ROVIRA BELLOSO, Tradición

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 7

CONTENIDO

Relación de colaboradores ....


Presentación. .....oo.o.o.o..o.o..

Alianza: Antonio Salas ......


Amor: Giulio Girardi .......
Antiguo Testamento: José Luis SIGre. e ba aa ala:
Antropología: Felisa Elizondo .
Año litúrgico: José Manuel Bermal .....o.ooooooooo.o.......
Ateísmo: José Gómez Caffarena .......oooooooomomm.m.o...
Bautismo: José María Castillo.
Biblia: Julio Trebolle Barrera .
Bienaventuranzas: Carlos Bravo Gallardo.................
COLECCION ESTRUCTURAS Y PROCESOS
Serie Religión Carisma: José María González Ruiz ...o.ooooo.ooooo.n.....
Catecumenado: Dionisio BOorobi0 .......o.o.o.oooommmmm.....
Catequética: Emilio Alberich .
Catolicismo: Lluís Duch .....
Clérigos/Laicos: Juan Antonio Estrada ......ooo..o.m......
Comunidad: Casiano Floristán
Comunidades de base: Juan-Jos € Tamayo asoscicinanaies
Comunión: Casiano Floristán .
Confirmación: José María CastillO ....ccoo.o.oooo.onmmnss..
Conflicto eclesial: Juan-José Tamayo ...oooomooonnnn..o...
Conversión: Fidel Herráez....
Creación: Juan Luis Ruiz de la PEE: aaa ira a
Credo: Evangelista Vilanova ..
Dios (Filosofía): Xabier Pikaza
Dios (Teo-logía): Jon Sobrino.
Doctrina social de la Iglesia: Jo sé María Diez-Alegría .......
O Casiano Floristán Samanes - Juan-José Tamayo-Acosta, 1993 - Dogma: Juan-José Tamayo ...
O Editorial Trotta, S.A., 1993 Ecología: Javier Martínez Cortés ....oooooooocooooooo....
Altamirano, 34. 28008 Madrid Economía y teología: Hugo ASsMann......oooooooooo....
Teléfono: 549 14 43 - Ecumenismo: Juan Bosch ....
Fax: 549 16 15
- Escatología cristiana: Juan-José TAMAYO .oomococco
Diseño - Esperanza: Josep María Rovira Belloso: .....o...... e
Joaquín Gallego - Espíritu Santo: Xabier Pikaza .
- Espiritualidad: Ignacio Ellacuría y Julio Lois ........oo.....
ISBN: 84-87699 - 59 - 6 “Eucaristía: José María Castillo
Depósito Legal: VA-452/93
Evangelio: José María González Ruiz .....ooooooooooooo...
Fotocomposición, impresión y encuadernación - Evangelización /Nueva evangelización: Casiano Floristán.....
Simancas Ediciones, S.A. Experiencia religiosa: Juan Martín Velasco ......ooo.o......
Pol. Ind. San Cristóbal
C/ Estaño, parcela 152
47012 Valladolid
1392 TRADICION TRADICION 1393

bajo al margen del proceso productivo socialmente obligatorio. Esto está sí convivencia responsable con ella. Por consiguiente, con los poderes que, prove-
relacionado con la automación y con la limitación de los recursos e implica nientes del pasado, determinan el futuro de nuestra vida?.
una modificación de los hábitos de consumo. Se abre así el desafío de
una gran alternativa cultural en una sociedad tecnificada: un ocio no eli- No es casualidad que en griego y latín parádosis y traditio sean tér-
tista con un negocio no productivista. Este planteamiento conlleva una minos ambivalentes que significan a la vez: traición, transmisión, entrega.
exigencia de cambios profundos en los países desarrollados y puede con- La ambigúedad o ambivalencia con que a nuestros ojos se presenta la
vertirse en condición para modificar sus relaciones de explotación con tradición y las tradiciones, en general, puede aclararse cuando nos remon-
el Tercer Mundo. tamos a su génesis y funcionalidad en la vida de los pueblos.
La tradición está ligada al recuerdo, a la anámnesis. A esa operación
BIBLIOGRAFIA mediante la cual los pueblos se remontan a sus antepasados; apuntan a
matrices míticas O históricas que explican, como una etiología sagrada,
J. Alfaro, Hacia una teología del progreso humano, Barcelona, 1975; G. Angelini, Tra- sus modos de ser y de hacer. Este es el sentido del memorial en los pue-
bajo, en NDT Il, 1884-1911; H. Arvon, La filosofía del trabajo, Madrid, 1965; A. Auer, blos orientales y, en particular, en el pueblo hebreo, en el cual creer equi-
El cristiano en la profesión, Barcelona, 1971; C. H. Birch, Supervivencia en la tierra, civi- vale a recordar la acción de Dios desde los antepasados y fundadores del
lización técnica y teología de la creación: EcRev 28(1976) 66-79 y SelTeol 17(1978) 114-126; pueblo. Creer, recordar, confesar. He aquí lo que hace el israelita que,
A. Bonora, Trabajo, en NDTB, 1895-1908; R. Buttiglione, El hombre y el trabajo, Madrid, ante el altar del Señor, desgrana una historia, es decir, confiesa una tra-
1984; M.-D. Chenu, Hacia una teología del trabajo, Barcelona, 1965; Id., Teología del
dición: «Mi padre era un arameo errante...» (Dt 26,5).
trabajo, en El evangelio en el tiempo, Barcelona, 1966, 527-554; Id., Trabajo, en CFT
II, 799-811; J. David, La fuerza creadora del hombre, en MS 1-2, 881-899; J. M. Díez
Alegría, Actitudes cristianas ante los problemas sociales, Barcelona, 1967; J. Equiza, El
2. Un punto de partida práctico: la predicación cristiana
hombre, ser dinámico, Madrid, 1977; A. Gorz, Adiós al proletariado, Barcelona, 1982;
J. Huizinga, Homo ludens, Madrid, 1972; P. Jaccard, Historia social del trabajo, Barce- En el NT, las cosas toman una dimensión específica: por su propia naturaleza,
lona, 1976; J. P. Lumerman (ed.), La dignidad del trabajo humano. Comentario a la «Labo- la Iglesia será una comunidad transmisora e intérprete de la palabra de Cristo.
rens exercens» de Juan Pablo II, Buenos Aires, 1983; E. Mayo, Problemas humanos de En efecto, Pablo es consciente de estar predicando una palabra que
una civilización industrial, Buenos Aires, 1972; Id., Problemas sociales de una civilización proviene de Dios y que engendra la fe de quienes la escuchan: «La pala-
industrial, Buenos Aires, 1977; C. París, Mundo técnico y existencia auténtica, Madrid,
bra de la fe que predicamos» (Rom 10,8). Esta palabra no solamente
1959; Id., Hombre y naturaleza, Madrid, 1970; Id., Filosofía, ciencia y sociedad, Madrid,
1972; Revista Internacional del Trabajo, editada por la OIT; A. Schaff, Humanismo ecu-
necesita ser transmitida sino que de hecho, en la primitiva predicación
ménico, Madrid, 1993; J. Thomas, Hacia una teología del trabajo: RAcPop 166(1963) cristiana, experimenta un proceso que va desde la expresión oral de Jesús
273-286 y SelTeol 2(1963) 159-164; J. Todolí, Filosofía del trabajo, Madrid, 1954; C. hasta los apóstoles, y de éstos a las muchas y diversas gentes que la escu-
Westermann, Trabajo y cultura en la Biblia: Conc 151(1980) 82-95. charán. Finalmente, la palabra llegará más hondo: hasta lo íntimo de
Rafael Aguirre aquellos oyentes que no sólo la oirán materialmente sino que la creerán
con el corazón (Rom 10,14-17). Por eso, las cartas de san Pablo abun-
dan en expresiones como predicar, catequizar y transmitir, con la serie
correlativa, que supone una gradual y creciente recepción por parte de
los destinatarios: oír, creer y confesar. Todos estos términos, en reali-
TRADICIÓN dad, giran en torno al fundamental de tradición?. La Palabra, que estaba
en el principio, pide ser predicada, y la predicación se convierte en una
I. LOS CONCEPTOS transmisión o tradición de esa Palabra que se hará carne en la historia.

1. Una primera aproximación al concepto de tradición 3. El principio tradición

Hoy tenemos una conciencia crítica respecto de la tradición. Ya no esta- Por eso, en su sentido más originario, la tradición es la entrega de Cristo
mos inmersos en ella de una manera ingenua. La Ilustración, más que a la Iglesia (traditio Christi Ecclesiae?). La revelación cristiana no es otra
hacer tabula rasa de las tradiciones, las cuestionó:
1. W. Kern - F. J. Niemann, El conocimiento teológico, Barcelona, 1986, 124.
2. 1 Cor 11,2; 15,2-3; Rom 10,8ss; 2 Tes 2,15... Ahí se dan cita los términos rapádoo:s,
Despertó la conciencia de que las tradiciones tienen que estar abiertas a nuestras TOLQUÍÓTELS HOTÉXEDE, XATÉXELV, ANOUÉVOLV, "ATOTTAMDOLY, PAOVOAV, TLOTEVOWOL”, ÓuoNO0yh0€S.
preguntas críticas acerca de su fundamento, de su racionalidad, de su humanidad 3. Ver H.U. von Balthasar, Ensayos teológicos 1, Verbum Caro, Madrid, 1964, 29: «El necesa-
y cristiandad. Esto no significa en principio desmontar y aniquilar la tradición, pero rio reflejo de esta vitalidad (eucarística de Cristo) es, en forma de palabra, el principio de tradición.
,
1394 TRADICION
TRADICION 1395
cosa sino la donación o entrega de la palabra de Dios a la Iglesia,
dida como comunidad de la fe. Correlativamente, es la recepci enten- las mismas). Su género próximo es la verdad y la disciplina del evange-
ón cre- li0*, y su diferencia específica es el modo de transmisión: no escrita”. El
yente por parte de dicha comunidad de la palabra del Padre.
El principio de la tradición tiene su fuente en la transmisión hecho de que Trento no puntualice que haya de ser una transmisión oral
de la palabra de Dios a los hombres. Eso supone dos hechos gratuita hace pensar en otros modos de comunicación, por ejemplo, la celebra-
fundamen- ción litúrgica o la costumbre. Para señalar el hecho de la transmisión de
tales: que Dios tenga una Palabra para decirles y que esta Palabra
se incor- las tradiciones apostólicas, Trento se vale de la metáfora «como traídas
pore gratuitamente a una historia humana, elevándola y
finalizándola por la mano» y de la expresión «conservadas en la Iglesia por continua
hacia su término último que es el reino de Dios. Por eso,
la tradición sucesión». La palabra oretenus la utiliza tan sólo para indicar que las tra-
supone, en el principio, la palabra de Dios en el seno del Padre
(Jn
1,18), diciones apostólicas, en su origen, o bien salieron de la boca de Cristo
y en la historia, esta misma Palabra —en sí misma y en sus
mediaciones— o fueron dictadas por el Espíritu Santo a los apóstoles.
entregada (tradita) a la comunidad creyente: en concreto, a la
Iglesia apos- En cuanto a las tradiciones apostólicas que, en el cauce de la tradición
tólica. Cristo entregado (traditus) a los hombres es el acontecimien
to cons- apostólica, se inscriben con validez universal y que —prudentemente— Trento
titutivo de la revelación de Dios y, a la vez, el principio de
la tradición. no quiso enumerar, se cuentan las tradiciones eclesiales particulares, tanto
Así se comprende que el concilio de Trento entendiera rectam
ente las de tipo doctrinal o celebrativo (los ritos) o las de tipo biográfico-histórico,
que, con anterioridad a las tradiciones concretas que pudier
an venir de como la visita de san Pablo a Tarragona o la de Santiago a Galicia. Estas
la época apostólica, había que definir y valorar el principio
tradición: tradiciones, capaces de configurar la fisonomía de un pueblo o de una cul-
Algunos padres habían pedido que se enumeraran las tradicion
tura, gozan de la verdad teórica que tiene su origen y fundamento y —desde
es apostólicas. A los el punto de vista práctico— cuentan en su haber la capacidad de humanizar,
obispos de Castellamare, Belcastro y Astorga, reseñados por Jedin,
hay que añadir de mantener la esperanza o de proporcionar altura ética. También, en su caso,
el obispo de Fano, Seripando, Tomás Casello y el obispo
de Sinigaglia.
Pero el cardenal Cervino cortó estas peticiones afirmando que
lo que se debía defi-
pueden ser potencial de distorsión de las verdades o celebraciones principales
nir era el «principio de la tradición», superándose así lo que
Jedin llama la «tenta- (el día de los cazadores recubriendo en el Tirol el día de pascua)?*, así como
ción de compilar un catálogo de tradiciones»*. de lo que unos calificarán de regocijo popular y otros de evasión.
Aquí se trata la tradición desde el punto de vista teológico. Por eso se
La Palabra dicha por el Padre se ha expresado en la human ha distinguido con énfasis el principio original —o autoentrega de Cristo a
Jesús de Nazaret. Esto no puede entenderse como una idad de
legitimación de su Iglesia—, el gran cauce universal de las tradiciones apostólicas como tra-
todas las tradiciones. Quiere decir que, desde el principio dición viva de los apóstoles de Cristo? y aquellas tradiciones que no pueden
hasta la Igle-
sia actual, dondequiera que esté la Palabra, junto con sus apelar a un origen de revelación divina ': son particulares y humanas. Hoy,
mediaciones
—Escri tura, tradiciones, magisterio, etc.—, allí está subyac en la situación que se ha dado en llamar edad postmoderna, se revaloriza
ente la tradi-
ción, que es precisamente transmisión de la palabra. la función de todo lo que representa tradición como enlace entre las genera-
ciones y como signo de identidad cultural abierta a nuevas asimilacionesU.
4. Tradiciones apostólicas y tradiciones particulares
5. La tradición como interpretación cierta y auténtica
El concilio de Trento trató el tema de la tradición apostólica,
pero no quiso
enumerar las tradiciones, seguramente por el peligro que entraña No habría tradición si no hubiera una palabra para transmitir, pero la
ba la ten-
dencia inflacionista a considerar como tradiciones apostólicas tradición es algo más que pura transmisión de un mensaje. Ni siquiera
meras tradi-
ciones locales. Un ejemplo documentado es el de Ludovico de
N: ogarola, autor
de las Institutiones apostolicae, que contaba no menos de treinta
y cuatro,
Lo que sí da Trento es una definición formal de tradiciones 6. Conc. Trid., Sessio IV, DS 1501. La puritas ¡psa evangelii comprende la «verdad saludable
cas. (Formal, porque nada dice acerca del contenido ni apostóli- y la disciplina de las costumbres». Por eso, las tradiciones pueden ser «tum ad fidem, tum
ad mores
del número de pertinentes».
7. Conc. Trid., Sessio IV, DS 1501: las tradiciones no escritas, «recibidas por los Apóstoles
La Escritura es ella misma tradición, dado que es una forma de la boca misma de Cristo, o transmitidas como de la mano por los Apóstoles, bajo el dictado
de autoentrega de Cristo a la Iglesia, dado del
que hubo tradición antes de que hubiese Escritura, y dado Espíritu Santo, han llegado hasta nosotros».
que la autoridad de la Escritura no podría
establecerse jamás sin tradición. Pero la Escritura es tradición 8. W. Kern - F. J. Niemamn, o. c., 127.
de tal manera que, en cuento es espejo
divino de la revelación divina, se convierte al mismo tiempo 2. Agatón, papa, Carta al Emperador para la convocatoria del concilio de Constantinopl
a 1
en seguro de toda tradición posterior. Sin
este seguro, la tradición y la predicación de la verdad en (680), en Mansi, Sacrorum Conciliorum... Collectio, 11, 239.
la Iglesia se encontrarían amenazadas, más
aún imposibilitadas, igual que lo estaría la santidad en la 10. Por eso no todas las tradiciones pueden arrogarse el privilegio de remontarse a un origen
Iglesia sin la eucaristía».
4. J. M. Rovira Belloso, Trento. Una interpretación revelado: ver Tertuliano, De praescriptione haereticorum, 37; PL 2,50: «In ea regula incedimus,
teológica, Barcelona, 1979, 81. quam
5. H. Jedin, HI Concilio di Trento II, Brescia, 1962, 74. ecclesia ab apostolis, apostoli a Christo, Christus a Deo tradidit».
11. D. Bell, Las contradicciones del capitalismo, Madrid, 1977, 143-165.
1396 TRADICION TRADICION 1397

es una transmisión realizada en forma fehaciente desde el punto de vista en generación, tiene como lugar propio la conciencia de la comunidad
jurídico, pero que tuviera lugar al margen de la confesión de la fe. Una de la fe. Por eso existe un sentido de la fe de todo el pueblo (sensus fidei
transmisión realizada de forma que garantizara técnicamente el conte- totius populi) (LG 12).
nido de la transmisión pero que hipotéticamente se produjera al margen La conciencia eclesial posee, como recuerdo común, la presencia de
de la forma confesante, propia del sujeto creyente que es la Iglesia, no los dichos y de los hechos de Jesús Señor. La presencia misma de ese Jesús
sería lo que el cristianismo entiende por tradición. crucificado y glorioso quien —desde el vértice de su gloria escatológica—
Quiérese decir que el acto mismo de la transmisión de la fe ha de ser es entregado una vez y siempre a esa misma congregación de los fieles que
un hecho religioso y, concretamente, una confesión de esa misma fe recibida. recibe al Señor Jesús en lo más íntimo de su conciencia creyente.
Esto se ve muy claro en los dos puntos clave —la eucaristía y la resurrección No obstante, no se podría sin más identificar tradición y conciencia viva
de Jesús— que Pablo ha recibido por tradición y, por eso mismo, los ha trans- de la Iglesia. El principio tradición es algo más objetivo, tal como se ha dicho.
mitido (1 Cor 11,23; 15,3), continuando la traditio evangeli. No está tanto del lado de la conciencia subjetiva como del lado de la realidad
En efecto, el hecho de definir la fe, precisando su contenido y sus de Cristo entregado, que marca y configura esa conciencia subjetiva:
límites, incluso ese acto que podría parecer a primera vista un acto prin-
cipalmente jurídico, ha de ser sobre todo un acto religioso, consistente La conciencia viva es un elemento esencial para la tradición, pero ésta quisiéramos ponerla
en confesar la fe. Asimismo, toda explicitación e interpretación de la fe más bien en todo lo que es acontecimiento objetivo (Cristo entregado a la fe de la Iglesia;
se realiza principalmente por medio de la confesión creyente: y, de esta predicación expansiva de Cristo por los apóstoles; surgimiento de la Escritura) que
manera, se transmite. en el aspecto subjetivo; ya sea este aspecto subjetivo la luz del Espíritu ya sea la concien-
cia viva de la Iglesia. Lo que ocurre es que la luz del Espíritu es la iluminación reque-
rida para que el principio tradición tenga sentido. Y la conciencia viva es la capacidad
6. La tradición y la conciencia viva de la Iglesia
subjetiva creyente que está marcada —como por un troquel o pattern original— por la
transmisión o entrega de Cristo. De la misma manera que esta conciencia viva quedará
Se ha visto que la tradición, en sentido estricto, es la transmisión de la marcada, cuando aparezca la Escritura, por una regula fidei escrita. El principio tradi-
fe de la Iglesia. En un sentido más subjetivo esta transmisión está pro- ción es, como ocurre en los seres conscientes, un elemento conformador originario que
fundamente ligada a la conciencia de los discípulos y a la conciencia del se hace presente en todo nivel del organismo, especialmente en la conciencia viva **.
conjunto de la comunidad creyente. En términos de Ecclesiam suam:
7. «Lo que se creyó siempre, en todas partes y por todos»
La conciencia del discípulo se tornará después memoria de todo lo que Jesús había
enseñado y de todo lo que había pasado a su alrededor, y se desarrollará y se preci- Este famoso dicho, de san Vicente de Lerins'*, resume bien el criterio que
sará en la comprensión de quién era él y de que había sido Maestro y Autor. señala lo que verdaderamente pertenece a la tradición cristiana. En este
El nacimiento de la Iglesia y el desvelarse de su conciencia profética son los dos sentido, tradición es no sólo continuidad y homogeneidad entre los diver-
hechos característicos del Pentecostés y progresarán juntos (...) Podríamos invitar,
sos momentos de la historia de los creyentes en Cristo, sino la invariabili-
pues, a todos a realizar un acto de fe vivo, profundo y consciente en Jesucristo Nues-
tro Señor (nn. 15-17).
dad del contenido de la fe. Tal invariabilidad del contenido es algo muy
distinto de la invariabilidad de las formas y de las formulaciones históri-
El nexo entre fe, tradición y conciencia de la Iglesia como congrega- cas. El contenido se identifica con el acontecer de la fe y éste es la entrega
tio fidelium (n. 17)? es evidente: la fe de la Iglesia se transmite en la con-
de Cristo, donador del Espíritu, a los hombres. En este sentido la invaria-
tinuidad de la conciencia que cree. Por eso Pablo VI, en la citada Eccle- bilidad coincide con la propia identidad del acontecer de la revelación, que
siam suam, después de preguntarse qué razón le mueve a exhortar «a este podrá expresarse en fórmulas cada vez más adecuadas. Pues «una cosa es
acto de conciencia eclesial, a este acto de fe explícito, bien que interior» el depósito mismo de la fe, es decir, las verdades que contiene nuestra vene-
(n. 18), responde que, ante el clima del mundo que amenaza la fe, es rada doctrina, y otra la manera como se expresa»'*.
bueno profundizar en la conciencia de la Iglesia, en lo que ella es verda-
deramente según la mente de Cristo (n. 21). Porque en esta conciencia 8. Las mediaciones de la tradición
creyente vive el mismo Cristo, como decía ya la encíclica Mystici corpo-
ris (nn. 24.44)*. La fe de la Iglesia, que debe transmitirse de generación Son los materiales de la revelación y, por ende, de la tradición, que la
Iglesia tiene cuidado de recibir y de mantener «a punto»: la predicación
12. El acto de fe del conjunto de la congregatio fidelium es la fe de la Iglesia.
13. Obsérvese el paso del lenguaje tímido del n. 24 —«Cristo... vive en cierta manera en ella»— 14. J. M. Rovira Belloso, Trento, 89.
al lenguaje francamente exhortativo del n. 44: «Es necesario que nos acostumbremos a ver en la Iglesia 15. San Vicente de Lerins, Commonitorium, 9, 2, PL 50, 640.
al mismo Cristo. Porque Cristo es quien vive en su Iglesia». 16. Juan XXIIL, Discurso de 11 de octubre de 1962 en la inauguración del Vaticano II, n. 14.
1398 TRADICION
TRADICION 1399

oral, la Escritura, la celebración litúrgica, las profesiones de fe, las costum-


En cambio, la segunda proposición del principio «sola Scriptura»
bres atribuidas a la Iglesia apostólica, la serie de los concilios ecuménicos, excluye cualquier otro principio interpretativo que no sea la misma Escri-
la serie de los padres griegos y latinos... y, en definitiva, la fe del pueblo de tura. Excluye el principio interpretativo eclesial constituido por la con-
Dios. Son a la vez el contenido y los canales transmisores de la tradición. ciencia de la Iglesia, configurada por Cristo mismo, como «fundamento
Aunque ninguno de estos elementos puede pretender ser el principio de la de la fe cristiana» (UR 11). La proposición tercera, finalmente, aplica
tradición, todos derivan sin embargo de él: todos son eco multiforme del Cristo
a los casos de controversia el criterio de la proposición segunda.
único transmitido y recibido por la vida de fe de la Iglesia. Más aún: sin tales Hoy día, la teología católica acepta con convicción el calificativo de
mediaciones, la Iglesia católica de Oriente y de Occidente carecería de la vita- norma normans —norma normativa de las demás normas— aplicado a
lidad y de la riqueza que no sólo le es precisa para interpretar la Escritura la Escritura. Siempre y cuando se sobreentienda que, en realidad, la
o para conservar la doctrina, sino simplemente para ser y para vivir en la suprema norma normans es Cristo mismo, el Señor, cuya expresión autén-
enseñanza y en la vida de Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios. tica es la Escritura:
Il. CUESTIONES TEOLOGICAS
La crasa alternativa, Escritura o tradición, encubre precisamente la relación de tensión
de la que se trata: la Escritura es autoexpresión de la Iglesia; más aún, es Iglesia
1. Escritura y tradición en cuanto que se pone de acuerdo consigo misma sobre su propia fe, cuando hace
emanar de sí misma escritos canónicos. Por su parte, la Escritura, una vez fijada,
He aquí una opinión sorprendente, si se tiene en cuenta que se formuló es norma suprema frente a la enseñanza magisterial de la Iglesia, frente a sus pasto-
en 1546: res y dirigentes, y después también frente a los teólogos (norma normans et non
normata, como dice la teología posterior)?!,
Es inútil buscar tradiciones venidas hasta nosotros de palabra o por la observancia
común de la Iglesia (...) Porque tenemos el evangelio, en el cual se encuentran escritas Por eso, en el Sínodo de 1985 hizo fortuna la fórmula —sin duda
todas las cosas que son necesarias para la salvación y para la vida cristiana ?”. debida al teólogo Walter Kasper— «la Iglesia está bajo la palabra de Dios»
(Ecclesia sub Verbo Dei), en el doble sentido: que toda ella es discípula
Masarelli, el secretario del concilio de Trento, en cuya aula se pro- de Cristo, cuyo Espíritu la instruye; que la Escritura, como expresión
nunciaron estas palabras, apostilló que el obispo Chioggia era un hom- auténtica de Cristo, palabra de Dios, está configurando su conciencia viva
bre «deseoso de cosas nuevas» '*. Pero no era novedoso lo que en la frase y formando parte como norma normans de su propia tradición”. La teo-
de Nacchianto era afirmación —<en los libros sagrados se contiene todo logía católica, actualmente con un vigor parecido al de las Iglesias del
lo que pertenece a la salvación»—, aunque sí era provocativo y erróneo Oriente ortodoxo, postula que el principio supremo de conocimiento reli-
lo que en la misma frase sonó a negación global. gioso no es tanto la letra del libro, o el debate histórico-crítico (puramente
Tal afirmación de Chioggia, ¿equivale al principio protestante de la histórico-crítico) acerca de esta letra, cuanto un principio interpretativo
sola Scriptura? Ciertamente, no. Ese principio, como lo nota Joseph- comunitario y vivo, surgido de la dinámica misma del acontecimiento ori-
Rupert Geiselmann, comprende tres momentos que se han de afirmar ginal: Cristo entregado a la comunidad de la fe.
simultáneamente: el primero es la suficiencia del contenido, que es lo que De ahí se deriva que, hoy, católicos y protestantes estaríamos de
afirma el obispo Chioggia; el segundo consiste en afirmar que la Escri- acuerdo en dos cosas. Primera: la comunidad de la fe es el sujeto comu-
tura es intérprete de sí misma; y, en consecuencia, el tercero entroniza nitario que actualiza —interpreta en la vida— el evangelio de Jesús,
la Escritura como juez único en las causas de la fe (Scriptura, norma nor- mediante su forma de pensar, de orar y de vivir. Segunda: un principio
mans et iudex controversarum)'”. El primer punto puede encontrarse en interpretativo constituido por la Escritura sola no interpretada no es nin-
la predicación de los padres de la Iglesia: gún ideal hermenéutico. Puede incluso presentar una tendencia al funda-
mentalismo, o bien —por el otro extremo— a la anomía. La Escritura
En la doctrina que explícitamente aparece en las Escrituras se encuentran todas aque- es un texto para interpretar, y el intérprete ha de ser un sujeto creyente,
llas cosas que comprenden la fe y las formas de vida (cristianas), esto es, la espe- correlativo y complementario al hecho mismo de esos escritos.
ranza y la caridad?. Este debate secular sobre Escritura y tradición, que —como veremos—
fue abordado por el concilio Vaticano II, desemboca en lo que podemos
llamar la cuestión central:
17. J. Nacchianto, Obispo de Chioggia, CT Il, 18.
18. CTI, 494.
19. J.-R. Geiselmann, Sagrada Escritura y tradición, Barcelona, 1968, 95-96.
21. W. Kern - F. J. Niemamn, o. c., 144.
20. San Agustín, De doctrina christiana IU, 9, CC, 1952, vol. 32, 41.
22. S. Pie, La Iglesia bajo la palabra de Dios, en La imposible restauración, Madrid, 1987, 187-188.
1400 TRADICION TRADICION 1401

2. ¿Contiene la tradición «verdades» no contenidas en la Escritura? concepción es fácil imaginar unas verdades contenidas en la Escritura y
otras verdades contenidas en las tradiciones apostólicas. Es casi obvio
La distinción entre Escritura y tradición podía llevar a un endurecimiento que puede haber verdades en una fuente que no estén en la otra: por ejem-
excesivo: el de considerarlas como dos fuentes de verdades distintas, con- plo, los dogmas referentes a María o la verdad del canon de las Escritu-
teniendo cada una verdades que la otra podía muy bien desconocer. Masa- ras O el bautismo de niños antes del uso de la razón. Para esta teoría es
relli, en su polémica contra Chioggia, llega a decir: decisivo que tanto la Escritura como la tradición logran la categoría de
fuentes de la revelación.
Los mismos Apóstoles necesitaban otra doctrina además de aquella escrita, la cual habían Pero las cosas cambian precisamente a partir del concepto de revela-
aprendido de palabra del mismo Cristo o del Espíritu Santo que se la sugería 2. ción: Rahner es de los primeros en mostrar que la revelación es algo más
que «una suma de sentencias»” y que la tradición no es sólo «una enu-
Este es el germen de la teoría de las dos fuentes de la revelación. La meración de ideas y de afirmaciones, sino que —en la presencia cons-
tradición vendría a ser no tanto un marco de comprensión general y una tante de la realidad del cristianismo— es el principio conservador y crea-
iluminación para entender la Escritura, cuanto un suplemento de verda- dor de esta misma vida»*", X. Zubiri precisa más todavía:
des no contenidas en los escritos inspirados. En definitiva, habría tradi-
ción porque convendría que hubiera «otra fuente» de verdades revela- La revelación, en efecto, no es sólo, ni en primera línea, revelación de una doc-
das, ya que la Escritura sería materialmente insuficiente. trina, sino incorporación de Dios mismo a la realidad humana, una incorporación
Trento no zanjó la cuestión ni, en realidad, se la propuso. Es signifi- que culmina en la Encarnación ?”.
cativo el cambio que se produjo antes de la redacción definitiva, la cual
estableció que la verdad evangélica se contenía en los libros sagrados y La revelación cristiana es el acontecer de la palabra de Dios en la his-
(et) en la tradición no escrita. Con anterioridad, el proyecto de 22 marzo toria, que culmina en la encarnación y en la pascua. Ello equivale a con-
de 1546 decía: «Esta verdad evangélica en parte se contiene en los libros cebir la Escritura y la tradición no tanto como dos fuentes sino como
escritos y en parte en las tradiciones no escritas». Agostino Bonucci, Gene- dos modos distintos de recibir esa misma realidad fontal que se revela:
ral de los Servitas, se opuso a esa formulación que sugería el reparto de el acontecimiento de Cristo entregado a su Iglesia. Por eso, Escritura y
verdades entre Escritura y Tradición: «Porque esta aserción no es cierta, Tradición nacen, profundamente implicadas, de su fuente cristológica:
ya que toda la verdad evangélica está escrita», la Escritura nace de la primera tradición apostólica de la fe en Jesús, el
Así, con esta corrección importantísima, se dejaba abierto el problema Hijo de Dios. Ambas tienen la misma misión de realizar, generación tras
de las relaciones entre Tradición y Escritura. La forma como se intro- generación, la transmisión de Cristo a la congregación de la fe. Ambas,
dujo la sustitución del partim... partim por el simple et, ocurrida entre unidas, son los dos modos de transmisión —oral y escrito— de un único
el 1 y el 7 de abril de 1546*, no consta en las actas del concilio. acontecimiento revelador: Cristo que, con su Espíritu, vivifica a la Iglesia.
Sin embargo, tanto la teología barroca como la neoescolástica se incli- Por eso, junto al precursor J. H. Newman, son numerosos los teólo-
naron por la teoría de las dos fuentes. Esas teologías tenían una razón gos que, lejos de la teoría de las dos fuentes, afirman que todo el evange-
profunda para entender que las verdades reveladas podían diversificarse lio de Cristo está contenido en la Escritura (al menos implícitamente) y
todo en la Tradición (Geiselmann, Karrer, Rahner, Urs von Balthasar,
en cuanto a las fuentes de procedencia, escrita u oral. Esa razón pro-
Congar, Fries). Las verdades relativas a María están in nuce en los escri-
funda es el concepto mismo de revelación:
tos del NT, que la presentan llena de la gracia y de la gloria de Cristo.
La celebración del domingo en vez del sábado, como día de pascua sema-
Para la última generación teológica de formación neoescolástica, la Revelación es
la «locución de Dios que enseña autoritativamente» (Tromp)?*. nal, aparece indicada en la Escritura, pero realizada por la misma vida
de la Iglesia apostólica guiada por el Espíritu. Lo mismo hay que decir
Supone un modelo didáctico y magisterial de revelación. El «objeto» del bautismo de los párvulos. Análogamente, el canon de las Escrituras
de la revelación estaría constituido por una serie de verdades reveladas es dado a conocer a la Iglesia por la tradición (DV 8.3), pero no al mar-
comunicadas por Dios al hombre según un modelo magisterial. Para esta gen de la misma Escritura.

23 (CGT L,495, 27. K. Rahner - K. Lehmann, El papel de la tradición, en MS 1/2, 858.


24. Theiner, Acta authentica l, 69; CT I, 525.
28. Ibid.
29. X. Zubiri, Prólogo, a O. González de Cardedal, Misterio trinitario y existencia humana,
25. H. Jedin, M Concilio di Trento M, 106.
Madrid, 1966, XII; ver además X. Zubiri, El hombre y Dios, Madrid, 1984, 331-342. «Ese Dios
26. J. M. Rovira Belloso, Trento, 87. Sigue: «Para Lercher, el uso eclesiástico de la palabra reve- de
los Padres aparece en una forma concreta (...) Esa forma es la de estar con ellos», 338-339. El subra-
lación supone la manifestación de una verdad —superior a la inteligencia del hombre— comunicada
por Dios de forma magisterial y autoritativa». yado es del autor.
1402 TRADICION
TRADICION 1403

En efecto, la formación del canon es un fenómeno en el que la Iglesia de la entrega de Cristo es el «principio tradición» en su sentido más
guiada por el Espíritu se constituye como criterio de selectividad, que estricto.
atrae y asume tan sólo aquellos libros cuyo contenido es totalmente homo- e) Ese principio se actualiza, en las diversas culturas y a través de
géneo con el contenido del evangelio de Cristo y, por tanto, con el ser las edades y generaciones. Los concilios ecuménicos, los escritos de los
de la Iglesia. ¿Y el conocimiento del canon? Surge de un hecho probado: padres de la Iglesia de Oriente y de Occidente, la celebración litúrgica
la Tradición y la Escritura son como un espejo donde la Iglesia contem- de los sacramentos, la contemplación de los místicos y de los santos, todo
pla a Dios (DV 7.2). En esta mirada, la Iglesia, además de contemplarlo contribuye a renovar, a través de una interpretación auténtica, la per-
a él —sin verlo todavía cara a cara—, se conoce a sí misma y conoce A
manente traditio. «La Iglesia, en su doctrina, vida y culto, perpetúa y
cuáles son los escritos (canónicos) capaces de hacerle recordar el miste- transmite a todas las generaciones todo lo que ella misma es, todo lo que
rio de Cristo, inscrito ya en su propio ser. ella misma cree» (DV 8.1).
La teología actual posee dos elementos que hacen perder virulencia De ahí que la Tradición sea permanente pero no estática. Progresa
al debate: 1) un concepto más vivo de tradición, entendida como la iden- bajo la asistencia del Espíritu Santo por la contemplación, por el estu-
tidad viva de la Iglesia apostólica en la actual, identidad sellada por la dio, por la penetración sapiencial de las cosas espirituales, por la predi-
presencia del Señor que da el Espíritu; 2) un concepto no fundamenta- cación... Todo ello hace tender hacia la plenitud de la verdad divina.
lista de Escritura, la cual se vuelve luminosa en cuanto la consideramos f) Escritura y Tradición, trabadas y comunicadas entre sí, manan
inscrita en el marco vivo de la Tradición de la Iglesia, para la cual es del mismo manantial divino —¡una sola fuente es Cristo! —, confluyen
norma normans. y tienden al mismo fin y constituyen un solo depósito sagrado”. Por eso
son necesarias las dos para el recuerdo, el entendimiento y el seguimiento
3. La aportación del concilio Vaticano II de Jesús Señor: «La Iglesia no toma de la sola sagrada Escritura su cer-
teza acerca de todas las cosas reveladas» (DV 9). Mientras la Escritura
Los números 7 a 10 de Dei Verbum contienen una doctrina suficiente consigna por escrito los dichos y hechos del Señor, la tradición es la vida
sobre la Tradición y sus relaciones con la Escritura y el Magisterio: y la memoria eclesiales, que guarda ese recuerdo, lo vive en su oración,
a) Cristo, en quien se consuma la revelación de Dios, cumplió en en la celebración de los sacramentos, en sus santos y en sus institucio-
sí mismo y promulgó el evangelio, como verdad saludable y disciplina nes. Todo bajo la inspiración o la asistencia del mismo Espíritu.
de costumbres, y dio el mandato a sus apóstoles de que lo predicaran g) Finalmente, el magisterio eclesial será el principio interpretativo de
a todos. la palabra de Dios. Su función se realiza en nombre de Jesucrito, pero siem-
b) El mandato fue cumplido por las dos formas de que se valieron pre al servicio de la palabra de Dios (sub Verbo Dei, dirá el Sínodo de 1985).
los apóstoles para transmitir la Palabra: tanto por la predicación oral, Seguramente no es ésta una síntesis completa —¿quién podría darla?—
como por los escritos inspirados (tum... tum). pero sí suficiente sobre el tema.
c) Para la conservación íntegra del evangelio los apóstoles dejaron
como sucesores suyos a los obispos. BIBLIOGRAFIA
d) La predicación apostólica —expresada de modo especial en los
libros inspirados— debe conservarse hasta el fin de los tiempos. Para ello, W. Beinert, Tradición, en Diccionario de teología dogmática, Barcelona, 1990, 717-721;
no sólo se debe mantener la tradición aprendida de palabra o por carta, Y. Congar, La tradición y las tradiciones, San Sebastián, 1966; J.-R. Geiselmann, La Tra-
sino que se debe luchar por la fe, que ha sido transmitida de una vez para dición, en Panorama de la teología actual, Madrid, 1961; Id., Sagrada Escritura y tradi-
siempre: semel sibi tradita fide (DV 8.1). ción, Barcelona, 1968; P. Gisel, Verdad y tradición histórica, en Varios, Iniciación a la
Esta fórmula, tomada de Jds 3, es interesantísima y, desgraciada- práctica de la teología, Madrid, 1984, 148-164; R. Kampling, Tradición, en P. Eicher,
mente, pasa inadvertida. Ella sugiere que la transmisión de la fe objetiva Diccionario de conceptos teológicos, 2 vols., Barcelona, 1989; W. Kasper, Schrift, Tradi-
no es tanto un acto material que se va realizando paso a paso a través tion, Verkúndigung, Maguncia, 1966; Id., Tradition als Erkenntnisprinzip: YQ 155 (1975)
198-215; W. Kern - F. J. Niemann, El conocimiento teológico, Barcelona, 1986; S. Pie,
de las generaciones que se suceden. La transmisión se ha producido una J. Piquer, J. M. Rovira, P. Tena, La imposible restauración, Madrid, 1987; K. Rahner-K.
vez para siempre, como todo lo que se refiere a Cristo. Ha consistido Lehmann, Historicidad de la transmisión, en MS 1/2, Madrid, 1968; K. Rahner - J. Rat-
en la entrega —traditio (parádosis)— de la palabra desde Dios hasta la Igle- zinger, Rivelazione e tradizione, Brescia, 1986; C. Rocchetta, R. Fisichella, G. Pozzo, La
sia apostólica. De ahí, la importancia de esa comunidad apostólica, para- teología tra rivelazione e storia, Bolonia, 1985; J. M. Rovira Belloso, Trento. Una inter-
digmática porque, todavía hoy, constituye la forma esencial de la Igle- pretación teológica, Barcelona, 1979.
sia, idéntica a sí misma a través de las generaciones, de manera seme- Josep María Rovira Belloso
jante a la fe objetiva, que permanece también idéntica a sí misma a través
de los tiempos. Se comprueba una vez más que ese acto primordial y único 30. Esta última afirmación se encuentra en DV 10.1.

También podría gustarte