Mobbing y Su Perspectiva
Mobbing y Su Perspectiva
Mobbing y Su Perspectiva
1. Introducción:
El mobbing como objeto de estudio es relativamente nuevo tanto en Argentina como
en el resto del mundo. Es un concepto analizado por especialistas del ámbito jurídico,
así como también desde la psicología, sociología y medicina.
Según una encuesta realizada por Bumerán para “Entre Mujeres Clarín”, en el marco del
día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (25 de Noviembre), 9
de cada 10 mujeres sufrieron violencia laboral y la mitad no hizo denuncias debido a
que el miedo a ser despedidas atenta contra las posibles acciones de las víctimas.
Según dicha encuesta el 86% De más de mil mujeres dijo haber sufrido violencia en el
ámbito laboral durante el último año (2019), entre los que se destacan acosos,
amenazas, y humillaciones. Un 11% dijo haber padecido violencia sexual y un 5%
violencia física. Asimismo destacaron que han sido los jefes y superiores los principales
perpetradores de la violencia y que las mujeres que si expusieron el hecho de violencia,
de diversas maneras, han vivido posteriormente consecuencias negativas: más de la
mitad fueron despedidas (56%), otras fueron aisladas laboralmente (34%) y otras
amenazadas con ser despedidas (10%)
Tanto el género masculino como el femenino pueden ser víctimas de violencia laboral,
aunque existe una mayor incidencia de mujeres afectadas por esta problemática, que
no se reduce exclusivamente a situaciones de acoso sexual, sino también a través de
otras formas de manifestación resultado de barreras culturales históricas y estereotipos
fuertemente arraigados en nuestra sociedad de estructura netamente patriarcal,
caracterizada por relaciones de genero basadas en la desigualdad y en la mayor
jerarquía masculina.
Asimismo a lo largo del presente trabajo analizare el fenómeno del mobbing o acoso
laboral en sus diversas modalidades, manifestaciones y efectos, como también la
posibilidad de brindar respuestas con una perspectiva de género que faciliten la
creación de acciones para erradicarlo y prevenirlo, y permitan una justa composición de
los derechos de las trabajadoras victimas del acoso.
1. ¿Qué es mobbing?
Para comenzar analizare los distintos conceptos de mobbing, sus modalidades y efectos
sobre el mundo del trabajo. Cabe aclarar que los términos acoso laboral, acoso moral o
psicológico, hostigamiento laboral, maltrato psicológico, violencia psíquica, entre otros,
suelen utilizarse como sinónimos del mobbing.
El término mobbing proviene del inglés to mob (acosar, hostigar) y fue introducido al
ámbito de las relaciones laborales por el profesor Heinz Leyman quien lo definió de la
siguiente manera:
“El mobbing consiste en el deliberado y continuado maltrato modal y verbal que recibe
un trabajador, hasta entonces valido, adecuado o incluso excelente en su desempeño,
por parte de uno o varios compañeros de trabajo que buscan con ello desestabilizarlo y
minarlo emocionalmente con vistas a deteriorar y hacer disminuir su capacidad laboral
y empleabilidad y poder eliminarlo así más fácilmente del lugar y del trabajo que ocupa
en la organización”.
Marie France Hirigoyen define al acoso moral como “toda conducta abusiva (gesto,
palabra, comportamiento, actitud) que atenta por su repetición o sistematización contra
la dignidad, o la integridad psíquica y física de una persona, poniendo en peligro su
empleo o degradando su ambiente de trabajo”. Sostiene asimismo que:
El acoso moral es una violencia en pequeñas dosis, que no se advierte, y que sin
embargo es muy destructiva. Dicho ataque, tomado por separado, no es realmente
grave; es el efecto acumulativo de microtraumatismos frecuentes y repetidos lo que
constituye la agresión. En su inicio el fenómeno es parecido al sentimiento de
inseguridad en los barrios, descrito en términos de incivilidad. Como consecuencia,
todas las personas que están en su punto de mira están profundamente
desestabilizadas. (Hirigoyen, 2001, p.19)
Esta psicoanalista francesa, pionera en los estudios sobre acoso laboral considera que
quien acosa es una persona perversa y que su conducta no proviene de un trastorno
psiquiátrico, sino de una fría racionalidad que se combina con la incapacidad de
considerar a los demás como seres humanos.
Ahora bien, no cualquier conflicto que se genere dentro del ámbito laboral se puede
tipificar como mobbing. Cuando se habla de mobbing se está frente a un maltrato que
intenta reducir a la persona al punto de anularla. Tiene por finalidad anular las redes de
comunicación de la víctima, destruir su reputación y perturbar el ejercicio de sus
labores, con la motivación ultima de lograr que la persona termine abandonando su
trabajo. Por ejemplo, cuando se esparcen rumores en contra de la persona, se
desmerece su trabajo, no se le asignan tareas o las que se le asignan no tienen sentido,
son innecesarias o humillantes, se la sobrecarga de trabajo continuamente, se la aparta
del entorno laboral, se le profieren gritos desmedidos y descalificadores, la falta de
comunicación con el trabajador, falsas acusaciones, agresiones físicas o sexuales, entre
otras. Por el contrario no configurarían mobbing:
Existen asimismo diversos indicadores que podrían dar señales acerca de la existencia
de un ambiente laboral afectado por relaciones violentas entre los que se pueden
mencionar:
Mientras que víctima de mobbing puede ser cualquier persona en cualquier momento.
Generalmente se asocia el acoso moral con personalidades débiles e inseguras y,
aunque esto puede contribuir, no siempre es así. No existe un perfil o una personalidad
que resulte más propensa a sufrir acoso en el trabajo. Pueden serlo también personas
inteligentes, atractivas, trabajadoras, eficaces y por lo tanto envidiables y consideradas
una amenaza por el agresor.
Acoso sexual:
El acoso sexual, tal como lo anticipe, es el que en mayor medida sufre el género
femenino, y el que deja en evidencia que el “factor género” influye notablemente en la
creación de situaciones de acoso. Sin embargo, no se descartan casos en que puede
padecerlo también el género masculino.
Existen múltiples consecuencias para las víctimas que padecen esta situación. Ansiedad,
estrés y la posterior licencia por enfermedad, pérdida de eficacia o renuncia al empleo.
Despidos o perdidas de probabilidades de promoción al no acceder a las intenciones
del acosador y hasta situaciones de culpabilidad que padecen muchas de ellas
generadas por históricos estereotipos sociales y culturales que ven a las víctimas como
“provocadoras”.
El acoso sexual es una forma de violencia de género que fortalece los estereotipos y
fomenta la desigualdad entre hombres y mujeres, reduciendo a la mujer a objeto
sexual. Cuando este ataque a la libertad sexual se da en el ámbito de trabajo,
representa una violación al derecho de trabajar en un ambiente digno y humano, lo que
constituye también violencia laboral. El problema guarda relación con los roles
atribuidos a los hombres y a las mujeres en la vida social y económica que, a su vez,
directa o indirectamente, afecta a la situación de las mujeres en el mercado del trabajo
y en el ambiente laboral.
Mayormente este tipo de acosos se da en forma vertical, es decir, por personas que
ocupan una jerarquía superior dentro de la organización empresarial, con poder para
conceder o quitar beneficios derivados del empleo, por lo que constituye también un
abuso de autoridad por parte del acosador.
Las tareas y responsabilidades asignadas a cada uno de los géneros son obra de la
sociedad. Cada sociedad construye y diseña lo que considera “masculino” y “femenino”
y a partir de esta construcción se establecen las obligaciones de cada sexo. El género es
social, cultural, histórica e incluso políticamente construido y no es solo una distinción
natural o biológica.
Asimismo, muchas mujeres tienden a establecer relaciones más empáticas con algunos
hombres y obedecen más fácilmente los mandatos masculinos. En muchos casos
prefieren tener hombres como jefes por la idea generalizada de que las mujeres se
agreden más entre si y esto podría impedir su desarrollo profesional. Estos
comportamientos son consecuencia de la forma en que fueron educadas. El sistema
patriarcal, históricamente dominante, no solo ha logrado la subordinación de la mujer
hacia el hombre, sino que también ha hecho posible que algunas mujeres desprecien a
otras.
Por otro lado cuando las mujeres son víctimas de acoso sexual y el acosador no logra
su objetivo, muchas veces lleva a cabo una persecución laboral contra ella, la cual en
algunas oportunidades es ignorada o hasta apoyada por los compañeros y compañeras
de trabajo por considerar que fue ella quien provoco la situación. La aspiración de las
mujeres de formar parte de los altos cargos de una empresa o ascender en su carrera
profesional es otro factor que propicia el acoso laboral, por celos, envidia y temor
masculino de perder los privilegios que como hombres poseen. También la maternidad
es un factor generador del acoso; muchos despidos ocurren después del embarazo, ya
que el empleador aduce una baja en su rendimiento, perdida de motivación hacia el
trabajo por atender a sus hijos, la indisponibilidad para la realización de horas extras,
etc.
Todas estas condiciones y muchas otras sobre las cuales se asienta la desigualdad entre
hombres y mujeres en el mundo laboral, las convierte en un blanco fácil para el acoso
laboral y pone en evidencia la necesidad urgente de comenzar a aplicar una visión con
perspectiva de género tanto en la vida cotidiana laboral como a la hora de juzgar.
Se trata de una forma de ver o analizar el modo en que la que la sociedad entiende que
deben comportarse los sexos y para entender mejor la perspectiva de género debe
reconocerse que la forma de ver el género puede ser diferente dependiendo de la
época y de la sociedad, que el género nos atribuye determinadas características, que
existe una desigualdad entre lo femenino y lo masculino y que la base de esta
perspectiva es la búsqueda de la igualdad para evitar situaciones de marginación,
violencia e injusticia. Asimismo, existen diversos ámbitos en los que se puede aplicar la
perspectiva de género entre los que podemos mencionar el trabajo, la salud, la justicia
y, el más importante, la educación. Las escuelas deben ser los principales ámbitos para
educar a las generaciones futuras en igualdad de género de forma que se corrija desde
temprana edad cualquier tipo de desigualdad. Se debe favorecer el acceso de las niñas
y mujeres a la educación, inculcar valores como la igualdad y el respeto, facilitar la
participación femenina en todos los ámbitos, etc. De esta forma se eliminan los
estereotipos y se contribuye a que niños y niñas desenvuelvan su personalidad en
igualdad de oportunidades.
El ámbito del derecho, al igual que tantos otros ha sido construido desde una lógica
patriarcal, reflejando los valores e intereses masculinos. Esto acarrea como
consecuencia la dificultad para proteger los intereses y necesidades de las mujeres, ya
que la aplicación del derecho depende de instituciones e individuos altamente
influenciados por la ideología patriarcal. Por esto las mujeres y sus conflictos son
tratados sin que las diferencias con los varones sean tomadas en cuenta, lo cual
profundiza la desigualdad. Esta problemática hace evidente la necesidad de aplicar una
perspectiva de género al derecho. Identificar las diferencias entre las personas por
razón del género y facilitar el ejercicio de los derechos de las mujeres. Asimismo, debe
comprenderse que muchas veces el problema no está en las normas jurídicas, sino en la
forma en cómo se interpretan e implementan las mismas.
En la causa la actora reclamo además de los rubros por despido injustificado, una
indemnización en concepto de daño moral por haber sido “víctima de hostigamiento
sexual, laboral y en razón de su nacionalidad, por parte de un supervisor de la
cooperativa demandada, quien se desempeñó como su superior jerárquico, a quien
demando por dicho concepto junto con la empresa cooperativa. Explico que dichas
circunstancias derivaron en su desvinculación, y califica de discriminatorio dicho
distracto. De acuerdo con la demanda, el supervisor se dirigió “siempre con lenguaje
soez, amenazas verbales, propuestas desubicadas (con referencias explicitas a
propuestas sexuales), insinuaciones sexuales indeseadas, solicitudes de favores
sexuales, conductas de hostigamiento, entre otras”.
Ante esa perspectiva, los magistrados analizaron las constancias del caso,
principalmente los dichos de testigos y el dictamen psicológico, en donde se aclaró el
impacto emocional sufrido por la víctima, que “trajo asociado una serie de síntomas
que afectaron la vida cotidiana de la actora, a saber: el insomnio, las pesadillas, la
alimentación excesiva, las sensaciones de ahogo y llanto incontrolables, la irritabilidad,
el sentimiento de culpa e impotencia, que llevaron al descuido de la imagen personal y
el miedo a relacionarse con otros (principalmente hombres)”.
Esos elementos los llevaron a concluir que en el caso “existió un supuesto de despido
discriminatorio, particularmente por haberse verificado el acoso sexual sufrido por la
trabajadora”, que “se inscribe en el fenómeno de violencia laboral y diversas formas de
maltrato”, y que la ruptura del contrato de trabajo “ha sido motivada por actos
discriminatorios” originados en la condición de mujer de la actora “y por su pertenencia
a otro país”.
Dentro de la legislación nacional también contamos con diversas normas, entre las
que se destacan:
Ley 27.499 “Ley Micaela”: La ley Micaela, obliga a todos los operadores y operadoras
que trabajan en el poder legislativo, en el Poder Ejecutivo y en el Poder Judicial a recibir
capacitaciones en materia de violencia de género, violencia doméstica y todo tipo de
violencia contra las mujeres. En su artículo 1 Establece la capacitación obligatoria en la
temática de género y violencia contra las mujeres para todas las personas que se
desempeñen en la función pública en todos sus niveles y jerarquías en los poderes
Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación.
Decreto 721/2020 de Cupo Laboral: a través de esta norma se extiende la tutela a otro
grupo social vulnerable. Travestis, transexuales y transgéneros en situación de
desempleo cuya identidad de género no sea coincidente con el sexo asignado al
momento de su nacimiento. Establece en su artículo 1 que “en el Sector Público
Nacional, en los términos del artículo 8° de la Ley N° 24.156, los cargos de personal
deberán ser ocupados en una proporción no inferior al UNO POR CIENTO (1%) de la
totalidad de los mismos por personas travestis, transexuales y transgénero que reúnan
las condiciones de idoneidad para el cargo. Su artículo 3 dispone el principio de no
discriminación al señalar que “Toda persona travesti, transexual o transgénero tiene
derecho al trabajo digno y productivo, a condiciones equitativas y satisfactorias de
trabajo y a la protección contra el desempleo, sin discriminación por motivos de
identidad de género o su expresión, por lo que no podrán establecerse requisitos de
empleabilidad que obstruyan el ejercicio de estos derechos”. El articulo 5 obliga a la
capacitación del personal al indicar que “El MINISTERIO DE LAS MUJERES, GÉNEROS Y
DIVERSIDAD en articulación con el INSTITUTO NACIONAL DE LA ADMINISTRACIÓN
PÚBLICA capacitarán a las autoridades y al personal del Poder Ejecutivo Nacional para
asegurar que la inclusión en los puestos de trabajo del Sector Público Nacional se
realice en condiciones de respeto a la identidad y expresión de género de las personas”.
En el artículo 7 establece que todo Miembro deberá adoptar una legislación que defina
y prohíba la violencia y el acoso en el mundo del trabajo, con inclusión de la violencia y
el acoso por razón de género.
Como puede observarse, este Convenio no solo habla de la violencia y acoso laboral de
una manera genérica, sino que lo hace con una perspectiva de género, entendiendo la
condición de vulnerabilidad y la asimetría de poder que padecen las mujeres; por lo
cual constituye un avance más que importante en la materia y un punto de partida para
comenzar a revertir esta problemática a nivel mundial.
1. Conclusiones.
El mobbing o acoso moral es un tema complejo que tiene lugar tanto en países
desarrollados como subdesarrollados y afecta al ámbito público como al privado. Si
bien puede perjudicar a hombres y a mujeres, lo cierto es que el género femenino
presenta mayor vulnerabilidad frente a este flagelo debido a la naturalización de la
violencia contra la mujer, la dificultad para presentar pruebas en contra del acosador,
las asimetrías de poder, los estereotipos y barreras culturales.
Actualmente nuestro país carece de una ley que contemple la violencia laboral y
tipifique el mobbing como figura autónoma. Esta deuda normativa impide contar con
un panorama claro que establezca medidas de protección hacia la víctima y sanciones
para el acosador. Dificulta además, la tarea de los tribunales que no cuentan con un
criterio unificado sobre esta problemática. En este sentido el Convenio N° 190 de la OIT
constituye un importante avance a nivel internacional que puede trasladarse al ámbito
local.
BIBLIOGRAFIA
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Fuente: http://revista-ideides.com/mobbing-y-perspectiva-de-genero/