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TEORÍA DEL

ESTADO Y CIENCIA
POLÍTICA
LECTURA OBLIGATORIA

Fernández Fontenoy, C. (2021). La élite política peruana: sus inicios republicanos. Sílex, 11(1),
14–35. https://doi.org/10.53870/silex.202111161

Edición de circulación restringida sustentada en la Legislación sobre Derechos de


Autor

DECRETO LEGISLATIVO 822 (*)


“Artículo 43.- Respecto de las obras ya divulgadas lícitamente, es permitida sin
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u otra transacción a título oneroso, ni tenga directa o indirectamente fines de
lucro. (…)”.
Sílex Vol. 11, Nº 1, enero - junio 2021 pp. 14-35 Fecha de entrega: 3/20/21
https://doi.org/10.53870/silex.202111161 Fecha de aprobación: 7/2/21

La élite política peruana: sus inicios republicanos


Carlos Fernández Fontenoy1
Universidad Antonio Ruiz de Montoya, Lima, Perú

ORCID: https://orcid.org/0000-0002-7382-6036

Correspondencia: [email protected]

“Uno de los más fascinantes y menos estudiados


asuntos que la historia social ofrece entre
nosotros, es el que atañe a las élites”
Jorge Basadre, La promesa de la vida peruana

Resumen
Este trabajo constituye la primera parte de un texto que pretende, en primer
lugar, describir las principales características de las élites políticas militares y
civiles que gobernaron el Perú durante los inicios de la historia republicana
del Perú. En segundo lugar, y partiendo de los rasgos más importantes de estas
élites fundadoras de la república, se intentará realizar un análisis comparativo
entre éstas primeras élites y las del Perú actual. El objetivo de esta comparación
consiste en reflexionar sobre las continuidades, permanencias, rupturas o
cambios acaecidos en las élites políticas peruanas durante los doscientos
años transcurridos desde la fundación del Perú. Pensamos que este ejercicio
comparativo puede ayudarnos a entender y explicarnos un poco mejor la
actual crisis de representación política por la atraviesa este país.
Palabras clave: Perú élites políticas, Perú siglo XIX, Perú élites militares, Perú
élites civiles, Perú independencia, Perú república.

Abstract
This work constitutes the first part of a text that aims, in the first place, to
describe the main characteristics of the political elites, military and civilian,

1 Este artículo es el avance de una investigación en curso, de más largo aliento,


sobre las élites y la clase política peruana.

14
which governed Peru during the early stages of its republican history. In
second place, taking in consideration the traits of these foundational elites,
we will attempt to make a comparative analysis between those original elites
and the ones present in Peru today. The objective of this comparison consists
of reflecting about the continuities, permanences, ruptures or changes that
transpired on these elites during the last two hundred years of republican
history. We think that this comparative exercise can help us better understand
and explain the current political representation crisis affecting this country.
Keywords: Perú political elites, Perú XIX Century, Perú military elites, Perú
civilian elites, Perú Independence, Perú republic.

1. Introducción
A punto de cumplirse doscientos años de existencia de la república del
Perú, se hace menester realizar una renovada reflexión sobre las causas
de los graves problemas nacionales irresueltos, arrastrados a través de
dos centurias, y con la persistente presencia en el imaginario popular
de la idea de que el Perú es un país “bendecido por Dios”, que posee
ingentes recursos naturales -incluido el oro-2, y que, sin embargo,
tiene a una gran parte de su población sumida en la pobreza.
Varios pensadores sostienen que la causa de un buen porcentaje de los
males peruanos se debe a la incapacidad de sus élites y clases políticas de
imaginar y propiciar el desarrollo nacional, prometido en cada campaña
electoral, promesas generalmente incumplidas, cuando no traicionadas.
La importancia de las élites y las clases políticas no radica solamente
en su función de gobernar, sino, además, en ser, desde la independencia
del Perú en 1821, las escultoras del Estado, de su sistema político y,
por ende, de la construcción de las instituciones de gobierno, de las
organizaciones políticas (partidos), de los proyectos nacionales, de las
agendas políticas y de influenciar de manera relevante en la formación
de una cultura política nacional.
Por estas y otras razones, siempre es necesario estudiar los
comportamientos y las capacidades de las élites y las clases políticas de

2 Sigue siendo popular la ya antigua frase del italiano Antonio Raimondi, quien
afirmó que “el Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”.

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un país, pero ello cobra mayor relevancia y urgencia cuando estamos
frente a una profunda crisis de estos grupos dirigenciales3: que esta crisis
moral y de representación sea internacional no disminuye la gravedad
ni el impacto de sus consecuencias políticas y sociales.
Este artículo es la parte introductoria de un trabajo de más largo
aliento, cuyo eje central está constituido por el análisis comparativo de
las características que tuvieron las primeras élites políticas en los inicios
de la república peruana, con los rasgos de la actual clase política que
gobierna el Perú. Esta comparación, que abarca los doscientos años
de existencia del Estado peruano, nos permitirá reflexionar sobre los
cambios y las permanencias de estos grupos sociales, estratégicos en la
conducción política del Estado.

2. Élite política, clase política


Las teorías de la élite política y de la clase política se desarrollaron a
partir de autores como Vilfredo Pareto (1848-1923), Gaetano Mosca
(1858-1941) y Roberto Michels4 (1876-1936), quienes, si bien
realizaron investigaciones de corte histórico y comparativo, van a
centrar sus esfuerzos en el análisis de las sociedades modernas, las que
ya contaban con formas estatales de organización social.
Sin embargo, la pregunta que nos hacemos sobre quiénes deberían
gobernar, es decir, dirigir, mandar, ejercer el poder político, se remonta
en occidente, por lo menos, a la época del pensamiento clásico griego.
Pensadores como Pitágoras, Heráclito, Platón y Aristóteles realizaron
una serie de reflexiones sobre este tema, algunas de las cuales guardan
vigencia y utilidad en nuestros días.
El tema del poder y de cómo el poder político se organiza, funciona,

3 La alternancia casi ininterrumpida de gobiernos civiles y militares, en gran parte


de la historia republicana del siglo xx, expresa una constante crisis de las élites
políticas civiles. La actual sería más profunda, ya que expresa el final de un ciclo
de vigencia de varios partidos políticos surgidos en el siglo xx, especialmente en
su segunda mitad.
4 A estos autores se les considera como pertenecientes a la “Escuela italiana de las
élites”, también conocida como neomaquiavélica.

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se ejerce o se justifica ideológicamente es un problema que nos atañe
y percorre casi toda la historia de las ideas políticas de occidente. Los
Estados modernos y contemporáneos se han caracterizado por tener
estructuras sociales piramidales y jerárquicas, en las cuales, entre una
clase social y otra, existen notorias y muchas veces injustas diferencias y
desigualdades. Estas son de tipo económico, étnico-cultural, educativo
o racial, entre otras.
Las importantes distancias entre los distintos grupos o las
distintas clases sociales se fueron dando en el transcurso de la historia
a partir de las diversas formas de división del trabajo5, las diferencias
entre propietarios y no propietarios, así como en el surgimiento
y la multiplicación de las “especialidades” en el mundo científico,
tecnológico, productivo o laboral.
Esta brecha entre los grupos sociales fue creciendo, debido a que
solamente pequeños sectores de las sociedades tuvieron el privilegio
de acceder, primero a la propiedad de los medios de producción, y
luego, o paralelamente, al conocimiento científico, al tecnológico y a
la información6.
De esta manera, se fue configurando socialmente la dicotomía
élite-masas, en la cual las élites no solamente dominan a las masas
económicamente y en los aspectos mencionados, sino que, además,
se consideran destinadas a instruir, guiar, dirigir e iluminar con su
conocimiento a las masas7. Mientras subsistan las diferencias y las
desigualdades descritas, seguirán existiendo y dominando las élites en

5 Desde la división general entre el trabajo manual y el trabajo intelectual, hasta las
múltiples divisiones al interior de cada una de estas, ocasionadas por los cambios
en los modos de producción.
6 Por ello, de un tiempo a esta parte, se habla de las “sociedades del conocimiento”
o de las “sociedades de la información”.
7 A través de la historia, estas élites han sido denominadas de diferentes maneras:
clases gobernantes (Keller, 1971), clases dirigentes (Touraine, 1989), élite política
(Pareto, 1980), clase política (Mosca, 1984), etc. Desde la corriente marxista,
Lenin utilizó el concepto de “vanguardia” para referirse tanto al partido del
proletariado -“partido vanguardia del proletariado”- como a la cúpula dirigente
de los partidos políticos revolucionarios que debían iluminar, esclarecer y
conducir al proletariado y al campesinado al poder (Lenin, 1974).

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nuestras sociedades.
La paulatina disminución de las distancias sociales constituye un
avance en los procesos de democratización y es una de sus consecuencias,
la modificación de los roles de las élites y las clases políticas, debido al
aumento de la conciencia y la participación política de la población.
La creciente importancia de la sociedad civil, así como de las nuevas
formas de difusión de la información (TIC), están permitiendo que los
pueblos (las masas) tengan mayor influencia en los procesos de toma de
decisiones de Estado.
Entre las diversas corrientes de pensamiento que analizan los
procesos sociales y políticos mencionados -especialmente el poder
político-, se encuentra la teoría de las élites o la clase política, que trata
de explicar la dinámica y el ejercicio del poder en nuestras sociedades,
sobre todo de las modernas.
Existen una serie de teorías, marcos y categorías conceptuales sobre
la clase y las élites políticas, de los cuales debemos tomar los elementos
más apropiados para poder analizar la historia política del Perú.
Como sabemos, en casi todas las sociedades, la existencia de una
persona o un grupo de personas dedicadas a gobernar constituye una
constante en la historia de nuestra especie humana. Sin embargo, los
grupos gobernantes, las élites políticas, también se han modificado a
través del tiempo. Conforme las sociedades van cambiando en sus variadas
dimensiones, también van mutando las funciones de las personas y de
los grupos o las clases sociales, incluidas las maneras de ejercer el poder
político y su forma de organizar los procesos de toma de decisiones.
En este trabajo, vamos a utilizar el concepto de élite política,
entendiéndola como un grupo social funcional8, no muy extenso, integrado
por personas provenientes de diversas clases sociales (pluriclasistas), que
cumplen con la función social de gobernar, es decir, de tomar decisiones

8 Son grupos sociales funcionales, en el sentido de que cumplen una función social
específica, como también lo hacen, por ejemplo, las Fuerzas Armadas (función de
velar por la defensa nacional).

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políticas en los diversos niveles del gobierno de un Estado9. Generalmente,
la élite política es un grupo más reducido que la clase política.
Siguiendo a Klaus von Beyme (1995), la clase política surgió en
occidente a partir de la aparición de los partidos políticos modernos y
del aumento considerable de los integrantes de los parlamentos (proceso
de parlamentarización). De acuerdo con el mismo autor, la clase política
estaría integrada por “todos los políticos en la medida en que participan
de la estructura de privilegios, incluso aunque no alcancen una gran
importancia en la jerarquía decisoria de la élite. Frecuentemente, se
incluyen también los actores que influyen en las decisiones políticas,
la élite administrativa, las élites económicas, y los grupos dirigentes de
grupos de intereses importantes” (1995, pp. 11, 30).
Nos será de utilidad, asimismo, la descripción que realiza Thomas
Bottomore sobre las élites políticas, al mencionar que están compuestas
por los “miembros del gobierno y de la alta administración, jefes militares
y, en algunos casos, familias políticamente influyentes, de una aristocracia
o casa real y directivos de empresas económicas poderosas” (1965, p. 19).
Al referirse este pensador a la clase política, señala que forman parte
de ella la élite política y “todos aquellos grupos que ejercen el poder o la
influencia políticos, y se hallan empeñados directamente en luchas por
la jefatura política […] pero puede también comprender ‘contraélites’
formadas con los jefes de partidos políticos que no están en el poder, y
con representantes de intereses […] así como con grupos de hombres
de negocios e intelectuales que desempeñan parte activa en la política”
(1965, p. 20).
Bottomore concluye que la clase política “se compone de una
cierta cantidad de grupos que pueden mantener entre sí diversos grados
de cooperación, rivalidad o antagonismo” (1965, pp. 19-20).
Las élites y las clases políticas, según sus diversos intereses y
afinidades (ideológicas, de clase, funcionales, regionales, religiosas,
etc.), se agrupan en diferentes tipos de organizaciones políticas, como
son, por ejemplo, los partidos, los comités, los frentes o las coaliciones

9 Por ello, se menciona la existencia de clases o élites políticas nacionales, regionales


y locales.

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partidarias, los movimientos, los colectivos políticos, etc. Los mayores o
menores niveles de autonomía de las élites y las clases políticas respecto
de los poderes económicos, religiosos, militares o extranjeros, varían en
el tiempo, debido a múltiples factores.
El rol protagónico de las élites y las clases políticas en los
procesos políticos del Perú llevó a una serie de pensadores peruanos
a investigar, interrogarse y criticar los comportamientos de nuestras
élites y clases políticas a través de nuestra historia. Encontramos textos
muy interesantes sobre esta temática en intelectuales de diferentes
orientaciones ideológicas, como Manuel González Prada (1976a y
1976b), Francisco García Calderón (1907), Víctor Andrés Belaunde
(1987), José Carlos Mariátegui (1979a), Víctor Raúl Haya de la Torre
(1936), Jorge Basadre (1968), Nicolás Lynch (1999) o Martín Tanaka
(2005), entre otros, que han hecho importantes aportes sobre este tema.
En la primera etapa de la república del Perú, en la cual no
existieron partidos políticos en el sentido moderno10, podemos apreciar
la presencia de élites políticas militares y civiles; las militares fueron
las que tuvieron la hegemonía en el manejo del poder y del gobierno,
especialmente entre 1821 y 1895, con muy breves paréntesis de
gobiernos civiles. El más largo de este último tipo fue el del presidente
José Pardo (1872-1876), fundador del Partido Civil.
Más tarde, ya entrado el siglo xx, aparecieron partidos modernos11,
como el Partido Aprista Peruano (PAP) en 1931, la Unión Revolucionaria
(UR) en 1931, el Partido Demócrata Cristiano (DC) en 1955, Acción

10 Los partidos habrían surgido en Estados Unidos y Europa entre el último tercio
del siglo xviii y la primera mitad del siglo xix (García Cotarelo, 1985, p. 17;
Duverger, 1984, p. 15).
11 Una definición que puede describir a los partidos “modernos” es la que da
Ramón García Cotarelo: se puede considerar como un partido a “toda asociación
voluntaria en el tiempo, dotada de un programa de gobierno de la sociedad en
su conjunto, que canaliza determinados intereses sectoriales (la idea de ‘partido
de todo el pueblo’ sólo puede ser una falacia o una distracción) y que aspira a
ejercer el poder político o a participar en él, mediante su presentación reiterada a
los procesos electorales, si bien este último rasgo no tiene porqué ser inexcusable”
(García Cotarelo, 1985, p. 14). Habría que añadir la característica de poseer un
aparato o una burocracia partidaria.

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Popular (AP) en 1956 y el Partido Popular Cristiano (PPC) en 1966,
entre otros. El surgimiento de estos partidos no solamente significó
la aparición de la clase política en el Perú, sino también una mayor
presencia de los civiles en los gobiernos del Perú, aunque todavía lo
harán de manera intercalada con los militares.

3. Antecedentes: las élites antes de la república


En gran parte del territorio que pertenece a la república del Perú en
nuestros días, ejercieron el poder político las élites españolas, y antes,
las élites andino-amazónicas, entre las que destacan la élite incaica o del
Tahuantinsuyu12. Si bien las élites políticas republicanas significaron
una ruptura con los grupos que gobernaron antes lo que hoy es el Perú,
es indudable que existen también ciertas continuidades, como lo es la
cultura autoritaria, tanto la heredada de los incas, como la proveniente
de los españoles. Asimismo, heredamos del virreinato ciertas prácticas
administrativas, algunas de ellas poco eficientes y non sanctas.
Si echamos una mirada retrospectiva, los historiadores nos
informan que la élite política que gobernó el Tawantinsuyu estuvo
conformada principalmente por la nobleza incaica. Los cargos políticos,
militares y religiosos más importantes fueron ocupados por la nobleza
de sangre de los incas. Este selecto grupo estuvo integrado por las
llamadas panacas13, que según algunos estudiosos fueron once, aunque
pudieron haber llegado a dieciséis de acuerdo con otras investigaciones.
Cada nuevo inca, al asumir el poder, dejaba de pertenecer a su panaca
de nacimiento, y al morir, sus descendientes conformaban una nueva
panaca (Fernández, 1987, pp. 89-101).
Según el cronista Miguel Cabello Balboa, en la época de la
conquista, solamente la panaca de Túpac Inca estuvo integrada por
unos mil miembros (Conrad y Demarest, 1988). Esta cifra aproximada
nos puede dar una idea sobre la magnitud de la nobleza de sangre.

12 Con el nombre de Tahuantinsuyu o Tahuantinsuyo se denomina al imperio de los


incas.
13 Las panacas fueron una especie de ayllus reales o imperiales, es decir, linajes o
clanes familiares descendientes de un inca.

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El otro grupo de esta clase gobernante lo constituyeron los ayllus
cusqueños, también llamados los ayllus ‘custodios’14, que al parecer
fueron diez y su función fue la de cuidar la ciudad del Cusco, así como
la de proteger al inca (Rostworowski, 1988; Pease, 1991). Conforme el
Tahuantinsuyu fue creciendo, fueron incorporándose a la élite política
los curacas (jefes o caciques) de las etnias conquistadas o dominadas por
los incas, así como los denominados curacas o incas ‘de privilegio’, los
cuales eran elegidos por el inca para la realización de trabajos específicos,
generalmente de tipo político-administrativo.
La máxima autoridad al interior del grupo gobernante del
Tahuantinsuyu fue el inca, considerado de origen divino -hijo del
Sol-, el cual, con el tiempo, ejerció un poder casi absoluto en el
territorio bajo su dominio.
Durante la época del virreinato del Perú, la élite política que
ejerció el poder estuvo compuesta en sus inicios y en sus postrimerías,
principalmente por españoles de nacimiento15. Según el reconocido
escritor español José Ortega y Gasset, la conquista fue un evento
realizado por el “pueblo” español:
Nuestro “pueblo” hizo todo lo que tenía que hacer: pobló, cultivó,
cantó, gimió, amó. Pero no podía dar a las naciones que engendraba
lo que no tenía: disciplina superior, cultura vivaz, civilización
progresiva […] en España lo ha hecho todo el “pueblo”, y lo que
no ha hecho el “pueblo” se ha quedado sin hacer. (Ortega y Gasset,
1988, p. 108)

Por su parte, Javier Prado, que fue rector de la Universidad de


San Marcos, tiene una visión más bien militarista sobre el perfil de los
españoles que llegaron en las primeras oleadas y ocuparon los cargos
más importantes. Luego, irán diversificándose los postulantes a los
cargos intermedios y menores en América:

14 Los ayllus son una forma de organización social que existió en las sociedades
andinas, incluso preíncas, basados en núcleos de personas ligadas por vínculos de
parentesco.
15 Durante la colonia, la nobleza peruana careció de poder, salvo en el siglo xviii en que
cogobernó en las Audiencias y otras entidades oficiales (Basadre, 2005, t.1, p. 206).

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Los cargos a excepción de los muy elevados, eran pretendidos,
generalmente, por personas sin antecedentes sociales, por aventureros,
por militares destituidos de mérito, caballeros empobrecidos,
negociantes arruinados, quienes solicitaban esos destinos para reparar
sus fortunas o formarlas. (Prado, 1941, p. 130)

Conforme fue organizándose la administración virreinal y


creciendo el número de criollos, estos fueron ocupando cargos
importantes en dicha estructura de gobierno, especialmente en
la Audiencia y los cabildos. Esta pérdida parcial de control de los
peninsulares sobre la administración virreinal, unida a una difundida
corrupción (como fue el comercio ilícito; Basadre, 1944, p. 43), trató
de ser paliada con las reformas borbónicas, las que tuvieron entre uno
de sus objetivos la recuperación del control político-administrativo en
sus virreinatos, en los que reemplazaban a funcionarios criollos por
otros provenientes principalmente de España y Europa (O’Phelan,
1988, p. 194; 1995, p. 29).
Por esta razón, en la etapa final del virreinato, la nobleza criolla
y los criollos en general no tuvieron un protagonismo y una actividad
político-administrativa que los preparara, de alguna manera, para el
reto que significó fundar y gobernar la República del Perú (Prado,
1941, pp. 196-197)

4. Militares y gobierno: la élite política militar en la historia del Perú


Una de las particularidades de los regímenes políticos latinoamericanos,
especialmente a inicios de su vida republicana, ha sido la de tener
gobiernos de tipo militar -el caudillismo militar-, los cuales, en el caso
del Perú, marcaron sus primeras siete décadas de vida independiente
(1822-1895), con pequeños paréntesis16 en su camino.
Por ello, cuando se estudia a la élite política peruana, hay que tomar

16 Los escasos y breves gobiernos de civiles fueron los de José de la Riva Agüero
y Sánchez Boquete (1823), Manuel Menéndez (1841-1842), Domingo Elías
(1844) y Manuel Pardo y Lavalle (1872-1876).

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en cuenta la determinante presencia de las élites políticas militares, las
que jugaron un rol fundamental en darle forma y contenido al naciente
Estado. Asimismo, incidieron notablemente en la creación de las
primeras maneras y los primeros estilos de hacer política, huella que
aún se percibe, como veremos, en la actual cultura política peruana.
Hay que anotar que, entre estos dos tipos de élites políticas -militar
y civil-, ha existido y existe una larga relación e imbricación, así
como una mutua necesidad de las unas con las otras. La presencia de
gobiernos militares con aliados civiles (por ejemplo, los primeros 70
años de la República), o gobiernos civiles con aliados militares (por
ejemplo, gobiernos de Leguía y Fujimori) en la historia política del
Perú, dan testimonio de ello.
A continuación, mostramos los cuadros n°1 y n°2, en los cuales se
puede apreciar la presencia, la duración y la alternancia de los sucesivos
gobiernos militares, civiles y cívico-militares en la historia del Perú.

Cuadro N° 1

ÉLITES POLÍTICAS-PERÍODOS AÑOS

1. Élite política militar (1821-1872 y 1876-1895) 70


2. Élite política civil (1872-1876) 4
3. Élite política civil (1895-1919) 24
4. Élite cívico-militar (1919-1930) 11
5. Élite política militar (1930-1939) 9
6. Élite política civil (1939-1948) 9
7. Élite política militar (1948-1956) 8
8. Élite política civil (1956-1968, con intervalo de Godoy 12
y Lindley)
9. Élite política militar (1968-1980) 12
10. Élite política civil (1980-1992) 12
11. Élite cívico-militar (1992-2000) 8
12. Élite política civil (2000-2021) 20

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Cuadro N° 2
AÑOS DE GOBIERNO DE AÑOS
LOS TIPOS DE ÉLITE POLÍTICA
• Élite política militar 99
• Élite política civil 82
• Élite política cívico-militar 19
Total 200

Existen varias razones y explicaciones sobre la alternancia en el


poder entre las élites militares y civiles en la historia del Perú. Una de
las maneras de acercarnos a la comprensión de esta característica del
proceso político peruano nos la brinda la teoría de las élites o la clase
política17, y dentro de ella la visión del italiano Gaetano Mosca sobre la
circulación de las élites.
Este pensador sostiene que en las sociedades son las minorías
organizadas las que generalmente detentan el poder político. En el Perú
de comienzos de la República, estas eran dos: la Iglesia católica y el
Ejército (Mosca, 1984, p. 110; Basadre, 1929, p. 87).
Desde este punto de vista, no fue casual, por ejemplo, que tan
pronto las élites políticas civiles se organizaron en el Partido Civil,
desplazaron a los militares del poder en las elecciones de1872. Y
a la inversa: la crisis y la división del Partido Civil y del Demócrata
generaron las condiciones para el golpe de estado del Crl. Oscar R.
Benavides (1914-1915).
Luego, entre 1919 y 1930, el debilitamiento del civilismo también
permitió la implantación del gobierno cívico-militar del presidente
Augusto B. Leguía, para finalmente, en 1930, iniciar lo que algunos
historiadores han llamado la etapa del tercer militarismo (Basadre,
1994, p. 117; Tamayo, 2013, p. 422).

17 La teoría de las élites políticas o de la clase política es una de las corrientes


explicativas dentro de las diversas teorías del poder que tratan de explicar el
origen, las fuentes y la dinámica del ejercicio del poder político.

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La historia de la primera centuria del Perú republicano no difiere
mucho de los gobiernos de corte autoritario o totalitario que existieron
en la misma época en otras latitudes. Incluso, no sería de extrañar que
varios gobiernos de caudillos militares de este primer periodo peruano,
por diversas razones, fueran menos represivos que sus similares en
Europa o Asia18.

Por ejemplo, en Francia, a partir de 182119, encontramos los


gobiernos del rey Luis xviii (1815-1824), del Rey Carlos x (1824-
1830) o del emperador Napoleón iii (1852-1870). Ocurrió lo mismo
en lo que hoy es Alemania, donde durante este periodo inicial del siglo
xix hasta comienzos de siglo xx, gobernaron emperadores y reyes,
como fue el caso del emperador Guillermo ii (1888-1918). Lo mismo
podríamos mencionar de lugares más lejanos, como Rusia, donde
estuvieron presentes los zares hasta 1917, o en China, gobernada por
emperadores hasta 191220.
La democracia moderna, liberal y representativa que comenzó a
difundirse y constitucionalizarse en la Europa de fines del siglo xix y
comienzos del xx a través de la implantación del sufragio universal,
recién se estabilizó después de la Segunda Guerra Mundial (1945)21, y
con ella, la presencia permanente de élites y clases políticas civiles que

18 Al respecto, refiriéndose a nuestros inicios republicanos, el historiador Cristóbal


Aljovín sostiene que “el uso de la violencia política era algo común en el Perú,
pero su uso fue limitado y no llegaba a construirse un sistema de terror” (2000, p.
316). También, Jorge Basadre sostiene que “en 40 años de revoluciones en Perú
ha habido menos muertos que en un año de revoluciones de Europa” (Távara,
1951, p. 77).
19 1821: año de la Proclamación de la Independencia del Perú por el Gral. argentino
José de San Martín.
20 No podemos olvidar de mencionar a los diferentes gobiernos españoles
monárquicos y dictatoriales que se sucedieron entre el año de 1814 (Rey Fernando
vii) hasta 1931 (Rey Alfonso xiii).
21 En la primera mitad del siglo xx, la Europa occidental tuvo gobiernos más
autoritarios, totalitarios y violentos que los existentes en varios países de
Suramérica. Son ejemplo de ello los sanguinarios gobiernos de Hitler en
Alemania, Mussolini en Italia y el de Franco en España, entre otros.

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van a crear sus sistemas de partidos, muchos de ellos aún vigentes.

4.1. El surgimiento de la élite política militar


El origen del caudillismo militar republicano lo podemos ubicar desde
la época de la presencia española, por lo menos desde 1760, cuando el
virrey Amat y Junyent activó las milicias coloniales (Quiroz, 2013, p.
108). Revisando la biografía de los virreyes que gobernaron el actual Perú,
encontramos no pocos militares de carrera, que sin duda imprimieron y
desarrollaron una cultura militar desde el poder. Entre los varios virreyes-
militares, a modo de ejemplo, podemos citar a los siguientes: José de
Armendáriz (1724-1736), “[…] un militar estricto”, al virrey Conde
de Superunda (1741-1761), al virrey Amat y Junyent (1761-1776) con
“distinguidos servicios militares en Europa” o José de Abascal (1806-
1816), quien “impuso un poder militar semidictatorial y permaneció
ocupado enfrentando sucesivas insurrecciones” (Quiroz, 2013).
Los virreyes militares moldearon una cultura política, además de
jerárquica y burocrática, corrupta. Esta aumentó notoriamente en la
época del virrey Amat, cuando se expandieron los privilegios de los
militares. Así lo entiende el historiador Quiroz cuando afirma que
“las continuidades y legados de la corrupción, presentes en el Perú en
la transición de las instituciones coloniales a las republicanas, hundían
sus raíces en el poder centralista y patrimonial de los virreyes militares,
respaldados por sus círculos de patronazgo”22 (Quiroz, 2013, p. 127).
Pocos años antes de la independencia, la corrupción de los virreyes
militares llegó a niveles alarmantes, como ocurrió durante el gobierno
del penúltimo virrey, Joaquín de la Pezuela (1816-1821).
A los criollos y los mestizos que querían seguir la carrera militar
antes de la independencia no les quedó otra opción que enrolarse en el
ejército español, el que llegó a tener una fuerte presencia de los nacidos

22 El círculo de patronazgo que existió durante casi todo el virreinato del Perú
estuvo constituido por un círculo o una red integrada por familiares, parientes,
clientes y criados que traía el nuevo virrey desde España. Una vez llegado al Perú,
ampliaba su círculo de patronazgo a una clientela compuesta por residentes en el
virreinato (puede verse en Quiroz, 2013, p. 101).

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en tierras peruanas. A comienzos del siglo xix, los criollos integraban
el 50 % del ejército español en Perú. Varios de los futuros presidentes
militares del Perú se formaron en esta cultura militar española, donde
la corrupción y los privilegios de grupo reproducirán años más tarde23.
El triunfo definitivo en 1824 del ejército patriota sobre el español
en la guerra de la independencia trajo como una de sus consecuencias
tanto la desaparición del virreinato del Perú como de la élite política
española que lo gobernó. Este importante episodio histórico generó un
vacío de poder que tenía que ser llenado por una nueva élite política,
capaz de crear y dirigir el naciente Estado del Perú.
En el contexto social que se vivió en aquel entonces, resultaba
hasta cierto punto natural que fuera la nobleza criolla la que hubiera
debido de tomar el timón del nuevo Estado, pero ello no sucedió, por
diversas razones. Una de ellas fue que a fines del virreinato la nobleza
criolla no ocupaba la mayoría de los altos cargos de dirección político-
administrativa del Virreinato del Perú, por lo que no estaba entrenada
para asumir las funciones de gobierno, como son las de gestión política
y las militares (Témine, Broder Chantagnaret, 1985, p. 44). Se limitó a
gozar de sus privilegios y a una intensa vida social (Cotler, 1978, p. 36;
Prado, 1941, pp. 134-135).
También, los historiadores sostienen que, a fines del siglo xviii,
el sector tradicional de la nobleza criolla se había empobrecido
(Macera, 1956, p. 36; Basadre, 1994, p. 43), situación que empeoró
con la guerra de independencia, en la cual un importante grupo de
aristócratas criollos financió al ejército español, y otro, menor, a las
huestes patriotas (Basadre, 1961, t. i, p. 184; Cotler, 1978, p. 63).
Hubo otro factor que mermó significativamente el prestigio
y la legitimidad política de la nobleza criolla: la mayoría de ella no
solamente financió al ejército realista, sino que, además, como señala
Julio Cotler, mostró su abierto apoyo al bando español: ella “percibía su
existencia en función de la continuidad del andamiaje español” (Cotler,

23 Como ejemplo de caudillos militares que llegaron a ser presidentes del Perú y
que se formaron en el ejército español, podemos citar a Andrés de Santa Cruz,
Agustín Gamarra, Antonio Gutierrez de la Fuente, Ramón Castilla y José Rufino
Echenique.

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1978, p. 63).
Sin embargo, la aristocracia criolla tuvo la oportunidad de
demostrar su capacidad de gobernar a inicios de la República por
intermedio de dos de sus connotados representantes, quienes llegaron
a ser presidentes de la naciente república: José Bernardo de Tagle y
Portocarrero, iv marqués de Torre Tagle (1822), así como José de la Riva
Agüero y Sánchez Boquete, marqués de Montealegre de Aulestia (1823).
Los hechos demostraron que estos nobles criollos, y en general
la élite política civil, no se percataron de que su principal tarea era la
de terminar exitosamente con la guerra de la independencia; además,
los dos presidentes aristócratas mencionados no estuvieron preparados
militarmente (Contreras, Cueto, 2007, p. 66). Refiriéndose a José de la
Riva Agüero, se decía que “este personaje que nunca supo de qué lado
se llevaba la espada […]” (Távara, 1951, p. 23) y de Tagle, se dicen
cosas no menos controversiales24.
La historia demostró que no solamente fueron necesarias la
formación y la experiencia militar para terminar exitosamente la guerra
de la independencia, sino que, además, estas virtudes también fueron
necesarias para poder fijar, posteriormente, las fronteras del novel
Estado peruano.
El fracaso de los presidentes Tagle y Riva Agüero en la conducción
militar de la guerra creó la necesidad de voltear la mirada hacia los
militares extranjeros primero, y nacionales después. De esta manera,
quedó despejado el camino para la irrupción del caudillismo militar en
tierras peruanas.
El reducido pero entusiasta grupo de civiles insurgentes, criollos y
mestizos patriotas los encontramos vinculados a las profesiones liberales
y a las clases medias. Domiciliados en Lima, pero especialmente en
provincias, tampoco resultaron inmunes al natural desgaste de la guerra

24 Del presidente, marqués de Torre Tagle, exoidor y mercader, se sostiene que, bajo
la amenaza de ser capturado por Simón Bolívar, se entregó como prisionero en
la ciudad de Lima tomada por españoles. También, se menciona que luego de
su entrega, acepta que lo repongan en su “antigua clase de brigadier de los reales
ejércitos” de España. Se acogió al indulto y “llegó a publicar un manifiesto de
adhesión a los españoles” (Basadre, 1940, t. i, p. 39).

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contra España.
A estas explicaciones sobre la incapacidad de los criollos civiles de
asumir las riendas de la nueva República del Perú, habría que agregar
una esgrimida por Víctor Andrés Belaunde, cuando se refiere a “las
rivalidades de los intelectuales” en esta etapa fundacional (Belaunde,
1987e, p. 267). Carlos Miró Quesada Laos resalta este hecho al afirmar
que “esas rivalidades de intelectuales explica por qué no se formaron
partidos […]. Faltó altruismo en los civiles, abnegación para dar su
aporte a la causa de la estructura de los grupos ideológicos. Prefirieron
reconocer como jefe a un militar” (Miró Quesada, 1959, p. 12).
La falta de compromiso con la causa patriota de un vasto sector de
la nobleza criolla, el empobrecimiento fruto de la guerra de los diversos
sectores de los criollos patriotas, la inexperiencia en asuntos de gobierno,
sus rivalidades y su falta de unión/organización, así como su impericia
militar, todo ello, impidió que los civiles pudieran asumir el poder y el
gobierno del naciente Estado peruano. Este vacío fue llenado por los
militares del vencedor ejército independentista25, quienes estuvieron
impregnados de ese aroma a triunfo y de la aureola que acompaña a
los vencedores de una guerra. A partir de este prestigio ganado en los
campos de batalla, estos militares asumirán el poder y el gobierno del
Estado peruano en las primeras décadas de su existencia.
En este artículo, hemos intentado mencionar las causas más
importantes que impidieron que una élite política civil asumiera el
poder político en las primeras décadas de la historia republicana del
Perú. Del mismo modo, se ha pretendido resaltar, a la luz de la historia,
algunos rasgos iniciales y propios de la élite política militar que gobernó
prácticamente las primeras siete décadas de la República peruana, élites
que han dejado una impronta notoria, no solamente en la formación
de la cultura política de los peruanos, sino también su forma de hacer
política.

25 Entre los militares criollos y mestizos que triunfaron en la guerra de la


independencia y que luego ocuparon altos cargos de gobierno, como la
Presidencia de la República, tenemos, por ejemplo, a Riva Agüero, La Fuente,
Tagle, Orbegoso, Raygada, Echenique, Vivanco, Castilla, Gamarra, San Román,
Santa Cruz, Salaverry y Bermúdez.

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En los albores de la República peruana, como en el resto del
mundo, no existieron partidos políticos en el sentido moderno, como
tampoco un sistema de sufragio universal real. Ello impidió que surgiera
una clase política, la cual tuvo que esperar para dar sus primeros pasos
tiempo después, durante la república aristocrática (1895-1919), que
llegó a expandirse a partir de la segunda mitad del siglo xx. Por ello, en
los comienzos de la era republicana, fue la élite política militar quien
hegemonizó el poder político, aunque con la participación de las élites
políticas civiles en los diversos gobiernos de turno. Será recién después
del boom del guano y la aparición de una oligarquía nativa, que la
élite política civil (a través del Partido Civil), aparecerá fugazmente al
mando del gobierno del Estado. La crisis económica y la guerra con
Chile debilitaron esta presencia civil y frustraron esta inicial experiencia
de gobierno de una élite política civil en el atardecer del siglo xix.
Luego de doscientos años de creación del Estado peruano, la
presencia de los militares en la cúspide del poder político aún se deja
sentir en el Perú de fines del siglo xx y comienzos del xxi, aunque
de una manera diferente a la de los inicios de la República. Podemos
nombrar ejemplos de este reciente protagonismo al gobierno del antiguo
miembro del Ejército peruano, expresidente Ollanta Humala (2011-
2016) o al de Alberto Fujimori (1990-2000), quien forjó un gobierno
cívico-militar y tuvo como aliados al ex militar del Ejército Vladimiro
Montesinos, así como al mandamás del Ejército de aquel entonces, el
Gral. Nicolás de Bari Hermosa. También, entre los candidatos a las
elecciones presidenciales del Perú de abril de 2021, postularon dos
ex miembros del Ejército peruano: el ex presidente de la República
Ollanta Humala, y el ex ministro del Interior, Daniel Urresti.
Al momento de cerrar este artículo, ya existen varios exmilitares
electos para el Congreso de la República del Perú que entrará en
actividad a fines de julio de 2021. Entre algunos de ellos, aún persiste
el tufillo golpista del viejo caudillismo militar, ya totalmente obsoleto
en este nuevo mundo que está emergiendo ante nuestra optimista y
preocupada mirada.

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