Cuadernillo 3° Secundaria

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Mapa Bicontinental de la República Argentina

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EL TERRITORIO ARGENTINO

La Republica Argentina está localizada en el hemisferio Sur y en el hemisferio Oeste. Forma parte
del continente americano y del continente antártico. Limita al Norte con Bolivia y Paraguay, al Sur
con Chile y el océano Atlántico, al Este con Brasil, Uruguay y el océano Atlántico y al Oeste con
Chile.

Con respecto a la extensión, nuestro país es uno de los más extensos del mundo, con 2.791.810
km2 en la porción americana emergida. Si a este valor se le agrega la superficie de la Antártida y
las Islas Malvinas su extensión pasa a ser de 3.761.274 km2.
La Argentina ejerce su soberanía sobre un territorio compuesto por diferentes espacios: el
continental, el oceánico, el aéreo y el antártico.
En cuanto al Espacio Continental, los puntos extremos de nuestro país son:
 NORTE: confluencia de los ríos Grande de San Juan y Mojinete, en Jujuy 21° 46’ Latitud
Sur; 66° 13’ Longitud Oeste.
 SUR: cabo San Pio, en Tierra del Fuego 55° 03’ Latitud Sur; 66° 31’ Longitud Oeste.
 ESTE: ciudad de Bernardo de Irigoyen, en Misiones 26° 15’ Latitud Sur; 53° 38’ Longitud
Oeste.
 OESTE: Parque Nacional Los Glaciares, en Santa Cruz 50° 01’ Latitud Sur; 73° 34’
Longitud Oeste.

Con respecto a la forma, la Argentina posee forma de triángulo rectángulo, donde el cateto mayor
se extiende en el oeste por el límite con Chile, el cateto menor se localiza al norte, coincidiendo
con los límites de Bolivia y Paraguay, y la hipotenusa se corresponde con las líneas limítrofes que
separan Argentina de Brasil, Uruguay y la fachada Atlántica.

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También la forma de nuestro país es alargada en latitud ya
que la distancia entre el punto extremo norte y sur es
aproximadamente de 3.694km., esta singularidad le otorga
al país variedad de climas, flora, fauna y recursos
naturales variados.
El estudio de la posición relativa de un país analiza las
relaciones de un Estado con otros espacios con los que
tiene comunicación. Dichas relaciones le otorgan fortalezas
o debilidades al mismo según los objetivos o los momentos
históricos.
En cuanto a su posición relativa, está alejada de las
principales potencias mundiales y de las rutas o vías de
comunicación más importantes, pero a su vez presenta
una posición estratégica en el Atlántico sur por sus
recursos pesqueros y energéticos. También posee una
posición ventajosa en América del sur al limitar con 5
países, lo que favorece el intercambio cultural y
económico.
La Argentina está dividida políticamente en 23 provincias y
un distrito federal, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

ESPACIOS DE SOBERANÍA NACIONAL

El territorio de la Argentina está integrado por distintas


porciones o sectores desde el centro de la Tierra hasta el
espacio cósmico, incluyendo las tierras, las aguas, el subsuelo, el espacio aéreo y la porción
antártica.

En cuanto al ESPACIO AÉREO, este abarca las capas atmosféricas que cubren la superficie
terrestre y marítima del territorio. La utilización del espacio aéreo por parte del Estado argentino se
encuentra regulada mediante acuerdos internacionales, y también se rige por las pautas
establecidas por la Organización de Aviación Civil Internacional.

La Argentina tiene la singularidad de poseer una amplia fachada frente al océano Atlántico, que se
extiende a lo largo de 5.000 km desde el punto medio del límite exterior del río de la Plata hasta el
límite con Chile, en el canal Beagle. Esta porción está integrada por tres elementos: las masas
oceánicas, que cubren el margen continental; los fondos marinos correspondientes al margen
continental; las islas, que emergen del margen continental.
Por lo tanto, el ESPACIO MARÍTIMO comprende el sector oceánico adyacente a las costas del
territorio terrestre argentino y el subsuelo correspondiente. Este se denomina mar territorial y se
extiende hasta las 12 millas marinas desde la costa y ejerce soberanía absoluta. Luego se
extiende la zona contigua que abarca las siguientes 12 millas marinas, allí el Estado ejerce el
derecho de control y reglamentación aduanera, migratoria, fiscal y sanitaria. A este sector se suma
el mar patrimonial o zona económica exclusiva (ZEE) que se extiende desde las 12 millas marinas
hasta las 350 millas marinas, sobre el cual el Estado argentino también se reserva el derecho de
explotación y exploración de los recursos vivos y no vivos del mar, incluyendo lecho y subsuelo, y
tiene el deber de cuidar el ambiente, aunque no puede impedir su libre circulación.

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La SUPERFICIE TERRESTRE Y EL SUBSUELO correspondiente están demarcados por límites
reconocidos y aceptados internacionalmente con Chile, Paraguay, Bolivia, Uruguay, Brasil y el
océano Atlántico.
La porción americana emergida del territorio argentino está constituida por el sector emergido de
América del Sur la periferia de la misma está formada por dos elementos bien diferenciados: el
límite internacional y la frontera.

El límite internacional es la línea convencional que separa dos Estados contiguos. Es el resultado
de procesos históricos y su establecimiento se realiza a través de acuerdos, arbitrajes,
mediaciones, etcétera.
Los límites son líneas imaginarias que sirven para demarcar hasta dónde llega un territorio y, por
lo tanto, también la extensión de los territorios vecinos. Existen tres tipos de límites:
 Geográficos: remiten a las líneas de vaguada (las líneas de mayor profundidad de los ríos),
las isobatas (profundidades del mar), las altas cumbres y las divisorias de agua (en
cadenas montañosas) y las líneas de costas.
 Geométricos: implican distancias medias en cuerpos de agua o cadenas montañosas y
líneas que unen puntos.
 Geodésicos: se establecen por paralelos y meridianos

La frontera es la franja de territorio que se encuentra al lado del


límite internacional. Dicha zona se caracteriza por el
permanente contacto entre los habitantes de uno y otro país,
por el intercambio comercial y cultural (idioma, música, comida,
vestimenta, etcétera).
Las fronteras se clasifican de muy diversas maneras. La más
utilizada es la que distingue:
Frontera de contacto: son aquellas que mantienen intensos intercambios a ambos lados del límite
internacional. En la Argentina, corresponde a las fronteras con Uruguay, Brasil, Paraguay y
Bolivia.
Fronteras de separación: son aquellos donde existen escasas relaciones entre los países vecinos
debido, generalmente, a la presencia de algún elemento físico que dificulta las comunicaciones.
Esto ocurre, por ejemplo, en algunos sectores de la Cordillera de los Andes en la frontera con
chile.

CUESTIONES DE LÍMITES

Tal como ocurre en el resto del mundo, la delimitación del territorio argentino ha sido motivo de
discordia entre países. Estos procesos han tenido resoluciones pacíficas, pero también se ha
llegado a enfrentamientos bélicos. El caso del actual reclamo de las Malvinas, por parte de la
Argentina, es ejemplo de ello.

Conflictos de límites con Uruguay


El límite de nuestro país con la República Oriental del Uruguay se extiende a través del río
Uruguay y el Río de la Plata. Sin embargo, fue necesario llegar a un acuerdo sobre cómo dividir
los cursos de ambos ríos sin perjudicar a ninguno de los dos países. A través de diferentes
criterios se establecieron los límites mediante un acuerdo firmado en 1961.
 Cuestión del río Uruguay: Se trazó el límite internacional desde la isla Brasilera hasta la
represa de Salto Grande utilizando la línea media del río. Desde allí y hasta el paralelo
correspondiente a Punta Gorda, el límite se apoya en la línea de máximas profundidades.
 En el caso de las islas Filomenas, ubicadas frente a la costa de la ciudad entrerriana de
Gualeguaychú, se hizo una excepción y se corrió el límite, dejando esas islas en poder del
Uruguay, ya que estaban habitadas con anterioridad por población uruguaya.

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 Cuestión del Río de la Plata: Se terminó de
resolver en 1973 cuando ambos países
establecieron que el Río de la Plata se ex tiende
desde Punta Gorda hasta una línea recta que une
Punta del Este, en el Uruguay, con Punta Rasa del
cabo San Antonio, en la Argentina. A su vez, se
acordó que las aguas del río son de uso común,
excepto en las zonas ribereñas hasta los 3
kilómetros de ancho y 11 kilómetros en el cauce
exterior del río. La isla Martín García fue declarada
como parte del territorio argentino y convertida en
reserva natural para conservar la flora y fauna
autóctonas de la región. Por último, se marcó el
límite lateral marítimo del río desde el punto medio
de la línea que une Punta del Este con Punta Rasa
hasta unos 320 kilómetros dentro del océano
Atlántico.

Problemas de límites con Brasil


Con la República Federativa del Brasil se resolvieron dos conflictos: el de los ríos Uruguay e
Iguazú y el de los territorios al este de Misiones.
Conflicto de los ríos Uruguay e Iguazú: Se firmaron
varios tratados desde 1898 hasta 1941 y se resolvió
que el límite estaría demarcado por la línea de
vaguada de ambos ríos.
Cuestión de los territorios ocupados por las
antiguas misiones jesuíticas: Estos territorios fueron
reclamados por la Argentina como propios. Ante la
imposibilidad de llegar a un acuerdo con el Brasil, se
pidió la intervención de un árbitro internacional. Actuó
como tal el entonces presidente de los Estados
Unidos, Grover Cleveland, quien en 1895, falló a favor
del Brasil otorgándole los 30.000 km2 de las tierras en
disputa. Los límites entonces se establecieron sobre
los ríos Pepirí Guazú y San Antonio. En las nacientes
de ambos ríos se localiza la llamada “frontera seca”,
de aproximadamente 30 kilómetros de extensión,
donde se enfrentan las localidades de Bernardo de
Irigoyen (Argentina) y Dionisio Cerqueira-Barracao
(Brasil).
En las áreas de frontera del Brasil y la Argentina existe
una fluida circulación. El puente carretero que une
Paso de los Libres (Corrientes) con Uruguayana
(Brasil) facilita el transporte de mercaderías hasta San Pablo. Otro lugar de gran intercambio
turístico se ubica en el extremo noroeste de la frontera entre Puerto Iguazú y Puerto Madeira,
donde se encuentran las cataratas.

Los límites con la República del Paraguay


Actualmente, la frontera argentina con el Paraguay está establecida sobre los ríos Paraná,
Paraguay y Pilcomayo. Sin embargo, la demarcación de los límites definitivos fue el resultado de
dos conflictos que se resolvieron mediante la firma de acuerdos entre ambos países.

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 La región del Chaco boreal: los territorios en litigio abarcaban las actuales provincias de
Formosa, el Chaco y el centro del Paraguay. El conflicto se originó luego de la Guerra de la
Triple Alianza (1865-1870), en la que se enfrentó la alianza conformada por la Argentina, el
Uruguay y el Brasil contra el Paraguay. Luego de la derrota del Paraguay, se estableció
que las tierras ganadas en la batalla serían repartidas entre los vencedores. Sin embargo,
la Argentina rechazó su parte y reconoció la soberanía paraguaya sobre el territorio del
Chaco Boreal, que se extiende al norte del río Verde. No obstante, Paraguay no aceptó
esta condición y reclamó el territorio comprendido entre el río Verde al norte, el río
Pilcomayo al sur, y el río Paraguay al este. Para resolver este litigio, se solicitó arbitraje al
presidente estadounidense Hayes, en 1876, quien le adjudicó al Paraguay todo el territorio
en disputa. En la actualidad, existe un
intercambio fluido entre ciudades
vecinas de ambos países, como
Encarnación (en el Paraguay) y Posadas
(en la provincia de Misiones) y Asunción
(en el Paraguay) y Clorinda (en la
provincia de Formosa).

 Conflictos en el río Pilcomayo: el


régimen de este río es pluvial y su
caudal varía en las diferentes épocas del
año. Además, su curso es zigzagueante
y se caracteriza por variar de recorrido
según la cantidad de agua que
transporta. Por estos motivos fue muy
difícil basarse en la línea media del río o
en la vaguada para demarcar el límite
internacional. En 1945 se firmó un
tratado a partir del que se establecieron los límites definitivos en el río Pilcomayo y en el
que ambos Estados se comprometieron, además, a realizar obras para asegurar la
estabilidad del límite.

Cuestiones limítrofes con el Estado Plurinacional de Bolivia


Tanto Tarija como Yacuiba, dos ciudades actualmente bolivianas ubicadas en el área de frontera
con nuestro país, integraban, desde 1807, la Intendencia de Salta del Tucumán. Sin embargo, los
pobladores de ambas ciudades se pronunciaron a favor de anexarse al Estado boliviano cuando
este se declaró independiente, en 1825. La resolución de la disputa por los territorios se resolvió
mediante un tratado en el que se estableció que la Argentina cedía las ciudades de Tarija y juntas
de San Antonio, en tanto Bolivia entregaba un sector de la Puna de Atacama. En el caso de
Yacuiba, fue necesario establecer un acuerdo
especial debido a que la ciudad fue fundada y
habitada por los bolivianos desde 1848.
El tratado definitivo para fijar el límite entre Bolivia y
la Argentina se firmó en 1925.
Los límites con el país vecino quedaron establecidos
de la siguiente manera:
 Al oeste: desde el cerro Zapaleri hasta el
cerro Branqui (provincia de Jujuy), establecido según
una línea geométrica que une puntos destacados.
 Al sur: el límite internacional se apoya en
distintos elementos naturales y sobre el paralelo de
22°.
Las ciudades paralelas en las cuales el tránsito
transfronterizo es muy activo son La Quiaca (Jujuy) -
Villazón (Potosí) y Salvador Mazza (Salta) -Yacuiba
(Tarija).

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Los límites con la República de Chile

A lo largo de la historia se sucedieron numerosos conflictos para la demarcación de los límites


definitivos entre la Argentina y Chile. En la actualidad, aún hay algunos territorios en litigio.
La extensa frontera entre ambos países tiene una longitud aproximada de 5.300 kilómetros.
Muchas de las discusiones provocaron grandes tensiones diplomáticas y militares, que fueron
apaciguadas por la intervención de árbitros internacionales.
 La Puna: Chile no reconoció los derechos que le
otorgó Bolivia a la Argentina sobre los territorios
de la Puna de Atacama. Esta zona estaba
ocupada militarmente por Chile desde la
finalización de la Guerra del Pacífico (1879 -
1883) durante la que se enfrentó con Bolivia.
Tras la intervención de un árbitro
estadounidense y un representante de cada
país, se acordó en el año 1899 que la mayor
parte de los territorios quedaban en poder de la
Argentina. En este sector el límite internacional
se extiende desde el cerro Zapaleri (Jujuy) hasta
el Paso de San Francisco (Catamarca).
 Andes áridos: desde el cerro Tres Cruces en la
provincia de Catamarca, hasta el cerro
Pirehueico en el Neuquén se estableció el límite
teniendo en cuenta las altas cumbres divisorias
de aguas, mediante un tratado firmado en 1881.
 Andes patagónicos: es la zona que presentó
mayores inconvenientes por la complejidad de
sus paisajes. La Argentina proponía marcar el
límite siguiendo el método de una línea que une
altas cumbres. Chile, en cambio, pretendía
aplicar la divisoria de aguas. Entre ambas líneas
quedaba comprendido un territorio de
aproximadamente 94.000 km2. Mediante varios
arbitrajes se definió que el límite se iba a basar
en los dos métodos. De esta forma, se le otorgó
a nuestro país una superficie de 40.000 km’.
 Extremo meridional de Santa Cruz: desde la
intersección del paralelo 52° Sur y el meridiano
71° 55’ Oeste, el límite internacional se apoya en
la línea geodésica (paralelo) y continúa en
algunos cerros como el monte Aymond, hasta
Punta Dúngenes. Esto se había acordado en el
año 1881 y se ratificó en 1902 mediante arbitraje
internacional.
 Estrecho de Magallanes y Tierra del Fuego El
límite en el estrecho de Magallanes se fijó por un
acuerdo firmado en 1881. La línea divisoria se
extiende desde Punta Dúngenes (Santa Cruz)
hasta el Cabo Espíritu Santo (Tierra del Fuego).
La isla de Tierra del Fuego fue dividida en dos
partes utilizando el meridiano de 68° 36’ 38”
Oeste.
 Canal Beagle: El tratado de 1881 estableció que
las islas al sur del canal Beagle fueran de Chile.
En un protocolo aclaratorio firmado en 1893 se definió que la Argentina no podía poseer
ningún punto en el océano Pacífico y Chile, ninguno en el Atlántico. Esta exclusión fue
reconfirmada en los pactos de 1902.

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Sin embargo, la Argentina no reconoció este fallo sosteniendo dos argumentos. Primero,
que las islas Picton, Nuevay Lenox, no se encuentran al sur del canal si no al oeste, y
segundo, que otras islas situadas más al sur del Cabo de Hornos se encuentran en el
océano Atlántico, por lo que el derecho de exclusión no tendría validez.
Como consecuencia de esta disputa, se sucedieron varios hechos que produjeron tensión
en la zona, ya que ambos países instalaron a sus Fuerzas Armadas en el lugar para
proteger su soberanía. El litigio finalizó en 1984 con la mediación del Papa Juan Pablo II y
la firma de un acuerdo definitivo por el que se estableció que todas las islas en disputa se
otorgaban a Chile y se reconocía a este país un área dentro del océano Atlántico de
10.000km2. También se establecieron seis pintos que definieron la zona económica
exclusiva correspondiente a cada uno de los Estados.
 Hielos continentales: en 1902 se había acordado que el límite internacional se extienda
desde el monte Fitz Roy o Chaltén hasta el monte Stokes. Sin embargo, las características
geográficas de la zona demoraron la construcción de los hitos, dando lugar a que Chile
planteara nuevas exigencias sobre los hielos.
Luego de un arbitraje realizado en 1978 la zona de la Laguna del Desierto, en la provincia
de Santa Cruz, fue otorgada a la Argentina. Entre 1991 y 1993 se llevó adelante un nuevo
proceso de negociación entre el gobierno argentino y chileno sobre un sector de la
cordillera correspondiente a los hielos continentales. Este territorio se extiende entre los
paralelos de 46° y 51° 30’ de latitud sur y posee una superficie de 22.000km2. Representa
una extensa área de nieves permanentes y glaciares de gran valor paisajístico y como
reserva de agua dulce. Ambos países reclamaban dos áreas distintas, y se acordó trazar
una línea poligonal que pase por el medio de las dos posiciones sostenidas por cada
Estado. Con el trazado de esta línea la Argentina perdió varios cientos de kilómetros
cuadrados de territorios.

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LAS ISLAS MALVINAS ARGENTINAS

Las Islas Malvinas componen un archipiélago ubicado en el océano Atlántico sur. Tiene una
superficie de 11.410 km2 y está integrado por dos islas mayores, Gran Malvina al Oeste y Soledad
al Este, separadas por el canal de San Carlos. Están acompañadas por numerosas islas menores,
y en total alcanzan unas doscientas. A pesar del aislamiento y de la distancia respecto del resto
emergido del país, constituyen islas continentales ya que emergen del margen continental
argentino.

Actualmente, se encuentran bajo la ocupación ilegítima del Reino Unido de Gran Bretaña. Sin
embargo, nuestro país continúa con el reclamo de sus derechos de soberanía sobre esos
territorios que, de acuerdo con criterios históricos y naturales, corresponden a la Argentina.
Nuestro país reclama la soberanía sobre las islas basándose en una serie de criterios aceptados
por la comunidad internacional. Pero Gran Bretaña ignora este pedido y, en los últimos años, se
negó a dialogar y negociar con la Argentina sobre estas cuestiones.
Entre los argumentos argentinos se pueden enumerar los siguientes:
 Contigüidad y continuidad geográfica: las islas se encuentran al este de la Patagonia
argentina, aproximadamente a 780 kilómetros de distancia. A su vez, se localizan dentro
de la plataforma continental, por lo que están comprendidas dentro del mar territorial
argentino y en su zona económica exclusiva.
 Herencia colonial: una vez disuelto el Virreinato del Río de la Plata, las islas,
administradas por España durante cuarenta y tres años, pasaron a depender de la
naciente Argentina, y así fue reconocido por todos los países con quienes nuestro país
mantenía relaciones. Esto se basa en el principio Uti possidetis juris “Poseerás lo que
poseías”.
 Posesión pacífica desde 1811: las islas tuvieron población estable y gobernadores
designados por las autoridades de Buenos Aires. El último gobernador, también nombrado
comandante político y militar de las islas, fue Luis Vernet, en 1829.
 Usurpación inglesa: las islas fueron usurpadas por el Reino Unido en1833 expulsando a
las autoridades y los habitantes de las islas. Dicho accionar respondió a una política
imperial de controlar las rutas marítimas internacionales a partir de la dominación de
pequeños lugares de gran valor estratégico.
La Argentina presentó su reclamo sobre las Malvinas ante distintos organismos internacionales.

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La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró en 1965 (resolución 2.065 XX) la existencia
de una disputa sobre la soberanía entre ambos países. El Reino Unido y la República Argentina
fueron instados a resolver la disputa de forma pacífica a través de negociaciones, teniendo en
cuenta los "intereses" de los isleños. En cambio, el Reino Unido se basa en el principio de
autodeterminación de los pueblos, respetando los "deseos" de los pobladores, que se han
manifestado a favor de continuar siendo británicos. La Argentina sostiene que no debe aplicarse
dicho principio. Existe una situación colonial pero no un pueblo colonizado ya que la población de
Malvinas se trata de un grupo trasplantado.
La Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) también apoyó la
reivindicación nacional de soberanía sobre las islas e instó ambos gobiernos a respetar lo
acordado en las Naciones Unidas y a mantener las negociaciones por vía pacífica.
El conflicto bélico de 1982 interrumpió todo el trabajo diplomático y las negociaciones pacíficas
que venían realizándose desde 1965 entre los dos países. A partir de la década de 1990 se
reanudaron las relaciones comerciales entre los dos países, pero el Reino Unido se niega a
negociar con la Argentina la soberanía de las islas Malvinas a pesar de las reiteradas resoluciones
de las Naciones Unidas, respaldadas por la amplia mayoría de las naciones. Igualmente nuestro
país continúa reclamándolas ante el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas.
A partir de la reforma de la Constitución Nacional de 1994 se incorporó el tema del reclamo de
soberanía sobre el archipiélago como política de Estado. Desde ese entonces se llevaron a cabo
exposiciones en las distintas asambleas generales de las Naciones Unidas, pero el Reino Unido
se niega a dialogar con el fin de solucionar el conflicto.

LA ANTARTIDA ARGENTINA

La Antártida Argentina se encuentra comprendida entre los meridianos de 25° y 74° de longitud
Oeste, el paralelo de 60° de latitud Sur y el Polo Sur. Su delimitación se realizó extendiendo los
puntos extremos Este y Oeste hasta el Polo Sur. Desde un punto de vista político, la Antártida
Argentina pertenece a la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlántico Sur.
En 1948, la Argentina dio a conocer su reclamo territorial Antártico basándose en los siguientes
argumentos:
 La proximidad geográfica, por la escasa distancia al continente americano;
 La continuidad geológica: La cordillera de los Andes reaparece en la Península antártica
con el nombre de Antartandes;
 La ocupación permanente e ininterrumpida del Observatorio meteorológico y magnético de
las Islas Orcadas del Sur, inaugurado el día 22 de febrero de 1904;
 La herencia de los territorios de España;
 La participación en las actividades foqueras desde sus inicios;
 Los trabajos científicos, cartográficos, de exploración y mantenimiento en forma
permanente y continuada.
El continente antártico se encuentra sometido a lo establecido en el Tratado Antártico, que se
firmó en 1959 y entró en vigencia en 1961. Este tratado estableció entre sus principales puntos:
 La utilización del continente para fines pacíficos exclusivamente;
 La libertad de investigación científica y cooperación internacional;
 La protección y la conservación de los recursos naturales vivos;
 La prohibición de explosiones nucleares y eliminación de desechos radioactivos;
 La realización de reuniones periódicas con el fin de intercambiar información;
 La no aceptación de nuevas reclamaciones territoriales.
En 1991 finalizó la vigencia del tratado Antártico, pero se aprobó el protocolo adicional de Madrid,
que mantuvo la situación reinante hasta el momento. También se estableció que toda actividad
relacionada con los recursos económicos queda suspendida por un periodo de cincuenta años.
En el artículo segundo de este protocolo se estableció: "Las Partes se comprometen a la
protección global del medio ambiente Antártico y los ecosistemas dependientes y asociados y,
mediante el presente Protocolo, designan a la Antártida como reserva natural, consagrada a la
paz y a la ciencia".

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LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA

La organización del Gobierno nacional

Luego de intensas luchas entre diversos sectores políticos y varios intentos fracasados, finalmente
en 1853 la República Argentina tuvo su Constitución nacional, nuestra Ley Suprema.
En ella se establece que la Nación Argentina adopta para su gobierno la forma Representativa,
Republicana y Federal.
El gobierno es representativo porque quienes gobiernan, elegidos mediante el voto popular, lo
hacen en representación de toda la población durante un período determinado. Es por esta razón
que las autoridades se renuevan periódicamente.
Que la Argentina sea una república significa que hay una ley máxima o Ley Suprema, nuestra
Constitución nacional, a la cual deben ajustarse todas las demás leyes que ordenan la vida del
país, ya sean leyes provinciales u ordenanzas municipales.
Y es federal porque reconoce que todas las provincias tienen autonomía, es decir que cada una
puede tomar sus decisiones para aplicarlas en su territorio. Por ejemplo, pueden dictar sus propias
constituciones, sin contradecir los principios básicos de la Ley Suprema.
Un sistema republicano de gobierno supone la división de poderes, cada uno con funciones
específicas. Esta característica evita la concentración y abuso de poder y garantiza el pleno
ejercicio de derechos civiles, sociales y políticos.
El Poder Ejecutivo está a cargo del Presidente de la Nación, acompañado de un vicepresidente,
ambos elegidos por el voto de los ciudadanos. El presidente elige a sus ministros, es decir, los
encargados de organizar las acciones de gobierno en diversas áreas, como economía, salud y
educación, entre otras.
El Poder Legislativo en nuestro país está formado por dos cámaras -la de Senadores y la de
Diputados- que se encargan de proponer y elaborar las leyes que rigen en todo el país. Sus
miembros, los legisladores, son elegidos de forma directa por los ciudadanos de la Nación a
través del voto.
El Poder Judicial está formado por los jueces de la Corte Suprema de la Nación y los demás
jueces que pertenecen a los tribunales inferiores, el Consejo de la Magistratura y el Jurado de
Enjuiciamiento de Magistrados de la Nación. Su función consiste en supervisar que se cumplan
las leyes y se respete la Constitución. Los jueces son elegidos por el Presidente de la Nación, con
el acuerdo de los Senadores.
El Estado nacional está organizado en tres niveles de gobierno: el nacional, el provincial y el
municipal. Cada uno de ellos tiene competencias y atribuciones propias.
A estos niveles se le suma el régimen particular de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, capital
del país.
El Gobierno nacional tiene jurisdicción en todo el territorio de la República Argentina; en cambio,
los gobiernos provinciales, los municipales y el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
solo en sus respectivos ámbitos.
Esta división de los niveles de gobierno está vinculada a la necesidad de lograr una mejor
atención de las necesidades de la población.

La organización y la división política de las provincias

En la actualidad, la República Argentina se divide políticamente en 23 provincias y la Ciudad


Autónoma de Buenos Aires.
Las provincias de nuestro país son autónomas. Esto significa que cada una tiene su propio
gobierno cuya sede se encuentra en la ciudad capital. Al igual que el Gobierno nacional, los
gobiernos provinciales se dividen en tres poderes: el ejecutivo, el legislativo y el judicial.
El Poder Ejecutivo está formado por el gobernador, el vicegobernador y los ministros. El
gobernador y el vicegobernador son elegidos por los ciudadanos de la provincia a través del voto
popular
El Poder Legislativo es ejercido por los legisladores provinciales, elegidos mediante el voto de los
ciudadanos, cuya función es proponer y elaborar leyes relacionadas con temas propios del ámbito
provincial. En la mayoría de las provincias argentinas el Poder Legislativo es unicameral, es decir
que solo está compuesto por una Cámara de Diputados.

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El Poder Judicial lo desempeña una Suprema Corte de Justicia, las cámaras de apelaciones, los
tribunales inferiores y los juzgados de paz. Su función es atender faltas provinciales y vecinales.
Los territorios de las provincias se dividen a su vez en jurisdicciones políticas más pequeñas
llamadas partidos o municipios. Cada uno de ellos es gobernado por un intendente, elegido por los
ciudadanos del municipio a través del voto.

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires

La Ciudad de Buenos Aires fue designada Capital de la Nación en 1880 y, desde entonces, es el
lugar donde se establecen las autoridades del Gobierno nacional.
Durante muchos años, la Ciudad era gobernada por un intendente elegido directamente por el
Presidente de la Nación. Pero en 1994, cuando se reformó la Constitución nacional, la Ciudad de
Buenos Aires fue declarada distrito autónomo, es decir que en adelante tendría, al igual que las
provincias, un gobierno elegido por sus ciudadanos y debía dictar su propia Constitución, la que
fue sancionada en 1996.
La población de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es de casi 3.000.000 de habitantes. Para
poder organizar las actividades de una población tan numerosa, en 1996 se crearon los Centros
de Gestión y Participación (CGP).
Estos centros funcionan en algunos barrios con el fin de facilitar y descentralizar las funciones del
Gobierno de la Ciudad. En los CGP se realizan los trámites de Registro Civil, Rentas o
infracciones de tránsito. También se brinda información sobre los servicios que ofrece el Gobierno
de la Ciudad, como actividades culturales, programas de salud, etcétera.
Desde el año 2005, los CGP cambiaron su nombre y se transformaron en Centras de Gestión y
Participación Comunal (CGPC). Mediante una ley, se formaron 15 comunas y en cada una de
ellas se organizó una Junta Vecinal para representar los intereses y problemas de cada barrio.

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LA ARGENTINA Y SUS BASES NATURALES

La pluralidad ambiental de la Argentina es producto del conjunto de condiciones naturales (clima,


aptitud del suelo, formas de relieve, vegetación), así como también -y por sobre todas las cosas-
de los procesos de intervención de las sociedades sobre la naturaleza.
La Argentina es un país alargado; su amplio desarrollo latitudinal favorece a la diversidad climática
del territorio, sumado a la presencia de factores que ofrecen modificaciones, como la existencia de
cordones montañosos (como los Andes) que impiden el paso de vientos húmedos, la cercanía al
mar (que actúa como moderador de las temperaturas), los vientos locales o la altitud (que produce
el descenso progresivo de los registros térmicos).
Pero además de estas particularidades de los ecosistemas, hay una historia de intervención sobre
la naturaleza, de transformación y apropiación de los recursos naturales, que hacen que a la hora
de hablar de la oferta ambiental, no solo pensemos en los condicionantes naturales, sino también
en los procesos sociales, sus actores, sus intereses y las formas con las que se lleva a cabo la
explotación.
En realidad, el ambiente es uno solo: un enorme y complejo sistema de elementos que se
relacionan y cambian constantemente, y que coincide con la porción de la Tierra donde se
desarrolla la vida. Cuando nombramos varios ambientes (en plural), lo hacemos para distinguir las
diferentes partes de ese sistema y para poder estudiarlo mejor. Por ejemplo, se puede mencionar
el ambiente de la selva misionera para diferenciarlo del de la estepa patagónica, de la Puna o del
bosque andino-patagónico.

En nuestro territorio, los relieves resultantes de los procesos geológicos se pueden agrupar en
cuatro grandes ejes: las montañas, las sierras, las mesetas y las llanuras. Cada una de estas
formas de relieve fue formada durante miles de años y, en la actualidad, siguen en constante
transformación. Los extensos periodos de tiempo en que se divide la historia del planeta Tierra
reciben el nombre de "eras geológicas", y cada una de ellas presenta diferentes características en
cuanto a la formación del relieve.

LAS ERAS GEOLÓGICAS

Los relieves se formaron a lo largo de millones de años. Para diferenciar el momento de su origen,
se analiza la antigüedad de los materiales de la corteza terrestre. Así se puede conocer en qué
era geológica se originó. En el caso de los relieves de la geografía argentina , se pueden observar
la siguiente formaciones geológicas:
 Era precámbrica: se desarrolló hace más de 570 millones de años; en esta era se
formaron los basamentos o macizos.
 Era Paleozoica: transcurrió desde el fin de la precámbrica hasta hace 245 millones de
años. En esta era comenzaron a plegarse el sistema de Famatina, la Precordillera de La
Rioja, San Juan y Mendoza, y los Andes patagónicos.
 Era mesozoica: le siguió a la Paleozoica hasta hace 65 millones de años puntos se
produjeron formaciones volcánicas en la puna, la Cordillera frontal, la Patagonia, la meseta
misionera y al este de la llanura pampeana. Se acumularon sedimentos en las zonas bajas
y se produjo el plegamiento del sistema de Ventania.
 Era cenozoica: comenzó hace 65 millones de años y en esta era se plegaron y
ascendieron la Sierra Subandina, la Cordillera Principal, los Andes patagónicos y el
sistema de Famatina. Se fracturaron y descendieron la Puna, la Cordillera Frontal, la
Precordillera de La Rioja, San Juan y Mendoza; las sierras de Tandilia y de Ventania y las
Sierras Pampeanas. Aún continúa la acumulación de sedimentos en la llanura pampeana y
en los valles intermontanos.

15
Estructuras de relieve, según periodo de formación, de la Argentina, parte continental americana

16
LAS ESTRUCTURAS DEL RELIEVE

Los procesos que forman y modifican el relieve


El planeta Tierra está formado por distintas capas. Su
composición y comportamiento está relacionado con los
procesos que forman los relieves, tanto emergidos como
submarinos.
Los procesos internos o endógenos modifican la forma de
la Tierra y generan relieves: lugares más altos y más
bajos.
Los procesos que se desarrollan sobre la superficie
terrestre se denominan exógenos o externos. Ellos
desgastan los relieves y depositan los materiales
erosionados en otros lugares; de este modo, mantienen el
equilibrio del sistema físico.

Los procesos endógenos


Los procesos endógenos se producen en el interior de la
Tierra. La litosfera está dividida en secciones,
denominadas placas tectónicas. Son rígidas y su espesor
varía: puede ir desde los siete kilómetros, si se trata de
corteza oceánica, hasta los cien kilómetros, si las placas
son de corteza continental.
Las placas se deslizan de forma horizontal sobre la
astenosfera, dando lugar a los procesos que intervienen
en la formación de los relieves.
Cuando las placas se unen, la placa más densa se eleva
y, de esta manera, se originan las cordilleras. A este
proceso de elevación de montañas se lo denomina
orogenia.
La orogenia puede plegar sedimentos o fracturar bloques.
En nuestro país, el proceso orogénico más destacado es
el plegamiento Andino, que formó la cordillera de los
Andes, a partir de la subducción de la placa de Nazca por
debajo de la placa Sudamericana.
Otro proceso asociado con el borde de placas
convergentes es la epirogenia. Esta provoca el
levantamiento o hundimiento de masas de tierra continental u oceánica. Se trata de un proceso
nivelador que también produce fallas en los estratos rocosos. Un ejemplo es la falla de La Laja, en
la provincia de San Juan.
Tanto el proceso de orogenia como el de epirogenia están asociados a los fenómenos telúricos,
como los sismos y las erupciones volcánicas.

Los procesos exógenos


Los procesos que se desarrollan sobre la superficie terrestre se denominan exógenos o externos.
Estos procesos intervienen en la transformación de los relieves a través de la erosión,
desgastándolos y transportando los materiales resultantes de ese desgaste hacia otras zonas,
donde se depositan.
Dentro de los procesos exógenos se encuentran la meteorización, los procesos gravitacionales y
la erosión.
La meteorización es el proceso mediante el cual la roca se desintegra sobre la superficie terrestre.
Los procesos gravitacionales son generados por la fuerza de gravedad terrestre, y desplazan
materiales pendientes abajo.
La erosión es la corrosión del material de la superficie terrestre a través de un agente erosivo,
como el agua, el aire o el hielo. Estos agentes son capaces de degradar y desgastar las rocas, así
como de transportar los materiales resultantes hacia otros lugares.
Según el agente que actúa, la erosión se puede clasificarse de la siguiente manera:

17
 Erosión eólica: es el desgaste que generan las partículas que transporta el viento contra
las rocas o los suelos. Este tipo de erosión predomina en los climas áridos, porque la falta
de humedad y de vegetación en el suelo hace que
las partículas estén sueltas y puedan ser
transportadas con mayor facilidad.
 Erosión fluvial: la corriente de los ríos es el agente
erosivo más importante porque tiene la capacidad
de excavar sus cauces y transportar grandes
cantidades de sedimentos producidos por la
meteorización.
 Erosión glaciaria: los glaciares son grandes masas
de hielo que se forman por la acumulación y
compactación de nieve. Tienen un movimiento
lento pero constante, y en su avance arrastran
grandes bloques de roca y también muelen y
raspan las rocas del suelo.
 Erosión marina: las olas de los mares y océanos
impactan con fuerza sobre la costa, modificando su
forma.
 Erosión pluvial: el impacto de las gotas de lluvia
sobre el suelo libre de vegetación deteriora los
materiales superficiales.
 Erosión mecánica: se produce por los cambios bruscos de temperatura entre el día y la
noche. Estas variaciones provocan que las rocas se expandan y se contraigan, y luego se
rompan en fragmentos más pequeños.
Cada uno de estos procesos desarrolla un conjunto característico de formas del relieve, y su
acción implica la erosión de los materiales y también el transporte de estos hacia lugares más
bajos, donde se depositan.

LOS DIVERSOS RELIEVES DE LA ARGENTINA

LAS MONTAÑAS DEL OESTE


Al oeste de nuestro país se extiende la cordillera de los Andes. Este extenso cordón montañoso
es el resultado del proceso de convergencia que se produjo entre la placa de Nazca y la
Sudamericana, que comenzó en la Era cenozoica y continúa hasta la actualidad. La cordillera de
los Andes puede dividirse en diversos sectores que poseen sus propias características.
Al noroeste se encuentra la Puna, que presenta una gran elevación debido a que se ubica sobre
una meseta elevada o altiplano. Algunos de los
picos más altos de la Puna son el cerro
Llullaillaco (6.739 metros) y el Nevado de Cachi
(6.200 metros), ambos en la provincia de Salta;
y el Nevado de Chañi (5.896 metros), en Jujuy.
Al este de la Puna se extiende la Cordillera
Oriental, caracterizada por sus grandes valles,
que son zonas más bajas rellenadas por
sedimentos arrastrados por los ríos. En estos
valles se concentra la mayor proporción de la
población, como en el valle de Lerma, lugar
donde se localiza la ciudad de San Salvador de
Jujuy.
Otro rasgo distintivo de la Cordillera Oriental
son las quebradas. Estas fueron formadas por
la erosión fluvial, y son espacios encajonados entre las montañas MONTE FITZ ROY
y con un gran desnivel, como la quebrada de Humahuaca.
En el centro oeste del país se encuentran los Andes Centrales. Tienen gran altura, superior a los
5.000 metros sobre el nivel del mar, y presentan pasos elevados que permanecen desprovistos de
nieve gran parte del año debido a la aridez del ambiente.

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Hacia el sudoeste se localizan los Andes patagónico-fueguinos, que son la parte más baja de la
cordillera. La erosión glaciaria modeló este relieve, formando profundos valles y depresiones, en
los que el agua acumulada por los deshielos dio origen a los numerosos lagos de la región.

LOS SISTEMAS SERRANOS


Las montañas de menos altura, con laderas suaves y cimas redondeadas por la erosión, reciben
el nombre de sierras. En la Argentina hay varios sistemas serranos.
Las Sierras Subandinas son un cordón ubicado al este de la Cordillera Oriental. No superan los
3.000 metros de altura, y se formaron con la elevación de la cordillera.
Las Sierras Pampeanas están en el centro del país. El sistema está formado por cuatro cordones
montañosos: el occidental o de Famatina, el central o de Velasco, el oriental o del Aconquija, y el
austral o de Córdoba y San Luis. Se formaron en la
era precámbrica por la fractura de rocas cristalinas.
Poseen una ladera abrupta que recibe el nombre de
cuesta, y una ladera suave con menor pendiente
llamada falda.
Las Sierras de Tandilla y Ventania son un
afloramiento del macizo de Brasilia. Las primeras
tienen una altura máxima de 524 metros sobre el
nivel del mar, mientras que las Sierras de Ventania
alcanzan los 1.247 metros de altura en el cerro Tres
Picos.
Las Sierras Mahuidas se ubican en la provincia de
La Pampa. No superan los 600 metros de altura, ya
que son serranías muy antiguas y erosionadas. SISTEMA DE FAMATINA

LAS MESETAS
Las mesetas están formadas por rocas muy antiguas pertenecientes a los macizos o escudos
precámbricos. Son superficies relativamente planas que se encuentran elevadas sobre el terreno
que las rodea.
Por ejemplo, la meseta misionera es un afloramiento del macizo de Brasilia, y se encuentra
sometida a una intensa erosión fluvial. Los suelos tienen un alto contenido de hierro que, al
oxidarse con la humedad del ambiente, les da su
color rojizo característico. Presenta numerosas
fracturas que forman saltos y cascadas, como las
Cataratas del Iguazú.
La meseta patagónica se extiende al sur del río
Colorado y se formó sobre basamentos
precámbricos y de comienzos del paleozoico,
cubiertos por sucesivas coladas basálticas
producto de las erupciones volcánicas. Debido a
la elevación de los Andes, la meseta patagónica
presenta un desnivel de oeste a este, que termina
en la costa del Mar Argentino en forma de
acantilados.

PUERTO PIRÁMIDES

LAS LLANURAS DEL ESTE


La llanura chaco- pampeana es el relieve que ocupa
la mayor superficie de nuestro país y se extiende por
parte del territorio del Uruguay, el Paraguay y el
Brasil. Está formada por la acumulación de
sedimentos transportados por los ríos, el mar y el
viento, que fueron depositados sobre los

19
basamentos precámbricos. Sus suelos poseen un alto contenido de materia orgánica que les
aporta una alta fertilidad. Esta cualidad, sumada al clima húmedo predominante, la convierte en el
ambiente más favorable para desarrollar el cultivo de diversas especies vegetales.
La llanura pampeana presenta depresiones en las que son frecuentes las inundaciones, como en
el centro de la provincia de Buenos Aires, y algunas elevaciones, como las cuchillas entrerrianas.

Principales formas de relieve de la Argentina, parte continental americana

20
LOS DESASTRES NATURALES DE ORIGEN GEOLÓGICO

Los movimientos sísmicos y las erupciones volcánicas son fenómenos naturales que, al
manifestarse en regiones muy pobladas generan importantes consecuencias para la sociedad.
El territorio argentino, debido a sus condiciones físicas,
posee un área extensa de actividad sísmica y volcánica
localizada en la zona cordillerana.
La actividad sísmica está relacionada con los límites de
las placas tectónicas. La mayor intensidad de la actividad
sísmica está concentrada en los márgenes delos bordes
convergentes. La fuerte presión generada por las dos
placas que se unen es liberada a través de las fallas, que
se mueven lateralmente generando terremotos de gran
magnitud, si se desarrollan sobre el continente; cuando
se desarrolla en la corteza oceánica, se denominan
maremotos, los cuales muchas veces generan olas
gigantescas o tsunamis debido al gran desplazamiento
vertical originado por el movimiento. La subducción o hundimiento de la Placa Nazca
Un sismo es un desplazamiento de materia, una bajo la Placa de Sudamérica ha formado la
liberación brusca de energía, que se produce en la cordillera de los Andes y provoca actividad sísmica
litosfera. Esa energía se expande hacia todas las y volcánica que caracteriza el oeste de Argentina.
direcciones a velocidades que varían según la
composición del medio por donde se propagan.
Los daños producidos por los terremotos se perciben en fenómenos de 6°o más en la escala de
Richter: se desmoronan y
resquebrajan muros, se agrieta el
suelo, etcétera.
Por otra parte, los sismos pueden
tener efectos indirectos sobre las
masas de hielo o aludes de nieve que
se caen en las zonas montañosas,
ocasionando un peligro inminente
para las poblaciones que viven al pie
de las montañas.

ESCALA DE RICHTER

Menos de 3.5° Las personas no lo sienten, pero sí es registrado por los sismógrafos.

3.5° a 5.4° Causa daños menores.

5.5° a 6.0° Produce daños leves a las edificaciones.

6.1° a 6.9° Ocasiona severos daños en áreas densamente pobladas.

7.1° a 7.9° Causa graves daños.

8° a 10° Destrucción total.

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Las áreas afectadas por vulcanismo

La actividad volcánica también está relacionada con los bordes de placas convergentes. Los
volcanes son fisuras o grietas de la corteza terrestre por donde asciende el magma (mezcla de
rocas y minerales fundidos del interior de la Tierra), gases y cenizas hacia la superficie. Durante
una erupción volcánica, la montaña puede despedir cenizas, rocas incandescentes y lava.
En el país existen treinta volcanes activos de los
cuales varios son considerados riesgosos por los
científicos y especialistas en el tema, ya que hay
asentamientos poblacionales muy cerca de ellos.
El volcán Lanín, en la provincia del Neuquén, se
encuentra en estado latente. Los volcanes Peteroa,
San José y Tupungato, en Mendoza, se encuentran
con actividad moderada. Si bien la actividad volcánica
actual no es alarmante hay que tener presente que a
lo largo del límite con Chile se ubican setenta volcanes
en actividad, que también pueden afectar a nuestro
país, ya que con sus erupciones, pueden afectar
centros urbanos y áreas rurales. Por ejemplo los
vientos del oeste y sudoeste transportan las nubes de
cenizas volcánicas a través de largas distancias en el
territorio argentino, esto daña la calidad del aire y del
suelo, de los
cultivos y del
ganado.

El volcán chileno Calbuco entró en erupción el 30


de abril de 2015; las cenizas afectaron gran parte
de la Argentina.

22
EL CLIMA DE LA ARGENTINA

Las precipitaciones y los vientos regionales

La cordillera de los Andes es uno de los principales factores que


modifican la distribución de las precipitaciones en la Argentina. Los
vientos provenientes del océano Atlántico y del Pacífico transportan a
humedad hacia el interior del territorio, pero en su recorrido la barrera
orográfica determina cómo se producen las precipitaciones: su
abundancia o escasez.

Los climas de régimen Atlántico


La zona del río Colorado, límite entre las provincias de Río Negro y La
Pampa es una zona de transición entre dos regiones climáticas
determinadas por la influencia de distintos anticiclones.
Al norte de este río, los vientos predominantes provienen del anticiclón
del océano Atlántico. Estos vientos del este, cargados de humedad,
ingresan en el territorio atraídos por el ciclón estacionario ubicado en la
región chaqueña. A medida que avanzan, generan precipitaciones que
van descendiendo en cantidad hacia el oeste. Por ejemplo, el clima de la
provincia de Misiones es húmedo, mientras que el de Santiago del
Estero es seco.

Climas de régimen Pacífico


Al sur del río Colorado los vientos provienen del anticiclón del Pacífico
Sur. Las zonas más húmedas se localizan al oeste de los Andes
patagónico-fueguinos se van haciendo más áridas hacia el este. Así, por
ejemplo, la ciudad de San Carlos de Bariloche, en Río Negro, presenta
más precipitaciones, en forma de lluvia o nieve, que en el centro de la
provincia donde el clima es seco con escasas precipitaciones durante el
año.

23
Las lluvias orográficas
Cuando los vientos provenientes de los
anticiclones se encuentran con relieves
elevados, producen precipitaciones
orográficas. Las montañas cortan el paso de
los vientos y estos se ven obligados a
ascender. Al subir el aire se enfría y la
humedad se condensa y se transforma en
precipitaciones. En las zonas frías o de gran
altura estas precipitaciones pueden ser en
forma de nieve. Luego, el aire se torna más
cálido y seco al descender por la ladera
opuesta. Este tipo de lluvias se producen en
las Sierras Subandinas y en los Andes
Patagónicos.

Tipos de climas
La extensión en latitud, la disposición del relieve y la influencia de los vientos determinan los tipos
de climas y sus variedades.
El clima subtropical lleva este nombre por ubicarse al sur del trópico de
Capricornio, en el noreste de la Argentina. En él se distinguen tres variedades de este a oeste:
• Sin estación seca: con temperaturas medias superiores a los 20° C, es decir sin invierno térmico,
y lluvias abundantes durante todo el año;
• Con estación seca: abarca la llanura del Chaco occidental, se presenta con precipitaciones
insuficientes durante la estación invernal y las temperaturas medias son superiores a los 200 C;
• Serrano; coincide con las primeras estribaciones de la Cordillera de los Andes, donde los vientos
se comportan de forma particular ya que descargan la poca humedad que les queda al chocar con
las montañas, y producen precipitaciones orográficas en las laderas occidentales, dando origen a
una formación de selva.
Los climas áridos se desarrollan en todas las latitudes. La característica que los agrupa es el
déficit de humedad (escasez de precipitaciones) y la amplitud térmica diaria y anual. Este clima, al
norte del río Colorado, se encuentra en la Cordillera de Los Andes, sierras pampeanas, cuyo y
oeste de la llanura pampeana. Al sur del mismo río ocupa las mesetas patagónicas. Se pueden
distinguir:
• Árido andino puneño: se registran bajas temperaturas debido a la altura del relieve, y lluvias muy
escasas.
• Árido de las sierras y bolsones: se desarrolla en las sierras pampeanas, con temperaturas más
agradables y precipitaciones insuficientes en verano.
• Semiárido: se da en el norte de la Patagonia, con lluvias insuficientes, especialmente en
invierno.
• Árido patagónico: se desarrolla en el resto de la meseta, con temperaturas inferiores a los 12° C
y precipitaciones insuficientes e invernales.
El clima templado se ubica entre el clima árido y el subtropical. Su situación en latitudes medias
determina una marcada estacionalidad, es decir, con gran amplitud térmica entre los períodos
estival (20° C de temperatura media) e invernal (14° C de temperatura media). La ausencia de
relieves elevados y la constante influencia de los vientos provenientes del océano Atlántico,
facilitan la entrada de humedad que se transforma en precipitaciones suficientes que disminuyen
progresivamente de este a oeste. Se distinguen:
• Templado húmedo: recibe la influencia de los vientos del anticiclón del Atlántico sur. Las
precipitaciones se producen todo el año y disminuyen de este a oeste.
• Templado semiárido: se desarrolla en el oeste de la zona central y presenta lluvias escasas.
• Templado serrano: lluvias escasas de verano e invierno seco, se desarrolla al pie de las sierras
pampeanas.
Por último los climas fríos tienen en común bajas temperaturas durante todo el año y
precipitaciones pluviales o nivales, que se distribuyen de acuerdo con la influencia de los vientos.
Sus variedades son:

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• Frío húmedo: presenta lluvias abundantes y nevadas invernales en los Andes patagónico-
fueguinos y en las Islas del Atlántico Sur.
• Frío polar o antártico: en el sector Antártico Argentino, con temperaturas inferiores a 0°C,
precipitaciones en forma de nieve y suelos congelados.

25
Los vientos regionales
Además de los vientos de los anticiclones del océano Atlántico y Pacífico, que se generan por la
distribución de las presiones atmosféricas a escala planetaria, existen vientos de alcance local o
regional. Estos son los responsables de las variaciones climáticas en nuestro país.
 La sudestada es un viento que se localiza sobre el Río de la Plata y se caracteriza por ser
un fenómeno persistente, con temperaturas bajas, generalmente acompañado por
precipitaciones. Esto se produce cuando se combinan dos sistemas: uno de alta presión
ubicado sobre el océano Atlántico Sur, que lleva aire frío y húmedo hacia el este de la
provincia de Buenos Aires, el sur del litoral y las costas uruguayas; y el otro sistema, de
baja presión, que se localiza en el
centro sur de la Mesopotamia y aporta
aire cálido y húmedo. Al chocar las
masas de aire de ambos sistemas se
producen las precipitaciones. La
ocurrencia de este viento predomina
entre los meses de abril a diciembre,
siendo el mes de julio el que presenta
la mayor cantidad de sudestadas.

 El pampero es un viento frío y seco


que proviene del interior del
continente, generalmente del sur o
sudoeste. Está relacionado con los
frentes fríos que producen un
aumento de la presión atmosférica y
descenso de la humedad, y mejora el
tiempo. Según sus características
recibe distintos nombres: pampero
húmedo, si en un primer momento se
producen tormentas eléctricas y
lluvias, o pampero sucio, cuando
sopla sobre regiones áridas o con
sequía y se transforma en tormentas
de polvo.

 El viento zonda se produce en la


cordillera desde Jujuy hasta Neuquén.
Se caracteriza por su extrema
sequedad y elevada temperatura. Se
genera cuando los vientos
provenientes del oeste traspasan las
montañas y descienden hacia el este a gran velocidad. La temperatura del ambiente puede
aumentar en promedio15°C en una hora, y la humedad puede descender hasta un 50%.
Ocurre con mayor frecuencia entre los meses de mayo a noviembre. Entre los efectos que
ocasiona este viento podemos mencionar: dolor de cabeza, irritación de las vías
respiratorias, abatimiento y nerviosismo en las personas, maduración antes de tiempo de
los cultivos y aumento en los riesgos de incendio.

Los fenómenos naturales que generan desastres

En la atmósfera se desarrollan ciertos fenómenos naturales que, según su intensidad y duración,


representan un riesgo para la población y pueden ocasionar grandes desastres. Aunque no
siempre estos fenómenos desencadenan desastres naturales: algunas veces se producen sin
afectar a la población. Llamamos desastre natural a todos aquellos fenómenos naturales que
afectan a la población y sus actividades económicas y que causan problemas en el medio.

26
La dinámica atmosférica varía según diversos factores, como la latitud, la altitud, la distancia del
mar, la disposición del relieve y las corrientes oceánicas. A escala continental, algunos fenómenos
pueden tener una duración corta, como los ciclones o las grandes nevadas. Otros pueden actuar
durante una o varias semanas, incluso meses, como por las oleadas de frío, las inundaciones o
las sequías. También existen fenómenos más breves y
a escala regional, como los tornados.

Los tornados y el granizo


Las zonas más afectadas por los tornados son las
comprendidas entre los 20° y 50° de latitud.
Generalmente están acompañados de lluvia, granizo,
relámpagos y rayos, y pueden recorrer grandes
distancias.
Los tornados pueden producirse en cualquier momento
del año. Sin embargo, la mayor cantidad de estos
fenómenos se da en los meses de junio, julio y agosto.
Es habitual que se produzcan entre las 14 y 20 horas
del día, momento que corresponde al máximo
calentamiento de la superficie terrestre. Esto se debe al
aumento diurno de la temperatura y a la gran cantidad
de humedad, o al choque de frentes fríos con frentes
cálidos, que desencadenan grandes tormentas.
Afectan el centro-norte de nuestro país y pueden
provocar voladura de techos, destrucción del tendido
eléctrico y daño severo de campos y cultivos.
Los fenómenos de granizo están vinculados con las Los tornados se forman por un centro de baja
grandes tormentas, y ocurren en mayor frecuencia en presión sobre el continente en el cual el aire
la zona de Cuyo, las sierras de Córdoba y del gira a alta velocidad (hasta 400 kilómetros por
Aconquija, en Catamarca y Tucumán. En la llanura hora). Algunos tornados duran unos pocos
pampeana se producen con menor frecuencia. segundos, pero otros persisten durante más de
20 minutos. A pesar de su corta duración son
Las inundaciones y las sequías altamente destructivos.
Las inundaciones son consecuencia de las abundantes
precipitaciones, pero pueden agravarse por factores humanos o naturales. Algunos de ellos son el
rápido deshielo de las zonas nevadas; la fisura o rompimiento de las paredes de los diques y
represas construidos sobre los ríos; la construcción de caminos y terraplenes que impiden el
normal escurrimiento del agua hacia zonas más bajas; el aumento de la superficie construida,
como edificaciones o rutas asfaltadas, que no permiten que el agua se infiltre en las napas
subterráneas; y la desaparición de la cobertura vegetal, que deja el suelo más vulnerable a la
erosión.
Las sequías son períodos de precipitaciones y humedad insuficientes. Se producen en extensos
territorios y afectan a más cantidad de población que cualquier otro desastre natural en nuestro
país. La escasez de agua afecta la vegetación natural y, por ende, también resultan perjudicados
los animales. A su vez, genera grandes pérdidas económicas porque se arruinan las cosechas; los
precios de los, alimentos aumentan; las napas de agua son sobreexplotadas y se secan. El
aumento de los incendios también es otra de las causas de las sequías.
A pesar de los subsidios y la construcción de cisternas, el crecimiento de la población acentúa el
problema de la escasez de agua.
No existe ninguna forma de solucionar el problema de la sequía, ya que es un fenómeno que
depende enteramente de la dinámica climática, por eso, es tan importante el cuidado del agua.

27
LAS CARACTERÍSTICAS HÍDRICAS DEL TERRITORIO ARGENTINO

El sistema hidrográfico está compuesto por varias cuencas. Una cuenca hidrográfica es el área en
la cual el agua fluye hacia un río principal. Incluye tanto los cuerpos de agua como los cursos,
superficiales y subterráneos.
A su vez, se pueden distinguir varias cuencas:
Las cuencas endorreicas son aquellas en las que el agua de la cuenca desagua en un río
principal, pero no llega hasta el mar, y se evapora en el recorrido hacia las zonas más bajas.
Generalmente, se encuentran en zonas de climas áridos, donde las precipitaciones no son
suficientes para alimentar los cursos de aguay la elevada radiación solar provoca una mayor
evaporación.
Las cuencas exorreicas, en cambio, desaguan en el océano. En el caso de nuestro país, por la
pendiente del terreno, estas cuencas desembocan en el océano Atlántico. Dentro de este tipo de
cuencas encontramos la de los ríos Paraná y Uruguay, también llamada cuenca del Plata. Algunos
ríos patagónicos desembocan en el océano Pacífico, como el río Futaleufú o el río Manso.
Las zonas donde el agua se pierde por la
infiltración bajo la tierra o por evaporación, y no
poseen escurrimiento hacia un río principal, se
denominan zonas arreicas. Es el caso de
algunos sectores de la meseta patagónica, el
centro de la región chaqueña y Cuyo.

Los regimenes hidrográficos

El caudal de los ríos sufre variaciones a lo largo


del año y a estas variaciones se las denomina
régimen fluvial.
Según el lugar de origen del agua que alimenta al
río, se pueden diferenciar distintos regimenes:
Régimen pluvial: este tipo de régimen está
asociado con los ríos que reciben su caudal,
principalmente, de las precipitaciones. En las
estaciones más húmedas, el caudal del río crece
notablemente y experimenta una bajante en las
estaciones secas. Los ríos Pilcomayo y Bermejo
tienen este régimen.
Régimen nival y glacial: los ríos que nacen en
zonas montañosas donde la principal
precipitación es en forma de nieve reciben sus
aguas como producto del deshielo. Las épocas
de creciente del caudal son las de primavera y
verano, cuando la radiación solar es mayor y
facilita el derretimiento de la nieve y los glaciares.
Es el caso de la mayoría de los ríos que nacen
en la cordillera de los Andes.
Régimen lacustre: corresponde a los ríos que
nacen a partir de un lago. Los niveles de agua
dependen del aporte que reciba el lago, ya sea
nival o pluvial. El río Limay que nace del lago
Nahuel Huapi tiene este régimen.
Régimen mixto: corresponde a los ríos que reciben afluentes con distintos regimenes; por lo tanto,
el río principal varía de régimen al recibirlos. Un ejemplo el río Paraná.

28
La cuenca del río Desaguadero

La cuenca del río Desaguadero abarca los territorios de las provincias de La Rioja, San Juan,
Mendoza y La Pampa. Se desarrolla en una de las zonas más áridas del país, donde las
precipitaciones alcanzan los 300 mm anuales, con excepción de la zona cordillerana, donde se
producen nevadas que alcanzan el equivalente a 800 mm de precipitaciones anuales.
El régimen de los ríos que componen la cuenca es nival y alcanza su mayor caudal en los meses
de primavera y verano. La utilización de sus aguas para el riego en los oasis de cultivo implica una
reducción notable en la cantidad de agua transportada.
El río principal recibe distintos nombres a lo largo de su recorrido de norte a sur:
Jagüe, Vinchina, Bermejo, Desaguadero, Salado, Chadileufu y Curacó. Nace en la Cordillera
Frontal, en el cerro Bonete (6.872 metros sobre el nivel del mar), y se alimenta de los deshielos.
Atraviesa la precordillera y se infiltra en los sedimentos de su cauce, originando oasis de cultivo.
Este río abastece de agua potable a los poblados de Vinchina, Villa Castelli y Villa Unión, que no
superan los 2.000 habitantes cada uno.
En el límite entre La Rioja y San Juan recibe el aporte esporádico de algunos afluentes, como el
Guandacol o de la Troya. A partir de aquí recibe el nombre de Bermejo y sigue su curso sudeste
por la provincia de San Juan.
Atraviesa una zona desértica, rodeada por médanos y
arenales que dificultan el drenaje del agua cuando se
produce la creciente, y desemboca en el sistema de
lagunas Guanacache, en las que ya no hay agua
debido al creciente uso de este recurso para el riego.
El fin de las lagunas hizo que terminaran también las
actividades que allí se realizaban, como la pesca y la
recolección de totoras para hacer cestería. A su vez,
esto generó el despoblamiento de los asentamientos
aledaños.
A partir de este lugar, el río recibe el nombre de
Desaguadero. En la actualidad, presenta un cauce de
60 metros de ancho, aunque temporariamente fluye
un hilo de agua.
En la provincia de Mendoza, recibe el aporte del río
Tunuyán, Diamante y Atuel, y adquiere mayor caudal.
Allí toma el nombre de río Salado, y sigue su curso
hacia el sur.
En La Pampa, el río termina su recorrido en las
lagunas La Dulce, Urre Lauquen y La Amarga, pero no
llega al río Colorado y desde allí al mar como sucedía
en el siglo XIX. Por esta razón, se considera al
sistema Desaguadero como una cuenca endorreica,
modificada notablemente por la acción de los seres
humanos.

La cuenca del Plata

La cuenca del Plata tiene una superficie de 3.200.000 km2, que se distribuyen a lo largo de parte
de los territorios del Brasil, el Paraguay, Bolivia, el Uruguay y la Argentina. Es una de las cuencas
más importantes del mundo por su dimensión y las potencialidades de aprovechamiento, como
también por ser una de las más grandes reservas de agua dulce del mundo. Además, la gran
cobertura vegetal (selvas, bosques y pastizales) que se desarrolla en toda esa región cumple la
función vital de absorber el dióxido de carbono y producir el oxígeno necesario para neutralizar las
emisiones de gases que contaminan el aire, convirtiendo el área en un “pulmón” para el planeta.
Esta cuenca abarca las subcuencas de los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay, y desemboca en el
Río de la Plata, y de allí al océano Atlántico, por lo que se trata de una cuenca exorreica. Estos
ríos son aprovechados para el abastecimiento de la población, como vía de transporte y para la

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generación de energía eléctrica. Actualmente, las represas de Yacyretá (explotadas por Brasil y
Argentina) y la de Salto Grande (compartida con Uruguay) producen, aproximadamente, el 40%
de la energía consumida en nuestro país.
El problema de las inundaciones
La mayor parte de la superficie de la cuenca se extiende en un relieve llano, con escaso declive.
Debido al régimen pluvial y la estacionalidad de las lluvias, principalmente en la época de verano,
las áreas cercanas a los ríos sufren inundaciones. Además, otro factor que agrava estos
fenómenos es la creciente deforestación que se realiza para extender la frontera agrícola o para la
explotación forestal, y que va dejando el suelo descubierto, favoreciendo la erosión.
En esta zona se asientan más de 100 millones de personas. Durante las crecidas extraordinarias
de los ríos más caudalosos de la cuenca., se generan grandes pérdidas económicas. Es una de
las mayores áreas de producción de alimentos a nivel mundial.
En las provincias argentinas que se encuentran en la cuenca se desarrollan el 90% de los
cereales y oleaginosas del país, y se encuentra el 70% de ganado bovino.
Es relevante destacar que el agua que se infiltra en esta cuenca da origen a un gran sistema de
aguas subterráneas, llamado acuífero Guaraní, que es uno de los reservorios de agua dulce y
potable del mundo.

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LAS AGUAS SUBTERRÁNEAS Y LOS ACUÍFEROS

El acuífero Guaraní es uno de los reservorios subterráneos de agua dulce más importantes del
mundo. Se localiza debajo de parte de la cuenca del Plata, y tiene una extensión aproximada de
1.200.000 km2, distribuidos a lo largo de los territorios de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay.
El agua dulce es un recurso natural escaso; y por eso es un recurso estratégico, motivo de
disputas políticas y económicas.
Se estima que la cantidad de agua dulce que posee esta reserva alcanzaría para abastecer de
agua potable a toda la población del planeta (6.000 millones de habitantes) durante 200 años.
El acuífero Guaraní se formó en la Era precámbrica, cuando la superficie terrestre estaba cubierta
por vastos desiertos. Al fragmentarse la Pangea, el magma de la astenosfera salió a la superficie
a través de fisuras, formando una capa de roca volcánica sobre el sustrato arenoso. Miles de años
después se produjeron las glaciaciones, que cubrieron gran parte del planeta con masas de hielo
que fueron erosionando la superficie y dejaron al descubierto parte del estrato de arena que se
encontraba debajo de las rocas. El agua de lluvia comenzó a infiltrarse y se acumuló debajo de la
capa de rocas volcánicas, es decir, sobre el sustrato arenoso, que acumula el agua en el espacio
libre que queda entre los granos de arena.
Luego de millones de años, el desgaste de la superficie y su posterior fractura permitieron que el
agua contenida en la profundidad saliera a la superficie y se fuera renovando con el agua que
recibe de la lluvia.
Las zonas más frágiles del sistema acuífero Guaraní son las zonas de recarga. El cambio en el
uso de la tierra afecta directamente las aguas subterráneas, ya que modifica la cantidad de agua
que se infiltra en el suelo y la que se escurre hacia las áreas más bajas. Esto se produce, por
ejemplo, cuando la vegetación natural es reemplazada por cultivos. La escasa cobertura vegetal
promueve la erosión de los suelos, ya sea por las precipitaciones como por los cursos de agua
superficiales. También, el uso de productos químicos en los cultivos o los desechos cloacales de
la población
contaminan el agua
y representan una
amenaza creciente
para las reservas
subterráneas.
En algunas zonas,
el agua dulce del
acuífero es extraída
a través de
perforaciones en la
tierra y es utilizada
para realizar
emprendimientos
turísticos,
relacionados con los
baños termales. Sin
embargo, las
perforaciones
excesivas degradan
el agua pura del
acuífero.

Acuífero Guaraní.

El acuífero presenta zonas de recarga, donde se infiltra el agua. Estas se localizan en las
áreas cercanas a los grandes cursos de agua. A su vez, las zonas de descarga del sistema,
donde el agua aflora hacia la superficie, son los ríos y esteros.
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LA ORGANIZACIÓN DEL TERRITORIO ARGENTINO Y EL USO DE LOS RECURSOS
NATURALES

Los elementos y las fuentes de energía que proporciona la naturaleza, y los seres humanos
utilizan para satisfacer sus necesidades, son considerados RECURSOS.
Para que los elementos de la naturaleza se conviertan en un recurso es necesario que la sociedad
los valore y haga uso de ellos. Esa valorización puede variar a lo largo del tiempo. Por ejemplo, el
litio, que actualmente se utiliza para la fabricación de baterías de celulares, no era un recurso
valorado a la llegada de los españoles a América. Dado que los recursos constituyen un bien, es
decir, algo tangible y utilizable, pueden convertirse en una fuente de riqueza o en un bien
económico.
Según la cantidad y el tiempo en que tardan en crearse o regenerarse, los recursos se clasifican
en:
 RENOVABLES: son aquellos que se encuentran en relativa abundancia según el
ambiente, y que tardan poco tiempo en regenerarse, por ejemplo, la flora, la fauna, el suelo
y el agua. Si la sociedad los utiliza adecuadamente, puede contar con ellos de forma
ilimitada, pero si no se respetan sus tiempos y ciclos de regeneración corren el riesgo de
agotarse.
 NO RENOVABLES: son aquellos que se forman muy lentamente, ya que tardan millones
de años en originarse, por ejemplo el petróleo, el gas natural, los minerales y los metales.
 PERPETUOS: son aquellos elementos generadores de ciclos de energía que estarán
presentes de forma permanente en la Tierra, como el viento, la energía del sol o la fuerza
de las olas del mar.
 POTENCIALES: son aquellos elementos que en algún momento podrían ser utilizados.

El manejo de los recursos naturales


La forma en que cada sociedad utiliza los recursos se denomina manejo de los recursos naturales.
Durante mucho tiempo, se consideró la naturaleza como una proveedora ilimitada recursos,
aunque en las últimas décadas, esta perspectiva ha ido cambiando debido al grave deterioro
ambiental. Así, han surgido otras posturas que reconocen la limitación de los sistemas naturales y
la necesidad de realizar un manejo cuidadoso de ellos para tratar de conservarlos.
Sin embargo, la necesidad de acumular mayores beneficios en el menor tiempo posible que
caracteriza el sistema capitalista hace que se mantenga la explotación desmedida de los recursos,
a pesar de las graves consecuencias que esto ocasiona.

Tipos de manejo de los recursos naturales


Si se considera la relación que se establece entre la sociedad y la naturaleza, se distingue entre
formas de manejo de los recursos naturales, que conviven en la Argentina: explotacionista
conservacionista y sustentable.
 Manejo explotacionista: surgió en el mundo a partir de la revolución industrial y de la idea
de progreso continuo fundada en el éxito de la tecnología. Considera a la naturaleza como
inagotable. Los recursos se emplean en forma intensa, sin considerar su ritmo de
renovación, lo que conduce a su agotamiento. Esta es la forma en la que se explotaron, en
la Argentina, los bosques de caldén, de quebracho y de algarrobo.
 Manejo conservacionista: se desarrolló alrededor de 1930 ante la aparición de los
primeros problemas ambientales. Promueve la conservación de los recursos. Para ello,
propone respetar las leyes de los sistemas naturales y delimitar ciertas áreas geográficas
para su preservación. Así surgieron los parques nacionales y las reservas naturales,
localizados en todo el territorio argentino y dependientes de la Administración de Parques
Nacionales.
 Manejo sustentable: surgió en 1987 a partir del informe Nuestro futuro común,
presentado ante las Naciones Unidas. Procura una explotación cuidadosa de los recursos
naturales que garantice "las necesidades del presente sin comprometer las posibilidades
de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades". Propone de incluir
esta temática en las políticas de desarrollo económico de las sociedades, en el afán de
lograr condiciones sociales más equitativas y de considerar el derecho intergeneracional.
Por lo tanto los gobiernos deberán tenerlo en cuenta en sus decisiones políticas sociales y
económicas.

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Al igual que el manejo conservacionista, es difícil llevar a la práctica el manejo sustentable, en
especial, en los países más pobres, donde es necesario decidir entre explotar los recursos más
demandados, con la intención de obtener beneficios económicos para la sociedad, o bien,
conservarlos para las generaciones futuras. No obstante, se están llevando adelante algunas
experiencias locales, como los aprovechamientos eólicos en la Patagonia, o en los
emprendimientos solares en diferentes sitios de la Argentina.
La valorización y la explotación de los recursos naturales en nuestro país ha cambiado a lo largo
del tiempo, de acuerdo con diferentes decisiones políticas, sociales y económicas, es por ello que
resulta importante conocer la historia de la organización del territorio nacional, para poder
comprender el uso de los recursos a lo largo del tiempo.

LA OCUPACIÓN ORIGINARIA DEL TERRITORIO

Los primeros seres humanos que ingresaron al actual territorio argentino lo hicieron por el norte
hace, aproximadamente, 18.000 años, y llegaron a tierra del fuego 7000 años después. A partir de
este poblamiento inicial, los pueblos originarios desarrollaron sus conocimientos técnicos y
modificaron su relación con la naturaleza.
Gran parte de estos pueblos serán cazadores, recolectores y nómadas, porque variaban su lugar
de residencia en función de la disponibilidad de alimentos en cada época del año. De forma lenta
y gradual, muchos de ellos se convirtieron en agricultores y se establecieron en pequeños pueblos
que luego fueron creciendo.
Cuando arribaron los primeros colonos europeos se encontraron con estos pueblos,
mayoritariamente cazadores y nómadas, a excepción de lo que sucedía en el noroeste, cuyos
habitantes se encontraban bajo la influencia del imperio inca. En esta región había pueblos
sedentarios que contaban con complejos sistemas de manejo del agua y del suelo para la
agricultura. El cultivo en terrazas era una modalidad propia del imperio inca y muchas de esas
huellas se encuentran aún hoy en nuestro territorio.
Con la llegada de los
españoles, se destruyeron
muchos de los sistemas
productivos
precolombinos, y las
sociedades originarias
fueron sometidas al
trabajo esclavo en la
agricultura y en las minas
de Potosí.
La población originaria fue
diezmada por las
enfermedades que
trajeron los colonizadores,
el descenso de su
natalidad y el de la
colonización.
Sin embargo, muchas
comunidades han
sobrevivido la conquista y,
en la actualidad,
constituyen minorías
culturales muy
importantes en nuestro
país.
En el actual territorio
argentino habitaron diferentes grupos de pobladores originarios que utilizaron los recursos
naturales sustentablemente.

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Los pueblos prehispánicos y la valorización de los recursos naturales

Antes de la llegada de los españoles, lo que actualmente conocemos como territorio argentino
estaba ocupado por diferentes grupos indígenas que valorizaban los recursos naturales de
diferentes maneras, y que tenían distintas modalidades económicas y pautas culturales. Por eso,
organizaban sus espacios de modo diverso.
Por ejemplo, los habitantes sedentarios del noroeste (ubicados en la Puna, los valles cordilleranos
y el sector oriental, en transición con la llanura chaqueña) practicaron la agricultura mediante
sistemas tecnológicos de riego (como el que se muestra abajo), así como la rotación deja tierra.
Sus principales cultivos eran la papa, el maíz, la quínoa, el poroto y el zapallo. Éstos se distribuían
en función de sus requerimientos ambientales: en las zonas ubicadas bajo los 2500 metros sobre
el nivel del mar, los cultivos se veían menos limitados que en las zonas más elevadas. Esta
actividad se complementaba con la cría de camélidos y la recolección de frutos, como la
algarroba. Los asentamientos se concentraban en pequeños poblados, en valles que rodeaban las
áreas agrícolas, y desarrollaban intensos intercambios comerciales con pueblos del otro lado de la

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cordillera y del norte, en los actuales territorios chileno, boliviano y peruano. Muchas de esas rutas
aún se usan.
En el nordeste, en lo que hoy llamamos litoral mesopotámico, los grupos indígenas también
practicaron la agricultura, aunque de forma más rudimentaria ya menor escala. Preparaban la
tierra eliminando la cubierta vegetal de un sector del terreno, quemaban después los restos de
vegetación -cuyas cenizas abonaban el suelo- y finalmente, sembraban. Su economía se basaba
también en la caza, a recolección de frutos y la pesca.
Los demás grupos indígenas que habitaban la zona chaqueña, la llanura pampeana y la
Patagonia eran nómades. Por tanto, no construían poblados y se trasladaban buscando zonas
con mejor provisión de agua, y caza y pesca más abundantes. Algunos realizaban,
ocasionalmente, algunos cultivos.

EL PROCESO DE ORGANIZACIÓN TERRITORIAL DE LA ARGENTINA

A partir de la llegada de los europeos al continente americano, comenzó un proceso de


reorganización social y territorial. En el caso del actual territorio argentino, este proceso fue
liderado por los colonizadores españoles, quienes lo llevaron a cabo, dejando de lado la mayor
parte de los sistemas de organización existentes antes de su llegada e inaugurando nuevas
dinámicas sociales y políticas.

La organización territorial durante la Colonia


Los colonizadores europeos llegaron al actual
territorio argentino a mediados del siglo XVI, y lo
hicieron por dos vías: por tierra, principalmente por el
noroeste, y por el Río de la Plata, directo desde
Europa.
La forma habitual de conquista española fue la
fundación de poblados y ciudades. A través de la
fundación, los españoles ocupaban las tierras y se
apropiaban del espacio. Medían los territorios, los
dividían y luego los repartían a los nuevos
propietarios. Este modo de asentamiento les resultaba
absolutamente desconocido a los pobladores
originarios porque entre ellos predominaba una forma
colectiva de apropiación del espacio y uso de las
tierras.
Hubo tres corrientes de expediciones, a través de las
cuales se fundaron ciudades en el actual territorio
argentino.
 La corriente del norte o del Perú
(proveniente del Alto Perú), penetró a través
de la Quebrada de Humahuaca; fundó las
ciudades de Santiago del Estero (1553), San

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Miguel de Tucumán (1565), Córdoba (1573) y San Salvador de Jujuy (1593). Esta corriente
se proponía encontrar una salida al océano Atlántico para asegurar la continuidad de la
extracción de plata de las minas de Potosí.
 La corriente del oeste o de Chile (proveniente de Santiago de Chile), a través de la
cordillera de los Andes, fundó las ciudades de Mendoza (1561), San Juan (1562) y San
Luis (1594).
 La corriente del este o de Asunción (proveniente de Asunción), penetró por el río de la
Plata y el río Paraná; fundó las ciudades de Santa Fe (1573), Buenos Aires (segunda
fundación en 1580) y Corrientes (1588). Fue la más importante por su duración,
continuidad y cuantía.

La primera expedición colonizadora que vino desde España llegó desde el Atlántico comandada
por Pedro de Mendoza y realizó la primera fundación de Buenos Aires en 1536. No prosperó
porque fueron atacados por los pobladores originarios. La segunda fundación la llevó a cabo Juan
de Garay en 1580 y fue la definitiva.
Los nuevos territorios incorporados a los dominios españoles tenían como objetivo fundamental
unir las áreas mineras de Potosí (actual Bolivia) con un puerto sobre el Atlántico, que permitiera
trasladar la plata y el oro extraídos directamente hacia España. Muchas ciudades se convirtieron
en centros de abastecimiento para la ruta comercial Potosí- Buenos Aires.
El actual territorio de la Argentina pertenecía administrativamente al Virreinato del Perú, pero a
medida que fue tomando importancia esta ruta comercial, surgió la necesidad de dividirlo en dos
partes y, en 1776, se creó el Virreinato del Río de la Plata. Su capital era Buenos Aires, y estaba
conformado por los actuales territorios de la Argentina, Bolivia, el Paraguay, el Uruguay y partes
de Chile y el Brasil. Además, se subdividía administrativamente en intendencias y gobernaciones.
Más allá de este avance expansivo de los españoles sobre el territorio americano, muchas zonas
aún continuaban bajo dominio de los pueblos originarios. Las regiones chaqueña y patagónica
fueron las que más tiempo permanecieron bajo el dominio de los pueblos originarios.

Las transformaciones del territorio y la economía colonial


La llegada de los europeos a tierras americanas hacia el siglo 15 produjo grandes
transformaciones a lo largo del espacio, que hasta ese entonces estaba en manos de las
comunidades indígenas.
Las dos principales potencias que ocuparon América (España y Portugal) centraron sus intereses
en la obtención de recursos minerales (oro y plata) y de cultivos como el cacao, el café, el azúcar
y el tabaco, con la consecuente explotación de mano de obra indígena que requerían esas
actividades.
Hacia el siglo XVI, el actual territorio argentino formaba parte del entonces denominado espacio
peruano, cuyo centro económico era la ciudad de Potosí, hoy Bolivia. Se integraba al mismo a
través de una serie de circuitos comerciales que vinculaban los asentamientos del centro y norte
con Potosí. Así, ciudades como Salta, Santiago Del Estero o San Miguel de Tucumán adquirieron
importancia temprana por comerciar con Potosí, abasteciéndola de textiles, aguardiente, mulas o
productos de alfarería. La zona de Cuyo proveía de vinos y aguardientes y Córdoba se integraba
con la venta de mulas, cereales y harina.
Por su parte, Buenos Aires, fundada en 1536, ocupaba un lugar marginal en estos circuitos
económicos y a pesar de ser un puerto, su actividad fue ilegal hasta 1776, cuando con la creación
del Virreinato del Río de la Plata se la declaró su capital.
Entre el puerto de Buenos Aires y Potosí se fue estructurando el llamado "Camino Real", una ruta
a través de la cual circulaban los bienes, las personas y la información. A su vera, surgieron
pequeños asentamientos denominados "postas", que ofrecían algún sitio para descansar, cambiar
caballos y tomar y comer algo. Luego estas postas fueron creciendo transformándose en algunas
de las ciudades de nuestro país.
Durante todo este periodo en el que la organización del territorio y la actividad económica estaba
en manos de España, predominó la economía subsistencia, con muchos productos destinados al
mercado local o al autoconsumo, y en la que muchos de los intercambios se efectúan a través del
trueque.
De este modo, poco a poco se constituyeron economías regionales, es decir ámbitos geográficos
especializados en la producción de determinados bienes, donde varios actores locales eran
protagonistas de estos intercambios.

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A pesar de este esquema espacial, se debe considerar que gran parte del territorio seguía
ocupado por pueblos indígenas, sobre todo en el Gran Chaco y la zona Patagónica.

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La principal función económica del virreinato era la explotación minera en la región de Potosí.
Desde allí, se trasladaban los minerales hacia el puerto de Buenos Aires, donde se los llevaba en
barcos rumbo a España. Alrededor de la explotación minera existía un sistema productivo que
abastecía dicha actividad.
En los valles andinos y en las cercanías de Potosí existían haciendas agrícolas y ganaderas que
funcionaban con mano de obra esclava indígena, mediante formas serviles de trabajo; su función
era abastecer de alimentos, vestimenta y herramientas a comerciantes, empresarios mineros y a
la enorme cantidad de esclavos que trabajaban en las minas.
Sobre la principal ruta comercial que abastecía el traslado de minerales hacia Buenos Aires, se
desarrollaron importantes ciudades, como Salta, Tucumán y Córdoba. Allí se producían alimentos,
cueros, bebidas alcohólicas y también se criaban mulas de carga.
En las cercanías de Buenos Aires, donde predominaba la actividad portuaria, se desarrolló
además una intensa actividad ganadera que producía cueros, lana, cebo y tasajo,
fundamentalmente.
El sistema económico del Virreinato del Río de la Plata se basó en la extracción compulsiva de
recursos minerales que eran enviados a España. Los territorios que formaban parte del virreinato
fueron organizados en función de una ruta comercial diseñada para la extracción de recursos,
pero no para la integración del territorio virreinal.

La distribución de la población
Desde la llegada de los españoles, la población originaria fue diezmada, y la nueva sociedad
colonial se constituyó sobre la anulación de los sistemas sociales y productivos precolombinos.
Los colonizadores tomaron posesión y control de los territorios más productivos y se convirtieron
en la clase dominante de la nueva estructura social.
Los criollos, que eran hijos de españoles, nacidos en América, ocuparon los estratos sociales
intermedios, mientras que los indígenas y los negros ocuparon los sectores más empobrecidos y,
prácticamente, no tenían derechos dentro de la estructura social.
El Potosí y el noroeste argentino fueron las zonas con mayor densidad de población durante el
periodo colonial y, también, durante el período precolombino. Allí se concentraba la actividad en
las minas, que era uno de los pilares económicos de la sociedad colonial.
Otra zona con gran densidad de población era la del puerto de Buenos Aires, porque desde allí se
enviaban las riquezas extraídas hacia Europa.
Durante esta etapa llegaron numerosos africanos que fueron traídos como esclavos al puerto de
Buenos Aires, y fueron vendidos, mayormente, a empresarios mineros que los trasladaron al norte
del virreinato. Durante los siglos XVIII y XIX, algunas provincias llegaron a tener más de la mitad
de su población afrodescendiente. Recientes estudios del Indec demuestran que entre un 3% y un
4,3% de la población argentina tiene antepasados de origen africano.

Los recursos naturales en la conquista y la colonización españolas

Con la ocupación española del territorio argentino, se inició el manejo explotacionista de los
recursos naturales, que pretende lograr beneficios económicos sin tener en cuenta la
regeneración de los ecosistemas.
Los centros económicos más importantes del Virreinato del Alto Perú estaban radicados en
Potosí, que albergaba ricas minas de plata, y en Lima, sede de las autoridades virreinales y puerto
de salida hacia Europa. En lo que hoy constituye el territorio argentino, no existían yacimientos de
metales preciosos. Sin embargo, los españoles aprovecharon otras condiciones: desde el
noroeste de este territorio, se enviaban alimentos para abastecer a Potosí y Lima, mulas para el
transporte de los metales y mano de obra para el trabajo en las minas. Así, el noroeste era una
zona con dinámica económica funcional al desarrollo minero.
El litoral, el centro y el oeste del actual territorio argentino fueron ocupados por causas
estratégicas y comerciales mediante corrientes colonizadoras, y constituyeron zonas de
importancia secundaria. Buenos Aires, a pesar de su excelente ubicación para el comercio
atlántico con Europa, tenía también un lugar marginal, ya que las reglas del monopolio prohibían
todo intercambio que no se realizara a través del puerto de Lima. En esa ciudad, sólo se
practicaba el contrabando; parte de la plata potosina salía ilegalmente por sus costas. En 1776,
cuando se creó el Virreinato del Rio de la Plata y se la designó su capital, el litoral comenzó a
cobrar importancia. La apertura comercial con el exterior aumentó considerablemente la

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circulación de mercancías. A través del puerto de Buenos Aires, la plata potosina comenzó a ser
exportada masivamente, al igual que los cueros obtenidos a partir de la cría en estancias y de la
caza de ganado cimarrón; además, ingresaban manufacturas europeas. Esto hizo decaer
significativamente la producción artesanal que se había desarrollado en el interior y rediseñó la
organización territorial.
La leña y el suelo también fueron recursos muy valorizados. El ganado vacuno y el ganado
caballar se incorporaron como nuevas especies en la zona pampeana, de condiciones naturales
adecuadas, y produjeron importantes modificaciones ambientales, que se acentuaron en las
décadas siguientes.

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Del espacio colonial a los estados provinciales

La creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776 modificó notablemente el esquema
territorial. Por un lado, se produjo el crecimiento de Buenos Aires a partir de la apertura formal de
su puerto; por otro, se desarrolló la ganadería en todo el frente atlántico y se desarticuló el circuito
potosino, con el consecuente deterioro de las economías del interior vinculadas a él.
Las transformaciones del Litoral fueron notables, sobre todo a partir de que se intensificó el
comercio de cueros sustentado en la expansión ganadera. Este hecho fue, de alguna manera, un
antecedente de la agroexportación del siglo siguiente.
El auge del puerto desplazó también las estructuras de poder desde el Alto Perú hacia el Río de la
Plata y toda el área pampeana.
Las primeras formas de explotación ganadera fueron las vaquerías, expediciones de caza de
ganado cimarrón que se realizaban en la campaña bonaerense, con el fin de obtener el cuero, los
cuernos y las pezuñas del animal. A fines del siglo XVIII, con el aumento de la exportación de
cueros y el consumo interno de carne, se comenzó a desarrollar la cría de ganado en estancias,
unidades de producción de vacunos. Esto generó un proceso de ocupación privada de la tierra
que poco a poco se fue concentrando en manos de un grupo reducido que se enriqueció con su
posesión.
A partir de 1810 comenzó un proceso de
desestabilización del antiguo orden establecido en el
Virreinato del Río de la Plata.
América del Sur fue protagonista de numerosas
batallas por la independencia, que conllevaron a la
pérdida del poder español en América. En algunas
regiones del Virreinato del Río de la Plata empezó a
conformarse una nueva organización política y
territorial, conformada por las Provincias Unidas del
Río de la Plata. Fueron trece provincias iniciales y
catorce, en 1832, cuando Jujuy se separó de Salta.
Los territorios del Paraguay, Bolivia y algunos sectores
de Chile y la Banda Oriental del Uruguay también se
independizaron de la Corona española y formaron
países separados, de manera contraria a las
pretensiones de algunos sectores locales que querían
conformar un único país heredero del antiguo
virreinato.
El 25 de mayo de 1810 marcó el fin de los lazos
político-económicos con España y el inicio de un
proceso de organización territorial nuevo. Esta
estructuración político-territorial se fue elaborando
conflictivamente en torno a dos cuestiones
fundamentales: cómo resolver el ordenamiento
político-administrativo anterior, y cómo armar, sobre
ese marco territorial indefinido, heredado del virreinato,
un proyecto de Nación y Estado.
La formación de las primeras catorce provincias de lo que se llamaría República Argentina derivó
de las antiguas intendencias del Virreinato, a las que se le sumaron la Banda Oriental y parte de
Misiones. En 1813 se incorporan los pueblos de Cuyo (Mendoza, San Juan y San Luis) y un año
más tarde se crearon las provincias de Entre Ríos y Corrientes, y las de Salta y Tucumán. Poco
después surgirían Santa Fe, Santiago del Estero y Jujuy. Los territorios de la Patagonia y Gran
Chaco continuaban bajo el control de las sociedades indígenas, que posteriormente fueron
desplazadas con las sucesivas campañas militares para apropiarse de esos territorios.

La integración del territorio


Luego de la Revolución, las provincias se constituyeron en estados independientes y soberanos,
pero como no podían mantenerse por separado firmaron una unión confederal conocida como el
Pacto Federal de 1831. Este fue un antecedente de unificación. Sin embargo el camino a la
organización del Estado nacional fue complicado y tortuoso. Fuertes intereses económicos

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dividieron al interior y el Litoral, dificultando la conformación de un proyecto nacional durante
varias décadas.
De hecho, cuando se sancionó la Constitución Nacional, hacia 1853, el territorio se encontraba
dividido en dos: el Estado de Buenos Aires por un lado y la Confederación Argentina, conformada
por el resto de las provincias, por otro. El control del puerto y su aduana por parte de Buenos Aires
constituyó una importante fuente de poder para ejercer su dominio e imponer sus intereses sobre
el resto de las provincias. Buenos Aires defendía a ultranza el liberalismo, ya que su ganadería
estaba integrada al mercado externo, controlado por Gran Bretaña.
A lo largo de todo el siglo XIX, la cuestión de la delimitación del territorio argentino constituyó un
elemento clave; en especial porque acotar geográficamente los límites de una nación en plena
conformación implicaba asegurar una base material para poner en funcionamiento la producción.
En relación con esto, la expansión ganadera fue constante y a las estancias se les sumaron los
saladeros, mientras que la agricultura iniciaba su crecimiento lentamente.
Estas dos actividades se organizaron en torno a un recurso fundamental: el suelo, por lo que la
apropiación de la tierra comenzó a ser un tema de interés para quienes tenían en sus manos el
ordenamiento político del país.

Problemas internos
Luego de 1810, comenzaron a consolidarse dos grandes visiones acerca del futuro de la
organización de los territorios del Virreinato del Río de la Plata. Por un lado, la postura de los
denominados unitarios, que querían un país regido por una economía liberal y un poder
fuertemente centralizado en Buenos Aires. Por otro lado, la visión de los federales, que pretendían
un sistema político menos centralizado y con mayor autonomía para las provincias. Los conflictos
internos entre ambos grupos se agudizaron a partir de 1828, y llevaron a numerosos conflictos
armados internos.
Entre 1852 y 1862, las disputas de intereses entre diversos sectores llevaron a la división del país
entre la Confederación Argentina -que reunía a todas las provincias del interior-y Buenos Aires -
que funcionaba como un país aparte-.
Finalizado el conflicto en 1862, tras la batalla de Pavón, se unificó el país como un Estado federal
y se estableció la Ciudad de Buenos Aires como capital de la República. Así el nuevo país
contaba nuevamente con catorce provincias y, en lo sucesivo, se fueron incorporando nuevos
territorios al dominio del Estado nacional.
Otros conflictos territoriales que ocurrieron en el proceso de conformación del territorio argentino
se desarrollaron entre distintos Estados ya conformados o en proceso de conformación. La Guerra
contra el Brasil en la década de 1820 y la usurpación del territorio argentino de las Malvinas por
parte de Inglaterra en 1833 son ejemplos de conflictos que la Argentina tuvo con otros países.
En 1864 se desencadenó la Guerra contra el Paraguay (o de la Triple Alianza), a partir de la unión
entre el Brasil, el Uruguay y la Argentina para atacar al Paraguay. Este conflicto terminó con la
derrota del Paraguay, la destrucción de su economía y la pérdida de la mayor parte de su
población masculina.

Los cambios económicos tras la independencia


Los nuevos Estados que surgieron luego de la independencia comenzaron a orientar sus
economías a las necesidades de ese momento. El sistema colonial español implementó la
explotación de los recursos de un modo extractivista. La falta de un mercado de consumo local y
de recursos para la producción de bienes locales elaborados, sumada a la fuerte presión que
ejercía Europa para obtener materias primas, determinaron que los nuevos Estados conformados
en América latina se insertaran en el mercado mundial como proveedores de materias primas.
Durante esta etapa, se fue configurando un modelo económico a través del cual una enorme
cantidad de tierras quedaron en manos de pocos dueños, que dificultaron su acceso para la mayor
parte de la población. Este proceso de apropiación de los latifundios (campos de enormes
proporciones) fomentó, además, la conformación de dos clases sociales muy diferenciadas. Por
un lado, los terratenientes, propietarios de los campos, muy poderosos, que vivían en muy buenas
condiciones económicas; y por el otro, los peones y trabajadores rurales que vivían en la pobreza
absoluta.

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El impulso de la zona pampeana y los cambios demográficos y sociales
Una vez finalizado el dominio colonial, desapareció la vieja ruta comercial que unía Potosí con el
puerto de Buenos Aires. Esta ciudad comenzó a tener mayor relevancia económica y política. La
región norte de la zona pampeana presentaba muy buenas condiciones agrícolas y ganaderas, y
la cercanía con el puerto ofrecía ventajas comerciales muy importantes, sobre todo, para la
exportación. Entonces, el centro del desarrollo económico del país se corrió hacia la región
pampeana -proceso que continuaría profundizándose a lo largo de las décadas siguientes-, y los
productos agropecuarios que le ofrecían ventajas a la Argentina en el mercado mundial, como el
trigo, la lana y los cueros, cobraron cada vez más importancia.
A partir de la independencia, la mayoría de la población se distribuyó en el territorio en función de
las actividades económicas preponderantes.
La mayor demanda de trabajo en las estancias bonaerenses y la vital importancia económica del
puerto de Buenos Aires fomentaron el crecimiento de la población de esta región.
La población continuó aumentando y concentrándose fundamentalmente en una creciente red de
ciudades y en los sectores rurales circundantes.

Etapa de la independencia: un giro en la valorización de los recursos naturales


En la etapa independentista, los cambios en el contexto internacional y el proceso político
desarrollado en el virreinato del Río de la Plata dieron un vuelco a la economía.
Desde fines del siglo XVIII, en Inglaterra, había comenzado a desarrollarse la Revolución
Industrial, que, junto con el afianzamiento de los Estados nacionales, abrió paso al capitalismo
industrial. Éste se caracterizó por la reproducción del capital a partir de la inversión de las
ganancias obtenidas de la producción industrial y el comercio. Como este capitalismo necesitaba
ampliar el mercado consumidor de manufacturas, las colonias y los territorios independizados
adquirieron una importancia decisiva.
El intercambio de bienes fue desigual, ya que el valor de las manufacturas resultaba superior al de
los productos que podían suministrar las colonias. Así, Inglaterra se afianzó como potencia
hegemónica mundial.
En el plano nacional, a partir de la Revolución de Mayo, se fragmentó la antigua organización
política virreinal. Potosí quedó fuera del control del nuevo gobierno del Río de la Plata; la
circulación comercial entre Buenos Aires y el Alto Perú se rompió y desaparecieron los ingresos
que generaba la exportación de la plata potosina. Las economías del interior, que ya venían
sufriendo la competencia de las manufacturas importadas, quedaron ligadas únicamente a los
mercados vecinos y decayeron aún más. Por el contrario, el litoral -especialmente, Buenos Aires-
acrecentó su dinamismo a partir de la importación de manufacturas europeas y, en menor medida,
de la exportación de cueros, sebo y carne sala- da, lograda a partir de la cría rudimentaria de
ganado vacuno en las estancias de la zona. Estas exportaciones, si bien no fueron masivas ni
eran fundamentales para el desarrollo industrial inglés, sentaron la base de una organización
ganadera en manos de la burguesía terrateniente, En esta organización -principalmente, en la
concentración de la propiedad de la tierra-, se apoyará el desarrollo agroexportador de fines del
siglo XVIII.
El crecimiento económico se vio limitado a causa de las guerras por la independencia y las luchas
internas, que se sucedieron hasta mediados del siglo XIX, cuando comenzó a lograrse la
unificación nacional.
Por lo mencionado y por las características de la demanda externa, en esta etapa, la inserción de
la Argentina en el esquema económico internacional fue débil, al menos en comparación con la
etapa siguiente.

44
EL MODELO AGROEXPORTADOR

En 1862, una vez resueltos los conflictos internos entre unitarios y federales, en la Argentina
comenzó un proceso de modernización. La economía se organizó en función de la demanda
europea -especialmente británica- de materias primas.
Además, durante esta época, se produjo a nivel mundial una
reorganización del orden económico. Cada país se
especializaba en producir y vender al mercado internacional
según sus ventajas tecnológicas y naturales.
Nuestro país se insertó en el mercado mundial como
proveedor de materias primas de origen agropecuario, como
trigo, lana y cueros.
Para poder ingresar a este sistema internacional, la Argentina
y varios países de América latina adoptaron un modelo
económico, político, social y territorial denominado modelo
agroexportador.

45
Este lugar dentro del orden económico mundial generaba una gran dependencia: las economías
de los países agroexportadores dependían del precio internacional de unos pocos productos que,
además, eran fijados por los países industrializados. A su vez, este modelo no propiciaba grandes
ingresos para los países que exportaban materias primas porque vendían bienes no elaborados
(de menor valor) y compraban bienes con valor agregado.
Desde 1860 hasta 1930, el modelo agroexportador fue el protagonista del desarrollo económico
de nuestro país. Desde el Estado se generaron distintas políticas para favorecer el desarrollo de
este modelo. Cuatro aspectos fueron fundamentales para su funcionamiento:
 La incorporación de tierras productivas: la apropiación del suelo en forma privada se
inició tempranamente con la entrega de grandes extensiones a los estancieros ganaderos
y a los comerciantes vinculados a la exportación. Posteriormente, para ampliar la frontera y
extender los territorios, se realizaron sucesivas campañas militares para apropiarse de las
regiones habitadas por indígenas y entregárselas a los terratenientes, quienes fueron
concentrando la posesión de la tierra en pocas manos.
 Inversiones de capitales: los capitales llegaron desde el exterior, especialmente de Gran
Bretaña y Francia, y fueron destinados a la creación de infraestructura (sanitaria,
habitacional, de comunicaciones, de transportes, etcétera). También sirvieron para
abastecer a la creciente población urbana al mismo tiempo que esta ponía en
funcionamiento el modelo.
 Desarrollo de los ferrocarriles: fue un elemento clave para el funcionamiento de la
agroexportación ya que permitía transportar las cargas desde las zonas productoras hacia
los puertos exportadores, especialmente Buenos Aires. También distribuía los productos
importados por las distintas ciudades, y el diseño radial,
que además beneficiaba al Litoral, consolidaba el papel
dominante de Buenos Aires y su puerto.
 Inmigración: la escasez de población y la
necesidad de contar con mano de obra para el nuevo
modelo, fueron paliadas con la llegada de inmigrantes de
origen europeo que se incorporaron como trabajadores.
El Estado promocionó su llegada mediante políticas de
incentivo y la mayoría se asentó en el litoral pampeano.

La organización territorial: La incorporación de


nuevas tierras
Para expandir la actividad agrícola y ganadera, se
requería incorporar nuevos territorios a la actividad
productiva. A su vez, había extensas áreas que no se
trabajaban, y otras, en poder de los indígenas, que el
Estado no había podido controlar.
Durante la década de 1870, se organizaron numerosas
expediciones en las que el Estado avanzó en acciones
de reconocimiento de zonas ubicadas en La Pampa,
Patagonia y el Chaco. Numerosos intelectuales,
historiadores, exploradores, militares y aventureros
buscaron civilizar los desiertos. Esta expresión trataba de
justificar las ideas de incorporación de espacios al
mercado mundial e incluía el desconocimiento de los
indígenas como propietarios y pobladores de estas
áreas. La actividad exploratoria fue acompañada por un
avance armado, liderado por el general Julio Argentino
Roca, por entonces ministro de Guerra de la presidencia
de Nicolás Avellaneda.
En 1879, la Campaña del Desierto tuvo como objetivo la
incorporación bajo el control estatal de los territorios
indígenas ubicados en el oeste de Buenos Aires y en el
sur de Río Negro. En menos de diez años, el fin se había
cumplido. Algunas tierras fueron adquiridas por
estancieros, otras, otorgadas a militares como retribución

46
por los servicios prestados durante la campaña militar; o bien, sirvieron como garantías de los
préstamos que el Gobierno había tomado. Los indígenas fueron diezmados y vencidos durante la
guerra. Quienes sobrevivieron se vieron obligados a abandonar su vida nómade; se establecieron
como peones en colonias dedicadas a la cría de ganado ovino.
En el caso de Chaco, la incorporación de este territorio al control estatal también implicó el
sometimiento de los pueblos originarios que lo habitaban. Matacos, tobas, mocovíes, abipones,
pilagás y otros grupos, aunque se incorporaron lentamente a la forma de vida de las colonias,
sufrieron la marginación y el desamparo. Muchos comenzaron a trabajar como hacheros en los
obrajes, como trabajadores golondrina para la zafra azucarera o como peones de estancias.
Con la progresiva incorporación de las tierras de Chaco y de la Patagonia, y con la formación de
los territorios nacionales y las gobernaciones en 1884, la organización territorial logró
consolidarse.

La organización territorial: la expansión del ferrocarril

Este medio de transporte surgió como respuesta a la necesidad de transportar en forma fluida,
regular y a muy bajo costo las materias primas provenientes de las diferentes regiones del país
hacia los puertos ubicados en la región pampeana, especialmente hacia el puerto de Buenos
Aires, ya que desde allí partían por barco los productos agropecuarios hacia Europa y hacia el
resto del mundo. Pero, además, posibilitó abastecer a las poblaciones de los centros urbanos
ubicados sobre la margen del Río de la Plata y del río Paraná.
Como el ferrocarril estaba al servicio de la exportación, el trazado de sus vías se realizó en forma
radial, ya que las líneas se dirigen y convergen en un punto central: la ciudad de Buenos Aires.
Esta nueva configuración espacial con centro en Buenos Aires favoreció el desarrollo de la región
pampeana y acentuó los desequilibrios
regionales de carácter económico y social.
El ferrocarril ocupó un papel relevante en
la integración del Estado nacional.
Posibilitó que la agricultura fuese rentable;
los bienes primarios, exportables; y
permitió el surgimiento de nuevos pueblos
que funcionaban como centros de
expansión social y productiva, como las
colonias agrícola-ganaderas en las
provincias de Buenos Aires, Córdoba,
Santa Fe y en la Patagonia, que se
constituyeron como polos de desarrollo
regional.
Desde 1865, Buenos Aires y Rosario se
destacaron como lugares de destino de las
vías férreas. Posteriormente, se incorporó
la ciudad de Bahía Blanca.
A principios de siglo XX, las empresas
extranjeras, principalmente de origen
inglés y francés, tenían la concesión de los
ferrocarriles que surcaban la región
pampeana. Por ser el área de mayor
movimiento de personas y de materias primas, estas empresas se volvieron altamente rentables.
En las zonas más alejadas, como el noroeste, la región chaqueña y la Patagonia, el Estado se
hizo cargo de la expansión del ferrocarril, denominado de fomento, que llegaba hasta aquellas
zonas en las que los capitales privados no se habían interesado.
Numerosos pueblos surgieron a partir de la llegada del ferrocarril. Con el tiempo, estos pueblos se
convirtieron en receptores de grandes contingentes de inmigrantes, que llegaban al territorio
argentino expulsados de sus países de origen y se instalaban en colonias agrícolas o en la Ciudad
de Buenos Aires.

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Las economías regionales durante la agroexportación
El modelo agroexportador se consolidó en las últimas décadas del siglo XIX. Como resultado de
ello, se originaron dos espacios dentro del territorio argentino en relación con el destino de los
productos y las formas de explotación:
• La economía y el espacio pampeano: aquí la expansión ganadera fue una constante que ya se
venía desarrollando desde el siglo XVIII. Aprovechando tanto las condiciones ambientales del
pastizal pampeano, como las leyes que favorecían la entrega de tierras y el contexto de la
economía mundial, el ganado se consolidó como el principal recurso exportable de toda la región.
Al primer ciclo del vacuno, con saladeros y exportación de cueros, se le sumó el auge de los
ovinos (a mediados de siglo XIX), para finalmente consolidar el bovino de exportación con la
aparición de los frigoríficos.
Como para la cría del ganado exportable se requería el desarrollo de alfalfa para alimentar a los
animales, muchos terratenientes tuvieron que alquilar una porción de sus parcelas para su
producción. Así la agricultura también comenzó a ser una actividad creciente y rentable, sobre
todo en los primeros años del siglo XX y con el desarrollo de los cereales (trigo, maíz, lino y otros
granos), destinados al mercado externo.
La tenencia de la tierra mantuvo la estructura del latifundio (grandes extensiones) y solo en las
colonias de inmigrantes, estos pudieron acceder a la propiedad, aunque en parcelas de menor
dimensión denominadas minifundios.
• La economía y los espacios extrapampeanos: más allá del límite de la zona pampeana, los
productos generados por las economías regionales se orientaban hacia el mercado interno. Dos
ejemplos centrales son el vino en Cuyo y el azúcar tucumana.
La vitivinicultura se organizó en pequeñas fincas asociadas a la elaboración de la vid; de esta
manera, muchos productores eran además bodegueros.
La caña de azúcar mostró otro panorama, ya que la producción estaba concentrada en pocos
terratenientes que explotaban a campesinos y que, a su vez, eran los dueños de las fábricas
(ingenios azucareros), con lo que se ampliaban las desigualdades entre ambos actores sociales.
Otros casos son el Chaco, donde la explotación forestal del quebracho con el uso de mano de
obra indígena quedó en manos de capitales extranjeros, y la Patagonia, con el mercado de ovinos
y la producción de frutas en el Alto Valle.
Esta organización territorial periférica quedó marginada de la agroexportación, salvo excepciones,
incrementando las desigualdades espaciales.

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49
El granero del mundo
A fines del siglo XIX, el modelo basado en la exportación de carnes y de granos se había
consolidado. Las actividades económicas tradicionales y características de las regiones de
nuestro país, a las que se conoce como economías regionales, crecieron en función de las
necesidades del mercado interno y, principalmente, de la exportación.
Aunque no había una gran diversidad de productos exportados, ya que estos se limitaban solo al
trigo, maíz, lino, carne vacuna y lana, la importancia de la actividad se basaba en la cantidad
exportable, tanto es así que, a principios del siglo XN, la Argentina legó a ocupar el tercer lugar
como exportador mundial de trigo. La zona triguera abarcaba la provincia de Buenos Aires, el sur
de Santa Fe, el sur de Córdoba y el noreste de La Pampa. A través de su cultivo para el
abastecimiento del mercado interno y, especialmente, para la exportación, la región pampeana
cobró impulso y se dinamizó. La gran exportación de cereales y de granos hizo que nuestro país
fuera conocido, a nivel internacional, como el granero del mundo.

La industria azucarera en Tucumán


La caña de azúcar prospera en climas cálidos y húmedos, con temperaturas Superiores a los
20°C. Estas cualidades hicieron que su cultivo pudiera desarrollarse en las provincias del noroeste
del país, como Tucumán, Salta y Jujuy, y, en menor grado, en Formosa, Chaco y Misiones.
Si bien la producción de azúcar se desarrolló en la provincia desde 1820, en la segunda mitad del
siglo XIX fue cuando adquirió mayor impulso. Tucumán se encontraba muy lejos de Buenos
Aires y de Rosario, los principales centros de consumo de azúcar. Las carretas que se utilizaban
como flete para transportar la carga tenían muchas desventajas: además de lentas, eran muy
caras.
Pero en la década de 1870, dos factores clave favorecieron la expansión del cultivo de la caña de
azúcar. El primero fue la construcción del Ferrocarril Central Norte que unió Córdoba con
Tucumán. A su vez, comunicó a esta línea con el Ferrocarril Central Argentino que, desde 1870
hacía el trayecto entre Córdoba y Rosario. Así, Tucumán había quedado unida a Rosario a través
de un medio de transporte mucho más económico que las carretas. Esto le permitió a Tucumán
comerciar el azúcar a un precio más bajo e importar tecnología aplicada a la industrialización de la
caña (máquinas de vapor, trituradoras y motores hidráulicos).
El segundo factor decisivo para su expansión fueron las medidas adoptadas por el Estado:
arancelar el azúcar que se importaba y brindar créditos destinados a la modernización de los
equipos y a la compra de tierras.

La producción de vinos en Cuyo


A mitad del siglo XIX, Mendoza basaba su economía en el engorde de ganado destinado al
mercado chileno y en la producción de trigo para el consumo local y los centros urbanos ubicados
en Santa Fe, Córdoba y San Luis.
Sin embargo, hacia 1870, las colonias agrícolas instaladas en Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires
lograron cubrir la demanda de este cereal y desplazaron a Mendoza del mercado triguero. Este
factor fue determinante para que Cuyo orientara y reconvirtiera su producción hacia el cultivo de la
vid.
Las condiciones de relieve y clima favorables, sumadas a la oleada de inmigrantes que se
establecieron en la región, a la llegada del ferrocarril en 1885 y a medidas proteccionistas
adoptadas por el Estado, posibilitaron la expansión del cultivo.
La introducción de parrales españoles e italianos, de cepas seleccionadas y traídas desde Europa,
de nuevas técnicas de cultivo y de obras de riego en los ríos Mendoza y Tunuyán favorecieron el
aumento de la productividad por hectárea y la Consolidación de una economía regional basada en
la producción de vinos. Esta producción fue acompañada con cultivos de frutas y hortalizas de
buena calidad.

La cría de ovinos en la meseta patagónica


Hasta 1 880, las provincias de Río Negro, Chubut, Neuquén y Santa Cruz se encontraban
pobladas por indígenas. Una sucesión de leyes promulgadas por el Estado durante la década de
1870, que culminaron con la denominada Conquista del Desierto, tuvieron como objetivo el
desplazamiento de los indígenas hacia las áreas marginales y la progresiva incorporación de
territorios a la actividad productiva y al asentamiento de población.

50
En 1896, la ampliación del Ferrocarril Sur hasta la confluencia de los ríos Limay y Neuquén
permitió el establecimiento de colonias agrícolas en el territorio patagónico.
El clima semiárido con precipitaciones que no superan los 300 milímetros anuales y el desarrollo
de un bioma de estepa signado por la escasez y la dureza de sus pastos limitaron la actividad
productiva a la explotación del ganado ovino que, a fines del XIX, había sido desplazado de la
región pampeana. A principios de siglo XX, la instalación de graserías y la adopción del frigorífico
posibilitaron la incorporación de ovejas Lincoln para el aprovechamiento de su carne, y en menor
grado, de su lana. Paulatinamente, esta raza fue reemplazando las tradicionales ovejas Merino.

Los cambios demográficos en el marco de la agroexportación


Las transformaciones económicas, experimentadas a partir de la consolidación del modelo
agroexportador, también tuvieron un fuerte impacto en la estructura de la población. Los
fenómenos demográficos que se asocian a este período se relacionan tanto con la creciente
urbanización de todo el Litoral, zona mayormente integrada a la economía exportable, como con el
éxodo de la población rural desde las provincias del norte, causado por el deterioro de las
economías regionales; el genocidio de las poblaciones indígenas a partir de las sucesivas
campañas militares a la Patagonia y el Gran Chaco; y el aumento constante de la inmigración
ultramarina.

Los cambios demográficos y culturales


La adopción del modelo agroexportador generó una gran demanda de mano de obra en el sector
agropecuario. La mayoría de los inmigrantes que abandonaron Europa debido a un proceso de
expulsión de población, que tenía como causas la pobreza, la desocupación generada por la
mecanización de los sectores rurales y, en algunos casos, debido a persecuciones políticas o
religiosas se dirigieron hacia el continente americano y formaron parte de la gran inmigración.
Entre 1881 y 1914, llegaron a la Argentina más de 4.200.000 inmigrantes, que representaban en
ese entonces el 30% de la población total del país. Gran parte de los inmigrantes eran italianos y
españoles, pero también llegaron rusos, franceses, y de otros países, casi todos europeos.
Los inmigrantes generaron cambios culturales muy fuertes en nuestro país y un profundo proceso
de “europeización” de la población argentina, que estuvo fomentado por el Estado nacional.
El proyecto nacional de las últimas décadas del siglo XIX buscaba poblar el territorio donde habían
vivido los pueblos originarios, ubicando a personas provenientes de Europa. Ofrecía trabajo y la
promesa de un futuro mejor. Incluso se ponían avisos en los diarios europeos fomentando la
inmigración.
Pero cuando llegaron los inmigrantes, la mayoría de las tierras más fértiles y aptas para la
ganadería y la agricultura ya estaban ocupadas por terratenientes muy poderosos que tenían
enormes latifundios, principalmente en la región pampeana. Si bien existieron algunas campañas
de colonización agrícola destinadas a inmigrantes, especialmente en las provincias de Santa Fe y
Entre Ríos, la mayoría de los recién llegados no tuvieron acceso a la tierra. Cerca de la mitad de
los inmigrantes europeos se quedaron en Buenos Aires, ya que les resultaba más beneficioso
económicamente buscar trabajo en la ciudad, que trabajar como jornaleros o peones en las
actividades rurales. Esto aceleró fuertemente el proceso de crecimiento de Buenos Aires, y de la
región pampeana en su conjunto, generando un fuerte contraste demográfico entre una región
bien poblada y otras regiones del país con muy baja densidad de población.

Urbanización y cambios demográficos


El éxito económico asociado a la exportación modificó notablemente las ciudades, sobre todo las
portuarias, que entre fines de siglo XIX y principios del siguiente sufrieron un constante proceso de
urbanización. Hacia 1869, solo el 28,6% de la población vivía en ciudades, cifra que asciende a
37,4% en 1895, para posicionarse en 52,7% hacia 1914. Es decir, más de la mitad de los
habitantes vivían en ciudades.
El aumento de la población urbana está vinculado con el traslado de inmigrantes desde Europa,
pero también por el éxodo que se produjo desde las provincias del noroeste hacía el Litoral.
Durante las primeras décadas del siglo XX, el crecimiento se concentró en las ciudades fundadas
durante el período colonial: las capitales de las catorce provincias aglutinaban casi al total de los
habitantes urbanos. A partir de 1880 el patrón fue otro y el incremento se concentró en aquellas
localidades vinculadas a la expansión de la red ferroviaria

51
El ejemplo más paradigmático es el caso de Buenos Aires y sus alrededores, que creció a partir
de la instalación de muchos inmigrantes europeos que, no habiendo encontrado posibilidades de
insertarse en el campo, terminaron morando en la ciudad. Además, los flujos rural-urbano y
urbano-urbano del siglo XX reforzaron la importancia de este núcleo como centro de
concentración de la población, hecho que fue determinando un sistema urbano con una ciudad
muy grande, Buenos Aires, seguida muy detrás por otras dos: Córdoba y Rosario. Esta última, por
sus condiciones portuarias tuvo un incremento notable de la población urbana y pasó a ser, hacia
1895, la segunda ciudad más poblada del territorio argentino con 92.700 habitantes, muchos de
ellos inmigrantes.

El impacto de la inmigración
Durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX, cincuenta y dos millones
de europeos abandonaron sus países. De ellos, unos siete millones aproximadamente llegaron a
la Argentina, que después de Estados Unidos fue el país que mayor inmigración recibía y el que
tuvo el impacto más alto, teniendo en cuenta la relación entre cantidad de población nativa e
inmigrantes.
La promulgación de la Ley de colonización e inmigración del año 1876 abrió definitivamente las
puertas a los inmigrantes europeos. Esto no significó que fuera ese momento el inicio del proceso
migratorio, muy por el contrario, ya desde varias décadas atrás los flujos eran una constante.
Los intentos pioneros se habían desarrollado a partir de las colonias agrícolas establecidas sobre
todo en Santa Fe y Entre Ríos, donde los estados provinciales fomentaban activamente la llegada
de inmigrantes. Estos últimos ocuparon y valorizaron el territorio para a agricultura, ya desde
mediados del siglo XIX.
Pero a partir de 1880, fue el Estado nacional recién conformado el que se encargó de poner en
práctica medidas para fomentar la llegada de extranjeros: se creó el Hotel de inmigrantes, se
instalaron oficinas de promoción en ciudades europeas, se otorgaron subsidios de pasajes,
etcétera. El resultado fue una abrumadora oleada de europeos que mayoritariamente se instalaron
en la zona del Litoral y especialmente en Buenos Aires. Las cifras muestran que más del 90% de
los inmigrantes optaron por radicarse en esta región.
Una de las características que primó en este proceso fue la pluralidad, ya sea del lugar de origen,
la profesión u oficio, el nivel de instrucción, etcétera. Y si bien es cierto que predominaron los
varones, en su mayoría italianos y españoles del sur, sin profesión o trabajadores rurales, el
panorama fue mucho más amplio y diverso.
En el funcionamiento de la migración jugaron un rol central las cadenas migratorias, ya que los
inmigrantes instalados se comunicaban por correspondencia o a través del retorno y advertían a
sus compatriotas acerca de las ventajas de instalarse en estas tierras. Así, amigos, parientes,
vecinos o paisanos fueron tejiendo una fluida red de información que conectó Argentina con los
destinos de salida europeos.
No todos los que llegaban se radicaban, sino que muchos se instalaban por un período y luego
retornaban a su lugar de origen. Con las guerras, la inmigración se detuvo para luego reiniciarse
una vez finalizadas, aunque no con la misma intensidad.

El uso de los recursos


Con la organización nacional lograda a mediados del siglo XIX, la Argentina se insertó en la
división internacional del trabajo con el modelo de especialización productiva basado en la
exportación de cereales, lana y carnes hacia Europa, que demandaba estas materias primas
debido a su crecimiento demográfico y económico. Las inversiones extranjeras, particularmente
inglesas, y la llegada de inmigrantes europeos complementaron este modelo agroexportador.
Las condiciones naturales de la región pampeana (suelo y clima) fueron valoradas para la práctica
de la agricultura y de la ganadería; la Patagonia, por ser apta para la cría de ovinos, y los bosques
chaqueños, para la explotación del quebracho colorado.
Las ideas de progreso y civilización, propias de la época, y que acompañaron a la economía
agroexportadora, contribuyeron a la incorporación de tierras ocupadas por indígenas en la
Patagonia y en Chaco.
El manejo de los recursos naturales en esta etapa fue marcadamente explotacionista: respondía a
la extracción de materias primas para abastecer a la producción industrial localizada en el
hemisferio norte, sin tener en cuenta el cuidado del ambiente que las generaba. Así, se iniciaron
importantes procesos que ocasionaron erosión y degradación del suelo por pérdida de la cubierta

52
vegetal, en la pampa y en la Patagonia; agotamiento de los bosques de quebracho, en Chaco;
contaminación de las aguas del Riachuelo con desechos de frigoríficos, y desplazamiento de la
selva de yungas al pie de las sierras subandinas por la expansión del cultivo de la caña de azúcar,
en Tucumán, Salta y Jujuy.

El

caso de La Forestal
Durante la etapa agroexportadora, se llevó a cabo la explotación de los bosques de quebracho
colorado ubicados en el noroeste de la provincia de Santa Fe. A fines del siglo XIX, el quebracho
colorado comenzó a ser valorado por los ingleses como recurso para la extracción del tanino,
sustancia utilizada para curtir cueros, y para la explotación de su madera, de gran durabilidad,
destinada a la fabricación de postes para alambrados y durmientes para el ferrocarril.
El manejo del recurso tuvo un carácter destructivo o minero, ya que no se repusieron los
ejemplares talados y, cuando se agotaron los de Santa Fe, la explotación se trasladó a los

53
bosques de Chaco y de Formosa, con las mismas características. Los ingleses construyeron el
ferrocarril que conectaba los obrajes, Zona de extracción de la madera, con las tanineras, donde
se procesaba el tanino, y con los puertos del río Paraná, para los embarques de la producción
hacia Europa.
La empresa inglesa The Forestal Land, Timber and Railways Company Limited (La Forestal) fue la
más importante y conocida en esta explotación, y la que obtuvo mayores ganancias. Los
especialistas afirman que constituía "Estado dentro del Estado argentino", ya que concentraba
mucho poder: tenía policía propia para reprimir a los trabajadores, moneda propia o vales que se
canjeaban en las proveedurías de la misma empresa y bandera propia, ya que en su territorio se
enarbolaba la bandera inglesa.
La tala indiscriminada de los quebrachos, sin reforestación, dejó el suelo expuesto a la erosión
eólica, a la acción de las lluvias y al pisoteo del ganado, lo que impidió la regeneración de los
árboles y transformó el bosque en pastizal.
A medida que la explotación se fue alejando más de los ferrocarriles y de los puertos, se
encareció el producto por los mayores costos de transporte, lo que derivó en el cierre de La
Forestal, con serias consecuencias socioambientales, ya que se frenó el crecimiento de la zona.
En búsqueda de mayores ganancias, los ingleses se trasladaron a Sudáfrica, donde el quebracho
fue reemplazado por el arbusto acacia mimosa, y la mano de obra argentina, por otra más barata.

El agotamiento de la agroexportación y sus resultados


Hasta la Primera Guerra Mundial (1914-1918) la Argentina experimentó un notable crecimiento
sustentado en la agroexportación. Pero hacia la década de 1920, la producción de bienes
exportables comenzó a depender más de la incorporación de tecnología y la mecanización]La
mayor parte de la tierra estaba concentrada en pocas manos y por lo tanto para aumentar el
rendimiento por hectárea era necesario incorporar tecnología.
Además, la Primera Guerra generó una retracción de la economía mundial, ya que disminuyeron
tanto las exportaciones argentinas como las inversiones extranjeras en nuestro país. Si bien luego
de finalizado el conflicto bélico, la economía se recuperó, nunca alcanzó los niveles anteriores al
estallido de la guerra.
El modelo dejó como resultado varias consecuencias en la organización del espacio, entre las que
se pueden destacar:
 Concentración de la propiedad de la tierra en grandes extensiones, quedando en manos
de un número reducido de terratenientes.
 Acentuación de las desigualdades entre los espacios pampeanos y los extrapampeanos,
surgidas de la capacidad de colocación de los productos en el mercado mundial. A modo
de ejemplo, entre 1852 y 1880, Buenos Aires alcanzó niveles de prosperidad que no se
parecían en nada a los que tenían el resto del territorio.
 Transformación de la región pampeana en el área privilegiada de las inversiones de
capitales, sobre todo en lo que respecta a infraestructura, mientras que en el interior fueron
escasas o nulas Ejemplo de ello fue el trazado ferroviario que, respondiendo a ese modelo,
extendía las vías solamente hasta aquellas zonas donde era rentable la producción
exportable.
 Tendencia a la polarización de la sociedad en función de aquellos que poseían la
capacidad de integrarse al modelo, desplazando a los que solo podían hacerlo
marginalmente como trabajadores asalariados o pequeños arrendatarios.
 Desarrollo de los centros urbanos portuarios, como Buenos Aires, Rosario o Bahía Blanca
por donde salían las mercaderías al exterior a partir del nuevo esquema espacial.
 Profundización, en los años posteriores, de esta organización territorial, en la que algunos
ámbitos geográficos ocupaban un lugar periférico en la estructura económica nacional, y
otro, un lugar central adonde llegaban los recursos del Estado y los capitales externos.

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EL MODELO DE INDUSTRIALIZACIÓN POR SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES

A partir de la crisis económica internacional surgida en los países centrales en 1929, la Argentina
debió modificar sus políticas económicas. Esto implicó pasar de forma paulatina de un modelo
exclusivamente agroexportador a otro denominado “Industrialización por Sustitución de
Importaciones” (ISI), que implicó cambios territoriales y sociales muy importantes.

El proceso de industrialización en la Argentina


El origen de esta etapa se encuentra en la llamada “Crisis del 30”, originada en los Estados
Unidos y que se propagó por el mundo capitalista.
La crisis tuvo consecuencias en la Argentina, principalmente
económicas, porque el ingreso de divisas dentro del modelo
agroexportador dependía en gran medida de la exportación de
materias primas.
Al poder vender materias primas masivamente y al no poder
contar con las importaciones de bienes elaborados, la Argentina
lentamente tuvo que industrializarse.
Esta industrialización consistió en una producción local de bienes
para poder sustituir lo que antes se importaba y ya no era posible
continuar importando. No fue un desarrollo industrial de todo el
sistema productivo nacional.
La Argentina no tenía contemplado generar un sector industrial;
por eso, el proceso de industrialización nacional solo contaba con
escasos capitales y tecnología relativamente antigua. De hecho,
en principio lo hizo con mucha resistencia por parte de algunos
sectores sociales y poderosos terratenientes, quienes se habían
beneficiado con la exportación de granos y carnes.
En este nuevo proceso, las primeras industrias que se
desarrollaron fueron las de alimentos, bebidas y textiles, y luego,
en función de las necesidades de la población, las industrias
metalúrgicas, siderúrgicas y de combustibles.

Cambios político-económicos
El tránsito hacia la ISI generó diversos cambios, sobre todo en el rol del Estado. Esto generó gran
resistencia en los sectores más poderosos de la sociedad, como los latifundistas, acostumbrados
a recibir grandes ganancias con el modelo agroexportador. Dentro de las nuevas medidas
estatales, se creó el Banco Central, en 1935, que otorgaba créditos con bajos intereses para la
creación de industrias. Sin embargo, el principal cambio se dio a mediados de la década de 1940,
cuando las políticas estatales apuntaron al desarrollo industrial y también al desarrollo social.
Se crearon instituciones y organismos para regular y proteger la industria nacional, se modificaron
las leyes laborales beneficiando a los trabajadores, que hasta ese momento no contaban con
legislación que contemplara, por ejemplo, el salario mínimo y las vacaciones. También se
desarrollaron políticas en relación con la distribución y el transporte de cargas y pasajeros para
integrar la mayor parte del país en este nuevo modelo económico y productivo. Además, a partir
de 1950, tanto los Territorios Nacionales de la región patagónica como los de la zona chaqueña se
provincializaron y se formaron, entre otras, las provincias de Santa Cruz, Río Negro, Chubut,
Neuquén, La Pampa, Chaco y Formosa.

Trabajo y concentración territorial de las industrias


Durante la década del 1940 el proceso sustitutivo de los productos importados se desarrolló
notablemente en aquellas industrias que producían bienes de consumo final y que utilizaban
mucha mano de obra, incluyendo también a las mujeres. Esta tendencia se consolidó en la
década siguiente en la que aumentaron considerablemente los puestos de trabajo.
Si bien algunos terratenientes se volcaron al sector industrial y también hubo algunos
emprendimientos surgidos de sectores medios y bajos de origen inmigrante, hay que tener en
cuenta que, en general, las iniciativas no provinieron de sólidos intereses vinculados a los
empresarios locales, sino que, la mayor parte de la industria era de propiedad extranjera.

55
El patrón territorial surgido con este modelo mostró una concentración de las industrias en la
Capital Federal, el Gran Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Santa Fe, y un porcentaje muy bajo en
el resto del territorio. Como consecuencia de esta concentración se produjo un incremento de las
migraciones del campo a la ciudad. Estos nuevos inmigrantes del interior fueron reemplazando a
los tradicionales inmigrantes europeos, constituyendo un nuevo grupo social

Consecuencias territoriales
El proceso de industrialización por sustitución de importaciones también influyó,
significativamente, en el modo de distribución de la población dentro del territorio argentino.
El primer factor que incidió en este cambio fueron las oleadas migratorias del interior del país,
especialmente desde las áreas rurales hacia las áreas urbanas. Estas migraciones respondieron
al aumento del desempleo en el campo, debido, en un principio, a la desaceleración de la
producción agropecuaria para la exportación y, más adelante, debido a la mecanización en los
espacios rurales, que implicó el reemplazo de mano de obra por maquinaria agrícola.
Otro factor importante, ligado al anterior, es que el desarrollo industrial se fomentó en
determinados espacios de nuestro país, principalmente en las provincias de Buenos Aires,
Córdoba y Santa Fe, y en menor medida en Tucumán y Mendoza. Estos espacios concentraban
los medios de producción, en especial los capitales para las inversiones en la actividad industrial y
en los servicios ligados a esas industrias, como el transporte ferroviario y la red de transporte vial,
es decir, las rutas nacionales y provinciales.
Durante el período de industrialización, se profundizaron las diferencias regionales que se habían
fijado en el modelo económico-productivo previo. Tanto las inversiones nacionales como las
extranjeras, luego de 1955, se concentraron en la Ciudad de Buenos Aires y en varios partidos del
conurbano bonaerense, y en menor medida en las ciudades de Córdoba y Rosario.
Paulatinamente, se fue conformando alrededor de estas ciudades, lo que luego se denominó el
cinturón industrial o frente fluvial industrial, que bordeaba los ríos Paraná y de la Plata, uniendo a
su vez el borde industrial del Riachuelo.
Las migraciones internas desde el interior hacia estas localidades en crecimiento y la instalación
de industrias de diversa envergadura produjeron una diferencia cada vez más grande entre estos
territorios y los del resto del país. Es decir, hubo zonas que se vieron beneficiadas en este

56
proceso y sacaron amplias ventajas. Por ejemplo, solo Buenos Aires concentraba
aproximadamente el 60% de la producción fabril del país, de la fuerza de trabajo y del consumo.
Sin embargo, el proceso de urbanización de estas ciudades no fue totalmente planificado, sino
que muchos de los nuevos asentamientos poblacionales se hicieron en forma precaria y no
contaban con la infraestructura de servicios básicos para una vivienda, como agua de red,
desagües cloacales, gas de red, tendido eléctrico, etc. Más tarde, el Estado tuvo que responder a
las necesidades de estos nuevos pobladores generando planes de vivienda y mejorando las que
ya estaban. Asimismo, la red de trasporte vial se amplió hacia 1960 y superó el trazado radial,
conectando zonas más alejadas de la región pampeana con el fin de extender el área industrial y,
además, para ampliar el poblamiento de zonas más lejanas.

Del campo a la ciudad: el comienzo del despoblamiento rural


Hasta 1930, la Argentina continuó expandiendo su actividad agraria sostenida en la valorización
de las nuevas tierras obtenidas de las campañas militares a la Patagonia y el chaco. Por otro lado,
el país empezó a colocar productos de clima templado en el mercado internacional, sobre todo los
cereales pampeanos y otros como las lanas patagónicas destinadas a la exportación. Orientadas
hacia el mercado interno, se fortalecieron las producciones de yerba mate en Misiones, las vides
cuyanas y el azúcar del Noroeste. La consecuencia fue un incesante poblamiento de las zonas
rurales, ya fuese como población dispersa o bien en aglomeraciones o pueblos. El lugar de
trabajo, en general, coincidía con el de residencia y la población rural tenía un crecimiento
sostenido por la demanda de mano de obra, generalmente familiar.
Pero los años posteriores a la crisis modificaron rotundamente las relaciones económicas y el
modelo productivo, provocando un estancamiento de la actividad agraria. Además, la
mecanización de las labores del campo y la incorporación de tecnología en la producción, es decir
la “tractorización”, fomentaron el éxodo hacia las ciudades a partir de la disminución del empleo
rural.
Por otro lado, la oportunidad de conseguir trabajo en los centros urbanos donde se habían
localizado las industrias, la búsqueda de mejores condiciones de vida y la posibilidad de cubrir
necesidades que en el campo no se podían satisfacer (presencia de instituciones educativas, de
salud, servicios, ocio, etcétera) potenciaron la migración rural-urbana.
Ya desde principios del siglo XX la población rural disminuyó en forma constante, intensificándose
hacia la década de 1940. El patrón de traslado para ese periodo consistía en migrar desde las
zonas rurales de las provincias, sobre todo las del noroeste y nordeste del país, hacia los centros
urbanos del litoral con mayor dinamismo económico, como la región metropolitana de Buenos
Aires, Rosario, La Plata y córdoba. Si bien el éxodo rural se fue consolidando en las décadas
posteriores, a partir de 1980 ya no eran las grandes ciudades los principales destinos. En la
actualidad se mantiene la tendencia de emigrar hacia pequeñas y medianas aglomeraciones
urbanas, incluidas las ciudades del interior del país.
La contracara de esto fue el despoblamiento rural; pueblos enteros quedaron abandonados, sobre
todo cuando se cerraron los ramales ferroviarios hacia la década del noventa.

Migraciones internas y limítrofes


La atracción que generaban los centros urbanos a partir de la
disponibilidad de empleo se intensificó con la sustitución de
importaciones. Si bien esta no fue una revolución tecnológica,
sino que se relacionó con la incorporación de tecnología de
los países centrales para producir localmente lo que antes se
importaba, significó un cambio trascendente.
De hecho, el crecimiento industrial fue notable: mientras que
en 1930 representaba el 18,6 % del PBI, hacia 1950 alcanzó
el 27,8%. Por el contrario el sector agrícola se retrajo de
22,4% en 1930 a 18 % al promediar el siglo.
Las migraciones internas provenientes del éxodo rural fueron
una constante desde los años cuarenta y se intensificaron en
las décadas posteriores, pero también se produjeron importantes cambios en los flujos migratorios
internacionales durante este periodo.
Además, en los primeros años de la década de 1950 se produjo el arribo de nuevos inmigrantes
de ultramar que escapaban de la crisis originada en Europa luego de finalizada la Segunda Guerra

57
Mundial. Es necesario aclarar que su impacto no igualó al provocado por las oleadas de principios
de siglo XX.
En ese momento comenzaron a predominar las migraciones de los países limítrofes. Estos
desplazamientos no eran una novedad, ya que desde el primer censo, en 1869, se habían
registrado migrantes de los países vecinos, que constituían alrededor del 20% del total de los
extranjeros. Estos porcentajes se fueron incrementando en los años posteriores.
Desde el censo de 1947 los inmigrantes paraguayos son mayoría dentro de los migrantes
limítrofes, seguidos por los bolivianos y los chilenos. Pero su distribución territorial varía en función
de la oferta de trabajo y la proximidad con el país de origen, así como también por el rol que han
jugado las cadenas migratorias. La comunidad paraguaya se concentró en Corrientes y Misiones
por la cosecha de la yerba mate, y en Chaco y Formosa, por el circuito algodonero. Los bolivianos
se insertaron en la zafra azucarera del Noroeste y en la actividad hortícola en Buenos Aires, los
chilenos en la Patagonia, vinculados al circuito lanero y la producción de frutas en Río Negro. Los
uruguayos y brasileños fueron los grupos minoritarios y en general se instalaron en Buenos Aires.
Estas comunidades migratorias, además de insertar- se en la economía, recrearon en las zonas
donde se instalaron muchas pautas culturales de sus países y regiones de origen, como sus
festividades, danzas, creencias o costumbres.

Migraciones internas en dos etapas


Las migraciones entre el año l 947 y el año 1960 fueron, principalmente, hacia Buenos
Aires y en menor medida, hacia Córdoba, Mendoza y Tucumán.
Entre 1960 y 1970 disminuyeron las migraciones hacia Buenos Aires desde algunas provincias
como San Luis y La Pampa. Pero en cambio, comenzaron a migrar más personas desde Salta.
También hubo numerosas migraciones desde el Chaco hacia Santa Fe, y desde Santa Fe hacia
Córdoba.
Estas migraciones tienen relación con la distribución de la población en la actualidad. En ese
contexto comenzaron a formarse las grandes ciudades y a expandirse hasta convertirse en
metrópolis.

58
La metrópolis de Buenos Aires
Buenos Aires surgió como una pequeña aldea colonial que fue extendiendo su superficie a partir
de la inserción de la Argentina en el mundo como país agroexportador. Su nombramiento como
capital la posicionó como el centro urbano más importante y receptor de inmigrantes externos e
internos. Con el correr de los años extendió sus límites, anexando otros núcleos aledaños y
convirtiéndose en una ciudad metropolitana.
Hacia fines del siglo XIX, la ciudad concentraba casi el
20% de la población del país, y hasta la Primera Guerra
este porcentaje continuó ampliándose, superando el 25%
hacia el censo de 1914. El auge migratorio convirtió a
Buenos Aires en una ciudad pujante, en crecimiento
constante y cosmopolita. Muchos de los extranjeros
arribados, al no poder instalarse en el campo, terminaron
alojándose en los nuevos barrios, más alejados del centro
pero favorecidos por la extensión de los transportes,
especialmente el ferrocarril y el colectivo.
Sin embargo, el mayor crecimiento de la urbe se
experimentó a partir de la década de 1940, cuando en
pleno proceso industrializador, miles de trabajadores
provenientes de las zonas rurales se instalaron en la
ciudad que, debido al excesivo crecimiento, superó los
límites administrativos de la Capital Federal. La
instalación de fábricas se transformó en un atractivo para
estos nuevos habitantes urbanos, que favorecidos por los
loteos baratos y la prolongación de las redes y los medios
de transportes se localizaron en la periferia, conformando
barrios cuya jurisdicción ya no era la Capital sino la
Provincia de Buenos Aires. Tal es el caso de Avellaneda,
San Martín, Lanús, entre otros.
En las décadas posteriores se mantuvo esta tendencia, y
se sumaron a este conglomerado urbano nuevas zonas
cada vez más alejadas, provocando una mancha urbana
en continua expansión. La localización de la población en
los barrios periféricos generó la presencia de
movimientos pendulares diarios entre el lugar de trabajo,
generalmente en el centro, y el de residencia, en las
afueras de la ciudad, conectados por las vías de
transporte.
Por otro lado, muchos de los habitantes que no pudieron acceder a la vivienda en zonas
urbanizadas se ubicaron en asentamientos marginales, carentes de infraestructura urbana, lotes
inundables o terrenos ocupados, dando origen a la formación de las denominadas “villas miseria”.

Valorización de nuevos recursos naturales en la etapa de la industrialización


A partir de la industrialización creciente, fueron explotados diferentes recursos mineros, como
carbón, hierro, petróleo; y el agua se aprovechó para la producción de energía hidroeléctrica. De
acuerdo con el pensamiento de la época, el Estado argentino comenzó a intervenir en la
economía a través de la nacionalización de empresas y de la explotación de algunos recursos
naturales, como el carbón y el petróleo.
Por otro lado continuó la explotación agropecuaria, pero se tuvieron en cuenta, ahora, los
procesos de erosión y degradación del suelo, intensificados por la mecanización agrícola y por el
uso de agroquímicos.
También se generó cierto dinamismo en algunas zonas extrapampeanas; en algunos casos,
incluso, la explotación de recursos naturales dio lugar a la creación de pueblos y ciudades. Sin
embargo, esta aparente descentralización del capital y la riqueza no fue sino un aporte a una
mayor concentración de los productos en la zona pampeana, ya que éstos se destinaban al
crecimiento de la industria y la urbanización, y sus beneficios no se reinvertían en los lugares
donde se originaban. Como consecuencia de esto, se agravó el desequilibrio regional.

59
.

Una de las características del Modelo de Industrialización fue la alta participación del Estado en la
planificación de la economía, tanto en cuestiones vinculadas con la producción como con el
consumo.
Los vaivenes de la actividad agropecuaria caracterizaron a toda la etapa y la creciente
industrialización, acompañada de la redistribución de los ingresos, comenzó a tener sus
limitaciones hacia 1950.
La producción fabril siguió centralizada en Buenos Aires y en menor medida en Córdoba y Santa
Fe. Solo algunas provincias, como Santa Cruz y Rio Negro, generaron riquezas a partir de la
extracción minera, el petróleo y la ganadería ovina.
Las limitaciones de la industrialización se hicieron más notables con la dependencia tecnológica
de los años 50. A partir de allí, se generó un proceso de estancamiento que obligó a reducir los
gastos del Estado y los salarios de los obreros; por otro lado, se seguía privilegiando el desarrollo
de las industrias básicas por sobre las pesadas, que requerían insumos externos y maquinarias
importadas.
En la década de 1970 se produjo un nuevo desequilibrio en la economía argentina, como
resultado del impacto de las transformaciones en el ámbito internacional (crisis del petróleo de
1973). Esta situación obligó a redefinir el modelo económico que había funcionado hasta ese
entonces, lo que poco a poco llevo a un proceso de desindustrialización.

60
EL MODELO NEOLIBERAL

Entre dictaduras, crisis y estancamientos


Con la llamada Revolución Libertadora que derrocó al gobierno de Perón, se inició una etapa de
inestabilidad económica y política donde la democracia fue interrumpida por dictaduras en los
años 1955, 1962, 1966 y 1976.
Esta época se caracterizó por la profundización de la crisis y el estancamiento general.
Por un lado, se inició un proceso de redefinición del rol de Estado, achicando sus funciones y
anulando algunas de las reformas sociales impulsadas por el peronismo.
Por otro lado, el país comenzó a vincularse con dos organismos de crédito internacional: el FMI
(Fondo Monetario Internacional) y el Banco Mundial. Esta medida marcó el destino de las
siguientes cuatro décadas, aumentando la dependencia de la Argentina con respecto a los
préstamos externos.
El sector agrícola y las industrias sufrieron vaivenes asociados con las condiciones
internacionales. Las mejoras de la actividad industrial se limitaron porque la dependencia
tecnológica era cada vez mayor. Entre 1955 y 1966 se impulsó el desarrollo de industrias más
complejas (siderúrgica, automotriz, petroquímica) con mayor participación de capitales
extranjeros, sobre todo, estadounidenses y europeos, que instalaban filiales de empresas
transnacionales. Se intentó desconcentrar la localización territorial favoreciendo la ubicación en
provincias como Santa Fe y Córdoba, y, en menor medida, en Buenos Aires y su conurbano. En la
Patagonia se continuó impulsando el sector petrolero y gasífero.
Sin embargo, el esquema repetía el de los años anteriores: una región del país que concentraba la
producción, y el deterioro y abandono de los restantes territorios.
Hasta mediados de la década de
1970, se expandió el mercado
interno debido al mejoramiento de
los salarios y los niveles de
consumo, sobre todo, de los
sectores medios. A esto se sumó el
impulso a la exportación de
productos industriales (químicos,
eléctricos, metalúrgicos, etc.) y la
inversión en obra pública (red vial,
represas hidroeléctricas,
pavimentos, etcétera).
Todas estas transformaciones
expresaron desiguales beneficios
para los distintos actores: obreros,
empresarios nacionales, sector
financiero y empresas
multinacionales.
Las transformaciones que experimentó la Argentina se iniciaron con la dictadura cívico- militar de
1976 y el conjunto de políticas económicas, sociales y territoriales que desplegó.
Mediante la aplicación del terrorismo de Estado (a través del cual desaparecieron 30.000
personas, y se montó un plan de apropiación ilegítima de sus hijos y de los bienes que poseían)
se llevó a cabo el control de la población para evitar reacciones contrarias al régimen.
En materia económica, se profundizó la política de achicamiento del Estado, de reducción del
gasto público y del control estatal, y de apertura total al mercado externo. Además, se congelaron
los salarios y se frenó el consumo, y sin contar con medios de expresión (sindicatos, huelgas,
etc.), los trabajadores comenzaron a sentir los efectos de la crisis.
El ingreso de productos importados sepultó a la industria nacional y el sector financiero
especulativo creció notablemente, sobre todo, con los grupos de poder que apostaban su capital
en este sector, en lugar de hacerlo en la producción. Otro hecho clave que marcó el destino del
país fue que el Estado se hizo cargo no solo de la deuda pública, sino también de la de los
empresarios privados, multiplicándose en un 365% la deuda externa.

61
A diferencia de la fase anterior, en la que el Estado era garante de los derechos sociales y
laborales de la población y se buscaba tomar medidas económicas para favorecer a la industria
nacional, a partir de la década de 1970, la Argentina adoptó un modelo económico neoliberal. Este
modelo se impuso casi en simultáneo en la mayoría de los países de Sudamérica, y en la
Argentina fue implementado por el gobierno militar que asumió luego del golpe de Estado del 24
de marzo de 1976. A partir de ese año, se abandonaron las medidas proteccionistas que
favorecían a la industria nacional y se impulsaron otras que facilitaron las importaciones de
productos del exterior. Estas medidas, implementadas por el ministro de Economía del gobierno
militar, Alfredo Martínez de Hoz, disminuyeron la competitividad de las industrias argentinas, que
competían en desiguales condiciones con los productos mucho más baratos fabricados en el
exterior por grandes empresas transnacionales.
La implementación de este modelo tuvo como consecuencias una disminución de la producción de
la industria nacional, masivos despidos de trabajadores y un aumento de la desocupación y la
pobreza de la población. A la vez, se concentró fuertemente la riqueza en aquellas empresas que
apoyaron y sustentaron el golpe militar y que incrementaron notoriamente sus ganancias y
patrimonios durante los años que duró el gobierno militar, la deuda externa se incrementó
notoriamente: al finalizar la dictadura militar en diciembre de 1983, el endeudamiento externo era
el 600% más elevado que en el año 1976 y alcanzó los 45 mil millones de dólares. La
desocupación, la pobreza y el aumento de la deuda externa en aquellos años provocaron
perjuicios económicos que se prolongaron por décadas, y muchos de ellos perduran hasta la
actualidad.

Política económica de la dictadura


La junta militar designó como ministro de economía a José Alfredo Martínez de Hoz quien, apenas
iniciado su mandato, estableció un plan económico de 12 puntos cuyo objetivo principal era
reducir la intervención del Estado en las decisiones económicas. “Achica el Estado para agrandar
la Nación” era el eslogan de la nueva política económica.
En primer lugar, el plan eliminó los controles de precios. De esta manera, los precios de los
productos serían fijados por la oferta y la demanda, sin control ni intervención por parte del
Estado. Asimismo, eliminó las retenciones a las exportaciones, impuestos que se aplican a los
productos que se exportan con el objetivo de fomentar el ingreso de divisas al Estado y para
atenuar, en el mercado interno, el aumento de los precios de los productos alimentarios, ante una
eventual suba de los precios de los productos exportados en los mercados internacionales.
En segundo lugar, el plan otorgó plena libertad a las transacciones bancarias y eliminó los
controles de cambio, es decir que no regulaba el precio de las divisas, sino que dejaba que lo
fijara la oferta y la demanda de moneda extranjera. Los bancos privados podían otorgar préstamos
y beneficiar con créditos a los sectores que, según sus criterios, fueran más rentables a corto
plazo. Los bancos comenzaron a ofrecer altos intereses de pago a la inversión del dinero, lo que
incentivó la especulación financiera de personas o empresas que tenían capital excedente. En ese
contexto, era más rentable depositar el dinero en el banco que destinarlo a la inversión en
emprendimientos productivos. Así, de manera indirecta, fomentó el deterioro y el cierre de la
industria nacional.
En tercer lugar, redujo los aranceles a las importaciones de productos manufacturados y permitió
la libre importación de productos industriales que se elaboraban en el país. Muchas pequeñas y
medianas empresas argentinas tuvieron que cerrar, porque no pudieron competir con la entrada
masiva de manufacturas importadas, que resultaban más baratas.
Otro de los puntos del plan fue la libertad al ingreso de inversiones extranjeras. Se eliminaron las
restricciones al capital extranjero de instalarse en sectores económicos y en áreas geográficas
consideradas sensibles a la seguridad nacional (por ejemplo, la producción de energía o la
explotación de recursos naturales). También se eliminaron requisitos ambientales y sociales, así
como la obligación de contratar mano de obra nacional. Además, se permitió que las sucursales
de empresas extranjeras evadieran el pago de impuestos y remitieran sus ganancias a las casas
matrices que se encontraban en el exterior.
Como contraparte, eliminó los subsidios a los servicios públicos, lo que llevó a un aumento de las
tarifas, y se disminuyeron los aportes para sectores que no generaban ganancias, como la salud,
la educación y la vivienda. Asimismo, liberó los precios de los alquileres, que se encontraban

62
regulados por el Estado y se eliminaron los controles que, según el ministro, afectaban la
competencia privada.
Por último, el plan impuso la libre negociación de los salarios; es decir que cada trabajador
debería discutir las condiciones laborales con su empleador. Para ello, anuló artículos de la Ley de
Contrato de Trabajo y eliminó la actualización periódica del salario mínimo vital y móvil. Como las
actividades sindicales y gremiales estaban prohibidas y el derecho a huelga había sido
suspendido, los trabajadores se encontraban en inferioridad de condiciones frente a las
imposiciones de las empresas. Los salarios fueron congelados y perdieron la capacidad de
compra.
La implementación de casi ocho años de políticas neoliberales tuvo como principal consecuencia
económica la desindustrialización del país y la pérdida del salario y del empleo de millones de
personas. En tanto la deuda externa, contraída con organismos como el FMI y con bancos
internacionales, se multiplicó por seis.

La profundización del modelo neoliberal


Luego de la presidencia de Raúl Alfonsín, y en un contexto de descontento social y de aguda
crisis económica, el 8 de julio de 1989, asumió la presidencia Carlos Saúl Menem.
Una de las primeras medidas del gobierno de Menem fue enviar al Congreso para su aprobación
un paquete de dos leyes: la Ley de Reforma del Estado y la ley de emergencia económica. Ambas
leyes profundizarían la reforma neoliberal iniciada durante la dictadura.

La Ley de Reforma del Estado


La Ley de Reforma del Estado fue sancionada el 17 de agosto de 1989. Esa normativa declaró en
estado de emergencia la prestación de los servicios públicos, la ejecución de los contratos a cargo
del sector público, y la situación económico-financiera de todas las empresas y las sociedades del
Estado (nacional, provincial y municipal).
Asimismo, dispuso la intervención de todos los organismos del Estado y de las entidades del
sector público nacional que tuvieran carácter productivo, industrial o de servicios públicos.
Además, facultó al Poder Ejecutivo para crear nuevas empresas y para cerrar o transformar las
que ya existían.
El objetivo explícito de la ley era la privatización total o parcial, o la liquidación de las empresas
que hasta ese momento habían pertenecido al Estado y la concesión total o parcial de los
servicios públicos estatales. Fueron privatizadas más de 60 empresas pertenecientes a sectores
como fabricaciones militares, correos, telégrafos y telecomunicaciones, bancos, emisoras de radio
y televisión, las que ofrecían servicios de generación, transporte y distribución de gas natural,
petróleo o energía eléctrica, ferrocarriles, puertos y aeropuertos. No solo las empresas y los
servicios podían ser declarados sujetos a privatización, sino también los bienes que formaban
parte de las empresas, por ejemplo los edificios, las instalaciones y las maquinarias. La ley
también facultaba al Poder Ejecutivo para rescindir contratos de obras de infraestructura
celebrados con anterioridad.

La ley de emergencia económica


El segundo instrumento que utilizó el Gobierno para la implementación de las ideas neoliberales
fue la ley de emergencia económica.
En primer lugar, esta ley suspendió los subsidios y las subvenciones a las empresas de servicios
públicos que aplicaban tarifas o precios diferenciales en el transporte público, la provisión de agua
y energía eléctrica.
Además, la ley suspendió la aplicación de un conjunto de leyes sancionadas en la década de 1970
y 1980 que promovían la expansión industrial del país. Se trataba de leyes que habían alentado el
desarrollo regional y la instalación de industrias en el interior, que habían fomentado la eficiencia
y la modernización de la industria, y que habían propiciado la instalación de nuevas actividades
industriales en áreas necesitadas y en zonas de frontera. Carlos Menem también derogó las leyes
de promoción industrial, que habían tenido como objetivo impulsar el desarrollo de industrias
necesarias para la seguridad y la defensa nacional, la fabricación de productos que contribuyeran
a sustituir importaciones y el traslado de industrias ubicadas en zonas de alta concentración
urbana a zonas que requerían poblamiento, o tenían altas tasas de desempleo o altos índices de
migración interna.

63
La ley suspendió los regímenes de promoción minera que se habían implementado en la década
anterior. Los objetivos de estos regímenes habían sido fortalecer la expansión de empresas
mineras, establecer nuevas fuentes de trabajo para promover el arraigo de la población en zonas
despobladas, elevar el nivel de vida y de capacitación de mano de obra minera, diversificar las
economías regionales, satisfacer la demanda interna y sustituir la importación de minerales e
incrementar la exportación.
Uno de los puntos más importantes de la ley de emergencia económica tenía que ver con un
nuevo régimen de inversiones extranjeras. La ley retomaba un decreto de la dictadura y establecía
que los inversores externos podían colocar sus capitales sin aprobación previa por parte del
Estado y repatriar sus beneficios en cualquier momento.
Por último la ley derogó un Decreto Ley de 1963 de Compre Nacional, que obligaba a la
administración pública y a todas las empresas del Estado a adquirir exclusivamente materiales,
mercaderías y productos de origen nacional con el propósito de fomentar las actividades
nacionales de producción de bienes, evitar el agravamiento del déficit en la balanza de pagos
mediante el pago de divisas al exterior, e incrementar el empleo y reducir la desocupación.

Impactos territoriales en la década de 1990


Las transformaciones derivadas de la implementación de este modelo dieron origen a dos
procesos interrelacionados: la modernización-integración selectiva de ciertos actores sociales,
actividades, áreas y redes, y el deterioro-marginación-exclusión de otros.
 La modernización-integración: las inversiones en minería y combustibles, la producción
agropeCuaria exportadora, las empresas industriales transnacionales y de servicios, el
comercio e infraestructura del sector inmobiliario v el turismo destinado a los sectores de
ingresos más elevados fueron algunos de los ejemplos de los denominados territorios
selectivos, cuyos capitales eran de origen extranjero. Estos generaron segmentos del
territorio que se modernizaron según los patrones económico-territoriales del momento. Un
claro ejemplo lo constituyeron los ramales privatizados del ferrocarril de carga en la región
pampeana que permitió la articulación de las zonas "sojeras" con los puertos de aguas
profundas para la rápida salida de la producción al exterior.
 El deterioro-marginación-exclusión: los segmentos territoriales en los que se
evidenciaron estas características fueron "la otra cara" de los impactos de las políticas de
la década de 1990. Por ejemplo, algunas áreas en las que se asentaban empresas
estatales u orientadas al mercado interno que se vieron fuertemente perjudicadas por el
cierre de los ramales ferroviarios, la fragmentación del servicio mediante concesiones y el
establecimiento del sistema de peajes en las principales rutas.
La década de 1990 constituyó el escenario temporal del regreso de las grandes ciudades al rol
protagónico en términos de crecimiento, Inversiones y concentración económica. La
profundización del modelo neoliberal volvió al "centro de la escena" a las grandes ciudades. La
mayor parte de los esfuerzos que se dieron durante la década de 1980 por desconcentrar las
actividades económicas y expandirlas hacia nuevas áreas geográficas perdieron vigor, dado el
retorno y el refuerzo de las desigualdades territoriales.

El empobrecimiento de las economías regionales


Las medidas implementadas desde 1991 -entre las que se encuentran la apertura externa, la
inserción acelerada de la economía en el sistema financiero internacional y la ausencia de
regulación estatal- transformaron la dinámica de las economías regionales.
La mayoría de la producción había estado dirigida al consumo interno. El noreste proveía de yerba
mate, tabaco, algodón en fibra, frutas tropicales y tanino; el noroeste enviaba frutas, vinos, azúcar
y hortalizas, además de petróleo y gas; la región de Cuyo se especializaba en vinos, frutas,
hortalizas y petróleo; y el área patagónica ofrecía productos de la pesca, lana y una amplia gama
de frutas y combustibles líquidos y gaseosos.
El sistema de precios dependía de la dinámica de consumo local y de la intervención reguladora
del Estado a través de la fijación de precios mínimos y pautas de comercialización, y el sobrante
del mercado interno era lo que se exportaba. Pero a partir de la fecha antes mencionada, el sector
externo se constituyó en el principal demandante de la producción y los precios de
comercialización eran establecidos por los mercados internacionales. Esta situación supuso una
gran transformación de las producciones regionales mediante una modernización productiva para
lograr su inserción en el mercado. Sin embargo, dicha modernización sólo pudo ser llevada a cabo

64
por los grandes productores o grupos económicos nacionales o extranjeros. Los pequeños
productores, en su mayoría, quedaron excluidos de este proceso, al no contar con los recursos ni
con el acceso al crédito para adecuarse al nuevo perfil productivo y tecnológico.
A partir del 2002, con la devaluación, se dio un crecimiento productivo en las economías
regionales vinculado a una mayor demanda interna y externa. Sin embargo, ello no se tradujo en
una mejora para todos los sectores que participaban de las economías regionales: se acentuaron
las tendencias existentes, en las que los sectores más modernos se beneficiaron con ese
crecimiento.

Las consecuencias del neoliberalismo


La implementación del modelo neoliberal en la Argentina tuvo grandes costos sociales, produjo
altos índices de desempleo y precarización laboral, e implicó la perdida de viejas conquistas
sociales y laborales.
Amplios sectores de la población, sobre todo aquellos de
menores recursos, perdieron posibilidades de acceso al
empleo formal y se vieron expulsados del sistema
previsional.
Los indicadores de pobreza y de indigencia crecieron
durante toda la década. Asimismo, creció la desigualdad
en los ingresos y se amplió la brecha entre los sectores
más ricos y los más pobres. Ante la escases de oferta
laboral, los trabajadores con mayor nivel educativo
comenzaron a ocupar puestos de trabajo poco
calificados, mientras que los trabajadores menos
calificados, que no contaban con otras opciones en un
mercado laboral cada vez más pequeño, se vieron
desplazados hacia el desempleo. Los salarios se
redujeron y las jubilaciones fueron congeladas. De este
modo, los ingresos perdieron capacidad de compra a
pesar de los bajos índices de inflación. La caída de los
ingresos en los hogares llevó a la formación de una
nueva categoría de ciudadanos: los nuevos pobres, es decir, las personas de clase media o media
baja, que durante décadas habían accedido a ciertos consumos que ya no podían sostener. Se
registró, entonces un importante deterioro en las condiciones de visa de las clases medias y baja.
La deuda que el Estado contrajo con los organismos internacionales (FMI, BM, BID y otros bancos
de inversión extranjeros), tanto en la etapa dictatorial, como en la menemista, llevó a que el país
tuviera que destinar un alto porcentaje del PBI al pago de los intereses de la deuda en vez de
orientarlo al fomento de la producción, a la realización de obras de infraestructura pública o a
medidas de protección del empleo, la educación, la vivienda y la salud.
A la deuda externa pública se sumó también la deuda externa privada que habían contraído
grandes grupos económicos locales, como Pérez Companc, Bunge y Born, Loma Negra, Grupo
Macri, Ingeniero Ledesma y otros. Esta deuda privada fue estatizada en 1982 mediante acciones
fraudulentas, ya que en años posteriores se descubrió que en muchos casos no se había tratado
de préstamos del exterior, sino de autopréstamos otorgados por empresas radicadas en el exterior
a sus filiales argentinas.

La crisis de 2001
Después de casi 25 años de implementación de políticas neoliberales, con excepción de la
presidencia de Raúl Alfonsín entre 1983 y 1989, en diciembre de 2001, estalló una crisis
económica y social sin precedentes.
La administración pública había reducido a un tercio la dotación de empleados. La desaparición de
más de 350.000 pymes produjo la perdida de centenas de miles de puestos de trabajo. El 18% de
la población económicamente activa se encontraba sin empleo, y el trabajo informal, en el que el
trabajador no cuenta con ninguno de los derechos laborales que tienen los trabajadores formales,
ascendió a casi 40%.
Además, ante la incertidumbre económica y la desconfianza que generaban las medidas del
gobierno de Fernando de la Rúa, quien había ganado las elecciones presidenciales en 1999,
miles de ahorristas sacaron sus depósitos de los bancos. Para frenar la corrida bancaria, el

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Gobierno, mediante un decreto, implementó el llamado corralito. De ese modo, los bancos
restringieron la posibilidad de retirar el dinero que los ahorristas tenían depositados. La deuda
externa se volvió impagable y los organismos de crédito internacionales dejaron de prestar dinero.
El malestar social creció. Debido a las sucesivas protestas masivas en contra de la política
económica y a los saqueos a supermercados y comercios, De la Rúa renuncio a la presidencia y
el país se declaró en default, es decir que, en ese contexto, la Argentina oficializó la decisión de
suspender los pagos de la deuda externa.

La valorización de los recursos naturales en la actualidad


Desde 1980 hasta la actualidad, se registra en la Argentina un proceso de apertura económica
que provocó numerosos cambios en la producción y en la explotación de los recursos naturales.
Como consecuencia de ello, han aumentado las importaciones de productos industrializados y las
exportaciones agrícolas, y se ha retornado al modelo tradicional, que se ve favorecido por el
aumento del precio de las materias primas en los
mercados mundiales y por la aparición de nuevos
destinos para las exportaciones.
Los grandes productores pampeanos, Con mayor
acceso a los cambios tecnológicos, pudieron insertarse
en los mercados internacionales en forma más
competitiva exportando soja, cereales, oleaginosas,
carne y leche. En las áreas extrapampeanas (ubicadas
fuera de la pampa húmeda), las inversiones nacionales
y extranjeras también provocaron una modernización
de la producción, como en el caso de la vid, en
Mendoza; el arroz, en Entre Ríos, o las legumbres, en
el noroeste. Por el contrario, los productores más
pequeños, al no tener capacidad para competir en
dichos mercados, abandonaron la actividad o la
siguieron desarrollando con muchas dificultades.
En el área cordillerana, a partir de 1993, cuando los
cambios en la legislación facilitaron las
inversiones extranjeras, se
impulsó la explotación
minera. Las facilidades
crediticias e impositivas y la
mayor demanda de madera a
nivel mundial también
favorecieron la actividad
forestal, donde se registraron
importantes inversiones
nacionales y extranjeras
destinadas a los bosques
misionero y patagónico.
El manejo marcadamente
explotacionista se profundizó
durante esta etapa; provocó
grandes transformaciones
ambientales y un serio
deterioro de los recursos
debido al uso intensivo del
Suelo, en la agricultura; del
agua, en las explotaciones
mineras, y de la vegetación,
en la actividad forestal.

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67
RECURSOS ENERGÉTICOS

Los combustibles fósiles


El petróleo y el gas son hidrocarburos que se formaron hace millones de años a partir de la
transformación de plantas expuestas a distintos procesos físicos y químicos, yen condiciones
geológicas determinadas.
Se hallan en cuencas sedimentarias, es
decir, lugares de la corteza terrestre donde
se acumularon grandes cantidades de
sedimentos. Nuestro país posee diecinueve
cuencas sedimentarias identificadas, pero
solo en cinco de ellas se realiza la extracción
de los hidrocarburos. Estas son: la cuenca
noroeste, la cuyana, la neuquina, la del golfo
San Jorge y la Austral o de Magallanes.
La extensión de las cuencas sedimentarias
es de, aproximadamente, 1.500.000 km. La
producción de gas se realiza, principalmente,
en las cuencas del noroeste y en la Austral.
De la cuenca neuquina se extraen gas y
petróleo, y de la cuenca cuyana y la del golfo
San Jorge solo se extrae este último.
El carbón también es un combustible fósil, ya
que se forma a partir de materia orgánica de
origen vegetal, acumulada debajo de capas
sedimentarias. Por la presión que ejercen
esas capas y las temperaturas alas que se
encuentran, el material se convierte en una
sustancia sólida con alto contenido de
carbono y con un elevado valor energético.
Se encuentra, principalmente, en la zona
cordillerana; desde Jujuy hasta Tierra del
Fuego. Río Turbio, en la provincia de Santa
Cruz, es el yacimiento de carbón más
importante. Este combustible fósil se cotiza a
precio alto ya que es insustituible en muchos
procesos industriales.
Otro combustible fósil es la turba, una
sustancia compuesta por material orgánico
generado por la descomposición incompleta
de restos vegetales, como musgos,
gramíneas y fragmentos leñosos en aguas
ácidas y saturadas, por ejemplo, humedales o pantanos. Se encuentra en zonas frías, como Tierra
del Fuego. En nuestro país la turba se utiliza como abono en huertas y chacras frutihortícolas y
también como combustible residencial.
Por último, los esquistos bituminosos representan otra fuente de energía no renovable. Se trata de
rocas cubiertas por betún, de las cuales se puede obtener petróleo mediante un tratamiento de
extracción, trituración y combustión en hornos. Se estima que de una tonelada de esquistos
pueden extraerse entre 75 y 125 litros de crudo. Sin embargo, este tipo de explotación se
encuentra en sus primeras etapas de desarrollo, y representa un recurso potencial de gran
importancia por ser una alternativa al uso del petróleo común.

Los combustibles como recursos estratégicos del país


A fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, la Argentina implementó el modelo económico
agroexportador, que posicionó al país en el mercado internacional como productor de materias
primas. Las actividades agropecuarias estuvieron acompañadas de un gran desarrollo de las vías
ferroviarias que comunicaban a las zonas productoras con el puerto de Buenos Aires. Fue una

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etapa de crecimiento sostenido, pero de gran dependencia externa, ya que se importaban
productos manufacturados y maquinarias que hasta ese entonces no se producían en el país.
En cuanto a los recursos energéticos, la Argentina le compraba a Inglaterra el carbón mineral
necesario para las máquinas de vapor y para la producción de energía en general. Esta
dependencia de otros países hizo que el Gobierno nacional comenzara a impulsar exploraciones
geológicas en busca de petróleo. El primer lugar hallado donde era factible su extracción fue
Comodoro Rivadavia (Chubut).
El entonces presidente de la Nación, José Figueroa Alcorta, decretó la posesión del yacimiento
por parte del Estado y se crearon, en 1911, la Dirección General de Explotación del Petróleo de
Comodoro Rivadavia y, en 1922, la Dirección General de
Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF).
Así, la Argentina pudo dejar de importar gran cantidad de
carbón británico y comenzó a producir, a menor costo,
este insumo de vital importancia para su naciente
industria.
A través de YPF, el Estado fue el que impulsó el
desarrollo de las actividades productivas y el hallazgo del
90% de las reservas de gas y petróleo en nuestro
territorio. En 1946 se creó Gas del Estado, una empresa
estatal encargada del transporte y distribución del gas
natural.
En 1951, se comenzó a explotar el yacimiento de carbón
de Río Turbio, que originariamente estaba a cargo de
YPF, hasta que en 1956 se creó Yacimientos
Carboníferos Fiscales (YCF).

Las consecuencias de las políticas neoliberales


El modelo de apertura económica implementado a partir de la década de 1970 en nuestro país
propició el ingreso de capitales extranjeros a los distintos sectores de la economía, y comenzaron
a implementarse algunos cambios en las políticas llevadas a cabo hasta el momento.
En 1989, bajo la Ley de Reforma del Estado, la mayoría de las empresas públicas fueron
privatizadas. Los argumentos fueron que las empresas estatales daban pérdidas económicas al
país y que no eran capaces de realizar inversiones para su modernización y consiguiente
competitividad.
Con la privatización de YPF, la empresa quedó en manos de grupos empresariales, como
REPSOL (de España), que tomaron posesión de los recursos, refinerías, productos y
equipamiento. También se eliminaron las trabas a la exportación, se desregularon los precios y se
permitió el despido masivo de trabajadores. Aunque el Estado conservó una pequeña parte de las
acciones de la empresa, esto no le permitía tener injerencia en las decisiones del grupo.
Comenzaron a sobreexplotarse los yacimientos y no se realizaron las inversiones en exploración
que el grupo inversor había prometido. Por estos motivos, y por considerar a los hidrocarburos
como recursos estratégicos, en mayo de 2012, el Congreso Nacional votó por amplia mayoría la
expropiación del 51% de las acciones de YPF, y esta medida se efectivizó por decreto
presidencial el 4 de mayo de ese año. Así, la Argentina volvió a tener soberanía sobre sus
recursos petrolíferos y gasíferos.

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El gas natural
El gas natural es, junto con el petróleo, una de las fuentes de energía no renovable más
importantes del mundo. Es, por otra parte) la más limpia, segura y útil del mundo. No tiene olor ni
color. El característico olor que posee el gas que se destina al abastecimiento domiciliario se debe
al agregado de un componente llamado metilmercaptano. De esta manera, puede detectarse
fácilmente una fuga de gas y evitar accidentes e intoxicaciones.
Los yacimientos de gas se encuentran casi siempre cercanos a los del petróleo y se componen,
principalmente, de gas metano, utilizado por lo general como fuente de energía.
Para su extracción, se construyen pozos de perforación y ductos. El gas, por su propia presión,
asciende naturalmente por esos ductos hacia la superficie donde se lo procesa y almacena.

70
En la actualidad, aproximadamente un 25% de la energía requerida a nivel mundial por hogares,
vehículos e industrias es abastecida por gas natural. Sus principales usos son:
Doméstico: se lo emplea principalmente para la cocina, la calefacción, la climatización de agua y
de piletas, y para el funcionamiento de algunos electrodomésticos, como las heladeras.
Comercial y de servicios: se lo utiliza en diferentes instituciones comerciales y de servicios, como
negocios, hospitales, escuelas, restaurantes, panaderías, etcétera.
Industrial: casi la totalidad de los procesos industriales utilizan el gas en alguna etapa de su
producción. Las industrias que más emplean este tipo de combustible son la del vidrio, la de la
cerámica, la del papel, la química y la textil.
Vehicular: en países como la Argentina, el uso del gas como combustible para vehículos es muy
importante. Se lo denomina gas natural comprimido (GNC). Luego de Pakistán, nuestro país es el
segundo con mayor cantidad de vehículos que utilizan este combustible en el mundo. Se estima
que, en la actualidad, existen más de 2.000.000 de autos con GNC en el país. Algunas de las
ventajas que presenta frente a otros combustibles son la reducción del costo, aproximadamente el
50% con respecto al precio de la nafta; y un 80% menos de emisión de gases tóxicos y de ruidos.

Minerales estratégicos
Los minerales son considerados recursos no renovables porque su formación lleva millones de
años y sus tiempos de regeneración son muy lentos. Esto significa que, si se acabaran, deberían
pasar millones de años para volver a formarse.
En la actualidad, algunos minerales son considerados estratégicos para el desarrollo de la
economía de los países y, por ese motivo, tienen un alto valor de comercialización. Son
fundamentales para la economía de los países que los poseen y muy codiciados por aquellos que
los necesitan para su desarrollo y no los pueden obtener en su subsuelo. Algunos de los
minerales estratégicos más importantes son:
 El uranio: el de mayor calidad se utiliza en los reactores nucleares, que en la actualidad
producen el 17% de la energía de todo el planeta. Además, es empleado en la industria
armamentística para la creación de dispositivos explosivos. En la Argentina, existen
reservas de uranio en Salta, Catamarca, La Rioja, Mendoza y Chubut
 El litio: se lo utiliza para la fabricación de baterías. Con el desarrollo de la tecnología
celular, adquirió una importancia significativa. En la Argentina, se encuentra uno de los
yacimientos de litio más importantes del mundo, en el Salar del Hombre Muerto, en la
provincia de Catamarca.
 EL coltán: presenta una gran resistencia al calor y tiene muy buenas propiedades
eléctricas. Por esta última característica, se lo utiliza principalmente para la producción de
componentes electrónicos de computadoras, videojuegos y teléfonos. En los últimos años
ha adquirido una gran importancia estratégica en todo el mundo. La Argentina posee
reservorios de coltán en la provincia de Córdoba.
 El platino: se lo utiliza en la industria eléctrica, en la joyería y en la fabricación de implantes
ortopédicos. Sudáfrica es el principal productor mundial. No existen reservas de este
mineral en la Argentina.

La minería a cielo abierto en la Argentina. La “nueva” minería a cielo abierto


Si bien muchos lugares han sido históricamente valorados por sus recursos minerales, la
Argentina nunca ha sido un país minero, ni la minería ha sido una de las actividades más
desarrolladas, como en otros países, tales como Chile o Perú. Sin embargo, el agotamiento de las
reservas minerales en el mundo hizo que las grandes empresas mineras pusieran sus ojos en la
Argentina, atraídas por leyes sancionadas durante los 90, que ofrecían ventajas impositivas y
leyes ambientales flexibles.
En la Argentina los metales (oro-plata-cobre) se encuentran diseminados en partículas muy
pequeñas en las rocas, haciendo imposible extraerlos con las técnicas tradicionales. Por el
contrario, la forma de extraerlos es “a cielo abierto”, es decir, a través de la demolición de
toneladas de roca y el lavado de esta con sustancias químicas como el cianuro que, mezclado con
agua, permite separar el metal de la roca, en lo que se denomina proceso de lixiviado.

71
Los recursos extraídos por las empresas, principalmente canadienses y estadounidenses, son
exportados pagando regalías de solo un 3% sobre el valor que las empresas declaran estar
extrayendo en la boca de la mina. Además, no pagan impuestos por los servicios básicos, ni
tampoco por los miles de litros de agua potable que consumen durante la producción. Estas
ventajas son parte del marco legal que les permite extraer minerales, que son estratégicos por su
baja disponibilidad, y obtener ganancias extraordinarias.
En Catamarca, por ejemplo, en el yacimiento Bajo la
Alumbrera, cada
100 dólares de producción, solo un dólar con veinte
queda en la provincia.
Algunos estados provinciales actúan como promotores de
la actividad, legitimándola a pesar de las consecuencias
económicas y ambientales, argumentando que traerá
“progreso”, y con promesas de puestos de trabajo. Solo
seis provincias prohibieron la minería a cielo abierto:
San Luis, Córdoba, La Pampa, Chubut, Río Negro y
Mendoza.
La nueva minería de carácter transnacional está en
marcha desde 1997, año de la inauguración de Bajo la
Alumbrera en Catamarca, uno de los emprendimientos
más importantes, junto con Veladero, en San Juan; Cerro
Vanguardia, en Santa Cruz, y Pascua Lama, proyecto
binacional con Chile, facilitado mediante el Tratado de
Integración y Complementación Minera firmado en 1997,
el cual crea una región entre ambos países en el cual las
mineras cuentan con libertad de acción.
Desde entonces la actividad es fuente de permanente conflicto entre las empresas, el Estado y las
comunidades locales que comenzaron a organizarse. Las consecuencias económicas y
ambientales que Bajo la Alumbrera comenzó a provocar, funcionaron de caso testigo para los
habitantes de cualquier localidad del país en la que una minera quisiera instalarse. Uno de los
casos más destacados ocurrió en Esquel, donde la organización comunal logró frenar mediante
plebiscito la instalación de la minera El Desquite, cuya producción alteraría de manera irreversible
la vida de Esquel. De allí en más, el conflicto entre las comunidades locales, por un lado, y las
empresas y el Estado, por el otro, se reproduce en
cada rincón de la Argentina minera. Las
comunidades se enfrentan, en un conflicto
asimétrico, a corporaciones con gran poderío
económico, que intentan frenar las protestas con
ofertas de empleos y obras de mejoramiento de
espacios públicos. Por otra parte, las empresas
cuentan con el apoyo del Estado, quien dispone de
las fuerzas de seguridad o del Poder Judicial para
frenar las acciones de las comunidades locales.
Estas últimas defienden el derecho a trabajo digno, al
ambiente sano y se resisten a que las empresas,
con complicidad del Estado, dispongan de recursos naturales de vital importancia, como el agua
potable, a muy bajo costo, y pongan en riesgo las producciones locales y la salud de sus
habitantes.

La protección de los glaciares frente a La minería


Debido a que la minería a cielo abierto se expande en la Argentina, en zonas donde predominan
las masas de hielo (glaciares), por iniciativa del diputado Miguel Bonasso y el senador Daniel
Filmus se aprobó la Ley de Glaciares.
Según el texto, la ley sancionada el 30 de septiembre de 2010 se propone “preservar os glaciares
como reservas estratégicas de recursos hídricos para el consumo humano; para la agricultura y
como proveedores de agua para la recarga de cuencas hidrográficas; para la protección de la
biodiversidad; como fuente de información científica y como atractivo turístico”. Por otro lado,
establece la creación del Inventario Nacional de Glaciares, que será actualizado cada 5 años y

72
que verificará los cambios en las superficies de los glaciares y en los ambientes llamados
periglaciares.
Esta es una herramienta legal importante para evitar la minería a cielo abierto en la zona donde se
encuentren campos de hielo, como lo establece la ley.

Grandes emprendimientos mineros


La minería argentina actual se caracteriza por los grandes emprendimientos impulsados por una
serie de leyes tendientes a favorecer la actividad y por diferentes acuerdos mineros firmados con
Chile, Bolivia y Brasil.
El subsuelo argentino pertenece al Estado nacional, y los gobiernos provinciales están facultados
por esas leyes para otorgar, en concesión, el derecho de explotación a empresas privadas,
nacionales o extranjeras.

 Bajo de la Alumbrera: es uno de los principales yacimientos metalíferos del mundo, donde
se explotan cobre y oro a cielo abierto (en forma superficial). Está ubicado en las sierras
del noroeste de Catamarca, a 2.600 metros sobre el nivel del mar. Los derechos para su
explotación pertenecen a una sociedad integrada por el gobierno de Catamarca, la
Universidad Nacional de Tucumán y el gobierno nacional, en unión transitoria con una
empresa de capitales suizos y canadienses. Las instalaciones cuentan con molinos que
trituran las rocas, piletones con sustancias químicas para la separación del cobre y del oro,
y un mineraloducto que llega hasta la capital de Tucumán. El mineral concentrado es
transportado por ferrocarril hasta Puerto General San Martín, cerca de Rosario, desde
donde se envía al mercado internacional: Alemania, Estados Unidos, Canadá, Japón,
Corea y Brasil.

 Yacimiento de Cerro Vanguardia: está ubicado a 150 kilómetros de la ciudad de San


Julián, en Santa Cruz. Una empresa integrada por una minera de plata. El origen
sudafricano y por el gobierno santacruceño explota allí oro y plata. El mineral se extrae en
excavaciones a cielo abierto, denominadas pits; luego, se tritura el material hasta que el
oro y la plata queden expuestos (es decir, hasta que sean visibles las vetas que contiene el
mineral). Por último se realiza el tratamiento con cianuro para separar los minerales la
roca. Desde San Julián, el mineral procesado es embarcado hacia una planta refinadora
en Sudáfrica.

 Salar del Hombre Muerto: se encuentra en el norte de Catamarca, muy cerca de la Puna,
en una depresión que antiguamente ocupaba un lago y que, al secarse, dejó una capa de
sedimentos salinos. La evaporación de las aguas de las precipitaciones (100 milímetros
anuales) v de los deshielos contribuye a la formación de una capa superficial llamada
salmuera, rica en mineral de litio, potasio y boratos. El litio es muy apreciado para la
fabricación de pilas y baterías destinadas a telefonía celular, computadoras, cámaras
digitales y automóviles, y a otras aplicaciones industriales. Una empresa norteamericana
está a cargo de la explotación, que se caracteriza por emplear paneles solares para
acelerar la evaporación de la salmuera. La producción llega al puerto chileno de
Antofagasta, vía ferrocarril. Desde allí, es exportada a los Estados Unidos, Europa y
Japón.

 Veladero: este emprendimiento minero se localiza en el noroeste de la provincia de San


Juan, a 350 kilómetros de la capital, en la cordillera andina, a más de 4.000 metros sobre
el nivel del mar. Se trata de un yacimiento a cielo abierto con minerales de oro y plata.
Para separarlos de la roca, los minerales se someten a un proceso de lixiviación, o lavado
con agua y cianuro, en enormes piletones. El producto final metal doré, mezcla de oro y de
plata en lingotes, que es exportado a los Estados Unidos, Canadá y Europa. Este
emprendimiento se complementará con el de Pascua-Lama, un proyecto minero binacional
emprendido por Chile y la Argentina, que consiste en desarrollar una mina de oro a cielo
abierto ubicada a más de 4.000 metros de altura en la frontera de estos dos países, al
noroeste de Veladero. Ya se han realizado varias obras de exploración, construcción de
caminos y un túnel bajo la cordillera para comunicar ambos yacimientos. En la actualidad,
ambos países están avanzando en la aprobación del proyecto final.

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LAS FUENTES DE ENERGÍA SUSTENTABLES

Existen recursos perpetuos que pueden ser utilizados para generar energía de una manera
sustentable, es decir, sin generar daños en el medio ambiente, La Argentina posee zonas con
gran potencial para la generación de energía solar, eólica, geotérmica y mareomotriz, gracias a
sus características naturales.

La energía eólica
La energía eólica se obtiene a través de diversas tecnologías que aprovechan la energía cinética
del viento y la convierten en energía eléctrica o mecánica. El viento es una fuente de energía que
se utiliza hace cientos de años para distintos fines, por ejemplo, para bombear agua de los pozos
a través de los molinos en el campo.
Para producir energía eléctrica se utilizan
aerogeneradores. Estos equipos tienen dos o tres palas
que, al ser accionadas por el viento, mueven un rotor que
convierte ese movimiento en electricidad.
El parque eólico Antonio Morán, de la Sociedad
Cooperativa Popular de Comodoro Rivadavia, es uno de
los más grandes de América del Sur y posee veinticuatro
generadores en servicio.
Se estima que el potencial eólico de nuestro país al sur del
paralelo 42 puede superar la producción anual de
petróleo.
En otras regiones del país, también hay condiciones
favorables para la instalación de aerogeneradores,
principalmente, en Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa
Cruz, La Rioja, San Juan yen varias zonas serranas y
costeras de la provincia de Buenos Aires.
Las condiciones naturales de estos lugares son óptimas, ya que poseen vientos constantes y
uniformes que facilitan la producción de esta energía.

La energía solar
La energía del sol se puede aprovechar para generar calor y electricidad, pero esto está
condicionado por la intensidad de radiación solar recibida por la Tierra y las condiciones climáticas
de cada lugar.
Para transformar la energía solar, existen dos alternativas: la
conversión foto- térmica, es decir, la que busca convertir
directamente la radiación solar en calor, y la conversión
fotovoltaica, que la convierte en electricidad.
Los equipos solares térmicos captan la radiación solar y la
transforman en calor que luego se almacena como agua
caliente en los acumuladores. Estos equipos sirven para
calefacción domiciliaria o industrial, y reducen hasta en un
70 % el consumo energético tradicional.
Actualmente, la tecnología fotovoltaica se utiliza para dar
electricidad a zonas que se encuentran alejadas de las redes
eléctricas, como las áreas rurales o los equipos de
emergencia que se encuentran en algunas rutas de nuestro
país. En la Argentina, un 30% de la población rural carece
de servicio eléctrico por red. Para satisfacer las necesidades
energéticas de este sector de la población, se desarrolló el
Proyecto de Energías Renovables en Mercados Rurales
(PERMER). Hasta el momento, mediante este proyecto, 3.260 viviendas, 540 escuelas rurales y
76 dependencias públicas como salas de emergencia médica, destacamentos de policía, etc.,
poseen suministro eléctrico. Otros objetivos del proyecto son la instalación de cocinas, hornos y
calefones solares en los parajes rurales de todas las provincias del país.

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La energía geotérmica
La Tierra almacena de forma interna energía en forma de calor. Esta puede ser aprovechada para
su conversión en energía eléctrica o en calor para uso humano o procesos industriales y
agrícolas.
Por regla general, en la parte más superficial de la corteza, la temperatura aumenta 3°C cada 100
metros de profundidad. Esta variación se llama gradiente geotérmico. Los puntos más calientes de
la corteza se localizan en las áreas cercanas a la cordillera, donde las placas de bordes
convergentes tienen gran actividad.
Para poder obtener energía geotérmica se hacen perforaciones hasta llegar al reservorio de agua
subterránea. Hay que tener en Cuenta que para que un yacimiento geotérmico sea sustentable, el
volumen de agua caliente o vapor que se extrae de él no debe ser mayor a la capacidad de
recarga natural del acuífero.
En la Argentina, existen más de 300 puntos de interés geotérmico, pero solo en cuatro de ellos
podría generarse energía eléctrica. Estos son Copahue y Domuyo, en Neuquén, Tuzgle en Jujuy,
y Valle del Cura en San Juan. Las dificultades para su explotación son los elevados costos de la
exploración y su lejanía con las principales áreas pobladas, donde podría aprovecharse la energía
producida.
En nuestro país hay varias localidades con aguas termales* que constituyen un lugar turístico,
como las de Copahue, en Neuquén, o las de Río Hondo, en Santiago del Estero. Estas aguas
también pueden utilizarse para la minería, porque, a través de diversos procesos, se pueden
recuperar las sales disueltas en ellas, que tienen un alto
valor comercial, como el boro, el litio o el cadmio. Sin
embargo, el aprovechamiento más importante de las aguas
termales es el que se realiza con fines energéticos.

La energía mareomotriz
El mar es una fuente inagotable de energía. Las mareas se
pueden utilizar para producir energía eléctrica, pero en
nuestro país esto aún no ha sucedido.
La energía mareomotriz se genera por el movimiento de las
mareas. Cuando sube el nivel del mar, el agua ingresa a las
turbinas, que al moverse producen electricidad. En la costa
sur de nuestro país, la amplitud de las mareas es una de las
más elevadas del mundo, por lo que sería viable instalar centrales
mareomotrices allí. La zona más estudiada para tal fin es la
Península Valdés, en Chubut.
Sin embargo, actualmente, las centrales mareomotrices presentan algunas desventajas, como el
daño a la flora y fauna marinas, el impacto visual en las áreas costeras, que altera el paisaje
natural, y el elevado costo del transporte de la electricidad hacia las redes de distribución.
El desafío es desarrollar nuevas tecnologías que no dañen
los ecosistemas costeros y aprovechar este recurso
inagotable.

La producción de energía a partir de biomasa


La biomasa es materia orgánica obtenida a partir de animales
y vegetales. Se genera con los residuos agrícolas y
forestales, con los desechos de algunas industrias y con los
productos que se cultivan con fines energéticos.
La biomasa se puede convertir en electricidad, calor o vapor
e incluso en otros recursos energéticos, como el gas.
En ocasiones, puede darse la necesidad de cultivar y explotar
la biomasa co fines exclusivamente energéticos. En este
caso se habla de cultivos energéticos como los de eucaliptos
con los que se produce carbón vegetal. Uno de los
aprovechamientos más importantes de este tipo de biomasa en nuestro país es que se realiza en
los Hornos Zapla S. A., una industria siderúrgica instalada en la provincia de Jujuy, en el norte de
nuestro país.

75
Otro ejemplo de gran relevancia es el aprovechamiento del bagazo de caña de azúcar, que se
utiliza como combustible para las calderas de los ingenios azucareros.
Otros aprovechamientos de la biomasa son:
 El uso de leña para uso doméstico (cocina y calefacción).
 La utilización de residuos agroindustriales como cáscara de girasol, de arroz, de
maní etc., en calderas para generar calor o electricidad, y así obtener vapor.
 El uso de los residuos de las industrias forestales, como aserrín y virutas, par
generar energía en las industrias madereras.
 Manejo del gas metano capturado en los rellenos sanitarios para genera energía
eléctrica.

Los biocombustibles
Los biocombustibles son todos los combustibles que provienen de la biomasa También se los
conoce como combustibles de origen biológico, y los dos más utilizados en la actualidad son el
biodiesel y el bioetanol.
El biodiesel se fabrica con aceites vegetales reutilizados o con aceites provenientes de cultivos
energéticos, como la soja o la canola.
El bioetanol se obtiene del maíz, la caña de azúcar, la remolacha, la cebada, e trigo o el sorgo.
El desarrollo de este tipo de combustibles despertó un gran debate a nivel mundial, ya que se
necesitan tierras para los cultivos energéticos que podrían ser utilizadas para la producción de
alimentos.
Entre las ventajas del biodiesel y el bioetanol se encuentra el bajo impacto ambiental, ya que el
dióxido de carbono liberado de la combustión es mucho meno que el de los combustibles fósiles, y
disminuye la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Son biodegradables y están
libres de azufre y de otras sustancias cancerígenas.
La Argentina es el primer exportador de biodiesel del mundo y sus principales mercados son los
Estados Unidos y la Unión Europea.

LOS PROBLEMAS AMBIENTALES DE LA ARGENTINA

El sistema terrestre
Los cambios que producen las personas en el ambiente pueden generar problemas de alcance
global, que afectan con distinta intensidad a las diversas zonas del mundo.
La biosfera es la capa del planeta donde se desarrolla la vida. Dentro de ella se encuentran la
hidrosfera, que reúne los mares, océanos y las aguas continentales; la atmósfera, que es la
envoltura gaseosa del planeta, y la litosfera, que es la parte solida del sistema terrestre. Estos tres
componentes constituyen un sistema físico en el cual se produce intercambio de energía y
materia, y en el que cualquier modificación que se produzca en alguno de los elementos del
sistema afectará a otro.

La sociedad y el ambiente
Los cambios producidos por la sociedad en el ambiente alteran la biosfera y ocasionan diversos
fenómenos o procesos que deterioran el entorno y la calidad de vida humana. Los seres humanos
siempre extrajeron recursos de la naturaleza para satisfacer sus necesidades primarias. Todos
esos elementos se transforman en un recurso natural, pero la utilización de los recursos implica,
en muchos casos, su degradación y la del ambiente. Se debe tener en cuenta que el planeta es un
sistema, y que cualquier cambio que se produzca en uno de sus componentes altera los demás.
Muchos de los problemas ambientales que padece la Argentina son la consecuencia directa de la
acción humana.

Los problemas ambientales


Un problema ambiental es un disturbio ocasionado por acciones de las personas sobre el medio,
que modifican el equilibrio natural del sistema. Un ejemplo es la liberación de ciertos gases
contaminantes a la atmósfera, que acrecientan el efecto invernadero que producen un
adelgazamiento de la capa de ozono, fundamental para proteger la vida en la Tierra de la
radiación ultravioleta. Para compensar estos cambios, el sistema responde con un cambio en la

76
circulación de los vientos, modificaciones de la temperatura global y períodos excepcionales de
lluvias y sequías, entre otros.

El efecto invernadero natural


La temperatura del planeta es perfecta para el desarrollo de la vida. La Tierra recibe los rayos
solares y estos son absorbidos por los gases que se encuentran en la atmósfera, (nitrógeno y
oxígeno mayormente; y metano, dióxido de carbono, ozono y vapor de agua, en menores
medidas). Su función es evitar que el calor proveniente del Sol y de la Tierra se escape hacia el
espacio. Estos gases son los responsables de generar el efecto invernadero, que se produce
cuando la luz solar llega a la Tierra: una parte es reflejada por las nubes, otra atraviesa la
atmósfera y llega a la superficie y una pequeña parte se pierde en el espacio. Debido a que la
Tierra es más fría que el Sol, no puede devolver esa energía en forma de luz o calor, sino que lo
hace en forma de radiación infrarroja. Los gases de efecto invernadero absorben esa energía
infrarroja calentando la superficie terrestre y, a la vez,
filtran los rayos UV provenientes del Sol que son
perjudiciales la vida. Si este efecto invernadero no
existiese, la temperatura promedio del planeta sería
de -20°C, por lo que no podría desarrollarse la vida.

La capa de ozono y su adelgazamiento


El ozono se genera por la acción de la luz solar sobre
el oxígeno y es la única sustancia en la atmósfera
que puede absorber radiación ultravioleta (UV-b)
proveniente del Sol que es dañina para la vida. Este
delgado escudo hace posible la vida en la Tierra. Sin
embargo, en las últimas décadas, la cantidad de
ozono estratosférico se redujo. Una de las causas es
la contaminación atmosférica que produce la
actividad humana, principalmente con la emisión de gases como los clorofluorocarbonos (CFC).
En la década de 1970 algunos científicos alertaron a la comunidad internacional sobre el
"adelgazamiento de la capa de ozono” en las zonas polares. Uno de los precursores en este tema
fue el ingeniero químico mexicano Mario Molina, quien junto a su colega holandés Paul Crutzen y
el estadounidense Sherwood Rowland, recibieron el premio Nobel de Química en 1995. Sus
estudios demostraban que la presencia de clorofluorocarbonos provocaba un marcado descenso
de la concentración de ozono en la atmósfera y representaba una amenaza para el ambiente. Sus
estudios no fueron bien recibidos, en los países más industrializados, ya que reducir las emisiones
de gases contaminantes la atmósfera suponía una amenaza para sus intereses económicos y
políticos.

El calentamiento global y sus consecuencias en el país


El efecto invernadero natural del planeta favorece una temperatura aceptable para el desarrollo de
la vida. Con la contaminación atmosférica, aumentó la concentración, de dióxido de carbono en la
atmósfera y, en consecuencia, la temperatura promedio de la atmósfera se incrementó. Este
proceso ocasiona que la atmósfera retenga más calor que el habitual, dando lugar al denominado
calentamiento global. Este calentamiento genera cambios en el sistema natural terrestre y
potencia los desastres naturales y los problemas ambientales.
Dentro de las consecuencias debido al aumento de temperatura de la atmósfera, podemos
mencionar:
 Efectos sobre el clima: el aumento de la temperatura favorece la evaporación de los
cuerpos de agua. Esto hace que se incremente la frecuencia e intensidad de las
precipitaciones y demás fenómenos atmosféricos, como los tornados. Si la evaporación es
muy elevada, aumenta la perdida de humedad de los suelos, lo que provoca su erosión y
desmineralización.
 Efectos sobre los ecosistemas: a causa del aumento de la radiación ultravioleta, el
fitoplancton de los océanos se reduce y su disminución conlleva una pérdida de la fauna.
Además los ecosistemas costeros se ven afectados por el aumento en el nivel del mar que
erosiona más la costa. En los ecosistemas terrestres, el aumento de la radiación
ultravioleta produce cáncer de piel y de tejidos en los animales. También afecta las plantas

77
en su crecimiento y periodo de florecimiento. Asimismo, el aumento de la temperatura
promedio de la atmosfera acelera el derretimiento de los glaciares y las nieves
permanentes de las montañas.
 Efectos sobre las personas: la exposición prolongada a los rayos solares produce
quemaduras en la piel. El aumento de la temperatura favorece la generación de
enfermedades infecciosas causadas por los mosquitos (como el dengue, la malaria y la
fiebre amarilla).

Los problemas ambientales regionales y locales

La explotación de los recursos naturales se realiza, principalmente, en áreas poco pobladas. El


impacto de estas actividades primarias sobre la naturaleza produce la pérdida de biodiversidad,
deforestación degradación de los suelos y desertificación. Las áreas más densamente
pobladas, principalmente, padecen problemas ambientales relacionados con la contaminación
que generan las industrias y los medios de transporte.

La pérdida de biodiversidad
La biodiversidad es la variedad biológica que tiene un ecosistema. Incluye las especies de flora
y fauna, y la interrelación entre ellas y el medio ambiente.
En los procesos de explotación de los recursos naturales, las especies vegetales y animales
suelen ser desplazadas de su hábitat o reemplazadas por otras especies. Esto ocurre, por
ejemplo, cuando se produce la deforestación de las selvas y los motes con el objetivo de
comercializar la madera obtenida, ampliar terrenos para la cría de ganado y para la expansión
de las áreas destinadas a la agricultura.
Los efectos sobre los ecosistemas varían según la actividad que se desarrolle en ellos, su
duración y, en el caso de las especies vegetales, la cantidad de tiempo que se deja “descansar”
la tierra para volver a explotarla. A esa tierra que no se siembra durante uno o varios ciclos
vegetativos se la llama barbecho. Cuando el barbecho es largo, las tierras pueden recuperar la
humedad y sufrir menos la erosión. En este caso la regeneración vegetal es rápida y la
diversidad biológica está asegurada. Si el barbecho es corto (inferior a cuatro años) la
regeneración de la vegetación es más difícil y se transforma el espacio original en un ámbito de
vegetación escasa.
Según la Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, entre 2008 y 2012 se
deforestaron 1.145.044 hectáreas, un promedio de 229.009 hectáreas por año. En lo que
concierne a la fauna, especies como el yaguareté o el oso hormiguero se encuentran en peligro
de extinción.

78
La erosión de los suelos
La cobertura vegetal protege los suelos de la erosión. La deforestación es uno de los
principales problemas que aceleran el deterioro de los suelos, pero también puede intervenir el
sobrepastoreo y la intensificación de la agricultura.
El sobrepastoreo se produce cuando los animales consumen la vegetación a un ritmo acelerado
y no llega a regenerarse, dejando el suelo sin la cobertura vegetal.
La erosión es un fenómeno natural que se produce por procesos mecánicos y químicos que
desgastan y fragmentan los materiales de la superficie terrestre, que luego son transportados por
el agua y por el aire.
La acción antrópica sobre los ecosistemas intensifica este proceso al eliminar la cobertura
vegetal natural de los suelos, permitiendo que la erosión actúe directamente
Las consecuencias de esa pérdida son la disminución en la producción de alimentos, el daño en
la calidad del agua subterránea y superficial y la destrucción de los ecosistemas. Además, la
ausencia de cobertura vegetal aumenta la presencia de dióxido de carbono en la atmósfera con
la consiguiente disminución del oxígeno que producen las plantas.
En la Argentina, la deforestación se debe mayormente a la expansión de la frontera agraria, es
decir, a la eliminación de masas arbóreas para contar con mayor superficie para la agricultura.
A fines del siglo XIX, gran parte de las llanuras chaqueña y pampeana presentaba áreas boscosas
que actualmente están ocupadas por campos cultivados con cereales y oleaginosas. Hoy los
árboles son valorizados sólo como barreras para proteger los cultivos del viento o como sombra
para las residencias rurales.
Los pequeños productores y minifundistas del norte del país deforestan con esos fines a una
escala mucho menor que los grandes productores, por lo que el impacto que causan en los
ecosistemas es muy bajo. Dicho impacto aumenta cuanto mayores son la superficie explotada y la
escala de la actividad productiva.

79
Otra actividad que se basa en la deforestación es la producción maderera. Con el argumento de
que los árboles son un recurso renovable, muchas empresas forestales los explotan como si
pudieran autorregernerarse en un tiempo breve, El tiempo que requieren las diversas especies
arbóreas para reproducirse y garantizar su continuidad no se tiene en cuenta y la tala masiva
generalmente se planifica sólo en función del margen de ganancia que deja.
Tras la tala completa de la superficie boscosa, después de dejar los ecosistemas deteriorados,
con escasas posibilidades de explotación por parte de la población local u otros posibles
productores, muchas empresas se mudan hacia otras áreas aún no deforestadas.
Gran parte de estas empresas son de origen extranjero y cuentan con exhaustiva información
sobre las variedades y las especies de árboles de las diferentes ecorregiones del país, lo que les
permite seleccionar aquellas que más se cotizan en el mercado.
Contratan mano de obra rural, que se caracteriza por ser barata y no estar gremializada (hay
quienes trabajan por 200 pesos mensuales, con total precariedad y sin cobertura social), lo que
reduce los costos de extracción y traslado. En cuanto a la tierra, aprovechan las inmediatas
necesidades financieras de las jurisdicciones estatales que tienen injerencia sobre las áreas
boscosas y selváticas, y acceden a ella a través del pago de bajas sumas de dinero.
Si las empresas eliminasen solamente el "excedente biológico" y consideraran la cantidad de
árboles que necesitan un bosque O una selva para recuperarse, no se comprometería la viabilidad
ecológica de éstos.

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La desertificación
Con la degradación de los suelos en las zonas áridas, semiáridas o
subhúmedas, se produce el proceso de desertificación y, como
consecuencia, la pérdida de productividad del suelo.
En este proceso influyen las actividades humanas y los factores
climáticos como el viento y las precipitaciones.
En las zonas áridas, que tienen un tiempo de regeneración muy
lento, la sobreexplotación del suelo, la deforestación y las prácticas
agrícolas inadecuadas ocasionan un problema ambiental difícil de
solucionar.
Entre las consecuencias de la desertificación se pueden mencionar:
 La menor resistencia de los ecosistemas a la variabilidad
climática natural.
 La desaparición de la capa fértil del suelo y, por
consiguiente, la pérdida gradual de su productividad.
 El deterioro o desaparición de la cobertura vegetal, que
funciona en dos sentidos: la deforestación favorece la La estepa patagónica sufre las consecuencias
erosión y, a su vez, la degradación del suelo limita el de la desertificación, producto de la
crecimiento de la vegetación. La disminución de la producción sobreexplotación del suelo producida por el
de alimento. sobrepastoreo y sobrepisoteo del ganado
 La migración de la población que vive en áreas afectadas. ovino, entre otras causas.
 La desertificación también contribuye al cambio climático mundial, ya que el suelo
descubierto aumenta la cantidad de energía reflejada por la superficie terrestre hacia la
atmosfera.

La salinización de los suelos


La salinización -acumulación de sal en el suelo- puede llevar a
la desertificación, ya que la elevada concentración de sal impide
el crecimiento de la vegetación.
Existen tres procesos que pueden causar este fenómeno:
 La subida del nivel de las napas freáticas hasta la
superficie del suelo. Esto ocurre en áreas secas no
irrigadas donde las sales se acumulan por la elevada
evaporación del agua, producto de la intensa radiación El sistema de riego por goteo disminuye
solar. los porcentajes de salinización del
suelo. Esta forma de riego es muy
utilizadaen la región de Cuyo para la
vid.
81
 El uso excesivo de agua para riego en climas secos. Debido a la escasez de
precipitaciones, las sales acumuladas no llegan a disolverse.
 La sustitución de agua dulce de las napas por agua salada de mar, en zonas costeras, La
sobreexplotación de las napas para el consumo de la población provoca el descenso del
nivel de agua dulce y el ingreso de agua salada.
En nuestro país, las zonas áridas son las más afectadas por este problema ambiental,
principalmente, las provincias de Mendoza, San Juan, La Rioja, Catamarca y los valles
cultivables de los ríos Negro, Colorado y Chubut.

82
La contaminación atmosférica
La contaminación de la atmósfera tiene consecuencias
directas sobre las personas y afecta el conjunto del sistema
terrestre. Debido a la circulación de masas de aire, la
contaminación puede expandirse más allá de la zona en la
que se genera, ocasionando la contaminación de las aguas,
de los vegetales y de los animales. Afecta con diversas
intensidades las ciudades, las zonas industriales y también
a la población y los ambientes que están alejados de las
áreas contaminantes.
En la Argentina, las grandes áreas urbanas, como Buenos
Aires, Córdoba y Rosario, presentan elevados niveles de
contaminación del aire. Esto se debe a la concentración de
transportes públicos y privados, y a las actividades
industriales.

Vista aérea del Río de la Plata,


contaminado por 10s desechos
urbanos: e industriales que recibe.
83
La contaminación de las aguas superficiales
La concentración de población y de actividades económicas en las márgenes de ríos, lagos y
lagunas afecta la calidad de sus aguas.
La falta de planificación urbana o la deficiencia de los servicios, como red de cloacas y
recolección de residuos, perturban el equilibrio de los ecosistemas ribereños.
Cuando se vuelcan a las aguas sustancias como nitratos y fosfatos, se produce un proceso
denominado eutrofización. Debido al aumento de la temperatura del agua, los microorganismos,
como las algas, se reproducen de forma acelerada y consume se gran cantidad de oxígeno
disuelto en el agua. Cuando estas algas se descomponen, originan compuestos tóxicos que
afectan a la población ribereña y producen la muerte de los organismos acuáticos, como peces y
plantas. Este es el caso del Riachuelo y del Río de la Plata, en Buenos Aires.

La polución de aguas subterráneas


Las napas subterráneas son una de las principales fuentes de suministros de aguas para uso
doméstico y para el riego. En las zonas donde las precipitaciones son escasas o irregulares,
pero el clima es apto para la agricultura, las napas son un recurso muy importante. Estas aguas
tienen un ritmo de renovación muy lento, por lo que una vez contaminadas son muy difíciles de
recuperar.
Los acuíferos tienen la capacidad de autodepurarse, es decir, de ir filtrando las impurezas
cuando el agua corre por las rocas y arcillas del suelo, Sin embargo, este proceso depende de
los tipos de suelo y su duración es extremadamente larga.
Es necesario controlar los focos de contaminación, como las descargas cloacales y los residuos
provenientes de las industrias y los hogares, así como el uso de agroquímicos que terminan
infiltrándose en el suelo, con el fin de que no lleguen al acuífero y de evitar su degradación.
En las zonas de nuestro país donde se utilizan pesticidas con glifosato, hay un alto nivel de
contaminación de las napas. También las explotaciones mineras a cielo abierto que utilizan
cianuro para separar los minerales de las rocas perjudican el ambiente de forma irreversible.

El deterioro de los Océanos y los ecosistemas costeros


La Argentina posee extensas costas en las que se localizan balnearios turísticos e importantes
puertos. Entre los problemas ambientales de estas áreas, se encuentran la contaminación del mar,
que se produce por la urbanización del litoral marítimo y el aumento demográfico, las actividades
portuarias, la industrialización y el turismo de las zonas costeras. La contaminación de origen
terrestre es muy alta; representa el 44% de la polución del mar.
Los contaminantes se acumulan en el agua, en los sedimentos del fondo del mar o el cuerpo de
las especies, ocasionando variados efectos sobre los seres acuáticos.
Las sustancias nocivas pueden destruir organismos o convertirlos en no aptos para el consumo
humano. Por ejemplo, las aguas residuales de las poblaciones costeras contienen gran cantidad
de bacterias que producen enfermedades intestinales cuando se consumen moluscos o almejas
infectados.
Una de las causantes del deterioro de los ecosistemas costeros se debe al poco control sobre la
pesca masiva. El 20% de las especies de peces conocidas están en peligro de extinción y, por la
sobreexplotación del recurso, algunas están disminuyendo notablemente su número, por ejemplo,
la merluza, el bacalao, la anchoa y la sardina.
Otro problema ambiental, propio de estos ecosistemas se produce por el desarrollo de
infraestructura turística. La construcción de escolleras, por ejemplo, modifica la rompiente de las
olas, cambiando la forma y características de las playas, y afectando la flora y la fauna del lugar.
En la provincia de Buenos Aires, las costas retrocedieron varios metros en los últimos años a
causa de la mala o escasa planificación urbanística y turística. Por el contrario, debido a la baja
densidad de la población de la región, en las costas patagónicas la erosión no está acelerada por
la acción de los individuos.
Además de la necesidad de proteger los ecosistemas costeros, la importancia de conservar el
agua de los océanos radica en que estos influyen directamente en las variaciones climáticas y
son la fuente principal del ciclo del agua. Allí se generan los vientos húmedos que llegan a los
continentes, para proveerlos de precipitaciones. La alteración de estas enormes masas de agua
es un grave problema que contribuye al cambio climático global.

84
LA POBLACIÓN DE LA ARGENTINA

El crecimiento de la población argentina


La población argentina se duplicó en los últimos cincuenta años.
Sin embargo, su ritmo de crecimiento se desaceleró en el mismo
periodo como consecuencia de cambios en los fenómenos
demográficos. El país no presenta un crecimiento parejo; las
poblaciones de las provincias argentinas crecen a diversos ritmos.

El crecimiento poblacional
La población de un país crece o decrece a lo largo del tiempo en
relación a como evolucionan la natalidad, la mortalidad y las
migraciones.
A medida que las personas nacen, mueren o se desplazan para
cambiar de lugar de residencia, la población total de un país
puede aumentar o disminuir. De este modo, el crecimiento
poblacional está compuesto por un crecimiento vegetativo,
asociado a la evolución de la natalidad y la mortalidad, y un
crecimiento migratorio, vinculado con las migraciones
internacionales.
Crecimiento absoluto y relativo de la población
El crecimiento de la población puede expresarse en términos
absolutos o relativos. El primero se calcula como la diferencia
entre la cantidad de habitantes de dos períodos. El crecimiento
relativo en cambio, expresa cuánto representa esa diferencia
(aumento o caída) en el total de la población, expresándose
generalmente en forma de variaciones porcentuales o en
forma de tasas. Por ejemplo el crecimiento absoluto de la
población argentina entre 2001 y 2010 fue de 3.856.966
personas. Medido en términos relativos, la población argentina
creció un 10,6% entre ambos años.

El crecimiento de la población argentina en el último


periodo intercensal
La población argentina crece a un ritmo lento en comparación
con otros países de la región y del mundo. En América latina
solo las poblaciones del Uruguay y de Cuba crecen a un ritmo
menor que la de la Argentina.
El ritmo de crecimiento demográfico del interior del país difiere
entre las provincias. Mientras en algunas la población crece a
un ritmo bastante inferior al promedio nacional, en otras se
registra un crecimiento poblacional acelerado.
En el último período intercensal, las provincias que más
crecieron demográficamente, en términos relativos, fueron
Santa Cruz, Chubut, Tierra del Fuego y San Luis. En el primer
caso, la población creció un 39,1%.
Por otro lado, las jurisdicciones con menor crecimiento
demográfico relativo fueron la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, cuya población aumentó un 4,1%, y las provincias de
Santa Fe
Corrientes, La Pampa y Entre Ríos.

Evolución histórica de la población argentina


Los primeros habitantes del actual territorio argentino fueron
los pueblos indígenas o pueblos originarios, que ocuparon diversas partes del territorio,
alcanzando algunos casos un elevado grado de desarrollo técnico y social.
en la segunda mitad del siglo XVI, comenzó el proceso de colonización y poblamiento del actual
territorio argentino por parte de los conquistadores españoles, que fue desplazando y diezmando

85
a la población originaria debido al contagio de enfermedades, el uso de armas de fuego y su
explotación como fuerza de trabajo.
Más tarde, en el siglo XIX, fueron emprendidas las campañas al “desierto” con el objetivo de
avanzar sobre los territorios que aún estaban en manos de los pueblos originarios para ampliar el
territorio del Estado e incorporar tierras a la producción agropecuaria.
En 1878 se inició la mayor de estas campañas militares, conducida por el General Roca, que en
pocos años prácticamente eliminó a los pueblos indígenas.
A pesar de todo, el último censo de población en 2010, contabilizó 955.032 personas que se
reconocen descendientes de los pueblos originarios en la Argentina.

El crecimiento de la población argentina desde el siglo XIX


A mediados del siglo XIX, la población que habitaba el territorio argentino era superior a 1.000.000
de habitantes. De este total, el 70% era de origen mestizo; el 16%, negros y mulatos; el 12%,
indígenas, y solo el 2% estaba conformado por personas de origen europeo, principalmente
españoles.
En las últimas décadas de ese siglo, hubo un proceso de migraciones masivas de ultramar,
principalmente de Europa, que modificó la población. Tuvo su máximo desarrollo en las últimas
décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX.
La inmigración extranjera se convirtió en el principal factor de crecimiento de la población
argentina, que en ese período creció a un ritmo acelerado; de 4.000.000 a casi 8.000.000 de
personas entre 1895 y 1914. En este último año, el 30% de los habitantes de la Argentina había
nacido en otro país, la mayoría en Europa y, en menor medida, en Asia.
Hacia mediados del siglo XX se produjo un nuevo aceleramiento del ritmo de crecimiento
poblacional como resultado del nuevo flujo de inmigrantes europeos y el crecimiento de la
natalidad en la segunda posguerra (fenómeno conocido como baby boom o explosión de
nacimientos).
Sin embargo, en las últimas décadas del siglo XX, el ritmo de crecimiento demográfico se
desaceleró como consecuencia de la desaparición del flujo inmigratorio y de la caida del
crecimiento vegetativo.

El crecimiento vegetativo en la Argentina


En la Argentina, el crecimiento vegetativo es cada vez menor debido al bajo nivel de natalidad y al
estancamiento del nivel de la mortalidad.
Sin embargo, los niveles de natalidad y mortalidad no son iguales en todo el país; entonces, el
ritmo del crecimiento vegetativo presenta diferencias en las distintas provincias. Por ejemplo, en
Santa Cruz, Neuquén, Misiones, Salta y Formosa, el crecimiento vegetativo es alto debido a la
elevada natalidad.
La natalidad en Argentina
El nivel de natalidad en la Argentina disminuyó a lo largo del siglo XX, especialmente en la primera
mitad. La caída de la natalidad es producto de la declinación de fecundidad, es decir, de la
disminución del número de hijos que tienen las mujeres. A fines del siglo XIX, se registraba un
promedio de 7 hijos por mujer, mientras que a principios del siglo XXI este promedio disminuyó a,
aproximadamente, dos hijos por mujer.
La fecundidad depende de diversas características sociales, económicas, políticas y culturales de
la población. Se presentan tasas más altas en los sectores sociales más pobres, en las regiones
menos desarrolladas y en los grupos de edad más jóvenes.
La mortalidad en Argentina
A fines del siglo XIX, la esperanza de vida promedio en la Argentina era 40 años. A lo largo del
siglo XX, como resultado de la mejora general en las condiciones vida de la población, el nivel de
mortalidad se redujo y la expectativa de vida se prolongó.
En la actualidad, la población argentina tiene una esperanza de vida mayor a los 75 años, por
encima del promedio de los países de América latina (73 años).
Las diferencias en los niveles de mortalidad dependen de las condiciones socioeconómicas de la
población. Por este motivo, el nivel de mortalidad es mayor en los sectores de población de
menores ingresos, los que, en general, viven en peores condiciones ambientales y sanitarias,
tienen menor acceso a servicios de salud de calidad y a una buena nutrición.
Por otra parte, en las áreas rurales el nivel de mortalidad es más alto que las áreas urbanas,
donde en general, las condiciones de vida son mejores.

86
La distribución regional de la población
La población argentina se concentra en mayor medida en la pampeana (especialmente, en la
Ciudad Autónoma de Bueno y las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe). Se consolidó
en las últimas décadas del siglo XIX, a partir del desarrollo del modelo agroexportador.
En la actualidad, dos tercios de la población argentina viven en la región pampeana. Sin embargo,
en las últimas décadas, el ritmo de crecimiento ha sido menor que el del resto de las regiones del
país, lo que provoca una disminución del peso relativo de esta región dentro del total de la
población. Otras regiones, en cambio, han aumentado de modo significativo su peso en el total de
la población, particularmente las provincias patagónicas.
La localización de la población responde a diversos factores, como por ejemplo el clima, el relieve,
las condiciones ambientales, el acceso al agua entre otros, así como también factores históricos y
políticos.
Teniendo en cuenta la distribución heterogénea de la población argentina se pueden diferenciar
dos grandes áreas: una de ocupación continua, que se desarrolla en el noreste y este de nuestro
país, coincidiendo con el área de llanuras y los climas templado y cálido; y la otra zona, con una
ocupación más dispersa, que se desarrolla desde el noroeste hasta el extremo sur del país,
coincidiendo con los climas áridos, los cordones montañosos y la escasez de agua. Dentro de
esta zona se observan algunos focos aislados de población, que coinciden generalmente con las
ciudades capitales de las provincias, como por ejemplo Mendoza, Neuquén, San Salvador de
Jujuy, entre otras.

El crecimiento migratorio en la Argentina


A lo largo de la historia, las migraciones
internacionales fueron un componente muy
importante en el crecimiento demográfico de la
Argentina. Las inmigraciones incrementaron el
tamaño de la población, modificaron su
composición por sexo y edad, su distribución en el
territorio, aportaron pautas de comportamiento
propias de los países de origen de los inmigrantes,
es decir, transformaron la estructura de la
población argentina.
el mayor flujo migratorio recibido por la Argentina
ocurrió entre 1870 y 1930. Gran parte de los
inmigrantes se transformaron en la fuerza de
trabajo para muchas actividades productivas del
campo y de las ciudades. Como la mayoría eran
personas jóvenes, formaron numerosas familias, y
la población creció aún más por la gran cantidad
de nacimientos.
Esta corriente migratoria de ultramar se
interrumpió durante la Primera Guerra Mundial
(cuando muchos hombres jóvenes tuvieron que
volver a sus países para participar del conflicto),
durante la crisis mundial de la década de 1930 y
en la Segunda Guerra Mundial. Finalizada esta
guerra se produjo otra oleada de inmigrantes
europeos, principalmente italianos.
Desde mediados del siglo XX la mayoría de los
inmigrantes provienen de los países limítrofes
(chilenos, paraguayos, uruguayos, bolivianos y, en
menor número, brasileños) y del Perú. El 78% de
la población nacida en el extranjero que vive en
Argentina proviene de estos países.
En la actualidad, las migraciones perdieron
importancia como factor de crecimiento

87
demográfico de la Argentina.
Actualmente, solo el 4,5% de la población que vive en la Argentina nació en el extranjero (1,8
millones de personas). Y de este total, alrededor del 30% arribó al país la última década.

Las migraciones internas en la Argentina


Las migraciones internas pueden ser permanentes o temporarias. Las permanentes ocurren
cuando las personas cambian su lugar de residencia habitual por un periodo de tiempo
suficientemente largo. Las temporarias, en algunos casos estacionales, consisten en los
desplazamientos realizados por las personas que trabajan en áreas rurales en las épocas de
siembra o cosecha de algunos cultivos, o las que trabajan durante la temporada en los lugares
turísticos; estas personas vuelven a su lugar de residencia una vez finalizada la actividad.
Con las migraciones internas se redistribuye territorialmente la población: algunas regiones
pierden y otras ganan población. Este fenómeno ha ocurrido a lo largo de la historia del país. Sin
embargo, a partir de la década de 1930, en el marco de un proceso de industrialización basado en
la sustitución de importaciones (ISI) comenzó un largo período de intensas migraciones internas.

Las migraciones internas en la etapa de la ISI


Este proceso de desarrollo industrial se localizó especialmente en los grandes centros urbanos,
donde se generó una gran demanda de mano de
obra. Por este motivo, muchas personas se
desplazaron desde áreas rurales y áreas urbanas de
menor tamaño hacia los centros industriales,
generando la redistribución de la población en el
territorio argentino.
Las principales áreas urbanas del país,
principalmente el Gran Buenos Aires, pero también
Córdoba, Rosario y Mendoza, recibieron grandes
contingentes de migrantes.
Entre 1947 y 1960, 1.500.000 personas abandonaron
el campo para ir a las ciudades debido al crecimiento
de la actividad industrial y de servicios que allí se
presentaba, pero también por la introducción de
mejoras tecnológicas en las tareas rurales que
requirieron cada vez menos mano de obra. Los
principales flujos migratorios se originaron en las
áreas rurales de la región pampeana, el noroeste y el
noreste.

Las migraciones internas en las últimas décadas


Desde la década de 1970, los flujos migratorios
internos se realizan entre ciudades, principalmente
desde pueblos y ciudades pequeñas hacia ciudades
de tamaño intermedio y grande.
En las últimas décadas, las ciudades que crecieron
más rápidamente son las que tienen una población
de entre 50.000 y 500.000 habitantes, la mayor parte
de ellas localizadas en la Patagonia.

EL TRABAJO Y LA CALIDAD DE VIDA EN LA


ARGENTINA

La precarización laboral
El desempleo es un problema que sufren en mayor medida ciertos sectores de la sociedad. A su
vez, muchas de las personas tienen empleos precarios. Algunas de las condiciones de trabajo
precario más comunes en nuestro país son:

88
• La subocupación: esto sucede cuando una persona trabaja, involuntariamente, menos de 35
horas por semana y no puede satisfacer sus necesidades con el salario que recibe. Esto es muy
común, por ejemplo, entre los docentes que recién se inician en la vida laboral.
• La sobreocupación: cuando una persona tiene que trabajar más de 45 horas semanales para
satisfacer sus necesidades, se considera sobreocupación. Un ejemplo lo suelen representar los
conductores de taxis, quienes muchas veces deben trabajar 12 o 13 horas por día para obtener
una remuneración adecuada a sus necesidades.
• Las insuficientes o incorrectas condiciones de higiene y seguridad también son condiciones de
precariedad laboral. Esto suelen padecer los obreros de la construcción, que muchas veces no
cuentan con los elementos de seguridad necesarios -cascos, arneses, etc.- para trabajar en una
obra.
• También se considera trabajo precario cuando el empleador requiere una menor clasificación
laboral que la que el trabajador posee: este es el caso, por ejemplo, de personas que poseen
títulos universitarios y trabajan por necesidad como empleados en rubros que no tienen relación
alguna con su formación.
• Una nueva forma de precarización laboral es la tercerización del trabajo: las empresas contratan
a otras empresas para realizar determinadas tareas, por lo que los trabajadores muchas veces no
tienen las mismas condiciones de contratación. Por ejemplo, un banco contrata a una empresa
para que realice la limpieza. Esos trabajadores no están contratados por el banco, sino por otra
empresa y no gozan de los beneficios que tienen los empleados bancarios, sus sueldos son
menores y muchas veces hasta son contratados en negro.
• Tal vez, el trabajo en negro sea la principal causa de precariedad laboral en la Argentina, ya que,
de esta forma, el empleador no realiza los aportes jubilatorios y de cobertura médica a sus
empleados.

La situación del empleo en la actualidad


El desempleo en la Argentina ha disminuido significativamente en los últimos años y se encuentra
entre los más bajos de América y del mundo. Sin embargo, aún se presenta un elevado porcentaje
de precariedad laboral, en particular el trabajo en negro, que lo padecen, por lo general, las
personas de menor calificación.

¿Cómo se calcula la desocupación?


En la Argentina, el INDEC utiliza diferentes indicadores para medir la situación del empleo. Uno de
ellos es la tasa de empleo, que es el porcentaje de población ocupada respecto de la población
total. Otro indicador es la tasa de desempleo, que indica el porcentaje de población ocupada
respecto de la población económicamente activa. Este indicador es el más importante, dado que
refleja la cantidad de personas que desean y buscan un empleo, y no lo consiguen: es la
población desocupada o desempleada. Esto representa un grave problema social, debido a que
muchas veces hay muchos postulantes para un solo empleo, lo que dificulta el ingreso al mercado
laboral de muchas personas, principalmente de aquellas que tienen menor calificación, o que
buscan trabajo por primera vez y no tienen experiencia laboral.

Un marcado descenso del desempleo


En un contexto de crisis internacional que viven las economías mundiales en los últimos años, con
tasas de desempleo que, como en España, superaban el 20% en 2012, la Argentina y la mayoría
de los países de América latina han logrado disminuir los niveles de desocupación de su
población. En los últimos diez años, Brasil, Nicaragua, Venezuela, Ecuador y Uruguay, entre otros,
han logrado reducir en más de la mitad sus niveles de desocupación. La Argentina no es la
excepción al contexto latinoamericano: en la actualidad la desocupación es tres veces menor a la
de 2OO2 afecta a un poco más del 7% de la población económicamente activa. En términos de
empleo, esto significa la creación aproximada de más de 4.000.000 de nuevos puestos de trabajo
en los últimos diez años.

Las políticas públicas para combatir el desempleo


El Estado es responsable de facilitarle a la población el acceso al mercado de trabajo y, de esa
manera, satisfacer este derecho humano fundamental.
Para eso, los gobiernos deben implementar políticas públicas que generen puestos de trabajo y
mejoren las condiciones de empleo de las personas.

89
En los últimos años, el Estado ha tomado diversas iniciativas que contribuyeron a disminuir los
índices de desocupación y de trabajo precario, en especial el de trabajo en negro; ya mejorar las
condiciones generales de los trabajadores de la Argentina. Algunas de estas medidas fueron la
implementación, en agosto de 2009, del plan Argentina Trabaja. Este plan tiene como objetivo la
creación de cooperativas de trabajadores que deben realizar tareas que contribuyan a mejorar la
infraestructura urbana. El plan apuntó a favorecer a aquellas personas de bajos recursos que no
tuvieran trabajo. De esta manera, se crearon desde 2009 hasta 2012, más de 500.000 nuevos
empleos, y con el trabajo de estas personas, se mejoraron escuelas y hospitales, se forestaron las
plazas y parques, se construyeron veredas y alcantarillas y muchas obras urbanas más. Además,
contribuyó a disminuir el trabajo precario, debido a que estas personas fueron empleadas en
blanco.
Otra forma de generar oportunidades de inclusión social y laboral en la población juvenil fue la
creación del programa jóvenes con más y mejor trabajo. Capacita de forma gratuita a jóvenes que
se quieren incorporar al mercado de trabajo. Hasta mediados de 2012, permitió que consiguieran
empleo más de 120.000 personas.
Fomentar que las empresas privadas regularicen a sus empleados para que dejen de trabajar en
negro es otra manera a través de la cual el Estado intenta optimizar el mercado de trabajo. Por
ejemplo, se les salda parte de las deudas que tengan las empresas o se les reduce el pago de
impuestos a cambio de que regularicen a diez de sus trabajadores.
Gracias a estas y otras medidas, la desocupación disminuyó un 200% en los últimos 10 años, y el
empleo en negro, por ejemplo, disminuyó del 30,8% en 2001 al 26,9% en 2010.
De todas maneras, este último dato significa que a pesar de las medidas explicadas, todavía hay
millones de trabajadores en la Argentina que no están registrados y están empleados en negro o
tercerizados, y es el Estado el que debe favorecer las condiciones para revertir esa situación.

La pobreza en la Argentina
En Argentina, como en todos los países de América latina, la pobreza es un grave problema
social. Aunque en los últimos años los indicadores de pobreza han disminuido notoriamente,
todavía hay millones de personas que no tienen garantizada la satisfacción de las necesidades
básicas.

La línea de pobreza
Una de las formas para medir la pobreza en la Argentina es calcular el ingreso de las personas y
las familias. Esta información se obtiene a partir de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH).
Según el ingreso de los hogares, se calcula si los miembros de esas familias pueden acceder a su
Canasta básica total (CBT), que está compuesta por un conjunto de elementos que satisfacen
necesidades alimentarias y no alimentarias (vestimenta, transporte, educación, salud, etc.).
Si el ingreso es inferior a lo que se necesita para que todas las personas de la familia satisfagan
estas necesidades, se considera que están debajo de la Línea de pobreza.
Hacia mediados de 2012, una familia tipo, conformada por dos adultos y chicos, como mínimo
necesitaba $1.458 para no estar por debajo de la Línea pobreza. Para
esa misma fecha, aproximadamente 2.600.000 personas no alcanzaban a
adquirir con sus ingresos la Canasta Básica Total, lo que representaba
6% del total del país.
Esta información se debe actualizar todos los meses, debido a que
el proceso inflacionario provoca que los precios
aumenten, y el valor de la canasta básica también,
lo que puede modificar la cantidad de personas
bajo la Línea de pobreza

La línea de indigencia
El cálculo de la Línea de indigencia contempla solo
el dinero que se necesita para satisfacer las
necesidades alimenticias, que recibe el nombre de
Canasta básica de alimentos (CBA) y excluye las
necesidades no alimenticias. La indigencia abarca
los sectores más empobrecidos de la población que
al no poder satisfacer sus necesidades calóricas de

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alimentación, se ven expuestos a diversas enfermedades y tienen en riesgo su vida.
En nuestro país, a mediados de 2012, el valor de la CBA era de $717. En ese entonces había
aproximadamente 700.000 personas en esa situación, lo que presentaba el 1,7% del total de los
habitantes del país.

Las Necesidades básicas insatisfechas (NBI)


La medición de las Necesidades básicas insatisfechas (NBI) es el otro método utilizado por el
INDEC para calcular la pobreza en la Argentina. A diferencia del método de las Líneas de pobreza
y de indigencia, que toma en cuenta el ingreso de los hogares y las personas, el método de las
NBI considera las llamadas características estructurales, principalmente de las viviendas. Otra
diferencia es que, para calcular las NBI, se utiliza la información de los Censos de Población y
vivienda, por lo que, a diferencia de las mediciones de las Líneas de pobreza y de indigencia, que
se actualizan todos los meses, las NBI se miden cada 10 años.
Existen cinco indicadores relacionados con las viviendas y las personas, que se toman en cuenta
para calcular las NBI:
• Hacinamiento: se considera que tienen NBI las personas que habitan una vivienda en la que, en
promedio, viven más de tres personas por cuarto. En el censo se releva la cantidad de
habitaciones que tiene la vivienda y la cantidad de personas que viven en ella: si el cálculo da más
de tres por habitación de promedio, se considera que en esa vivienda hay hacinamiento.
• Vivienda precaria: se considera que tienen NBI las personas que viven en viviendas de tipo
inconvenientes: que no tienen sus paredes, pisos o techos de material. Esto incluye, por ejemplo,
las casas que tienen sus paredes o techos hechos de cartón o de chapa.
• Condiciones sanitarias: se considera que hay NBI cuando la vivienda no tiene baño dentro de la
casa. Se entiende por baño el lugar donde se encuentra el inodoro. Esto incluye muchas viviendas
que tienen el baño en su exterior, como suele suceder en muchas casas de los ámbitos rurales.
• Asistencia escolar: se considera que tienen NBI los habitantes de una vivienda en la que viven
chicos que tienen edad de escolarización obligatoria y no asisten regularmente a la escuela.
• Capacidad de subsistencia: se considera que tiene NBI los hogares en los que viven más de
cinco personas y una sola trabaja, o cuando el jefe de familia no completó segundo grado de la
escuela primaria. La medición de las Necesidades básicas insatisfechas indica que la privación de
uno solo de estos indicadores implica considerar que todos los miembros de la vivienda tienen
Necesidades básicas insatisfechas.

Pasado y presente
Los efectos de la Reforma del Estado
implementada en 1990 provocaron un
enorme crecimiento de los indicadores de
desempleo, precarización laboral y pobreza.
Este último índice alcanzó su punto máximo
en los meses anteriores y posteriores a la
crisis de 2001.
Al momento de realizarse el Censo Nacional
de Población y Vivienda de 2001, la cantidad
de hogares con NBI del país superaba el 14%
del total, y vivían más de 14.000.000 de personas bajo la Línea de pobreza. En algunas
provincias, principalmente en las de las regiones del noroeste y noreste, el porcentaje de pobreza
superaba el 80% de la población.
Por el contrario, en provincias como Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y algunos lugares de la
Patagonia, los indicadores de pobreza eran inferiores, aunque en casi todos los casos superaban
el 20% del total de la población.
A partir del año 2003, la situación económica del país comenzó a mejorar, y los valores de
pobreza descendieron progresivamente.
En la actualidad, los valores de pobreza de la Argentina se encuentran entre los más bajos de
todo el continente.

La acción del Estado en la actualidad


A pesar de que todavía viven más de 2.500.000 personas en situación de pobreza y más de
700.000 personas en la indigencia, los indicadores de pobreza en la Argentina han mejorado en

91
los últimos años. La reactivación económica, la reapertura de empresas y fábricas, la generación
de empleo y las políticas públicas de ayuda a las personas en situación de pobreza como la
Asignación universal por hijo (AUH) contribuyeron a la disminución de la pobreza y la indigencia, y
junto con esto, a la mejora de otros indicadores sociales, como la mortalidad infantil que en 2009
descendió al 12,1%.

La pobreza rural
Medir la pobreza rural en la Argentina tiene la dificultad de que los
indicadores utilizados (las Líneas de pobreza e indigencia, y las
Necesidades básicas insatisfechas) fueron elaborados con
criterios urbanos; entonces, resultan mucho más efectivos para
medir la pobreza en las ciudades que en los espacios rurales. En
el ámbito rural, muchas veces, las personas se abastecen de
alimentos gracias a su propia huerta o quinta, y no necesitan
dinero para comprarlos, por lo que calcular el valor de la Línea de
pobreza en el campo según los precios de los alimentos de la
canasta básica no representa la real dimensión de la pobreza de
las personas. En cuanto a las viviendas, sucede lo mismo. El
acceso a ciertos recursos o materiales de construcción en el
campo es distinto al de las ciudades y, tal vez, una casa hecha
con ladrillos de adobe o el baño fuera de la vivienda no represente
necesariamente una situación de pobreza de esa familia.
La pobreza en la población campesina
En el campo, el grupo social más expuesto a condiciones de pobreza o pobreza extrema es el de
los campesinos, quienes tienen algunas características que los definen, y que afectan su calidad
de vida.
• No son dueños de los campos en los que trabajan. Son empleados de los dueños de los campos
y trabajan muchas horas a cambio de un salario que, en general, es muy bajo. Además, en la
mayoría de los casos, lo cobran en negro, por lo que no poseen aportes jubilatorios ni cobertura
médica. A su vez, suelen sufrir el desempleo temporal: cuando es época de siembra o cosecha
tienen trabajo, pero luego están desempleados gran parte del año.
• No acceden a la mayoría de los servicios básicos, como la electricidad, el agua potable o el gas
natural. Todavía existe una gran cantidad de campesinos que vive sin luz y sin gas natural para
calefaccionar sus viviendas o para cocinar. Dependen de los costosos grupos electrógenos o
garrafas para poder tener estos servicios básicos cubiertos.
• No pueden acceder a la educación. El mayor porcentaje de analfabetos del país se encuentra
dentro de la población campesina. Las extensas jornadas de trabajo y la necesidad de mano de
obra familiar dificultan la asistencia a la esuela de muchos hijos e hijas de campesinos. Esto hace
difícil poder conseguir un empleo mejor y mejores condiciones de trabajo en el futuro.

La pobreza de los pueblos originarios


Se estima que viven en la Argentina, aproximadamente, 600.000 personas que forman parte de
distintos pueblos originarios. Estas poblaciones se ven fuertemente afectadas por las condiciones
de pobreza. En nuestro país, la más numerosa es la
mapuche, que se encuentra principalmente en las
provincias de Chubut, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y
Tierra del Fuego, con más de 113.000 habitantes. Le
siguen en importancia el pueblo kolla, en Salta y Jujuy,
con 70.000 miembros y el toba, en Chaco, Formosa y
Santa Fe, con 69.000 miembros. Otros pueblos
originarios menos numerosos son el wichi, el guaraní, el
mocoví y el diaguita.
Los problemas sociales que tienen los pueblos
originarios son similares a los del campesinado en
general: no son dueños de la tierra que trabajan, tienen
un deficiente acceso a los servicios, no pueden acceder
a la educación y muchos viven bajo la Línea de pobreza.
Además, se suma otro problema muy importante: la venta o expropiación de las tierras que

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ocupan ancestralmente a manos de empresas o de personas, argentinas o extranjeras. Estas
expropiaciones les impiden mantener su estructura social y económica, basada en la práctica de
las actividades agrícolas. Empujados por la falta de trabajo y la pobreza, muchos dejan sus tierras
y su pueblo para ir a trabajar como asalariados a las ciudades: se estima que más de 65.000
personas, lo que representa más del 10% del total de los originarios del país, vive actualmente en
el Gran Buenos Aires.
La pobreza entre los habitantes de los pueblos originarios es mucho más elevada que la del
promedio del país. Mientras que la pobreza a nivel nacional es del 6,5%, en la población originaria
este porcentaje se eleva a más del 25%, y en poblaciones como la wichi en Salta, Formosa y
Chaco los niveles de pobreza son todavía mayores.
En lo que respecta a la educación sucede algo similar: mientras que el analfabetismo a nivel
nacional es muy bajo, en algunas poblaciones originarias como la wichi o la mbyá guaraní el
analfabetismo es muy elevado, y afecta a más del 20% de la población.

LOS ESPACIOS URBANOS Y RURALES EN ARGENTINA

LOS ESPACIOS URBANOS EN LA ARGENTINA


En los espacios urbanos se desempeñan funciones económicas, políticas, administrativas y
culturales fundamentales para el desarrollo de un país y su vínculo con el exterior. Una red de
ciudades -grandes, medianas y pequeñas- organiza el espacio nacional hacia el interior y el
exterior del territorio, articulándose entre sí y también con los espacios rurales.

Las ciudades argentinas en constante cambio


Nuestro país está muy urbanizado y, por esta razón, las ciudades son un factor fundamental para
la organización del territorio en su conjunto.
Desde el punto de vista administrativo, la Argentina posee un
sistema jerarquizado de ciudades: la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires como capital de la república, veintitrés capitales de las
provincias que forman el país y cientos de
Ciudades y pueblos que son cabeceras de departamentos (forma
en que se subdividen las provincias, excepto la de Buenos Aires
que se divide en partidos).
Desde el punto de vista económico y cultural, el espacio se
encuentra organizado a partir de una importante red de ciudades
que poseen distintas funciones. A medida que una ciudad crece, se
expande en el espacio e incrementa la cantidad y complejidad de
servicios que brinda. Cuando una ciudad expande la superficie sobre la que ejerce sus funciones
económicas y la prestación de servicios, se convierte en una metrópolis.
Las metrópolis no solo son grandes ciudades en las que predomina la prestación de servicios
como actividad económica, sino que además ejercen una gran influencia sobre otras ciudades de
menor jerarquía. El Gran Buenos Aires (GBA), las ciudades de Córdoba, Rosario, Resistencia,
Mendoza, Neuquén, San Miguel de Tucumán y Salta son algunos ejemplos de metrópolis en
nuestro país.
A lo largo de la historia, estas grandes ciudades
han tenido un acelerado crecimiento poblacional,
en especial las ciudades puerto, como Rosario, y
las que han concentrado a lo largo del siglo
pasado funciones industriales, como Mendoza con
su producción de vinos reconocida mundialmente,
y de servicios, como Córdoba con sus
establecimientos educativos, por ejemplo.
Una característica del sistema urbano argentino es
la desmesurada proporción poblacional del Gran
Buenos Aires en relación con el resto del sistema urbano nacional. El GBA constituye una
metrópolis de más de 12.000.000 de habitantes, es decir, una población casi diez veces mayor
que la de Córdoba. En términos demográficos, se habla de macrocefalia para referirse a un país o

93
región con una ciudad desproporcionadamente grande. El término hace referencia a una ciudad
cabecera demasiado grande en relación con el resto de las ciudades.
El tamaño desmesurado del GBA responde a procesos históricos, políticos y económicos que
guardan similitudes con otros países latinoamericanos. El surgimiento inicial de una ciudad puerto
que además cumplía las funciones administrativas (Buenos Aires era la capital del Virreinato del
Río de La Plata), la concentración de los sistemas de transporte hacia Buenos Aires durante la
modernización del Estado, la llegada de una inmensa cantidad de inmigrantes por el puerto y la
concentración de las actividades industriales a mediados del siglo pasado han determinado un
enorme crecimiento poblacional de dicha ciudad.

La organización interna de las ciudades


Las ciudades de la Argentina cumplen funciones predominantemente industriales y de oferta de
servicios.
Estas funciones se desarrollan en el interior de las ciudades y son reguladas por los diversos
niveles de gobierno del Estado: municipal, provincial y nacional. En las ciudades hay diversos
tipos de zonas que, por lo general, tienen asignados valores diferenciales en relación con el uso,
las funciones y las actividades que se llevarán a cabo en cada espacio. Por ejemplo, hay zonas
donde no pueden asentarse determinados tipos de industrias y otras zonas donde no pueden
instalarse comercios o negocios si no son industriales. Este tipo de distribución y clasificación del
espacio se hace para aprovechar de la mejor manera el espacio urbano.
En lo que respecta a las zonas residenciales de las ciudades, desde la década de 1970, se fue
estableciendo una fuerte diferenciación social, que se cristaliza en los espacios urbanos de
manera muy evidente. La aparición de espacios marginales, frente a la falta de recursos
asignados por el Estado y por el mercado y, al mismo tiempo, la proliferación de barrios cerrados
de alto poder adquisitivo son el resultado más evidente de la injusticia social en las ciudades. A
esta fuerte diferenciación social, en la que barrios muy separados y desconectados entre sí
conviven en un mismo espacio urbano se le llama segregación socio-territorial.
Un factor de organización importante en las ciudades son las redes de transporte (privado y
público), que permiten la integración de los espacios periféricos con los céntricos. Por lo general,
en las grandes ciudades, las áreas céntricas desempeñan funciones comerciales, administrativas
y de servicios, mientras que un gran anillo que rodea dicha zona desempeña funciones
predominantemente residenciales, por lo que mucha gente suele ir a trabajar desde la periferia de
las ciudades hacia el centro. Se habla de movimientos pendulares para referirse a estos
movimientos “centrípetos” (de afuera hacia adentro) de las grandes ciudades.

Las interconexiones entre las ciudades


El sistema urbano argentino se encuentra integrado por una importante red de medios de
transporte y comunicaciones que vinculan las ciudades entre sí. Los medios de transporte
terrestres y las vías por los que se trasladan (rutas y vías de ferrocarril) y medios de transporte
fluviales unen las diferentes ciudades entre sí y las vinculan con el exterior. Oleoductos,
gasoductos, líneas eléctricas y redes de comunicaciones visibles e invisibles permiten el
transporte de energía e información conectando la red urbana en su conjunto y con los espacios
rurales.

El aglomerado del Gran Buenos Aires


Actualmente, el aglomerado del Gran Buenos Aires (AGBA) es la mayor concentración urbana del
país y una de las más grandes de Latinoamérica. Esta metrópolis está formada por la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires y los partidos del conurbano bonaerense que se integran total o
parcialmente a la mancha urbana. Además, esta mancha urbana posee una extensión de,
aproximadamente, 3.000 km 2 y cuenta con 13.158.226 habitantes.

La formación del AGBA


El aglomerado del Gran Buenos Aires fue creciendo y extendiendo su mancha urbana desde
principios del siglo XX. El principal proceso de urbanización físico (expansión de la mancha
urbana) y poblacional se produjo durante la etapa de industrialización en las décadas de 1950 y
1960. Este proceso de expansión de la mancha urbana -hacia los anillos o tres primeras coronas
del GBA- dio origen a lo que se denominó Área Metropolitana de Buenos Aires. A partir de la

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década de 1970 hasta el año 2001 se desaceleró el crecimiento del AGBA debido, principalmente,
al a fuerte desindustrialización y la falta de inversión del Estado.

Cambios recientes en el AGBA


A partir de mediados de 1990, el mercado inmobiliario comenzó a orientarse a emprendimientos
privados. Hubo importantes modificaciones en la Ley de Uso del Suelo de la Provincia de Buenos
Aires y un gran aumento de los costos del transporte. Diversas empresas privadas se encargaron
de promover proyectos urbanísticos cerrados y esto generó un doble desplazamiento socio-
espacial de la población. El primero fue el de sectores sociales altos y medio-altos hacia estos
nuevos emprendimientos inmobiliarios. El segundo constituyó el desplazamiento de los sectores
medios y bajos que habitaban las zonas donde se establecieron los emprendimientos, hacia otras
localidades del interior del país. En otros casos se asentaron en tierras fiscales del Gran Buenos
Aires, que luego constituyeron barrios precarios. Otros se instalaron en pensiones en la CABA o
en villas ya constituidas, como la 31, o se asentaron en otros espacios y crearon nuevas villas.
Esta nueva realidad, en especial, el crecimiento de estas urbanizaciones cerradas, requirió de
transformaciones de la red vial y de la ampliación de las rutas nacionales 8 y 9, actual autopista
Panamericana. También generó el desplazamiento de grandes industrias que se ubicaban en la
primera y segunda corona del AGBA hacia áreas periurbanas más alejadas del centro urbano. Se
conformaron así grandes parques industriales, en general, respondiendo a la mayor demanda de
espacios más amplios y más rentables.

LOS ESPACIOS RURALES EN LA ARGENTINA


Los espacios rurales ocupan grandes extensiones donde se realizan, fundamentalmente,
actividades primarias. Se encuentran fuertemente articulados con
los espacios urbanos: por un lado, abastecen a las ciudades de
alimentos y materias primas y, por otro, dependen de los insumos
técnicos que se producen en ellas.

Los espacios rurales en transformación


En la Argentina la proporción de población que vive en los
espacios rurales es relativamente baja. Según el último censo,
solo el 8% de la población argentina (poco más de tres millones
de habitantes) vive en pueblos de menos de 2.000 habitantes o
se encuentra distribuida de manera dispersa en el territorio.
En los espacios rurales se realizan, fundamentalmente,
actividades económicas primarias (agricultura, ganadería,
silvicultura, horticultura y fruticultura), aunque también existen
actividades relacionadas con el turismo y la oferta de algunos
servicios.

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Los espacios rurales de nuestro país se caracterizan
por tener una gran heterogeneidad de actividades
productivas, tanto en la región pampeana (orientada
mayoritariamente a lo largo de la historia a la
exportación de materias primas) como en las distintas
regiones del interior del país (orientadas
históricamente al mercado interno, si bien esto está
cambiando en la actualidad). Una gran especialización
en determinados productos agropecuarios
caracterizan las diferentes regiones del país.
Como consecuencia del incremento de tecnología en
la producción agropecuaria, que reemplaza el trabajo
humano, y de la fuerte concentración de la tierra que se ha ido
incrementando de manera significativa durante las últimas
décadas, la densidad de población de las zonas rurales bajó considerablemente.
Si bien muchos de los cambios rurales se pueden analizar en términos nacionales, es necesario
diferenciar las características y procesos propios del sector pampeano de los del resto de las
regiones del interior del país. Por ejemplo, en lo que respecta a problemas ambientales, en el
sector pampeano estos se encuentran relacionados con la intensificación del uso de agrotóxicos
que contaminan los suelos y el agua, mientras que en los espacios rurales extrapampeanos se
asiste a un continuo avance de la frontera agropecuaria, donde las actividades productivas se
expanden sobre regiones boscosas y selváticas a partir del desmonte de dichas áreas.

Los espacios rurales pampeanos


Cuando hablamos de los espacios rurales pampeanos nos referimos a las zonas rurales de las
provincias de Buenos Aires, Entre Ríos, centro-este y sur de Córdoba, sur de Santa Fe y este de
La Pampa. Esta región presenta un clima templado y húmedo y cuenta con suelos muy aptos para
el desarrollo de actividades agropecuarias.
Esta región ha constituido uno de los sectores
productivos más importantes del país. Se ha
dedicado durante todo el siglo XX a la producción
ganadera, cerealera y oleaginosa,
fundamentalmente, destinada a la exportación.
Durante las últimas décadas, el proceso de
modernización de las técnicas de cultivo, de cosecha
y del control de plagas y malezas, junto con la
implementación de semillas mejoradas
genéticamente incrementaron la producción agrícola
a tal nivel que han derivado en una agriculturización
de la región pampeana, en detrimento de la
ganadería.
Además, en esta región se ha dado un fuerte proceso de concentración de la tierra, denominado
“agricultura sin agricultores”, ya que se encuentran tecnificados los procesos productivos en
latifundios cada vez más grandes, que pertenecen a muy pocos propietarios.
Las sucesivas crisis económicas, especialmente durante la década de 1990, han perjudicado
económicamente a la mayoría de los pequeños productores y a muchos de los medianos, que se
han visto empujados a vender sus campos a los grandes propietarios de tierras, tanto argentinos
como extranjeros.
Muchas decisiones acerca de qué cultivos conviene producir dependen del precio internacional de
estos, por lo que muchos propietarios producen en función de la búsqueda de beneficios
inmediatos y muchas empresas internacionales alquilan campos para la puesta en producción
durante una única campaña agrícola. A estas producciones se las llama Pools de siembra y
consisten en empresas que priorizan beneficios a corto plazo, sin reparar en la sucesiva
degradación de los suelos.
Quizás el proceso más significativo que se observa en el sector pampeano es el reemplazo de
muchas actividades productivas agropecuarias y ganaderas por un único cultivo de exportación: la
soja. Dicho proceso es objeto de muchas críticas, ya que -si bien los precios internacionales de
este cultivo son altos y generan beneficios al país mediante el cobro de retenciones impositivas

96
por parte del Estado- dicha producción aumenta la dependencia económica del país, porque está
supeditada a las variaciones de precios de un único cultivo. Además, el uso intensivo de
agroquímicos y la falta de rotación de cultivos degrada los suelos y compromete la capacidad
productiva futura. La soja se exporta casi en su totalidad, a partir de tres productos fundamentales:
aceite de soja, harina de soja y poroto no procesado. Estos dos últimos productos se utilizan
fundamentalmente para el alimento de la ganadería en países europeos y en los Estados Unidos.

Los espacios rurales regionales


Las diversas regiones extrapampeanas se caracterizan por el desarrollo de circuitos productivos
específicos, al punto tal de que prácticamente algunos cultivos identifican cultural y
económicamente a algunas provincias y regiones. Por ejemplo: el azúcar en Tucumán, Salta y
Jujuy; el cultivo de la vid en Mendoza y San Juan; la yerba mate en Misiones; el algodón en el
Chaco, Santiago del Estero y Formosa, y la manzana y la pera en Río Negro y Neuquén.
En cada uno de estos circuitos productivos, se encadenan diferentes eslabones primarios,
industriales y comerciales, que articulan los espacios rurales con las ciudades de estas regiones.
Desde los inicios de estas actividades agropecuarias, los productos que se obtenían eran
orientados fundamentalmente al mercado interno, mientras que los productos de la región más
privilegiada por las políticas exportadoras (la pampa húmeda) se orientaban mayormente a la
exportación. Es así que mientras el área pampeana se especializaba en la producción de
cereales, oleaginosas y la explotación ganadera, las regiones del interior desarrollaron una gran
diversidad de productos, haciendo de la Argentina un país de enorme variedad productiva
primaria.
Muchas de las zonas rurales de estas
regiones cuentan con una gran
cantidad de pequeños productores y
campesinos que desarrollan
actividades de subsistencia.
Durante las últimas dos décadas, han
ocurrido muchos cambios en las
diferentes regiones extrapampeanas de
la Argentina. En la década de 1990, el
fuerte impacto de la tecnificación de
algunos procesos productivos, el
ingreso irrestricto de mercaderías
importadas y el desmantelamiento de
gran parte de las líneas ferroviarias
dañaron en gran medida las economías
regionales.
Frente a esta situación, uno de las
pocas actividades que resultaban
rentables fue el cultivo de la soja, que
se expandió más allá de la región
pampeana. Este proceso de
empobrecimiento o desaparición de los
pequeños y medianos productores, y
de crecimiento de las grandes
explotaciones ha cambiado de manera
significativa durante la última década:
las políticas de proteccionismo
económico aplicadas por el Estado
consolidaron un nuevo mercado interno
para estas producciones y el contexto
internacional de aumento de los precios
de muchos productos que antes se
importaban generó la necesidad de
producirlos en nuestro país, no solo
para consumo interno, sino también
para la exportación.

97
ACTIVIDADES ECONÓMICAS EN NUESTRO TERRITORIO

EL SECTOR PRIMARIO EN LA ECONOMÍA ARGENTINA

Las áreas productivas de la Argentina


En nuestro país se distinguen dos áreas productivas bien diferenciadas: la región pampeana y las
llamadas economías regionales o extra pampeanas que abarca todo el espacio productivo de la
Argentina con excepción de la pampa húmeda.
Las economías regionales, a pesar de que se extienden territorialmente en una superficie mucho
mayor a la de la región pampeana, tienen una importancia productiva y económica notablemente
inferior.
En el área pampeana, que abarca casi la totalidad de la provincia de Buenos Aires y parte de las
provincias de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, se encuentran las condiciones más aptas para la
producción agropecuaria: clima templado, lluvias abundantes que superan los 1.500 mm anuales,
y una profunda capa de suelo fértil que la convierten en una de las zonas potencialmente más
productiva mundo. Los principales cultivos son la soja, el trigo, el maíz, el girasol, la papa y el
sorgo, mientras que el tipo de ganado más producido es el vacuno. En esta región se produce una
buena parte de los productos de exportación de nuestro país también es la que aporta mayor
cantidad de materias primas para la industria nacional y bienes de consumo para el mercado
interno.
Las economías regionales (el resto del espacio productivo argentino
fuera de la región pampeana) presentan contrastes significativos: en
algunos casos se orienta la producción a la exportación, pero en la
mayoría de los casos son producciones pequeñas que se destinan a
los mercados locales o incluso solo para el consumo y la auto
subsistencia de los propios productores. La rentabilidad de estas
actividades puede ser muy inferior a la que se obtiene en los campos
de la región pampeana, por lo que la inversión en tecnología y la
modernización de la producción suele presentar un atraso significativo
en comparación con la zona pampeana. Algo similar sucede con el
valor del suelo: debido a su alta rentabilidad, el del suelo y el precio de
los campos en la región pampeana es muy superior al de otro ubicado

en cualquier otra región del país. Entre las economías


regionales más importantes tanto para el mercado interno como
por su aporte a las exportaciones, se destacan la producción
vitivinícola de las provincias de Cuyo, la producción de limones
en Tucumán (la Argentina es uno de los principales productores
y exportadores de limones y derivados del mundo), la
producción de arroz en la provincia de Corrientes, la producción
de yerba mate en Misiones, la producción de algodón en el
Chaco, la producción de caña de azúcar en Salta, Jujuy y
Tucumán y la producción de peras y manzanas en el Alto Valle
del Río Negro.

La “sojizacion” de la producción
La soja es una planta de la familia de las oleaginosas que en
los últimos años ha tenido una extraordinaria expansión en
nuestro país. El crecimiento de la producción se basa en tres
aspectos fundamentales: el aumento de la demanda de los
mercados internacionales, el aumento del precio internacional y
la incorporación de maquinaria y tecnología que permitió un
gran crecimiento de la productividad y de los márgenes de
ganancia de los productores.
Debido a los enormes beneficios que representa la producción
de soja, muchos dueños de campos fueron reconvirtiendo
progresivamente el destino de sus tierras. Pasaron de cultivar

98
otras especies, criar ganado o de la práctica de la actividad forestal a la siembra de soja.
Además, la soja cumple un papel fundamental para la economía de la Argentina: los tres primeros
productos de exportación de la Argentina son derivados de este cultivo: harina de soja, porotos de
soja y aceite de soja.

Las innovaciones tecnológicas


La modernización tecnológica aplicada al cultivo y a la industrialización de la soja colocó a la
Argentina en un primer nivel internacional. Algunas de estas innovaciones son:
• La tecnología aplicada a la maquinaria agrícola que permitió diseñar sembradoras inteligentes,
que reducen los tiempos y los costos de la producción.
• La producción de semillas transgénicas que son mejoradas genéticamente, y se vuelven más
resistentes a los efectos climáticos, a los productos químicos y a la disminución de la fertilidad de
los suelos. En nuestro país el 95% de la soja que se cultiva es transgénica.

La ganadería vacuna en la Argentina


La actividad ganadera es muy importante para la economía de nuestro país. La ganadería en
general, y la vacuna en particular, genera muchos puestos de trabajo, provee alimentos básicos
para la población y le proporciona grandes ingresos al Estado a partir del pago de los impuestos a
la exportación.
A diferencia de lo que sucede en el caso de la soja, el 90% de la carne vacuna que se produce en
la Argentina se destina al mercado interno, y solo se exporta el 10%. Esto se debe al elevado
consumo interno de carne en nuestro país. La población argentina es uno de los países que tiene
el mayor consumo de carne del mundo, con un promedio aproximado de 54 kilos por persona por
año.
La producción de ganado vacuno se concentra en la región pampeana y, particularmente, en la
provincia de Buenos Aires que produce el 75% de la producción total nacional. Gracias a las
condiciones favorables del clima y el suelo de la región pampeana, las vacas son alimentadas
principalmente con pasturas naturales y suplementos alimentarios. Esta particular característica
de la alimentación del ganado le aporta a la carne argentina una excelente calidad, que es
reconocida mundialmente.
La carne vacuna es exportada a diversos países de todo el mundo. Algunos de Asia (Israel es el
principal destino de exportación de la carne argentina); de Europa, de África, y de otros países de
América, entre los que se destacan Chile, Brasil, Venezuela y Estados Unidos, que son los
principales compradores americanos de este producto argentino.

Otras actividades ganaderas


Además de la ganadería vacuna, existen diversos tipos de ganadería, que son muy relevantes y
forman parte de la economía de nuestro país.
• La ganadería ovina: se concentra principalmente en la Patagonia y, en menor medida, en las
provincias de Entre Ríos y Buenos Aires. Se calcula que existen en nuestro país más de
12.000.000 de cabezas de ganado ovino. Las ovejas se explotan con un doble propósito: la
extracción de lana y el consumo de carne. La mayor parte de la producción ovina,
aproximadamente el 90%, se destina a la exportación, principalmente hacia los países europeos.
• La ganadería avícola: la cría de gallinas se utiliza para la producción de carne de pollo y de
huevos. En la Argentina, la mayor parte de esa producción se comercializa en el mercado interno
y alrededor del 25% se destina a la exportación.
La ganadería porcina: se produce principalmente para el consumo de carne de cerdo y la
producción de fiambres. La mayor parte de las tareas derivadas de la cría de cerdos se realiza en
las provincias de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, que concentran el 75% de la producción total
del país.
• Los camélidos: incluye la cría de llamas y alpacas. Las llamas se crían para la producción de
carne y, también, para tenerlas como animales de carga debido a su gran resistencia. Las alpacas
tienen menor tamaño que las llamas: su carne casi no se comercializa, pero sí se vende su pelaje
como materia prima para la elaboración de tejidos.
• La cunicultura: la cría de conejos ofrece un alto valor agregado para los productores, debido a
que puede comercializarse a un alto valor. La carne de conejo es muy demandada por ser rica en
proteínas, minerales y vitaminas, y baja en grasa. Además, se comercializa su pelo para la
industria textil, y sus vísceras para la elaboración de alimento balanceado. La exportación de

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conejo, aunque en pequeñas cantidades, se destina a países como Alemania, los Países Bajos o
Austria. El consumo de este tipo de carne en nuestro país, a comparación de otros países, es
prácticamente inexistente.

La minería. Una producción privada y extranjera


El mercado internacional de minerales ha experimentado un notorio crecimiento en los últimos
años. Además de los minerales tradicionalmente utilizados por las industrias, como el hierro, el oro
o la plata, en la actualidad se valorizaron otros minerales, como el cadmio, el silicio, el molibdeno
o el tungsteno, utilizados en diversos tipos de industrias de última tecnología.
En la Argentina, a partir de la década de 1990, se han instalado decenas de empresas mineras de
capitales extranjeros, que se dedican a la extracción de minerales, en especial oro, cobre, plata y
zinc. Estas empresas se instalan en la Argentina atraídas por diversos factores:
• La amplia disponibilidad de recursos mineros que hay en el país, en especial en la zona de la
cordillera de los Andes. Más del 70% de los minerales disponibles en la cordillera todavía se
encuentran sin explotar, y se los considera yacimientos de muy alto nivel de calidad mineral.
• Los bajos costos de funcionamiento, gracias a que estas empresas tienen bajos costos en
materia de servicios de red y, en especial, de mano de obra. La diferencia cambiaria entre el dólar
o el euro y el peso argentino provoca que estas
empresas puedan contratar mano de obra por salarios
que, en sus países de origen, serían mucho más
elevados.
• Los beneficios impositivos. El Estado argentino genera
un marco legal favorable para que estas empresas se
instalen en el país debido a la mano de obra que
emplean y los aportes que realizan a las economías
locales. Algunos de estos beneficios consisten en la
devolución del IVA (impuesto al valor agregado) en
algunas actividades o la exención del impuesto a las
ganancias, entre otras.

El debate ambiental
Uno de los principales aspectos negativos de la actividad
minera en la Argentina está relacionado con la cuestión
ambiental. La mayoría de estas empresas privadas extranjeras que realizan exploraciones y
extracción de minerales en nuestro país están denunciadas por no invertir lo suficiente para
disminuir el impacto que su actividad produce en el ambiente. Debido a esto, es evidente que, en
los lugares donde se encuentran los yacimientos mineros, los niveles de contaminación del aire, el
agua y el suelo se elevan notoriamente, provocando un perjuicio ambiental irreparable para la
región.

La minería de Bajo de la Alumbrera


Minera Alumbrera es la empresa encargada de la explotación del yacimiento denominado Bajo de
la Alumbrera, de más de 500 hectáreas de extensión, ubicado a 150 kilómetros de la localidad de
Andalgalá, en la provincia de Catamarca.
La empresa está integrada por la minera Xstrata, de capitales suizos, y por las canadienses
Wheaton River y Northern Orion.
Los trabajos de exploración y construcción de la mina demandaron más de 1.200.000.000 de
dólares de inversión. Esta minera se ocupa de la extracción de cobre y oro, y estiman que existen
reservas de más de 650.000.000 de toneladas, Para su funcionamiento emplean a más de 2.500
personas, y la mayoría de los empleados provienen de Córdoba y Buenos Aires.
Por la gran escala de este proyecto, se habla de “megaminería’

Vivir en Andalgalá
Desde la instalación de la mina cerca de Andalgalá, hacia el año 2004, gran parte de la población
formada por, aproximadamen 20.000 habitantes comenzó a reflexionar acerca de los severos
daños ambientales que produce este tipo de extracción de minerales: la explotación a cielo
abierto. Sin embargo, la posibilidad de empleo bien remunerado, que genera una actividad como
la minería, abrió profundos debates entre los habitantes.

100
En la actualidad, diversas organizaciones ambientalistas se siguen oponiendo a la mina,
mostrando los daños ambientales que generó esta práctica: numerosos casos de intoxicación
debidos a los elevados niveles de arsénico,
plomo, cadmio, cobre y mercurio en el agua, en
una región árida donde el agua potable es muy
escasa; la contaminación del suelo y el aire, lo
que provoca un considerable aumento de los
casos de afecciones pulmonares en la
población de las localidades cercanas a la
mina; la migración de muchos productores
agropecuarios, que dejaron la región ante la
improductividad del suelo, producto de la
contaminación; la formación de un enorme
basurero, denominado “dique de cola” de más
de 30 hectáreas de extensión, a donde van a
parar los desechos producidos por la mina.
El consumo excesivo de agua potable es otro
grave problema. Se estima que el
funcionamiento de la mina insume más de
50.000.000 de litros de agua potable por día. Esto es grave, ya que en esa región el agua potable
es un bien escaso.

La pesca
El sector pesquero argentino se divide en dos sectores: el continental, que, abarca toda la captura
de peces de aguas dulces que se produce comercialmente el país; y la pesca marítima, que es la
que se produce en el Mar Argentino.
Sin dudas, el sector continental es de menor importancia que el marítimo: aunque la variedad de
especies capturadas es mucho mayor, el volumen pescado es muy bajo. Las especies de río más
importantes que se comercializan en el mercado local, o se exportan, son: el sábalo, la carpa, el
salmón, la boga y el pejerrey.
En cuanto a la pesca marítima, los
productos que se comercializan
son la merluza, el abadejo, la
anchoíta, el besugo; moluscos,
como el mejillón y el calamar y
crustáceos, como el langostino, el
cangrejo y el camarón. Las
características ecológicas del Mar
Argentino son muy favorables para
el desarrollo de la vida marítima: la
Argentina posee una costa de más
de 4.700 kilómetros de extensión y
una zona de explotación exclusiva
de casi 1.000.000 de kilómetros
cuadrados Además, el Mar
Argentino recibe la acción de
corrientes oceánicas que oxigenan
las aguas y aportan nutrientes que
favorecen el desarrollo de la vida
marítima. Gracias a eso, alberga
más de 300 especies de peces, y
su potencialidad comercializable es
de más de 12.000.000 de
toneladas.
A pesar de estas favorables condiciones el sector pesquero argentino presenta algunas
problemáticas que le impiden desarrollan todo su potencial. Algunas de estas problemáticas son:

101
• La falta de investigación acerca del verdadero potencial pesquero del país en general, y del Mar
Argentino en particular.
• La falta de inversión en la infraestructura de los buques y de los puertos, que en su mayoría
tienen tecnología obsoleta y que les impide un mejor rendimiento pesquero y comercial.
• La falta de controles y la pesca ilegal. Existen numerosas denuncias de la pesca ilegal realizada
por buques extranjeros que pescan sin autorización dentro de la zona económica exclusiva
argentina, o sobre la milla 201.

El principal puerto pesquero de la Argentina se encuentra en la ciudad de Mar del plata, en la


provincia de Buenos Aires. Este puerto cuenta con la ventaja de la cercanía geográfica y la buena
comunicación vial que tiene con el Gran Buenos Aires, que es el principal centro consumidor de
productos de pesca del país. Moviliza el 60% de la actividad pesquera de la Argentina. Otros
puertos, de menor infraestructura y flota, pero de gran importancia también son los de la ciudad de
Quequén, en la provincia de Buenos Aires, Puerto Deseado, en la provincia de Santa Cruz, el
puerto de Ushuaia, en la provincia de Tierra del Fuego y los puertos de Rawson y Puerto Madryn,
en la provincia de Chubut.

El sector forestal
Los bosques se explotan para extraer y producir distintos tipos de
productos derivados de los árboles:
• Papel y cartón (representa, aproximadamente, el 70% del total de
las exportaciones de la Argentina del sector forestal);
• Manufacturas de pasta de celulosa; madera y manufacturas de
madera; carbón vegetal;
• Leña;
• Taninos y pigmentos;
• Resinas.
La explotación forestal en la Argentina se desarrolla en bosques
nativos (que crecen naturalmente) y en bosques implantados (donde los árboles se producen
como si fueran cultivos: se los siembra, se
espera su madurez y se los cosecha para
su comercialización).
La superficie total de tierras forestales en
nuestro país se estima en,
aproximadamente, 30.000.000 de
hectáreas. Esta superficie se encuentra en
constante disminución debido al
crecimiento del consumo de papel y de
madera, al aumento de la cantidad de
herramientas mecánicas modernas que
permiten talar más rápidamente, a los
incendios forestales y, principalmente, al
avance de la frontera agrícola, que destina
cada vez más tierras al cultivo de la soja.
Los productos más utilizados en la
industria forestal son el pino y el eucalipto:
por su rápido crecimiento y su bajo costo
son muy utilizados para la industria
maderera y la de celulosa.
Las principales zonas de explotación de
bosques nativos son el bosque chaqueño,
en las provincias del Chaco y Formosa; la
selva de las yungas, en Tucumán, Salta y
Jujuy; el bosque andino-patagónico, y la
selva misionera (de la cual queda menos
del 7% de la superficie que tenía hace cien
años).

102
El problema de los incendios forestales
Los incendios forestales afectan vastas regiones del país, las más
afectadas fueron los pastizales de la estepa pampea y los bosques
andino-patagónicos y chaqueños. En total, se vieron afectadas más
de 220.000 hectáreas. Según la Secretaría de Ambiente y
Desarrollo Sustentable de la Nación, las principales causas de
estos incendios fueron la negligencia y los incendios intencionales.
Los incendios naturales explican solo el 2% del total.

Marco legal en el manejo de los bosques en la Argentina: Ley


de Bosques
Según el artículo 30 de la Ley N°26331
de Presupuestos Mínimos de
Protección Ambiental de los Bosques
Nativos, los principales objetivos que se
buscan con esta ley son:
 Promover la preservación mediante el establecimiento de un
orden territorial de los bosques nativos que los divide en zonas según
su grado de conservación.
 Regular y controlar la disminución de la superficie ocupada por
bosques nativos.
 Mejorar y mantener los procesos ecológicos que sucedan en
los ecosistemas de estos bosques.

La zonificación de los bosques nativos


Las categorías de conservación de los bosques nativos son las
siguientes:
 Categoría I: son sectores de un alto valor de conservación, que
no deben transformarse. Es la categoría que menor intervención
permite.
 Categoría II: son sectores de mediano valor de conservación.
Está permitido el uso de estos bosques para el turismo y la
investigación científica, siempre que sea de forma sostenible
 Categoría III: estos bosques pueden transformarse, siempre y
cuando se cuente con la autorización correspondiente y se ajuste a
los criterios de desarrollo sustentable.
Según el artículo 14, la ley prohíbe los
desmontes de bosques nativos incluidos en las
categorías I y II. Además, el artículo 13 establece
que cada desmonte que se realice en los
sectores incluidos dentro de la categoría III
deberá estar autorizado por la autoridad
provincial correspondiente, y será obligatorio,
según está expresado en el artículo 22, que la
autorización esté precedida por un estudio de
impacto ambiental para prevenir los efectos
ambientales negativos que pudiera ocasionar el
desmonte. Además, según artículo 19, se
deberán reconocer y respetar los derechos de las
comunidades originarias que tradicionalmente
ocupen esas tierras.

103
104
EL SECTOR SECUNDARIO: LA INDUSTRIA EN LA ARGENTINA

Características generales de la industria en la Argentina


La Argentina es uno de los países más industrializados de América latina. La industria genera
alrededor del 20% de la riqueza del país. En los últimos años la industria argentina se vio
favorecida por una serie de políticas económicas que ampliaron el mercado interno e
incrementaron el poder adquisitivo de la población, impulsando la demanda de productos
industriales producidos localmente.

Los sectores industriales tradicionales


Existen numerosos sectores manufactureros que poseen una larga tradición en la Argentina. Entre
los sectores industriales tradicionales se encuentran la metalmecánica (que incluye el sector
automotriz) y la industria petroquímica, dedicada a la elaboración de productos químicos a partir
del petróleo y sus derivados.

El sector automotriz argentino


La producción de automóviles en la Argentina ocupa el
vigésimo lugar en el mundo. Históricamente, el sector
automotriz se ha desarrollado gracias a diversos
instrumentos de promoción, debido a que realiza una
importante contribución al crecimiento de la economía y
posee una gran capacidad de generación de empleo, de
divisas y de derrame de conocimientos tecnológicos
hacia otras ramas de la economía nacional.
Historia del sector
En la Argentina la industria automotriz se inició a fines
del siglo XIX con la aparición de talleres dedicados al
armado de automóviles. El primer auto fabricado en la
Argentina, con todas sus partes nacionales, fue obra de
Manuel Iglesias en el año 1907, Entre los años 1913 y
1950 se radicaron en el país las grandes terminales
(Ford y General Motors, entre otras) que basaban su
producción en el ensamble de autopartes importadas de
otros países. La crisis de 1929 favoreció la sustitución de esas importaciones por partes
fabricadas localmente, generando el crecimiento del sector autopartista local, orientado al
abastecimiento del mercado de reposición y de las empresas terminales. De este modo, el sector
automotriz registró un fuerte crecimiento hasta la década de 1980, época en la cual se eliminaron
varios instrumentos de promoción que habían beneficiado al sector, situación que lo expuso a una
mayor competencia de las importaciones y generó el cese de actividades de varias terminales que
operaban en el país.
¿Qué sucede hoy?
El establecimiento del Mercosur en la década de 1990 tuvo una repercusión muy significativa
sobre la evolución de la industria automotriz regional. Durante esa década las empresas
terminales volvieron a producir en la Argentina y el mercado brasileño se transformó en el principal
destino de las ventas externas de las empresas del sector, debido a una serie de regulaciones que
apuntaron a incrementar el comercio de vehículos y autopartes entre los principales socios del
Mercosur.
En los últimos diez años, el sector automotriz argentino tuvo un gran incremento de la producción
y de las ventas, tanto en el mercado interno como en el externo, donde se consolidaron las ventas
al Brasil y a otros países de América latina, como México y Chile. Esto impactó positivamente en
la venta de insumos, como productos metalúrgicos y pinturas, seguros y en la creación de puestos
de trabajo.
En la Argentina, las empresas terminales y autopartistas se encuentran concentradas en las
provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Algunos establecimientos también se localizan
en Tucumán y San Juan.

105
La industria petroquímica en la Argentina

La industria petroquímica emplea combustibles fósiles, como el petróleo y el gas natural, para la
elaboración de productos químicos, que son utilizados como insumos para producir diversos
bienes, como plásticos, pinturas, cosméticos, textiles y fertilizantes, entre otros. Es una industria
capital intensiva, donde los costos
de inversión son muy elevados, y
que presenta importantes efectos
de escala, es decir, si las
cantidades producidas aumentan
se reducen fuertemente los costos
de producción. Una característica
típica de esta industria es la
integración vertical y la existencia
de fuertes barreras a la entrada
para nuevos productores, ya que se
requieren grandes inversiones,
largos períodos de construcción y
de puesta en marcha de las
plantas, y grandes volúmenes de
producción.

Historia del sector


La industria petroquímica comenzó a desarrollarse en nuestro país, en la década de 1940, por
iniciativa del Estado, a través de YPF, la Dirección General de Fabricaciones Militares y ATANOR.
Esta primera etapa tuvo una escala reducida, que cubrió parcialmente la demanda interna de
productos petroquímicos. Posteriormente, el Estado incentivó la participación de empresas
nacionales en el sector mediante la creación de polos petroquímicos. En la década de 1990, se
privatizaron muchas de las empresas de propiedad estatal que operaban en el sector, entre las
que se encontraba YPF.

Actualidad del sector


Actualmente, el sector petroquímico está compuesto por cincuenta y siete empresas. El
crecimiento de la economía registrado a partir de 2003 incrementó la demanda interna de
productos elaborados por el sector. Junto con el incremento de la producción se registró un
aumento del empleo.
La industria petroquímica requiere grandes inversiones “aguas arriba”, es decir, en los eslabones
productores de insumos para la cadena, como gas natural y petróleo. Debido a esto el sector
tiende a organizarse territorialmente en polos petroquímicos, cercanos al insumo principal utilizado
o a las fuentes de materias primas. Asimismo, los polos petroquímicos tienen un fuerte impacto en
el desarrollo de la región donde están instalados. Existen ocho polos petroquímicos en la
Argentina: Río Tercero (Córdoba), Luján de Cuyo (Mendoza), Plaza Huincul (Neuquén), San
Lorenzo-Puerto San Martín-Gral. Lagos (Santa Fe), Bahía Blanca, Campana-San Nicolás, Gran
Buenos Aires y Ensenada (los últimos cuatro en la provincia de Buenos Aires). Los polos de Bahía
Blanca, Ensenada, Campana y San Lorenzo-San Martín concentran alrededor del 80% de la
producción del sector.

Los sectores innovadores en la Argentina


En las últimas décadas han surgido en el mundo nuevos sectores productivos, que son intensivos
en conocimiento de ciencia y tecnología. Son producto de una serie de desarrollos tecnológicos y
científicos, y constituyen una fuerte inversión en actividades de investigación y desarrollo. Entre
estos sectores se encuentran la nanotecnología y la biotecnología moderna.

¿Qué es la nanotecnología?
La nanotecnología es la tecnología aplicada a la fabricación de materiales reordenando sus
átomos y moléculas; por eso, trabaja a escalas muy pequeñas. El término nano significa la
milmillonésima parte de un metro, una medida que no es perceptible para el ojo humano. La
nanotecnología se vincula estrechamente con otras tecnologías de punta, como las tecnologías de

106
la información y la comunicación (TIC) la biotecnología y la bioingeniería, entre otras. Requiere
una alta calificación de los recursos humanos y gran inversión en infraestructura específica para
su desarrollo.
Al trabajar a escalas tan pequeñas, la nanotecnología diseña y crea nuevos materiales y
productos con características novedosas, aprovechando las propiedades de los materiales cuando
se trabaja con ellos a tamaño “nano”. Así, los nanomateriales (denominados así cuando se los
modifica a muy pequeña escala) adquieren propiedades diferentes de las que tienen a escalas
más grandes. Por ejemplo, escala “nano”, algunas sustancias opacas, como el cobre, se vuelven
transparente y el oro se vuelve líquido a temperatura ambiente.
En términos comerciales, algunas de las aplicaciones de la nanotecnología, en particular de los
nanomateriales, ya se encuentran presentes en una amplia variedad de productos, como
catalizadores de automóviles, filtros solares, fibras para la fabricación de telas con propiedades
antimanchas o antiarrugas, superficies autolimpiantes, herramientas para cortar. Además,
utilizando materiales más resistentes, se mejoran los procesos productivos. Por ejemplo, los
nanotubos de carbono son cien veces más resistentes que el acero y cinco veces menos densos.
Debido a sus características novedosas, los nanomateriales son demandados por diferentes
sectores productivos, entre ellos la electrónica, la aeronáutica, la industria de cosméticos, la
industria textil y el transporte.
El desarrollo de la nanotecnología abre la posibilidad de numerosos avances para muchas
industrias y disciplinas.
En los últimos diez años, la Argentina ha avanzado en la investigación en el campo de la
nanotecnología. Existen actualmente veintidós empresas que trabajan con esta tecnología, entre
las que se destacan una empresa siderúrgica, que proyecta fabricar productos con nanopartículas
para utilizar en tuberías y hacerlas resistentes a la corrosión, y la empresa estatal INVAP, que
está desarrollando sensores infrarrojos para utilizar en satélites aplicando nanotecnología.

¿Qué es la biotecnología?
La biotecnología consiste en la aplicación científica y tecnológica de organismos vivos para
elaborar bienes y servicios, abriendo una nueva frontera de posibilidades de producción. Los
desarrollos biotecnológicos, cuyos principales avances se produjeron en las últimas décadas, han
generado avances inimaginables en distintas aplicaciones industriales, principalmente en sectores
como el farmacéutico, el veterinario y el agropecuario.
Por ser intensiva en conocimiento, la biotecnología requiere recursos humanos calificados, fuertes
inversiones en investigación y el desarrollo de infraestructura específica. Asimismo, presenta una
estrecha relación con otras tecnologías, como la nanotecnología, la bioingeniería y las TIC.
La biotecnología permite no solo elaborar nuevos productos, sino también realizar el mismo
producto a través de procesos más rápidos, mejor
controlados o que permiten lograr una escala de producción
industrial que no sería posible con métodos tradicionales.
La biotecnología es un enfoque que comprende diversas
disciplinas y ciencias, como la biología, la bioquímica, la
genética, la agronomía, la ingeniería, la química, la medicina
y la veterinaria, entre otras. Así, a diferencia de innovaciones
implementadas en el pasado en otras ramas (como la
electrónica), la biotecnología encuentra su base en ciencias
que llevan muchos años de desarrollo y experimentación.
Si bien América latina se encuentra lejos de los países
desarrollados en cuanto al grado de avance de la
biotecnología, a escala regional la Argentina es uno de los
más avanzados, junto con el Brasil.
En la actualidad existen en el país alrededor de ochenta
empresas biotecnológicas, la mayoría de capital nacional.
Más de la mitad de estas empresas se localiza en la ciudad
de Buenos Aires, seguida por las provincias de Buenos Aires,
Santa Fe y Córdoba. Entre los productos biotecnológicos
desarrollados en la Argentina se destacan la clonación de
animales con características especiales, el desarrollo de vacunas utilizando técnicas
biotecnológicas y el desarrollo de semillas modificadas para resistir herbicidas.

107
La localización industrial en la Argentina
Históricamente, el área industrial más importante del país ha sido el Gran Buenos Aires. Durante
el proceso de industrialización por sustitución de importaciones (ISI), esta aglomeración, que ya
concentraba numerosas actividades, experimentó un importante crecimiento demográfico,
económico y territorial, asociado a la radicación de industrias y a la llegada de grandes
contingentes de migrantes provenientes
de otros lugares del país y de países
limítrofes. Alrededor de 1960, el área
concentraba más de la mitad de los
trabajadores industriales del país.
En las últimas décadas, la mayor región
industrial del país se amplió al Frente
Fluvial Industrial, que se extiende entre las
ciudades de Rosario y La Plata. Allí se
encuentran los principales mercados de
trabajo y de consumo para las industrias.
Además existen numerosas
infraestructuras de transporte que
permiten el fluido desplazamiento de la
producción, tanto para abastecer al resto
del mercado interno nacional como para la
exportación a otros países. Por lo tanto,
esta región presenta grandes ventajas
locacionales para las empresas.
Otras áreas industriales tradicionales son
las grandes áreas urbanas, tales como el
Gran Córdoba, el Gran Mendoza y el Gran
Tucumán. Asimismo hay regiones
industriales relevantes en el centro de
Santa Fe, el este de Córdoba y el centro
de la provincia de Buenos Aires.
Las nuevas inversiones industriales, salvo
que necesiten estar cerca de las fuentes
de materias primas, se localizan
preferentemente donde ya se encuentran
otras empresas, para aprovechar la
existencia de proveedores de insumos y
consumidores. Por este motivo, el
desarrollo industrial es territorialmente
desigual, concentrándose la mayor parte
de las empresas y el empleo en las áreas
mencionadas anteriormente.
En las últimas décadas, los gobiernos han
impulsado la radicación de industrias en áreas de menor desarrollo relativo a través de diversos
regímenes de promoción industrial regional, generando áreas de nueva industrialización.

La promoción industrial regional


A fines de la década de 1950, el Estado nacional comenzó a promocionar la radicación de
industrias en regiones del país de menor desarrollo relativo como una herramienta para la
planificación y el ordenamiento del territorio, con el objetivo de redistribuir las actividades
productivas y la población en el territorio argentino. Esto buscaba crear nuevos empleos, evitar las
migraciones hacia los grandes centros urbanos y, sobre todo bajo los gobiernos militares, debilitar
el movimiento obrero, ya que las nuevas áreas industrializadas no poseían tradición sindical.
Los principales regímenes de promoción industrial regional comenzaron a aplicarse desde la
década de 1970, generando nuevas áreas industriales en las provincias de La Rioja, San Juan,
San Luis, Catamarca y Tierra del Fuego.

108
La distribución regional de las actividades industriales
Si bien el desarrollo industrial es en la Argentina territorialmente desigual, en todo el país se
desarrollan variadas actividades industriales.
La principal rama industrial es la producción de alimentos y bebidas, ya que ocupa
aproximadamente a la tercera parte de los obreros industriales del país. Esta actividad se
distribuye por todo el país, debido a que los alimentos se consumen diariamente y su producción
se localiza cerca de los consumidores. En algunas provincias, como Entre Ríos, Jujuy, Tucumán,
Mendoza, La Pampa, Río Negro y Salta, además de atender la demanda local de alimentos, es
significativa la actividad de las agroindustrias, que producen bienes para el resto del mercado
nacional e incluso internacional (por ejemplo, la producción de vino en Mendoza o la de productos
de frutas en Río Negro).
El resto de las ramas industriales presenta una
distribución territorial heterogénea.

Las industrias en la región pampeana


La producción industrial en las provincias de la
región pampeana es la más diversa y compleja
del país.
En el Gran Buenos Aires se desarrolla una gran
variedad de actividades industriales
(metalmecánica, automotriz, plástica, química,
textil, curtiembres, papeleras, fabricación de
maquinarias y de equipos eléctricos, etc.). En el
resto de la provincia de Buenos Aires se
destacan industrias pesadas, como la siderurgia, la metalmecánica y la petroquímica.
La provincia de Córdoba, por su parte, muestra una clara especialización en la fabricación de
automóviles, partes y accesorios para automóviles y maquinaria agrícola. Mientras que en la
provincia de Santa Fe se destacan las industrias siderúrgica, petroquímica, de maquinaria
agrícola, automotriz y química. También en esta provincia se concentra la industria aceitera,
dedicada a la molienda de soja proveniente de las zonas productoras del área pampeana y de
otras partes del país. Las plantas aceiteras se localizan cerca de los puertos sobre el río Paraná,
especialmente cerca de Rosario que es el principal polo agroexportador del mundo.
Entre Ríos y La Pampa, por su parte, se especializan en actividades agroindustriales dedicadas a
la producción de alimentos. Entre Ríos también cuenta con una importante actividad forestal y su
correspondiente transformación en productos de madera y muebles.

Las industrias en Cuyo


Las provincias de Mendoza y San Juan se especializan en la producción de vino y otros productos
agroalimenticios como conservas y enlatados. Asimismo, en Mendoza, es importante la actividad
hidrocarburíferas y el procesamiento de petróleo, y en San Juan, la elaboración de productos
químicos y de prendas de vestir.
Por su parte, en la provincia de San Luis se desarrolló una significativa y variada actividad
industrial gracias a los beneficios de la promoción industrial en las últimas décadas. Las industrias
se radicaron principalmente en los parques industriales de las áreas urbanas de la provincia (San
Luis, Villa Mercedes, Justo Daract), donde se elaboran diversos productos (textiles, metálicos,
químicos, plásticos y papel)

Las industrias en el NEA


En las provincias del nordeste de nuestro país es muy importante la cadena foresto-industrial,
basada en la transformación de madera de bosques implantados. En esta región se localizan
todas las etapas de dicha cadena: aserraderos, elaboración de productos de madera (rollos,
tableros, muebles, etc.), y fabricación de papel. Por otra parte, Misiones y Corrientes se
especializan en la elaboración de productos de tabaco, de té y de yerba mate, mientras que en el
Chaco se destaca también la elaboración de hilados de algodón.

Las industrias en el NOA


Las principales actividades agroindustriales en las provincias del noroeste son la producción
azucarera a partir de la molienda de caña (de cuyos residuos también se obtiene papel) y la

109
producción tabacalera. Por otra parte, en Jujuy también es importante la industria siderúrgica
desarrollada en la localidad de Palpalá. En Tucumán, por su parte, también se fabrican papel,
calzados, productos textiles y autopartes, mientras que en la provincia de Santiago del Estero se
destaca la elaboración de hilados y tejidos.
Asimismo, en las provincias de Catamarca y La Rioja, debido a los regímenes de promoción
industrial, se desarrollaron la industria textil y de confecciones y las curtiembres de cuero,
mientras que en La Rioja también es importante la elaboración de productos de papel y de
plástico.

Las industrias en la Patagonia


La provincia de Río Negro se caracteriza por la actividad agroindustrial. Por su parte, Neuquén se
especializa en la actividad hidrocarburífera y el procesamiento de petróleo. En la provincia de
Chubut, el Estado nacional impulsó la instalación de ALUAR, la única empresa productora de
aluminio del país, localizada en Puerto Madryn. Esta provincia también se especializa en la
producción textil.
Tierra del Fuego, por otra parte, es la provincia con mayor cantidad de empleo industrial de la
región. La principal actividad en esta provincia es la fabricación de aparatos electrónicos y
electrodomésticos, impulsada por el régimen de promoción industrial. Santa Cruz, por el contrario,
es la provincia con menor especialización industrial del país. Entre las actividades manufactureras
en esta provincia se destaca el procesamiento de pescado.

Historia de la promoción industrial en Tierra del Fuego


El régimen de promoción industrial fueguino fue sancionado en el año 1972, motivado por razones
geopolíticas. Su principal objetivo fue impulsar el crecimiento de la población argentina de la isla
que, en el contexto de una posibilidad latente de conflicto con Chile, presentaba un alto porcentaje
de habitantes originarios de ese país.
El régimen de promoción consiste en una serie de beneficios fiscales y aduaneros que son
otorgados a actividades que cumplan dos requisitos: la existencia de un incentivo similar en otros
países del Mercosur y que el producto no se fabrique en ninguna otra provincia de la Argentina.
Las corrientes migratorias, ligadas al desarrollo de su economía, fueron muy importantes en el
poblamiento de Tierra del Fuego.
Las fuentes de trabajo atrajeron migrantes que llegaron a la provincia, sobre todo a partir del 1980,
cuando se instalaron firmas vinculadas con actividades de los sectores de electrónica y
electrodomésticos, en mayor medida
En la década de 1990, la política de apertura comercial indiscriminada aplicada por el gobierno
menemísta perjudicó la producción fueguina debido a la competencia de la producción local con
productos importados, provocando el cierre de empresas; por ejemplo Aurora Grundig.
Características actuales
Desde el año 2003, en consonancia con el proceso
de reindustrialización registrado a escala nacional, se
reactivó la producción industrial fueguina, con la
apertura de nuevos establecimientos
En el año 2009, se amplió el régimen de promoción
fueguino, otorgando incentivos a la producción de
nuevos productos como computadoras portátiles,
monitores LCD, cámaras fotográficas digitales y
decodificadores. Actualmente, en Tierra del Fuego la producción se encuentra distribuida en
alrededor de cincuenta establecimientos, y genera más de 14.000 puestos de trabajo. A pesar del
fuerte desarrollo que experimentó la producción, el proceso productivo se basa en el ensamblaje
de partes y componentes importados, sin el desarrollo de proveedores locales instalados en la
isla.

110
EL SECTOR TERCIARIO EN LA ECONOMÍA ARGENTINA

Los servicios públicos


El Estado de nuestro país, al igual que en el resto de los países del mundo, desempeña un rol
fundamental en la provisión de servicios elementales para la población y para las diversas
empresas que producen y brindan servicios.
La provisión de servicios elementales como agua potable, energía eléctrica, gas natural, de
sistemas de desagües cloacales y de recolección y tratamiento de residuos, la provisión de
seguridad, de transporte y de sistemas educativos y sanitarios constituyen un conjunto de
necesidades que el Estado debe brindar a la sociedad en su conjunto.
Es importante no confundir el concepto de “público” con el de “estatal”, que muchas veces son
utilizados indistintamente pero que tienen diferentes significados. Los servicios fundamentales
para la sociedad son considerados servicios públicos, y pueden ser administrados y suministrados
directamente por el Estado (municipal, provincial o nacional) o por intermedio de empresas
privadas. Así, se denomina servicios estatales a los administrados directamente por el Estado, y
servicios públicos a estos últimos, junto con los manejados y suministrados por empresas
privadas, pero que deben ser controladas y reguladas por el Estado.
En muchos casos, el Estado delega la provisión de determinados servicios en empresas privadas
que deben satisfacer las necesidades de la población, acatando las normativas existentes. Tanto
cuando los servicios públicos son administrados por el Estado como cuando son manejados por
empresas privadas, el Estado debe controlar y garantizar el adecuado funcionamiento y la
inversión en mejoras. Durante la década de 1990, numerosos servicios públicos eran manejados
por empresas privadas, pero con un muy bajo grado de control por parte del Estado, lo que derivó
en deficiencias en la prestación de muchos servicios públicos y en la falta de inversión para
mejorarlos.
La privatización de los servicios públicos no implicó la mejora en la calidad de estos ni tampoco su
cobertura, ya que la lógica empresarial de buscar fundamentalmente el rédito económico, dejó a
miles de personas sin muchos de los servicios públicos esenciales.
Así, la historia reciente de nuestro país demuestra que el manejo de los servicios públicos por
parte de empresas privadas con escaso o nulo control por parte del Estado tiende a garantizar en
mayor medida la provisión de dichos servicios en los sectores económicamente rentables, pero no
garantiza su prestación a todos los sectores de la población y su extensión hacia el territorio
desprovisto de estos servicios básicos.

La administración pública
El Estado nacional junto con los Estados provinciales y locales son los encargados de la
administración pública en su conjunto.
Toda sociedad necesita de sistemas burocráticos de organización de la población y de sus
propiedades, de un catastro para organizar la provisión de servicios y el cobro de impuestos, y
sistemas de organización ejecutiva, legislativa y judicial. Estos sistemas administrativos demandan
una gran cantidad de recursos económicos y humanos para garantizar el funcionamiento eficiente
del Estado, y generan muchos puestos de trabajo. Existen provincias de nuestro país que no
poseen una población muy numerosa, y en ellas los cargos públicos creados por el Estado
representan un porcentaje muy alto del mercado de trabajo en relación con los otros sectores de
la economía.

El fracaso de la privatización de los servicios públicos


Durante la década de 1990, predominaron en la organización económica y social de nuestro país
y de América latina las ideas neoliberales. El ideario neoliberal sostenía que el Estado debía
desvincularse de su rol de garantizador de derechos y servicios fundamentales, para ponerse al
servicio de las necesidades económicas de las empresas privadas, que en su mayoría eran de
origen extranjero. Se priorizó el beneficio económico a corto plazo y los servicios públicos fueron
considerados un gasto económico, que solo era necesario mantener si reportaba beneficios
económicos.
Bajo este criterio, se vendieron las empresas prestadoras de servicios nacionales a empresas
multinacionales, a muy bajo costo, bajo la premisa de que estas empresas mejorarían los
servicios. Se privatizaron los servicios de telefonía fija, de agua, de gas, de electricidad, los
servicios ferroviarios, las principales rutas nacionales y el correo, entre otros.

111
Con el correr del tiempo, la falta de control del Estado sobre el funcionamiento de estos servicios
se hizo evidente: la mayoría de los servicios empeoraron y las pérdidas económicas para el
Estado fueron aún mayores, ya que muchas de las privatizaciones eran concesiones, es decir,
que la empresa privada manejaba la compañía y cobraba las tarifas, pero el Estado continuaba
manteniendo la infraestructura. Por ejemplo, se privatizaron los ferrocarriles con el argumento de
que generaban 300.000.000 de dólares de pérdidas al año, pero luego de la privatización se
desmanteló la mayor parte de la red, y cientos de pueblos quedaron desconectados, decenas de
miles de personas perdieron su trabajo, pero el Estado continuaba subsidiando a las empresas
privadas en 300.000.000 de dólares al año.
La falta de competencia, por ejemplo, en los sectores de transporte, energía y comunicaciones,
impidieron que mejoraran los servicios, y frente a la falta de control del Estado, muchas empresas
se dedicaron a acrecentar sus ganancias con los subsidios y a brindar servicios con mínimas
condiciones de funcionamiento e inversión.

Los servicios privados

Las actividades comerciales


Las actividades comerciales son fundamentales para insertar
en el mercado los productos provenientes de los sectores
primario y secundario. El proceso comercial consiste en la
venta de la producción y/o servicios a los consumidores
finales y a los comerciantes mayoristas y minoristas.
Este proceso se denomina comercio interno cuando se realiza
dentro de un mismo territorio estatal; y comercio local cuando
se lleva a cabo en una ciudad o zona más acotada. En
cambio, se trata de comercio externo cuando las operaciones
comerciales se realizan con otros países (esto incluye las
exportaciones y las importaciones).
En los últimos veinte años, se han expandido por todo nuestro
país grandes emprendimientos comerciales, especialmente en
los centros urbanos de mayor consumo y en ciudades
intermedias que se encuentran en expansión, como Puerto
Madryn. Ejemplo de esto es el crecimiento masivo de los hipermercados y supermercados que
funcionan como mayoristas y minoristas; también la instalación de centros comerciales o
shoppings que poseen locales de venta de productos y de servicios recreativos y de
entretenimiento.
Estos grandes establecimientos provocan un alto impacto socioterritorial en sus alrededores.
Algunos comercios tradicionales aledaños, como los almacenes, han tenido que cerrar sus locales
ante la imposibilidad de competir con estos establecimientos.

Las actividades financieras


El sistema financiero comprende todas las transacciones de dinero entre los diversos actores
sociales de la sociedad: personas, bancos, y organismos supranacionales, por ejemplo el FMI
(Fondo Monetario Internacional).
En la década de 1970, los países centrales y los países en desarrollo protagonizaron la
desregulación financiera de sus economías. Esto significó que los Estados no regularon más las
actividades financieras, ni privadas ni públicas,
liberándolas para que el mercado operara con
total autonomía.
En nuestro país, el sistema financiero no solo se
incrementó sino que tanto las empresas
nacionales privadas como las transnacionales
se incorporaron cada vez más en el mercado
financiero mundial. Por ejemplo, muchas de
estas empresas comenzaron a operar en la
Bolsa de valores de nuestro país y en otras
bolsas del mundo, como la de Wall Street y la
de Londres. Además se multiplicaron la cantidad

112
de bancos y agencias financieras, ya sea por la privatización parcial o total de bancos estatales
como por el ingreso irrestricto de bancos privados extranjeros.
A fines de la década de 1990, en la Argentina había alrededor de catorce bancos estatales y
sesenta bancos privados, y aproximadamente veinte agencias financieras (no bancarias), como
casas de cambio de moneda extranjera. Las ventajas de la integración financiera en el sistema
global tuvo como consecuencia, entre otras cuestiones, que ante una crisis financiera mundial
nuestro país se viera muy vulnerable, como ocurrió en el año 2001, cuando se sucedieron el cierre
de bancos, el famoso “corralito” y la fuga de capitales hacia el exterior. Otra consecuencia
negativa de la desregulación financiera es que la inversión de capitales se oriente a la
especulación financiera en lugar de encauzarse hacia la inversión productiva. Estas acciones
generan, a largo plazo, un crecimiento negativo de las actividades productivas reales y su
consecuente reducción del empleo, ya que la actividad financiera requiere de escasa mano de
obra.
Actualmente, se observan modificaciones en algunas políticas que regulan la actividad financiera,
apuntadas a mejorar el crecimiento de las actividades productivas y a proteger la economía
nacional, para estar en condiciones de paliar los impactos que pueden producir las crisis
mundiales.

El transporte en nuestro país


Los sistemas de transporte constituyen un factor fundamental dentro del sector terciario de la
economía. Permiten la integración del
territorio nacional y las relaciones
comerciales con el exterior. Además son
un factor de interconexión entre los
diversos sectores económicos.
Los sistemas de transporte (terrestres,
aéreos, fluviales o marítimos) son
fundamentales para garantizar los
movimientos de bienes y personas dentro
del territorio.
Un gran flujo de materias primas
proveniente de las actividades primarias
(que se desarrollan en mayor medida en
los sectores rurales), se transporta hacia
las distintas industrias procesadoras.
Estas pueden encontrarse cerca de las
zonas de producción o en las ciudades.
Luego, los bienes elaborados se
transportan hacia los centros de consumo
interno o hacia los lugares desde donde
se exportan, generalmente por vía
marítima o terrestre. Así, el transporte de
carga actúa como un eslabón
fundamental entre las diversas etapas
que componen los circuitos de producción
del país.
El transporte de pasajeros es fundamental
para el desarrollo de las actividades
cotidianas de la sociedad.

El sistema ferroviario en la Argentina


El transporte ferroviario argentino tuvo su
máxima expansión a partir de las
inversiones, principalmente inglesas,
durante el modelo agroexportador.
La red ferroviaria se desarrolló en forma
radial, para vincular fundamentalmente

113
las áreas productivas primarias con las ciudades-puerto: Buenos Aires y Rosario.
Durante la década de 1940, bajo el modelo de ISI en el que el Estado cumplía un rol protagónico
en la organización de la economía, se expandieron nuevas líneas férreas que respondieron a los
requerimientos del modelo de industrialización.
En 1948, los ferrocarriles fueron estatizados y se alcanzó la mayor expansión de la red ferroviaria.
Luego de 1955, comenzó un período de falta de inversión en el sector, que se profundizó durante
las décadas de 1970 y 1980, bajo las ideas neoliberales que consideraban al ferrocarril como un
gasto económico, sin visualizar los beneficios que generaba para el conjunto del país.
A partir de 1990 comenzó la política deliberada de desmantelamiento de los ferrocarriles. Se
privatizaron compulsivamente todos los ramales y muchos se cerraron por ser considerados “no
rentables”. Los ramales ferroviarios de cargas se redujeron entre los años 1989 y 2000 de 34.000
kilómetros a menos de la mitad, y los servicios de pasajeros fueron cerrados casi en su totalidad.
La destrucción de los ferrocarriles dejó a cientos de pueblos desconectados de las redes de
transporte, y perjudicó profundamente sus actividades económicas regionales, que necesitaban
del ferrocarril para poder insertar sus productos en los grandes mercados de consumo. Durante
los últimos diez años, si bien se han restablecido algunos ramales, la falta de inversión hace de
los ferrocarriles un medio de transporte inseguro y poco eficiente para las necesidades del país.

La red vial nacional


En la actualidad, el principal sistema de transporte de cargas y de pasajeros de la Argentina es el
sistema de camiones, micros y automóviles, que se desplazan por las rutas de todo el país.
Una importante red de caminos pavimentados, nacionales y provinciales, unen a casi todo el país.
La red de rutas comenzó a expandirse rápidamente a partir de la década de 1950, en un proceso
de reemplazo gradual de la red ferroviaria.
En un primer momento, la mayoría de las rutas se construyeron en paralelo a las líneas
ferroviarias, y competían unas con otras, pero con el transcurso del tiempo, la red de rutas
comenzó a expandirse por lugares donde no había llegado el ferrocarril y a superar el trazado
radial de las vías ferroviarias.
A partir de la década de 1990, se privatizaron algunos ramales de rutas y autopistas que eran
consideradas rentables por el cobro del peaje, ya que conectaban las grandes ciudades y
contaban con mucho tránsito. El resto de las rutas siguieron bajo la administración de vialidad
nacional y de las respectivas provincias.
Es interesante remarcar que el sistema de transportes de cargas y de pasajeros es muy útil para
unir “puerta a puerta” lugares de origen y destino, ya que los vehículos pueden desplazarse en el
espacio sin requerir un sistema muy complejo de carga y descarga, como sí lo necesita el
ferrocarril.
El sistema vial es eficiente para integrar espacios amplios en las ciudades, pero resulta un sistema
muy costoso en grandes distancias.
En este sentido, el reemplazo del ferrocarril por el camión o los micros, como sistemas de
transporte de cargas y de pasajeros, respectivamente, encarecieron los sistemas de transporte,
incrementaron el consumo de combustible y aumentaron, además, los accidentes de tránsito.

El transporte aéreo
El transporte aéreo en la Argentina comenzó su expansión a partir de la década de 1940. La
empresa argentina de bandera nacional era Aerolíneas Argentinas, y fue privatizada en 1990.
Los criterios empresariales del grupo económico español que la adquirió y la
Falta de control por parte del Estado durante la década de 1990 llevaron al vaciamiento de la
empresa y a su lamentable decadencia.
Durante este proceso, prácticamente, no se invirtió en mejorar la flota aérea y se cerraron destinos
de cabotaje (entre provincias), que le generaban ganancias sustanciales a la empresa
privatizadora, y muchas regiones quedaron sin ningún tipo de servicio aéreo. Ejemplo de ellos son
las ciudades capitales de Catamarca, La Rioja o La Pampa.
En el año 2008, el Estado nacional recuperó el control de esta empresa y, a partir de entonces, se
ha modernizado la flota aérea y se han incluido destinos que no están dentro de los itinerarios de
las aerolíneas privadas. De todos modos, el sistema de transporte aéreo todavía presenta grandes
deficiencias en cuanto a su servicio.

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El turismo en nuestro país, una actividad en crecimiento
El turismo es una actividad terciaria que agrupa varios servicios relacionados, como el transporte,
los diversos servicios de hospedaje y las ofertas recreativas naturales y culturales que existen en
nuestro país. Además, genera grandes beneficios económicos para las regiones receptoras.
Actualmente, en la Argentina, el turismo es una actividad que está en pleno crecimiento.
Desde comienzos del siglo XXI, la Argentina protagoniza un fuerte proceso de expansión tanto del
turismo internacional y del turismo interno.
El arribo de turistas desde el exterior se ha expandido desde 2002, especialmente por los bajos
precios internacionales de nuestro país (cambio competitivo), resultado de la devaluación de
nuestra moneda.
Los grandes atractivos turísticos, los bajos costos internacionales y los buenos servicios de
hotelería, gastronomía y recreación determinaron este proceso de gran expansión de la actividad
turística de origen internacional.
En relación con el turismo interno, su crecimiento comenzó a partir de los años:
2004 y 2005 con la recuperación económica y el aumento del poder adquisitivo de la población.
Las mejoras en los servicios de transporte aéreo, en la infraestructura y en la capacidad hotelera
en numerosas zonas turísticas también contribuyeron a la expansión del turismo interno y el
turismo internacional en nuestro país.
Desde el año 2008, ha variado de manera significativa el origen del turismo internacional que
arriba a la Argentina. La fuerte crisis económica internacional que afecta a países europeos,
Estados Unidos y Japón ha disminuido la cantidad de arribo de turistas de esos países, mientras
que los arribos provenientes del resto del mundo se han incrementado.
En la actualidad, el turismo representa una actividad económica que genera altos ingresos
económicos y nuevos puestos de trabajo para el país.

Las actividades turísticas de la Argentina


Entre las ventajas más destacadas que tiene la Argentina para el desarrollo de las actividades
turísticas, se pueden considerar una variada oferta de ambientes con particularidades naturales y
culturales a lo largo del territorio nacional y lugares verdaderamente espectaculares desde el
punto de vista paisajístico. Sin embargo, una de las desventajas de nuestro país es que se
encuentra a una considerable distancia de los países desde donde proviene la mayor cantidad de
turistas.
Entre los lugares más visitados por el turismo internacional, se encuentran la región patagónica,
especialmente la región andina de Bariloche, San Martín de los Andes, Esquel, El Calafate y
Ushuaia, así como la Península de Valdés sobre la costa patagónica. Se destacan también las
visitas a la Ciudad de
Buenos Aires; a las Cataratas del Iguazú, en Misiones; a estancias bonaerenses, y en menor
medida, a la región de Cuyo y a la Quebrada de Humahuaca y los valles Calchaquíes en el
noroeste argentino.
Respecto del turismo interno, cada vez más argentinos recorren su propio país, durante los
períodos de vacaciones de verano e invierno como durante los fines de semana largos. Los
lugares más visitados son los balnearios de la costa bonaerense, la Patagonia y el noroeste, las
sierras de Córdoba y San Luis, y los centros de esquí de la Patagonia y Cuyo durante el período
invernal (Ushuaia, Bariloche, San Martín de los Andes y Malargüe, principalmente). La región
mesopotámica ofrece también atractivos turísticos culturales (como el carnaval de Gualeguaychú),
además de las conocidas Cataratas del Iguazú.

115
116
ESPACIO, POLÍTICA Y PODER

La República Argentina es un estado independiente y soberano, reconocido por el resto de los


países según el derecho internacional.
La actual organización del territorio argentino es
resultado de un proceso de construcción
histórica que culminó con la formación del
Estado moderno a finales del siglo XIX; así se
han ido definiendo las unidades territoriales y
las instituciones políticas y administrativas que
la gobiernan.
La República Argentina es el cuarto país más
grande en superficie del continente americano,
y el segundo de América del Sur. Está dividido
administrativamente en 24 jurisdicciones: 23
provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos
Aíres, donde residen las autoridades
nacionales.
Cada una de las provincias, sumada la Capital
Federal, son autónomas e independientes,
poseen sus propias instituciones de gobierno y
su Constitución, con las cuales se administra el
territorio en sus diferentes escalas: provincial y
municipal.
Durante la existencia de la Confederación
Argentina, a mediados del siglo XIX, solo
existían 14 provincias. Con las sucesivas
campañas militares contra las sociedades
indígenas y la incorporación efectiva de las
regiones del Chaco, Pampa y Patagonia, estas
pasaron a convertirse en Territorios Nacionales
y Gobernaciones, y a lo largo del siglo XX, se
constituyeron en provincias como las restantes.
Se trata de las Gobernaciones del Chaco,
Formosa, Misiones, La Pampa, del Neuquén,
Rio Negro, del Chubut, Santa Cruz, Tierra del
Fuego y de los Andes; esta última se fragmentó
y sus territorios pasaron a las provincias de
Jujuy, Salta y Catamarca.
El último cambio se produjo con la creación de
la provincia de Tierra del Fuego, Antártida
Argentina e Islas del Atlántico Sur, en 1990.
Dentro de las recientes modificaciones de la
organización político-territorial del país, se
destaca la creación de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires (CABA), que es también la capital del Estado nacional. La autonomía se logró desde
la reforma constitucional del año 1994, que además, establece la división de la ciudad en 15
comunas integradas por distintos barrios, con representación vecinal en cada una de ellas.
Las diferentes jurisdicciones del país se organizan internamente en unidades administrativas
llamadas municipios, departamentos en casi todas las provincias, o comunas en Córdoba. Todas
son autónomas y poseen sus propias autoridades locales: intendentes y concejos deliberantes.
La organización político-administrativa del Estado se estructura en distintas escalas de acción: la
federal o nacional, la provincial y la municipal, con rasgos particulares en cada una. El federalismo
puede verse reflejado en materia de redistribución de los fondos públicos recaudados a nivel
nacional, los cuales se reparten y remiten a las provincias y municipios a través de la Ley de
Coparticipación Federal.

117
La gestión del territorio
Las estrategias políticas, normativas, económicas y sociales diseñadas por el Estado y los
distintos agentes para orientar la gestión del territorio involucran diferentes escalas de
planificación y ejecución: nacional, regional, provincial y local. Además, tienen entre sus objetivos
la integración y el desarrollo de los diversos espacios y de su población.
Desde la formación del Estado argentino, los modelos de desarrollo económico, directa o
indirectamente, han beneficiado a las provincias de la región pampeana, a través de la
concentración de la inversión pública, la infraestructura, la población, las industrias y los servicios;
esto ha generado desigualdades socioterritoriales con el resto del país.
Entre las décadas de 1940 y 1970, la participación del estado en la economía y la producción
potenció el crecimiento de determinadas áreas urbanas industriales del país, mientras que las
economías regionales de las provincias afrontaban dificultades que las relegaban a una situación
de estancamiento y expulsión de la población.
Más recientemente, la gestión de la economía quedó reducida a las reglas del mercado (entre
mediados de los años 1970 y 2002), cuando la puesta en práctica de medidas neoliberales
redujeron el rol del Estado y, por lo tanto, las riquezas, los bienes, los servicios se concentraron en
manos privadas, profundizando aún más las desigualdades sociales y territoriales.
Por lo tanto, la planificación del Estado en sus diferentes escalas resulta imprescindible para
construir condiciones de igualdad, promover el desarrollo de las regiones y de las comunidades
locales y garantizar la sustentabilidad del territorio en el marco de su inclusión en la economía
mundial. Bajo esta lógica, la puesta en marcha del Plan Estratégico Territorial Argentina 2016
plantea la necesidad de intervenir sobre el espacio argentino con políticas que promuevan mayor
equidad social.

En las últimas décadas ya partir de la implementación de políticas neoliberales, las


transformaciones territoriales se han acelerado y profundizado. Procesos como la expansión
urbana, la desindustrialización y relocalización industrial, la modernización de áreas rurales, la
tercerización de la economía, la segregación socioterritorial, entre otros, contribuyen a hacer más
compleja la estructura de usos del territorio por parte de los actores intervinientes. El desarrollo no
planificado ni regulado de actividades, como las residenciales, industriales, extractivas, etcétera,
genera conflictos por la apropiación del espacio, especialmente donde esos usos coexisten y se
alternan, provocando desequilibrios ambientales.
En este contexto, resulta necesario aplicar nuevas formas de intervención que permitan organizar
y planificar la ocupación, de manera que las diferentes actividades se desarrollen de forma
eficiente, sostenible y equitativa. Esta intervención se denomina gestión de/territorio y consta de
tres momentos principales: 1) Análisis y Diagnóstico Territorial, que aborda y define la realidad de
la región; 2) Planificación Territorial, que propone la adecuación de las actividades conforme la
capacidad del territorio y objetivos definidos; y 3) Gestión Territorial, donde se ejecutan y aplican
las propuestas resultantes.
Las escalas de intervención político-territorial
Durante gran parte del siglo XX, el Estado implementó políticas de intervención a escala nacional,
es decir, estableció normativas específicas para cada sector social o económico, como la política

118
de vivienda, agropecuaria, etcétera. En algunos casos, se implementaron políticas de intervención
regional o provincial, pero no siempre fueron exitosas por las grandes diferencias
socioeconómicas. A partir de la década de 1970, el Estado disminuyó la intervención territorial,
dejando que el mercado internacional regulara la organización del espacio, provocando graves
desequilibrios socioambientales. Actualmente, se reconoce la importancia de políticas estatales de
gestión que contemplen todas las características geográficas, económicas y culturales propias de
cada territorio. El modelo de gestión debe fortalecer los municipios y las comunidades locales, a
fin de involucrar activamente a la ciudadanía en el diseño y ejecución de las políticas públicas y
sociales, desde abajo hacia arriba.

El Estado y el control de los recursos


Como se ha visto, las sociedades organizadas en Estados ejercen soberanía sobre el territorio y
sus bases naturales. El gobierno de cada país es el que posee el dominio de los recursos
naturales allí presentes. Sin embargo, los procesos económicos mundiales, muchas veces, alteran
esa relación interviniendo directamente en la explotación de los recursos. El capital privado
internacional, ya sea como inversión directa o a través de empresas multinacionales, interviene en
el manejo de los recursos naturales de un territorio estatal con el respaldo de los gobiernos
nacionales.
La lógica del capital privado, a su vez, implica la obtención de máximos beneficios con el menor
costo posible, es decir, busca obtener ganancias rápidas sin importar el deterioro que se ocasione
en la naturaleza o en las sociedades de esos lugares.
Cuando los Estados no regulan el accionar de esas empresas mediante leyes y sanciones, existen
grandes probabilidades de que se produzca un daño ambiental irreversible. Los gobiernos
nacionales deben promover el uso racional y sustentable de los recursos naturales.

¿Acceso público o acceso privado?


Cuando el control de los recursos naturales deja de ser público, el acceso a los mismos se ve
limitado a las decisiones de los agentes privados, como las empresas, y el poder económico se
impone al poder político. Surgen en consecuencia numerosos conflictos por el uso de los
recursos, especialmente de los básicos, es decir aquellos indispensables para el desarrollo de la
vida como la tierra, el agua y el aire.
Existen dos posturas encontradas al respecto:
 Posturas neoliberales: privilegian la iniciativa individual, la libre acción de las empresas y la
propiedad privada. Consideran que los recursos deben explotarse en función de las
necesidades económicas, por lo que determinan el uso explotacionista de los mismos.
Niegan el daño ambiental que causa este tipo de manejo y enfatizan el amplio stock
mundial de recursos, desatendiendo los problemas de acceso y distribución desigual.
 Posturas comunitaristas: promueven el uso comunal y cooperativo de los recursos.
Reclaman la intervención Estatal y la nacionalización de los recursos estratégicos para
asegurar la soberanía de los mismos e impedir su extracción por parte de agentes
privados. Proponen la gestión participativa de los recursos y el fortalecimiento del poder de
decisión local. Muchas veces también reclaman la redistribución de los recursos
desigualmente repartidos.

El Estado y el control de los recursos


El Estado argentino ejerce soberanía plena sobre el territorio y las bases naturales que posee, a
través de diversas escalas de administración: nacional, provincial municipal o departamental. El
Gobierno posee el dominio y el poder público de gestionar el uso y explotación de los recursos
naturales existentes en el territorio.
Sin embargo, los procesos económicos mundiales, muchas veces, alteran su relación.
Desde mediados de los años 70, la aplicación de políticas neoliberales destruyeron
progresivamente la industria local, las economías regionales, el mercado interno de consumo, y
condujeron al achicamiento del Estado, la reducción de su capacidad de gestión y preservación de
los recursos naturales, lo que modificó notablemente el esquema de control por parte de las
esferas estatales.
Así, durante casi tres décadas, se dejó libertad de acción al capital privado (internacional y
nacional), ya sea como inversión directa, o a través de empresas multinacionales o locales, que
invertían en el manejo y aprovechamiento de recursos naturales del territorio con las mínimas

119
exigencias en materia ambiental. La lógica de las empresas capitalistas que explotan los recursos
de un determinado lugar implica la obtención de máximos beneficios con el menor costo posible,
es decir, ganancias rápidas, sin importar el deterioro que se ocasione en la naturaleza o en las
sociedades que habitan esos territorios. Cuando los Estados no regulan el accionar de esas
empresas mediante leyes y sanciones, existen grandes probabilidades, que se produzca un daño
ambiental irreversible.
En la última década, el Estado nacional ha recobrado su rol de ordenador y precursor de políticas
de preservación y aprovechamiento sustentable de los recursos naturales del territorio nacional,
como así también la valorización y protección de aquellos considerados recursos “estratégicos”.
La nueva posición del Estado consiste en poner en práctica medidas tendientes a fortalecer la
producción apoyando la inversión pública y privada, pero atendiendo las necesidades de la
población y el uso racional y sostenible en el tiempo de los recursos.
Aún quedan muchas cuestiones pendientes por resolver al respecto, como el caso de la minería a
cielo abierto, cuya legislación, producida en la década de 1990 y vigente en la actualidad, favorece
la apropiación de los recursos por parte de consorcios transnacionales, que ponen en riesgo el
ambiente y, sobre todo, a las poblaciones que habitan en las zonas de explotación.
El marco jurídico del Estado nacional y las respectivas constituciones provinciales, junto a las
instituciones de gobierno, deben, mediante las leyes sancionadas, promover la satisfacción de las
necesidades materiales y simbólicas de la población en su conjunto, atendiendo entre otras
prioridades, a la preservación, el uso y la explotación de los recursos naturales del territorio de
una manera sostenible a través del tiempo, con el fin de no poner en riesgo y desigualdad a las
generaciones futuras.
La política del Estado argentino en materia territorial debe contemplar el incentivo a la inversión de
capitales privados, pero a la vez, debe velar por los intereses de todos los habitantes del país,
asegurando la soberanía y el control de los recursos nacionales del territorio.
El 27 de abril de 2011, la presidenta Cristina Fernández envió al Congreso de la Nación la Ley de
Protección al dominio nacional sobre la propiedad, posesión o tenencia de las tierras rurales, para
su tratamiento y posterior sanción. Esta ley está destinada a regular la situación, dominio o
posesión del territorio cuyos propietarios sean personas o empresas extranjeras.
La ley apunta a aquellas tierras destinadas a usos rurales, como la producción agropecuaria, la
explotación forestal, actividades; y sus consideraciones más importantes son:
 Artículo 7°: Se establece en el veinte por ciento (20%) el límite a toda dad de dominio de
tierras rurales en el territorio nacional.
 Artículo 9°: Las tierras rurales de un mismo titular extranjero no podrán superar las mil
hectáreas (1.000 ha), cualquiera sea su lugar de ubicación, y su cómputo se determinará
por la Autoridad de Aplicación sobre la totalidad de las tierras rurales de dicho titular en el
territorio nacional, atendiendo, mismo, a los siguientes parámetros complementarios: a) la
localización de las tierras rurales y su proporción respecto del Municipio, Departamento y
Provincia que integren. b) la capacidad y calidad de las tierras rurales para su uso y
explotación. c) la situación de titularidad del dominio de otras tierras rurales del pretenso
adquirente.
 Artículo 10°: No se entenderá como inversión la adquisición de tierras rurales, por tratarse
de un recurso no renovable que aporta el país que recibe la inversión.

La apropiación y tenencia de la tierra


La propiedad de la tierra y su expropiación tiene una historia, historia que se superpone con el
proceso de construcción del Estado y de la nación.
Entre los antecedentes históricos del siglo xix que reflejan las formas jurídicas y reales que
adquirió la tenencia de la tierra, deben mencionarse las entregas de tierras públicas a los
propietarios de la campaña bonaerense a través de la Ley de Enfiteusis, entre 1822 y 1826. Estas
sucesivas reglamentaciones dieron lugar a una valorización de un bien común, escaso hasta el
momento y muy valioso: el suelo.
Sin embargo, la conformación de la gran propiedad territorial solo logró consolidarse una vez
finalizadas las campañas militares al desierto, que posibilitaron la incorporación efectiva de las
regiones del Chaco, la Pampa y la Patagonia al territorio nacional, sumado a la sanción del Código
Civil, que legitimó la conformación de los latifundios como estrategia de organización del espacio.
Aunque en algunos países de América Latina, durante el siglo XX, prosperaron reformas agrarias
relacionadas con la propiedad y la distribución de la tierra, en la Argentina, estas reformas

120
agrarias no tuvieron eco, debido a la concentración de grandes extensiones del suelo en manos
de un pequeño número de familias terratenientes y sus redes con el poder político.

La tenencia de la tierra y el acceso a los bienes comunes de la Tierra


El acceso al agua y a otros bienes comunes, como maderas de los bosques, plantas y animales,
petróleo y otros minerales está condicionado por el tipo de tenencia de la tierra, que puede ser:
 Tenencia privada: los derechos de uso y usufructo pertenecen a un individuo, familia,
sociedad o una empresa. Este régimen es el más habitual en las ciudades y en el espacio
rural pampeano.
 Tenencia comunal: todos los miembros tienen derecho al uso independiente de las
propiedades de una comunidad. Este tipo era usual en as comunidades indígenas y aún se
mantiene en algunas zonas de Patagonia y el NOA. Es el caso del pastoreo del ganado en
campos comunitarios, en el sector andino de Río Negro.
 De libre acceso: implica el acceso irrestricto a los bienes comunes para todos los
miembros de la comunidad y para los que no lo son. Tenencia estatal: los derechos de
propiedad están a cargo de un organismo público, que puede ser nacional o provincial.
Hasta el año 1991, en la Argentina el acceso a los hidrocarburos era exclusivo del Estado
nacional, mediante la empresa pública Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF).

Bienes comunes de la Tierra


Aire, agua, y suelo son tres elementos vitales para la vida humana. Habitualmente se los
denomina “bienes comunes” porque todos y cada uno de los habitantes del planeta tienen derecho
a acceder a ellos. Sin embargo, se abre un debate acerca de cómo, a través de las actividades
humanas, se los usa y se generan distintas maneras de apropiación, por diferentes sujetos. Esto
plantea muchos interrogantes, por ejemplo: ¿los bienes comunes son realmente de libre acceso o
presentan algún tipo de restricción en su uso por la forma en que han sido apropiados por
autoridades estatales, gobiernos, empresas, particulares u otros grupos de poder? ¿Existe
consenso en aplicar este concepto?

El aire
La capa gaseosa que envuelve la Tierra, la atmósfera, provee recursos de vital importancia para la
vida de las personas y demás seres vivos.

121
El aire atmosférico contiene el oxígeno que respiramos, un bien que compartimos todos los seres
humanos. Nadie puede delimitar ni apropiarse del aire. Pero aunque es de uso libre, conservarlo
limpio y puro demanda la responsabilidad de todos. Diversas formas de contaminación (esmog
urbano, emisión de gases tóxicos, etc.) atentan contra este bien común y derivan en
problemáticas locales, regionales y mundiales. Entre estas últimas se destaca la contaminación
por la excesiva emisión de gases, especialmente el dióxido de carbono, que muchos especialistas
consideran causante del cambio climático global.
La atmósfera es además un medio para la circulación del transporte aéreo. La Argentina cuenta
un extenso espacio aéreo sobre el que ejerce control.
Existen sectores del espacio aéreo que no pertenecen a ningún país, sobre los que hay acuerdo
internacional para que los vuelos se realicen sin que medie, control de algún Estado.
Pero el espacio aéreo ubicado por encima del territorio estatal (que puede incluir un sector
marítimo adyacente al continental) es soberanía exclusiva y absoluta de cada país y, para circular
por él, las aeronaves deben comunicarse con la torre de control que le corresponde a su zona de
vuelo y solicitar los permisos correspondientes. Cada país se responsabiliza, a su vez, por el
servicio de información y el control de los vuelos realizados en su espacio aéreo.
Reglamentaciones emanadas de organismos internacionales legislan el tráfico aéreo, como el
Convenio sobre Aviación Civil Internacional firmado en el marco de las Naciones Unidas en 1944.
En el espacio exterior o ultraterrestre existen regulaciones relativas a las actividades espaciales.
Según el derecho internacional, cualquier Estado tiene libre acceso al espacio exterior o
“ultraterrestre” y a la exploración de la Luna y otros objetos celestes, pero ninguno de ellos puede
apropiarse ni reclamar su soberanía con el pretexto de haber adquirido derechos, por ejemplo, por
primera ocupación o uso continuado.

El suelo
Las personas nos desplazamos y construimos los edificios donde habitamos y trabajamos sobre el
suelo, que forma parte de los continentes. Toda persona tiene derecho y necesidad de un sitio
donde habitar, y algunas pueden acceder a una porción de tierra para cultivar o realizar alguna
otra actividad económica. Sin embargo, al hablar del suelo como un bien común entra en
discusión el tema de la propiedad privada. Muchos de los conflictos de intereses que se viven en
la Argentina de hoy, y que se repiten en otras partes del mundo, se relacionan con las formas de
apropiación de los recursos naturales del suelo y del subsuelo (tierras fértiles para cultivar,
bosques, minerales, yacimientos de hidrocarburos, etc.) y los intereses contrapuestos que
defienden los distintos actores sociales involucrados en esta práctica: el Estado, las empresas
privadas que explotan los recursos, los usuarios, los movimientos sociales campesinos e
indígenas, las organizaciones no gubernamentales –ONG-, etcétera.

El agua
Esta se obtiene principalmente de ríos yaguas subterráneas que son de uso libre, como es el caso
del Río de la Plata. El proceso privatizador de la década del noventa transfirió a empresas
privadas varias empresas estatales encargadas de la extracción de agua, de su transformación en
agua potable y distribución.
El acceso al agua potable es un derecho humano universal, imprescindible para satisfacer
necesidades básicas. La distribución natural del agua en el planeta no es homogénea, ya que
existen zonas más húmedas y más secas. Nuestro país presenta esta dualidad: el oeste y el sur
son áridos, mientras que el este es húmedo. Pero inclusive en las zonas con mayor volumen de
recursos hídricos puede haber población que no tiene el acceso necesario a fuentes de agua
potable porque, por ejemplo, o hay infraestructura para distribuir el agua o la población no tiene
recursos económicos para pagar el servicio.
En cuanto a la circulación por aguas oceánicas y continentales, la Argentina tiene costas sobre el
mar, y por eso forma parte de su territorio un sector adyacente del océano, llamado mar territorial.
Esto es reconocido internacionalmente: en el marco de la Organización de las Naciones Unidas se
estableció una serie de normas que reglamentan los derechos del mar. Por ejemplo, los países
con litoral marítimo ejercen soberanía sobre sus mares territoriales, que abarcan 12 millas marinas
desde la costa (poco más de 19 km). A su vez, en el Mar
patrimonial o Zona Económica Exclusiva (ZEE), que se extiende hasta 200 millas marinas de la
costa (alrededor de 320 km), el país acepta la libre navegación pero se reserva el derecho de
exploración, explotación, conservación y administración de los recursos naturales de las aguas,

122
del lecho y del subsuelo. Más allá de estos sectores se extienden las “aguas internacionales” de
libre navegación. No obstante, existen normas de carácter internacional para regular su uso.
En cuanto a las aguas continentales, estas suelen formar parte de cuencas hídricas que, en
general, son compartidas entre varias naciones. Un ejemplo es la principal cuenca hídrica
argentina, la Cuenca del Plata, conformada por una gran variedad de recursos hídricos (ríos,
aguas subterráneas, lagos, lagunas) que son además una importante vía de comunicación en la
región. El uso de los recursos de una cuenca hídrica puede generar diversos conflictos tanto
dentro de un país, entre distintas jurisdicciones, como entre países. Un ejemplo de conflicto se
puede suscitar porque en un tramo del río y desde una ribera se descargan sustancias
contaminantes que afectan a la población y a las actividades situadas en ambas márgenes. Otros
problemas surgen cuando las actividades desarrolladas en el curso superior de una cuenca
afectan o condicionan su uso en el curso inferior (aguas abajo). Es el caso de los embalses
construidos en las provincias de Mendoza y San Juan, que retienen las aguas del río Atuel en sus
territorios, y de este modo afectan la llegada del caudal a la provincia de La Pampa.

LOS RECURSOS HÍDRICOS EN NUESTRO PAÍS

El 71% de la superficie de la Tierra está cubierta por agua. El agua de los océanos, salada y no
apta para el consumo humano, representa el 97% del total de agua disponible. El agua en estado
sólido, que se encuentra congelada en glaciares y casquetes polares, representa el 2% del total.
El 1% restante se divide entre el agua subterránea, que forma los acuíferos, en la humedad que
se encuentra en el suelo y en el agua superficial que forma los ríos, los lagos y las lagunas. Esto
significa que la cantidad de agua potable disponible en la actualidad y de relativo fácil acceso es
muy limitada. En muchos lugares del mundo, y en una buena parte del territorio de nuestro país, la
obtención del agua potable representa un grave problema. Esta situación produce consecuencias
negativas para la producción y para la salud de las personas. El agua dulce es considerada un
recurso natural renovable, debido a que se regenera a partir de las precipitaciones y de la
evaporación del agua de los océanos. Sin embargo, la demanda para usos productivos y para
consumo domiciliario -muchas veces de forma irracional- ha aumentado considerablemente en las
últimas décadas y ha contribuido a provocar su escasez.
En nuestro país, gracias a la variedad de climas y relieves, existen diversos sistemas de drenaje.
Así, mientras que existen zonas húmedas y con gran cantidad de cursos permanentes y espejos
de agua, también encontramos zonas extremadamente áridas en las que los recursos hídricos son
limitados.
Es un recurso indispensable para la vida humana y, por lo tanto, es considerado un bien común, al
cual todos los habitantes del planeta deben tener acceso. Cuando el uso del agua está regulado
por el Estado, el agua adquiere el carácter de un bien público. Sin embargo, por su gran
importancia para las actividades productivas, el agua puede ser apropiada por particulares para su
uso y comercialización; por lo tanto, también puede ser considerada un bien económico.
En las últimas décadas del siglo XX, el liberalismo económico instaló la idea de que el agua es un
bien y puede ser intercambiado en el mercado. Los grandes organismos de crédito internacional,
como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID),
sumados a las empresas multinacionales que explotan este recurso, promovieron el concepto de
escasez y uso ineficiente del agua, para impulsar una gestión enfocada en las necesidades del
mercado. De acuerdo con esos lineamientos, muchos países periféricos privatizaron los servicios
públicos de provisión de agua, como la Argentina, que concesionó Obras Sanitarias de la Nación
(OSN) a comienzos de la década de 1990.

El agua como bien económico


OSN fue una empresa estatal, creada en 1912, que estaba a cargo de la producción y distribución
del agua potable y redes cloacales del país. Construía y administraba todas las obras que
proveían de agua corriente, para garantizar el acceso al recurso a todos los habitantes.
En la década de 1990, el Estado nacional realizó una licitación pública para privatizar OSN,
argumentando que la empresa estatal generaba pérdidas y que el Estado era incapaz de
mantener o modernizar las redes de agua potable y cloacas existentes.
La licitación la ganó un grupo de empresas extranjeras y nacionales llamado Aguas Argentinas,
que obtuvo la concesión por treinta años.

123
Mientras durara la concesión, la empresa debía invertir parte de sus ganancias en mejorar y
extender las redes de servicios. Además debían, captar y potabilizar el agua, transportarla y
distribuirla, y hacer la recolección, el tratamiento y la disposición de los desechos cloacales. A
mediados del año 2000, la empresa solo había invertido la mitad de lo prometido y las tarifas
habían aumentado un 45%. Estas irregularidades e incumplimientos llevaron a que la empresa
vuelva a ser una empresa del Estado, llamada Aguas y Saneamientos Argentinos (AySA).

El sistema de red de agua potable


El tratamiento del agua incluye la provisión de agua potable en red a la sociedad en su conjunto
así como el manejo de los de los desechos cloacales.
Por eso, la empresa que se ocupe de prestar este servicio -ya sea privada o estatal- debe integrar
el sistema de red de agua potable y el sistema de desagües cloacales, así como su tratamiento y
posterior control de calidad.
Durante muchos años el servicio de abastecimiento de agua y su saneamiento estuvo gestionado
por Obras Sanitarias del Estado. Luego de la ley de Reforma del Estado, que establecía la
privatización y/o concesión de numerosas empresas y sociedades estatales en 1993 el servicio
pasó a estar gestionada por una empresa privada denominada Aguas Argentinas.
Esta empresa debía mantener los servicios ya constituidos y tenía la obligación de mejorar y
expandir el servicio. Durante los primeros años, estos objetivos se cumplieron, pero luego el
servicio aumentó su tarifa y se deterioró.
Ante el incumplimiento progresivo de Aguas Argentinas, Los conflictos entre la empresa y el
Gobierno nacional se profundizaron. Finalmente, estos problemas culminaron con la anulación del
contrato de concesión y la reestatización del servicio. A partir de allí, se creó la empresa estatal
AySA -Aguas y Saneamientos Argentina S.A.-, que en los inicios de su gestión se comprometió a
proveer el servicio a los usuarios de la Ciudad de Buenos Aires y a los partidos del Gran Buenos
Aires. La empresa actualmente pertenece en el 90% al Estado y el restante 10% en manos de los
trabajadores.
Entre el año 2006 y 2014 se incorporaron 2.359.382 habitantes y se encuentran para habilitar
próximamente 9.293.760 más. Se construyeron tres nuevas plantas depuradoras y el 86,3% de los
habitantes del área de cobertura de AySA poseen agua potable y el 66,9% están conectados al
desagüe cloacal.

Los usos del agua en la Argentina


El agua que se obtiene de ríos y aguas subterráneas de nuestro territorio es de uso libre y
pertenece a todos los habitantes de nuestro país.
En la Argentina, el agua se utiliza principalmente para fines agrícolas, industriales y comerciales,
para el consumo domiciliario, turístico y de
recreación. También es un medio de
comunicación y de transporte que permite el
traslado de pasajeros y también de productos.
En las zonas áridas, debido a la escasez de
agua, el recurso se utiliza mediante canales de
irrigación y acequias para el riego de los cultivos.
Tal es el caso de los oasis cuyanos y serranos,
donde la agricultura sería imposible de realizar
sin estas obras.
El uso del agua para la producción de energía es
el segundo en importancia, seguido por el domiciliario y el comercial. Los desechos cloacales e
industriales sin tratamiento se vierten diariamente en las fuentes naturales de agua. A ellos se les
suman los agroquímicos, como fertilizantes y pesticidas,
que son arrastrados por el agua de lluvia o de riego y se
escurren y filtran en el suelo. La falta de planificación
urbana o la deficiencia de los servicios, como red de
cloacas y recolección de residuos, perturban el equilibrio
de los ecosistemas ribereños. La contaminación hídrica
más alta se concentra en las grandes áreas urbanas,
como el Gran Buenos Aires.

124
La importancia del agua subterránea

El agua subterránea es uno de los reservorios más importantes de este recurso a nivel mundial.
Se calcula que la cantidad de agua almacenada naturalmente debajo de la superficie es treinta
veces mayor que toda el agua superficial de ríos, lagos y lagunas del planeta.
Los reservorios subterráneos se forman por la acumulación de agua dulce, proveniente de las
lluvias, que se infiltra por los poros del suelo formando acuíferos. Estos acuíferos no son lagos o
ríos subterráneos, sino que el agua se encuentra contenida entre los poros que conforman el
suelo, de manera similar a como se encuentra la arena mojada en las costas cerca del mar.
Algunos acuíferos, principalmente aquellos que están en zonas más húmedas y lluviosas, se
ubican a poca profundidad, por lo que la extracción del agua es menos dificultosa y menos
costosa. Otros se encuentran a gran profundidad, y su explotación es más difícil.
En muchas ciudades del mundo las personas obtienen agua potable de los acuíferos. En algunas
zonas de la Argentina es común encontrar viviendas que tienen agua de pozo, es decir, agua de
los acuíferos que se extrae hacia la superficie a través de un sistema de cañerías y de bombeo.
En la actualidad, los reservorios de agua subterránea que se encuentran en los acuíferos son un
bien muy preciado mundialmente, debido a que, además de que almacenan grandes volúmenes
de agua potable, los niveles de contaminación que presentan respecto del agua superficial son
muy inferiores. A pesar de eso, los basurales y rellenos sanitarios de las grandes ciudades, y los
químicos tóxicos presentes en los fertilizantes, herbicidas y plaguicidas que se usan en la
agricultura suelen contaminar seriamente también estas aguas.

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LA ARGENTINA EN EL MUNDO DE HOY

Una nueva fase del sistema capitalista: la Globalización


En las últimas décadas, en el marco de la reestructuración del sistema capitalista, se
incrementaron las relaciones entre los lugares y las personas, dando lugar a un proceso de
creciente globalización. Este proceso se verificó en las relaciones económicas y financieras,
conformando un mercado mundial único. La globalización ha generado transformaciones
económicas, sociales, políticas, culturales y territoriales, tanto a escala nacional como local.

El proceso de globalización
Desde la década de 1970 se vienen produciendo grandes transformaciones sociales, económicas,
territoriales, políticas, culturales y tecnológicas, en el marco del proceso de reestructuración del
sistema capitalista mundial. En este contexto, el mundo ha alcanzado un alto nivel de
globalización.
La globalización resume un conjunto de procesos que se desarrollan a escala planetaria de
manera simultánea y que involucran una mayor interrelación entre los lugares y las personas.
Para dar cuenta de este fenómeno se han utilizado diversos términos: aldea global, sistema
global, sociedad global, economía global.
La globalización se expresa en el aumento a escala planetaria de los flujos de personas, de
dinero, de información y de conocimiento. Sin embargo, la globalización no llega a todos los
lugares y personas del mundo de la misma forma. Hay territorios y grupos sociales que están
incluidos y otros son excluidos de este proceso.

La globalización económica y financiera


La globalización es profunda en términos económicos debido a la aplicación del liberalismo
económico a escala mundial, que fomenta el libre comercio y la apertura de los mercados. De este
modo, se ha incrementado la interrelación entre las economías nacionales gracias al crecimiento
del comercio internacional, de las inversiones extranjeras directas y, principalmente, de las
finanzas internacionales.
La globalización económica es desigual porque se sustenta en reglas dictadas por los países
centrales. Los acuerdos que regulan las relaciones entre los países (comercio, propiedad
intelectual e inversiones, entre otros) resguardan los intereses de los países centrales.
El papel de las nuevas tecnologías
El actual proceso de globalización del sistema capitalista ha sido posible gracias a las
innovaciones tecnológicas que se desarrollaron en las últimas décadas, principalmente las
tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Estas tecnologías (telecomunicaciones,
informática, etc.) permiten el procesamiento y transmisión de datos en tiempo real. De esta
manera, la economía global puede funcionar como una unidad a escala planetaria.

La globalización económica y las transformaciones territoriales


El proceso de globalización implica profundas transformaciones territoriales. Los cambios en la
economía mundial provocaron el auge del sector
dedicado a la oferta de servicios y la emergencia
de nuevas actividades industriales, modificando el
peso de las regiones y los países. De este modo,
aparecieron nuevas regiones industriales al mismo
tiempo que las actividades de servicios avanzados
se concentraron en algunas áreas urbanas.

La deslocalización de la producción
A partir de la década de 1970, algunas etapas de
los procesos productivos se trasladaron de los
países desarrollados hacia países en desarrollo,
especialmente el sudeste asiático, aprovechando
la existencia de mano de obra barata y regulaciones
laborales y ambientales flexibles. A su vez, esta
deslocalización de la producción industrial ha sido
posible por el desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC), que

126
permiten articular las actividades que forman parte del proceso productivo y que son realizadas en
diversos lugares del mundo. De esta manera, las grandes corporaciones actúan a escala global,
definiendo sus inversiones en función de las ventajas locacionales que ofrece cada país, región o
ciudad.

Las ciudades globales


A principios de la década de 1990, surgió el concepto de ciudad global para referirse a aquellas
ciudades que cumplen un papel central en la organización de la nueva economía mundial.
Básicamente, en este conjunto de ciudades, que en un primer momento se limitó a Nueva York,
Londres y Tokio, se concentra el comando de la economía global. Es decir, los organismos que
concentran el poder económico y financiero se localizan en estas ciudades, de modo que las
compañías multinacionales, los bancos, las empresas financieras, mediante sus decisiones de
producción e inversión, tienen incidencia sobre las actividades y territorios a escala global. De esta
manera, mientras la producción se deslocaliza gracias a las nuevas tecnologías de la información
y la comunicación, las grandes ciudades se han convertido en los centros de comando desde
donde se organiza la economía mundial.
Los actores globales
Los actores globales son los que tienen capacidad para tomar decisiones y concretar acciones a
escala global, es decir, en el mundo entero. Por ejemplo, las empresas transnacionales, que
localizan sus inversiones alrededor del mundo de acuerdo con una lógica global, que consiste en
evaluar en qué lugares son más favorables las condiciones para obtener la mayor ganancia.
Los actores globales aprovechan las ventajas que brindan la apertura de los mercados y las
innovaciones tecnológicas para desarrollar sus actividades con una lógica global. Por el contrario,
la mayor parte de la población mundial no puede actuar con esta lógica. Mientras los capitales se
mueven libremente alrededor del mundo, simultáneamente, se establecen serias restricciones a
los flujos migratorios internacionales, que pueden ir desde el establecimiento de cupos de
inmigración hasta el control militarizado de las fronteras, como en el caso de la frontera de México
con los Estados Unidos.

El impacto de la globalización en la Argentina


Los procesos globales impactan de diversos modos en cada país o región. En la Argentina, los
impactos de la globalización fueron más intensos en la década de 1990. A principios de esa
década se comenzaron a aplicar diversas políticas neoliberales en nuestro país (reforma del
Estado, apertura comercial y financiera, etc.), con el fin de insertar la economía argentina en el
proceso de globalización capitalista neoliberal.
Las transformaciones territoriales en nuestro país
La adaptación de la economía argentina a la economía global modificó la estructura económica
del país y provocó cambios en las actividades y en los procesos de organización del territorio.
En el caso de las actividades industriales, el proceso de apertura comercial condujo a una etapa
de desindustrialización que afectó
especialmente las industrias que producían
para el mercado interno y las áreas industriales
tradicionales de las grandes ciudades. Por otra
parte, se produjo un proceso de
reindustrialización selectiva, basado en el
desarrollo de industrias intensivas en recursos
naturales (minería, petróleo, etc.) para su
exportación y en aquellas orientadas al
mercado regional del Mercosur. Este proceso
de reindustrialización selectiva fue
acompañado de un proceso de extranjerización
de la industria, debido a la compra de
empresas nacionales por parte de capitales
extranjeros.
En el caso de las actividades comerciales y de
servicios, las grandes áreas urbanas han sido el escenario de transformaciones profundas. Se
expandieron y generalizaron nuevas modalidades de comercialización de productos y de servicios,
asociadas con cambios en los hábitos de consumo. En todas las grandes ciudades se instalaron

127
hipermercados, grandes centros de compras, hoteles de alta categoría y otros espacios
destinados al ocio y el entretenimiento, como los complejos multicines. Estos emprendimientos
contaron con una fuerte participación de capitales extranjeros.
En el caso de la actividad inmobiliaria destinada a usos residenciales, en la década de 1990
también aparecieron o bien se consolidaron nuevas formas de ocupación residencial vinculadas
con procesos de suburbanización (countries, barrios privados, etc.).

Un nuevo orden mundial


El sistema político mundial es el resultado de procesos históricos que se denominan “órdenes
geopolíticos mundiales”. Finalizada la Guerra Fría se produjeron grandes cambios mundiales, que
modificaron el orden geopolítico existente. A comienzos del siglo XXI, se abrió una nueva etapa
caracterizada por el fin de la hegemonía de los Estados Unidos, el surgimiento de nuevas
potencias y la existencia de múltiples centros de poder mundial.
El mundo bipolar
El final de la Segunda Guerra Mundial dejó dos grandes vencedores: los Estados Unidos y la
URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). Ambos país se posicionaron en el mundo
como grandes potencias económicas, militares e industriales. Esto generó la división del mundo
en dos bloques adversarios, occidental o capitalista, dirigido por los Estados Unidos, y el oriental,
socialista o comunista, liderado por la URSS. Estos bloques estaban conformados por las
potencias líderes y países aliados o satélites de cada uno.
A partir de ese momento, el mundo vivió un estado de tensión permanente entre los dos bloques,
denominado Guerra Fría, ya que ninguno de los bloques atacó directamente al otro sino que
actuaban como si la guerra fuera posible o inevitable, desarrollando armamentos cada vez más
destructivos y formando ejércitos. Esto generó que los Estados Unidos y la URSS nunca se
enfrentara directamente en el plano militar porque existía el temor de una destrucción nuclear
mutua, pero sí lo hicieron de manera indirecta en conflictos regionales en África, Asia y América
latina.
Este sistema, caracterizado por la existencia de dos polos, se llamó bipolar duró hasta fines de la
década de 1980, cuando se produjo la caída del socialismo con hechos tan significativos como la
disolución de la URSS y la caída del Muro de Berlín.

El nuevo orden multipolar


La disolución de la URSS y el fin de la Guerra Fría generaron, a principios de la cada de 1990,
que los Estados Unidos se convirtieran en la única potencia mundial. De esta manera, el
capitalismo, basado en la economía de mercado, se convirtió en el sistema de organización
económica y social hegemónico a nivel mundial.
Esta redistribución del poder a escala mundial posicionó a los Estados Unidos como la única
superpotencia militar y política del planeta.
En el plano económico, en cambio, se configuró un esquema multipolar, es decir, con varios
centros de poder, distribuidos en torno de grandes bloques económicos bajo la influencia de los
Estados Unidos, Japón y la Unión Europea. En los últimos años, ha crecido la importancia
económica de otros países, como China, la Federación Rusa, India y Brasil.
Asimismo, en el plano político y militar comenzaron a surgir cuestionamientos al accionar
unilateral de los Estados Unidos, particularmente en los conflictos de Medio Oriente (invasiones a
Afganistán e Irak).

El ascenso del BRIC


En los últimos años han surgido nuevos centros de poder en Brasil, Rusia, India y China. Este
grupo de países, conocido como BRIC, por sus siglas, ha comenzado a exhibir una fuerte
incidencia en la economía mundial.
Los países del BRIC presentan una serie de características demográficas, territoriales y
económicas en común. Asimismo, en la última década estos países registraron altas tasas de
crecimiento económico y aumentaron de manera significativa su participación en el comercio
mundial., lo que los transforma en destinos muy atractivos para las inversiones.
Los integrantes del BRIC comenzaron a reunirse para discutir temas de gran relevancia para la
economía actual, como la posición del dólar como moneda internacional, la reforma de los
organismos multilaterales para que los países emergentes aumenten su representatividad y

128
nuevas maneras de enfocar el comercio mundial, entre otros. En el año 2011, Sudáfrica se unió a
este conjunto de países, dando forma al BRICS.

Los desafíos para América latina


Actualmente, América latina es una de las regiones que registra un mayor crecimiento económico,
ya que constituye un mercado clave para otros países y es una fuente importante de recursos
naturales: posee grandes reservas
de agua dulce, recursos mineros,
reservas de petróleo y gas,
recursos forestales y una gran
capacidad de producción de
alimentos, entre otros. Todas
estas características la
transforman en una región
estratégica.
En este contexto, el rechazo de
los gobiernos progresistas
latinoamericanos a imposiciones
políticas norteamericanas permitió
que China ganara influencia en
América latina. Las empresas chinas han realizado fuertes inversiones en sectores extractivos; por
ejemplo, establecieron alianzas con Petrobras (petróleo, Brasil), PDVSA (petróleo, Venezuela) y
CODELCO (cobre, Chile).
El desafío para los países latinoamericanos es lograr un crecimiento que no esté basado en el
intercambio de productos primarios regionales por manufacturas de otros países, especialmente
de China. No obstante, la relación comercial entre Argentina y China se intensificó, basada en el
intercambio de manufacturas chinas por materias primas argentinas. Entre los años 2000 y 2010
el intercambio comercial, se multiplicó por siete.

Los ámbitos de negociación internacional


La globalización incrementó la interdependencia entre países y regiones y la vinculación entre
ámbitos nacionales y el sistema internacional. Las negociaciones se producen en diversos
lugares, algunos con mayores grados de institucionalización que otros. Es el caso de los
organismos internacionales y los foros de países como el G-20.

El rol de los organismos internacionales


El sistema internacional está compuesto por Estados
nacionales y por un conjunto de organismos
internacionales, en los cuales están representados
muchos países. La mayoría de estos organismos fueron
creados al finalizar la Segunda Guerra Mundial con el
objetivo de definir las reglas para la organización y el
funcionamiento de los procesos de globalización,
promoviendo políticas de cooperación en temas de paz y
seguridad internacional, de desregulación financiera y de
libre comercio, entre otras.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU)


La ONU es el mayor organismo internacional existente.
Se define como una organización de estados soberanos,
que tiene como objetivo facilitar la cooperación en
asuntos de derecho internacional, paz y seguridad
internacional, desarrollo económico y social, asuntos
humanitarios y derechos humanos.
Al momento de su fundación en 1945, la ONU tenía 51
miembros, entre los cuales estaba incluida la Argentina.
Actualmente, 193 países son miembros del organismo. Las condiciones que propiciaron la
creación de la ONU han cambiado, y han surgido nuevos problemas que requieren la atención del

129
organismo. Por ejemplo, el terrorismo, las armas biológicas y químicas, la propagación de armas
nucleares, la degradación del ambiente y las pandemias.
Recientemente, muchos países, entre ellos la Argentina, han expresado la necesidad de una
reforma del organismo. Varios miembros aspiran a que juegue un rol más efectivo en los asuntos
mundiales, mientras que otros desean que su actuación se limite a la labor humanitaria. Asimismo,
los países emergentes reclaman una mayor participación en sus órganos, y en particular, piden la
aplicación del Consejo de Seguridad para reflejar la situación geopolítica actual, es decir, incluir
más miembros de Asia, África y América latina.
Nuestro país fue elegido ocho veces para ocupar un lugar como miembro no permanente en el
Consejo de Seguridad. Asimismo, ha reclamado en reiteradas ocasiones ante la ONU la
descolonización de las Islas Malvinas por parte del gobierno del Reino Unido. Por último, cabe
destacar la presencia argentina en numerosas misiones de paz de la ONU en diversos lugares del
mundo; por ejemplo, el Líbano (1958) Yugoslavia (1992-1995), Haití (1997) y Costa de Marfil
(2006), entre otras.

Dos instituciones mundiales


El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) son organizaciones que fueron
creadas luego de la Segunda Guerra Mundial con la misión de regular el sistema económico
internacional.
El Banco Mundial otorga préstamos con bajo interés o sin intereses, y donaciones para que los
países en vías de desarrollo financien inversiones en educación, salud, infraestructura y
agricultura, entre otras.
El FMI supervisa las medidas de política económica y financiera de sus miembros, otorga
préstamos a países que enfrentan problemas financieros y brinda asistencia técnica. La
contracara de estos préstamos es que después el FMI presiona a los países para que
implementen medidas que van en contra de sus pueblos, como ajustes y reformas en la
infraestructura social.
La Argentina es miembro de ambos organismos y, al igual que en otros foros internacionales, el
país reclama una mayor representatividad de los países emergentes en la toma de decisiones.
La Organización Mundial de Comercio
La Organización Mundial de Comercio (OMC) define las reglas que organizan el comercio de
bienes y servicios entre países. Su principal objetivo es garantizar el comercio mundial libre de
trabas y promover la apertura de los mercados y la disminución de barreras al comercio. Las
reglas se establecen mediante negociaciones entre países que se plasman en acuerdos
internacionales.
Los miembros de la OMC defienden diferentes posturas, de acuerdo con sus intereses. Por
ejemplo, los países desarrollados defienden el libre comercio porque buscan asegurar mercados
para sus productos industriales, a la vez que adoptan medidas proteccionistas para sus productos
agrícolas, como el otorgamiento de subsidios a los productores agrícolas para garantizar la
rentabilidad de su producción. Esta política perjudica a los países en vías de desarrollo, como la
Argentina, que son productores de bienes primarios y alimentos.

Los procesos de integración regional


La integración regional consiste en la conformación de bloques a partir de la firma de acuerdos
entre los países.
Los procesos de integración económica regional
Los procesos de integración económica se remontan a la década de 1950, con los primeros
intentos de integración en Europa.
Existen distintos tipos o niveles de integración económica.
• Zona de Libre Comercio: tiene como objetivo la eliminación de todas las restricciones al
comercio entre los países asociados, mediante la reducción total o parcial de aranceles. Cada
Estado asociado decide los aranceles aplicados a los países miembros. Ejemplo: Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA) entre los Estados Unidos, Canadá y México.
• Unión Aduanera: su objetivo es liberar el comercio entre los Estados asociados mediante la
reducción total o parcial de los aranceles aduaneros. Además, se adopta una política comercial
común con el resto del mundo y se establecen normas arancelarias comunes. Ejemplo:
Comunidad Andina de Naciones.

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• Mercado Común: además de liberar el comercio y de adoptar un arancel externo común, tiene
como objetivo ampliar la integración a los mercados de capital trabajo, es decir, fomentar la libre
movilidad de mercancías, servicios, capitales y personas en un nuevo espacio económico común.
Esta forma de integración requiere la creación de organismos de carácter supranacional para la
formulación de económicas comunes. Ejemplo: Unión Europea (UE) en el periodo 1993-2002.
• Unión Económica y Monetaria: es el máximo nivel de integración. A las características de un
mercado común se agrega la unificación de las políticas económicas (fiscal y monetaria). Los
Estados participantes ceden su soberanía económica a una entidad económica supranacional. La
UE, con la entrada en vigencia de una moneda única (Euro) en el año 2002, es actualmente el
único ejemplo de unión económica y monetaria del mundo.

El Mercosur
El Mercado Común del Sur (Mercosur) es un bloque regional de América del Sur, creado mediante
la firma del Tratado de Asunción, el 26 de marzo de 1991. Sus miembros fundadores son las
repúblicas de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. A su vez, otro conjunto de Estados
participan como Estados asociados: Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y el Perú. En julio de 2012,
Venezuela se incorporó al bloque como miembro pleno, aunque todavía no ejerce los mismos
derechos que los cuatro Estados originarios.
Este tipo de integración fue pensado como un instrumento que impulsara tres procesos
políticamente prioritarios a escala regional: la consolidación de la democracia, la transformación
de las estructuras económicas existentes y el proceso de apertura de las economías vinculado
con el logro de su inserción en el mercado mundial.
El objetivo del Mercosur es la libre circulación de bienes y servicios mediante la eliminación de
derechos aduaneros y otras barreras no arancelarias. Hasta el momento, el bloque es una unión
aduanera imperfecta, porque únicamente se liberalizó el comercio intrazona, aunque aún se
mantienen algunas excepciones, y se estableció un arancel externo común, aunque no para todos
los productos. Por ejemplo, el sector azucarero presenta altos aranceles intrazona y extrazona, y
los países mantienen numerosos productos exceptuados del arancel externo común (juguetes,
textiles y confecciones, bienes de capital, entre otros).
En términos económicos, el Mercosur es actualmente el cuarto bloque comercial del mundo, y
este posicionamiento ha contribuido a modificar el interés estratégico global por América del Sur.

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La Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR)
La Unión de Naciones Sudamericanas es un ambicioso proyecto de integración continental
económica, política y social iniciado en 2008, en la ciudad de Brasilia, donde se firmó el tratado
que le dio origen. Forman parte de la unión: la Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador,
Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela.
Entre sus objetivos, la UNASUR procura "construir una identidad y una ciudadanía
sudamericanas, y desarrollar un espacio regional integrado en el dominio político, económico,
social, cultural, del medio ambiente y de infraestructuras", de acuerdo con lo explicitado en el
tratado fundacional. Con el tiempo, tiene la pretensión de alcanzar un grado de integración
equivalente a la Unión Europea.
Desde el punto de vista de la política exterior, esta unión surge para asegurar una posición propia
de la región en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y en la Organización Mundial de
Comercio (OMC), entre otras, y para constituirse en un bloque regional con presencia mundial.
Este bloque regional también fortalece el proceso de integración regional del conjunto de los
países latinoamericanos durante los últimos años.
Otra cuestión que la UNASUR considera relevante es la posibilidad de avanzar en el desarrollo
sostenible y en el bienestar de los pueblos, y se ha fijado como meta contribuir a resolver los
problemas que afectan a la región, como la pobreza, la exclusión y la desigualdad social.

La Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI)


Fue creada en agosto de 1980, con la firma del Tratado de Montevideo. En esta primera
oportunidad, el acuerdo fue firmado por siete países: la Argentina, Brasil, Chile, México, Paraguay,
Perú y Uruguay, los cuales tienen por objetivo poder constituir la integración regional para
asegurar un desarrollo económico y social con equidad. Con posterioridad a estos países, se
incorporaron Colombia, Ecuador, Bolivia y Venezuela. En 1999, se sumó Cuba. Durante el 2009,
los países miembros aceptaron la incorporación de Panamá. La ALADI es el mayor bloque
regional de América Latina.
Entre sus objetivos, se plantea crear un área de preferencias económicas, y su objetivo final es
establecer un mercado común latinoamericano mediante tres mecanismos:
 Una preferencia arancelaria regional, que se aplica a productos originarios de los países
miembros frente a los aranceles vigentes para terceros países.
 Acuerdos de alcance regional, que deben contar con la aprobación de la totalidad de los
países miembros.
 Acuerdos de alcance parcial, que se concretan cuando dos o más países integrantes del
bloque concuerdan.

Otras propuestas de integración


En la década de 1990, los Estados Unidos propusieron la creación del Área de Libre Comercio de
las Américas (ALCA), que estaría compuesta por 34 países de América, excepto Cuba. Esta
propuesta, basada en la doctrina Monroe, pretendía defender los intereses comerciales de los
Estados Unidos en América latina, tratando de evitar el avance de las inversiones y las empresas
de otros países en la región. Esta propuesta fue cuestionada por varios países latinoamericanos y,
finalmente, rechazada en la IV Cumbre de las Américas realizada en la ciudad de Mar del Plata en
2005. En este contexto, surgieron propuestas alternativas basadas en el bolivarismo, como la
Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), que consiste en una propuesta de integración
regional para los países de América latina y el Caribe impulsada por el entonces presidente de
Venezuela, Hugo Chávez.

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