APUNTE - Ley de Punto Final y Obediencia Debida

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Anteriormente estudiamos la Dictadura como un proceso en el que los militares, ejerciendo

un poder coercitivo tomaron el poder de nuestra nación. También repasamos los derechos
humanos y cómo, a partir de 1976 quedaron tapados por los crímenes de lesa humanidad.

Ahora estudiaremos dos puntos centrales dentro de nuestra democracia que son
controversiales y necesarios para entender nuestra historia ciudadana.

La Ley de Punto Final (Ley 23.492) fue promulgada el 24 de diciembre de 1986 por el
entonces presidente Raúl Alfonsín, quien fue elegido democráticamente, y estableció la
paralización de los procesos judiciales contra los imputados de ser autores penalmente
responsables de haber cometido el delito de desaparición forzada de personas durante
la dictadura.

La ley de Punto Final buscaba terminar con las investigaciones por los crímenes ocurridos
durante el terrorismo de estado y lograr así la impunidad de quienes no fueron citados en
el plazo que el texto legal estipulaba (60 días).

La Ley de Obediencia Debida (23.521) también fue dictada por Alfonsín el 4 de junio de
1987, impuso a los jueces que investigaban los hechos cometidos en el marco de la
represión ilegal, una realidad según la cual los imputados habían actuado bajo coerción, en
virtud de órdenes superiores de las que no tuvieron posibilidad de inspección, oposición ni
resistencia en cuanto a su oportunidad ni legitimidad. Esa realidad se estableció más allá de
las pruebas producidas o las que pudieran producirse en el futuro y significaba que los
miembros de las Fuerzas Armadas no podían ser enjuiciados por haber actuado “bajo
obediencia debida”, un concepto militar que significaba que sólo podían limitarse a obedecer
las órdenes de sus superiores.

¿Y estas leyes siguen vigentes?

Como hemos mencionado anteriormente, existen organismos que trabajan por la defensa
de los derechos humanos, como por ejemplo el Centro de Estudios Legales y Sociales
(CELS) y las Abuelas de Plaza de Mayo (y muchos más), que basados en principios legales
y fundamentalmente apoyados en la Constitución Nacional buscaron terminar con estas
leyes que limitaban el acceso real a la memoria, verdad y justicia.

Recordemos que a partir de la reforma constitucional de 1994, la intención de universalizar


los derechos humanos quedó plasmada en el art. 75 inc. 22, que otorga, de manera directa,
jerarquía constitucional a los tratados internacionales de derechos humanos.

Al sancionar las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, el Estado argentino incumplió
su obligación internacional de investigar y sancionar penalmente las violaciones a los
derechos humanos y los crímenes contra la humanidad.

En 1998 fue derogada la Ley de Punto Final, y la Ley de Obediencia Debida recién en el
año 2003. Para ese entonces, el Senado de la Nación había sancionado la anulación de
ambas leyes, que impedían que se juzgue a los responsables de los delitos de lesa
humanidad cometidos durante la última dictadura cívico-militar.

Según datos aportados por el Gobierno Nacional, tras su anulación y el fallo de la Corte, en
la reapertura de los juicios de lesa humanidad se dictaron 269 sentencias en 15 años.
También se condenaron 1065 personas y 165 fueron absueltas en los procesos de
investigación de los crímenes ocurridos en la última dictadura cívico-militar.
CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD

La Corte Suprema de Justicia de la Nación incorporó la noción de “delitos de lesa


humanidad” y estableció que pueden calificarse como "crímenes contra la humanidad"
porque: 1- afectan a la persona como integrante de la "humanidad", contrariando a la
concepción humana más elemental y compartida por todos los países civilizados; 2- son
cometidos por un agente estatal en ejecución de una acción gubernamental, o por un grupo
con capacidad de ejercer un dominio y ejecución análogos al estatal sobre un territorio
determinado.”

EL INDULTO PRESIDENCIAL

Según el artículo 99 inc. 5 de la Constitución Nacional vigente, el Presidente de la Nación


puede indultar (poner en libertad) o conmutar (reducir, bajar) las penas por delitos sujetos a
la jurisdicción federal, previo informe del tribunal correspondiente, excepto en los casos de
acusación por la Cámara de Diputados.

TRABAJO PRÁCTICO:

Investigue y responda según lo estudiado sobre la última dictadura cívico militar, ¿los
responsables quedaron impunes? ¿Se realizó algún indulto? ¿llegaron a ser enjuiciados?

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