El Bosco
El Bosco
El Bosco
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Cornelis Cort (grabador), retrato de Jheronimus Bosch; estampa en Pictorum Aliquot Celebrium Germaniae
Inferioris Effigies, Amberes, 1572, con un epigrama latino de Dominicus Lampsonius cuya traducción podría decir:
«¿Qué ven, Jheronimus Bosch, tus ojos atónitos? ¿Por qué esa palidez en el rostro? ¿Acaso has visto aparecer
ante ti los fantasmas de Lemuria o los espectros voladores de Érebo? Se diría que para ti se han abierto las
puertas del avaro Plutón y las moradas del Tártaro, viendo como tu diestra mano ha podido pintar tan bien todos
los secretos del Averno».1
Índice
1Biografía
2Estilo
3Obra
4Interpretaciones
5Catalogación
6Referencias
o 6.1Notas
o 6.2Bibliografía
7Enlaces externos
Biografía[editar]
Anónimo, Mercado de telas de Bolduque, hacia 1530, óleo sobre tabla, 126 × 67 cm, Noordbrabants Museum, 's-
Hertogenbosch; la séptima casa de la derecha, tras la casa azul, llamada Inden salvatoer, fue la residencia del
Bosco y su esposa Aleid van de Meervenne.
Jheronimus van Aken, miembro de una familia de pintores, nació alrededor de 1450 en la
ciudad neerlandesa de 's-Hertogenbosch (bosque ducal, en castellano algo desusado
Bolduque, en francés Bois-le-Duc), capital septentrional del ducado de Brabante en los
actuales Países Bajos. De 's-Hertogenbosch, comúnmente llamada Den Bosch, tomó el
nombre con el que iba a firmar algunas de sus obras.
Con algo más de diecisiete mil habitantes en 1496, Bolduque era la segunda mayor
ciudad del norte neerlandés, solo por detrás de Utrecht, y una de las mayores ciudades
del ducado de Brabante, tras Amberes y Bruselas.7 El abuelo del Bosco, Jan van Aken (h.
1380-1454) se estableció en Bolduque procedente de Nimega, en el ducado de Güeldres,
donde el bisabuelo, Thomas van Aken, había adquirido la ciudadanía en 1404. Si, como
se piensa, el apellido Van Aken corresponde a un topónimo de procedencia, la familia
debía de proceder de la alemana Aquisgrán (Aachen). Anthonius (h. 1420-1478), padre
del Bosco, igual que sus tres hermanos mayores, fue también pintor. Consta que en 1461
recibió el encargo de pintar las puertas del retablo de la cofradía de Nuestra Señora en su
capilla de la iglesia de San Juan, lo que no llegó a completar. Un año después adquirió
una casa en el lado oriental de la plaza del Mercado, la casa llamada «In Sint Thoenis»
donde instaló su taller, dañado en el incendio que asoló la ciudad en junio de 1463.8
Casado con Aleid van der Mynnen, el matrimonio tuvo tres hijos pintores: Goessen (h.
1444-1498), Jan o Johannes (h. 1448-1499) y Jheronimus, el menor, además de dos hijas
llamadas Katharina y Herbertke.9
No se tienen datos ciertos de los primeros años de vida del Bosco. La primera noticia
documental es del 5 de abril de 1474 cuando en unión de su padre y de sus hermanos
mayores testificó en favor de su hermana Katharina en la hipoteca de una casa. Al actuar
junto con su padre en un segundo documento del 26 de julio del mismo año se presume
que en tal fecha no habría cumplido aún la edad legal de veinticuatro años que le hubiera
permitido actuar con independencia, lo que ha servido de punto de partida para fijar el año
de su nacimiento en torno a 1450.10 Su formación artística hubo de tener lugar en el taller
paterno, donde, según las actas fiscales, muerto el padre (1478), continuaron residiendo
los dos hermanos mayores con su madre y luego también su cuñada y sobrinos, hijos de
Goessen: Johannes, pintor y escultor, y Anthonis, pintor, que mantuvieron abierto el taller
al menos hasta 1523.1112 Puesto que no se conocen obras documentadas atribuibles a los
restantes miembros de la familia Van Aken, no es posible saber qué enseñanzas recibió,
aunque cabe suponer que fuesen las propias de un taller local y provinciano. Tan solo una
pintura mural del Calvario con donantes en el coro de la iglesia de San Juan, pintado
hacia 1453 pero todavía gótico y ajeno a las novedades flamencas, se ha relacionado con
el abuelo,13 y algunos detalles, como la delgada silueta del cuerpo de Cristo, se
encuentran también en el Cristo crucificado con donante (Bruselas, Musées royaux des
Beaux-Artes de Belgique), pintado por el Bosco hacia 1485,14 en tanto la escala y
disposición de los donantes es similar a la que tuvieron en otra de las obras más
tempranas del Bosco: el Ecce Homo de Fráncfort, antes de quedar ocultados bajo
repintes.15
Las siguientes noticias son ya de 1481. El 3 de enero «Joen el pintor» vendió a su
hermano mayor la cuarta parte que le correspondía de la casa familiar en la plaza del
Mercado.16 Meses después, el 5 de junio, aparece en un documento como marido de
Aleid van de Meervenne, propietaria de la casa llamada «Inden salvatoer» en la que se
estableció el matrimonio, situada en la más elitista fachada septentrional de la misma
plaza del Mercado. Aleid, nacida en 1453,17 era hija de una acomodada familia de
comerciantes con propiedades en casas y tierras en Bolduque y sus alrededores, que aún
habían de incrementarse al morir en 1484 su hermano Goyart van de Meervenne y poco
más tarde, en 1492, también su hermana Geertrud, establecida en Tiel. El hijo mayor de
esta, Paulus Wijnants, vivió algún tiempo con el Bosco y Aleid, que no tuvieron
descendencia. Aunque el matrimonio debió de firmar algún tipo de contrato prenupcial por
el que Aleid conservó sus bienes a la muerte del Bosco y los pudo transmitir a su sobrino
Paulus, heredero de su feudo en Oirschot, el Bosco actuó en algunas transacciones
económicas en representación de su mujer y sus cuantiosas rentas le permitieron llevar
una vida desahogada,18 lo que se ha relacionado en alguna ocasión con la libertad de que
habría gozado a la hora de elegir sus temas y su orientación artística.19
Según el Bosco: Las bodas de Caná, c. 1560 o después, Róterdam, Museum Boijmans Van Beuningen. El
sirviente que en segundo término presenta un cisne en una bandeja podría evocar los banquetes del Cisne
organizados por la cofradía de Nuestra Señora, de la que el Bosco fue miembro activo.
El encargo más importante recibido por el Bosco del que se tiene constancia documental
es el de un Juicio Final de grandes dimensiones por el que en septiembre de 1504 recibió
del duque de Borgoña Felipe el Hermoso treinta y seis libras en concepto de anticipo. Ese
mismo invierno el duque y su padre, el emperador Maximiliano I de Habsburgo, visitaron
Bolduque, pero no hay noticia de que le hiciesen otros encargos y ni siquiera es posible
saber si ese Juicio Final fue acabado.27 Otros encargos documentados tienen un carácter
muy menor; así, por ejemplo, en 1487 la Tabla del Espíritu Santo, una institución de
caridad, le encargó la pintura de «un nuevo paño en la sala de entrada y un cuerno de
ciervo», y en 1491 la hermandad de Nuestra Señora le pagó 18 stuivers por alargar y
reescribir el panel con los nombres de los hermanos jurados, habiendo regalado el pintor
otro tanto de su trabajo.28
El Bosco falleció en los primeros días de agosto de 1516, quizá a consecuencia de una
epidemia, aparentemente de cólera, declarada en la ciudad ese verano.29 El 9 de ese mes
se celebraron honras fúnebres por el pintor en la capilla de Nuestra Señora de la iglesia
de San Juan, perteneciente a la hermandad, cuyos hermanos, según lo acostumbrado,
corrieron con parte de los gastos, cuidadosamente anotados en el libro de cuentas de la
cofradía. Además del deán, el diácono y el subdiácono, oficiantes de la misa solemne de
funeral, percibieron diversas cantidades por su participación en las exequias los cantores,
organista, campanero, pobres congregados ante la capilla y sepultureros y portadores del
féretro, como correspondería a un funeral córpore insepulto.30 El año de muerte viene
además confirmado por una lista de los hermanos de la cofradía fallecidos, elaborada
entre 1567 y 1575, en la que, entre los fallecimientos del año 1516 se hizo constar:
«(Obitus fratrum) Aº 1516: Jheronimus Aquen(sis) alias Bosch, insignis pictor».31 Años
después, en 1742, en el folio 76 recto del álbum heráldico de la cofradía, y bajo un blasón
vacío —el Bosco como artesano carecía de escudo nobiliario— una sencilla leyenda
explicaba: «Hieronimus Aquens alias Bosch, seer vermaerd Schilder. Obiit 1516»
("Jerónimo Aachen, conocido como Bosch, pintor muy famoso, fallecido en 1516"). 32
Estilo[editar]
El jardín de las delicias, óleo sobre tabla, 220 × 389 cm, Madrid, Museo del Prado.
El interés por el paisaje es también una característica común a toda su producción, como
lo es de Jan van Eyck. Puede ponerlo de manifiesto una obra como la Adoración de los
Magos del Metropolitan Museum of Art de Nueva York. Concordantemente datada hacia
1475, entre los primeros trabajos del pintor, la tabla fue tachada por Charles de
Tolnay de pastiche precisamente por encontrar incoherente la abundancia de oros y el
encaje de las arcaicas figuras en un paisaje de concepción muy moderna, propia de la
etapa más avanzada.43 Es esa importancia del paisaje en la obra del Bosco lo que ha
llevado a Bernard Vermet a proponer una ordenación cronológica de la producción
bosquiana atendiendo a su evolución. En los extremos se situarían, por una parte, el
paisaje «plano, sin perspectiva» y con «tópicos arbolitos» del Jardín de las delicias y, por
la otra, los «primorosamente modernos» paisajes del Carro de heno (Museo del Prado)
y La tentación de san Antonio del Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa.41
Considerando la modernidad del paisaje —y la concepción renacentista de la pata de la
mesa— la Extracción de la piedra de la locura tampoco podría colocarse entre las obras
primerizas del pintor, como habitualmente se ha considerado, aunque, como también
admite Vermet, llevar la pintura del Jardín de la delicias a una fecha temprana, en torno a
1480, equivale a suponer una notable precocidad en el pintor.44 Un protagonismo
destacado tiene el paisaje en Las tentaciones de san Antonio Abad del Museo del Prado,
que parece haber sufrido algunos cambios desde su concepción original, cuando las
copas de los árboles eran menos frondosas y el cielo tenía mayor desarrollo. La elevación
de la línea del horizonte empequeñece la figura del santo y anticipa lo que algunos años
más tarde haría Joachim Patinir. La datación por dendrocronología de la tabla indica, con
todo, que pudo ser utilizada ya en 1464, como las tablas del Jardín de la delicias, y la
técnica pictórica a base de capas de color muy ligeras es la propia del Bosco, aunque su
autografía haya sido cuestionada.45
Obra[editar]
Véase también: Anexo:Obras del Bosco
Las lagunas en la documentación hacen que no se pueda atribuir al Bosco ninguna obra
con absoluta certeza.46 Se ha alcanzado, no obstante, cierto consenso en atribuirle entre
veinticinco y treinta pinturas, tomando como punto de partida lo que las fuentes escritas le
atribuyen de forma coincidente: la creación de un mundo de seres fantásticos y escenas
infernales. Pero el temprano éxito de esas escenas, convertidas en género por copistas e
imitadores, junto a la ausencia de datos relativos al funcionamiento del taller, hace que
resulte difícil distinguir las obras autógrafas de lo que son réplicas del taller o copias,
quizá, de originales perdidos.47La fama póstuma de Jheronimus Bosch se extendió, más
que por su ciudad natal, donde ninguna de sus obras se conserva, por el sur de los
Países Bajos, Italia y, sobre todo, España,48 donde ya en la colección de la reina Isabel la
Católica figuraba una pintura de la Magdalena o de María Egipciaca a él atribuida.
Descrita en el inventario post mortem de 1505 como «otra tabla más pequeña [...] que
tiene en el medio una muger desnuda con unos cabellos largos las manos juntas y en lo
baxo en el cerco dorado un letrero con letras que dize jeronimus», podría tratarse de un
regalo de Juana I de Castilla, hija de Isabel y esposa de Felipe el Hermoso, a su
hermana Isabel de Aragón.49 También en España florecieron dos de los primeros críticos
e intérpretes de sus obras, de las que proporcionaron interesantes noticias: Felipe de
Guevara y fray José de Sigüenza.
Felipe de Guevara, propietario de varias obras del Bosco heredadas posiblemente de su
padre, Diego de Guevara, que había sido mayordomo mayor de Felipe el Hermoso,
escribió hacia 1560 unos Comentarios de la pintura dirigidos a Felipe II. En ellos, tratando
de las creaciones del Bosco, que incluía en el género de las que llamaba pinturas
«éticas», que «muestran las costumbres y afectos de los ánimos de los hombres»,
cargaba contra los numerosos copistas y falsificadores que le habían salido en Flandes,
faltos de su prudencia y decoro y sin más ingenio que el de saber hacer envejecer sus
pinturas al humo de las chimeneas para hacerlas pasar por antiguas, de modo que eran
ya infinitas, según decía, las firmadas falsamente con su nombre:
Mesa de los pecados capitales, óleo sobre tabla de chopo, 119,5 × 139,5 cm, Madrid, Museo del Prado. 50
... Y pues Hyerónimo Bosco se nos ha puesto delante, razón será desengañar al vulgo, y a otros más que vulgo
de un error que de sus pinturas tienen concebido, y es, que qualquiera monstruosidad, y fuera de orden de
naturaleza que ven, luego la atribuyen a Hyerónimo Bosco, haciéndole inventor de monstruos y quimeras. No
niego que no pintase estrañas efigies de cosas, pero eso tan solamente a un propósito que fue tratando del
infierno, en la qual materia, quiriendo figurar diablos, imaginó composiciones de cosas admirables.
Esto que Hyerónimo Bosco hizo con prudencia y decoro, han hecho y hacen otros sin discreción y juicio ninguno;
porque habiendo visto en Flandes quan acepto fuese aquel género de pintura de Hyerónimo Bosco, acordaron de
imitarle, pintando monstruos y desvariadas imaginaciones, dándose a entender que en esto solo consistía la
imitación de Bosco.
Ansí vienen a ser infinitas las pinturas de este género, selladas con el nombre de Hyerónimo Bosco, falsamente
inscripto; en las quales a él nunca le pasó por el pensamiento poner las manos, sino el humo y cortos ingenios,
ahumándolas a las chimeneas para dalles mayor autoridad y antigüedad.
Guevara, con todo, y aludiendo a la técnica nerviosa y falta de acabado del Bosco,
distinguía a uno de esos seguidores, mejor que todos los demás, que firmaba con el
nombre del maestro y en todo le imitaba, excepto en el paciente acabado:
...pero es justo dar aviso que entre estos imitadores de Hyerónimo Bosco, hay uno que fue su discípulo, el qual
por devoción de su maestro, o por acreditar sus obras, inscribió en sus pinturas el nombre de Bosch, y no el suyo.
Esto, aunque sea así, son pinturas muy de estimar, y el que las tiene debe tenellas en mucho, porque en las
invenciones y moralidades, fue rastreando tras su maestro, y en el labor fue más diligente y paciente que Bosco,
no se apartando del ayre y galanía, y del colorir de su maestro. Exemplo de este género de pintura es una mesa
que V.M. [Felipe II] tiene, en la qual en círculo están pintados los siete pecados mortales, mostrados en figuras y
exemplos...51
Tríptico del carro de heno, hacia 1512-1515; óleo sobre tablas de roble, 133 × 100 cm, tabla central, 136,1 × 47,6
cm cada una de las laterales, Madrid, Museo del Prado.
Poco después de muerto Felipe de Guevara (1563) el rey Felipe II ofreció a su viuda y a
su hijo Ladrón de Guevara, heredero del mayorazgo, la compra de algunas casas y
solares en Madrid, junto a la Puerta de la Vega, y varios cuadros de su colección por valor
todo ello de 14 000 ducados o 5 250 000 maravedíes. Entre las pinturas que interesaron
al rey figuraban diversos lienzos con asuntos mitológicos sin nombre de autor, cuatro
tablas con paisajes de Joachim Patinir y «Una tabla de vara y dos terçias de alto, con dos
puertas, que abierto todo él tiene de ancho tres varas, y es el Carro de Heno, de
Gerónimo Bosco, de su propia mano».52 El lote incluía además otros cinco lienzos
atribuidos al Bosco:
- Un lienço de tres varas de ancho y vara y terçia de alto, que son Dos Çiegos que guía el uno al otro, y detrás
una mujer ciega.
- Otro lienço de dos varas de ancho y una de alto, que es una Danza a modo de Flandes.
- Otro lienço de vara y dos terçias de ancho y vara y terçia de alto que/es/Unos Çiegos andan a caza de un
puerco jabalí.
- Otro lienço de una Bruja, de vara y terçia de largo y una vara de alto.
- Otro lienço quadrado, Donde se cura de la Locura; por guarnesçer, porque todos los demás están guarneçidos. 53
Este Carro de heno de Guevara era el segundo que se incorporaba a la colección real, en
cuya posesión se encontraba otro ejemplar citado por Ambrosio de Morales. Es probable
que el ejemplar de Guevara sea el conservado todavía en El Escorial, ostentosamente
firmado en la tabla derecha y, a pesar de lo indicado en el inventario, copia de la versión
original, la actualmente guardada en el Museo del Prado. Aunque la datación por
dendrocronología del ejemplar escurialense, entre 1498 y 1504 como fechas más
tempranas en que pudo ser empleada la madera —1510-1516 para la versión del Prado—
junto a la calidad de su ejecución y otros detalles menores, como la jarra sobre la mesa
en la que está sentado el monje en la tabla central, que en la versión autógrafa quedó sin
dar color, indican que pudo ser réplica hecha en el propio taller del Bosco y no copia
tardía.55
Otras obras asignadas al Bosco en el documento de la primera entrega de obras al
monasterio de El Escorial eran tres versiones de las Tentaciones de san Antonio, de las
que solo se ha podido identificar la versión ahora conservada en el Museo del Prado,
rematada en medio punto,56 el tríptico de la Adoración de los Magos (Museo del Prado),
que se dispuso en la celda prioral baja, la Mesa de los pecados capitales (Museo del
Prado), guardada en los aposentos de Felipe II, y el Camino del Calvario o Cristo con la
cruz a cuestas (Monasterio de El Escorial),57 destinado al capítulo vicarial, obra
considerada de autografía segura tras haberse manifestado algunas dudas y de la que se
conoce otra versión más amplia y recargada, aunque de figuras menores, en
el Kunsthistorisches Museum de Viena.58
Los lienzos descritos entre los bienes de los Guevara adquiridos por la corona no se han
podido localizar, pero sus asuntos denotan el género de pintura, entre la sátira y la crítica
social, con el que se relacionaba la pintura del Bosco. Bien conocido es el tema de
la Extracción de la piedra de la locura, ilustración de la incurabilidad de la estupidez
humana. Vuelto a describir en el inventario del viejo Alcázar de Madrid de 1600 como «Un
lienzo de mano de Hierónimo Bosco, maltratado, pintado al temple, en que hay un
surujano [sic, por cirujano] que está curando a un hombre la cabeza»,59 no puede tratarse
de la tabla ahora en el Museo del Prado y al parecer propiedad, antes de 1529, del
obispo Felipe de Borgoña. La popularidad del tema, muy presente también en la literatura
holandesa como emblema de la locura, se ilustra por la abundancia de versiones y
réplicas directa o indirectamente relacionadas con modelos bosquianos.60
Dos Çiegos que guía el uno al otro, ilustración de la parábola evangélica (Mateo, 15,14:
«y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo»), pertenece con la Extracción
de la piedra de la locura al mismo género que Paul Vandenbroeck ha llamado «literatura
de la necedad».61 Perdido el original, la composición bosquiana puede presumiblemente
conocerse por una grabado de Pieter van der Heyden según el Bosco. La ceguera
intelectual antes que física, representada en la estampa por dos músicos vagabundos con
bordón de peregrinos santiaguistas, aparece así asociada a la mendicidad y al desarraigo,
lo que para el Bosco, intérprete de la naciente burguesía neerlandesa, que identificaba
sabiduría y virtud, equivalía a la exhibición —y condena— de un comportamiento vicioso,
éticamente reprobable. Es el mismo modo de expresarse, mediante una simbolización
inversa, que se encuentra en La nave de los necios de Sebastian Brant, otro lugar común
de la literatura de la necedad ilustrado por el Bosco en una de las tablas del
desmantelado Tríptico del camino de la vida (París, Musée du Louvre).62
Ciegos a la caza de un jabalí
Jan Verbeeck, dibujo a pluma y tinta parda, 19,5 x 28,3 cm, París, École des Beaux-Arts.
Maestro de los Villafañe, pintura mural monocroma (118 x 159 cm) en una sala del palacio de Villafañe, Segovia.
Los ciegos, objeto de cruel entretenimiento, volvían a ser protagonistas del lienzo que se
describía como Unos Çiegos andan a caza de un puerco jabalí. En este caso el original
bosquiano también se ha perdido aunque su composición puede reconocerse en un dibujo
de Jan Verbeeck, pintor de Malinas, conservado en la École des Beaux-Arts de París.63 El
conocimiento en España de la composición dibujada por Verbeeck queda bien acreditado
por la existencia de una copia del mismo modelo pintada en grisalla en uno de los muros
de una casa hidalga localizada en la plaza de San Facundo de Segovia, que fue
propiedad de Ana de Miramontes y Zuazola, esposa de Jerónimo de Villafañe, alcaide de
los Reales Alcázares en 1565.64 El pasatiempo, conocido como «apalear al marrano»,
relacionado con la fiesta de san Martín, se encuentra representado además en otra
composición perdida del Bosco, conocida únicamente por San Martín y los pobres, uno de
los tapices de la serie llamada Disparates del Bosco, bordada originalmente para el rey de
Francia Francisco I (Patrimonio Nacional, Monasterio de El Escorial).65
En su Descripción del bosque y Casa Real del Prado (1582) Gonzalo Argote de
Molina anotaba la presencia en aquel Real Sitio de ocho tablas del Bosco, «pintor de
Flandes, famoso por los disparates de su pintura», entre ellas algunas Tentaciones de
san Antonio y la pintura de un «extraño muchacho» nacido en Alemania que a los tres
días de nacer aparentaba siete años, «que ayudado con feísimo talle y gesto es figura de
mucha admiración».66 En 1593 se incorporaron al monasterio de El Escorial nuevas
pinturas del Bosco, la más importante de ellas El jardín de las delicias ahora en depósito
en el Museo del Prado, que el documento de entrega describía como «una pintura en
tabla al olio, con dos puertas de la bariedad del mundo, cifrada con diversos disparates de
Hierónimo Bosco, que llaman Del Madroño», por uno de los frutos que en ella aparecen. 67
Con el célebre tríptico llegaron al monasterio unas nuevas tentaciones de san Antonio,
un Juycio cifrado en disparates y Diversos disparates de hierónimo bosco no
identificados,68 además de la Coronación de espinas con cinco sayones, adquirida junto
con el Jardín de las delicias en la almoneda de Fernando de Toledo, hijo natural del gran
duque de Alba.69 Con razón fray José de Sigüenza podía escribir en su historia de la
fundación del monasterio de El Escorial, editada en 1605 dentro de su Historia de la
Orden de San Jerónimo, que «entre las pinturas de estos alemanes y flamencos, que,
como digo, son muchas, están repartidas por toda la Casa muchas de un Jerónimo
Bosco».70
Tríptico de la Adoración de los Magos, óleo sobre tabla, 138 × 138 cm, Madrid, Museo del Prado.
Rechazando la opinión vulgar, que solo encuentra en la pintura del Bosco caprichosas
extravagancias, el padre Sigüenza clasificaba en tres géneros sus pinturas, auténticos
«libros de prudencia y artificio»: las pinturas devotas, con motivos tomados de la vida de
Jesús, como lo eran los temas de la Adoración de los Magos y Cristo con la cruz a
cuestas, donde «no se ve ninguna monstruosidad ni disparate», sino el espíritu humilde
de los sabios de oriente y la envidia rabiosa de los fariseos contrastada con la inocencia
que se manifiesta en el rostro de Cristo; un segundo grupo de pinturas que actúan como
espejos para el cristiano, formado por las diversas versiones de las tentaciones de san
Antonio, que daban al Bosco ocasión de «descubrir extraños efectos» al representar al
santo con rostro sereno y contemplativo, «lleno de paz el alma», entre seres fantásticos y
monstruosos, «y todo esto para mostrar que un alma, ayudada de la divina gracia (...)
aunque en la fantasía y a los ojos de fuera y dentro represente el enemigo lo que puede
mover a risa o deleite vano, o ira y otras desordenadas pasiones, no serán parte para
derribarle ni moverle de su propósito»; grupo al que pertenecía también la Mesa de los
pecados capitales, con los sacramentos pintados en las esquinas como remedios del
pecado, aunque lo allí representado sean en realidad las postrimerías; y un grupo de
pinturas de apariencia más macarrónica, en último lugar, pero «de grandísimo ingenio, y
no de menor provecho», al que pertenecían los trípticos del carro de heno, fundado
en Isaías 40,6: Toda carne es heno y toda su gloria como flor de campo, y El jardín de las
delicias, cuyo centro es una fresa o madroñuelo, «que en algunas partes llaman mayotas,
cosa que apenas se gusta cuando es acabada».71 La interpretación de fray José de
Sigüenza del Jardín de las delicias, cuando faltaban más de dos siglos para que el tríptico
empezase a ser conocido por ese nombre es, desde luego, la primera y plenamente
vigente de las interpretaciones que se han dado para una obra considerada de las más
enigmáticas de la historia de la pintura.72 El desconocimiento de las circunstancias en que
tuviese lugar el encargo y las fechas de su ejecución, así como la personalidad del cliente
y su destino original, dificultan la comprensión de unas imágenes que se presumen
simbólicas. Se ha pensado que pudo ser encargado hacia 1495 por Enrique III de
Nassau o, más probablemente, por su tío, Engelbrecht II, consejero del duque Felipe el
Hermoso, con destino a su palacio de Coudenberg en Bruselas, pues allí lo habría visto el
30 de julio de 1517 Antonio de Beatis, secretario del cardenal Luis de Aragón, en su visita
a los Países Bajos.73 La descripción que dejó De Beatis del jardín, si de él se trataba, es,
de todos modos, bastante imprecisa y como hecha de memoria, primando el carácter
lúdico de lo representado pues, lo que decía haber visto en su recorrido, sin nombrar a su
autor y entre «bellisime picture» mitológicas, eran:
algunas pinturas [tavole] de cosas diversas y extravagantes, que representan mares, cielos, bosques, campos y
muchas otras cosas, unos que salen de un mejillón marino, otros que son defecados por grullas, mujeres y
hombres blancos y negros en diversas acciones y posturas, aves y animales de todas clases y con gran
naturalidad, cosas tan agradables y fantásticas que no es posible describirlas para quienes no tengan
conocimiento de ellas.74
En mayo de 1568 el Jardín fue confiscado por el duque de Alba a Guillermo de Orange,
descendiente de los Nassau y cabecilla de la rebelión protestante de los Países Bajos. A
ello puede deberse la defensa de su ortodoxia que hizo fray José de Sigüenza, una
ortodoxia que solo ha sido puesta en duda más tarde por Wilhelm Fraenger, que hizo del
Bosco un adepto de la secta de los adamitas,19 y algún otro defensor de enfoques
«alternativos», a los que la crítica ha prestado escasa credibilidad.75
La relación de los Nassau con la pintura del Bosco se comprueba también a través
de Mencía de Mendoza (1508-1554), marquesa del Zenete y tercera esposa de Enrique III
de Nassau. Mujer rica y culta, cercana al erasmismo, con quince años fue casada con
Enrique de Nassau, con quien vivió en Flandes entre 1530 y 1533 y entre 1535 y 1539. En
su palacio de Breda trabajaron entre otros Jan Gossaert y Bernard van Orley, que en
1532 pintó una completa galería de retratos por encargo de doña Mencía. Viuda, en 1541
contrajo segundas nupcias con el duque de Calabria y se instaló con él en Valencia,
desde donde se mantuvo en contacto con Flandes a través de Gylles de Brusleyden,
fundador del colegio trilingüe de Lovaina, que fue también su asesor artístico, y Juan Luis
Vives. Doña Mencía reunió una importante colección de obras de arte, entre las que
destacaban los tapices, pero también buen número de pinturas, muchas de ellas vendidas
en almoneda pública en Valencia seis años después de su muerte.76 Tres de ellas, según
el inventario hecho en 1548, se atribuían a «Jerónimo Bosque»:
yten otra pintura de jerónimo bosque de un viejo y una vieja con una guarnision de madera a la redonda el viejo
con una sesta de huevos en la mano/ es de lienço
yten otra pintura de jerónimo bosque de la torre de babilonia tiene de alto/ es de lienço
yten otra pintura de jerónimo bosque de san joan evangelista tiene un cáliz en la mano tiene de alto una vara y
tres palmos y de ancho una vara y un palmo/ es de lienço77
En su capilla funeraria del antiguo convento de Santo Domingo, para la que había
encargado una serie de ocho tapices llamada de las muertes sobre diseños de Van Orley,
su heredero, Luis de Requesens, hizo colocar el Tríptico con escenas de la Pasión de
Cristo o de los Improperios, con la Coronación de espinas en la tabla central, obra de un
discípulo o seguidor del Bosco (Museo de Bellas Artes de Valencia).78
Cristo con la cruz a cuestas, óleo sobre tabla, 76,8 × 83,1 cm, Gante, Museum voor Schone Kunsten.
San Juan Bautista en meditación, óleo sobre tabla de roble, 48 × 40 cm, Madrid, Museo Lázaro Galdiano.
Descripciones tardías del interior de la iglesia de San Juan de Bolduque, con sus muchos
retablos «dignos de compararse con la escultura de Praxíteles y la pintura de Apeles», 82
sugieren que alguno de ellos pudo ser pintado por el Bosco, aunque la documentación
conservada menciona exclusivamente a su padre, Anthonius, y a su hermano mayor,
Goossen, y únicamente en relación con el inacabado altar mayor. En 1548 el entonces
príncipe Felipe II visitó la iglesia. El cronista del felicísimo viaje, Juan Calvete de Estrella,
refiere que allí el príncipe admiró sus cuarenta altares pero solo describe un reloj que
tenía, junto a una Adoración de los magos, un Juicio Final, con un cielo y un infierno «que
es cosa de admiración y pone religión y temor en los ánimos».83 Si en tal ocasión no se
hizo mención de ninguna obra del Bosco, antes de que en 1629 la ciudad fuese ocupada
por los protestantes holandeses, una crónica local decía de los altares del coro y de la
capilla de la hermandad de Nuestra Señora que se adornaban «con escenas hechas
conforme al arte extraordinario de Hyeronimus Bosch».82 Lo pintado era, en el primero de
los dos altares citados, la creación del mundo en seis días, para Koldeweij posiblemente
una copia del Jardín de las delicias del Prado, y en las alas del segundo Abigail con David
y Betsabé y Salomón, que en realidad parecen haber sido pintadas entre 1522 y 1523 por
Gielis Panhedel, pintor de Bruselas.84 Además, las puertas del retablo de San Miguel, con
las historias de Ester y Judit, podrían ser también del Bosco, según la citada crónica, junto
con una Adoración de los reyes en la capilla de la imagen milagrosa. Los esfuerzos que
se han hecho para identificar algunas de estas pinturas no han sido concluyentes. El más
elaborado intento de relacionar algunas de las obras actualmente conservadas con las
mencionadas en la iglesia de San Juan es la interpretación formulada por Jos Koldeweij
de la composición primitiva del retablo mayor de la hermandad. Según esa interpretación,
y aunque la documentación no mencione sus asuntos, de ese retablo habrían formado
parte el San Juan Bautista del Museo Lázaro Galdiano de Madrid y el San Juan en
Patmos del Staatliche Museen de Berlín, caras interiores de las puertas de una caja con
esculturas que se localizaría en el cuerpo superior o ático del retablo de escultura.85 La
tesis, aceptada por los integrantes del Bosch Research and Conservation Project
(BRCP),86 ha sido vigorosamente contestada por Stephan Kemperdick, conservador del
museo berlinés, por razones cronológicas —la tabla de Berlín no pudo pintarse antes de
1495— e iconográficas.87 El reverso pintado con escenas de la Pasión en
falsa grisalla dentro de una esfera traslúcida, a modo de globo terráqueo, de modo
semejante a como se encuentra en las puertas exteriores del Jardín de las delicias pero,
al contrario que en estas, con la esfera completa en una sola tabla, hace improbable una
segunda esfera similar en el reverso de la tabla del Museo Lázaro Galdiano, en el que,
por otro lado, no se advierten indicios de haber estado nunca pintado.88
La presencia de obras del Bosco en Italia —dos trípticos y un políptico, todo ello
en Venecia— es muy antigua, pero los testimonios escritos que han dejado son
enormemente escasos. Relacionadas con el hipotético viaje del pintor a Italia, algunas de
ellas pudieran encontrarse en poder del cardenal Domenico Grimani ya en 1521, cuando
visitó su valiosa colección el humanista Marcantonio Michiel.89 Entre otras pinturas
flamencas que describió en su Notizia d'opere di disegno Michiel encontró interesantes
por la suave factura de su pintura al óleo,90 tres obras con atribución a Ieronimo Bosch:
«La tela dell'Inferno, con la gran diversità de monstri», la «tela delli Sogni» y la de
la Fortuna con la ballena que se tragó a Jonás.91
Tríptico de santa Wilgefortis, óleo sobre tabla de roble, Venecia, Gallerie dell'Accademia.
Tríptico de las tentaciones de san Antonio Abad, óleo sobre tabla de roble, 131,5 × 111,9 cm, tabla central, 131,5
× 53 cada una de las laterales, Lisboa, Museu Nacional de Arte Antiga.
Como, no obstante, el 30 de mayo el fiscal dijese tener nuevas pruebas que demostrarían
la poca veneración que el reo tenía por las imágenes sagradas, protestó que era muy
devoto de ellas, de las que en su escritorio tenía muchas y que habían ido a verlas los
propios reyes, además de que a la reina, Juana de Austria, le había regalado también dos
retablos,102 a lo que agregó, en el memorial de descargo que presentó el 16 de junio, otras
dos tablas, una de las tentaciones de Job y otra con las tentaciones de san Antonio que
había regalado al «nuncio Monte Polusano», más tarde cardenal Giovanni Ricci de
Montepulciano, nuncio en Portugal de 1545 a 1550, «que me custaran perto de duzentos
cruzados, pintados da mão do grande Jerónimo Bosque, as quais me mandou cometer
por João Lousado e João Quinoso que lhe vendesse. E eu lhos mandei em presente».103
Tanto la Coronación de espinas (Londres, National Gallery y El Escorial) como
las Tentaciones de Job (Brujas, Groeningemuseum), son temas bien conocidos de la
producción del Bosco y sus seguidores, aunque el rastro de las tablas que pertenecieron
a Goes se ha perdido y no podrían relacionarse directamente con ninguna de las
conservadas. Del mismo modo, no parece que se pueda identificar la tabla de
las Tentaciones de san Antonio regalada al nuncio de Roma con el tríptico ahora
conservado en el Museu de Arte Antiga de Lisboa, una de las piezas más copiadas e
imitadas de la producción bosquiana de la que, sin embargo, no se tienen noticias
anteriores a 1882, cuando Carl Justi pudo verla en el palacio de Ajuda, dentro de la
colección de Luis I, del que pasó al palacio das Necessidades, residencia de Carlos I y,
tras la proclamación de la República, al museo lisboeta en el que ingresó en 1913.104
Interpretaciones[editar]
Seguidor del Bosco: La visión de Tundal, óleo sobre tabla, 54 x 72 cm, Madrid, Museo Lázaro Galdiano.
Del mismo modo que Guicciardini o Lampsonius, Marcus van Vaernewijck, autor de una
historia de Gante, tenía al Bosco por «creador de demonios».105 Es precisamente ese
aspecto de su pintura el que centró el interés de sus copistas y seguidores. Ellos
popularizaron y vulgarizaron las escenas infernales habitadas por las figuras
extravagantes que desde el primer momento se relacionaron con la obra del Bosco, tal
como advirtió Felipe de Guevara, aunque el Bosco mismo —según decía— nunca hiciera
esas figuras monstruosas sin propósito y contención. No lo entendía así Francisco
Pacheco, que en El arte de la pintura, cuya primera edición es de 1649, aun teniendo
noticia del gusto de Felipe II corregía el entusiasmo del padre Sigüenza por la obra del
flamenco. Para el maestro de Velázquez, los pintores debían ocuparse principalmente de
las «cosas mayores y más dificultosas, que son las figuras», y huir de divertimentos,
despreciados siempre por los grandes maestros pero buscados por el Bosco,
con la variedad de guisados que hizo de los demonios, de cuya invención gustó nuestro Rey Felipo II, como lo
manifiesta lo mucho que juntó deste género; pero, a mi ver, hónralo demasiado el Padre Fray Josefe de Cigüenza
haciendo misterios aquellas licenciosas fantasías a que no convidamos a los Pintores.106
Otro tratadista barroco y, como Pacheco, pintor él mismo, Jusepe Martínez, en sus más
tardíos Discursos practicables del arte de la pintura, sostenía que el Bosco, a quien tenía
por natural de Toledo aunque formado en Flandes, había merecido «grande admiración»
por su singular modo de pintar los tormentos del infierno y otras extravagancias cargadas
de moralidad, «y muchos convienen que nuestro don Francisco Quevedo, en sus Sueños,
se valió de las pinturas de este hombre ingenioso».107Las menciones al Bosco son
frecuentes en la literatura española del Siglo de Oro. Recordado como pintor de escenas
infernales y feos monstruos, sin profundizar en su moralidad y a menudo en situaciones
cómicas, se encuentra citado, entre otros, en los versos de Alonso de Castillo
Solórzano y Lope de Vega o en la prosa de Jerónimo de Salas Barbadillo y Baltasar
Gracián. También, aunque con intención distinta, se acuerda del pintor
flamenco Francisco de Quevedo, quien, entre otras injurias, llamó a Góngora «Bosco de
los poetas». Lo que con ello daba a entender se explica por otra alusión al pintor
localizada en El alguacil endemoniado, precisamente uno de esos Sueños que Jusepe
Martínez consideraba inspirados en las pinturas del Bosco. Dando la palabra a un diablo,
escribía en él Quevedo:
Mas dejando esto, os quiero decir que estamos muy sentidos de los potajes que hacéis de nosotros, pintándonos
con garras sin ser avechuchos; con colas, habiendo diablos rabones, con cuernos, no siendo casados; y mal
barbados siempre, habiendo diablos de nosotros que podemos ser ermitaños y corregidores. Remediad esto, que
poco ha que fue Jerónimo Bosco allá y preguntándole porque había hecho tantos guisados de nosotros en sus
sueños, dijo que porque no había creído nunca que había demonios de veras.108
Puesto que los extravagantes diablos del Bosco, a pesar de Lampsonius y de Karel van
Mander, vulgarizados y popularizados no causan espanto sino burlas, la culpa, dirá
Quevedo, es de la irreligiosidad del pintor. Quien así pensaba no era solo el señor de la
Torre de Juan Abad. El mismo argumento fue aprovechado, pero ahora en su contra,
en El tribunal de la justa venganza, un poco ingenioso alegato contra Quevedo atribuido
a Luis Pacheco de Narváez, para acusar de la misma falta al poeta satírico, quien habría
imaginado a sus diablos influido por el ateísta Jerónimo Bosco:
Hace a unos demonios mal barbados; a otros, entrecanos, lampiños, zurdos, corcovados, romos, calvos, mulatos,
zambos, cojos y con sabañones... los jueces... dijeron que don Francisco de Quevedo parecía ser aprendiz o
segunda parte del ateísta y pintor Jerónimo Bosque, porque todo lo que este ejecutó con el pincel, haciendo
irrisión de que dijesen que había demonios (...) había copiado con la pluma el dicho don Francisco; y que si fue
con el mismo intento que el otro en la dudativa acerca de la inmortalidad del alma, lo tenían por sospecha,
aunque no lo afirmaban.109
Ecce Homo, óleo sobre tabla de roble, 71,1 x 60,5 cm, Fráncfort del Meno, Städel Museum.
A finales del siglo XIX hubo una reactivación del interés por la obra del Bosco. La primera
monografía dedicada al pintor, obra de Maurice Gossart, es de 1907 y se titula,
significativamente, «Jeröme Bosch: Le "faizeur de Dyables" de Bois-le-Duc».110 El
creciente interés por la psicología junto al desarrollo del psicoanálisis y
el surrealismo impulsaron los estudios sobre la obra del Bosco, aunque centrándose en la
explicación de su mundo de imágenes visionarias y misteriosas. Como si sus obras
estuviesen cargadas de señales ocultas, se trataron de desentrañar buscando en ellas
símbolos astrológicos o alquímicos, cuando no los mensajes heréticos de alguna oscura
secta. Las formulaciones que alcanzaron mayor repercusión en este orden fueron las
de Wilhelm Fraenger. Sus tesis, publicadas en 1947, las primeras que estudiaban la
personalidad y la obra del Bosco desde el punto de vista del heresiarca, sin embargo, se
califican en los estudios más actuales de «extravagantes».111 El problema, común a todas
esas hipótesis de alto contenido especulativo y escasamente interesadas en diferenciar la
obra del Bosco de la de sus imitadores, como ha señalado Nils Büttner, es la «falta de
atención a la perspectiva histórica [lo que] ha dado como resultado que con frecuencia se
haga caso omiso de las fuentes existentes».112
Una mayor atención a los escasos datos que proporcionan los documentos, como la bien
conocida pertenencia a la cofradía de Nuestra Señora en calidad de miembro jurado, lo
que implicaba cierta aproximación a la condición eclesiástica —a los miembros jurados se
les exigía la tonsura y en fiestas señaladas participaban en las ceremonias religiosas
vistiendo capas pluviales con los colores litúrgicos—, su cercanía a las élites urbanas, a
las que pertenecía por su matrimonio, y lo que se conoce de su clientela, junto a la
perspectiva que proporciona una visión global de su pintura, como la expuesta por fray
José de Sigüenza, en la que una y otra vez amonesta al espectador contra los pecados
con promesas de redención, han hecho, según Eric de Bruyn, que los estudios más
recientes consideren en su mayoría al pintor, recuperando las explicaciones de Sigüenza,
como «un moralista religioso y satírico cuyas obras expresan un punto de vista cristiano
tradicional».113
Catalogación[editar]
Extracción de la piedra de la locura, óleo sobre tabla de roble, 49 × 34,5 cm, Madrid, Museo del Prado.
Los integrantes del Bosch Research and Conservation Project (BRCP) catalogan como
autógrafas veintiún pinturas sobre tabla y veinte dibujos.114 Además analizan cuatro obras
que consideran del taller, entendido en sentido amplio, siete que atribuyen a los
seguidores del pintor y dos más (Extracción de la piedra de la locura y Mesa de los
pecados capitales, ambas en el Museo del Prado) sobre las que persisten dudas entre
asignárselas al taller o a inespecíficos seguidores del maestro. La ordenación que hacen
de las pinturas autógrafas no es cronológica sino iconográfica, agrupadas en cuatro
bloques: Santos, Vida de Jesús, Juicio Final (Brujas, Viena y Visiones del Más
allá de Venecia) y Moralidades, que comprenden el desmembrado tríptico del Camino de
la vida o del Vendedor ambulante y los trípticos del Carro de heno y El jardín de las
delicias del Prado. El catálogo de Stefan Fischer, con una ordenación cronológica, agrega
a las obras autógrafas la Mesa de los pecados capitales,115 La extracción de la piedra de
la locura,116 y las cuatro mal conservadas tablas de un tríptico con el Diluvio
universal (Róterdam, Museum Boijmans Van Beuningen),117 que los integrantes del BRCP
tienen por obra del taller.118 No considera de mano del Bosco, en sentido contrario, el
tríptico del Juicio Final de Brujas, Groeningenmuseum, que atribuye al taller o a un
antiguo colaborador del Bosco, quizá, según lo llama, su discípulo principal,119 y no toma
en consideración el fragmento de las Tentaciones de san Antonio de Kansas City, Nelson-
Atkins Museum of Art, de autografía segura para los integrantes del BRCP,120
recuperando una antigua atribución.121 El Museo del Prado, por su lado, tras los estudios
hechos en el laboratorio del propio museo y su Gabinete Técnico, mantiene la autografía
de las controvertidas Tentaciones de san Antonio Abad junto con la Extracción de la
piedra de la locura y la Mesa de los pecados capitales, las tres de su colección; y en el
catálogo de la exposición del V centenario, recoge como obras de mano del Bosco, de
acuerdo con el BRCP, las Tentaciones de Kansas City y el tríptico del Juicio Final de
Brujas.122 Además, la Adoración de los Magos de Filadelfia (Philadelphia Museum of Art),
para los componentes del BRCP obra del taller, pudiera ser, para los comisarios de la
exposición del centenario, obra de mano del maestro con participación del taller.123 Por su
parte, el Museum voor Schone Kunsten de Gante, propietario del Cristo con la cruz a
cuestas cuestionado por los integrantes del BRCP, decidió también mantener la atribución
de la obra al Bosco tras nuevos análisis y confrontar los diversos puntos de vista de los
especialistas en mesa redonda, en la que únicamente Jos Koldeweij del BRCP mantuvo la
atribución a un copista.124 El número de obras actualmente consideradas autógrafas es,
en cualquier caso, muy inferior a las setenta y tres catalogadas por Mia Cinotti como
obras del Bosco o a él atribuidas, o las setenta y una que se catalogaron como tales en
1981, algunas de ellas definitivamente excluidas al haber demostrado los
análisis dendrocronológicos hechos en la década de 1990 la juventud de la madera
empleada como soporte, cortada después de la muerte del pintor. En esta situación se
encuentran la Coronación de espinas de El Escorial, que no pudo pintarse antes de 1527,
o las Bodas de Caná de Róterdam y el Ecce Homo de Filadelfia, cuyas fechas de
ejecución han de retrasarse a 1557 o más tarde.125
Año c. 1500-15051
Autor El Bosco
El jardín de las delicias es el nombre contemporáneo con el que se conoce a una de las
obras más conocidas del pintor neerlandés Jheronimus Bosch (el Bosco). Se trata de
un tríptico pintado al óleo sobre tabla de 220 × 389 cm, compuesto de una tabla central
de 220 cm × 195 cm y dos laterales de 220 cm × 97 cm cada una (pintadas en sus dos
lados) que se pueden cerrar sobre dicha tabla central.
Es una obra de contenido simbólico, sobre el que se han ofrecido variadas
interpretaciones, como El carro de heno o la Mesa de los pecados capitales, obras, todas
ellas, adquiridas por el rey Felipe II de España, gran admirador del pintor, y guardadas
durante algún tiempo en el Monasterio de El Escorial. Obedece a una intención
moralizante y satírica que iba a hacer fortuna ya en su época, como demuestra la
temprana aparición de copistas e imitadores.
Considerada como una de las obras más fascinantes, misteriosas y atrayentes de
la historia del arte, el cuadro forma parte de los fondos de exposición permanente
del Museo del Prado de Madrid, donde ingresó como depósito del Patrimonio Nacional en
1939.2
Índice
1Historia
2Descripción de la obra
o 2.1Tríptico cerrado
o 2.2Tríptico abierto
3Estilo
4El autor
5Referencias
6Bibliografía
7Enlaces externos
Historia[editar]
Como el resto de las obras del Bosco, carece de datación unánime entre los especialistas,
siendo una de aquellas en las que más enfrentadas están las posiciones. Mientras unos la
consideran juvenil, otros dicen que es obra de madurez. Baldass y otros, la sitúan en la
época juvenil del Bosco (1485).3 Cinotti, la sitúa en torno al año 1503. Otras fuentes
hablan de hacia 1510.4 Tolnay y Larsen, la emplaza al final de la actividad del Bosco
(1514-1515). Los análisis dendrocronológicos del roble de las tablas lo datan
entre 1460 y 1466, dando así un terminus post quem para la realización de la obra.5 En el
catálogo de la exposición sobre el artista, celebrada en Róterdam en el año 2001, se
señala la fecha entre 1480 y 1490.3 En la guía de visita editada por el Museo del Prado se
señalan las fechas 1500-1505.
A partir de Gibson y hasta la actualidad (Hans Belting, 2002), se ha conjeturado que se
realizó para Enrique III de Nassau.3 Los primeros poseedores de la obra fueron, pues, los
miembros de la casa de Nassau, en cuyo palacio de Bruselas pudo ver el cuadro el primer
biógrafo del Bosco, Antonio de Beatis, personaje que viajaba en el séquito del
cardenal Luis de Aragón, en el año 1517. Su descripción no deja lugar a dudas de que se
encuentra frente al famoso tríptico: «Después hay algunas tablas con diversas bizarrías,
donde se imitan mares, cielos, bosques y campos y muchas otras cosas; unos que salen
de una concha marina, otros que defecan grullas, hombres y mujeres, blancos y negros
en actos y maneras diferentes, pájaros, animales de todas clases y realizados con mucho
naturalismo, cosas tan placenteras y fantásticas que en modo alguno se podrían describir
a aquellos que no las hayan visto».6
La obra fue heredada por su hijo René de Châlon y después por el sobrino de
Enrique, Guillermo de Orange, líder de la rebelión holandesa contra la corona de
los Habsburgo. Fue confiscada durante la guerra de Flandes por el duque de Alba,
incluyéndose en el inventario redactado con tal motivo el 20 de enero de 1568. El duque
dejó los cuadros a don Fernando, su hijo natural y prior de la orden de San Juan.3
Felipe II adquirió el tríptico en la almoneda de los bienes de don Fernando y se envió
al monasterio de El Escorial el 8 de julio de 1593, convirtiéndose de esta manera en la
pintura más famosa de la colección del Bosco que Felipe II reunió en El Escorial.7
Como sucede con todas las pinturas antiguas, el título con el que se la conoce es
moderno. El inventario de la entrega a El Escorial de 1593 la describe como «Una pintura
en tabla al olio, con dos puertas, de la bariedad (sic) del mundo, cifrada con diversos
disparates de Hieronimo Bosco, que llaman Del Madroño».8 Fray José de Sigüenza, en su
historia de la Fundación del Monasterio de El Escorial, ofreció una amplia descripción e
interpretación de «La otra tabla de la gloria vana y breve gusto de la fresa o madroño, y su
olorcillo, que apenas se siente, cuando ya es pasado, es la cosa más ingeniosa y de
mayor artificio que se pueda imaginar».9 Posteriormente, se cita en el inventario de 1700
como una pintura «de la creación del mundo». Vicente Poleró, que en 1857 publicó
un Catálogo de los cuadros del Real Monasterio de San Lorenzo llamado del Escorial, lo
llama De los deleites carnales. De ahí arranca su actual denominación como Jardín de las
delicias o De las delicias terrenales. Fue trasladado al Museo del Prado en 1939 para su
restauración, pues ya Antonio Ponz decía en 1777 que se encontraba bastante
maltratada, y desde entonces no ha vuelto al monasterio.10
Descripción de la obra[editar]
Tríptico cerrado[editar]
El tríptico cerrado: La Creación del mundo, óleo sobre tabla, 220 cm x 195 cm.
El cuadro cuando está cerrado en su parte exterior alude al tercer día de la creación del
mundo. Se representa un globo terráqueo, con la Tierra dentro de
una esfera transparente, símbolo, según Tolnay, de la fragilidad del universo. Solo hay
formas vegetales y minerales, no hay animales ni personas. Está pintado en tonos grises,
blanco y negro, lo que se corresponde a un mundo sin el Sol ni la Luna, aunque también
es una forma de conseguir un dramático contraste con el colorido interior, entre un mundo
antes del hombre y otro poblado por infinidad de seres (Belting).3
Tradicionalmente, la imagen que muestra el tríptico cerrado se ha interpretado como
el tercer día de la creación. El número tres se considera un número completo, perfecto, ya
que en sí mismo encierra el principio y el fin. Y aquí, al cerrarse, se transforma en el
número uno, en el círculo: de nuevo nos permite vislumbrar la perfección absoluta y,
quizás, a la trinidad divina. En la esquina superior izquierda, aparece una pequeña
imagen de Dios, con una tiara y la Biblia sobre las rodillas. En la parte superior, se puede
leer la frase, extraída del salmo 33, IPSE DIXIT ET FACTA S(U)NT / IPSE MAN(N)DAVIT ET
CREATA S(U)NT, que significa «Él lo dijo, y todo fue hecho. Él lo mandó, y todo fue creado».
Otros interpretan que pudiera representar la Tierra tras el Diluvio Universal.[cita requerida]
Tríptico abierto[editar]
Al abrirse, el tríptico presenta, en el panel izquierdo, una imagen del paraíso donde se
representa el último día de la creación, con Adán y Eva. En el panel central se representa
la locura desatada: la lujuria. En esta tabla central aparece el acto sexual y es donde se
descubren todo tipo de placeres carnales, que son la prueba de que el hombre había
perdido la gracia. Por último, tenemos la tabla de la derecha donde se representa la
condena en el infierno; en ella el pintor nos muestra un escenario apocalíptico y cruel en
el que el ser humano es condenado por su pecado.
La estructura de la obra, en sí, también cuenta con un encuadre simbólico: al abrirse,
realmente se cierra simbólicamente, porque en su contenido está el principio y el fin
humano. El principio en la primera tabla, que representa el Génesis y el Paraíso, y el fin
en la tercera, que representa el Infierno.
El jardín de las delicias
Panel izquierdo.
Panel central.
Panel derecho.
El postigo de la izquierda representa el Paraíso terrenal. Mide 220 centímetros de alto por
97,5 cm de ancho. Al fondo, puede verse la Fuente de la Vida. En primer plano hay una
escena del todo atípica ya que no representa ni la creación de Eva de la costilla de Adán,
ni el modo de comportarse en el jardín, ni la reconvención que sigue a la expulsión del
paraíso (los únicos temas relatados en el Génesis en relación con este episodio). En esta
curiosa y original escena aparecen Dios, Eva y Adán. Adán está despierto, lo que sólo
aparece en miniaturas, y Dios le está presentando a Eva, recién creada. Dios está
representado de una manera anticuada para los tiempos del Bosco: como Jesucristo.3
Eva se encuentra arrodillada en el suelo y Dios la sujeta por la muñeca. Adán,
semitumbado, mira a la futura pecadora. Junto al primer hombre y la primera mujer,
aparece el Árbol de la vida (un exótico drago), y en un segundo plano, a la derecha,
el Árbol del bien y del mal (una palmera, también llamado el árbol de la ciencia), ya que
alrededor de él se enrolla la serpiente tentadora. Dado que en el siguiente panel se
representa un mundo lujurioso, se ha interpretado esta tabla como el preludio de lo que
después acontecerá.
En lo que a primera vista parece el típico Edén, asociado a la idea de paz y sosiego, con
poco que observemos, ese idílico escenario se ve truncado. Varios signos de
hostigamiento irrumpen, los animales se enfrentan unos a otros: un león derriba a un
ciervo y se dispone a comerlo y un extraño bípedo es perseguido por un jabalí. En el
estanque, las disputas entre los animales vuelven a reanudarse: un leopardo lleva en la
boca un ratón y un ave devora una rana. Son señales ajenas a la paz paradisíaca que
suelen interpretarse como aviso de pecado.
Roca antropomorfa.
El demonio está escondido en los estanques y las rocas que son, para el Bosco, la
guarida de los espíritus malignos. Por ejemplo, en la fuente de la vida, vemos una
estructura entre mineral y orgánica, con un orificio por el que asoma una lechuza, un
explícito símbolo de la malicia, que también aparece en El carro de heno. Cabe la
posibilidad de que este elemento arquitectónico, similar a una flecha de una catedral,
en el centro del cuadro, sea un símbolo fálico, prefacio de los placeres de la carne de
la tabla central.4 A su derecha, «una roca cuya forma es el rostro oculto del Diablo»,
del que surge la serpiente que se enrosca al Árbol de la fruta prohibida. Los extraños
contornos de esos montes rocosos del fondo, indican una posible perturbación de la
pacífica convivencia.4
Aparecen en la obra animales reales, pero extremadamente exóticos en la época del
Bosco como jirafas, elefantes, leones, o leopardos, siendo África prácticamente
desconocida en Europa. El autor, sólo pudo tener referencia de esas bestias a través de
los bestiarios mitológicos medievales (a los que sin duda superó con creces) y los dibujos
que comenzaban a circular gracias a la imprenta, sobre todo los que tenían a Egipto como
tema principal.
La obra presenta un intenso y variado cromatismo. Predominan los verdes y el azul
intenso del fondo, que contrastan con el manto rojo de Dios y la blancura de los cuerpos
de Adán y Eva.3
Panel central: El jardín de las delicias[editar]
Detalle.
La tabla central es el Jardín de las delicias, propiamente dicho; mide 220 cm de alto por
195 de ancho. Un falso paraíso en el que la humanidad ya ha sucumbido en pleno
al pecado, especialmente a la lujuria, y se dirige a su perdición. Decenas de símbolos
diferentes, cuyas claves solo pueden sospecharse, pueblan este espacio opresivo y
angustioso en el que la locura se ha apoderado del mundo. Aparecen tanto hombres
como mujeres: blancos y negros, desnudos. Se muestran todo tipo de relaciones
sexuales y escenas eróticas, principalmente heterosexuales, pero
también homosexuales y onanistas. Además, aparecen también relaciones eróticas y
sexuales entre animales, e incluso entre plantas.
Eva escondida en una cueva y señalada por Juan el Bautista como culpable.
En la parte inferior de la tabla, se pueden apreciar otros dos elementos simbólicos
donde concurren varios personajes. Uno de ellos, el único por cierto que aparece
vestido en todo el cuadro, mira claramente hacia afuera estableciendo una complicidad
con el espectador. Señala a una mujer tumbada que a todas luces parece ser Eva.
Detrás del hombre vestido, irrumpe un tercer personaje. Acerca de quien es el hombre
vestido hay varias teorías. Bax, por ejemplo, lo identifica con Adán, mientras que el
hombre que aparece por detrás saliendo de una cueva sería Noé, anunciando una
nueva era tras el diluvio. Mateo tiene otra teoría que presupone que el varón
pertrechado es Juan Bautista, que siempre se representa con una piel deshilachada y
señalando siempre algo, el Cordero normalmente. Aquí, sin embargo, el Bosco nos
sorprendería una vez más. El Bautista no aparece señalando al que quita los pecados
del mundo (el Cordero) sino precisamente a la que los trajo, Eva. La cueva por la que
irrumpe San Juan, sería el símbolo de entrada en el limbo, tal como se describe en
el evangelio apócrifo según Nicodemo. San Juan encarnaría de esta forma el gozne
entre el mundo anterior al pecado y el mundo terrenal. Por otro lado, hay otra obra
interesante de San Agustín, Comentario al Génesis contra los maniqueos, en la que el
célebre autor señala que la muerte está fijada en la túnica de pieles: «Ellos se habrían
cubierto de hojas y Dios les entregó túnicas de pieles, los cubrió con la mortalidad de
esta vida». Este significado es el que hace pensar a los estudiosos que debajo de esa
túnica se encuentra la pareja original. Desde la cueva se convierten en testigos de lo
que sobrevino al mundo por su culpa. Además, en la esquina inferior izquierda, hay un
grupo de hombres que están señalando hacia la tabla anterior, en especial a Eva, lo
que se ha interpretado como una clara acusación a la mujer como responsable de
haber sucumbido a la tentación de la serpiente, cometiendo el pecado por el que
pagará toda la humanidad. La misoginia en la época en la que el Bosco pinta el Jardín
de las delicias es de sobra conocida. Erasmo hablaba de la necedad de la mujer,
señalando que ésta sólo servía para procurar placer al hombre, el cual también rozaba
la necedad cuando la buscaba.
Esta es la interpretación tradicional del panel central. No obstante, ha habido otras que se
apartan de la misma, teniendo en cuenta que el Bosco realmente no condena lo que se
está viendo en este panel, al contrario, parece un mundo positivo, altamente «deseable».
Se representa un universo de felicidad, sin dolor, enfermedad ni muerte. No se representa
el paso del tiempo (no hay niños ni ancianos), tampoco se ve a nadie trabajando para
ganarse el sustento con el sudor de su frente. Se describe a una humanidad diversa, que
se alimenta de los frutos de la tierra y se organiza en estructuras naturales. Por
ello, Wilhelm Fraenger creyó ver en la obra una ilustración de las concepciones religiosas
de la secta herética de los adamitas, tesis que hoy no goza de aceptación. Paul
Vandenbroeck (2001) ha defendido que aquí se representa la Montaña de Venus (el
Grial), conocida a fines del periodo medieval como el «falso paraíso», si bien como las
tesis tradicionales, entiende que es «pecador y demoníaco». Juan Antonio Ramírez12
defiende, en cambio, que lo que se está representando realmente, dado que hay una
continuidad del paisaje en relación con la tabla de la izquierda, es una ilustración
del Génesis. Se estaría describiendo el Paraíso terrenal, según el Génesis:
Y había Jehová Dios hecho nacer de la tierra todo árbol delicioso á la vista, y bueno para comer: también el árbol
de vida en medio del huerto, y el árbol de ciencia del bien y del mal. / Y salía de Edén un río para regar el huerto,
y de allí se repartía en cuatro ramales. / El nombre del uno era Pisón: éste es el que cerca toda la tierra de
Havilah, donde hay oro: / Y el oro de aquella tierra es bueno: hay allí también bdelio y piedra cornerina. / El
nombre del segundo río es Gihón: éste es el que rodea toda la tierra de Etiopía. / Y el nombre del tercer río es
Hiddekel: éste es el que va delante de Asiria. Y el cuarto río es el Éufrates.
En el cuadro del Bosco pueden verse, en efecto, todo tipo de frutas y árboles, así como,
en la parte superior, los cuatro ríos del Paraíso, incluido Pisón, con una construcción con
extrañas flores doradas y Geón con una colonia de monos, y los otros dos ríos aludiendo
a los ríos de Mesopotamia. Se estaría representando el paraíso tal y como, según
el cristianismo, lo creó Dios, pero no como el lugar en que pecó Eva, sino como el paraíso
ideal, el que hubiera debido ser si Eva no hubiera pecado sino seguido las órdenes de
Dios: «Fructificad y multiplicad, y henchid la tierra, y sojuzgadla; comeréis toda hierba que
da simiente y todo árbol en que hay fruto de árbol que da simiente» (Génesis, 1:28-29),
por ello las personas que aparecen están desnudas y no sienten por ello rubor alguno
(cfr. Génesis, 2:25).
La figura del personaje que probablemente sea Juan el Bautista señalaría
admonitoriamente que ese es el mundo descrito por Dios, poblado por una multitud de
felices inocentes, que no pudo llegar a existir debido a la caída, y por ello sitúa a la
culpable, Eva, encerrada en una cueva y con un escudo de cristal.12
Panel derecho: El infierno[editar]
Infierno musical.
El postigo de la derecha representa el Infierno. Mide 220 cm de alto por 97,5 de ancho.
También es conocido como El infierno musical, por las múltiples representaciones
de instrumentos musicales que aparecen. Se ignora por qué el Bosco asocia la música
con el pecado. Están pintados los tormentos del infierno, a los que está expuesta la
Humanidad. Describe un mundo onírico, demoníaco, opresivo y de innumerables
tormentos.4 Es una tabla muy sombría en comparación con el colorido de las otras dos
tablas: tonos lívidos del infierno de hielo, vivas llamas del infierno de fuego. 3 La tabla se
puede dividir en tres niveles:
En el nivel superior se ve la típica imagen del infierno, con fuego y torturas. Las
arquitecturas están sumidas en extrañas iluminaciones fosforescentes.11 Ese incendio,
que realmente representa el paisaje nocturno de una ciudad en llamas, se ha relacionado
con un trauma del pintor, que vio cuando era niño como su localidad natal era pasto del
fuego. Estas representaciones de ciudades en llamas se pueden ver en otros cuadros del
autor. La atmósfera resulta totalmente demoníaca.11 La crítica parece coincidir en que el
cuchillo unido a las dos orejas es un genital masculino, mientras que la gaita que un
monstruo sostiene sobre la cabeza, podría ser un elemento homosexual o, tal vez,
femenino.
En la parte central aparece un mundo onírico, con criaturas fantásticas, y cuya figura
central en un «hombre-árbol», conocido también por un dibujo autógrafo del Museo
Albertina de Viena.3 El hombre-árbol mira directamente al espectador. Se ha interpretado
en numerosas ocasiones como el rostro del propio artista y que con un torpe vendaje
intenta ocultar una llaga producida por la sífilis. Sobre la cabeza lleva un disco, en el que
bailan pequeños monstruos4 junto a una gran gaita con aspecto de alambique. Sus brazos
son como troncos de árbol y están descansando sobre barcas. Su tórax está abierto y
hueco como una cáscara de huevo, y en su interior hay más seres. Debajo de él, hay un
lago helado, sobre el que patinan algunos condenados, mientras el hielo se resquebraja.
En la Edad Media se consideraba el contraste entre el frío y el calor como una de las
torturas del infierno. Destaca un personaje con cabeza de ave rapaz, sentado en un
retrete, y con una caldera en la cabeza. Se piensa que podría ser Satanás devorando a
los condenados y defecándolos en un pozo negro en el que otros personajes vomitan
inmundicias o excrementan oro. Esto último, quizás, como alusión a la avaricia. Bajo el
manto de Satanás una mujer desnuda es forzada a mirarse en un espejo convexo
colocado en las nalgas de un demonio, aludiendo al pecado de la soberbia.
En la parte inferior a la izquierda aparece un grupo de jugadores (hay dados, naipes,
tablero de backgammon, una mujer desnuda portando una jarra) atormentados y
torturados por demonios en medio de un gran caos, todo lo cual alude a la pereza, la
lujuria, y la gula. A la derecha, se ve a un hombre abrazado por un cerdo con velo de
monja, probablemente aludiendo a la lujuria.
Estilo[editar]
Estos cuadros parecen una censura implacable, pero su inacabable fantasía, y el
encuadre poético los hace, a pesar de todo, divertidos y optimistas. Su ironía y burla del
mundo se contraponen al realismo hierático de Jan Van Eyck.
El autor[editar]
El Bosco (1450-1516). Se llamaba Jheronimus van Aken, apodado Bosch (por su lugar de
nacimiento, 's-Hertogenbosch, en Holanda, coloquialmente llamado Den Bosch y en
castellano Bolduque), tuvo una vida acomodada, ya que se casó con una mujer adinerada
(Aleyt van Mervende). Hombre piadoso, miembro de la más prestigiosa cofradía local
dedicada al culto de la Virgen María, compartía las preocupaciones en materia
de religión, pecado y sexo manifestadas en el movimiento coetáneo de la devotio
moderna, extendida por los Países Bajos.
Índice
5Referencias
o 5.1Notas
o 5.2Bibliografía
1470 Museo
La Adoración de Óleo sob 71.1 × 56.5
1 - Metropolitano de
los Magos re tabla. cm
1480 Arte - Nueva York
1475 Städel
Óleo sob
2 Ecce Homo - 71 × 61 cm Museum - Fráncfor
re tabla.
1485 t del Meno
1485
San Jerónimo en Óleo sob Museo de Bellas
4 - 77 × 59 cm
oración re tabla. Artes - Gante
1495
1490
San Juan Bautista Óleo sob Fundación Lázaro
5 - 48.5 × 40 cm
en meditación re tabla. Galdiano - Madrid
1495
1490
San Juan en Óleo sob Staatliche
6 - 63 × 43.5 cm
Patmos re tabla. Museen - Berlín
1495
1490
La coronación de Óleo sob National
7 - 73 × 59 cm
espinas re tabla. Gallery - Londres
1500
No Añ Técnic Dimension
Imagen Título Localización
. o a es
Museum Boijmans
1490
Óleo sob 113 × 71.5 van
8 San Cristóbal -
re tabla. cm Beuningen - Róterd
1500
am
1490
Cristo con la cruz Óleo sob Museo de Historia
9 - 57 × 32 cm
a cuestas re tabla. del Arte - Viena
1510
1490
La Adoración de Óleo sob Museo del
10 - 138 × 144 cm
los Magos re tabla. Prado - Madrid
1500
No Añ Técnic Dimension
Imagen Título Localización
. o a es
1495 Galería de la
Tríptico de Santa Óleo sob
12 - 104 × 119 cm Academia - Veneci
Wilgefortis re tabla.
1505 a
1495
Tríptico del Juicio Óleo sob Museo
13 - 99 × 60.5 cm
Final re tabla. Groeninge - Brujas
1505
1495 Galería de la
Tríptico de los Óleo sob
14 - 86 × 100 cm Academia - Veneci
santos eremitas re tabla.
1505 a
Tríptico de El 1495
Óleo sob Museo del
15 Jardín de Las - 220 × 389 cm
re tabla. Prado - Madrid
Delicias 1505
No Añ Técnic Dimension
Imagen Título Localización
. o a es
1500
Tríptico del Juicio Óleo sob Academia de Bellas
16 - 163 × 127
de Viena re tabla. Artes - Viena
1505
La tentación de
1500
san Óleo sob Museo Nelson-
17 - 38.6 × 25 cm
Antonio (Fragmen re tabla. Atkins - Kansas City
1510
to)
El vendedor
ambulante / Museo Boijmans
Fragmento 1500
19 / Óleo sob 71.3 × 70.7 Van
Exterior -
A re tabla. cm Beuningen - Róterd
1510
am
"Tríptico del
Vendedor
Ambulante"
No Añ Técnic Dimension
Imagen Título Localización
. o a es
La Nave de los
locos / Fragment
o izquierdo 1500
19 / Óleo sob Museo del
(superior) - 58 × 32.8 cm
B re tabla. Louvre - París
1510
"Tríptico del
Vendedor
Ambulante"
La Nave de los
locos / Fragment
o izquierdo
(inferior)
La Nave de los
locos
No Añ Técnic Dimension
Imagen Título Localización
. o a es
La muerte de un
avaro /
Fragmento 1500 Galería Nacional de
19 / Óleo sob 94.3 × 32.4
derecho - Arte - Washington
D re tabla. cm
1510 D.C.
"Tríptico del
Vendedor
Ambulante"
Políptico Visión
del Más Allá:
El Paraíso 1505
terrenal; la Óleo sob Palazzo
20 -
Ascensión al re tabla. Grimani - Venecia
1515
Empíreo; la
Caída de los
Condenados y El
Infierno
Extracción de la
piedra de la
locura 1500- Óleo sobre Museo del
48 cm × 35 cm
1505 tabla. Prado - Madrid
(El museo sostiene
la autoría con
análisis periciales)
Mesa de los
pecados capitales
1505- Óleo sobre 119,5 cm × Museo del
(El museo sostiene 1510 tabla. 139,8 cm Prado - Madrid
la autoría con
análisis periciales)
Las Tentaciones
de San Antonio
Abad 1510- Óleo sobre Museo del
73 cm × 52,5 cm
1516 tabla. Prado - Madrid
(El museo sostiene
la autoría con
análisis periciales)
Tríptico
1495 - Óleo sobre Museo de Bellas Artes -
del Ecce
1500 tabla. Bostón
Homo
La
Adoración 1495 - Óleo sobre Philadelphia Museum of
74 cm × 54 cm
de los 1520 tabla. Art - Filadelfia
Reyes
Díptico
con el
Diluvio 1510- Óleo sobre Museum Boymans van
universal 1520 tabla. Beuningen - Róterdam
y el Juicio
Final
El carro de heno
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Autor El Bosco
Estilo Renacimiento
Este artículo es sobre el tríptico de El Bosco. Para el cuadro del Carro de heno de John
Constable, véase La carreta de heno.
El carro de heno es una de las pinturas más famosas de la producción total del
pintor holandés el Bosco. Está realizado en óleo sobre tabla. La tabla central mide 135
× 100 cm, y las tablas laterales 135 × 45 cm cada una.
Índice
1Historia
o 2.2Tablas laterales
o 2.3Tabla central
3Temática
5Referencias
6Enlaces externos
Historia[editar]
Su fecha es discutida. La datación tradicional lo sitúa entre 1500 y 1502. Actualmente
se habla de 1516 aproximadamente o después, gracias al análisis dendrocronológico,
por lo que no cabe duda de que se trata de una obra del último periodo del artista, lo
que motivaría también la intervención del taller del pintor.1
El rey Felipe II lo compró en 1570 a los herederos de Felipe de Guevara y fue
trasladado, en el año 1574 al Monasterio de El Escorial. Se hizo una copia (ejecutada
en el taller del pintor por un ayudante que conocía en profundidad la técnica del
maestro y que, con toda probabilidad, se realizó bajo la supervisión de éste)2que
quedó en dicho monasterio, trasladándose el original a la Casa de Campo primero y a
la colección del Marqués de Salamanca después. Hubo una época en que estuvo
desmembrado, recomponiéndose en el Museo del Prado.1
Con el comienzo de la Guerra civil española fue trasladado al Museo del Prado, para
que su conservación fuera mejor, y es donde sigue estando en la actualidad.
Temática[editar]
El Bosco en la obra pretende relatar cómo todas las clases sociales quieren conseguir
su parte de heno del carro, es decir, su parte de placeres y riquezas. Se retrata cómo
los más poderosos, como por ejemplo emperadores, reyes, y papas que encontramos
en la izquierda del cuadro, no tienen problemas para alcanzar su «ración de placer»,
mientras que las clases menos pudientes de la sociedad no lo tienen tan sencillo, y
tienen que pisotearse o matarse e incluso son atacados por demonios para poder
alcanzar algunos de esos «placeres».
La escena puede estar basada en el proverbio flamenco que reza: «El mundo es un
carro de heno, del cual cada uno toma lo que puede». Todo tipo de personas se
agolpa junto al carro, y desde el Papa a los más plebeyos arrancan los puñados de
paja. Es una aplastante sátira de un mundo que ha abandonado a Dios. La temática
del cuadro se debe en gran parte a que el Bosco fue un pintor moralizante y crítico con
la sociedad de su tiempo, y este cuadro es un fiel reflejo de su actitud al respecto.
También en su más famoso tríptico, El jardín de las delicias, utilizó los mismos
principios moralizantes que se vuelven a ver representados en este cuadro.
El carro de heno muestra el infierno de los vicios, denuncia el gusto por las riquezas
terrestres tan efímeras, lo que anuncia las vanidades de los siglos siguientes.