Las Practicas Sociales Una Introducci6n

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LAS PRACTICAS SOCIALES:

UNA INTRODUCCI6N A
PIERRE BOURDIEU
Este texto ue ediado anteriormente en Buenos Aires por Centro
Editor de America atina en 1994; en C6rdoba, por la Direcci6n de
Publicaciones de Ia Universidad Nacional de C6rdoba y Ia Edito­
rial Universitaria de Mis iones en 1 995 y en M a d r i d , poi
Tierradenadie Ediciones en 202.

Foto de apa: Enjambre, ergio Clemeni, 1997.

© licia Guierz, 2005

© Fcrreyra Eitor, 2005


Av. Valparaiso m. 62 - 5016 6rdoba
_
E-mail: fereyra [email protected]

ISBN N° 987-1110-20-0

lmpreso en gentina
Printed in Argentina
Heche el de6sito qe maca Ia Ley 11.723
Alicia B. Guierrez

LAS PRACTICAS SOCIALES:


UNA INTRODUCCION A
PIERRE BOURDIEU

f Ferreyra
t Editor
INTRODUCCION

Sn duda, creo que la perspeciva anaiica de Pierre Bour­


dieu se puede caracterizar brevemente por la riqueza y por la
solidez de una manera de pensar la realidad social y de acuar
sobre ella, donde pueden distinuirse, al menos, dos dimensi­
nes: la consrucci6n de conceptos y la elaboraci6n de una l6gica
orignal de funcionaiento que periten expicar y comprender
los fen6menos sociales, junto al llamado, desde una postura etica
y poliica de compromiso social, de asumir, como nvestigado­
res, Ia obl�gaci6n de develar los mecanismos de doinaci6n y de
hacerlos conocer.
Por ello, al reconstruir la perspectiva analitica de Pierre
Bourdieu, a traves de Ia sistematizaci6n y explicitaci6n de los
conceptos claves que la esucturan y de las relaciones que man­
tienen entre si, quiero subrayar dos cuestiones claves.
Prmero, que esa recostrucci6n te6rica se hace con la in­
tendon de facilitar el abordaje al pensamiento del autor, resca­
tando el valor heuristico de sus conceptos, como categorias que
muesrn todas sus posibidades cuando se las pone en relaci6n
con realidades empiricas. En ese senido, quiero sugerr algunas
pistas y seialar posibles vias de abordaje a ciertas problematicas
sociales que Bourdieu ha profundizado, hacienda referencias a
obras y articulos donde el au tor analiza detalladamente aspectos
que aqui s6lo se presentan. Las referencias, las notas, los comen­
tarios, remiten -cuando ello es posible- especialmente a aquellos
textos que resultan de mas facil acceso a lectores latinoamerica-
nos.
eundo, que los ismos nstrumentos analiticos para dar
cuenta de las pracicas sociales e los otros (de los agentes cuyas
pracicas intentamos comprender y explicar) nos periten en­
conrar -y nos obligan a buscar- elementos que dan cuenta de

7
nuestras propias practicas -como docentes, como invesigadores­
y setalar los condicionamientos sociales que ienen nuesras mi­
radas, nuesras perspectivas, nuestras herramientas, invitando a
poner en funcionamiento lo que Bourdieu ha llamado en varias
oportunidades "la objetivaci6n del sujeto ojetivante" .
Presento aqui entonces, una aproximaci6n conceptual al
pensaiento de Pierre Bourdieu, con la intenci6n de invitar a los
lectores a consruir las problemaicas sociales que les preocupan,
dandole n contenido especifico y una referenda concreta a los
conceptos que aqui se esbozan.
No se rata de un abordaje de los diversos temas que el
autor ha rabajado en sus obras, tampoco un estudio criico en
profundidad de su enfoque te6rico-metodol6gico, sino una re­
consrucci6n de su perspectiva analiica. Esto es, intento siste­
matizar, precisar y explicitar los conceptos claves que estructu­
ran su analisis y setalar las re laciones que mantienen entre si,
paa aproximanos, de este modo, a Ia 16gica de su funcionamien­
to.
Tomare como hilo conductor Ia preunta: Lt6mo pueden
explicarse las prckticas sociales desde Ia 6ptica de Bourdieu? Es
decir, Lcuales son los prncipios a parir de los cuales se esuctu­
ran las pracicas de los diversos agentes sociales seg.n esta pers­
peciva te6rico-metodol6gica?
A lo largo del trabajo tratare de ir respondiendo a ;sta pre­
gunta, al mismo iempo que setalare afinidades y diferencias,
acercamientos y rupuras con otros marcos de analisis.
En primer Iugar explicitare ciertas lineas de su pensaien­
to que constituyen, a i criterio, el contexto general en el cual se
insertan los conceptos a los que hare referenda y donde cobran
su verdadero sigificado.
Luego, analizare los diferentes conceptos relativos a lo que
el au tor llama las estncturas sodales extenas o la historia heclta co­
sas: campo, capital, ntereses, posiciones, se.alando al mismo
tiempo sus relaciones y su l6gica de funcionaiento en la dinimi­
ca e los campos.
Posteriormente me referire a lo que Bourdieu llama estnc­
turas sociales intenaliaas o la historia lleca cuepo, especialmente

8
el concepto de habius y sus relaciones con la noci6n de practica
en terminos de estategia y con la de clae social.
eguidamente, anazare algnos aspctos relaivos a la pr­
blemaica de las clases, especialmente en cuanto factores expica­
tivos de las pracicas sociales, para, posteriormente, intentar una
respuesta a modo de sfntess de la pregna que ia este raba­
jo.
Finalmente, en la cuarta edici6n de este libro (siempre re­
visado y corregido) he incluido como anexo unas paginas donde
pretendo profundizar un aspecto que apenas se esboza en el tex­
to principal: la necesidad de "objetivar al sujeto objetivante" y,
con ello, de analizar los condicionaientos sociales de nuestra
propia practica de invesigaci6n.
Mis reconociientos al Dr. Ricardo Costa, iular de la Ca­
tedra de ciologia de la Facultad de Filosofia y Humanidades
de la Universidad Nacional de C6rdoba, de la que fomo parte
desde hace varios atos. Muchas de las ideas y relaciones que es­
tan aqui presentes han sido tomadas de sus clases, aunque el uso
que hago de ellas no lo responsabilizan. Mi especial reconci­
iento tambien a todos aquellos que han sido mis alunos (de
rado y de postgrado), quienes con sus pregntas, sus cuesiona­
ientos, sus inquieudes, sus sugerencias, sus ideas, me obligan
permanentemente a replantear cuesiones, a leer y releer, a bus­
car nuevas relaciones, a pensar y repensar lo que aqui intento
expresar.

9
Capitulo 1

CONCETOS Y TEMAS MAYO RES

En prmer Iugar, es ncesario ubicar el horizonte epistem­


l6ico del au tor y seialar algunos ejes claves de su pensaiento,
a fin de comprender el contexto donde se isern los conceptos
a los cuales hare referenda.

1. Const.cci6n y sistematicidad de los conceptos

Cundo se habla de coneptos dentro de esta perspectiva


te6rica, se hace referenda a coneptos constuidos, a consruccio­
nes operadas por el investigador sobre la realidad social. Esto
significa el reconociiento de que "los echos no ablan por si mis­
mos ", es decir, que no tienen un senido independiente de la ri­
lla de lecura que cada uno le aplique (Bourdieu, Chamboredon
y Passeron, 1968)1.
Objeto real y objeto constuido son categorias epistemol6gi­
cas diferentes. En efecto, la reaidad es complja y presenta mul­
tiples aspectos que pueden aprehenderse de modo diferente se-

1En Ia obra citada, este y oros aspectos concenientes al oficio de soci6logo


son tratados detallada y rigurosamente. Alii los autores examinan los presu­
puestos basicos de Ia ciencia sociol6gica, incluyendo textos de diferentes auto­
res y comenarios criicos, con el objeto de "proporcionar los medias para adquirir
una dis posici6n mental que sea condici6n e la invenci6n y de la pueba ". Retoman
especialmente trabajos de quienes pueden cosiderarse como referentes nece­
sarios de Ia sociologia como Durkheim, Max y Max Weber, alejados en el
plano de Ia teoria del sistema social, pero cercanos, a juicio de los autores, en
Ia aplicaci6n de los principios fundamentales de Ia teoria del conocimiento
sociol6gico.
Aqui, mi preocupaci6n es s6lo rescaar dos fen6menos: construcci6n y siste­
maticidad de los conceptos.

11
g.n el marco te6rico a partir del cual se la aborda: seg.n la pers­
peciva de analisis del investigador, ciertas facetas de lo real se­
ran percibidas como mas importantes, otras como secundarias o
accesorias, mientras que oras podran no ser tenidas en cuenta2•
Hablar de conceptos consruidos, siifica reconocer con
Bachelard que el hecho centico e conquista, construye, compueba, ·

e implica,

"rchazar al mismo iempo el empirismo que reduce el acto


cienfi�o a una comprobaci6n, y el convencionalismo que
s6lo le opone los preambulos a Ia cosrucci6n" (Bourdieu,
Chamboredon y Passeron, 1968: 25).

En efecto, como lo seialn Accardo y Corcuff (1985), Ia so­


ciologia de Bourdieu es una sociologia que se ha conformado en
una polemica constante de las ideas y de los hechos, en rupura
tanto con la scioloia espontanea -que olvida la jerarquia de los
actos epistemol6gicos y subordina la ruptura y la consucci6n a
la comprobaci6n de los hechos-, como contra el ensayismo y el
profeismo -que ignora que el metodo no puede ser estudiado
independientemente de las invesigaciones en que se lo emplea,
es dcir, al margen de las situaciones concretas de la pracica cien­
fica-. En oras palabras, como partidario de una ciencia social
toal, el autor se opone tanto al teoricismo -acitud intelectual
que opone resistencia a lo empirico- como al metodologismo
-tendencia que lleva a cultivar el metodo por si ismo, y a sepa­
rar la reflexi6n sobre el metodo de su uilizaci6n concreta en el
trabajo cienfico-3•

2 AI tomar como puno de partida Ia compljidad de lo real y por ello, Ia nece­


sidad de seleccionar ciertos aspectos de Ia misma en el acto de conocimiento,
Max Weer seialaba: " No existe ningln analisis cienlfico 'objetivo' de Ia vida
culural o bien de los 'fen6menos sociales', que fuese independiente de unas
perspectivas espciales y 'parciales' que de forma expresa o acita, cosciente
o inconsciente, las eligiese, analizase y articulase plasticamente. La raz6n se
debe al caracter particular del fin del nocimiento de todo rabajo de las cien­
cias sciales que quiera ir mas alia de un estudio formal de las normas -legales
o convencionales- de Ia convivencia social" . (Weber, 1984: 140).
3 Una "ciencia social total", que pretende comprender y explicar las pracicas

12
En esta manera de abordar la realidad social, todo acto de
investigaci6n es, a la vez, empirico y te6rico. Asi, la mas pequeia
operaci6n emprica -la elecci6n de una escala de medida, la in­
clusi6n de un item en un cuesionario, etc.- implica elecciones
te6ricas concientes o incoscientes, mienras que la mas abstracta
de las dificultades conceptuales no puede ser completamente re­
suelta sino por medio de na cofrontaci6n sistematica con la
realidad emprica (Bourdieu y Wacquant, 1992).
Ahora bien, es necesario aclarar que decir que el hecho cien­
tfico se conquista, consuye, comprueba, es enunciar el oren
l6gico e los actos epistemol6gicos: ruptura, consrucci6n, pueba
de los hechos. No significa que a cada uno de ellos correspondan
operaciones sucesivas ligadas a instumentos especificos. Es de­
cir, el orden 16gico de los actos epistemol6gicos no se reduce al
orden cronol6gico de las operaciones concretas de la invesiga­
ci6n, en la medida en que el modelo te6rico es, inseparablemen­
te, consrucci6n y rupura.
Dentro de esta perspectiva epistemol6gica, el hecho e con­
quisa contra la ilusi6n el saber inmedato, situaci6n que leva im­
plicita una constante actitud de vigilancia epistemol6gica y de
rigor metodol6gico.
Retomando en estos aspectos a Durkheim (1985), se postu­
la una polemica nterrumpida conra las prenociones, repre­
sentaciones esquemaicas y sumarias de la realidad, que reciben
su autoridad y eficacia del hecho de que cumplen ciertas funcio­
nes sociales:

"a familiaridad con el universo social constiuye el obsta­


culo epstemol6gico por excelencia para el soci6logo, por
que produce coninuamente concepciones o sistematizacio­
nes ficicias, al msmo tiempo que sus condiciones de cre­
dibidad" . (Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 1968: 27).

sociales, supone Ia ruptura con falsas dicotomias: teoria vs. empiria, indivi­
duo vs. sociedad, objetivismo vs. subjeivismo, reproducci6n vs. cambio, lo
econ6mico vs. lo no-econ6mico, metodos cuaniaivos vs. metodos cualita­
tivos, etc.

13
La acitud de constante viglancia epistemol6gica y de ri­
gor metodol6gico, se impone pues, especialmente en el caso de
las ciencias del hombre. En eias es mas imprecisa Ia separaci6n
entre Ia opni6n comun y el discurso cienfico, entre el objeto eal,
preconsruido por Ia percepci6n, y el objeto cientiico, concebido
como sistema de relaciones expresamente construido.
En relaci6n con lo que estoy planteando, dicen los autores
citados:

"La sociologia serfa menos vulnerable a Ia tentaci6n del


empirismo si basase con rcordarle, como decia Poncare,
que 'los hechos no hablan' . Quiza Ia maldici6n de las cien­
cias del hombre sea Ia de ocuparse de un ojeto que habla.
En efcto, cuando el soci6logo quiere sacar de los hechos
Ia problemaica y los conceptos te6ricos que le permiten
consruirlos y analizarlos, siempre corre el riesgo de sa­
carlos de Ia boca de sus nformantes. No basta que el s­
ci6logo escuche a los sujetos, regsre fielmente sus pala­
bras y razones, para explicar su conducta y aun las jusifi­
caciones que proponen: al hacer esto, corre el riesgo de
sustituir lsa y llanamente a sus propias prenociones por
las prenociones de quienes estudia o por una mezcla falsa­
mente cientfica y falsamente ojeiva deJa sciologia es­
pontanea del ' cienfico' y de Ia sociologia espontanea de
su objeto" . (Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 1968: 5).

Es decir, no basta con reconocer que el objeto cientfico se


construye sino que hay que saber construirlo deliberada y met6-
dicamente, mediante b�cnicas y procedimientos de construcci6n
adecuados a los problemas planteados. Los procedimientos de
consrucci6n no explicitados, no conscientes -aunque no por ello
menos presentes en el acto de conocimiento-, tienen mayores po­
sibilidades de no ser controlados, y por Ia misma raz6n, mayores
posibilidades de ser inadecuados al objeto de esudio. En estas
condiciones pues, plantear su problematica y elaborar una grilla
de analisis constituye para el soci6logo, una elecci6n consciente
y conrolada de un cierto numero de uiles intelectuales que apun­
ten a interrogar Ia realidad y a construir los hechos cienficos.

14
Cae desacar ambien, con respecto al ojeto de invesiga­
ci6n seleccionado que:

"por mas parcial y parcelario que sea, no puede ser defi­


do y cosruido sino en funci6n de a problemaica e6-
rica, que ermita someer a un ssematico examen todos
los aspctos de Ia realidad puestos en relaci6n por los pr­
blemas que le son planeados" (Bourdieu, Chamoredon
y Passeron, 1968: 4).

Asi, dentro de esta inea de pesamiento, cuando habla­


mos de conceptos, nos referimos a conceptos construidos y siste­
icos, es decir, mutuamente nterrelacionados en un contexto
esructural, de modo que su uilizaci6n supone la referenda per­
manente al sistema total de las relaciones en el cual estan nser­
tos. En otros ternos, son concebidos pra ser puestos en mar­
cha empricamente de manera sistematica: constituyen partes
enrelazadas de un todo, que se comprenden y son validas como
instrumentos de analisis s6lo en la medida en que son considera­
dos conjuntamente, en el interior del sistema te6rico que confi­
guran. En definitiva, el analisis de cada uno de estos conceptos
reite siempre a los oros, situaci6n que posibita·mbien un
mayor control metodol6ico tanto en relaci6n con la teoria is­
a como en su adecuaci6n a la realidad que se pretende cons­
u'.

2. La doble existencia de lo social: en las cosas y en los cuepos

Denro de este arco te6rico-metodol6ico, se pretende ex­


plicar las acciones sciales -hasta donde ello es posible- desde
una perspeciva sociol6ica, y como si fueran totamente explica­
bles sciol6gicamente. En este sentido, se acerca a Marx cuando
prohibe etezar en la naturaleza todo aquello que es producto

4 En relaci6n con ello, puede vese lo que Lukacs dice sobre el concepto de
totalidad, como uno de los apotes claves de Marx. (Lukacs, 1969).

15
de Ia historia, y al precepto durkheimiano que exige que lo scial
sea explicado por lo social y s6lo por lo scial.
Es decir, aqui no se rata de reivindicar para Ia sociologia
un objeto real espacialmente dis nto del de las oras ciencias del
hombre, i de querer explicar sociol6gicamente todos los aspec­
tos de Ia realidad humana, sino que se pretende expicitar:

"Ia fuerza de Ia dcisi6n metodol6gica de no renunciar an­


icipadamente al derecho a Ia explicaci6n sociol6gica o, en
otros terminos, no recurrir a un principia de explicaci6n
tonado de otras ciencias, ya e rate de Ia biologia o de Ia
psicologia, en nto que Ia eficacia de los metodos de ex­
plicaci6n propiamente sociol6gicos no haya sido comple­
tamente agotada" (Bourdieu, Chamboredon y Passeron,
1968: 36).

Pretender expicar las acciones sociales -hasta donde ello


es posible- desde a perspectiva sciol6ica, lleva consigo Ia
convicci6n de que la sola descripci6n de las condiciones ojei­
vas no logra explicar totalmente el co.dicionamiento social de
las practicas: es importante tambien rescatar al agente social que
produce las practicas y a su proceso de producci6n. Pero se trata
de rescatarlo, no en cuanto individuo sino como agente sociali­
zado, es decir, de aprehenderlo a traves de aquellos elementos
objetivos que son producto de lo social.
Esta actiud metodol6ica lleva necesariamente a susituir
Ia relaci6n ngenua entre el individuo y Ia sociedad, por Ia relacion
' consuida enre los dos modos de existencia de lo social: las es­
tructuras sociales externas, lo social hecho cosas, plasmado en
condiciones objetivas, y las estructuras sociales intenalizadas,
lo social hecho cuerpo, incorporado al agente.
Claro que es necesario explicitar y precisar mas lo de II es­
tructuras sociales externas" y 11 estructuras sociales intenaliza­
das" . Por ahora s6lo agrego que las primeras se rieren a campos
e posiciones sociales hist6ricamene·constituidos y las segundas a
abitus, sistemas de disposiciones incorporados por los agentes a
lo largo de su trayectoria social. Mas adelante rtomare estos ele­
mentos.

16
Esta perspectiva te6rica, a rav�s de Ia relaci6n dialectica
enre ambos conceptos consuidos -campo y habitus-, propone Ia
necesidad de superar -y un camino metodol6gico para lograrlo­
la falsa dicotoia planteada en las ciencias sociales, enre objeti­
vismo y subjetivismo5•
Para el autor, tanto el objetivismo como el sujetivismo
constituyen llmodos de conocimiento te6rico11 (savant), es decir,
modos de conociiento de sujetos de conociiento que analizan
una problematica social deterinada, igualmente opuestos al
II modo de conociento practico", que es aqu�l que ienen los

individuos II analizados" -los agentes sociales que producen su


practica- y que constituye el origen de Ia experiencia sobre el
mundo social.
Ambas maneras de abordar Ia realidad son iualmente par­
dales. El modo de pensaiento objeivista rescata las relaciones
objetivas que condicionan las practicas (el en tido objetivo), pero
no puede dar cuenta del sentido vivido de las mismas, i de Ia
dialectica que se establece entre lo ojeivo y lo sujeivo. El modo
de pensamiento sujetivista toma en cuenta el entido vivido de
las pracicas, las percepciones y representaciones de los agentes,
sin considerar las condiciones sociales y econ6micas que consti­
tuyen el fundamento de sus experiencias (Bourdieu, 1980b) 6•

5 Esta preocupaci6n es comparida por otros autores contempor\neos. Asi,


Giddens ambien plantea que, desde el punto de vsta sociol6gico, ninguna de
las dos perspectivas es satisfactoria si las tomamos independientemente. Su
propuesta consiste tam bien en que es necesario rescatar tanto Ia incidencia de
las esructuras objetivas, cuanto Ia din\mica d el actor social. Pero, como vere­
mos luego, mientras en Bourdieu Ia superaci6n de Ia dicotomia subjeivismo­
objetivismo se articula especialmente en tomo al concepto de habitus, en
Giddens se plantea a raves de su concepci6n de "dualidad de lo estuctural".
Ver especialmente: G iddens, 1987a. y 198b .
6 En Ia obra ciada, el autor explicia dealladamente lo que eniende por el

senido pr\ctico, el sentido del juego social, lo que implica una upura tanto
con las perspectivas objetivistas cuanto con las subjetivistas. Si bien retomare
luego algunos de estos elementos, remito a ese trabajo de Bourdieu, para un
an\lisis minucioso del contenido de esa ruptura y de las coscuencias que
ello supone para el invesigador y su prceso de invesigaci6n (especialmente,
Libro 1).

17
hara bien, dado que las es.cturas sciales existen dos
vces, que lo il esi conformado por relaciones ojeivas, pero
que ambien los individuos ienen n conociento practico de
esas relaciones -una anera de percibirlas, de evaluarlas, de sen­
irlas, de vivirlas-, e invierten ese conociento practico en sus
acividades ordinarias, se impone al soci6lo.o a doble lctura
de su ojeto de estudio:

"La sociologia supone, por su misma exisencia, Ia supera­


ci6n de Ia oposici6n ficicia que sujeivisas y ojetivistas
hacen surgir arbitrariamene. Si Ia sociologia es posible
como dencia ojeiva, es porque existen relaciones exte­
riores, ncesarias, ndependiente de las volunades indivi­
duales7 y, si se quiere inconscientes (en el senido de que
no son objeto de Ia simple reflexi6n) que no pueden ser
captadas sino por los rodeos de Ia observaci6n y de Ia ex­
perimentaci6n objetivas. ( ... ) Pero, a diferencia de las cien­
cias naturales, una anropologia total no puede detenerse
en una consrucci6n de las relaciones objeivas por que Ia
experiencia de las sinificaciones forma parte de Ia signifi­
caci6n total de Ia experiencia ( . . . ), Ia descripci6n de Ia sub­
jeividad-objetividad remie a Ia descripci6n de Ia interio­
rizaci6n de Ia ojeividad" (Bourdieu, Boltanski, Castel y
Chamboredon, 1970: 1-20).

Para Bourdieu pues, objeivismo y subjetivismo son pers­


pecivas parciales pero no son irreconciliables. Ambas represen­
tan dos momentos del amllisis sociol6gico, momentos que estan
en una relaci6n dialectica:

7 Puede obsevarse que son las msmas palabras que Marx utilizaba en el11 Pre­
facio11 a Ia Contriuci6n a la citica de la economfa polftica, cuando afirmaba que
II
en Ia producci6n social de su vida, los hombres enran en determinadas rela­
ciones, necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producci6n
que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fueras pro­
ducivas materiales11 (Marx, 1978: 71).
Tambilm Durkheim hace alusi6n a ello cuando, al referirse a Ia realidad objei­
II
va de los hchos sciales dice que posen fomas defii das, que ienen un
modo de ser cosante, una nauraleza que no depende de Ia arbitrariedad
individual, y de Ia cual deivan relaciones necesariaS11 (Durkheim, 1985: 5).

18
a) Las esructuras ojetivas que construye el investigador
en el momento ojetivista (construcci6n del sistema de relacio­
nes objetivas en el cual los ndividuos se hallan nsertos),

" al apartar las represenaciones sujeivas de los agentes,


son el fundameno de las represenaciones subjeivas y
consituyen las coacciones esructurales que pesn sobre
las interacciones" (Bourdieu, 1987a: 129).

b) Pero, por oro lado,

"esas representaciones tambilm deen ser cosideradas si


se quiere dar cuenta especialmente de las luchas coidia­
nas individuates o colectivas, que ienden a transformar o
a conservar esas esructuras" (Bourdieu, 1987a: 129 ) .

Dicho de otro modo, la realidad social es tambien un obje­


to de percepci6n y la ciencia social debe tomar por objeto de ana­
lisis, a la vez, la realidad y la percepci6n de esa realidad, tenien­
do en cuenta que las estructuras ojetivas externas son el funda­
mento y condici6n de las percepciones y representaciones de las
mismas. Con ello, se estaria postulando una primacia l6ica del
memento obje ivista :

"La construcci6n del mundo de los agentes se opera bajo


condiciones estrucurales, por lo tanto, las representaciones
de los agentes varian seg.n su posici6n (y los intereses aso­
ciados) y seg.n su habitus, como sistema de esquemas de
percepci6n y apreciaci6n, como estructuras cognitivas y eva­
luativas que adquieren a raves de Ia experiencia duradera
de una posici6n del mndo social" (Bourdieu, 1987a: 14).

En su momento ojeivista objeivismo provisorio-, Ia socio­


loia analiza campos de posiciones relaivas y de relaciones o­
jetivas entre esas posiciones; en su momenta sujeivista, analiza
las pe rspecivas, los puntos de vista que los agentes tienen sobre
la realidad, en fnci6n de su posici6n en el espacio social objei­
vo.

19
Mas adelante veremos c6mo, a traves de nociones tales
como interes, habitus, estrategia, se recupera al agente social que
produce las practicas, y c6mo la ariculaci6n entre ojeivismo y
subjetivismo se produce fundamentalmente con el concepto de
habitus.
Pero ahora es necesario plantear las consecuencias que esta
propuesta metodol6gica implica para el invesigador y su proce­
so de invesigaci6n.
Teniendo en cuenta que la visi6n del mundo de los agentes
sociales esta asociada al lugar que ocupa en ese mundo, y lo que
decia mas arriba acerca de que la socioloia construye su objeto,
es necesario seialar que todo ello supone, para el soci6logo, no
s6lo pensar en b�rminos de "construcci6n de la realidad social",
sino tambien y mas precisamente en terminos de "construcci6n
social e la realiad social ".
Considerar la construcci6n social e la realiad social desde la
perspeciva de Bourdieu, impica plantear una manera de irar
y analizar los condicionamientos sociales que afectan al proceso
de investigaci6n, tomando como punto especial de la mirada,_�.
propio investigador y sus relaciones.
e trataria, para utilizar las palabras del autor, de "objeti­
var al sujeto ojetivante", es decir, de ubicar al investigador en
uta posici6n deterinada y analizar las relaciones que mantie­
ne, por un lado, con la realidad que analiza y con los agentes
cuyas pracicas invesiga, y, por otro, las que a la vez lo nen y lo
enfrentan con sus pares y las instituciones comprometidas en el
juego cienfico.
El primer tipo de relaciones alude a lo que Bourdieu llama
"el sentid 9 de las practicas", y apunta a reflexionar sobre las po­
sibiidades de aprehender la l6gica que ponen en archa los agen­
tes sociales que producen su practica, que acuan en un tiemp)_�
en un contexto deternado. Esta 16gica es diferente a la "16gica
cientifica", la l6gica que el investigador implica en su intento de
comprender y explicar la problematica que le preocupa. Retoma­
re Iuego algunos de estos aspectos8•

1Para un analisis deallado de estos elementos que aqui s6lo se\alo, ver espe­
cialmente Bourdieu, 1980b, Libro 1, Capitulo 5 ("La l6gica de la pracica").

0
El seundo tipo de relaciones alude a los condicionamien­
tos sociales que afectan la producci6n del conocimiento sociol6-
gico en la medida en que el soci6logo forma parte de un espacio
de juego: el campo cientifico9•
Por todo ello, s6lo mediante una reflexi6n critica y la sub­
ordinaci6n de la pracica cientifica a un conociiento del" sujeto
de conocimiento" y de su relaci6n con el ojeto, es posible supe­
rar la falsa antinoia enre ojetivismo y sujetivismo, y a la vez,
recuperar los logros de ambas perspectivas y avanzar asi en la
comprensi6n y explicaci6n de las pracicas sociales.

3. Estucturalismo genetico: relacionismo metodol6gico e


incorporaci6n de Ia dimensi6n hist6rica

Bourdieu define a su enfoque te6rico como constructivismo


estucturalista o estructuralismo constuctivista.
a) Por estructuralismo, como ya lo he mencionado, quiere
decir:

"que exsten en el mundo scial msmo, y no solamente en


los ssemas simb6licos, lenguaje, mito, etc., esucturas o­
jeivas, independientes de Ia conciencia y de Ia voluntad e
los agentes, que son capaces de orientar o de coaccionar
sus pracicas o sus reprsenacions" Bourdieu, 1987a: 12).

b) Por costructivismo, entiende:

9Para Bourdieu, el campo de Ia ciencia social en particular, y los campos cien­


tificos en general, no escapan a las Ieyes que regulan el funcionamiento de
todos los campos, especialmente a Ia ley fundamenal del " interes" y, asi, lo
que puede llamarse "sociologia de Ia sociologia" consituye na dimesi6n
esencial del metodo sociol6gico. a problematica de los condicionamientos
sociales de las producciones de conocimiento, que aqui s6lo menciono, ha sido
trabajada en 'profundidad por el autor. Ver especialmente: Bourdieu, 1976a,
1984a, 194 y 199. E sta ultima compilaci6n argenina consituye una muy
buena selecci6n para ab9rdar las diversas arisas de Ia problematica, haciendo
hincapie en el rol de los intelectuales, sus poderes y su espacio de juego.

21
"que hay una genesis social de una parte de los esquenas
de percepci6n, de pensaniento y de acci6n que son consi­
tuivos de lo que Bano habitus, y por ora parte estructu­
ras, y en paricular de lo que Bano campos y grupos, espe­
cialnente de los que se lama generanente las clases so­
dales" (Bourdieu, 1987a: 127).

enalemos en primer Iugar que el autor retoma, de una lar­


ga radici6n esructuralista, el modo de pensaiento relacionat
que identifica lo real con relaciones, por oposici6n al pensaiento
sustancialista, visi6n comun del mundo social que s6lo reconoce
como realidades aquellas que se ofrecen a la intuici6n directa: el
individuo, el grupo, las interacciones. Pensar relacionalmente es
centrar el alisis en la estructura de las relaciones objetivas -lo
que implica un espacio y n momento determnado- que deter­
mna las formas que pueden tomar las interacciones y las repre­
sentaciones que los agentes tienen de la esuctura, de su posi­
ci6n en la misma, de sus posibilidades y de sus pracicas:

"El modo de pensamiento sustancialista, que es el del seni­


do conun -y del racisno- y que lleva a tratar las acivida­
des o las preferencias propias de ciertos individuos o cier­
tos gupos de una cierta sociedad en un cierto monento,
como propiedades sustanciales, inscritas de una vez para
sienpre en una suerte de esencia biol6gica o -lo que no es
mejor- cultural, conduce a los misnos errores en Ia compa­
raci6n no s6lo entre sociedades diferentes, sino tambien
enre periodos sucesivos de Ia nisma sociedad.( ... ) En resu­
men, es necesario cuidarse de transformar en propiedades
necesarias e inrinscas de un grupo cualquiera (Ia nobleza,
los samurais, tanto como los obreros o los empleados) las
propiedades que les ncumben en un momento dado del
ienpo del hecho de su posici6n en un espacio social deter­
nnado, y en un estado deternnado de Ia oferta de los bie­
nes y de las pracicas posibles" (Bourdieu, 1994: 15-16).

a perspeciva relacional, que se ubica en el cenro de la


visi6n sociol6gica de Bordieu no cosituye na novedad. Sn
embargo, de auerdo con Wacqunt, lo que sifica n aporte

2
mportante del autor para el nasis de las pracicas sciales en
terinos relacionales, es el rigor metodol6gico con el cual desa­
rrolla su concepci6n.
Ello queda atestiguado ndamenalmente en dos hechos:
primero, sus dos conceptos centrales (ampo y abius), constitu­
yen nudos de relaciones. Un campo consiste en un conjunto de
relaciones objeivas enre posiciones hist6ricamente definidas,
mienras que el habitus toma Ia forma de un conjunto de relacio­
nes hist6ricas incorporadas a los agentes sociales. Segundo, am­
bos conceptos son igualmente relacionales, en el sentido en que
se comprenden uno en relacion con el otro: un campo no es una
estructura muerta, es un espacio de juego que existe en cuanto
al, en la medida en que hay jugadores dispuestos a jugar el jue­
go, que creen en las inversiones y recompensas, que estan dota­
dos de un conjunto de disposiciones que impican a Ia vez Ia pr­
pensi6n y la capacidad de enrar en el juego y de luchar por las
apuesas y compromisos que ai se juegan (Bourdieu y Wacqunt,
1992) .
En segundo Iugar, es importante destacar que el autor in­
roduce Ia dimensi6n hist6rica en el modo de pensamiento rela­
cional, y con ello, toma distancias respecto a la radici6n esruc­
turalista:

... "diria que trato de elaborar un 'esructuralismo geneti­


co': el asis de las esructuras ojeivas -las de los dfe­
rentes campos- es inseparable del anaisis de la genesis, en
el seno de los individuos biol6gicos, de las estructuras
mentales ,que son por una parte el producto de la incorpo­
raci6n de las esructuras sociales"��el analisis de la gene­
sis de estas estructuras sociales mismas: el espacio social,
y los grupos que en el se distribuyen, son el producto de
luchas hist6ricas (en las cuales los agentes se comprome­
ten en funci6n de su posici6n en el espacio social y de las
esructuras mentales a traves de las cuales aprehenden ese
espacio)" (Bourdieu, 198b: 26).

Es decir, el analisis tanto de las esucturas sociales exter­


nas como de l�s esructuras sciales intealizadas comprende

3
dos dimensiones: sincr6nica y diacr6ica. Por n lado, no s6lo
hay que tener en cuena los diferentes sistemas de reaciones ob­
jeivas tal como se presenn en el momento del ss, sino
tambien como se han ido cofondo y reesructurando esos
sistemas en tenos de campos de posiciones sciales relaiva­
mente aut6nomos. Por oro lado, los esquemas de generaci6n y
organizaci6n, de percepci6n y de apreciaci6n de pracicas, deben
ser analizados como prcesos de incorporaci6n de habitus, en
relaci6n con la trayectoria modl de la clase scil en la que se
ubica a los agentes sciales, y en relaci6n con la rayectoria indi­
vidual de dichos agentes insertos en los dferentes cmpos.
mpliare as adelante esa perspeciva al anaizar los con­
ceptos de campo y habius. Pero es importante desacar que, al
incorporar la dimesi6n hist6ica, se abre na veta de sis
muy importante para la nvesigaci6n sciol6ica, con la cual, de
alguna mnera se superan otros efoques10• Me refiero espciai­
mente a aquellos como el individualismo metodol6gico de
Boudon (1981, 1983), o la sciologia de las organizaciones de Cro­
zier (1974), o los aisis de Goffn (1970) en un hospial ps­
quiarico.
Aim existiendo diferencias enre ellos, que no es el lugar
para explicitarlas, ienen en comun cierta 16gica de analisis. En
efecto, el punto de parida de estos enfoques consiste en ubicar al
actor scial en el sistema de condiciones ojetivas en el que esta
serto, sistema que, por coerciivo que pueda ser, nunca ena
totalmente el margen de autonoia individual. En este sistema,
el actor scial ocupa una posici6n deternada, a Ia cual estan
ligados ciertos ntereses, en relaci6n con otros ntereses igados a
oras posiciones.
a acci6n social es expicada en ternos de estrateia, par­
iendo de la hip6tesis de que, segn na 16gica de costo-benefi­
cio, el actor scial selecciona aquella altemaiva que, entre las

10
" Lo propio de las realidades hist6ricas es que e puede siempre sablecer
que hubiera podido ser de ora manera, que va de ora anera a ora pate, en
oras condicions. Lo que quiere dcir que, al hstoar, a sciologia desnau­
raliza, desfaalia" (Bourdieu, 1 98b: 2).

24
que le brindan sus condiciones objetivas, considere acorde a sus
intereses ligados a su posici6n dentro de ese sistema11•
Pero, al considerar el sistema de relaciones s6lo en su di­
mensi6n sincr6nica, sin tener en cuenta Ia historia del siste� en
ternos de estructuraci6n y reestructuraci6n de posiciones�}\la
storia incorporada 1 agente scial en fora de habitus, se pierde
Ia posibilidad de explicar, por ejemplo, _que es lo que hace que
dos agentes que ocupan iuales posiciones en el sistema de rela­
ciones acuen, sin embargo, de manera diferente?12•

11
Un analisis en terminos de "estrategia en relaci6n a costos-beneficios", reali­
a Boudon al considerar las decisiones que pueden tomar los padres respecto
a Ia permanencia de sus ijos en el sistema escolar, decisiones que son toma­
das a raves del calculo de sus posibilidades objei vas, beneficios de Ia inver­
si6n, si se rata de una nversi6n a mediano o largo plazo, etc. (Boudon, 1983).
Tambien Goffman analiza las practicas de los efermos psiquiaricos intema­
dos, en erminos de "estrategias implementadas para sacar provecho de los
resquicios que Ie deja el sistema de interrelaciones", estrategias llamadas por
el autor " adapaciones secndarias", que los actores ponen en marcha en un
intento por mantener su identidad individual frente a Ia que quiere imponerle
Ia insituci6n (Goffman, 1972) .
La misma l6gica de analisis sustena Ia investigaci6n de Crozier en una orga­
nizaci6n burocraica (el Monopolio Indusial), especialmente en lo que ocu­
rre a nivel de taller, donde distingue dferentes ipos de estrategias implemen­
tadas por los actores sociales se.n Ia posici6n que ocupan en Ia orgaizaci6n
(obreros de mantenimiento, obreros productores, jefes de aller, etc.). (Crozier,
1974).
12
Es importante se\alar aqui que Bourdieu toma distancias explicitas con res­
pcto al individualismo metodol6gico y a su versi6n noteamericana, Ia teoria
de Ia elecci6n racional, y no s6lo en lo que se refiere a Ia ausencia de Ia dimen­
si6n hist6rica en estos analisis. Retomar esas distancias y evaluarlas, excederia
los liites del presente rabajo, por ello s6lo menciono algunos e lementos: para
el autor, al igual que el interaccionismo simb6lico y Ia enometodologia, esas
corrientes se ubicarian en perspectivas " subjeivisas" en Ia medida en que Ia
sciedad aparceria como el producto de decisiones, acciones y actos de cono­
cimiento de individuos para quienes el mundo estaria dado como familiar y
significante-. Por otra parte, el actor social esaria concebido como un agente
sin historia, a Ia vez indeterminado e intercambiable, que da respuesas racio­
nales, y que piensa su practica de manera l6gica y reflexiva, como lo hace el
investigador que Ia obseva. Ver Bourdieu, 1 980b, escialmene Libro 1, Y
Bourdieu y Wacquant, 192, especialmene Inroducci6n y Primera pate).

5
El enfoque de Bourdieu, como veremos mas adelante, con­
sidera como principios de esructuraci6n de practicas, no s6lo a
Ia posici6n -y Ia trayectoria de Ia isma- que ocupa el agente en
el sistema de relaciones (sistema que, por otra parte, logra un
mayor nivel de explicitaci6n y con ello un mayor afinamiento en
los insrumentos de analisis, a traves de Ia noci6n de campo),
sino tambien a los habitus incorporados por el agente, en cuanto
esquemas de percepci6n, de evaluaci6n y de acci6n.

4. La economia de las practicas

Un aspecto tambien importnte a seialar como uno de los


aportes fundamentales del trabajo de Bourdieu, es el de extender
Ia l6gica econ6mica al analisis de toda pracica social.
En este sentido, puede dcirse que, a Ia vez que recupera a
Marx, Bourdieu marca una ruptura con el marxismo.
Recupera a Marx en cuanto retoma su l6gica de analisis en
terminos de l6gica econ6mica, pero marca na uptura al extender
esa l6gica a otros campos diferentes que el econ6mico, logrando
asi cosruir instrumentos que permiten explicar las practicas
sociales sn reducirlas exclusivamente a causas econ6icas:

"Asf se descubren conductas que pueden comprenderse


como inversiones orientadas bacia Ia maximizaci6n de Ia
utlidad en los universos con6micos (en senido exteso)
mas diversos, en Ia plegaria o el sacrificio, que obedecen a
veces explicitamente, al principia del do ut des, pero tam­
bien en Ia l6gica de los intercambios simb6licos, con todas
las conductas que son percibidas como derroche siempre
que se las compare con los principios de Ia economia en
sentido resringido. a universalidad del principia de co- ) )
nomia, es dcir Ia raio en el sentido de calculo de 6pmo,
que hace que se pueda racionalizar cualquier conducta,
( ) hace creer que se pueden reducir todas las economias
. ..

a Ia l6ica de una economia: por una universalzaci6n del


caso paricular, se reducen las l6gicas con6micas, yen par­
icular las l6gicas de las economias fundadas en Ia indife­
renciaci6n de las funciones econ6micas, poiicas y religio-

6
sas, a Ia l6gica absolutamente singular de Ia conomia en
Ia cual el calculo con6mico es expicitamente orienado
con relaci6n a los fines exclusivamente econ6micos que
plantea, por su existencia misma, n campo econ6mico
cosituido en tanto tal, sobre Ia base del axioma encerra­
do en Ia tautologia 'los negocios son los negocios'. En ese
caso, y solamente en ese caso, el calculo con6mico esa
subordinado a los fines propiamente econ6micos y Ia eco­
nomia es racional formalmente, en los fines y en los me­
dias" (Bourdieu, 1987c: 113).

La ruptura con el marxismo se expresa fundamentalmente


en la extensi6n de los conceptos de apital y de interes a oros
campos sociales que el econ6mico, fen6menos que seran explici­
tados ris adelante.
De este modo, pueden explicarse todas las pracicas, inclu­
so aquellas que se pretenden desinteresadas o gratuitas, como
practicas econ6micas, como acciones orientadas hacia la maxi­
izaci6n del beneficia, material o smb6lico (Bourdieu, 1972).
Asi, dentro de esta 16ica de analisis, puede hablarse de
diversas econoias orientadas hacia fines no estrictamente eco­
n6icos, como la conomia de la reigi6n con la 16gica de la ofren­
da; la econoia del honor con el intercambio de dones y contra­
lones, de desafios y de respuestas; la econoia de los intercam­
bios lingiisticos con su l6gica especifica y sus reglas propias de
funcionaiento13, etc.
En cierto sentido entonces, puede decirse que se abandona
la dicotomia enre lo econ6ico y lo no- econ6ico, y se anali-

1 3 En rupura con aussure y Ia autonomiaci6n de Ia lengua en relaci6n a sus

condicions sociales de producci6n, de reprducci6n y de utiliaci6n, Bour­


dieu se\ala Ia necesidad de elaorar una conomia de los intercambios lin­
iiisticos. e trata de mosrar que si es leiimo raar las relaciones sciales (y
las relaciones de dominaci6n mismas) como interacciones simb6licas, no hay
que olvidar que las relaciones de comunicaci6n por excelencia que son los in­
tercambios iniiisticos, son tambi�n relaciones de poder simb6lico, donde se
acualizn las relaciones de fuera enre los loutores o sus gupos respci­
vos. e propone realiar un ailiss en �rmnos de mercado liniii sico, don­
de lo que circula no es Ia lenua, sino discursos esilisticamene caracteriados
(Bourdieu, 1982).

27
..

zan las practicas econ6micas como un caso paricular de una den-


cia general e la economia e las pricticas. Es decir, se considera que
el campo especficamente econ6ico es susceptible del mismo
tipo de analisis que los oros campos; y que las estrateias pro­
piamente econ6micas de apropiaci6n y defensa del capital, son
un caso particular de las estrategias por las cuales los agentes
que ocupan dferentes posiciones en los dferentes campos socia­
les, se esfuerzan y luchan por adquirir o por conservar diferentes
variedades de capital.
En relaci6n con ello, adelanto algunos elementos que seran
expicitados luego: la econoia de las pkicas de Bourdieu no
es i ntencionalista i uilitarista, aunque uiza conceptos que,
por la forma en que ellos uncionan en oros marcos te6rico-me­
todol6gicos, podrian sugerirlo.
Asi, con la noci6n de estrategia, el autor no hace referenda a
la prosecuci6n intencional y planificada de fines calculados, sino
al desarrollo activo de lneas objetivamente orientadas que obede­
cen a regularidades y forman configuraciones coherentes y so­
cialmente nteligibles, es decir, comprensibles y expicables, ha­
bida cuenta de las condiciones sociales extemas e incorporadas
por quienes producen las practicas:

"La teoria de Ia acci6n que propongo (con Ia noci6n de


habitus) equivale a decr que Ia mayor parte de las accio­
nes humanas tienen por principio algo completamente dis­
into a Ia intenci6n, es decir disposiciones adquiridas que
hacen que Ia acci6n pueda y deba ser interpretada como
orientada hacia tal o cual fin, sn que uno pueda plantear
sin embargo que haya tenido por principio Ia busqueda
consciente de este n(...) ... el jugador, que ha interioriza­
do profundamene las regularidades de un juego hace lo
que es necesario hacer en el momento en que es ncesario
hacerlo, sin tener necesidad de plantear expicitamente por
fin lo que hay que hacer. No iene necesidad de saer cos­
cientemente lo que hace para hacerlo y menos todavia pln­
tearse explicitamente el problema (salvo en algunas situa­
ciones criicas) de saber explicitamente lo que los otros
pueden hacer a su turno, como lo deja crer Ia visi6n de
jugadores de ajedrez o de bridge que ciertos economistas

8
(sobre todo cuando se arman de Ia teoria de los juegos)
prestan a los agentes" (Bourdieu, 14: 166-167).

Con la noci6n de in teres, Bourdieu rompe con aquella vi­


- si6n 11 encantada" y mistificadora de las conductas humanas, que
rechaza reconocer las diversas formas de beneficios no materia­
les que guian a los a gentes que aparecen asi como 11 desinteresa­
dos", a la vez que sugiere la idea que esos agentes son arranca­
dos de un estado de indiferencia por los estmulos enviados por
ciertos campos y no por otros (Bourdieu y Wacquant, 1992).
Teniendo en cuenta todos estos elementos, es que puede
entenderse lo que el autor llama lila economia de los bienes sim­
b6licos", como la l6gica de aquellos universos sociales que tie­
nen en comun crear condiciones ojetivas para que los agentes
que juegan ese juego tengan alii II interes por el desinteres" (y por
lo tanto, esen interesados).
Se trata de espacios sociales como el mundo del arte, el de
la religi6n, el de la ciencia, el de la politica, el de la economia
domestica, etc., en los cuales el 11 desnteres" -en senido estricta­
mente econ6mico- es recompensado con la obtenci6n de otros
beneficios -especialmente simb6licos-, y que descasan sobre el
rechazo o la censura del interes econ6mico y sobre la enegacion
colectiva de la verdad econ6mica (Bourdieu, 1994)14•
Construir a teora general e la econom{a e las practicas no
consituye pues una actitud economicista, sino al contrario, im­
plica la voluntad de quitar al economicismo las econoias pre-

14En estos universos, Ia verdad econ6mica es oculada -activa o pasivamente­


y descansa sobre el tabu de Ia expliciaci6n. Por ello, las practicas y los discur­
sos son ambiguos, son de "doble faz", aunque no hip6crias: se fundan en Ia
denegai6n. Y el trabajo de denegaci6n es exitoso por que es colectivo, y esta
fundado sobre Ia orquestaci6n de los !abitus de los agentes que paricipan en
esos juegos y que comparten lo que alii sa en juego. Para estos aspectos ver
especialmente Bourdieu, 1980b, 1992 y 194, ademas de los estudios te6ricos y
empiricos que el au tor iene sobre disintos ambitos de producci6n de senido.
Un modo muy interesante de ver estos conceptos en relaci6n con un mercado
especifico, el de los bienes simb6licos, pude verse en Bourdieu, 203, una
muy buena compilaci6n que presenta distntos aspectos del mundo del arte Y
esboza una sociologia de Ia cultura.

29
capitaistas y aquellos sectores de las economias llamadas capi­
talistas que no funcionan totalmente se.n 1a ley del interes como
la busqueda de la maximizaci6n del beneficio monetario. Impli­
ca tambien encontrar elementos explicativos de esos universos
sociales, rchazando al mismo iempo la tentaci6n de otorgarles
un status de gratuidad, de excepci6n, de exraterritorialidad, de
no-explicaci6n:

"Si el desnteres es posible sociol6icamente, es por el ren­


cuentro enre habitus predispuestos al desinteres y univer­
sos en los cuales el desinteres es recompensado. Entre es­
tos universos, los mas ipicos son, junto a la familia y toda
la economia de los intercambios domesicos, los diferentes
campos de producci6n cultural, campo literario, campo ar­
isico, campo cienfico, etc., microcosmos que se constitu­
yen sobre la base de una inversi6n de la ley fundamental
del mundo econ6mico y en los cuales la ley del interes co­
n6mico esa en suspenso. Lo que no quiere decir que no
conozcan oras formas de nteres: la socioloia del arte o
de la literatura devela (o desenmascara) y analiza los inte­
reses scficos que son consituidos por el funcionamiento
del campo (los que han podido indudr a Breton a quebrar­
le el brazo a un rival en una querella poetica) y por los
cuales se esta dispuesto a morir" (Bourdieu, 14: 155).

Pasare ahora a explicitar los conceptos que he menciona­


do, y las relaciones que mantienen entre si.

30
Capiulo 2

LAS ESTRUTURAS SOCIALES ETERNAS


0 LO SOCIAL HECHO COSAS

1. Los campos sociales: definici6n y propiedades generales

Bourdieu define a los campos sociales como:

11 espacios de juego hist6ricamente cosituidos con sus ­


ituciones espcificas y sus leyes de funcionamiento pro­
piasll (Bourdieu, 1987c: 108).

Aunque se esta hablando de ciera especificidad de cada


campo -ya veremos en que reside esa especificidad-, pueden dis­
inguirse leyes generales, leyes de ncionamiento invariables,
validas para campos tan diferentes como pueden serlo el campo
econ6mico, el campo poliico, el campo cienifico, el campo del
deporte, el campo de la religi6n, etc.
Esas leyes generales del funcionaiento de los campos lo­
rn ser comprendidas en relaci6n con oros conceptos, les como
posici6n, capital, interes, espacio social, que seran explicitados
mas adelante. Por el momento, me limito a enunciarlos a fin de
se.alar dichas propiedades generales.
a) En su aprehensi6n sincr6nica, los campos se presentan
como II sisteas e posiciones y e relaciones entre posiciones" (Costa,
1976: 3). Recordemos aqui que pensar en terminos de campos es
pensar relacionalmente: se trata de espacios esructurados de
posiciones, a las cuales estan ligadas cierto m1mero de propieda­
des que pueden ser analizadas independientemente de las carac­
teristical de quienes las ocupan (Bourdieu, 1976b).
b) Un campo se defne, enre otras cosas, definiendo lo que
esa en juego (enjeu) y los intereses especficos del mismo, que son

31
irreductibles a los compromisos y a los intereses propios de otros
campos. Cada campo engendra el interes que le es propio, que es
la condici6n de su funcionamiento. Es decir, para que funcione
un campo,

"es necesario que haya alga en juego y gente dispuesta a


jugar, que este dotada de los habitus que implican el cono­
cimiento y reconocimiento de las leyes inmanentes al jue­
go, de lo que esta en juego, etc." (Bourdieu, 1976b: 136).

c) a estrucura de un campo es n estado -en el senido de


momento hist6rico- de la disribuci6n en un momento dado del
tiempo, del capital especifico que ali esta en juego. e trata de un
capital que ha sido acumulado en el curso de luchas anteriores y
que orienta las esrategias de los agentes que estan comprometi­
dos en el campo.
d) En ese senido, puede decirse tambien que su estructura
es un estado de las relaciones de fuerza entre los agentes o las
instituciones compromeidos en el juego.
e) Ademas de n campo de fuerzas, un campo social deter­
minado consituye n campo de luchas destinadas a conservar o
a transformar ese campo de fuerzas. Es decir, es la propia estruc­
tura del campo, en cuanto sistema de diferencias, lo que esta per­
manentemente en juego. En defiiiva, se trata de la conserva­
ci6n o de la subversi6n de la estructura de la disribuci6n del
capital especifico:

"Aquellos que, denro de un estado determinado de Ia re­


laci6n de fuerzas, monopolizan (de manera mas o menos
completa) el capital especfico, que es el fundamento del
poder o de Ia autoridad especifica caracteristica de un cam­
po, se inclnan hacia esrategias de conservaci6n -las que,
dentro de los campos de producci6n de bienes culturales,
ienden a defender Ia ortodoxia-, mienras que los que dis­
ponen de menos capital (que suelen ser tambien los recien
llegados, es decir, por lo general, los mas j6venes) se ncH­
nan a uilizar estrategias de subversi6n: las de Ia erejia"
(Bourdieu, 1976b: 137).

32
Ahora bien, las luchas para ransformar o conservar Ia es­
tructura del juego, llevan implicitas tambien luchas por Ia impo­
sici6n de a definici6n del juego y de los triunfos necesarios
para dominar en ese juego:

"Si por una parte Ia esuctura del campo social es defini­


da en cada momento por Ia estructura de Ia distribuci6n
del capital y de los eneficios caracterisicos de los dife­
rentes campos pariculares, en cada uno de estos espacios
puede ponerse en juego Ia definici6n misma de lo q ue esti
en juego y las respectivas cartas de triunfo. Todo campo es
el lugar de una lucha mas o menos declarada por Ia defini­
ci6n de los principios legiimos de divisi6n del campo"
(Bourdieu,194b: 28).

f) El campo social como campo de luchas no debe hacemos


olvidar que los agentes comprometidos en las mismas tienen en
comun un cierto numero de intereses fundamentales, todo aque­
llo que esta ligado a Ia existencia misma del campo como: una
suerte de complicidad basica, un acuerdo entre los antagonistas
acerca de lo que merece ser objeto de lucha, el juego, las apues­
tas, los compromisos, todos los presupuestos que se aceptan taci­
tamente por el hecho de entrar en el juego.
g) AI hablar de luchas permanentes, de acumulaci6n de
capital, de estado de las relaciones de fuerza, etc., estamos consi­
derando a los campos sociales en su aspecto dinaico, y resca­
ndo Ia dimensi6n hist6rica de los ismos. En este sentido, agre­
go que en los campos se producen constantes definiciones y re­
definiciones de las relaciones de fuerza entre los agentes y las
instituciones comprometidos en el juego.
h) Asimismo, tambien se definen y redefinen ist6ricamente
los limites de cada campo y sus relaciones con los demas cam­
pos, lo que lleva implicita una redeici6n permanente de los
liites de la autonomia relativa de cada uno de ellos.
Pasare a explicitar ahora oros conceptos relacionados con
el de campo, lo que permitira ir precisando progresivamente cada
una de sus propiedades generales y comprender de ese modo Ia
l6gica de su funcionamiento.

33
2. La especificidad del campo: capital e intereses en juego

He mencionado que existen campos sciales diversos. Aho­


ra ratare de seialar en que reside la especificidad de cada uno
de ellos, o, en oras palabras, cuil es. el principio de diferencia­
ci6n de los campos sciales, que es lo que disngue a uno de
otros, l es el principio fundamental de construcci6n de un
campo especfico.

2.1. Capital

En primer Iugar, dire que el principio a partir del cual se


disinuen los campos sociales es el ipo de capital que esta en
juego:

"Un capital con6mico, da origen a n campo especfico


(con sus posiciones y relaciones entre posiciones), que lla­
maremos campo econ6mico. Un capital de bienes de salva­
ci6n da origen a oro campo dsnto del anterior (con posi­
ciones y relaciones enre esas posiciones, que son espcfi­
cas y disnas a las del campo econ6mico), que llamare­
mos campo religioso. Y asi podemos coninuar con oros
capitales (prestigio, conocimientos, relaciones, honor, etc.)
que dan origen a otros campos sociales" (Cosa, 1976: 3).

En otros terminos, podria decirse que el ojeto cenral de


las luchas y del consenso en cada campo esta constituido por una
de las diferentes variedades de capital. Recordemos aqui una de
las propiedades de los campos: la estructura de un campo es un
estado de la disribuci6n del capital especifico que alii esta en
juego.
Capital puede definirse entonces como "conjunto e benes
acumulaos que e producen, e distribuyen, e consumen, e inver­
en, e pieren " (Costa, 1976: 3) . Como he mencionado mas arriba,
Bourdieu Iibera a este concepto de la sola connotaci6n econ6i­
ca y lo extiende a cualquier ipo de bien susceptible de acumula­
ci6n, en tomo al cual puede consituirse n proceso de produc­
ci6n, distribuci6n y consumo, y por tanto, un mercado. n este

4
senido, los campos sociales pueden ser considerados como mer­
cados de capitales especificos.
Recordamos aqui que, al liberar el concepto de capital de la
sola conotaci6n econ6mica, Bourdieu mrca una ruptura con el
marxismo15, pero a la vez, recupera la l6ica que Marx utiliza en
el naisis econ6mico y la exiende al isis de cualquier pki­
ca social:

" No se puede en efecto escapar a las ingenuidades eno­


centricas del conomicismo sn caer en la exaltaci6n popu­
lista de la ngenuidad generosa de los origenes, sno a con­
dici6n de llevar hasta su termino lo que el no realiza mas
que a medias, y extender a todos los bienes, materiales o
simb6licos, sin disnci6n, que se presentan como raros y
dignos de ser buscados en una formaci6n social determi­
nada, -se rate de 'buenas palabras' o de sonrisas, de apre­
t6n de manos o de levantamiento de hombros, de cumpli­
dos o de atenciones, de 'desafios o injurias, de honor u ho­
nores, de poder o placeres, de chsmes o de informaciones
cientificas, de disnci6n o dsnciones, etc.-, el calculo ec­
n6mico que no ha podido apropiarse del terreno objetiva­
mente abandonado a la l6gica mplacable del 'interes des­
nudo', como dice Marx, abandonando un islote sagrado,
milagrosamente salvado (eparne) por el 'agua glacial del
calculo egosta', asilo de lo que no iene precio, por exceso
o por defecto" (Bourdieu, 1972: 235).

Ahora podemos ver c6mo el concepto de capital, tal como


aqui es definido, constituye un elemento de amllisis fundamen-

1 5 Una primera uptura con el marxismo, en relaci6n con el concepto de capi­

tal, puede verse ya en Max Weber, aunque no expliciado en estos terminos.


En efecto, el au tor disingue tres fen6menos de Ia distribuci6n del poder en Ia
sociedad (clases, grupos de staus y paridos), a cada uno de los cuales corres­
ponde un principio distinto de diferenciaci6n. Es decir, reconoce tres dimen­
siones o jerarquias en las cuales se pueden siuar a individuos y gupos: ga­
nancia econemica, prestigio social y poder politico, que pueden ser considera­
dps impliciamente como tres ipos de capitales (capial econ6mico, capial
honor, capial politico) cuya disribuci6n desigual da origen a grupos sociales
diferenciados (Weber, 1974).

35
tal en relaci6n con lo que se planteaba mas arriba respecto a la
economia e las pricticas.
He dicho que en cada campo se juega un capital especfico
y que la l6ica econ6mica es suscepible de ser extendida a todos
los bienes. Pero, ahora recato a frase del parafo nteriormente
citado: a condici6n de que esos bienes "e preenten como raros y
dignos e er buscados en una ormaci6n social eterminaa ". Es de­
cir, no todo bien constiuye necesariamente n campo, tiene que
ser n bien apreciado, buscado, que, al ser escaso, produzca inte­
res por su acumulaci6n, que logre establecer cierta divisi6n del
trabajo enre quienes lo producen y quienes lo consumen, entre
quienes lo disribuyen y quienes lo legitiman. En otras palabras,
tiene que constituirse un mercado en tono a ese bien para que
suja un campo especifico. Estos aspectos que hacen a la dinai­
ca de los campos, seran retomados mas adelante.
Hay distinas vaiedades de capial. Bourdieu disngue un­
damentaliente, adeis del capital econ6ico, el capital culu­
ral, el capital scial y el capital simb6lico, que costituyen Ia gama
posible de los recursos y de los bienes de toda naturaleza que
sirven a la vez de medios y de apuestas a sus inversores.
Veamos cuales son las principales especies de capital, ade­
mas del econ6mico:
El capital cultural esta ligado a conocimientos, ciencia, arte,
y se impone como una hip6tesis indispensable para rendir cuen­
ta de las desiualdades de las erormanes escolares16•
El capital cultural puede existir bajo res formas: en estado
incorporado, es decir, bajo Ia forma de disposiciones durables
(habius) relacionadas con deternado ipo de conociientos,
ideas, valores, habiidades, etc.; en estado ojetivado, bajo Ia for­
a de bienes culturales, cuadros, libros, diccionarios, 'ins me�
tos, etc.; y en estado insitucionalizado, que constituye una for-

16
Asi es considerado especialmente en La Rep roducci6n, donde los autores rea­
lizan un analisis que pone de relieve Ia autonomia relaiva del campo cultural,
considerando a Ia escuela como principal instancia legiima de legiimaci6n
de " lo arbirario cultural", que conribuye a Ia reproducci6n de Ia estructura
de Ia disribuci6n del capital culural enre las clases, y con ello, a Ia reproduc­
ci6n de las relaciones de clase existenes. (Bourdieu y Passeron, 1970).

36
a de ojeivaci6n, como lo son los diferentes titulos escolares
(Bourdieu, 1979a).
La mayor parte de las propiedades del capital cultural pue­
den deducirse del hecho de que en su estado fundamental, est.
ligado al cuerpo y supone un proceso de incorporaci6n. En oras
palabras, cierto numero de propiedades se defnen s6lo en rela­
ci6n con el capital cultural en forma incorporada, ya que, si bien
la acumulaci6n de bienes culturales objeivados esta relacionada
con la capacidad econ6ica de adquirrlos -y en ese senido, con
el capital econ6mico-, ello no sigfica necesariamente la capaci­
dad de apropiarse de ese bien en senido s.b6lico. Para consu­
mir un cuadro o utilizar determinados insrumentos por ejem­
plo, es necesario tambien la posesi6n de deternadas habilida­
des, conocimientos, etc.
Donde puede observarse el lazo que existe entre capital cul­
tural y capital econ6mico es, especialmente, en el tiempo necesario
para su adquisici6n, lo que ncluye el momento en que un agente
social puede comenzar la empresa de adquisici6n y acumulaci6n,
hasta cuando puede continuarla y de que modo (liberado de la
necesidad econ6mica de su familia, por ejemplo), el porcentaje
del iempo biol6gicamente disponible uzado en el proceso, etc.,
aspectos que nciden tambien en el exito o el fracaso escolar.
El mencionar al capital cultural insitucionaizado como for­
ma especfica del capital cultural, nos lleva a setalar la existencia
de instituciones sociales a las que se les reconoce capacidad legi­
tima para admistrar ese bien. e trata de instituciones de con-
. saraci6n y legitimaci6n especificas del campo, cuya aparici6n y
permanencia estan estrechamente relacionadas con la existencia
misma del campo y con su autonomia relativa. Ya volvere sobre
este fen6meno mas adelnte.
El capital social esta ligado a un crculo de relaciones esta­
bles, y se defne como:

" ...conjunto de los recursos actuales o potenciales que es­


tcin ligados a la posesi6n de una red duradera de relaciones
m As o menos insitucionalizadas de interconocimiento y de
nter-rconocimiento; o, en oros b�rminos, a Ia pertenen­
cia a un grupo, como conjunto de agentes que no s6lo es-

37
tan dotados de propiedades comunes (susceptibles de ser
percibidas por el obsevador, por los otros o por ellos mis­
mos), sino que tambien estan unidos por lazos permanen­
tes y uiles" (Bourdieu, 1980a: 2 -subrayado del au tor-).

Es capital de relaciones mundanas, capital de honorabili­


dad y de respetabilidad, que puede procurar beneficios materia­
les o simb6licos como aquellos que suelen estar asociadas a la
participaci6n en un grupo raro y prestigioso. Los efectos de esta
especie de capital son particularmente visibles en aquellos casos
en que diferentes individuos obienen n rendiento diferen­
cial de un capital (econ6mico o cultural) mas o menos equivalen­
te segn el volumen de capital social que ellos pueden movilizar
en relaci6n con n gupo (familia, aniuos compaieros de es­
cuela de "elite", nobleza, club selecto, etc.) Veremos luego la in­
cidencia de este capital en la consucci6n del espacio social.

"La red de relaciones es el producto de estrategias de inver­


sion social consciente o inconscientemente orientadas ha­
cia la insituci6n o la reproducci6n de relaciones sociales
direcamente uzables, a corto o a largo plazo, es dcir
hacia la rasformaci6n de relaciones contingentes, como
las relaciones de vcinazgo, de rabajo o incluso de paren­
tesco, en relaciones a la vez necesarias y elcivas, que im­
plican obligaciones duraderas subjetivamente sentidas
(senmiento de reconocimiento, de respeto, de amistad,
etc.) o insitucionalmente garanz.as (derechos); todo elo
gracias a la alquimia del intercambio (de palabras, de do­
nes, de mujeres, etc.,) como comuicaci6n que supone y
que produce el conocimiento y el reconocimiento mutuo�"
(Bourdieu, 1980a: 2).

El propio intercambio transforma los ojetos intercambia­


dos en signos de reconocimiento y, a traves del reconocimiento
mutuo de los agentes y el reconociiento de la pertenencia al
rupo, produce, construye el grupo y al mismo iempo determi­
na los lmites del grupo: en otras palabras, delimita el espacio
mas alia del cual el ntercambio no puede tener Iugar. Aqui en­
conramos tambien relaciones entre las dferentes especies de

38
capital, en la medida en que el volumen de capital social que ha
logrado acumular un agente particular, no s6lo depende de la
extensi6n de la red de relaciones que el puede efecivamente
movilizar en un momento determinado, sino tambien del volu­
men del capital econ6ico, cultural o simb6ico de cada uno de
aquellos agentes a quienes esta ligado por la pertenencia a esa
red.
La noci6n de capital simb6lico en Bourdieu era utiizada en
un primer momento como una manera de distinguir la acumula­
ci6n de ciertos bienes no esricamente econ6micos como el ho­
nor, presigio, salvaci6n, relaciones, conientos (Cosa, 1976: 2).
En escritos posteriores del autor se lo encuenra definido
como:
II
.. .forma que revisten las dferentes especies de capital
cuando son percibidas y reconocidas como legitimasll
(Bourdieu, 1987a: 131).

II
... el capital econ6mico y cultural cuando es concido y re­
conocido" (Bourdieu, 1987a: 138) .

11
. .capital de rconcimiento o de cosagraci6n" (Bourdieu,
.

1987a: 14).

" .. .forma paricular de capital, el honor en el senido de


reputaci6n, de presigio ( ...), como capital fundado sobre el
conocmiento y el reconocimiento" (Bourdieu, 1987c: 113).

11
... el capital smb6lico -oro nombre de distinci6n-, no es
sino el capital, de cualquier espcie, cuando es percibido
por un agente dotado de categorias de percepci6n que pro­
vienen de la incorporaci6n de la estructura de su disribu­
ci6n, es decir, cuando es conocido y rconocido como nau­
ral" (Bourdieu,1984b: 28).

"A estas res espcies [capital con6mico, cultural y social],


�s ncesario agregar el capital simb6lico, que es la for��
que una u ora de estas especies reviste cundo es perobi­
da a traves de categoris de percepci6n que rconocen la
l6gica especifica o, si usted prefiere, que, dsconcen lo ar-

39
birario de su posesi6n y de su acumulaci6n" (Bourdieu y
Wacquant, 1992: 81-82).

e rataria entonces de una especie de capital que juega


como sobreaiadido de prestigio, legitimidad, autoridad, reco­
nocimiento, a los oros capitales, principios de disinci6n y dife­
renciaci6n que se ponen en juego frente a los demas agentes del
campo, que se agregarian a la posici6n que se tiene por el manejo
del capital especfico que se disputa en ese campo.
El capital simb6lico es la paricular especie de capital que
se juega en aquellos universos que mencione mas arriba, que se
explican por lo que Bourdieu llama "la economia de los inter­
cambios simb6licos", que se fundamentan en el tabu de la expli­
citaci6n de su verdad econ6mica y en la denegaci6n coleciva
que mplica el desconcmiento -y el reconocimiento- de los meca­
nismos que la sustentan:

"El capital simb6lico es una propiedad cualquiera, fuerza


fisica, riqueza, valor guerrero, que ercibida por agentes
sociales dotados de las categorias de percepci6n que per­
miten percibirla, conocerla y rconocerla, deviene eficien­
e simb6licamene, semjante a una verdadera urza migi­
ca: una propiedad que, por que responde a 'expctaivas
colctivas', cialmene cosituidas, a crencias, jerce una
suerte de aci6n a distancia, sin contacto fisico" (Bourdieu,
1994: 172-173).

El capital sim6lico es poder simb6lico, es la particulr fuer­


za de la que disponen ciertos agentes que ejercen lo que el au tor
llama violencia simb6lica, esa forma de violencia que se pone en
marcha sobre un agente o grupo de agentes con su complicidad.
e raa de a violencia eufemizada, y por ello socialmente acep­
table, desconocida como arbiraria y con ello econocida, en la
medida en que se fundamenta en el desconocimiento de los me­
caismos de su ejercicio:

"Como Ia eoria de Ia magia, Ia toria de Ia violencia sim­


b6lica descansa sobre una eoria de Ia creencia o, mejor,
sobre una eoria de Ia producci6n de Ia creencia, del raba-

0
jo de socialzaci6n necesario para producir agentes dota­
dos de los esquemas de percepci6n y de apreciaci6n que
les permitiran percibir las exhoraciones iscritas en una
situaci6n o en un discurso y oedcerlas" (Bourdieu, 194:
173)17•

Esta creencia no es una creencia explicita, voluntaria, pr­


ducto de una elecci6n deliberada del individuo, sino a adhe­
si6n imediata, a sumisi6n d6xica al mundo y a las exhorta­
ciones de ese mundo.
a creencia es a la vez derecho de entrada a un juego y
producto de la pertenencia a un espacio de juego. Recordemos
aqui lo que mencionaba mas arriba denro de las propiedades
generales de los campos: para que funcione un campo es necesa­
rio que haya gente dispuesta a jugar el juego, que este dotada de
los habitus que impican el conocimiento y reconocimiento de
las leyes imanentes al juego, que crean en el valor de lo que ali
esta en juego. Volvere luego sobre algunos de estos elementos.
Capital si6lico, capital culurl, capital sial, capial ec­
n6mico, son las dferentes especies de capital y cada una de elias
tiene sub-especies que pueden ser definidas en el contexto de n
analisis empirico. Este conjunto de poderes -especies y sub-espe­
cies de capital- constituye la gama de recursos, de medios y de
apuestas de los distintos agentes compromeidos en las luchas
de los diferentes campos sociales.

17Es importante recordar aqui que en su costrucci6n te6rica, Bourdieu ha


tonado de Ia obra de Max el hecho de que Ia realidad social es un conjunto de
relaciones e uezas enre clases hist6ricamene en luchas, y de Ia obra de We­
ber el hcho de que esa misma realidad es tambien un conjunto de relaciones de
sentido. Con ello, toda dominaci6n social, a menos de recurrir a Ia fuerza fisica
constantemente, dee ser reconocida, acepada como legitima. Dee tomar un
sentido -preferentemente positivo-, de manera que los dominados adhieran al
principio de su propia dominaci6n y se sienan solidarios de los dominantes
en un mismo consenso sobre el orden esablcido (Bourdieu y Wacquant, 192).
Para profundizar en estos aspectos de Ia pespeciva de Bourdieu, ademas de
las obras citadas oportunamente, pueden verse las compilaciones de ariculos
del autor, publicados bajo los iulos: 0 Poder SimbOlico (1989a) y A economia
ds trocas simbOlicas (192). Este ulimo rabajo, contiene una excelente inro­
ducci6n a Ia problemaica ( "A for;a do senido") de ergio Miceli.

41
Ahora es necesario inroducir dos nociones estrechamente
relacionadas con las que acabo de explicitar: volumen global el
apial y estructura el capital.
a primera hace referenda al conjunto de recursos (pode­
res) efectivamente utilizables -es decir, la suma del capital eco­
n6mico, cultural, simb61ico y social-, del que puede disponer un
agente o grupo de agentes determinado. La segunda, consiste en
formas diferentes de distribuci6n del capital global entre las dis­
ntas especies de capital. Es decir, es la especial estructura patri­
moial que se consiuye seg1n el peso relativo de cada uno de
los capitales que la forman.
Ambas nciones, que retomare mas adelante, representan
las dimensiones fundamentales seg.n las cuales se distribuyen
los agentes en el espacio social global:

"Asf, los agentes son distribuidos en el espacio social glo­


bal, en Ia primera dimesi6n seg.n el volumen global del
capital que poseen bajo diferentes especies, y, en Ia segun­
da dimesi6n, seg.n Ia estructura de su capital, es decir
seg.n el peso relativo de las diferentes especies de capital,
econ6mico y cultural, en el volumen total de su capital"
(Bourdieu, 1987a: 131).

Por ello, volumen y estructura del capital consituyen tam­


bien los factores que tienen el peso funcional mas fuerte en la
construcci6n de las clases sociales, al coferir su forma y su valor
especifico a las determinaciones que oros factores -tales como
edad, sexo, residencia, etc.- imponen a las practicas.
Las disntas especies de capital -y sus sub-especies-, como
buenas cartas en un juego, son poderes que definen las probabi­
lidades de obtener un beneficio en un campo determinado. Es
decir, a cada campo o subcampo le corresponde una especie par­
ticular de capital, vigente como poder fundamental y como lo
que esta en juego especialmente en ese mercado especifico.
En oros terminos, podria decirse que hay tantas fuentes de
poder como recursos se puedan acumular; pero esa fuente de
poder es tanto mas importante cuanto mas importante es el re­
curso que se maneja.

42
Los agentes compromeidos en un juego pueden luchar para
aumentar o conservar su capital, sus cartas, de alguna manera
conforme a las reglas tacitas del juego. Pero tambien pueden tra­
bajar para modificar total o parcialmente esas reglas de juego.
Por jemplo, pueden luchar para cambiar el valor relativo de sus
cartas, por medio de estrateias que apunten a desacreditar la
sub-especie de capital sobre la que descansa la fuerza de sus ad­
versarios y valorizar la especie de capital que ellos poseen espe­
cialmente. Asi, muchas de las luchas desarrolladas en el seno del
campo del poder son de este ipo, por ejemplo enre agentes que
han logrado acumular un volumen de capital econ6mico y agen­
tes que poseen especialmente capital juridico (Bourdieu y Wac­
quant, 1992). En relaci6n con ello, recuerdo lo que ya habia men­
cionado entre las propiedades generales de los campos: las lu­
chas para transformar o conservar la estrucura del juego, llevan
implicitas tambien luchas por la imposici6n de una definici6n
del juego y de los triunfos necesarios para dominar en ese juego.
Si nos prentaramos entonces lque tipo de capital es el
mas importante?; es decir, lcual es el que posee mayor peso es­
pecfico?, una prmera respuesta seria: el tipo de capital, y espe­
cialmente su sub-especie, que se juega en el campo de juego en el
momento que es objeto de analisis. Asi, por ejemplo, el volumen
del capital cultural -lo mismo valdria para el capital econ6mico­
determna las posibilidades asociadas de beneficios en todos los
juegos en que el capital culural es eficiente -el campo educaivo,
el campo cientifico, etc.-.
Pero a nivel global, cuando se considera la coexistencia de
los diferentes campos sociales (ya aclarare este concepto), y entra
a jugar la autonomia relativa de cada uno de ellos, dice el autor
que en sociedades como las nuestras, el capital econ6mico cons­
tituye la especie dominante, en relaci6n con las otras variedades
de capital. Y por ello, el campo econ6ico tiende a imponer su
esructura sobre los otros campos.
En otro tipo de sociedades, fundamentalmente en aquellas
en las que la acumulaci6n del capital econ6ico esta de alguna
manera controlada, sera otra la especie de capital dominante y,
por lo tanto, otro el poder que ienda a imponerse por sobre los
demas. Retomare luego estos elementos.

43
2.2. Intereses

Analizar los distintos campos sociales como mercados de


capitales especificos implica una redefinici6n del concepto de in­
teres, sacandolo del ambito estrictamente econ6ico, para ex­
tenderlo a toda practica social.
Reducir Ia noci6n de interes, como Ia d e capital, al ambito
econ6mico impide Ia explicaci6n rigurosa de una serie de praci­
cas que, por estar estructuradas a partir de oros principios que
el econ6mico, se pretenden 11 desinteresadas11 , II gratuitas", etc.:

"Tal pretensi6n es legiima s i e l unico interes aceptado es


el econ6mico. Pero, desde el momento en que se amplia el
concepto de 'interes' a oros campos como el del honor, el
de las relaciones, el de Ia salvaci6n, las practicas en apa­
riencia mas 'desinteresadas' comiezan a explicarse por
a 16gica esrica de 'n eres'. Asi a renovaci6n de los prin­
cipios esteicos en poesia, en pintura; Ia renovaci6n del dis­
curso en el ambito religioso..." (Costa, 1976: 1).

Recordemos aqui lo que he mencionado mas arriba: Ia no­


ci6n de interes rompe con Ia visi6n encantada que rechaza reco­
nocer las disntas formas de beneficios no materiales que pue­
den orientar las pracicas de los agentes, que aparecen asi "des­
interesados", a Ia vez que suiere Ia idea de que los agentes son
arrancados de un estado de indiferencia por los estimulos envia­
dos por ciertos campos y no por otros.
Esto equivale a decir que Ia noci6n de interes -hoy el autor
prefiere hablar de illusio18-, se opone no solamente a la de desin­
teres o gratuidad, sino tambien a la de ndiferencia:

"La illusio es lo opuesto a Ia ataraxia: se refiere al hecho de


estar involucrado, de estar arapado en el juego y por el

18
En efecto, posteriormente Bourdieu utiliza especialmente el termino illusio
(ludus: juego} para subrayar que aqui se habla siempre de intereses especificos
-ligados a un juego especifico- que son a Ia vez presupuestos y producidos por
el uncionamiento de campos delimiados hist6ricamente. (Bourdieu y Wac­
quant, 192 y Bourdieu, 194).
juego. Estar interesado, es acordar a un juego social deter­
minado que lo que alii ocurre iene un senido, que sus
apuestas son importantes y dignas de ser perseguidas"
(Bourdieu y Wacquant, 192: 80).

AI no reducir los fines de la acci6n a fines econ6icos, esta


noci6n de illusio, -y tambien de inversi6n (investiseent) o de
libido (Bourdieu, 1994)- implica acordar a cierto juego social que
el es importante, que vale la pena luchar por lo que alii se lucha,
que es posible tener inteis por el esinteres -en sentido estricta­
mente econ6ic- y obtener beneficios de ello -especialmente
simb6licos-, como en el caso de aquellos universos sociales que
se explican por la econoia de los bienes simb6licos19•
En consecuencia, subrayemos nuevamente que este con­
cepto de interes es totalmente diferente del nteres transist6rico
y uiversal de la teoria uilitarista, que consituye una universa­
lizaci6n inconsciente de la forma de nteres engendrada y exigi­
da por una economia capitalista. Este interes, esta illusio, ljos de
ser un invariante anropol6gico es n arbitrario hist6rico, y por
ello, a construcci6n hist6rica que s6lo puede ser conocida por
el anaisis emprico de sus condiciones de producci6n, y no de­
ducida a priori de una concepci6n ficticia y etnocentrica de "el
Hombre" (Bourdieu y Wacquant, 1992):

19 Estos beneficios no esrictamente econ6micos, que pueden obtenerse tenien­

do interis por el desinteris, cosituyen lo que Bourdieu llama " eneficios de


universalizaci6n" . e parte de a hip6esis de que es un universal de las praci­
cas sociales, reconocer como valiosas las conducas que ienen por prncipia Ia
sumisi6n -aunque sea aparente- a lo universal (es mejor aparecer desinteresa­
do que interesado, alruisa que egoisa); a Ia vez que toda sociedad ofrece Ia
posibilidad de un eneficia de lo universal -interis en el desinteris- . El analisis
sociol6gico del interis por el desinteris pude producir cierto " desencantamien­
to", pero al mismo tiempo, puede proporcionar herramienas para pensar en
Ia posibilidad de crear condiciones sociales que impongan a los agentes que
juegan en esos juegos, mediane controles y coacciones, Ia necesidad de imple­
menar estrategias de universalizaci6n reales. Lo dicho vale para el campo
politico (Ver especialmente Bourdieu, 201), para el campo intelectual en ge­
neral y el cientifico en paricular (Ver Bourdieu, 199) , para el campo aisico
(Ver Bourdieu 23), y para todos los spacios de juego socials que otorguen
eneficios a aquellos que engan interis por el esinteris.

45
"Una de las tareas de Ia sociologfa es determinar como el
mundo social constituye Ia libido biol6gica, pulsi6n indi­
ferenciada, en libido social, especffica. Hay, en efecto, tan­
tas especies de libido como hay campos: el rabajo de so­
cializaci6n de Ia libido es precisamente el que transforma
las pulsiones en intereses especfficos, intereses socialmen­
te constituidos que no existen sino en relaci6n con un es­
pacio social en el seno del cual ciertas cosas son importan­
tes y otras indiferentes" . .. (Bourdieu, 1994: 143).

La illusio es, a Ia vez, condici6n y funcionamiento de un


campo. Pero este "derecho de entrada al campo" no es reducible
al calculo consciente, es un acto de fe, es una relaci6n de creencia:
se nace en el juego, con el juego, y la relaci6n de creencia es mas
total en cuanto se ignora como tal. No se ndamenta pues, en un
conra to explicito entre un individuo y un espacio de juego, sino
en una suerte de complicidad ontol6gica entre un campo y un
habitus20•
En resumen, puede decirse que todo campo, en tanto que
producto hist6rico, engendra y activa una forma especifica de
interes, una illusio especifica, que es la condici6n de su propio
funcionamiento. Por lo tanto, hay tantos intereses como campos,
lo que hace necesario determinar en cada caso empiricamente las
condiciones sociales de producci6n de ese interes, su contenido
especfico, etc. Recordemos aqui que seialaba como una de las
propiedades generales de los campos sociales el hecho de que
cada uno de ellos se define definiendo sus apuestas e intereses
especificos, que son irreductibles a las apuestas y a los intereses
propios de otros campos.
Por otro lado, ese interes que esta implicado en la partici­
paci6n en el juego -reconocimiento tacito del valor de lo que esta
en juego-, se diferencia se.n la posici6n ocupada en el juego y
tambien se.n la trayectoria que conduce a cada participante a
esa posici6n.

11Para profundizar estos aspectos, ver Bourdieu, 1980b, Libro 1, especialmen­


te lo que el au tor trabaja en relaci6n con " la crencia y el cuerpo" (Capitulo 4).

46
Pueden distnguirse entonces, dos tipos de intereses. Unos
son los llamados geneicos, asociadas al hecho de participar en el
juego, intereses fundamentales, ligados a Ia existencia misma del
campo, y que ienen en comin los agentes comprometidos en
dicho campo: fundamentalmente, un acuerdo acerca de lo que
merece ser objeto de lucha, el juego, las apuestas, etc.:

"Uno v e que, entre gentes que ocupan posiciones opues­


tas en un campo y que parecen opuestas en todo, radical­
mente, hay un acuerdo oculto y acito sobre el hcho de
que vale Ia pena luchar a prop6sito de las cosas que estan
en juego en el campo. El apoliicismo primario, que no deja
de crecer porque el campo poliico iende cada vez mas a
cerrarse sobre si mismo y a uncionar sn referrse a Ia cHen­
tela (es decir casi como un campo artistico) descansa sobre
una suerte de conciencia confusa de esta complicidad pr­
funda entre los adversarios insertos en el mismo campo:
ellos se pelean, pero estan de acuerdo al menos sobre el
objeto de desacuerdo" (Bourdieu, 1994: 142-143).

Hay ademas oro tipo de ntereses, llamados espedicos, que


tambien se definen en relaci6n al campo de luchas, pero que es­
tan ligados mas concretamente con cada a de las posiciones
relativas de ese campo. e rata de intereses ojeivos, no necesa­
riamente conscientes, y son deidos no en relaci6n a Ia concien­
cia o a Ia subjetividad de los agentes sociales, sno en relaci6n a Ia
posici6n scial ocupada, es decir, en relaci6n a un elemento so­
cial ojeivo como lo es el de a posici6n social (Costa, 1976) .
Los intereses ojetivos son atribuidos, son imputados por
el invesigador a los agentes sciales que producen las practicas,
en relaci6n a las condiciones objeivas en las que se encuentran
los agentes; es decir, a parr de las caracteristicas objetivas de
cada una de las posiciones. e denominan ojetivos, para dife­
renciarlos de los intereses subjeivos o conscientes o intenciona­
les, que son aquellos intereses que declara tener el agente, que
puede tener expicitados como m6vles de sus practicas, pero que,
por estar ligados a Ia sujeividad, no son susceptible de un es­
ricto y rigurosos conrol metodol6gico como los ojetivos liga-

47
dos a factores ojeivos21•
En relaci6n con lo que estoy planteando, podria decirse que
la hip6tesis que el investigador maneja es aquella que presume
en cada agente el interes por reproducir o mejorar su posici6n,
reproduciendo o aumentando el capital especfico que esa en
juego en el campo social que es objeto de analisis.
Cosiderar el nteres propio como principio a parr del cual
el agente social esructura su acci6n (acci6n que se convierte en
n medio a raves del cual se busca obtener ventajas) permite
rescatar al agente social y a su trabajo de producci6n de las prac­
ticas sociales (Costa, 1985) .
hora bien, definirlos a parir de las caracteristicas ojeti­
vas de la posici6n que ocupa el agente social, permite captar ese
ineres propio, en cuanto orientaci6n, fnalidad de la acci6n, sin
caer en una intencionalidad de tipo subjetivo (Costa, 1985) .
Estos aspectos se relacionan con lo que mencionaba mas
arriba respecto a que el inventario de las condiciones objetivas
por si solo no basta para explicar el condicionamiento social de
las pracicas. En efecto, se plantea la necesidad de rescatar a quien
produce dichas practicas, pero se rata de rescatarlo socialmente,
es decir, no en cuanto sujeto sno en cuanto agente socializado.

21Traandose del amilisis de un campo especifico como puede serlo el religio­


se, pueden disinguirse a modo de ejemplo, ambos ipos de intereses. En el
clero -en anto grupo de agentes ligados a una posici6n determinada en ese
campo-, puede definirse un interes intencional y consciente que seria el de
comunicar dsinteresadamente la salvaci6n a los fieles -quienes, en anto gru­
po de agentes, ocupan una posici6n diferente dentro del mismo campo-. Pero
tambien puede definirse un interes social objetivo en terminos de " in teres de
asegurar [manteniendo o aumenando el capital esecifico que se juega en ese
campo], de eproducir, la propia posicion social", en anto "detentadores del poder de
administrar con autoidad los bienes e salvai6n" . Ambos tipos de intereses se
relacionan: " la �ealiaci6n del interes subjetivo, intencional (ofrecer gratuia­
mente los bienes de salvaci6n), lleva a asegurar la realizaci6n del interes obje­
tivo, por que no podria el clero adminisrar los bienes de salvaci6n si no ase­
gurara la reproducci6n de su propio poder de 'adminisrador autorizado de
tales bienes' . Mas aun, cuanto mas asegura el clero la realiaci6n del in teres
intencional (rasmiir la salvaci6n), mas asegura la dependencia de los laicos
(que reciben los bienes de salvaci6n en la medida en que se someten al clero
como intermediario autoizado de tales bienes) (Cosa, 1976: 3).

48
a ni6n de nteres permira, como veremos luego, Ia com­
prensi6n de Ia practica en terminos de estrategia.

3. La disribuci6n desiual del capital: posiciones diferente--

He mencionado mas arriba que los diferentes campos so­


dales son espacios esructurados de posiciones o, mas precisa­
mente, que en su aprehensi6n sincr6nica los campos se presen­
tan como sistemas de posiciones y de relaciones enre posici­
nes.
hora bien, es necesario seialar que es Ia distribuci6n des­
igual del capial que esa en juego, lo que define las diferentes
posiciones cosituivas de n campoZ.
Posici6n podria definrse entonces como Iugar oupado en
can campo o, mejor, Iugar oupao en can ampo, en relacion con el
capital esedico que all{ esti en juego.
En primer Iugar, seialo que aqui el concepto de posici6n
no hace referenda a Iugares funcionalmente definidos en las or­
gazaciones y, por lo tanto, no supone necesariamente Ia exis­
tencia de una orgazaci6n formal.
Tambien es importante subrayar que esas posiciones son
relativas y que implican Ia puesta en marcha de un pensamiento
elacional. Decir que son relaivas supone considerar que no pue-

2a misma l6gica de analisis, en terminos de "distribuci6n desigual e un bien


que genera posiciones dferentes, a las uales estin ligados intereses dferentes, intere­
ses que generan luchas e los agentes que oupan esas posiciones", puede obsevarse
en autores que se ubican en lo que podia llamarse un enfoque conflictivo de
Ia acci6n scial. Es Ia l6gica de Max, al definir las clases sociales seg.n Ia
posici6n que se cupa en las relaciones de producci6n (Marx, 1978). Es Ia l6gi­
ca de Dahrendorf, que uiliza como principia de diferenciaci6n de clases Ia
desigual distribuci6n de autoridad (Dahrendorf, 1970) . Es Ia l6gica de Max
Weber, cuando senala que Ia disribuci6n desiual de lo econ6mico, del pres­
tigio u honor y del poder politico generan rupos sociales diferenciado s en
terminos de clases, gupos de satus y paidos (Weber, 1974).
Dcir Ia misma l6gica de a\lisis no impica idenficar oros contenidos de los
enfques de los autores ciados -que ahora no voy a expliciar- claramente
dferenciados.

49
den definirse por sf ismas sino en relaci6n a otras posiciones, y
que las propiedades ligadas a cada a de elias s6lo pueden dife­
renciarse por referenda a las propiedades asociadas a las otras
posiciones. Es decir, cada una de las posiciones se define en rela­
ci6n a las demas posiciones que consituyen n campo especifico
y, por lo tanto, el hacer referenda a una deterinada posici6n
implica siempre la referenda al sistema de relaciones en el cual
esta inserta. Claro que, como ya he mencionado, la referenda a
dicho sistema supone el analisis sincr6nico (las posiciones y las
relaciones enre posiciones en un momento hist6rico determina­
do) y diacr6nico (las definiciones y redefiiciones de las posicio­
nes en la trayectoria del campo).
Pueden disinguirse tres criterios o principios de distribu­
ci6n del capital especfico, que definen posiciones especificas en
cada campo (Costa, 1976):
1) Posesi6n o no: este criterio de diferenciaci6n supone la
posibiidad de poseer o no el capital que esta en juego en cada
campo, sea este de cualquier especie (capital econ6mico, cultu­
ral, social, etc.); o de poseer el poder de adinisrar un capital
(como puede ser el poder de adinistrar los bienes de salvaci6n
en el caso del campo religioso, por ejemplo).
2) Posesi6n mayor o menor: es decir, no s6lo es sificati­
vo en la definici6n de las posiciones el hecho de tener o no tener
el capital especfico, sino que tambien es importante el volumen
mayor o menor de ese capital -o del poder de adnisrarlo- que
se ha ido acumulando en el curso de las luchas desarrolladas en
deternado campo.
3) Caracter leitimo o no legitimo de la posesi6n del capital
-o del poder de adnisrarlo-. Este criterio, que fija tambien po­
siciones diversas, se relaciona con el reconocimiento social (y por
ello legitimaci6n social) que se tiene del capital acumulado o del
poder de administrarlo3•

1 Si tomamos por ejemplo el campo religioso, podemos disinguir posiciones

diferentes seg.n estos tres criterios: asi, una primera diferenciaci6n de posi­
ciones se daria por una distribuci6n desigual entre quienes tienen y quienes
no tienen el poder de administrar el bien de salvaci6n: clero y laicos. Una se-

0
Estos tres criterios de deinici6n de posiciones sociales den­
tro de un campo, determinan tambien las relaciones que se esta­
blecen entre esas posiciones.
Dichas relaciones son basicamente reliones e poer, rela­
ciones de dominaci6n-dependencia, que se esablecen entre los
agentes que enran en competencia y en lucha por el capital que
se disputa en cada campo.
El primer criterio de diferenciaci6n hace surgir una prime­
ra relaci6n entre posiciones doinantes (aquellas ocupadas por
quienes poseen capital acumulado) y posiciones dominadas (ocu­
padas por quienes no poseen ese capital). Pero a su vez, tambien
se establecen relaciones de dominaci6n-dependencia -en la me­
dida en que pueden diferenciarse posiciones diversas- enre aque­
llos que poseen el capital espedfico, seg.n el grado mayor o
menor de su posesi6n y seg.n el grado de legiimidad social aso-
ciada a esas posesiones24• --

gunda diferenciaci6n de posiciones puede esablecerse enre aquellos que po­


seen un mayor o menor poder de admiisrarlo dentro del clero, como pueden
ser Papa, obispos y sacerdotes. Por ultimo, pueden definirse diferentes posi­
ciones entre aquellos actores a quienes se les reconoce Ia legitimidad de admi­
nisrar el capital que esta en juego y quienes no gozan de dicha legitimaci6n,
como pueden serlo, dentro del campo religioso y en un periodo hist6ico de­
terminado, el sacerdote, el profeta y el mago (Costa, 1976). Aqui el au tor toma
como referenda los analisis hechos por Max Weber entre sacerdotes, profeas
y magos en el pueblo judio (1971, 1974). Ahora bien, es necesario aclarar que,
como lo seiala el autor en otro trabajo, en Max Weber es evidente Ia falta de
sistemaizaci6n en lo que se refiere a criterios objetivos de diferenciaci6n de
posiciones dentro del grupo de sacerdotes, considerando generalmente a los
sacerdotes que detentan el poder legitimo, como un grupo homogeneo. (Cos­
ta, 1986) .
24 Retomando el mismo ejemplo, puede decirse que una primera relaci6n de

poder se consituye entre el clero (dominaci6n simb6lica) y los laicos (sumi­


si6n simb61ica) . "EI clero ejerce una dominaci6n en Ia medida en que, institu­
cional y socialmente, es quien detena el poder de interpretar Ia verdad, de
adminisrar el perd6n, de aceptar en Ia religi6n en cuesi6n a los nuevos fieles,
etc.; los laicos estan sometidos, en Ia medida en que, salvo retirarse de Ia reli­
gi6n concrea en cuesti6n, reciben del clero Ia definici6n de 'la verdad', red­
ben por medio del clero el perd6n (en el caso de Ia Iglesia Cat6lica), etc.",
(Costa, 1976: 2). .
En el analisis de Weber, se consideran los diferentes productores de b1enes de

51
hora bien, es necesario subrayar que esas relaciones de
uerza se establecen ene posidones soiales, y no enre individuos,
por lo cual las propiedades ligadas a cada a de esas posici­
nes, como he mencionado, pueden ser analizadas independien­
temene de las caracterisicas de quienes las upn. Por ello, dda
mas arriba, los intereses ojetivos estn ligados a las caractersti­
cas ojeivas de Ia posici6n que cupa el agente scial en n cam­
po especifico, con lo cual se puede rescatar socialmente al agente
productor de las pracicas sciales.
Dichas pracicas sociales sern analizadas en terminos de
estrategias implementadas por el agente scial -sin ser necesaria­
mente consciente de ello- en defesa de sus ntereses (de conser­
var o mjorar su posici6n -donte o donada-, conservando
o aumentando el capital que esta en juego) igados a Ia posici6n
que cupa, en relaci6n a otras posiciones, en n campo deteri­
nado5.
En este sentido, aparece claro que un primer prncipio de
estucturaci6n de practicas sociales esta consituido por la posi­
ci6n ocupada. Puede decrse entonces, que la toma e posid6n de­
pende de la posici6n que se ocupa y que los puntos e vista son
vistas tomaas a partir e un pun to.

salvaci6n, que emplean armas esdficas del ambito religioso al dispuarse Ia


legitimidad o el monopolio del ejercicio del poder legiimo, como cuesiones
de poder. "Sus discursos y sus pracicas se inscrien en un marco de compe­
tencia, de rivalidad, y no son el resultado de una deducci6n 16gica pura, sino
de una estrategia de poder consistente en adaptarse a las necesidades de los
laicos, en ransformar esas necesidades en mesaje religioso, como medio de
aseurarse el rconcimiento y el monopolio de Ia dominaci6n religiosa" . (Cos­
a, 1986: 17). Pero en este analisis, Weber no explicia luchas por el poder enre
diferentes nsancias sacerdotales, sino mas bien enre sacerdotes, profeas y
magos, es dcir, entre el grupo sacerdotal y los laicos. (Cosa, 1986) .
5 a noci6n de estrateia en el marco de un pesamiento relacional e insera en
una esuctura de poder, son otros elementos claves que distinguen el pensa­
miento de Bourdieu de oras perspcivas de analiss que proponen tambien
rescatar Ia dimesi6n estrategica de Ia acci6n social, tales como el individua­
lismo metodol6gico y Ia teoria de Ia acci6n racional.

52
4. La dinamica de los campos. La autonomia relativa

e han explicitado hasta aqui los principales conceptos re­


lativos a las estucturas objetivas extemas. hora veremos, a ra­
ves de textos del autor relativos a analsis concretos de campos
especificos, c6mo se relacionan estos conceptos, a fin de rescatar
Ia dnamica de esas esructuras.
Consideremos primero lo que Bourdieu expresa respecto
al campo intelectual:

" .. .Ia historia de Ia vida ntelectual y aristica de occidente


permite ver de que manera el campo btelectual (y al mis­
mo tiempo lo intelectual opuesto, por ejemplo, a lo ilusra­
do) se ha integrado progresivamente en un ipo particular
de sociedades hist6ricas: a medida que los campos de Ia
acividad humana se diferenciaban, un orden propiamen­
te ntelectual, dominado por un tipo paricular de legii­
midad, se definfa por oposici6n al poder con6mico, al
poder politico y al poder religioso, es decir, a todas las ns­
tancias que podian pretender legislar en materia de cultu­
ra en nombre del poder o de una autoridad que no fuera
propiamente ntelectual. Dominada durante toda Ia Edad
Media, durante una parte del Renacimiento, y en Francia,
con Ia vida de Ia corte, durante toda Ia edad clasica, por
una instancia de legitimidad exterior, Ia vida intelctual se
organiz6 progresivamente en un campo ntelectual, a me­
dida que los creadores se lieraron con6mica y sociamen­
te, de Ia tutela de Ia aristocracia y de Ia iglesia y de sus
valores eicos y esteticos, y tambien a medida que apare­
cieron instancias especicas de selecci6n y de consagraci6n pro­
piamente ntelectuales (aun cuando, como los editores o
los directores de teatro, quedaban subordinadas a restric­
ciones econ6micas y sociales que, por su conducto, pesa­
ban sobre Ia vida intelecual) y colocadas en situaci6n de
competencia por Ia legitimidad cultural. ( . . . ) Asi, a medida que
se muliplican y se diferencian las nstancias de cosagra­
ci6n ntelctual y artstica, tales como las academias y los
salones ( . .. ) y tambien las instancias de consagraci6n Y di­
fusi6n culural, tales como las casas editoras, los teatros,
las asociaciones culturales y cienficas; a medida, asimis-

53
mo, que el publico se exiende y se diversfica, el campo
ntelcual se ntegra como sistema cada vez mas compljo
y mas ndependiente de las ifluencias extenas (en ade­
lne mediaizadas or Ia srucura del camo), como cam­
po de relacions dominadas por na l6gica espcfica, Ia
de Ia compeencia por Ia legiimidad cultural" (Bourdieu,
1966a: 13-138) .

De este modo, un campo espefico como puede ser el cam­


po literario, se va coformando en torno a un capital espefico
(capital simb6lico, de legitiidad cultural), y en la medida en
que alrededor de ese capital que esta en juego se va consituyen­
do un erado especfico. Ello supone la existencia y dferencia­
ci6n primera enre productoes del bien (escritores) y consumio­
es del bien en cuesti6n (publico) y la aparici6n progresiva de los
que pueden llamarse inermediarios: distribuidores del bien (ca­
sas editoras, por ejemplo) e nstncias de consagraci6n y de legi­
imaci6n especficas del campo (acadeias, salones, etc.).
Veamos ahora un texto relaivo a la constituci6n del campo
reliioso:

"En anto que es el resultado de Ia monopolizaci6n de Ia


gesti6n de los bienes de salvaci6n por un cuepo de especia­
listas religiosos, socialmente reconcidos como los detenta­
dores exclusives de Ia cometencia especifica que es nece­
saria para Ia producci6n o Ia reproducci6n de un cuepo
deliberadamente organizado de saberse secretos (luego raros),
Ia consituci6n de un campo religiose es correlativa a Ia
desposesi6n objetiva de aquellos que estan excluidos de
esto y que se encuentran asi, en tanto Jaicos (o profanos en
el doble sentido del termno26) desposeidos del capital reli­
giose (como trabajo simb6lico acumulado) y reconociendo Ia
legiimidad de esta desposesi6n por el solo hcho de que
Ia desconocen como tal" (Bourdieu, 1971a: 34-305).

6 Es decir, como inorantes de Ia religi6n y como extra\os a lo sagrado y al

cuerpo de gestores de lo sagrado.

4
Puede observarse aqui que n prncipio fundamental de la
constituci6n de un campo especificamente religioso reside en la
diferenciaci6n entre quienes loran monopolizar los bienes de
salvaci6n y quienes son desposeidos de la misma y comiezan a
actuar como consumidores de esos bienes7• Por otra parte, para­
lelamente a la desposesi6n objeiva del capital que esta en juego,
se produce un reconocimiento de esa desposesi6n, una legitima­
cion de la isma, en la medida en que se desconocen los meca­
nismos que la sustentan. (Recordemos aqui lo que he planteado
ya con respecto a la economia de los bienes simb6licos, y a los
prncipios que fundamentan el poder simb6lico y el ejercicio de
la violencia simb6lica) .
Pero tambien, la constiuci6n d e este campo especifico de-
pende del surgimiento de nstancias especificas: '

"El proceso que conduce a la consituci6n de instancias es­


pecicamente habilitadas en vistas a la producci6n, a la
reproducci6n o a la difusi6n de los bienes religiosos y la
evoluci6n (relativamente aut6noma en relaci6n a las con­
diciones con6micas) del sistema de estas instancias hacia
una esructura mas dferenciada y mas compleja, i.e. hacia
un campo religioso relaivamente aut6nomo, se acompa­
ia de un proceso de sistematizaci6n y de moralizaci6n de
las practicas y de las represenaciones religiosas ... " (Bour­
dieu, 1971a: 303).

Lo que se va planteando en relaci6n al campo literario y al


campo reliioso, vale tambien para el campo del deporte:

" . . . se costituye progresivamente un campo de los profe­


sionales de la producci6n e bienes y de servicios deportivos
(entre ellos, por ejemplo, los especaculos deportivos), en
el interior del cual se desarrolan los intereses especficos,
ligados a la competencia, de las relaciones de fuerza espe-

1 Esta oposici6n sa al principio de Ia oposici6n enre lo sagrado y lo pr fano



y correlativamente, entre Ia manipulaci6n legiima (religi6n) Y Ia mampula­
_
ci6n profana y profanadora (magia o bujeria) de lo sagrado. (Bourd1eu, 1971a).

55
cficas, etc. Me contentare con mencionar una coscuen­
cia enre oras de Ia consituci6n de este campo relativa­
mente aut6nomo, a saber el ensanchamiento connuo de
Ia escisi6n enre los rofesionales y los aicionados, que va a Ia
par con el desarrollo de un deporte-especaculo totalmen­
te separado del deporte ordnario ( ... ), Ia consituci6n pro­
gresiva de un campo relaivamente aut6nomo reservado a
los profesionales se acompaia de una despossi6n de los
profanos, poco a poco reducidos al rol de espctadores ( ). ...

Desde entonces, Ia evoluci6n de Ia practica profesional


depende cada vez mas de Ia l6gica inerna del campo de
los profesionales, siendo los no profesionales relegados al
rango de publico cada vez menos capaces de Ia compren­
si6n que da Ia pracica" (Bourdieu, 1987e: 181 -subrayado
mio-).

e produce asi una situaci6n de mercado en Ia cual se dis­


inguen oferentes y demandntes del mismo bien, y en Ia cual
comienza a diversificarse tnto Ia producci6n como el consumo
de dicho bien. Es decir, comienza a haber competencia entre los
agentes productores que entrn en concurrencia tratando de ga­
nar para si al publico cosumidor, a Ia vez que dicho publico se
diversfica tambien:

"Las relaciones de rasacci6n que se establecen sobre Ia


base de intereses dferentes enre los espcialisas y los Jai­
cos y las relaciones de concurencia que oponen a los dife­
rentes especialisas en el inerior del campo religioso cons­
ituyen el principio de Ia dnamica del campo reliioso y,
por ello, de las ransformaciones de Ia ideologia religiosa"
(Bourdieu, 1971a: 313).

"Las pracicas deportivas que pueden ser regisradas por


Ia nvestigaci6n sadisica pueden ser descrias como Ia
resultante de Ia relaci6n enre una oferta y una demanda
o, con mayor precisi6n, entre el espacio de los productos
ofrecidos en un momento dado y el espacio de las disposi­
ciones (asociadas a Ia posici6n ocupada en el espacio so­
cial y susceptibles de expresarse en oros cosumos en re­
laci6n con oro espacio de oferta)" (Bourdieu, 1987e: 1 76).

6
"Asi la distribuci6n diferencial de las pracicas deportivas
resulta de la puesta en relaci6n de dos espacios hom6lo­
gos, un espacio de practicas posibles, la oferta, y un espa­
cio de disposiciones a practicar, la demanda" (Bourdieu,
1987e: 178).

Es decir, se produce en cada mercado especifico una espe­


cie de concierto, una suerte de ajuste dialectico entre Ia oferta y Ia
demanda. En l Distinci6n, al seialar Ia correspondencia que exis­
te entre Ia producci6n de los bienes (oferta de bienes culurales)
y Ia producci6n de los gustos (demanda de bienes culturales),
Bourdieu afirma:

"En materia de bienes culurales -y sin duda en cualquier


otra- el ajuste enre la oferta y la demanda no es ni el sim­
ple efecto de la imposici6n que ejerceria la producci6n s­
bre el consumo, i el efeco de na busqueda consciente
por la que aquella iria por delante de las ncesidades de
los consuidores, sino el resultado del concierto objetivo de
dos l6gicas relativamente inependientes, la l6ica de los cam­
pos de producci6n y Ia del campo del consumo" (Bour­
dieu, 1979b: 227-228 -subrayado mi-).

Una 16gica semejante dona en el campo religioso:

"Esta relaci6n circular o, mjor dialectica (ya que el capital


de autoridad que las diferentes ns �cis pueden compro­
meter en Ia concurrencia que les pone es el producto de
las relaciones anteriores de concurrencia) esta en el princi­
pia de la armonia que se obseva enre los productos religio­
sos orecidos por el campo y las demandas de los laicos al mis­
mo iempo que de Ia homoloia enre las posiciones de los
productores en Ia sructura del campo y las posiciones en
la estructura de las relaciones de clase de los consumidores
de sus productos" (Bourdieu, 1971a: 319 -subrayado mio-).

E1 concierto objetivo enre la oferta y Ia demanda es lo que


hace que los gustos mas diferentes encuentren las condiciones
para su realzaci6n en el uiverso de los posibles que se l� s ofre­
cen desde el campo de Ia producci6n, ienras que los dtversos

57
agentes productores de bienes culturales (y de cualquier otro tipo
de bien) encuenren las condiciones de su constituci6n y de su
funcionamiento en los diferentes gustos que aseguran un merca­
do a sus diferentes productos.
Los intereses especficos ligados a su posici6n en el campo
de Ia producci6n, sumado a Ia l6gica de Ia competencia con los
otros productores, conduce a los diferentes agentes productores
de bienes a producr unos productos disntos que coinciden con
los diferentes intereses culturales que los diferentes consumido­
res deben a su condici6n y a su posici6n de clase:

"En resumen, Ia 16gica que hace que, como vulgarmente


se dice 'haya cosas para todos los gustos', que cada una de
las fracciones de Ia clase dominante tenga sus aristas y
sus fil6sofos, sus diarios y sus criicos, de Ia misma forma
que ienen su peluquero, su decorador o su sastre o que,
como decfa un pntor, 'todo el mndo vende', eniendo por
ello el que las pinuras de los mas diferentes estilos termi­
nan por encontrar comprador, no es producto de una bus­
queda intencionada sino el encuentro de dos sistemas de
diferencias" (Bourdieu, 1979b: 229).

e rata entonces de una relaci6n dialecica entre producto­


res y consuidores, entre bienes ofrecidos y gustos. El campo de
la producci6n iende a limitar de hecho el universo de las formas
objeivamente posibles en n momento dado del tiempo (en ese
sentido, la oferta ejerce efecto de imposici6n simb6lica), por lo
que, tambien, cualquier cambio en el sistema de bienes ocasiona
un cambio de los gustos. Pero a la inversa, cualquier cambio en
los gustos (resultante de un cambio de las condiciones de exis­
tencia y de las disposiciones asociadas) conduce a deternar
mas o menos directamente a ransformaci6n del campo de Ia
producci6n que favorece el exito, en las luchas que alii se desa­
rrollan, de aquellos productores mejor adaptados para producir
bienes que sean satisfactorios a los nuevos gustos8•

11En Ia base de Ia diimica de ambos campos (producci6n de bienes culurales


y consumo de bienes culturales) estan las esrategias de distinci6n, puestas en

58
En sintesis, lo que hace que la 16gica del campo de la pro­
ducci6n y la 16gica del campo del cosumo esten concertadas de
manera objetiva, es lo que Bourdieu llama el principio e la homo­
logia uncional y esucural. Dicho principia reside en:
1) Todos los campos especializados tienden a organizarse
seg.n la misma l6ica, la de la distribuci6n desigual del capital
que esta en juego, teniendo en cuenta principalmente dos aspec­
tos: volumen del capital especifico que se posee y antigiedad de
Ia posesi6n.
2) Las oposiciones que tienden a establecerse en cada caso
enre los mas ricos y los menos ricos en capital especfico (oposi­
ciones derivadas de intereses dferentes ligados a posiciones di­
ferentes y a relaciones de doinaci6n- dependencia) son:
a) hom6logas entre si,
b) hom6logas a las oposiciones que orgazan el campo de
las clases sociales (clases domnantes y clases doinadas),
c) hom6logas a las oposiciones que organzan el campo de
Ia clase donante (fracci6n dominante y fracci6n dominada)29•
El principia de la homologia funcional y estructural consi­
tuye una valiosa herramienta de analisis: al seialar la existencia
de rasgos estructuralmente equivalentes (homologia de posicio­
nes) en conjuntos diferentes (distintos campos sociales), tenien­
do en cuenta lo que hay de invariante en toda relaci6n de doi­
naci6n - dependencia, perite encontrar elementos expicaivos
de aq1ellas alianzas, mas o menos d� raderas, que pueden ins­
trumentarse sobre Ia base de esta homologia. Es decir, perite

marcha como instrumentos de diferenciaci6n entre las clases sociales y enre


las fracciones de clase . Por este motivo, "el poder distintivo de las posesiones
y de los consumos culturales, obra de arte, titulaci6n academica o cultura cine­
matografica, tiende a disminuir cuando aumena el numero absoluto de quie­
nes estan en condiciones de apropiarselos, los beneficios de disinci6n esta­
rian destinados a deteriorarse si el campo de producci6n de los bienes cultura­
les, regido por Ia dialectica de Ia pretesi6n y de Ia distinci6n, no ofreciera
coninuamente nuevos bienes o nuevas maneras de apropiarse de los mismos
bienes" (Bourdieu, 1979b: 227) .
B Existe, por ejemplo, una relaci6n de homologia funcional y esructur al enre

Ia posici6n de un escritor o de un asa en el campo de Ia producc16n . y Ia


posici6n de su publico en el campo de las clases y de las fracciones de clase.

59
dar cuena de Ia mplementaci6n de estrategias relativamente
orquesadas enre dominados de diferentes campos o entre d­
inantes en disintos espacios de juego0•
En sintesis, un aspecto fundamental de Ia dimica de los
campos -cuyo principio reside en Ia configuraci6n partiular de
su estructura, en las distancias y acercamientos de las diferentes
fuerzas que alli se enfrentan- se fundamena en Ia dialecica que
se establece enre productores y consumidores de los diferentes
ipos de bienes. Pero tambien, en lo que se refiere a Ia autonoia
relaiva de los mismos, ya que estamos hablando en terminos de
l6ia e erado, es importante la existencia de intermediarios,
algnos de los cuales act.an como instancias de consagraci6n y
legiimaci6n especficas del campo, y el surgiiento de la diver­
sificaci6n y de la competencia entre productores y consumid­
res.
Habiendo destacado algunos elementos relativos a la dina­
mica de los campos, reuerdo aquf lo que mencionaba mas arriba
respcto a las propiedades generales de los campos sociales: en
los diferentes campos se producen constantes definiciones y re­
deniciones de las relaciones de fuerza ( definiciones y redefini­
ciones de posiciones) entre los agentes y las instituciones com­
prometidos en los mismos.
Asimismo, es importante destacar que tambien se definen
y redefinen hist6ricamente los limites de cada campo y sus rela-

0 Por ejemplo: aliazas entre intelecuales (dominados en el campo del poder)


y obreros de Ia indusria (dominados en el espacio social global), que encuen­
tran sus condiciones de posibilidad en condiciones objetivas de homologfa de
posiciones (Bourdieu,194b).
Tambien hay una relaci6n de homologfa, que se raduce en una " alia enre
domnantes", entre Ia posici6n de Ia iglesia en el campo religioso y Ia posici6n
de las fracciones dominantes de las clases dominantes, relaci6n que implica
cierta conribuci6n a Ia consevaci6n del orden politico. Sin embargo, ello no
excluye tensiones y conflictos entre ambos poderes que, a pesar de Ia comple­
menariedad parcial de sus fnciones en Ia divisi6n del rabajo de domina­
ci6n, pueden entrar en concurrencia (Bourdieu, 1971a). Podrfa pensarse que
esas tensiones y esos coflictos derivan de Ia lucha por Ia imposici6n del prin­
cipia de dominaci6n legiimo, es decir por el contenido especifico del capial
(o Ia su-especie de capial) que se juega en el campo del poder.

0
ciones con los demas campos, lo que lleva implicito una redefini­
ci6n permanente de Ia autonoma relativa de cada uno de ellos.
AI tener en cuenta Ia dimensi6n hist6rica, puede analizar­
se en cada caso concreto el proceso a traves del cual un bien -que
es escaso- coienza a constituirse en un bien apreciado y sus­
cepible de acumulaci6n, en tono al cual se constituye un mer­
cado.
El surgimiento del ercado especico seiala el surgiiento
del campo especifico, con sus posiciones y sus relaciones enre
posiciones. Podria decirse entonces que a mayor desarrollo del
mercado propio, mayor autonomia del campo respecto a los de­
mas, o que Ia influencia de los oros campos (econ6mico, politi­
co, etc.) varia segin el grado de compljidad o de desarrollo del
campo como campo especifico, que posee leyes de ncionaiento
propias, que acuan mediatizando la incidencia de otros campos:

"Rcordar que el campo intelectual como sistema aut6n­


mo o que pretende la autonomia es el producto de un pro­
ceso hist6rico de autonomizaci6n y de dferenciaci6n in­
tema, es legiimar la autonomizaci6n metodol6ica que
permite la nvestigaci6n de la 16gica especfica de las rela­
ci ones que se establecen en el seno de este sstema y lo
integran como tal; equivale tambien a disipar las ilusiones
nacidas de la familiaridad, al poner al descubierto que,
como producto de una historia, este sistema no puede di­
sociarse de las condiciones hist6ricas y sociales de su inte­
graci6n .y condenar por ello toda entaiva de cosiderar
las proposiciones que se desprenden del estudio sincr6ni­
co de un stado del campo como verdades esenciales, rans­
hist6ricas y transculturales" (Bourdieu, 1966a: 14).

Lo que aqui se menciona en relaci6n al campo intelectual


vale tambien para los demas campos. En este sentido, podria
decirse que la autonoia relaiva de los diferentes campos es un
producto hist6rico, y por lo tanto, sus fronteras no pueden ser
determinadas a priori, sino aprehendidas a traves de la investiga­
ci6n empirica.
El problema de la autonom{a relativa ya ha sido mencionado
por autores marxistas, respecto a los elementos de la superes-

61
tructura. Asi Althusser afirma esta autonoia y la acci6n en re­
torno de las ideologias sobre lo econ6ico, especialmente en Ieo­
login y aparatos ieol6gicos el Estado (Althusser, 1974) . Tambien lo
hace Engels en cartas a Bloch31 y a cmid32• Pero el problema
reside en que se rata de una afirmaci6n, y no se consruyen los
instrumentos te6rico-metodol6gicos que hagan posible la com­
prensi6n y el anaisis de tal autonoia.
Hablar de autonoia relaiva supone pues, por un lado,
analizar las pracicas en el sistema de relaciones especificas en
que estan insertas, es decir, seg.n las leyes de juego propias de
cada campo, leyes que mediaizan la fluencia de los demas es­
pacios de juego.
Por otro lado, supone tambien la presencia de los demas
campos que coexisten en el espacio social global, cada uno de

31 "e.n Ia concepci6n materialista de Ia historia, el factor que en ultima ins­

tancia determina Ia historia es Ia producci6n y reproducci6n de Ia vida real


( ... ). a situaci6n con6mica es Ia base, pero los diversos factores de Ia superes­
tructura que sobre ella se levana -las formas politicas de Ia lucha de clases y
sus resultados ( ... ) las formas juridicas ( . . .) las ideas religiosas- ejercen tambien
su influencia sobre el curso de las luchas hist6ricas y deteminan, predomi­
nantemente en muchos casos, su forma. Es un juego mutuo de acciones y reac­
ciones entre todos estos factores ... " "Cara de Engels a Bloch", 21-22 de seiem­
bre de 180 (Marx y Engels, 1957: 772).
32 Aqui Engels senala implicitamente Ia autonomia relaiva de las instancias de

Ia superesuctura: " Donde Ia division del trabajo existe a escala social, las dis­
tinas ramas del trabajo se independizan unas de otras. a producci6n es, en
ultima instancia, lo decisivo. Pero en cuanto el comercio de los productos se
independiza de Ia producci6n propiamente dicha, obedece a su ro pia dimimica,
que aunque sometida en terminos generales a Ia dimimica de Ia producci6n, se
rige en sus aspectos pariculares y denro de esa dependencia general, por sus
propias leyes contenidas en la naturaleza misma de este nuevo factor. . . ( ... ). Con el
Derecho ocurre algo parcido, al plantearse Ia necesidad de una nueva division
del trabajo que crea los jurisas profesionales, se abre otro campo independien­
te mas que, pese a su vinculo general de dependencia de Ia producci6n y del
comercio, pose una cierta reactibilidad sobre estas esferas. ( . . . ) [Lo mismo se
plantea para el caso de Ia religi6n, Ia filosofia, etc.) ( ...) Para mi, Ia supremacia
final del desarrollo econ6mico, incluso sobre estos campos, es incuestionable,
pero se opera dentro de las condiciones impuestas por el campo concreto . . . "
" Carta de Engels a K. chmidt" , 27 de octubre de 1 80 (Marx y Engels, 1957:
774-777 -subrayado mio-).

62
ellos jerciendo su propia fuerza, en relaci6n a su peso especffi­
co33.
Sin embargo, aunque cada campo posee sus propias leyes
de funcionamiento, su propia 16gica y su propia jerarquia, la je­
rarquia que se establece -como he mencionado- entre las distin­
tas especies de capital y la preenencia del capital econ6mico,
hace que el campo econ6mico tienda a jugar un rol dominante en
el conjnto de los campos:

"En realidad, el espacio social es un espacio pluridimen­


sional, un conjunto abierto de campos relativamente aut6-
nomos, es decir, mas o menos fuerte y dirctamente su­
bordinados, en su funcionamiento y sus ransformaciones,
al campo de la producci6n con6mica: en el interior de cada
uno de los subespacios, los ocupantes de las posiciones
dominantes y los de las posicions dominadas se compro­
meten constantemene en luchas de dferentes formas (sin
constituirse ncesariamente por eso como grupos antag6-
icos)" (Bourdieu,194b: 31).

De todos modos, recordemos que la cuesi6n de los lites


del campo y de su autonoia relaiva esta siempre planteada en
el campo mismo y en su relaci6n con otros campos concretos, y,
en cosecuencia, no admite respuestas a piori. Solamente cons­
truyendo empiricamente y estudiando cada uno de estos univer­
sos, se puede establecer c6mo estn constituidos concretamente,
que forma parte de ellos y que no forma parte y cuales son los

33 No puedo detenerme aqui en los analisis concretos enre campos. Bourdieu


explicita en sus diversos rabajos sustenados en investigaciones empiricas,
por ejemplo, relaciones entre el campo intelectual y el campo del poder, rela-
. ciones que atribuyen a Ia fracci6n intelectual y aristica una posici6n estucu­
ralmente ambigua. Vease por ejemplo: Bourdieu, 1971b y 1987d. Tambien se
explicitan relaciones entre el campo religioso, campo del poder y estrucura
de las relaciones de clase (Bourdieu, 1971a); relaciones entre campo escolar y
campo social (Bourdieu, 1979b); relaciones entre campo cultural y campo de
las clases (Bourdieu y Passeron 1970); enre campo niversitario y campo del
poder en (Bourdieu, 1984a); entre campo escolar, campo de las clases y campo
del poder (Bourdieu, 1989b), etc.

63
Hites dentro de los cuales jercen su efecto (eecto e campo). Es
decir, es necesario analizar concretamente cada espacio de juego
�n el cual nin:n objeto, agente o instituci6n puede explicarse
por sus solas propiedades innsecas.
Por ello, tampoco puede esablecerse a pioi una causali­
dad nica respecto a cambios que puedan nroducirse en el inte­
rior de un campo deteinado. a causa puede estar en Ia l6gica
ntema del mismo (undamentalmente en Ia dialecica entre pro­
ductores y cosuidores) o puede deberse a Ia incidencia de fac­
tores extemos al campo especifico, ncidencia que sera mayor o
menor segin el peso especifico del campo en uesi6n, y en con­
secuencia, sen el grado de autonoia relaiva que posea en Ia
coexistencia con los demas campos.

4
Capiulo 3

LAS ESTRUTURAS SOCIALES INTERNALIZADAS


0 LO SOCIAL HECHO CUERPO

He analizado ya los diferentes conceptos que se refieren a


las esucturas sociales extemas. Pasare ahora a explicitar disin­
tos aspectos relaivos a las estrucuras sciales intemalizadas, as­
pectos que, como he mencionado mas arriba, consituyen otra
dimensi6n undamental del analisis sociol6ico.

1. El habius: principia de generaci6n y de percepci6n de las


practicas

a noci6n de abius no ha sido inventada poi Bourdieu4,


sino que pertenece desde hace iempo al lenguaje de la filosofia
clasica. Esta ligada a la forma del verbo lain abere y a la noci6n
griega de hexis que tienen igual significaci6n (portarse -bien o
mal-, estar en buena o mala condici6n) . Bourdieu ha retomado
ambos terminos, consevando el sentido fundamental de condi­
ci6n, anera de ser, estado del uerpo, disposici6n duradera, pero
integrando este concepto a una teoria original de las relaciones
entre las esructuras sujetivas y las estructuras ojetivas (Accar­
do y Corcuff, 1986).
En efecto, el concepto de habitus costiuye una suerte de
bisagra en la consucci6n te6rica de Bourdieu, en la medida en
9ue:

" . . . permite articular Io individual y Io social, las esructu­


ras inernas de Ia subjetividad y las sructuras sociales

wobre Ia g�nesis de los conceptos de campo y habius, en Ia que aqui no me


detengo, ver espcialmente Bourdieu, 1989a, Ca p itulo III.

65
extemas, y comprender que tanto estas como aquellas, le­
y de excluirse reciproca­
jos de ser extraias por naturaleza
mente, son, al contrario, dos estados de Ia misma realidad,
de Ia misma historia colciva que se deposita y se inscribe
a Ia vez e indisociablemente en los cuerpos y en las cosas"
(Accardo y Corcuff, 1986: 55).

Este concepto ha sufrido modificaciones en los diferentes


rabajos del autor, pasando de las formulaciones mas deteri­
nisas de A Reproducci6n, centrada especialmente en el amilisis
de Ia reproducci6n de las esucturas sociales, a las consruccio­
nes posteriores mas abieras, que toman en cuenta especialmente
el problema de Ia invenci6n (Paradeise 1981).
Agreguemos aqui oro elemento fundamental en Ia evolu­
ci6n de esta noci6n: especialmente en trabajos del autor de Ia
decada de 1990 (Bourdieu y Wacquant, 1992 y Bourdieu et al.,
1993), se plantea explicitamente Ia posibilidad de modificar al
habitus -y con ello, de modificar las practicas-, mediante un pro­
ceso de autoscioaaisis -ndividual o asisido-. Volvere luego
sobre este aspecto, cuando analice Ia relaci6n entre este concepto
y la nci6n de practica social en ternos de estrategia.
En A Reproducci6n, el habitus es:

" ... principio de Ia producci6n de las diferencias escolares


y sociales mas duraderas (... ) principio generador y unifi­
cador de las conducas y de las opiniones de las que es
asmismo el principio expicaivo, por que tiende a repr­
ducir en cada momento de una biografia escolar o intelec­
tual el sistema de las condiciones o"jetivas de las que es
producto" (Bourdieu y Passeron, 1970 : 218).

Aqui, Ia acci6n pedag6ica (en tanto violencia simb6lica),


y mas precisamente el trabajo pedag6gico, es concebido como
trabajo de inculcaci6n, que tiene una duraci6n suficiente como
para producir un habitus capaz de perpetuarse:

"... [el habitus es] producto de Ia interiorizaci6n de los prn­


cipis de una arbirariedad culural capaz e etuae una
vez terminada Ia acci6n pedag6gica y, de este modo, er-
los principios de a arbirariedad in­
peuar en las pricticas
teriorizada" (Bourdieu y Passeron, 1970: 72 -subrayado
mio-).

Mas adelnte se arega:

" ... el rabajo pedag6ico iende a reproducr las condicio­


nes sociales de producci6n de esa arbirariedad cultural, o
sea, las esructuras objeivas de las que s producto, por
mediaci6n del habitus como principia generador de pricticas
reproductoras de las es tucturas objetivas " (Bourdieu y Passe­
ron, 1970: 73 -subrayado mi-).

lncluso, ademas de la pepeuaci6n y reproducci6n de las con­


diciones objetivas, se setala tambien la ireversibilidad del pro­
ceso de formaci6n de habitus:

" . . . en tanto que el trabajo pedag6gico es un proceso irre­


versible que produce en el iempo ncesario para Ia incul­
caci6n una disposici6n irversible, o sea una dsposici6n que
s6lo puede ser reprimida o transformada por un proceso
irreversible que produce a su vez una nueva disposici6n
rreversible" (Bourdieu y Passeron, 1970: 83 -subrayado
mio-).

En trabajos posteriores, especiamente en e ens pratique


(Bourdieu, 1980b), el autor se propane rescatar la dimensi6n ac­
iva, inventiva, de la pracica y las capacidades generadoras del
habitus, rescatando de ese modo la capacidad de invenci6n y de
improvisaci6n del agente social. Aqui Bourdieu define a los ha­
bitus como:

" . . . sistemas de dsposiciones duraderas y transferibles, es­


tucturas estructuradas predispuestas a funcionar como es­
ructuras esructurantes, es dcir como prncipios genera­
dares y organizadores de practicas y de representaciones
que pueden estar objeivamente adaptadas a su fin sn su­
poner la busqueda consciente de fines ni el dominio ex­
preso de las operaciones ncesarias para alcanzarlos, obje­
ivamente 'regladas' y 'regulares' sin ser en nada el pro-

67
ducto de Ia obediencia a reglas y, siendo todo esto, colecti­
vamente orquesadas sin ser el producto de Ia acci6n orga­
nizadora de un director de orquesa" (Bourdieu, 1980b: 92).

En otros terminos, podria decrse que se rata de aquellas


disposiciones a actuar, percibir, valorar, senir y pensar de una
ciera manera mas que de ora, dispos_iciones que han sido inte­
riorzadas por el individuo en el curso de su historia. El habitus
es, pues, la historia hecha cuepo.
Producto de Ia historia, es lo social incorporado estuctura
esmcturaa-, que se ha encnado de manera duradera en el cuer­
po, como una segunda naturaleza, naturaleza socialmente cons­
ituida. El habitus no es propiamente "un estado del alma", es un
"estado del cuerpo", es un estado especial que adoptan las con­
diciones ojetivas incorporadas y convertidas asi en disposicio­
nes duraderas, maneras duraderas de mantenerse y de moverse
(los brazos y las pienas estan llenos de imperaivos adormeci­
dos), de hablar, de caminar, de pensar y de sentir que se presen­
tan con todas las apariencias de la naturaleza (Bourdieu, 1980b) .

Por otro lado, al ser inculcados denro de las posibilidades


y las mposibilidades, las libertades y las necesidades, las facili­
dades y las prohibiciones inscritas en las condiciones ojeivas,
estas disposiciones duraderas (en terinos de lo pensable y lo no
penable, de lo que es para nosotros o no lo es, lo posible y lo no posi­
ble) son ojeivamente compaibles con esas condiciones, y de
alguna manera preadaptadas a sus exigencias.
Como in eriorizaci6n e la exterioriad, el habitus hace posi­
ble la producci6n libre de todos los pensaientos, acciones, per­
cepciones, expresiones, que estan inscritas en los lmites he­
rentes a las condiciones particulares -hist6rica y socialmente si­
tuadas- de su producci6n:

" . . .Ia libertad condicionada y condicional que asegura esa tan


aljada de una imprevsible novedad como de una simple
reproducci6n mecica de los condicionamientos nicia­
les" (Bourdieu, 1980b: 96-subrayado mio-) .

" . . . siendo el producto de una clase determnada de regu­


laridades ojetivas, el abitus tiende a engendrar todas las

8
conductas 'razonables', de 'senido comun', que son posi­
bles en los limites de eas reularidades ( ) y iende al
...

mismo tiempo a excluir 'sin violencia, sin arte, sin argu­


mento', todas las 'locuras' ('esto no es para nosotros'), es
decir todas las condu�tas condenadas a ser negaivamente
sancionadas por incompatibles con las condiciones objei­
vas" (Bourdieu, 1980b: 97).

En consecuencia, el habitus es, por n lado, ojetivaci6n o


resultado de condiciones objetivas y, por oro, es capital, princi­
pio a partir del cual el agente define su acci6n en las nuevas si­
tuaciones que se le presentan, segn las represenaciones que iene
de las ismas. En este senido, puede dcirse que el habius es, a
Ia vez, posibilidad de invenci6n y necesidad, recurso y liita­
ci6n.
Es decir, en tanto estuctura estucturante el habitus se cons­
tituye en un esquema generador y organizador, tanto de las pnic­
ticas sociales como de las percepciones y apreciaciones de las
propias pnicticas y de las pnicicas de los demas agentes. Sin
embargo, esas pracicas sciales no se deducen directamente de
las condiciones objetivas presentes, i solamente de las condicio­
nes objetivas pasadas que han producido el habitus, sino de Ia
puesta en relaci6n de las condiciones sociales en las cuales se ha
consituido el habius que las ha engendrado y de las condicio­
nes sociales de su puesta en marcha:

"Historia ncorporada, hcha nauraleza, y de ese modo


olvidada como al, el habitus es Ia presencia aciva de todo
el pasado del cual es el producto: por lo tanto, es el que
cofiere a las practicas su independencia relativa en relaci6n
a las determnaciones exteriores del presente inmediato"
(Bourdieu, 1980b: 98).

AI rescatar las esructuras sociales intemas y al cosiderar


al habius como principio de estructuraci6n de practicas (ade- .
mas de Ia posici6n que se ocupa en los diferentes campos) y con
ello Ia rayectoria del agente social, esta perspectiva te6rica su­
pone analisis dferentes de aquellos que se sustentan mas bien
en Ia libre niciativa de n actor social cuyas estrateias estarian

69
someidas esencialmente a las coerciones de las esrucuras ex­
tenas. En relaci6n con ello, ya he hecho algnos comentarios
sobre, por ejemplo, rabajos de Boudon, Crozier y Coffman:

"Espontaneidad sin conciencia ni voluntad, el habitus se


opone tanto a Ia necesidad mcanica como a Ia libertad
relexiva, a las cosas sin historia de las teorias mecanicis­
tas como a los sujetos 'sin nercia' de las teorias racionalis­
tas" (Bourdieu, 1980b: 98).

Hablar de habitus entonces, es tambien recordar la histori­


cidad del agente, es plantear que lo individual, lo sujetivo, lo
personal, es soal, es producto de la misma historia colectiva que
se deposita en los cuerpos y en las cosas.
Finalmente, quiero destacar aqui ora caracteristica del ha­
bitus que retomare mas adelante: se rata de una unidad orina­
riamente sintetica, que nciona de manera sistematica y que se
transfiere a los distintos dominios de la pracica. Hablar de habi­
tus lingiistico por ejemplo, supone hablar de una dimensi6n del
habitus como sistema de esquemas generadores de practicas y
de percepciones de pracicas. Pero se rata de una dimensi6n mas,
que esta en relaci6n con otras dimensiones relaivas a otras prac­
ticas; no implica autonomizar Ia producci6n de palabras respec­
to a Ia producci6n de cosas esteicas, o de gestos, o de toda otra
practica posible35•

5 Pueden stablecerse analiicamente, por ejemplo, relaciones entre habitus


ligados a Ia producci6n del lenguaje y habius ligados a Ia disposici6n del
espacio domestico. A raves del analisis del discurso de una obrera semianal­
fabea, y presentando fotografias del interior de una casa obrera, Delsaut mues­
trL la correspondencia que existe enre el modo de apropiaci6n del espacio
habitado y Ia organizaci6n del discurso popular. Asi, Ia " indiferenciaci6n de
las funcions" y el "caracter susituible de los usuarios", Ia busqueda de " lo
practico" y el rechazo de " las maneras" o de " los principios" (" un Iugar para
cada cosa", "cada cosa a su tiempo", etc.) en el uso del espacio, asi como Ia
ndiferenciaci6n de las funciones gramaicales, las informaciones previas guar­
dadas por el interlocutor o proporcionadas por Ia mimica y los gestos, los pre­
supuestos iscritos en Ia situaci6n, etc. caracteristicos del uso del lenguaje, se
inscrien en lo que el au tor llama "busqueda de Ia economia de esfuerzo" .
(Delsaut, 1975).

70
2. Habitus y practica: el sentido practico y Ia practica como
estrategia

He dicho que las practicas y las representaciones genera­


das por el habitus, pueen estar objetivamente aaptaas a su in sin
suponer la bUsquea conscene e los ines y que pueen er objetiva­
mente eglaas y regulares sin er el producto e la obedenda a reglas.
En efecto, elias son el producto de n en tido practico, es
decir, de una aptitud para moverse, para actuar y para orientarse
seg.n la posici6n ocupada en el espacio social, segn la l6gica
del campo y de la situaci6n en la cual se esta comprometido.
El sen tido practico implica el encuentro "casi milagroso"
entre un habitus y un campo social, es decir, entre la historia ob­
jetivada y la historia incorporada. Y por ello, tiene a la vez, un
en tido objetivo y n entido subjetivo: es producto de las estructu­
ras objetivas del juego (de las relaciones objetivas que implican
los campos y de las posibiidades y litaciones ali inscritas) y
de las experiencias de los a gentes en ese juego (de lo que ellos
sienten, de lo que piensan y de la sigificaci6n que le otorgan al
juego). Recordemos aqui lo que mencionaba mas arriba: para dar
cuenta de las practicas sociales, es necesario superar la falsa di­
cotomia planteada por el ojeivismo y el sujetivismo, rescatar
simultneamente los logros de ambas perspectivas, y tomarlas
como dos momentos· del analisis sociol6gico.
El entido practico (el senido del juego social) iene una 16-
ica propia, que es necesario aprehender para poder explicar y
comprender las practicas. La l6gica de la practica es una l6gica
parad6jica: l6gica en si, sn reflexi6n consciente ni control l6gico.
Es irreversible, esta ligada al tiempo del juego, a sus urgencias, a
su ritmo; esta asociada a funciones pracicas y no tiene ntereses
formales: quien esta merso en el juego se ajusta a lo que pre-ve,
·a lo que anticipa, toma decisiones en funci6n de las probabilida­
des objetivas que aprecia global e instantaneamente, y lo hace en
la urgencia e la prictica, "en n abrir y cerrar de ojos, en el calor
de la acci6n" (Bourdieu, 1980b) 6•

6a l6gica te6ica en cambio, es intemporal (para el investigador, el tiempo se

71
Y como es resulado de un proceso de incorporaci6n en la
pracica y por la pracica, el sentido pracico no puede ncionar
fuera de toda situaci6n, en la medida en que implsa a actuar en
relaci6n a n espacio ojeivamente consiuido como esrucura
de exigencias, como las "cosas a hacer'', ante a situaci6n deter­
minada37.
Es lo que los deportistas llaman el senido del juego:
11
como domnio pracico de Ia l6gica o de Ia ncesidad
• • •

nmanene de un juego que se adquiere por Ia exeriencia


del juego y que funciona mas aci de Ia conciencia y del
discurso" (Bourdieu, 1987f: 68-69)8•

El habius como senido del juego, es juego social incorp­


rado, vuelto natraleza:
11
perite producir Ia idad de los actos de juego que
•••

esan inscritos en el juego en estado de posibiidades y de


exigencias objeivas; las coerciones y las exigencias del jue­
go, por mas que no san encerradas en n c6digo de re-

desruye -puede sincronizar, puede totalizar-) y el analisa si en condiciones


de neuraliar las funciones prAcicas de Ia prAcica (hace dsaparecer las ur­
gencias, las amenaas ... ) por que se sima uera del juego que analiza. En resu­
men, el cienfico iene una relaci6n te6rica con Ia prAcica, que es complea­
mente disinta a Ia relaci6n prAcica con Ia prAcica, que es Ia que ienen los
agentes que esin compromeidos en Ia siuaCi6n que e invesiga.
37 Ello "condena a Ia irrealidad todas las encuesas por cuesionario que regs­

tran como productos autlmticos del habitus las respuestas susciadas por los
estimulos absractos de Ia situaci6n de encuesa, artefactos de laboratorio que
son a las reacciones en siuaci6n real lo que los itos 'folklorizados', realiados
en honor de los turistas (o de los en6logos), son a los ritos impuestos por los
imperaivos de una tradici6n viva o Ia urgencia de a situaci6n dramAtica" .
(Bourdieu, 1980b: 153n).
8 Enconramos nuevamente aqui implicita Ia disinci6n enre " modo de cono­

cimiento te6rico" (svant) y " modo de concimiento prActico", y, en relaci6n


con ello, las distancias que Bourdieu toma con respcto al individualismo me­
todol6gico y a Ia eoria de Ia acci6n racional: esas perspcivas analiicas, al
reconocer s6lo respuestas racionales del agente que prduce Ia prAcica -rs­
puestas elaboradas luego de realiar una ecuaci6n en eminos de costos-e­
neficios-, susituyen el senido prAcico implicado en Ia acci6n, por Ia lectura
del invesigador que Ia analia.

72
glas, se imponen a aqueHos -y a aquellos solamente- que,
porque ienen el senido del juego, es dcir el senido de Ia
ncsidad nmanente del juego, esn preparados para per­
cibirlas y cumplrlas" (Bourdieu, 1987f: 71).

Es decir, que esa libertad de invenci6n y de improvisaci6n,


que posibilita producir la infidad de jugadas hechas posibles
por el juego, iene los mismos lites que el juego39•
AI hablar de juego, Bourdieu se refiere a una actividad re­
gulada, que obedece a cieras regularidades sin ser necesariamen­
te el producto de la obediencia a reglas. Para comprenderlo, dis­
ngue diferentes s�gnificados del termino regia. Uno de ellos se
refiere a n principio e tipo juidico mas o menos conscientemen­
te producido y doinado por los agentes, como las distintas nor­
mas que regulan los comportamientos �ociales, que constituyen
el punto de partida de ciertas perspectivas de analisis. Otro sig­
nificado en cambio, alude a regulariaes obje tivas que se impo­
nen a todos aquellos que entran en un juego:

" . ..el juego socil es reglado, es el lugar de reularidades. Ls


cosas pasan en el de manera regular" (Bourdieu, 1 987f: 72) .

Dentro del contexto de este seundo siificado es que hay


que entender la nci6n de pracica en terminos de estrategia, como
desarrollo acivo de lneas objetivamente orientadas, que obede­
cen a regularidades y forman cofiuraciones coherentes y so­
cialmente inteligibles:

"La noci6n de esrategia es el insrumento de una rupura


con el punto de vista objeivista y con Ia acci6n sn agente
que supone el estucturalismo (al recurrir por ejemplo a la
noci6n de inconsciente). Pero se puede rehusar ver en la
estrategia el producto de un programa inconsciente sin
hacer de el el producto de un calculo consciente y racional.
Ella es el producto del senido pkico como sentido del
juego, de un juego social particular, hist6ricamente defni-

39Claro que, " el sentido del juego no es falible, esa desigualmente repari­
do, en una sociedad como en un equipo" Bourdieu, 1987f. : 70).

73
do. ( . . . ) El buen jugador, que es en cierto modo el juego
hecho hombre, hace en cada instante lo que hay que hacer,
lo que demanda y exige el juego. Esto supone una nven­
ci6n permanente, indispensable para adaptarse a situacio­
nes indefinidamente variadas, nunca perfectamente iden­
icas. Lo que no asegura Ia obediencia mcanica a Ia regia
explicita, codificada (cuando existe). Describi por jemplo
las estrategias de doble juego consistentes en ponerse en
regia, en poner el derecho de su parte, en actuar conforme
a interess mienras se aparenta oedcer a Ia regia" (Bour­
dieu, 1987f: 70).

Vemos entonces c6mo toda pracica, y aun el respeto a la


norma explicita dee ser entendida en terminos de estrategia en
defesa de los intereses ligados a la posici6n que se cupa en el
campo de juego especifico, todo ello sin recurso a la reflexi6n
cosciente, es decir, sin ser el agente social necesariamente cons­
ciente de este mecanismo0•
Asi es anque en algnn momento las practicas puedan apa­
recer como la realizaci6n de fnes explicitos, sobre todo porque
periten hacer frente a situaciones mprevistas. Es decir, si las
esrategias parecen orientadas por la anticipaci6n de sus propias
consecuencias, es en realidad porque, al tender siempre a repro­
ducir las estrucuras objetivas de las cuales son el producto, es­
tan determinadas por las condiciones pasadas de la producci6n
de su principio de producci6n. Pero este proceso se da s6lo en la
medida en que las estrucuras donde se ponen en archa las prac­
icas sean identicas u hom6logas a las estrucuras ojeivas de las
cuales son el producto.
La presencia del pasado en esta especie de falsa anicipa­
ci6n del porvenir que opera el habitus puede verse, parad6jica-

0 El considerar a las nonas como principio fundamental de estructuraci6n de


practicas sciales o, mas aun, creer que dichas practicas pueden explicarse
totalmente expliciando las normas y modelos de la sociedad en la que se in­
sertan, lleva a lo que Bourdieu denomina el juridismo. Asi se pierde la capaci­
dad de analizar una dimensi6n estrategica (empleo de los margenes de tiber­
tad, sin salrse del marco de las nonnas). Desde esta perspectiva te6rica, aun Ia
conformidad con la norma pasa a analizarse como una esrategia, del mismo
modo que tomar disancia frente a Ia norma puede ser una estrategia. �

74
mente, cuando el senido del porvenir probable se encuentra des­
menido y las disposiciones aparecen como "mal ajustadas" a las
opciones ojetivas -el " efecto Don Quijote" -. Es decir, en el caso
en que los habitus funcionan como "a conraiempo" y las praci­
cas no son adecuadas a las condiciones presentes porque estan
objetivamente ajustadas a las condiciones pasadas.
En resumen, el ajuste anicipado del habitus a las condicio­
nes objetivas constiuye un caso particular e lo posible (sin duda el
mas frecuente) de las relaciones entre las disposiciones y las con­
diciones, qe se da s6lo en el caso en que las condiciones de pro­
ducci6n del habitus y las condiciones de su funcionamiento sean
hom6logas.
Por otro lado, el habitus constituye un sistema de disposi­
ciones duraderas, pero no inmutables. El encontrarse enfrentado
a situaciones nuevas, en el contexto de condiciones ojeivas di­
ferentes a aquellas que costiuyeron la instancia de formaci6n
de los habitus, presentan al agente social instancias que posibili­
tan la reformulaci6n de sus disposiciones. Aunque, es necesario
aclararlo, la mayor parte de los agentes sociales se encuenran
estadisticamente expuestos a encontrar circunstancias semejan­
tes u hom6logas a aquelas en las cuales se formaron sus disposi­
ciones, y por ello, a vivir experiencias que ienden a reforzar esas
disposiciones.
Otra manera posible de introducir cambios en los habitus
es pensable a traves de un proceso de autosocioanalisis, median­
te el cual el agente social pueda explicitar sus posibilidades y
liitaciones, sus ibertades y necesidades contenidas en su siste­
ma de disposiciones y con ello, tomar distancias respecto a esas
disposiciones (Bourdieu y Wacquant, 1992) .
Es decir, mediante un nalisis reflexivo de uno de los con­
dicionantes ojeivos de las propias practicas, el agente social pue­
de periirse trabajar para modificar sus percepciones y repre­
sentaciones de los condicionantes extemos de sus practicas, y de
elias mismas, y por lo tnto elaborar esrategias diferentes de ac­
ci6n41.

41Es te prceso de autosocioan!lisis propuesto por Bourdieu se acerca �n bue­


na medida al concepto de " conrol relexive de la acci6n" en Anhony Gtddes,

75
Es importante aclarar, sin embargo, que es necesario tener
en cuenta que ese proceso de autosocioamllisis se realiza en el
contexto de ciertas condiciones objetivas, a partir del mismo sis­
tema de disposiciones -con sus limitaciones y posibilidades- que
se pretende modificar, y a costa de un arduo y met6dico rabajo:

"Pero este rabajo de gesi6n de sus propias disposiciones


no es posible sino al precio de un rabajo costante y met6-
dico de explicitaci6n. A falta de un analisis de sas deter­
minaciones sutiles que operan a traves de las disposicio­
nes, uno se vuelve c6mpice de Ia acci6n nconsciente de
las disposiciones, Ia cual es, ella misma, c6mplice del de­
termnismo" (Bourdieu y Wacquant, 192: 94).

Como lo he mencionado mas arriba, Ia explicitaci6n de este


proceso de autosocioanaisis marca, de aluna manera, ora eta­
pa en Ia evoluci6n del concepto de habius, e inroduce naliica­
mente la posibilidad de la expliciaci6n y de cierto conrol re­
flexivo del agente sobre su propia acci6n.
hora bien, este proceso "individual", puede estar asisti­
do por el nvestigador, quien, en situaci6n de entrevista -bajo
ciertas condiciones, que aseguren na comunicaci6n no-violen­
ta-, puede abrir alternativas y contribuir a crear condiciones de
posibidad para que los agentes encuestados construyan sus pro­
pios puntos de vista sobre ellos mismos y sobre el mundo social,
y hagan mafiesta su posici6n en el mismo. Es decr, que los
agentes puedan explicitar el pun to a partir del cual elos se ven a
si ismos y ven el mundo, y de este modo, hacer comprensibles
sus practicas y sus percepciones sobre ese mundo:

"Es indudable que puede hablarse entonces de au toanalisis


rovocado y acompanado: en mas de un caso, hemos tenido
el senmiento de que Ia persona interrogada aprovechaba
Ia ocasi6n que le estaba dada para interrogarse sobre sf
misma y sobre Ia licitaci6n o Ia solicitaci6n que le asegura-

II II
mientras que el obrar esponAneoll del habitus, se relaciona con el de con­
ciencia practica" . Ver los trabajos citados del au tor.

76
ban nuestras preguntas y nuesras sugerencias (siempre
abiertas y muliples y frecuentemente reducidas a a es­
pera silenciosa) para operar un rabajo de expliciaci6n,
gratficante y doloroso a Ia vez, y para enunciar, a veces
con una extraordinaria in tensidad expresiva, experiencias y
reflexiones Iargamente reservadas o reprimidas" (Bour­
dieu, 193a: 536).

De alguna manera, tambien se postula que el mismo proce­


so debe ser vivido por el nvestigador. Recordemos lo que he
planteado ma-arriba respecto a Ia necesidad de "ojetivar al su­
jeto ojetivante"; es decir, de analizar los condicionamientos so­
dales que afectan al proceso de investigaci6n, tomando como
punto especial de Ia mirada al propio investigador y sus relacio­
nes (las que mantiene con Ia realidad que pretende explicar y
con los agentes cuyas practicas investiga, y las que derivan de su
posici6n relaiva en el espacio de juego cientfico) . e rataria en­
tonces, de explicitar y analizar Ia posici6n a parr de Ia cual se
toman decisiones te6ricas y practicas, a partir de la cual se tiene
una irada sobre el mundo social y se "prefiere" una manera de
explicar los problemas. e impone tambien analzar la historia
de esas practicas y representaciones y su relaci6n con la trayecto­
ria de la posici6n ... En fin, se trata de poner en marcha un proce­
so de autosocioanalisis2 •• •

Volviendo a la relaci6n habitus-estrategia, subrayemos que


el habitus es el instrumento de an.Iisis que permite dar cuenta
de las practicas en terinos de estrategias, dar azones de las is­
mas, sin hablar propiamente de practicas racionales. Dentro de este
contexto, los agentes sociales son razonables, no cometen "locu­
ras" (" esto no es para nosotros"), y sus esrategias, como he men­
cionado, obedecen a reularidades y forman configuraciones co­
_ herentes y socialmente inteligibles, es decir, socialmente explica-

2 Una explicitaci6n mayor acerca de los condicionamientos sociales del pro­


ductor de conocimiento social, sus apusas y sus desafios puede verse en
Guierez, 199y en el conjunto de articulos de Bourdieu, p� blicados en 1 999
(acerca de los espacios de juego, las apuess y el rol de los mtelectuales), que
he ciado en otras oporunidades.

7
bles, por Ia posici6n que ocupan en el campo que es ojeto de
amllisis y por los habitus incorporados.
Considerando al habius como subjetividad socializada, el
autor toma distancias de Herbert Simon y de su concepto de "ra­
cionalidad litada"3:

"La racionalidad es litada no solamente porque Ia


nformaci6n disponible es itada, y porque el espi­
ritu humano es genericamente limitado, y no iene
los medias para pensar completamente todas las si­
tuaciones, sobre todo en Ia urgencia de Ia acci6n, sino
tambien porque el espiritu humano esta socialmente
liado, scia.ente esructurado, porque esta siem­
pre encerrado, qierase o no -salvo tomando concien­
cia de ell- 'en los lites de su cerebra', como decia
Max, es decir en los iites del sistea de categorias
que debe a su formaci6n" (Bourdieu y Wacqunt,
1992: 8).

Ahora bien, recordando lo que he planteado en relaci6n


con el senido practico, el autosocioanalisis y Ia pracica como
esrateia, es importante subrayar que Ia teoria del habitus no
eliina del todo Ia elecci6n esrategica racional y Ia deliberaci6n
como modalidad posible de acci6n. Ello siifica que las orienta­
ciones sugeridas por las disposiciones pueden estar acompaia­
das de calculos estrategicos en terminos de costos-beneficios, me­
canismos que ienden a llevar a un nivel consciente las operacio­
nes que el habitus cumple seg.n su propia l6gica -Ia del senido
practic- (Bourdieu y Wacquant, 1992).

3 Ver espcialmente Simon y March, 1980. No puedo detenerme aqui en las


distinas consrucciones realizadas sobre el concepto de " racionalidad" y sus
implicaciones en el amilisis sociol6gico. Una referenda a ello, dentro del con­
texto de una propuesa metodol6gica, puede enconrarse en Cosa, 190.

78
3. Sistematicidad de los habitus y de las practicas. Los habitus
de clase

Retomando lo que decia mas arriba respecto a Ia sistemati­


cid�d de los habitus, seialo ahora que las practicas que ellos pro­
ducen son tambien sistematicas y mutuamente comprensibles.
Mas a1n, todas las pracicas (y todas las obras) de n smo agen­
te estn armonzadas entre sf y objeivamente orquestaas con las
de todos los miembros de Ia misma clase.
En efecp, el habitus genera coninuamente transposicio­
nes sistemaicas impuestas por las condiciones particulares de
su puesta en marcha, lo que hace que todas las practicas (de un
agente y de los agentes de Ia isma clase) sean producto de las
trasferencias de un campo a otro de los ismos esquemas de
acci6n, y como tales, que sean regulares y sistematicas.
hora bien, las practicas que engendran los habitus son
mutuamente comprensibles y "ajustadas" a las condiciones obje­
ivas, y tambien objeivamente concertadas y dotadas de un sen­
tido objeivo unitario y sistematico, s6lo en Ia medida en que los
habitus consituyen Ia incorporaci6n de Ia isma historia, y mas
exactamente, de Ia misma historia objetivada en las cosas y en
los cuerpos:

" La homogeneizaci6n objeiva de los abitus de grupo o de


clase que resulta de la homogeneidad de las condiciones
de existencia es lo que hace que las pracicas puedan estar
objeivamente acordadas fuera de todo calculo estrategico
y de toda referenda consciente a una norma y muuamente
ajustadas en ausencia de toda interacci6n directa y, a forti­
i, de toda concertaci6n explicita" (Bourdieu, 1980b: 101).

- En este contexto, hablar de habitus de clase implica hablar


de n sistema de disposiciones comun a todos los individuos bio­
l6gicos que son producto de las mismas condiciones objetivas.
Esto no quiere decir que se considere que todos los miembros de
la isma clase tengan as mismas experiencias de vida y en el
mismo orden. e rata mas bien de suponer que todos los iem­
bros de la misma clase tienen mayores probabilidades de verse

79
enfrentados a las mismas situaciones y a los mismos condiciona­
mientos entre si, que en relaci6n a los miembros de otra clase:

es una relaci6n de homoloia, s decir de diversidad en


1 • • •

Ia homogeneidad que refleja Ia diversidad en Ia homoge­


neidad caracterisica de sus condiciones sociales de pro­
ducci6n, Ia que une los habitus singulares de los diferen­
tes miembros de una misma clase: cada sistema de disposi­
ciones individual es una variante estructural de los oros, donde
se expresa Ia sngularidad de Ia posici6n en el interior de
Ia clase y de Ia trayctoria" (Bourdieu, 1980b: 101).

De este modo, hablar de abitus e clase supone el reconoci­


miento de semejanzas entre los sistemas de disposiciones de los
individuos que comparten similares condiciones ojeivas de vida
condiciones de clase-. Pero, al hablar de abitus individual, se pone
de relieve que esos sistemas de disposiciones no son necesaria­
mente iguales, sino que cada uno de ellos se diferencia de los
otros por Ia singularidad de Ia rayectoria social, a Ia cual estan
asociadas series de deterinaciones cronol6icamente ordena­
das, que no se identifican con las de las oras rayectorias.
Mas aun, Ia estructuraci6n de las experiencias nuevas, rea­
lizada en funci6n de las experiencias anteriores, constituye una
in tegraci6n unica, domnada fundamentalmente por las primeras
experiencias. Aunque estas experiencias son estadisticamente
comunes a los miembros de una misma clase.
Las primeras experiencias tienen un peso fundamental, en
Ia medida en que a traves de ellas el habitus iende a aseurar su
propia constancia y su 11 defensa conra el cambio", proceso que
se realiza por medio de Ia propiedad mas parad6jica del habius:
principio no elegido e toas las elecciones. En relaci6n con ello, re­
cordemos lo que ya he mencionado respecto a los lites que
presenta Ia posibidad de introducir modificaciones en los siste­
mas de disposiciones.
En efecto, como esquema de percepci6n y de apreciaci6n
de practicas, a traves de Ia selecci6n que opera entre las forma­
ciones nuevas, el habius iende a rechazar aquellas informacio­
nes suscepibles de cuestionar Ia nformaci6n acumulada y, so-

80
bre todo, tiende a desfavorecer la exposici6n a tales informacio­
nes -aunque no se elimina la posibilidad de lograrlo mediante
autosocioamilisis-.
Asi el habitus es, a la vez, historia individual e historia co­
lectiva:

" . . . [el habitus] que es el principia· generador de respuestas


mas o menos adaptadas a las exigencias de un campo es el
producto de toda Ia hstoria ndividual pero tambien, a tra­
ves de las experiencias formadoras de Ia primera infancia,
de toda Ia historia coleciva de Ia familia y de Ia clase"
(Bourdieu, 1'9b: 112).

81
Capitulo 4

ALGUNOS ASPECTOS RELATVOS A LA


PROBLEMATICA DE LAS CLASES

El habius de cise es tambien defido como la ncorpora­


ci6n de ciertas esructuras ojeivas y de bs lmitaciones y posi­
biidades de esas esrucuras:

" . � . forma incorporada de Ia condici6n de clase y de los con­


dicionamientos que esta condici6n impone" (Bourdieu,
1979b: 1 00).

En este sentido entonces, no basta con decir que el habitus


es "lo social incorporado" sino que habria que precisar que es lo
social e clae hecho cuerpo.
Con ello, es necesario entrar en la problematica de las cla­
ses sociales. No puedo aqui explicitar dicha problematica en to­
das sus dimensiones, pero seialare los aspectos que a mi criteria
son los mas sigificativos, especialmente en lo que se refiere a
principios de expicaci6n de pracicas sociales.

1. Clase social: clase constuida, clase probable

En primer Iugar, es necesario setalar que la clase social de­


finida desde esta perspectiva, es tambien n concepto construi­
. do, una clase en el sentido l6gico del terino y, por lo tanto, una
clae en el papel:

"Esta clase 'en el papel' tiene Ia exstencia te6rica propia


de las teorias: en Ia medida en que s el producto de una
clasficaci6n explicaiva, del todo iloga a Ia de los zo6-

83
logos o los botanicos, permite explicar y prever las practi­
cas y las propiedades de las cosas clasificadas y, entre oras
cosas, las conductas de las reuniones grupales. No es en
realidad una clase, una clase actual, en el sentido de grupo
y de grupo movilizado para Ia lucha; en rigor podriamos
hablar de clase probable, en tanto conjunto de agentes que
opondra menos obstaculos objetivos a las empresas de
movilizaci6n que cualquier otro conjunto de agentes"
(Bourdieu, 194b: 25).

Esta manera de concebir la clase supone una ruptura con


ciera teoria marxista y su tendencia a privilegiar las sustancias
(es decir, los grupos reales que se pretenden definir, en terminos
de numero de miembros, liites4, etc.), en detrimento de las re­
laciones y, sobre todo, con la inclnaci6n a considerar la clase te6-
rica, la clase "en el papel", construida p9r el invesigador, como
una clae real, es decir, como un grupo efecivamente movliza­
do.
De este modo, se plntea la necesidad de construir la clase
objeiva, en los siguientes terinos:

" . . . conjunto de agentes que se encuenran situados en unas


condiciones de existencia homogeneas que imponen unos
condicionamientos homogeneos y producen unos sstemas
de disposiciones homogeneas, apropiadas para engendrar
unas pracicas semejantes, y que poseen un conjunto de
propiedades comunes, propiedades objetivadas, a veces ga­
rantizadas juridicamente (como Ia posesi6n de bienes o de
poderes) o incorporadas, como los habitus de clase (y, en
particular, los sistemas de esquemas clasificadores )" (Bour­
dieu, 1979b: 100).

hora bien, lc6mo se construye a clase social?


Para ir avanzando, puede decirse que las caractersticas de
una clase social determinada provienen fundamentalmente de la

" El poder establecer los limites de las clases sociales cosituye una proble­
matica imporante dentro de la teoria marxista. Ver por ejemplo: Parkin, 194,
especialmene el capitulo II de la primera pare.

4
disnci6n de dos aspectos de la situaci6n e clase: la condici6n e
clase y la posicion e clae (Bourdieu, 1 966b)5•
La primera esta ligada a un cierto ipo de condiciones ma­
teriales de existencia y de pracica profesional, la segunda se re­
fiere al lugar ocupado en la estructura de las clases, par relaci6n
a las demas clases. Ambas definen propiedades de diferente tipo:
propiedades de condici6n y propiedades de posici6n.
Ambas categorias estan estrechamente relacionadas y no
pueden disocirse: las propiedades ligadas a la condici6n de cla­
se defnen el margen de variaci6n posible de las propiedades de
posici6n. A su vez, estas ultimas tambien pueden diferenciarse:
na clase social posee propiedades igada> a la posici6n defnida
sincr6nicamente (en un momenta deterinado del devenir de la
estuctura social), y propiedades igadas a la trayectoria de la
posici6n, es decir, definidas en sentido diacr6nico:

"Como lo hace Weber, puede aislarse en Ia condici6n del


campesino lo referente a la situaci6n y a la pnictica del
rabajador de la tierra, es decr, cierto ipo de relaci6n res­
pecto de la naturaleza, situaci6n de dependencia y de su­
msi6n, correlativa de ciertos rasgos recurrentes de la reli­
giosidad campesina, o lo referente a la posici6n del cam­
pesino en una esructura social determnada, posici6n ex­
tremadamente variable segun las sociedades y las epocas,
pero dominada por la relaci6n con el habiante de Ia ciu­
dad y con Ia vida urbana" (Bourdieu, 1966b: 73) .

Claro que, a l ser definida l a posici6n d e una clase e n rela­


ci6n a las posiciones de las demas, las propiedades (tanto las de­
finidas sincr6nicamente como las ligadas al devenir de la posi­
ci6n) son relativas a las propiedades asociadas a las posiciones de
las otras clases. -

5 Ahora bien, es necesario aclarar que no se encuentra expliciado en Bour­


dieu cual de los dos conceptos ciados en primer lugar (situaci6n de clase y
condici6n de clase) consiuye el concepto generico. Es decir, si Ia situaci6n de
clase comprende la condici6n y la posici6n de clase, ? si la con� ici6n de clase
engloba a la situaci6n y a la posici6n. Aqui tomo la mterpretac16n que hacen
de ello Accardo y Corcuff, en su obra ya ciada.

85
Pero ademas, las caracterisicas de las diferentes clases so­
dales dependen tambien de su peso uncional en la estructura de
clases, peso que es proporcional a la conribuci6n que aporta cada
una a la constucci6n de esta esructura, y que no esta ligado s6lo
a su importancia numerica:

"Asi por ejemplo, en sociedades en que el debil desarrollo


de Ia conomia y, mas prcisamente, de Ia indusria s6lo
cofiere a Ia burguesia indusrial y al proletariado un de­
bil peso funcional, el sistema de relaciones entre Ia peque­
ia burguesia que suministra los cuadros administrativos
del Esado y el inmeso subproleariado, formado por des­
ocupados, rabajadores ntermitentes de las ciudades y
campesinos dsarraigados, domina y determina toda Ia es­
uctura de Ia sciedad" (Bourdieu, 1966b: 84)

Puede decirse entonces que una clase social posee propie­


dades igadas a las relaciones objetivas que mantiene con las de­
mas clases. Pero tambien posee propiedades ligadas a las relacio­
nes simb6licas que sostienen los miembros de una isma clase
entre si y con las demas clases. e rata de distinciones si fi­
cantes, que expresan las diferencias de condici6n y de posici6n y
que, de ese modo, tienden a la reduplicaci6n simb6lica e las dfe­
rencias e clase'.

6 Aqui Bourdieu retoma algunos elementos de Max Weer. En efecto, como ya


algo he mencionado, este autor distingue a Ia situaci6n de clase (que define
clases) en terminos econ6micos, como " el conjunto de las probabilidades ipi­
cas de provisi6n de bienes, de posici6n extena, de desno personal, que deri­
van, dentro de un determinado orden econ6mico, de Ia magnitud y naturaleza
del poder de disposici6n (o de carencia de el) sobre bienes y sevicios y de las
maneras de su aplicabilidad para Ia obtenci6n de rentas o ingresos" (Weber,
1974: 242).
La situaci6n estamental (que define grupos de status) se refiere a " una preten­
si6n, tipicamente efectiva, de privilegios posiivos o negativos en Ia considera­
ci6n social, fundada en el modo de vida y, en conscuencia, en maneras for­
males de educaci6n ( . . . ) en un prestigio hereditario o profesional" . Los grupos
de status serian entonces, conjuntos de hombres definidos por cierta posici6n
en Ia jerarquia del honor y del presigio (Weber, 1974: 245) .
Es decir, clases y grupos de status son dos maneras de diferenciar grupos so­
dales. Bourdieu propone, en cambio, traarlos no como unidades reales sino

86
Este sistema de relaciones sib6licas, como relaivas l cam­
po de lo simb6lico, donde se juegn bienes especficamente sim­
b6licos, constituye un sistema con autonoia relativa. En virud
de elo, desarrolla su propia 16gica y sus propias leyes de funcio­
naiento, raz6n por la cual las pracicas asociadas a este ambito
deben ser analizadas seg.n esa 16gica especifica. Claro que -su­
brayo lo de autonomia relativa-, teiendo en cuenta que las rela­
ciones de sentido se establecen en el margen de variaci6n que
dejan las cndiciones de existencia.
En otros terminos, podria decirse que la condici6n de clase
es definida con categorias de posesi6n y desposesi6n de bienes, o
del manejo de ciertos bienes; que la posid6n de clase se refiere
mas bien a la posesi6n relativa de los bienes, en tenos de ma­
yor o menor, ligadas a a relaci6n de dominaci6n-dependen­
cia; y que las relaciones simb6licas son mneras de usar y de con­
suir bienes, asociadas a los estilos de vida, estructuradas en
ternos de inclusi6n-exclusi6n, diulgaci6n-distinci6n, y uili­
zadas como manera de reforzar, e ncluso reproducir, la posici6n
de clase.
Volviendo entonces a lo que se plnteaba acerca de c6mo
se consuye una clase, aparce claro que, debido a sus caracte­
risticas, se trata de una constucci6n compleja.
En primer Iugar, no puede ser defida, dice Bourdieu, s6lo
por una propiedad, aunque esta sea una propiedad muy impor­
ante como su posici6n en las relaciones de producci6n. Aqui tam­
bien marca el autor otra ruptura con la concepci6n de clases en
Marx47, uptura con el economicismo que define las clases s6lo

como unidades nominates, "que pueden resituir mas o menos completamen­


te Ia realidad segun el tipo de sociedad, pero que son siempre el resultado de
la elecci6n de acentuar el aspecto econ6mico o el specto simb6lico, aspectos que co­
..
existen siempre en Ia realidad ( . ) ya que las disinciones simb6licas son siem­
pre seundarias respecto a las diferencias econ6micas que expresan, trasfi­
gurandolas" (Bourdieu, 1973: 8).
4 7 Una primera upura se manifiesa ya en Max Weber, como he mencionado,

al disinguir diferentes principios de definici6n de gupos sociales. Pero tam­


bien se manifiesta esa uptura en Ia propia definici6n de clases. Uno de Io s
elementos de Ia uptura cosiste en se\alar, entre los bienes que generan dt­ _
versas posibilidades de renta, bienes no s6lo materiales, sino tam bien no-ma­
teriales, como cieras cualidades de educaci6n, etc. (Weber, 1 974) .

87
por las relaciones de producci6n econ6mica y de este modo, re­
duce el campo social al campo meramente econ6ico8•
Tampco se defne una clase por Ia suma de propiedades
(de sexo, �dad, origen social o eico, de ngresos, de nivel de
nsrucci6n), ni mucho menos aun por una cadena de propieda­
des ordenadas a parir de una propiedad fundamental, como Ia
posici6n en las relaciones de producci6n, en tenos de una re­
laci6n causa-efecto:

" . . . sno por Ia estructura de las relaciones entre todas las


propiedades pertinentes, que confiere s� propio valor a
cada una de elias y a los efectos que jerce sobre las practi­
cas" (Bourdieu, 1979b: 14).

Ello impica reconstruir las redes de relaciones que se en­


cuenran en cada uno de los factores detenntes de las clases,
y supone romper con n pensaiento lneal por medio de a
causalidad estructural de una red de factores.
Ahora bien, los factores consituivos de la clase construi­
da, no dependen todos entre si en el mismo grado. Constituyen
un sistema cuya estrucura esta deternada por aquellos facto-

8 Respecto al principio de diferenciaci6n de clases sociales para Marx, podria


11
decirse que lo constituye Ia posici6n en las relaciones de producci6n" . Ahora
bien, se.n Ia lectura que hace Balibar de los textos de Marx, un modo de
producci6n hist6ricamente determinado se definiria por Ia relaci6n esableci­
da entre dos ipos de relaciones: propiedad-no propiedad de los medios de
producci6n (divisi6n social del trabajo} y apropiaci6n real del trabajo, ligada a
una divisi6n tecnica del mismo, entre quienes dirigen y controlan Ia tarea y
quienes Ia ejcuan. Si esto es asi, esa segunda relaci6n, relaci6n de autoridad,
cosituiria ambien un principio de defnici6n de clases sciales. (Balibar, 1985).
Di Tella tambien se\ala, citando textos de Max, el mismo principio de defini­
ci6n de clases: el de Ia divisi6n jerarquica del rabajo, llegando incluso a decir
que para Max, este consituye un prncipia mas imporante que el de Ia pro­
piedad-no propiedad de los medios de producci6n. (Di Tella, 1986) .
Es decir, resecto a este tema, Max no ha dado una respuesa axativa. En el
texto relativo a las clases sociales, publicado despues de su muerte, seiala
1
como factor dcisivo Ia identidad de los ingrsos y de Ia fuente de inresos" ,
para luego rescaar I a posibilidad d e que exisa varidad d e fuentes d e ingre­
sos, de posiciones y de intereses . . . , luego de lo cual se interumpe el manuscri­
to. (Marx, 1978).

88
res que tienen el peso funcional mas importnte: volumen y es­
ructura del capital. Ellos son quienes confieren la forma y el va­
lor especifico a las deternaciones que mponen a las pnicicas
los otros factores (edad, sexo, residencia, etc.)49.
En consecuencia, la clae constuia se define como:

" . . .conjunto de todos los factores que operan en todos los


domios deJa p.cica: volumen y estructura del capital
definidos puntualmente y en su evoluci6n (rayectoria),
sexo, edad, status marimonial, residencia, etc." (Bourdieu,
1979b: 112).

2. El espacio social y las clases s ociales. Las estrategias de


reproducci6n

He recordado ahora dos U!rmnos que fueron explicitados


mas arriba, al analizar el concepto de capital: volumen y estuctu­
ra del capital, que, con la evoluci6n hist6ria de estas dos propie­
dades, consituyen las dimensiones ndamentales que permi­
ten construr el espacio scial.
En efecto, el volumen global del capital (o conjunto de re­
cursos y poderes efctivamente uiizables, capital econ6mico, cul­
tural, social, simb6ico) deterna las diferencias primarias que
disinguen las grandes clases de condiciones de existencia. La
esructura parimonial (forma particular de disribuci6n del ca­
pital global entre las diferentes especies de capital), deterna
diferencias secundarias, que separan distintas fracciones de cla­
se0.

49Por ejemplo, las propiedades de sexo son indisociables de las propiedades


de clase: "una clase se define en lo que tiene de mas esencial por el Iugar y el
valor que otorga a los dos sexos y a sus disposiciones socialmente costiui­
das" (Bourdieu, 1979b: 106) .
0 Am bas dimesiones permiten analiar dos formas de despl azamiento en el

espacio: veical (en el mismo campo, como pasar de maestro a profesor) y


transversal (de un campo a oro), dentro del mismo plano (hijo de maestro,
pequelo comerciante) o en pianos diferentes (hijo de maesro, patr6n de in­
dusria) (Bourdieu, 1979b).

89
Para el caso de cierto ipo de sciedades, dentro de las es­
pecies diferentes de capial, el capial con6mico y el ultral cos­
tituirian los principios undamentales de esucuraci6n del es­
pacio social, mienras que el capital social y simb6lico serian mas
bien principios de rentabilidad adicional de los otros dos. Es es­
pecialmente uno de los trabajos del autor el que me permite infe­
r esta distnci6n enre los diferentes capitales:

" ... la esructura del espacio social tal como se obseva en


las sociedades diferenciadas es el producto de dos princi­
pios de diferenciaci6n fundamentales, el capital econ6mi­
co y el capial culural. . ." (Bourdieu, 1989b: 13 ) .

n rabajos anteriores de Bourdieu, en cambio, no aparece


explicitamente esta diferenciaci6n, aunque la sa puede per­
cibirse cuando el autor cosuye n espacio de posiciones e in­
serta aiiestrategias, con el ojeto de relacionar determinado tipo
de practicas con posiciones diferenciales del espacio social51•
Esto implicaria cierta jerarqizaci6n de los capitales -algo
de ello fue mencionado cuando se conceptualizaron las disintas
especies-, donde el econ6ico y el cultural serian los mas impor­
tantes, la base de la esructuraci6n del espacio social, y el simb6-
lico (rconociiento, consagraci6n, etc.) y el social (relaciones
sociales que se pueden movilizar en n momento detenado)
permitirian, a quien los posee, obtener un rendimiento diferen­
cial del capital de base. Es decir, cosiuirian una especie de so­
breaiadido que permirian jugar mejor las cartas y posibilita­
rian asi mejores jugadas en el espacio social.
hora bien, cuando ourre que la acumulaci6n de ciertas
foras de capital esta mas o menos completamente conrolada
(especialmente capital econ6mico, pero tambien cultural), es ne­
cesario tomar como hip6tesis que existe en esa sciedad oro prin­
cipio de diferenciaci6n, ora especie de capital cuya distribuci6n
desigual (ojeiva) genera diferencias en los consumos y los esti­
los de vida. Un ejemplo de ello puede ser el capital politico -cierto

51 Ver, por jemplo, Bourdieu, 1979b.

0
ipo de capital social y principio fundamental de estructuraci6n
del espacio en ciertas sociedades- que, al distribuirse desigual­
mente, genera diferencias enre los agentes sciales y suele ase­
gurar a sus detentadores a forma de apropiaci6n privada de
bienes y de sevicios publicos ... (Bourdieu, 1994).
Es ndamental entonces, cosruir y descubrir el princi­
pio -o los principios- de diferenciaci6n que permiten aprehender
y consuir te6ricamente el espacio social empricamente obser­
vado:

"Nada permie suponer que ese principio de diferencia­


ci6n es el mismo en todo iempo y en l·>do Iugar, en la China
de los Ming y en la China contemporanea, o incluso en la
Alemania, la Rusia o la Argelia de hoy. Pero a excepci6n
de las sociedades menos diferenciadas (que presentan to­
davia mas diferencias, menos faciles de medir, sein el
capial smb6lico ), todas las sociedades se presentan como
espacios sociales, es decr sructuras de diferencias que
no se pueden comprender verdaderamente sino a condi­
ci6n de consruir el principio generador que funda esas
diferencias en la ojetividad. Principio que no es oro que
Ia esructura de la distribuci6n de las formas de poder o
de las especies de capital que son eficientes en el universo
social cosiderado, y que varian pues, segun los lugares y
los momentos" (Bourdieu, 194: 49).

En sintesis, el espacio social es un espacio pluridimensional


de posiciones, donde toda posici6n actual puede ser defnida en
funci6n de n sistema pluridimensional de coordenadas, cada
una de eias ligada a la disribuci6n de una especie de capital
dferente.
El espacio social es una construcci6n que, evidentemente,
no es igual al espacio geografico52: define acercaientos y dis­
tancias sociales. Ello quiere decir que no se puede "juntar a cual­
quiera con cualquiera", que no se pueden inorar diferencias o-

52Aunque ambos espacios se relacionan, y, en buena medida el espacio geo­


grafico indica diferencias en el espacio social, y las posibilida �es de apropia­
ci6n del espacio geografico dependen de las posibilidades soctales . . .

91
jeivas fundamentales, pero no implica excluir la posibilidad de
organizar a los agentes, en ciertas condiciones, momentos y lu­
gares, seg.n otros principios de divisi6n, como enicos o naci­
nales (Bourdieu, 1984b).
En ese espacio, los agentes y grupos de agentes se definen
por sus posiciones relativas, se.n el volumen y Ia estructura del
capital que poseen. Mas concretamente, Ia posici6n de un agente
determinado en el espacio scial se define por Ia posici6n que
ocupa en los diferentes campos, es decir, en Ia distribuci6n de los
poderes que ac:an en cada uno de ellos (capital e� on6ico, ul­
ural, social, simb6lico, en sus distntas especies y subespecies) .
En consecuencia, con un corte sncr6nico del campo de las
luchas de clases, se obtiene un estado de las relaciones de clase,
cuya estructura se defne por la distribuci6n diferenciada de las
distntas especies de capital en ese momento.
Pero Ia fuerza de que disponen los agentes depende tam­
bien (ademas del volumen y estructura del capital que poseen),
del estado e la lucha con respecto a la einicion e la apuesta e la
lucha (Bourdieu, 1979b: 243). e trata de una lucha simb6ica por
la defici6n de los insumentos y de las apuestas legitimas y
por el porcentaje de conversi6n de las distintas especies de capi­
tal. Esta es una de las apuestas fundamentales de las luchas (y
por lo tanto esta expuesta a cambios ncesantes) entre las disin­
tas fracciones de clase cuyos poderes y privlegios estan vincula­
dos a na u otra de estas especies.
Ya he mencionado, enre las propiedades generales de los
campos sociales, que las luchas para transformar o conservar Ia
esuctura del juego llevan implicitas luchas por Ia imposici6n
de una defiici6n del juego y de los triunfos necesarios para do­
minar en ese juego. Aqui tambien marca Bourdieu una ruptura
con el marxismo, en otro de sus aspectos:

" ... con el ojetivismo3, que corre parejo con el intelectua­


lismo y lleva a ignorar las luchas sim6licas cuyo Iugar

53"El exito ist6rico de Ia teorfa maxista, Ia primera de las eorias sociales con
pretensi6n cientfica, an compleamente realizada en el mundo social, contri-

92
son los diferentes campos y su dispua la representaci6n
misma del mundo social, y en particular la jerarquia en el
interior de cada uno de los campos y enre los diferentes
campos"4 (Bourdieu, 194b: 24).

Recordemos aqui lo mencionado ris arriba respecto a que


na ciencia scial total debe cosiderar en primer Iugar las es­
tructuras objeivas que organzan el mundo social, pero tambien
debe tener en cuenta las percepciones, representaciones y visio­
nes que tienen los agentes de ese mundo, y por las cuales tam­
bien luchan. De alguna manera, los sistemas simb6licos contri­
buyen a constituir el mundo, a dotarlo de sentido para quienes
viven en el, lo que implicaria pesar que es posible, dentro de
ciertos lmites, ransformar el mndo, transformando su repre­
sentaci6n55.
Dentro de la dlmica de las relaciones de clase, es impor­
tante tambien definir, aderis de los principios consituivos de

buye asi a que Ia teoria del mundo scial menos capaz de ntegrar el efecto de
toria -que mas que ninguna otra jerci6- represente hoy sin duda el obstaculo
mas poderoso al proceso de Ia teoria adecuada del mundo social al que conri­
buyera, en otros tiempos, mas que ninguna ora" (Bourdieu, 1984b: 34).
4 Claro que el lugar por excelencia de las luchas simb6licas es Ia propia clase

dominante. e rata de una lucha " para lograr Ia defiici6n del principio de
dominaci6n legitimo, capital econ6mico, capial escolar o capital social, pode­
rs sociales cuya eficacia espcifica puede ser redoblada con Ia eficacia propia­
mente simb6lica, esto es, con Ia autoridad que da el hcho de ser reconocido,
elegido por Ia creencia colectiva" (Bourdieu, 1 979b: 251).
5 Esas ideas remiten a Durkheim y Mauss, quienes, en 1903, postulan que los

sistemas cognitivos vigentes en las sociedads primitivas derivan de sus siste­


mas sociales. De acuerdo con Wacquant, Bourdieu extiende esa idea seminal
en cuatro dircciones: 1) esa correspondencia existe en las sociedades avanza­
das; 2) son estructuras hom6logas por que estan geneicamente ligadas (los
esquemas mentales resulan de Ia incororaci6n de las divisiones sociales); 3)
esa correspondencia cumple funciones poliicas (los sistemas simb6licos no
son simplemente insrumentos de conocimiento, son ambien instrumentos de
dominaci6n, en Ia medida en que promueven Ia integraci6n social de un orden
arbitrario}; 4) los sistemas simb6licos consituyen objeto s de lucha (enjeu), de
luchas simb6licas por imponer la manera legiima de ver el mu�d o, �or con­
_
sevarlo o ransformarlo. (Bourdieu y Wacquant, 1992). Una exphoao6 n ma­
yor de estos aspectos puede verse tambien en Bo urdieu, 1 989a , 1 992 Y 1999.

93
·-

los grupos, el conjunto de pracicas que los agentes implementan


para su reproducci6n scial, lo que Bourdieu llama las estrateias
e reproducci6n:

" . . . conjunto de pracicas, fenomenalmente muy diferentes,


por medio de las cuales los ndividuos o las familias tien­
den, de manera consciente o inconsciene a conservar o a
aumenar su parimonio, y correlaivamene, a mantener
o mejorar su posici6n en Ia estructura de las relaciones de
clase" (Bourdieu, 1979b: 12).

Las esrateias de reproducci6n dependen, en primer Iu­


gar, del voluen y e la estructura el capital que haya que repr­
ducir. Una esructura deternada del capital iende a imponer
n modo de reproducci6n particular; es decir, el conjunto de las
estrategias de reproducci6n estarian adapadas a las pariculari­
dades de la especie de capital que se trata de reproducir (para
ciertos gupos, especialmente capital culural, pra oros, espe­
cialmente capital econ6ico, etc.). En otras palabras, no todos
los agentes uizan de la misma manera y en el mismo grado
todas las estrateias de reproducci6n disponibles, y aquellas que
efecivamente se implementan dependen en cada caso del volu­
men y sobre todo de la esuctura del capital que poseen (del
peso diferencial de cada a de las especies del capital) (Bour­
dieu, 1989b).
Las esrateias de reproducci6n tambien dependen del es­
tado del sistema de los instuen tos e reproducci6n, es decir, de
las disnas opciones objetivas que los grupos ienen para im­
plementar estrategias (estado de la cosumbre y de la ley suceso­
ria, del mercado de trabajo, del mercado escolar, etc.). Ademas,
considerando la dnamica de las clases sociales, tambien depen­
den del estado e la relaci6n e uerzas entre las claes, es decir, del
rendiiento dferencial que los disntos insumentos de repr­
ducci6n pueden ofrecer a las inversiones de cada clase o fracci6n
de clase, y de los habitus incorporados, que defnen los lmites de
lo posible y pensable para cada grupo de agentes.
hora bien, estas esrategias consituyen un sisema y, por
ello, todo cmbio en cualquiera de los factores mencionados pue-

4
de implicar cambios en determinadas estrategias y, de este modo,
provocar una reesructuraci6n del sistema. Del mismo modo, Ia
modficaci6n de las propias estrategias, desencadenan una resis­
temaizaci6n del conjunto.
Aqui tambien es importante disnguir un aspecto de este
sistema: las estategias de reconversion. Son aquellas pracicas que,
teniendo como fundamento el interes por mejorar o conservar Ia
posici6n social, consisten en inverr capital poseido bajo una
particlar espcie en ora disinta, tendiendo a determinar de esta
manera, una transformaci6n de Ia esuctura parimoial6•
Finalmente, es mporante recordar que las esrategias (sean
ndividuates o colectivas, espontaneas u organizadas), que tie­
nen como punto de mira el consevar o el transformar, o el rans­
formar para consevar Ia posici6n relaiva en Ia estructura de cla­
ses, s6lo pueden comprenderse por referenda al espacio de jue­
go:

. . . "al campo de lucha, como sistema de relaciones objeti­


vas en el que las posiciones y las tomas de posici6n se de­
finen relacionalmen te y que domna ademas a las luchas que
intentan ransformarlo: s6lo por referenda la espacio de
juego que las define y que elias ratan de mantener o de
redefnir mas o menos por completo en tanto que tal espa­
cio de juego, pueden comprenderse las esrategias indivi­
duates o colecivas, espontaneas u organizadas, que ie­
nen como punto de mira el conservar, el ransformar o el
transformar para coservar" (Bourdieu, 1979b: 156 -subra­
yado del au tor-).

3. La clase social, los habitus, las practicas

Habiendo distinuido las dferentes propiedades ligadas a


las clases, cabe pregntamos ahora luales son las propiedades

6 Por ejemplo, Ia rconversi6n del capital econ6mico en capial e scolar es una


_ mantener
de las estrategias que permite a Ia burguesia indusrial y comeroal,
Ia posici6n de una pate o de Ia totalidad de sus miembros.

95
que acuan como factores explicaivos de las practicas? 0, dicho
de otro modo, lc6mo se establece entonces Ia relaci6n enre Ia
clase social y Ia pracica scial?
Esta relaci6n se establece a traves de Ia l6gica especifica del
campo donde se inserta esa practica, de lo que en el se encuentra
en juego, y de Ia especie de capial que se necesita para jugar.
El mismo sistema e propiees iene siempre Ia eficacia ex­
plicativa de las practicas, sea cual fuere el campo considerado.
Pero el peso relaivo de los dferentes factores que constituyen
ese sistema varia de un campo a oro, o de un estado a otro -es
decr, en momentos hist6ricos diferentes- del mismo campo.
n otras palabras, todas las propiedades ncorporadas (en
forma de disposiciones duraderas) u objetivadas (bienes econ6-
icos, culturales, sociales o simb6licos) que estan vinculados a
los agentes, constituyen los factores explicaivos de las practicas.
Pero, al considerar un campo paricular, no todas esas propieda­
des son siempre smultaneamente eficientes:

... " la 16gica especfica de cada campo determina aquellas


que ienen valor en ese mercado, que son pertnentes y efi­
cientes en el juego considerado, que, en la relaci6n con ese
campo, funcionan como capital especifico y en consecuen­
I

cia1 como factor explicaivo de las prckticas" (Bourdieul


1979b: 112).

Asi pues, clase social, habitus, practicas, son conceptos es­


rechamente relacionados. Las practicas sociales de un agente o
de una clase de agentes, dependen de las posibilidades especifi­
cas que posea, posibilidades que estan en relaci6n con el volu­
men y la estructura de su capital y con los habitus ncorporados.
El capital ojeivado y las disposiciones intemalizadas consitu­
yen asi, los isumentos de apropiaci6n de las posibilidades
ojeivas.
El mundo scial no reviste la forma de un universo de po­
sibles igualmente posibles para todos:

"Los agens se determnan por relaci6n a indices conretos


de lo accsible y de lo naccsible1 de lo para nosoros' y
1

6
de lo 'no para nosoros', divisi6n tan ndamental y tan
fundamentalmente reconocida como aquella que separa Io
sagrado y lo profano" (Bourdieu, 1980b: 110 -subrayado
del autor-).

Asi, un deternado tipo de condiciones objetivas dan Iu­


gar a cierto tipo de posiblidades ojeivas, que son interioriza­
das por una categoria de agentes y produce en ellos un determi­
nado sistea de disposiciones. Este sistema de disposiciones rea­
a a ntegraci6n nica, que implica n ipo pariular de "des­
viaci6n" respecto al haz de trayectorias caracterisico de esas con­
diciones ojetivas.
En consecuencia, la trayectoria moal forma parte integran­
te del sistema de factores constitutivos de la clase. Recordemos
aqui que las propiedades ligadas a la posici6n de las clases son
de dos tipos: propiedades de la posici6n sincr6nicamente defini­
da y propiedades de posici6n defiidas diacr6icamente.
En relaci6n con la rayectoria modl es que se define la tra­
yectoria individual de un agente:

"Las pracicas mas deliberadas o las mas inspiradas


siempre toman en cuenta ojetivamente el sistema de
las posibilidades y de las imposibilidades objetivas
que define el porvenr objeivo y colecivo de una cla­
se, y que vienen a especificar los factores secndarios
que deterinan n ipo particular de esviaci6n por
relaci6n al haz de rayectorias caractersicas de la cla­
se ... " (Bourdieu, 1971b: 41 -subrayado del autor) .

Finalmente, recordemos aqui lo que mencionaba mas arri­


ba respecto a la sistemaicidad de los habitus, de las pracicas, y
su estrecha relaci6n con las condiciones objeivas:

"La homogeneidad de las disposiciones asociadas a una


posici6n y su aparentemente milagroso ajuste a las exigen­
cias inscritas en Ia misma son el producto, de una parte, de
los mcanismos que orientan hacia las posiciones a unos
individuos ajustados de antemano, sea porque se sienten

97
hchos para unos puesos que parcen a su vez hchos para
ellos ( ... ) sea porque se presenan como tales a los ocupan­
tes de estos puestos ( .. ) y, por ora parte, de Ia dialectica
.

que se establece, a lo largo de toda una existencia, enre las


disposiciones y las posiciones, enre las aspiraciones y las rea­
lizaciones" (Bourdieu, 1979b: 1 09 -subrayado mfo-).

Teniendo en cuenta la sistemaicidad de los habitus, de las


pkticas y su "ajuste" a las condiciones ojeivas, es que se pue­
de comprender que las pn\c.cas, o los bienes que estn asocia­
dos con las diferentes clases en los diferentes campos de juego,
se organicen de acuerdo con unas esructuras de oposici6n (por
ejemplo, distnuid-vulgar) que son perfectamente hom6logas
entre si, porque son totalmente hom6logas del espacio de las
oposiciones ojetivas entre las clases de condiciones ojeivas.

98
A MODO DE CONCLUSION

Luego de precisar y expiciar los diversos conceptos que


estructuran Ia perspeciva te6ric-metodol6gica de Bordieu, tra­
tare de reconsruir sinteicamente Ia l6gica de analisis, a fin de
responder a Ia pregunta que formule al comienzo de este trabajo.
lC6mo explicar las practicas sociales desde esta perspecti­
va?
l Cuales son los principios de esructuraci6n de las practi­
cas sciales?
Un primer paso explicaivo consiste en construir el campo
social en el que se insertan las pracicas, definiendo, en primer
Iugar, el capital especifico que esta en juego y los intereses pro­
pios del campo, elementos que constituyen el objeto de las lu­
chas que alii se desarrollan.
En efecto, Ia distribuci6n desigual del capital especifico da
origen a posiciones relativas (posiciones que poseen propieda­
des independientes de los agentes sociales que las ocupan) y a
relaciones entre posiciones, relaciones de fuerza, de poder, defi­
nidas en termnos de donaci6n-dependencia.
A cada una de estas posiciones estan ligados intereses ob­
jetivos, intereses imputados por el investigador. Es decir, a iulo
de ip6tesis, puede suponerse que n agente social ubicado en
una posici6n deternada denro de un campo, tendera a ante­
ner o a aumentar su capital acumulado y de este modo, a mante­
ner o mejorar su posici6n relaiva.
Ahora bien, no s6lo importa Ia consucci6n del campo en
su esructura sincr6nica (como sistema de posiciones y de rela­
ciones enre posiciones) sino tambien Ia reconsrucci6n de Ia ra­
yectoria del campo (como definici6n y redefinici6n permanente
de las posiciones y de las relaciones de fuerza). En consecuencia,
para poder explicar las practicas sociales no s6lo hay que tener
en cuenta Ia posici6n del agente social, sino tambien Ia trayecto-
ria de esa posici6n, y, en ambos casos, en relaci6n con el conjunto
de posiciones del que forman parte.
Rescatndo la dimensi6n hist6rica del campo, puede ob­
servarse el prceso de constituci6n del mismo en terminos de
"mercado" de n bien escaso y apreciado, en torno al cual se van
diferenciando y diversificando enre si productores y consui­
dores del bien (especialisas y profanos) e instancias de legitima­
ci6n y consagraci6n especificas.
Una vez costituido hist6ricamente un campo especifico,
toda practica inserta en el mismo coienza a explicarse se.n la
l6gica espeifica de ese campo, segn sus propias leyes de fun­
cionamiento que acuan mediazando la influencia de los demas
campos.
Cada campo goza pues, de cierta autonoia relativa, auto­
noia que esta en relaci6n con la complejidad y el grado de de­
sarrollo del mismo. Hablar de autonoia relativa supone enton­
ces, considerar y definir intereses especficos, que se constituyen
en principios de estructuraci6n de las pracicas de los diversos
agentes comprometidos en la lucha y, por lo ismo, en princi­
pios de comprensi6n y de explicaci6n de las pracicas sociales.
Pero ello no implica negar la influencia de los otros cam­
pos en el contexto del espacio social global, espacio esrucurado
tambien en terminos de posiciones de campos y de relaciones de
fuerza enre posiciones. El grado de autonoia de cada no de
ellos esta en relaci6n con su peso especfico en ese contexto de
interdependencia. Por eso puede decirse que las leyes de funcio­
namiento propias del campo acuan mediazando la luencia
de los demas campos.
Pero no s6lo es importante considerar las estrucuras so­
dales extemas a los agentes. Es decir, no basta solamente con
consruir el sistema de relaciones ojeivas en el que se nserta la
pracica que se pretende explicar: lo social, la historia, se deposi­
ta a la vez, en las cosas y en los cuerpos.
Por ello, es necesario tambien rescatar las esucuras so­
dales incorporadas por el agente que produce las pracicas; es
decir, los habitus, en tanto principios de generaci6n y estrucura­
ci6n, de percepci6n y apreciaci6n de dichas practicas.

100
Producto de un senido practico incorporado, el habitus
cosituye a Ia vez un recurso y una liitaci6n, libertad y necesi­
dad, porque esta ligado a las condiciones sociales de su produc­
ci6n y a los condicionaientos que elias implican. Son sistemati­
cos y ransferibles, como son sistematicas las pracicas que pro­
ducen. Asi, las practicas de un agente estan objeivamente or­
questadas y armoizadas entre si y con las pracicas de todos los
agentes de Ia isma clase, porque estan dotadas de un sentido
ojeivo unitario.
En este contexto, los habitus individuales consituyen va­
riantes esructurales, que expresan la singularidad de Ia trayec­
toria social, en relaci6n con Ia rayectoria modal de Ia clase.
Entonces, las pracicas sociales de n rupo de agentes de­
penden de las posibilidades ojeivas que poseen, posiblidades
que se relacionan especialmente con el volumen y la esructura
de su capital. El capital ojeivado y las disposiciones ncorpora­
das cosiuyen asi, los insumentos de apropiaci6n de esas po­
sibilidades ojetivas.
lC6mo entender, en coseuencia, las pracicas sciales?
En primer Iugar, en ternos de estrategias implementa­
das por los agentes sciales -sn ser necesariamente conscientes
de ello-, en defensa de sus ntereses ligados a la posici6n que
cupan (por relaci6n a su capital acumulado) en el campo que es
objeto de nalisis.
hora bien, l c6mo explicar que las pracicas sciales de
dos agentes que ocupn iguales posiciones relaivas en un cam­
po, puedan ser diferentes?
Para responder a esta preuna, es necesario ncluir en el
nalisis Ia rayectoria de las posiciones y los habitus ncorpora­
dos por los agentes que cupn ales posiciones.
Al consituirse como sisteas de disposiciones a actuar de
na anera mas que de ora, igados a una definici6n de "lo p­
sible" y "lo no posible", "lo que es para nosotros" y "lo que no es
para nosoros", los habius ac.n como esquemas de percep­
ci6n y de apreciaci6n de las posibilidades objeivas y, de este
modo, como principios de esucraci6n de las practicas socia­
les.

101
A raves de Ia relaci6n dialecica entre el campo especifico
y el sistema de disposiciones ncorporado por el agente que pro­
duce Ia pnictica, es decir, rescatando los condicionamientos so­
dales extemos e intemalizados, se construyen nstrumentos de
analisis que permiten explicar las pracicas sciales, hasta donde
ello es posible, por causas sociales.
Ahora bien, estos nsrumentos analiicos, conceptos e hi­
p6tesis planteados para analizar practicas sociales pueden y de­
ben ser puestos en marcha tambien para el analisis de las practi­
cas cienficas: el campo de las ciencias no escapa a las leyes que
gobieman el funcionaiento de todos los campos sociales. Ali
tambien hay intereses en juego, hay posiciones diferenciales, hay
capital acumulado, hay luchas, hay esrategias ...
En consecuencia, para poder dar cuenta de las practicas so­
dales desde esta perspectiva analitica, es necesario tambien "o­
jetivar al sujeto ojeivante" . Ello implica, para el invesigador,
asumir el desaffo de ubicarse en una posici6n determnada y de
analizar los condicionamientos sociales de su producci6n y de su
prceso de producci6n, teniendo en cuenta especialmente dos
tipos de relaciones: las que lo ligan -y lo separan- de Ia realidad
que analiza y de los agentes sociales cuyas practicas investiga, y
las que lo unen y lo enfrentan con sus pares y las isituciones
comprometidas en el juego cientfico.
Reconocer Ia serci6n social del investigador y de los con­
dicionamientos sociales que afectan su propia practica, no cons­
tituye un obstaculo insuperable para Ia construcci6n del conoci­
miento. AI contrario, reconociendo y analizando esos condicio­
namientos, el investigador abre el camino a Ia posibilidad de con­
trolarlos y con ello, crea condiciones favorables para poder com­
prender y explicar Ia realidad que le precupa:

... lc6mo no ver que al enunciar los determinantes sociales


de las practicas, de las pracicas inelctuales espcialmen­
te, el soci6logo da las posibilidades de una cierta liertad
con respecto a esos deerminantes? A traves de Ia ilusi6n
de Ia ibertad con respecto a las determinaciones sociales
(ilusi6n de Ia que dije cien vces que es Ia determinaci6n
especfica de los intelctuales), se da liertad de jercicio a

102
las determinaciones sociales.( . . . ) si, parad6jicamente, Ia
sociologia ibera al lierar de Ia lusi6n de Ia libertad, o,
mas exactamente, de Ia creencia mal ubicada en las liber­
tades ilusorias. a libertad no es algo dado, sino una con­
quista, y colectiva" . . . (Bourdieu, 198b: 2).

103
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*En las cias isertas en el texto, cuando se trata de libros y articulos de Pierre
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cuando existe traducci6n, Ia paginaci6n se refiere a Ia edici6n en castellano.

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110
nexo

INVESTIGAR LAS PRAfiCAS Y PRAfiCAR


LA INVESTIGACION'

.. ·l c6mo no ver que al enunciar los determinants socials


de las practicas, de las pracicas intelctuales especialmen­
e, el soci6logo da las posibilidades de una cierta liertad
con resecto a esos deermnants? A traves de Ia ilusi6n
de Ia libertad con respcto a las determnaciones sociales
(ilusi6n de Ia que dije cien veces que es Ia determinaci6n
specifica de los intelctuales), se da liertad de jercicio a
las determinaciones sociales.( ... ) Asi, parad6jicamente, la
sociologia Iibera al lierar de la ilusi6n de la libertad, o,
mas exactamente, de la creencia mal ubicada en las lier­
tades ilusorias. La libertad no es algo dado, sino una con­
quista, y coleciva"1

Invesigar pracicas sociales de cualquier ambito, y por lo


tanto, intentar comprenderlas y explicarlas, desde la consruc­
ci6n te6rica de Bourdieu, implica tambien poner en cuesi6n al
propio investigador y a su propia pracica de invesigaci6n.
Si como invesigadores nos consideramos como n agente
social siilar a cualquier otro, es decir, con condicionamientos
sociales, actuales e hist6ricos, que devienen de los dferentes
medios por los que hemos transcurrido, y con condicionaien­
tos incorporados (habitus) -derivados de la intemalizaci6n de las

* Este texto fue publicado anteriormente, con el nombre " lnvestigar las praci­

cas y practicar Ia investigaci6n. Algunos aportes desde Ia sciologia de Bour­


dieu", en: Kairos, N° 1, Uiversidad Nacional de San Luis, segundo semesre
de 1997, pp. 118-132.
1 Bourdieu, P. " Fieldwork n Philosophy", en: Bourdieu, P., Choses dites, Paris,

Ed. de Minuit, 1987. ["Fieldwork in Philosophy", en: Coss dichas, Buenos Ai­
res, Gedisa, 1988, p. 27]

111
condiciones de esos mismos medios-, a lo largo de una trayecto­
ria individual que s6lo es una variante estructural de una trayec­
toria de clase, l c6mo explicar y comprender -nosotros mismos­
las problematicas sociales que nos preocupan?
Enrando en este ambito de discusi6n, no podemos sosla­
yar uno de sus aspectos fundamentales: la uesti6n de la relexi­
viad, de la objetivaci6n el sujeto objetivante, y del au tosocioanili­
sis.
Para Wacquant, si hay una caracterisica que disingue es­
pecialmente a Bourdieu en "el paisaje e la teoria social conempori­
nea, es su preoupaci6n constante sobe la relexiviad"2•
Recuerda que Bourdieu suiere res ipos de sesgos capa­
ces de oscurecer la irada sociol6gica: el primero (que ha sido
recordado por otros autores) se oriina en las caracterisicas per­
sonales del nvestigador: clase, sexo, eia; el segundo, esta iga­
do a la posici6n que el analista cupa, no nto en la sociedad en
sentido ampio3, sino en el icrocosmos del campo academico; y
el tercero, el mas profundo y el mas peiroso, es el sesgo intelec­
tualista, aquel que lleva a concebir el mundo como un espectacu­
lo a ser interpretado y no como conjunto de problemas concretos
que reclaman soluciones practicas4•
Sin estar en desacuerdo con ese planteo, sugiero que la re­
lexividad epistemica, desde la perspeciva de Bourdieu, supone
plntear una determinada manera de irar y analizar los condi­
cionamientos sociales que afectan al proceso de nvesigaci6n,
tomando como punto especial de la mirada, al propio invesiga­
dor y sus relaciones, proceso que adquiere, para el analista, el
caracter de autosocioanalisis.

2 Bourdieu P. y Wacquant, L., Rponses, pour une Anthropologie relexive, Paris,


Ed. du euil., 1992, [Respuestas por una Antropologia relexiva, Grijalbo, Mexico,
195, p. 32)
3 Para Hammersley y Atkinsos, por ejemplo, reconocer el caracter reflexivo

de Ia investigaci6n social implica rconocer que somos parte del mundo social
que estudiamos. " Y esto no es meramente una uesti6n metodol6gica, es un hecho
existencial". Hammersley, M, y Atkinson, P., Etnograia, Barcelona, Paid6s, 194,
p. 29.
4 Bourdieu, P. Y Wacquant, L., op. cit., p. 32.

112
A mi juicio, a1 referirse a objetivar al sujeto objetivane, la pro­
puesta de Bourdieu consiste fundamentalmente en ubicar al n­
vestigador en una posici6n determinada y anaizar las relaciones
que mantiene, por un lado, con la realidad que analiza y con los
agentes cuyas practicas invesiga, y, por otro, las que a la vez lo
nen y lo enfrentan con sus pares y las insituciones comprome­
tidas en el juego cienfico.
e trataria, pues, de un doble sistema de relaciones.
Sinteticamente, podria decirse que el primer ipo de rela­
ciones alude a lo que Bourdieu llama "el senido de las practi­
cas", y apunta a reflexionar sobre las posibilidades -e imposibili­
dades- de aprehender la l6gica que ponen en marcha los agentes
sociales que producen sus practicas, que acuan en un iempo y
en un contexto determnado, y que el investigador quiere apre­
hender. Esta 16gica es diferente a la "16gica cientifica", la l6gica
que el analista implica en su ntento de comprender y explicar la
problematica que le preocupa, y que consiuye el medio, por
supuesto, para captar el senido de las pracicas que el investiga­
dor naliza.
El segundo ipo de relaciones alude, en cambio, a la pro­
blemaica fundamental que se plantea en sociologia del conoci­
iento: la de los condicionaientos sociales que afectan la pro­
ducci6n del investigador. Desde la mirada de Bourdieu, esos con­
dicionamientos cobran ciertas caracterfsticas, y afectan la tarea
del productor de conocimiento, en la medida en que este forma
parte de un espacio de juego: el campo cientifico.
Tratare de explicitar un poco mas estas ideas que son, a i
juicio, aportes fundamentales de la teoria de Bourdieu a la inves­
igaci6n de las pracicas en el campo de las ciencias sociales en
general, tomando ambos tipos de relaciones, que, claro esta, s6lo
son separables analiicamente.

El investigador y Ia realidad que analiza

La insistencia de Bourieu en superar la falsa dicotoia


planteada en ciencias sociales enre las perspecivas llamadas
objetivistas y las llamadas subjeivisas se fundamentan en cierto
.
113
elemento ontol6ico: lo social existe de doble manera, como es­
ructuras sociales extemas (Ia his to ria hecha cosas) y como es­
tructuras sciales incorporadas (Ia historia hecha cuerpo).
Y , por ello, para poder dar cuenta de las practicas sociales,
es necesario aprehender dialecticamente ambos senidos de las
ismas: el entido objetivo (el sentido de las esructuras sociales
extemas e independientes de Ia conciencia y de Ia voluntad de
los agentes) y el entido vivido (lo que los agentes se representan,
sienten, piensan, creen, viven) .
El modo d e conocimiento subjetivista se propone reflejar
Ia experiencia vivida (enido vivido) por los agentes que naliza,
sus representaciones, sus creencias, sus pensamientos, sus senti­
mientos, sus visiones acerca del mundo y de las cosas del mun­
do. Pero no puede ir mas alia de una descripci6n de esa expe­
riencia del mndo social (" informe de los informes", "constuc­
ci6n de construcciones"), por que no tiene en uenta las condi­
ciones de posibilidad de esa experiencia, es decir, Ia relaci6n que
existe entre las esucturas ojetivas y las esucturas incorpora­
das que las generan (habitus) .
Los habitus son esquemas de percepci6n, de apreciaci6n y
de acci6n interiorizados; sistemas de disposiciones a actuar, a
pensar, a percibir, a sentir mas de cierta manera que de otra, liga­
dos a definiciones de tipo lo posible y lo no posible (por que ojeti­
vamente ha venido siendo posible o no posible), lo pensable y lo
no ensable, lo que es para nosotros y lo que no es para nosotros.
Son principios evaluaivos de las posibiidades y liitacio­
nes objeivas, incorporadas al agente por esas mismas condicio­
nes objetivas, a lo largo de una trayectoria individual, que es una
variante estructural de una trayectoria de clase. Son productos
de un sentido pracico, que funcionan en Ia practica y que tien­
den a pensar el mundo "tal cual es", como "yendo de suyo", a
aceptarlo mas que a intentar modificarlo5•

5 Es siempre necesario recordar que hablar de habitus implica tener en cuenta


Ia historicidad del agente y de los sistemas de relaciones: el habitus se opone
tanto a las explicaciones mecanicisas y a las que conciben las pracicas como
ejecuci6n de un modelo, cuanto a aquellas que suponen las acciones como el

114
El ojeivismo por su parte, se propone establecer regulari­
dades objetivas, estructuras, leyes, sistemas de relaciones, que
son independientes de las conciencias y de las voluntades indi­
viduales (entido obfetivo). Pero, al no tener en cuenta las repre­
sentaciones, las percepciones, la experiencia vivida, tampoco
puede dar cuenta del entido el fuego socal, que se explica por la
relaci6n dialectica entre esas regularidades objeivas plasmadas
en esructuras, insituciones etc., y esas msmas realidades incor­
poradas a los individuos (habitus)6•
"enido ojeivo" y "senido iido", nos lleva nuevamente
al planteo de la superaci6n de la visi6n objetivista y de la visi6n
subjeivista de cualquier problematica social, y con ello, nos re­
cuerda el elemento ontol6ico de la doble existencia de lo scial.
hora bien, ojetivismo y sujeivismo S?n perspecivas
parciales, aunque no irreconciliables: la pmerapuede aprehen­
der s6lo el enido obfetivo de las pracicas, y la senda s6lo el
entido vivido de las mismas, y ninguna de eias puede captr el
entido practico, el entido el fuego ocial, resultado dialectico de
ambos sentidos7•

producto de una acividad racional que realiza calculos explicitos en terminos


de costos-beneficios. Por ora parte, este concepto permite enender porque
Bourdieu plantea una racionalidad limitada de Ia practica social. Ahora bien,
se raa de una racionalidad que es limiada, no a Ia manera de Simon, por que
el actor social nunca puede conocer totalmente su conjunto de oporuidades,
ni s6lo por que el espiritu humano es limitado, sino ambien, y fundamental­
mente, porque el agente social estA socialmente limitado: por sus condiciones
objetivas extemas y por sus condiciones objeivas incorporadas (habius).
6 Bourdieu, P., Le sens prati q u e, Paris, Ed. de Minuit, 1980. [El sentido pricico,

Madrid, Taurus, 1991)


7 Para Bourdieu pues, objeivismo y subjeivismo son perspecivas criticadas

por ser parciales, pero deben tomarse de ambas, los apots que pueden pro­
porcionar a Ia comprensi6n y explicaci6n de las practicas sociales. Por ello, se
plantean como dos momentos del analisis sciol6gico, momentos que esAn en
una relaci6n dialectica: Las esructuras objeivas que constuye el invesiga­
dor en el momento objetivisa (constucci6n del sisema de relaciones objeti­
vas en el cual los individuos se hallan isertos), " apartar las represenaciones
subjeivas de los agentes, son el fundamento de las representaciones subjei­
vas y constiuyen las coacciones estucturales que pesan sobre las interaccio­
nes" ("Espace social et pouvoir symbolique", en: Bourdieu, P., Chases dites,

115
ello ocurre, en primer Iugar, porque tanto el ojetivismo
Y
como el sujetivismo comparten el hecho de ser "modos de co­
nocimiento te6rico [savant", es decir, modos de conocimiento de
sujetos de conocimiento que analizan una problematica determi­
nada, que son opuestos al "modo de conocimiento pr1ktico", que
es aquel que tienen los ndividuos (analizados), que ponen en
marcha casi como si uera naturalmente en su vida cotidiana, y
que constituye el origen de Ia experiencia que ienen sobre el
mndo social8•
Ambos modos de concimiento implicn diferentes rela­
ciones con Ia pracica: una relacion eoria con la prictica y una rela­
cion prictia con la prictia y ojeivar esta diferenciaci6n es ndis­
pesable para todo prceso de investigaci6n que quiera captar el
senido del juego social.
a pracica social se desarrolla en el tempo y iene por ello,
una serie de caractersticas: es rreversible, iene una estructura
temporal - tiene un ritmo, iene un tempo-, iene una orientaci6n.
Todas estas caracteristicas son constituivas de su sentido: se jue­
ga en el tiempo y se juega estrategiamene con el iempo. Quien
esta inmerso en el juego, se ajusta a lo que puede prever, a lo que
anicipa, toma decisiones en funci6n de las probabilidades oje­
ivas que aprecia global e instantaneamente, y lo hace en Ia ur­
gencia de Ia pracica, "en un abrir y cerrar de ojos, en el calor de Ia
acci6n"9•
En relaci6n con el iempo de Ia practica, el tiempo de Ia
ciencia en cambio, es "intemporal" . Para el analista el iempo se
desruye: puede sncronizar, puede totalizar. El analista puede
darse y puede dar una visi6n sin6ptica de Ia totalidad y de Ia
unidad de las relaciones, puede sincronizar incluso lo que no lo
esta en estado practico. En definitiva, esta en condiciones de su-

Paris, Ed. de �inuit, 1987. [" Espacio social y poder simb6lico", oss dis,
Buenos Aires, Gedisa, 1988, p 1 29). Pero, por oro a do, " esas represenaciones
tambien deben ser cosideradas si se quiere dar cuena especialmente de las
luchas cotidianas individuales o colcivas, que ienden a ransformar o a con­
sevar esas estrucuras" (Ibidem) .
1 Bourdieu, P., e sens praiqe, op. cit.
9 Bourdieu, P., op. cit.

116
perar los efectos del iempo (puede volver a ver lo filmado, pue­
de volver a escuchar lo grabado, puede volver a leer sus notas de
campo), hace desaparecer las urgencias, las amenazas, los temo­
res, por que esta situado fuera del juego.
En definitiva, segin Bourdieu, el investigador iene el "pi­
vilegio e la totalizaci6n ". Y esta es esa capacidad del analista de
darse y de dar una visi6n sin6ptica de Ia totalidad y de Ia unidad
de las relaciones (sincronizar, ver en el mismo instante hechos
que s6lo existen en la sucesi6n) que consituyen las condiciones
de posibilidad de su comprensi6n adecuada.
El privlegio de la totalizaci6n supone, por un lado, la neu­
tralizci6n prictica e las unciones pricicas, es decir, Ia posiblidad
de poner enre parentesis los usos pracicos, posibidad que no
iene quien esta inmerso en la pracica, precisamente porque esta
vivendo esa pracica. Por oro lado, mplica la puesta en marcha
de instuentos e etenizaci6n, aumulados a lo largo de la hist­
ria social, acadeica, como nvestigador, y adqiridos a costa de
iempo y esfuerzo, como Ia escritura, tecnicas de regisro y anali­
sis, teorias, metodos, etc.
En este contexto, para poder dar cuenta del senido del jue­
go scial y, en definiiva, para expicar y comprender practicas
sociales, es necesario un concimiento del sujeto de conocimien­
to, una objetivaci6n del sujeto ojeivante: y este es un problema
epistemol6gico clave.
e trataria de un conociiento esencialmente critico res­
pecto a los ites inherentes a todo concimiento te6rico (opuesto
1 concimiento pracico), tanto ojeivista como sujetivista. Esto
supone poner en cuesti6n los presupuestos inherentes a la posi­
ci6n de "observador ojetivo", Ia del cientifico que tiene el privi­
legio social que hace posible su ciencia y que lo lleva a reivindi­
car "el pu nto e vista total sobre el too", implica anazar Ia rela­
ci6n subjetiva del cientfico con el mundo social y con la relaci6n
social ojetiva que esta mplicando esta relaci6n sujeiva10•
En definitiva, la propuesta de Bourdieu consiste en reco­
nocer que hay una especial relaci6n que el invesigador manie-

10 Bourdieu, P., op. dt.

117
ne con su ojeto (el rupo de agentes que estudia) y que esa rela­
ci6n tiene que ver concretamente con las pracicas que se preten­
den explicar, y especificamente con las diferencias que existen
entre Ia posici6n del nvestigador (como sujeto de conocimiento)
y Ia de los a gentes que analiza (que viven las practicas que pro­
ducen).
En este sentido, Ia relaci6n pracica que el nvestigador
maniene con su ojeto, es Ia del II que esta excluido" del juego
real de las practicas que esta analizando11, de lo que aiise juega,
de Ia illusio, de las apuestas. No tiene alii su Iugar, i iene por
que hacerse ali un Iugar: no comparte las experiencias vividas
de ese espacio, i las urgencias, ni el rimo, i las alegrias, i los
temores, i los fines nminentes de las acciones practicas.
No se trata aqui de una 11distancia cultural" (es decir, de
una cuesi6n de compartir valores y radiciones diferentes) sino
mas bien de una II distancia diferente respcto a Ia necesidad", de
una separaci6n de dos relaciones diferentes con el mundo, una
de eias te6rica y Ia otra pracica:

"EI intelcualismo esti iscrito en el hcho de inroducir


en el objeto, Ia relaci6n ntelectual con el objeto, de susi­
tuir Ia relaci6n practica con Ia pracica por Ia relaci6n que
el observador maniene con su ojeto"12•

Entonces, en este contexto, Ia construcci6n cienifica s6lo


puede aprehender los principios de Ia l6gica practica haciendo­
les sufrir un cambio de naturaleza: conviriendo a sucesi6n
pracica en una sucesi6n representada, una acci6n orientada en

11
En cierto modo, y desde una perspectiva analitica compleamente diferente,
Ia de Geerz (a quien Bourdieu ubica entre las posturas subjeivisas, y por lo
tanto, Ia considera " parcial"), queda claro en dicho au tor (1 94), que el proble­
ma de Ia reflexividad del investigador frente a lo que puede conocer de los
nativos es, no tanto una cuesi6n moral sino epistemol6gica. Y con respecto a
Ia exclusi6n del invesigador, seiala: "El etn6grafo no percibe, y en mi opinion
dicilmente puede hacerlo, lo que perciben sus informantes (. . . ). En un mundo de
ciegos (que no son tan distraidos como paecen), el tuerto no es rey sino simple espec­
tador" (Geerz, C., Conocimiento local, Buenos Aires, Paid6s, 1 94: 76).
12 Bourdieu, P., Le sens pratique, op. cit. : 62.

118
relaci6n con un espacio objetivamente consituido como esruc­
tura de exigencias objetivas y simb6licas, en operaci6n reversi­
ble, efectuada en un espacio continuo y homogeneo. Todo ello
por que el sentido pr<ktico no puede funcionar fuera de toda si­
tuaci6n, sin referenda a funciones practicas concretas. La practi­
ca excluye el retono sobre sf: el agente no puede dar cuenta de la
verdad de su practica sino es en situacion pictica, no puede teori­
zar i reflexionar sobre ela sino es abndonando su relaci6n prac­
tica con la practica.
Todo ello recuerda, repito, que debemos ubicarnos -como
investigadores, frente a la realidad que estamos analzando, o
mjor, frente a los agentes cuyas pracicas pt etendemos compren­
der y explicar- en el Iugar de un agente social como ualquier
oro, con condicioaientos ojeivos, actuales e hist6ricos y con
condicionaientos incorporados a lo largo de una rayectoria
ndividual y coleciva (de clase, y acadeica):

"El en6logo hablaria mejor de Ia crencia y de los ritos de


los otros, si comeara a hacerse dueio y maestro de sus
propios ritos y creencias"13.

El investigador y su espacio de juego

hora bien, dijimos que ese doble sistena de relaciones en


el que esta inserto el investigador, s6lo es separable analitica­
mente. Por que el nvesigador desarrolla su nvestigaci6n tam­
bien en n tiempo deternado (la 16ica pracica del invesiga­
dor con su nvestigaci6n), con n rimo, con n tempo, con sus
propias urgencias, con sus logros y sus temores. Tambien juega
en el iempo y juega esratigicamene con el iempo: tiene ifor­
mes, plazos y fornatos; porque, parraseando a Bourdieu, los
nvestigadores no estan uera del juego14•

13Bourdieu, P., op. cit.: 1 17.


1�Bourdieu, P., " .Los inelecuales stan fuera del juego?" (Exracto de una
enrevisa con Fran;ois Hincker, La Nouvelle Citique, 111/1 1 2, febrero-marzo
de 1979), en: Sociologia y ultura, Grijalbo, Mexico, 10, pp. 95-10.

119
Como agente social que juega el juego de la ciencia, esta
objetivamente condicionado por el estado de ese juego, por la
historia del juego, por el capital que ha logrado acumular en el
transcurso del juego, y por lo que ha incorporado a lo largo de
una trayectoria social general y especfica del juego. Pero existen
herramientas que permiten liberarlo, al menos en parte, de esos
condicionamientos, proporcionadas por la "sociologia de Ia so­
cioloia" :

"La sociologia de Ia ciencia descasa sobre el posulado de


que Ia verdad del producto -se rataria de ese producto
muy paricular que es Ia verdad cientfica-, reside en una
especie paricular de condiciones sociales de producci6n;
es dcir, mas precisamente, en un estado determinado de
Ia esructura y del funcionamiento del campo cientfico. El
universo "puro" de Ia ciencia mas " pura" es un campo so­
cial como culquier oro, con sus relaciones de fuerza y
sus monopolios, sus luchas y sus estrategias, sus intereses
y sus beneficios, pero donde todos estos invarian tes revis­
ten formas especificas"15•

En otras palabras, Bourdieu concibe al campo de las cien­


cias como un campo semejante a los oros campos sociales. Es
decir, como Iugar de relaciones de fuerza, como campo de luchas
donde hay intereses en juego (a pesar de que las pnicticas de los
agentes pudieran parecer desinteresadas), donde los diversos
agentes e instituciones ocupan posiciones diferentes segun el ca­
pital especfico que poseen, y elaboran disintas estrategias para
defender su capital -el que pudieron acumular en el curso de lu­
chas anteriores-, capital simb6lico, de reconocimiento y consa­
raci6n, de legitmidad y de autoridad para hablar de la ciencia
y en nombre de la ciencia.
Por ello Ia scioloia es una ciencia que incomoda a los
cienificos16, enre otras cosas, por que muesra que el mundo cien-

15 Bourdieu, P., " e champ scienifique", en: Actes e Ia Recherche en Sciences


Sociales, N° 2-3, 1976. "El campo cieniico", en: Bourdieu, P., In telectuales,
politica y poder, Buenos Aires, Eudeba, 199, p. 75-76.]
16 " U a ciencia que incomoda" (Entrevisa con Piere Tuillier, en La echerche,

120
ifico es un mndo de luchas y de competencias como cualquier
otro, con intereses especficos, con sus apuestas, sus beneficios
(preios, becas, subsidios, etc.), y ello pone en tela de juicio un
conjunto de creencias comparidas y denegadas colecivamen­
tet7.
Lo que estoy planteando tambien implica que Ia manera y
los nsrumentos que uzamos para aproximamos al conoci­
miento de los diferentes aspectos de Ia compleja realidad scial,
las categorias conceptuales que ponemos en juego, las hip6tesis
que manejamos, etc., estn condicionadas por Ia posici6n que
cupamos en el espacio social, y sobre todo, por Ia posici6n que
tenemos en el propio terreno de lucha: el campo cientifico. En
este sentido, esos instrumentos, esos conceptos, esas hip6tesis,
como aquellas oras maneras de percibir y evaluar, de clasiicar y
de consruir lo real, estan ligadas a la posici6n que ocupamos en
el mundo scial.
Pero ademas, el campo de las ciencias sociales -y sus sub­
campos- esta en una situaci6n muy diferente en relaci6n con el
universo general del campo de las ciencias, y esa diferencia deri­
va del hecho de tener por ojeto al mundo social y de que todos
los que participan en el pretenden producir una representaci6n
cientifica del ismo.
Entonces, quienes juegan el juego del campo de las cien­
cias sciales, no s6lo enran en concrrencia entre si (los especia­
listas, los cienificos), sino que tambien luchan con otros profe-

112, junio de 1980), en Bourdieu, P., Soiologia y ultura, Mexico, Grijalbo, 10,
pp. 79-94.
17 El campo de la ciencia, como el del ate, el de la religi6n, el de la polfica, el

de la conomia domestica, paricipan de lo que el autor llama "la economia de


los bienes simb6licos": es la l6gica de aquellos universos sciales que tienen
en comun crear condicions objeivas para que los agentes que juegan ese jue­
go engan alii " interes por el desinteres" y por lo anto, esten in teresados). Es­
tos espacios de juego se caracterian por que alii el "dsinteres " -en senido
estricamente econ6mico- es recompensado con la obtenci6n de otros benefi­
cios -especialmente simb6licos-, y por que descansan sobre el rechazo o la cen­
sura del interes econ6mico y sobre la denegacion colectiva de la verdad econ6-
mica. Ver Bourdieu, P., Raisons pratiques sur la tiorie e la action, Paris, Ed. du
euil. [Razones pricticas, sobre la teoia e la aci6n, Barcelona, Anagrama, 1997]

1 21
sionales de la producci6n simb6lica (escritores, poliicos, perio­
distas) y, en un sentido mas amplio, con todos los agentes socia­
les quienes, con capitales o poderes muy diferentes, con mayor o
menor exito, trabajan tambien para imponer su visi6n sobre el
mundo social. Y esta es una de las razones por las cuales el cien­
ista scial no puede obtener tan faclmente como los otros sa­
bios, el reconocimiento del monopolio del discurso legitimo so­
bre su objeto18•
hora bien, todos estos condicionamientos -ojeivos y sim­
b6licos- asociadas a la inserci6n social de los productores de co­
nacimiento social -y con ello, el condicionaiento scial de las
prducciones ligadas a la ciencia social-, no costituyen, a jicio
de Bourdieu, un obsaculo epistemol6gico insuperable.
Sugiere que en la medida en que la sciologia del conoci­
miento proporciona insrumentos adecuados para analizar el
condicionamiento social de las producciones cientficas, ponien­
do en evidencia los mecanismos de competencia, las relaciones
de fuerza y las esrategias utilizadas por los agentes sociales que
las producen, estaria tambien en condiciones de seialar condi­
ciones sociales de n conrol epistemol6gico, enre elias, aque­
llas que conribuyn a n mayor fortalecimiento de la comui­
dad cienfica, sus instiuciones, y sus propias leyes de funciona­
miento.
Ello estaria en relaci6n tambien con el grado de autonoia
relativa que lograra tener el campo cienfico en general y el de
las ciencias sociales en paricular: mientras logren obtener ma­
yor peso sus propias leyes de funcionamiento y las istancias de
consagraci6n y legitimaci6n especficas, mayor sera su autono­
ia frente a la incidencia que pudieran tener oros campos ( el
poliico y el econ6mico, por jemplo) sobre el espacio de juego
de la ciencia social, y mas facilmente se podra jugar el juego de
las ciencias sciales con las propias armas de la ciencia y no con
oras.

18 Bourdieu, P., "a cause de Ia science", en: Actes e Ia recherche en sciences

sociales, N° 10-107, pp. 3-10. ["a causa de Ia ciencia", en: Bourdieu, P., Intelec­
tuales, politica y poder, Buenos Aires, Eudeba, 199, pp. 111-18]

12
" La historia social de las ciencias sociales no es una espe­
cialidad entre oras. Es el instrumento privilegiado de Ia
reflexividad critica, condici6n imperativa de Ia lucidez
coleciva, y tambien individual. ( . . . )
a ciencia social tiene el privilegio de poder tomar por o­
jeto su propio funcionamiento y de esar en condiciones
de llevar asi a Ia conciencia, las coacciones que pesan so­
bre Ia pracica cientifica; puede pues servirse de Ia con­
ciencia y del conocimiento que posee de sus funciones y
de su funcionamiento para ntentar superar algunos de los
obstaculos al progreso de Ia conciencia y del conocimien­
to. Asi, lejos de invalidar sus propios fundamentos, como
se ha dicho muchas veces, condenando al relativismo, tal
ciencia reflexiva puede al conrario, proporcionar los prin­
cipios de una Realpolitk cienfica, que apune a asegurar
el progreso de Ia raz6n cienfica"19•

A modo de ciere

Agentes sociales "analzados" y agentes sociales "anaza­


dores" formamos parte del mismo mundo scial. Y ello impica
el reconocimiento de que los invesigadores tenemos experien­
cias y representaciones sobre ese mundo, y es necesario ojeivar
esa experiencia social.
Y en ese senido, los investigadores no estamos separados
de nuesros ojetos, sino que estamos sujetos a los ismos ipos
de condicionamientos, en ternos generales, aunque no parti­
culares (estos derivan de los diferentes espacios de juego en los
que paricipamos, de nuesras historias y posiciones diferentes,
de nuesros habitus) y todos poseen, de algn modo conrol re­
flexivo de su acci6n.
Pero hay algo que nos separa como investigadores de los
agentes cuyas pracicas intenamos comprender y explicar: y es
Ia relaci6n isma con la pracica, a relaci6n te6rica con Ia prac­
ica, frente a una relaci6n pracica con la pracica. Y en elo con-

19 Bourdieu, P., op. it., pp. 111-112.

13
siste II ojetivar nuesra posici6n como nvesigadorll, ape lando a
un proceso de reflexividad epistemica.
Pero tambien hay oro aspecto de esa ojeivaci6n: lo que
acabo de decir no significa que como nvesigadores no tenga­
mos nuestro propio juego, nuestras propias urgencias, nuesras
propias apuestas: aquellas que se relacionan con nuesra propia
profesi6n y que nos ligan y separan, a Ia vez, a nuestros pares y a
las insituciones del juego cienifico.
Reconocer que formamos parte del mundo social, que a Ia
vez tenemos una cultura" espcial, academica, que nos lleva a
I

tener una rada y una experiencia especial del mundo (el sesgo
escolastico, como lo llama Bourdieu), y que es necesario ojeti­
var nuestra posici6n, implica tambien reconcer que como in­
vesigadores no podremos elnar totalmente nuesros efectos
sobre los datos: pero podremos comprenderlos y conrolarlos,
apelndo a las herramientas que nos brinda Ia sociologia del co­
nocimiento.
Desde Ia perspectiva de Bourdieu, Ia sociologia de Ia socio­
loia podria proporcionanos herramientas que nos ayuden, no
a elnar por completo nuesros condicionamientos, pero si a
controlarlos y hacerlos controlables para nuestros pares.
Reflexividad epistemica, objetivaci6n del sujeto objetivan­
te, aparecen como los micos caminos de libertad posibles.
En primer Iugar, como una cuesi6n individual y a raves
de un proceso de autosocioallisis, esto es, de autoexplicitaci6n
de los disntos mcanismos y condicionamientos que nos sepa­
ran (por Ia funci6n que umplimos) de los agentes cuyas practi­
cas ntentamos explicar y comprender. En segundo Iugar, anali­
zando nuesra posici6n como investigadores, ligada a otras posi­
ciones de oros invesigadores que nos unen y nos enfrentan en
el juego cienfico.
Pero Ia verdadera conquista es colectiva . . . Y para ello es
necesario expicitar los disntos mecanismos del juego, desen­
traiar -hasa donde ello sea posible- las reglas que regulan el
juego, y de este modo, crear condiciones sociales de posibilidad
para el concimiento cientifico.

124
IN DICE

INRODUCCI6N ........................................................................................ 7

Capiulo 1
CONCETS Y EMAS MAYORS ...................................................... 11

1 . Consrucci6n y sisematicidad de los conceptos ............... ..


. ..... . ..... 11
2. La doble existencia de lo social: en las cosas y en los cuerpos 15 ......

3. Esructuralsmo genetico: relacionismo metodol6gico e


incorporaci6n de Ia dmensi6n hist6rica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
4. La economia de las practicas .. 26
............................................................

Capitulo 2
LAS ESTRUTURAS CIALES ETERN S 0
LO SCIAL HECHO COSAS . . .. . ... ..................... ........ . .... .. . . ....... . . . ... . 31
.. . . . .

1 . Los campos sociales: definici6n y propiedades generales . 31 .......... ..

2. La especificidad del campo: capital e intereses en juego . . . 34 .... ... .. ...

3. La distribuci6n desigual del capital: posiciones diferentes . . 49 ... ......

4. La dinamica de los campos. La autonomia relaiva . . . .. . . .. 53 .. .. ... . . .... ..

Capitulo 3
LAS ESTRUTURAS OCIALES ITERNALIZADAS 0
LO OCIAL HECHO CUERPO . . ... . .. . . . . . .. .. ................. ... ... . ... ..... ... ... ..... ... 65

1 . El habitus: principio de generaci6n y de percepci6n


de practicas . . . ....
. .............. .
.... .. . . . . . . 65
......................... ...... ......... ..... . .... .. . ...

2. Habitus y pracica: el sentido pracico y Ia pracica


como esrategia . . . . . .
............ .. . . . . . 71
... ................ ... ....... ..................... ... . ... .. .

3. Sistemaicidad de los habitus y de las pracicas. Los habitus


de clase 79
...................................................................................................
Capitulo 4
ALGUNOS ASPEfS RELATIVOS A LA PROBLEMA TICA
DE LAS CLASS . . . . . . ...
......... .. .
................. .... ...... ..... ............... .... . . ...... .. .... . 83
.

1 . Clase social: clase consruida, clase probable ................................. . 83


2. El espacio social y las clases sociales. Las estrategias de
reproducci6n ......................................... ................................................ 89
3. La clase scial, los habitus, las practicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95

A MOO DE CONCLUSI6N .................. . ........ . ....... . ..... . ....................... . 99

REFERENCIAS BIBUGRAFICAS .............. . ....................................... 105

nexo
EfiGAR S PRAfiCAS Y PRAfiCAR
LA IEfiGACI6N . . . .... ........... ........................ .............. ..
. .... . ............. 111

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