10-21-25-2. SEGUNDO Semana 27
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Actividad nº 1
V. J. M. J. Y Ch.
Sapo verde
Escuchá y observá cada imagen del cuento “El sapo verde” de Graciela Montes.
Se trabaja con imágenes para que recuerden el cuento, si desean pueden observar el video sin
volumen y renarrarlo. Además está la versión escrita, para que los niños lo puedan leer.
El que se llama,
estaba
Completá las frases con palabras que sirven para nombrar cosas y para
decir cómo son.
Actividad nº2
V. J. M. J. Y Ch.
¡Cuánto aprendo en 2º!
Humberto fue al Almacén de Bichos y compró 2 pinceles de pasto seco, ¿Cuánto pagó?
Resolver de las dos formas aprendidas, por descomposición y tradicional.
Pincel
$46
Observá y resolvé de la forma que te resulte más fácil. Cada color de pintura tiene un precio
diferente. Si llevó dos pomitos de cada uno ¿cuánto pagó por cada color?
amarillo $34
anaranjado $23
fucsia $49
Podés volver a escuchar el audio de la semana anterior “Una brisa de vida”, y así
recordá el soplido suave, leve y pequeño del Espíritu de Dios.
Para entender, leé en la página 78 El espíritu de Dios, imaginá cada uno de los
momentos que se nombran y de esa manera sentí muy cerquita esa suave brisa.
Decorá cada una de las palabras.
En el cuaderno escribí las palabras que el espíritu de Dios nos regala cada día.
CLASES VIRTUALES:
A partir de esta semana tendremos dos encuentros semanales, los horarios y links
se envían por WhatsApp. Como siempre, quédense en un lugar cómodo y preparen
cuadernos y cartucheras.
Sapo verde de Graciela Montes
Humberto estaba muy triste entre los yuyos y las flores del charco. Ni ganas de saltar
tenía. Y es que le habían contado que las mariposas del jazmín de enfrente andaban
diciendo que él era un sapo feúcho, feísimo y refeo.
-Feúcho puede ser – dijo, mirándose en el agua oscura-, pero tanto como refeo… Para
mí que exageran… Los ojos un poquito saltones, eso sí. La piel un poco gruesa, eso
también. Pero ¡qué sonrisa!
Y después de mirarse un rato le comentó a una mosca curiosa pero prudente que andaba
dándole vueltas sin acercarse demasiado:
-Lo que a mí me faltan son colores. ¿No te parece? Verde, verde, todo verde. Porque
pensándolo bien, si tuviese colores sería igualito, igualito a las mariposas.
La mosca, por las dudas, no hizo ningún comentario. Y Humberto se puso la boina y
salió corriendo a buscar colores al Almacén de los Bichos.
Timoteo, uno de los ratones más atentos del lugar, lo recibió, como siempre, con
muchas palabras:
-¿Qué lo trae por aquí, Humberto? ¿Anda buscando fosforitos para cantar de noche? A
propósito, tengo una boina a cuadros que le va a venir de perlas.
-Más que refeo. ¡Refeísimo! –dijo una de pintitas azules, tapándose los ojos con las
patas.
-¡Feón! ¡Feo! -Terminó otra, sacudiendo las antenas con las carcajadas.
-Además de sapo y feo, mal vestido- dijo una de negro y muy elegante.
-Lo único que falta es que quiera volar-se burló otra desde el aire.
¡Pobre Humberto! Y él que estaba tan contento con su corbatita fucsia.
Tanta vergüenza sintió que se tiró al charco para esconderse, y se quedó un rato largo en
el fondo, mirando cómo el agua le borraba los colores.
Cuando salió todo verde, como siempre, todavía estaban las mariposas riéndose como
locas.
-¡Sa-po verde! ¡Sa-po verde! La que no se le paraba en la cabeza le hacía cosquillas en
las patas.
Pero en eso pasó una calandria, una calandria lindísima, linda con ganas, tan
requetelinda que las mariposas se callaron para mirarla revolotear entre los yuyos.
Al ver el charco bajó para tomar un poco de agua y peinarse las plumas con el pico y lo
vio a Humberto en la orilla, verde, tristón y solo. Entonces dijo en voz bien alta:
-¡Qué sapo tan buen mozo! ¡Y qué bien le sienta el verde!
Humberto le dio las gracias con su sonrisa gigante de sapo y las mariposas del jazmín
perdieron los colores de pura vergüenza, y así anduvieron, caiduchas y transparentes
todo el verano.