Pasión y Muerte de Los Marquiegui (2024)

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JOSÉ LUIS MELANO

Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

PASIÓN
y
Muerte
de

Los
Marquiegui

Una Familia maldecida y olvidada


1ª PREMIO CERTÁMEN PROVINCIAL DE ENSAYO HISTÓRICO 2010
MUNICIPALIDAD DE SAN SALVADOR DE JUJUY
Jurado: Dr. en Historia Daniel Jorge Santamaria, Lic. en Historia Marcelo Augusto Lagos y Prof. Silvia Rey Campero

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JOSÉ LUIS MELANO
Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

A mis hijas

AYLEN y JULIETA

Generadoras de mis PASIONES


Límites de mis LOCURAS
Salvaguardas de mi MUERTE
Antídotos para aquellas MALDICIONES
Memoria para no ser OLVIDADO

ISBN 978-987-9424-09-4
Prohibida la reproducción total o parcial sin la debida autorización del autor
E-mail del autor para autorizaciones: [email protected]

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JOSÉ LUIS MELANO
Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

NOTA A LA PRESENTE REEDICIÓN


Porque tuve el preciado contacto con la historia local y fui testigo de las infinitas dificultades
que enfrentaron mis colegas y amigos -ya fallecidos- el Dr. Jobino Pedro Sierra e Iglesias y Pablo
W. Balduín para poder publicar el fruto de años de incansable trabajo, es que me emocioné hasta
las lágrimas cuando recibí la noticia que había obtenido el primer premio en el Certamen de
Ensayo Histórico de la Municipalidad de San Salvador de Jujuy. Sorpresivamente tenía la certeza
de publicar doscientos ejemplares de mi ensayo histórico, y que salga a la luz la existencia de los
Marquiegui, una increíble familia que habitó mi tierra jujeña, que la “historia de los que ganan‖
ignoró y hasta hizo despiadadamente desaparecer.
Mi eterno agradecimiento a los que me acompañaron durante los más de veinticinco años en
los cuales investigué porfiadamente lo que parecía sólo una leyenda: a la familia Rafael, que
habitaba la casa de San Lucas y siempre recibieron con amabilidad mis inesperadas visitas, a los
que compartieron un profundo interés por mis investigaciones: Oscar Marquiegui
Lázzari (Foto) que logró obtener de España el único retrato que existe de Pepita
Marquiegui y el General Olañeta (el de la tapa de este libro y que hoy circula en las
redes) y al abogado Maximiliano “Maxo” Vega Marquiegui, nacido en Sucre (Bolivia)
con quien tuve el placer de encontrarme en Tumusla, en abril de 2023, para
conocer la tumba del General Pedro Olañeta Marquiegui (Imagen a la par de la Tumba de Olañeta) y,
durante dos días, compartimos largas charlas estableciendo una
sorprendente amistad y demostró el suficiente interés y, como yo, ―cierto
espíritu torturado por la injusticia histórica lo que me decidió a cederle los
derechos de publicación en Bolivia, para que este libro, y la investigación, no
se desvanecerán en el olvido.
Y al jurado que en 2010 valoraron este Ensayo, otorgándome el primer
premio, en especial a quienes se hicieron presentes en el Acto de entrega
del premio, el Dr. en Historia Daniel Santamaría y el Intendente “Chuli”
Jorge, quien me dijo ―vine a conocer al brillante autor del libro que me hizo
disfrutar una historia de mi Jujuy que ignoraba‖ (Imágenes
tomadas en el Centro Cultural Tizón)
Espero que a partir de este libro otros investigadores
saquen a la luz más datos sobre aquellos Marquiegui,
intempestivamente condenados a la desmemoria, porque
lo meritorio de esta injusticia, si es que existe, es la
incipiente posibilidad de descubrir y recrear más datos
sobre sus increíbles y fascinantes vidas.
Para encontremos un retrato de la mujer más bella y cautivante del siglo, para que se
reconozca el vil asesinato del General más calumniado, y para que los protagonistas de esta
historia, encuentren la merecida paz eterna.
Y para que el Coronel manco, uno de los más valientes que habitó nuestra tierra, cuya fecha
de defunción aún se desconoce, siga teniendo quien le escriba…

Tapa y Contratapa de la 1° Edición 2010 Presentación y disertación en la Feria Internacional del Libro de
Buenos Aires 2012

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JOSÉ LUIS MELANO
Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

INTRODUCCIÓN
UNA HISTORIA PERSONAL
El escritor oficial de los textos escolares de historia Argentina, José Cosmelli Ibáñez,
conserva la curiosa distinción de haberme provocado un profundo desinterés en todo lo
relacionado con próceres, batallas, y cualquier otro tema que tenga “olor a viejo”. Debí llegar casi
a la adultez para descubrir las fascinantes anécdotas que tiene nuestra historia, más aun aquella
guerra por la independencia de España que tuvo como principal actor al Jujuy que habito.
No es lo mismo recorrer rutinariamente una ruta provincial para trasladarnos a algún sitio de
esparcimiento o trabajo, que hacerlo sabiendo que esos caminos, esos paisajes, fueron
recorridos y avistados más de doscientos años atrás por un Coronel realista mutilado, por la más
bella y cautivante de las damas que habitó estas tierras, o por un enigmático General que dio a
los habitantes de mi región el excepcional honor de tener un Virrey de España.
Es por esto que me dispuse a escribir este ensayo con algunas libertades retóricas en busca
del interés y el entusiasmo de los lectores simples, como el que yo era de niño. Después de todo,
de que les sirve a los historiadores, pasar años buscando y estudiando gastados pergaminos y
cenicientos libros, para escribir lo que no leerá ni el más apasionado de sus hijos.
Vivamos los hechos de nuestro pasado desde la historia cultural, apreciémoslos ubicándonos
en aquellos tiempos donde la supervivencia del hombre dependía de sí mismo y no de la
comodidad que hoy nos ofrece la tecnología.
Imaginémonos protagonistas de aquella guerra, recorriendo las heladas alturas de la
Quebrada y Puna, abandonando cualquier actividad cuando caía la noche y debíase buscar un
sitio para resguardarse, por lo general impedidos de hacer fuego para cocinar y calentarse por
temor a ser descubiertos por el enemigo. La mayoría de estos hombres no contaban ni siquiera
con lo indispensable para un adecuado reposo, no tenían carpas para cubrirse, salvo los oficiales
superiores, y solo a veces (1)
Espero disfruten los hechos acaecidos en la vida de esta familia jujeña, como yo continúo
haciéndolo, a medida que mis investigaciones me sorprenden con ignorados e intrigantes datos.
DE PRONTO “MAMBRÚ SE FUE A LA GUERRA, QUE DOLOR QUE DOLOR…”

La lucha por la Independencia de España siempre se nos presentó como un abierto


enfrentamiento entre españoles y americanos, sin embargo, fue en un principio una guerra civil
entre hermanos, decididos a combatir por la causa en la cual cierta eventualidad los ubicó en uno
u otro lado. Las motivaciones de los denominados realistas no tenían nada que ver con las de
España, y el combatir en el bando contrario, puede ser entendido de ópticas diferentes,
mereciendo un profundo estudio de la convicción moral y la justicia de la empresa abrazada.
Los criollos y españoles se encontraban en ambos bandos y, muy pocos, fueron los nacidos
en España que se inclinaron, por razones de sangre, al sector realista. Todos se involucraron
apasionadamente en la contienda, y coincidieron en el asombroso desprecio que tuvieron por sus
vidas y solo la necesidad de diferenciarlos unos con otros, nos obliga a distinguirlos entre
patriotas, por un lado, y realistas por el otro.
Cuando la guerra estalló numerosos hogares sufrieron crueles desgarramientos
generacionales, divisiones profundas y luchas entre parientes y comprovincianos, hermanos
contra hermanos. Recién en setiembre de 1816 llegaron a Jujuy, desde España los Batallones de
Gerona y Extremadura, y los Regimientos de Caballería Húsares de Fernando VII y Dragones de
la Unión, tropas que habían combatido contra los franceses, y no fueron muy numerosos.
El inmenso teatro de la guerra precisa argumentos, actores y espectadores, y la soberbia de
sus protagonistas, de sobrevivirla, no les permitirá admitir la realidad, esa en la cual descubrirán
que solo fueron títeres, hábilmente manejados por las ambiciones de unos pocos poderosos,
que, en el anonimato y cómodamente sentados en sus tronos, las planifican y hacen realidad.
La explicación tal vez es sociológica en cuanto mientras vivamos seamos cándidos testigos
de obras similares, con nuevos actores que, convencidos de representar un gran drama humano,
participarán y reaccionarán con increíble y cruel intensidad.
(1) Léase detalles en ―OTROS EXQUISITOS ESCRITOS TESTIMONIALES DE LA ÉPOCA‖ en el CAPÍTULO 6 páginas 44 y 45 de este libro

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En estos días, nos encontramos inmersos en un mundo de adelantos comunicacionales que


nos permiten descubrir el “encanto” de lo mediático, y su gran poder manipulador de la
información. Es imprescindible apreciar cuán fácil es convencer que lo bueno en realidad es malo
y viceversa. Sólo la pluralidad de opiniones y la posibilidad de hacerlas conocer al público
masivo, podrá hacernos sentir que vivimos en un mundo que nos permite elegir sin el riesgo de
considerarnos subversivos de la historia.
Un historiador es un Juez del pasado y debe juzgar con imparcialidad a las personas
involucradas, analizando los motivos y circunstancias que las llevaron a actuar de una u otra
forma, y no condenarlos para el beneplácito del poder de turno. Pero son muy pocos los que
presentan los hechos de la Revolución independentista, sin un carácter tendencioso. Por lo
general, tergiversan deliberadamente aspectos que consideran controversiales o los encubren
para que no salgan a la luz.
Permítanme ustedes lectores y a partir de ahora jueces de este trabajo, colocar a ciertos
personajes maldecidos y olvidados de la historia sudamericana, en el lugar que se merecen.

Frente de la casa rural construida por Ventura Marquiegui a finales del siglo 18 en San Lucas, Dpto San Pedro de Jujuy
(Fotos tomadas en 2009)

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CAPÍTULO 1
EL AZAR Y LOS ESPANTOS ME LLEVAN A LA CASA RURAL DE LOS MARQUIEGUI
A finales de los 90 y con la intención de realizar uno de mis habituales cortometrajes
documentales “excéntricos” para un programa que conducía en la TV de San
Pedro de Jujuy, visité una antigua casona rural muy cercana a la ciudad, “la
Sala de San Lucas” donde no fueron pocos los que me hablaron de las “cosas
sobrenaturales” que allí sucedían.
Precisaba entrevistar a sus habitantes, que me cuenten sus experiencias y
solicitarles autorización para ir a filmar en el horario que se les manifestaban
los “espíritus”.
La casa se ubica detrás de una peña colorada (Imagen) en la zona rural de San Lucas, en el
departamento San Pedro, a seis kilómetros de San Pedro de Jujuy y sesenta de San Salvador.
(Imágenes tomadas en 2009)

Me recibió aquella primera vez, con lógica desconfianza, Carmen Quiróz, la mujer de la casa .
Cuando parecía que mi visita iba a ser infructuosa, un ―¡Hola Profe Melano!‖ se escuchó desde
las sombras de la galería. El cordial saludo provenía de una de sus dos hijas, quien había
concurrido a una Escuela Secundaria donde me tuvo de profesor. Tal eventualidad hizo que
Carmen recapacite y me invitara a entrar.
.- Disculpe, Profesor, pero por esa leyenda de la carreta cargada de oro que enterraron los
jesuitas, viene gente desconocida y se meten sin permiso, ni a los perros les tienen miedo. Pase,
pase, profesor, justo estaba tomando unos matecitos.
A partir de allí, entre sabrosos mates y molestos jejenes, en una conversación fluida y muy
reveladora, me interioricé sobre aquellos sucesos sobrenaturales que sucedían en la casa.
Me cuenta sobre los extraños ruidos que son habituales, las puertas que se abren y cierran
en noches sin viento, las camas que se cubren de tierra como si alguien
las hubiese pisado, los olores que indican una presencia.
.- Muchas veces sueño con una mujer hermosa, rubia, toda vestida
de blanco, en una fiesta bailando esos valses viejos. A veces la veo
siendo niña, siempre con sus largos cabellos sueltos‖
Carmen habla sin titubeos, haciendo nacer en mí la curiosidad
innata sobre lo sobrenatural. Le pregunto si esas cosas no la hacían
asustar.
.- Al principio sí, pero a la larga una se acostumbra, Profesor, aunque a una de mis hijas,
cuando era chiquita, alguien le apareció cuando jugaba arriba de un tractor. Del susto, estuvo
varios años tartamudeando y no quería acercarse por ese lugar.- confiesa señalando una
arboleda alejada bajo la cual estaba aquel tractor.
Tal vez a causa de todos esos extraños sucesos, buscando su tranquilidad y la de su familia
Carmen se había volcado con pasión a tareas de catequesis en la
Capilla que se encuentra en el cercano loteo de San Lucas.
Casi a la oración aparece su esposo, Juan Rafael, español de
nacimiento, encargado de esa parte de la finca, actualmente propiedad
de la familia Torino. Me saluda con cortesía y al conocer el motivo de mi
visita, comenta risueño
.- Yo nunca sentí nada, pero mire si les voy a discutir.
Don Rafael me invita a conocer las partes más arruinadas un baño y un cuarto abandonado,
los techos del fondo que se están viniendo abajo. La situación le preocupa por la seguridad de su
familia. Es muy arriesgado vivir en esas condiciones. Por más de doscientos años albergó
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diferentes habitantes, y aún permanece erguida, encaprichada a sobrevivir y a seguir creando


historias.
Confieso que no creo en espantos, pero con el respeto esta amable familia se merece, le
prometo a Carmen averiguar todo lo que esté a mi alcance sobre esa casa, quien la construyó y
quienes la habitaron.
―Antes era de Don Ortiz…‖ - intenta ayudarme - ―Por ese entonces creo que el encargado era
Don Taché, pariente del doctor‖ y me da el dato que necesito.
Días más tarde me encuentro con el Dr. Juan Carlos y su hermana Mimí, quienes me
cuentan que quien construyó la casa en tiempos de la Colonia, fue Ventura Marquiegui, el primer
dueño de la finca San Lucas.
Así fue como me vi sumergido en los laberintos de Google, investigando obsesivamente
sobre los Marquiegui, y los pocos datos que obtuve los volqué en un texto que apenas pude,
imprimí y se lo acerqué a Doña Carmen.
La bella rubia había existido, se llamaba Josefa Raimunda Marquiegui, “Pepita” de
sobrenombre, y deduzco que el baile de sus sueños, habría sido la fiesta de matrimonio con su
primo hermano, Pedro Antonio Olañeta Marquiegui, realizada a pedido de su padre, Ventura en
esa casa de San Lucas y no en la vivienda familiar de de San Salvador, para minimizar la
asistencia de invitados, al estar acuciado por problemas económicos.
Sin duda la niña era Josefa en su infancia, cuando toda la familia, durante los tiempos de la
cosecha de caña de azúcar, se trasladaba a la hacienda de su padre.
En varias oportunidades regresé a la finca, llevando amigos y turistas curiosos por conocer la
afamada casona, y siempre fuimos recibidos con la cordialidad de la familia Rafael.
En una de ellas, cuando cierta confianza ya existía entre nosotros, Carmen se atrevió a
contarme algo que le había sucedido luego de mi primera visita.
.- Cuando me despedí de usted Don Melano, me fui a dar catecismo a la parroquia, y a la
nochecita, cuando regresaba, ya desde la subida escuchábamos gritos, los espíritus de la casa
estaban furiosos, y cuando estuvimos cerca, unas piedras volaron sobre nuestras cabezas. Le
dije a mis hijas que se arrodillen conmigo y rezamos pidiendo que todo termine. Seguro que no
les gustó su presencia y que le contáramos esas cosas.
Preocupado pedí disculpas y Carmen me tranquilizó reconociendo que desde que le había
llevado esas hojas con datos sobre los que vivieron en la casa, se producían menos cosas raras.
.- Recé por la paz de sus almas, invocando sus nombres, y pedí dejen tranquila a mi familia.
Los que creen y estudian esos sucesos, dicen que son espíritus errantes que buscan contar
sus desgracias. Al parecer, con mi apasionada investigación, ayudé a darles algo de descanso a
aquellas “almas en pena” y por consiguiente, a la familia Rafael.
El que nunca consiguió descansar fui yo, ya que continué obsecuente investigando sobre la
familia Marquiegui, y sus espíritus siguen exigiéndome sacar a la luz, todas sus tragedias.
Una extraña necesidad espiritual me imp1ulsa a penetrar en la historia de esta tierra donde
nací, sumada a la mágica curiosidad que nos lleva a leer viejos documentos, polvorientos libros,
y cuanto artículo digital aparezca en la Internet.
Descubrirán en este libro, a una familia, los Marquiegui, que sufrieron como ninguna otra, los
hostiles embates de la guerra, perdiendo casi toda su fortuna, y terminando sus días exiliados en
la hoy república de Bolivia, y uno de ellos, asesinado en la que ciertos historiadores llamaron
“Batalla de Tumusla”, la última que se libró por la Independencia de España. Y aun hoy algunos
de sus descendientes siguen siendo víctimas, maldecidos por esos cronistas que, como dice una
conocida canción, escriben la historia desde y para los que ganan.
Conociendo sus vidas y sus acciones, el lugar y la época que les tocó vivir, intentaré
juzgarlos en busca de una sentencia más equitativa, apreciando los motivos que los llevaron a
adherirse a la causa del Rey. Intentaré ofrecer al lector, el verdadero panorama de los
acontecimientos que fraguaron la existencia de esta familia de San Salvador de Jujuy,
descendientes de un viejo tronco vasco, propietaria de gran cantidad de tierras en nuestra zona
subtropical, y su decisiva influencia en la independencia de América del Sur.

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LOS PRIMEROS MARQUIEGUI EN AMÉRICA


Los primeros Marquiegui que emigran a América en la década de 1760 son Agustín y su
esposa Ana María de Sestea, como tantas familias vascas a causa del tratado de Utrecht de
1714, que prohíbe de la pesca en la costa Vasca Labortana, lo cual hace que la zona se
despueble. Vivían en la Villa de Argueta, Guipúzcoa, España (imagen actual del frente de la casa en vía
Uvera Sauz. 19, Bergara)
Hay documentación que prueba que en 1770 uno de sus hijos, Pedro
Francisco se matricula en el Consulado de Cádiz y dos años después viene
a Buenos Aires acompañado por sus hermanos Martín y Juan. Pedro se
encargaba del comercio de importación de productos europeos, comprando
en España y proveyendo a sus propios familiares y a comerciantes de
América que se ocupaban de su distribución por el interior de las distintas
regiones, desde Jujuy, Tupiza y La Plata (hoy Sucre, Bolivia). Pedro Francisco, nacido el 23 de
febrero de 1734, muere en 1799 a los 65 años, nombrando como herederos a sus hermanos
Martín (1), Ventura, Marina y Úrsula Marquiegui. Ventura se establece en Jujuy y sus hermanos
en La Plata (2) y en Salta, tal es el caso de Januaria Marquiegui (3) y Miguel y Simón de Olañeta
Marquiegui (4). Miguel (hijo de Ángel Alejo de Olañeta y Máxima Marquiegui Sestea) fue dueño
de la hacienda Visanchi, Regidor del Cabildo y Alcalde de segundo voto en La Plata. Fue uno de
los dos que votaron en contra de la presidencia vitalicia de Sucre de la recién nacida república de
Bolivia. Murió en La Plata en 1832 a los 70 años. Era hermano del futuro General Pedro Antonio
y padre de Casimiro, a quienes conoceremos profundamente en este ensayo.
Resulta interesante observar el grado de parentesco que unían a casi todas las familias
jujeñas en los siglos 17 y 18. El suegro de Marquiegui, Domingo Martínez de Iriarte y Córdoba,
natural de Jujuy, contrajo enlace primero con Manuela de Goyechea Argañaraz, emparentada
con el fundador de Jujuy Francisco de Argeñaras y Murguía, madre de la primera esposa de
Ventura, y luego con Florencia de la Cámara Elizondo, madre de la segunda esposa de Ventura,
María del Carmen Felipa. La familia Goyechea llegó a convertirse en los amos de la vida
ciudadana de Jujuy, y se los llegó a denominar “los infinitos” porque “siempre había uno de ellos
en el asunto que se tratase‖.
El éxito de Ventura fue realmente significativo. En 1773, establecido en Jujuy como
mercader tratante, llegó a ser un importante comerciante de efectos de Castilla, actividad
que lo insertó en una red comercial que excedía el ámbito regional. Parte de esta red estaba
conformada por sus hermanos Pedro, Martín y Juan (este último murió joven en 1776)
Su progreso económico le permitió a Ventura la compra de tierras; como la Hacienda de San
Lucas y la Estancia de Santa Rosa, en las cuales tenía ganado e invernada de mulas y
producción de azúcar, compitiendo con las haciendas vecinas de Carlos Sevilla, Martín de Otero
y Gregorio Zegada.
UNA FAMILIA PODEROSA ANTES DE LA GUERRA
Los invito a conocer a cuatro miembros de la Familia Marquiegui que
residieron, en determinados períodos de su existencia, en San Salvador de
Jujuy y aquella vivienda rural en San Lucas, en el departamento San Pedro.
La casa que los Marquiegui tenían en San Salvador se ubicaba en la
actual calle San Martín casi Sarmiento, frente a la plaza principal, donde
hoy se encuentra la Casa de Gobierno (Imagen)
Se cuenta que esta casa fue derribada a cañonazos, por los realistas durante la gran entrada
del ejército de La Serna, que permaneció en Jujuy, desde enero hasta Julio de ese año. Opino
que es una de las tantas en 1817, lp que considero falso y tendencioso, ya que en todas las
invasiones venían entre sus filas Guillermo, su hermano y el Brigadier Olañeta, a quienes no
imagino ordenando el cañoneo de sus extrañadas propiedades.
(1) Martin llegó a ser Regidor del Cabildo de La Plata y murió soltero y sin hijos, por lo que lo heredaron sus hermanos y el sobrino Pedro
Francisco Olañeta entre otras cosas una casa en la Calle Carnicería de La Plata (hoy calle España)
(2) Existen numerosas cartas de poder en nombre de Pedro y Juan Marquiegui como residentes en esa ciudad En diciembre de 1779 Ignacio
Gorriti en Salta otorga un poder en 3° lugar a Pedro Marquiegui, residente en La Plata (Archivo de Salta. Prot.Not. Carp.13 y 14 Año 1775 y 1776)
(3). Miguel Bárcena solicita al Obispado de Salta, dispensas para contraer matrimonio por consanguinidad, con su sobrina Januaria Marquiegui
(4) Los tres son testigos en el pedimento de matrimonio de Patricio Sagardia y Maria del Rosario de la Barcena, solicitado en ese año en La Plata

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Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

Curiosamente, una de las actuales calles lindantes lleva el nombre José Ignacio de Gorriti,
jefe de los patriotas que derrotaron a Guillermo Marquiegui en León, y la de atrás (por donde
entraban los carruajes) se denomina Independencia.
Conozcamos algo de la biografía de Ventura Marquiegui y Sostoa, el patriarca vasco que
construyó en el siglo 18 la casa rural de San Lucas; a su hijo mayor, el Coronel Guillermo
Marquiegui que terminó sus días con sus dos brazos inutilizados; a su hija menor, Josefa
Raimunda Marquiegui “Pepita”, una de las mujeres más bellas del siglo; y al Brigadier General
Pedro Antonio Olañeta Marquiegui, último Virrey del Rio de la Plata, nombrado post mortem el
17 de julio de 1825 por el Rey Fernando VII cuyo asesinato ocasionó la separación del Alto Perú
de las Provincias Unidas del Río de la Plata y la creación de Bolivia.
Ventura de Marquiegui y Sostoa nace en Elgueta, Guipúzcoa, España en 1747. Emigra a
América con sus padres en 1760, cuando tenía trece años. Se sabe con certeza que en 1772 se
encontraba en la ciudad de Buenos Aires, y un año después residía en San Salvador de Jujuy
Se casa en primeras nupcias el 22 de octubre de 1775 con María Gregoria de Iriarte
Goyechea, de 16 años, hija de Domingo de Iriarte y Manuela de Goyechea Argeñaras, con quien
tiene un hijo, Juan Guillermo Marquiegui. Gregoria fallece en septiembre de ese año y Ventura
contrae nuevo matrimonio con María Felipa de Iriarte y Goyechea, media hermana de la difunta,
(Nace 23/08/1761 en Jujuy, muere 14/06/1823 en Tupiza, Bolivia) Con ella tiene doce hijos, de
los cuales solo cuatro sobreviven: Juan Casimiro (Nace 06/03/1785, muere 1830, tuvo tres hijos;
Paulino, Lucas y Dámaso), Felipe Bartolomé (27/04/1789, muere el 5 de abril de 1845) María
Ignacia (02/05/1791, muere en fecha desconocida) y Josefa Raimunda “Pepita” (1782)
Era propietario de vastas extensiones de tierras en el subtrópico jujeño, con fincas en San
Lucas, Chaguaral, Cabeza de Toba y Lavayén (departamentos San Pedro y Santa Bárbara) y
casas, terrenos y molino de trigo en Uquía, departamento de Humahuaca, Jujuy.
En San Lucas, su establecimiento rural más importante, tenía molino de granos y
plantaciones de caña de azúcar, con la que elaboraba azúcar negra en tabletas. Contaba en esta
hacienda con su propia Capilla asistida por un Párroco.
En 1808 jura como Alcalde de primer voto del Cabildo de Jujuy (1)
En 1817 luego de la “invasión grande” emigra con la familia que aún permanecía en Jujuy a
Tupiza, donde dicta testamento y fallece en 1823 con casi 75 años.
Juan Guillermo Marquiegui nace en San Salvador de Jujuy el 10 de enero de 1777. A los
13 años es promovido a Teniente en el Regimiento de Milicias Disciplinadas de Salta.
Después de la Revolución de Mayo adhiere a la causa patriota y ocupa en el Cabildo jujeño
el cargo de Regidor Alférez Real, desde junio de 1811 hasta enero de 1812. Era primo el General
Güemes y gauchos los dos, aunque la historia los coloca como “furiosos enemigos”
Luego del éxodo jujeño, se incorpora a las fuerzas realistas y es ascendido a Capitán el 21
de setiembre de 1812 y a Coronel el 18 de febrero de 1817. A lo largo de su vida militar obtuvo
tres Escudos de valor y sueldo vitalicio de Comandante de Escuadrón y Medalla de Honor.
Pierde su brazo derecho en Sipe Sipe o Viluma en 1815, a raíz de una herida de sable (2) y su
brazo izquierdo en León en 1821, por una herida de bala. Se cuenta que luego de perder su
primer brazo, al combatir, tomaba las riendas con la boca y sacaba el sable con el brazo
izquierdo sano. Aún con sus dos miembros inútiles seguirá combatiendo hasta 1824, cuando es
arrestado por el General realista Gerónimo Valdés y enviado preso al Cuzco, quedando en
libertad tras la capitulación de Ayacucho. Regresa a su finca en San Lucas en 1825 y no vuelve a
ejercer como militar, permaneciendo allí casi todo el tiempo restante de su vida.
En 1831 fue nombrado presidente de una comisión que determinaría los límites entre Jujuy y
Salta, en la región de Orán y el Chaco. Se sabe que estuvo casado desde 1803 y tuvo un hijo:
Alejo Ignacio, quien llegó a ser cura de Cochinoca, Canónigo de la Catedral de Salta, y a partir
del 16 de setiembre de 1856, Vicario Capitular y Gobernador Provisorio de la diócesis de Salta.
Se creé que Guillermo falleció en Jujuy en 1840.

(1) M.Moreno, escritos T1 Pág 242: ―En este día cuadró casualmente la recepción y juramento del Alcalde de primer voto Dn. Ventura Marquiegui‖
(2) Carta de Pezuela al Virrey del Perú liego de Sipe Sipe: ―El escuadrón de Marquiegui cumplió con igual bizarría, desembarazándose de la
caballería que lo rodeó, y Marquiegui, después de haber muerto a varios con su sable, ha quedado gravemente herido‖

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Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

Josefa Raimunda Marquiegui nace el 5 de Marzo de 1797 en San Salvador de Jujuy. El 11


de noviembre de 1810, con 13 años, contrae enlace con su primo Pedro Antonio
de Olañeta Marquiegui con la dispensa del Obispo Videla del Pino, ya que eran
parientes en tercer grado. Su padre solicita licencia eclesiástica para que la
boda se celebre en la hacienda de San Lucas, debido a que no cuenta con los
medios para sobrellevar las cargas sociales que, por la cantidad de parientes,
debía realizar si casa a su hija en la ciudad (1). En las filas realistas cumplía
igual papel que Magdalena “Macacha” Güemes en el bando patriota.
Joseph Andrews en su libro “a Potosí y Arica‖ dice que la conoció en Salta en el mes de
setiembre de 1825, escribiendo: ―Jamás olvidaré mi despedida de la Sra. Viuda de Olañeta. Esta
dama era mujer de 30 años más o menos con facciones que dirían bellas más bien que
hermosas, esbelta de formas y de modales graciosamente cautivadores… …Realzaba estas
cualidades, una expresión de tristeza en su rostro, que armonizaba con el luto de su vestido...
…su natural dulzura y bondad de corazón dejábanse ver en todo. La comparé con una linda flor
trasplantada de la luz a la sombra... …Dotada de gran valor, no llegaba este a eclipsar lo
femenino de sus gracias y prendas que la hacen tan distinguida. Su exquisita educación y la
afabilidad de sus cautivadoras maneras, envueltas en suave tristeza, cautivan al momento el
espíritu del que por primera vez la trata, dejando profunda huella‖
Bernardo Frías en su ―Historia del General Martín Miguel de Güemes y de la Provincia de
Salta‖ se refiere a ella como ―…una de las mujeres más hermosas del siglo. Era su figura alta y
esbelta, distinguiéndose en toda ella la corrección, la gracia y la delicadeza, así en las formas de
su cuerpo, como en las facciones de su rostro hermosísimo, una beldad de nariz larga y perfecta,
rubia de cabellos, blanca de cutis, y los ojos grandes y azules como el cielo…‖
Tomás de Iriarte en sus memorias escribe: "Durante mi permanencia en Suipacha pasó por
allí el Brigadier Olañeta, Jefe de la vanguardia, con su esposa doña Pepa Marquiegui, natural de
Jujuy. Era esta una de las mujeres más hermosas que he conocido, y su traje marcial la hacía
aún más bella. Vestía un rico batón de grana guarnecido
con el bordado de Brigadier"
En la primera edición de este libro desconocía el lugar
y la fecha de su fallecimiento, pero en setiembre de 2023
descubrí su Acta de Defunción (imagen) insertada
erróneamente en Family Search en la genealogía de
Lorenzo Eguren, su segundo esposo. Muere en La Paz,
Bolivia, el 4 de abril de 1865, a los 68 años (2)
Pedro Antonio Olañeta Marquiegui nace en la Villa de Elgueta, Guipúzcoa, España en
1774. Tenía por padres a Pedro Joaquín de Olañeta Obiaga y a Úrsula
Marquiegui Sostoa (hermana de Ventura) Tuvo dos hermanos Pedro Francisco y
Gaspar Antonio. En 1789 emigra desde Cádiz a América junto con su tío Pedro
en el buque Nuestra Señora Santa María Magdalena hacia Montevideo y Buenos
Aires y finalmente por tierra hacia La Plata (hoy Sucre)
Establecido en Salta adquiere una gran fortuna con sus actividades agrícola
ganaderas y el comercio de negros, de géneros y de pastas metálicas entre esa
ciudad, el Alto Perú y Lima, negocio relacionado con el contrabando de Buenos Aires. Entre sus
propiedades estaban unas minas en Choroma, Tupiza, que pasaron a manos de los Montellano y
luego fueron vendidas a Dámaso de Uriburu. El 11 de noviembre de 1810, contrae enlace con su
prima hermana Josefa Marquiegui (imagen) (3)
(1)Solicitud de Ventura Marquiegui a la vicaria foránea de Jujuy, San Lucas, 1810. Archivo del Obispado de Jujuy, caja 11, legajo 54.
(2) Traducción del original: ―)En el año del Señor de mil ochocientos sesenta y cinco a cuatro de Abril Murió en su casa y en la comunión de N.S.M.Iglesia, Doña
Josefa Marquiegui de sesenta y ocho años, de muerte súbita. Casada con Don Lorenzo Eguren, y su cadáver fue sepultado en el Panteón de esta ciudad por el
capellán de que el certifico, Yo el cura Interino de esta Iglesia Catedral de N.S.de La Paz y para que conste lo firmé. Marcelino Ortiz‖
(3) Del Archivo Parroquial de la Catedral de Jujuy. Libro de Matrimonios N 91, folio 5: ―En el año del Señor de mil ochocientos diez a once de noviembre habiéndose
dispensado las tres proclamas, y el parentesco de consanguinidad en tercer grado por el Ilmo. Señor Obispo de esta diócesis Dr. D. Nicolás Videla del Pino en su
superior auto de primero de noviembre Yo el Dr. D. José Torquato de Otero Cura Rector Procurador de esta ciudad de Jujuy casé y uní solemnemente en matrimonio
por palabra de presente habiendo ante ellos expresado su mutuo consentimiento a don Pedro Antonio de Olañeta hijo de Don Pedro Joaquín de Olañeta, y de Doña
Ursula Marquiegui vecinos de la Villa deElgueta en el Señoría de Vizcaya, y a doña Josefa Marquiegui hija de Dn. Bentura Marquiegui, y. de Dña. María Felipa Iriarte
vecinos de este Curato: Asistieron al matrimonio como Testigos Dn. José Patricio Sagardia, con Dña. Carmen Iriarte vecinos de ésta, y después los bendije según el
Rito de nuestra Santa Madre Iglesia al tiempo de la celebrción de la misa, y para que conste lo firmo. Dr. José Torquato de Otero

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En 1811 es elegido Regidor Defensor de Menores y Pobres del Cabildo, pero el Triunvirato
de Buenos Aires rechaza su nombramiento, motivo por el cual él y toda la familia se incorporan
en agosto de 1812, luego del Éxodo jujeño, al Ejército de Pío Tristán, llevando con él a todos sus
empleados, dependientes y peonadas.
Tomás de Iriarte en sus Memorias se refiere a él despectivamente:
"A la verdad así Dios me lo perdone, pero aquella señora no podía estar muy conforme con
la extraña figura de su estíptico marido era un mico viejo, sucio y asqueroso, el cual abrazó con
calor la causa del Rey, y ascendió hasta la clase de Brigadier. Cuando yo le conocí era ya un
hombre acaudalado, pero sus deudas estaban impagas. En la vanguardia todos los vivanderos
eran sus dependientes, y así hizo gran negocio, pues él sabía muy anticipadamente, por su
posición en el ejército, cuando, cómo y qué clase de efectos había que acopiar. Olañeta era un
hombre muy común pero tenía su gramática parda. Murió peleando por la causa que había
abrazado con fanatismo, y a buen tiempo, porque la bala que lo hirió, creo que fue la última bala
que se disparó en la guerra de la Independencia".
El segundo testimonio descalificativo fue escrito
en noviembre de 1811, por un desconocido testigo
de la boda de Pedro Antonio y su prima Josefa:
―…de figura simiesca, esmirriado, de narices
achatadas, labios finos en la curvada boca grande,
ojillos movedizos y punzantes, frente angosta, pelo
hirsuto y renegrido y las orejas asomando grandotas
y carnudas. Feo sin atenuante, de cuerpo y rostro,
de corazón de roca, músculos y tendones de acero,
sangre ardorosa para un solo amor y muchos odios,
e inflexible como una espada…‖
Fallece en Tumusla, Cotagaita, al sur de Potosí, el 2 de Abril de 1825, asesinado por uno de
sus propios soldados “en un confuso episodio” al cual me referiré detalladamente en este libro.

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CAPÍTULO 2
LA ECONOMÍA DE JUJUY ANTES DE LA GUERRA
―Jujuy en 1773 tenía 4500 habitantes y era el centro estratégico de las comunicaciones y el
comercio entre el norte argentino y el Alto Perú. El principal comercio era la cría de ganado que
se vendía a Yavi y Mojo para las provincias de Chichas y el Alto Perú, donde se transformaban
en carne, sebo para los trabajadores, y lubricante para las máquinas de Potosí. También servía
de verde potrero de engorde del ganado flaco y de punto de descarga de las mercaderías que se
dirigían al Norte las que, a partir de allí, sólo podían continuar el viaje a lomo de mula. Así la
ciudad de Jujuy era un verdadero depósito de mercaderías para los posteriores viajes al norte‖ (1)
―A principios del siglo 19 la sociedad jujeña presentaba la siguiente realidad: tenía 12000
habitantes, un 60 por ciento indios, 30% negros, mulatos y zambos esclavos y libres y solo un
10% de blancos españoles y criollos, no pasando de 50 las familias de lustre y patriciado,
quienes ocupaban los cargos importantes del gobierno y monopolizaban el comercio y las
industrias existentes, estando muy por encima de las otras dos clases inferiores Las rentas
obtenidas de las arcas jujeñas, abonaban los sueldos de los gobernadores y las fortunas de
algunas prominentes familias industriales capitalistas, como las de Ignacio Gorriti, Gregorio
Zegada, Martín de Otero, Sánchez de Bustamante, Gordaliza, Ventura Marquiegui y otros,
permiten apreciar el grado de prosperidad de la zona‖ (2)
―El hecho de encontrarse Jujuy en relación directa con las provincias del Alto Perú y sobre el
camino principal a Potosí, contribuye a que tenga ventajas sobre Salta que se halla a 9 leguas (3)
fuera del camino. Es por esto que después de Buenos Aires, ninguna otra ciudad presenta tanto
movimiento comercial como Jujuy. Tenía todo el aspecto de ciudad relativamente limpia y
cómoda que revelaba la capacidad y tacto de sus habitantes que sufrieron de tal modo resistir a
las depredaciones del largo conflicto revolucionario‖ (4)
―En Jujuy se producía trigo, maíz, garbanzo, caña de azúcar, productos de huerta‖ (5)

UNA… ¿REVOLUCIÓN? EN BUENOS AIRES


En noviembre de 1809, el comercio con los ingleses se había vuelto una necesidad genuina
con España en quiebra e invadida por los franceses. La ausencia de sus flotas mercantiles en el
puerto de Buenos Aires ocasionaba una preocupante falta de insumos. Es por esto que el Virrey
Cisneros se encuentra con un gran problema de gobierno. Existían quienes fastidiaban con el
milagroso crecimiento comercial inglés, como Manuel Belgrano, que proponía el comercio con los
ingleses para, entre otros beneficios, proporcionar fondos para el sostén de las tropas, y atraer
las provincias del Perú por las ventajas del nuevo tráfico.
Repentinamente ancla en el puerto una flotilla mercante ingresa, repleta de insumos,
consignados sin autorización previa. Los ingleses mostraban la mercadería y los porteños se
relamían. Cisneros sabe que la repentina aparición de barcos mercantiles, desafiando las leyes
que no autorizaban su desembarco, es un intento de forzar la apertura del puerto y tiene
entendidas dudas, por lo que solicita opinión a algunos “ilustres” de Buenos Aires y recibe
respuestas de aceptación, cargadas de prevenciones. Belgrano y Moreno, hablados por la firma
inglesa, aconsejan aceptar su desembarco, aludiendo la incapacidad de España para atender el
mercado, y a la naturaleza de la libertad. Otros dicen que el libre comercio, por el menor precio
de los artículos importados, significará la total de ruina de nuestras fábricas y agricultura, por ello
piden condicionar la introducción de artículos que compitan con la industria local, que se cobren
aranceles, y que por lo menos el 75% de las importaciones se paguen con exportaciones. ¡La
fórmula mágica del superávit! Cisneros vacila pero permite el comercio con carácter temporal y
condicionado. Así es como el 6 de noviembre de 1809 se abre el puerto y al poco tiempo la
entrada masiva de mercaderías extranjeras provocará una verdadera distorsión social.
(1)
Carrió de la Vandera alias Concolorcorvo: ―El Lazarillo de los Ciegos Caminantes, desde Buenos Aires hasta Lima‖ - Año 1773
(2)
Pereira, Miguel Ángel ―Olañeta el Empecinado – Un Personaje Realista en la Historia de Jujuy‖ - Universidad Nac.de Jujuy – 2004
(3)
La legua es una antigua unidad de longitud que expresa la distancia que una persona, a pie, o en cabalgadura, puede andar durante una hora.
Dado que a pie, abarca distancias que van de los 4 a los 7 km. según el tipo de terreno predominante.
(4)
Andrews, Joseph: “Las Provincias del norte en 1825‖, Ediciones Sesquicentenario, Universidad Nac. de Tucumán – 1915
(5)
Guillermo Corro; Sebastián Aguilar; Jorge Albarracín: ―Policía de la Provincia de Jujuy, Su historia‖. - Jujuy – 2008

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Los herreros y los zapateros de Buenos Aires se perjudicarán, el gauchaje del litoral que
vivía del contrabando quedará sin trabajo, y en las provincias mediterráneas se producirá una
fuerte desocupación en la industria artesanal.
Todo esto empeorará y después de mayo de 1810, una buena parte de la población se
encontrará sin nada para hacer, excepto la guerra, y a eso se dedicará.
Cisneros, con el tiempo, observa que los comerciantes ingleses burlan las condiciones bajo
las cuales se autorizara el comercio exterior, y en un digno gesto de soberanía, les ordena que
abandonen el país. ¿Cuándo sucede esto? ¡Antes del 19 de mayo de 1810!
En la noche de ese día, hay una reunión en la casa de Rodríguez Peña, con participación de
los militares, donde entre otros, asisten Castelli y su primo Manuel Belgrano, y misteriosamente
se descargan municiones obtenidas de los ingleses en el cuartel de Patricios ¿Hay alguna duda
que entre las razones invocadas para justificar la revolución de mayo, estaba la expulsión de los
comerciantes ingleses? Pobre Cisneros, cuando quiso volver a cerrar el puerto, lo cerraron a él (1)

CONFLICTOS DE UNA REVOLUCIÓN CONFLICTIVA


Desde que Buenos Aires fue designada capital del Virreinato, siempre fue una ciudad
detestada y despreciada. Estaba situada fuera del centro geográfico, histórico, demográfico y
cultural del país, y sus 43.000 habitantes vivían del contrabando y las concesiones que le
brindaba su puerto único. Ya en 1810, los porteños miraban a Europa y menospreciaban a las
provincias, apreciándose cultural y psicológicamente segregados de ellas.
Mientras que en el norte y el litoral, existían carpinterías y astilleros, y la mayoría de sus
150.000 habitantes fabricaban carretas, tejidos y vendían cueros y productos fruti hortícolas, en
Buenos Aires, sus “ilustres” fabricaban planes revolucionarios para Independizarse de España,
aunque con intenciones bien disímiles entre ellos.
A uno de ellos, Mariano Moreno, se le atribuye el que proponía una política de terror: había
que ―proceder con energía, porque el hombre es hijo del rigor, y hay que aterrorizarlo‖. Aconseja
―cortar cabezas, verter sangre…‖ No hay ni una palabra que sugiera un régimen federal de
gobierno o denote simpatía hacia los pueblos del interior. Lo había aplicado Napoleón en
Europa, pero contra naciones enemigas, con culturas y lenguajes diferentes. Aquí se iba a
aplicar en las provincias hermanas del Virreinato.
Es así como no sorprende que una de las primeras acciones de la Junta Revolucionaria,
fuese el envío de un ejército de 500 hombres al interior, cuando bastaba con invitar las provincias
a adherirse al nuevo orden, despachando a un puñado de agitadores al estilo de Dorrego,
French, Monteagudo o Castelli, para convencer a los provincianos que destituyan a sus
Intendentes así como los porteños lo habían hecho con el Virrey.
Las noticias de la Revolución de Mayo recién llegaron a Jujuy en Junio de 1810 y la 1º
Expedición al Alto Perú al mando del General Balcarce y el Dr. Castelli, a fines de setiembre.
Antes sus ciudadanos conocieron el fracaso de los rebeldes de Chuquisaca, en el intento
revolucionario del 25 de mayo de 1809 y como el virrey Cisneros desde Buenos Aires la había
sofocado, enviando un ejército al mando del General Vicente Nieto. Resultaría, para los jujeños,
mínimamente dudoso el triunfo de esta nueva Revolución porteña. Pido a Ud. se ponga en el
lugar de los vecinos poderosos de Jujuy, cuya fortuna familiar se originó por las Mercedes de
Tierras otorgadas por el Rey, intentando entender sus actitudes ante esta nueva insurrección.
Ventura Marquiegui, Guillermo y Pedro Olañeta, antes del éxodo del 23 de agosto de 1812,
participaban asiduamente en la vida pública de Jujuy.
Ventura interviene el 7 de mayo de 1811 en una reunión del Cabildo de Jujuy, ante el
representante de la Junta Revolucionaria de Buenos Aires, Juan Ignacio “el Canónigo” Gorriti,
exponiendo sus ideas acerca de la conflictiva dependencia de Jujuy con Salta y lo perjudicial
para la economía local que resulta trasladar allí el dinero las cajas reales, el que, de quedar en
Jujuy, serviría para financiar campañas al Oriente constantemente atacado por los indios. Según
su criterio “la Revolución se ha hecho entre otras cosas, para eliminar estos males y dar igual
preeminencia a todas las ciudades‖, y el 20 de agosto hace referencia a la necesidad de arreglos
(1) Ferla, Salvador ―Historia Argentina con Drama y Humor‖ – Editorial Precursora - 1997

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en los Fuertes en las fronteras del Chaco, lo que prueba que no rechazaba las ideas de la
Revolución. Por este motivo, Marquiegui es nombrado Comisionado para viajar a las fronteras a
solucionar el problema y es el mismo Cabildo de Buenos Aires, el que ordena a las autoridades
de Salta, la entrega del dinero necesario para sufragar sus gastos. Como Salta desobedece
estas órdenes, el 28 de febrero de 1812, el General Pueyrredón, presente por entonces en Jujuy,
les recomienda a los Ministros de la Real Hacienda de las Cajas de Salta, que “sin demora se
proceda al efectivo cumplimiento de lo relacionado con la visita a los fuertes que debe efectuar el
comisionado Marquiegui‖.
El 29 de febrero consta que Ventura sigue actuando en la política jujeña, ya que se lo elige
para reemplazar a Julián Gregorio de Zegada y acompañar al Diputado por Jujuy Juan Ignacio de
Gorriti a Buenos Aires, para hacer un reclamo formal por los perjuicios ocasionados por el
proceder del Gobierno de Salta.
El 19 de mayo llega a San Salvador de Jujuy Manuel Belgrano con el nuevo ejército auxiliar y
seis días después se celebra la ceremonia por el segundo aniversario de la Revolución.
El 1º de junio de 1812, Marquiegui ya no concurre a una reunión ordenada por el Cabildo,
aludiendo encontrarse ausente de la ciudad, y es reemplazado, junto a otros tres electores con
idéntica situación. ¿Qué había sucedido para que Ventura tome tal determinación? Para
responder esta pregunta resulta imprescindible conocer algunos hechos de aquella primera
Campaña al Alto Perú.
¡CUIDADO CON LOS LIBERTADORES!
Comandada por González Balcarce y Juan José Castelli, la primera expedición al Alto Perú,
fue provista de ropa, armas, dinero y víveres por el pueblo de Jujuy, y hasta se desguarneció
la frontera del Chaco para sumar efectivos al ejército de la Revolución.
Aún así, los jujeños estaban reservados y temerosos, porque ya conocían el fusilamiento de
Liniers, el héroe del rechazo de los ingleses en 1806, y entre los altos oficiales de Balcarce venía
su verdugo con la consigna de liberarlos. Pero… ¿De quiénes?
En Octubre de 1810 la expedición sale de Jujuy y se interna en el Alto Perú y después de
una derrota inicial en Cotagaita, logra el 7 de noviembre, una sorprendente victoria en Suipacha,
Pocos días después los revolucionarios entran en Potosí, en medio de un exaltado recibimiento,
mientras el ejército realista se había retirado a La Paz. Parecía como si las Provincias Unidas ya
fueran libres y habían aceptado el nuevo orden.
Allí Castelli condenó a muerte, sin corte que los juzgue, al Intendente de Potosí, Francisco de
Paula Sanz, una querida figura de Charcas que había gobernado Potosí por 22 años, al
Presidente de la Audiencia Vicente Nieto, y al General José de Córdova, quienes no eran
odiados por el pueblo y su único crimen había sido permanecer leales a la causa realista y no
reconocer a la Junta de Buenos Aires. El 15 de diciembre, en el atrio de la Iglesia Matriz, frente a
la Plaza Mayor de Potosí, fueron puestos de rodillas y fusilados, permaneciendo expuestos sus
cadáveres a la vista del horrorizado público, hasta que fueron reclamados por las Monjas del
Monasterio del Carmen, las que los sepultó en el templo del Convento. El Ejército Auxiliar vino a
quedar más como un cruel vencedor, que como un aliado libertador.
Para mal de males, los soldados durante las noches vagaban proliferando gritos por las
calles de Potosí, faltándoles el respeto a los ciudadanos:
“Una noche fue asesinado el ciudadano Francisco Lacoa, por soldados que quisieron
apoderarse de su elegante capa de fantasía. Un señor de apellido Terán, fue despojado de
cuanto poseía cuando algunos soldados requisaron su casa. Un tal Faustino Velarde fue atacado
en medio de la calle, y una vez muerto fue despojado de todo, y su cadáver dejado desnudo en
el lugar. Los soldados no respetaban a las mujeres y hombre que osaba defenderlas era matado
sin merced. Potosí temió y odió a los libertadores…‖ (1)
Castelli y su Ejército partieron para Chuquisaca el 22 de diciembre de 1810, y el pueblo
potosino sintió un profundo alivio. Una vez allí la conducta fue también irresponsable. El 5 de
enero de 1811, Castelli emitió una violenta proclama restringiendo todas las garantías políticas y
judiciales y quien hablara contra el nuevo gobierno sería declarado traidor ante una corte marcial.
(1) Arnade, Charles W. ―La Dramática Insurgencia de Bolivia‖ – Librería Editorial G. U. M. - La Paz – Bolivia - 2008

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Muchos distinguidos ciudadanos fueron arrestados y enviados a Buenos Aires. La pesadilla


había venido de Potosí a Chuquisaca. Para alivio de la Capital, la abandonaron en marzo, para
dirigirse a la frontera del Virreinato de Lima. Ocuparon Oruro y La Paz. Allí Castelli y su
secretario Bernardo Monteagudo ignoraron las observancias de la Semana Santa, ultrajando
profundos sentimientos religiosos.
La semilla del odio en los altoperuanos había sido sembrada, y perdura hasta nuestros días.
Mientras todo esto ocurría, el General realista José Manuel de Goyeneche y su ejército,
aguardaban al otro lado del Río Desaguadero, sabiendo que sus fuerzas eran muy inferiores y
que de presentar batalla iría a una derrota segura.
Pero ciertos sucesos harían cambiar subrepticiamente el destino de la guerra. El 16 de mayo
de 1811, Castelli y Goyeneche firman un armisticio de 40 días, fijando las posiciones de sus
ejércitos a lo largo del Desaguadero.
En los primeros días, empezaron a llegar al campamento realista, cientos de soldados que
desertaban del ejército auxiliar. Goyeneche obtuvo información sobre los abusos de los
argentinos, y tuvo la brillante idea de usarlos para atraer adeptos a su causa. Emitió bandos
resaltando el Jacobismo (1) de los líderes de la Revolución, sabedor de la mala impresión que
causaban los ideales de la Revolución Francesa, irrespetuosos de las leyes y costumbres y de la
fe católica. Goyeneche se mostraba como un indeclinable defensor del orden establecido, la fe y
la Corona Real. Castelli, mientras tanto, convencido de su seguro triunfo, anunciaba reformas
sociales muy avanzadas para la época, ofreciendo a los indios liberarlos de su servidumbre.
Hugo Wast transcribe burlonamente un episodio que habría protagonizado Castelli ante unos
indios del altiplano: “Un día realiza una asamblea de indios en la región del Tiahuanaco y,
aplicando la doctrina jacobina, pregona sobre la soberanía popular y los derechos del hombre, y
les señala: ―…aquel es el gobierno de los déspotas, este es el gobierno del pueblo. Decidme
vosotros ¿qué queréis?‖ y los aborígenes habrían respondido: “Aguardiente, Señor…‖
Si Castelli hubiese usado su inteligencia, con un aparato de propaganda adecuado, podría
haber logrado fácilmente liberar las Provincias interiores por donde pasó con la revolución, pero
la aplicación del plan de violencia y terror de Moreno, solo logró exasperar al pueblo, quienes se
volvieron contra los patriotas con más intensidad que contra los realistas. Cuando se dio cuenta
que algo estaba mal, su gran ejército se había reducido alarmantemente.
El 20 de junio Goyeneche atacó por sorpresa en Guaqui y derrotó al ejército auxiliar. El
General español se sorprendió por esta fácil victoria, pese a lo cual no persiguió al enemigo, y
cuidó heridos de ambos lados, tratando decentemente a muchos prisioneros. Los revolucionarios
se dispersaron en total desorden, saqueando los pueblos y aldeas por donde pasaron.
En Potosí, en agosto, un soldado negro, ebrio, interrumpió una pacífica conversación de
unos ciudadanos en una plaza y, cuando no lo atendieron, tomó un cuchillo y los atacó con furia.
De inmediato sobrevino la lucha entre potosinos y soldados, quienes, al verse superados,
corrieron a sus cuarteles por sus armas y regresaron abriendo fuego sobre el pueblo, los que
aumentaron sus filas y pusieron en retirada a los auxiliares, cayendo heridos muchos soldados.
La furia de los potosinos alcanzó matices irrazonables, llegando a atacar a aquellos civiles
que se estaban a favor de los revolucionarios, y a luchar para salvar su propia vida.
Un párroco quiso intervenir y detener la carnicería pero fue herido de muerte. La batalla
continuó durante toda la noche, e l pueblo de Potosí estaba resuelto a terminar con el ejército
Auxiliar. Al mediodía algunos pocos ciudadanos que habían permanecido serenos, usaron un
último recurso para terminar con la masacre, organizaron una procesión a través de las calles
llevando la imagen de la Virgen del Rosario y Veracruz y el efecto fue sorprendente: la lucha
término y la quietud se extendió sobre la Villa Imperial. Ciento cuarenta y cinco soldados habían
muerto y sólo nueve civiles perdieron sus vidas. El resentimiento contra los abusos de los
revolucionarios, acumulado durante un año, causó una explosión mucho peor de lo imaginado.
(1) Los Jacobinos eran miembros de un grupo político de la Revolución Francesa, defensores de la soberanía popular, que propugnan un
estado centralizado. Se confunden a menudo con el terror, en parte debido a la leyenda negra que divulgarán los opositores sobre Robespierre.
En el siglo XIX, el jacobinismo será la fuente de inspiración de los partidos republicanos que promovieron la Segunda y la Tercera República
Francesa. En la Francia contemporánea, la democracia que propugnaban los Jacobinos era heredera directa del modelo de democracia de Jean
Jacques Rousseau, en su aspecto comunitarista y creador del concepto de ciudadano, teoría según la cual la soberanía reside en el pueblo y no
en un dirigente o un cuerpo gobernante. También comparten la noción de voluntad general, que no es la suma de las voluntades individuales sino
que procede del interés común. Esta primacía del bien común sobre los intereses particulares llevó a algunos analistas a reprochar a los
Jacobinos favorecer la aparición de regímenes totalitarios.

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Juan Martín de Pueyrredón, en ausencia de Castelli, reconcilió los ánimos vistiendo de gala a
su ejército y reuniéndolo con el pueblo en la plaza, pero era aconsejable evacuar Potosí.
Antes decidió apoderarse de los fondos depositados en la Casa de la Moneda (Imágenes) y, al
amparo de la noche y en absoluto silencio, él y sus oficiales sacaron de allí
las barras de plata. Cuando al amanecer se esparció la noticia de lo
sucedido, la indignación se apoderó de los habitantes de la ciudad. Se tocó
alarma, las campanas repicaron y unos 200 hombres pobremente armados y
sin organización, salieron en persecución de los fugitivos, para detener la
caravana y recuperar los bienes. Pero al aproximarse, los soldados formaron
orden de batalla, y les dispararon (1).
Pueyrredón tomó caminos secundarios esperando alcanzar Tarija lo
antes posible, y lo largo del camino, incluso de noche, la guardia fue
hostilizada y atacada. Pueyrredón combatió a cada paso con montoneras y
emboscadas. Los tarijeños, que ya sabían que los revolucionarios llevaban
la plata de la Casa de la Moneda, los esperaban determinados a arrebatársela, por lo que la
recepción no fue menos hostil, debiendo ser tomada la población violentamente, causando un
elevado número de bajas entre los pobladores. Una tregua de último momento entre Tarija y
Pueyrredón permitió al ejército continuar su camino hacia las provincias bajas, terminando así la
nada gloriosa historia del primer ejército de la nueva revolución.
El 20 de setiembre de 1811 Goyeneche y su ejército entró a Potosí y fue recibido con arcos
triunfales y balcones adornados con ricas tapicerías, e inteligentemente trató a los potosinos con
amabilidad logrando su adhesión. Mientras tanto, las tropas derrotadas de Balcarce y Castelli
llegaban a San Salvador de Jujuy, convirtiendo a la ciudad en un gran hospital militar.
El Triunvirato de Buenos Aires releva a Castelli y Balcarce, y designa al Gral Juan Martín de
Pueyrredón, quien en esa ciudad intenta reorganizar y ordenar su ejército, pero las cosas al
parecer no le fueron fáciles, porque en un documento del 23 de octubre de 1811, informa al
gobierno de Buenos Aires, el ―fusilamiento de siete individuos a raíz de una conspiración realista
producida en San Salvador de Jujuy‖. Como jujeño me pregunto si alguna vez conoceré los
pormenores de aquel suceso y los nombres de los “ajusticiados”.
LOS MARQUIEGUI ¿PATRIOTAS O REALISTAS?
Es necesario que el lector tenga en cuenta las fechas citadas y los días que demoraban las
noticias para llegar a Jujuy, para relacionarlas con los sucesos en la vida social y política de
Ventura Marquiegui, en especial aquel 1º de junio de 1812 cuando ya no concurre a esa reunión
del Cabildo.
Antes de esa fecha, ya los Marquiegui estaban informados sobre los abusos del ejército
revolucionario en Potosí, de los actos anti religiosos de sus oficiales, de la derrota de Guaqui y
del saqueo de la Casa de la Moneda. Además fueron, a mediados de 1811, testigos del paso
hacia Buenos Aires de los ciudadanos de Chuquisaca arrestados y en octubre del fusilamiento de
esos siete jujeños a quienes seguramente conocían.
Y ya habría llegado a Jujuy la hábil propaganda de Goyeneche y su benevolencia con los
altoperuanos, que posibilitó que los adictos a la Revolución, cambiasen de opinión. Como si esto
no fuera suficiente, en abril de 1811, en Buenos Aires, el Cabildo expulsa a los españoles
sospechados de desleales, y ordena a las Provincias designar en cargos públicos a hombres
oriundos de ellas.
Pero el hecho que terminaría con la paciencia de los Marquiegui estaba por llegar. Pedro
Antonio Olañeta, había sido designado el 1º de octubre de1811, Regidor Defensor de Menores y
Pobres, pero el 7 de diciembre se recibe del Gobierno de Buenos Aires, la comunicación sobre
su rechazo. Todas las designaciones habían sido aprobadas salvo la Olañeta, quien es
reemplazado por Alejandro Torres.
(1), Dice Pueyrredón en su informe a Buenos Aires: ―El populacho dormía descuidado. Serían las cuatro y media de la mañana cuando hice mi
salida, ordenando, estrictamente, el mayor silencio en la tropa y mandando quitar todos los cencerros a las recuas para que el ruido no advirtiese
de mis movimientos a los que ya miraba como mis enemigos―

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Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

El Primer Triunvirato, compuesto por Paso, Chiclana y Sarratea, electo el 23 de septiembre


de 1811 aplicaba así lo determinado por la Junta Grande en abril, en un famoso artículo
publicado en la Gazeta de Buenos Aires del 15 de abril de 1811 que dice: (Imagen del original)
―…así quiere, que en lo sucesivo no se de empleo a
individuo que no sea natural de la provincia donde ha de
ocuparlo, y el de su voluntad que se retiren de los
mandos los que de otro modo ocupen algunos; a no ser
que la misma provincia por haber acreditado su talento y
patriotismo lo pretenda, lo nombre, o consienta
voluntariamente…‖.
Por entonces, en Buenos Aires, algunos españoles
peninsulares sufrían ya persecuciones, siendo sometidos
a exagerados impuestos y excluidos de la administración
pública, e impedidos de ejercer el comercio mayorista.
Esto se aplicó también con Olañeta por ser español
nativo.
Seguramente la paciencia de los Marquiegui se
acabó cuando, el 8 de enero de 1812, el Cabildo
reemplaza a Teniente Guillermo Marquiegui por Antonio
Ereña, en el cargo de Regidor Alférez.
Es muy probable que en marzo de 1812,
encontrándose ya el General Manuel Belgrano en Jujuy,
los Marquiegui, a pesar de su experiencia patriótica de
más de un año, hayan adoptado ya una decisión en
contra de la revolución de Buenos Aires.
El ejército realista al mando de Pío Tristán, con 3000
hombres, inicia en julio de ese año su primera invasión a
Jujuy. En él venía como encargado de estafeta Gaspar Olañeta, hermano de Pedro Antonio.
Belgrano, conocedor que sus enemigos eran cuatro veces más numerosos que sus débiles
fuerzas y para evitar un encuentro desfavorable, el 29 de julio emite un enérgico bando, en el
cual ordena la retirada del pueblo jujeño hacia el sur. D
Debía dejarse solo campo raso frente al enemigo, de modo de no facilitarle alimento,
ganado, mercancías ni cosa alguna que le fuera utilizable. El rigor de la medida debió
,

respaldarse con la amenaza de fusilar a quienes no cumplieran la orden.


Pío Tristán llega el 22 de agosto a Volcán, distante 42 km. de San Salvador, y al atardecer
del día siguiente, 1500 jujeños inician su histórico éxodo hacia Tucumán. Se dice que fueron
unos 2000 los que desobedecieron la orden de Belgrano, y se refugiaron en quintas aldeanas a
la ciudad, entre los cuales estuvieron Ventura y su familia, los que, seguramente, se refugiaron
en su hacienda de San Lucas.

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Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

CAPÍTULO 3
LOS MARQUIEGUI DESPUÉS DEL EXODO
Pedro Antonio Olañeta, Guillermo, Casimiro y Felipe Marquiegui, se incorporan al ejército
realista cuando Pío Tristán ocupa Jujuy, y al poco tiempo el principal contingente continúa al sur
para conquistar Tucumán. Olañeta se suma a ellos y Guillermo permanece en San Salvador,
participando en su defensa el 9 de octubre de 1812, cuando fuerzas patriotas al mando del
capitán Cornelio Zelaya realiza un intento para reconquistarla.
Ventura forma parte del Cabildo que los invasores organizan de inmediato, desde el 9 de
septiembre de 1812, hasta el 4 de marzo del año siguiente, aunque en ninguna de las 26 actas
de este período figura su nombre.
Tristán es derrotado por Belgrano el 24 de septiembre en Tucumán y el 20 de febrero de
1813, en Salta, y con unos pocos oficiales y soldados, emprende su regreso hacia Charcas.
Pedro Olañeta, Guillermo Marquiegui y sus hermanos, se marchan de Jujuy con Tristán,
acompañados por algunas familias partidarias de la causa del Rey, temerosas de las represalias
que su militancia les pudiera ocasionar. Olañeta lleva con él a todos sus empleados,
dependientes y peonadas. Su conocimiento del terreno, sus recursos, sus contactos y su aguda
inteligencia harán de él un valioso elemento para las fuerzas realistas.
Ventura regresa con el resto de su familia (incluida Pepita) a su finca de San Lucas y, en
setiembre de 1813 el Cabildo patriota de Jujuy, le ordena presentarse en la ciudad en un plazo
de seis días. Ante su incumplimiento, determina su arresto y envía a Bartolomé de la Corte, a
buscarlo y traerlo detenido a la ciudad. Junto a otros europeos permanece confinado en San
Salvador, donde sus posibles actividades contrarrevolucionarias podían ser bien controladas.
El general Paz dice en sus Memorias: “Los generales nuestros, que no perdían medio de
hostilizar y dañar al enemigo, obligaron, en cuantas retiradas precedieron; a emigrar a la linda
doña Pepa Marquiegui de Olañeta, que era la esposa del jefe realista‖
BELGRANO Y LA SEGUNDA CAMPAÑA AL ALTO PERÚ
La Junta decidió hacer una segunda campaña al Alto Perú con un objetivo claro: derrotar
definitivamente a los realistas y por consiguiente levantar la moral de la población, decaída por lo
sucedido en la batalla de Guaqui.
Belgrano y el segundo ejército auxiliar arriban a Potosí el 7 de mayo de 1813, y sus
habitantes repitieron el ritual acostumbrado: erigieron arcos triunfales y colgaron de sus balcones
las mismas tapicerías usadas con Castelli y Goyeneche. A diferencia del de Castelli, el ejército
fue disciplinado y correcto. (1)
En los realistas, se hacía cargo del ejército el General Joaquín de la Pezuela, quien inicia
una contraofensiva derrotando a Belgrano el 1º de octubre de 1813 en las planicies de Vilcapugio
y el 14 de noviembre en Ayohuma Los patriotas, que no estaban acostumbrados a la lucha en
las ásperas montañas, toman el camino de regreso a Potosí, donde los acoger con cordialidad,
debido al buen comportamiento en su anterior visita. Al poco tiempo, Belgrano decide retirarse
más al sur ante las presiones de Pezuela, pero antes distribuye sabiamente entre el pueblo,
especialmente entre los pobres, los almacenes de su ejército, ya que eran muy pesados para
llevar si deseaban una rápida retirada, pero…

EL FIN…¿JUSTIFICA LOS MEDIOS?

A las 15 del 18 de noviembre de 1813, Belgrano y su ejército parten desde la plaza de la


Ciudad Imperial. Es necesario relatar, en especial a los lectores argentinos, lo sucedido ese día,
que, por obvias razones, nunca se mencionó en los libros de historia escolares, y que nunca
olvidarán los potosinos. Es contado por José M. Paz en sus memorias con preciosos detalles:
―El pueblo estaba en la plaza principal observando aquella partida y súbitamente sintieron un
(1) Entre los oficiales se encontraba el joven Capitán José María Paz, quién escribió en sus memorias ―…la recepción de los potosinos era una
fachada, detrás de la cual era visible el temor del pueblo‖

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aire de misterio que no podían explicarse. Se ordenó a los espectadores alejarse y regresar a
sus casas, pero desobedecieron, por lo que se mandó a los soldados a dispensarlos. Muchos
oficiales se desconcertaron por tan extraña orden. Luego súbitamente se ordenó que todos lo
que vivían en la plaza y en las casas cercanas a la Casa de la Moneda debían evacuarlas
Inmediatamente y retirarse al menos a 20 cuadras de allí, porque si no obedecían, sus vidas
podían estar en peligro. Esto tampoco tuvo efecto. Entonces se decidió decirles la verdad: la
Casa de la Moneda iba a ser volada. Gran cantidad de dinamita estaba preparada en su lugar.
Aun así el pueblo rehusó moverse‖.
El General Díaz Vélez, que permanecía atrás junto con algunos de sus hombres, ordenó
prender la mecha y de inmediato se retiraron presurosos de la Casa de la Moneda. Al salir, pidió
las llaves para cerrar sus enormes puertas, pero estas no aparecían por ninguna parte. A
contrarreloj como estaban, decidieron dejar las puertas abiertas y partieron a la carrera fuera de
la ciudad, no parando hasta alcanzar las montañas colindantes. Escribe Paz:
“Deseando gozar en su totalidad del terrible espectáculo de ver volar en fracciones, un gran
edificio y quizá media ciudad, durante el camino fuimos volteándonos para volver la vista a la
Casa de Moneda, que dejábamos atrás. Un cuarto de hora más tarde, ya era certidumbre de que
la mecha había sido sustraída‖.
Es probable que quién había ocultado las llaves interrumpió la explosiva acción, evitando
una completa destrucción de la principal parte de la ciudad. Los potosinos no persiguieron al
ejército auxiliar, como lo habían hecho con Pueyrredón, porque se quedaron resguardando la
Casa de la Moneda. Belgrano ordenó al capitán Juan Luna regresar a Potosí para volver a
encender la mecha y garantizar la explosión, pero al llegar a la ciudad advirtió la furia del pueblo,
desistiendo su misión.
El hombre que había ocultado la llave era un joven oficial mendocino de apellido Anglada a
quien Belgrano había nombrado Comandante de Potosí. Anglada se lo habría comentado a su
novia, una dama realista, quien lo convenció para esconder las llaves y luego cortar la mecha.
El acto de este oficial, que luego desertó y se integró al ejército de Goyeneche, fue uno de
los más heroicos y que muy bien hizo a la historia de la numismática y a la de América.
Bartolomé Mitre, en su biografía de Belgrano, admite que la idea de dinamitar la Casa de la
Moneda para privar al enemigo de una fuente de dinero, fue un “proyecto bárbaro cuya ejecución
habría hecho más perjuicio al prestigio de la Revolución que al enemigo‖.
Belgrano había sido mal aconsejado y su certeza de que el fin justifica los medios, aplicado
en el éxodo de Jujuy, lo indujo a un grave error que hubiera provocado la completa destrucción
de la principal parte de la ciudad, y aunque no sucedió, reabrió en Potosí las heridas que había
curado exitosamente.
Belgrano se retira a las Provincias Bajas y en enero de 1814 traspasa el mando a San
Martín, quien al poco tiempo se da cuenta que era imposible llagar a Lima, centro del poder
realista, por el camino del Alto Perú. Cada vez que los realistas descendían del altiplano hacia
los valles de Salta era derrotado y cada vez que los patriotas ingresaban en el Alto Perú también
era aniquilado, y mantuvo segura la frontera del Norte con las milicias gauchas de Jujuy y Salta.
Considero muy probable que los conocimientos del terreno de Pedro Olañeta y Guillermo
Marquiegui y la habilidad para usarlos por Pezuela en las estrategias y en el posicionamiento de
sus tropas, influyeron en aquella histórica decisión de San Martín.
En Abril, una enfermedad obliga a San Martín a pedir licencia y se retira a Córdoba, dejando
al General Cruz al mando de las tropas del Ejército del Norte.
El 27 de mayo de 1814, las fuerzas realistas del General Pezuela alcanzan Jujuy por
segunda vez produciéndose un nuevo éxodo y pocos días después se apodera de Salta. Esta
invasión termina el 28 de julio, a causa de los constantes y sorpresivos ataques de los gauchos.
Ciertos historiadores opinan erróneamente que Ventura y su esposa emigraron a Tupiza con
Pezuela, pero un documento del 13 de Febrero de 1815 indica su presencia en Jujuy.
El 14 de junio de 1814 es elegido para comandar el tercer ejército auxiliar el General José
Rondeau, quien llega a Jujuy a finales de diciembre de 1814 y se dedica a superar los
inconvenientes de sus tropas. Al poco tiempo se produce el relajamiento de la disciplina y la
moral y el alejamiento de algunos jefes experimentados como Martín Miguel de Güemes.

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A Buenos Aires, llegaban las noticias de que Napoleón había sido vencido en Waterloo (18
de julio de 1815) por lo que el restituido Rey Fernando pronto podría contar con el ejército
vencedor de Napoleón para movilizarlo a la convulsionada América del Sur.
(o estancia de Tejada). Su presencia es detectada por fuerzas realistas y su Comandante Vigil,
los ataca por sorpresa, derrotándolo fácilmente. Rodríguez fue tomado prisionero junto con otros
oficiales, mientras que Necochea logra escapar con la ropa puesta en un caballo sin ensillar,
cargando sobre los soldados que lo cercaban.
El 14 de abril se libra el combate de Puesto del Marqués, primer triunfo de la campaña de
Rondeau en su avance hacia el Alto Perú, y en vez de perseguir a los realistas, los patriotas se
quedan celebrando la victoria consumiendo el licor encontrado en el campo enemigo.
El 9 de mayo Rondeau entra en Potosí y, debido a su carácter débil, sus tropas y oficiales
cometen toda clase de abusos que irritando una vez más al pueblo. Además, organiza una
comisión para localizar y confiscar los bienes de los realistas que habían escapado de la ciudad,
la que se distinguió por su gran corrupción.
José María Paz, cuenta que un Capitán llamado Ferreira, le dijo que un día ingresó a la sala
donde el Presidente de la comisión, el Coronel Quintana, contaba el dinero recaudado, y al verlo
le dijo: ―Ferreira, ¿Por qué no toma usted algunos de estos pesos?‖ Ferreira llenó ambas manos
con pesos, y el Coronel le dijo “¿Qué va usted a hacer con esto? Vaya y tome más…‖ por lo que
sacó un pañuelo y lo llenó con monedas de plata. Probablemente Quintana mostraba la misma
generosidad con todos sus amigos y a ellos también les brindaba la oportunidad de robar. Al
parecer Rondeau intuyó esos actos porque ordenó a sus tropas acampar afuera de Potosí.
En Chuquisaca, a donde había enviado parte de su tropa, ocurría algo similar, ya que los
soldados y oficiales gastaban dinero en cantidades mayores a sus salarios. Los soldados
aparecían vestidos con ricos atavíos y los oficiales lucían sables nuevos hechos de pura plata.
Rondeau perdió valioso tiempo en Potosí y la moral de su ejército se hizo pedazos. Recién
en Septiembre decidió abrir una ofensiva con la esperanza de ocupar Oruro. Si lo hubiera hecho
inmediatamente después de capturar Potosí y Chuquisaca, podría haber cumplido lo que los
otros dos ejércitos no habían logrado: ocupar todo el Alto Perú y quizás penetrar en el Bajo Perú.
Pero Pezuela se reorganiza adquiriendo más tropas y aprovechando su superioridad en territorio
montañoso lo alcanza antes de Cochabamba, produciéndose el 29 de noviembre de 1815 la
batalla de Sipe Sipe o Viluma, donde los patriotas sufren la peor derrota de toda la guerra.
Los patriotas se retiraron en completa confusión, tomando cada soldado su propio camino.
No se produce su total aniquilamiento gracias a la temeraria actitud del Coronel Zelaya, quien
con unos 80 jinetes de la caballería, contiene la persecución hasta entrada la noche.
La participación del Coronel Marquiegui en esa batalla es destacada, saliendo gravemente
herido de sable en el brazo derecho, quedando con ese brazo inutilizado para el resto de sus
días. Su foja de servicios expresa que toma parte en una acción de guerra recién en abril de
1816, por lo que estuvo inactivo por algunos meses. Se dice que luego de este lamentable
episodio, siguió luchando lanzándose al galope sosteniendo entre sus dientes las riendas del
caballo y sableando con el brazo izquierdo que tenía sano.
Rondeau regresa a Chuquisaca con dos o tres oficiales, sin contactar a su tropa, arribando y
comprobando que su ejército casi había desaparecido, y con algunos soldados que logra reunir,
regresa a las Provincias Unidas, llegando a Jujuy en enero de 1816 en un estado lamentable.
Los realistas habían reconquistado todo el Alto Perú y las clases acomodadas de Charcas se
inclinaron a favor de ellos. Las clases bajas, indios especialmente, continuaron definitivamente
indiferentes a un cambio de soberanía. Después de esta batalla, no llegó ningún ejército patriota
desde el sur y solo las guerrillas permanecieron para hostilizar a los realistas.
Pezuela se asienta en Cotagaita e instala en proximidades de Tupiza un fuerte destacamento
de infantería y caballería a órdenes del brigadier Olañeta y el Coronel Marquiegui, para vigilar los
caminos que conducen a Tarija y a la Quebrada de Humahuaca, a la espera de refuerzos para
iniciar una nueva campaña al Tucumán. Pero es nombrado Virrey del Perú y el 16 de setiembre
de 1816, otorga el mando al Mariscal José de la Serna, enviando a Cotagaita las tropas recién
llegadas de España: los batallones de Gerona y Extremadura y los Regimientos de Caballería
Húsares de Fernando VII y Dragones de la Unión

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Este hecho es un importante punto de inflexión en la historia de la guerra, pues a partir de


esa fecha se inicia una contienda contra auténticos españoles venidos de la península, cuando
hasta allí se había llevado a cabo entre hermanos partidarios a la causa del Rey que habitaban el
suelo americano. Seguramente la suma de las tropas españolas y la noticia de la declaración de
la independencia en Tucumán, influyeron en la planificación de una nueva invasión realista.

COMIEMZA UNA GENUINA GUERRA CONTRA TROPAS DE ESPAÑA

A fines de 1816 la vanguardia realista comandada por el brigadier Olañeta y el Coronel


Marquiegui, inicia una quinta invasión a Jujuy que la historia, debido a su importancia, inmortalizó
como Invasión Grande, la cual merece que detalle sus acciones más importantes.
En octubre, escoltado por el Batallón de Gerona, De La Serna llega a Yavi y se entrevista
con Olañeta haciéndole conocer el futuro plan de acción, que consiste en ocupar Tucumán y
luego dirigirse hacia Mendoza a la espera de las tropas españolas de Chile y juntos dirigirse a
Buenos Aires para aniquilar en su cuna la Revolución. Olañeta, con 2.000 hombres, parte hacia el
sur y llega a Humahuaca el 24 de diciembre. Desde allí envía a Marquiegui en dirección a San Ramón de
la Nueva Orán por el Abra de Zenta, para que luego desde allí se dirija a San Salvador de Jujuy.
El 6 de enero de 1817 Olañeta, pese a sufrir en su trayecto constantes ataques de milicias gauchas,
ocupa San Salvador de Jujuy, encontrándola casi desierta.
El Comandante de la vanguardia de Güemes, Pérez de Urdininea, envía a Arias en persecución de
Marquiegui y entre el 7 y el 10 de enero se producen enfrentamientos con bajas para ambos bandos,
pese a ello Guillermo llega a Orán. Al retirarse es atacado el 17 en Río de las Piedras y el 19 en Río
Negro, donde enfrenta a 500 gauchos, reduciendo su fuerza a 300 infantes y 60 soldados de Caballería.
Olañeta, que el 12 de enero había salido en su búsqueda con dos batallones y un escuadrón,
se encuentra con él el 20 en La Reducción (cerca de Fraile Pintado, Jujuy) y el 23 llegan a San
Salvador, en donde esperan a De La Serna y al grueso de su Ejército.
El 1º de marzo se produce el Combate de Humahuaca, en el que Arias, avanzando por el
Abra de Zenta con 150 hombres, derrota a una guarnición que había dejado De La Serna y toma
prisioneros a 6 oficiales y 80 soldados. De la Serna, enterado de lo ocurrido, ordena la salida de
Olañeta y Marquiegui en dirección a Orán, hacia donde se dirigía Arias, para intentar recuperar
los pertrechos y los prisioneros. Alcanzan a las fuerzas de Arias y rescatan el material capturado,
y algunos prisioneros, retornando a Jujuy por Ledesma, muy hostilizado por los gauchos.
El 4 de abril, La Serna entra en San Salvador, quedando sitiado y sufriendo agresiones
diarias en forma sorpresiva durante el día y la noche. Pezuela apremiaba para que sus tropas
avanzaran sobre Tucumán, por lo que el 13 de abril de 1817, parte rumbo a Salta con 2.500
hombres, dejando a Olañeta en Jujuy.
El 15 de abril los realistas entraron en la ciudad de Salta. Encerrado en la ciudad y falto de
víveres, el 20 de abril De La Serna envía a 700 hombres a reunir ganado y caballos al Valle de
Lerma, que regresaron sin lograr el objetivo y con la pérdida de muchos soldados y oficiales.
De la Serna comprendió cuán ineficaz había sido esa invasión y lo imposible que le resultaría
adelantarse a Tucumán, y al saber que el 14 de febrero de 1817, San Martín había entrado en
Santiago de Chile, su campaña ya no tenía razón de ser.
El 4 de mayo dispune la retirada total de sus fuerzas y regresa a Jujuy, siempre hostigados
por los gauchos, y el 21 de mayo, el Ejército realista abandona San Salvador, después de más
de cinco meses de ocupación. Olañeta, conocedor del terreno, logra sacar al ejército hacia
Tupiza, finalizando la evacuación con su llegada a Mojo el 10 de julio.
En mi opinión, fue en esta oportunidad que Ventura Marquiegui y su esposa abandonaron
Jujuy para radicarse en Tupiza, donde se había establecido desde hace tiempo un campamento
realista, lo que les brindaría cierta seguridad.
Hubo una nueva invasión en 1818, dirigida por Olañeta y Valdés, en la cual ocupó San
Salvador de Jujuy por solo diez días. A su retirada, utiliza Olañeta la estrategia de los gauchos
combatiendo con el factor sorpresa, pero las partidas gauchas intensifican las acciones y obligan
a los realistas a regresar al Alto Perú.
En 1819 el Virrey del Perú ordena a De la Serna una nueva invasión a Jujuy y Salta, quien
dispone a Olañeta en la vanguardia con 1000 hombres, tomando San Salvador el 26 de marzo
donde destruyen bienes y casas. En esta incursión, surgió la versión de que entre esas casas,

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estaba la de los Marquiegui, pero considero maliciosa esta interpretación, ya que resulta insólito
pensar que Pedro y Guillermo hubieran permitido la destrucción de sus bienes. Resulta más
probable que, luego de la retirada realista, los ciudadanos que regresaron, al encontrar sus
viviendas arrasadas, en venganza, hicieran lo mismo con la de los Marquiegui.
En mayo de 1820, se produce una nueva invasión, con cerca de 4000 hombres, comandados
por los generales Canterac y Olañeta y los coroneles Valdés, Vigil y Marquiegui, que termina a
fines de junio de 1820. Güemes decide no molestarlos para evitar su pronto regreso al Perú, y su
posible acción contra San Martín.
UN GOLPE DE ESTADO DEJA A OLAÑETA COMO COMANDANTE DE CHARCAS
Hacía 1820 la situación realista se hizo muy crítica, habían perdido Chile y San Martín estaba
combatiendo en el corazón del Virreinato del Perú, por lo que el Alto Perú perdía importancia
estratégica. El Virrey Pezuela ordena a De la Serna dirigirse a Lima con los más importantes
hombres de su ejército, y cuando llegó San Martín y los chilenos habían desembarcado en Pisco.
Pezuela negociaba, daba órdenes y contra órdenes sin confiar en nadie. El 29 de enero de
1821, diecinueve oficiales le enviaron un severo ultimátum pidiéndole la renuncia. Pezuela fue
forzado a acceder y se embarcó con su familia en un barco inglés hacia Panamá.
Los rebeldes designan Virrey a La Serna, quien nombra a Canterac Comandante Supremo
de ambos Perú y promueve a Valdés a General a cargo del ejército del sur. Olañeta termina
como Comandante del ejército de Charcas, un cargo que había soñado por mucho tiempo
Antes de estos sucesos, Fernando VII había sido forzado a readoptar la Constitución de
1812, anulada a su retorno de la cautividad en Francia. Olañeta recibió con personal desagrado
esas noticias ya que Pezuela había sido su amigo y odiaba la Constitución promulgada y ahora el
liberal La Serna era su superior y Valdés su directo Comandante.
Por ese entonces, empieza a tener un papel trascendental el sobrino del General Olañeta,
Casimiro, hijo de su hermano Miguel. El astuto joven, quien era su consejero personal desde
1820, comprendió el resentimiento que se profundizaba en su tío, y lo aprovechó para su
propia ventaja, comenzando a elaborar un diabólico plan (tema que será tratado más adelante)
LA BATALLA DE LEÓN: LA HISTORIA OFICIAL
Olañeta, conociendo por sus espías el conflicto armado entre Güemes y el Gobernador de
Tucumán Bernabé Aráoz, inicia una nueva incursión a Jujuy y Salta, el 10 de marzo de 1821.
La vanguardia comandada por el Coronel Marquiegui ocupa Jujuy el 15 de abril y, para evitar
ser cercado y atacado por las milicias gauchas, abandona la ciudad y se dirige a León donde se
estaciona a la espera de Olañeta. Cconfiado por el confuso cuadro político de la Provincia, no
pensó en un ataque inmediato, y no adoptó un dispositivo de seguridad adecuado.
El Coronel José Ignacio de Gorriti (1), a quien Güemes había dejado a cargo de la
Gobernación, con unos 600 hombres bien montados, acampa en la margen sur del Río Yala, y
al conocer sobre la frágil situación del campamento realista, decide sorprenderlos y en la
madrugada del 27 de abril los ataca. Luego de un día de combate, se rinde el Coronel
Marquiegui y casi todos sus oficiales y soldados, salvo dos o tres que logran escapar y ponen
sobre aviso a Olañeta.
Guillermo en el enfrentamiento, es herido de bala, perdiendo su brazo izquierdo, el único que
le quedaba, ya que recordemos, era manco debido a un sablazo recibido en Sipe Sipe.
Los historiadores locales indican que eran 400 los realistas, pero en la foja de servicios del
Coronel Marquiegui (2) consta que poseía solo 108 efectivos.
Bernardo Frías escribe: “Gorriti, tanto como Marquiegui, conocía palmo a palmo aquel
terreno, donde ambos habían nacido y pasado su juventud, y espiando la ocasión, el 29 de abril,
tomó posiciones y aguardó que oscureciera, distribuyendo sus fuerzas con absoluto sigilo. Al
(1) Los padres de Juan Ignacio eran de Azcoitía, Guipúzcoa, España, pueblo ubicado a unos 15 kilómetros de Elgueta, donde nació Ventura,
Llegaron a América antes de mediados del siglo 18, por lo que existía un fuerte arraigo entre las familias
(2) La foja de servicios del Coronel Marquiegui expresa: ―Hizo la campaña a Jujuy y Salta por marzo de 1821 y en ella se halló en las acciones
siguientes: de Humahuaca fue destinado el once de idem a los valles de Laguna Negra, San Lucas y Valle Grande con una división de 100
hombres de caballería con el objeto de apaciguar dichos valles y salir a Jujuy en donde se batió el 27 de abril con sólo 108 hombres contra más
de 700 enemigos, habiéndose batido hasta que se le acabaron las municiones y quedaron sin caballos por haberlos muerto, por lo que cayó
prisionero herido gravemente de bala en el brazo izquierdo de cuya herida ha quedado de este brazo inútil; fue llevado a salta por los enemigos, y
el 7 de junio del mismo año se rescató por las tropas del Ejército‖.

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acercarse la noche, el ejército de Marquiegui comenzó a encender fuegos, que fueron ardiendo
en toda la línea, y sus individuos a colocar los asados para cocerse. Entregados con suma
confianza a esa tranquila ocupación, cayó Gorriti de manera recia y repentina, lo que produjo en
el campo una espantosa confusión, entre las cargas de los gauchos, las descargas de sus fusiles
y las lanzas y puñales con que acosaban a los españoles, al extremo de encontrarse
entremezclados unos con otros. Los soldados de Marquiegui, presos del más profundo pánico,
corrían a tomar las armas, otros intentaron fugarse, y el mismo Marquiegui, trató de emprender
en vano la pelea, tan infortunadamente que no sólo fue arrollado por el ímpetu de la caballería
patriota, sino que una bala, hiriéndolo por la parte superior del antebrazo izquierdo, le penetró en
el cuerpo. En este penoso estado fue tomado prisionero, conjuntamente con su hermano Felipe y
el Coronel Vigil…‖
Frías agrega que los prisioneros fueron enviados al campamento de Güemes, y los jefes
conducidos a Salta. Guillermo y su hermano Felipe fueron alojados en la casa de los Costas
Gasteaburu (Foto tomada a finales del siglo 19, en ese lugar hoy se encuentra el Archivo y Biblioteca de la
Cámara de Diputados de Salta)
Olañeta decide rescatar los prisioneros y avanza por la zona de Tiraxi,
y Gorriti envía un emisario intimándolo a retirarse bajo la amenaza formal
de fusilar a sus parientes y al resto de los prisioneros, por lo que desiste
e inicia su retirada hacia el norte, pero al llegar a Mojo, planifica el rescate
de sus primos y otros oficiales. Envía al Barbarucho Valdés con unos 300
hombres a Yavi y desde allí hacia Salta por el Camino del Despoblado
(hoy Ruta 40) por donde nadie transitaba. Valdés avanza en forma
sigilosa, llega hasta la Quebrada del Toro y alcanza rápidamente el Valle
de Lerma. En su marcha cae en su poder por segunda vez, Mariano Benítez, que escapaba
de las manos de Güemes buscando el refugio de Olañeta. Por él, Barbarucho supo lo que ocurría
en Salta, y planifica una emboscada.
El 7 de junio se ubica en la serranía de los Yacones, a 20 kilómetros de la ciudad, y a la
medianoche desciende al Valle, para alcanzar el Campo de la Cruz, lindante a la plaza. Apoyado
e informado por gente de la ciudad, ordena rodear la manzana de la casa donde se encontraba
Güemes, produciéndose algunos disparos que alertan al General, que monta su caballo y es
herido al intentar eludir la emboscada. Pese a ello, sigue con hasta el Río Arias, donde es
colocado en camilla y conducido primero a la Hacienda de la Cruz y luego al Chamical. Al ser
hemofílico, no cicatriza su herida, y fallece allí el 17 de junio de 1821.
Barbarucho ocupa la ciudad y toma prisioneros a los principales oficiales, los cuales más
adelante, servirán para el canje de los realistas apresados por Gorriti en León.
Olañeta, vuelve sobre sus pasos y con gran velocidad llega Jujuy y, al conocer el éxito de las
operaciones de Valdés, sigue a Salta, donde entra triunfante el 22 de junio. Los gauchos, ahora
al mando del Coronel Enrique Widt, cercan la ciudad y ante las infructuosas tentativas de Olañeta
por quebrar el sitio, firma el 14 de julio, un armisticio con el Cabildo de Salta, comprometiéndose
a retirarse de inmediato al Alto Perú, no regresando nunca más a la tierra que lo vio crecer.

LEÓN Y LA MUERTE DE GÜEMES: DE TRAICIONES, ESPÍAS Y VENGANZAS


Les propongo hacer uso de la imaginación (o de la racionalidad) para comprender ciertas
acciones, pensamientos y sentimientos, y relacionar aquel triunfo de Gorriti en León, con la
decisión de Olañeta de enviar a Barbarucho Valdez a Salta, y la emboscada a Güemes.
Repasemos: la Vanguardia comandada por el Coronel Marquiegui ocupa Jujuy el 15 de abril.
Gorriti estaba en desigualdad de condiciones y sabía que enfrentar a Marquiegui, hubiese
significado una derrota inevitable y, con la inminente llegada de Olañeta, un desastre militar.
Seguramente hubo un encuentro entre Ignacio y Guillermo, dos viejos amigos de la infancia,
en el cual rememoraron las terribles consecuencias para la población que se producían an en
cada ocupación: los soldados cometían saqueos, violaciones, incluso asesinatos. Y para evitar
tal situación hacen un pacto de no ocupación y agresión: Marquiegui no ocuparía la ciudad y
trasladaría su vanguardia hasta León, a unas 5 leguas de la ciudad, lo suficientemente alejado
como para controlar que a sus efectivos les sea imposible ir y volver a la ciudad en la noche, y
Gorriti no lo hostigaría con sus gauchos.
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Por ese “pacto de caballeros” Marquiegui organiza con tranquilidad su campamento, a la


espera de Olañeta, quien se encuentra en Humahuaca. Solo así se explica como un
experimentado oficial decide no colocar centinelas en una zona fácil de vigilar, y el clima de
tranquilidad que existía entre sus soldados, encendiendo fogatas por las noches y descansando
tranquilos, eventualmente desprovistos de sus armas.
Cinco días fueron los que permanecieron en León los realistas, suficientes para que Güemes
se enterase de aquel pacto y envíe desde Salta refuerzos, ordenándole con vehemencia a
Gorriti, que desobedezca aquel “pacto” y ataque a Marquiegui. Y sucedió la “sorpresa”, la
¿traición de un amigo? Seguramente luego, viéndolo gravemente herido, Gorriti le ofreció inútiles
disculpas: ―ordenes son ordenes, Guillermo, estamos en guerra y tu entenderás mi postura…‖
El que evidentemente no las aceptó fue Olañeta, quien, al enterarse de lo sucedido, se dirige
furioso en persecución de Gorriti para rescatar a sus primos, sobreviniendo la amenaza de Gorriti
de fusilarlos.
Es cuando el General piensa... Escucha a su esposa Josefa pedirle autorización para
acompañar al emisario de Gorriti para cuidar a sus hermanos malheridos, y planifica sus
movimientos futuros, su venganza… Amagaría una retirada y enviaría a Barbarucho por el
camino del Despoblado, a establecerse en los Yacones, a la espera de noticias de Josefa.
El 7 de Junio, una vez conocido el lugar donde se encontraría Güemes en la noche, Pepita
envía a Mariano Benítez con la información y Barbarucho inicia el sigiloso ataque al amparo de la
oscuridad de noche.
Dicen algunas “malas lenguas” de la época que el General estaba en casa de su hermana,
“acompañado de una mujer”. Ella, de existir el hecho, ¿fue quizás parte del plan de Pepita para
tener a Güemes quietito en un sitio determinado? Lo cierto es que Barbarucho “extrañamente”
sabia donde se encontraba su objetivo y a la medianoche se ubica en el Campo de la Cruz y
manda rodear el lugar. Algunos disparos alertan a Güemes, quien huye montado a caballo pero
recibe esa fatal bala en su espalda.
Es posible que todo lo expuesto sea fruto de mi imaginación de escritor de cuentos, pero no
lo considero menos creíble que lo que nos vendieron la mayoría de los historiadores, para los
cuales Marquiegui era un imbécil que se dejó sorprender en León (aunque la tuvo al creer en los
pactos de caballeros a esa altura de la guerra), que Pepita fue a Salta solo de enfermera, que a
Olañeta se le ocurrió aquel plan mientras se dirigía a Mojo, que Pepita tenía dotes de adivina
porque supo donde estaba el Martín esa noche (Güemes por su seguridad y sabiendo el odio
que ciertos salteños le tenían, nunca anunciaba dónde descansaba) y que el Mariano Benítez
huyó de Salta justo ese día y por casualidad pasó por donde estaba Barbarucho quien lo hizo
prisionero.
Interpreten lectores mis teorías como les parezca, que yo ante mis hijos prefiero exponer los
hechos desde cierta lógica y no creo por ello minimizar a nuestros héroes y mucho menos
considerarme “pro realista” por ver las cosas desde la llamada “historia cultural”.
Finalmente se firmó el famoso armisticio entre la elite de Salta y el General Olañeta,
reprobado por La Serna ya que permitía reiniciar legalmente el comercio entre Salta y el Alto
Perú, pero con la intervención de Olañeta en su control. Este planteo económico, explica
razonablemente el motivo de esta invasión realista que la historia juzga de caprichosa por parte
de Olañeta.
Lo cierto es que a partir de agosto de 1821, las pactadas relaciones comerciales beneficiaron
decididamente a él y sus familiares y, sin Güemes, la “gente decente” de Salta, pudieron elegir
gobernantes “más afines” a sus intereses, y seguramente en la casa de los Gasteaburu se
organizaron ruidosas festejos.

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CAPÍTULO 4
¡PIEDRA LIBRE PARA EL “FIEL” SOBRINO CASIMIRO!
Desde 1821 a 1823 el Alto Perú fue un teatro de menor importancia. Las Provincias Unidas
pudieron haber logrado, con pequeño esfuerzo, lo que no fueron capaces de en los tres intentos
de sus ejércitos expedicionarios. Pero la egocéntrica y comercial Buenos Aires, presa de una
viciosa anarquía, abandona al interior a su propio destino y los habitantes de Charcas, merced a
los pasados abusos cerrarán definitivamente sus puertas dando piedra libre a los realistas.
Muchos patriotas altoperuanos habían emigrado a las Provincias libres y constituido sus
hogares, algunos habían llegado a ser figuras en la política, y no se les ocurría regresar. Sólo
unos pocos permanecían en las provincias del norte, especialmente en Salta y Jujuy, con la
esperanza de retornar cuando la revolución triunfara en Charcas. Pensaban que si era liberada
podrían ser colocados en cargos administrativos en el Alto Perú.
Entre 1822 y 1823 España estaba en una guerra civil entre Absolutistas y Constitucionalistas,
y el General Olañeta considerábase el único servidor leal del Rey Fernando en el Perú. Para él,
De La Serna, Valdés y Canterac, venían a ser los enemigos y carceleros del Monarca, y sufría
porque estaba seguro que su Rey también sufría. Además creía que De La Serna lo había
pospuesto en su carrera militar y su jerarquía, que sus cartas a España habían sido
interceptadas y censuradas, y que estaba aislado en el Alto Perú.
Su paranoia fue creciendo hasta pensar que el trío liberal proyectaba matarlo.
¿Era solo paranoia? Dentro de este panorama toma dimensiones decisivas
Casimiro Olañeta (imagen) hijo de su hermano Miguel. Encantado por la madurez
intelectual de su sobrino, lo designa como su Secretario personal.
Este nefasto personaje, será decisivo en el futuro de la familia Marquiegui.
Casimiro, quien ya había incorporado entre sus colaboradores a Manuel María Urcullu y al
Doctor Usin, estimulaba el odio de su tío por el trío liberal español, con la esperanza de forzarlo a
rebelarse e incitar así la guerra civil dentro del ejército realista (1). Cuando De la Serna
comprendió que el General Olañeta había caído bajo el “encanto” de su sobrino (2), el germen de
la discordia había crecido hasta tomar proporciones catastróficas, causando el colapso y derrota
de los ejércitos españoles en el Perú, y con ello de la causa española en América
En 1823, Casimiro inició sus contactos con un hombre que cumplía sus mismas funciones
en Salta como Secretario del Gobernador Arenales: Mariano Serrano. Mientras que Casimiro era
un realista ―doble cara‖, Serrano era un patriota “doble cara”. En el norte de Argentina, Serrano
fue cuidadoso de conocer quien estaba ganando y, se dice, era espía para los españoles,
enviándole importante información al General Olañeta. Así se formaron dos logias, una en el
norte argentino y otra en Chuquisaca, con el compartido propósito de independizar al Alto Perú,
antes de cedérselo a los realistas o a las Provincias Unidas.
En Setiembre de ese año sucede algo inesperado: tropas colombianas desembarcan en el
Callao y más tarde avanzan hacia el Río Desaguadero. Nuevamente un Ejército revolucionario
invadía el Alto Perú, esta vez desde el norte.
Viendo esa situación De la Serna y Valdés marchan al sur y Olañeta al norte en busca del
enemigo. Esperaban el fin del período de lluvias, en abril o mayo de 1824, para comenzar el
rechazo de los revolucionarios. En ese plan, el ejército de Olañeta que se encontraba en Oruro,
debía moverse hacia el norte y tomar posición a lo largo del Río Desaguadero, previendo un
posible desembarco enemigo detrás de las líneas españolas.
Pero en los últimos días de 1823 sucedió algo inesperado, que hizo pedazos el designio
realista, y abrió la puerta para el ataque de Bolívar al sur

(1) Casimiro tiempo después del final de la guerra admitió que en la ciudad de Yotala había falsificado una carta para su tío,
supuestamente escrita por el Regente de Urgel, pidiéndole al General abolir la Constitución en el Perú, y ofreciéndole la silla Virreinal de Buenos
Aires. Era un diabólico plan, hábilmente preparado por Casimiro, para forzar a su tío a rebelarse de sus jefes de Lima y enfrentarlos, llevando a la
ruina a la causa española.
(2) Gerónimo Valdés dijo en un escrito: ―…este tonto de Olañeta ha venido a ser una víctima de su sobrino, Urcullu, Usin y otros…‖

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LA GUERRA PRIVADA DE LOS OLAÑETA


El 25 de diciembre de 1823, el General Olañeta, con su ejército, municiones, almacenes y
dinero, evacua Oruro y en vez de marchar al norte, regresa al sur, diciéndole al Virrey que lo
hacía por el peligro de una invasión desde Argentina y estaciona su ejército en Potosí.
El 4 de febrero de 1824 emite su famosa proclama a los pueblos del Perú, anunciando la
rebelión contra el Virrey De La Serna y tres días más tarde entra en Chuquisaca en un
impresionante desfile, siendo recibido con flores y al día siguiente publica las nuevas reglas y
leyes de su gobierno, entre las cuales abolía la Constitución y ordenaba una Monarquía Absoluta
como en 1819. Quienes escribieron los edictos y la correspondencia fueron Casimiro y Manuel
Urcullu, el General sólo firmó. Su hermano Gaspar fue nombrado Gobernador de Tarija y
Guillermo Marquiegui Presidente de Charcas. Luego regresó con su ejército a Potosí y el 21 de
febrero proclamó las mismas reglas en esa ciudad.
Casimiro y los suyos habían logrado la ruptura del General con la autoridad virreinal.
La situación obliga a De La Serna a posponer la ofensiva proyectada y envía a Jerónimo
Valdés hacia Potosí. El 9 de marzo, en Tarapaya, le propone a Olañeta un arreglo pacífico quien
le exige la restauración del absolutismo, el reemplazo de loa actuales gobernadores por oficiales
de su confianza y que todo el Alto Perú quede bajo su mando. Valdés accede a esas exigencias,
con la obligación de que envíe mensualmente dinero al Cuzco y asista con tropas si los
revolucionarios desembarcaban en las costas adyacentes del Pacífico.
Luego de firmado ese tratado, Olañeta autoriza a viajar a Casimiro a Buenos Aires y
Uruguay, tema del cual me extenderé más adelante.
En junio, De la Serna comprende la inutilidad de sus esfuerzos, y decide actuar
inflexiblemente. Le ofrece a Olañeta comparecer ante el Virrey en el Cuzco y ser juzgado una
corte marcial, o partir hacia España y presentar su caso al Rey. Olañeta rehúsa el ultimátum, y el
26 de junio de 1824, afirma en una proclama que De la Serna no era Virrey legítimo, y que él
reconocía solamente al Rey de España como su inmediato superior, acusando al General
Jerónimo Valdés, de haber ofrecido 20.000 pesos por su muerte. Terminaba su manifiesto
diciendo que moriría por el Rey y la religión católica, antes que someterse al usurpador De La
Serna. Era una declaración de guerra.
El General Valdés, que estaba en Oruro con 5.000 hombres, recibe la orden de combatir a
los separatistas y a fines de junio parte hacia el sur en busca de Olañeta, quién con sus 4.000
efectivos evacúa Potosí y se retira hacia Tarija, no sin antes llevar consigo las riquezas
acumuladas en la Casa de la Moneda y dañar seriamente los cuños.
Valdés inicia su persecución y llega a Tarija sin incidentes, peo Olañeta se había retirado
hacia un pequeño lugar llamado Livilivi, cerca de la hoy frontera con Argentina, donde se le
unieron Marquiegui, Barbarucho y sus otros oficiales, constituyendo el total de su ejército.
Valdés decide ir en su búsqueda para librar batalla y Olañeta se retira más al Sur. Recién lo
alcanza en un lugar denominado Abra Rota. Era el 1º de agosto y estaba oscuro, por lo que
decide esperar hasta la mañana. Durante la noche, Olañeta escapa dividiendo su ejército en
cuatro; envía a Gaspar y a Guillermo Marquiegui, con el equipo pesado, hacia las Provincias
Libres, a Barbarucho hacia Suipacha, al Coronel Carlos Medinaceli a Cotagaita y él sale de
regreso a Tarija. Su plan era librar una especie de guerra de guerrillas. Al llegar la mañana, el
General Valdés descubre que Olañeta había partido. Intenta descubrir su destino observando
rastros de caballos y soldados, pero estaban distribuidas en todas direcciones. Decide seguir la
ruta con huellas más abundantes y marcadas y se dirige al sur, pensando que eran de Olañeta.
El 5 de agosto, en Santa Victoria, Valdés alcanza la columna de Gaspar y Guillermo, quienes
se rinden sin combatir, luego retoma el camino hacia el norte. Ese mismo día, Olañeta entra
victorioso en Tarija tomando prisionero a la guarnición dejada por Valdés, y Barbarucho
sorprende a Carratalá, que iba de regreso a Potosí, capturando valiosos armamentos. Pocas
horas después, se produciría el resultado de sus funestas acciones separatistas.
El 6 de agosto, a mil millas de allí, en Junín, se enfrentaban en una feroz batalla, los ejércitos
de Bolívar y Canterac, con la derrota y el final del poder español en el bajo Perú. Ese día el
General Valdés debía haber estado con Canterac. Bolívar no se habría atrevido a atacar al

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ejército español unido. La lentitud de las comunicaciones de la época, hacía que Valdés
estuviese contento por la captura de Marquiegui y Olañeta por la captura de Tarija.
El 13 de agosto, Bolívar emite una proclama a los pueblos del Perú en la que decía que dos
grandes ejércitos hostigaban a los españoles en el Perú, el suyo y el del bravo Olañeta
El General Valdés se dirigió a Potosí, y el 16 de agosto, alcanzó la abandonada mina de
Lava, decidiendo descansar. Barbarucho que venía persiguiéndolo, llegó y lo atacó. Al alba del
17 de agosto ambas facciones chocaron con el ridículo grito de ―viva el Rey‖. La guerra fratricida
había alcanzado su punto máximo. Mientras Barbarucho intentaba entrar a los socavones, y los
constitucionalistas soportaban atrincherados en la mina, irrumpió por detrás de las colinas la
caballería del General Valdés. El ejército de Barbarucho, totalmente rodeado, perdió muchos
soldados y se rindió.
Entretanto Olañeta avanzaba de Tarija hacia el norte con el deseo de recapturar Potosí, pero
al llegar a Cinti y conocer la derrota y captura del contingente de Barbarucho, detuvo su avance.
El General Valdés, el 25 de agosto, se encontraba cerca de Chuquisaca cuando le llegó la
noticia de la gran catástrofe de Junín y el urgente llamado para trasladarse al Bajo Perú, para
ayudar a los ejércitos españoles en su retirada ante el avance de Bolívar. De inmediato, le
escribió a Olañeta dándole la mala noticia de aquella derrota, diciéndole que su guerra estaba
terminada y que se marchaba al Bajo Perú. Lo nombraba Comandante absoluto de los ejércitos
españoles en el Alto Perú y le pedía reorganizar sus tropas a fin de estar preparado para una
invasión desde el Bajo Perú y hasta desde las Provincias Unidas. Además le sugería que llevara
su ejército de Oruro a La Paz y aguardara allí, por si el derrotado Ejército español tuviera que
retirarse al sur. Le decía además que liberaría a todos los prisioneros, incluso a Barbarucho, y le
solicitaba enviarlos directamente al Bajo Perú. El 28 de agosto, sin esperar la respuesta de
Olañeta, Valdés comenzó su marcha al Norte, abandonando Chuquisaca y luego Potosí.
El Coronel Guillermo Marquiegui y los restantes prisioneros, fueron conducidos hacia el
Cuzco, donde permanecerían recluidos hasta después de la capitulación de Ayacucho. En ese
momento termina el periodo activo como militar de Guillermo Marquiegui.
El 5 de setiembre de 1824 el General Olañeta entra a Potosí y no dice una palabra sobre la
Batalla de Junín. Acusa al General Valdés de brutalidad y de haber condenado a muerte a
Barbarucho, dejando la impresión de que este Coronel había muerto.
El 2 de octubre, con Casimiro, ya de regreso de su viaje a Buenos Aires, entra en Oruro y
emite proclamas victoriosas anunciando la derrota y huida del ejército de Valdés hacia el norte y
allí recibe por primera vez una carta de Bolívar escrita el 21 de mayo, pero al ser enviada desde
Salta, por intermedio del General Arenales, llegó a Olañeta recién el 2 de octubre. En ella
anunciaba que “Olañeta y sus ilustres compañeros, eran acreedores a la gratitud americana,
declarándolo un Libertador‖. La guerra había tomado un nuevo y extraño rumbo.

CASIMIRO DA EL GOLPE MORTAL Y DEFINE EL DESTINO DE TODOS


Anteriormente hice referencia a la partida de Casimiro a Buenos Aires y Montevideo en
marzo de 1824, luego de firmado el tratado de Tarapaya. El Gobernador de Salta Arenales, a
pedido del General Olañeta, le otorga un pase personal para permitir su tránsito por las
Provincias Libres. Llevaba 18.000 pesos (unos 40.000 dólares) para comprar armas que al
parecer guardó para sí mismo, ya que nunca los usó para esos fines. En Buenos Aires, entre
otras “gestiones diplomáticas” debía confirmar la decisión separatista y la suma del Alto Perú a
las Provincias Unidas. Suponía que tal planteo aseguraría la compra de esos armamentos.
Casimiro aprovechó el viaje y visitó al Deán Funes, que había sido su Profesor cuando estudiaba
leyes en Córdoba y ocupaba el curioso cargo de “agente confidencial” de Bolívar en las
Provincias Unidas. A través de él, le envió una carta en la cual expresaba los sentimientos
patriotas que tenía el General Olañeta. Seguramente esa carta influyó en la del 21 de mayo, en
la cual Bolívar lo declaraba ―Libertador‖. Estaba clara la intención de Casimiro de jugar “a dos
puntas” para colocar a los patriotas unos contra otros, y seguramente influyó en Arenales su
órden del 5 de junio a Urdininea, para que reinicie su ida hacia el norte, después de haber estado
detenido en Animaná (Salta) nueve meses.
Mientras el astuto y especulador Casimiro tejía su telaraña en el sur, en junio, el Virrey La
Serna califica de criminal conducta la acción del General Olañeta y lo acusa de “contrabandista y
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de especulador mercantil‖ y de estar resuelto a capitular para mantener relaciones con los
revolucionarios rioplatenses ―por los intereses comerciales del defensor del absolutismo‖, y
ordena esa persecución a Olañeta de la cual ya hice referencia.
No caben dudas que el conocimiento de Bolívar de la disminución de unos 8000 realistas
ocasionada por la deserción de Olañeta y esa persecución de Valdez, fue lo que le llevó a decidir
atacar en Junín el 6 de agosto de 1824. Dos meses después, escribe una segunda carta en la
cual le ofrece al General Olañeta amistad, proponiéndole sea parte del nuevo orden en América y
abrir negociaciones con Sucre.
Ni siquiera el retorno de las tropas del General Valdez, evitaría la definitiva derrota realista en
Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, luego de la cual De la Serna intentaría incluir a Olañeta en
las estipulaciones de rendición y que Sucre rechazaría considerando a ese ejército parte
integrante de las fuerzas libertadoras.
Como las respuestas a sus cartas no llegaban, el Libertador escribe a Olañeta una tercera el
15 de diciembre, diciendo que había sido informado a través de un joven pariente en Buenos
Aires, que el General Olañeta era honesto en sus convicciones patrióticas, y volvía a agregar que
debería arreglar los detalles de la integración de su ejército con Sucre.
Recién el 22 de diciembre Olañeta le contesta diciendo que estaba listo para moverse sobre
el Río Desaguadero a fin de iniciar esas negociaciones y de inmediato y en secreto, Casimiro
escribe una carta confidencial a Bolívar, intentando demostrarle que él era más importante que
su tío, y le informa que había sido autor de la ruptura entre las fuerzas realistas, porque siempre
estuvo del lado de los patriotas. Apenas Bolívar la recibió, le respondió expresando le
satisfacción por sus buenas palabras y le dijo: “la victoria de Ayacucho nunca dejará olvidar lo
que debemos a usted; más que nunca nosotros debemos agradecer a usted por la oportuna
diversión del Ejército español que usted ha emprendido en el Alto Perú‖.
El 1º de enero de 1825 Sucre le remitió a Olañeta una carta informándole que le enviaba al
Coronel Antonio Elizalde para suscribir un acuerdo, y escritos a distintas Municipalidades
comunicándoles de la inminente entrada del Ejército Unido en Charcas, con el solo objeto de
garantizar su libertad.
El 8 de enero el Mariscal le escribe a Bolívar diciéndole que él sabía (¿por Serrano tal vez?)
que Arenales desde Salta estaba pronto para moverse hacia Charcas y que presentía un choque
de intereses. Le recordaba que si se movilizaba hacia el Alto Perú, estaría en un país ―que no es
parte del Perú y que no quiere pertenecer a él si no parece querer pertenecerse a sí mismo‖.
Bolívar no le prestó atención.
El 13 de enero, Olañeta se encuentra con Elizalde y firma una tregua de cuatro meses, la
cual estipula que Sucre permanecería al norte y los separatistas al sur del Desaguadero.
En el Tratado había un artículo trascendental que establecía que la región de Tarapacá, costa
norte del desierto de Atacama, en el Bajo Perú, permanecería en manos del ejército de Olañeta.
Después de firmar el tratado, despachó a Casimiro con 10.000 pesos hacía Iquique, para
intentar una vez más la adquisición de armas y munición, a través de la isla de Chiloé, único
punto que permanecía en poder de España.
Antes de partir, Casimiro le escribe a Sucre diciéndole estar ansioso de reunirse con el
vencedor de Ayacucho y le advierte que su tío había firmado el tratado solo para ganar tiempo y
obtener los refuerzos necesarios. Además le informa que su ejército poseía sólo 4.000 hombres
mal equipados y con la moral baja por falta de alimentación, y le señalaba que si se decidía a
cruzar el Río Desaguadero, se desintegraría por deserción, hambre y falta de entusiasmo.
Lo más sorprendente de esta traidora carta, es que decía haberle informado al General
Arenales todo esto a través de un agente confidencial, pero que había redactado ese informe de
modo que la ambición de Arenales no amenazara el plan de Sucre. Es posible que a Arenales le
haya escrito precisamente lo contrario, diciendo que prefería a las Provincias Unidas que al
régimen bolivariano. Casimiro había comenzado a empujar a los patriotas unos contra otros.
El traidor sobrino, partió al oeste fingiendo cumplir con la misión encomendada pero se
desvió al norte y tomó la ruta hacia Puno, a donde llegó al mediodía del 3 de febrero, yendo
directamente a buscar a Sucre. El Mariscal quedó impresionado por el joven y, a partir de allí,
Casimiro dirigió ingeniosamente la caída de su tío. Con la asistencia de Urcullu en Chuquisaca y

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Usín en Potosí, convenció a los coroneles Arraya, Medinaceli y a otros oficiales aún fieles al
General, a cambiar de bandera en el momento apropiado.
Casualmente el 9 de febrero Sucre, en La Paz, dicta un trascendental decreto:
“…Que al pasar el Desaguadero, el ejército Libertador, ha tenido el solo objeto de redimir las
provincias del Alto Perú de la opresión española, y dejarlas en posesión de sus derechos. Que
no corresponde al ejército Libertador intervenir en los negocios domésticos de estos pueblos.
Que es necesario que estas provincias dependan de un gobierno que provea su conservación.
Que el antiguo Virreinato de Buenos Aires, a quien ellas pertenecian, carece de un gobierno
general que represente completa, legal y legítimamente a la autoridad de todas las provincias, y
que no hay por consiguiente con quien entenderse para el arreglo de ellas. Que por tanto, ese
arreglo debe ser el resultado de la deliberación de las mismas provincias, y de un convenio entre
los Congresos del Perú y el que se forme en el Río de la Plata‖.
Sucre ignoraba que desde diciembre de 1824, funcionaba un Congreso General en Buenos
Aires, lo que seguramente Casimiro sabía por su conrtacto en Salta, pero obviamente no se lo
iba a contar al Mariscal.
Así es como entre el 12 y 22 de febrero, se rinden y unen al ejército de Sucre las
guarniciones realistas de Aguilera en Valle Grande, las de Santa Cruz, y las de Francisco López
en Chuquisaca. ¿Quién podía poner en duda el sombrío destino que les tocaría vivir a los que
quedaran del lado del General Olañeta, sí los dichos provenían directamente de su mismísimo
sobrino, ahora bajo el resguardo Sucre?
Mientras tanto en Potosí, el General Olañeta convocaba un Consejo de Guerra para tomar
una decisión definitiva y ninguno de sus oficiales de confianza quiso rendirse, ni siquiera
Medinaceli, que estaba a la espera de la orden de Casimiro para aprehender al General y
entregarlo a Sucre.
CRÓNICA DE UN TRÁGICO FINAL CASI ANUNCIADO
Algo pasó a mediados de diciembre de 1824 que hizo que el General Olañeta analice
rendirse a Arenales y abandonar su proyecto de un Charcas independiente (hecho realidad en
febrero de ese año) situación que “enfureció” a Casimiro, su principal ideólogo y entusiasta
sostenedor, alentándolo a traicionarlo y enviar sus cartas secretas primero a Bolívar y luego a
Sucre, esta última dando esa importante información sobre los planes de su tío y las condiciones
de su ejército y planifique ese viaje al oeste para abandonarlo.
Considero que Guillermo Marquiegui, recientemente liberado de su encierro en el Cuzco y ya
reunido con su primo, influyó en esa determinación y una vez tomada, partió al sur con la orden
de informarle a Arenales sobre las intenciones de Olañeta de entregarse y anexar el territorio de
Charcas a las Provincias Unidas.
Es una buena razón para que, a finales de enero de 1825 Arenales decida asumir en
persona el comando de la expedición al Alto Perú desobedeciendo las órdenes porteñas de no
intervenir, y le ordene a Urdininea ponerse de inmediato en movimiento con su vanguardia hacia
el norte y ocupar Tupiza, a fin de apresurar su contacto con los efectivos de Olañeta.
Urdininea cumple las órdenes de Arenales, pero luego de pasar por San Salvador, se detiene
y permanece estacionado varios días en Volcán (1) llegando a Humahuaca un mes después,
cuando dicho recorrido solía tardar unos 6 días. ¿Estaba informado a través de Serrano que
Casimiro iba a desertar en busca de Sucre y esperaba sus órdenes? Las fechas coinciden con
esa determinación de Urdininea, que no debía encontrarse con el ejército de Olañeta. El
“enviado” de Arenales, perdía tiempo a la espera del visto bueno de Casimiro para pasarse al
ejército de Sucre (o de Medinaceli, que esperaba lo mismo)
A principios de marzo, Arenales, informado sobre la lentitud de la vanguardia de Urdininea
(tal vez a través de su hijo, el Sargento Mayor José de Arenales que la integraba) le ordena
vehementemente apresurar la marcha(1) con ilusorio ánimo de negociar un acuerdo con su
paisano y amigo Olañeta, e incorporar las Provincias altoperuanas a las rioplatenses.
(1) Joseph Andrews en “Viaje de Buenos Aires a Potosí escribe: “Por la tarde nos encontramos en la posición que ocupó el general Urdininea al mando de la fuerza
destinada a operar, en conjunción con el general Arenales, contra Olañeta, en el Alto Perú. En este lugar permaneció mientras Olañeta estuvo expuesto al ejército
victorioso del general Sucre, que avanzaba contra él desde Ayacucho‖ “…nunca se supo si permaneció inactivo por aprensión de que su fuerza abigarrada de
solamente mil quinientos hombres, o si procedió ajustándose a instrucciones recibidas de Buenos Aires…‖

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Sucre, con su poderoso Ejército, ya dominaba las ciudades de La Paz, Oruro, Cochabamba y
Chuquisaca y todo el norte altoperuano, mientras Olañeta estaba acorralado en Potosí, con una
fuerza de 2.000 hombres que se reducía día a día por la deserción.
El 18 de marzo Sucre deja La Paz rumbo a Potosí, y el 24 emite una proclama al Ejército de
Olañeta, diciendo que su Comandante era un rebelde a la causa española y un traidor a la causa
americana, pidiéndoles a sus soldados desertar y sumarse al ejército de Liberación.
Cuatro días más tarde Olañeta le comunica a Sucre que aunque todos estuvieran en su
contra, él caería combatiendo, porque su honor y su fidelidad al Rey así lo exigían, y que moriría
o se entregaría a su amigo Arenales.
El 25 de marzo Urdininea, que por fin se encontraba en Tupiza, dirige una “extraña”
comunicación a Ambrosio Lezica informándole que había vencido en combate al realista Baca y
tomado prisionero a Estévez, a Josefa de Marquiegui, esposa de Pedro Antonio de Olañeta, a
Gaspar Olañeta, al Coronel Marquiegui y a otros realistas, pero que todos consiguieron fugarse
ayudados por el cura de Talima. ¡Urdininea tomaba prisioneros a quienes estaban fuera del
conflicto y lo esperaban ansiosamente suponiéndole el enviado der Arenales!
¡Imaginen lectores, la sorpresa de los Marquiegui (especialmente de Pepita y Guillermo)
cuando en vez de ser recibidos con satisfacción, son apresados por quien debía ser su protector!
Este sorprendente informe de Urdininea, ubicaría a Guillermo nuevamente en Tupiza, tal vez
regresando luego de su encuentro con Arenales y a la espera de Olañeta, y en total ignorancia
sobre las traiciones de oficiales de uno y otro bando, porque claramente a esa altura de las
circunstancias, esta actitud de Urdininea, prueba su decisión de pasarse al ejército de Sucre.
El 28 de marzo Olañeta evacua Potosí dirigiéndose hacia el sur. Despacha a Medinaceli a
Cotagaita y a Barbarucho a Chuquisaca, y él, con 400 soldados, se dirige a Vitichi, poblado
ubicado a 80 km al sur (unas 16 leguas)
Dos días después y ya en Cotagaita, Medinaceli, seguramente con “noticias” de Casimiro,
decide dar su puñalada por la espalda y proclama su adhesión a la causa Bolivariana.
Sin saberlo Olañeta desde Vitichi adelanta un batallón y un escuadrón al mando del Coronel
Antonio Hevia, con la orden de sumarse a Medinaceli y marchar juntos a Tupiza, al encuentro de
Urdininea. Pero al llegar Hevia a las inmediaciones de Cotagaita, se informa sobre su traición y
regresa a Vitichi, para informar lo sucedido.
Olañeta desde allí y antes de partir con su ejército hacia el sur, envía a Urcullu una
esclarecedora nota en la cual le dice:
“…Aunque con dos hombres si más no le quedaban habría de abrirse paso a todo trance
hasta encontrar a Arenales y transar con el pero no con los de Colombia y menos con los
revolucionarios que habían pertenecido a él…‖
La versión de los historiadores oficiales cuenta que la intención de Olañeta era encontrarse
con Medinaceli y darle batalla, pero a esta altura, el lector coincidirá conmigo que en realidad la
lógica de sus acciones previas indica que era a quien debía evitar para cumplir su deseo de
llegar a Tupiza y pactar su rendición con el “enviado de Arenales”.
Olañeta creía que el traidor estaba esperándolo en Cotagaita, y tal vez su plan era desviar su
recorrido por un camino secundario para evitar ese poblado, pero Medinaceli fue a buscarlo y
recorriendo 40 km al norte, lo esperó agazapado a orillas del Río Tumusla, por lo que el
encuentro fue inevitable. ¿Podría Olañeta evitar una batalla? Sus fuerzas eran superiores,
aunque, la sorpresa de los disparos desde las sombras, habría jugado para el lado de los
minoritarios y, como sigue diciendo aquella historia oficial, se rindió incondicionalmente.
En todo caso, haya o no habido batalla y ganara quien ganare, los comandantes nunca
mueren porque solo observan y dan órdenes ―desde arriba‖
Haya o no habido batalla, y ganara quien ganare, Olañeta podría haber llegado a encontrarse
con Arenales, solo o mal acompañado.
Pero…

(1) Señala Zuviría: ―Arenales estuvo resuelto en no dejarlo ocupar la Quebrada y aún separarlo de su fuerza, pues consideraba al militar
altoperuano un ―tunante‖ que si pronto no es fusilado amaga muchos males al Perú‖.

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CAPÍTULO 5
TUMUSLA: UN GENERAL ASESINADO EN UNA BATALLA QUE… ¿EXISTIÓ?
El 1º de abril de 1825, viernes santo, a 130 km al sur de Potosí, en la aldea de Tumusla,
situada sobre el río homónimo, el General Pedro Olañeta es sorprendido por su viejo compañero
el Coronel Medinaceli. Si hubo algún diálogo previo entre ellos y luego de un desacuerdo una
contienda, o directamente sorpresivos disparos desde las sombras y Olañeta respondió a ese
método de guerrillas que tan bien conocía, es el misterio mejor guardado de la historia de Bolivia.
Lo único cierto es que conocemos a los perdedores y que Olañeta fué la única víctima en
una batalla descripta por los que ganaron.
Los historiadores tienen varias versiones sobre su muerte:
- Un soldado del mismo bando lo hirió en la batalla y malherido
fue trasladado a una improvisada celda en Patirana, a la par de la
Capilla del Carmen, a unos 4 km de Tumusla (imagen actual de la
celda en ruinas y al fondo la Capilla) y allí murió al día siguiente.
.- Estando desfalleciente en esa cárcel, entró su secretario el
teniente Francisco Sánchez y lo remató de dos disparos, en
venganza por haber el General abusado sexualmente de su mujer.
.- Fue llevado prisionero desde el campo de batalla y en el transcurso de la noche y en su
propia celda recibió tres impactos de bala por la espalda por parte del teniente Sánchez,
falleciendo entre la medianoche del 1º de abril y las primeras horas del día 2 (1)
Está última y muy interesante versión la encontré recientemente en internet y estaba en una
tesis doctoral perteneciente a Cristian Rodriguez Aldana quien la extrajo de un libro de la
historiadora boliviana María Luisa Soux. Sea cual fuera la cierta, sin dudas fue un
cinematógrafico final para la apasionante vida de Pedro Antonio Olañeta.
En Salta se publicó un Bando de Urdininea sobre las acciones de la división a su cargo:
“Inmediaciones de Cotagaita 1 de abril de 1825 En circunstancias que marchaba sobre
Tumusla en auxilio del Sr Coronel D Carlos Medinacelli quien comunica que en este día
triunfaron completamente 300 valientes chicheños, contra 700 enemigos serviles, en el punto de
Tumusla, no sabe aún el número de muertos y heridos, excepto el Gral Olañeta, que fue el
primero que mordió la tierra, quedaron en el campo 200 y tantos de prisioneros, incluso 20
oficiales. También se tomaron todos los bagajes de guerra y numerosos cargamentos de
Olañeta. Sírvase pasar esta noticia tan interesante como plausible al Señor Capitán General de
la Provincia de Salta…‖
Urdininea, junto a Medinaceli, se pasa al bando de Sucre. ¿Cómo se entiende tal actitud de
un oficial del mismo bando patriota? Tres años después, luego del intento de asesinato a Sucre y
su renuncia como Presidente, Urdininea tuvo su premio y lo reemplazó en la Presidencia del
Consejo de Ministros de la flamante República de Bolivia.
Arenales se sorprendió con la muerte de Olañeta y la actitud de su jefe de Vanguardia y,
encentrándose en Tilcara con la “División Protectora del Orden y de los Pueblos del Alto Perú”,
muy fastidiado informó al Congreso Nacional de Buenos Aires ―la deserción del Coronel Don
José María Pérez de Urdininea, con 200 Dragones de su mando, después de seducir una
compañía de paisanaje que debía de acompañarle‖ y, temiendo se desatara la anarquía debido a
las circunstancias por las que atravesaban las provincias de arriba, pidió nuevas instrucciones
para apoyar o no la reunión de un Congreso que decidiera el futuro de las provincias del Alto
Perú, y aceleró su marcha a fin de encontrarse lo antes posible con Sucre. Pero su bronca
resultaría infructuosa porque el 8 de abril recibe estas órdenes del gobierno de Buenos Aires:
“Empleará solo sus esfuerzos y respetos para proteger el orden y dejar la libertad a los
pueblos para que adopten la forma de gobierno que crean más conveniente‖.
El impresentable Bernardino Rivadavia y sus amigos unitarios entregaban en forma
incondicional cuatro provincias argentinas al arbitrio de los venezolanos.

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JOSÉ LUIS MELANO
Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

Volviendo a los hechos de Tumusla, el 2 de abril Medinaceli informa a Sucre, en un corto


mensaje que el General Olañeta había muerto por las heridas que recibió en la batalla. No dio
detalles de la misma cuando el deber de cualquier Comandante, finalizado un conflicto bélico, es
dar parte de los términos de rendición y el número de soldados fallecidos, lo que jamás informó.
Transcribo el texto de aquella nota de Medinaceli (sic) (imagen):
―Mui estimado Mariscal: Lleno del mayor xúbilo tomo la pluma para comunicar
a V.E. el mui feliz encuentro que he tenido hoy con el enemigo Jrl. Olañeta i la
División qe. le acompañaba. Esta quedó en mi poder íntegramente con todos sus
Jefes, oficiales i tropa, con todo el parque e intereses que poseían, su imprenta,
etc, lo mismo qe. el nombrado Jeneral quien al caer prisionero quedó herido de
muerte, a causa de haberse empeñado la acción en tales términos qie llegó a
acontecerle esta desgracia. Después de haber logrado la victoria, me propusieron
la capitulación, a la qual la humanidad me ha exijido condescender, en virtud del
llanto i la sumisión conque me la expusieron, me hizo aceptar a ella. De lo qual i
todo lo acontecido esta feliz tarde y noche para la nueva Patria, dará a V.E. el
conductor de mi nota My. Juan de Villegas rasón individual, la qual no puedo
verificar por medio de esta carta, por hallarme coordinando un desorden, qual es
el que causa de la guerra. La Batalla se decidió de las 3 de la tarde a las 7 de la
noche. Y en el momento de un pequeño desahogo enviaré a V.E. el parte
individual con detalles. Al concluir esta he tenido parte que el Jrl. P.A. de Olañeta
acaba de expirar. saludo a Ud. Carlos Medinaceli‖.
Un cronista y testigo de la guerra, dijo que Sucre al enterarse de la muerte de Olañeta, quedó
molesto y sospechó algún juego sucio. Él quería capturar vivo al General y convencerlo de su
errada actitud hacia el ejército unido, demostrarle ―cuán generosos somos nosotros‖ y escribió a
Medinaceli ordenándole, entre otras cosas, ver que la viuda del General Olañeta, sea tratada
con gran respeto, y advirtiéndole que cualquiera que la insultara sería severamente castigado.
LA “BATALLA” SEGÚN UNA REVSITA DE BOLIVIA
En su sección cultural del 1° de Abril de 2021, la revista “Ahora” publica esta interesante
(para mí muy graciosa) versión de lo sucedido aquel día en 1825:
“El 1 de abril de 1825, un Jueves Santo como hoy (empezamos mal, fue viernes)
en los campos de Tumusla se libró la última batalla por la Independencia de la
Patria entre las huestes de Carlos Medinaceli y Pedro de Olañeta. Al promediar
el medio día las fuerzas de Olañeta llegan a orillas del río Tumusla donde las
tropas de Medinaceli ya se hallaban atrincheradas; de inmediato ambos bandos
se desplegaron en formación de guerrilla (sic):
―¡Xefes, Oficiales Soldados! ¡Valerosos chicheños, tarixeñosi compatriotas! Por la Libertad i la Autonomía de la
Patria, enfrentemos decididos a la División enemiga qe avistamos ya. De vuestro empuxe, denuedo i valor de esta
tarde del primer día de abril, de Xueves Santo, dependerá la gran victoria o la derrota definitiva de nuestro
Rejimiento i Batallón ―Chichas‖ i ―Cazadores‖ ¡Adelante camaradas. Los enemigos qe aparecen al Norte con ellos los
del Sud, desaparecerán como las sombras con el día! ¡Viva la Patria i Viva la Libertad!‖
Fue el grito (¿quizás algún testigo en el campo de batalla lo grabó en su celular?) del comandante Carlos
Medinaceli, que dirigiéndose a sus soldados les transmitió el más elevado fervor por la Patria y la
libertad; inmediatamente las tropas se dispusieron para el gran combate. Era definitiva en esta
batalla, los altoperuanos se jugarían el honor y el poder de decidir por sí mismos, gobernarse.
Eran las 3 de la tarde cuando se inició la sangrienta contienda entre las fuerzas patriotas y el
último ejército realista que quedaba en nuestro territorio, comandado por el empecinado general
Pedro Antonio Olañeta, que parecía que ganaría la batalla porque estaba mejor provisto de
armas y un gran contingente de soldados, pero al final, por una estocada estratégica, los
soldados patriotas lograron imponerse reduciendo al enemigo; sucedió casi al promediar las siete
de la noche. En términos militares esta acción tuvo todas las características de una batalla:
Olañeta disponía de 1700 hombres con 32 jefes y oficiales, mientras que Medinaceli tenía 1300
soldados (quizás por la inflación llegaron hasta nuestros días 1000 soldados más para cada bando) y 26 jefes,
500 hombres de refuerzo llegaron de Tarija y 800 de Tupiza, además de otros voluntarios. El
campo quedó regado de sangre, de cuerpos inertes y heridos que agonizaban, todo era tétrico y
devastador para el enemigo; no así para los patriotas que pese a llorar por las pérdidas de sus
camaradas, también lloraban de felicidad; el triunfo llegó después de tanto sacrificio, muerte y

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devastación en estas tierras; quedaron los soldados exhaustos de rodillas, postrados ante la
Patria que nacía ese día a la libertad. Tras su rendición, Olañeta fue conducido a una prisión
improvisada que estaba cerca al campo de batalla. En el trascurso de la noche, mientras se
negociaban los términos de la rendición, Olañeta sufrió un atentado mortal en su propia celda por
parte de su secretario, el teniente Francisco Sánchez. En el atentado recibió tres impactos de
bala por la espalda por cuyas heridas finalmente falleció. Ante el deceso de Olañeta el coronel
Gregorio Michel tomó la representación de las fuerzas realistas, firmando junto al coronel
Medinaceli en representación de los insurgentes la capitulación de la acción de Tumusla.
Debemos considerar y reconocer que esta batalla decidió nuestro destino, pues fue luchada por
los patriotas de este territorio, definiendo de esta manera gobernarse por sí mismos, sin la
injerencia de Lima ni Buenos Aires. Con esta última acción se dieron por concluidas las
operaciones de las tropas realistas en Charcas‖
Afirmar “…el campo quedó regado de sangre, de cuerpos inertes y heridos que agonizaban‖
en una “batalla” en la cual solo se registra una sola muerte, la de Olañeta, desautoriza
definitivamente la veracidad de lo expuesto por esa Revista. Lo desafío, lector, a encontrar
alguna batalla en la cual haya fallecido un General y comandante cuando nunca intervenían
cuerpo a cuerpo ya que daban órdenes a sus oficiales desde un lugar seguro. Los que conozco
murieron asesinados, como el mismísimo Sucre en 1830, aunque los mismos crápulas que
mataron a Olañeta, ya habían intentado matarlo sin éxito, apenas dos años después, cuando se
cansaron de su Presidencia, y también usaron la excusa de un “marido vengativo”.
Me fascina la capacidad de inventiva del que escribió este artículo, de autor desconocido, y
su facilidad para usar el término “patriotas”. Puedo rescatar como creíble, la versión de la muerte
de Olañeta en esa celda de Patirana, que coincide con la de la historiadora María Luisa Soux.

OLAÑETA: CRONOLOGÍA DE UN FINAL NECESARIAMENTE CONCEBIDO


Invito al lector a reflexionar sobre los hechos anteriores a ese 1° de abril de 1825, leyendo y
analizando el siguiente resumen que si bien contiene datos ya expuestos, su disposición
cronológica le permitirá encontrar una explicación más consensuada y definitiva, sobre aquel
desenlace que terminó con la muerte del Brigadier Olañeta y sus consecuencias posteriores:
Año 1820 El General Olañeta incorpora a su sobrino Casimiro como secretario y consejero,
quien empieza a orientarlo en las decisiones más importantes y en sus estrategias políticas y
con la complicidad de Mariano Serrano, Secretario de Arenales, brinda información a su tío.
Enero de 1823 el General Olañeta recibe dos cartas procedentes de España (fechadas en
agosto de 1822) supuestamente escrita por el Regente de Urgel, en una de las cuales le pedía
proclamarse defensor de la monarquía absoluta, abolir la Constitución en el Perú, y le ofrecía ser
Virrey del Río de la Plata. Casimiro, años más tarde admitió que falsificó una de ellas para
engañarlo e incentivarlo a rebelarse de sus jefes de Lima.
Mayo de 1823 Por órdenes de Riva Agüero, Presidente de Perú, el General Santa Cruz
avanza sobre el Alto Perú. Es la primera vez que se ponía en acción un ejército formado
íntegramente por peruanos. Los patriotas obtuvieron al principio algunas victorias, por lo que
Santa Cruz le pide a Pérez de Urdininea, que se encontraba en Tucumán, “que debía marchar y
tomar Sinti y Tupiza y colocarse sobre la Puna porque dentro de seis días marcho sobre Potosí‖
18 de julio de 1823 Pedro Olañeta escribe una carta que es publicada el 23 de noviembre de
1823, por el periódico de Buenos Aires “La abeja argentina” en la que acusaba a Mariano
Serrano de impedir la salida de Pérez Urdininea de Salta. El gobernador de esa provincia, José
Ignacio de Gorriti, contestó desmintiendo esa denuncia y asegurando que no dudaba “de la
fidelidad y pureza” con que actuaba Serrano como secretario del gobierno de Salta
14 de Agosto de 1823 Urdininea proclama que estaba próximo a salir hacia Tupiza para
unirse a Santa Cruz y ―asfixiar a los realistas que operaban en Charcas y terminar con el dominio
español‖ Casimiro, al saberlo, pide a Mariano Serrano hacer todo lo posible para evitar el
movimiento de Urdininea (1) mientras él intentaba lo mismo con Santa Cruz.
(1) Así es como, (¿sorpresivamente?) en diciembre Urdininea fue puesto bajo arresto a causa de una pelea en la cual había herido ligeramente a
un oficial altoperuano subordinado y enviado a Tucumán para ser juzgado por una corte marcial que lo puso en prisión durante trece días (una
ofensa que en aquellos rudos días era perfectamente común)

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25 de agosto de 1823 El general Gerónimo Valdés ataca y derrota a Santa Cruz a orillas
del lago Titicaca y su ejército queda desintegrado. Santa Cruz abandona La Paz dado que los
refuerzos que esperaba de Urdininea nunca llegaron.
Septiembre de 1823 Sin conocer sobre la derrota de Santa Cruz, Urdininea sale de
Tucumán hacia el Norte con 250 dragones, dando inicio a su incursión al Alto Perú, pero se
detiene y estaciona su tropa en Animaná, población situada en Salta, al sur del valle Calchaquí
1° de setiembre de 1823 Bolívar desembarca con tropas colombianas y más tarde Sucre
avanza hacia el Río Desaguadero. El Virrey De la Serna y el General Valdés corren al sur para
rechazar a los invasores y Olañeta marcha al norte para encontrar al enemigo.
5 de junio de 1824 Urdininea, después de haber estado su tropa detenida en Animaná nueve
meses, a solicitud del gobernador Arenales (1), reinicia en una muy lenta marcha su ida hacia el
norte, permanece varios días en Volcán, Jujuy y recién llega a Humahuaca un mes después.
1° de octubre de 1823 en España el Rey Fernando es liberado. Anula todo lo hecho por los
liberales y es abolida la Constitución. Apenas la noticia llega a América, Casimiro comienza a
estimular el odio de su tío por De la Serna y los liberales que lo acompañan, con la esperanza de
forzar al General Olañeta a rebelarse e incitar así la Guerra Civil dentro del ejército realista.
26 de diciembre de 1823 El General Olañeta, con su ejército, municiones, almacenes y
dinero, evacúa Oruro y en vez de marchar al norte, regresa al sur, situándose en Potosí. Le dice
al Virrey que lo hacía por el peligro de una invasión desde el sur.
4 de febrero de 1824 el General Olañeta desde Potosí emite su famosa proclama a los
pueblos del Perú, en la que anuncia la rebelión contra el Virrey De la Serna (2)
11 de febrero de 1824 Olañeta entra en Chuquisaca y al día siguiente proclama las nuevas
reglas y leyes de su gobierno, deroga la Constitución y ordena una Monarquía Absoluta como en
1819. Los edictos fueron redactados y escritos por Casimiro y Manuel Urcullu, el General Olañeta
sólo los firmó. Su hermano Gaspar fue nombrado Gobernador de Tarija, y Guillermo Marquiegui,
Presidente de Charcas. El gobierno de Olañeta comenzaba y duraría quince meses,
constituyendo el preludio de la creación de Bolivia.
21 de febrero de 1824 Olañeta regresa a Potosí y proclama las mismas reglas. Casimiro y los
suyos habían logrado la ruptura del General Olañeta con la autoridad virreinal.
9 de marzo de 1824 El General Valdés es enviado por De la Serna a Potosí, y en Tarapaya le
propone a Olañeta un arreglo pacífico. Olañeta exige la restauración del absolutismo, el
reemplazo de loa actuales gobernadores por oficiales de su confianza y que todo el Alto Perú
quedara bajo su mando. Valdés accede a esas exigencias, con la condición que Olañeta envíe
mensualmente dinero al Cusco y asista con tropas si los revolucionarios desembarcaban en las
costas adyacentes del Pacífico. Luego de firmado ese tratado, Casimiro parte a Buenos Aires y
desde allí, a través del Deán Funes, le envía una carta a Bolívar intentando convencerlo acerca
de los sentimientos patriotas que tenía el General Olañeta.
21 de mayo de 1824 Dos meses antes de la Batalla de Junín, Bolívar envía su primera carta
al General Olañeta, anunciando que Olañeta y sus ilustres compañeros, eran acreedores a la
gratitud americana, declarándolo un Libertador, pero al ser enviada desde Salta, por intermedio
de Arenales, Olañeta recién la lee el 2 de octubre.
15 de junio de 1824 De La Serna en una manifestación publicada en Cusco, califica
de criminal conducta la actuación de Olañeta acusándolo de contrabandista y especulador
mercantil, y de estar resuelto a capitular para mantener relaciones con los rioplatenses por los
intereses comerciales que realizaba el defensor del absolutismo.
26 de junio de 1824 Olañeta proclama que De La Serna no era Virrey legítimo, y que él
reconocía solamente al Rey de España como su inmediato superior, que moriría por el Rey y la
religión católica antes que someterse al usurpador De La Serna y sus ayudantes. Era una
declaración de guerra. El General Valdés, que estaba en Oruro, recibe la orden del Virrey para
usar la fuerza contra Olañeta, e inicia su persecución partiendo hacia el sur en su búsqueda.
(1)Según Zuviría- Arenales estuvo resuelto en no dejarlo ocupar la Quebrada y aún separarlo de su fuerza, pues consideraba al militar altoperuano ―tunante que si
pronto no es fusilado amaga muchos males al Perú‖.
(2) El Manifiesto del General Olañeta dice: ―¡Viva la Religión! Os hablo por primera vez y no dudo que escuchareis mi voz ... consecuente a los principios de la Religión
en que desde mi infancia he sido educado, y fiel al Soberano por inclinación y convencimiento, no me es posible disimular ya por más tiempo la escandalosa
corrupción en que algunos novadores querían sumergirnos. Ellos han derramado todo el veneno de la falsa filosofía que abrazan en su corazón ... La Religión y el
Rey, objetos los más sagrados, han sido profanados con desvergüenza. Mis soldados y yo trabajamos con heroico entusiasmo por la Religión, por el Rey y la Nación
española a que tenemos el honor de pertenecer‖.

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28 de junio de 1824 Olañeta anuncia que “…se retirará hacia el sur con el deseo de evitar
una guerra desoladora y las nuevas devastaciones que amagaban…‖ Con su ejército abandona
Potosí y se dirige hacia Tarija huyendo de Valdés.
1º de agosto de 1824 En un lugar denominado Abra Rota, cerca de Livi Livi, Olañeta, para
despistar a Valdés, divide su ejército en cuatro y cada columna toma un camino diferente.
5 de agosto de 1824 En Santa Victoria, Salta, Valdés alcanza la columna de Guillermo
Marquiegui, quien se rinde sin combatir. Luego da vuelta y toma el camino hacia el norte.
Marquiegui permanecería prisionero en el Cusco hasta después de la capitulación de Ayacucho.
6 de agosto de 1824 Se produce la batalla de Junín y la primera gran derrota realista.
11 de agosto de 1824 Llega a Salta desde Humahuaca una carta en la cual se le informa a
José María Paz el arribo a este pueblo del secretario de Olañeta Dr Usín pidiendo asilo para él y
la mujer del General. El gobierno le escribe a Olañeta para informarle que le son concedidos y
que él también será bienvenido (1)
13 de agosto de 1824 Bolívar emite una proclama al pueblo del Perú en la que dice que dos
grandes Ejércitos hostigaban a los españoles en el Perú, el suyo y el del bravo Olañeta (2)
25 de agosto de 1824 El General Valdés estando cerca de Chuquisaca, recibe la noticia de la
derrota de Junín y la orden de regresar al Bajo Perú. De inmediato, le escribe a Olañeta dándole
esa noticia y le dice que su guerra estaba terminada. Lo nombra Comandante Absoluto en el Alto
Perú, y le sugiere llevar el grueso de su ejército a La Paz y aguardar allí por si el derrotado
ejército español tuviera que retirarse al sur.
2 de octubre de 1824 El General Olañeta entra en Oruro y emite proclamas victoriosas
anunciando la derrota y huida de Valdés hacia el norte. Allí recibe la carta de Bolívar escrita el 21
de mayo. Ese mes ocupa Cochabamba y el general Lanza reconoce su autoridad sobre el Alto
Perú. Las negociaciones habían sido realizadas por Casimiro a su regreso de Buenos Aires.
6 de octubre de 1824 Bolívar escribe a Olañeta una segunda carta ofreciéndole amistad,
esperando que sea parte del nuevo orden en América y le propone negociar con Sucre.
9 de diciembre de 1824 Se produce la Batalla de Ayacucho y De La Serna incluye al ejército
de Olañeta en las estipulaciones de rendición, pero Sucre lo rehúsa considerándolo parte
integrante de las fuerzas libertadoras. Guillermo Marquiegui es liberado y emprende su regreso
a Jujuy, pasando por Cochabamba donde permanece varios días con su primo y cuñado.
15 de diciembre de 1824 Bolívar escribe una tercera carta a Olañeta, en la cual le dice que a
través de un joven pariente en Buenos Aires, sabe que es honesto en sus convicciones
patrióticas, e insiste que debería arreglar los detalles de la integración de su ejército con Sucre.
22 de diciembre de 1824 Olañeta contesta diciendo que estaba listo para moverse sobre el
Río Desaguadero a fin de iniciar negociaciones con Sucre.
23 de diciembre de 1824 Casimiro escribe desde Cochabamba una carta confidencial a
Bolívar sabiendo que el día anterior su tío había recibido una del Libertador, donde le dice que él
había sido autor de la ruptura entre los realistas porque siempre estuvo del lado de los patriotas
1º de enero de 1825 Sucre le remite a Olañeta una carta informándole que le enviaba al
Coronel Antonio Elizalde para suscribir un acuerdo y le comunicaba sobre la inminente entrada
del ejército Unido en Charcas, con el solo objeto de garantizar su libertad.
8 de enero de 1825 Sucre escribe a Bolívar diciéndole que sabía que Arenales desde Salta
estaba pronto para moverse hacia Charcas y que presentía que tendría lugar un choque de
intereses. Le recordaba que si se movilizaba hacia el Alto Perú estaría en un país ―que no es
parte del Perú y que no quiere pertenecer a él si no parece querer pertenecerse a sí mismo‖
12 de enero de 1825 Casimiro le escribe a Sucre diciéndole estar ansioso de reunirse con el
vencedor de Ayacucho y que sería el momento más feliz de su vida y sugería que Sucre
personalmente se encontrara con su tío para hallar una solución pacífica.
12 de enero de 1825 El General Olañeta se reúne con el Coronel Elizalde y firma un tratado en el
cual acuerdan cesar las hostilidades durante el término de cuatro meses, permaneciendo Sucre
(1) José María Paz en Salta, escribe en su Diario de Marcha: ―11 de Agosto: Recibo carta de José M. Moscoso dirigida desde Humahuaca donde ha recalado con el
Dr. Usin, secretario y consejero de Olañeta. Pide un asilo en esta provincia que dice se le ha concedido. El mismo Olañeta escribió pidiéndolo para su mujer, y también
ha sido concedido. El Gobierno escribe a él, haciéndole entrever que aún él será bien recibido. Sin duda, alguna mira política ocupa a el gobierno a este respecto.
Algunos esperan de los apuros de Olañeta que abrace la Independencia, pero esto es un delirio. Unicamente podremos creer que se eche en brazos de los
americanos cuando no le quede otro recurso, y eso como un asilado, y no como un renegado del Realismo‖
(2) La proclama dice:―¡Peruanos! La campaña que debe completar vuestra libertad ha empezado bajo los auspicios más favorables. El Ejército del General Canterac
ha recibido en Junín un golpe mortal habiendo perdido, por consecuencia de este suceso, un tercio de sus fuerzas y toda su moral. Los españoles huyen despavoridos
abandonando las más fértiles provincias mientras el general Olañeta ocupa el Alto Perú con un ejército verdaderamente patriota y protector de la libertad‖

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al norte y Olañeta al sur del Desaguadero. Olañeta por ahora no reconocería la independencia
hasta consultar con quien debe hacerlo y resolver lo más conveniente al beneficio de los pueblos.
La provincia de Salta queda comprendida en la suspensión de hostilidades celebrada. Sucre
rechaza en Puno los términos del armisticio y autorizado por Bolívar, moviliza sus tropas para
proceder a la ocupación de Charcas. Casimiro, luego de este tratado, escribe una segunda carta
“confidencial” a Sucre en la cual le informa que su tío estaba suscribiendo el tratado de tregua
solamente para ganar tiempo y obtener los refuerzos necesarios, dándole la seguridad de que
en caso de que cruzara el Río Desaguadero su ejército se desintegraría y que los coroneles
Arraya y Medinaceli estaban dispuestos en cualquier momento a desertar de su tío y abrazar la
causa patriota. Y agrega: "Sírvase tener la bondad de recompensarme admitiéndome como un
simple soldado en su caballería hasta el fin de la guerra…"
17 de Enero de 1825 Casimiro parte hacia el puerto de Iquique para adquirir armas a través
Chiloé, pero amaga dirigirse al oeste y se desvía al norte hacia Puno, en busca de Sucre.
Finales de enero de 1825 Arenales asume en persona el comando de la expedición al Alto
Perú y parte desde Salta. Ordena a Urdininea, ponerse en movimiento hacia el norte y ocupar
Tupiza, a fin de apresurar su contacto con los efectivos de Olañeta (1)
3 de febrero de 1825 Casimiro llega a Puno y se pone bajo el resguardo de Sucre y dirige la
caída de su tío. Asistido por Urcullu en Chuquisaca y Usín en Potosí, pide a los coroneles Arraya,
Medinaceli y a otros oficiales aún fieles a su tío, esperar sus órdenes para cambiar de bandera.
9 de febrero de 1825 Sucre presionado por mineros y hacendados altoperuanos dirigidos por
Casimiro y Urcullu, dicta un decreto convocando a elecciones de diputados en las cuatro
provincias. Bolívar consideró ilegal esa resolución por el principio de territorialidad por él
sostenido a lo largo del proceso de la independencia. Por otra parte, juzgaba inconveniente esta
decisión por temor a Buenos Aires
12, 14 y 22 de febrero de 1825 Llegan las órdenes de Casimiro: Aguilera, Santa Cruz y
Francisco López, se unen al ejército de Sucre (2) En esos días, el General Olañeta en Potosí,
convoca un Consejo de Guerra para tomar una decisión definitiva, y ninguno de sus oficiales
quiso rendirse, ni siquiera Medinaceli, que estaba a la espera de la orden de Casimiro.
18 de marzo de 1825 Sucre deja La Paz rumbo a Potosí y el 24 emite una proclama al
ejército de Olañeta, diciendo que su Comandante era un rebelde a la causa española y un traidor
a la causa americana, pidiéndoles a sus soldados desertar y sumarse a su ejército
22 de marzo de 1825 Olañeta le comunica a Sucre que aunque todos estuvieran en su
contra, él caería combatiendo, porque su honor y su fidelidad al Rey así lo exigían, y que moriría
o se entregaría a su amigo Arenales.
25 de marzo de 1825 Urdininea, que ya en Tupiza, comunica a Ambrosio Lezica que había
vencido en combate al realista Baca y tomado prisionero a Estévez, a Josefa de Marquiegui,
esposa de Pedro Antonio de Olañeta, a Gaspar Olañeta, al Coronel Marquiegui y a otros
realistas, pero que todos consiguieron fugarse ayudados por el cura de Talima (3)
28 de marzo de 1825 Olañeta evacua Potosí dirigiéndose hacia el sur. Despacha a
Medinaceli a Cotagaita y manda a Barbarucho a Chuquisaca y con 400 soldados, se dirige a
Vitichi, poblado ubicado a 92 km (19 leguas) de Potosí y 35 km al norte de Tumusla (7 leguas).
29 de marzo de 1825 Sucre entra en Potosí y comprueba que los realistas la han evacuado.
30 de marzo de 1825 Medinaceli proclama la causa Bolivariana en Cotagaita. Sin saberlo
Olañeta desde Vitichi, envía un batallón y un escuadrón al mando de Hevia, para encontrase en
Cotagaita con Medinaceli con la intención de marchar juntos a Tupiza al encuentro de Urdininea.
Pero Hevia, en inmediaciones de Cotagaita se informa sobre la traición de Medinaceli (4) y
regresa a Vitichi, para poner en conocimiento a Olañeta sobre lo ocurrido.
31 de marzo de 1825 En Vitichi, Olañeta escribe a Urcullu: ”aunque con dos hombres si más
no le quedaban habría de abrirse paso a todo trance hasta encontrar a Arenales y transar con él
(1) Es posible que Arenales haya tomado esa determinación luego de recibir noticias de Olañeta, a través de Guillermo Marquiegui, sobre sus
deseos de anexar el territorio de Charcas a las Provincias Unidas.
(2) Casimiro seguramente había recibido la noticia del movimiento de tropas iniciado por Arenales para encontrarse con su tío.
(3) Muy extraño informe el de Urdininea, considerando que los ―prisioneros‖ estaban fuera del conflicto, y .por lo contrario- esperaban
ansiosamente a los enviados por Arenales, para la capitulación de su pariente.
(4) Medinaceli informó a Urdininea que el 30 de marzo tuvo un tiroteo con Olañeta en Escara y que éste fugó ―vergonzosamente‖, pero que él lo
perseguía. Puesto que Olañeta no pudo llegar tan lejos desde Potosí, este tiroteo más bien pudo haber sido con Hevia que se aproximó al lugar.

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pero no con los de Colombia y menos con los revolucionarios que habían pertenecido a él‖. Y
parte hacia el sur desconociendo que Medinaceli lo esperaba para sorprenderlo en Tumusla.
1º de abril de 1825 Por la tarde, en Tumusla, los ejércitos se encuentran. Olañeta con 700
hombres y Medinaceli con solo 300. El General es gravemente herido por un disparo de fusil
realizado por un “soldado desconocido”. Al día siguiente, Medinaceli informa a Sucre, en un corto
mensaje, que el General había muerto de las heridas que recibió en la batalla. No da parte de los
términos de rendición y el número de soldados que perecieron, como era su deber.
Como propuse al inicio de esta cronología, dejo a ustedes la interesante opción de
reflexionar sobre aquel desenlace que terminó con la muerte del Brigadier Olañeta, y encontrar
respuestas propias a estas preguntas (o aceptar las mías):
Olañeta había proclamado el 11 de febrero de 1824 la independencia del Alto Perú ¿En qué
momento y por qué cambió de idea y decidió entregarse a Arenales para anexarlo a las
Provincias Unidas del Río de la Plata?
¿Existió en Tumusla un combate o se ideó más tarde para cubrir el asesinato de Olañeta?
¿Es justo que tanto la historia argentina como la boliviana castigue a Pedro Olañeta con los
perores adjetivos y condene al olvido al más determinante General de aquella guerra?
Pero existe una pregunta con la cual se condenó y endemonió a Belgrano por intentar volar
la Casa de la Moneda, que deberíamos aplicarla a Casimiro y los suyos por sus traiciones y la
aniquilación del General Olañeta, con el solo objeto de apoderarse del poder político del Alto
Perú. Para ellos ¿el fin justificó los medios?
Y la que más me gusta: ¿Cómo hubiese sido al mapa económico, social y político de
Sudamérica si el Ato Perú hubiese sido integrante de las Provincias Unidas del Río de La Plata?
No planteo una burda y vanidosa teoría que ponga a Bolivia como parte de la actual
Argentina, sino de imaginar con orgullo un estado similar a los Estados Unidos de Norteamérica,
con salida a los dos océanos , cuasi independientes entre ellos, con enormes riquezas físicas y
humanas, con un enorme poder político, con…
Solo podemos imaginarlo en un colorido mapita, en el cual las partes celestes y la roja, lo
identifican. Está muy claro que es una utopía, mí utopía ¿O tal vez Ud. la comparte conmigo?

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JOSÉ LUIS MELANO
Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

CAPÍTULO 6
ANÉCDOTAS PARA “PENSAR” LA HISTOTIA

CURIOSAS EXPERIENCIAS CONTADAS POR FRANCIS BURDETT O´CONNOR (1)


A este importante oficial inglés Jefe de la Vanguardia del Gral Sucre, le acontecieron en su
marcha desde Oruro a Potosí, a mediados de marzo de 1825, ciertos sucesos que sorprenderán
al lector tanto como a mí al descubrirlas.
Recordemos que el 3 de febrero de 1825 Casimiro, luego de la traición final, se encuentra
con Sucre, y O´Connor lo cuenta así:
―Estábamos en Puno cuando llegó allí el notable orador doctor don Casimiro Olañeta, sobrino
y secretario del general Olañeta, contra quien yo estaba en campaña. Venía desertando de su tío
y buscando al Ejército Unido Libertador. Le acompañaba otro distinguido doctor, también
chuquisaqueño, don Mariano Calvimontes. El general Sucre los recibió con su acostumbrada
afabilidad y finura, y siguieron con nosotros hasta Potosí. De Puno llegamos á la ciudad de La
Paz, en la que permanecimos algunos días‖
A continuación escribe esta curiosa anécdota, que sería digna de Julio Verne, si no fuese
porque al parecer Sucre y O´Connor se “tragaron el sapo”
―Desde la salida de la ciudad de La Paz (el 18 de marzo de 1824) llevaba yo la vanguardia; el
general Sucre venía atrás, haciendo sus arreglos y disposiciones. Algunas noches me
alcanzaba...― “…el día en que yo entré á la ciudad de Oruro el General se quedó en Sicasica
(llegaría al atardecer del 19 de marzo) con los doctores Olañeta y Calvimontes. Estando a la cabeza de
mi división y muy cerca ya de la ciudad (¿el 21 de marzo?) se me acercó un hombre de alta
estatura, con casaca de soldado, y puso en mis manos unos papeles que llevaba. Al informarme
de ellos, supe que aquel soldado que me los entregaba se llamaba Ecles, que era alemán, y que
la comisión que traía era del General Olañeta para envenenar al General Sucre y al Coronel
Lanza. Me entregó el veneno, que era un bulto del tamaño de un huevo de perdiz, y una
instrucción escrita para introducirse en la casa en que el General Sucre pasara la noche, en
marcha, ganar entrada en la cocina y echar el veneno en la chocolatera en que se hacía el
chocolate para el General. Verificado esto, haría uso Ecles de las libranzas que llevaba y que
también me las entregó. Las dos llevaban la firma del general Olañeta y eran dirigidas al Coronel
Ostria; la una por diez mil pesos y la otra por seis mil, la primera para el caso de que el
envenenado fuera Sucre, y la segunda si era Lanza. Guardé bien los papeles y el veneno; seguí
la marcha, llevándome a Ecles y entré á la ciudad de Oruro…‖ ―…Al día siguiente llegó á Oruro el
General Sucre con toda su comitiva (¿el 22?) Le presenté al soldado alemán Ecles, los papeles
que me había entregado y el veneno destinado para él. Me ordenó tomar declaración por escrito
a Ecles, en forma de sumario; pero nada, absolutamente nada pude sacar de él que fuese
inteligible. Haciendo presente esto al general Sucre, ordenó al doctor Olañeta, que se hallaba
presente, me acompañase en esta indagación; pero ni Olañeta ni yo pudimos adelantar nada,
pues que aquel hombre no podía hablar una sola palabra en español, ni en inglés, ni en francés,
y aun dudo mucho si se podría hacer comprender en alemán; pero los documentos que traía, el
bulto de veneno y la instrucción para administrarlo, parece que no dejaban duda del inicuo plan,
que á Dios gracias no llegó á realizarse…‖
Increíble y hasta hilarante plan el del General Olañeta. Imagínese planeando asesinar a
alguien con veneno y contratando un sicario tan estúpido que necesita un papel con las
instrucciones para hacerlo y dos notas para que otro le paguen ¡Y firmadas por usted mismo!
Recuerde que Casimiro redactaba las notas de su tío, y a veces las firmaba en su ausencia,
además era experto en falsificar cartas (recuerde la de Urgel declarándolo Virrey) Eso sí: tuvo la
suficiente inteligencia como para contratar un ignorantísimo alemán que, por si lo atraparan e
interrogan, no supiese siquiera el idioma del jugar donde está radicado.
(1)Extraídas de ―Independencia Americana Recuerdos de Francis Burdett O´Connor (Coronel del ejército libertador de Colombia y general de
División de los del Perú y Bolivia) ‖ Págs 163 a 171 del libro digital existente en Internet

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Las “mañas” de Casimiro para endemoniar a su tío perecerían ingenuas, y nunca sabremos si
el gran Mariscal las creyó a todas o solo algunas, aunque a ésta parece que se la tragó, porque
le escribe una carta a Olañeta recriminando su actitud (1) y esto en su libro ―De mi propia mano‖:
―Al llegar a Oruro encontré la novedad de la comisión del suizo capitán Ecles destinado por
el mismo Olañeta a asesinarme por un premio de diez y seis mil pesos. No sólo fue descubierto
el veneno para este infame atentado, sino cartas de letras del mismo Olañeta a varios de sus
amigos, para que diesen el dinero que se necesitaba en la empresa. Uno de los que debían
facilitar dinero era el Coronel español Ostria, que con seis jefes y oficiales más habían sido
tomados recientemente prisioneros, y yo acababa de poner en libertad en La Paz. Tocando este
crimen sólo contra mí, quise no intervenir en la averiguación del asunto, y cometí la causa al
presidente de La Paz…‖
Párrafo aparte para Casimiro, participando del interrogatorio de Ecles y “haciéndose el gil”
ante tamaña ridícula escena, ya que no hay dudas que debió conocerlo y sabía que no ―podía
expresarse ni con simples palabras o siquiera señas‖ y seguramente lo había escogido a la
distancia, tramado esta falacia para endemoniar más a su tío. Pruebe estimado lector, contarle a
sus amigos esta anécdota, ¡y creerán que es un chiste y que les está tomando el pelo!
A continuación esta anécdota, más seria y valiosa, digna de una serie de Netflix:
―Mientras inspeccionaba el batallón en Challapata (sería el 26 de marzo) el General Sucre pasó
con su comitiva hasta Condocondo, hacia donde me dirigí yo luego para alcanzarle. A poco rato
de estar en marcha, encontré a don Casimiro Olañeta, parado a caballo en el camino. Se dirigió a
mí al verme, diciéndome: "Señor Coronel, me he quedado aquí ex profesamente a esperar a
usted para que conversemos un rato". Seguimos la marcha y continuó diciéndome: "He estado
hablando con el General Sucre sobre su decreto dado en La Paz sobre nuestra futura suerte en
este Alto Perú, y sobre si nos convendría más agregarnos al Bajo Perú o a la República
Argentina y deseo conocer la opinión de usted Coronel en este asunto que nos importa tanto"
(vaya cuan hipócrita este Casimiro)Yo tenía conmigo los mapas del país por donde transitaba, y me
hallaba bien informado de su historia y sus antecedentes, y le contesté sin vacilar: "Doctor
Olañeta, si este país del Alto Perú ofrece tantos recursos más adelante, hacia el Sur, hasta la
Quiaca, como se encuentra desde el abra de Santa Rosa, que entiendo ser su verdadera
demarcación por el Norte, yo no veo por qué razón tenga necesidad de agregarse ni al Bajo Perú
ni a la República Argentina" El doctor Olañeta no me dio tiempo para explicarme más; picó su
caballo y se fue a galope tendido en alcance del General Sucre. Por la noche (del 26 de marzo)
llegué a Condocondo, acuartelé los cuerpos de mi división y luego me dirigí al alojamiento del
general Sucre a darle parte de la llegada sin novedad de la división. Me dirigí al alojamiento del
general Sucre a darle parte de la llegada sin novedad de la división. Entré, pero antes de
hablarle, todos los que allí se encontraban se levantaron de sus asientos y se dirigieron a
abrazarme, llamándome a una voz: fundador de la nueva República. Ahora yo no sé,
francamente, si ésta fue en realidad la primera vez que se pensaba en formar de las provincias
del Alto Perú una república independiente y soberana. No hago aquí más que referir simplemente
mi conversación de aquel día con Olañeta y el incidente de esa noche en Condocondo‖
Analicemos: encontrándose Condocondo a menos de 40 leguas (unos 200 km) de Cotagaita,
es muy factible que Casimiro enviara de inmediato un chasqui (2), con una carta a ese poblado
(1) Carta de Sucre a Olañeta, Oruro 16 de marzo ―… al llegar a esta villa me he encontrado con una novedad. El capitán suizo Ecles ha
presentado cuatro cartas de V.S. para don Francisco Ostria, don Miguel Zeballos, don Manuel Arguedas y don Hipólito Maldonado, todas escritas
de letra de V.S. y rubricadas de su mano: ellas contienen unas libranzas para que estos sujetos den a Ecles ciertas cantidades de dinero para una
comisión importante de que venía encargado. Ecles ha declarado que su comisión era para asesinarme y matar al general lanza, y ha presentado
el veneno que V.S. le dio para el efecto, que es una composición de opio y arsénico, añadiendo que otro agente de V.S. que anda por
Cochabamba tiene la misma comisión con el premio de 16.000 pesos al que lo ejecute. Apenas puedo persuadirme que un hombre como V.S.,
que se jacta de principios morales y religiosos, pueda pensar en un atentado tan horrible, que no está contado ni entre los horrores de los
españoles en la Revolución de América. Tal crimen no cabe sino en un corazón corrompido y malvado y hablando sinceramente no había creído a
V.S. capaz de él. Dudando entre la verdad de Ecles, que resultará en la causa, y la perfidia que ha caracterizado a nuestros enemigos, he
pensado de mi deber poner en conocimiento de V.S. que he pasado una orden estricta y terminante para que en cualesquiera partes en que sea
asesinado o envenenado un oficial del ejército libertador, se aprehendan y sean fusilados irremisiblemente cuantos españoles europeos existan
en todo el país, que no tengan pruebas incontestables de su decisión por la independencia. Después de haber dado testimonios de una clemencia
sin límite hacia los enemigos, hacia los bárbaros que han devastado nuestro país, es una obligación que nos impone la justicia misma mostrar y
ejercer con los ingratos tanta severidad cuantas han sido nuestras bondades hacia ellos‖
(2) Un chasqui corría entre los puestos de mando llamados 'posta' ubicados al lado del camino Viajaba entre 10 y 15 kilómetros y era relevado por
otro chasqui y así, hasta que la comunicación llegaba a destino. De esta manera, 25 corredores podían cubrir 240 kilómetros en un día.

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Con sus órdenes, que llegaría en unos dos días (o menos) por lo tanto el 29 de marzo ya
Medinaceli tendría el visto bueno para proclamar la causa Bolivariana (lo hizo al día siguiente) y
de inmediato planificar la partida en busca del General Olañeta para “sacarlo definitivamente del
camino” y lograr el compartido sueño de la patria propia.
Escribí ya sobre el Consejo de Guerra que en febrero de 1825 el General Olañeta convoca
para tomar una decisión definitiva sobre continuar o no la guerra, y que ninguno de sus oficiales
de confianza quiso rendirse, al respecto es interesante lo que escribe O´Connor:
―…entramos en la Villa Imperial de Potosí el 29 de Marzo de 1825. El General Olañeta desocupó
la plaza con dirección a la provincia de Chichas, en donde le aseguraron en la junta de guerra
que había reunido, que encontraría bastantes recursos para hacer frente al enemigo. El teniente
coronel Carlos Medinaceli, que mandaba un batallón de más de mil chicheños, fue, según nos
dijeron, el más empeñado en ese movimiento...”
Recuerde que el 28 de marzo Olañeta evacua Potosí despachando a Medinaceli a Cotagaita
y a Barbarucho a Chuquisaca, y que algunos historiadores afirman que Medinaceli en esa
reunión participó en la panificación de los futuros movimientos, y fue el ideólogo de esa decisión
que privó a Olañeta contar con su más acérrimo oficial, diezmando sus fuerzas.
Y lo que apoya definitivamente mi hipótesis sobre la inexistencia de una batalla en Tumusla,
es lo que continúa escribiendo O´Connor:
―Salí de Potosí (¿el 2 de abril?) pero no había caminado tres leguas, cuando recibí un parte del
teniente coronel Medinaceli en el que me comunicaba que el 1de Abril, dos días antes de recibir
yo aquel parte, había muerto el General Olañeta en Tumusla, en un motín ocurrido en su tropa ..”
No hace referencia alguna a una batalla sino claramente a un motín coincidiendo con la
ausencia del parte de batalla que debió hacer Medinaceli.
―Al llegar al pueblecito de Vitichi, supe por mis exploradores que el Coronel Valdés, con el
batallón Unión, se hallaba en marcha al otro lado del Alto del Rayo, que domina a Vitichi.
Inmediatamente despaché al oficial Meléndez en busca suya con orden de ofrecerle la
capitulación de Ayacucho si quería rendirse, pero hice mala elección en Meléndez, quien perdió
el tiempo entrando en las casas del tránsito y buscando mulas dispersas en la marcha de
Olañeta en lugar de cumplir mi orden de buscar a! Coronel Valdés, quien pasó atravesando la
quebrada de Vichacla y se rindió al coronel Urdininea cerca de Cotagaita...” (el 7 de Abril)
Considero que Valdés, al conocer la traición de Medinaceli y el asesinato de su General,
eligió ese camino alternativo para evitarlo y entregarse a la vanguardia de Arenales,
desconociendo que Urdininea ya había decidido unirse a los colombianos, abandonando al
ejército argentino. En realidad más que un abandono, sumó otra traición a esta historia de
ilustres que al poco tiempo la nueva República premió con cargos y deseadas riquezas.
O´Connor también cita su encuentro con Arenales, atemperando la bronca de aquel
dignísimo patriota, tibiamente reconocido por la historia oficial argentina:
―Un hijo del general Arenales, Capitán General de Salta, llegó a Cotagaita y lo encontré en
casa de Medinaceli, donde comimos juntos. Allí me dijo que Urdininea había desertado de su
padre....” ―Al día siguiente (¿el 8 de abril?) continué la marcha con mi división, en dirección a
Tupiza, distante 19 leguas. Hice campamento en Ojo de Agua, por donde pasó el general
Arenales, en camino para visitar al General Sucre. Me trató con gran cariño y muchas
consideraciones. Parece que la intención del benemérito General Arenales era libertar las
provincias del Alto Perú para agregarlas a las Provincias Unidas del Río de la Plata; pero
sabiendo que estaban ya ocupadas por una división del ejército libertador de Colombia, dejó su
tropa en Suipacha, a las órdenes del entonces Coronel José María Paz. La deserción de
Urdininea le incomodó mucho…‖
Para finalizar esta parte dedicada a los escritos de O´Connor, me gustaría compartir esta
anécdota que tiene como protagonista a la ya por entonces viuda del General Olañeta:
―Mi división marchó desde el Ojo de Agua, por la pampa de Salo, y pernoctó en la aldea de
Chapaca(1) Al formar los cuerpos para seguir la marcha a Tupiza me dijo el coronel Arraya que la
(1) Tal vez haga referencia a la actual Comunidad de Papachacra, distante a uno 25 km (5 leguas) de Oploca

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viuda del General Olañeta se hallaba en la casa del Conde de Oploca Manuel de Arce y Campo,
a muy corta distancia de allí. Llevé al Coronel Arraya conmigo para enseñarme el camino, y
después de hacer una corta visita a aquella distinguida señora, ponerme a sus órdenes y
ofrecerle mis servicios, regresé al campamento y emprendí la marcha con mi división a Tupiza…‖
Ciertas situaciones, aunque tal vez no tan importantes en estas historias de traiciones y
asesinatos, atraen mi curiosidad, como la situación de Pepita luego de la muerte de su esposo.
Sabemos que Urdininea la detiene en Tupiza el 25 de marzo, pero dice que escapa ayudada por
un cura. Los escritos de O’Connor nos hacen pensar que se refugió en Oploca, poblado ubicado
a 17 km al norte de Tupiza, y que seguramente allí supo sobre la muerte de su esposo, pienso
dos días después de sucedido ¿Habrá salido de inmediato hacia Tumusla? Recorrer esa
distancia le llevaría como mínimo un día y medio, o sea recién el 4 de abril estaría ante la tumba
de su esposo. De haber sido así, su encuentro con los que traicionaron al General habría sido
muye indeseado por todos. Esta hipótesis, por mí poco aceptada, tiene asidero solo a partir de la
carta que Sucre envió a Medinaceli con la orden de tratarla con gran respeto, que escribió tal vez
al conocer que Pepita estaba en Tumusla. Lo cierto es que O’Connor la habría visitado en
Oploca el 9 o 10 de abril, y de haber ocurrido lo anterior, Pepita recién habría regresado de
Tumusla.
Considero más probable que habríase resignado a esperar en Oploca tiempos más seguros
para visitar su tumba, ya que era, para Casimiro y su banda, una temible enemiga a “silenciar”.
Tal vez ella pidió por su seguridad y por ello haya partido la orden de Sucre
Me atrevo a deducir que Arenales, a quien O´Connor ubicó en Ojo de Agua, también conoció
por Arraya la estadía de Pepita en Oploca, y fue a visitarla, ofreciéndose a trasladarla con él a
Salta, a cuando emprenda su regreso de Potosí luego de su encuentro con Bolívar.
Sabremos por lo que expondré a continuación, que en Setiembre estaba Salta, negociando
la herencia de su marido con Joseph Andrews.
LAS MEMORIAS DESCONOCIDAS DEL GENERAL
He citado en distintas ocasiones escritos del inglés Joseph Andrews (imagen tapa de uno de sus
libros)en ocasión de su encuentro con Josefa, la ya viuda del General,
realizada en setiembre de 1835 en Salta. Luego de contar con la aprobación
de Pepita para visitar sus propiedades heredadas, continúa su viaje al norte
acompañado por el geólogo Scott y llega a octubre a Tupiza a conocer la mina
Chiromo, donde son recibidos por Miguel Altube, primo de Pedro Olañeta.
Luego de realizadas la actividades comerciales pertinentes, Altube, en el
almuerzo de despedida, entrega a Andrews con un obsequio “memorable”.
Comparto el excelente y muy descriptivo relato del inglés y los invito a
sorprenderse como yo lo hice al leerlo por primera vez (sic) (1):
―El día siguiente, 5 de octubre, el sol nunca se levantó sobre un cuadro montañoso más
magnífico que el que iluminaba cuando miré desde la ventana de mi dormitorio, dominando un
paisaje de cumbres elevadas, bruñidas por sus rayos, y las llanuras extendidas allá abajo.
Esperaba haberme levantado antes que el español, con el designio de, acompañado por Mr.
Scott, examinar la propiedad de que don Miguel deseaba desprenderse para regresar a España,
pero él se me anticipó. Después del acostumbrado saludo matutino, renové el tema de la tarde
anterior y propuse acompañar al dueño para explorar los tesoros escondidos de que nos había
hablado. Mr. Scott mejor conocedor que yo del carácter de la gente, díjome al oído que sus
temores provenían de la sospecha que le traicionásemos. Por tanto afectamos indiferencia y
procedimos a revisar los papeles relativos a la propiedad de Olañeta conforme a la carta de la
viuda que previamente le habiamos entregado. Había conseguido salvar estos papeles de la
búsqueda de los militares que habíanle saqueado la casa y también roto los pisos en pesquisa
de robos y documentos. Jamás olvidaré la aprensión de don Miguel en este momento y la
sospecha pintada en su semblante. Al principio aún hesitó para sacar los papeles de su
escondite. Se trajo el almuerzo que acepté tomar con muestras de desagrado, fingiendo sentirme
herido por la falta de confianza del viejo español. Luego cambió un poco de tono y rogóme le
excusase por la propensión muy natural de creer en estos tiempos que los hombres no tratasen
(1) Andrews, Joseph: “Las Provincias del Norte en 1825‖, Pág. 172

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abiertamente entre sí. Observé que era muy excusable tratándose de personas no presentadas,
pero no rezaba con nosotros que habíamos sido confidencialmente hechos conocer de él, en un
negocio en que los intereses de su primo estaban tan íntimamente involucrados. Observé que
tanto él como yo no éramos sino intermediarios en el negocio; le rogué volviera a examinar las
cartas de la señora de Olañeta y del doctor Readhead. Así lo hizo, y entonces, yendo a su
escritorio, trajome un adorno que el General tuvo cerca al tiempo de morir. Me lo ofreció como
prenda de amistad, diciendo '―si hay un hombre honrado sobre la tierra, es el doctor Readhead, y
siéntome seguro de una persona que él me ha recomendado; además hay honor en los
ingleses.‖ Agradecile el cumplimiento, y llenando un vaso de aguardiente, según costumbre del
país, para hacer bajar el estofado de ajos, dije: ―Aquí está la memoria del general Olañeta caído
valientemente por la causa de su señor…‖
¡Pedro Antonio Olañeta llevaba un diario personal! ¡El Santo Grial que de ser encontrado,
definitivamente respondería preguntas que tantos historiadores nos hicimos sobre los
pensamientos que el inquietante General tuvo durante esos años de Guerra!
Señores… ¡A investigar donde se encuentran esas memorias!
Siguiendo los pasos posteriores de aquel Capitán inglés, me atrevo a plantear una hipótesis:
Andrews, el 3 de abril de 1826, embarcó en Coquimbo en el “Briton” llegando a Portsmouth,
Inglaterra, el 14 de agosto. En lo que resta de su libro, no hace referencia a ese “adorno” que
recibiera de Altube, por lo que lo habría llevado consigo a su país. Tal lo haya depositada en la
Biblioteca Británica de Londres, o simplemente en la suya, y algún descendiente la posea,
ignorando el valor histórico de su contenido. Ustedes podrán sacar sus propias conjeturas.

CASIMIRO Y SU BANDA DE TAMBIEN SE CANSARON DEL MARISCAL


El 6 de Agosto de 1825, la Asamblea “de notables” de la flamante República designa a
Simón Bolívar “Protector” del nuevo estado, luego de haberle puesto su nombre.
Los honorables “chupamedias” (perdón, no me viene a la mente un término aceptado por la
Real Academia) no tenían mucha elección dentro de un territorio dominado militarmente por el
ejército colombiano y los “restos” del eliminado Pedro Olañeta. Bolívar ocupa ese cargo un poco
más de cuatro meses y luego deja a Antonio José de Sucre como Delegado Protector, el que, el
19 de noviembre de 1826, luego de proclamada la Constitución, se convierte en el primer
Presidente constitucional de Bolivia.
Aunque Sucre ejerce su cargo de manera correcta y prolija, no tardaron mucho tiempo los
“nuevos patriotas” para “mentalizar” a los militares más influentes e incitarlos a la traición
(materia que Casimiro tenía un 10 y sobresaliente) con el objetivo de formar un ejército que les
sea fiel y deshacerse del Mandatario extranjero.
El plan de desestabilización consistió en generar el descontento en una parte de la población
aludiendo desavenencias ideológicas y administrativas con la forma de gobernar de Sucre. Pero
al parecer no lograban generar el suficiente clima como para que el Mariscal se “vaya solo”.
Entonces, el 18 de abril de 1828, la masonería boliviana encabezada por Casimiro, lleva a cabo
el famoso atentado del cual, para variar, hay dos versiones. Escoja la que más le guste.
La primera cuenta que estando Sucre en sus aposentos, llega a sus oídos una noticia de un
motín que se estaba produciendo entre sus oficiales, por lo que se apersona a las puertas del
cuartel, formulando llamados conciliatorios. Sin embargo y sin mediar términos, de los
amotinados surge uno quien le dispara derribándole. Cualquier similitud con el “modus operandi”
de la muerte del General Olañeta, es mera coincidencia. Sucre es trasladado a una casa donde
recibe los primeros auxilios y allí permanece en calidad de paciente/prisionero, y los amotinados
dispusieron un piquete de soldados que rodeó el inmueble para impedir su salida.
Y la segunda versión es más interesante y curiosamente, y se parece al ajusticiamiento de
Olañeta por parte de un marido vengativo. En ésta, Casimiro y los suyos envían a una mujer
prometida de un antiguo consejero de Sucre a los aposentos del Mariscal, de pronto aparece el
“cornudo” y le dispara. Herido, huye escapando por el techo y se refugia en una hacienda donde
inicia su sanación. Luego sale de Bolivia disfrazado de campesino y posteriormente de cura.
Hay una tercera que mezcla las dos anteriores, en la cual el pretendiente disparó a Sucre,
quien herido escapó de su casa y en el ínterin se chocó con una revuelta contra él.

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En lo que no hay dudas, es que todos estos actos los organizó por la logia de Chuquisaca
encabezada por Casimiro Olañeta, para deshacerse de Sucre, quien presentó su renuncia a la
Presidencia y huyó de la ciudad el 2 de agosto de 1828, para no regresar nunca más.
Como frutilla para este ensangrentado postre ¿Adivinen quién asume el poder? ¡José María
Pérez de Urdininea!

OTROS EXQUISITOS ESCRITOS TESTIMONIALES DE LA ÉPOCA


.- Episodio extraído de las “Memorias Póstumas” del General José María Paz:
―En residencia de la señora Liberata Costas de Gasteaburu, de frente a la Plaza principal de
Salta se hospedó el General realista Don Pío Tristán y en ella se entrevistó con Belgrano, cuando
éste, indispuesto de su estómago, se retiraba del tedeum de acción de gracias celebrado el 22
de febrero de 1813. En esa oportunidad, le fue servido por la dueña de casa, una taza de caldo y
un vaso de vino generoso que le pidiera el General Tristán. Así también, la señora Costas de
Gasteaburu ofreció, en esos días posteriores a la Batalla de Salta, un baile al General patriota y
su oficialidad, reuniones que, en aquellas épocas, se llamaban ―ramilletes‖, donde la belleza y
donaire de la mujer salteña resplandecieron en los salones de la vieja casona.‖
Después de leer semejante testimonio, en el cual luego de la batalla de Salta, confraterniza
Belgrano y sus oficiales con Pío Tristán y los otros realistas “tomados prisioneros” ¿alguien
puede tomar a mal mis apreciaciones sobre el injusto trato que le brindaron los historiadores a
Pedro Olañeta y a los Marquiegui?
-***************************-
.- Orden de detención contra Ventura Marquiegui:
―A los catorce días del mes de septiembre de 1813 en el Cabildo se encuentran Francisco
Pico, Antonio del Portal, Torcuato Sarverri, Francisco Velázquez, José M de Alvarado, Remigio
de Goyechea (hermano de María Luisa, esposa de Martín Otero) Pedro de Zabaleta, junto por
informes tomados de hallarse en el lugar llamado San Lucas varios individuos desconocidos
acaudillados por algunos vecinos de este pueblo conocidamente opuestos a nuestro sistema, y
más cuando se sabe de ciencia cierta que ha recalado a dicha hacienda de San Lucas el indio
Mariano Uscelo que ha regresado del ejército enemigo donde vive sirviendo a Pedro Olañeta,
quien no se ha presentado al Gobierno ni a otro individuo empleado, y de quién el dueño
hacendado no ha comunicado como debía el aviso correspondiente, por todo lo que con esta
fecha se ha librado la respectiva orden cometida al Alcalde de Barrio Bartolomé de la Corte para
que saliendo de ésta a la mayor brevedad se ponga en aquellas haciendas y entregando la orden
a Don Ventura de Marquiegui cele y cuide de su cumplimiento debiendo bajar en el término de
seis días contados desde la fecha, con toda su familia y sus dependientes, cuya orden es
extensiva con respecto a todos los demás europeos que se hallan en la campaña…‖
-***************************-
.- Pezuela, en sus memorias, describe el estado de su ejército y nos permite
apreciar cómo era la vida diaria de los hombres que participaban en la Guerra:
―Los oficiales andaban vestidos con un sombrero blanco redondo, una chaqueta
sin divisa, y metidos en una capa, con este traje montaban guardia…‖ ―La tropa
estaba desnuda la mayor parte y no pocos soldados con el pié mandado en el
suelo, con sombrero blanco redondo y embozado en un poncho o manta‖ (se refiere
al actual sombrero ovejuno que aún hoy usan en la quebrada y puna de Jujuy y Salta) ―La
disciplina no la conocían, raro era el que sabía hablar castellano, excepto los pocos limeños y de
Arequipa, todos los demás la lengua India…‖ ―Los soldados no comían en rancho, ni era posible
hacerlos a este uso porque los más de ellos tenían sus mujeres o mozas siempre al lado, sin
podérselas quitar so pena de desertarse infaliblemente. Las mujeres, todas indias y cholas, les
guisaban con su usanza, papas, chuño, y maíz, ellas mismas buscaban esta comida, y robaban
casi siempre de los pueblos de indios, cuando el ejército estaba parado o aquellos por donde
pasaban las tropas, procurando ir siempre delante en las marchas, y cuando el soldado llegaba
al punto de la jornada, ya la mujer o la moza le tenía hecha la comida…‖ ―El oficial enviaba a su
asistente en busca de lo que pudiese encontrar para comer, o se la trae la moza del soldado, que
lo era también suya, y cuando el ejército estaba fijo en algún punto, se separaban a diez o más
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leguas y lo traían casi siempre sin pagar de lo que resultaba que cuando los indios podían entre
muchos coger a algunos soldados los mataban a palos. En vano era persuadir a los indios de
poblados a que se trajesen víveres al ejército, todos huían antes que llegasen las tropas, y se
llevaban o enterraban cuando tenían que guardar. Ponerles la plata delante, y rogarles el mismo
General en persona que acudiesen con víveres; todo era tiempo perdido, provisión para el
ejército no la había ni convenía para el soldado hecho a robar, ya que su mujer le buscase que
comer…‖ ―No hubiera tenido el Rey erario bastante para los acopios necesarios, no por ser
muchos los artículos, sino porque en cada uno le hubiera costado más que mantener todo el
ejército a doble paga…‖: ―Y así vivía el ejército puramente del merodeo…‖ Concluye Pezuela
Refiriéndose a los sentimientos de los pobladores de la región, con su habitual crudeza, dice:
―No era dueño de más terreno que el que pisaba. Los indios aborrecían al soldado, al oficial,
y todo lo que era del Rey, por el contrario servían de balde con sus personas y víveres a los de
Buenos Aires, no por voluntad, porque no la tienen y son enemigos de todo el que no es de su
casta, si no porque estos trataban con la mayor crueldad, le servían fielmente de espías y sabían
la posición y movimientos del ejército del Rey al momento de ejecutarlos…‖ ―Los Curas son los
que más han dañado a las armas del Rey, moviendo a todos en los pulpitos, y hasta en los
confesionarios a que siguiesen el partido de la Independencia…‖
-***************************-
.- En 1816 el Ejército Auxiliar, nuevamente al mando de Belgrano, cuenta apenas con 2700
hombres con poca aptitud combativa, por lo que el mismo Belgrano escribe:
―Los oficiales quebrantan sus arrestos y se fingen enfermos para concurrir de noche con
descaro a los bailes, haciendo ostentación de su deshonor, mientras sus conversaciones se
reducen a murmurar de su General, de sus jefes y compañeros, sembrando especies sediciosas
y ofendiendo con ellas al sexo, sin respetar casadas ni solteras…‖
-***************************-
.- El líder guerrillero Padilla a le contesta a Rondeau, el 21 de diciembre de 1815:
―Usted me ordena atacar al enemigo de cuyas manos ha recibido la más vergonzosa derrota.
Seguramente él iría a luchar contra el enemigo como ya lo había hecho por más de cinco años.
Todo el pueblo del Alto Perú ha luchado y sufrido junto a él, pero que ésta no fue su única
desgracia, puesto que tenían también testimonio de la infamia y burla de los ejércitos de Buenos
Aires. No solo ignoraron los méritos de los patriotas altoperuanos, si no aún peor, los habrían
ridiculizado e insultado. Miles de ejemplos de horror pueden ser citados, los cuales han irritado al
pueblo y fueron causados por los expedicionarios. El gobierno de Buenos Aires ha mostrado
solamente una asquerosa desconfianza para nuestro pueblo, lo cual ha dañado el honor de sus
habitantes saqueando sus ciudades en vez de agradecer la decisiva ayuda que recibieron‖
―Aunque hay tiempo para remediar… Pero si no… Entonces….‖ Concluye su carta con esos
cuatro puntos. Padilla quería decir que si su consejo no era seguido, las Provincias interiores
podrían separarse de la unión con el Plata y tomar un camino diferente, lo que sucedió
finalmente, naciendo la República de Bolivia.
-***************************-
.- En su Diario de Marcha José María Paz, acantonado con su Regimiento en Salta, apuntó
en 1824 estos interesantes comentarios:
―14 de Julio: Por el mes de abril de este año se cargó en la calle pública un excelente piano
que mandaba (¿A Tupiza?) el comerciante D. para la mujer del feroz General Olañeta...‖
―24 de Agosto: Llega don Manuel Bárcena (1) que por un efecto de sus infinitas aventuras
estaba al servicio de Olañeta. Se aloja en casa, y a la noche llega Usin, a quien los salteños
comerciantes festejan cuanto pueden. Han llegado Jefes beneméritos de la Patria sin que se les
haya dispensado el menor obsequio pero a los relacionados con Olañeta, que quizás han de
ervido a la causa de la Independencia, les hacen convites, les brindan, los cortejan, adulan, etc.
¡Que vergüeza! Todo esto en una frontera de los españoles y en medio de la Revolución, y
cuando aún se hace con vigor la Guerra de la Independencia!‖.
(1) El Bárcena que nombra, debió haberse volcado a la causa de la Independencia en los últimos días de la Guerra, ya que si no lo huebiese hecho, no recuperaría us
bienes de Jujuy y hoy no existiría al norte de San Salvador una zona que lleva su apellido. Pido disculpas por mi porfía, pero no puedo evitar pensar que haber
regresado con vida Olañeta, luego de haberse entregado a Arenales, alguna zona de nuestro norte llevaría su apellido (y tal vez alguna región de propiedad de
Ventura llamarse Marquiegui).

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JOSÉ LUIS MELANO
Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

―25 de Agosto: El Señor Usin ha ido convidado a comer en casa del Dr. Facundo Zuviría.
Este Señor se distinguió también mucho con el Dr. Olañeta, Secretario de su tío el General‖.
¡Gran patriota Don Zuviría! En algún momento de la historia habrá gritado “!Viva la Patria!”
De no haber sido así, hoy no existiría una calle en Salta con ese apellido.
―22 de Octubre: Se empieza a traslucir que Ximenes ha traído contestaciones favorables de
Olañeta; es decir, que éste acérrimo español parece prestarse a un acomodamiento con los
patriotas, plegándose al partido de la Independencia. Sea lo que fuere, no tengo la menor duda
que no renunciará sus ideas de opresión sino en el caso de no quedarle la menor esperanza de
restablecer la dominación de la metrópoli. Y en este estado, ¿cual será el mérito de su desición?”
―23 de Octubre: Se generaliza más la voz de que hablé ayer, pero siempre rodeada de
misterios. En esto hay una cosa notable. Los secretos del Gobierno por más que quieran
guardarse, empiezan muy pronto a traslucir, y generalizarse, quizás entre personas que no
deben merecer toda confianza‖ ¿Sería Maruano Serrano, el espía de Caasimiro?
Tales notas del Diario de José María Paz, escritas en 1824, evidencian los contactos de
Caudillo realista con el Gobernador salteño y otros comprovincianos influyentes.
-***************************-
.- Esta última joyita es anónima, surgió del algún sitio olvidado de la Web:
“Los indios estaban divididos, pues mientras una buena parte luchaba con los patriotas, otra
luchaba dentro de las fuerzas realistas, en tanto que un tercer grupo conservaba un carácter
autonomista y reivindicatorio que intentó la reconstitución del incario‖.
Es claro que este tercer grupo nunca fue maldecido luego de la guerra como los Marquiegui.

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Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

CAPÍTULO 7
CONSIDERACIONES SOBRE NUESTROS MARQUIEGUI
Retomando el motivo por el cual escribo este libro, propongo algo así como un epílogo que
resuma la inquietante vida de los cuatro miembros de la familia Marquiegui, luego de abrumar al
lector con datos sobre sus “aventuras” dentro y fuera de esta región que hoy habito.
Ventura Marquiegui Sostoa vino en su adolescencia con sus padres, desde un país
reconocido por la dureza de sus hombres. Con el tiempo gestó una familia que formó parte de los
“ilustres” de Jujuy y Salta, poderosos en aquella sociedad cuasi feudal.
Un día supo sobre una Revolución contra el Rey en Buenos Aires. Ya había escuchado
idéntica noticia un año antes en Chuquisaca, por lo que no le sorprendieron los arrebatos de
aquellos nuevos revolucionarios. ¿Podía imaginar que pronto iban a arrebatarle, a él y a su
”bendecida” familia todos sus bienes, y casi borrarlos de la historia?
Me viene a la mente aquel dicho: ―Quien roba a un ladrón tiene…‖ porque estas tierras fueron
despojadas por los españoles a los pueblos originarios, y luego de la guerra casi todas las
pertenencias de los Marquiegui fueron “expropiadas” por sus mismos coterráneos y amigos.
¡Cuántos “ladrones” deambulan por nuestra historia! Y la mayoría de ellos tienen más de “…cien
años de perdón‖, ya que hoy, doscientos años después, San Lucas y casi todas las otras
haciendas de Ventura, siguen en manos de herederos de uno u otro apellido ilustre de entonces.
Cuando pregunté a quién pertenecía la casona de San Lucas, me respondieron: ―a Torino‖.
Poco tardaría en saber que se trataba de Manuel Torino, ya fallecido, esposo de Carmen Ortiz
Sánchez de Bustamante, descendiente de Teodoro (1) con quien Ventura, compartiera prestigio y
fortuna antes de la guerra. Carmen, apodada “Ñata”, que distribuía su vida entre Buenos Aires y
Salta, fallece el 20 de julio de 2013 en esta última ciudad (2).
Manuel Sánchez de Bustamante, padre de Teodoro, era originario del norte de España, al
igual que el de Ventura, o sea que cuando afirmo que era una guerra civil entre hermanos, queda
claro que sus consecuencias permitieron a los “vencedores” hacerse aún más ricos a costa de
sus viejos amigos, condenados al exilio y a morir lejos de sus añorados bienes.
VENTURA MARQUIEGUI: FRAGMENTOS DE SU TESTAMENTO
Al poco tiempo de radicarse con su esposa en Tupiza (Imagen)
Ventura redacta su testamento en 1817 con invaluables detalles el
que pongo a consideración de los curiosos de la historia.
―Natural de España provincia de Guipúzcoa, villa de Elgueta, hijo
de Agustín de Marquiegui y Ana María de Sostoa, vecino de la noble
ciudad de San Salvador de Jujuy Provincia de Salta y al presente en
este pueblo de Tupiza, Provincia de Chichas…
…Tengo en Uquía molino de moler granos, una casa en el pueblo con sala esquina, cuarto,
cocina horno y patio en la orilla del río dos cuartos de tambillo y su corral para bestias de
pasajeros……
…Mando que mi cuerpo sea enterrado en la Capilla de la Parroquia de San Lucas si en
aquella estancia me cogiera la muerte, si en la casa de Jujuy, en la iglesia San Francisco de Asís
y en la Capilla del Rosario de aquella Iglesia, Panteón de los Señores Goychea… ...

(1) Teodoro Sánchez de Bustamante nació en San Salvador de Jujuy en 1778, Se doctoró en leyes en la Universidad de Chuquisaca en 1801. En
1809 participó en la revolución del 25 de mayo en esa ciudad y tras la derrota huyó a Jujuy. En 1810 fue elegido alcalde de primer voto del
Cabildo, desde el cual apoyó la nueva Revolución. En julio de 1812 solicitó al General Belgrano atenuar el Bando que había dictado el día 30 y
luego del Éxodo Jujeño fue auditor de guerra del ejército del Norte y participó en la segunda y en la tercera campaña al Alto Perú. En 1816 fue
diputado para el Congreso de Tucumán, del que fue presidente durante el mes de junio. Fue uno de los redactores de la Constitución de 1819,
Pretendió reemplazar al general Martín Miguel de Güemes como gobernador de Salta, pero fracasó en su intento. En 1824 fue ministro de
gobierno y hacienda del gobernador Arenales y en 1825 fue gobernador interino de Salta durante su ausencia. Desde noviembre de 1826 fue
Gobernador de Jujuy. Durante su mandato, reorganizó las comunicaciones con el Alto Perú, rehabilitando las postas del antiguo Camino Real,
abandonadas durante la guerra. Realizó un viaje al río Bermejo junto a Arenales, con la intención de crear una carretera que uniera Salta y Orán.
Fue legislador provincial y apoyó la política de los unitarios de Gorriti. Al producirse la victoria federal de 1831, huyó a Bolivia, donde se radicó
en Sucre y luego en Santa Cruz, donde falleció en el año 1851. Sus restos están en la Catedral de Jujuy.
(2)Obituario de ‖El Tribuno‖ 21/07/2013: ORTIZ de TORINO Carmen Candelaria Falleció en Salta el 20/07/2013 Sus hijos: Manuel y Susana
Clusellas, Martin y Marcela Cornejo, Julio y Lula Cornejo, Melita y Marcelo Colombo Murua y sus nietos: Manuel José, Marcos y Juana Torino
Clusellas, Marcela, Martin y Leslie, Cecilia, Carolina y Matías Torino Cornejo, Lucrecia, Alejandro, Ignacio, Lucia y Alfonso Torino Cornejo,
Marcelo y Teresa, Paula y Ricardo y Marina Colombo Torino, y su bisnieto: Francisco Colombo, participan con profundo dolor su fallecimiento.

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Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

… Fui casado con Doña Gregoria Iriarte en cuyo matrimonio nacieron un hijo Juan Guillermo
quien pide y sirve a S M de Coronel del Regimiento de Dragones Americanos y del que quedé
por tutor…
… Declaro que le tengo entregados a esta pertenencia; una negra criolla llamada Petrona
que recibí en la tasa de 300 pesos con dos hijas suyas, Francisca y Nicolasa y un hijo Juan
Domingo con dos hijos de la Nicolasa, Benigno y Salvador, chicuelos…
… Declaro queda existente en San Lucas, el negro criollo José Manuel que recibí en la tasa
de 250 pesos queda para la Petrona…
… Ciento Sesenta cabezas de ganado vacuno en El Totoral en poder de Ángel Vasán alias
Alguacil que muerto en el comercio de Siltanovi… se toman a cuenta dos Solares que existen en
la cabecera de la ciudad de Jujuy, con 150 varas (unos 126 metros) lindando con las casuchas y
Doña Úrsula Ortiz para arriba, al oriente con el solar de Don José Domingo Goycheas…
… Declaro que soy casado en segundas nupcias con Doña María Felipa Iriarte, mi cuñada,
con su dispensa hemos procreado en este matrimonio, doce hijos de los que ocho ya gozan del
cielo por haberse muerto en tierna edad y cuatro que viven y son: Juan Casimiro, Felipe
Bartolomé, Manuela Atanasia, y Josefa Raimunda…
… Un cuarto a la calle con trastienda y corralito y zaguán, un patio este unido al de Guillermo
para acomodar a la hija Josefa Raimunda… Un mulatillo Antoñito de tres años que murió luego…
Una zamba asonsada, Simona que la vendí con consentimiento de mi esposa a Don Agustín
Ramírez en 150 pesos…
… Declaro que nos quedaron cuentas pendientes con mi finado hermano Pedro Marquiegui
… Del testamento de mi hermano Martín Marquiegui me dejó como heredero en la mitad de
sus bienes…
… La estancia de San Lucas con sus adyacentes desde las juntas del Río de Humahuaca y
sus arenales con el río de Siancas y otro río arriba al poniente hasta las barrancas coloradas,
divisorias donde cesa la colindancia con el potrero del Sr. Juan, donde tengo puesto el cerco y
puerta con arreglo a la división y acuerdos con Don Juan de Amuzategui y Doña Catalina
Salcedo, dueños de estas estancias y que otro acuerdo de división está inserta en los
documentos generales de San Lucas y ancho en travesía desde otras juntas en los ríos de
Humahuaca con Siancas al norte el Palmar y al sud la Cordillera de la Cresta del Gallo y ahora
con la cumbre de Aguiaeme como contiene los títulos en la primera Merced…
… La casa que estaba edificando en la plaza en cuya obra tengo gastado 6200 pesos…
Parte de la casa en que vivimos en Jujuy, con arreglo a lo edificado por mi…
… Declaro tengo un rodeo de ganado vacuno y se guarda en la estancia de Santa Bárbara…
… La Estancia de Santa Rosa a la que la dedico a mi hijo Juan Guillermo a cuenta de su
hijuela paterna con las tres leguas medidas que indique de frente, desde las juntas del arroyo de
Santa Bárbara con Siancas, y sus aguas abajo hasta la huerta vieja lindera con el Piquete de
Don Martín Otero y de fondo al naciente hasta las cumbres de Santa Bárbara, estimándola en mil
pesos igual con las demás adjudicaciones con sus hermanos de los terrenos que les dispongo…
… A mi hijo Casimiro le señalo el puesto que ocupan las Volvar y desde las juntas del Río de
Humahuaca con el de Siancas dos leguas al centro río arriba que cuando fuese necesario
deberán ser medidas y sobre el Río de Siancas hasta la senda que pasa por el cuerpo de otra
estancia a Santa Rosa siempre con las mismas dos leguas al centro que es al poniente…
…A mi hijo Felipe Bartolomé desde otra senda a Santa Rosa río arriba de Siancas, hasta las
juntas del manantial de los Guanacos indicando asimismo el manantial del Saladillo siempre con
las dos leguas al centro al fondo y dividiéndole de sendero a senda de Guanacos para San
Lucas. En la comprensión de ellas faltan darle cuatro cuadras de esta pertenencia para subida y
camino de los manantiales de Guanacos.
…A mi hija Atanasia; el terreno que incluía desde otras juntas el manantial de Guanacos, Río
de Siancas arriba, hasta la esquina de la Pampa Redonda frente a algo más al sur del puesto
abandonado de Saravien y con las mismas dos leguas el fondo al centro hacía San Lucas...
…Declaro es mi voluntad que el remanente de esta Estancia de San Lucas con su población
de casas y molino de moler trigo sea para mi esposa Doña María Felipa de Iriarte, y mi hija
Josefa Raimunda, estimándola en 2.000 pesos el terreno y las casas, molino de trigo, y la huerta

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JOSÉ LUIS MELANO
Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

para que disfrute en calidad de gananciales que en lo que trate a la arboleda frutal como buena
madre les proporcionará parte para que disfruten…
… Nombro por mi testamentario y albaceas a mi esposa Doña María Felipa Iriarte en primer
lugar, a Don Pedro Antonio de Olañeta mi yerno en segundo lugar, y al mi hijo Juan Casimiro en
tercero y les confiero amplio poder para que luego que fallezca se apoderen de mis bienes,
vendan los más efectivos en almoneda (1) o fuera de ella y de su producto cumplan y paguen…
… Otorgo y firmo en este pueblo de Tupiza Jujuy de la Provincia de Chichas donde resido
emigrado con mi familia huyendo de los furores de la patria y a ocho de agosto año de
1817, siendo testigos Don Juan Antonio Murua, Don Ceferino Estévez, Don Agustín
Gasteaburu, Don Juan Antonio de Quevedo, todos vecinos de la ciudad de Salta…‖
El testamento indica que en su finca de San Lucas había
erigido a una Capilla, la cual hoy no existe (2). La foto, a la par,
pertenece a una Capilla de esa época que se encontraba a 5 km.,
en San Pedro de Jujuy, y que podría ser similar. Las otras dos
fotografías muestran cimientos existentes a la par de la casona
que deberían investigarse con el fin de saber si pertenecían a la
Capilla que cita Ventura. Es muy probable que Guillermo Marquiegui esté sepultado bajo esos
escombros (3). Con respecto al molino de moler trigo, existe al frente de la casona, ruinas de una
construcción de piedra, que considero son de aquel molino. Encontré en el patio, a la par del
aljibe, una rueda dentada de madera que pudo haber pertenecido a ese molino o al trapiche para
extraer el jugo de las cañas de azúcar (Imágenes)

JOSEFA RAIMUNDA “PEPITA” MARQUIEGUI


Es indudable que fue la más afectada por estar del lado de los derrotados y la que más sufrió
luego de la muerte del General Olañeta. Trece años después de la publicación de la primera
edición de este libro (2010) pude encontrar su Acta de Defunción y conocer la fecha de su muerte.
En la presentación de nuestros personajes, destacamos su belleza cautivante, por
testimonios de distintos hombres de la época, que también resaltaban su inteligencia, su dulzura,
su gran valor, su exquisita educación, su gracia, y su delicadeza.
Pero además sería recordada por una quimera de la época, en la cual se la involucra en un
romance con el Capitán Mariano Necochea, engañando a su esposo, quien ya se encontraba
combatiendo en el bando realista. Conozcamos algunas de esas “simpáticas” historias.
Miguel Ángel Pereira, en su libro ―Olañeta el Empecinado‖ dice:
―…Olañeta amaba apasionadamente a su mujer. Pepita residía en Jujuy, mientras luchaba
su marido por distintas regiones del noroeste y el Alto Perú. Cuentan que en 1814, llegó a San
Salvador el Capitán de Granaderos Mariano de Necochea, y conoció a Pepita en una reunión
organizada por una de las familias jujeñas, naciendo un romance entre ellos. Luego Necochea
partió al norte y participó en la sorpresa de Tejar o Tejada, donde escapó heroicamente salvando
su vida. Varios oficiales patriotas fueron hechos prisioneros y llevados a Olañeta, que se
encontraba en Jujuy, en manos de los patriotas. Un año después, Domingo Iriarte, cumpliendo
aquella promesa, llevó a Pepita con su esposo. A partir de allí, Josefa vivió una vida de
(1) Venta de bienes muebles en subasta pública
(2) En 1810 Ventura declara que había construido a sus expensas una capilla para el servicio público, la cual ostentaba el mote de Vice Parroquia
(De la información matrimonial de don Pedro Antonio de Olañeta, Arch, del Arzobispado de Salta) En su libro ―‖Historia de San Pedro de Jujuy‖
Pablo Balduín escobe: ―Quienes bendijeron este Templo, podrían haber sido el Padre Pedro Pascual Arias o Fr. Juan M. Ortiz, que estuvieron en
la zona hasta 1796‖
(3) Demetrio Cau, cura de Humahuaca, en 1896 don envió un informe a la Curia diciendo que las capillas de Valle Grande, Santa Ana, Caspalá y
San Lucas estaban en estado ruinoso y faltas de útiles sagrados para las funciones religiosas. (Archivo del Obispado do Jujuy y correspondencia
del Vicario Escolástico Zegada)

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angustias, dolores y sobresaltos, acompañando a su marido en sus victorias o derrotas‖.


Don Miguel, una cordial persona que llegué a conocer, en su afán de recrear la vida de
Olañeta, afirma el romance a partir de la “sabiduría popular de la época” y le da al General
realista la oportunidad de ―calzarse una corona‖ que no es precisamente la que él hubiese
querido poseer, y finaliza asegurándole a Pepita “una vida espantosa acompañando a su marido‖
Y la bella dama usó sus virtudes para oficiar como espía en los distintos lugares que habitó
durante la guerra, como el mismo Pereira escribe:
―Olañeta rivalizaba con Güemes como militar y caudillo de armas, también lo hacían la
hermana de Güemes, Magdalena ―la Macacha‖, y la esposa de Olañeta, Josefa Marquiegui,
ambas bellas y talentosas, siendo el centro de todas las intrigas y espionaje militar en la región. A
tal punto fue importante la intervención de Josefa, que se dice participó directamente en el
armado estratégico de la invasión realista, que en 1821 entró por sorpresa en Salta, e hirió
mortalmente a Güemes‖
¡Como para no castigarla, si la ”inocente” Pepa, habría ayudado a cercenar la vida de uno de
los más grandes héroes de nuestra Independencia!
Me aventuraré a resumir que fue de Josefa durante en esos terribles años de guerra.
Cuando Ventura desobedeció el bando de Belgrano que imponía el éxodo del 23 de agosto,
se retiró con toda su familia a la finca de San Lucas, regresando a San Salvador durante la
ocupación realista. En marzo de 1813, Pepita despidió a sus hermanos y a su marido cuando
abandonaron Jujuy con el General Pío Tristán.
Al regreso de Belgrano, luego de sus victorias en Tucumán y Salta, retorna con sus padres a
San Lucas, permaneciendo allí hasta setiembre de 1813, cuando el arresto de Ventura, trae a la
familia a San Salvador para acompañarlo.
Luego de Vilcapugio y Ayohuma, el ejército revolucionario regresa a Jujuy, perseguido por
los realistas de Pezuela, por lo que el 17 de enero de 1814 Belgrano inicia un segundo éxodo.
En febrero de 1814 los realistas están nuevamente en la ciudad y Pedro Olañeta es
designado gobernador militar de Jujuy (1), función que cumple hasta el 28 de julio, cuando los
gauchos los obligan a regresar por donde vinieron. Se sabe que varias familias jujeñas que
apoyaban a los enemigos de la revolución, entre ellas los Marquiegui, fueron trasladados a
Tucumán junto al ejército patriota, para evitar que brindaran apoyo logístico a Pezuela, por lo
que Pepa no pudo reunirse con su marido (2)
Luego de la retirada de los realistas de Jujuy, Josefa regresa con sus padres y retoma sus
acostumbradas actividades sociales, en donde exhibe su cautivante belleza entre los oficiales
patriotas, que no dejaban de concurrir a cuánto acontecimiento se les invitara para “ver chicas y
deglutir un sanguchito” Es en una de esas veladas cuando Pepita, con solo 17 añitos de edad, se
iniciaría en el apasionante mundo del espionaje.
A finales de 1814, en una fiesta de recepción para los oficiales del ejército de Rondeau, cae
subyugado ante la belleza y la inteligencia de la rubia jujeña el Capitán de Granaderos Mariano
Necochea. Lo que en realidad sucedió entre ellos, si sólo intercambiaron miradas y palabras, o
llegaron más lejos, no dejará de ser objeto de meras conjeturas.
A mi entender “ambos bandos” aprovecharon la romántica situación: Pepa obtuvo valiosa
información sobre los enemigos de Pedro, y algún astuto oficial argentino difundió la versión de
un adulterio, para que se entere el maldito Olañeta, que estaba en Yavi, con la intención que
llevado por los celos, se lanzara desenfrenado a recuperar a su esposa, y así atraparlo.
(1) Anécdota curiosa: En el acta de la reunión del Cabildo realista del 3 de febrero de ese año, donde decía: ―Yo el coronel don Pedro Antonio de
Olañeta‖, una mano anónima había puesto recientemente una llamada, agregando en el mar gen de través, una nota sarcástica, que expresaba:
―Yo el primer secuaz ladrón que por salir de pobre defiendo al rey Fernando 7°. Yo que de aquí a 10 u 11 años voy a sucumbir con la zorra de mi
mujer me pongo a poner o establecer un Cabildo de facinerosos. Y al pie, estas iniciales, que a nadie identificaban: Y. M P. de V.‖ Es notable la
exactitud parcial de la predicción del emboscado agorero: el vaticinio debe haber sido escrito en la primera quincena de agosto de 1814, cuando
las fuerzas del comandante general de avanzadas, teniente coronel Martín Miguel de Güemes, ocuparon Jujuy. Olañeta fue mortalmente herido
en la acción de Tumusla el 2 de abril de 1825. ―Las tropas lo abandonaron -dice el general Paz en su Diario de Marcha (pág. 157), y él siempre
pertinaz y obstinado se mantenía con un puñado de hombres sin querer capitular ni rendirse, hasta que una bala lo puso fuera de combate. Entre
la profecía y la muerte de Olañeta transcurrió un lapso de diez años y poco más de siete meses.
(2) Dice el general Paz en sus Memorias: “Debe advertirse que en años anteriores, cuando don Pedro Antonio Olañeta, que no era más que
capitán de milicias, dejó su vecindario para reunirse al ejército Real, quedó su mujer en Jujuy, que era el lugar de su domicilio. Los generales
nuestros que no perdían medio de hostilizar y de dañar al enemigo, obligaron, en cuantas retiradas precedieron, a emigrará la linda doña Pepa
Marquiegui de Olañeta, que era la esposa del Jefe realista‖

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Ningún historiador podrá probar “relaciones carnales” entre la Marquiegui y el Necochea, o


reacciones de celos por parte del “cornudo” Olañeta, pero si existe una viable prueba del lado del
espionaje, ya que, poco tiempo después del supuesto encuentro amoroso, en febrero de 1815,
Olañeta, envía desde Yavi al comandante Antonio Vigil a “sorprender” a Necochea y a los
granaderos que estaban en la hacienda de Tejada (cerca de Abra Pampa, en la puna jujeña) y
les infringe una paliza de esas. Marianito salva su vida de milagro huyendo casi desnudo y
montando en pelo al primer potro que encontró. ¿Tenía Olañeta, dotes de adivino? Claro que no.
No dudo que la adúltera Josefa le habría informado sobre los movimientos de su amante.
Está claro que difiero taxativamente de las apreciaciones de escritores como el autor de la
novela “Pepa Marquiegui‖, Oscar Rebaudi Basavilbaso, con su versión estilo “Corín Tellado” de
aquella historia. Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.
En mayo de 1816, un año después de aquella “sorpresa”, Domingo Iriarte lleva a Yavi a su
sobrina Josefa y se la entrega a Olañeta, cumpliendo el convenio hecho un año antes con el
Coronel Martín Rodríguez, aunque los oficiales a canjear, tiempo atrás habían escapado y
regresado a su habitual rutina de matar realistas. ¿Pacto de caballeros? ¿O los
muchachos de la patria estaban ansiosos por sacarse de encima a semejante espía?
Los personajes ilustres de esos tiempos, eran indefectiblemente retratados para
el recuerdo de sus descendientes, pero no se conocen imágenes de Pepa, aún
siendo ―una de las mujeres más bellas de nuestro siglo‖, y si las hay de su rival, la
“Macacha” Güemes (Imagen). Resulta increíble que ningún artista de la época se
haya tentado a eternizarla en un lienzo. Estoy convencido que lo hicieron, pero los “ganadores”
se tomaron el trabajo de destruirlo.
En agosto de 2023, una amiga Profesora de Historia que sigue con
entusiasmo mis investigaciones, descubrió una página de la Gaceta
Judicial de Bolivia de Enero de 18 79 (Imágenes) que hace referencia a
un juicio sucesorio sobre los bienes de Lorenzo Eguren, esposo de
Josefa Marquiegui, y a Genera como partícipe en nombre de su madre
fallecida. De inmediato, como hago con cualquier nombre que aparezca
como partícipe de mis historias, acudí a mi fuente principal de
genealogía, Family Search, y ¡vaya sorpresa! Al clickear sobre la
imagen de un Acta de defunción que aparecía y se suponía debía
ser de Lorenzo Eguren ¡Aparece la de Josefa Raimunda
Marquiegui! (Imagen) ¡Por fin, tras años de búsqueda, descubro la
fecha de su fallecimiento! El Acta registra su muerte en La Paz el 4
de abril de 1865, a los 68 años de edad, por muerte súbita.
Curiosamente en la misma Family Search Pepita seguía figurando
como fallecida “en fecha desconocida”, lo que corregí de
inmediato y hoy está actualizada como corresponde.
JUAN GUILLERMO MARQUIEGUI
Si en toda película de aventuras debe existir un personaje casi inmortal, en ésta, la mía, sin
duda es el Coronel Guillermo Marquiegui. Es todo un desafío para la creatividad del director
llevar al cine un hombre combatiendo con un sable sostenido con su única mano útil, y
maniobrando su caballo con las riendas fuertemente asidas por su boca, y en el apogeo de su
lucha, ya sin brazos, dar órdenes a sus soldados. Es un prócer que cualquier país enaltecería en
sus libros de historia, citándolo como ejemplo a seguir. Pero tuvo el infortunio de estar del lado
de los malos y por eso su existencia pasó casi desconocida, por lo que ofreceré conocer un poco
más sobre la vida de este jujeño gran protagonista de la guerra por la Independencia.
Criado en fincas rurales, poseía la astucia de los gauchos, porque él era gaucho, capaz de
engañar a otros de la talla de Güemes y de Arias. Conocía las sendas ocultas y el vadeo de los
ríos, y era sagaz para entrar en el monte a la carrera. Guillermo era primo lejano de Güemes por
vinculación materna de ambos por los Goyechea (1)
(1) En setiembre de 1816 Marquiegui le escribe a Güemes:―Amado primo: la sangre y lo más sagrado de los hombres que es la recompensa y gratitud, me hacen
tomar la pluma… Por lo tanto su corazón llevado a nuestra amistad y parentesco se sirvió ofrecerme su protección… Espero con ansias su respuesta, mandando lo
que guste a su pariente y amigo‖. Güemes contesta diciendo: ― Muy Sr. Mío y pariente‖ y se despide así: ―…Páselo Ud. bien, y mande a su afectísimo pariente…‖

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Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

Les brindo a continuación una síntesis de su biografía, extraída del libro que le dedicó el
historiador Emilio Bidondo
“El 1º de junio de 1811 se hace cargo del empleo de Regidor Alférez Real previa aprobación
de la Junta de Gobierno de Buenos Aires, continuando hasta el 8 de enero de 1812 cuando el
Cabildo lo reemplaza por Pedro Antonio Ereña. Esta resolución, sin que mediara una razón o un
cargo concreto de infidelidad a la causa patriota, debe haber influido con fuerza sorprendente en
la actitud futura de la familia Marquiegui, impulsándolos a embanderarse en la causa realista,
después de una experiencia patriótica de más de un año. Marquiegui, que desde el 24 de
noviembre de 1812 ostenta el grado de ―Capitán con grado de Teniente Coronel de Ejército‖ se
distingue en la acción de Macha el 1º de setiembre, y especialmente en la Batalla de Vilcapugio
(1º/10/1813) Para ese entonces ya había recibido un Escudo de Valor por la defensa de Jujuy en
marzo de 1813, y un 2º Escudo de Valor y sueldo vitalicio de Comandante de Escuadrón por la
de Viluma o Sipe Sipe (29/11/1815)…‖
―… La participación del Coronel Marquiegui en Sipe Sipe es destacada, saliendo gravemente
herido de sable en el brazo derecho. Como consecuencia de esta herida queda con ese brazo
inutilizado para el resto de sus días, pero no es obstáculo para que siguiera combatiendo por la
causa del Rey por varios años más. En 1814, antes de su desgraciada experiencia, Pezuela, a
sabiendas de la capacidad de Marquiegui y de su conocimiento del terreno decide enviarlo en
una misión hacia las cercanías de Tucumán, para obtener noticias del enemigo. Se sabía que los
ricos vecinos de la zona, tenían sus ganados ocultos en el fondo de quebradas distantes y al
abrigo de la espesura de los montes que cubrían los campos orientales de Jujuy, los de Orán y
las estancias de Salta a lo largo del Río Pasaje...‖
En su diario personal Pezuela escribe:
―Hice marchar una expedición de 300 hombres a la orden del benemérito Coronel Marquiegui
(práctico en todos aquellos terrenos) para que dando la vuelta por los Fuertes de Santa Bárbara,
Río del Valle, y Pitos, se aproximase por el flanco derecho a alguna distancia de Tucumán a
adquirir noticias y de paso sorprender las guarniciones de dichos fuertes que estaban situados en
la frontera del Chaco habitado por indios bárbaros. Marquiegui sorprendió a los enemigos del
Fuerte del Río del Valle el 16 de junio, hizo prisionero a su Comandante, a varios soldados y
supe que los enemigos en el Tucumán no pasaban de 2.000 hombres, toda gente nueva, con 20
piezas de artillería y que la vanguardia se componía de 800 hombres la mayor parte gauchos a
las órdenes de Martín Güemes, y supe por Marquiegui el 15 y 16 de mayo fue batida y deshecha
la escuadra de Montevideo y apresadas sus buques, y que las fuerzas sobrantes del ejército de
la Banda Oriental vendrían a reforzar rápidamente a Rondeau, y por consiguiente ya no convenía
ocupar a Salta y a Jujuy por ninguna razón…‖
Los pormenores de esta extravagante expedición de1814, son bien detallados por Bidondo:
―Parte de Jujuy a la cabeza de unos 300 jinetes hacia Tarija, a la inversa de un avance sobre
Tucumán, para que los patriotas juzguen por la dirección tomada, que su objeto es regresar al
Perú. Llega la Quebrada de Humahuaca el 15 de junio y sorprende y desbanda a los gauchos del
Coronel Arias, varía entonces su marcha dirigiéndose hacia el este por el Abra de Zenta para
alcanzar Orán. Nuevamente cambia de rumbo orientándose hacia el sur para alcanzar los lindes
de Tucumán, se interna en los montes del Chaco ante la sorpresa de los independientes que no
atinan a parar la arriesgada maniobra…‖ ―…muy conocedor Marquiegui de la topografía y
pormenores de aquel teatro, continúa avanzando a lo largo del desierto, envuelto por sus
soledades, amparados por la distancia tan grande que lo separaba de las líneas de Güemes y
por la astucia con que había disimulado el itinerario, fue sorprendiendo uno a uno aquellos
fortines. El 18 de junio alcanza el Río del Valle y ataca a los defensores del Fuerte, tomando
muchos prisioneros y muy interesante correspondencia y documentación de los independientes;
tres días después, el 21 de junio, ataca y derrota a la guarnición del Fuerte de Pitos, y el 22 hace
lo mismo con las partidas que aseguran la costa del Río Pasaje, ya en la frontera con Santiago
del Estero. Güemes apresuradamente reúne efectivos para oponerse a la maniobra y sus tropas
salen de Tucumán hacia este sector. Marquiegui que había logrado capturar una importante
cantidad de ganado, en cuando conoció que lo perseguían, da la vuelta rumbo a Jujuy para
evitarlos. Había caminado cosa de 200 leguas con una resolución y una pericia admirable y
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Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

ahora iba a volver al punto de partida. Pero el retorno es más lento por el arreo del ganado
capturado, y ello permite a los gauchos alcanzarlos y tratar de aniquilarlos. Así se produce un
combate el 26 de Junio en Anta (25 leguas al este sur este de Salta). Marquiegui desvía su
marcha hacia el norte y el 29 es atacado en Santa Victoria, y elude la persecución marchando
ahora hacia el oeste para alcanzar la ciudad de Jujuy por Valle Grande y Cuesta Larga. Allí es
atacado el 30 de junio, cuando trasponía una áspera serranía, y los gauchos destrozan su
retaguardia logrando arrebatarle gran parte de los caballos obtenidos en la requisa. Marquiegui
sigue la marcha y el 1º de julio es atacado en Hornillos (a 15 leguas al norte de Jujuy) por el
Coronel Álvarez Prado, y pese a ser derrotado continúa hacia Jujuy, hostigado permanentemente
por los gauchos que terminan por arrebatarle el ganado conseguido. El 4 de julio, llega a Jujuy, y
de inmediato se dirige a Salta para informar a Pezuela de las noticias obtenidas sobre el
enemigo, quien conoce así con certeza que el ejército Auxiliar se encuentra en Tucumán con
3.000 hombres entre veteranos y reclutas, y que la defensa de Jujuy y Salta es realizada por
Güemes con unos 800 a 1.000 gauchos…‖
El 20 de setiembre de 1814, Pezuela llega con su ejército a Cotagaita, y destaca importantes
fracciones para sofocar los alzamientos cercanos e impedir un posible avance de los
independientes desde el sur. Al respecto Pezuela dice:
―La vanguardia de Olañeta, en la cual su segundo jefe es el Coronel Marquiegui, que opera
en el norte de Jujuy, llevó a cabo dos incursiones en noviembre y diciembre con las que se obligó
a los patriotas a no sobrepasar sus correrías al norte de Humahuaca…‖ ―…el Coronel Guillermo
Marquiegui, camino para la villa de Tarija, después de una acción que tuvo con el intruso
Gobernador Olivera, en que le mató e hizo prisionera una cuarta parte de 300 hombres que tenía
ese caudillo, tomó la Villa el día 4 de diciembre de 1814; cortó toda comunicación con lo interior,
persiguió las familias de insurgentes que estaban repartidos por varios puntos, se hizo con
porción de caballos y ganado, y en varios encuentros que tuvo después, tomó 80 prisioneros y al
malvado caudillo Mendoza conocido por sus crímenes, a quien pasó por las armas…‖
En noviembre de 1815 Marquiegui es ya Comandante con grado de Coronel de ejército por
disposición del Virrey de Lima, con sueldo vitalicio de Comandante de Escuadrón por Viluma.
Resultaría demasiado extenso incluir más aspectos de la vida de este personaje, por lo que
iré directamente a sus últimos años de vida, descriptos así en el libro de Bidondo:
―Dada la falta de datos, nos animamos a suponer que Marquiegui, una vez liberado, se dirigió
de Cuzco a Jujuy. No es de descartar que en su viaje de regreso a su solar nativo, se
entrevistara con Olañeta, ya que es casi inevitable atravesar la región que éste dominaba…‖
Como escribí anteriormente, en diciembre de 1824, Guillermo permaneció varios días con su
primo y cuñado, aconsejándole sobre aspectos determinantes de su vida política y militar. Luego
siguió viaje a Jujuy y se instaló en San Lucas, la finca heredada de su padre y su única fuente de
subsistencia (1) Teófilo Sánchez de Bustamante en sus ―Biografías Históricas” escribe
―En 1825 residía de nuevo en Jujuy, pues en el Archivo de la Provincia existe una
comunicación de ese año en el que se le pide al Gobernador Dávila que le haga llegar una carta,
por estar seguramente en el campo…‖
Finalizaré citando estas apreciaciones extraídas del libro de Bidondo:
“El siguiente mes de setiembre de 1830, Guillermo es incluido junto a José López Villar y
Mariano Gordaliza, en una nota dirigida por la Municipalidad de Jujuy a la de Orán, informando
las personas que habían sido elegidas a efectos de dirimir las controversias sobre los límites de
jurisdicción...‖ ―…interviene en el conflicto de límites entre los meses de febrero y marzo de 1833,
y a fines del año siguiente, el 18 de noviembre, luego del choque de fuerzas armadas, se
produce la autonomía de Jujuy. A partir de ese momento, aparentemente, Marquiegui no
interviene más en la vida pública de la nueva provincia, ya que no hemos encontrado ningún
(1) Se tiene conocimiento por fuente del Dr. Juan Carlos Mathews, historiador local, que Güemes encomendó la finca San Lucas al Coronel
Eustaquio Medina, uno de sus más leales oficial es y baqueano del lugar, por lo que no resulta descabellado suponer que él recibió
cordialmente a Guillermo y desde entonces fueron amigos y luchadores contra el unitarismo jujeño en los últimos años de sus vidas.

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documento que lo nombre. Es posible que, ya maduro, se halla enclaustrado en el seno de su


hogar para cuidar y educar a su hijo, Alejo Ignacio, que abrazara más tarde la carrera sacerdotal,
llegando a ser 1865 Canónigo de la Catedral de Salta (1) y en 1839, 1848 y 1850, diputado por
Cochinoca y Presidente de la Legislatura, muriendo en Salta en una venerable ancianidad…‖
Por un documento de 1803, se sabe que Guillermo Marquiegui estuvo casado pero se
ignora el nombre de su esposa y madre de su posible único hijo (2), así como datos sobre
partidas de bautismo, casamiento y defunción. Se cree que Guillermo falleció en Jujuy, en 1840.
Continúo buscando su Acta de Defunción y espero aparezca como la de Pepita.
PEDRO ANTONIO DE OLAÑETA MARQUIEGUI
Fue el más ―empecinado‖ de los militares realistas y principal responsable de la decisión que
tomó San Martín de atacar al poder realista por Chile y el Pacífico, rehusándose a continuar
incursionando por el Alto Perú, tierras dominadas por Olañeta.
Comparto algunas opiniones sobre la persona y su desempeño en las filas realistas.
Bidondo, dice: ―La dureza de Olañeta lo había hecho un soldado de primera clase. Era un
archiconservador, de mente estrecha, rígido, pero de lealtad no vacilante, nunca se rindió,
prefiriendo morir en batalla en 1825. Los Comandantes que sucedieron a Pezuela, De la Serna,
Canterac y Valdés miraban a Olañeta como un hombre que era útil debido a sus cualidades y su
superior conocimiento del terreno y del pueblo, pero nunca lo hubieran aceptado como un igual,
ya que no era un soldado de carrera, sino un aficionado que había sido comerciante. Por su
valentía, prestigio y disciplina militar, recibe el título de ―Caballero de la Real Orden de San
Fernando y Comendador de la América de Isabel la Católica, y la Cruz del Campo de Honor‖
Charles Arnade aporta datos muy valiosos “…Olañeta nunca fue considerado un traidor a la
Corte y cuando el Rey fue informado de la gran derrota de Ayacucho, lo nombró nuevo Virrey del
Río de la Plata mediante Real Cédula del 28 de mayo de 1825. Durante dos meses no fue
conocido en España el hecho de la muerte del General en defensa de la Corona. La gran
ambición de Olañeta para llegar a ser Virrey, llegó cuando ya descansaba en su tumba, en el
helado campo de Tumusla. Fue víctima de la traición de su sobrino y de Carlos Medinaceli,
futuro General del Ejército boliviano. Sucre un año más tarde tuvo que admitir que estos dos
personajes eran ―muy mala gente‖
Mariano Torrente, el mejor historiador español de esa Guerra, agrega: ―La trágica muerte de
Olañeta es la prueba de su inocencia y que fue la infortunada víctima de consejeros maliciosos‖
Un cronista escribió: “No es de extrañar que los historiadores republicanos lo han envilecido
por encarnar el antiguo régimen colonial pero lamentablemente hasta hace poco ha sido un
personaje prácticamente ignorado por el estudio histórico académico a pesar de su importante
papel en los días finales del virreinato. Sus descendientes lo calificaban en la familia siempre de
Virrey y de hecho formalmente fue el último Virrey americano nombrado por Fernando VII‖
Finalmente rescato una que me satisface, perteneciente al chileno Gonzalo Bulnes, quién se
pregunta si no será ―difícil para la posteridad conceder a éste hombre la rehabilitación y
admiración que es debida a todos los que sirven en uno u otro campo, bajo diferentes banderas,
por una gran causa o la soberanía de su patria, porque Olañeta no militó en uno u otro campo‖
Pedro Antonio Olañeta tuvo aquel 1º de Abril de 1825, Viernes Santo, su propio “Judas”,
Casimiro, y un verdugo quizás asignado por Carlos Medinaceli

(1) Alejo Ignacio fue en Salta Canónigo de la Catedral en reemplazo del Obispo José Colombres
(1) En el Acta de Nacimiento del primer hijo de Pedro y Josefa, Manuel Ventura (8 de junio de 1820) Guillermo aparece apadrinándolo, y como
madrina Guadalupe Arze. Considerando que era costumbre elegirse matrimonios para tal fin, es posible que esta dama sea su esposa y tal vez la
madre de su hijo Alejo

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Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

CAPÍTULO 8
HIJOS DE PEDRO OLAÑETA Y JOSEFA MARQUIEGUI
Desde que supe sobre la existencia de las Marquiegui en mi región, allá por 1999, recurrí
muchas veces a Internet, infructuosamente, buscando hijos de esta, y no pude encontrar
descendiente alguno.
Recién en 2009, ya trabajando en el contenido de este Ensayo para presentarlo en el
Certamen que cité al inicio, reanudé la búsqueda y descubrí a cuatro hijos de la pareja, en la
página de genealogía Family Search, pero por entonces solo existía información, y no estaban a
disposición las Actas digitalizadas que la prueben.
Agotada la primera edición, y ya con el tiempo que me brindaba mi flamante jubilación, en
2022 decidí trabajar en una segunda, pero con las correcciones, muy necesarias, y las
ecualizaciones que pudiera obtener gracias al permanente crecimiento de la información en las
redes. Y los Mormones de Family Search no me podían fallar Continuaron subiendo valiosa
información, y no cesan de digitalizar Actas de bautismo, matrimonio y
defunción de las Iglesias Católicas de la época colonial, pero hoy los podemos
ver y descargar.
Así obtuve las Actas de bautismos acaecidos en la parroquia Nuestra Sra.
de la Candelaria de Tupiza, Bolivia (imagen), de tres hijos varones de Pedro y
Pepita: Pedro José Ceferino, Manuel Ventura de Olañeta y Bentura María, y si
bien tuvieron una hija mujer, Genara, no figura el Acta de su Bautismo, y sí la
de su defunción en La Paz.
A medida que conozca el lector las fechas de nacimiento, es muy probable que tenga la
curiosidad de retroceder varias páginas, e investigar en que circunstancia de la vida de Pepita
nacieron y -lo que es más que interesante- descubrir donde estaba ocho o nueve meses antes
cuando los engendró, y le evitaré el cansador trámite.
Empiezo por los hijos cuyas Actas existen y se las comparto: (imágenes originales en Primer Plano)
.-. Pedro José Ceferino de Olañeta Marquiegui nace el 26 de agosto de 1817 en Tupiza
El 12 de octubre de 1838 se casa en Jujuy con Clara Arena Iria. Muere en 1867 a los 49 años.
Pepita habría quedado encinta en diciembre de
1816 o enero de 1817. Recuerde que en mayo de
1816, Domingo Iriarte lleva a Josefa a Yavi y se la
entrega Olañeta cumpliendo el convenio hecho con
el Coronel Martín Rodríguez. A finales de 1816 se
inicia la “Invasión Grande”, o sea en Diciembre
Pedro Olañeta se encontraba con la Vanguardia en
pleno viaje, ya que entra en Humahuaca el 24 de ese mes. Esta incursión finaliza en Junio de
1817 por lo que en Julio ya se encontraba en Tupiza. Esto nos confirma que Pepita formó parte
de esa expedición y que cuando los realistas abandonan Jujuy, estaba con seis meses de
embarazo. Es un dato muy importante para confirmar lo expuesto con respecto a la fecha en que
Ventura Marquiegui abandona Jujuy para exiliarse en Tupiza. ¡Su hija estaba embarazada!
¿Quiénes cuidarían de Josefa mientras Pedro estuviera en campaña? Doy por seguro que
Ventura y su esposa salieron de San Salvador en Junio de 1817, protegidos por los ejércitos de
Gerona y Extremadura, y a fines de agosto en Tupiza, con toda la familia reunida a su alrededor,
nacía Pedro su primer nieto.
.- Manuel Ventura de Olañeta y Marquiegui
nace el 8 de junio de 1820 en Tupiza. Sus padrinos
fueron Zeferino Estevez (a nombre de Guillermo
Marquiegui) y María Felipa Iriarte (por Guadalupe
Arze)
Pepita se embaraza en setiembre u octubre de 1819. La Invasión a Jujuy de marzo de 1819
termina pronto por el hostigamiento de los gauchos y Olañeta por esos meses ya estaría en
Tupiza. En mayo de 1820 se produce una nueva invasión, ocupando San Salvador desde el día

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27 hasta fines de junio. O sea que Olañeta no estuvo en el parto de su segundo hijo ya que
estaría de regreso en Tupiza recién a fines de Julio.
.- Bentura María de Olañeta Marquiegui nace el 10 de diciembre de 1821 y es bautizado al
día siguiente. Muere siendo bebé.
La influencia de este embarazo en la vida de la
pareja, es más que interesante. El 10 de marzo
Olañeta inicia una nueva invasión. Es la del combate
de León el 27 de abril. Pepita lo habría quedado
encinta mientras se desplazaba con el ejército hacia
Jujuy y supo de su estado mientras estaba alojada en
la casa de Costas Gasteaburu en Salta, cuidando de
sus hermanos. Cuando Olañeta llega a esa ciudad el 22 de junio, la encuentra con un embarazo
de algo más de tres meses. El 14 de julio firma con el Cabildo de Salta, el armisticio que lo
compromete a retirarse al Norte ¿Influyó en Olañeta el deseo de llevar cuanto antes a Josefa a
parir en Tupiza? Por lo menos siembro la duda, ya que en diciembre los Marquiegui ya estaban
en esa ciudad reunidos y esperando el nacimiento del tercer hijo de la pareja. Nunca más Pedro
regresaría a la región que lo vio crecer y solo se ocuparía de asediar a los pueblos entre Mojo y
San Pedro de Atacama, y disfrutar más tiempo en Tupiza con sus hijos.
EL “EXTRAÑO” CASO DE GENARA OLAÑETA MARQUIEGUI
Como no podía ser de otra manera en la historia de esta “maldecida” familia, las sorpresas
están a flor de piel, y la que me dio eesta hija de Pedro y Josefa, merece
espacio solo para ella. En la 1° edición y ante las dos opciones que me
brindaban las páginas de genealogía, di por sentado el nacimiento de Genara el
11 de diciembre de 1821, descartando una que la registraba nacida en 1816, sin
dar día y mes (imagen). Permítanme ofrecerles el texto publicado por entonces:
.- Genara Olañeta Marquiegui Es la única hija de Pepita cuya Acta de Nacimiento no está
en la web. En la mayoría de las páginas de genealogía nació el 10 de diciembre de 1821 en
Tupiza, lo que la haría melliza de Bentura María, pero en una de ellas figura como nacida en
1816 Teniendo en cuenta la imagen del Acta de Bentura María, Genera debería figurar en la
página anterior, pero no se encuentra. Se casó con José Claudio Rivero Lemoine. Hijos:
Federico, José, Fernandina, Eloísa y Amalia Rivero Olañeta. Se ignora los nombres de los otros
cinco hijos. Murió el 30 de marzo de 1876 en La Paz Bolivia.
Hasta hace pocos días tenía bien en claro que la versión de 1816 estaba equivocada, ya que
Pepita fue entregada por su Tío Domingo Iriarte a Pedro en mayo de ese año, o sea su
fecundación debía suceder en marzo, cuando estaba aún en Jujuy, y por lo tanto, el padre de la
niña no sería el General Olañeta ¡Qué persona mal intencionada publicó ese dato en esa página!
¿Habrá encontrado algo escrito que lo pruebe?
En el Acta original, se aprecia que Bentura María es el primero de la página, y que a
continuación no está registrada Genara, por lo que debería estar al final de la anterior, la cual por
entonces, no encontré. Para esta 2° edición me propuse buscarla con tiempo y paciencia y,
cuando la encontré, tampoco figura Genara. ¿Entonces?
A esta altura, está más que claro que este ensayo, para mí es una historia sin fin, y que si no
paro de investigar, nunca lo reeditaré, ya que con las constantes actualizaciones de la WEB, es
difícil estar seguro de la veracidad de lo ya escrito. Por lo tanto, me dediqué a investigar más
profundamente sobre Genara y ¿qué descubrí? Permítanme darle un título digno de Cónica TV.
¡ÚLTIMA NOTICIA! ¡GENARA NO ES HIJA DEL GENERAL OLAÑETA!
Conociendo el matrimonio de Genara con José
Claudio Rivero, y teniendo las Actas de nacimiento
originales de sus hijos, me tomo el pesado trabajo de
descifrarlos y, de pronto, primero en la de Clotilde
Fernanda y luego en la de Simón Ladislao (imágenes) figura Genara como oriunda de Jujuy

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¡A darle más importancia al asunto de su


(Imagen en primer plano de una de las Acta de Ladislao)
nacimiento en 1816!
No me resulta difícil obtener al Acta de
Defunción de Genara, y en ella encuentro
un dato determinante. Comparto el Acta original (imagen) y se los transcribo:
―Da. Jenara Olañeta Año del Señor de mil ochocientos
setenta mil seis a treinta de Marzo. Murió en su casa en la
comunión de N.S.M.I. Da. Jenara Olañeta de sesenta años,
viuda de Dn. Claudio Rivero, con todos los lutos y su
cadáver fue sepultado en el Panteón de esta ciudad, por el
capellán de él. De y certifico yo el párroco. Marcelino Ortis‖
¡Fallece en 1876 con sesenta años! La persona a quien le preguntan la edad de la occisa,
quizás alguno de sus hijos, no cabe duda conocía su verdadera edad, y hay bastante diferencia
con los 55 años que debería haber declarado de haber nacido la occisa en1821… ¡O sea…!
Pues señores, a retroceder en el tiempo y buscar más datos sobre la vida de Pepita,
teniendo en cuenta los que ya tengo, para establecer las fechas límites entre las cuales pudo
embarazarse y dar a luz a Genara.
El primer hijo varón de Pepita, Pedro José Ceferino nace el 26 de agosto de 1817, o sea
quedó encinta de él entre diciembre de 1816 y enero de 1817. Teniendo en cuenta que para
quedar nuevamente embarazada después de un parto, deben pasar en promedio unas 10
semanas (dos meses y medio) Genara tiene que haber nacido como máximo, en Setiembre de
1816. Al morir, el 30 de marzo de 1876, el testigo declaró tenía 60, o sea debió cumplir esos
años antes de esa fecha, o sea haber nacido antes marzo de 1816. ¡Y no es un dato menor!
Pepita fue entregada por su tío Domingo en Mayo de ese año, o sea en su viaje de reencuentro
con su esposo el General ¡Llevaba a Genara bebita con ella!
Dejando ya bien en claro que su esposo la recibió con un hermoso regalito en brazos, y que
nunca sabremos como lo tomó, está claro que se pusieron de acuerdo para gestar uno del
General apenas el cuerpo de Pepita lo permitiera. Y así fue…

¡CONFIRMADO! ¡GENARA ES HIJA DE NECOCHEA!


Por lo expuesto, y considerando que Genara tendría que haber nacido entre el 1° de enero y
el 30 de marzo de 1816, Pepita debió quedar encinta entre abril y Junio de 1815, y el principal
sospechoso es Marianito Necochea (sería el colmo dudar también de la fidelidad de nuestra bella
niña para con el apuesto Granadero) Ahora veamos que era de la vida de esa pareja durante ese
último intervalo.
En los primeros días de enero de 1815 Rondeau reinicia su marcha en busca del enemigo y
el 9 de febrero de 1816 instala su cuartel general en Humahuaca. El 19 se produce el Combate
del Tejar o Tejada, y posteriormente el pacto entre Rodríguez y Olañeta en el cual canjeaban los
prisioneros patriotas que tenía en Yavi, por su esposa. Pepita debió partir casi de inmediato hacia
Humahuaca y hay constancia de su presencia a en marzo. Allí Rondeau le dice que deberá
permanecer en ese pueblo, hasta que se estudien los medios más convenientes para que siga su
camino. Como Mariano se encontraba en ese lugar, la espera debió ser muy placentera para
ambos. Está probada la presencia de Josefa hasta mediados de abril por un documento de
Rondeau
―Por el resultado que comunico a usted en oficio de esta fecha, ha cesado el motivo que
embarazó el tránsito de doña Josefa Marquiegui. En su virtud podrá usted prevenirle siga cuando
guste su marcha a su destino. Dios guarde a usted muchos años. Cuartel General del Puesto
Grande del marqués, 14 de abril de 1815. José Rondeau‖
Es profética la parte donde dice “…ha cesado el motivo que embarazó el tránsito de doña
Josefa…‖ porque, no me caben dudas, en ese lapso Pepita y Mariano compartieron románticos
encuentros y ―quedaron embarazados‖. No pudo ser ni en mayo ni en Junio porque por entonces
ya Necochea estaba viajando con Rondeau al Alto Perú.

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Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

Si bien el objeto de este apartado es la concepción de Genara, me detengo a responder esta


pregunta: ¿Por qué Rondeau regresó a Josefa a Jujuy y no cumplió el pacto con Olañeta?
Luego de Tejada y el pacto entre Martín Rodríguez (o sea Rondeau) y Olañeta, seguramente
hubo una tregua para su cumplimiento. Durante ella, debíase mandar a buscar a Pepita y
esperar su llegada a Humahuaca. En ese lapso, Olañeta que estaba en Yavi, adelanta tropas
hasta Puesto del Marquéz seguramente para establecer un punto medio donde recibir a Josefa.
Pero Güemes, ya enfrentado “domésticamente” con Rondeau, no cumple con la tregua
(como lo volverá a hacer en León en 1821) y a ocultas de su Jefe, en la madrugada del 14 de
abril, se dirige hacia allí con un Regimiento de Dragones y mil gauchos y ataca por sorpresa a los
realistas, casi aniquilándolos (1).
No hay dudas que esto “pudrió todo”. Las consecuencias de las desobediencias de Güemes
con Rondeau son históricamente conocidas. El salteño luego abandona el ejército del Norte y no
participa en Sipe Sipe. Olañeta quedó doblemente enfurecido, por aquella derrota y por la
Rondeau que regresa a Pepita a San Salvador” por no convenir en aquellas circunstancias su
traslado al campo enemigo‖ según él mismo escribe en un informe.
Historia aparte la del “Casanova” Necochea en Alto Perú, donde conoce a María Dolores
Puente, se casa por poder en Potosí, la embaraza en Julio de 1815. El 1° de Abril de 1816 en
Tucumán, nace Benjamina, su “primera” hija reconocida.
Pero continuemos con lo que nos interesa: el 29 de noviembre de 1815, en Sipe Sipe,
Necochea sufre graves heridas, el 9 de febrero de 1816, está de regreso con Rondeau en
Humahuaca y pide licencia para recuperarse en Jujuy. Allí se reencuentra con su “amada”
Pepita, quien, aceptado como cierta mi teoría, lo recibe con una bebita de un poco más de un
mes de vida en sus brazos. Eso sí, no creo que Mariano se haya sorprendido, porque Pepita tuvo
bastante tiempo como para hacerle llegar la noticia de su embarazo al Alto Perú.
Pero a Rebaudi Basavilvaso, en su romántica novela “Pepa Marquiegui”, le es conveniente
ignorar ese hecho para continuar con el “affaire, ya que escribe:
―…Llegó, por fin, el instante del encuentro. Cayeron en brazos el uno del otro, con ansias
locas, tras un año de angustia, de guerra, de muerte. Pepa le palpaba el rostro, los brazos, el
torso. Quería asegurarse que no era una aparición; que era el mismo Mariano quien volvía a sus
brazos a través del tiempo y los combates y la sangre. Y así, esa noche, mirando el cielo
emblanquecido de astros, se dieron un beso por cada estrella, sedientos de amor…‖
Y ya casi al final de su novela escribe:
―Al llegar cerca del Molino, echaron pie a tierra. Necochea tomó la cara de Pepa entre sus
manos, Pepa fue informada por el gobierno que, en la primera oportunidad, el general Rondeau
facilitaría su traslado al campo enemigo, para que pudiera unirse a su marido. A su vez
Necochea, cuya Licencia tocaba a su fin, había recibido orden de partir a Tucumán, con el fin de
reclutar jóvenes destinados a integrar las raleadas filas del ejército. Rondeau debía cumplir la
palabra empeñada por Rodríguez y ratificada por él, pero si Necochea no se alejaba de Jujuy,
Pepa no viajaría nunca al campo realista.
Quizás debido al “qué dirán” la flamante familia debió alejarse de la ciudad y refugiarse en
Los Molinos, una legua al norte de San Salvador, lo que no debió ser suficiente para la
horrorizada sociedad jujeña y en especial para Rondeau, que se los saca de encima enviando a
Mariano a Tucumán y a Pepita al norte al encuentro con su marido. Si bien el escritor narró un
exagerado romance más del lado de la ficción, basó su novela en datos bien documentados,
como esta carta del diputado José Darragueyra a Tomás Guido, fechada en Tucumán el 18 de
abril de 1816, publicada en la Revista Nacional:
―…Conociendo la natural propensión de Ud. a favorecer el mérito y recomendables servicios del
buen militar, me tomo la confianza de incluirle la adjunta instancia de D. Mariano Necochea,
quien después de haberse desempeñado con honor y bizarría, como Ud. lo sabrá, en la acción
de Sipe-Sipe, se halla aquí (en Tucumán) burlado por Rondeau, a pretexto de reclutar tropas, y
cuya comisión se ha conferido después a un tal Heredia‖
(1) En el combate murieron cuatro oficiales y 105 soldados realistas. Quedaron heridos o prisioneros cinco oficiales y 117 soldados. Además, los
españoles perdieron todas sus armas y municiones, guiones, equipajes y bestias. El comandante Vigil logró huir con el capitán Valle y 12
hombres. De parte de los patriotas no hubo más desgracias que dos gauchos heridos

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JOSÉ LUIS MELANO
Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

Deja claro que Rondeau no quería a Necochea más a su lado, y que si no despachaba a
Pepita, no se iría de Jujuy, o tal vez fue al revés…
―…Corre el mes de mayo de 1816. Entre las montañas que flanquean la Quebrada de
Humahuaca, viaja hacia el norte una bella amazona vestida de grana. La acompaña un gaucho
bien montado, de aspecto distinguido, y seis dragones le sirven de escolta. Nada de lo que la
rodea —ni los variados paisajes que se suceden a su paso, ni cerros ni valles, ni las aguas del
río, que corren y serpentean brillando al sol— atrae la mirada de sus grandes ojos tristes. Ella
como Rondeau lo dijera un año atrás— ―marcha a su destino‖.
Rebaudi Basavilvaso concluye así, su patética novela, y en la vida real, con el alejamiento de la
inmoral pareja, Rondeau y la sociedad jujeña mataron “dos pájaros de un tiro‖.
Perdón, tres…
UN INESPERADO DESCIBRIMIENTO: LA TUMBA DEL GENNERAL
A principios de 2023 llegó hasta mí la información que el General Olañeta se encontraba
sepultado en Patirana, una zona rural cercana al poblado de Tumusla, en la antigua Capilla del
Carmen. ¡Imaginen mi emoción y mis deseos de ir cuanto antes a conocer aquel sitio de inmenso
valor histórico! Busqué en Maps y supe que está a 560 km de mi San Pedro de Jujuy. La
oportunidad se me presentó cuando el Corregidor del poblado y dueño del único hotel del lugar,
de nombre Isaac, me invitó a participar como orador en los actos del 198 aniversario de la Batalla
de Tumusla, el gran invento seguramente ideado por Casimiro y Mariano Serrano para “legalizar”
la muerte del General Olañeta, y que les permitió pasar de simples abogados a apoderados de
un territorio lleno de riquezas mineras, que no tardaron en ofrecérselas al mejor postor, en
especial al Imperio Británico.
Y el 1° de abril, en una soleada mañana ya me encontraba con Maxo Vega
Marquiegui (recién llegado de La Paz donde ejerce su profesión de Abogado) en la
plazoleta de Tumusla, a la par de un monumento (imagen), presenciando desde
lejos como autoridades, alumnos de una escuela de Cotagaita, la típica banda
militar y feriantes con comidas típicas, participaban del acto conmemorativo del
gran triunfo de su héroe local, Carlos Medinaceli.
Conocida por Isaac mi versión sobre la inexistencia de esa Batalla, recibió con
notorio beneplácito mi amable negativa a participar del evento, y se olvidó de mi
existencia, por lo que le propuse a Maxo adelantar la ida a la tumba de Olañeta
y buscar un transporte que nos lleve a Patirana.
A un costado de la Ruta 14, tuvimos la inmensa fortuna de encontrar a Don
Edmundo que vivía cerca de la Capilla del Carmen y aceptó llevarnos.
Luego de recorrer los polvorientos 4 km que separan la ruta del tan ansiado
objetivo, a las cinco de la tarde ya nos encontrábamos compartiendo
emociones, primero a la par de la tumba de Pedro Antonio Olañeta, luego
dentro de la Capilla y finalmente en la derruida cárcel,
testigo de los últimos segundos de vida del General.
Este amable lugareño además nos mostró el cuartel
que usaban los realistas que se encuentra cerca de la
Capilla, lamentablemente muy en ruinas (imágenes)

Seguramente no viviré para ver una Bolivia reescribiendo su historia para reparan un error
que arrastra 200 años, pero cumplo en dejar escrito en este libro, lo que para mí es la verdad de
los hechos, la que, no me cabe la menor duda, en nada afectará su grandeza como Nación.

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JOSÉ LUIS MELANO
Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

UNA FAMILIA OLVIDADA


Las dificultades para investigar a esta familia partícipe de aquella guerra por la
Independencia de España continuaron cuando me propuse conocer a sus parientes y
descendientes que permanecieron en Jujuy y Salta.
En las Actas de los dos Censos Nacionales que se hicieron en el siglo 19 encuentro esta
información sobre los Marquiegui:
En el de 1869 figuran 32 Marquiegui: 19 en San Pedro, 4 en San Salvador, 1 en Tilcara y 4
en Salta Capital, y en el de 1895 se reducen a solo 6: 2 en Ledesma,1 en Perico 1 en Salta
Capital y 1 en Orán. Quizás parezca paranoia la mía, pero en el tercer censo, el de 1914, no
encontré ningún Marquiegui en mi región. La mayoría de los hoy residentes en el país
(mayormente en Buenos Aires) son descendientes de inmigrantes del siglo 20. Si los hay, y
muchos, en Bolivia (en Sucre la mayoría) y si son descendientes de los venidos en el siglo 18.
La familia materna de Maxo Vega Marquiegui son de aquella vieja estirpe vasca, y hay
prueba de ello: poseen un bello pesebre con figuras de madera un metro, que calculan tiene
más de doscientos años (imagen)
En Facebook creé un grupo con la intención de integrar a los Marquiegui que
deseen conocer la historia de sus parientes retratados en mi libro y sumarse a mi
investigación sobre ellos. Uno de sus integrantes, Oscar (a quien cité en la Nota
de inicio) fue el que me hizo llegar en 2014 ese único dibujo de Pepita y Pedro
Olañeta existente en la Lamina 29 de la colección “Miniaturas militares” de Alfons
Canovas (1) (imagen). Es muy interesante la descripción del vestuario de la pareja:
―…El Brigadier viste el uniforme de su Batallón al estilo de los Oficiales:
sombrero apuntado con un medallón de Fernando VII sobre la presilla de la
escarapela, casaca larga, pantalón ceñido, botas "a lo húsar", etc. Lleva la
Cruz de San Hermenegildo (por sus largos años como Oficial), la de los
"Emigrados" y la de la batalla de Ayohuma. Además lleva en el antebrazo
izquierdo los Escudos de Distinción de Vilcapugio y Ayohuma. Su esposa
viste "a lo dama realista" pues se adorna con cintas blancas en lo alto del talle
y combinada con otra roja en el sombrero (como las corbatas de las banderas)
con remate de plumas rojas y blancas. También lleva la Medalla de los
"Emigrados" en la clase de lazo para damas. Lo más llamativo de su vestuario
es el batón de color rojo (por realista, como la escarapela militar) adornado con
el entorchado de plata que señala el grado de Brigadier de su marido, y se corresponde con las
divisas militares llevadas en los vestidos de otras damas de su época que han llegado hasta
nosotros a través de retratos de pintores como Goya. Estas damas llevan en el peinado una gran
escarapela roja, o en la cintura la faja roja de los Generales, con sus lazadas y caídas con
entorchados, los tres galones de Coronel, etc. Ello revela aspectos más amplios que los que cita
Luis Bermúdez de Castro en su obra "Arte del buen mandar español": "A principios del siglo
pasado (el XIX) las señoras de los Generales tenían el derecho y el deber de usar en los vestidos
de corte y para montar a caballo cuando acompañaban a sus maridos de uniforme, los
entorchados en las bocamangas de los vestidos…‖
Lo comprobado es que aunque en Jujuy no los he encontrado, hay Marquiegui en Salta, en
urbes cercanas al límite con Bolivia: Tartagal, Aguaray, Hickman y Embarcación.
Cierta gracia me hace cuando algún Marquiegui que leyó este libro me dice ―es cierto que
estamos maldecidos‖ y empieza a contarme risueñamente sus “desgracias familiares”.
EL ENIGMA DEL CORONEL CIPRIANO MARQUIEGUI
Hace unos pocos años, por un trabajador del
Ingenio La Esperanza (Jujuy) supe que en la Sala
del Administrador del Lote Parapetí (a 1.700
metros de donde vivo) había un antiguo dintel de
madera de algarrobo, usado como parte superior
de una chimenea (Imágenes).
No tardé mucho en visitar el lugar y ver aquel
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Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

antiguo pedazo de madera. Tallado en él hay una inscripción que dice:


“AÑO DE 1863 HABITACIÓN D.S. CORONEL CIP D MARQUIEGUI ”
Había sido recuperado entre los restos de una vieja casa que estaba en Rodeíto, localidad
ubicada a 10 km al este de San Lucas, demolida por el Ingenio a finales de los 50. El por
entonces ocupante de la casa, el Sr. Montaldi, lo había usado como parte de un hogar que
construyó en una sala de estar. El destino había puesto en mi camino, la única prueba palpable
de la existencia de los Marquiegui en estas tierras.
Pero… ¿Quién era este Coronel? El pueblo de Rodeíto, por entonces, no existía como tal,
solo era un asentamiento agrario en una zona vecina al Río Lavayén ¿Figuraría en el Censo de
1869? Observemos a continuación las Actas de ese Censo
Figuran dos Cipriano: uno de 71
años, nacido en 1798 censado en San
Salvador, y otro de 50, nacido en
1819, censado en San Pedro de
Jujuy. Considero muy probable que
sean padre e hijo.
En el libro del historiador local Pablo Balduín sobre San Pedro de Jujuy, figura un Cipriano
Marquiegui, en dos ocasiones:
.- ―AÑO 1860: Se aprueba la elección de Munícipes del Departamento con asiento en la
Hacienda de San Pedro con fecha 2 de Febrero de este año, resultando electos los siguientes
ciudadanos Propietarios: Cipriano Marquiegui‖
.- ―AÑO 1863: El 26 de enero se designa Jefe del Regimiento ―Gral. Mitre‖ al Coronel
Cipriano Marquiegui y Teniente Coronel de Caballería a Emilio Quintana, Wenceslao Quintana y
Suplentes: Gabriel Marquiegui y Francisco Silva‖
En 1860 tenían el primero 62 y el segundo 41 años y en 1863, 66 y 44 años respectivamente.
Opino que en ambas citas del libro de Balduín, se refiere al Cipriano nacido en 1819.
El dintel de 1863 puede ser de cualquiera de los dos, porque es muy probable que ambos
hayan sido Coroneles, pero me inclino también por el que fue designado Jefe de Regimiento. R
OTRO CIPRIANO Y UN NUEVO ENIGMA
Mis incesantes búsquedas ponen a mi juicio el Acta de Defunción de un Cipriano Marquiegui
enterrado en Salta en 1879 (Imagen). Describo el texto (sic):
―En esta ciudad de Salta a los dies y siete días del mes de Mayo
del año del Señor de mil ochocientos setenta y nueve, en casa del Sr
Canónigo Dignidad deán Presbítero Don Alejo Y. de Marquiegui,
habiendo recibido el Sacramento de la Penitencia y Sagrado viático
que el religioso franciscano F. Daniel Miguelini administró el día trece
del corriente, murió en la comunión de Nuestra Santa Madre Iglesia
de enfermedad de Pulmonía D. Sipriano Marquiegui de edad de
setenta y tres años, natural de Jujuy y residente en nuestra ciudad, viudo de la finada D. Bereni Vidal. Su
cadáver fue sepultado en el Panteón de esta ciudad, oficio rezado en el día de la fecha y para que conste
firmo Napoleón Cari‖
Este Cipriano, nacido en 1806, me resulta muy interesante porque aparece en sus últimos
días Alejo Ignacio, por entonces una importante figura dentro de la sociedad salteña, como lo
describe Teófilo Sánchez de Bustamante en “Biografías Históricas De Jujuy :
‖Hijo de Guillermo Marquiegui, fue varios años cura de Cochinoca y Diputado por ese pueblo en 1839,
1848 y 1851. En 1880 era Presidente de la Comisión pro construcción del Colegio del Huerto de Salta y
en 1865 fue designado Canónigo de su Catedral y Vicario Capitular del Obispado. Se le encomendaron
las obras de la nueva Catedral y del Hospital del Milagro, donde demostró su grandeza de espíritu.
Falleció en Salta a una venerable ancianidad‖.
Por lo que me sorprende el grado de participación del Presbítero y la esmerada atención que
le brinda a Cipriano ¿Qué parentezco tenían? ¿Habrán sido primos o, tal vez, hermanos?

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JOSÉ LUIS MELANO
Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

Alejo nació en 1818 y, baándonos en el trato pre y pos mortem que le brindó a Cipriano, es
probable haya sido su hermano mayor, y hayamos encontrafo un hijo desconocido de Guillermo.
Tal vez alguna vez descubra quien era la madre de Alejo, quien, por su trascendental
participación social en la Salta del siglo 19, fue imposible de ocultar por los que se empeñaron en
hacer desaparecer todo vestigio de esta familia realista.

DE NUESTRA ACTUAL DEOGRAFÍA


No puedo dejar de imaginar cómo sería nuestra geografía, si ciertos sucesos de la historia de
la familia Marquiegui no hubiesen ocurrido o habrían tenido desenlaces diferentes.
Lo invito a recurrir a la Internet y observar, a través de Google Maps o Earth, una vista
satelital de San Pedro de Jujuy y San Lucas. Sobre la margen
Norte a del Río Grande, apreciará una gran zona urbana, que
corresponden a San Pedro de Jujuy y La Esperanza, y sobre la
margen Sur, una zona con extensos cultivos, en la cual solo
aparece una pequeña urbanización, San Lucas, ubicada a 700
metros de la casona rural construida por Ventura a finales del siglo
18. En los siglos 18 y 19, la zona urbanizada no existía y todo
estaba cubierto de cañaverales y otras plantaciones, cultivos de
Martín de Otero al Norte, y Ventura al sur. Fue en la parcela de
Otero, y no en la de Marquiegui, donde se produjo el mayor crecimiento demográfico.
En 1883, el Gobernador de Jujuy Eugenio Tello, eligió la zona de San Pedro y no la de San
Lucas, para fundar su pueblo ¿Por qué? Tal vez influyó que Martín de Otero era padre del oficial
Francisco de Paula. Francisquito se encontraba entre los oficiales realistas que desertaron en el
año 1820 tras el desembarco de San Martín en Perú, hecho al cual se refiere Canterac en este
párrafo:
“…Me vi obligado a la idea de volver al Callao, y me decidí a alejarme cuanto antes de las
inmediaciones de Lima, pues la más inaudita y escandalosa deserción de más de 30 oficiales y
500 soldados de diferentes cuerpos de todas armas iba a exponer a un grande contraste las
fuerzas de mi mando…‖
Canterac trata a esos oficiales de ―cobardes entregados a abominables placeres,
abandonados al más detestable crimen‖
Tanto Martín Otero como Ventura Marquiegui tenían esposas una Goyechea, por lo que a
sus hijos los unía un grado directo de parentesco. Ambos terratenientes apoyaron la causa
realista desde 1812 (Otero fue Alcalde de 1° voto en el Cabildo Realista en los meses que duró el
Éxodo) pero al unirse Francisco de Paula al Ejército Libertador, salvó a su padre de sufrir las
mismas penurias –maldiciones y olvidos- de los Marquiegui.
Existieron varios acontecimientos que pudieron llevar a los Olañeta-Marquiegui, a pactar con
los independentistas, como lo hizo Francisco. De haber sucedido, o de no haberse cruzado
Casimiro en sus vidas, el destino de la familia hubiese sido benévolo, como lo fue con los Otero.
Las consecuencias de haber estado del lado de los ganadores, podría haber modificado el mapa
actual, mostrando tal vez un San Lucas densamente poblado y un San Pedro ocupado por
verdes cañaverales. Y habría existido una razón fundamental para que el Gobierno de Jujuy
escogiera lotear las tierras del lado sur del Río Grande en lugar de las del norte, ya que están en
el mismo margen que San Salvador y se hubiera evitado el cruce de un Río caudaloso en
verano, que incomunicó a San Pedro con otros pueblos hasta muy entrado el siglo 20 (1).

EN NUESTRAS PROPIEDADES NO SE METERÁN


San Lucas ha cambiado muy poco desde los tiempos de la colonia, y la mejor prueba de ello
es el estado en que se encontraba la casa rural de Marquiegui cuando la fotografié en el 2009
para la primera edición. Pero la “maldición” me hizo vivir una extraña experiencia a partir del
(1) Recién en 1934, el pueblo de San Pedro de Jujuy pudo realizar su sueño de contar con un puente sobre el Río Grande. Por entonces, los
vecinos de San Pedro, Santa Bárbara y de los lotes azucareros de la Mendieta y La Esperanza, celebraron uno de los acontecimientos más
importantes para aquella época, como lo fue la inauguración del Puente Emilio Lozano, más conocido como puente San Pedro.

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JOSÉ LUIS MELANO
Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

éxito de ventas de este libro, a tal punto que una librería de Jujuy lo escogió para colocarlo en su
vidriera principal (Imagen)
En 2011 conocí un capataz que trabajaba en la Finca Torino a quién le
conté sobre este libro y le manifesté mis deseos de hablar con sus dueños,
por lo que se ofreció a avisarme cuando los contadores de la dueña (“la
viuda de Torino” como la llamaban a Doña Carmen) vinieran de Buenos
Aires. Al poco tiempo logré reunirme con ellos en la finca que tienen a 3,5 km
al sur de la casona, y les entregué un ejemplar de este libro y les conté sobre mi idea de declarar
a ese lugar Monumento Histórico Provincial. Les expliqué que, de lograrlo, podrían conseguir
fondos para la restauración, sin perjudicar su derecho de propiedad. Me dieron las gracias y
prometieron entregarle el ejemplar y exponerle mi proyecto a la dueña.
Al poco tiempo llegan hasta mi casa dos hombres con elegantes trajes preguntando por el
―Sr Melano, el escritor‖ y cuando me presento me dicen que venían de parte de la Señora de
Torino y que querían comprarme ejemplares del libro. Les pregunte cuanto y me sorprendieron
diciéndome ―todos los que tenga‖. Les respondí que solo me quedaban muy pocos y la mayoría
reservados y ya dedicados a unos Marquiegui residentes en España y les ofrecí cuatro que no lo
estaban, aconsejándoles ir a la Librería Horizonte en San Salvador, a lo que respondieron que ya
habían ido y que estaba agotado. Les agradecí su interés y aproveché para preguntarles sobre
mi proyecto para declarar Patrimonio Histórico a la casona, a lo que respondieron que “no iba a
ser factible porque uno de los dueños la iba a hacer reparar para alojarse cuando viene de
Buenos Aires (1), Estaba claro para mí, que a la Sra.de Torino no le había agradado demasiado
-muy comprensiblemente- ciertos temas abordados en él.
Dos años después de esa visita, supe que la casona estaba en reparación, que a los Rafael,
para que la desalojen, les habían entregado un lote en la nueva urbanización de San Lucas.
Apenas pude me llegué hasta allí y descubrí con profunda tristeza a la casona “reparada”, tal
como lo reflejan las siguientes fotos (2):

No regresé nunca más e ignoro si alguno de los Torino vive o llegó a vivir en ella. No
considero importante averiguar sobre ello. El daño está hecho. Desde Google Maps, se observa
una nueva construcción a metros al norte de la casona, que supongo hicieron para albergar un
cuidador permanente.
Durante años busqué arqueólogos para ir a explorar la casona y sus
alrededores, pero a los que hablé solo les interesaba las culturas
prehispánicas de nuestra quebrada.
A partir de entonces, mi proyecto pasó a ser una utopía
Nunca sabré si se oculta algo detrás de esa hornacina ubicada a la par
de la puerta cuyo revoque se estaba desprendiendo (imagen), ni podré
encontrar el sitio donde estaba la Capilla, bajo la cual tal vez se encuentren
los restos óseos del Coronel sin brazos.
Así son las cosas en el sub trópico de Jujuy
Y me entero que en una zona rural de Salta, existe un “Hotel Boutique” que se publicita
señalando un viejo árbol “debajo del cual se sentaba a leer el General Güemes”.
Mientras en mi Jujuy, en mi San Lucas, va desapareciendo de a poco un auténtico sitio
histórico, en el cual pasó gran parte de su vida el último Virrey que el Rey Francisco VII designó
en el Río de la Plata.

(1) Se referiría a uno de estos hijos de la señora: Manuel Lucio Torino Ortiz Martín M. Torino Ortiz Julio Torino Ortiz Carmen Torino Ortiz
(2) Fotos tomadas en 2013.

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JOSÉ LUIS MELANO
Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

CONCLUSION
Antes de la llegada de los primeros revolucionarios, Jujuy era rico y próspero, y unos pocos
hombres acaudalados, como los Gorriti, Iriarte, Sánchez de Bustamante, Goyechea, Argañaras,
Otero, eran dueños absolutos de su crecimiento económico. A estas familias “ilustres” el sistema
colonial les permitía organizar su vida social y política a su gusto y paladar.
Un día supieron que había nacido una Revolución de todos y para todos. Aunque con ciertas
dudas aceptaron, con lógica curiosidad, las nuevas normas que vendrían desde Buenos Aires,
pero, de a poco, comprobaron que aquella confortable vida colonial se desvanecía al mismo
ritmo que la prosperidad de toda su región.
Si bien el hombre, mientras tenga el arraigo que le proporciona un trabajo, sabrá adaptarse a
cualquier cambio, incluso al trauma de una guerra, esta Revolución cambió la geografía
económica. Los pueblos del sur (bah…Buenos Aires) empezaron a disfrutar del milagro del libre
comercio con los ingleses, y dejaron de adquirir los productos del “Interior”.
En menos de un año, Jujeños y Salteños se vieron separados por la nueva frontera que
imponía la guerra. Su próspera economía primero se estancó y luego sufrió una profunda
decadencia, que subsiste hasta nuestros días. Los ciudadanos, que al principio se estudiaban
unos a otros, se dividieron en una apuesta irrevocable, en la cual pusieron en juego sus propias
vidas, y sus hijos se vieron envueltos en feroces batallas defendiendo intereses propios y ajenos.
Los Marquiegui eligieron una causa y perdieron. Aunque la guerra finalizó en 1825, los
nuevos países siguieron haciéndoles pagar por su desempeño en ella. Sus historiadores, que a
algunos de los participantes los eternizó como héroes, no descansaron hasta borrarlos del
pasado, del presente, y hasta del futuro.
Sé que existirán quienes malinterpreten este trabajo afirmando ver en mí cierta animosidad
contra aquella inmensa gesta independentista, que festejamos todos los años en Argentina, en
Bolivia, en toda América del Sur. Nada más equivocado
Es que presiento que siendo niño, ciertos maestros y ciertos libros, no me permitieron
vislumbrar lo hermoso que resulta descubrir en especial nuestras historias, y pienso que era mi
deber publicar este libro que permita a sus lectores descubrir una familia que pisó el mismo suelo
que ahora piso, observó los mismos paisajes que mis ojos observan, y respiró los mismos
perfumes que hoy respiro.
Ilusiono haberles contagiado mi entusiasmo y me acompañen en la búsqueda de nuevos
datos sobre los Marquiegui, aprovechando la puerta que me atreví a abrir, y continuemos
sacando a la luz aspectos de sus vidas, injustamente olvidadas por la historia de nuestro norte
argentino.
A seguir, pues, descubriendo semblantes de la Pasión, Locura y Muerte de mis Marquiegui
los que embrujaron mi almita de escritor, para sacarlos de una vez y para siempre, de su
Maldecida y Olvidada existencia
Por mi parte, este humilde investigador, deja necesarios puntos suspensivos…

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JOSÉ LUIS MELANO
Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

BIBLIOGRAFÍA
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su historia‖. - Jujuy – 2008
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CONICET, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales- UNJu.
.- Figueroa Solá, Eulalia ―Conflictos políticos y negocios. La última expedición rioplatense al
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.- María Luisa Soux ―El complejo proceso hacia la independencia de Charcas (1808-1826)‖
(2012)
.- Vergara, Miguel Ángel, ―Estudios sobre Historia Eclesiástica de Jujuy‖ - Tucumán,1942

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Pasión y Muerte de Los Marquiegui una FAMILIA MALDECIDA Y OLVIDADA

INDICE
DEDUCATORIA …..……………………………………………….………………….... 2

NOTA A LA PRESENTE REEDICIÓN…..………………………………………....... 3

INTRODUCCIÓN …..………………………………………………………….…….... 4/5

UNA HISTORIA PERSONAL


DE PRONTO “MAMBRÚ SE FUE A LA GUERRA, QUE DOLOR QUE DOLOR…”

CAPÍTULO 1 …..……………………………………………….……………………….6/11

EL AZAR Y LOS ESPANTOS ME LLEVAN A LA CASA RURAL DE LOS MARQUIEGUI


LOS PRIMEROS MARQUIEGUI EN AMÉRICA
UNA FAMILIA PODEROSA ANTES DE LA GUERRA
Ventura de Marquiegui y Sostoa
Juan Guillermo Marquiegui
Josefa Raimunda Marquiegui
Pedro Antonio Olañeta Marquiegui

CAPÍTULO 2 .……………………………………………….……………………… 12/17

LA ECONOMÍA DE JUJUY ANTES DE LA GUERRA


UNA… ¿REVOLUCIÓN...? EN BUENOS AIRES
CONFLICTOS DE UNA REVOLUCIÓN CONFLICTIVA
¡CUIDADO CON LOS LIBERTADORES!
LOS MARQUIEGUI… ¿PATRIOTAS O REALISTAS?

CAPÍTULO 3 .……………………………………………….……………………… 18/24

LOS MARQUIEGUI DESPUÉS DEL EXODO


BELGRANO Y LA SEGUNDA CAMPAÑA AL ALTO PERÚ
EL FIN…¿JUSTIFICA LOS MEDIOS?
COMIEMZA UNA GENUINA GUERRA CONTRA TROPAS DE ESPAÑA
UN GOLPE DE ESTADO DEJA A OLAÑETA COMO COMANDANTE DE CHARCAS
LA BATALLA DE LEÓN : LA HISTORIA OFICIAL
LEÓN Y LA MUERTE DE GÜEMES: DE TRAICIONES, ESPÍAS Y VENGANZAS

CAPÍTULO 4 .……………………………………………….……………………… 25/30

¡PIEDRA LIBRE PARA EL “FIEL” SOBRINO CASIMIRO!


LA GUERRA PRIVADA DE LOS OLAÑETA
CASIMIRO DA EL GOLPE MORTAL Y DEFINE EL DESTINO DE TODOS
CRÓNICA DE UN TRÁGICO FINAL CASI ANUNCIADO

CAPÍTULO 5 .……………………………………………….……………………… 31/37

TUMUSLA: UN GENERAL ASESINADO EN UNA BATALLA QUE… ¿EXISTIÓ?


LA “BATALLA” SEGÚN UNA REVSITA DE BOLIVIA
OLAÑETA: CRONOLOGÍA DE UN FINAL NECESARIAMENTE CONCEBIDO

CAPÍTULO 6.……………………………………………….……………………… 38/45

ANÉCDOTAS PARA “PENSAR” LA HISTOTIA


CURIOSAS EXPERIENCIAS CONTADAS POR FRANCIS BURDETT O´CONNOR
LAS MEMORIAS DESCONOCIDAS DEL GENERAL
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CASIMIRO Y SU BANDA TAMBIEN SE CANSARON DEL MARISCAL


OTROS EXQUISITOS ESCRITOS TESTIMONIALES DE LA ÉPOCA

CAPÍTULO 7.……………………………………………….……………………… 46/53

CONSIDERACIONES SOBRE NUESTROS MARQUIEGUI


VENTURA MARQUIEGUI: FRAGMENTOS DE SU TESTAMENTO
JOSEFA RAIMUNDA “PEPITA” MARQUIEGUI
JUAN GUILLERMO MARQUIEGUI
PEDRO ANTONIO DE OLAÑETA MARQUIEGUI

CAPÍTULO 8.……………………………………………….……………………… 54/62

HIJOS DE PEDRO OLAÑETA Y JOSEFA MARQUIEGUI


EL “EXTRAÑO” CASO DE GENARA OLAÑETA MARQUIEGUI
¡ÚLTIMA NOTICIA! ¡GENARA NO ES HIJA DEL GENERAL OLAÑETA!
¡CONFIRMADO! ¡GENARA ES HIJA DE NECOCHEA!
UN INESPERADO DESCIBRIMIENTO: LA TUMBA DEL GENNERAL
UNA FAMILIA OLVIDADA
EL ENIGMA DEL CORONEL CIPRIANO MARQUIEGUI
OTRO CIPRIANO Y UN NUEVO ENIGMA
DE NUESTRA ACTUAL DEOGRAFÍA
EN NUESTRAS PROPIEDADES NO SE METERÁN

CONCLUSIÓN.……………………………………………….……………….……… 63

BIBLIOGRAFÍA .……………………………………………….……………….….… 64

Se terminó de reeditar en Noviembre de 2023 en La Esperanza, Jujuy, Argentina.-

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