Poemas en Lenguas Originarias
Poemas en Lenguas Originarias
Poemas en Lenguas Originarias
En aquellos tiempos existieron tres hermanos, muy preocupados por qué era o quién
era esa persona o cosa que mataba a la gente.
¿Por qué la gente moría?, no lo comprendían.
Un día una señora les dijo que siguieran el camino y encontrarían un viejito que les
sabría decir donde podían encontrar a la muerte.
Caminaron mucho y por fin vieron al viejito, quien inteligentemente les dijo: "Allá, muy
lejos, donde está un árbol muy grande, cuya historia escribe por sí solo, ahí van a
encontrar a la muerte. Ahí vive"
Los tres muchachos se alegraron estaban dispuesto a acabar con esa cosa, para que
la gente ya no muriera.
Al llegar, se impresionaron al ver un árbol frondoso. Se separaron para rodearlo y tras
unos minutos el menor encontró un orificio en el tronco.
"Ahora mismo vamos a ver quién es" dijo uno de ellos.
Al entrar al tronco lo único que encontraron fue oro, metales preciosos y monedas de
plata.
Ya seguros de que no existía ahí ni una persona, ni nada, decidieron repartírselo en
partes iguales.
Pero antes, decidieron que el menor fuera por algo de comer. El menor compró
entonces tres refrescos, uno limpio y dos envenenados. Estaba inconforme pues creía
que sólo a él, le pertenecía todo. Sin embargo el mayor, ya tenía un plan también.
Cuando llegó el menor, entre los dos lo agarraron y lo mataron, pero no contaban con
el plan de este y bebieron en seguida los refrescos.
Los tres murieron.
Bien lo dijo el anciano: "Allá muy lejos, donde está ese árbol, cuya historia se escribe
por sí sola; ahí encontrarán la muerte".
Cuando Muere una Lengua / Quema polihui se tlajtol camanali
Basado en un poema de Miguel León Portilla.
Lengua: Nawatl (Náhuatl de la Huasteca de Hidalgo), Hidalgo
Cuando muere una lengua, las cosas divinas, estrellas, sol y luna; las cosas humanas,
pensar y sentir, no se reflejan ya en ese espejo.
Cuando muere una lengua todo lo que hay en el mundo, mares y ríos, animales y
plantas, ni se piensan,
ni pronuncian con atisbos y sonidos que no existen ya.
Entonces se cierra a todos los pueblos del mundo, una ventana, una puerta. Un
asomarse de modo distinto a las cosas divinas y humanas,
a cuanto es ser y vida en la tierra.
Cuando muere una lengua, sus palabras de amor, entonación de dolor y querencia, tal
vez viejos cantos, relatos, discursos, plegarias, nadie cual fueron
alcanzarán a repetir.
Cuando muere una lengua, ya muchas han muerto y muchas pueden morir.
Espejos para siempre quebrados, sombra de voces para siempre acalladas:
la humanidad se empobrece.
Cuentan que hace muchos años existió una niña que iba diario al río a llorar, pues sus
padres la habían prometido en matrimonio.
El río al escucharla ofreció ayudarla y le dio una buena cantidad de peces para
convencer a sus padres de que podía apoyar en la casa
y así no tener que casarse.
Pasaron varios días y la boda seguía en pie hasta que la niña decidió convertirse en
parte del río con lo que aprendió que cada quien labra su destino sin importar las
condiciones en las que uno haya nacido.
Así lo cuentan los chinantecos.
Cómo llegó el conejo a la luna / T’ilab: jant’inij ti ulit’s an ko’y al a it’s.
Basado en el cuento “Cómo llego el conejo a la luna”
Relato Huasteco, Recopilación de Franciso Martínez de Jesús
Lengua: Tének (Huasteco del occidente), San Luis Potosí
Antiguamente, los hombres no tenían necesidad de trabajar con sus manos. Podían ir
al campo y dejar ahí sus herramientas de trabajo,
para que ellas que estaban vivas, trabajasen por ellos.
Pero un día un hombre que había decidido talar su parcela para comenzar a sembrar,
se encontró al día siguiente con la sorpresa de que todo el monte se había levantado
de nuevo.
Decidió entonces espiar al maleante que lo había hecho y descubrió que era el conejo.
Enojado e incrédulo el hombre escuchó al conejo decirle que ya no era tiempo de
sembrar, pues pronto vendría un diluvio e inundaría la tierra.
El hombre empezó inmediatamente a construir, por orden del conejo, un cajón grande
en el que debía meter todas las provisiones para él, su familia y el conejo.
Comenzaron las lluvias y el nivel del agua empezó a subir, hasta que se atoraron en el
cielo.
El conejo, viendo que se hallaban casi junto al sol decidió explorarlo; pero no pudo
resistir el calor. Luego, vio que estaba cerca de la luna y subió también a esta.
Sin embargo, cuando quiso regresar al cajón, el agua había empezado a descender y
ya no pudo bajar.
Así se quedó en la luna para siempre y ahí lo podemos ver en las noches de luna llena.
Cuentan que hace muchos años, cuando la luz de la luna y las estrellas eran las únicas
que iluminaban a nuestro planeta, los antepasados salieron del mar.
Los dioses formaron el primer grupo de jicareros en busca de un venado y el cerro del
Amanecer.
Cuando llegaron al cerro, uun venado se ofreció voluntariamente y su corazón se
convirtió en peyote. Entonces, la luna entregó a su hijo, un niño ciego y cojo, pero muy
buen cazador, quien al arrojarse al fuego y atravesar el inframundo resurgió como el
Sol, nuestro padre Tayau.
Fue así el nacimiento de la primera cacería y el primer amanecer.
Así lo cuentan los wixárika.
La última danza / U Yóok´otil Kíimil
Basada en el cuento “La Última Danza” de Isaac Essau Carrillo Can.
Lengua: Maayat´aan (Maya), Yucatán
Cuentan que hace muchos años, sólo existía el mar, el cielo y los animales marinos.
Un día, los animales decidieron bajar al fondo del mar para conseguir arena y crear la
Tierra. Varios lo intentaron pero era tan profundo que ninguno lograba llegar. Tocó el
turno de la Caguama, la tortuga más grande que haya existido. Tras un largo camino
llegó hasta el fondo y tomó arena con sus patas, la cual cayó mientras nadaba. Por
suerte guardaba en sus uñas la suficiente para formar la Tierra.
Fue así como se creó la Tierra en la que estamos.
Así lo cuentan los seris.
Muere mi rostro
Mueren los ríos,
mueren las estrellas,
mueren mis ojos,
mueren mis manos,
muere mi rostro,
muere mi oído,
muere mi olfato,
muere mi sombra,
muere mi silencio,
muere mi ruido,
muere la luna,
muere el dolor,
muere mi muerte
y mi canto,
mi canto,
mi canto no morirá jamás.