Public Ac in Se Pult A Dos Final
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Public Ac in Se Pult A Dos Final
Silencio ante el
Sepulcro
Arte y reflexión entorno al tránsito
de Jesucristo por el lugar de los
muertos
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Créditos
Presentación
Una de las vías de evangelización que se han empleado son las representaciones
de los acontecimientos de la redención con obras de arte. Esto se ha corroborado con
minuciosidad desde hace ya más de cuatro años, desde el departamento de Arte Sacro y
Ambientación Litúrgica, a través del inventario de todas las expresiones artísticas que
se custodian en las iglesias de la Arquidiócesis de San José.
Entre las obras más valiosas desde el punto de vista histórico y piadoso se
encuentran los Cristos Yacientes, asociados al Misterio de la Sepultura de Jesús y a la
acción salvífica de Dios para los hombres y mujeres de todos los tiempos.
Sirva esta publicación con fotografías de setenta y dos obras de arte que custodia
nuestra Iglesia particular y estos artículos de reflexión teológico-pastoral para adentrar-
nos más en la experiencia de fe que tiene como fuente el Misterio Pascual, para
catequizar a nuestros hermanos y hermanas acerca de la relevancia de comprender el
tránsito de Jesucristo por la región de los muertos como fundamento de la fe cristiana y,
para valorar el rico legado patrimonial espiritual y cultural que emana de la Historia de
Salvación de que formamos parte.
Fraternalmente,
Agradecimientos
La Divina Providencia propicia que muchísimas Pbro. Denis Feliz de la Cruz, cura párroco san
personas, agrupaciones e instituciones se integren Agustín en Cinco Esquinas de Tibás.
y apoyen iniciativas en defensa de nuestro patri-
monio eclesial, por tal razón se agradece profun- Pbro. Luis Fernando Blanco Barboza, cura párroco
damente a todas las personas que ayudaron y si- San Isidro Labrador de Heredia.
guen ayudando en la realización del Inventario de
Arte Sacro y demás objetos destinados al culto de Pbro. Javier Román, cura párroco Nuestra Seño-
nuestra Arquidiócesis: sacristanes, cocineras, en- ra de Guadalupe, Goicoechea.
cargados de mantenimientos y sacerdotes de las
distintas parroquias. R.P. Ricardo Reyes Dobles, c.o. cura párroco San
Josecito de San Isidro de Heredia.
Sirva también esta publicación para agradecer a
quienes brindaron distintos aportes para la reali- Pbro. Ronny Solano Fallas, cura párroco San
zación de la exposición temporal SILENCIO ANTE Rafael Arcángel, Escazú.
EL SEPULCRO en las instalaciones del Museo Na-
cional de Costa Rica en el antiguo Cuartel Bella- Pbro. Carlos Humberto Rojas Sánchez, cura
vista. párroco Nuestra Señora de la Soledad, San José.
Al pbro. Guido Villalta Loaiza, Vicario General. R.P. Carlos Arias Monge, s.j. cura párroco Nuestra
Señora de Lourdes, Montes de Oca.
Al pbro. Mauricio Granados Chacón, Canciller.
Pbro. Marvin Benavides Campos, Cura párroco
A quienes facilitaron las piezas para exhibirlas: Nuestra Señora de la Merced, San José.
Fray Manuel Batalla Gimeno, o.p, cura párroco La Pbro. Eladio Solano Solano, cura párroco Santo
Dolorosa en San José. Domingo de Guzmán, Heredia.
Pbro. José Alberto Quirós, cura párroco de San Pbro. Rodrigo Díaz Vargas, cura párroco Santa
Pedro de Montes de Oca. Teresita, Barrio Aranjuez.
Pbro. José Manuel Garita Herrera y venerable ca- Pbro. Roberto Salazar, cura párroco San Juan
bildo de la Catedral Metropolitana de San José. Bautista de Tibás.
Pbro. Manuel Guevara Fonseca, cura párroco de A todos los funcionarios del Museo Nacional de
San Isidro Labrador de Coronado. Costa Rica que facilitaron sus conocimientos téc-
nicos y recursos materiales, personales e institu-
Caballeros del Santo Sepulcro y pbro. Mauricio cionales para la realización de dicha exhibición, en
Solano, parroquia San Vicente Ferrer de Moravia. especial a don Christian Kandler, su director y a
Marlin Calvo, Leidy Bonilla y Cleria Ruiz perso-
Caballeros del Santo Sepulcro y pbro. Gustavo neras del Departamento de Protección del Patri-
Monge, parroquia Nuestra Señora del Pilar, Tres monio.
Ríos.
Al señor Aníbal Coto Cortés.
Pbro. Gustavo Rojas Álvarez, cura párroco Sagra-
do Corazón de Jesús, Heredia. A todas las y los feligreses de las parroquias
arquidiocesanas y demás creyentes de Costa Rica
Pbro. Javier Muñoz Quesada, cura párroco San que con su fe motivan la realización de este tipo
Bartolomé de Barva, Heredia. de proyectos.
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Índice de artículos
Vías de interpretación de las prácticas religiosas en torno a la Sepultura de Jesucristo -
Luis Carlos Bonilla Soto…………………………………………………………………………... 11
“Y descendió a los infiernos…” ¿Una buena noticia? - Pbro. Manuel Enrique Chavarría E. 32
Índice de obras
CRISTO YACIENTE, iglesia parroquial Nuestra Señora de la Soledad, San José…………………... 10
CRISTO YACIENTE, Museo de Arte Religioso San José de Orosi, Paraíso de Cartago….………... 12
XIII ESTACIÓN DEL SANTO VÍA CRUCIS, Capilla del Palacio Arzobispal, San José………………. 17
XIV ESTACIÓN DEL SANTO VÍA CRUCIS, Capilla del Palacio Arzobispal, San José………………. 17
SEÑOR DE LOS PRODIGIOS, iglesia parroquial de Santa Teresita, B° Aranjuez, San José ………. 19
XIII ESTACIÓN DEL SANTO VÍA CRUCIS, iglesia Nuestra Señora de la Soledad, San José……….. 21
XIV ESTACIÓN DEL SANTO VÍA CRUCIS, iglesia Nuestra Señora de la Soledad, San José……….. 21
SANTO SEPULCRO, iglesia parroquial Nuestra Señora del Pilar, Tres Ríos, La Unión…………... 24
PINTURA DEL MISTERIO DE LA RESURRECCIÓN, iglesia parroquial Nuestra Señora del Pilar,
Tres Ríos, La Unión…………………………………………………………………………………… 25
SANTO SEPULCRO, iglesia parroquial San Francisco de Asís, Dos Ríos, San José………………... 27
CRISTO YACIENTE, iglesia parroquial Sagrado Corazón de Jesús, Hatillo Centro, San José…..... 28
SANTO SEPULCRO, iglesia parroquial Sagrado Corazón de Jesús, Hatillo Centro, San José……. 28
XV ESTACIÓN DEL VÍA CRUCIS BÍBLICO, iglesia filial san Antonio del Llano, Alajuelita…...…… 30
XIV ESTACIÓN DEL SANTO VÍA CRUCIS, iglesia parroquial San Luis de Tolosa, Aserrí………..... 45
XIII ESTACIÓN DEL SANTO VÍA CRUCIS, iglesia parroquial Nuestra Señora del Carmen, Mata
de Plátano, Goicoechea…….…………………………………………………………………………. 48
XIV ESTACIÓN DEL SANTO VÍA CRUCIS, iglesia parroquial Nuestra Señora del Carmen, Mata
de Plátano, Goicoechea…….…………………………………………………………………………. 48
XIV ESTACIÓN DEL SANTO VÍA CRUCIS, iglesia filial Corazón de Jesús, Moravia……………….. 64
CRISTO YACIENTE, iglesia parroquial Cristo Rey, Vuelta de Jorco, Aserrí…...…………………… 65
CRISTO YACIENTE, iglesia parroquial San Juan Bautista Norte, San Juan Norte, Cartago……… 66
XII ESTACIÓN DEL SANTO VÍA CRUCIS, iglesia parroquial san Pedro Apóstol, Montes de Oca... 71
XIII ESTACIÓN DEL SANTO VÍA CRUCIS, iglesia parroquial san Pedro Apóstol, Montes de Oca.. 71
SEÑOR SEPULTADO,
venerado en la iglesia de La
Soledad en San José.
Imagen procedente de Guatemala, tallada
en madera y policromada a finales del
siglo XIX. Sus
dimensiones con los brazos extendidos son
167 x 173 cm.
11
VÍAS DE INTERPRETACIÓN DE y vivencia de los símbolos dentro de la religión.
Su finalidad general, igual que la de los símbo-
LAS PRÁCTICAS RELIGIOSAS EN los, consiste (…) en estructurar, articular y sos-
TORNO A LA SEPULTURA DE tener la experiencia vital” (Mardones, pág 167)
De este modo, la celebración anual de la
JESUCRISTO Pascua - la Muerte, Sepultura y Resurrección
de Jesucristo- como realidad que abarca inter-
Por. Luis Carlos Bonilla Soto /a
acciones y prácticas propensas a analizar desde
Al ser Costa Rica un territorio con fuerte lo antropológico-sociológico, evidencia en las
arraigo a la fe cristiana católica, introducirse en comunidades cristianas la necesidad de las
el estudio de fenómenos en torno a las prácticas mismas de recordar y experimentar el tránsito
religiosas impregnadas en la cotidianidad, re- de la muerte a la vida que realizó el Hijo del
sulta algo rico en abundancia de datos y, a su Hombre. Por lo que, tanto lo litúrgico como lo
vez, complejo debido a que el ambiente está piadoso entorno al Sepulcro, está cargado de
rodeado y saturado de imágenes, ideas, prácti- concepciones, ritos y actos de culto, algunos
cas y relatos sobre lo que se cree y sobre lo que que se viven de manera general por la Iglesia
las personas creyentes asumen como verdad. universal y otros particulares que responden a
Ante una temática tan compleja teológica- las distintas visiones y prácticas culturales de
mente, como lo es la Sepultura de Jesucristo, los pueblos donde se insertó o cultivó el cristia-
muchas veces confusa para los mismos creyen- nismo.
tes (1), resulta privilegiado observar con dete- Desde las elaboraciones teológico-
nimiento las formas en que se construyen e in- pastorales se busca comprender como Dios se
terpretan las prácticas de fe y las interacciones revela y manifiesta su proyecto de salvación en
en torno a esta. la historia de la humanidad apartada de Él por
Pero ¿Qué podemos entender por obser- la experiencia del pecado.
var con detenimiento estas formas de construc- De modo generalizado se considera algo
ción e interacción de las prácticas de fe? como “teológico” en sentido estricto, si ese algo
Para simplificar el abordaje, esta observa- está enmarcado en la institucionalidad que bus-
ción se puede concebir como la revisión de ca- ca, desde las capacidades intelectuales y los ra-
da uno de los factores que juegan en la confor- zonamientos, dar cuenta de esa revelación. Sin
mación de una realidad – sean individuales o embargo, la reflexión teológica desde de los es-
colectivos: cómo son ubicados, cómo inciden critos de los teólogos y teólogas, en el sentido
unos en otros (unidireccional, bidireccional o estricto del oficio, no es la única que se puede
de modo multi-direccional), cómo generan llamar teológica, pues en la acción de fe, tanto
otras formas de interacción, si son mediadores litúrgica como piadosa del Pueblo de Dios se
o se presentan focalizados por medio de rasgos hace meditación y descripción acerca del paso
específicos de las realidades de los que forman de Dios por la(s) historia(s) humana(s) (2). Am-
parte. bas, para efectos de esta breve reflexión, son
Si se analizan estas formas de interacción vías distintas y válidas en su especificidad para
desde la visión cristiana de fe, estas surgen co- comprender las prácticas de fe entorno al Mis-
mo una respuesta al plan que plantea Dios a la terio de la Sepultura.
humanidad y a la creación entera. Por lo que se
pueden abordar estas como lo que da conteni- CONOCER Y REFLEXIONAR DESDE LA
do a ritos y actos de culto, siendo estos los que CELEBRACIÓN LITÚRGICA
“constituyen en todas las religiones, también
en el cristianismo, el principal lugar de ejercicio Si se piensa en la liturgia del Sábado Santo,
12
cuando la Iglesia vela junto al sepulcro, no es El potencial que representa el silencio
veraz partir de ella como un conjunto de escri- contemplativo que propone la liturgia del Sá-
tos fríos que se traducen en acciones rituales bado para la elaboración de meditaciones teoló-
mecánicas, que no generan nuevas inquietudes gicas se corrobora en las reflexiones y escritos
o que no estimulan que las distintas dimensio- iniciados tantos siglos atrás, en los cuales dan
nes de las y los fieles, en su individualidad o en evidencia los Padres de la Iglesia y las celebra-
comunidad, se conmuevan. ciones litúrgicas.
Por el contrario, cuando estos están No obstante, todo este potencial del silen-
(estamos) frente a los textos y oraciones del ofi- cio, no anula la problemática de incomprensión
cio de lectura del segundo día del Triduo Pas- y desvaloración entorno a la comprensión y vi-
cual, se pueden sobrecoger ante el misterio de vencia del mismo. Considerando que la mayor
solidaridad y No Olvido de Dios hacia quienes parte del pueblo creyente no participa de las
perecieron antes de la hora en que Jesucristo acciones litúrgicas del sábado santo, llamado
reabrió las puertas del cielo a la humanidad. desacertadamente “a-litúrgico”, que la lectura
Y es ese mismo sobrecogimiento el que cristiana del silencio se torna aun más difícil
posibilita que el silencio no sea visto en la cris- por los miedos que este despierta en quienes
tiandad como un mutismo inútil, sino que el nos movemos en una sociedad del ruido, del
silencio celebrativo del Sábado Santo es consi- riesgo (Beck) y de la liquidez (Bauman), donde
derado con una alegría expectante, pues el Me- todo fluye velozmente y que a lo largo de las
sías está abrazando a sus hermanos y hermanas décadas se conformaron tradiciones en el ámbi-
que lo antecedieron: a Adán y Eva, a Caín y to de la religiosidad popular, que están disocia-
Abel, a Abraham, a Isaac y a Jacob, a David y a das del modo de proceder cristiano, como es el
los reyes, a Moisés, a Isaías, Amós, Ezequiel y tono carnavalesco de la “Quema de Judas” rea-
todos los profetas, a Juan, A José su padre y a lizada en algunas comunidades heredianas el
todos los hombres y mujeres justos de todas las sábado en horas de la tarde o de la noche, que
épocas que tuvieron que experimentar la muer- en casos probados han finalizado en disturbios.
te. Retomando el tema de la liturgia como
vía para conocer y reflexionar sobre la Sepultu-
ra, cabe considerar que la constitución Sacro-
sanctum Concilium afirmó categóricamente que
esta no agota la experiencia de fe y oración de
la Iglesia, por lo que también se puede afirmar
que no sólo en el contexto de la liturgia surgen
interpretaciones y reflexiones sobre esta verdad
(Continúa en la página 14)
Página siguiente…
SEÑOR SEPULTADO Y SANTO SEPULCRO de la iglesia
parroquial de san Miguel Arcángel de Escazú, ambas
piezas de madera. El Yaciente que data del S XIX y
mide 151 x 42 cm, es atribuido a don Mercedes Gui-
llén, pero la obra perdió su policromía original . El Se-
pulcro mide 227 x 198 x 97 cm y fue confeccionado por
los talleres Urgellés y Penón entre 1932 y 1933.
13
14
racionalidad de quienes las viven y de quienes
se concentran para participar como espectado-
res de tales prácticas.
Lo anterior no se debe entender, como si
los espacios y tiempos fuesen meros requisitos
de contexto, si no que ambas variables son ne-
cesarias para comprender la razón de ser de la
práctica misma. Si la forma de interacción pia-
dosa es pensada como algo compuesto de fac-
tores que se relacionan por medio de diversas
vías y que por tanto su complejidad radica en
que dichos factores no son controlables absolu-
tamente, sino que los mismos pueden ocasio-
Procesión realizada el Jueves Santo de 1933, día en que nar cambios de dirección, profundizar o propi-
llegó el Santo Sepulcro finalizado a la iglesia de San ciar la desaparición de otros factores, no es po-
Miguel de Escazú. Fotografía facilitada por Edgar sible concebir estas formas de interacción como
Montoya Gómez. algo esporádico, que surgen eventualmente y
se disuelven del mismo modo, sino que la de-
de fe de la Iglesia, lo que abre paso a las poten- marcación de los tiempos periódicos de realiza-
cialidades de reflexión que da la piedad popu- ción y las locaciones tienen una dinámica que
lar. se ha construido e institucionalizado a partir
de la creación y recreación de aquellos aconte-
CONOCER Y REFLEXIONAR DESDE LA cimientos vitales o significantes en la confor-
PIEDAD DEL PUEBLO mación de las identidades de las comunidades
mismas.
El tratamiento de la piedad del pueblo co- En el caso de comprender la temática de
mo forma de interacción, permite fijar la aten- la Sepultura de Cristo en las comunidades cris-
ción en las estructuras que vinculan o se desvin- tianas católicas costarricenses, a partir de las
culan las y los fieles unos con otros en el espacio formas de interacción piadosas, posibilita de-
de fe popular y cómo se relacionan estos mis- terminar en los énfasis, las omisiones, los
mos con lo trascendente, con el Misterio de desusos y las innovaciones. Y para no conside-
Dios, y todas las tensiones y relajamientos que rar a la ligera algunas prácticas piadosas como
se generan en estas prácticas. superstición, y evitar así caer en reduccionis-
(Continúa en la página 16)
Si se habla de tensiones y relajamientos, se
debe a que no se puede omitir la existencia de
acciones y/o pensamientos que entran en con- Página siguiente...
flicto con el depósito de la fe que tiene la Iglesia
CRISTO YACIENTE, esculpido por el maestro imaginero Lico
en las prácticas mismas o que atentan contra el Rodríguez Cruz para la Catedral Metropolitana de San
bienestar de las personas física, emocional o ra- José a finales del S XIX. Es una talla en madera de bulto
cionalmente. redondo, originalmente fue de goznes, mas sus brazos fue-
Las formas de interacción piadosas del ron fijados en su estado actual por Manuel Zúñiga. Mide
pueblo, para ser entendidas en la complejidad 165 x 48 cm.
que las mismas abarcan, requieren ser aprehen-
didas e interpretadas en los espacios y los tiem- SANTO SEPULCRO, mide 207 x 197 x 91 cm en la
investigación de Reymundo Méndez sobre Lico se indica
pos en los que las mismas poseen legitimación y
que procede de Italia. Aunque otros señalan que es de
se desbordan en la emotividad, expresividad y manufactura francesa.
15
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mos que no consideran las interpretaciones Como se señaló en el apartado anterior, la
conformadas por las subjetividades desde la liturgia no abarca todo lo espiritual, y las acti-
aplicación de la creencia, se tiene la opción de tudes de silencio y recogimiento saturan tanto
interpretar lo que motiva a la realización de ac- dicho ámbito privilegiado de la oración eclesial
tos específicos (los contenidos y las experien- como el de las devociones del pueblo.
cias de fe) más allá de la acción en sí, ya que se Por lo que al silencio de respeto y conside-
corre el riesgo de sacrificar un contenido lauda- ración al dolor ajeno, como se podría interpre-
ble a causa de una primera impresión descalifi- tar en los gestos de las mujeres que acompañan
cadora del fenómeno. y cargan la imagen de la Virgen de la Soledad,
Así pues, desde la piedad popular se pue- abrazando de este modo el dolor profundo que
den leer muchísimos gestos, palabras y signos sufrió Santa María como madre, se suma que el
que dan cuenta de cómo la fe del pueblo es te- silencio genera misticismo, curiosidad e inquie-
rreno fértil para que el Espíritu en el que confía tud y, como señaló Wittgenstein, “de lo que no
su discernimiento la Iglesia, suscite las formas se podría hablar era lo más interesante para el
de pensar y actuar que refieran al aconteci- ser humano” (Wittgenstein citado por Mardo-
miento culmen de la Historia de la Salvación. nes, 2003: p. 57).
La interpretación de los gestos de respeto Cabe indicar que cuando algo en la Iglesia
que rinden muchísimas personas en las proce- no se puede comprender ese algo desde la ra-
siones o en los momentos de acompañamiento zón, los creyentes guardan silencio y en medio
de la imagen del Jesucristo que descansa en el de ese silencio ante el Misterio la comunidad
sepulcro, como lo son arrodillarse, despojarse cristiana se postra de rodillas.
del sombrero, vestir de colores oscuros, llevar
flores, encender velas o antorchas, no emitir LA LITURGIA Y LA PIEDAD DEL SÁBADO
palabras, entre otras, es una veta genuina para SANTO COMO VÍAS DE CONTEMPLACIÓN
descubrir y analizar la fe expresada. DEL MISTERIO
Algunos podrían argumentar que dichos
gestos responden a tradiciones no pensadas, De modo sucinto se plantean algunas lí-
sino sólo reproducidas por herencia. Mas, si se neas de análisis para comprender las distintas
parte de que todo esto es una forma de interac- acciones, pensamientos e interpretaciones que
ción (siguiendo el planteamiento de Simmel), giran entorno a la Sepultura de Jesucristo. Sien-
no se puede partir de que las personas no pien- do la Liturgia y la Piedad dos espacios y mo-
san o son concientes de lo que hacen, sino que mentos en que se reflexiona sobre el dolor y la
cada acto está dotado de una valoración e inter- aflicción que por la falta de amor de la humani-
pretación humana. dad llevaron al redentor a una muerte de cruz.
En el caso de los tributos realizados a Sendos ámbitos abordados están saturados de
Cristo muerto y llevado en procesión en la urna significaciones, desde la liturgia la ausencia en
sepulcral, estos de manera extraordinaria evi- la participación de ella posibilitó la populación
dencian lo que en lo ordinario realizan los pue- de acciones piadosas, que a su vez, surgieron y
blos entorno a sus difuntos, pues se trasladan cargan distintas interpretaciones y se configu-
los gestos y acciones de un acto fúnebre con- ran como formas de interacción, que van desde
temporáneo a la acción piadosa de la procesión. la organización de los actos, hasta la realización
Pero se afirma que se realiza de modo extraor- de detalles para rendir tributo a Jesús o a María
dinario, pues esta acción fúnebre es exaltada y su Madre.
ritualizada, pese a que la Iglesia no considera Asimismo, dejan entrever que pese al tono
esto como una acción sacramental, sino como lúgubre y triste que evocan los momentos de
una representación o teatralización de un acon- oración piadosa y el recogimiento al que invita
tecimiento que posibilitó su salvación.
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la liturgia, se mantienen las esperanzas frente a
las muchísimas injusticias que evocan la muerte
que buscan imponerse sobre la vida, ya que se
puede leer en el fondo de las acciones una trans-
formación paulatina de la aflicción en gozo.
NOTAS
(1) Pues genera múltiples lagunas en los conocimientos
dispuestos en las concepciones fundamentales que tienen
las personas que conforman las comunidades cristianas y
de quienes se consideran “adscritos oficialmente” a la fe
católica (pese a que no vivan según lo dispone el cristia-
nismo como modo de vida).
(2) Se plantea la posibilidad del plural para indicar que la
experiencia de Dios es para toda la humanidad en general
y para la historia personal de cada ser humano.
(3) Se parte del concepto de piedad popular como una
precisión conceptual de las prácticas religiosas fuera de la
liturgia de la Iglesia Católica, surgidas de las diversida-
des culturales existentes en el orbe y se han tornado en XIII ESTACIÓN: JESÚS PUESTO EN LOS
modos de expresar la fe (Directorio de Piedad Popular N°
BRAZOS DE SU MADRE. Pieza de yeso con
9) y se distancia del concepto de religiosidad, que resulta
marco de madera, de autor desconocido se ubica
ser algo mucho más amplio. “La religión popular no es
algo dado por generación espontánea o se mantiene está- en la capilla del Palacio Arzobispal.
tica; más bien, debe considerársela en términos de una
realidad cultural, con connotaciones sociales cuyas mo-
dalidades históricas están en conexión con particularida-
des religiosas o no, hegemónicas o contra hegemóni-
cas.” (Lombardi citado por Zapparoli, 2008: 54)
FUENTES CONSULTADAS:
CRISTO YACIENTE.
Ubicado en el Santuario
del Dulce Nombre de Je-
sús en Barrio Pitahaya en
San José. Por su estilo se
puede atribuir a Manuel
María Zúñiga.
Es una imagen de pasta
de 182 x 60 cm que no
conserva la policromía
original.
23
De este reposo en santa paz resulta muy me encanta mi heredad ..
expresiva una de las antífonas que la Iglesia re- Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
cita en el Oficio de Lectura de este día: «En paz
y mi carne descansa serena.
me acuesto y duermo tranquilo». Esta antífona,
Porque no me entregarás a la muerte,
en forma simple y condensada, marca muy ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
bien el sentido y el espíritu de contemplación
serena de este día en el que el Señor yace en el Ya este salmo describe la victoria de Cristo re-
sepulcro. Es un descanso que sugiere la espera sucitado que, tras librar un combate victorioso,
de un gran momento: la esplendorosa resurrec- penetra en la tienda de su Padre.
ción, generadora de nueva vida para la crea-
ción y para la humanidad. La muerte de Cristo fue una verdadera muerte en cuanto
Es lógico que, en las meditaciones propias que puso fin a su existencia humana terrena. Pero a cau-
de este día, a cada paso regresemos al aconteci- sa de la unión que la Persona del Hijo conservó con su
miento doloroso que acaba de tener lugar, a sa- cuerpo, éste no fue un despojo mortal como los demás
ber, la pasión y la muerte. Pero esta muerte está porque "no era posible que la muerte lo dominase" (Hch
unida a la certeza de una victoria que la Iglesia, 2, 24) y por eso de Cristo se puede decir a la vez: "Fue
arrancado de la tierra de los vivos" (Is 53, 8); y: "mi car-
ansiosa, espera proclamar.
ne reposará en la esperanza de que no abandonarás mi
Tan consciente está la Iglesia de que el re- alma en el Hades ni permitirás que tu santo experimente
poso es un paso necesario para la glorificación, la corrupción" (Hch 2,26-27; cf.Sal 16, 9-10). La Resu-
que en otro momento, en la recitación de Lau- rrección de Jesús "al tercer día" (1Co 15, 4; Lc 24, 46; cf.
des, proclama aquello que el apóstol Pablo nos Mt 12, 40; Jon 2, 1; Os 6, 2) era el signo de ello, también
dejó como herencia en la carta a los Filipenses: porque se suponía que la corrupción se manifestaba a
«Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la partir del cuarto día (cf. Jn 11, 39).
muerte, y una muerte de cruz; por eso Dios lo Cat. Igl. Cat. N. 627
levantó sobre todo y le concedió el “Nombre-
sobre todo nombre” (Fil. 2, 8-9). El reposo de Cristo en la carta a los Hebreos
A través de la oración oficial de la Iglesia,
En el Oficio de Lectura del sábado santo
los cristianos tomamos conciencia de que, lejos
de estar ante un hecho de aniquilación por la se introduce íntegro el capítulo 4 de la carta a
muerte y sepultura, estamos ante el hecho de los Hebreos, que invita a entrar en el reposo de
un reposo que tiene como meta la vida nueva y Cristo.
la glorificación. Rescatemos algunas expresio- El tema del reposo del Señor, el sábado
nes de los salmos que se recitan en esta oración santo, recuerda una serie de diferentes temas a
oficial de la Iglesia: los que el bautizado ha de estar sensible. El co-
mienzo de la lectura de este trozo de la carta a
«Pero Tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría los Hebreos que venimos mencionando, es una
que si abundara en trigo y en vino. exhortación a escuchar la buena noticia y hacer-
En paz me acuesto, y en seguida me duermo, la vida.
porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo» (Sal 4, 8 Una desobediencia a los planes de Dios
-9). nos haría romper con la confianza que nos ins-
pira el plan de salvación.
También en el contexto de la recitación de El creyente, en cambio, entra en un repo-
Laudes, el salmo 15 recuerda la resurrección y so, parecido al reposo del Creador al finalizar la
la entrada de Cristo en su heredad: obra creadora, como lo narra el Génesis.
En el reposo del Cristo en el sepulcro está
«El Señor es mi heredad y mi copa;
el espejo en que nosotros miramos la confianza
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso, (Continúa en la página 26)
24
25
… página anterior
.CRISTO YACIENTE Y SANTO SEPULCRO , de la
iglesia de Ntra. Sra. del Pilar en Tres Ríos.
Ambas obras de madera de manufactura costa-
rricense. El Cristo mide 160 x 44cm y data de
finales del S XIX. El Sepulcro, que es un fino
trabajo de ebanistería, mide 243 x 212 x
116cm
DETALLE DEL MISTERIO GLORIOSO DE LA
RESURRECCIÓN , pintado por Paul d. Armesto
y Vernom Graham entre el 2002 y el 2003, en
el coro de la iglesia de Tres Ríos. Se observa la
mariposa como signo de la transformación que
implica la Resurrección.
CRISTO YACIENTE Y
SANTO SEPULCRO, de la
iglesia de la Inmaculada
Concepción de Zapote.
Las dos obras son de ma-
dera. El crucifijo se le
atribuye a Manuel Zú-
ñiga y este mide 170 x
50 cm.
SANTO SEPULCRO,
de la iglesia de San Francisco de Dos Ríos. Destaca por
ser una obra monumental elaborada en madera. Mide
390 x 152 x 185 cm y es de estilo ecléctico.
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CRISTO YACIENTE,
de la iglesia del Sa-
grado Corazón de
Jesús en Hatillo
Centro.
Es una obra que fue
moldeada, se desco-
noce su autoría.
Mide 180 x 60 cm y
fue adquirida para
ser depositada en el
Sepulcro que ad-
quirió en la segunda
mitad del SXX esta
parroquia.
SANTO SEPULCRO,
de la iglesia de Hatillo Centro. Fue tallado en madera de
caoba traída a San José desde la provincia de Guanacaste.
Su autor, Juan José Castro Solano, que residía en estos
barrios del Sur de la capital lo trabajó con la ayuda de
Jesús Umaña.
Esta obra tiene las siguientes dimensiones: 366 x 153 x
190 cm.
29
“INFIERNO” E “INFIERNOS ” NO ES LO
MISMO
Primero tenemos que aclarar que “los in-
fiernos”, no son el “infierno”. El infierno tal y
como lo conocemos es el lugar del castigo
eterno, el estado de los que se han condenado
para siempre, el de los malos. En cambio, “los
infiernos” era el lugar de los muertos que, se-
gún las creencias del pueblo judío, estaba reser-
vado a todos los difuntos, buenos o malos. No
era, pues, un lugar de castigo propiamente di-
cho. La Biblia lo llama el “sheol” o “morada de
los muertos” o “abismo” (Núm 16,33; Sal 6,6, Job
DÉCIMO QUINTA E STACIÓN DEL VÍA CRUCIS.
Forma parte del conjunto pintado por César Cuello para la 7,9; Gén 37,35). En griego se le llama
iglesia de San Antonio del Llano de Alajuelita. Pintada “Hades” (Mt 16,18; Ap 1,8) y algunas versiones
con la técnica de acrílico sobre playwood y mide 150 x bíblicas traducen “infierno”, “abismo” o “reino de
97cm. la muerte”.
La gente del tiempo de Jesús se imaginaba
el mundo en tres grandes partes: el cielo, como
¿DESCENDIÓ JESÚS A LOS una cúpula inmensa tachonada de estrellas, en
cuya cúspide vivía Dios con los ángeles; luego
INFIERNOS?
la tierra como un inmenso plato sobre las aguas
(plana y no redonda) sobre la que vivían los
Por. Pbro. Mario Montes Moraga b/
seres humanos y los animales y, bajo la tierra,
estaba el “abismo” o “sheol”, es decir, una es-
En el Sábado Santo, la Iglesia permanece
pecie de fosa común para todos los muertos
en silencio, como enseña la liturgia, velando
(Flp 2,6), al que llamamos “infiernos”, “lo que
ante la tumba del Señor, en oración y en espera,
está bajo tierra, abajo”.
mientras se prepara a celebrar los gozos pas-
Allí iban a parar todos los muertos, los
cuales de la resurrección de Cristo en la solem-
justos e injustos, los buenos y los malos juntos,
nísima Vigilia Pascual, la madre de todas las
así como también los santos que habían muerto
vigilias, la fiesta de las fiestas, a las que se ha
antes de la venida de Jesús a este mundo (1
venido preparando durante el Tiempo de Cua-
Sam 28,13.19).
resma.
El Sábado Santo nos recuerda que Cristo
murió, que fue sepultado y que “descendió a los
CRISTO MURIÓ REALMENTE (BAJÓ A LOS
infiernos”. ¿Qué significa que el Señor “bajó a INFIERNOS )
31
SANTO SEPULCRO,
de Alajuelita.
Mide 197 x 96,5 x
172cm
.
YACIENTE,
del Santuario del Santo
Cristo de Esquipulas
en Alajuelita. Es una
escultura tallada en
madera policromada
con goznes. Fue confec-
cionado en Costa Rica
y mide 130 x 38 cm.
“Y DESCENDIÓ A LOS
INFIERNOS…” ¿UNA BUENA
NOTICIA?
“Por eso Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre que está Dónde aparece el tema
sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda ro- El tema del Cristo Yacente y la Madre do-
dilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y lorosa está presente en la Liturgia (en particular
toda lengua confiese que Cristo Jesús es el SEÑOR para la oriental, que recuerda a la Madre el Viernes
gloria de Dios Padre” (Filip 2, 9-11). Santo y Sábado Santo); en varios conocidos
ejercicios de piedad como "La Hora de la Madre",
d / El autor es el director Arquidiocesano de Kerigma que se inspira en la liturgia bizantina, el Vía
35
Crucis (XIII y XIV Estaciones), la Corona de la Sábado Santo de las Iglesias Siro-Occidental
Dolorosa y el Via Matris (VI y VII Dolores) (1); (13) y Siro-Maronita (14); Lamentos o discursos
en la piedad popular (procesiones, sacras repre- fúnebres de María, como el de Simeón Metafraste
sentaciones); en la literatura, el arte y la música. (c.1000) (15); los "Planctus Mariae" o "Llanto de la
Aparece en varios géneros literarios dife- Virgen María" medievales, como los de Godo-
rentes: Vidas de María, como las de San Máximo fredo de San Víctor (+d.1194) (16) y Ogerio de
el Confesor (+662) (2) y Simeón Metafraste Locedio (+1214) (17); los "Mirólogos" (s.XV-XVI)
(c.1000) (3); dramas, como el "Christus pa- o cantos fúnebres populares griegos (18); co-
tiens" (s.XI-XII) (4); apócrifos de la Pasión (5); ho- mentarios exegéticos, como los de Ruperto de
milías, como las del obispo copto Ciriaco de Al- Deutz (+1130) (19) y Odón de Morimond
Bahnasa (s.VIII) (6), Jorge de Nicomedia (s.IX) (+1161) (20); tratados sobre la Virgen, como el de
(7), San Amadeo de Lausana (+1159) (8) y San Eadmero de Canterbury (+1124) (21); clásicos de
Juan de Ávila (+1569) (9); textos litúrgicos orien- la espiritualidad cristiana, como los Ejercicios Es-
tales, como los himnos de Jorge el Himnógrafo pirituales de San Ignacio de Loyola (+1556) (22);
(s.VII) (10), los Troparios de Semana Santa (11) y revelaciones privadas, como las de Santa Brígida
el "Enkomia del Epitaphios Threnos" (s.XIII-XIV) de Suecia (+1373) (23) y Beata Ana Catalina
(12) de la liturgia bizantina, o los "Lamentos" del
(Continúa en la página 37)
36
"…Ella es la que más perdió, la más entristeci- Fr. Luis de Granada explica así el binomio
da, la más desconsolada, la más afligida de dolor-valor en el ánimo de María:
cuantas hubo ni habrá. Cuando lo viese que
ya quería expirar, cuando viese aquellos lu- "No solamente estaba par de la cruz, viendo
cientes ojos escurecerse, cuando viese alzárse- con sus piadosos ojos las heridas del Hijo, mas
le el pecho, cuando lo viese resollar tan aprie- aun estaba en pie. ¡Oh fortaleza de ánimo! ¡Oh
sa con las ansias de la muerte, la Madre que maravillosa constancia! El mundo se trastor-
tal vido, ¿qué haría? No hay corazón que sepa naba, la tierra se estremecía, las columnas del
sentillo, no hay lengua que sepa explicallo. No cielo temblaban, y los miembros virginales
te quedó consuelo ni arrimo en la tierra, están quedos en su lugar. Las piedras se ha-
muerto tu santísimo Hijo, porque en él tenías cían pedazos, y está entero el corazón de la
todas las cosas" (42). madre. Su corazón estaba hecho un mar de
amargura, y las olas de este mar subían hasta
Algunos autores tratan de expresarlo con los cielos, mas el marinero era tan diestro, y
palabras que lleguen al corazón: llevaba en sus manos el gobernalle con tan
maravillosa prudencia, que no bastó para
"Junto a la cruz de Cristo estaba, agonizante, la desatinarla una tan espantosa tormenta, ni
Madre que virginalmente le diera a luz y del apartarlo un punto de la voluntad de Dios.
Espíritu Santo le concibiera. No podía hablar; Mas con esta conformidad de voluntad no se
el dolor la había debilitado en extremo. Abati- podía excusar en su alma un espantoso dolor,
da y extenuada, su alma desfallecía en vida; viendo con sus ojos lo que el amantísimo Hijo
vivía muriendo y moría viviendo... El dolor padecía…" (47).
desgarraba cruelmente su corazón. Muerto
Cristo, prefería morir a vivir" (43). Como veremos a menudo, otra cosa que
acompaña siempre a la Virgen es su fe en la Re-
Otros, contra lo que dice el Evangelio (cf. surrección:
Jn.19,25), llegan hasta el extremo de imaginarla
casi desmayada por el sufrimiento tan atroz "¿Quién podrá expresar y medir el dolor de la
que sin duda padeció: Madre de Cristo? Creo que es imposible refe-
rir el dolor de la Virgen. Su amor, no obstante,
"Muere el Hijo; cay la Madre. Expira Jesucris- era recto y guardaba moderación. No deses-
to en la cruz. Queda medio muerta la Madre peraba, sino que, justa y piadosamente, se do-
en la tierra…" (44). lía, porque esperaba que su Hijo había de resucitar
al tercer día" (48).
Sin embargo, no dudan en subrayar tam-
bién la dignidad y nobleza con que se compor- San Juan de Ávila (49) y San Alfonso de
tó en todo momento, a la altura de su misión de Ligorio mencionan el acto de ofrecimiento al
Madre de Dios y Corredentora (45). Basten dos Padre que la Virgen realiza en el momento de
ejemplos: la muerte de Cristo. Dice este último:
Dice Santa Brígida, hablando de los seis "Te presento, oh Dios… el alma inmaculada de tu
dolores de la Virgen:
41
Hijo y mío, que ya te ha obedecido hasta la muerte; muerto... Entonces la espada que atravesó el
recíbela entre tus brazos. He aquí que está satisfe- costado de Cristo la hirió también a Ella en el
cha tu justicia, cumplida tu voluntad: he aquí que corazón, y renovó nuevos dolores, y nuevas
ya se consumó el gran sacrificio a gloria eterna lágrimas comenzaron a brotar de sus
tuya" (50).
ojos…" (53).
Fr. Luis de Granada nos recuerda que con
La Virgen se lamenta
la muerte de Cristo, "acabose un martirio y co-
mienza otro" para María: "Oh Señor, ni siquiera ahora estos locos homi-
cidas dejan de bramar contra ti… Te hieren a
"Hasta aquí llorabais sus dolores, ahora su muerte;
hasta aquí su pasión, ahora vuestra soledad; hasta ti, dulcísimo amor mío, a ti que sanas las heri-
aquí sus trabajos, ahora su ausencia; una ola pasó das de nuestra naturaleza. Abren ese costado
y otra viene a dar de lleno en lleno sobre vos: de del cual surge el torrente de la vida eter-
manera que el fin de su pena es comienzo de la na…" (54).
vuestra" (51).
Fr. Luis de Granada lo describe así:
Finalmente, el poeta Juan de Padilla nos
ofrece un detalle muy significativo: Jesús, al "Y como si esta pena [la ausencia de Jesús]
fuera pequeña, veo que os aparejan otra no
morir, inclina la cabeza del lado donde está Su
menor. Cerrad, Señora mía, cerrad los ojos y
Madre (52). no miréis aquella lanza que va enristada por
el aire, adónde va a parar. Cumplido es ya
vuestro deseo; escudo sois hecha de vuestro
II. LA MADRE CONTEMPLA LA LANZADA
Hijo, pues aquel golpe a vos hiere y no a Él.
Y RECOGE LA SANGRE Y EL AGUA QUE Deseabais los clavos y las espinas: eso era pa-
MANAN DEL COSTADO DE SU HIJO (JN.19, ra su cuerpo; la lanzada se guardaba para vos.
34) ¡Oh crueles ministros!… ¿Por qué no os con-
tentáis con las heridas del Hijo, sino también
queréis herir a la madre? A ella herís con esa
Muchas madres, a lo largo de los siglos, al
lanza…" (55).
dolor de ver a sus hijos muertos, se ha agrega-
do el de ver sus cadáveres ultrajados. San Juan de Ávila y San Alfonso de Ligo-
El cuerpo muerto de Jesús también sufrió rio describen el dolor de María al ver llegar los
el embate de la lanzada de un soldado. De este soldados con la intención de quebrar las pier-
hecho, en relación con la Virgen, la Tradición nas de los crucificados, y las súplicas que la
subraya dos aspectos: su dolor maternal y su Madre les dirige para que tengan compasión de
misión mediadora en favor nuestro. su Hijo y no lo hagan (56).
Es común en la Tradición hacer un parale-
1. Dolor maternal
lo entre la espada que Simeón le profetizó a
Los autores orientales ponderan mucho la
María (Lc.2,35) y la lanza que atraviesa el costa-
crueldad de los que crucificaron a Jesucristo,
do de Cristo. San Bernardo (+1153), por ejem-
los cuales, aun viéndolo muerto, no dudaron en
plo, afirma:
atravesar Su costado con una lanza y provocar-
le así a Su Madre un nuevo y terrible dolor: "En verdad, Madre santa, una espada traspasó
tu alma. Era imposible que esta espada pene-
"Tú, en este momento, mira el corazón de la trara en la carne de tu Hijo sin atravesar tu
Madre bendita atravesado por la espada: cuán alma. En efecto, cuando aquel Jesús… expiró,
grande fue entonces su compasión, y todavía el hierro cruel abrió su costado, sin perdonarle
más grande su sufrimiento, porque también aún después de muerto. A él ya no podía ha-
Ella quedó casi muerta, cuando vio a su Hijo cerle mal alguno, ni llegó a tocar su alma, pe-
42
DETALLE DE CASULLA NEGRA de la iglesia parroquial de
Moravia. Todo el ornamento mide 116 x 64cm .
En la parte posterior tiene la aplicación de un crucifijo
superpuesto.
2. Misión mediadora
"Vino al fin a la llaga del costado, "La voz de esos hombres que tienen en gran
a la preciosa llaga descubierta, cuenta la verdad, agrega también que la Madre
para mirar el corazón sagrado de Dios, después de haber visto con sus pro-
como por ancha y venerable puerta; pios ojos cosas tan extraordinarias y dignas de
violo y dejólo en lágrimas bañado, maravilla, con prudencia y con reverente ar-
y otra llaga en el suyo vido abierta; dor, después de la muerte del Hijo, recogió
llaga espiritual y llaga viva, esa agua y esa sangre que, como si estuviera
de la llaga del muerto compasiva" (59). todavía vivo, continuaba a brotar de Su costa-
do abierto" (63).
43
El Abad cisterciense Odón de Morimond III. EL DESCENDIMIENTO DEL HIJO DE LA
(+1161), en una interesante homilía sobre Juan CRUZ (JN.19, 38-42)
19, 25-27, explica muy bien cómo uno de los
motivos "por los cuales era necesario que María A la muerte de un ser querido sigue la
estuviera junto a la Cruz de Jesús" es precisa- congoja de los preparativos que hay que llevar
mente su función mediadora. a cabo para su sepultura. También la Santísima
Virgen tuvo que pasar por este trago amargo.
"¿Quién ignora que nuestra Señora es la te-
La Tradición oriental se distingue por el
sorera del cielo, capaz de hacer frente a to-
protagonismo que le atribuye a María en todo
das las necesidades de los mortales de ma-
nera tal que todos reciben de su plenitud?
lo relacionado con la sepultura de su Hijo.
Pero… ¿dónde tomó Ella todas estas cosas En efecto, a pesar de su incomparable do-
que con tanta liberalidad distribuye a quien lor, apenas muere Jesús, la Madre "se preocupa
la suplica? Creo que fue al pie de la Cruz de por su sepultura" (67). Después de llorar digna-
Jesús. De allí, en efecto, fluyeron los ríos de mente y pronunciar el lamento fúnebre,
la gracia, de los cuales María sacó con el bal-
de de su fe y ahora distribuye en las tinajas "inmediatamente toda su preocupación fue
de su misericordia" (64). por la sepultura de aquel cuerpo vivificante,
porque no podía soportar que permaneciera
Odón hace un paralelo entre Ezequiel (47, todavía colgado del madero, expuesto a los
1-2) y María, la cual no sólo vio "el agua que, golpes, las ofensas y los insultos de Sus
junto con la sangre, salía del templo de Dios" - enemigos. Deseaba, por tanto, encontrarle
un lugar conveniente, aunque no pudiera
el cuerpo de Cristo-, sino que Ella, la única dis-
haber en ninguna parte un lugar tan digno y
cípula fiel y creyente, debía recoger todas esas
adecuado para aquel cuerpo dispensador de
gracias que brotaban de la Cruz de Cristo para vida, como había sido digno su vientre in-
luego distribuírnoslas. Por eso Odón la exhorta, maculado de recibir toda la plenitud de la
diciendo: divinidad" (68).
"…Virgen toda bella, quédate junto a la María, por un lado, se pregunta cómo po-
Cruz, y llena tus tinajas, para que ese precio- drá bajarlo del madero, dónde enterrarlo, con
so licor no fluya inútilmente, ya que, dado
qué lienzos envolver Su cadáver; pero, por otro,
que todos huyeron, faltaron los recipientes
tiene claro que no debe inquietarse, sino
de la fe hasta que tú llegaste. Y cuando ha-
yas llenado tus tinajas, con tu generosa efu- "confiar en Sus palabras y en los hechos que
sión, muestra que eres la Madre y Esposa cumplió, los cuales testimonian que está en Su
del Salvador" (65). mano hacer cuanto desee" y abrirle a Ella un
camino (69).
Más adelante le vuelve a suplicar que se Fortalecida por la gracia de su mismo Hi-
fije en nosotros, que estamos junto a la fuente jo, los autores orientales se imaginan a María
de agua. "Tenemos mucha sed, pero no dispo- recorriendo el Calvario, sin separarse con la
nemos de recipientes para sacar, y el pozo es vista y el corazón de Jesús, buscando, hasta que
profundo". Por eso le suplicamos que recuerde encuentra allí cerca un sepulcro nuevo y vacío
"con cuanta amargura y abundancia sacó Ella (cf. Jn.19,41), "rodeado de un fértil jardín", que
de esta fuente", y "con cuanta liberalidad lo dis- "esperaba precisamente aquel cuerpo del Señor
tribuye a sus siervos", para que nos conceda Dios de todas las cosas" y "por providencia di-
también a nosotros esta bebida y nos inflame vina estaba completamente libre" (70). María se
de amor hacia su Hijo crucificado y de deseo de informa que el dueño es José de Arimatea (cf.
la patria celestial (66). Jn.19,38), y "no sólo le pide la tumba, cosa fácil
y grata para él de conceder, sino también, y es-
44
to era más difícil, que vaya personalmente a sucumbir al filo de la cruel e impía espada.
pedir el permiso para sepultarlo" (71). Una palidez mortal bañaba su rostro; su faz
Los autores orientales colocan aquí un diálogo estaba enteramente salpicada y enrojecida por
entre María, "que permanece firme en su perse- la sangre de Cristo" (74).
verancia y está siempre valiente y lista a todo",
San Juan de Ávila ofrece una descripción
y José de Arimatea. La Virgen le relata lo que
detallada, diferente de la oriental:
sucedió; cómo Ella se quedó sola, con un solo
discípulo y sin medios; le pide por amor al "Quedáronse solos María y San Juan y las
Maestro y consuelo de Ella que pida el cuerpo Marías. Era ya tarde, hora de vísperas; ya la
de Jesús y coloque en su tumba a ese "inmortal gente se había ido y no sabían qué hacerse;
Tesoro"; lo anima a ser valiente, pues el Señor ellos eran flacos, la cruz estaba muy alta, los
lo guiará y recompensará. Fortalecido por sus clavos muy gruesos, no tenían herramienta
palabras y conmovido por su dolor, José cum- para poder abajar el cuerpo" (75).
ple con el encargo, "obtiene la Vida de todos",
compra lo necesario y regresa con Nicodemo Mientras la Virgen le reza a Dios Padre
(72). para que le depare una sepultura para su Hijo,
En la Tradición occidental, tenemos diver- ven venir a José de Arimatea y a Nicodemo con
sas presentaciones de la sepultura de Cristo. algunos hombres. La Virgen se asusta, pero San
Ogerio de Locedio, por ejemplo, ofrece un texto Juan la tranquiliza diciéndole que son amigos.
dramático que subraya el dolor de María: Ellos se disculpan con Ella por haber sido tan
pusilánimes durante la Pasión, y le piden licen-
"Más bien estaba muerta Aquélla que apenas cia para sepultar a su Hijo. María les agradece a
vivía. Dolorosa, presa de acerbo dolor, estaba ellos y a Dios el haber proveído a sus necesida-
allí, aguardando a que el cuerpo de Cristo fue- des. Mientras bajan a Jesús, el martilleo le re-
ra bajado de la cruz. Lloraba y decía: ¡Ay, in- cuerda a la Virgen la crucifixión (76).
feliz de mí! ¡Entregadme el cuerpo exánime! Cuando llega el momento de bajarlo de la
Habéis satisfecho vuestros deseos, ¡confiadme
Cruz, ambas Tradiciones presentan a María in-
ya el cadáver a mí, su Madre!; o, si preferís, tentando ayudar. Dice Simeón Metafraste:
matadme con Él, para que acaben, con los su-
yos, mis ilimitados dolores. ¡Dádmelo, "…Cuando vio al Hijo muerto, logró controlar
dádmelo, para tener conmigo su cuerpo exá- su dolor. Es más, cuando lo bajaron de la cruz,
nime! Por lo menos me servirá de consuelo lo ayudó con sus mismas manos maternas,
tenerlo muerto" (73). poniendo sobre su seno los clavos que le qui-
taban" (77).
Ogerio presenta a María a ratos contem-
plando "con amorosísima mirada a Cristo, pen- Ogerio, que la presenta a ratos casi exáni-
diente del duro madero de la cruz"; a ratos, po- me, sin embargo afirma:
niéndose de puntillas y alzando las manos para
intentar abrazarlo sin lograrlo. Ora yacía en tie- "Al ver su Madre que se disponían a bajarlo,
rra, "abatida por la inmensidad del dolor"; ora se reanimó un poco, como saliendo de la
se levantaba de nuevo y se erguía hacia Cristo, muerte, y se dispuso también a ayudarles co-
movida por el ímpetu de su amor, para recaer mo podía. Uno, arrancaba los clavos de las
de nuevo. manos; el otro, sostenía el cuerpo exangüe pa-
ra que no cayese. María seguía de pie, con los
"Un acerbo dolor la consumía, cuando de tal brazos levantados, y atraía hacia sí la cabeza y
modo intentaba abrazarlo. ¡Oh, en cuánta las manos de Cristo, que pendían. Una vez
aflicción se hallaba entonces! Ciertamente, que le hubo asido, lo abrazaba con vehemen-
más gravoso le resultaba vivir tal vida, que cia, sin saciarse de su Amado" (78).
45
San Alfonso también describe la deposición y se volcó toda ella misma sobre el entero cuer-
exclama: po del Hijo. Y con voz apagada le dijo: 'He
aquí, Señor, para ti llegó el cumplimiento de
"Oh Virgen sacrosanta, después de que con ese misterio establecido antes de los siglos'.
tanto amor tú diste al mundo tu Hijo por Luego, ofreciendo una cándida sábana a José,
nuestra salvación, mira que el mundo ya te lo agregó: 'Tú te cuidarás de lo que falta por ha-
devuelve. Pero, oh Dios, ¿cómo tú me lo de- cer: lo envolverás bien en esta sábana, ungirás
vuelves?…" (79). su cuerpo con la mirra y lo pondrás en el se-
pulcro como sea conveniente' " (82).
El Beato Manuel Lozano Garrido nos muestra
el alma de la Madre: En su famoso "Planctus", Ogerio lo des-
cribe así:
"-'¡Mira que dárselo ahora, cuando todo su
cuerpo es como una leve marioneta después "Así que fue descendido de la cruz y puesto
de la función…! - ¡'Oh, no! Que me lo den, ya en el suelo, inclinándose sobre Él, quedó co-
lo creo. ¿No ves que así es y seguirá siendo mi mo muerta por la violencia del dolor. Al lado
Hijo, el dulce fruto de mis entrañas?' "(80). de su extinto Hijo estaba, María, la Madre.
Por fin, vuelta en sí, lloraba amargamente, y,
El poeta José de Valdivieso describe el dolor de bañando su rostro con lágrimas, se acongoja-
la Madre y nos invita a acompañarla: ba con muchos suspiros. Siempre que le toca-
ba, prorrumpía en amarguísimos gemidos,
"Sola, con sola la cruz, y… le decía: ¡Oh Hijo mío amadísimo! ¿Qué
los tiernos ojos en ella, mal hiciste…? Muerto te tengo en mi regazo.
y en sus virginales manos Tristísima está tu Madre ¿qué va a ser de esta
clavos y espinas sangrientas; desgraciada? ¡Ay de mí, Hijo mío!... ¡Hijo
bueltos dos fuentes sus ojos mío, sólo me resta morir de dolor! Mientras
que derraman vivas perlas, tanto lo besaba sin cesar mejillas, ojos, nariz,
llorando muerta su vida… boca. Tan a raudales corrían las lágrimas por
Con lágrimas acompaña, su cara, que parecía toda Ella deshecha en un
alma, a su madre y tu Reyna, mar de lágrimas…" (83).
que sola, al pie de la cruz,
llora su muerte y su ausencia…" (81). Santa Brígida, en sus Revelaciones, dice:
(Continúa en la página 47)
LA ADQUISICIÓN DE
(Viene de la página 49)
dan; pues encerrarás dentro de ti al que tuve
yo encerrado en mis entrañas! Mis huesos se
OBRAS ARTÍSTICAS PARA alegrarían si allí se viesen, y allí sería de ver-
dad mi vida en la sepultura…" (104).
REPRESENTAR LA FE Según San Alfonso, "la última espada de
dolor" que María tuvo que afrontar fue,
"después de haber asistido al Hijo en la cruz"
Aunque se sabe de la existencia y "haberlo abrazado muerto", "dejarlo en el
desde el siglo XVI de imagineros sepulcro", en el cual deja también su corazón,
"porque Jesús era todo su tesoro" (105).
costarricenses. En la época colonial
se trajeron piezas provenientes de
Sevilla y Guatemala. VI. LA MADRE ESPERA JUNTO A LA
TUMBA DE SU HIJO LA RESURRECCIÓN
Ya en los siglos XIX y XX se encar-
garon obras a los maestros costa- ¿Qué madre no desearía poder quedarse
junto a la tumba de su hijo? ¡Qué desgarrador
rricenses Lico Rodríguez Cruz,
es el dolor de partir, dejando al amado solo en
Manuel María Zúñiga, José Zamo- el sepulcro!
ra, entre otros y, en la primera mi- La Tradición oriental (106) es de la opi-
nión que la Santísima Virgen, cuando José de
tad del siglo pasado, en varias pa- Arimatea y Nicodemo hubieron enterrado al
rroquias se encargaron obras a los Señor y se fueron, se quedó junto al sepulcro
talleres de Ferdinad Stuflesser en hasta el momento de la Resurrección, después
de la cual se retiró "a la casa del discípulo pre-
el Tirol, como es el caso de los se-
dilecto" (107).
pulcros y los sepultados de San
Juan Bautista de Tibás y de San Isi- "La Virgen, por tanto… sola y con gran fir-
meza de ánimo, continuó a estar junto al se-
dro Labrador de Coronado. pulcro. Ella era la única persona a la cual
una flama ardiente quemaba enteramente el
corazón, la única que permaneció inmuta-
blemente firme en la fe y en la valentía y la
Sepulcro y Sepultado de Tibás única que mantuvo despiertos ambos
ojos" (108).
Confeccionados en el Tirol, Italia, Ella "no se alejó jamás ni por ningún mo-
en los talleres Stuflesser, llegaron tivo" del sepulcro. Ni siquiera se preocupó
por sus necesidades físicas de sueño y alimen-
en 1918 por la donación realizada to "hasta que sintió el gozo de la Resurrección
por doña Ramona Quirós Alvara- vivificadora" (109).
do y su hijo Adriano Villalobos "…Viendo a mi Hijo cadáver en la tumba,
Quirós. En aquella época el sepul- ¿podré acaso yo cesar en mis lamentos, ge-
cro tuvo un costo de 15 000 colo- midos y lloros hasta que no vuelva a verlo
de nuevo vivo y resucitado del sepul-
nes ($5769 en esa época) cro?..." (110).
52
"Lo conoció todo solamente la Inmaculada "Si en el relato de la resurrección los evange-
Madre del Señor, que estaba allí. Por eso pri- listas no han recordado nada de esto, lo han
mera de todos acogió el anuncio de la resu- hecho por motivos de conveniencia. Han omi-
rrección y fue estimada digna de ver, primero tido el testimonio de la Madre, sea porque to-
que todos, a su Hijo y Señor… Oyó su dulce dos lo conocían, sea para que ninguno preten-
voz y creyó en todos los misterios de su divi- diera no creer en la resurrección por el hecho
na economía: como había creído en los de la de que la resurrección fuera vista y relatada
Encarnación, así ahora creía en los de la Resu- por la Madre. Es más, algunos hubieran podi-
rrección" (115). do decir que los evangelistas habían escrito
esto por condescendencia hacia el testigo ocu-
Algo parecido afirma Jorge de Nicomedia: lar, la santa Reina. Por eso no dijeron nada
sobre esto; sino que describieron los relatos de
"Yo además personalmente creo que… fue las otras mujeres que fueron al sepul-
dado solamente a la Virgen y primero que a cro" (121).
ninguna otra persona el feliz anuncio de la
divina Resurrección. Además, considero lícito Además de afirmar su presencia junto al
que fuera ella la primera en gozar de la inefa- sepulcro y su sólida fe en la Resurrección, algu-
ble economía de la salvación, de la visión y el nos autores incluyen también las palabras que
esplendor del Hijo. En efecto, el Señor quiso la Virgen pronunció estando allí.
mostrar los milagros de su Resurrección a ella, (Continúa en la página 54)
54
(Viene de la página 53) la Madre! ¿Cuáles lamentos sepulcrales… po-
Jorge de Nicomedia, por ejemplo, ofrece dré yo cantarte?… En el cielo, tú moras junto
un texto de corte teológico en el cual la Virgen al Padre; aquí, en la tierra, en cambio, eres se-
canta el Misterio de la Encarnación, que hizo pultado junto con las creaturas… ¡Cuán inefa-
ble es, oh Señor, tu plan de salvación! ¿Quién
posible que Aquél que es "inmortal y ajeno a
podrá jamás alabarte dignamente como Dios?
los sufrimientos" pudiera sufrir; que Aquél que
¿Quién te podrá llorar como lo mereces, ahora
"no puede ser circunscrito por ninguna de las que estás muerto? Pero ahora ocúpate en recons-
cosas creadas, ahora esté circunscrito en un se- truir en tres días, como lo predijiste, el templo que
pulcro", y exhorta a su Hijo a mostrar su victo- tú mismo has destruido…" (123).
ria sobre la muerte:
Esta "persistente presencia de la intrépida
"Haz resplandecer hasta los confines del mun- Madre junto al sepulcro" (124) la celebran tam-
do los fúlgidos rayos de tu resurrección. Resu- bién los orientales en su Liturgia del Sábado
cita con el cuerpo, tú que en cuanto Dios eres
Santo, recordando tanto el dolor de la Madre
invencible. Despiértate… Levántate… Tú, Sol
Dolorosa como su fe en la Resurrección (125).
de justicia, muestra los rayos de tu resurrec-
ción… Que pueda también yo ver el deseado
A continuación presentamos algunos ver-
rostro de mi amadísimo Señor… Como suce- sos del "Enkomia del Epitaphios Threnos", un ser-
dió cuando viniste al mundo, también ahora vicio fúnebre por la muerte de Cristo para el
aparece de primero a tu Madre, para anun- Sábado Santo que está incluido en el "Triodion"
ciarle el gozo de la Resurrección…" (122). o libro litúrgico cuaresmal griego, el cual con-
tiene himnos de gran belleza, que son cantados
Simeón Metafraste, por su parte, subraya delante del sepulcro del Señor, sobre el cual se
más bien el dolor de María al sepulcro, a pesar coloca una tela recamada que muestra el Cuer-
de su fe en la inminente Resurrección: po de Cristo depuesto de la Cruz y rodeado de
(Continúa en la página 55)
"…Ay de mí infeliz, oh Hijo más antiguo que
CRISTO YACIENTE, de la
iglesia parroquial de san
Pedro Claver en la Ciu-
dadela León XIII en el
cantón de Tibás.
La obra es de fibra de
vidrio, de reciente ma-
nufactura, mide 180 x
54 cms.
Es una imagen muy ex-
presiva gracias al delica-
do trabajo del moldeado
y la palidez de la policro-
mía. En la fotografía se
observan unos niños,
que sin ser católicos in-
gresaron a la iglesia a
preguntar específica-
mente por un santo muy
grande que estaba acos-
tado, que les parecía que
era una persona de ver-
dad ya fallecida.
55
En su base, a lo largo, relieves con los pasajes bíblicos de la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, la muerte de Abel por
Caín, la Transfiguración, la Ascensión, a lo ancho del frente dos personajes en una cueva y a un lado un ángel, Jonás
saliendo de la ballena. Atrás la tumba resguardada por los Soldados, el Ángel delante de la tumba anunciando a las
mujeres que ha resucitado Jesús.
Cuatro leones sostienen el sepulcro, los cuatro Evangelistas en las cuatro aristas verticales están de pie, dos fueron res-
tituidos luego de un robo y rostros de ángeles rodean los finos vidrios. Tiene columnas salomónicas adentro y fuera de
los vidrios.
En su parte superior, en las orillas, se observan cuatro ángeles hincados en oración. Se observan estilizaciones de aves y
reptiles y en cúspide tres ángeles de pie sostienen un mundo que está coronado con la cruz.
58
(Viene de la página 55) Toda silencio. Mortal silencio
compañía de las mujeres y de San Juan, a quien sella sus labios;
había sido encomendada por Jesús, se encami- la frente inclina con el agobio
nó sea al Cenáculo (128), sea a la casa de Juan de su quebranto,
y en lo más hondo del alma-cielo
(129), para esperar la Resurrección.
lleva la imagen del Hijo amado…
Ogerio describe el dolor de María, que no
quiere separarse de Jesús: Y cuando baja la Dolorosa,
-mustia azucena, lirio tronchado-,
"Sepultado que fue el Señor, la Madre abrazó
cuando vacila por el sendero
el sepulcro con entrañable amor, y con voz
largo, muy largo,
entrecortada bendecía a su Hijo. Sentada junto
pobres mujeres la compadecen (…)
al sepulcro, extendía hacia Él sus manos y,
entre besos y amargos sollozos, lloraba al Se-
Siempre en silencio llora la Madre,
ñor" (130).
y hay en su llanto
misericordia por los que sufren (…)" (136).
Algo semejante afirma San Juan de Ávila:
San Juan de Ávila describe la entrada de
"…¿Qué más quiero yo que estar tan cerca de
donde está todo mi bien sepultado? Aquí será la Virgen sola al Cenáculo:
mi instancia todos los días de mi vida; aquí mi
"Sube la Virgen arriba, entra en la casa donde
alegría, ésta será mi consolación' " (131).
la noche antes había cenado. ¡Qué renovar de
lágrimas había allí! '¡Oh Hijo y Señor mío,
Pero San Juan, suplicándole que se vayan,
compañía mía!, ¿dónde quedas? ¿Es posible
con la ayuda de las piadosas mujeres, se lleva a
que vengo yo, dejándote a ti sepultado?
su casa a la Dolorosa, la cual, "torturada y debi- ¡Anoche estabas aquí con tus discípulos, y
litada por el gemir, desfallecida por el dolor y agora te dejo debajo de la tierra!... ¡Cuánta
afligida por el llanto, no podía ya tenerse en más alegría sintiera mi ánima estando allá
pie" (132). "Iba casi por fuerza; el cuerpo se iba acompañándote que en andar por acá, aparta-
alejando del sepulcro, mas el corazón dentro se da de tu presencia!' " (138).
quedaba" (133). De camino a Jerusalén, las mu-
jeres que la veían pasar no podían evitar con- Ogerio, que la coloca en la casa de Juan,
moverse y llorar por Ella (cf. Lam.1,1) (134). afirma:
San Alfonso piensa que la Virgen, antes
de dar su último adiós al Hijo en el sepulcro, se "María descansaba… o ¿diré mas bien yacía?
dirigió al Padre eterno para encomendárselo. Y Lo uno y lo otro afirmaré. Descansaba y yacía.
al pasar de regreso ante la Cruz, todavía baña- Consumida por su gran dolor, apenas podía
moverse y, cuando lo hacía, ello era con gran
da en la Sangre de Cristo, María fue la primera
dificultad. Lloraba inconsolable, día y noche,
en adorarla (135).
en casa de Juan; y nadie de cuantos la amaban
El poeta Marcos R. Blanco Belmonte sinte- podían consolarla…" (139).
tiza admirablemente todo lo dicho. Citamos só-
lo unos versos: Recordando todos los detalles de la Pa-
sión, la Virgen se lamenta del rechazo sufrido
"Por los caminos de la Amargura
-piedras de sangre, polvo de llanto-
por su Hijo por parte de los hombres, desde Su
por el sendero de los dolores nacimiento hasta Su muerte en Cruz (140).
largos, muy largos…, San Juan de Ávila cierra su descripción
sin un gemido, sin un sollozo, con un detalle significativo: María le pregunta a
vuelve la Madre desde el Calvario. Juan dónde están sus otros hijos, los apóstoles
que huyeron durante la Pasión, e insiste en que
59
no descansará hasta que los vea a todos. Le or- su Hijo! Sin embargo, corroborada por la vir-
dena que vaya a traerlos, prometiéndoles el tud divina y por su inefable y perseverante
perdón de su Hijo (141). fuerza de ánimo, Ella ya se elevaba con la mente
al gozo de la resurrección..." (145).
CONCLUSIÓN
NOTAS
A todas las madres que han perdido un
hijo; a todos las personas a lo largo de los siglos
e/ La autora es doctora en teología con especialización en Ma-
riología, por la Pontificia Facultad Teológica “Marianum” de
que han perdido algún ser querido: padre, es- Roma.
poso, hermano, amigo…, la Virgen Madre con
voz potente les proclama: ¡No teman! ¡Mi Hijo 1. Cf. Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de
los Sacramentos, Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia.
ha resucitado! ¡Él es la Resurrección y la Vida!
Principios y Orientaqciones (2002), nn.147; 136-137; 145.
¡Crean en Él! ¡El alma inmortal de la persona 2. S. Máximo el Confesor, Vida de María: en G. Gharib, E.M.
que aman está viva! ¡Ruéguenle a Dios que se Toniolo, L. Gambero, G. Di Nola, Testi Mariani del Primo
encuentre ya en la gloria del cielo; y si todavía Millennio, Vol. 2: Padri e alt ri autori Bizantini (VI-XI s ec.), Città
Nuova Editrice, Roma 1989, p.185-289. (La citaremos como: TM
no es así, que muy pronto pueda terminar de
I, Vol.2).
purificarse en el purgatorio y pasar al cielo! ¡El 3. Simeón Metafraste, Vida de María: en T M I, Vol.2, p.980-
cuerpo de la persona que aman, y que con tanto 1019.
dolor sepultaron, resucitará glorioso en el últi- 4. (Ps.) Gregorio Nacianceno, La Pasión de Cristo, Editorial
Ciudad Nueva, Madrid 1988. El "Christus patiens" es adjudicado
mo día y se volverá a unir a su alma! Mi Hijo por algunos expertos a San Gregorio Nacianceno (+390) (cf.
quiere otorgarles a todos, como lo ha hecho ya p.11-12) -en cuyo caso sería una de las obras más antiguas sobre
conmigo, la glorificación plena de su persona nuestro tema-, y por otros a u n autor desconocido de los siglos
XI-XII.
humana completa: cuerpo y alma, en el cielo
5. Cf. El evangelio de Nicodemo (Hechos de Pilato) (s.VI): P.
junto a Él por toda la eternidad! ¡Crean en Su Vannutelli, Actorum Pilati textus synoptici, Roma 1938 (X,1-4;
Palabra! ¡Vivan según Su Palabra! ¡Él lo cum- XI,4-5); El evangelio de Gamaliel (Lamento de María): M.A. van
Oudenrijn, Gamaliel: Aethiopische Texte zur Pilatusliteratur, Fri-
plirá! No se contenten con los bienes efímeros y
burgo 1959 (I, 1-IV, 3).
a menudo falsos de esta tierra. ¡Aspiren a la 6. Ciriaco de Al-Bahnasa (s.VIII), Homilía sobre el Lamento
gran vocación a la que han sido llamados! de la Virgen: en G. Gharib, E.M. Toniolo, L. Gambero, G. Di
62
Nola, Testi Mariani del P rimo Millennio, Vol. 4: Padri e altri autori 26. Fray Luis de Granada, Vida de Cristo, IV,14: Edibesa,
orientali, Città Nuova Editrice, Roma 1991, p.756-763. (Lo citare- Madrid 2000, p.285-289; IV,15: Ibid., p.290-296; IV,16: Ibid.,
mos como: TM I, Vol.4). p.297; V, 2: Ibid., p.311-314.
7. Jorge de Nicom edia, Homilía sobre María al pie de la Cruz: 27. S. Alfonso de Ligorio, Le Glorie di Maria, Valsele
en T M I, Vol.2, p.744-764 (PG 100, 1457-1489); y Homilía sobre Tipografica, Nápoles 1987, Discorsi sulle sette feste principali di
María al sepulcro, en Ibid., p.764-773 (PG 100, 1489-1504). Maria, IX, Dei dolori di Maria, p.447-464; Riflessioni sopra ciascuno
8. S. Amadeo de Lausana, Ocho homilías marianas, BAC dei Sette Dolori di Maria, Dolore VI, p.505-511; Dolore VII, p.513-
minor 92, Madrid 2003, Homilía V. El martirio de la B. Virgen 518.
María, p.61-62; 67-70; Homilía VI. El gozo de María en la Resurrec- 28. B. Manuel Lozano Garrido, Cartas con la señal de la Cruz,
ción, p.73-74; 82-83. Ediciones Mensajero, Bilbao 2010, p.171-173.
9. S. Juan de Ávila, Obras Completas, Vol. III, Sermones, BAC 29. Romano el Cantor, Himno sobre María al pie de la Cruz: SC
Maior 72, Madrid 2002, Sermón 67, Soledad de María, p.895-913. 128, 160-186.
10. Jorge el Him nógrafo, Himno "Stavrotheotokion" o "La 30. B. José de Anchieta, Poema a la Virgen María. De Beata
Madre de Dio s y la Cruz", Miércoles: en TM I, Vol.2, p.703-704; Virgine Dei Matre Maria, Gráficas Tenerif e, S.A., Santa Cruz de
Himno "Stavrotheotokion", Viernes: en Ibid., p.704-705. Tenerife, Islas Canarias.
11. Troparios de Semana Santa, Viernes Santo, laudes: en TM 31. Laurentino Ma. Herrá n, Mariología poética española, BAC
I, Vol.1, p.932-933. Maior 34, Madrid 1988, p.600-612.
12. Enkomia del Epitaphios Threnos: en T M I, Vol.1, p.947-949, 32. Cf. Christus patiens, p.98: "¡Desgraciada de mí! Sería una
y completo en: G. Gharib, E.M. Toniolo, Testi Mariani del cobarde si no asistiera a mi Hijo, ya cadáver hasta que el sepul-
Secondo Millennio, Vol. 1: Autori orientali (secc.XI-XX), Città cro lo acoja…".
Nuova Editrice, Roma 2008, p.484-495. (Lo citaremos como: TM 33. Cf. San Ambrosio (+397): De Virginitate 49: PL 16, 318-
II, Vol.1). 319; In Lucam 129; 132: PL 15, 1836-1838.
13. Iglesia Siro-Occidental, El Gran Viernes: en TM I, Vol. 4, 34. Cf. Herrán, op.cit., p.619; p.619, nota 228; Constitución
p.286-289; El Gran Sábado: en Ibid., p.290-292. Dogmática Dei Verbum, n.9.
14. Iglesia Siro-Maronita, Sábado Santo, Lamento de la Madre 35. Cf. Constitución Dogmática Lumen gentium, n.58.
Dolorosa: en T M I, Vol. 4, p.531-532. 36. S. Máximo, Vida de María, n.84, p.249.
15. Simeón Metafraste, Lamento de María, en T M I, Vol.2,
37. Metafraste, Lamento de María, p.1025.
p.1019-1025 (PG 114, 201-217). 38. Nicomedia, Homilía Cruz, p.758; cf. Metafraste, Vida de
16. Godofredo de San Víctor, Planctus Ma riae, en G.M. Dre- María, n.32, p.1002; Christus patiens, p.79; Luis de Granada, Vida
ves, Cl. Blume, H.M. Bannister, Ana lecta Hymnica Medii Aevi,
de Cristo IV, 13, p.282-283.
Leipzig, Vol.20, p.156-158. 39. Cf. S. Máximo, Vida de María n.84, p.249-250; cf. n.86,
17. Ogerio de Locedio, El llanto de la Santísima Virgen, in
p.251; n.92, p.256.
Citercivm 22 (1970) 214-229; Homilía XIII, Sobre la Resurrección,
40. Sta. Brígida, Sermón Angélico, Viernes, 3ª Lección, p.57; cf.
en Ogier of Locedio, In P raise of God's Holy Mother…, C istercian
Revelaciones VI,57, p.560-561; Nicomedia, Homilía Cruz, p.749; S.
Publications, Kalamazoo, Michigan 2006, p.157-160.
Juan de Ávila, Sermón 67, n.20, p.903; S. Alfonso, Siete Dolores,
18. Mirólogos: en TM II, Vol.1, p.603-609. VI, p.508.
19. Ruperto de Deutz, De Divinis Officis VII, 25: CCCM 7,
41. Cf. Ogerio, El Llanto de María, p.224; cf. Ibid., p.218-219.
p.255-258; In Cant. I (1,11-13): CCCM 26, p.31-32.
42. S. Juan de Ávila, Sermón 67, n.13, p.900; cf. Nicomedia,
20. Odón de Morimond, Homilía sobre Juan 19, 25-27: en J.M. Homilía Cruz, p.748; Ogerio, El lla nto de María, p.220-221; Luis
Canal, Dos homilías de Odón de Morimond, Sacris Erudiri 13
de Granada, Vida de Cristo IV, 13, p.276.
(1962), p.408-409.
43. Ogerio, El llanto de la Virgen, p.224.
21. Eadmero de Canterbury, T ratado sobre la excelencia de la
44. S. Juan de Ávila, Sermón 67, n.22, p.903; cf. Sta. Brígida,
Madre de Dios, en Pennoni P. M., Eadmero. I. Sulla concezione di
santa Maria. II. Sull'eccellenza della gloriosissima Madre di Dio, Revelaciones VII,15, p.562.
45. Cf. S. Máximo, Vida de María n.80, p.246; n.86, p.250;
Libreria Maria na Editrice, Roma 1959, 156B – 159C.
Nicomedia, Homilía Cruz, p.748; 761; Metafraste, Vida de María,
22. S. Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, Editorial Sal
n.34, p.1004; Ogerio, El llanto de María, p.228.
Terrae3 , Santander 1990, n.208, p.124; nn.218-220, p.131.
46. Sta. Brígida, Revelaciones VI,57, p.560-561; cf. Sermón
23. Sta. Brígida, Revelaciones VI, 57: en L. Gambero, Testi
Mariani del Secondo Millennio, Vol. 4: Autori medievali dell'Occi- Angélico, Viernes, 3ª Lección, p.56.
dente (secc.XIII-XV), Città Nuova Editrice, Roma 1996, p.560- 47. Luis de Granada, Vida de Cristo IV,13, p.275-276.
561; Revelaciones VII, 15: en Ibid., p.562-563; Sermón Angélico, 48. Ogerio, El lla nto de Ma ría, p.226; cf. Nicomedia, Homilía
Viernes: en Revelations and Prayers of St. Bridget of Sweden, Igna- Cruz, p.758; Christus patiens, p.80; 85; 86.
tius Press, San Francisco 2002, p.49-58; Sábado: en Ibid., p.59-62. 49. Sermón 67, n.21, p.903: "…Con alegría, Señor, le recebí, y
24. Beata Ana Catalina Emmerick, Das arme Leben und bittere con grand e dolor te lo torno...".
Leiden unseres Herrn Jesu Christi und seiner heiligen Mutter Maria, 50. S. Alfonso, Siete dolores, VI, p.506.
Regensburg 1884. 51. Luis de Granada, Vida de Cristo, IV, 14, p.287.
25. Ludolfo de Sajonia, Vida de Cristo, en R. García Mateo, El 52. Juan de Padilla, Retablo de la vida de Cristo, XV, 3, cit. en
misterio de la vida de Cristo en los Ejercicios ignacianos y en la Vita Herrán, p.600: "Ya es acabado lo profetizado./Y dixo, con alto
Christi Ca rtujano, BAC 626, Madrid 2002, p.279-282; 286. clamor elevado,/la cara inclinada de cara a la Madre".
63
53. S. Máximo, Vida de María, n.85, p.250; cf. Nicomedia, 85. Cf. S. Juan de Ávila, Sermon 67, n.30, p.907.
Homilía Cruz, p.758; Christus patiens, p.88-89; 96; Metafraste, 86. Ibid., n.31, p.907; cf. nn.32-33, p.907-908.
Vida de María, n.32, p.1002; Ogerio, El llanto de María, p.223; 228; 87. Luis de Granada, Vida de Cristo IV,15, p.290-291; cf.
Sta. Brígida, Revelaciones VII,15, p.563; Sermón Angélico, Viernes,
p.291; Diego de Hojeda, Cristiada, XII, cit. en Herrán, p.605.
2ª Lección, p.53.
88. M. Lozano Garrido, p.71-72.
54. Nicomedia, Homilía Cruz, p.759; cf. Metafraste, El lamen-
89. S. Juan de Ávila, Sermón 67, n.35, p.909.
to de María, p.1024.
90. Luis de Granada, Vida de Cristo IV,15, p.294.
55. Luis de Granada, Vida de Cristo, IV,14, p.287-288.
56. Cf. S. Juan de Ávila, Sermón 67, n.23, p.904; S. Alfonso, 91. S. Alfonso, Siete Dolores, VI, p.510.
92. S. Máximo, Vida de María n.89, p.253; cf. p.253-254; n.90,
Siete Dolores, VI, p.506-507.
57. S. Berna rdo, Sermón, Domingo dentro de la octava de la p.254; Nicomedia, Homilía Cruz, p.762.
Asunción, 14: Obras Completas de San Bernardo, Vol. IV. Sermones 93. Nicomedia, Homilía Cruz, p.762.
litúrgicos (2º), BAC 473, Madrid 1983, p.413-415; cf. S. Alfonso, 94. Metafraste, El lamento de María, p.1024; cf. Christus pa-
Siete Dolores, VI, p.505; p.507. tiens, p.100-105.
58. S. Juan de Ávila, Sermón 67, n.24, p.905. 95. Ogerio, El llanto de Ma ría, p.226.
59. Diego de Hojeda, Cristiada, XII, cit. en Herrá n, p.606. 96. S. Juan de Ávila, Sermón 67, n.31, p.907.
60. S. Máximo, Vida de María, n.85, p.250; cf. S. Juan de Ávi- 97. Luis de Granada, Vida de Cristo IV,15, p.292-293; cf.
la, Sermón 67, n.24, p.904-905. p.293-295.
61. Luis de Granada, Vida de Cristo IV,14, p.288-289. 98. Cf. S. Máximo, Vida de María, n.90, p.254.
62. Cf. S. Máximo, Vida de María, n.85, p.250; cf. Nicomedia, 99. Cf. Christus patiens, p.107-109.
Homilía Cruz, p.759; p.764: "[Beso las manos de María] porque 100. Ogerio, El llanto de Ma ría, p.227.
recogieron tu sangre preciosa y envolvieron tu purísimo cuer- 101. Sta. Brígida, Revelaciones VI,57, p.561; cf. Revelaciones,
po". VII,15, p.563; Sermón Angélico, Viernes, 3ª Lección, p.58.
63. Metafraste, Vida de María, n.32, p.1003; cf. El lamento de 102. S. Juan de Ávila, Sermón 67, n.37, p.909-910.
María, p.1025.
103. Ibid., n.38, p.910.
64. Odón de Morimond, Homilía sobre Juan 19, 25-27, p.408. 104. Luis de Granada, Vida de Cristo IV,15, p.295; cf. IV,16,
65. Ibid., p.408. p.297.
66. Ibid., p.409. 105. Cf. S. Alfonso, Siete Dolores VII, p.513; cf. p.513-515.
67. S. Máximo, Vida de María, n.85, p.250. 106. Una excepción es el Christus patiens, qu e es muy confuso
68. Ibid., n.86, p.250-251; cf. Nicomedia, Homilía Cruz, p.758; en este punto; cf. p.112-113; p.121-123; 127; 129-134.
759; 761. 107. S. Máximo, Vida de María, n.93, p.256; cf. Metafraste,
69. Cf. Christus patiens, p.90. Vida de María n.36, p.1006.
70. S. Máximo, Vida de María, n.86, p.251; cf. Nicomedia, 108. Nicomedia, Homilía al sepulcro, p.765-766; Homilía Cruz,
Homilía Cruz, p.759-760; Metafraste, Vida de María, n.33, p.1003. p.762; S. Máximo, Vida de María n.90, p.254; Metafraste, Vida de
71. Cf. S. Máximo, Vida de María, n.87, p.251. María, n.35, p.1004; Christus patiens, p.107.
72. Cf. Ibid., n.87, p.251-252; n.88, p.252-253; Nicomedia, 109. Nicomedia, Homilía al sepulcro, p.767-768.
Homilía Cruz, p.760-762; Metafraste, Vida de María, nn.33-34, 110. Christus patiens, p.122.
p.1003-1004; El lamento de María, p.1024. La descripción del 111. Cf. S. Máximo, Vida de María n.91, p.255; Nicomedia,
Christus patiens difiere en algunos puntos de estos autores; cf. Homilía al sepulcro, p.766-767; Metafraste, Vida de María n.35,
pp.91-100. p.1004-1005.
73. Ogerio, El llanto de Ma ría, p.224. 112. S. Máximo, Vida de María n.92, p.256; Nicomedia, Homi-
74. Ibid., p.224-225; cf. Sta. Brígida, Revelaciones VII,15, p.563. lía al sepulcro, p.767-768.
75. S. Juan de Ávila, Sermón 67, n.23, p.904. 113. Nicomedia, Homilía al sepulcro, p.767; cf. Metafraste, Vida
76. Cf. Ibid., nn.25-29, p.905-906; Luis de Granada, Vida de de María n.36, p.1005-1006.
Cristo, IV,15, p.290; S. Alfonso, Siete Dolores, VI, p.508. 114. Cf. Nicomedia, Homilía al sepulcro, p.767.
77. Metafraste, Vida de María, n.34, p.1004. 115. S. Máximo, Vida de María n.92, p.256.
78. Ogerio, El llanto de la Virgen, p.225. 116. Nicomedia, Homilía al sepulcro, p.768.
79. S. Alfonso, Siete Dolores, VI, p.508. 117. Cf. S. Máximo, Vida de María n.92, p.256; cf. Nicomedia,
80. M. Lozano Garrido, p.171. Homilía Cruz, p.764.
81. J. Valdivieso, Romance a la soledad de Nuestra Señora, cit. 118. Cf. Nicomedia, Homilía al sepulcro, p.768-769.
en Herrá n, p.610-611. 119. Cf. Ibid., p.767-768.
82. Metafraste, Vida de María, n.34, p.1004; cf. S. Máximo, 120. Cf. Ibid., p.769.
Vida de María, nn.89; 90, p.253; 254; Nicomedia, Homilía Cruz, 121. S. Máximo, Vida de María, n.92, p.256; cf. Ogerio, Homilía
p.762. XIII, p.160.
83. Ogerio, El llanto de Ma ría, p.225-226. 122. Nicomedia, Homilía al sepulcro, p.770.
84. Sta. Brígida, Revelaciones, VII,15, p.563. 123. Metafraste, El lamento de María, p.1022; 1025.
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124. Cf. Nicomedia, Homilía al sepulcro, p.765. 140. Cf. Ibid., p.228-229; S. Alfonso, Siete Dolores, VII, p.516-
125. Cf. notas 6; 13; 14. 517.
126. Cf. TM II, Vol.1, p.483-484. 141. Cf. S. Juan de Ávila, Sermón 67, nn.42-45, p.911-913.
127. Enkomia del Epitaphios Threnos: en TM I, Vol.1, p.947-949. 142. Ramón Cue, El Via crucis de todos los hombres, Editorial
Guadalupe4 , Buenos Aires 1996, p.230; cf. Auto Lucero de la sal-
128. Cf. S. Juan de Ávila, Sermón 67, n.39, p.910-91.
vación, cit. en Herrá n, p.614: "El día llegará/que en vos sola
129. Cf. Ogerio, El llanto de María, p.228-229; S. Ignacio de
quedará/entera toda la fe"; S. Nieva y Calvo, cit. en Herrá n,
Loyola, Ejercicios Espirituales, n.208, p.124; n.220, p.131; Luis de
p.614-615.
Granada, Vida de Cristo V,2, p.311; S. Alfonso, Siete Dolores, VII,
p.515-516. 143. Cf. S. Máximo, Vida de María, n.81, p.247.
130. Ogerio, El llanto de la Virgen, p.227. 144. Ogerio, El llanto de la Virgen, p.222.
145. Nicomedia, Homilía Cruz, p.758; cf. Troparios de Semana
131. S. Juan de Ávila, Sermón 67, n.38, p.910.
Santa, Viernes Santo, Laudes, 3: T M I, Vol.1, p.933: "…Apúrate,
132. Cf. Ibid.; Ogerio, El llanto de la Virgen, p.227-228. para que también yo vea tu resurrección de entre los muertos después
133. S. Juan de Ávila, Sermón 67, n.39, p.910. de tres días".
134. Cf. Ogerio, El llanto de la Virgen, p.228; S. Juan de Ávila, 146. Christus patiens, p.80; cf. pp.85; 86; 107; 112; 122; 132-133;
Sermón 67, nn.39-40, p.910-911. 135.
135. Cf. S. Alfonso, Siete Dolores, VII, p.515-516. 147. Nicomedia, Homilía Cruz, p.759; cf. p.761.
136. M. Blanco Belmonte, La vuelta del Calvario, cit. en Herrán,
148. Ibid., p.761.
p.207-208.
149. Ogerio, El llanto de Ma ría, p.226; cf. Homilía XIII, p.159.
138. S. Juan de Ávila, Sermón 67, n.41, p.911.
150. S. Máximo, Vida de María, n.89, p.253-254.
139. Ogerio, El llanto de la Virgen, p.228.
151. Ibid., n.90, p.254; cf. Nicomedia, Homilía Cruz, p.762.
152. Nicomedia, Homilía al sepulcro, p.770-771.
153. Cf. Ibid., p.771; cf. Metafraste, Vida de María, n.36, p.1006;
Sta. Brígida, Sermón Angélico, Sábado, 1ª Lección, p.60.
154. Luis de Granada, Vida de Cristo V,2, p.311.
155. S. Bernardo, Domingo dentro de la 8ª de la Asunción, 15:
BAC 473, p.415; cf. Christus patiens, p.86.
156. M. Lozano Garrido, p.172-173.
157. Cf. Sta. Brígida, Sermón Angélico, Viernes, 1ª Lección,
p.50-51; cf. Viernes, 3ª Lección, p.58.
158. Cf. Nicomedia, Homilía al sepulcro, p.771-772.
159. Luis de Granada, Vida de Cristo V,2, p.311-312; cf. S. Ig-
nacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, nn.218-220, p.131.
160. J. de Nicomedia, Homilía Cruz, p.764.
161. Cf. Herrán, p.620.
162. Auroro de Priego de Córdoba, en Cancionero del Rosario de la
aurora n.97, cit. en Herrán, p.619; cf. n.42, cit. en p.619, nota 229.
CRISTO YACIENTE
de la iglesia parroquial de San Juan
Bautista Norte. Data de finales del
S XIX y de manufactura costarri-
cense, es una imagen de madera po-
licromada, que ha sido intervenida
en varias ocasiones en su color.
Mide 122 x 36cm. Servía por el
movimiento de sus brazos para ser
crucificado.
un lado de la boca, en su pecho cuantiosa por la la piel, las partes del cuerpo que tanto sufrie-
abertura de su costado, en sus piernas y bra- ron.
zos , en su espalda los latigazos que la destro- Un cuerpo rígido que en algunos lugares (por
zaron , llagas abiertas, sangre coagulada que no ejemplo Barva de Heredia) lo ungen y luego es
se puede ver a simple vista; los detalles de sus cubierto con un velo simple rodeado de guarias
venas, huesos, tendones, el tórax, las costillas, moradas.
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Los sepulcros que varían en sus formas, tama- SANTO VÍA CRUCIS
4ta, 8va, 13ra y 14ta estaciones del conjunto pintado por
ños y elementos decorativos, pero con una evi-
Jorge Gallardo en 1970 para la parroquia de san Rafael
dente alusión al misterio de la pasión redentora, arcángel en Escazú.
son alistados para la procesión, que saldrán al
son de las notas del Duelo de Patria del maestro
costarricense Rafael Chávez Torres.
CRISTO YACIENTE
de la iglesia parroquial de San Pedro de Montes de Oca,
tallado en madera, no conserva la policromía original, de
finales del S XIX con estilo barroco. Mide 173 x 70 cm.
A la derecha detalle de una fotografía antigua de una
procesión con dicha imagen.
69
Amen
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EL DRAMATISMO DEL
ACONTECIMIENTO
… página anterior.
CRISTO YACIENTE
Venerado en la parroquia de San Bartolomé de
Barva de Heredia. Es una talla guatemalteca que mide 163 x
67 cm de ancho, que se puede fechar en el siglo XVIII.
Es de estilo barroco y previsto para colocarle peluca.
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Durante toda la época colonial, en el afán de evangelizar todas las gentes autóctonas de estas
tierras, la imaginería fue uno de los vehículos para representar de forma tridimensional los mis-
terios que predicaban los españoles. De este modo “la fe entraba por los sentidos conmoviendo
el alma”
Rigor canónico para la confección de imágenes
La llegada de los españoles a América coincidió con la contra reforma impulsada por la Iglesia,
por lo que la confección de las representaciones de los Misterios y los santos debían seguir es-
trictamente los lineamientos eclesiásticos, para evitar que el arte sacro se “contaminara” de las
herejías luteranas.
De este modo el Concilio de Trento además de influir en la temática, definió la iconografía que
se debía realizar (símbolos, atributos, forma de las vestimentas y colores)
En el caso de la de Cristo muerto, en su elaboración se prefería el decoro, la placidez y la dulzu-
ra a la violencia y al desborde de pasión. Asimismo no era permitida la realización de escultu-
ras totalmente desnudas del Señor, sino que estas debían estar cubiertas por un paño de pure-
za.
El riguroso negro
Aunque la liturgia de la Iglesia establece que el color rojo es el propio del Viernes Santo, pues
dicho tono representa la pasión, el ardor de la entrega, el fuego del Espíritu y la sangre derra-
mada, por la fuerza de la tradición el negro es el color que impera en las vestimentas de las au-
toridades eclesiásticas y las(os) fieles que participan de la procesión del santo entierro. El traje
entero de los caballeros, los velos de las mujeres y las capas pluviales negras dan matiz al acto.
Las guarias moradas y el Duelo de la Patria
Los sepulcros con la representación de Jesucristo Muerto, son ornamentados con la flor nacio-
nal y los momentos que evocan mayor dramatismo son condicionados por la ejecución del Due-
lo de la Patria. Conmoción, llanto, estremecimiento, oración y admiración ante la urna sepulcral
en procesión, son aspectos que marcan los instantes en que se ejecuta dicha obra musical por
las bandas de los distintos cantones del país.
Aquello que fue elaborado para el ex presidente Tomás Guardia - su banda presidencial y su
homenaje musical - se perpetuó y transformó en patrimonio costarricense asociado al Yaciente.
El trato delicado, teatral y ceremonial de las piezas
Todas las procesiones de Semana Santa son actos en los que se busca representar por medio de
distintas artes lo acontecido en la Pasión, Muerte, Sepultura y Resurrección de Jesucristo.
Si se describe una procesión del Santo Entierro, se determina que lo que la precede es el acto
del descendimiento del Cristo de la cruz, para ese efecto las imágenes más antiguas fueron con-
feccionadas con goznes (mecanismo en los hombros que posibilita la movilidad de los brazos),
para que los espectadores pudiesen mirar el cuidado con el que José de Arimatea y Nicodemo
fueron bajando el cuerpo del Maestro (Jn 20, 38-42).
En la parroquia de san Bartolomé de Barva de Heredia, la imagen del señor sepultado es ungi-
do con aceites con aroma, lo que evoca lo que hicieron con el cuerpo de Jesús antes de ser depo-
sitado en el sepulcro.
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… página anterior.
CRISTO YACIENTE de la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes de Montes de Oca. Mide 173 x 47 cm, elaborado en pas-
ta y fue traído de España de los talleres Olot—El Arte Cristiano.
URNA SEPULCRAL de la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes de Montes de Oca. Es de líneas equilibradas y elaborado
en Costa Rica con maderas. Mide 134 x 84 y 197 cm.
ÁNGELES LAMENTÁNDOSE de la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes de Montes de Oca. fueron traídos de España de
los talleres Olot—El Arte Cristiano. Uno esta sentado con la mirada baja (mide 32 x 90 cm) y el otro en pie con gesto
de dolor y su mano en la frente (mide 82 x 105 cm)
SÁBADO SANTO:
LA SENSACIÓN DE LA
AUSENCIA.
Página siguiente…
SANTO SEPULCRO
de la iglesia parroquial de
San Rafael Arcángel en el
cantón del mismo nombre en
Heredia.
… página anterior.
Página actual
CRISTO YACENTE
Venerado en la iglesia (c.c. como Basílica) parroquial de Santo Do-
mingo de Guzmán, en el cantón del mismo nombre en Heredia.
Mide 180 x 168 cm con los brazos extendidos. Es una talla en madera
de mediados del siglo XIX de estilo barroco que aun mantiene su poli-
cromía original. Guarda gran belleza en los detalles anatómicos, sus
heridas, las líneas de la sangre, el movimiento de los dedos y sus bra-
zos. Fue confeccionado para ser crucificado. Aunque sus pies son más
pequeños proporcionalmente, tienen gran fuerza en los detalles, prin-
cipalmente en las venas.
El trabajo con maestría en el uso de la gubia se observa con particular
énfasis en la cabellera y la barba. Los ojos y los labios los tiene entre-
abiertos y en la espalda se observan las heridas de los latigazos.
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CRISTO YACIENTE de la
Iglesia parroquial de san
Isidro Labrador en Barbacoas
de Puriscal.
Plegaria a la Virgen de la Soledad compuesta por Rafael Solano. Recuperada por el pbro.
Luis Diego Sáenz, José Aurelio Sandí Morales y Jeimy Trejos Salazar en Música Sacra de
Costa Rica, una pequeña muestra.
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VITRAL DE LA RESURECCIÓN
Ornamenta la iglesia del Convento
de San Antonio de Guadalupe de
Goicoechea. Data de finales de 1960 y
fue traído de España.
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