. Son contenidos sin sentido que
le causan sufrimiento y que, a la vez, le provocan la necesidad de actuar para liberarse de ellos. Por ejemplo,
la obsesión por la limpieza, por la pérdida de objetos o por la propia integridad física, provocan actos
repetitivos y ritualizados como lavarse cada breve lapso de tiempo, comprobar a cada instante que ciertos
objetos están en su sitio o evitar a personas que se cree podrían ser potencialmente agresores. A diferencia
de la personalidad obsesiva compulsiva (en la que la persona pierde el contacto con la realidad), el sujeto con
este trastorno es consciente de lo exagerado de su comportamiento, sintiendo, por ello, vergüenza y
generando otros tipos de trastornos, como por ejemplo depresión. También aquí son útiles las terapias de
exposición gradual a la situación desencadenante de la obsesión, evitando el comportamiento ritual
subsiguiente. Asimismo, ciertos fármacos pueden ser de gran ayuda.
 Estrés postraumático: cuando un individuo experimenta una situación traumática extraordinaria, que ha
supuesto una amenaza grave para él, la ansiedad que le produce sigue afectándole mucho tiempo después de
que haya ocurrido el suceso. El sujeto sufre continuamente pesadillas, así como recuerdos que le causan terror
y desamparo. Como consecuencia de ello, puede padecer insomnio, reacciones asustadizas ante cualquier
estímulo habitual o ser afectado por depresión. Es un trastorno típico de todas aquellas personas que han
sufrido o presenciado actos violentos. Aunque no desaparece nunca por completo, es posible que el tiempo
suavice su intensidad. De cualquier manera, algunas personas quedan indefinidamente marcadas por este
trastorno. El tratamiento del estrés postraumático incluye varias terapias. Por ejemplo, la exposición a
situaciones que provocan recuerdos de la situación traumática. También los fármacos ansiolíticos y
antidepresivos resultan útiles. Por último, la psicoterapia de apoyo, en la que terapeuta muestra una empatía
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Tema 5: Motivación y emoción

sincera con el dolor de la persona, le ayuda a afrontar los recuerdos integrándolos en su personalidad y le
enseña métodos para controlar su ansiedad, contribuye a aliviar el sufrimiento del paciente.
 Estrés agudo: se trata de un estado similar al estrés postraumático. Pero, a diferencia de aquel, tiene una
duración limitada a tres o cuatro semanas y se caracteriza por los siguientes síntomas: además del aumento
importante de la ansiedad, el individuo se muestra insensible, carente de respuestas afectivas, aturdido; se
siente en un mundo irreal y es incapaz de recordar el hecho desencadenante de su estado. La psicoterapia de
apoyo es también aquí fundamental. El individuo recupera su equilibrio cuando tiene la oportunidad de
describir la experiencia sufrida y analiza su comportamiento.

Depresión y manía: son dos trastornos emocionales o afectivos llamados también trastornos del humor. Tienen que
ver con eso que normalmente llamamos alegría o, su polo opuesto, tristeza. Estos últimos son estados normales en
nuestra vida diaria que manifestamos a partir de experiencias tales como pérdidas, muerte de un ser querido, éxitos
o fracasos, desengaños, inicio de proyectos, asunción de responsabilidades, etc. Pero hemos de distinguir entre estos
estados habituales del humor y su “exageración” patológica: la depresión (tristeza) y la manía (euforia). Si una persona
padece uno, y sólo uno, de estos dos estados de manera crónica y repetida diremos que sufre un trastorno unipolar.
Si alterna periodos de depresión con otros de euforia, nos encontramos ante un trastorno bipolar o enfermedad
maníaco depresiva.

 Depresión: como dijimos más arriba, se trata de un sentimiento de tristeza de gran intensidad,
desproporcionado respecto al hecho que lo origina y que perdura más allá de un tiempo razonable. Es un
trastorno muy habitual en la sociedad occidental actual. Entre los elementos que colaboran a que se
desencadene encontramos factores hereditarios y biológicos, además de ciertos rasgos de personalidad como
la introversión, por ejemplo. Entre los primeros, los cambios hormonales pueden provocar dichos cambios de
humor. También algunas enfermedades (un anormal funcionamiento de la tiroides), son fuente habitual de
depresiones. Los síntomas típicos son: tristeza, irritabilidad, ansiedad, dificultad para conciliar el sueño,
pérdida de apetito, indecisión, inquietud, dificultad para expresar las emociones, pérdida del sentido de la
vida, sentimiento de desamparo y desesperanza, pérdida de la autoestima, etc. En los casos más graves, el
sujeto cree padecer alguna enfermedad incurable, tiene delirios e, incluso, y asaltan ideas suicidas. Todo ello
repercute en los rasgos de personalidad y el individuo se vuelve melancólico, pesimista, pasivo, introvertido,
hipercrítico con los demás y consigo mismo.
 Manía: las características de este trastorno son una euforia desproporcionada y una excesiva actividad física.
Es frecuente que aparezca dentro del trastorno maníaco-depresivo (bipolar). Resulta difícil de identificar, pues
los sujetos no son conscientes de que su euforia desmedida está más allá de los límites de la normalidad y
niegan tener problema alguno. Los síntomas, además de la euforia, son: impaciencia, irritabilidad, tendencia
a la agresión, actividad mental acelerada, gran cantidad de actuación (emprende de manera compulsiva
numerosas y diferentes actividades), dispersión de pensamientos, sobre valoración de la propia valía (respecto
al físico, a las riquezas o al talento), una situación general frenética y sin sentido, etc.
 Enfermedad maníaco-depresiva (o trastorno bipolar): el sujeto alterna periodos de depresión con otros de
manía. A veces dichos periodos coinciden con determinadas a estaciones del año. Tiene un componente
genético, aún no localizado. Una forma suave de la enfermedad es el llamado trastorno ciclotímico, en el que
ambos periodos se presentan irregularmente durante unos pocos días y con una intensidad mínima. Una de
las terapias más curiosas para esta enfermedad es la fototerapia: se trata de someter al paciente a sesiones
de una luz artificial similar a la luz de una determinada estación del año cuyos efectos son los que se desea
producir en el sujeto.
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