Material para Estudiantes 5to Ano Continuemos Estudiando 1

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BELGRANO EN LOS TIEMPOS

DE LA COLONIA Y DE LA
REVOLUCIÓN DE MAYO
| Material para estudiantes
de quinto año

Ciencias Sociales
PARTE 1: MANUEL BELGRANO EN
LA ÉPOCA COLONIAL
Lean el siguiente texto para conocer cómo fue el nacimiento de Belgrano

Manuel Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano -tal era su nombre completo- fue mucho
más que el creador de la bandera, fue un hombre de fuertes convicciones políticas.
Renunció a las comodidades y los privilegios que tenía por ser de una de las familias más
ricas del Virreinato del Río de la Plata para dedicar su vida a transformar la sociedad de
su tiempo. Para luchar por la revolución, Belgrano tuvo que abandonar su profesión de
abogado y ponerse al frente de los ejércitos revolucionarios.

A lo largo de estas páginas, vamos a conocer aspectos de la vida de Belgrano que nos
permitirán apreciar el papel que jugó en la Revolución de Mayo y en las Guerras de la
Independencia, además de explicarnos por qué en la actualidad se lo considera tan
importante y se le dedican tantos homenajes en todo el país, dentro y fuera de las escuelas.

Belgrano nació en Buenos Aires en el año 1770. En ese momento, la ciudad era muy
pequeña, tenía apenas unos 20.000 habitantes. Las calles eran de barro y había muy
pocas construcciones. Unos años después, en 1776, el rey de España Carlos III decidió
subdividir el Virreinato del Perú, creó el Virreinato del Río de la Plata y designó a Buenos
Aires como su capital. En consecuencia, en Buenos Aires se instaló la corte virreinal donde
antes estaba ubicado el fuerte -el lugar que actualmente ocupa la Casa de Gobierno- y la
ciudad comenzó a crecer y a modernizarse.

Por entonces, Belgrano era un niño y seguramente participó de las fiestas que se
organizaron para recibir al primer virrey del Río de la Plata. Como su casa estaba ubicada a
unas pocas cuadras de la Plaza Mayor (actual Plaza de Mayo), seguramente los Belgrano
fueron caminando acompañados de sus sirvientes.

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Para conocer cómo era Buenos Aires cuando nació Belgrano observen la pintura de
Léonie Matthis

“La Plaza Mayor en 1750”, de Léonie Matthis

En esta pintura, Léonie Matthis representó el espacio en que actualmente está


ubicada la Plaza de Mayo. Se puede ver la fachada del Cabildo de Buenos
Aires, que todavía no tenía la torre con el reloj, decorada con los colores de la
monarquía española. En el espacio de la plaza, la artista pintó una corrida de
toros, que era uno de los entretenimientos preferidos en esa época. Se puede
ver que las construcciones eran bajas y, como eran escasas, dejan ver el campo
circundante.

Léonie Matthis pintó este cuadro en el año 1947, casi doscientos años después
de la escena que representó. Sin embargo, podemos usarla para saber cómo
era la ciudad porque la artista antes de realizar sus obras históricas hacía una
minuciosa investigación. Utilizaba como fuentes de información las imágenes y
relatos producidos en la época de la Revolución, recorría museos y consultaba
tanto libros de historia como archivos históricos.

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LA SOCIEDAD COLONIAL: UNA SOCIEDAD ESTAMENTAL

La sociedad que organizaron los reyes de España en sus colonias americanas era una
sociedad muy diferente tanto de las que los pueblos originarios habían establecido
antes, como de las que surgieron después de la independencia. Después de la conquista,
extensos territorios quedaron incorporados al Imperio español. Vamos a conocer cómo
fue la vida de las personas en la época en que estos territorios formaron parte del inmenso
Imperio Español.

¿Cómo era la sociedad colonial cuando Belgrano era chico?

Ustedes seguramente se acuerdan de que en cuarto año estudiaron la llegada de Colón


y de los conquistadores españoles a América, que en ese entonces estaba ocupada por
numerosos y muy diversos pueblos originarios. También estudiaron que a lo largo de
algunas décadas los invasores exploraron los territorios americanos y lograron vencer a
algunos de los pueblos que los habitaban, como por ejemplo a los Incas y a los Aztecas.
Otros muchos pueblos, como los que poblaban el sur del actual territorio argentino
y chileno, resistieron con éxito a la conquista española y conservaron su libertad. ¿Y
qué pasó después de la conquista? ¿Qué hicieron los sucesivos reyes de España para
gobernar unas colonias tan extensas, tan ricas en oro y, sobre todo, en plata? ¿Cómo era
la sociedad colonial que organizaron?

Después de la conquista, la monarquía española triunfante organizó sus territorios


americanos en dos grandes virreinatos: el del Perú y el de Nueva España (México). La vida
de los habitantes de ambos virreinatos estaba regulada por las leyes que imponían los
reyes españoles. Estas leyes establecían cuáles eran los derechos y a qué actividades se
podían dedicar las personas de acuerdo con su origen, su lugar de nacimiento y la riqueza
de su familia. Es decir que la sociedad colonial era una sociedad estamental y la vida
cotidiana de las personas dependía del grupo social (el estamento) al que pertenecían.

Los españoles y sus hijos criollos gozaban de privilegios por ser “blancos” o “gente
decente”. Para gozar efectivamente de esos privilegios y acceder, por ejemplo, a cargos
civiles, eclesiásticos o militares, o cursar estudios superiores, tenían que acreditar que su
sangre estaba “limpia”, que pertenecían a una familia “sin mancha”. Ser descendiente de
judíos, de indios, mulatos o mestizos era considerado una mancha.

Para obtener un certificado de “limpieza de sangre”, las familias se presentaban ante


un escribano con documentos y testigos. Si el escribano lo consideraba, expedía un

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documento para certificar que esas personas “han sido y son cristianos viejos y de calidad
notoria, limpios de toda mala raza de indios, mulatos y otras cosas semejantes, y que ni
ellos ni sus ascendientes han ejercido oficios viles, ni han sido castigados por el Oficio de
la Santa Inquisición ni otro alguno con pena de infamia”.

En esa época, para obtener el certificado de limpieza de sangre, las personas tenían que
demostrar que eran cristianos viejos, es decir que no eran cristianos nuevos, como los
judíos, que se convertían al cristianismo para evitar que los persiguieran y expulsaran de
España y sus colonias. Porque para los reyes de España la religión era muy importante y
consideraban que en sus dominios todos debían ser cristianos. Cuando los certificados
se refieren a “oficios viles” es porque los oficios manuales -como el de sastre, herrero,
barbero o carpintero- eran considerados inferiores. Las “penas de infamia” eran las que
hacían que las personas perdieran el buen nombre y la reputación.

Como ustedes vieron en cuarto año, los españoles por lo general eran encomenderos,
funcionarios de la corona o comerciantes. Pero también había españoles y criollos que
no tenían riquezas ni una posición tan alta en la sociedad y, aun así, tenían privilegios
porque gozaban del status de “vecino”. Ser vecino significaba algo muy diferente de lo que
significa hoy: en tiempos de la colonia, los vecinos eran los padres de familia españoles
o descendientes de españoles, de “sangre limpia”, que eran propietarios de una casa. Y
sólo los vecinos podían participar del Cabildo que gobernaba la ciudad. En Buenos Aires
no había familias con títulos de nobleza como en otros lugares de América y tampoco
grandes propietarios de tierras, la riqueza era el elemento de mayor importancia para la
distinción social y fueron los grandes comerciantes y los altos funcionarios quienes se
ubicaron en lo más alto de la sociedad local.

Por debajo de este grupo, había una masa de personas mucho más numerosa y
heterogénea, que los españoles llamaban “castas”, compuesta por los indígenas,
los africanos y “los mezclados” -mestizos, mulatos y otros grupos-. Eran artesanos,
vendedores y trabajadores de la ciudad, sirvientes domésticos o peones en las haciendas.
Los esclavos se ubicaban en el escalón más bajo de la sociedad.

En esa época se pensaba que la división en grupos sociales con diferentes derechos era un
orden establecido por Dios; y tenían roles diferenciados que no podían ni debían cambiarse.
Así, para preservar la separación de los estamentos, estaba prohibido el matrimonio “entre
desiguales”. Como resultado de estas ideas, en la sociedad colonial había un orden jerárquico
basado en la desigualdad y no en la igualdad de todos ante la ley.

La sociedad colonial también estaba atravesada por desigualdades de género. Junto con
los criterios de clase y étnicos, ser mujer implicaba una posición subordinada a los varones
en todos los estamentos. Se esperaba que solo se ocuparan de las tareas domésticas y

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de cuidado. Incluso las mujeres de la élite, por ejemplo, muy pocas veces estudiaban,
debían saber tejer, bordar y tocar el piano, y tenían que obedecer en todo al padre y, más
tarde, al marido.

Sin embargo, a lo largo de los casi tres siglos que duró la colonia, estos grupos fueron
cambiando por el mestizaje y también por la introducción masiva de esclavos negros.
Millones de personas provenientes de África fueron vendidas para trabajar como esclavas
domésticas en las ciudades y esclavas rurales en las haciendas de todo el continente.

La familia de Belgrano

En los tiempos de la colonia, los Belgrano eran una de las familias más ricas de la élite
porteña. Su fortuna provenía de los negocios de Don Domingo Belgrano y Peri, que
era italiano, pero se había naturalizado español y fue autorizado a ejercer el comercio
monopolista. Como muchos otros comerciantes europeos, el padre de Belgrano se casó
con una joven criolla, Doña María Josefa González Casero que tenía 15 años al momento
de casarse. Estos matrimonios eran habituales porque para los extranjeros representaban
una forma de establecerse y entrar en relación con la población local. Los Belgrano
tuvieron trece hijos, y todos ellos nacieron en la casa en que vivía la familia.

La Autobiografía que escribió Manuel Belgrano permite conocer muchos aspectos de su


vida. Allí cuenta que nació en Buenos Aires en 1770, que su padre era un comerciante
próspero que hizo fortuna vendiendo plata, cueros de vaca, lanas, azúcar, yerba, vinos,
telas y otros productos no sólo en Buenos Aires sino en todo el Virreinato del Río de
la Plata. También se dedicaba a comprar y vender esclavos, que en esa época era un
comercio legal y se practicaba en distintos lugares del mundo, aunque ya había algunas
personas que se oponían a la esclavitud. En las colonias americanas, la mayoría de los
grandes comerciantes monopolistas vendía esclavos.

La riqueza de los Belgrano les permitió vivir muy cómodamente y sostener los estudios
de sus hijos varones en los lugares más prestigiosos. En la época colonial el padre era
la autoridad familiar y tomaba todas las decisiones: con quién se casarían las hijas y los
hijos, y a qué se debía dedicar cada uno. Se consideraba que un buen padre de familia era
el que lograba aumentar el patrimonio y la riqueza familiar con las decisiones que tomaba.
Don Domingo Belgrano, como la mayoría de los padres de familia de la élite porteña, casó
a sus cinco hijas mujeres con comerciantes y, de los hijos varones, uno fue sacerdote,
dos fueron militares, tres ocuparon cargos en la administración colonial y sólo dos se
dedicaron al comercio. También decidió que Manuel y Francisco estudiaran comercio en

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España. Pero Manuel tenía una vocación muy fuerte por el derecho y estudió Leyes, contra
los deseos de su padre, en las universidades de Salamanca y Valladolid. Más tarde, su
decisión política y los acontecimientos de la Revolución lo llevarían a dejar de lado su
profesión de abogado para desempeñar el rol de General en los ejércitos revolucionarios.

En esa época las familias incluían a muchas personas y, además de los matrimonios y
sus hijos, estaban integradas por una extensa red de parientes y también por personas sin
lazo sanguíneo como los criados y los esclavos. Todos le debían obediencia y respeto al
padre de familia, entre otras razones, porque las faltas cometidas por cualquier miembro
de una familia “manchaban” la reputación de todos.

La niñez de Belgrano tiene algunas características comunes con la de otros niños de


la época, como por ejemplo nacer (y también morir) en la propia vivienda porque no
había hospitales ni sanatorios, también era común tener muchos hermanos. En otros
aspectos su niñez se parece a la de otros chicos de las familias más adineradas: el padre
comerciante español y la madre criolla casada a muy corta edad, las comodidades, los
sirvientes y esclavos domésticos, la posibilidad de recibir la mejor educación y de dejar
por escrito sus memorias.

Un imperio en el que nunca se pone el sol

Hasta aquí vimos algunas características de la sociedad colonial. Vamos a ver ahora
cómo era el imperio del que dependían los territorios americanos.

Las colonias americanas del rey de España, organizadas en los virreinatos del Perú y de
Nueva España, -a los que más tarde se sumarían el Virreinato del Río de la Plata y el
de Nueva Granada- eran sólo una parte del enorme imperio español. La frase El imperio
donde nunca se pone el sol se usaba para referirse a que durante los siglos XVI y XVII los
territorios que dominaban los reyes de España eran tan extensos que siempre era de día
en alguna parte de sus dominios. Además de las conquistas, el Imperio fue el resultado de
una política matrimonial muy hábil. El rey Felipe II, que reinó entre 1556 y 1598, fue el más
poderoso porque era hijo y heredero de la reina de Portugal y del rey de España.

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Mapa Nº 1: El imperio de Felipe II hacia 1590

1
2
Portugal España
3
4

7 5
Madeira
6 OCÉANO PACÍFICO
Azores
Virreinato de Nueva España Túnez
Canarias Orán Macao

Filipinas
Cabo Verde Bombay Molucas
Calicut

Ceilán Malaca
Senegal Sumatra

Java
Brasil Angola
Madagascar
Virreinato del Perú
OCÉANO PACÍFICO

OCÉANO ÍNDICO

OCÉANO ATLÁNTICO

1- Países Bajos
2- Luxemburgo REFERENCIAS
3- Franco Condado
4- Milanesado Corona de España
5- Nápoles
6- Sicilia Corona de Portugal
7- Cerdeña

Imperio de Felipe II en su momento de máxima extensión. Mapa Archivo DGCyE.

Para leer e interpretar el mapa

El título y las referencias del mapa constituyen un punto de partida para identificar
qué territorio está representado -en este caso toda la superficie terrestre- y cuál es la
información que se ha incluido: los territorios que pertenecieron al rey Felipe II.

Según las referencias, en este mapa los territorios que Felipe II heredó de su padre, el rey
Carlos V, están representados con un color anaranjado claro, y con uno más intenso están
representados los territorios que heredó de su madre, la reina Isabel de Portugal.

Para apreciar el poder que logró reunir Felipe II comparen la superficie de su imperio con
la de los países que actualmente ocupan esos territorios. Por ejemplo, en el continente
europeo, países como España, Portugal, parte de Italia y, en el continente americano,
México, Brasil, además de la Argentina.

Consulten el Mapa N° 2 y completen una lista de países que actualmente ocupan


territorios que pertenecieron a Felipe II.

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Mapa Nº 2: Planisferio 2022

Mapa elaborado por el Instituto Geográfico Nacional del Gobierno de España. Recuperado de
https://www.ign.es/espmap/mapas_mundo_bach/pdf/Mundo_Mapa_04.pdf.

Para comprobar si efectivamente en el Imperio de Felipe II “nunca se pone el sol” pueden


apreciar la extensión de Este a Oeste. Con un planisferio de husos horarios o de hora
actual mundial pueden comparar, por ejemplo: cuando en España son las 8 PM -que ya es
de noche-, ¿qué hora es en las Islas Filipinas?, ¿es de día o de noche?

¿Qué significaba ser parte de un gran imperio?

Antes de 1810 los territorios que actualmente conforman la Argentina -y los de muchos
otros países de América- integraban el Imperio español. Sus habitantes debían obedecer
al rey de España, eran gobernados por virreyes y estaban sometidos a las Leyes de Indias,
que eran las leyes promulgadas por los monarcas españoles para regular la vida social,
política y económica de la parte americana del Imperio.

Desde el punto de vista económico, ser parte del imperio significaba que los impuestos
que se recaudaban en América -y se pagaban fundamentalmente en plata- iban a la

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corona. Además, los reyes imponían el monopolio comercial a sus colonias. El monopolio
comercial garantizaba enormes ganancias a los comerciantes autorizados, que eran
españoles, porque establecía que América solo podía comerciar con España y para
hacerlo tenía que utilizar los puertos autorizados.

Como hasta 1778 Buenos Aires no era un puerto autorizado, estaba prohibido comerciar
directamente con España usando barcos que llevaran y trajeran mercaderías por el
Océano Atlántico. Los barcos cargados de mercaderías que se llevaban desde Europa
para ser vendidas en Buenos Aires debían llegar con sus cargas al puerto de El Callao, muy
cerca de la ciudad de Lima, y desde allí a lomo de mula o en carretas hasta Buenos Aires.
Como se hacían largas distancias por tierra, el viaje era mucho más largo y costoso. Las
telas, armas, bebidas alcohólicas, pólvora, marfil, hojalata para faroles, loza de la China,
cuchillos, espejos, tabaco y ropa llegaban a precios muy caros. Lo mismo pasaba con los
esclavos. Un recorrido similar, pero en sentido inverso, hacían la plata, los cueros y otros
productos que salían de Buenos Aires con rumbo hacia España.

En síntesis, las colonias americanas aportaban a la monarquía importantes recursos


económicos -sobre todo plata- a través del pago de impuestos y de las enormes ganancias
provenientes del comercio monopólico, pero no participaban de las decisiones políticas.

A lo largo de los tres siglos que duró el sistema colonial, los reyes de España utilizaron
los recursos provenientes de las colonias para mantener una vida de lujos y despilfarros,
enormes gastos militares y numerosas guerras.

Como síntesis de todo lo aprendido hasta aquí, escriban un relato explicando


cómo fue que el rey Felipe II llegó a tener un poder tan grande.

Será importante que incluyan la conquista de América, las alianzas matrimoniales


de la monarquía española y también los recursos que obtenían de sus colonias,
sobre todo, por el pago de impuestos.

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PARTE 2: BELGRANO EN LA REVOLUCIÓN Y EN LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA

En esta segunda parte vamos a estudiar lo que pasó con el “Imperio donde nunca se
pone el sol” a comienzos del siglo XIX y qué papel tuvo Belgrano en esos años. Esta etapa
se caracteriza por los conflictos y las guerras que se desencadenaron en Europa y en
América.

Tensiones y conflictos en Europa y en América

España llegó a ser la potencia más poderosa de Europa, pero hacia fines del siglo XVIII,
Inglaterra y Francia comenzaron a disputarle esa supremacía. Por otro lado, en las colonias
también surgieron conflictos por el descontento que ocasionaban los privilegios de los
españoles, los impuestos y el monopolio comercial.

Los conflictos en Europa se intensificaron en 1789 cuando comenzó la Revolución Francesa.


En ese momento, Belgrano estaba estudiando en España y quedó muy impactado por
los cambios que sucedían en Francia. Años más tarde, registró las impresiones que le
causó la Revolución en su Autobiografía: “en la época de 1789 me hallaba en España y la
revolución en Francia introdujo nuevas ideas en particular en los hombres de letras con
quienes trataba. Se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad, propiedad
y solo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre, fuese donde fuese, no disfrutase
de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido.” (Versión adaptada)

La Revolución en Francia desplazó a la monarquía y estableció una república. En


consecuencia, sus habitantes dejaron de ser súbditos de una monarquía para
transformarse en ciudadanos. Este cambio es muy importante porque en una república,
las autoridades tienen un poder limitado y tienen que respetar los derechos individuales
de los ciudadanos. Antes de la Revolución, en cambio, los súbditos le debían obediencia a
un rey que tenía un poder ilimitado.

Años después de la Revolución Francesa, el general Napoleón Bonaparte dio un golpe de


Estado y logró ocupar primero el cargo de cónsul y, más tarde, se hizo coronar emperador.
Napoleón como emperador comenzó una campaña de expansión territorial que lo llevó a
invadir España. Las guerras napoleónicas son fundamentales para entender por qué en
1810 hubo movimientos revolucionarios en distintos lugares de América, incluida la ciudad
de Buenos Aires. Muchos historiadores sostienen que fue la causa más importante que
desencadenó las revoluciones hispanoamericanas. ¿Por qué? Porque los reyes de España
fueron vencidos por Napoleón y renunciaron a la corona en favor del nuevo emperador,

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que puso al mando del imperio español a su hermano, José Bonaparte. En España y en
América se organizaron juntas de gobierno para reemplazar a los reyes de España que
habían abdicado. Desde Caracas hasta Buenos Aires, las juntas rechazaron la autoridad
de los franceses. Su argumento central era que si el Rey de España, Fernando VII, estaba
cautivo de los franceses, los pueblos volvían a asumir la soberanía y no estaban obligados
a reconocer a la nueva autoridad. Por lo tanto, los pueblos americanos tenían que resolver
quién o quiénes debían gobernarlos. Comenzaban así una serie de revoluciones en las
colonias americanas de España.

1. Vuelvan a observar el Mapa Nº 1. Identifiquen la ubicación de Francia y de


Inglaterra con respecto a España. El mapa puede ayudar a comprender las
tensiones que había en Europa y la importancia de la invasión de las tropas de
Napoleón Bonaparte a España.

2. Vuelvan a leer las ideas de la Revolución Francesa que registró Belgrano en


su Autobiografía. Discutan acerca de las ideas de Belgrano sobre las Leyes de
Indias y la organización de la sociedad colonial.

Belgrano regresa al Río de la Plata

En 1794 Belgrano volvió de Europa y encontró que Buenos Aires había cambiado mucho.
Aunque seguía siendo pequeña, la ciudad había crecido y tenía más casas, incluso algunas
eran de dos pisos. La mayoría de las calles seguía siendo de barro, pero había algunas que
estaban adoquinadas y con faroles instalados para la iluminación nocturna.

Ese mismo año, Belgrano fue designado como secretario del Consulado de Comercio.
De acuerdo con las teorías económicas más modernas que había estudiado en España,
Belgrano pensaba que “el comerciante debe tener la libertad de comprar en el país que
más le acomode, y es natural que lo haga donde se le proporcione el género más barato
para poder reportar utilidad”. Al sostener esta postura y tratar de romper algunas trabas al
comercio, fomentar la agricultura, las industrias y la educación -incluso para las mujeres-,
se enfrentó a la mayoría de los miembros de la administración colonial, que era partidaria
del monopolio.

Además de su trabajo en el Consulado, Belgrano comenzó a participar activamente


de la política. En 1806 y 1807, cuando se produjeron las invasiones inglesas, tuvo una

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actuación destacada en las milicias. Desde su regreso participaba de las reuniones de un
pequeño grupo de hombres con los que compartía origen social, amistad e ideas políticas
y en las que discutían proyectos. Todos ellos pertenecían a familias de la élite porteña,
muchos habían sido compañeros de estudios, parientes y amigos; y eran partidarios de
introducir reformas para modernizar la sociedad colonial. En este grupo estaba su primo,
Juan José Castelli, los hermanos Rodríguez Peña, Antonio Beruti, Hipólito Vieytes, entre
otros. Este tipo de grupos existían en Buenos Aires y en todas las ciudades importantes
de las colonias americanas, eran las llamadas Sociedades de amigos del país. Desde
fines del año 1809, las reuniones de este grupo eran cada vez más frecuentes y con
más participantes. Debatían sobre literatura, ciencias, economía y política. Muchos de
ellos jugaron papeles decisivos en la Revolución de Mayo de 1810 y en las guerras de
Independencia.

Belgrano renunció en abril a su cargo en el Consulado y se fue a pasar unos días al campo,
pero tuvo que regresar muy pronto porque sus amigos de Buenos Aires lo mandaron a
llamar en cuanto conocieron las novedades de lo ocurrido en España: los franceses habían
ocupado toda la península. Por esos días se hacían reuniones en las casas de Belgrano,
de Rodríguez Peña y de Martín Rodríguez. En una de ellas, los patriotas acordaron solicitar
al virrey Cisneros la reunión de un cabildo abierto para resolver el problema de quién tenía
autoridad legítima para gobernar el Virreinato mientras el rey de España estaba prisionero
de Napoleón Bonaparte.

¿Cómo sabemos sobre la vida de Belgrano?

Las historiadoras y los historiadores que investigaron e investigan sobre la


vida de Belgrano cuentan con diversas fuentes de información. Además de la
Autobiografía, se conservan numerosas cartas escritas por él y dirigidas a sus
familiares y amigos. También mantuvo una importante correspondencia con
otros oficiales de los ejércitos revolucionarios, entre ellos con San Martín, que
se pueden consultar en distintos archivos históricos.

Para conocer sus ideas, las investigadoras y los investigadores recurren también
a los artículos que Belgrano escribió y publicó en diversos periódicos.

Cuando se trata de reconstruir sus acciones como general de los ejércitos


revolucionarios en distintas campañas, extraen información de los documentos
oficiales de la Primera Junta, La Junta Grande y los gobiernos posteriores, así
como de los informes que Belgrano les enviaba. Por ejemplo, su Memoria sobre
la expedición al Paraguay.

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Finalmente, las historiadoras y los historiadores contemporáneos suelen
recurrir a las biografías escritas por otras investigadoras y otros investigadores.
Hay numerosas biografías publicadas, pero la primera de ellas, la “Historia
de Belgrano y de la independencia argentina” escrita por Bartolomé Mitre y
publicada en 1857, es una de las más importantes.

Mayo de 1810: el comienzo de la Revolución en el Río de la Plata

Durante su infancia y su juventud, Belgrano fue testigo de acontecimientos muy


importantes como la creación del Virreinato del Río de la Plata y el comienzo de la
Revolución Francesa. También vimos que cuando regresó a Buenos Aires participó de la
defensa de la ciudad frente a los invasores ingleses. A partir de entonces, su papel va a ser
cada vez más importante y se va a convertir en uno de los protagonistas principales de las
jornadas de mayo de 1810, de las guerras de independencia y del Congreso de Tucumán
que en 1816 declaró la Independencia.

Veamos qué hizo Belgrano en los días decisivos de mayo.

El Cabildo Abierto del 22 de Mayo de 1810

El grupo de patriotas que se venía reuniendo y discutiendo quién debía gobernar designó a
dos de sus miembros, Juan J. Castelli y Martín Rodríguez, para que fueran a solicitarle al
Virrey la reunión urgente de un Cabildo Abierto. El virrey accedió y convocó a los vecinos
para el 22 de mayo.

Durante la colonia, los cabildos abiertos se reunían cuando había alguna urgencia que
resolver. Se los llamaba “abiertos” porque se invitaba a todos los vecinos de la ciudad. Hay
que recordar que los vecinos eran solo una pequeña parte de los habitantes de la ciudad,
integrada por los padres de familia de sangre limpia y propietarios de una casa en la
ciudad. Para el del 22 de mayo de 1810 se invitó a unos 450 vecinos y asistieron poco más
de 250. En su mayoría eran comerciantes, integrantes de las milicias, clérigos, abogados,
escribanos y médicos, también participaron los funcionarios.

Allí la discusión más importante era sobre quién debía gobernar las colonias frente a
la situación de que prácticamente toda España había caído en poder de Napoleón

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Bonaparte. El debate se prolongó durante varias horas. Según el obispo Lué, mientras
hubiera un español en América, él tendría autoridad sobre los americanos. Juan José
Castelli le respondió que consideraba que, al desaparecer la autoridad del rey, la soberanía
debía volver al pueblo. Juan José Paso afirmó que se trataba de una emergencia y que
la capital del Virreinato, como “hermana mayor” debía decidir, provisoriamente, por las
demás provincias.

La votación se hizo en forma pública, y el resultado determinó la destitución del Virrey


Cisneros: hubo 162 votos por la destitución, 64 a favor de su continuidad y 25 abstenciones.
El Cabildo Abierto del 22 de Mayo es muy importante porque allí se decidió destituir al
virrey y ese fue un primer paso hacia la revolución.

El Cabildo Abierto celebrado el 22 de Mayo de 1810, de Pedro Subercaseaux

En este cuadro, el artista representó los debates que se dieron en el Cabildo


Abierto del 22 de mayo. El cuadro fue pintado cien años después, entre 1908
y 1910, y Subercaseaux tuvo que recurrir a otras pinturas anteriores, retratos,

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fotografías de diferentes lugares del Cabildo y de diferentes objetos para saber
cómo era la galería del cabildo, los muebles, las personas, sus vestimentas, etc.

En el centro se puede ver a Juan José Paso exponiendo su postura, el que está
detrás con un abrigo marrón es Castelli. En un primer plano a la derecha está
Mariano Moreno, sentado y pensativo, seguido por Cornelio Saavedra con su
uniforme de general de las milicias patricias y una capa gris.

A Belgrano no se lo ve muy bien, está sentado sobre la derecha, a continuación


del grupo de religiosos. Vieytes está también en el lado derecho de la pintura,
es el que sobresale por encima de todos, con una galera en la mano. Según el
relato de Vicente Fidel López, estaba parado en un lugar elevado y visible y tenía
que hacer señales con la galera para comunicar lo que iba pasando en el debate
al pueblo, que esperaba reunido en la plaza. También cuenta que en la plaza se
habían reunido muchas personas, incluso grupos provenientes de los sectores
populares que vivían en las afueras de la ciudad, organizados por French y Beruti.

Vicente Fidel López se basó para este relato en lo que le contó su padre, Vicente
López y Planes, que participó de la jornada. Unos años después, Vicente López
y Planes compuso la letra de la Marcha Patriótica, que en 1813 se adoptó como
Himno Nacional.

Belgrano y la conformación de una Junta de Gobierno

Aunque en la votación se había decidido que el virrey dejaba de gobernar, el día 24 el Cabildo
nombró una Junta de gobierno presidida por Cisneros. Esta propuesta fue rechazada y
el 25 de mayo el grupo de patriotas, que contaba con el apoyo de las milicias, se reunió
en el Cabildo y organizó una Junta de Gobierno presidida por Cornelio Saavedra que era
un comerciante nacido en Potosí, líder del Regimiento de Patricios. Los secretarios de la
Junta eran dos abogados: Mariano Moreno y Juan José Paso. Completaban esta Primera
Junta -como se la llamó años más tarde- seis vocales: los abogados Belgrano y Castelli,
los comerciantes Larrea, Matheu y Azcuénaga y el sacerdote Manuel Alberti. En síntesis,
la Junta estaba integrada exclusivamente por representantes de la élite porteña, excepto
Larrea y Matheu que eran españoles, el resto, todos criollos. No había mujeres ni personas
de otros sectores de la sociedad colonial.

Después de la Revolución, la guerra

La Junta de gobierno no podía decidir por todos los pueblos del Virreinato. Y era posible que
algunos pueblos del interior no estuvieran de acuerdo con los revolucionarios porteños.

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Para resolver este problema, la Junta envió una comunicación a las provincias que
informaba acerca del cambio de gobierno e invitaba a que cada una eligiera y enviara sus
representantes a Buenos Aires. Para enfrentar el posible rechazo de algunas provincias, la
Junta envió a sus emisarios acompañados por tropas preparadas para enfrentar cualquier
resistencia.

La mayor parte de los pueblos del interior se sumó al movimiento revolucionario. Pero
en algunos lugares, como el Paraguay, la Banda Oriental (actualmente Uruguay) y el Alto
Perú (actual Bolivia) hubo una fuerte oposición a la Junta y estalló la guerra. A Belgrano,
que no era un militar de carrera, la Junta lo puso al mando de la expedición al Paraguay.
Los soldados no tenían experiencia, las armas estaban en mal estado y los propios
jefes militares tenían muy pocos conocimientos y preparación para la guerra. Muchos,
como Belgrano, trataron de reemplazar los conocimientos militares con su entrega y su
heroísmo. Las primeras campañas militares terminaron en derrota y los territorios del Alto
Perú, el Paraguay y la Banda Oriental quedaron fuera del control de la Junta.

Belgrano: un militar sin carrera, creador de una bandera para las tropas de la Revolución

Belgrano tomó el mando de la expedición al Paraguay, pero no tenía una adecuada


formación militar y sus tropas carecían de la instrucción y la disciplina necesarias,
escaseaban tanto las armas como los alimentos y la vestimenta. El resultado fue el
fracaso de la expedición, pese a la firmeza de su carácter y a su disposición para hacer
los mayores sacrificios.

En noviembre de 1811 Belgrano fue nuevamente convocado -esta vez por el Triunvirato
que había reemplazado a la Junta- para tomar el mando de las tropas revolucionarias.
Fue nombrado jefe de los Patricios y al comenzar el año 1812 el gobierno decidió que
marchara a las costas de Rosario con su regimiento y con el Batallón de Castas (que se
llamaba así porque estaba compuesto por indígenas, mestizos y mulatos).

Belgrano tenía la misión de instalar dos baterías -que eran instalaciones de defensa
costera con cañones de artillería pesada- para que les cortaran el paso del Río Paraná a
los barcos de guerra de los partidarios del rey. Cuando los trabajos de construcción de las
baterías estaban por terminarse, Belgrano escribió al gobierno solicitando un emblema
que distinguiese a sus soldados de los realistas y el Triunvirato en respuesta aprobó el uso
de la escarapela celeste y blanca.

El 26 de febrero, volvió a escribirle al Triunvirato para solicitar la aprobación de la bandera


y, sin esperar la respuesta, al día siguiente enarboló la bandera celeste y blanca y dirigió

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a los soldados, milicianos y pobladores de la zona un discurso lleno de entusiasmo.
“Soldados de la Patria: Juremos vencer a los enemigos interiores y exteriores, y la América
del Sur será el templo de la independencia y de la libertad. En fe de lo que así juráis, decid
conmigo ¡Viva la Patria!”

De inmediato Belgrano informó al gobierno. Pero antes de recibir la noticia, el Triunvirato


lo designó jefe del Ejército Auxiliador del Perú. Unos días después el gobierno le comunicó
que no aprobaba la creación de la bandera y le pidió que la escondiera. El Triunvirato dio
esa respuesta porque consideraba que la creación de la bandera podía ser interpretada por
las autoridades españolas como una ruptura definitiva con la monarquía y esa cuestión
todavía estaba en discusión. Cuatro años más tarde, en 1816, el Congreso de Tucumán,
después de declarar la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, aprobó
el uso de la bandera de Belgrano como símbolo del nuevo Estado.

El 25 de mayo de 1812, para celebrar el segundo aniversario de la Revolución, Belgrano


volvió a enarbolar la bandera en Jujuy. Como las distancias eran muy largas y las
comunicaciones tardaban mucho tiempo en llegar, Belgrano todavía no se había enterado
de que el Triunvirato había desaprobado la creación de la bandera.

“El General Belgrano enarbolando la bandera ideada por él en 1812”, de Tomás


del Villar

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En esta obra, realizada en 1947 se puede ver el Río Paraná, las tropas formadas
(la infantería adelante, la caballería en un segundo plano), y a Belgrano portando
la bandera.

El cuadro muestra los uniformes, las armas, los cañones que Belgrano había
instalado como parte de su misión en la Villa del Rosario. Los oficiales que
acompañan a Belgrano están como él montados en sus caballos. Detrás de la
tropa se puede ver a pobladores de la zona, hay hombres y también mujeres, por
las vestimentas se puede decir que algunos pertenecen a los sectores de la élite
y otros pertenecen a los sectores populares.

Carta de Belgrano al Triunvirato informando de la creación de la


bandera

Excmo. Señor:
En este momento que son las 6 y 1/2 de la tarde se ha hecho la salva en
la Batería de la Independencia, y queda con la dotación competente para
los tres cañones que se han colocado, las municiones y la guarnición.
He dispuesto para entusiasmar a las tropas, y estos habitantes, que se
formasen todas aquéllas, y les hablé en los términos de la copia que
acompaño.
Siendo preciso enarbolar Bandera y no teniéndola, la mandé hacer blanca
y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional: espero que
sea de la aprobación de Vuestra Excelencia.
Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años,
Rosario 27 de febrero de 1812.
Manuel Belgrano
Excmo. Gobierno superior de las Provincias del Rio de la Plata.

La fecha de la carta es la que se tomó para establecer el día de la creación de la


bandera. La carta nos permite también conocer cuáles fueron los motivos y las
intenciones de Belgrano al crear la bandera y tomarle juramento a la tropa.
Aunque todavía no se había declarado la independencia, Belgrano le puso el
nombre Independencia a una de las baterías. Tal vez era una forma de expresar
su adhesión a la idea de romper definitivamente el vínculo colonial que unía es-
tos territorios al rey de España.

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Seguramente Tomás del Villar consultó esta carta de Belgrano, entre otras
fuentes de información, para pintar su obra. ¿Hay detalles en la pintura que
sugieran que efectivamente fue así? ¿Cuáles?

Al frente del Ejército del Norte, Belgrano, que ya contaba con un poco más de experiencia,
obtuvo triunfos muy importantes como los de las batallas de Tucumán y Salta, por los
que recibió premios que donó al Estado para la construcción de escuelas en Tarija,
Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero. Sin embargo, los realistas volvieron a vencerlo en
Vilcapugio y Ayohuma.

Al comenzar el año 1814, Belgrano fue reemplazado al mando del Ejercito del Norte por el
General San Martín, por quien sentía una gran admiración. Sin embargo, los servicios de
Belgrano a la causa de la Revolución no terminaron allí porque al año siguiente el gobierno
le encargó una misión diplomática a Europa para buscar el reconocimiento y el apoyo de
algunas potencias europeas al gobierno revolucionario.

A su regreso a Buenos Aires, pese a que estaba muy enfermo, siguió cumpliendo con
las órdenes del gobierno. En 1816, cuando el Congreso reunido en Tucumán discutió a
propósito de declarar la Independencia, Belgrano se manifestó a favor de la Declaración
y también de establecer una monarquía gobernada por los descendientes de los
emperadores incas en América del Sur.

Hasta su muerte, en junio de 1820, Belgrano siguió brindando sus servicios tanto al mando
del Ejército del Norte como en las provincias del Litoral, para hacer frente a los conflictos
internos en nombre del gobierno revolucionario.

A lo largo de las dos partes de este material, “Manuel Belgrano y su época”


y “Manuel Belgrano y la Revolución de Mayo”, estudiaron sobre la sociedad
colonial y sobre los tiempos de la Revolución y las Guerras de Independencia.
También conocieron distintos aspectos de la vida de Belgrano.

1. Construyan una línea de tiempo y ubiquen en ella los siguientes


acontecimientos

• Creación del Virreinato del Rio de la Plata


• Revolución Francesa

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• Primera y segunda Invasión Inglesa
• Invasión napoleónica a España y abdicación de los reyes
• Revolución de Mayo
• Declaración de la Independencia

2. Relean lo que se cuenta sobre Belgrano en las dos partes del documento y,
con otro color, agreguen a la línea de tiempo los hechos relacionados con la
vida y la participación política de Belgrano.

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