Historia Del Universo
Historia Del Universo
Historia Del Universo
Introducción
La ciencia actual tiene su propia interpretación de como es el Universo. Nuestra idea del
Cosmos ha ido construyéndose a lo largo de los últimos cien años, apoyándose en nuevas
teorías científicas y en descubrimientos astronómicos.
La gran explosión
A principios del siglo XX una cuestión que había ocupado a los astrónomos durante más
de cien años todavía estaba sin resolver. Se centraba en algunos objetos celestes, las
nebulosas, cuya naturaleza era objeto de debate. En aquella época se pensaba que el
Universo era lo que llamamos la Galaxia, o la Vía Láctea, un gigantesco conglomerado de
más de cien mil millones de estrellas, en forma de disco y con un tamaño de cien mil años
luz de diámetro. Se le llamaba también el "universo-isla", al ser considerada como una
isla de estrellas en el mar vacío que se creía que era el espacio exterior. Las nebulosas,
llamadas así por su aspecto difuso, como de nube, se consideraban componentes de la
Galaxia. Algunos científicos proponían que podrían ser sistemas solares en formación; su
aspecto de disco girando parecía apoyar esta interpretación. Otros astrónomos, sin
embargo, sostenían que las nebulosas eran en realidad galaxias gigantes como la nuestra,
como la Vía Láctea. Si este era el caso debían estar muy alejadas, a tal distancia que las
estrellas que las componen no se podían ver por separado, y de ahí el aspecto nebuloso.
La galaxia de Andrómeda
Un hito importante para la resolución del dilema fue la puesta en marcha en 1917 del gran
telescopio Hooker en el Monte Wilson, en California. Con su espejo de vidrio de dos
metros y medio de diámetro era con diferencia el más potente de la historia. Edwin
Hubble y sus colaboradores utilizaron el gran telescopio para observar las nebulosas.
Pudieron reconocer que efectivamente estaban formadas por estrellas. Para una de ellas, la
gran nebulosa de Andrómeda, Hubble pudo calcular su distancia a partir del estudio de las
estrellas variables que identificó en su interior. La distancia que encontró era de 900.000
años luz, muy superior al tamaño de la Galaxia. Hoy sabemos que la distancia real es
mucho mayor, de 2,5 millones de años luz. Andrómeda estaba por tanto fuera de la Vía
Láctea, era una galaxia tan grande o más que la nuestra. Y lo mismo sucedía para la gran
mayoría de las nebulosas conocidas, eran universos-isla, galaxias exteriores. Desde
entonces ya no se les llama nebulosas, sino galaxias, como la gran galaxia de Andrómeda.
Este descubrimiento resultó un hito en la historia de la Cosmología. El Universo era
muchísimo más grande de lo que se pensaba. No se limitaba a nuestra Galaxia, sino que
era mucho más extenso, y estaba formado por un gran número, millones de millones, de
galaxias como la nuestra. Estas galaxias constituían sus elementos fundamentales, los
ladrillos con los cuales está construido el Cosmos.
Pero Hubble aún realizó otro descubrimiento fundamental. Observó que todas las galaxias
se están alejando de la nuestra. Además, cuanto más lejana está una galaxia, más deprisa
se aleja de nosotros. ¿Qué tiene de particular la Vía Láctea para que todas las demás
galaxias le huyan, cuanto más deprisa mejor? Nada. En realidad no son las demás galaxias
las que se alejan de la nuestra, sino que todas se alejan unas de otras. Nuestro Universo
está en expansión, las distancias entra las galaxias aumentan a medida que pasa el tiempo.
En esta situación, desde cualquier galaxia se observa a las demás alejarse, sin que la
galaxia desde la que se observa tenga ninguna particularidad. Este efecto lo podemos
ilustrar con el ejemplo de un globo -que representa al Universo- sobre el cual pegamos
unos trocitos de papel -las galaxias-. Al hinchar el globo, los papelitos se alejan unos de
otros, y desde cualquiera de ellos parece que son todos los demás los que retroceden a
mayor velocidad cuanto más lejanos estén.
La expansión no sólo afecta a la materia, a las galaxias, que se alejan unas de otras.
También afecta a la radiación. La luz participa de la expansión del Universo. Al viajar por
un Universo que se va haciendo más grande, su longitud de onda aumenta al mismo ritmo
con el que se expande el espacio. Por eso la luz se hace cada vez más roja. Cuando
observamos una galaxia lejana, la vemos tal y como era en el pasado, porque la luz se
desplaza a una velocidad finita, y ha tardado tiempo en llegar al observador. Esa luz
empezó a viajar en el pasado, y en su viaje hasta el presente ha participado de la
expansión, ha aumentado su longitud de onda, se ha enrojecido. Cuanto más lejana está la
galaxia que observamos, más enrojecida llega su luz. Este fenómeno se llama
desplazamiento o corrimiento al rojo, y es el que permitió a Hubble darse cuenta de que
las galaxias se alejan.
El Universo, pues, tuvo su origen en el pasado, en la gran explosión. Para saber cual será
su futuro necesitamos conocer con cierto detalle su contenido. Después de la explosión,
que es la causa de la actual expansión, la única fuerza que actúa en el Universo a gran
escala es la fuerza de la gravedad. La gravedad hace que las galaxias se atraigan unas a
otras, y por tanto se opone a la expansión. En consecuencia, dicha expansión debería ser
cada vez más lenta. ¿Llegará la gravedad a frenar la expansión? Eso depende de lo fuerte
que sea la gravedad, lo cual a su vez está relacionado con la cantidad de materia que hay
en el Universo, con la densidad de materia.
Si la densidad es grande, la fuerza de gravedad será muy intensa, y podría llegar a frenar
la expansión. Si la expansión se detiene, como la gravedad sigue actuando, las galaxias se
atraerán unas a otras, y comenzará una contracción. El Universo se hará cada vez más
pequeño hasta que toda la materia vuelva a concentrarse en un punto, como en el origen.
Podría darse el caso de que este punto a su vez volviese a explotar, dando lugar a un
nuevo "big bang" y a un nuevo Universo en expansión, que a su vez volvería a detenerse y
contraerse, de forma cíclica. A este modelo lo llamamos "Universo oscilante".
Por el contrario, si la densidad del Universo no es suficiente para que la gravedad frene la
expansión, entonces el Universo se expandirá para siempre, será cada vez más grande,
indefinidamente. Hay un caso límite, aquel en que la densidad del Universo es la justa
para que la expansión se frene en un tiempo infinito. A esta densidad se le llama densidad
crítica, y haría que el Universo esté también siempre en expansión, pero cada vez más
lenta y tendiendo asintóticamente a detenerse.
De esta forma, si la densidad del Universo actual es superior a la crítica, la expansión se
detendrá y seguirá una contracción. Si es igual o inferior a la crítica, la expansión
continuará para siempre. Para saber cual de estos casos se corresponde al futuro real, hay
que medir la densidad de materia en el Universo. A este empeño se dedican los
astrónomos desde los años 50 del pasado siglo.
Hay varias formas de medir la densidad del Universo. La más inmediata es medir la
cantidad de materia brillante, la materia que vemos en forma de galaxias y de su
contenido en estrellas y nubes de gas. El resultado de esta medida da una cantidad muy
pequeña: la densidad de materia brillante es sólo un 4% de la necesaria para detener la
expansión. Por tanto, la expansión del Universo nunca se detendrá.
Otra forma de determinar la densidad es midiendo la masa dinámica. Las galaxias
próximas giran unas alrededor de las otras, debido a su atracción gravitatoria mutua.
Observando su movimiento podemos medir su masa, de la misma forma que observando
el movimiento de los planetas medimos la masa del Sol. El resultado que obtenemos es
que la masa dinámica representa el 30% de la densidad crítica. Y aquí surge uno de los
grandes misterios de la cosmología moderna.
La masa determinada de forma dinámica es mucho más grande que la obtenida observando
la materia brillante. Hay una gran cantidad de materia que sabemos que existe porque
detectamos sus efectos gravitatorios, pero que sin embargo no vemos. Es lo que se
denomina la materia oscura. Esta materia oscura existe en todas las galaxias, incluida
nuestra Vía Láctea. Aunque se han apuntado varias posibilidades acerca de su naturaleza,
hoy en día aún no sabemos lo que es.
Dentro del plasma se producen reacciones nucleares que dan lugar a la formación de
núcleos atómicos compuestos por varios protones y neutrones, como por ejemplo núcleos
de Helio, Litio, etc. Sin embargo, las energías son tan altas que los núcleos recién
formados son destruidos inmediatamente al colisionar con otras partículas. Llega un
momento, al seguir enfriándose el Universo, en que los núcleos recién formados ya no se
destruyen. La temperatura ha bajado lo suficiente para que los núcleos pesados resistan
las colisiones sin fragmentarse. Se crea en este momento una gran cantidad de átomos de
Helio, aproximadamente el 25% de los protones que existían en el Universo se unen para
formar núcleos de Helio. A este fenómeno se le denomina la nucleosíntesis primordial, y
constituye una de las pruebas decisivas para la aceptación de la teoría del big-bang.
Sabemos que el Universo actual está formado por un 25% de Helio, casi un 75% de
Hidrógeno, y el resto por átomos más pesados que han sido sintetizados por las estrellas.
La presencia de ese importante porcentaje de Helio implica la existencia de la
nucleosíntesis primordial en un Universo que en el pasado fue muy caliente.
La nucleosíntesis primordial tiene lugar tres minutos después del big bang, y dura muy
poco tiempo. Al seguir enfriándose el Universo las reacciones nucleares se detienen.
Cuando la temperatura baja, los protones no tienen suficiente energía para interaccionar,
la repulsión electrostática impide que se acerquen. Al cesar la nucleosíntesis primordial el
Universo se queda con la proporción de Hidrógeno y Helio que tiene en la actualidad.
El siguiente hito en la historia del Universo tiene lugar 380.000 años después. La
temperatura ha descendido mucho, es de unos 3.000 grados. A esta temperaturas los
electrones se unen a los núcleos, formando átomos neutros. Antes esto también sucedía,
pero los átomos se rompían inmediatamente por efectos de las colisiones. A menos de
3.000 grados los choques no destruyen los átomos, estos ya son estables. De repente, el
Universo pasa de ser un plasma de partículas cargadas a convertirse en un gas formado
por Hidrógeno y Helio. El Universo se hace transparente. Antes, la luz, los fotones, no
viajaban libremente sino que estaba chocando continuamente con las partículas cargadas.
En un gas atómico, sin embargo, la luz viaja libremente, por eso los gases son
transparentes.
A la época en la que esto sucede se le llama época del desacoplo, porque la luz pasa de
estar acoplada con la materia a viajar libremente. Desde entonces la luz ha estado
viajando por el Universo, y es la misma luz que observamos ahora como fondo cósmico
de microondas. Desde el principio de su viaje ha participado de la expansión del Universo
y se ha enrojecido. Se ha ido enfriando y de los 3.000 grados de la época del desacoplo ha
pasado a los 2,7 grados en la actualidad.
La radiación de fondo cósmico es lo más lejano que podemos ver. Como la luz tiene una
velocidad finita, cuanto más lejos miramos más hacia el pasado estamos viendo. Lo más
lejano que podemos ver es el Universo en la era del desacoplo, cuando la luz empezó a
viajar. Más allá nunca podremos ver, porque antes del desacoplo la luz no viajaba.
Después del desacoplo el Universo está lleno de gas. Al seguir la expansión esta gas se va
agrupando y formando estructuras, regiones de mayor densidad. Es en esas estructuras en
las que se forman la primeras galaxias, y en ellas las estrellas y planetas, hasta llegar a la
configuración del Universo actual.
La energía oscura
La magnitud del problema llevó a los científicos a realizar observaciones cada vez más
precisas del fondo de microondas, primero desde tierra y luego mediante observatorios
espaciales. El primer satélite diseñado para esta observación, llamado COBE (del inglés
Cosmic Background Explorer, explorador del fondo cósmico) demostró que el fondo no
era completamente homogéneo, había pequeñas diferencias de temperatura y densidad
entre unos puntos y otros. Posteriormente, otro satélite más potente, el WMAP (Wilkinson
Microwave Anisotropy Probe, sonda Wilkinson para la anisotropía de las microondas)
realizó un mapa de la radiación de fondo mucho más detallado, que hacía aún más
patentes esas diferencias.
El estudio de las inhomogeneidades del fondo cósmico, puestas de manifiesto por COBE
y WMAP, nos permite conocer muchas más cosas acerca de la historia y el contenido del
Universo. Haciendo uso de modelos físicos que describen el comportamiento de la
materia y la energía en la era del desacoplo, a partir del mapa de las inhomogeneidades
podemos determinar muchos parámetros fundamentales de nuestro Universo. Uno de ellos
es su densidad. Utilizando los mapas proporcionados por WMAP, obtenemos que la
densidad del Universo es exactamente la densidad crítica, la necesaria para detener la
expansión en un tiempo infinito.
Sin embargo, habíamos visto que la materia que podemos ver en el Universo, la materia
visible, sólo permite alcanzar el 4% de esta densidad crítica. La materia que detectamos
por sus efectos gravitatorios, lo que llamamos materia oscura, da cuenta de un 26%
adicional de la densidad crítica. Si a partir del estudio del fondo cósmico concluimos que
la densidad es exactamente la crítica, ¿cuál es el otro componente del Universo, que
contribuye al 70% de su densidad, y que no es ni materia brillante ni materia oscura? A
ese nuevo componente se le llama energía oscura, y en la actualidad no sabemos nada
acerca de su naturaleza.
Además de medir la densidad, hay otra forma de estudiar el futuro del Universo. Consiste
en medir la variación de la velocidad de expansión. Hoy en día, si observamos la
velocidad de alejamiento de las galaxias como empezó a hacer Hubble con el telescopio
de monte Wilson, podemos medir la velocidad de expansión en la actualidad. Por otra
parte, recordemos que si miramos muy lejos en el Universo estamos mirando hacia el
pasado, debido a que la velocidad de la luz es finita. Si observamos la velocidad de
recesión de las galaxias más alejadas, podemos llegar a medir la velocidad de la
expansión en el pasado. Comparando la velocidad de expansión en el pasado y en el
presente podemos calcular a que velocidad disminuye la expansión, y por tanto si esa
expansión se detendrá o continuará hasta el infinito.
Epílogo
A modo de conclusión, vemos que en la actualidad nuestro modelo del Universo se
enfrenta a dos grandes retos. El estudio de la radiación de fondo nos indica que
desconocemos completamente el 70% del contenido del Universo. La expansión acelerada
índica que también desconocemos la fuerza más importante de cuantas actúan en el
Universo. La situación no parece, pues, muy satisfactoria. Sin embargo estos nuevos retos
están estimulando a físicos y astrónomos a mejorar nuestro modelo del Cosmos, y las
teorías físicas en las cuales este modelo se sustenta. En los próximos años vamos a vivir
una de las eras más apasionantes de la Cosmología, e incluso podríamos ser testigos del
nacimiento de nuevos modelos cosmológicos o de la revisión de las teorías físicas
actuales.