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pero en El mundo en el cual vivimos hoy. es, sin lugar a dudas, un mundo
donde cada individuo se siente con la libertad de pensar y hacer lo que mejor le parezca.
Hay libertad de pensamiento y libertad de conducta. Y aunque existen leyes que controlan
el comportamiento de las personas con el fin de producir una convivencia segura, muchas
personas pasan por alto esas leyes y viven y se comportan como les da la gana.
El verdadero cristiano por su parte, no debe conducirse de la manera del mundo, sino que su
comportamiento debe ser ejemplar y centrado en aquello que Dios ha dejado establecido en
su Palabra.
Los cristianos son "hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras" (Efesios 2:10). Y
estas últimas tres palabras "para buenas obras" personifican el comportamiento que glorifica
a Dios y hace que Cristo sea real para los demás. Es cierto que hay obstáculos en nuestra vida
diaria que pueden entorpecer nuestra mente y dificultar nuestro progreso espiritual, pero sólo
se dará si se lo permitimos. Sin embargo, los cristianos están llamados a vivir vidas "santas y
agradables a Dios" (Romanos 12:1), y un comportamiento cristiano ejemplar que nos permita
comprometernos plenamente a servir al Señor es posible cuando somos fortalecidos por el
Espíritu Santo, que nos capacita para hacer la voluntad del Padre (Romanos 8:9). De hecho,
"los ojos del Señor contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen
corazón perfecto para con él" (2 Crónicas 16:9).
Los cristianos somos un pueblo elegido, que pertenece a Dios para que podamos proclamar
Sus alabanzas (1 Pedro 2:9). Para "proclamar sus alabanzas", por tanto, es esencial que
dediquemos tiempo a Su Palabra, no sólo para aprender a comportarnos como cristianos,
sino también para luchar contra las artimañas de Satanás. Como indicó el apóstol Pablo, sin
este conocimiento bíblico no sólo estamos sujetos a comprar cualquier nueva enseñanza que
se presente, sino que también podemos ser presa de "estratagema de hombres que para
engañar emplean con astucia las artimañas del error" (Efesios 4:14). Sin embargo, el
conocimiento por sí solo no es suficiente; estamos llamados a hacer algo más que
simplemente saber y creer. Los cristianos deben ser "hacedores de la Palabra" (Santiago 1:22).
Como nos dice el apóstol Santiago, nos engañamos a nosotros mismos si pensamos que
somos espirituales sólo por oír la Palabra. Oír no es lo mismo que hacer. "La fe por sí misma,
si no va acompañada de acciones, está muerta" (Santiago 2:17, 26). La fe debe demostrarse
con acciones.
Las "acciones" que glorifican a nuestro Padre en el cielo son las que dan mucho fruto (Juan
15:8). De hecho, así es como demostramos que somos Sus discípulos. En realidad, el fruto del
Espíritu - amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza
(Gálatas 5:22-23) - debería ser el distintivo del comportamiento cristiano, especialmente el
amor. Sin embargo, a veces tendemos a despreciar a los no creyentes o a aquellos cuyo estilo
de vida no está en sintonía con nuestra fe cristiana, y aquí es donde la vida cristiana puede ser
un reto. Es fácil mostrar amor a los que viven como nosotros. No siempre es tan fácil ser
amable con quienes ridiculizan nuestras creencias, que desprecian a nuestro Salvador o que
se burlan de las instituciones que los cristianos consideran sagradas. Sin embargo, Cristo nos
enseñó a amar a nuestros enemigos y a orar por los que nos persiguen. Recordemos cómo
trató a la mujer sorprendida en adulterio. Sus captores querían matarla; nuestro Salvador
mostró compasión, a pesar de que era Él quien tendría que morir por su (y nuestro)
comportamiento pecaminoso (Juan 8:11). Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores
(1 Timoteo 1:15), no para condenarlos (Juan 3:17), y si Cristo no vino a condenar a los
pecadores, los cristianos tampoco deberían hacerlo.
El comportamiento cristiano incluye atender el llamado de Jesús para que seamos Sus
testigos hasta "los confines de la tierra" (Hechos 1:8). Debemos compartir el evangelio, que
Pablo definió como la muerte, la sepultura y la resurrección de Cristo (1 Corintios 15:1-4). La
validez de nuestro testimonio está en cómo vivimos nuestras vidas. En la segunda mitad de
Efesios (capítulos 4-6), Pablo habla del comportamiento cristiano que se puede resumir mejor
en estas pocas palabras: "Sed, pues, imitadores de cristo...Y andad en amor, como también
Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros" (Efesios 5:1-2).
Pablo instó a los romanos a "ofrecer vuestros cuerpos como sacrificios vivos" (Romanos 12:2).
Esta es, en definitiva, la esencia del verdadero comportamiento cristiano: rendir nuestros
corazones y entregar nuestros cuerpos a Cristo para que Él pueda continuar la obra de Dios a
través de nosotros. Debemos ser faros de luz en un mundo oscuro, utilizando nuestros dones
espirituales para hacer que Su reino avance. Es vivir aquí en la tierra como lo hizo Jesús
cuando estuvo aquí. También significa vivir para complacer a una persona: Dios. Hacemos
esto cuando permanecemos en Su Palabra y luego la vivimos cuando somos capacitados por
Su Espíritu, tal como lo hizo nuestro Salvador hasta que dio su último aliento. Mientras
agonizaba en la cruz, Cristo miró a sus verdugos y pidió a su Padre que los perdonara (Lucas
23:34). Jesús estaba haciendo algo más que cumplir la profecía e interceder por los
transgresores (Isaías 53:12), estaba practicando lo que predicaba (Lucas 6:27-28).