Tema 1 Parte 2

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1.3.3 Requisitos y sustanciación de la queja.

El recurso de queja se debe presentar por escrito. Becerra Bautista advierte que
“la interposición del recurso debe ser motivada, es decir, con la expresión de los
agravios que cause esa determinación, indicando tanto las disposiciones legales
que se dejaron de aplicar o que se aplicaron ilegalmente, como los argumentos
jurídicos que demuestren la violación correspondiente”.
Antes de la entrada en vigor del decreto de reformas publicado en el DOF del 24
de mayo de 1996, el plazo para interponer el recurso de queja era muy breve: 24
horas, contadas a partir de que surtiera efectos la notificación del acto reclamado.
A partir de la entrada en vigor del decreto mencionado, el plazo de interposición se
amplió a “los tres días siguientes al acto reclamado”, que también deben
computarse a partir de que surta efectos la notificación de dicho acto reclamado.
Antes del decreto de reformas, la queja se debía interponer directamente ante el
tribunal ad quem, pero el quejoso debía comunicar al juez a quo, dentro del mismo
plazo, que había interpuesto el recurso ante aquél, acompañándole copia del
escrito en que se contuviera la queja. A partir de la entrada en vigor del decreto de
reformas, el recurso de queja se debe interponer ante el propio juez de primera
instancia.

1.3.4 Revocación y reposición


La revocación es el recurso ordinario y horizontal que tiene por objeto la
modificación total o parcial de una resolución judicial por el mismo juzgador que la
ha pronunciado. La revocación es un recurso, pues es un medio de impugnación
que se interpone dentro del curso del proceso. Es ordinario en cuanto que procede
contra una generalidad de resoluciones judiciales y no sólo contra resoluciones
judiciales determinadas o específicas, y es horizontal porque el mismo juez que
dictó la resolución impugnada es quien debe resolver el recurso. En el recurso de
revocación no existe la separación entre el juez a quo y el juzgador ad quem.
Recuérdese que a los recursos horizontales también se les denomina remedios,
porque permiten al juez que dictó la resolución recurrida enmendar por sí mismo
(remediar) los errores que haya cometido.

1.3.5 Supuestos de la revocación y reposición.


Dentro de las diversas clases de resoluciones judiciales que pueden ser objeto de
impugnación mediante el recurso de revocación, debemos excluir a las sentencias,
tanto las definitivas como las interlocutorias, considerando la terminante
disposición del art. 683, que expresa: “Las sentencias no pueden ser revocadas
por el juez que las dicta...” La impugnación de las sentencias se hace
ordinariamente, como ya se ha visto, a través del recurso de apelación. Sólo se
analizarán, pues, las demás clases de resoluciones para determinar cuáles
pueden ser supuestos del recurso de revocación y reposición.
Los decretos siempre pueden ser impugnados a través del recurso de revocación
o reposición, según sean dictados en primera o en segunda instancia (arts. 684 y
686). En relación con los autos, hay que distinguir si son emitidos en primera o en
segunda instancia. En general, todos los autos pronunciados en segunda instancia
son susceptibles de ser impugnados a través del recurso de reposición (art. 686).

1.3.6 Requisitos y sustanciación de la revocación y reposición.


Este recurso debe interponerse por escrito y, al igual que ocurre con la queja, en
dicho escrito se deben expresar la resolución impugnada, los motivos de
inconformidad del recurrente o agravios y la petición de que la resolución sea
revocada total o parcialmente.
El plazo para interponer el recurso de revocación o reposición es igual de breve
que el de la queja: 24 horas (antes de la reforma de 1996) o tres días (apartir de la
entrada en vigor de la reforma en cuestión) y se cuenta también a partir de que
surta efectos la notificación del acto reclamado. Como es un recurso horizontal, la
revocación se interpone ante el mismo juez que dictó la resolución recurrida y se
debe sustanciar con un escrito de cada parte. El juez debe resolver el recurso
dentro del tercer día (art. 685).

1.4 Apelación extraordinaria.


La apelación extraordinaria fue introducida en México por el CPCDF de
1932. Desde entonces se ha discutido acerca de su naturaleza jurídica y de sus
semejanzas y divergencias con otros medios de impugnación tales como la
casación, la audiencia del rebelde e incluso el propio amparo mexicano.3 Para
poder analizar mejor la naturaleza jurídica de la apelación extraordinaria resulta
útil precisar los supuestos específicos en los que procede.

414.1 Noción
De acuerdo con el art. 717 del CPCDF, la llamada apelación extraordinaria es
admisible, dentro de los tres meses que sigan al día de la notificación de la
sentencia, en los casos que el mismo precepto señala. Esto significa que a
través de la apelación extraordinaria se impugnan resoluciones que han adquirido
la autoridad de la cosa juzgada, lo cual implica que aquélla es un medio
de impugnación de carácter excepcional, en el sentido en que ha sido explicado
en el capítulo 10 (supra 10.4.1). Pero, además, la apelación extraordinaria
no se tramita dentro del mismo proceso original, pues éste ya ha concluido
mediante sentencia firme, por lo cual tampoco se puede considerar como un
recurso, sino como un proceso ulterior, como un proceso impugnativo de la cosa
juzgada, para emplear la acertada denominación que le asigna Becerra Bautista.

14.2 Supuestos.
La apelación extraordinaria, como medio de impugnación excepcional, sólo
procede en los supuestos siguientes, los cuales se encuentran previstos en el
art. 717:
1. Cuando se haya emplazado al demandado mediante edictos y el juicio se
haya seguido en rebeldía. Becerra Bautista advierte que, en este caso, para
que sea eficiente la apelación extraordinaria se debe acreditar que el
emplazamiento por edictos no se ajustó a las disposiciones legales, por no
haberse hecho en alguno de los supuestos previstos en el art. 122 y que,
por esa irregularidad, la persona que promueve este medio de impugnación no
tuvo conocimiento del juicio que concluyó con sentencia firme
invalidable por los defectos del emplazamiento.
2. Cuando no hayan estado representados legítimamente el actor o el demandado
o no hayan tenido capacidad procesal, y las diligencias se hayan entendido
con ellos.
3. Cuando no haya sido emplazado el demandado conforme a la ley. Ya se ha
señalado que el emplazamiento constituye una de las “formalidades esenciales del
procedimiento”. El demandado que no haya sido emplazado conforme
a la ley tiene, primero, la vía del incidente de nulidad de actuaciones; después
de que se haya dictado sentencia, sin haber comparecido al juicio, la apelación
extraordinaria; y, por último, el juicio de amparo por violación de la
garantía de audiencia que establece el art. 14 de la Constitución (supra 3.8.2).5
4. Cuando el juicio se haya seguido ante un juez incompetente, no siendo
prorrogable la competencia. Según el art. 149, sólo es prorrogable la competencia
por razón del territorio, así como la competencia por razón del
grado, en “el caso en que, conociendo el tribunal superior de apelación contra
interlocutoria, resuelta que sea, las partes estén de acuerdo en que conozca de la
cuestión principal”. Pero fuera de estos dos supuestos —territorio
y grado, en las condiciones señaladas— la competencia no es “prorrogable”. Esto
significa que la regla es que la competencia —sobre todo por
razón de la materia y la cuantía— de los órganos jurisdiccionales no puede
extenderse a casos no comprendidos en ella, aun cuando las partes estuviesen de
acuerdo, en forma expresa o tácita, en someterse a tales órganos
jurisdiccionales.

1.4.3 Requisitos y sustanciación.


Como la apelación extraordinaria es un nuevo proceso, el escrito en que se
interponga constituye una verdadera demanda, que debe reunir los requisitos
del art. 255. La demanda se presenta ante el juez que conoció del juicio original y
sólo puede desecharla en dos casos: cuando el interesado haya contestado la
demanda o cuando se haya hecho expresamente sabedor del juicio. Estos
dos extremos no podrán fundar un rechazo de la apelación extraordinaria,
cuando ésta se promueva con base en la fracc. IV del art. 717 del CPCDF.
Fuera de estos dos supuestos, el juez a quo debe remitir la demanda con el
expediente del juicio principal al superior, emplazando a las partes para que
comparezcan ante él. La apelación extraordinaria se sigue con todos los trámites
de un juicio ordinario (art. 718). La remisión del expediente al superior
implica la suspensión de la ejecución de la sentencia definitiva dictada en el
juicio cuya nulidad se reclama.
1.5 Ejecución procesal.
La ejecución procesal se refiere fundamentalmente a las sentencias de condena,
ya que las sentencias declarativas y constitutivas sólo requiere, por lo general, un
cumplimiento administrativo. Así, por ejemplo, las sentencias firmes dictadas en
juicios de rectificación de actas del estado civil deben ser comunicadas al juez del
registro civil para que éste haga una anotación marginal en el acta respectiva (art.
138 del Código Civil).

1.5.1Noción.
Ante la sentencia, la parte que ha sido vencida en juicio puede asumir alguna
de estas dos actitudes: cumplirla o no cumplirla. Con la actitud del cumplimiento
voluntario se logra la satisfacción de las pretensiones de la parte vencedora,
acogidas en la sentencia, y no se hace necesario ningún acto procesal más. La
actividad del órgano jurisdiccional termina cuando la parte vencida cumple
voluntariamente los puntos resolutivos de la sentencia. En cambio, la actitud
de incumplimiento de la sentencia por la parte vencida hace necesario que el
juez dicte, a instancia de la parte interesada, las medidas adecuadas para lograr la
realización práctica del contenido de la sentencia, aun en contra de la
voluntad de la parte vencida.

1.5.2 Vía de apremio y juicio ejecutivo.


La ejecución de una sentencia de condena se puede llevar a cabo, en la
legislación procesal civil distrital, por una de las dos vías siguientes, a opción de la
parte vencedora: a) la llamada vía de apremio, y b) el juicio ejecutivo (arts. 444,
500 y 505).

1.5.3 Supuestos de la vía de apremio.


Como puede desprenderse de la noción de la ejecución procesal que se ha
expuesto anteriormente, el supuesto lógico de la vía de apremio es la sentencia de
condena. Sin embargo, éste no es el único supuesto que puede dar motivo a la
ejecución procesal.
1.5.4 Presupuesto de ejecución: patrimonio ejecutable.
Couture advierte que en tanto la sentencia penal se ejecuta in personam, la
sentencia civil se ejecuta in rem. “Un patrimonio ejecutable —señala el célebre
procesalista uruguayo— constituye un presupuesto de la ejecución forzada, en
el sentido de que sin él la coerción se hace difícilmente concebible.” Contra el que
no tiene bienes, ninguna ejecución procesal puede tener resultado. Superadas hoy
las etapas en que el deudor pagaba su incumplimiento con la vida o la libertad, es
común considerar prohibida la prisión por deudas civiles y estimar que el deudor
sólo responde de sus deudas civiles con sus bienes. Esta idea civilizadora se
encuentra expresada en el art. 17 de la Constitución mexicana: “Nadie puede ser
aprisionado por deudas de carácter puramente civil.

1.5.5 Reglas generales que rigen la ejecución procesal.


Instancia de parte
Como una manifestación del principio dispositivo que rige al proceso civil, la
ejecución procesal sólo se puede iniciar a instancia de parte (art. 500). Esto
significa que el juzgador no puede ejecutar sus sentencias de oficio, sino sólo a
petición de la parte beneficiada con la sentencia.
De acuerdo con el art. 529, la “acción para pedir la ejecución de una sentencia,
transacción o convenio judicial (‘acción’ llamada tradicionalmente actioiudicati)
durará diez años contados desde el día en que se venció el plazo judicial para el
cumplimiento voluntario de lo juzgado y sentenciado”. Pasado,
pues, ese plazo de 10 años, precluirá el derecho de pedir la ejecución procesal.
Competencia
La regla general es que la ejecución de las sentencias firmes o definitivas,
apeladas
en un solo efecto, corresponda al juez que haya conocido del asunto en primera
instancia (art. 501, primer párrafo). En el mismo sentido, la ejecución de las
sentencias interlocutorias queda a cargo del juez que conozca del juicio principal;
y de la ejecución de los convenios judiciales se encarga el juez que conozca del
juicio en el que se hayan celebrado (art. 501, párrs. segundo y tercero).
1.5.6 Modalidades de la ejecución de las sentencias
En términos generales, las sentencias de condena pueden ordenar un dar, un
hacer o un no hacer a la parte vencida en juicio. El CPCDF regula detenidamente
la ejecución de cada una de las diversas modalidades que pueden adoptar las
sentencias de condena. Vamos a examinarlas, agrupándolas en esas tres grandes
clases: dar, hacer y no hacer.

1.5.7 Embargo
Como ha quedado señalado, la ejecución de las sentencias de condena, ya
sean de dar, hacer o no hacer, por lo general se traducen directa o indirectamente
en el embargo de bienes del condenado, para enajenarlos y con su producto
pagar la cantidad a la que haya condenado la sentencia o los daños y
perjuicios que se ocasionen por su incumplimiento. Esto no significa que toda
ejecución desemboque siempre, necesariamente, en el embargo. No llegan a
éste, por ejemplo, la ejecución de las sentencias que ordenan la entrega de un
bien inmueble o de una persona, el otorgamiento de un instrumento, la celebración
de un acto jurídico y la división de una cosa común. Pero fuera de
estos casos, lo normal es que la ejecución se realice mediante el embargo.

1.5.8 Procedimientos de enajenación de bienes embargados.


El embargo no es un fin en sí mismo, sino un medio para poder lograr la
satisfacción de la sentencia de condena o de los demás supuestos de la vía de
apremio, cuando éstos se traducen, directa o indirectamente, en el pago de una
suma
determinada de dinero. Eventualmente, el embargo por sí solo puede ser
suficiente para lograr tal satisfacción: a) cuando los bienes embargados consisten
en dinero, pues entonces, en la misma diligencia de embargo “se hace entrega
inmediata al actor en pago” (art. 543), y b) cuando el embargo haya recaído
sobre un crédito y el importe de éste, entregado por el sujeto pasivo del mismo
a la parte vencedora por resolución del juzgado, haya sido suficiente para
cubrir las prestaciones objeto de la condena. En situación similar se encuentran
los casos de administración de fincas urbanas e intervención de rústicas y
de negociaciones mercantiles e industriales, cuando sus rendimientos sean
suficientes para satisfacer tales prestaciones.

1.5.9 Oposición de terceros a la ejecución: tercerías excluyentes.


En ocasiones la ejecución procesal puede llegar a afectar, por diversos motivos,
algunos bienes o derechos de personas que no hayan intervenido como partes en
el proceso del cual derive la ejecución. En tales casos, estas personas —terceros
extraños a la relación procesal— pueden oponerse a la ejecución para defender
sus bienes y sus derechos a través de los procedimientos que el CPCDF,
siguiendo la tradición hispánica,28 denomina tercerías excluyentes.
Las tercerías excluyentes son procedimientos mediante los cuales los terceros
ajenos a la relación procesal se oponen a la afectación de sus bienes o de sus
derechos, ya sea que dicha afectación haya sido decretada como una medida
cautelar (durante el proceso) o bien que se haya llevado a cabo con motivo de la
ejecución procesal a través de la vía de apremio.

1.5.10 Ejecución de las sentencias pronunciadas por tribunales de


otras entidades federativas.
Como una norma básica del sistema federal mexicano, el art. 121 de la
Constitución establece la llamada cláusula de entera fe y crédito, de acuerdo con
la cual todos los actos realizados por los órganos de autoridad de una entidad
federativa —estado o Distrito Federal— tienen validez y eficacia jurídica en todas
las demás entidades federativas. El párrafo inicial de dicho precepto constitucional
expresa: “En cada Estado de la Federación se dará entera fe y crédito a los actos
públicos, registros y procedimientos judiciales de todos los otros.” Sin embargo, el
propio art. 121 constitucional agrega: “El Congreso de la Unión, por medio de
leyes generales, prescribirá la manera de probar dichos actos, registros y
procedimientos, y el efecto de ellos, sujetándose a las bases siguientes...”
El Congreso de la Unión no ha expedido hasta la fecha la ley que reglamente las
bases contenidas en el precepto constitucional mencionado. No obstante, como la
“cláusula de entera fe y crédito” tiene vigencia en virtud de dicho artículo, conviene
tomar en cuenta las bases contenidas en su fracc. III.

1.5.11 Procedimiento de reconocimiento y ejecución de las


sentencias extranjeras.
Frente a la sentencia firme dictada por un tribunal extranjero, el ordenamiento
jurídico nacional puede asumir alguna de las posiciones siguientes: a)
negaenteramente eficacia a la sentencia extranjera, requiriendo en todo caso un
nuevo proceso ante los tribunales nacionales, en el cual se pronuncie una nueva
sentencia, completamente independiente de la extranjera (sistema territorialista);
b) condicionar la eficacia de la sentencia extranjera a un examen completo —tanto
de fondo como de forma— del proceso y de la sentencia extranjera, el cual
culmina con una nueva sentencia que puede confirmar, revocar o modificar la
sentencia extranjera (sistema de revisión); c) reconocer la eficacia de la sentencia
extranjera, previo un breve procedimiento en el que el tribunal nacional verifique
que la sentencia extranjera cumpla con determinados requisitos formales fijados
en la ley o en los tratados internacionales, y que respete el orden público nacional
para, en caso afirmativo, ordenar su ejecución (sistema del procedimiento de
exequátur u homologación), y d) negar o aceptar la ejecución de la sentencia
extranjera, atendiendo exclusivamente a factores circunstanciales (sistema
discrecional).

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