Dialnet LaUGTEnElPrimerBienioRepublicano19311933 66320

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 32

La U.G.T.

en el primer
bienio republicano,
1931-33.

por Manuel Redero San Román


(Universidad de Salamancki)
7
La U.G.T. en el primer bienio republicano 93

1. INTRODUCCIÓN

El 14 de abril de 1.931, al proclamarse la Segunda Rep ŭ blica, se abría un


proceso político nuevo que generaba la posibilidad de que muchas fuerzas so-
ciopolíticas aprovecharan las potencialidades que les ofrecía la nueva situa-
ción, para alcanzar un peso en la realidad social hasta entonces no consegui-
do.
Las fuerzas sindicales españolas tendrán ahora un mayor campo de ac-
ción y adquirirán una gran influencia en la dinámica sociopolítica. Socialis-
tas, anarcosindicalistas, comunistas y católicos pretenderán afianzarse entre
la clase obrera española mediante una fuerte implantación sindical, aunque
los dos ŭ ltimos citados, y particularmente los católicos, no lograron una pre-
sencia destacada. En relación a su propia historia, la U.G.T. adquiere su ma-
yor importancia en la Segunda Rep ŭ blica, en particular en el primer bienio,
al alcanzar un crecimiento insospechado y convertirse en punto obligado de
referencia en las relaciones sociolaborales.
En la exposición que se desarrolla a continuación, se intentará presentar
una reflexión general de la U.G.T. en el primer bienio republicano, enmar-
cando la problemática de dicha central sindical en el contexto del movimien-
to socialista en general, entendiendo por éste, el Partido, el Sindicato y las
Juventudes.

2. EL MODELO S1NDICAL UGETISTA

Cuando Ilega la Segunda Rep ŭ blica, nos encontramos con una central, la
U.G.T., que se asienta sobre un modelo sindical propio que orientará su ac-
tuación en estos años, aunque al final del primer bienio se vayan producien-
do algunas modificaciones en esa forma de sindicalismo.
El modelo que la U.G.T. representa al Ilegar la Segunda Rep ŭ blica se
puede concretar en las siguientes características:
a) De concepción marxista:
Aunque no aparece tal término expresado en los estatutos de la
central, sin embargo, se recoge en algunos de los reglamentos de las
federaciones o sociedades de la misma, y particularmente en los que se
renuevan a partir de 1.9341.
La doctrina que se desprende de su "Declaración de Principios
Fundamentales" es inequívocamente marxista. El análisis que hace
de la sociedad sobre la que pretende actuar y los fines a los que aspira
son observados desde la óptica de la lucha de clases. Según se recoge

En este sentido pueden verse los Estatutas de la Federacion de Industria de la Edifica-


ción de España. En su artículo cuarto declara "La Federación se rige democraticamente y SUS
componentes quedan obligados a aceptar en las contiendas con la burguesia la orientación mar-
x ista".
94 Manuel Redero San Román IH 10(1990)

en sus estatutos, la U.G.T. contempla el sistema económico desde la


• perspectiva de un régimen basado en la propiedad privada de los
medios de producción, y de ahí que reconozca sólamente dos clases so-
ciales: "capitalistas" y "trabajadores" Desde esta perspectiva, si-
guiendo el planteamiento marxista, la central socia lista concibe el Es-
pado como la superestructura jurídico-política puesta al servicio de la
clase capitalista.
La U.G.T. recoge y acepta el principio de la lucha de clases y aspi-
ra a conseguir la superación del modelo de sociedad imperante. En es-
te sentido, los militantes del sindicato socialista podrán tener sus pro-
pias ideas en materia política o religiosa, pero siempre que no contra-
digan estos principos básicos. De esta forma, en los estatutos puede
leerse que la U.G.T. "respeta la más amplia libertad de pensamiento y
táctica de sus componentes, siempre que estén dentro de la orientación
revolucionaria de la lucha de clases y tiendan a crear las fuerzas de
emancipación integral de la clase obrera, asumiendo alg ŭ n día la di-
rección de la producción, el transporte y la distribución en intercambio
de la riqueza social"
En este ŭltimo párrafo se nos muestra también con toda claridad
el cambio de sociedad como objetivo máximo de la U.G.T. En el modelo
social alternativo, la clase obrera asumiría Ja dirección de la produc-
ción, el transporte y la distribución de la riqueza. Se alcanzaría una
sociedad sin clases puesto que no existiría propiedad privada de los
medios de producción.
Así, el sindicato presenta una finalidad revolucionaria, aunque la
sitŭe a largo plazo, más allá de lo que en principio es la simple organi-
zación de resistencia. Todo ello, se pone de manifiesto en repetidas oca-
siones. "Bueno será repetir, dirá El Socialista, que el sindicato no re-
presenta pura y simplemente la asociación de resistencia, que no tiene
otras miras que las de preservar de la presión capitalista al trabaja-
dor, tanto manual como intelectual, pues tiene además de ésta, la ta-
rea de encauzar el movimiento obrero por el caminio que conduce a la
completa emancipación del hombre, despertando en la conciencia de
éste el amor profesional que•lo ponga en actitud de tomar parte en la
administración y distribución de la riqueza cuando suene la hora del
derrumbamiento de la era de la producción capi ta lista" 4.
b) De clase:
Si como acabamos de analizar, en la concepción ugetista la socie-
dad está vertebrada por dos clases sociales, el sindicato agrupa a todos

2 U.G.T.: Estatutos. Modificados por el XVII Congreso celebrado en Madrid en octubre de


1932. 1.932. Folleto impreso. Sin pie de imprenta. Pág. 3.
3 Ibidem. Pág. 7.
4 "Los sindicatos y la acción política". El Socialisia. 13 de mayo de 1.931.
La U.G.T. en el primer bienio republicano 95

los trabajadores manuales e intelectuales, que se unen por sus intere-


ses comunes, frente a la clase capitalista, para la defensa de sus inte-
reses de clase, con la meta final de romper la relación de explotación.
En el análisis que la U.G.T. hace de la clase trabajadora, ésta se
halla en situación desfavorable, respecto a la de la clase capitalista.
Esta inferioridad, que se manifiesta en los órdenes económico, jurídico
y político, es aprovechada por la clase dominante en razón inversa al
grado de organización y conciencia de clase que los trabajadores ten-
gan.
Por todo ello, segŭn los planteamientos ideológicos de la U.G.T., es
necesario que los trabajadores se aglutinen en sus propios sindicatos,
no manipulados por la patronal (amarillos), y mantengan un alto gra-
do de solidaridad.
La solidaridad es un componente básico del sindicalismo de clase.
El trabajador aislado no pude luchar con eficacia y solo la unión de los
trabajadores puede constituir una fuerza eficaz para conseguir las as-
piraciones de la clase obrera.
Junto a todo ello, la U.G.T. pretende desarrollar al máximo la con-
ciencia de clase de las masas trabajadoras, para que sean capaces de
desentrañar mejor la complejidad de las relaciones sociales.
c) Reformista:
A la hora de caracterizar a la U.G.T. como un sindicato reformista,
conviene que hagamos de antemano alguna precisión por cuanto con
lo dicho hasta ahora, más bien podría ser catalogada como prototipo de
sindicato revolucionario. Y en efecto, si nos atenemos a sus "Principios
Fundamentales", es evidente que existe una finalidad revolucionaria
que se concretaría en la busqueda de un nuevo modelo de sociedad que
podríamos definir como la sociedad socialista.
Ahora bien, es preciso que tengamos en cuenta dos cuestiones im-
portantes. Por una parte, el hecho de que con frecuencia la ideología
considerada en abstracto no define totalmente a una organización so-
cial, por cuanto es fácil observar disparidades en relación a su prácti-
ca; entre principios doctrinales y actuación existe a menudo una dis-
cordancia que obliga al estudioso a mostrarse prudente respecto a la
posible conceptualización global del sindicato en cuestión. Las decla-
raciones que hace el sindicato tienden a cubrir habitualmente diver-
sos y complementarios objetivos porque se dirigen simultáneamente a
sus propios militantes con el fin de cohesionarlos en torno a la organi-
zación, al resto de los trabajadores con el objeto de atraerlos a sus filas,
a otros sindicatos para marcar sus diferencias, a la patronal y al go-
bierno, con quienes tiene que contar para conseguir los fines deseados,
y a la opnión pŭ blica a la que debe convencer de lo fundadas que son
determinadas exigencias. Todo esto explica también que las declara-
ciones sindicales muestren una pantalla doctrinal que tiene difícil tra-
ducción en actuaciones prácticas.
96 Manuel Redero San Román (H10(1990)

Por otra parte, en los mismos estatutos se recogen también aspira-


ciones no revolucionarias que acaban siendo las que prevalecen en la
política diaria del sindicato. En los estatutos de 1932 se establece una
clara distinción con relación a los objetivos a conseguir. Unos están
centrados en la "emancipación total" de la clase obrera y otros quedan
cifrados en "propósitos inmediatos de bienestar". Es decir, se hace hin-
capié en la necesidad de luchar por reinvindicacines concretas que
puedan elevar el nivel de vida de los trabajadores. Se aspira en defini-
tiva a arrancar a la "clase capitalista" todas aquellas mejoras que pue-
dan conseguirse.
Desde esta óptica, la función del sindicato es lograr la mayor parte
posible del valor generado que se traduce en salario, frente al que se
transforma en plusvalia. Planteadas así las cosas, son objetivos bási-
cos conseguir aumentos salariales y reducir la jornada laboral. Con to-
do, estas prioridades no implican la exclusión de reivindicaciones polí-
ticas.
Cuando se estudian los reglamentos de las distintas organizacio-
nes internas de la U.G.T. (federaciones, sindicatos, sociedades...), se
observa cómo generalmente resaltan las reivindicaciones concretas
sobre las aspiraciones de mayor alcance. La conquista de mejoras in-
mediatas es fundamental en la estrateg-ia ugetista.
En este sentido puede caracterizarse a la U.G.T. como un sindicato
de tipo reformista, aludiendo al hecho de que sin renunciar a sus ŭ lti-
mos objetivos, acepta otros más inmediatos como básicos, y pretende
conseguirlos a través de una vía gradual, con reformas paulatinas y
sin cambios bruscos, con reivindicaciones que pueden ser asumidas
dentro del sistema capitalista.
d) De carácter contractual:
Una central sindical como la U.G.T. es una organización de afilia-
ción. De esta forma, el sindicalismo se convierte en un contrato entre
el sindicato y los afiliados, por medio del cual éstos ŭ ltimos gozan de
una serie de derechos no reconocidos a quienes no son sus miembros.
Los afiliados se sindican voluntariamente haciendo uso de su libertad
sindical individual en cuanto ésta supone la libertad del trabajador de
afiliarse o no a una central sindical. El trabajador asume los estatutos
como un acto libre y personal.
El sindicato se caracteriza por ser una forma de organización vo-
luntaria y permanente de los asalariados. Así las cosas, el afiliado es
el nŭcleo básico de la organización, que se convierte en sujeto de dere-
chos y deberes y en punto de referencia de todas las decisiones.
Aunque el sindicato debe tener presente las aspiraciones del con-
junto de la clase obrera y tratar de coincidir con ella, para la defensa
de sus intereses, sin embargo el sindicato es algo más que una mera
La U.G.T. en el pri mer bienio republicano 97

instancia emisora-receptiva de ciertos mensajes o Ilamamientos. En


este sentido, la organización actŭ a y decide en nombre del colectivo de
afiliados a los que representa sin someter su actuación a conjunto de
los trabajadores. Las decisiones del sindicato deben tomarlas libre-
mente todos sus afiliados a través de sus canales reglamentarios de
expresión.
Desde esta concepción sindical, la organización tiene una sustanti-
vidad que no se encuentra en un tipo de sindicalismo abierto a los no
afiliados. En este sentido, en el sindicato ugetista la organización es a
largo plazo la garantía de la victoria, porque a través de ella, los afilia-
dos pueden conseguir una serie de reformas mediante la presión sindi-
cal.
La fuerza de la organización depende del n ŭ mero de sus miembros,
pero igualmente de la cohesión interna de los mismos; de aquí que la
disciplina sea un elemento central que contribuye a su buen funciona-
miento.
Así contemplada, la organización se configura como uno de los me-
dios fundamentales para la consecución de conquistas obreras, pero
también puede convertirse en un fin en sí misma. La organización ad-
quiere entonces, un peso específico en la dinámica sindical, hasta tal
punto que puede tener prioridad sobre otras cuestiones de carácter po-
lítico o sindical. Una derivación de esta situación la encontramos en el
fenómeno de la burocratización, que genera unos poderes internos de
hecho, que a veces colisionan con las aspiraciones de las bases de la
central y crean graves problemas al desenvolvimiento natural de sus
miembros.
La burocratización Ileva consigo un I iderazgo oligárquico que con-
trola los recusos de dominación con fuerte resistencia al cambio, para
poder mantener su status de privilegio. De esta forma, la democracia
sindical, en tanto supone la participación del afiliado en la organiza-
ción en igualdad de derechos y obligaciones, queda claramente res-
tringida.
e) De intervención:
El modelo sindical que representa la central socialista tiene una
ŭ ltima característica, que hace de la U.G.T. un sindicato de interven-
ción.
Por tal se entiende el hecho de que el sindicato colabore en las ins-
tituciones socio-políticas a los efectos de conquistar y mantener dere-
chos sociales de sus miembros. De esta forma, el sindicato participa in-
cluso con las fuerzas patronales en diversos organismos. La central, en
cuanto organización, al intervenir defiende y gestiona los intereses de
sus afiliados.
Frente a otras concepciones sindicales no intervencionistas en las
que la acción directa supone una concepción distinta en la estrategia a
98 Manuel Redero San Román 1H 10 (1990)

seguir en el desarrollo de las relaciones laborales, en el caso que nos


ocupa, el sindicato es algo más que una organización de presión. En es-
te sentido, la organización sirve al afíliado como cobertura desde la
que se instala para defender sus intereses sociales.
Por lo demás, el sindicato crea una serie de entidades paralelas al
mismo, para cubrir aspectos fundamentales de la vida del trabajador,
que acaban formando toda una madeja de instituciones en las que el
sindicato interviene gestionando los intereses de sus afiliados. Así, la
U.G.T. tenía establecidas cooperativas, mutualidades... y otras orga-
nizaciones socioeconómicas a las que prestaba mucha atención. Todas
ellas creaban un modelo de sindicalismo que tenía necesariamente
que hacer frente a multitud de instituciones e intereses.

3. UNA ESTRATEGIA PARA CONSOLIDAR LA REPÚBLICA

Teniendo en cuenta la concepción sindical que acaba de analizarse y la


trayectoria histórica que había desarrollado la U.G.T., se comprende fácil-
mente la actitud que manifestó al advenimiento de la Segunda Rep ŭblica.
Aunque la lucha antimonárquica por parte del movimiento socialista no
tuvo lugar hasta después del Pacto de San Sebastián, con posterioridad a
otras organizaciones, que habían recorrido un largo camino en esta línea, sin
embargo desde entonces, las Comisiones Ejecutivas del P.S.O.E. y la U.G.T.
empiezan a comprender que la opción republicana es la salida más razonable
al deterioro en que está inmersa la Monarquía.
Tras la dimisión del Gobierno Berenguer el P.S.O.E. y la U.G.T. toman
una postura clara a favor de la Rep ŭ blica, en una nota hecha p ŭblica por par-
te de las Comisiones Ejecutivas de ambas organizaciones. Desde entonces
quedaba nítidamente plasmado que el régimen republicano era una pieza
central en su estrategia, porque amparaba las libertades políticas y posibili-
taba a largo plazo el cambio en las estructuras socioeconómicas.
Una vez proclamada la Segunda Rep ŭblica, la línea oficial de la central
socialista, en consonancia con el partido, estimó que el régimen republicano
era el más apto para sus aspiraciones políticas y sociales, así como para el de-
sarrollo de sus organizaciones; de ahí que emprendiera una estrategia basa-
da en la colaboración a fondo con las nuevas instituciones. "La organización
obrera, se dirá, para desenvolverse normalmente necesita que rija los desti-
nos del país un régimen jurídico, democrático y liberal. Este puede ser la Re-
pŭ blica... A consecuencia del cambio de régimen prosperó mucho la organiza-
ción obrera de nuestro país... Ello prueba de qué manera favorece nuestro
avance un régimen liberal y democrático" En general en todas las publica-
ciones que giran en torno al movimiento socialista y en concreto en el "Bole-
tín de la U.G.T. de España" que es el órgano de expresión más oficial de la
5 FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE ARTES BLANCAS ALIMENTICIAS: Memorio. Primer
Congreso Ordinorio. 1.932. Págs. 3-4.
La U .G.T. en el primer bienio republicano 99

central ugetista se insiste frecuentemente en la identificación con el nuevo


régimen político.
El mismo día 14 de abril las dos organizacines socialistas emitieron una
nota en la que se manifestaba p ŭ blicamente la defensa explícita de la Rep ŭ -
blica y en la que se marcaban las líneas que se mantendrían durante el pri-
mer bienio republicano. Desde su análisis, el nuevo régimen estaba estrecha-
mente unido a sus organizaciones debido al papel que habían jugado para he-
cer posible su Ilegada. Las Comisiones Ejecutivas manifestaron todo su apo-
yo al nuevo régimen, oponiéndose "con toda la energía que las circunstancias
demanden a cualquier intento encaminado a obstaculizar el normal desarro-
llo de la Rep ŭ blica que empieza".
Las ComisioneS Ejecutivas del P.S.O.E. y la U.G.T. intentan marcar
unas directrices propias y advierten a sus afiliados y simpatizantes para que
no tomen en consideración ninguna línea de conducta que pueda desviarse de
los planteamientos que emanen de los distintos organismos directivos del
partido y del sindicato.
En su afán por presentar a la Rep ŭ blica como un sistema político con po-
sibilidades de éxito, y a los efectos, de poder contrarrestar todas las críticas
que lancen sus enemigos, el P.S.O.E. y la U.G.T. harán todo lo posible para
que nazca rodeada del máximo prestigio. El hecho de que no fuera un golpe
militar el promotor de su nacimiento y el haberse producido sin derrama-
miento de sangre, será presentado a la opinion pŭ blica como algo positivo.
Desde un principio el P.S.O.E. y la U.G.T. asumen la responsabilidad de
considerarse los máximos defensores del régimen naciente. Y la U.G.T. justi-
ficará su activa presencia en la lucha política en virtud del mandato que reci-
be de sus mismos estatutos. La U.G.T. no podía permanecer neutral en la ba-
talla que estaba desarrollando por la democratización del sistema. "Nuestros
estatutos nos invitan a entrar en I iza contra la reacción" dirá Enrique San-
tiago, para justificar tal actitud
El gran fervor que los socialistas sienten por el régimen republicano y el
deseo de colaborar con él hasta sus ŭ ltimas consecuencias, incluso como vere-
mos, en el mismo Gobierno, puede comprenderse con mayor facilidad si tene-
mos en cuenta que las Comisiones Ejecutivas de ambas organizaciónes esta-
ban dominadas por elementos decididamente colaboracionistas con el nuevo
régimen y con los partidos republicanos, que también habían sido protago-
nistas del cambio político. Desde febrero de 1931 el sector que se aglutinaba
en torno a Julián Besteiro, más reticente a colaborar con los republicanos ha-
bía abandonado las Comisiones Ejecutivas.
A partir de ese momento los sectores colaboracionistas, representados en
la central sindical por Largo Caballero, tienen más libre el camino para Ile-

P.S.O.E.: X/11 Congreso Ordinaria. Memorta. 1.932. Gralica Socialistta. San Bernardo.
1.932. Pág. 88.
7 SANTIAGO, E.: "Nuestra política". Baletin de la de España. N g 28. Abril. 1.931.
Pág. 65. Enrique Santiago se apoyará en el art g I g , apartado 6 9 de los Estatutos de la U.G.T.
too Manuel Redero San Román 111 10(1990)

var a cabo su línea estratégica. Desde su perspectiva, era preciso también


fortalecer y aumentar la organización para insertarla más en el cuerpo social
con el fin de que la U.G.T. se comprometiera intensamente en el proceso de
Ilegada de la Rep ŭblica y posteriormente se hiciera imprescindible. "A traba-
jar, pues, dirá Enrique Santiago, fortaleciendo nuestra organización, con-
quistando nuevas voluntades para nuestra causa con los mismos bríos de
siempre, penetrando hondamente en el alma nacional a fin de que el movi-
miento que representa la Unión General de Trabajadores de España sea in-
dispensable al régimen democrático que vamos a establecer" b.
Con todo, la Repŭblica en la concepción ugetista debía ser presionada pa-
ra que se proyectara sobre ella un fuerte contenido socia I, ya que en absol uto
se consideraba como un proyecto netamente socialista.
El apoyo de la U.G.T. de la Repŭblica implicaba, por tanto, una serie de
reformas socieconómicas y la puesta en práctica de una amplia legislación
social que se Ilevaría a cabo desde el Ministerio de Trabajo, cuyo titular era
precisamente Largo Caballero.
La Repŭblica se presentaba como un régimen capaz de solucionar los gra-
vísimos problemas que la Monarquía había legado a España. La evolución de
esta Repŭblica democrática y social debía realizarse en conformidad con las
estructuras políticas democráticas que el nuevo régimen se estaba dando así
mismo; en palabras de Largo Caballero: "Dentro de los cauces jurídicos, con
el Parlamente abierto" La U.G.T. hará hicapié en la necesidad de mante-
ner la Repŭ blica en un estado donde la violencia no tenga cabida, entre otras
razones, para no dar argumentos a la reacción para obstaculizar su desarro-
llo.
Ahora bien, para la aplicación de los programas sociales que la U.G.T.
considera necesarios, era preciso que junto a las instituciones democráticas
republicanas operara en la realidad social la presión de las masas, siempre
bien orientadas; labor de orientación asumida por la U.G.T. al considerarse
representante de la clase obrera.
La Repŭblica democrática y social era en teoría un paso que podría I le-
var en un tiempo indefinido a la Repŭblica socialista. Era necesario afianzar-
la frente a las tendencias radicales que pretendían acelerar esa evolución.
Aceptada la Rep ŭ blica, se planteaba la colaboración con los partidos re-
publicanos en principio destinados a dirigirla. El debate se planteó funda-
mentalmente en el ámbito del partido, aunque en él participó también la
central. En concreto, en los primeros años republicanos el asunto se cifraba
en la colaboración o no de los socialistas en el Gobierno.
Desde febrero de 1931, los socialistas habían aceptado tres carteras en un
posible Gobierno, pero esta decisión debía ser ratificada en un congreso del
partido. Con carácter extraordinario, se celebró dicho congreso en julio de
1931, presentando esta cuestión como uno de sus puntos fundamentales. Pos-
8 Ibidem. Pág. 66.
9 LARGO CABALLERO, F.: "Declaraciones". El Socialista, 31-V-3 1.
La U.G.T. en el primer bienio republicano 101

teriormente se volvería a tratar el tema en el congreso ordinario de octubre


de 1.932. En ambos se dejaba la puerta abierta a la colaboración con los repu-
blicanos en el Gobierno.
Este problema de la colaboración ministerial tuvo también su incidencia
en la propia U.G.T., aunque no mereció por su parte un tratamiento tan ex-
haustivo como en el partido. Con frecuencia desde los órganos dirigentes se
intentó evitar el asunto, manifestando que era un problma que sólo incumbla
al P.S.O.E. No obstante, el sindicato asumió las decisiones del partido, acep-
tando la presencia social ista en el Gobierno. De entrada, el hecho de que sea
el sector colaboracionista el que dirige y controla los órganos dirigentes de la
U.G.T. posibilita dicha actitud.
Durante los primeros meses de la Segunda Rep ŭ blica, la U.G.T. no se
pronunciaría oficialmente sobre el tema llevando en la práctica una política
de apoyo al Gobierno y colaborando con los partidos republicanos en aquellos
aspectos políticos que suponlan, en parte, la continuidad conjunta en las ta-
reas de gobierno Tal es el caso por ejemplo de la ayuda quela central presta a
las candidaturas de la coalición republicano-socialista en las elecciones de ju-
nio de 1931, para elegir Cortes Constituyentes.
La primera declaración oficial de la U.G.T. en apoyo de la presencia so-
cialista en el Gobierno tendrá lugar en la reunión del Comité Nacional cele-
brado los días 1 y 2 de febrero de 1932. "El pleno del Comité Nacional de laU-
nión General de Trabajadores, se dice, después de una amplia deliberación y
oídas las explicaciones que sobre la intervención de los ministros socialistas
hicieron los camaradas Largo Caballero y Fernando de los Ríos, acordó por
unanimidad, declarar su solidaridad con los compañeros que vienen repre-
sentando al Partido Socialist,a y a la clase trabajadora en el Gobierno de la
Repŭ blica"". llicha declaración oficial está motivada por la propuesta que
hace al referido organismo el delegado de la Federación Gráfica, Antonio
Muñoz, pidiendo que los ministros socialistas salgan del Gobierno debido a
que existe un cierto malestar en las bases ugetistas por cuanto estas no com-
prueban avances sustanciales en materia social. El debate que se abre en el
Comité Nacional aborda el tema de la participación ministerial sin perder de
vista todo lo que supone globalmente el nuevo régimen.
El apoyo a los ministros socialistas en el Gobierno fué respetado también
por los miembros del sector besteirista que controlaban varias federaciones
importantes de la U.G.T., y desde el congreso de la central de octubre de
1932, otra vez, la Comisión Ejecutiva hasta comienzos de 1934., con Besteiro
en la presidencia. "Conviene señalar, dirá Mario de Coca, que la actuación de
los besteiristas al frente de los sindicatos y posteriormente, desde 1932, al
frente de la U.G.T. estuvo siempre sujeta a normas de estricta prudencia en
los puntos relacionados con la participación de los socialistas en el Gobier-

10 "Reunión del Comile Nacional" Boletin de la U.G.T. de España. N Q 37. Enero. 1.932.
Pág.16.
102 Manuel Redero San Román Ill 1011990/

no" 11 . Efeĉtivamente, un detenido análisis de los documentos de las distintas


federaciones o de los sindicatos más importantes, incluídos los controlados
por los besteiristas, confirma lo expuesto por Mario de Coca en este sentido.
Esta línea de identificación con el partido en este aspecto es difinitiva-
mente consol idada en el XVII congreso de la U.G.T. celebrado en octubre de
1932, inmediatamente después del llevado a cabo por el P.S.O.E. El tema de
la participación de los ministros socialistas en el Gobierno se aborda en laPo-
nencia de Orientación Sindical y tras una serie de intervenciones se aprobó
"que no correspnde a la Unión General de Trabajadores examinar este asun-
to por ser de incumbencia del Partido Socialista"1'.
Desde octubre de 1.932 se siguió apoyando a los ministros socialistas,y su
salida del Gobie • no, en septiembre de 1.933, preocupó a los líderes de la cen-
tral por el temor a que se anulara la obra político-social realizada hasta en-
tonces. El 14 de octubre de 1933 se reunió el Comité Nacional de la U.G.T.
para hacer un aná lisis de la situación político-social existente tras la separa-
ción de los socialistas del Gobierno. Allí se acordó: "mantener una acción
constante de defensa de la Rep ŭ blica contra los ataques de que pudieran ha-
cerla objeto sus enemigos declarados o encubiertos y exigir ante los gobiernos
que puedan formarse el mantenimiento y la escrupulosa observancia de los-
principios legales que, en beneficio de la clase trabajadora han sido votados
por las Cortes Constituyentes. "13.
Considerándose la U.G.T. como el pilar fundamental de la Segunda Re-
pŭ blica, se sentia obligada a aceptar una postura de máxima responsabilidad
ante la nueva situación. I,a U.G.T. estaba dispuesta a mantener esta actitud
de fuerte compromiso con la Rep ŭ blica frente a los que consideraba máximos
peligros desestabilizadores por la derecha y por la izquierda.
En un principio, la reacción de la derecha se centró en el caciquismo ru-
ral, que pretendía anular la obra progresista Ilevada a cabo. Se intentaba de-
sarticular el caciquismo rural y el manejo que éste hacía de la Guardia Civil
en cuestiones esencialmente propias de las relaciones laborales. Con todo, el
enfrentamiento con la derecha fué tan amplio que no se redujo a los monár-
quicos, tradicionalistas, y en general, a todo lo que tenía cabida en las deno-
minaciones de Acción Nacional o Agrarios, sino que se extendió incluso al
Partido Radical, sobre todo a partir de 1932, cuando desde fuera del Gobierno
comenzó una política obstruccionista en relación con las leyes de carácter so-
cial que Ilegaban al Parlamento.

11 MARIO DE COCA, G.: A ati-Caballero. Madrid. Ediciones de Centro. 1.975. Introduc-


ción y Notas de Marta Bizcarrondo. l'ág. 40.
12 U.G.T.: Actas de las sesiones del XVII Congreso de la U.G.T. de España celebrado en Ma-
drid los días 14 al 22 de octubre de 1.932. Madrid.Gráfica Socialista. 1.933. Pág. 101.
13 U.G.T.: "El Comité Nacional en reunión extraordinaria adopta importantes acuerdos".
Boletín de la U.G .T. de España. Octubre. 1.933. N Q 58. Pág. 189. Esta es una nota que el Comité
decide hacer p ŭblica en el Boletin del mes de octubre para que se divulgue de forma inmediats.
Las actas de las discu.siones de dicha reunión se transcribieron en el Boletin del mes de noviem-
bre de dicho año.
La U.G.T. en el primer bienio republicano 103

También la actitud de la U.G.T. era contraria a la estrategia comunista y


sobre todo a la de la C.N.T. , que pretendían superar por vía revolucionaria la
Repŭblica reformista. Una circular interna de la Comisión Ejecutiva de la
U.G.T. nos aclara convenientemente cuanto se acaba de indicar: "Pero nues-
tros enemigos no están sólo en las filas de la extrema derecha. Contra nues-
tra organización se desatan también las iras de los extremistas de la izquier-
da, los cuales aprovechándose de la lamentable situación que crea la crisis de
trabajo, en cuyo problema pone el Gobierno todo el interés que las circuns-
tancias le permiten, pretenden influir en el ánimo de los trabajadores para
lanzarles a movimientos huelguísticos en los cuales sólo sacrificios pueden
cosechar.
Parajustificar esta clase de movimientos cualquier pretexto es bueno pa-
ra los extremistas de la C.N.T.
Frente a los movimientos revolucionarios, la U.G.T. consideraba que la
fortaleza y disciplina de la organización, destinadas a mantener la Rep ŭ bli-
ca, eran un valladar protector contra las organizaciones obreras extremistas.
La central socialista ejerció una fuerte presión para bloquear los movi-
mientos huelguísticos a los que tan dados eran la C.N.T. y el P.C.E. Durante
los primeros años republicanos se produjeron huelgas de tipo económico o rei-
vindicativo, pero también huelgas políticas, algunas con carácter insurrec-
cional, como las protagonizadas por la C.N.T. en enero de 1932 y 1933, y en
diciembre de este ŭ ltimo año.
La táctica de la U.G.T. abogaba por un uso raciona I de I derecho a la huel-
ga. Desde esta perspectiva denunció constantemente los movimientos de las
otras organizaciones obreras, y al mismo tiempo, los de sus propios afiliados
en aquellos casos en que no seguían sus directrices en cuanto a hacer un uso-
limitado de la huelga.
La proliferación huelguística era analizada por la central socialista como
un auténtico obstáculo para la definitiva consolidación del régimen republi-
cano, que era el principal objetivo a conseguir, dándole un contenido social
progresista. En este sentido, las organizaciones ugetistas debían contrarres-
tar ideológicamente la conducta de los movimientos obreros extremistas y
combatir su dinámica huelguística, pues en la concepción que del asunto te-
nía la U.G.T., con frecuencia el ŭ nico objetivo era desprestigiar a la Itep ŭ bl
ca. Durante estos años, la U.G.T. seguirá manteniendo su tradicional concep-
ción de la actividad sindical, en cuyo marco debe hacerse uso de la huelga el
menor n ŭ mero de veces posible, y siempre que concurran unas circunstan-
cias favorables, que permitan realizarla con posibilidades de éxito

,14 U.G.T. COMIS1CIN EJECUTIVA: Circular. 5 de septiembre de 1.932.


15 Pueden verse a este respecu, los trabajos de PEREZ LEDESMA, M.: "La Unión General
de Trabajadores: socialismo y reformismo", en Estudios de Historia Social. N g 8-9. Año 1.979, y
La primera etapa de la U.G.T. (1.888-1.917). Planteamiento sindical y forma de organización",
en BALCELLS, A. : Teoría y practica del rnouitniento obrero en España (1.900-1.936L Valencia.
Fernando Torres Editor. 1.977. Págs. 119 y ss. En ellos se estudia la concepción que acerca de la
huelga tenía la U.G.T. en los períodos anteriores a la Segunda Rep ŭblica.
104 Manuel Redero San Román IH 10 0990)

4. EL GRAN CRECIMIENTO

• Llegada la Segunda Rep ŭ blica, el movimiento socialista piensa que cons-


tituye la principal fuerza sociopolítica del país. Y partiendo de esta real idad,
se siente en la obligación histórica de colaborar y mantener el régimen na-
ciente, sobre todo al comprobar la debilidad en que se encontraban los parti-
dos repubicanos. Era claro que los socialistas constituían la fuerza más im-
portante de la coal ición republicano-socialista. En alguna medida por eso, el
movimiento socialista adopta una posición de responsailidad ante el nuevo
régimen y se presenta como el máximo garante del mismo.
Esa sensación de ser la fuerza mayoritaria que apoyaba la Rep ŭ blica se
ve corroborada cuando se estudian los efectivos de sus organizaciones.
El P.S.O.E. creció fuertemente en los años republicanosllegando a sobre-
pasar la cifra delos 80.000 afiliados en 1933 y las Juventudes Socialistas al-
canzaban los 30.000 miembros en el mismo año. Pero la verdadera fuerza
dentro del movimiento socialista se localizaba en la U.G.T. que consiguió
una alta afiliación en los arios treinta 16.
A la caída dela Dictadura el n ŭ mero de sus miembros sobrepasaba en po-
co los 200.000, alcanzando las cifras más altas de su historia, y tres años des-
pués conseguiría superar el millón, cifra por lo demás impensable unos arios
antes.
Desde la caída de la Dictadura comienza un cierto incremento que se ace-
lerará bruscamente cuando se proclame la Rep ŭblica, I legando a su culmina-
ción durante los arios 1932 y 1933.
En los primeros momentos del nuevo régimen, el crecimiento de la cen-
tral se maneja con objetivos propagandisticos con el fin de luchar contra la
propaganda de la C.N.T. que presentaba a los socialistas como traidores al
movimiento obrero por haber colaborado con la Dictadura.
Cuando en abril se proclama la Repŭ blica, la U.G.T. contaba con unos
300.000 afi liados cotizantes, lo que la convertía en ese momento en la organi-
zación sindical más importante, dada la debilidad en que se encontraba por
entonces la C.N.T.
Nada más instaurarse el nuevo régimen republicano, la avalancha de
afiliados es muy intensa y el aparato de la organización socialista verá en
ello una gran oportunidad para implantar en España su modelo sindical
frente al de otras corrientes obreras. En esos momentos se hablaba de las
grandes ventajas que reportaba una afiliación tan masiva, pero después, las
cosas no se presentarían de manera tan apodíctica, descubriendo que el sim-
ple aumento de las fuerzsas de la organización no reportaba por sí mismo los
beneficios deseados.

113 Para una visión general de este problema puede verse REDEROSAN ROMÁN, M.: "La
implantación de la U.G.T. en la II Rep ŭblica 11.931-1.936), en AROSTEGUI, J. (coordinador):
Historia y Memoria cle la Guerra C:iuil. Encuentro en Castilla y León. Junta de Castilla y León,
1.988. Vol. I. Págs. 171-193.
La U.G.T. en el primer bienio republicano 105

En octubre de 1931, en una estadistica que publica en diciembre la Comi-


sión Ejecutiva con el n ŭ mero de afiliados distribuídos por provincias, se ha-
bla ya de 654.403 miembros, en su mayoría cotizantes, y 3.137 secciones
No obstante, el n ŭ mero de los afiliados reales podía ser en ese momento supe-
rior, debido a que las secciones seguían ocultando sus verdaderos afiliados a
la Comisión Ejecutiva para no cotizar por todos.
Desde la cifra anterior, las distintas fuentes nos presentan 778.599 coti-
zantes en marzo de 1932, que seg ŭ n las secciones ascenderian a 957.451 afi-
liados, para pasar meses después en junio, a 1.041.539, con arreglo a los da-
tos que aportaban las secciones, independientemente de su estado de cotiza-
ción, y teniendo constancia de ello en la memoria que presenta la Comisión
Ejecutiva al congreso de 1932
Desde 1933 la afiliación tendió a bajar ligeramente, al menos en cuanto a
cotizantes se refiere, puesto que éstos a comienzos de 1934 se situaban en tor-
no a los 650.00019.
Como puede apreciarse, el nivel de afiliación a la U.G.T. al llegar la Se-
gunda Rep ŭ blica fué considerable. Se trataba de una gran fuerza social, que-
representaba aproximadamente del 20 al 25% del proletariado español.
El cambio político despertó la conciencia de muchos sectores populares y
permitió debartir todos los problemas del país. Muchos nucleos obreros vie-
ron en la U.G.T. el organismo idóneo para colmar sus aspiraciones sindica-
les. El hecho de que la central socialista no hubiera sufrido desgaste en la
Dictadura y se presentara bien organizada y con cohesión ideológica al Ilegar
el nuevo régimen, unido al peso de su tradición en la historia del movimiento
obrero, y al que tres socialistas, especialmente Largo Caballero, ocuparan
cargos ministerales en el nuevo Gobierno, conviertiendo así a la U.G.T.en un
buen interlocutor social, influyó en gran manera sobre esta afiliación masi-
va.
Segŭ n los datos de que disponemos, la U.G.T. era la primera organiza-
ción sindical del país, seguida de cerca por la C.N.T. Esta central , anarco-
sindicalista presentaba un nivel de afiliación inferior en junio de 1931, con
539.958 afiliados, llegando en septiembre a los 800.000 federados, con una
tendencia a la baja en 1932 y 1933.
En cuanto a su distribución geográfica, el n ŭ mero de afiliados a la U.G.T.
era muy desigual. Si tomamos los datos ya signilicativos de la estadistica an-
teriormente citada para el año 1931, aunque no era el momento de su cul-

17 "Estachsticas. N ŭmero de organizacionesy afiliados quetiene la U.G.T. el 15 de octubre


de 1.931, clasificado por industrias" Bolean de la U.G.T. de España. N Q 36. Diciembre. 1.931.
19 Los afiliados en marzo de 1.932 pueden verse en "Estaciísticas de los afiliados y cotizan-
tes que tiene la U.G.T. en 31 de marzo de 1.932" y los de junio en "Estado actual de afiliados con
que cuenta la U.G.T. de España en 30 de junio de 1.932 seg ŭn los datos recibidos de las seccio-
nes". En U.G.T.: Memoria y orden del dia del XVII Congreso Ordinario que se celebrará en ma-
drid los dias 14 y siguienies deoctubre de 1.932. Madrid Gráfica Socialista. 1.932. Pág. 61.
19 Véase: "Resumen del estado de cotización y n ŭmero de cotizantes de las secciones adhe-
ridas a la U.G.T.de España". Se encuentra en el Archivo Histárico Nacional. Sección Guerra Ci-
vil. P.S. Madrid. 2.122.
106 Manuel Redero San Román 1011990)

men, y distribuímos los afiliados por el territorio español, encontramos ma-


yoritaria a la U.G.T. en las dos Castillas y León, y con una fuerte afiliación
en Madrid, País Vasco, Asturias, Extremadura y Andalucía, aunque con in-
dudable competencia en algunos casos por parte de la C.N.T. Se encontraba
especialmente al descubierto en Cataluña, donde su notable debil idad le aca-
rreaba serios problemas. Era considerable su fuerza en Aragón y en Levante,
donde se había fortalecido y tenían cierto arraigo, pero no era mayoritaria.
La C.N.T., sin embargo, tenía los mayores indices de afiliación en Cata-
luña y en Andalucía, donde no obstante había perdido peso específico en re-
lación a la evolución registrada por la U.G.T. Era fuerte en Valencia, donde
la U.G.T. también había progresado, así como en Aragón y en Asturias. Era
muy inferior a la U.G.T. en Madrid,País Vasco, Toda Castilla y Extremadu-
ra. En otras zonas como Galicia, las Islas, Navarra y Murcia, las dos centra-
les se manifestaban bastante débiles.
En estas condiciones, la articulación de una estrategia sindical a nivel
nacional tenía que chocar necesariamente con la estrategia de la otra central
mayoritaria, la C.N.T.
Si hemos analizado el crecimiento global de la U.G.T. y su implantación
geográfica, nos resta estudiar ahora su distribbución por sectores producti-
vos. Sobre la cifra de 1.041.593 miembros de la U.G.T. que dábamos para ju-
nio de 1932, es de destacar la gran importancia que tienen los afiliados de la
agricultura (445.414), edificación (83.861), ferrocarril (49.117), transportes
terrestres (34.435), minería (40.653), y metalurgia (33.287). Son éstos los
sectores donde más población asalariada existia en ese momento.
De todos modos, es preciso destacar que a la Ilegada de la Rep ŭblica, una
gran avalancha de afiliados se produce en la Federación de Trabajadores de
la Tierra. Si en junio de 1928, cuando todavía no existía la federación como
tal, eran unos 50.000, en octubre de 1931 sobrepasaban los 193.000 y en
marzo de 1932, los 400.000.
Conviene no olvidar que casi la mitad de los afiliados a la U.G.T. perte-
necían al sector de la agricultura, y esto era un fenómeno nuevo en la histo-
ria de la organización. Hasta el advenimiento de la Segunda Rep ŭ blica, el
campesinado había tenido poco protagonismo en el conjunto de la central so-
cialista. En realidad el gran peso de los jornaleros sin tierra explicará mu-
chas de las actitudes de la U.G.T. a partir de 1933. A pesar de todo, esta fede-
ración nunca Ilegó a cotizar a la U.G.T. por más de 250.000 afiliados, aunque
el nŭ mero de afiliados reales sobrepasara con mucho es cifra. La mayor pre-
sencia de la Federación de Trabajadores de la Tierra se daba en Extremadu-
ra, Andalucía, ciertas zonas de la Meseta y Levante.
En la U.G.T. de los años republicanos se encuadraban fundamentalmen-
te miembros de la clase obrera y estaban escasamente representados los per-
tenecientes a las clases medias.
La central socialista se configuraba globalmente en los años treinta como
un sindicato bastante representativo de ampl ios sectores de los trabajadores
La U.G.T. en el primer bienio republicano 107

españoles y de los distintos niveles de ocupación de los mismos. No era por


tanto, una organización vinculada principalmente a la "aristocracia" de la
clase obrera española. Si en algunas federaciones predominaba el trabajador
más cualificado, en otras aparecían muy equilibradas las distintas catego-
rías, y en la Federación de Trabajadores de la Tierra, la más numerosa, el
predominio del jornalero era considerable.
Por otra parte, en la U.G.T. se encontraban también muchos de los obre-
ros que estaban en situación de paro. En 1932 el n ŭ mero de afiliados parados
suponía en torno al 25% de los efectivos totales de la central, con todos los
problemas que esto acarreaba.
En cualquier caso, queda patente la alta capacidad de que disponía la
U.G.T. para proyectarse en los grandes problemas que se planteaban en los
años republicanos. En realidad, en estos años los sindicatos mayoritarios
(U.G.T. y C.N.T.) tendrán una amplia presencia en la dinámica social y con-
siguientemente una gran influencia en la vida sociopolítica del país, al re-
presentar fuerzas muy importantes, en un sistema político no conslidado y
bastante inestable.

5. LA TRANSFORMACIÓN DE SU ESTRUCTIJRA INTERNA


Todo este alto n ŭ mero de afiliados que acaba de analizarse se organizaba
en la U.G.T. dentro de un sistema de estructuras que precisamente en esos
arios estaba en proceso de cambio2".
En un principio, la central socialista se articuló básicamente en función
de las distintas sociedades de oficio que se adherían directamente a sus órga-
nos de dirección. Estas secciones formaron durante mucho tiempo el n ŭcleo
más importante, aunque no ŭ nico, de encuadramiento de los afiliados a la
U.G.T.
Pero este esquema de organización, muy disperso, imposibilitaba en bue-
na medida la relación permanente entre todos sus miembros. Pasados los pri-
meros años de desarrollo de la central, su estructura organizativa se hizo
más compleja y se potenciaron otras formas de organización más perfectas
que coexistieron con las anteriores, desarrollándose varios sindicatos y algu-
nas federaciones.
Sin embargo era necesario encontrar un modelo de funcionamiento mu-
cho más racional y sobre todo, más cohesionado, que fuera capaz de estructu-
rar las fuerzas obreras organizadas, respondiendo de esta forma mejor al ca-
rácter centralizado que siempre tuvo la U.G.T., puesto de manifiesto en las
amplias atribuciones de sus órganos de dirección. El conjunto de la organiza-
ción debía poseer mayor entidad, y contar con canales y normas de funciona-
miento más homogéneos para todos los afiliados y organismos del sindicato.
Se imponla una mayor concentración de fuerzas.

20 Para todo este problema puede verse REDERO SAN ROMÁN, M.: "La problemática de
la organización de la U.G.T. en la II Rep ŭblica". Studin Hitorica. H-4 Contemporanea. Vol. I. Ng
4. 1983. Págs. 67-88.
108 Manuel Redero San Román IH 10 (1990)

Era preciso, en definitiva, reformar la estructura de la U.G.T. con arre-


glo a lo que las nuevas circunstancias exigian y conforme a modelos que sus
correligionarios europeos habían adoptado hacía años. Esta necesidad era
sentida por amplios sectores de la U.G.T. y sobre todo por sus máximos diri-
gentes.
El nuevo modelo se buscó en una estructuración de la central que se arti-
culara en función de las federaciones nacionales de industria, en algunos ca-
sos ya existentes. Estas adquirían una importanacia capital en el nuevo or-
ganigrama, puesto que pasaban a ser los pilares esenciales de la nueva orga-
nización.
Mediante el nuevo sistema, los afiliados y las sociedades a que estaban
adheridos se integraban en la U.G.T. a través de las federaciones nacionales
de industria, que serían fuertes organismos nacionales que copaban todo el
campo de una industria determinada.
Desde un plantemaiento teórico, el cambio propuesto se justifica en fun-
ción de varios presupuestos. Se argumentaba en primer lugar, que si la clase
obrera aspiraba a ser en el futuro la directora de la producción y el intercam-
bio, era necesario crear de antemano las instituciones capaces de cumplir tan
importante misión histórica. Por otra parte, en tanto Ilegara ese momento
era evidente que el sistema capitalista se forta lecía cada vez más, y desde es-
ta perspectiva se consideraba necesario darle una respuesta organizativa
adecuada. El desarrollo y perfeccionamiento de la organización era un proce-
so básico en la lucha contra el capitalismo. Las pequeñas organizaciones de
oficio no tenían capacidad de respuesta ante la nueva situación económica.
Con el nuevo sistema, era mucho más fácil coordinar una acción de conjunto.
La nueva organización en función de la industria requería, por tanto, un pro-
ceso de concentración, unificación y centralización de los efectivos sindicales,
lo que permitía aumentar su fuerza.
Oficialmente, el cambio de estructura se operó en el congreso celebrado
en 1928. En él se aprobó la nueva organización de•la U.G.T. en federaciones
nacionales de industria. Además se autorizó al Comité Nacional a realizar
los trabajos de adaptación que el proceso suponía. El nuevo organigrama se-
ría sometido a la determinación del siguiente congreso previsto para 1930 y
que no Ilegó a celebrarse hasta octubre de 1932 21 .
El proceso de transformación de la estructura ugetista fué continuo en el
período comprendido entre el XVI congreso de septiembre de 1928 y el XVII
de octubre de 1932, creándose entre ambas fechas catorce nuevas federacio-
nes nacionales de industria. En realidad, este ŭ ltimo congreso antes citado,
marca un momento importante en la consolidación de la nueva organización
de la central socialista, sin que el proceso quedara allí cerrado.
Ahora bien, a pesar de los grandes esfuerzos por consolidar fuertemente
la organización, haciéndola más operativa, racional y centralizada, tansfor-

21 U.G.T.: Actas de las sesiones eelebradas pur el XVI Congreso ordinario verificado en la
Casa del Pueblo de Madridenseptiembre de 1928. Madrid. Grafica Sucialista. 1.929. Págs. 141 y
185-186.
La U.G.T. en el primer bienio republ icano 109

mación importante en comparación con la situación anterior a 1928, sin em-


bargo el cambio operado no fué suficiente para hacer frente a los problemas
que la nueva situación política crearía.
Si analizamos detenidamente la organización de la U.G.T. durante los
años republicanos, observamos el trecho existente entre el modelo ideal pro-
puesto y su funcionamiento concreto. En este sentido, el modelo de organiza-
ción sindical que representa la U.G.T. en estos años no está consolidado, en-
contrándose en un proceso de transición hacia el sindicalismo de industria.
Durante todo el periodo republicano, muchas sociedades permanecen fuera
del ámbito de las federaciones nacionales de industria y en algunos casos
perviven o se crean federaciones nacionales de oficio. Porntra parte, las so-
ciedades de oficio siguen siendo un componente importante de las federacio-
nes nacionales de industria, sin que en muchas de estas se Ileguen a crear
apenas sindicatos. De esta manera, dentro o fuera de las federaciones nacio-
nales de industria, las sociedades siguen teniendo un peso muy fuerte en la
composición de la U.G.T.
En definitiva, durante la Segunda Rep ŭ blica, estamos ante una organi-
zación, la U.G.T., que no logra consolidarse a pesar de los cambios experi-
mentados y que presenta grandes desajustes organizativos, no estando tan
armonizada como en principio pudiera pensarse.
En el contexto de la reestructuración de la central socialista analizado
anteriormente, cabe resaltar la creación de la Federación Nacional de Traba-
jadores de la Tierra, cuyo estudio nos introduce en el ámbito de la federación
más importante de la U.G.T. en el período de la Segunda Rep ŭblica, alcan-
zando en algŭ n momento casi medio millón de afiliados. Con todo, aunque su
creación respondía a las lineas trazadas por la U.G.T., sin embargo su desa-
rrollo mostraba las dificultades que existían para una buena integración en
ella. Con anterioridad al período republicano, los problemas de la tierra y de
sus trabajadores no habían sido tan destacados como ahora en las estrategia
de la U.G.T. Aunque los estatutos ugetistas y en sus mismos congresos se re-
saltaba la importancia y el relieve de la agricultura y de los campesinos, sín
embargo, la organización de éstos en una federación nacional fué un proceso-
lento y tardío.
Segŭn Malefakis, la importancia del proletariado rural en la órbita so-
cialista comenzó a detectarse durante los movimientos que tuvieronlugar en
1903 y 1904. En estos momentos se fundaron algunos grupos de la U.G.T.
donde el P.S.O.E. tenía influencia, esto es, en el norte y centro de la Penínsu-
la; con posterioridad, a partir de 1910, la central socialista intesificó su ac-
ción en el sur, donde tuvo que sufrir la potente competencia anarquista, so-
bre todo en Sevilla y Cádiz; en Extremadura en cambio, los progresos fueron
más rápidos Un gran impulso en la afiliación de trabajadores de la tierra
ala U.G.T. se produjo en los ŭ ltimos años de la segunda década de nuestro si-
22 MAI.EFA KIS, E.: Reforma agraria y remluenin campesina en la Espaita del siglo XX.
Barcelona. Ed. Ariel. 1.972. Págs. 191-193.
i 10 Manuel Itedero San Itomán 11-110119901

glo, y este proceso I levó a pensar en la creación de una federación nacional de


obreros de la tierra. La iniciativa para constituir dicha federación fué toma-
da formalmente en el congreso de trabajadores de la tierra de Andalucía y
Extremadura, que convocó la U.G.T. en Jaén, en octubre de 1920. En 1922, el
XV congreso de la U.G.T. decidía su creación, que no se materializó hasta
1930, a pesar de insistir sobre el tema el XVI congreso de la central socialista
celebrado en 192823.
La Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra nacía en el congre-
so celebrado en la Casa del Pueblo de Madrid, al que asistían 235 delegados,
representando a 27.340 afiliados de 157 secciones, el 7 de abril de 1930, el
mismo día en que surgían también otras cuatro federaciones 24 . Con anterio-
ridad, la U.G.T. había difundido un manifiesto a los campesinos de toda Es-
paña en el que se anunciaba la constitución de una federación para "que per-
mita a los compañeros agrícolas tener una acción propia adecuada a sus ne-
cesidades, a las características de su trabajo, de sus medios de fortuna que
son muy escasos, y de su educación y temperamento"'.
El congreso asumió los programas del P.S.O.E. y la U.G.T. relativos al
campo e insistió en la extensión de las leyes sociales a los obreros agrícolas,
así como en la aplicación del decreto-ley de la Organización Corporativa Na-
cional a los mismos para constituir los comités paritarios.
Del Congreso salió elegido el besteirista Lucio Martínez Gil como secre-
tario general de la nueva federación, permaneciendo en el cargo hasta co-
mienzos de 1934, tras ser reelegido enel congreso celebrado en septiembre de
1932.
La Comisión Ejecutiva de la nueva federación se propuso Ilevar a sus afi-
liados por la línea moderada que emanaba de los órganos de dirección de la
propia central procurando neutralizar el poder caciquil en el campo, pero al
mismo tiempo marcando unos planteamientos que fueran diferentes a los
que propugnaban "los falsos revolucionarios anarquistas"". No obátante, a
veces sobre todo a partir de 1932 la dirección de la F.N.T.T. no pudo detener
las accciones reivindicativas, y a veces violentas de sus secciones de base.

23 TUNON DE LARA, M.: Tres claues de la Segunda República. Madrid. Alianza Edito-
rial. 1.985. Pág. 26.
24 Estas nuevas federacioneseran la de Madera, Barberos y Peluqueres,Cargadores y Des-
cargadores de Puertos y Transportes Maritimos. Coincidieron los congresos constituyentesde es-
tas federaciones con la inauguración del mausoleo erigido por su.scripción en honor a Pablo Igle-
sias, en el Cementerio Civil. Por este motivo el P.S.O.E. y la U.G.T. organizaron diversas activi-
dades de tipo politico en Madrid, a donde acudieron militantes y simpatizantes de toda Espana y
correligionarios extranjeros.
25 FEDERACIÓN NACINAL DE TRABAJADORES D ELA TIERRA: Memoria que pre-
senta el Comité Nacional de este organismo al examen y discusión dle Congreso ordinario que ha
de celebrarse en Madrid durante los dias 17 y ss. del mes de septiembre de 1932. Madrid. Gralica
Socialista. 1.932. Pág. 12.
26 Puede verse para analizar estas reflexiones el articulo de SABoluT, A.: "Hay que edu-
car al campesino", en El obrero de la tierra. N g 16. Mayo. 1.932. Pág. 8.
La U.G T en el primer bienio republicano

La nueva federación tendió a desarrollar y fortalecer su organización me-


diante la puesta en práctica de una serie de pasos que fueron considerados co-
mo necesarios. Lo mismo que en otras federaciones, el 22 de octubre de 1931
el Comité Nacional de la F.N.T.T. tomó el acuerdo de crear un órgano de ex-
presión que articulara y cohesionara la vida de la misma, y sirviera de vehí-
culo para el intercambio de ideas, cumpliendo un papel destacado en la de-
fensa ideológica "frente a los periódicos de la clase capitalista". El periódico
debía servir de elemento aglutinador de unas secciones que frecuentemente
manifestaba una gran confusión ideológica en relación a los principios y pos-
• tulados básicos de la misma U.G.T. El nuevo periódico recibió el título de "El
Obrero de la Tierra", tuvo una periodicidad semanal, y apareció por primera
vez el 16 de enero de 1932, con una tirada de 32.000 ejemplares que en el mes
de junio se amplió a 80.000.
Otro p •oceso tendente a la consolidación de la organización fué la crea-
ción de federaciones provinciales, con el fin de poder canalizar mejor sus.nu-
merosos efectivos. A mediados de 1933 se habían formado secretariados en
muchas provincias españolas, realizándose varios congresos de carácter re-
gional o provinéial.
En la misma dirección, de cara al fortalecimiento de su organización, la
Comisión Ejecutiva aprobó en marzo de 1932 el proyecto de funcioamiento de
la Oficina Jurídica.
Con todo, y a pesar de los progresos conseguidos en su organización, esta
federación no tuvo un funcionamiento muy regular en relación a los platea-
mientos organizativos y tácticos emanados de los órganos directivos de la
U.G.T. Su corta historia, la escasez de recursos, el alto n ŭ mero de afiliados,
la baja cultura de muchos de ellos, y otras razones de carácter más general
conectadas con la vida política del país explican el deficiente funcionamiento
que en realidad tuvo.

6. LAS DEMANDAS UGETISTAS:


REFORMAS SOCIO-ECONÓMICAS Y POLITICA SOCIAL
A traves de sus órganos de dirección o en los congresos de la propia cen-
tral o de sus federaciones, la U.G.T. formuló unas demandas que se situaban
en consonancia con el objetivo final de alcanzar una rep ŭ blica socialista,y
otras que enlazaban con las pretensiones de consolidar el sistema republica-
no nacido en abril de 1931.
Coincidiendo eon la aspiración de una rep ŭ blica socialista se encuentra
la propuesta de "nacionalización de todos los medios de producción y cambio"
que se formula en la "ponencia de peticiones a los Poderes P ŭ blicos", aproba-
da en el XVII Congreso de la y que se repite en la demanda de na-
cional izar casi todos los sectores de la economía española cuando se aborda
su problemática separadamente en el mismo congreso o en otros. Esta pre-

U.G.T.: Actas d,e las sesiones del XVII Congreso... pág. 296.
112 Manuel Itedero San Román III 10(1990)

tensión nacionalizadora se concreta con mayor insistencia en algunos secto-


res de la economía española, destacando entre ellos el del ferrocarril".
Ahora bien, en realidad en estos años esta demanda de nacionalizaciones
es la mayoría de las veces una petición carente de contenido concreto, o en ŭ I-
tima instancia se supone tan a largo plazo que con frecuencia no es tenida en
cuenta a la hora de articular un programa concreto de reformas. Cuando se
observan las reivindicaciones diarias de las distintas federaciones o de la di-
rección de la propia U.G.T. se contempla claramente el trecho existente entre
la formulación teórica y la práctica concreta.
En otro nivel, más en relación con la estrategia de apoyo a la rep ŭ blica
naciente se sit ŭ an los programas del sindicato socialista orientados a conse-
guir una serie de reformas estructurales en la economía y en la sociedad es-
pañolas y a defender y amparar los derechos sociales de la clase obrea a tra-
bés de un interisa legislación social.
La U.G.T. plantea grandes cambios en la agricultura, la minería, la in-
dustria, el comercio, el transporte, la banca, la sanidad, la educación... Estas
transformaciones estructurales que la U.G.T. reivindica tienen por finalidad
racionalizar los procesos de producción y cambio eliminando privilegios obso-
letos y buscando una mejor distribución de la riqueza. En líneas generales,
las reformas propuestas por la central socialista son asumibles dentro del sis-
tema capitalista,aunque dada la estrucura económica y social española de los
años treinta, dichas reformas implicaban cambios profundos y lesionaban in-
tereses muy consolidados".
Por lo demás, las reformas socioeconómicas planteadas por la U.G.T., a
veces formuladas de forma poco articulada y sistemática, tienen poca plas-
mación en la obra del Gobierno. No obstante la U.G.T. acepta fácilmente to-
dos los pasos que se van dando en el sentido de modificar las antiguas estruc-
turas, aunque no colmen todas sus aspiraciones. Como una de las medidas
más importantes en este sentido es de destacar la Ley de Reforma Agraria de
septiembre de 1932, que aunque no incorporó varias de las reivindicaciones
del sindicato ugetista sin embargo es aceptada por él y solamente habla de su
superación cuando observa su escaso desarrollo".
En lo que se refiere a la legislación social, la U.G.T. fué tal vez, más con-
bativa, exigiendo diariamente su promulgación y aplicación con el objetivo
de satisfacer antiguas reivindicaciones destinadas a mejorar la condición de
la clase obrera. En este sentido la acción del Gobierno fué MaS intensa que en

28 Cuando en el congreso del Sindicato Nacional ferroviario celebrado en julio de 1.933 se


aborda este problema, se insiste en la nacinalización y algunos delegados se lamentan de las "pu-
cas simpatias encontradas en el Gobierno por esta aspiración del Sindicato". Véase:SINDICATO
NACIONAL FERROVIARIO: Documentos clel Congreso celebrado en Madrid en julio de 1.933
(mecanografiado) Pág. 49.
Una exposición de las propuestas ugetistas puede verse en : U.G.T.: Actas de las sesiones
del XVII Congresu... págs. 285-323.
30 Puede consultarse en este sentido el trabajo de 13IGLINO, l.:11 socialismo español y la
cuestión agraria. 1.890-1.936. Madrid. Centro de Publicaciones. Mlnisterio de Trabajo y Seguri-
dad Social. 1.986. Págs. 364 y ss.
La U.G.T. en el primer bienio republicano 11 3

el campo de las transformaciones estructurales antes comentadas. El c ŭ mulo


de cambios legales que en materia social se pone ahora en marcha, cuando ya
tienen un desarrollo habitual en muchos otros países del mundo industrial,
significa que en la acción del primer bienio republicano existe la idea de re-
cuperar para España el tiempo perdido.
El apoyo de la central a tal proceso fué importante, continuando, aunque
con mayor intensidad en los años republicanos, una actitud que ya era tradi-
cional. La labor política realizada por Largo Caballero en el Ministerio de
Trabajo era fundamental para la U.G.T. y respondia básicamete a sus pro-
puestas.
Largo Caballero era el secretario general de la central socialista y esto
tenía una significación especial. EI nuevo ministro de Trabajo tenía además
una gran experiencia en este campo que provenía de su participación en di-
versos organismos de carácter nacional e internacinal o de sus relaciones con
el movimiento obrero de otros paises. "Mi entrenamiento, dirá Largo Caba-
llero, en el Instituto de Reformas Sociales y en la Oficina Internacinal del
Trabajo me sirvió para poner al servicio de la clase trabajadora y en su bene-
ficio los conocimientos adquiridos en dichos cargos"31.
La legislación social implicaba avances importantes en la dinámica de
las luchas sociales y suponía una referencia fundamenta I para conocer la es-
trategia ugetista en el primer bienio republicano, delimitándola nítidamente
de la de otras fuerzas sindicales. La destinataria de la legislación social que
se estaba produciendo en esos años era realmente la central socialista a la
que se pretendía fortalecer como representante de la clase obrera en detri-
mento fundamentalmente de sindicato anarcosindicalista, que va a intentar
romper tal situación. Los socialistas esperaban rentabilizar desde el M iniste-
rio de Trabajo toda su amplia tarea legislativa buscando someter la acción
política y sindical de los trabajadores a unas normas de actuación que res-
pondieran a la estrategia que siempre Ilevó a cabo la
En la obra legislativa d e Largo Caballero se recogían aspiraciones larga-
mente sentidas por la U.G.T. expresadas básicamente en sus congresos 33.
Además, toda su labor en materia social estaba muy inspirada en las direc-
trices de organismos internacionales tales como la 0.I.T. o la

31 LARGO CABALLERO, F.: Mis recuerclos. Cartas a un anzigo. Mexico D.F. Ediciones
Unidas. S.A. 1.976. Pág., 114.
32 Vease sobre este problema, JUL1A,S.: "Objetivos politicos de la legislación sociar en el
colectivo: La II República espanola. El primer bienio. Madrid. Siglo XXI. 1.987. l'ágs. 32 y ss. y
en el mistno vlunten, GONZALEZ GÓMEZ,S. y REUERO SAN ROMAN, M.:"La ley del Contra-
to de Trabajo de 1.931. Pág. 77.
Véase el discurso de W. Carrillo publicado en El Socialista, 21 de noviembre de 1.931.
Asi, Fabra Rivas hablará de "la intensa y profunda labor realizada por la Rep ŭblica en
materia de legislación social, orientando la polttica del Ministerio de Trabajo hacia las solucio-
nes modernas inspiradas por la O.I.T. con la mira puesta en que Espana sea unu de las primeras
naciones en todas las manifestationes sociales". El Socialista, 15 de junio de 1.932.
114 Manuel Redero San Román 11-110(1990)

Para la U.G.T., la legislación social que desde 1919 tuvo una gran impor-
tancia no alcanzó nunca la consideración de la desarrollada durante el perío-
do de la Segunda Rep ŭ blica, teniendo hasta entonces un carácter fuertemen-
te paternalista, incluso en textos legales tan destacables como el Código de
Trabajo de 1926, que no dejaba de ser ahora, para ella, una "carta otorgada".
Al margen de la propia visión ugetista, es en estos años cuando se conso-
lida un derecho del trabajo entendido como un conjunto autónomo, sistemáti-
co y unitario de normas y principos referidos al trabajo dependiente por cuen-
ta ajena. Alcanzó además, una gran madurez técnica bajo una orientación
inequívocamente progresista. Los derechos derivados del trabajo tenían aho-
raun apoyo constitucional, y el Estado se comprometia a elaborar una legis-
lación social que protegiera y mejorara la condición de las clases trabajado-
ras.
La legislación social fué demandada con insistencia desde los primeros
momentos asumiendo que las conquistas obreras habrían de venir necesaria-
mente a través de la promulgación de nuevas leyes y de la posibilidad de pre-
sionar para el exacto cumplimiento de las mismas. A través de la legislación
social avanzada se podrían encauzar graves problemas que la clase obrera
había heredado, así como colocarla "en condiciones ventajosas para su nor-
mal desarrollo y desenvolvimiento"".
Con todo, el sentido de la moderación de la U.G.T.es puesto de manifies-
to también en este campo, insistiendo entre sus afiliados para que Ileven a
cabo reivindicaciones que sean posibles. "Se les advierte, dirá la Comisión
Ejecutiva de la Federación de la Edificación, cual es la situación social de Es-
paña y la conveniencia de que nuestras organizaciones procedan en sus de-
mandas con la prudencia que aconseja el interés político de la Rep ŭ blica. An-
tes de tomar determinaciones de cierta gravedad conviene se nos escriba pi-
diendo parecer al Comité Nacional"
Debido a la actitud contraria mantenida por la C.N.T. con relación al
proceso de desarrollo de la legislación social realizado en el primer bienio re-
publicano, la U.G.T. interpretaba que todo el avance operado en este campo
era obra exclusivamente de su propia organización y del P.S.O.E. "En cuanto
a las reformas sociales logradas en ventaja del proletariado, hemos dicho an-
tes que todas son obra nuestra, dirá la U.G.T. 1,a acción política y sindical
ejercidas por nosotros en prudente y discreto equilibrio, combatiendo sin tre-
gua a quienes pretenden imbuir el apoliticismo al proletariado, y huyendo de
extremismos inconscientes y alocados, ha tenido por fruto una legislación
social que ha mejorado considerablemente las condiciones de vida e indepen-
dencia del obrero españo1"37.
35 "Por el eurnplirniento de nuestra legislación".Boleiin de la U.G.T. de España. N Q 55, ju-
lio 1.933. Pág. 288.
36 FEDERAC1ON NACIONAL DE1. RAM() DE I.A ED1FICACION: Actas de la Comisión
Ejecutiva. 7 de julio de 1.931.
37 "A I pueblo español. El P.S.O.E. y la U.G.T." Boletin de la U.G.T. de España. N Q 59,
noviernbre-1.933. Págs. 403-404.
La U.G.T. en el primer bienio republicano 115

Esta visión optimista del proceso de desarrollo de la legislación social


conduce a la U.G.T. a considerar en algunos momentos que en E:spaña en es-
ta materia, se han alcanzado casi las cotas de la mayoría de los paises euro-
peos.
Con todo, junto a la lucha contra los movimientos extremistas del propio
proletariado, el sindicato socialista considera necesario bloquear las presio-
nes que en este campo ejerce la patronal y los partidos de la derecha y del
centro que tachaban a la legislación social de "amenaza al orden social cuan-
do, en realidad, se trataba de una obra muy consciente de sus lí mites, al me-
nos de los teóricos, como el propio ministro advertiría: F:ra necesario desde
esta perspectiva, implantar tales conquistas en la vida diaria para que todas
las clases sociales encajasen la actividad social en los moldes del Derecho
creado por la Rep ŭ blica.
La resistencia patronal a aceptar muchas conquistas legales Ilevó a la
U.G.T. a presionar a los poderes pŭblicos y a perder en cierta medida, el opti-
mismo demostrado en los primeros momentos del nuevo régimen, particular-
mente. Con todo, a pesar de los problemas surgidos en su puesta en práctica,
la U.G.T. no renunció a mantener las líneas básicas que se había trazado en
este campo.
La central socialista consideraba el campo de acción de la legislación so-
cial prácticamente inabarcable, pues debía regular aspectos tan amplios co-
mo las condiciones de vida, las relaciones laborales y la cobertura social de
las clases trabajadoras.
La política social llevada a cabo en el primer bienio republicano, no col-
mó totalmente las pretensiones de la organización ugetista, aunque buena
parte de esas pretensiones se plasmaron en numerosos decretos y leyes que
recibieron el apoyo de la central. En este caso, la U.G.T. consideró de especial
interés la defensa de la normativa que regulaba el contrato de trabajo, la ar-
ticulación de los jurados mixtos, la colocación obrera y la ordenación del mer-
cado laboral, la creación de las delegaciones de trabajo, la reglamentación de
la asociaciones profesionales, el establecimiento del régimen jurídico de las
asociaciones cooperativas y la reforma del régimen de indemnización de los
accidentes de trabajo. Especialmente con fuerza pidió el control obrero en las
empresas, que no Ilegó a ser regulado durante la Segunda Rep ŭ blica".

7. EL PROCESO DE RADICAL1ZACIÓN Y SUS CONSECUENC1AS

La política reformista que el P.S.O.E. I levó a cabo desde el Gobierno en el


primer bienio republicano y la estrategia moderada de la U.G.T. van a entrar
en crisis en 1933, sobre -todo a partir del verano de dictio año, al tiempo que
38 AROSTEC U1,J.:"Largo Caballero, ministro de Trabajo", en el colectivo: II Repúbli-
ca espaiuda. El primer biento. Siglo XXI, 1.987, pag. 65.
38 MAZUECOSJIMENEZ, A.: "La política social socialista durante el primer bienio repu-
blicano: trabajo, previsión y sanidad", en Estudios de ifistoria Soetal. N 9 14.Julio-Septiembre,
1.980. Págs. 143 y ss.
116 Manuel Redero San Román 11110(1990)

algunos sectores buscan una alternativa político-sindical distinta y mucho


más radicalizada que tendrá tintes revolucionarios.
A lo largo de 1933, y en algunos grupos de las bases ugetistas incluso an-
tes, se produce paulatinamente un proceso de radicalización en gran parte
del colectivo socialista que va a acabar replanteándose su apoyo a la Rep ŭ bli-
ca y la colaboración con los partidos republicanos.
Este proceso de radicalización se encuentra localizado preferentemente
en amplios colectivos de la U.G.T., en la Agrupación Socialista Madrileña y
en las Juventudes Socialistas. En el caso de la U.G.T. la radicalización tuvo
su origen en amplios sectores de sus propias bases, principalmente entre los
jornaleros del campo, los nuevos afiliados a las organizaciones tradicionales
y grupos más minoritarios de algunas federaciones de trabajadores del sector
terciario.
En definitiva, la avalancha de nuevos afiliados a la organización ugetis-
ta, que se estaba transformando y que o consiguió consolidarse posibilitó el
proceso del que se viene hablando.
Algunos viejos dirigentes, entre los que destacó Largo Caballero, apoya-
dos por varios intelectuales, encabezaron este movimiento radical.
El fenómeno de la radicalización en el movimiento socialista a lo largo de
1933 es un fenómeno complejo que exige una explicación que contemple a la
vez varios factores. En principio, la radicalización tiene mucho que ver con la
intensificación de la lucha de clases que se produce en dicho año. En efecto, la
derecha política y económica dirigirá toda su estrategia contra la coaliación
republicano-socialista, y en concreto, contra la presencia socialista en el Go-
bierno.
El Partido Radical, que muy pronto salió del Gobierno está empeñado en
una linea de confrontación con el mismo, y sobre todo con los socialistas y su
política laboral, al igual que la C.E.D.A., que ha logrado reunir a sectores
importantes de la derecha católica, incluyendo entre sus militantes a muchos
pequeños y medianos campesinos. Esta derecha española que se encontraba
desorganizada políticamente al Ilegar la Rep ŭ blica se encuentra ahora aglu-
tinada bajo las siglas de la C.E.D.A., y está comprometida contra todo lo que
supongan las reformas que se están Ilevando a cabo. Y en esta lucha están
empeñadas también las organizaciones patronales.
La ofensiva patronal consiguió después de la victoria de la derecha en las
elecciones de noviembre de 1933, la revisión de la legislación social, y las ins-
tituciones de arbitraje entraron en crisis en varias parte. La patronal en ge-
neral y la oligarquía rural en particular recuperan parcelas importantes de
poder.
Y no hay que olvidar que la presión de la derecha en España se produce
en medio de un contexto internacional que se caracteriza por el auge de los-
movimientos fascistas.
Aunque es dudoso que el fenómeno fascista fuera una causa directa y de
terminante en el proceso de radicalización socialista, sin embargo parece fá
La U.G.'F. en el primer bienio republicano 117

cil comprender que el fascismo propició el clima adecuado en el que se incubó


y desarrolló tal proceso de radicalización, contribuyendo a acentuar la polari-
zación de la sociedad española. Con mayor o menor intensidad, los distintos
sectores de la derecha española y sus partidos políticos se sentían identifica-
dos con el fascismo europeo, en contraposición a lo que ocurría en los medios
obreros y en sus organizaciónes politicas y sindicales, donde se pensaba que
el ascenso fascista podía traer graves consecuencias. El hundimiento de la
socialdemocracia alemana, haluarte de la II Internacional y del socialismo
reformista, causó honda impresión en algunos medios de socialismo español,
sobre todo en los que estaban sufriendo el proceso de redicalización. Con el
fascismo en Europa era más fáci I contraponer la dictadura socialista a la dic-
tadura burguesa, al tiempo que el modelo soviético era claramente ensalza-
do. Aquí en España, en alguna medida el asunto fascista se vincula a la reac-
ción de la derecha política.
Todos los procesos antes comentados se estaban dando en medio de la
crisis económica que tuvo como secuela destacable el aumento del paro, en
un sistema que apenas contemplaba la existencia de seguros contra el mis-
mo. El n ŭ mero de parados en diciembre de 1933 superaba la cifra de los
600.000, continuando su ascenso en fechas posteriores.
No cabe ninguna duda de que este colectivo de parados contribuyó pode-
rosamente a radicalizar la vida sociopolítica de los años republicanos. La
C.N.T. movilizó a este sector y la U.G.T. se vió presionada por él en su diná-
mica sindical.
En general, la estrategia movilizadora de masas Ilevada a cabo por la
C.N.T. incidía en la política sindical de la central socialista. Es del todo cier-
to que en amplios colectivos de la U.G.T. se sentía la presión de la central
anarcosindicalista. En la prensa socialista se pueden ver con regularidad, los
requerimientos de los dirigentes ugetistas a sus afiliados para que no siguie-
ran la estrategia movilizadora de la C.N.T. Pero no siempre estos Ilama-
mientos produjeron los efectos deseados, sobre todo a partir de 1933.
Lo mismo ocurría con la línea político-sindical Ilevada a cabo por el
P.C.E. y no se debe minusvalorar la labor de agitación que sus afiliados y
simpatizantes debieron de realizar en el seno de muchas organizaciones uge-
tistas contra la opción reformista de sus dirigentes.
Todo ello puede explicarse mejor si añadimos que la Ilegada de la Segun-
da Repŭ blica había despertado en la clase trabajadora una gran esperanza
en la consecución de grandes mejoras y cambios. Y aunque .es cierto que du-
rante el primer bienio se produce un aumento en el nivel de vida de los traba-
jadores que están ocupados y una mayor protección a través de las leyes so-
ciolaborales, sin embargo las expectativas de cambio depositadas en el nuevo
régimen iban más lejos. A lo largo de 1933 se acabó manifestando un senti-
miento de frustración ante una situación que cada vez más hacía patente sus
enornies I imitaciones.
118 Manuel Redero San Román 111 10(1990)

La salida del Gobierno de los socialistas en septiembre de 1933 y la for-


mación del primer Gobierno presidido por Lerroux el dia 12 de dicho mes, po-
nía de manifiesto que I,a piedra clave que sostenía toda la política reformista
de los socialistas había quebrado. En efecto, el problema estaba en que el po-
der que los socialistas tenían en el Gobierno "era el que aseguraba todo lo
que Largo Caballero había realizado desde el Ministerio de Trabajo y sin él
podían arruinarse muchos meses de trabajo"".
Socialistas y ugetistas empezaron a ver que la reacción de la derecha es-
taba ganando posiciones importantes. 1.a transformación de la estructura
económica desde el poder, con medidas favorables a la clase obrera, pero com-
patibles con el mantenimiento del sistema económico capitalista parecía
cil de realizar.
La salida del Gobierno de los ministros sócialistas contribuía a potenciar
el proceso de radicalización que ya estaba en marcha. Al salir del mismo, su
práctica reformista entró en una profunda crisis, quedándose sin una estra-
tegia mínimamente elebo•ada.
El proceso de radicalización contaba con el apoyo de la dirección del
P.S.O.E., presidido por Largo Caballero desde el X111 Congreso celebrado en
octubre de 1932, y con el de dirigentes de varias federaciones nacionales que
coincidían con los nuevos planteamientos ideológicos del mencionado líder y
reprochaban a la Comisión Ejecutiva de la U.G.T., presidida por I3estiero , su
pasividad ante la nueva situación política que tanto preocupaba a amplios
sectores de la clase obrera española.
La Comisión Ejecutiva del partido canalizó dicho proceso, y tomando la
iniciativa acudió al Comité Nacional de la U.G.T., después de celebrarse las
elecciones de noviembre de 1933, para solicitar su colaboración en un futuro
movimiento revolucionario con el objetivo de adelantarse a la C.E.D.A., a la
que veía como la fuerza más capaz de implantar el fascismo en España y ter-
minar con la Rep ŭ blica.
La idea de iniciar un movimiento revolucionario frente al avance de las
fuerzas reaccionarias había partido de 1.argo Caballero, que además insistia
en la necesidad de Ilevar a cabo un cambio social, y era apoyado por Indalecio
Prieto, quien sin embargo ponía mayor énfasis en la defensa de la Rep ŭ blica
democrática. Prieto elaboraría un programa que fué aprobado por la Comisi-
ción Ejecutiva del P.S.O.E., cuyo contenido, aunque radical, respetaba en lo
esencial la estructura democrática y capitalista del país.
Así las cosas' la dirección del sindicato va a Ilevar a cabo una serie de reu-
niones conjuntas con la del partido, pero se va a resistir a preparar dicho mo-
vimiento revolucionario argumentando que "las instituciones creadas por la
Rep ŭ blica eran suficiente garantia para defenderla" -", aunque acepta man-

4° MACARRO VERA, J. M.: "Causas de la radicalización sucialista en la II RepUblica", en


Revistade Historia Contemporánea, n Q 1. Diciernbre, 1.982. Pág. 215.
41 ROSAL, A. del: Historia de la de Espaiza. 1.901-1939. Ed. Grijalbo. 1.977. Vol. 1.
Pág. 365.
La U.G.T. en el primer bienio republicano 119

tenerse alerta ante el peligro de anulación de las conquistas alcanzadas y


responder si tal fenómeno se produjera. Así mismo, el equipo dirigente uge-
tista tampoco aceptaba el programa de Prieto aprobado por el P.S.O.E.
Ante las discordancias que mantienen las direcciones de ambas organi-
zaciones, Besteiro de acuerdo con el Comité Nacional de la U.G.T. propone la
celebración de un congreso extraordinario para dirimir el conflicto y marcar
la línea a seguir ", y convoca un referéndum para que las secciones se pro-
nuncien sobre la conveniencia o no de tal congreso. Esta propuesta es consi-
derada por los caballeristas como una maniobra y se movilizan desde muchas
de las federaciones nacionales que dirigen recomendando a sus secciones el
voto negativo ante la citada consulta. Los caballeristas insisten en la conve-
niencia de que las resoluciones a tomar se adopten en el seno del Comité Na-
cional donde pretenden bloquear la labor de la Comisión Ejecutiva.
De esta forma, en la reunión del Comité Nacional de la U.G.T., del día 27
de enero de 1934, se aborda una vez más; la línea política a seguir en relación
con la desarrollada por el P.S.O.E., y tras una amplia discusión, la Comisión
Ejecutiva, apoyada sólamente por los representantes de la Federación Nacio-
nal de Trabajadores de la Tierra y del Sindicato Nacional Ferroviario, se
queda en minoría y presenta la dimisión. El día 29 del Comité Nacional nom-
braba una nueva Comisión Ejecutiva con Largo Caballero en la secretaría
general. El día antes había dimitido la Comisión Ejecutiva de la Federación
Nacional de Trabajadores de la Tierra y su Comité Nacional había elegido
otra con Ricardo Zabalza como Secretario General. El mismo fenómeno se
prodUciría algo más tarde en el Sindicato Nacional Ferroviario.
Los besteiristas eran desplazados de los órganos de dirección de las orga-
nizaciones ugetistas, comenzando una confluencia estratégica entre el
P.S.O.E. y la U.G.T., con el apoyo incondicional de las Juventudes Socialistas
que, muy radicalizadas desde hacia tiempo, en abri I de 1934, en su V Congre-
so nombrarían una nueva Comisión Ejecutiva a cuyo •rente se encontrarían
Carlos Hernández Zancajo y Santiago Carrillo. La dinámica que conducirá a
la revolución de octubre de ese mismo año estaba abierta.
Con todo, y a pesar de que el sector más radical asumió la dirección del
movimiento socialista en su conjunto, su dinámica revolucionaria estuvo . in-
mersa en una serie de contradicciones y se manifestó a través de un alto gra-
do de verbalismo. En realidad, aunque había una intención revolucionaria,
existían también componentes propios de su identidad reformista e interven-
cionista que no se abandonaron nunca.
El grupo dirigente largocaballerista siguió teniendo básicamente el mis-
mo concepto de la organización como medio para consolidar conquistas alcan-
zadas, puso dificultades da la pretensión de las bases de lanzarse por la pen-
diente de llevar a cabo huelgas, aunque ahora su n ŭ mero creció considera-

Véase: "AnLe el inomento politico artual". Baletin de la de España. N Q 130. Di-


ciembre, 1933. Págs. 451 y ss.
120 Manuel Redero San Román 1H 10 (1990)

blemente y en muchas ocasiones fueron apoyadas por los cuadros de la propia


central. La defensa de la legislación social siguió presente en sus plantea-
mientos sindicales, considerando que era una reivindicación a la que no po-
día renunciar.
Tras las elecciones de noviembre de 1933 se esforzó por mantener la le-
gislación social al menos en los límites en que se encontraba con anteriori-
dad, no aceptando los cambios que la desvirtuaban.
La U.G.T. mantuvo también grandes precauciones en sus relaciones con
otras fuerzas sindicales y políticas de la izquierda, considerando al P.S.O.E. y
a la U.G.T. los organismos troncales en torno a los cuales debía aglutinarse
cualquier movimiento; en definitiva, su concepción de la unidad obrera no
había variado mucho, aunque ahora se daba una mayor sensibilidad ante es-
te problema, propia de la dinámica en la que entraban las fuerzas obreras, y
a la que necesariamente no podían sustraerse los dirigentes ugetistas. El Bo-
letín de la U.G.T. del mismo mes de febrero publicaba un artículo-editorial
en el que se aprecia esa mayor sensibilidad hacia las otras fuerzas obreras,
pero se sigue pidiendo serenidad y disciplina y poniendo en términos claros
las relaciones con otros grupos afines. "l'or nuestra parte, dirá, no existe in-
conveniente alguno en llegar a una inteligencia con nuestros afines para una
acción unificada que nos permita abrir nuevos horizontes a la causa de los
trabajadores. Ahora bien: esta unificación de la acción conjunta entre las di-
ferentes tendencias del obrerismo español debe ser controlada y dirigida por
los organismos nacionales, responsables en todo momento del desarrollo y ac-
tuación de sus representados. Esto quiere decir a nuestros camaradas que de-
ben mantener con los demás elementos afines relaciones de franca cordiali-
dad, pero sin Ilegar a confusionismos de ninguna clase que puedan perturbar
mañana la obra que todos y cada uno tenemos el deber de realizar"".
A partir de abril de 1931, la U.G.T. seguía la trayectoria histórica que
había tenido en el campo de las relaciones con la C.N.T. Salvo breves mo-
mentos, las relaciones entre ambos sindicatos no habían conocido dinámicas
de unidad antes de proclamarse la Segunda Rep ŭ blica y esta era la tónica
que ahora continuaba. Una fuerte desconfianza y grandes reproches mutuos
impidieron cualquier acercamiento, que además era bastante dificil de al-
canzar, teniendo en cuenta las distinas concepciones sindicales que cada cen-
tral representaba y sus diferentes actitudes ante el nuevo régimen. La políti-
ca colaboracionista de la U.G.T. con la Rep ŭ blica no podía ser entendida por
la C.N.T. que estaba dispuesta superarla de forma insurreccional, y al con-
trario. De esta forma las relaciones de la U.G.T. con la central anarcosindica-
lista eran de absoluta falta de colaboración; y lo mismo ocurría con respecto a
las organizaciones comunistas. La U.G.T. reclamaba su propia identidad

4" "Se re nidad y disciplina". Bulelin de la U.0 .T de España. N Q 62. Febrero de 1.934. Págs.
21 y 22.
La U.G.T. en el primer bienio repuhlicano 121

frente a la de las otras fuerzas obreras y no sentía lu necesidad de impulsar


ninguna actividad destinada a promover alg ŭ n tipo de proceso unitario".
En realidad, durante el primer bienio republicano la central socialista
tenía resuelto de antemano el problema de la unidad sindical en sus dos ver-
tientes posibles: unidad de acción y unidad orgánica. Si la primera, en estos
años, no era apenas tomada en consideración, la segunda, debía I levarse a ca-
bo exclusivamente en el marco de las estructuras ugetistas. Cualquier proce-
so de unidad orgánica con otras fuerzas tendría que hacerse necesariamente
con la integración de aquellas en el seno de la central socialista. Esta se con-
sideraba la organización más representativa de la clase • obrera, y por consi-
guiente, en conjunción con el P.S.O.E., la ŭ nica con capacidad para articular
un movimiento de confluencia con otros sectores obreros organizados.
El proceso de radicalización conllevó un cierto giro en el planteamiento
de la unidad sindical y obrera, aunque con muchas reservas por parte de los
dirigentes de las organizaciones socialistas. La actitud ante las Alianzas
Obreras es clara a este respecto. Las Alianzas Obreras habían surgido en Ca-
taluña en diciembre de 1933 de la mano del Bloque Obrero y Campesino que
dirigía Joaquín Maurín. Este había comprendido que, a partir de 1933, con
las nuevas condiciones económicas y políticas que se vivían no sólo en nues-
tro país, sino también en Europa, era necesario un replanteamiento de las re-
laciones de los comunistas con los socialistas y con otros sectores obreros".
El P.S.O.E. y la U.G.T. formaron parte de ellas, pero sin perder su propia
personalidad, aunque ante la confusión frecuente de las bases, la dirección
ugetista tuvo que advertirlas, de la que debía ser la posición correcta. Los ór-
ganos directivos seguirían marcando la línea sindical. En este sentido, por
ejemplo, en una circular de la Comisión Ejecutiva se advierte "que las seccio-
nes tengan presente que las Alianzas Obreras no tienen representación ni es-
tán autorizadas por la Unión General para declarar alguna clase de huelgas,
por cuya causa no debe secundarse ninguna huelga, decretada por las indica-
das Alianzas si se quiere mantener la disciplina de la Unión General, mág
necesaria ahora que nunca"".
El proceso de radicalización ugetista Ilevaba implícita la pretensión de
alcanzar una rep ŭ blica socialista, superando la rep ŭ blica democrático -bur-
guesa a la que durante el primer bienio se había intentado consolidar, con es-
caso éxito, mediante una acción político-sindical mesurada, destinada a apo-
yar el funcionamiento de las instituciones democráticas, dándole un conteni-
do social a las mismas. La radicalización suponía, por tanto, que la U.G.T. se
situaba en una posición distinta con relación al régimen republicano, ini-

" Puede verse en este sentido: U.G.T.: Aetas de las sesiones del XVII Congreso de la
U.G.T... Pág. 304.
45 Pueden verse para est,os aspeetos los libros de BIZCARRONDO, M.: Octubre del 34; Re-
flexiones subre unn reuoluctón. Madrid, ed. Ayuso. 1.977. Págs. 11 y ss. y RUIZ, D.: lnsurrección
defensiva y reuolución obrera. Ei octubre espaiwl de 1 .93-1. 13areelona. Labor Universitaria.
1.988. Págs. 10 y ss.
46 U.G.T.:Circular. 15 se septiembre de 1.934.
122 Manuel Redero San Román 111 10(19901

ciando una dinámica de signo distinto, en la que debido a su fuerte peso iba a
seguir teniendo una gran presencia en la vida política republicana, aunque
de forma más directa y activa que antes.
Así las cosas puede afirmarse que a partir de finales de 1933, el modelo
sindical que representaba la U.G.T., analizado al inicio de este trabajo, co-
menzaba a tener serias dificultades en su funcionamiento, y entraba en cri-
sis. Si es verdad que sus aspectos reformistas e intervencionistas seguían
presentes en la acción político-sindical ugetista, también lo es que ahora se
potencian los componentes de clase, rompiendo el equilibrio mantenido hasta
entonces. 1,a concepción ugetista de la lucha de clases como proceso de pre-
sión y negociación, que había prevalecido hasta entonces, sin desaparecer
completamente, será sustituída por otra de mayor confrontación y enfrenta-
m ient o.
De esta forma, la transformación que se iba a operar en el sindicalismo
ugetista era considerable.

También podría gustarte