Las Practicas Sociales Una Introducci6n
Las Practicas Sociales Una Introducci6n
Las Practicas Sociales Una Introducci6n
UNA INTRODUCCI6N A
PIERRE BOURDIEU
Este texto ue ediado anteriormente en Buenos Aires por Centro
Editor de America atina en 1994; en C6rdoba, por la Direcci6n de
Publicaciones de Ia Universidad Nacional de C6rdoba y Ia Edito
rial Universitaria de Mis iones en 1 995 y en M a d r i d , poi
Tierradenadie Ediciones en 202.
ISBN N° 987-1110-20-0
lmpreso en gentina
Printed in Argentina
Heche el de6sito qe maca Ia Ley 11.723
Alicia B. Guierrez
f Ferreyra
t Editor
INTRODUCCION
7
nuestras propias practicas -como docentes, como invesigadores
y setalar los condicionamientos sociales que ienen nuesras mi
radas, nuesras perspectivas, nuestras herramientas, invitando a
poner en funcionamiento lo que Bourdieu ha llamado en varias
oportunidades "la objetivaci6n del sujeto ojetivante" .
Presento aqui entonces, una aproximaci6n conceptual al
pensaiento de Pierre Bourdieu, con la intenci6n de invitar a los
lectores a consruir las problemaicas sociales que les preocupan,
dandole n contenido especifico y una referenda concreta a los
conceptos que aqui se esbozan.
No se rata de un abordaje de los diversos temas que el
autor ha rabajado en sus obras, tampoco un estudio criico en
profundidad de su enfoque te6rico-metodol6gico, sino una re
consrucci6n de su perspectiva analiica. Esto es, intento siste
matizar, precisar y explicitar los conceptos claves que estructu
ran su analisis y setalar las re laciones que mantienen entre si,
paa aproximanos, de este modo, a Ia 16gica de su funcionamien
to.
Tomare como hilo conductor Ia preunta: Lt6mo pueden
explicarse las prckticas sociales desde Ia 6ptica de Bourdieu? Es
decir, Lcuales son los prncipios a parir de los cuales se esuctu
ran las pracicas de los diversos agentes sociales seg.n esta pers
peciva te6rico-metodol6gica?
A lo largo del trabajo tratare de ir respondiendo a ;sta pre
gunta, al mismo iempo que setalare afinidades y diferencias,
acercamientos y rupuras con otros marcos de analisis.
En primer Iugar explicitare ciertas lineas de su pensaien
to que constituyen, a i criterio, el contexto general en el cual se
insertan los conceptos a los que hare referenda y donde cobran
su verdadero sigificado.
Luego, analizare los diferentes conceptos relativos a lo que
el au tor llama las estncturas sodales extenas o la historia heclta co
sas: campo, capital, ntereses, posiciones, se.alando al mismo
tiempo sus relaciones y su l6gica de funcionaiento en la dinimi
ca e los campos.
Posteriormente me referire a lo que Bourdieu llama estnc
turas sociales intenaliaas o la historia lleca cuepo, especialmente
8
el concepto de habius y sus relaciones con la noci6n de practica
en terminos de estategia y con la de clae social.
eguidamente, anazare algnos aspctos relaivos a la pr
blemaica de las clases, especialmente en cuanto factores expica
tivos de las pracicas sociales, para, posteriormente, intentar una
respuesta a modo de sfntess de la pregna que ia este raba
jo.
Finalmente, en la cuarta edici6n de este libro (siempre re
visado y corregido) he incluido como anexo unas paginas donde
pretendo profundizar un aspecto que apenas se esboza en el tex
to principal: la necesidad de "objetivar al sujeto objetivante" y,
con ello, de analizar los condicionaientos sociales de nuestra
propia practica de invesigaci6n.
Mis reconociientos al Dr. Ricardo Costa, iular de la Ca
tedra de ciologia de la Facultad de Filosofia y Humanidades
de la Universidad Nacional de C6rdoba, de la que fomo parte
desde hace varios atos. Muchas de las ideas y relaciones que es
tan aqui presentes han sido tomadas de sus clases, aunque el uso
que hago de ellas no lo responsabilizan. Mi especial reconci
iento tambien a todos aquellos que han sido mis alunos (de
rado y de postgrado), quienes con sus pregntas, sus cuesiona
ientos, sus inquieudes, sus sugerencias, sus ideas, me obligan
permanentemente a replantear cuesiones, a leer y releer, a bus
car nuevas relaciones, a pensar y repensar lo que aqui intento
expresar.
9
Capitulo 1
11
g.n el marco te6rico a partir del cual se la aborda: seg.n la pers
peciva de analisis del investigador, ciertas facetas de lo real se
ran percibidas como mas importantes, otras como secundarias o
accesorias, mientras que oras podran no ser tenidas en cuenta2•
Hablar de conceptos consruidos, siifica reconocer con
Bachelard que el hecho centico e conquista, construye, compueba, ·
e implica,
12
En esta manera de abordar la realidad social, todo acto de
investigaci6n es, a la vez, empirico y te6rico. Asi, la mas pequeia
operaci6n emprica -la elecci6n de una escala de medida, la in
clusi6n de un item en un cuesionario, etc.- implica elecciones
te6ricas concientes o incoscientes, mienras que la mas abstracta
de las dificultades conceptuales no puede ser completamente re
suelta sino por medio de na cofrontaci6n sistematica con la
realidad emprica (Bourdieu y Wacquant, 1992).
Ahora bien, es necesario aclarar que decir que el hecho cien
tfico se conquista, consuye, comprueba, es enunciar el oren
l6gico e los actos epistemol6gicos: ruptura, consrucci6n, pueba
de los hechos. No significa que a cada uno de ellos correspondan
operaciones sucesivas ligadas a instumentos especificos. Es de
cir, el orden 16gico de los actos epistemol6gicos no se reduce al
orden cronol6gico de las operaciones concretas de la invesiga
ci6n, en la medida en que el modelo te6rico es, inseparablemen
te, consrucci6n y rupura.
Dentro de esta perspectiva epistemol6gica, el hecho e con
quisa contra la ilusi6n el saber inmedato, situaci6n que leva im
plicita una constante actitud de vigilancia epistemol6gica y de
rigor metodol6gico.
Retomando en estos aspectos a Durkheim (1985), se postu
la una polemica nterrumpida conra las prenociones, repre
sentaciones esquemaicas y sumarias de la realidad, que reciben
su autoridad y eficacia del hecho de que cumplen ciertas funcio
nes sociales:
sociales, supone Ia ruptura con falsas dicotomias: teoria vs. empiria, indivi
duo vs. sociedad, objetivismo vs. subjeivismo, reproducci6n vs. cambio, lo
econ6mico vs. lo no-econ6mico, metodos cuaniaivos vs. metodos cualita
tivos, etc.
13
La acitud de constante viglancia epistemol6gica y de ri
gor metodol6gico, se impone pues, especialmente en el caso de
las ciencias del hombre. En eias es mas imprecisa Ia separaci6n
entre Ia opni6n comun y el discurso cienfico, entre el objeto eal,
preconsruido por Ia percepci6n, y el objeto cientiico, concebido
como sistema de relaciones expresamente construido.
En relaci6n con lo que estoy planteando, dicen los autores
citados:
14
Cae desacar ambien, con respecto al ojeto de invesiga
ci6n seleccionado que:
4 En relaci6n con ello, puede vese lo que Lukacs dice sobre el concepto de
totalidad, como uno de los apotes claves de Marx. (Lukacs, 1969).
15
de Ia historia, y al precepto durkheimiano que exige que lo scial
sea explicado por lo social y s6lo por lo scial.
Es decir, aqui no se rata de reivindicar para Ia sociologia
un objeto real espacialmente dis nto del de las oras ciencias del
hombre, i de querer explicar sociol6gicamente todos los aspec
tos de Ia realidad humana, sino que se pretende expicitar:
16
Esta perspectiva te6rica, a rav�s de Ia relaci6n dialectica
enre ambos conceptos consuidos -campo y habitus-, propone Ia
necesidad de superar -y un camino metodol6gico para lograrlo
la falsa dicotoia planteada en las ciencias sociales, enre objeti
vismo y subjetivismo5•
Para el autor, tanto el objetivismo como el sujetivismo
constituyen llmodos de conocimiento te6rico11 (savant), es decir,
modos de conociiento de sujetos de conociiento que analizan
una problematica social deterinada, igualmente opuestos al
II modo de conociento practico", que es aqu�l que ienen los
senido pr\ctico, el sentido del juego social, lo que implica una upura tanto
con las perspectivas objetivistas cuanto con las subjetivistas. Si bien retomare
luego algunos de estos elementos, remito a ese trabajo de Bourdieu, para un
an\lisis minucioso del contenido de esa ruptura y de las coscuencias que
ello supone para el invesigador y su prceso de invesigaci6n (especialmente,
Libro 1).
17
hara bien, dado que las es.cturas sciales existen dos
vces, que lo il esi conformado por relaciones ojeivas, pero
que ambien los individuos ienen n conociento practico de
esas relaciones -una anera de percibirlas, de evaluarlas, de sen
irlas, de vivirlas-, e invierten ese conociento practico en sus
acividades ordinarias, se impone al soci6lo.o a doble lctura
de su ojeto de estudio:
7 Puede obsevarse que son las msmas palabras que Marx utilizaba en el11 Pre
facio11 a Ia Contriuci6n a la citica de la economfa polftica, cuando afirmaba que
II
en Ia producci6n social de su vida, los hombres enran en determinadas rela
ciones, necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producci6n
que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fueras pro
ducivas materiales11 (Marx, 1978: 71).
Tambilm Durkheim hace alusi6n a ello cuando, al referirse a Ia realidad objei
II
va de los hchos sciales dice que posen fomas defii das, que ienen un
modo de ser cosante, una nauraleza que no depende de Ia arbitrariedad
individual, y de Ia cual deivan relaciones necesariaS11 (Durkheim, 1985: 5).
18
a) Las esructuras ojetivas que construye el investigador
en el momento ojetivista (construcci6n del sistema de relacio
nes objetivas en el cual los ndividuos se hallan nsertos),
19
Mas adelante veremos c6mo, a traves de nociones tales
como interes, habitus, estrategia, se recupera al agente social que
produce las practicas, y c6mo la ariculaci6n entre ojeivismo y
subjetivismo se produce fundamentalmente con el concepto de
habitus.
Pero ahora es necesario plantear las consecuencias que esta
propuesta metodol6gica implica para el invesigador y su proce
so de invesigaci6n.
Teniendo en cuenta que la visi6n del mundo de los agentes
sociales esta asociada al lugar que ocupa en ese mundo, y lo que
decia mas arriba acerca de que la socioloia construye su objeto,
es necesario seialar que todo ello supone, para el soci6logo, no
s6lo pensar en b�rminos de "construcci6n de la realidad social",
sino tambien y mas precisamente en terminos de "construcci6n
social e la realiad social ".
Considerar la construcci6n social e la realiad social desde la
perspeciva de Bourdieu, impica plantear una manera de irar
y analizar los condicionamientos sociales que afectan al proceso
de investigaci6n, tomando como punto especial de la mirada,_�.
propio investigador y sus relaciones.
e trataria, para utilizar las palabras del autor, de "objeti
var al sujeto ojetivante", es decir, de ubicar al investigador en
uta posici6n deterinada y analizar las relaciones que mantie
ne, por un lado, con la realidad que analiza y con los agentes
cuyas pracicas invesiga, y, por otro, las que a la vez lo nen y lo
enfrentan con sus pares y las instituciones comprometidas en el
juego cienfico.
El primer tipo de relaciones alude a lo que Bourdieu llama
"el sentid 9 de las practicas", y apunta a reflexionar sobre las po
sibiidades de aprehender la l6gica que ponen en archa los agen
tes sociales que producen su practica, que acuan en un tiemp)_�
en un contexto deternado. Esta 16gica es diferente a la "16gica
cientifica", la l6gica que el investigador implica en su intento de
comprender y explicar la problematica que le preocupa. Retoma
re Iuego algunos de estos aspectos8•
1Para un analisis deallado de estos elementos que aqui s6lo se\alo, ver espe
cialmente Bourdieu, 1980b, Libro 1, Capitulo 5 ("La l6gica de la pracica").
0
El seundo tipo de relaciones alude a los condicionamien
tos sociales que afectan la producci6n del conocimiento sociol6-
gico en la medida en que el soci6logo forma parte de un espacio
de juego: el campo cientifico9•
Por todo ello, s6lo mediante una reflexi6n critica y la sub
ordinaci6n de la pracica cientifica a un conociiento del" sujeto
de conocimiento" y de su relaci6n con el ojeto, es posible supe
rar la falsa antinoia enre ojetivismo y sujetivismo, y a la vez,
recuperar los logros de ambas perspectivas y avanzar asi en la
comprensi6n y explicaci6n de las pracicas sociales.
21
"que hay una genesis social de una parte de los esquenas
de percepci6n, de pensaniento y de acci6n que son consi
tuivos de lo que Bano habitus, y por ora parte estructu
ras, y en paricular de lo que Bano campos y grupos, espe
cialnente de los que se lama generanente las clases so
dales" (Bourdieu, 1987a: 127).
2
mportante del autor para el nasis de las pracicas sciales en
terinos relacionales, es el rigor metodol6gico con el cual desa
rrolla su concepci6n.
Ello queda atestiguado ndamenalmente en dos hechos:
primero, sus dos conceptos centrales (ampo y abius), constitu
yen nudos de relaciones. Un campo consiste en un conjunto de
relaciones objeivas enre posiciones hist6ricamente definidas,
mienras que el habitus toma Ia forma de un conjunto de relacio
nes hist6ricas incorporadas a los agentes sociales. Segundo, am
bos conceptos son igualmente relacionales, en el sentido en que
se comprenden uno en relacion con el otro: un campo no es una
estructura muerta, es un espacio de juego que existe en cuanto
al, en la medida en que hay jugadores dispuestos a jugar el jue
go, que creen en las inversiones y recompensas, que estan dota
dos de un conjunto de disposiciones que impican a Ia vez Ia pr
pensi6n y la capacidad de enrar en el juego y de luchar por las
apuesas y compromisos que ai se juegan (Bourdieu y Wacqunt,
1992) .
En segundo Iugar, es importante destacar que el autor in
roduce Ia dimensi6n hist6rica en el modo de pensamiento rela
cional, y con ello, toma distancias respecto a la radici6n esruc
turalista:
3
dos dimensiones: sincr6nica y diacr6ica. Por n lado, no s6lo
hay que tener en cuena los diferentes sistemas de reaciones ob
jeivas tal como se presenn en el momento del ss, sino
tambien como se han ido cofondo y reesructurando esos
sistemas en tenos de campos de posiciones sciales relaiva
mente aut6nomos. Por oro lado, los esquemas de generaci6n y
organizaci6n, de percepci6n y de apreciaci6n de pracicas, deben
ser analizados como prcesos de incorporaci6n de habitus, en
relaci6n con la trayectoria modl de la clase scil en la que se
ubica a los agentes sciales, y en relaci6n con la rayectoria indi
vidual de dichos agentes insertos en los dferentes cmpos.
mpliare as adelante esa perspeciva al anaizar los con
ceptos de campo y habius. Pero es importante desacar que, al
incorporar la dimesi6n hist6ica, se abre na veta de sis
muy importante para la nvesigaci6n sciol6ica, con la cual, de
alguna mnera se superan otros efoques10• Me refiero espciai
mente a aquellos como el individualismo metodol6gico de
Boudon (1981, 1983), o la sciologia de las organizaciones de Cro
zier (1974), o los aisis de Goffn (1970) en un hospial ps
quiarico.
Aim existiendo diferencias enre ellos, que no es el lugar
para explicitarlas, ienen en comun cierta 16gica de analisis. En
efecto, el punto de parida de estos enfoques consiste en ubicar al
actor scial en el sistema de condiciones ojetivas en el que esta
serto, sistema que, por coerciivo que pueda ser, nunca ena
totalmente el margen de autonoia individual. En este sistema,
el actor scial ocupa una posici6n deternada, a Ia cual estan
ligados ciertos ntereses, en relaci6n con otros ntereses igados a
oras posiciones.
a acci6n social es expicada en ternos de estrateia, par
iendo de la hip6tesis de que, segn na 16gica de costo-benefi
cio, el actor scial selecciona aquella altemaiva que, entre las
10
" Lo propio de las realidades hist6ricas es que e puede siempre sablecer
que hubiera podido ser de ora manera, que va de ora anera a ora pate, en
oras condicions. Lo que quiere dcir que, al hstoar, a sciologia desnau
raliza, desfaalia" (Bourdieu, 1 98b: 2).
24
que le brindan sus condiciones objetivas, considere acorde a sus
intereses ligados a su posici6n dentro de ese sistema11•
Pero, al considerar el sistema de relaciones s6lo en su di
mensi6n sincr6nica, sin tener en cuenta Ia historia del siste� en
ternos de estructuraci6n y reestructuraci6n de posiciones�}\la
storia incorporada 1 agente scial en fora de habitus, se pierde
Ia posibilidad de explicar, por ejemplo, _que es lo que hace que
dos agentes que ocupan iuales posiciones en el sistema de rela
ciones acuen, sin embargo, de manera diferente?12•
11
Un analisis en terminos de "estrategia en relaci6n a costos-beneficios", reali
a Boudon al considerar las decisiones que pueden tomar los padres respecto
a Ia permanencia de sus ijos en el sistema escolar, decisiones que son toma
das a raves del calculo de sus posibilidades objei vas, beneficios de Ia inver
si6n, si se rata de una nversi6n a mediano o largo plazo, etc. (Boudon, 1983).
Tambien Goffman analiza las practicas de los efermos psiquiaricos intema
dos, en erminos de "estrategias implementadas para sacar provecho de los
resquicios que Ie deja el sistema de interrelaciones", estrategias llamadas por
el autor " adapaciones secndarias", que los actores ponen en marcha en un
intento por mantener su identidad individual frente a Ia que quiere imponerle
Ia insituci6n (Goffman, 1972) .
La misma l6gica de analisis sustena Ia investigaci6n de Crozier en una orga
nizaci6n burocraica (el Monopolio Indusial), especialmente en lo que ocu
rre a nivel de taller, donde distingue dferentes ipos de estrategias implemen
tadas por los actores sociales se.n Ia posici6n que ocupan en Ia orgaizaci6n
(obreros de mantenimiento, obreros productores, jefes de aller, etc.). (Crozier,
1974).
12
Es importante se\alar aqui que Bourdieu toma distancias explicitas con res
pcto al individualismo metodol6gico y a su versi6n noteamericana, Ia teoria
de Ia elecci6n racional, y no s6lo en lo que se refiere a Ia ausencia de Ia dimen
si6n hist6rica en estos analisis. Retomar esas distancias y evaluarlas, excederia
los liites del presente rabajo, por ello s6lo menciono algunos e lementos: para
el autor, al igual que el interaccionismo simb6lico y Ia enometodologia, esas
corrientes se ubicarian en perspectivas " subjeivisas" en Ia medida en que Ia
sciedad aparceria como el producto de decisiones, acciones y actos de cono
cimiento de individuos para quienes el mundo estaria dado como familiar y
significante-. Por otra parte, el actor social esaria concebido como un agente
sin historia, a Ia vez indeterminado e intercambiable, que da respuesas racio
nales, y que piensa su practica de manera l6gica y reflexiva, como lo hace el
investigador que Ia obseva. Ver Bourdieu, 1 980b, escialmene Libro 1, Y
Bourdieu y Wacquant, 192, especialmene Inroducci6n y Primera pate).
5
El enfoque de Bourdieu, como veremos mas adelante, con
sidera como principios de esructuraci6n de practicas, no s6lo a
Ia posici6n -y Ia trayectoria de Ia isma- que ocupa el agente en
el sistema de relaciones (sistema que, por otra parte, logra un
mayor nivel de explicitaci6n y con ello un mayor afinamiento en
los insrumentos de analisis, a traves de Ia noci6n de campo),
sino tambien a los habitus incorporados por el agente, en cuanto
esquemas de percepci6n, de evaluaci6n y de acci6n.
6
sas, a Ia l6gica absolutamente singular de Ia conomia en
Ia cual el calculo con6mico es expicitamente orienado
con relaci6n a los fines exclusivamente econ6micos que
plantea, por su existencia misma, n campo econ6mico
cosituido en tanto tal, sobre Ia base del axioma encerra
do en Ia tautologia 'los negocios son los negocios'. En ese
caso, y solamente en ese caso, el calculo con6mico esa
subordinado a los fines propiamente econ6micos y Ia eco
nomia es racional formalmente, en los fines y en los me
dias" (Bourdieu, 1987c: 113).
27
..
8
(sobre todo cuando se arman de Ia teoria de los juegos)
prestan a los agentes" (Bourdieu, 14: 166-167).
29
capitaistas y aquellos sectores de las economias llamadas capi
talistas que no funcionan totalmente se.n 1a ley del interes como
la busqueda de la maximizaci6n del beneficio monetario. Impli
ca tambien encontrar elementos explicativos de esos universos
sociales, rchazando al mismo iempo la tentaci6n de otorgarles
un status de gratuidad, de excepci6n, de exraterritorialidad, de
no-explicaci6n:
30
Capiulo 2
31
irreductibles a los compromisos y a los intereses propios de otros
campos. Cada campo engendra el interes que le es propio, que es
la condici6n de su funcionamiento. Es decir, para que funcione
un campo,
32
Ahora bien, las luchas para ransformar o conservar Ia es
tructura del juego, llevan implicitas tambien luchas por Ia impo
sici6n de a definici6n del juego y de los triunfos necesarios
para dominar en ese juego:
33
2. La especificidad del campo: capital e intereses en juego
2.1. Capital
4
senido, los campos sociales pueden ser considerados como mer
cados de capitales especificos.
Recordamos aqui que, al liberar el concepto de capital de la
sola conotaci6n econ6mica, Bourdieu mrca una ruptura con el
marxismo15, pero a la vez, recupera la l6ica que Marx utiliza en
el naisis econ6mico y la exiende al isis de cualquier pki
ca social:
35
tal en relaci6n con lo que se planteaba mas arriba respecto a la
economia e las pricticas.
He dicho que en cada campo se juega un capital especfico
y que la l6ica econ6mica es suscepible de ser extendida a todos
los bienes. Pero, ahora recato a frase del parafo nteriormente
citado: a condici6n de que esos bienes "e preenten como raros y
dignos e er buscados en una ormaci6n social eterminaa ". Es de
cir, no todo bien constiuye necesariamente n campo, tiene que
ser n bien apreciado, buscado, que, al ser escaso, produzca inte
res por su acumulaci6n, que logre establecer cierta divisi6n del
trabajo enre quienes lo producen y quienes lo consumen, entre
quienes lo disribuyen y quienes lo legitiman. En otras palabras,
tiene que constituirse un mercado en tono a ese bien para que
suja un campo especifico. Estos aspectos que hacen a la dinai
ca de los campos, seran retomados mas adelante.
Hay distinas vaiedades de capial. Bourdieu disngue un
damentaliente, adeis del capital econ6ico, el capital culu
ral, el capital scial y el capital simb6lico, que costituyen Ia gama
posible de los recursos y de los bienes de toda naturaleza que
sirven a la vez de medios y de apuestas a sus inversores.
Veamos cuales son las principales especies de capital, ade
mas del econ6mico:
El capital cultural esta ligado a conocimientos, ciencia, arte,
y se impone como una hip6tesis indispensable para rendir cuen
ta de las desiualdades de las erormanes escolares16•
El capital cultural puede existir bajo res formas: en estado
incorporado, es decir, bajo Ia forma de disposiciones durables
(habius) relacionadas con deternado ipo de conociientos,
ideas, valores, habiidades, etc.; en estado ojetivado, bajo Ia for
a de bienes culturales, cuadros, libros, diccionarios, 'ins me�
tos, etc.; y en estado insitucionalizado, que constituye una for-
16
Asi es considerado especialmente en La Rep roducci6n, donde los autores rea
lizan un analisis que pone de relieve Ia autonomia relaiva del campo cultural,
considerando a Ia escuela como principal instancia legiima de legiimaci6n
de " lo arbirario cultural", que conribuye a Ia reproducci6n de Ia estructura
de Ia disribuci6n del capital culural enre las clases, y con ello, a Ia reproduc
ci6n de las relaciones de clase existenes. (Bourdieu y Passeron, 1970).
36
a de ojeivaci6n, como lo son los diferentes titulos escolares
(Bourdieu, 1979a).
La mayor parte de las propiedades del capital cultural pue
den deducirse del hecho de que en su estado fundamental, est.
ligado al cuerpo y supone un proceso de incorporaci6n. En oras
palabras, cierto numero de propiedades se defnen s6lo en rela
ci6n con el capital cultural en forma incorporada, ya que, si bien
la acumulaci6n de bienes culturales objeivados esta relacionada
con la capacidad econ6ica de adquirrlos -y en ese senido, con
el capital econ6mico-, ello no sigfica necesariamente la capaci
dad de apropiarse de ese bien en senido s.b6lico. Para consu
mir un cuadro o utilizar determinados insrumentos por ejem
plo, es necesario tambien la posesi6n de deternadas habilida
des, conocimientos, etc.
Donde puede observarse el lazo que existe entre capital cul
tural y capital econ6mico es, especialmente, en el tiempo necesario
para su adquisici6n, lo que ncluye el momento en que un agente
social puede comenzar la empresa de adquisici6n y acumulaci6n,
hasta cuando puede continuarla y de que modo (liberado de la
necesidad econ6mica de su familia, por ejemplo), el porcentaje
del iempo biol6gicamente disponible uzado en el proceso, etc.,
aspectos que nciden tambien en el exito o el fracaso escolar.
El mencionar al capital cultural insitucionaizado como for
ma especfica del capital cultural, nos lleva a setalar la existencia
de instituciones sociales a las que se les reconoce capacidad legi
tima para admistrar ese bien. e trata de instituciones de con-
. saraci6n y legitimaci6n especificas del campo, cuya aparici6n y
permanencia estan estrechamente relacionadas con la existencia
misma del campo y con su autonomia relativa. Ya volvere sobre
este fen6meno mas adelnte.
El capital social esta ligado a un crculo de relaciones esta
bles, y se defne como:
37
tan dotados de propiedades comunes (susceptibles de ser
percibidas por el obsevador, por los otros o por ellos mis
mos), sino que tambien estan unidos por lazos permanen
tes y uiles" (Bourdieu, 1980a: 2 -subrayado del au tor-).
38
capital, en la medida en que el volumen de capital social que ha
logrado acumular un agente particular, no s6lo depende de la
extensi6n de la red de relaciones que el puede efecivamente
movilizar en un momento determinado, sino tambien del volu
men del capital econ6ico, cultural o simb6ico de cada uno de
aquellos agentes a quienes esta ligado por la pertenencia a esa
red.
La noci6n de capital simb6lico en Bourdieu era utiizada en
un primer momento como una manera de distinguir la acumula
ci6n de ciertos bienes no esricamente econ6micos como el ho
nor, presigio, salvaci6n, relaciones, conientos (Cosa, 1976: 2).
En escritos posteriores del autor se lo encuenra definido
como:
II
.. .forma que revisten las dferentes especies de capital
cuando son percibidas y reconocidas como legitimasll
(Bourdieu, 1987a: 131).
II
... el capital econ6mico y cultural cuando es concido y re
conocido" (Bourdieu, 1987a: 138) .
11
. .capital de rconcimiento o de cosagraci6n" (Bourdieu,
.
1987a: 14).
11
... el capital smb6lico -oro nombre de distinci6n-, no es
sino el capital, de cualquier espcie, cuando es percibido
por un agente dotado de categorias de percepci6n que pro
vienen de la incorporaci6n de la estructura de su disribu
ci6n, es decir, cuando es conocido y rconocido como nau
ral" (Bourdieu,1984b: 28).
39
birario de su posesi6n y de su acumulaci6n" (Bourdieu y
Wacquant, 1992: 81-82).
0
jo de socialzaci6n necesario para producir agentes dota
dos de los esquemas de percepci6n y de apreciaci6n que
les permitiran percibir las exhoraciones iscritas en una
situaci6n o en un discurso y oedcerlas" (Bourdieu, 194:
173)17•
41
Ahora es necesario inroducir dos nociones estrechamente
relacionadas con las que acabo de explicitar: volumen global el
apial y estructura el capital.
a primera hace referenda al conjunto de recursos (pode
res) efectivamente utilizables -es decir, la suma del capital eco
n6mico, cultural, simb61ico y social-, del que puede disponer un
agente o grupo de agentes determinado. La segunda, consiste en
formas diferentes de distribuci6n del capital global entre las dis
ntas especies de capital. Es decir, es la especial estructura patri
moial que se consiuye seg1n el peso relativo de cada uno de
los capitales que la forman.
Ambas nciones, que retomare mas adelante, representan
las dimensiones fundamentales seg.n las cuales se distribuyen
los agentes en el espacio social global:
42
Los agentes compromeidos en un juego pueden luchar para
aumentar o conservar su capital, sus cartas, de alguna manera
conforme a las reglas tacitas del juego. Pero tambien pueden tra
bajar para modificar total o parcialmente esas reglas de juego.
Por jemplo, pueden luchar para cambiar el valor relativo de sus
cartas, por medio de estrateias que apunten a desacreditar la
sub-especie de capital sobre la que descansa la fuerza de sus ad
versarios y valorizar la especie de capital que ellos poseen espe
cialmente. Asi, muchas de las luchas desarrolladas en el seno del
campo del poder son de este ipo, por ejemplo enre agentes que
han logrado acumular un volumen de capital econ6mico y agen
tes que poseen especialmente capital juridico (Bourdieu y Wac
quant, 1992). En relaci6n con ello, recuerdo lo que ya habia men
cionado entre las propiedades generales de los campos: las lu
chas para transformar o conservar la estrucura del juego, llevan
implicitas tambien luchas por la imposici6n de una definici6n
del juego y de los triunfos necesarios para dominar en ese juego.
Si nos prentaramos entonces lque tipo de capital es el
mas importante?; es decir, lcual es el que posee mayor peso es
pecfico?, una prmera respuesta seria: el tipo de capital, y espe
cialmente su sub-especie, que se juega en el campo de juego en el
momento que es objeto de analisis. Asi, por ejemplo, el volumen
del capital cultural -lo mismo valdria para el capital econ6mico
determna las posibilidades asociadas de beneficios en todos los
juegos en que el capital culural es eficiente -el campo educaivo,
el campo cientifico, etc.-.
Pero a nivel global, cuando se considera la coexistencia de
los diferentes campos sociales (ya aclarare este concepto), y entra
a jugar la autonomia relativa de cada uno de ellos, dice el autor
que en sociedades como las nuestras, el capital econ6mico cons
tituye la especie dominante, en relaci6n con las otras variedades
de capital. Y por ello, el campo econ6ico tiende a imponer su
esructura sobre los otros campos.
En otro tipo de sociedades, fundamentalmente en aquellas
en las que la acumulaci6n del capital econ6ico esta de alguna
manera controlada, sera otra la especie de capital dominante y,
por lo tanto, otro el poder que ienda a imponerse por sobre los
demas. Retomare luego estos elementos.
43
2.2. Intereses
18
En efecto, posteriormente Bourdieu utiliza especialmente el termino illusio
(ludus: juego} para subrayar que aqui se habla siempre de intereses especificos
-ligados a un juego especifico- que son a Ia vez presupuestos y producidos por
el uncionamiento de campos delimiados hist6ricamente. (Bourdieu y Wac
quant, 192 y Bourdieu, 194).
juego. Estar interesado, es acordar a un juego social deter
minado que lo que alii ocurre iene un senido, que sus
apuestas son importantes y dignas de ser perseguidas"
(Bourdieu y Wacquant, 192: 80).
45
"Una de las tareas de Ia sociologfa es determinar como el
mundo social constituye Ia libido biol6gica, pulsi6n indi
ferenciada, en libido social, especffica. Hay, en efecto, tan
tas especies de libido como hay campos: el rabajo de so
cializaci6n de Ia libido es precisamente el que transforma
las pulsiones en intereses especfficos, intereses socialmen
te constituidos que no existen sino en relaci6n con un es
pacio social en el seno del cual ciertas cosas son importan
tes y otras indiferentes" . .. (Bourdieu, 1994: 143).
46
Pueden distnguirse entonces, dos tipos de intereses. Unos
son los llamados geneicos, asociadas al hecho de participar en el
juego, intereses fundamentales, ligados a Ia existencia misma del
campo, y que ienen en comin los agentes comprometidos en
dicho campo: fundamentalmente, un acuerdo acerca de lo que
merece ser objeto de lucha, el juego, las apuestas, etc.:
47
dos a factores ojeivos21•
En relaci6n con lo que estoy planteando, podria decirse que
la hip6tesis que el investigador maneja es aquella que presume
en cada agente el interes por reproducir o mejorar su posici6n,
reproduciendo o aumentando el capital especfico que esa en
juego en el campo social que es objeto de analisis.
Cosiderar el nteres propio como principio a parr del cual
el agente social esructura su acci6n (acci6n que se convierte en
n medio a raves del cual se busca obtener ventajas) permite
rescatar al agente social y a su trabajo de producci6n de las prac
ticas sociales (Costa, 1985) .
hora bien, definirlos a parir de las caracteristicas ojeti
vas de la posici6n que ocupa el agente social, permite captar ese
ineres propio, en cuanto orientaci6n, fnalidad de la acci6n, sin
caer en una intencionalidad de tipo subjetivo (Costa, 1985) .
Estos aspectos se relacionan con lo que mencionaba mas
arriba respecto a que el inventario de las condiciones objetivas
por si solo no basta para explicar el condicionamiento social de
las pracicas. En efecto, se plantea la necesidad de rescatar a quien
produce dichas practicas, pero se rata de rescatarlo socialmente,
es decir, no en cuanto sujeto sno en cuanto agente socializado.
48
a ni6n de nteres permira, como veremos luego, Ia com
prensi6n de Ia practica en terminos de estrategia.
49
den definirse por sf ismas sino en relaci6n a otras posiciones, y
que las propiedades ligadas a cada a de elias s6lo pueden dife
renciarse por referenda a las propiedades asociadas a las otras
posiciones. Es decir, cada una de las posiciones se define en rela
ci6n a las demas posiciones que consituyen n campo especifico
y, por lo tanto, el hacer referenda a una deterinada posici6n
implica siempre la referenda al sistema de relaciones en el cual
esta inserta. Claro que, como ya he mencionado, la referenda a
dicho sistema supone el analisis sincr6nico (las posiciones y las
relaciones enre posiciones en un momento hist6rico determina
do) y diacr6nico (las definiciones y redefiiciones de las posicio
nes en la trayectoria del campo).
Pueden disinguirse tres criterios o principios de distribu
ci6n del capital especfico, que definen posiciones especificas en
cada campo (Costa, 1976):
1) Posesi6n o no: este criterio de diferenciaci6n supone la
posibiidad de poseer o no el capital que esta en juego en cada
campo, sea este de cualquier especie (capital econ6mico, cultu
ral, social, etc.); o de poseer el poder de adinisrar un capital
(como puede ser el poder de adinistrar los bienes de salvaci6n
en el caso del campo religioso, por ejemplo).
2) Posesi6n mayor o menor: es decir, no s6lo es sificati
vo en la definici6n de las posiciones el hecho de tener o no tener
el capital especfico, sino que tambien es importante el volumen
mayor o menor de ese capital -o del poder de adnisrarlo- que
se ha ido acumulando en el curso de las luchas desarrolladas en
deternado campo.
3) Caracter leitimo o no legitimo de la posesi6n del capital
-o del poder de adnisrarlo-. Este criterio, que fija tambien po
siciones diversas, se relaciona con el reconocimiento social (y por
ello legitimaci6n social) que se tiene del capital acumulado o del
poder de administrarlo3•
diferentes seg.n estos tres criterios: asi, una primera diferenciaci6n de posi
ciones se daria por una distribuci6n desigual entre quienes tienen y quienes
no tienen el poder de administrar el bien de salvaci6n: clero y laicos. Una se-
0
Estos tres criterios de deinici6n de posiciones sociales den
tro de un campo, determinan tambien las relaciones que se esta
blecen entre esas posiciones.
Dichas relaciones son basicamente reliones e poer, rela
ciones de dominaci6n-dependencia, que se esablecen entre los
agentes que enran en competencia y en lucha por el capital que
se disputa en cada campo.
El primer criterio de diferenciaci6n hace surgir una prime
ra relaci6n entre posiciones doinantes (aquellas ocupadas por
quienes poseen capital acumulado) y posiciones dominadas (ocu
padas por quienes no poseen ese capital). Pero a su vez, tambien
se establecen relaciones de dominaci6n-dependencia -en la me
dida en que pueden diferenciarse posiciones diversas- enre aque
llos que poseen el capital espedfico, seg.n el grado mayor o
menor de su posesi6n y seg.n el grado de legiimidad social aso-
ciada a esas posesiones24• --
51
hora bien, es necesario subrayar que esas relaciones de
uerza se establecen ene posidones soiales, y no enre individuos,
por lo cual las propiedades ligadas a cada a de esas posici
nes, como he mencionado, pueden ser analizadas independien
temene de las caracterisicas de quienes las upn. Por ello, dda
mas arriba, los intereses ojetivos estn ligados a las caractersti
cas ojeivas de Ia posici6n que cupa el agente scial en n cam
po especifico, con lo cual se puede rescatar socialmente al agente
productor de las pracicas sciales.
Dichas pracicas sociales sern analizadas en terminos de
estrategias implementadas por el agente scial -sin ser necesaria
mente consciente de ello- en defesa de sus ntereses (de conser
var o mjorar su posici6n -donte o donada-, conservando
o aumentando el capital que esta en juego) igados a Ia posici6n
que cupa, en relaci6n a otras posiciones, en n campo deteri
nado5.
En este sentido, aparece claro que un primer prncipio de
estucturaci6n de practicas sociales esta consituido por la posi
ci6n ocupada. Puede decrse entonces, que la toma e posid6n de
pende de la posici6n que se ocupa y que los puntos e vista son
vistas tomaas a partir e un pun to.
52
4. La dinamica de los campos. La autonomia relativa
53
mo, que el publico se exiende y se diversfica, el campo
ntelcual se ntegra como sistema cada vez mas compljo
y mas ndependiente de las ifluencias extenas (en ade
lne mediaizadas or Ia srucura del camo), como cam
po de relacions dominadas por na l6gica espcfica, Ia
de Ia compeencia por Ia legiimidad cultural" (Bourdieu,
1966a: 13-138) .
4
Puede observarse aqui que n prncipio fundamental de la
constituci6n de un campo especificamente religioso reside en la
diferenciaci6n entre quienes loran monopolizar los bienes de
salvaci6n y quienes son desposeidos de la misma y comiezan a
actuar como consumidores de esos bienes7• Por otra parte, para
lelamente a la desposesi6n objeiva del capital que esta en juego,
se produce un reconocimiento de esa desposesi6n, una legitima
cion de la isma, en la medida en que se desconocen los meca
nismos que la sustentan. (Recordemos aqui lo que he planteado
ya con respecto a la economia de los bienes simb6licos, y a los
prncipios que fundamentan el poder simb6lico y el ejercicio de
la violencia simb6lica) .
Pero tambien, la constiuci6n d e este campo especifico de-
pende del surgimiento de nstancias especificas: '
55
cficas, etc. Me contentare con mencionar una coscuen
cia enre oras de Ia consituci6n de este campo relativa
mente aut6nomo, a saber el ensanchamiento connuo de
Ia escisi6n enre los rofesionales y los aicionados, que va a Ia
par con el desarrollo de un deporte-especaculo totalmen
te separado del deporte ordnario ( ... ), Ia consituci6n pro
gresiva de un campo relaivamente aut6nomo reservado a
los profesionales se acompaia de una despossi6n de los
profanos, poco a poco reducidos al rol de espctadores ( ). ...
6
"Asi la distribuci6n diferencial de las pracicas deportivas
resulta de la puesta en relaci6n de dos espacios hom6lo
gos, un espacio de practicas posibles, la oferta, y un espa
cio de disposiciones a practicar, la demanda" (Bourdieu,
1987e: 178).
57
agentes productores de bienes culturales (y de cualquier otro tipo
de bien) encuenren las condiciones de su constituci6n y de su
funcionamiento en los diferentes gustos que aseguran un merca
do a sus diferentes productos.
Los intereses especficos ligados a su posici6n en el campo
de Ia producci6n, sumado a Ia l6gica de Ia competencia con los
otros productores, conduce a los diferentes agentes productores
de bienes a producr unos productos disntos que coinciden con
los diferentes intereses culturales que los diferentes consumido
res deben a su condici6n y a su posici6n de clase:
58
En sintesis, lo que hace que la 16gica del campo de la pro
ducci6n y la 16gica del campo del cosumo esten concertadas de
manera objetiva, es lo que Bourdieu llama el principio e la homo
logia uncional y esucural. Dicho principia reside en:
1) Todos los campos especializados tienden a organizarse
seg.n la misma l6ica, la de la distribuci6n desigual del capital
que esta en juego, teniendo en cuenta principalmente dos aspec
tos: volumen del capital especifico que se posee y antigiedad de
Ia posesi6n.
2) Las oposiciones que tienden a establecerse en cada caso
enre los mas ricos y los menos ricos en capital especfico (oposi
ciones derivadas de intereses dferentes ligados a posiciones di
ferentes y a relaciones de doinaci6n- dependencia) son:
a) hom6logas entre si,
b) hom6logas a las oposiciones que orgazan el campo de
las clases sociales (clases domnantes y clases doinadas),
c) hom6logas a las oposiciones que organzan el campo de
Ia clase donante (fracci6n dominante y fracci6n dominada)29•
El principia de la homologia funcional y estructural consi
tuye una valiosa herramienta de analisis: al seialar la existencia
de rasgos estructuralmente equivalentes (homologia de posicio
nes) en conjuntos diferentes (distintos campos sociales), tenien
do en cuenta lo que hay de invariante en toda relaci6n de doi
naci6n - dependencia, perite encontrar elementos expicaivos
de aq1ellas alianzas, mas o menos d� raderas, que pueden ins
trumentarse sobre Ia base de esta homologia. Es decir, perite
59
dar cuena de Ia mplementaci6n de estrategias relativamente
orquesadas enre dominados de diferentes campos o entre d
inantes en disintos espacios de juego0•
En sintesis, un aspecto fundamental de Ia dimica de los
campos -cuyo principio reside en Ia configuraci6n partiular de
su estructura, en las distancias y acercamientos de las diferentes
fuerzas que alli se enfrentan- se fundamena en Ia dialecica que
se establece enre productores y consumidores de los diferentes
ipos de bienes. Pero tambien, en lo que se refiere a Ia autonoia
relaiva de los mismos, ya que estamos hablando en terminos de
l6ia e erado, es importante la existencia de intermediarios,
algnos de los cuales act.an como instancias de consagraci6n y
legiimaci6n especficas del campo, y el surgiiento de la diver
sificaci6n y de la competencia entre productores y consumid
res.
Habiendo destacado algunos elementos relativos a la dina
mica de los campos, reuerdo aquf lo que mencionaba mas arriba
respcto a las propiedades generales de los campos sociales: en
los diferentes campos se producen constantes definiciones y re
deniciones de las relaciones de fuerza ( definiciones y redefini
ciones de posiciones) entre los agentes y las instituciones com
prometidos en los mismos.
Asimismo, es importante destacar que tambien se definen
y redefinen hist6ricamente los limites de cada campo y sus rela-
0
ciones con los demas campos, lo que lleva implicito una redefini
ci6n permanente de Ia autonoma relativa de cada uno de ellos.
AI tener en cuenta Ia dimensi6n hist6rica, puede analizar
se en cada caso concreto el proceso a traves del cual un bien -que
es escaso- coienza a constituirse en un bien apreciado y sus
cepible de acumulaci6n, en tono al cual se constituye un mer
cado.
El surgimiento del ercado especico seiala el surgiiento
del campo especifico, con sus posiciones y sus relaciones enre
posiciones. Podria decirse entonces que a mayor desarrollo del
mercado propio, mayor autonomia del campo respecto a los de
mas, o que Ia influencia de los oros campos (econ6mico, politi
co, etc.) varia segin el grado de compljidad o de desarrollo del
campo como campo especifico, que posee leyes de ncionaiento
propias, que acuan mediatizando la incidencia de otros campos:
61
tructura. Asi Althusser afirma esta autonoia y la acci6n en re
torno de las ideologias sobre lo econ6ico, especialmente en Ieo
login y aparatos ieol6gicos el Estado (Althusser, 1974) . Tambien lo
hace Engels en cartas a Bloch31 y a cmid32• Pero el problema
reside en que se rata de una afirmaci6n, y no se consruyen los
instrumentos te6rico-metodol6gicos que hagan posible la com
prensi6n y el anaisis de tal autonoia.
Hablar de autonoia relaiva supone pues, por un lado,
analizar las pracicas en el sistema de relaciones especificas en
que estan insertas, es decir, seg.n las leyes de juego propias de
cada campo, leyes que mediaizan la fluencia de los demas es
pacios de juego.
Por otro lado, supone tambien la presencia de los demas
campos que coexisten en el espacio social global, cada uno de
Ia superesuctura: " Donde Ia division del trabajo existe a escala social, las dis
tinas ramas del trabajo se independizan unas de otras. a producci6n es, en
ultima instancia, lo decisivo. Pero en cuanto el comercio de los productos se
independiza de Ia producci6n propiamente dicha, obedece a su ro pia dimimica,
que aunque sometida en terminos generales a Ia dimimica de Ia producci6n, se
rige en sus aspectos pariculares y denro de esa dependencia general, por sus
propias leyes contenidas en la naturaleza misma de este nuevo factor. . . ( ... ). Con el
Derecho ocurre algo parcido, al plantearse Ia necesidad de una nueva division
del trabajo que crea los jurisas profesionales, se abre otro campo independien
te mas que, pese a su vinculo general de dependencia de Ia producci6n y del
comercio, pose una cierta reactibilidad sobre estas esferas. ( . . . ) [Lo mismo se
plantea para el caso de Ia religi6n, Ia filosofia, etc.) ( ...) Para mi, Ia supremacia
final del desarrollo econ6mico, incluso sobre estos campos, es incuestionable,
pero se opera dentro de las condiciones impuestas por el campo concreto . . . "
" Carta de Engels a K. chmidt" , 27 de octubre de 1 80 (Marx y Engels, 1957:
774-777 -subrayado mio-).
62
ellos jerciendo su propia fuerza, en relaci6n a su peso especffi
co33.
Sin embargo, aunque cada campo posee sus propias leyes
de funcionamiento, su propia 16gica y su propia jerarquia, la je
rarquia que se establece -como he mencionado- entre las distin
tas especies de capital y la preenencia del capital econ6mico,
hace que el campo econ6mico tienda a jugar un rol dominante en
el conjnto de los campos:
63
Hites dentro de los cuales jercen su efecto (eecto e campo). Es
decir, es necesario analizar concretamente cada espacio de juego
�n el cual nin:n objeto, agente o instituci6n puede explicarse
por sus solas propiedades innsecas.
Por ello, tampoco puede esablecerse a pioi una causali
dad nica respecto a cambios que puedan nroducirse en el inte
rior de un campo deteinado. a causa puede estar en Ia l6gica
ntema del mismo (undamentalmente en Ia dialecica entre pro
ductores y cosuidores) o puede deberse a Ia incidencia de fac
tores extemos al campo especifico, ncidencia que sera mayor o
menor segin el peso especifico del campo en uesi6n, y en con
secuencia, sen el grado de autonoia relaiva que posea en Ia
coexistencia con los demas campos.
4
Capiulo 3
65
extemas, y comprender que tanto estas como aquellas, le
y de excluirse reciproca
jos de ser extraias por naturaleza
mente, son, al contrario, dos estados de Ia misma realidad,
de Ia misma historia colciva que se deposita y se inscribe
a Ia vez e indisociablemente en los cuerpos y en las cosas"
(Accardo y Corcuff, 1986: 55).
67
ducto de Ia obediencia a reglas y, siendo todo esto, colecti
vamente orquesadas sin ser el producto de Ia acci6n orga
nizadora de un director de orquesa" (Bourdieu, 1980b: 92).
8
conductas 'razonables', de 'senido comun', que son posi
bles en los limites de eas reularidades ( ) y iende al
...
69
someidas esencialmente a las coerciones de las esrucuras ex
tenas. En relaci6n con ello, ya he hecho algnos comentarios
sobre, por ejemplo, rabajos de Boudon, Crozier y Coffman:
70
2. Habitus y practica: el sentido practico y Ia practica como
estrategia
71
Y como es resulado de un proceso de incorporaci6n en la
pracica y por la pracica, el sentido pracico no puede ncionar
fuera de toda situaci6n, en la medida en que implsa a actuar en
relaci6n a n espacio ojeivamente consiuido como esrucura
de exigencias, como las "cosas a hacer'', ante a situaci6n deter
minada37.
Es lo que los deportistas llaman el senido del juego:
11
como domnio pracico de Ia l6gica o de Ia ncesidad
• • •
tran como productos autlmticos del habitus las respuestas susciadas por los
estimulos absractos de Ia situaci6n de encuesa, artefactos de laboratorio que
son a las reacciones en siuaci6n real lo que los itos 'folklorizados', realiados
en honor de los turistas (o de los en6logos), son a los ritos impuestos por los
imperaivos de una tradici6n viva o Ia urgencia de a situaci6n dramAtica" .
(Bourdieu, 1980b: 153n).
8 Enconramos nuevamente aqui implicita Ia disinci6n enre " modo de cono
72
glas, se imponen a aqueHos -y a aquellos solamente- que,
porque ienen el senido del juego, es dcir el senido de Ia
ncsidad nmanente del juego, esn preparados para per
cibirlas y cumplrlas" (Bourdieu, 1987f: 71).
39Claro que, " el sentido del juego no es falible, esa desigualmente repari
do, en una sociedad como en un equipo" Bourdieu, 1987f. : 70).
73
do. ( . . . ) El buen jugador, que es en cierto modo el juego
hecho hombre, hace en cada instante lo que hay que hacer,
lo que demanda y exige el juego. Esto supone una nven
ci6n permanente, indispensable para adaptarse a situacio
nes indefinidamente variadas, nunca perfectamente iden
icas. Lo que no asegura Ia obediencia mcanica a Ia regia
explicita, codificada (cuando existe). Describi por jemplo
las estrategias de doble juego consistentes en ponerse en
regia, en poner el derecho de su parte, en actuar conforme
a interess mienras se aparenta oedcer a Ia regia" (Bour
dieu, 1987f: 70).
74
mente, cuando el senido del porvenir probable se encuentra des
menido y las disposiciones aparecen como "mal ajustadas" a las
opciones ojetivas -el " efecto Don Quijote" -. Es decir, en el caso
en que los habitus funcionan como "a conraiempo" y las praci
cas no son adecuadas a las condiciones presentes porque estan
objetivamente ajustadas a las condiciones pasadas.
En resumen, el ajuste anicipado del habitus a las condicio
nes objetivas constiuye un caso particular e lo posible (sin duda el
mas frecuente) de las relaciones entre las disposiciones y las con
diciones, qe se da s6lo en el caso en que las condiciones de pro
ducci6n del habitus y las condiciones de su funcionamiento sean
hom6logas.
Por otro lado, el habitus constituye un sistema de disposi
ciones duraderas, pero no inmutables. El encontrarse enfrentado
a situaciones nuevas, en el contexto de condiciones ojeivas di
ferentes a aquellas que costiuyeron la instancia de formaci6n
de los habitus, presentan al agente social instancias que posibili
tan la reformulaci6n de sus disposiciones. Aunque, es necesario
aclararlo, la mayor parte de los agentes sociales se encuenran
estadisticamente expuestos a encontrar circunstancias semejan
tes u hom6logas a aquelas en las cuales se formaron sus disposi
ciones, y por ello, a vivir experiencias que ienden a reforzar esas
disposiciones.
Otra manera posible de introducir cambios en los habitus
es pensable a traves de un proceso de autosocioanalisis, median
te el cual el agente social pueda explicitar sus posibilidades y
liitaciones, sus ibertades y necesidades contenidas en su siste
ma de disposiciones y con ello, tomar distancias respecto a esas
disposiciones (Bourdieu y Wacquant, 1992) .
Es decir, mediante un nalisis reflexivo de uno de los con
dicionantes ojeivos de las propias practicas, el agente social pue
de periirse trabajar para modificar sus percepciones y repre
sentaciones de los condicionantes extemos de sus practicas, y de
elias mismas, y por lo tnto elaborar esrategias diferentes de ac
ci6n41.
75
Es importante aclarar, sin embargo, que es necesario tener
en cuenta que ese proceso de autosocioamllisis se realiza en el
contexto de ciertas condiciones objetivas, a partir del mismo sis
tema de disposiciones -con sus limitaciones y posibilidades- que
se pretende modificar, y a costa de un arduo y met6dico rabajo:
II II
mientras que el obrar esponAneoll del habitus, se relaciona con el de con
ciencia practica" . Ver los trabajos citados del au tor.
76
ban nuestras preguntas y nuesras sugerencias (siempre
abiertas y muliples y frecuentemente reducidas a a es
pera silenciosa) para operar un rabajo de expliciaci6n,
gratficante y doloroso a Ia vez, y para enunciar, a veces
con una extraordinaria in tensidad expresiva, experiencias y
reflexiones Iargamente reservadas o reprimidas" (Bour
dieu, 193a: 536).
7
bles, por Ia posici6n que ocupan en el campo que es ojeto de
amllisis y por los habitus incorporados.
Considerando al habius como subjetividad socializada, el
autor toma distancias de Herbert Simon y de su concepto de "ra
cionalidad litada"3:
78
3. Sistematicidad de los habitus y de las practicas. Los habitus
de clase
79
enfrentados a las mismas situaciones y a los mismos condiciona
mientos entre si, que en relaci6n a los miembros de otra clase:
80
bre todo, tiende a desfavorecer la exposici6n a tales informacio
nes -aunque no se elimina la posibilidad de lograrlo mediante
autosocioamilisis-.
Asi el habitus es, a la vez, historia individual e historia co
lectiva:
81
Capitulo 4
83
logos o los botanicos, permite explicar y prever las practi
cas y las propiedades de las cosas clasificadas y, entre oras
cosas, las conductas de las reuniones grupales. No es en
realidad una clase, una clase actual, en el sentido de grupo
y de grupo movilizado para Ia lucha; en rigor podriamos
hablar de clase probable, en tanto conjunto de agentes que
opondra menos obstaculos objetivos a las empresas de
movilizaci6n que cualquier otro conjunto de agentes"
(Bourdieu, 194b: 25).
" El poder establecer los limites de las clases sociales cosituye una proble
matica imporante dentro de la teoria marxista. Ver por ejemplo: Parkin, 194,
especialmene el capitulo II de la primera pare.
4
disnci6n de dos aspectos de la situaci6n e clase: la condici6n e
clase y la posicion e clae (Bourdieu, 1 966b)5•
La primera esta ligada a un cierto ipo de condiciones ma
teriales de existencia y de pracica profesional, la segunda se re
fiere al lugar ocupado en la estructura de las clases, par relaci6n
a las demas clases. Ambas definen propiedades de diferente tipo:
propiedades de condici6n y propiedades de posici6n.
Ambas categorias estan estrechamente relacionadas y no
pueden disocirse: las propiedades ligadas a la condici6n de cla
se defnen el margen de variaci6n posible de las propiedades de
posici6n. A su vez, estas ultimas tambien pueden diferenciarse:
na clase social posee propiedades igada> a la posici6n defnida
sincr6nicamente (en un momenta deterinado del devenir de la
estuctura social), y propiedades igadas a la trayectoria de la
posici6n, es decir, definidas en sentido diacr6nico:
85
Pero ademas, las caracterisicas de las diferentes clases so
dales dependen tambien de su peso uncional en la estructura de
clases, peso que es proporcional a la conribuci6n que aporta cada
una a la constucci6n de esta esructura, y que no esta ligado s6lo
a su importancia numerica:
86
Este sistema de relaciones sib6licas, como relaivas l cam
po de lo simb6lico, donde se juegn bienes especficamente sim
b6licos, constituye un sistema con autonoia relativa. En virud
de elo, desarrolla su propia 16gica y sus propias leyes de funcio
naiento, raz6n por la cual las pracicas asociadas a este ambito
deben ser analizadas seg.n esa 16gica especifica. Claro que -su
brayo lo de autonomia relativa-, teiendo en cuenta que las rela
ciones de sentido se establecen en el margen de variaci6n que
dejan las cndiciones de existencia.
En otros terminos, podria decirse que la condici6n de clase
es definida con categorias de posesi6n y desposesi6n de bienes, o
del manejo de ciertos bienes; que la posid6n de clase se refiere
mas bien a la posesi6n relativa de los bienes, en tenos de ma
yor o menor, ligadas a a relaci6n de dominaci6n-dependen
cia; y que las relaciones simb6licas son mneras de usar y de con
suir bienes, asociadas a los estilos de vida, estructuradas en
ternos de inclusi6n-exclusi6n, diulgaci6n-distinci6n, y uili
zadas como manera de reforzar, e ncluso reproducir, la posici6n
de clase.
Volviendo entonces a lo que se plnteaba acerca de c6mo
se consuye una clase, aparce claro que, debido a sus caracte
risticas, se trata de una constucci6n compleja.
En primer Iugar, no puede ser defida, dice Bourdieu, s6lo
por una propiedad, aunque esta sea una propiedad muy impor
ante como su posici6n en las relaciones de producci6n. Aqui tam
bien marca el autor otra ruptura con la concepci6n de clases en
Marx47, uptura con el economicismo que define las clases s6lo
87
por las relaciones de producci6n econ6mica y de este modo, re
duce el campo social al campo meramente econ6ico8•
Tampco se defne una clase por Ia suma de propiedades
(de sexo, �dad, origen social o eico, de ngresos, de nivel de
nsrucci6n), ni mucho menos aun por una cadena de propieda
des ordenadas a parir de una propiedad fundamental, como Ia
posici6n en las relaciones de producci6n, en tenos de una re
laci6n causa-efecto:
88
res que tienen el peso funcional mas importnte: volumen y es
ructura del capital. Ellos son quienes confieren la forma y el va
lor especifico a las deternaciones que mponen a las pnicicas
los otros factores (edad, sexo, residencia, etc.)49.
En consecuencia, la clae constuia se define como:
89
Para el caso de cierto ipo de sciedades, dentro de las es
pecies diferentes de capial, el capial con6mico y el ultral cos
tituirian los principios undamentales de esucuraci6n del es
pacio social, mienras que el capital social y simb6lico serian mas
bien principios de rentabilidad adicional de los otros dos. Es es
pecialmente uno de los trabajos del autor el que me permite infe
r esta distnci6n enre los diferentes capitales:
0
ipo de capital social y principio fundamental de estructuraci6n
del espacio en ciertas sociedades- que, al distribuirse desigual
mente, genera diferencias enre los agentes sciales y suele ase
gurar a sus detentadores a forma de apropiaci6n privada de
bienes y de sevicios publicos ... (Bourdieu, 1994).
Es ndamental entonces, cosruir y descubrir el princi
pio -o los principios- de diferenciaci6n que permiten aprehender
y consuir te6ricamente el espacio social empricamente obser
vado:
91
jeivas fundamentales, pero no implica excluir la posibilidad de
organizar a los agentes, en ciertas condiciones, momentos y lu
gares, seg.n otros principios de divisi6n, como enicos o naci
nales (Bourdieu, 1984b).
En ese espacio, los agentes y grupos de agentes se definen
por sus posiciones relativas, se.n el volumen y Ia estructura del
capital que poseen. Mas concretamente, Ia posici6n de un agente
determinado en el espacio scial se define por Ia posici6n que
ocupa en los diferentes campos, es decir, en Ia distribuci6n de los
poderes que ac:an en cada uno de ellos (capital e� on6ico, ul
ural, social, simb6lico, en sus distntas especies y subespecies) .
En consecuencia, con un corte sncr6nico del campo de las
luchas de clases, se obtiene un estado de las relaciones de clase,
cuya estructura se defne por la distribuci6n diferenciada de las
distntas especies de capital en ese momento.
Pero Ia fuerza de que disponen los agentes depende tam
bien (ademas del volumen y estructura del capital que poseen),
del estado e la lucha con respecto a la einicion e la apuesta e la
lucha (Bourdieu, 1979b: 243). e trata de una lucha simb6ica por
la defici6n de los insumentos y de las apuestas legitimas y
por el porcentaje de conversi6n de las distintas especies de capi
tal. Esta es una de las apuestas fundamentales de las luchas (y
por lo tanto esta expuesta a cambios ncesantes) entre las disin
tas fracciones de clase cuyos poderes y privlegios estan vincula
dos a na u otra de estas especies.
Ya he mencionado, enre las propiedades generales de los
campos sociales, que las luchas para transformar o conservar Ia
esuctura del juego llevan implicitas luchas por Ia imposici6n
de una defiici6n del juego y de los triunfos necesarios para do
minar en ese juego. Aqui tambien marca Bourdieu una ruptura
con el marxismo, en otro de sus aspectos:
53"El exito ist6rico de Ia teorfa maxista, Ia primera de las eorias sociales con
pretensi6n cientfica, an compleamente realizada en el mundo social, contri-
92
son los diferentes campos y su dispua la representaci6n
misma del mundo social, y en particular la jerarquia en el
interior de cada uno de los campos y enre los diferentes
campos"4 (Bourdieu, 194b: 24).
buye asi a que Ia teoria del mundo scial menos capaz de ntegrar el efecto de
toria -que mas que ninguna otra jerci6- represente hoy sin duda el obstaculo
mas poderoso al proceso de Ia teoria adecuada del mundo social al que conri
buyera, en otros tiempos, mas que ninguna ora" (Bourdieu, 1984b: 34).
4 Claro que el lugar por excelencia de las luchas simb6licas es Ia propia clase
dominante. e rata de una lucha " para lograr Ia defiici6n del principio de
dominaci6n legitimo, capital econ6mico, capial escolar o capital social, pode
rs sociales cuya eficacia espcifica puede ser redoblada con Ia eficacia propia
mente simb6lica, esto es, con Ia autoridad que da el hcho de ser reconocido,
elegido por Ia creencia colectiva" (Bourdieu, 1 979b: 251).
5 Esas ideas remiten a Durkheim y Mauss, quienes, en 1903, postulan que los
93
·-
4
de implicar cambios en determinadas estrategias y, de este modo,
provocar una reesructuraci6n del sistema. Del mismo modo, Ia
modficaci6n de las propias estrategias, desencadenan una resis
temaizaci6n del conjunto.
Aqui tambien es importante disnguir un aspecto de este
sistema: las estategias de reconversion. Son aquellas pracicas que,
teniendo como fundamento el interes por mejorar o conservar Ia
posici6n social, consisten en inverr capital poseido bajo una
particlar espcie en ora disinta, tendiendo a determinar de esta
manera, una transformaci6n de Ia esuctura parimoial6•
Finalmente, es mporante recordar que las esrategias (sean
ndividuates o colectivas, espontaneas u organizadas), que tie
nen como punto de mira el consevar o el transformar, o el rans
formar para consevar Ia posici6n relaiva en Ia estructura de cla
ses, s6lo pueden comprenderse por referenda al espacio de jue
go:
95
que acuan como factores explicaivos de las practicas? 0, dicho
de otro modo, lc6mo se establece entonces Ia relaci6n enre Ia
clase social y Ia pracica scial?
Esta relaci6n se establece a traves de Ia l6gica especifica del
campo donde se inserta esa practica, de lo que en el se encuentra
en juego, y de Ia especie de capial que se necesita para jugar.
El mismo sistema e propiees iene siempre Ia eficacia ex
plicativa de las practicas, sea cual fuere el campo considerado.
Pero el peso relaivo de los dferentes factores que constituyen
ese sistema varia de un campo a oro, o de un estado a otro -es
decr, en momentos hist6ricos diferentes- del mismo campo.
n otras palabras, todas las propiedades ncorporadas (en
forma de disposiciones duraderas) u objetivadas (bienes econ6-
icos, culturales, sociales o simb6licos) que estan vinculados a
los agentes, constituyen los factores explicaivos de las practicas.
Pero, al considerar un campo paricular, no todas esas propieda
des son siempre smultaneamente eficientes:
6
de lo 'no para nosoros', divisi6n tan ndamental y tan
fundamentalmente reconocida como aquella que separa Io
sagrado y lo profano" (Bourdieu, 1980b: 110 -subrayado
del autor-).
97
hchos para unos puesos que parcen a su vez hchos para
ellos ( ... ) sea porque se presenan como tales a los ocupan
tes de estos puestos ( .. ) y, por ora parte, de Ia dialectica
.
98
A MODO DE CONCLUSION
100
Producto de un senido practico incorporado, el habitus
cosituye a Ia vez un recurso y una liitaci6n, libertad y necesi
dad, porque esta ligado a las condiciones sociales de su produc
ci6n y a los condicionaientos que elias implican. Son sistemati
cos y ransferibles, como son sistematicas las pracicas que pro
ducen. Asi, las practicas de un agente estan objeivamente or
questadas y armoizadas entre si y con las pracicas de todos los
agentes de Ia isma clase, porque estan dotadas de un sentido
ojeivo unitario.
En este contexto, los habitus individuales consituyen va
riantes esructurales, que expresan la singularidad de Ia trayec
toria social, en relaci6n con Ia rayectoria modal de Ia clase.
Entonces, las pracicas sociales de n rupo de agentes de
penden de las posibilidades ojeivas que poseen, posiblidades
que se relacionan especialmente con el volumen y la esructura
de su capital. El capital ojeivado y las disposiciones ncorpora
das cosiuyen asi, los insumentos de apropiaci6n de esas po
sibilidades ojetivas.
lC6mo entender, en coseuencia, las pracicas sciales?
En primer Iugar, en ternos de estrategias implementa
das por los agentes sciales -sn ser necesariamente conscientes
de ello-, en defensa de sus ntereses ligados a la posici6n que
cupan (por relaci6n a su capital acumulado) en el campo que es
objeto de nalisis.
hora bien, l c6mo explicar que las pracicas sciales de
dos agentes que ocupn iguales posiciones relaivas en un cam
po, puedan ser diferentes?
Para responder a esta preuna, es necesario ncluir en el
nalisis Ia rayectoria de las posiciones y los habitus ncorpora
dos por los agentes que cupn ales posiciones.
Al consituirse como sisteas de disposiciones a actuar de
na anera mas que de ora, igados a una definici6n de "lo p
sible" y "lo no posible", "lo que es para nosotros" y "lo que no es
para nosoros", los habius ac.n como esquemas de percep
ci6n y de apreciaci6n de las posibilidades objeivas y, de este
modo, como principios de esucraci6n de las practicas socia
les.
101
A raves de Ia relaci6n dialecica entre el campo especifico
y el sistema de disposiciones ncorporado por el agente que pro
duce Ia pnictica, es decir, rescatando los condicionamientos so
dales extemos e intemalizados, se construyen nstrumentos de
analisis que permiten explicar las pracicas sciales, hasta donde
ello es posible, por causas sociales.
Ahora bien, estos nsrumentos analiicos, conceptos e hi
p6tesis planteados para analizar practicas sociales pueden y de
ben ser puestos en marcha tambien para el analisis de las practi
cas cienficas: el campo de las ciencias no escapa a las leyes que
gobieman el funcionaiento de todos los campos sociales. Ali
tambien hay intereses en juego, hay posiciones diferenciales, hay
capital acumulado, hay luchas, hay esrategias ...
En consecuencia, para poder dar cuenta de las practicas so
dales desde esta perspectiva analitica, es necesario tambien "o
jetivar al sujeto ojeivante" . Ello implica, para el invesigador,
asumir el desaffo de ubicarse en una posici6n determnada y de
analizar los condicionamientos sociales de su producci6n y de su
prceso de producci6n, teniendo en cuenta especialmente dos
tipos de relaciones: las que lo ligan -y lo separan- de Ia realidad
que analiza y de los agentes sociales cuyas practicas investiga, y
las que lo unen y lo enfrentan con sus pares y las isituciones
comprometidas en el juego cientfico.
Reconocer Ia serci6n social del investigador y de los con
dicionamientos sociales que afectan su propia practica, no cons
tituye un obstaculo insuperable para Ia construcci6n del conoci
miento. AI contrario, reconociendo y analizando esos condicio
namientos, el investigador abre el camino a Ia posibilidad de con
trolarlos y con ello, crea condiciones favorables para poder com
prender y explicar Ia realidad que le precupa:
102
las determinaciones sociales.( . . . ) si, parad6jicamente, Ia
sociologia ibera al lierar de Ia lusi6n de Ia libertad, o,
mas exactamente, de Ia creencia mal ubicada en las liber
tades ilusorias. a libertad no es algo dado, sino una con
quista, y colectiva" . . . (Bourdieu, 198b: 2).
103
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS•
*En las cias isertas en el texto, cuando se trata de libros y articulos de Pierre
Bourdieu, Ia fecha corresponde a Ia versi6n orignal en frances, mientras que,
cuando existe traducci6n, Ia paginaci6n se refiere a Ia edici6n en castellano.
105
l' Ecole normale superieure, I, 1971, pp. 7-26. [ "Campo del
poder, campo intelectual y habitus de clase", en : BOUR
DIEU, P., In telectuales, politica y poer, Buenos Aires, Eude
ba, 1999, pp. 23-42]
BOURDIEU, P. (1972), Esquise d'une teore e la pratique, Paris,
Droz.
BOURDIEU, P. (1976a), "Le champ scienfique", en: Aces e la
Recerce en Sciences Sociales, N° 2-3, pp. 88-104. ["El campo
cienfico", en: BOURDIEU, P., In telectuales, poliica y poer,
Buenos Aires, Eudeba, 1999, pp. 75-110.
BOURDIEU, P. (1979a), "Les trois etats du capital culturel", en:
Aces e a Recherce en Scences Sociaes, N° 30, pp. 3-6.
BOURDIEU, P. (1976b), "Quelques proprietes des champs", in
edit, EN> Paris. [" Algunas propiedades de los campos", en.
BOURDIEU, P., Sociologia y cultura, Mexico, Grijalbo, 1990,
pp. 135-141 .
BOURDIEU, P. (1979b), a distinction. Critique sociale du jugement,
Paris, Ed. de Minuit. [a Distinci6n. Critica y baes sociales
el usto, Madrid, Taurus, 1988]
BOURDIEU, P. (1980a), "Le capital social", en: Aces e la Recer
ce en Sciences Sociales, N° 31, pp. 2-3.
BOURDIEU, P. (1980b), e ens pratique, Paris, Ed. de Minuit. [El
en tido prictico, Madrid, Taurus, 1991]
BOURDIEU, P. (1982), e que parler veu t dire, Paris, Fayard. [: Que
signica hablar ?, Madrid, Akal, 1985]
BOURDIEU, P. (1984a), Homo aaemicus, Paris, Ed. de Minuit.
BOURDIEU, P. (1984b), "Espace social et genese des 'classes"',
en: Aces e la Recerche en Scenes Sociales, N° 52-53, pp. 3-
12. ["Espacio social y genesis de las 'clases"', en: Espacios,
N° 2, Buenos Aires, pp. 24-35]
BOURDIEU, P. (1987a), "Espace social et pouvoir symbolique",
en: BOURDIEU, P., Choes dies, Pars, Ed. de Mnuit, pp.
16
147-166. ["Espacio social y poder simb6lico", osas dichas,
Buenos Aires, Gedisa, 1988, pp. 127-142]
BOURDIEU, P. (1987b), "Fieldwork in Philosophy", en: BOUR
DIEU, P., Clloses dites, Paris, Ed. de Minuit, pp. 13-46.
["Fieldwork in Philosophy", en: osas dichas, Buenos Ai
res, Gedisa, 1988, pp. 17-43]
BOURDIEU, P. (1987c), "L'interet du socioloue", en: BOUR
DIEU, P., Cloes dites, Paris, Ed. de Minuit, pp. 124-131 . ["El
in teres del soci6logo", osas dichas, Buenos Aires, Gedisa,
1988, pp. 108-114]
BOURDIEU, P. (1987d), "e champ ntellctuel: n monde a part",
en: BOURDIEU, P., oes dites, Paris, Ed. de Minuit, pp.
161-169. ["El campo intelectual: n mundo aparte", osas
dichas, Buenos Aires, Gedisa, 1988, pp. 167-177]
BOURDIEU, P. (1987e), "Programme pour une sociologie du
sport" , en: BOURDIEU, P., Cloes ditesl Paris, Ed. de Mi
nuit, pp. 185-197. ["Programa para una sociologia del de
porte" I Cosas dichas, Buenos Aires, Gedisa, 1988, pp. 203-
216]
BOURDIEU, P. (1987), "De la regie aux strategies", en: BOUR
DIEU, P. 1 Cloes dites1 Paris, Ed. de Minuit, pp. 75-93. ["De
la regia a las estrategias" I osas dichas, Buenos Aires, Gedi
sa, 1988, pp. 67-82.
BOURDIEU1 P. (1989a), 0 Poer Simb6lico, Rio de Janeiro, Ed.
Berrand Brasil S.A.
BOURDIEU, P. (1989b), a Noblese d'Etat, Paris, Ed. de Minuit.
BOURDIEU, P. (1992), A economia as rocas simb6licas, San Pablo,
Perspeciva.
BOURDIEU, P. (1993), "Comprendre", en: BOURDIEU, P. et. al.,
a misere du mone, Paris, Ed. du euil, pp. 903-939 ["Com
prender", a miseria el mundo, Madrid, Fondo de Cultura
Econ6ica/ Akal, 1999, pp. 527-543]
BOURDIEU, P. (1994), Raisons pratiques sur la tiorie e la action,
107
Paris, Ed. du Seuil. [Razones pricticas, sobre la teoria e la
accion, Barcelona, Anagrama, 1997]
BOURDIEU, P. (1999), In electuaes, politica y poer, Buenos Aires,
Eudeba.
BOURDIEU, P. (2001), El campo poUtico, Ia Paz, Plural.
BOURDIEU, P. (2003), Creenca artfstica y benes simb6licos. Ele
mentos para una sociologa e a cultura, Buenos Aires, Aure
ia Rivera.
BOURDIEU, P., CHAMBOREDON, J. C. y PASSERON, J. C.
(1968), e iter e sociologue, Pris, Mouton-Bordas. [El ot
do e sociologo, Buenos Aires, Siglo XXI, 1975]
BOURDIEU, P., BOLTANSI, L., CASTEL, R. y CHAMBORE
DON, J. C., (1970), Un Art Moyen, Paris, Ed. de Minuit. [a
otograta, un are inermedio, Mexico, Nueva Imagen, 1979]
BOURDIEU, P. y PASSERON, J. C. (1970), a Reproduction, Paris,
Ed. de Mnuit. [a Reproduccion, Barcelona, Laia, 1977]
BOURDIEU, P. y WACQUANT, L. (1992), Rpones, pour une An
thropologie relexive, Paris, Ed. du Seuil. [Respuestas por una
Antropologia relexiva, Grijalbo, Mexico, 1995]
BOURDIEU, P. et. al. (1993), a misere du mone, Paris, Ed. du
euil. [a miseria el mundo, Fondo de Cultura Econ6mica/
Akal, Madrid, 1999]
COST A, R. (1976), Para una einicion soial e los actores sociales.
a eoria el ampo, C6rdoba, Mmeo.
COSTA, R. (198S), "Acerca del interes en cuanto prncipia de es
tructuraci6n de las practicas sociales", en: Revista e PoUti
ca Social, U.N.C., Aio II, N° 2, C6rdoba.
CSTA, R. (1986), Recueracion el actor social y explicacion sociol6-
gica de las pricticas sociales, C6rdoba, Mmeo.
COSTA, R. (1990), Accion social, racionaliad e ineres, C6rdoba,
meo, 1990.
108
CROZIER, M. (1974), El Fen6meno Burocitico, Buenos Ares, m
rroru.
DAHRENDORF, R. (1970), as claes socales y su conlicto en la
socedad industrial, Madrid, Rialp.
DESAUT, Y. (1975), "L' econoie du lngage populaire", en:
Actes e la Recerce en Scenes Sociales, N° 4, pp. 14-21 .
DI TELLA, T. (1986), Sociologia e los proesos politicos, Buenos
Aires, Eudeba.
DURHEIM, E. (1985), as reglas el mitodo sociol6gico, Buenos
Aires, Ed. La Pleyade.
GIDDENS, A. (1987a), as nuevas reglas el mitodo sociol6gico, Bue-
nos Aires, Amorrortu.
GIDDENS, A. (1987b), a constitution e la socete, Paris, P.U.F.
GOFFMAN, E. (1972), Intemados, Buenos Aires, Amorrortu.
GUTIERREZ, A. (1999), "La tarea y el comproiso del invesiga-
dor scial. Notas sobre Pierre ordieu", Pr6logo de BOUR
DIEU, P., In telectuales, poliica y poer, Buenos Aires, Eude
ba.
LUKACS, G. (1969), Historia y conciencia e clae: estudios e diale
ctica marxista, Mexico, Grijalbo.
MARX, K. (1978), Sociologia y Filosoia Social, Barcelona, Ed. Pe
insula.
MARX, K. y ENGES, F. (1957), Obras Escogias, Buenos Aires,
Carta go.
MICELI, S. (1992), "La for;a do senido", Introducci6n a: BOUR
DIEU, P., A economia as roas simb6licas, San Pablo, Pers
peciva.
PARADEISE, C. (1981), "Note de lecture sur e ens pratique", en:
Revue Fran(aie e Socioloe, 2 (4), pp. 381-394.
PARKIN, F. (1984), Marxismo y eoa e claes, Madrid, Espasa
Calpe.
19
SIMON, H.A.; MARCH, J.G. (1980), Teora e la organizaci6n, Bar
celona, Ariel.
WEBER, M. (1971), e juaisme antique, Paris, Pion.
WEBER, M. (1974), Economfa y Sociead, Mexico, Fondo de Cultu
ra Econ6ica.
WEBER, M. (1984), a acci6n soial: Ensayos metodol6gicos, Barce
lona, Ed. Pensula.
110
nexo
* Este texto fue publicado anteriormente, con el nombre " lnvestigar las praci
Ed. de Minuit, 1987. ["Fieldwork in Philosophy", en: Coss dichas, Buenos Ai
res, Gedisa, 1988, p. 27]
111
condiciones de esos mismos medios-, a lo largo de una trayecto
ria individual que s6lo es una variante estructural de una trayec
toria de clase, l c6mo explicar y comprender -nosotros mismos
las problematicas sociales que nos preocupan?
Enrando en este ambito de discusi6n, no podemos sosla
yar uno de sus aspectos fundamentales: la uesti6n de la relexi
viad, de la objetivaci6n el sujeto objetivante, y del au tosocioanili
sis.
Para Wacquant, si hay una caracterisica que disingue es
pecialmente a Bourdieu en "el paisaje e la teoria social conempori
nea, es su preoupaci6n constante sobe la relexiviad"2•
Recuerda que Bourdieu suiere res ipos de sesgos capa
ces de oscurecer la irada sociol6gica: el primero (que ha sido
recordado por otros autores) se oriina en las caracterisicas per
sonales del nvestigador: clase, sexo, eia; el segundo, esta iga
do a la posici6n que el analista cupa, no nto en la sociedad en
sentido ampio3, sino en el icrocosmos del campo academico; y
el tercero, el mas profundo y el mas peiroso, es el sesgo intelec
tualista, aquel que lleva a concebir el mundo como un espectacu
lo a ser interpretado y no como conjunto de problemas concretos
que reclaman soluciones practicas4•
Sin estar en desacuerdo con ese planteo, sugiero que la re
lexividad epistemica, desde la perspeciva de Bourdieu, supone
plntear una determinada manera de irar y analizar los condi
cionamientos sociales que afectan al proceso de nvesigaci6n,
tomando como punto especial de la mirada, al propio invesiga
dor y sus relaciones, proceso que adquiere, para el analista, el
caracter de autosocioanalisis.
de Ia investigaci6n social implica rconocer que somos parte del mundo social
que estudiamos. " Y esto no es meramente una uesti6n metodol6gica, es un hecho
existencial". Hammersley, M, y Atkinson, P., Etnograia, Barcelona, Paid6s, 194,
p. 29.
4 Bourdieu, P. Y Wacquant, L., op. cit., p. 32.
112
A mi juicio, a1 referirse a objetivar al sujeto objetivane, la pro
puesta de Bourdieu consiste fundamentalmente en ubicar al n
vestigador en una posici6n determinada y anaizar las relaciones
que mantiene, por un lado, con la realidad que analiza y con los
agentes cuyas practicas invesiga, y, por otro, las que a la vez lo
nen y lo enfrentan con sus pares y las insituciones comprome
tidas en el juego cienfico.
e trataria, pues, de un doble sistema de relaciones.
Sinteticamente, podria decirse que el primer ipo de rela
ciones alude a lo que Bourdieu llama "el senido de las practi
cas", y apunta a reflexionar sobre las posibilidades -e imposibili
dades- de aprehender la l6gica que ponen en marcha los agentes
sociales que producen sus practicas, que acuan en un iempo y
en un contexto determnado, y que el investigador quiere apre
hender. Esta 16gica es diferente a la "16gica cientifica", la l6gica
que el analista implica en su ntento de comprender y explicar la
problematica que le preocupa, y que consiuye el medio, por
supuesto, para captar el senido de las pracicas que el investiga
dor naliza.
El segundo ipo de relaciones alude, en cambio, a la pro
blemaica fundamental que se plantea en sociologia del conoci
iento: la de los condicionaientos sociales que afectan la pro
ducci6n del investigador. Desde la mirada de Bourdieu, esos con
dicionamientos cobran ciertas caracterfsticas, y afectan la tarea
del productor de conocimiento, en la medida en que este forma
parte de un espacio de juego: el campo cientifico.
Tratare de explicitar un poco mas estas ideas que son, a i
juicio, aportes fundamentales de la teoria de Bourdieu a la inves
igaci6n de las pracicas en el campo de las ciencias sociales en
general, tomando ambos tipos de relaciones, que, claro esta, s6lo
son separables analiicamente.
114
El ojeivismo por su parte, se propone establecer regulari
dades objetivas, estructuras, leyes, sistemas de relaciones, que
son independientes de las conciencias y de las voluntades indi
viduales (entido obfetivo). Pero, al no tener en cuenta las repre
sentaciones, las percepciones, la experiencia vivida, tampoco
puede dar cuenta del entido el fuego socal, que se explica por la
relaci6n dialectica entre esas regularidades objeivas plasmadas
en esructuras, insituciones etc., y esas msmas realidades incor
poradas a los individuos (habitus)6•
"enido ojeivo" y "senido iido", nos lleva nuevamente
al planteo de la superaci6n de la visi6n objetivista y de la visi6n
subjeivista de cualquier problematica social, y con ello, nos re
cuerda el elemento ontol6ico de la doble existencia de lo scial.
hora bien, ojetivismo y sujeivismo S?n perspecivas
parciales, aunque no irreconciliables: la pmerapuede aprehen
der s6lo el enido obfetivo de las pracicas, y la senda s6lo el
entido vivido de las mismas, y ninguna de eias puede captr el
entido practico, el entido el fuego ocial, resultado dialectico de
ambos sentidos7•
por ser parciales, pero deben tomarse de ambas, los apots que pueden pro
porcionar a Ia comprensi6n y explicaci6n de las practicas sociales. Por ello, se
plantean como dos momentos del analisis sciol6gico, momentos que esAn en
una relaci6n dialectica: Las esructuras objeivas que constuye el invesiga
dor en el momento objetivisa (constucci6n del sisema de relaciones objeti
vas en el cual los individuos se hallan isertos), " apartar las represenaciones
subjeivas de los agentes, son el fundamento de las representaciones subjei
vas y constiuyen las coacciones estucturales que pesan sobre las interaccio
nes" ("Espace social et pouvoir symbolique", en: Bourdieu, P., Chases dites,
115
ello ocurre, en primer Iugar, porque tanto el ojetivismo
Y
como el sujetivismo comparten el hecho de ser "modos de co
nocimiento te6rico [savant", es decir, modos de conocimiento de
sujetos de conocimiento que analizan una problematica determi
nada, que son opuestos al "modo de conocimiento pr1ktico", que
es aquel que tienen los ndividuos (analizados), que ponen en
marcha casi como si uera naturalmente en su vida cotidiana, y
que constituye el origen de Ia experiencia que ienen sobre el
mndo social8•
Ambos modos de concimiento implicn diferentes rela
ciones con Ia pracica: una relacion eoria con la prictica y una rela
cion prictia con la prictia y ojeivar esta diferenciaci6n es ndis
pesable para todo prceso de investigaci6n que quiera captar el
senido del juego social.
a pracica social se desarrolla en el tempo y iene por ello,
una serie de caractersticas: es rreversible, iene una estructura
temporal - tiene un ritmo, iene un tempo-, iene una orientaci6n.
Todas estas caracteristicas son constituivas de su sentido: se jue
ga en el tiempo y se juega estrategiamene con el iempo. Quien
esta inmerso en el juego, se ajusta a lo que puede prever, a lo que
anicipa, toma decisiones en funci6n de las probabilidades oje
ivas que aprecia global e instantaneamente, y lo hace en Ia ur
gencia de Ia pracica, "en un abrir y cerrar de ojos, en el calor de Ia
acci6n"9•
En relaci6n con el iempo de Ia practica, el tiempo de Ia
ciencia en cambio, es "intemporal" . Para el analista el iempo se
desruye: puede sncronizar, puede totalizar. El analista puede
darse y puede dar una visi6n sin6ptica de Ia totalidad y de Ia
unidad de las relaciones, puede sincronizar incluso lo que no lo
esta en estado practico. En definitiva, esta en condiciones de su-
Paris, Ed. de �inuit, 1987. [" Espacio social y poder simb6lico", oss dis,
Buenos Aires, Gedisa, 1988, p 1 29). Pero, por oro a do, " esas represenaciones
tambien deben ser cosideradas si se quiere dar cuena especialmente de las
luchas cotidianas individuales o colcivas, que ienden a ransformar o a con
sevar esas estrucuras" (Ibidem) .
1 Bourdieu, P., e sens praiqe, op. cit.
9 Bourdieu, P., op. cit.
116
perar los efectos del iempo (puede volver a ver lo filmado, pue
de volver a escuchar lo grabado, puede volver a leer sus notas de
campo), hace desaparecer las urgencias, las amenazas, los temo
res, por que esta situado fuera del juego.
En definitiva, segin Bourdieu, el investigador iene el "pi
vilegio e la totalizaci6n ". Y esta es esa capacidad del analista de
darse y de dar una visi6n sin6ptica de Ia totalidad y de Ia unidad
de las relaciones (sincronizar, ver en el mismo instante hechos
que s6lo existen en la sucesi6n) que consituyen las condiciones
de posibilidad de su comprensi6n adecuada.
El privlegio de la totalizaci6n supone, por un lado, la neu
tralizci6n prictica e las unciones pricicas, es decir, Ia posiblidad
de poner enre parentesis los usos pracicos, posibidad que no
iene quien esta inmerso en la pracica, precisamente porque esta
vivendo esa pracica. Por oro lado, mplica la puesta en marcha
de instuentos e etenizaci6n, aumulados a lo largo de la hist
ria social, acadeica, como nvestigador, y adqiridos a costa de
iempo y esfuerzo, como Ia escritura, tecnicas de regisro y anali
sis, teorias, metodos, etc.
En este contexto, para poder dar cuenta del senido del jue
go scial y, en definiiva, para expicar y comprender practicas
sociales, es necesario un concimiento del sujeto de conocimien
to, una objetivaci6n del sujeto ojeivante: y este es un problema
epistemol6gico clave.
e trataria de un conociiento esencialmente critico res
pecto a los ites inherentes a todo concimiento te6rico (opuesto
1 concimiento pracico), tanto ojeivista como sujetivista. Esto
supone poner en cuesti6n los presupuestos inherentes a la posi
ci6n de "observador ojetivo", Ia del cientifico que tiene el privi
legio social que hace posible su ciencia y que lo lleva a reivindi
car "el pu nto e vista total sobre el too", implica anazar Ia rela
ci6n subjetiva del cientfico con el mundo social y con la relaci6n
social ojetiva que esta mplicando esta relaci6n sujeiva10•
En definitiva, la propuesta de Bourdieu consiste en reco
nocer que hay una especial relaci6n que el invesigador manie-
117
ne con su ojeto (el rupo de agentes que estudia) y que esa rela
ci6n tiene que ver concretamente con las pracicas que se preten
den explicar, y especificamente con las diferencias que existen
entre Ia posici6n del nvestigador (como sujeto de conocimiento)
y Ia de los a gentes que analiza (que viven las practicas que pro
ducen).
En este sentido, Ia relaci6n pracica que el nvestigador
maniene con su ojeto, es Ia del II que esta excluido" del juego
real de las practicas que esta analizando11, de lo que aiise juega,
de Ia illusio, de las apuestas. No tiene alii su Iugar, i iene por
que hacerse ali un Iugar: no comparte las experiencias vividas
de ese espacio, i las urgencias, ni el rimo, i las alegrias, i los
temores, i los fines nminentes de las acciones practicas.
No se trata aqui de una 11distancia cultural" (es decir, de
una cuesi6n de compartir valores y radiciones diferentes) sino
mas bien de una II distancia diferente respcto a Ia necesidad", de
una separaci6n de dos relaciones diferentes con el mundo, una
de eias te6rica y Ia otra pracica:
11
En cierto modo, y desde una perspectiva analitica compleamente diferente,
Ia de Geerz (a quien Bourdieu ubica entre las posturas subjeivisas, y por lo
tanto, Ia considera " parcial"), queda claro en dicho au tor (1 94), que el proble
ma de Ia reflexividad del investigador frente a lo que puede conocer de los
nativos es, no tanto una cuesi6n moral sino epistemol6gica. Y con respecto a
Ia exclusi6n del invesigador, seiala: "El etn6grafo no percibe, y en mi opinion
dicilmente puede hacerlo, lo que perciben sus informantes (. . . ). En un mundo de
ciegos (que no son tan distraidos como paecen), el tuerto no es rey sino simple espec
tador" (Geerz, C., Conocimiento local, Buenos Aires, Paid6s, 1 94: 76).
12 Bourdieu, P., Le sens pratique, op. cit. : 62.
118
relaci6n con un espacio objetivamente consituido como esruc
tura de exigencias objetivas y simb6licas, en operaci6n reversi
ble, efectuada en un espacio continuo y homogeneo. Todo ello
por que el sentido pr<ktico no puede funcionar fuera de toda si
tuaci6n, sin referenda a funciones practicas concretas. La practi
ca excluye el retono sobre sf: el agente no puede dar cuenta de la
verdad de su practica sino es en situacion pictica, no puede teori
zar i reflexionar sobre ela sino es abndonando su relaci6n prac
tica con la practica.
Todo ello recuerda, repito, que debemos ubicarnos -como
investigadores, frente a la realidad que estamos analzando, o
mjor, frente a los agentes cuyas pracicas pt etendemos compren
der y explicar- en el Iugar de un agente social como ualquier
oro, con condicioaientos ojeivos, actuales e hist6ricos y con
condicionaientos incorporados a lo largo de una rayectoria
ndividual y coleciva (de clase, y acadeica):
119
Como agente social que juega el juego de la ciencia, esta
objetivamente condicionado por el estado de ese juego, por la
historia del juego, por el capital que ha logrado acumular en el
transcurso del juego, y por lo que ha incorporado a lo largo de
una trayectoria social general y especfica del juego. Pero existen
herramientas que permiten liberarlo, al menos en parte, de esos
condicionamientos, proporcionadas por la "sociologia de Ia so
cioloia" :
120
ifico es un mndo de luchas y de competencias como cualquier
otro, con intereses especficos, con sus apuestas, sus beneficios
(preios, becas, subsidios, etc.), y ello pone en tela de juicio un
conjunto de creencias comparidas y denegadas colecivamen
tet7.
Lo que estoy planteando tambien implica que Ia manera y
los nsrumentos que uzamos para aproximamos al conoci
miento de los diferentes aspectos de Ia compleja realidad scial,
las categorias conceptuales que ponemos en juego, las hip6tesis
que manejamos, etc., estn condicionadas por Ia posici6n que
cupamos en el espacio social, y sobre todo, por Ia posici6n que
tenemos en el propio terreno de lucha: el campo cientifico. En
este sentido, esos instrumentos, esos conceptos, esas hip6tesis,
como aquellas oras maneras de percibir y evaluar, de clasiicar y
de consruir lo real, estan ligadas a la posici6n que ocupamos en
el mundo scial.
Pero ademas, el campo de las ciencias sociales -y sus sub
campos- esta en una situaci6n muy diferente en relaci6n con el
universo general del campo de las ciencias, y esa diferencia deri
va del hecho de tener por ojeto al mundo social y de que todos
los que participan en el pretenden producir una representaci6n
cientifica del ismo.
Entonces, quienes juegan el juego del campo de las cien
cias sciales, no s6lo enran en concrrencia entre si (los especia
listas, los cienificos), sino que tambien luchan con otros profe-
112, junio de 1980), en Bourdieu, P., Soiologia y ultura, Mexico, Grijalbo, 10,
pp. 79-94.
17 El campo de la ciencia, como el del ate, el de la religi6n, el de la polfica, el
1 21
sionales de la producci6n simb6lica (escritores, poliicos, perio
distas) y, en un sentido mas amplio, con todos los agentes socia
les quienes, con capitales o poderes muy diferentes, con mayor o
menor exito, trabajan tambien para imponer su visi6n sobre el
mundo social. Y esta es una de las razones por las cuales el cien
ista scial no puede obtener tan faclmente como los otros sa
bios, el reconocimiento del monopolio del discurso legitimo so
bre su objeto18•
hora bien, todos estos condicionamientos -ojeivos y sim
b6licos- asociadas a la inserci6n social de los productores de co
nacimiento social -y con ello, el condicionaiento scial de las
prducciones ligadas a la ciencia social-, no costituyen, a jicio
de Bourdieu, un obsaculo epistemol6gico insuperable.
Sugiere que en la medida en que la sciologia del conoci
miento proporciona insrumentos adecuados para analizar el
condicionamiento social de las producciones cientficas, ponien
do en evidencia los mecanismos de competencia, las relaciones
de fuerza y las esrategias utilizadas por los agentes sociales que
las producen, estaria tambien en condiciones de seialar condi
ciones sociales de n conrol epistemol6gico, enre elias, aque
llas que conribuyn a n mayor fortalecimiento de la comui
dad cienfica, sus instiuciones, y sus propias leyes de funciona
miento.
Ello estaria en relaci6n tambien con el grado de autonoia
relativa que lograra tener el campo cienfico en general y el de
las ciencias sociales en paricular: mientras logren obtener ma
yor peso sus propias leyes de funcionamiento y las istancias de
consagraci6n y legitimaci6n especficas, mayor sera su autono
ia frente a la incidencia que pudieran tener oros campos ( el
poliico y el econ6mico, por jemplo) sobre el espacio de juego
de la ciencia social, y mas facilmente se podra jugar el juego de
las ciencias sciales con las propias armas de la ciencia y no con
oras.
sociales, N° 10-107, pp. 3-10. ["a causa de Ia ciencia", en: Bourdieu, P., Intelec
tuales, politica y poder, Buenos Aires, Eudeba, 199, pp. 111-18]
12
" La historia social de las ciencias sociales no es una espe
cialidad entre oras. Es el instrumento privilegiado de Ia
reflexividad critica, condici6n imperativa de Ia lucidez
coleciva, y tambien individual. ( . . . )
a ciencia social tiene el privilegio de poder tomar por o
jeto su propio funcionamiento y de esar en condiciones
de llevar asi a Ia conciencia, las coacciones que pesan so
bre Ia pracica cientifica; puede pues servirse de Ia con
ciencia y del conocimiento que posee de sus funciones y
de su funcionamiento para ntentar superar algunos de los
obstaculos al progreso de Ia conciencia y del conocimien
to. Asi, lejos de invalidar sus propios fundamentos, como
se ha dicho muchas veces, condenando al relativismo, tal
ciencia reflexiva puede al conrario, proporcionar los prin
cipios de una Realpolitk cienfica, que apune a asegurar
el progreso de Ia raz6n cienfica"19•
A modo de ciere
13
siste II ojetivar nuesra posici6n como nvesigadorll, ape lando a
un proceso de reflexividad epistemica.
Pero tambien hay oro aspecto de esa ojeivaci6n: lo que
acabo de decir no significa que como nvesigadores no tenga
mos nuestro propio juego, nuestras propias urgencias, nuesras
propias apuestas: aquellas que se relacionan con nuesra propia
profesi6n y que nos ligan y separan, a Ia vez, a nuestros pares y a
las insituciones del juego cienifico.
Reconocer que formamos parte del mundo social, que a Ia
vez tenemos una cultura" espcial, academica, que nos lleva a
I
tener una rada y una experiencia especial del mundo (el sesgo
escolastico, como lo llama Bourdieu), y que es necesario ojeti
var nuestra posici6n, implica tambien reconcer que como in
vesigadores no podremos elnar totalmente nuesros efectos
sobre los datos: pero podremos comprenderlos y conrolarlos,
apelndo a las herramientas que nos brinda Ia sociologia del co
nocimiento.
Desde Ia perspectiva de Bourdieu, Ia sociologia de Ia socio
loia podria proporcionanos herramientas que nos ayuden, no
a elnar por completo nuesros condicionamientos, pero si a
controlarlos y hacerlos controlables para nuestros pares.
Reflexividad epistemica, objetivaci6n del sujeto objetivan
te, aparecen como los micos caminos de libertad posibles.
En primer Iugar, como una cuesi6n individual y a raves
de un proceso de autosocioallisis, esto es, de autoexplicitaci6n
de los disntos mcanismos y condicionamientos que nos sepa
ran (por Ia funci6n que umplimos) de los agentes cuyas practi
cas ntentamos explicar y comprender. En segundo Iugar, anali
zando nuesra posici6n como investigadores, ligada a otras posi
ciones de oros invesigadores que nos unen y nos enfrentan en
el juego cienfico.
Pero Ia verdadera conquista es colectiva . . . Y para ello es
necesario expicitar los disntos mecanismos del juego, desen
traiar -hasa donde ello sea posible- las reglas que regulan el
juego, y de este modo, crear condiciones sociales de posibilidad
para el concimiento cientifico.
124
IN DICE
INRODUCCI6N ........................................................................................ 7
Capiulo 1
CONCETS Y EMAS MAYORS ...................................................... 11
Capitulo 2
LAS ESTRUTURAS CIALES ETERN S 0
LO SCIAL HECHO COSAS . . .. . ... ..................... ........ . .... .. . . ....... . . . ... . 31
.. . . . .
Capitulo 3
LAS ESTRUTURAS OCIALES ITERNALIZADAS 0
LO OCIAL HECHO CUERPO . . ... . .. . . . . . .. .. ................. ... ... . ... ..... ... ... ..... ... 65
nexo
EfiGAR S PRAfiCAS Y PRAfiCAR
LA IEfiGACI6N . . . .... ........... ........................ .............. ..
. .... . ............. 111