IGLESIA Y EDUCACIÓN. Cuando Perón Atacó La Educación Laica
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HISTORIA / EDUCACIÓN
Paula Schaller
Licenciada en Historia
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En el marco de la lucha por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, las y los
jóvenes pusieron en discusión la relación del Estado con la Iglesia y la injerencia de
esta sobre la educación. Aunque esta injerencia es permanente por la vía de los
subsidios estatales a la educación religiosa y la intromisión en las políticas
educativas provinciales, un capítulo específico de esa relación se escribió en la
década del 40, cuando la Iglesia logró la derogación de la ley 1420.
El carácter laico del sistema educativo comenzó a ser fuertemente atacado durante
la década de 1930, en el contexto de la restauración conservadora operada con el
primer golpe de estado que derrocó al gobierno radical de Yrigoyen. En esta etapa
se produjo una crisis de la hegemonía liberal y la conformación de un bloque
conservador-nacionalista articulado en torno a la Iglesia y el Ejército, pilares del
llamado “mito de la nación católica” que en ruptura con la tradicional oligarquía
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fundadora del Estado
tendió a identificar
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catolicismo con nacionalidad.
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La creciente militarización y confesionalización de la vida política fueron un
emergente de este proceso y sentaron las bases de un “nuevo orden cristiano”
sustentado sobre la idea de la religión católica como representación del núcleo de
la nacionalidad argentina, factor de integración e identidad nacional. En este
marco, el debate sobre la enseñanza religiosa tuvo centralidad política a nivel
nacional durante la década del treinta y del cuarenta. Mientras el presidente del
Consejo Nacional de Educación, Octavio Pico, realizaba declaraciones contra la
“escuela sin Dios”, el Congreso Eucarístico Internacional celebrado en Buenos Aires
en 1934 movilizó a civiles y militares en torno a las consignas antilaicistas de la
Iglesia. Así, entre 1936 y 1937 se sancionaron leyes, decretos o resoluciones que
implantaron la enseñanza de la religión católica en Buenos Aires, Santa Fe,
Córdoba, Corrientes, San Luis, La Rioja, Catamarca, Salta y Jujuy.
Esta presión ascendente de la Iglesia dio sus frutos con el golpe de 1943 que
posibilitó el acceso del integrismo católico a las decisiones en materia de política
educativa. El gobierno de Pedro Ramírez emitió el decreto 18411 que derogó el art.
8 de la ley 1420 y estableció la impartición de la religión católica como materia
ordinaria en los planes de estudio “en todas las escuelas públicas, de enseñanza
primaria, secundaria y especial (…) quedando excluidos aquellos niños cuyos
padres manifiesten expresa oposición, por pertenecer a otra religión, respetándose
así la libertad de conciencia. A esos alumnos se les dará instrucción moral.”
Entre los principios y metas de la escuela argentina, la ley señalaba que las metas
de la escuela
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a Dios en las conciencias,
eran “entronizar
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exaltando sobre lo ×
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material y lo espiritual” (2). Con esto Perón cumplía las promesas que había hecho
durante la campaña electoral, tal como había declarado seis días antes de los
comicios del año 1945 en el diario La época: “He jurado escuchar y satisfacer los
anhelos del pueblo argentino, y como el pueblo argentino, por mayoría
abrumadora, quiere para sus hijos la enseñanza religiosa, he de mantenerla y
acrecentarla con el mayor empeño, ya que responde, además, a una íntima
convicción de mi espíritu”.
La Iglesia había logrado introducir esta discusión como tema de campaña, al punto
que la jerarquía católica en su pastoral de septiembre de 1946 prohibía a sus fieles
votar por los partidos que incluyeran en sus programas la enseñanza laica. En el
mensaje de la pastoral, se señalaba “(…) La Iglesia ha recibido el derecho de
enseñar de Dios mismo. Puede, pues, exigirlo también en nombre de los intereses
del niño que exigen se les imparta una educación integral haciéndole conocer su
origen divino, sus destinos inmortales y los derechos sagrados de su persona.
Puede exigirlo en nombre de la Constitución, como también de la tradición
argentina…”.
Miles de jóvenes fueron educados en las escuelas públicas según las concepciones
de la Iglesia católica, que incidió sobre planes de estudio tal como permitía le ley,
impuso festividades religiosas y tuvo injerencia en distintas actividades en el
ámbito escolar. La enseñanza religiosa en las escuelas públicas se sostuvo hasta
1955, cuando Perón resolvió retroceder de esa concesión a una Iglesia ya pasada al
campo de la oposición política al peronismo y activa organizadora del golpe que
llevó a la “fusiladora”. Pero este pasaje al campo golpista no significó una ruptura
de relaciones entre la Iglesia y el peronismo, que se mantiene hasta nuestros días.
Sin dudas en esa relación anida parte importante de la explicación del rechazo en
el Senado a la ley IVE bajo argumentos retrógrados y oscurantistas, así como el
pedido de Cristina Kirchner a las pibas y pibes de “no enojarse con la Iglesia”. Por
fortuna, las y los miles de jóvenes que se apropiaron de la consigna “Iglesia y
Estado, asuntos separados”, parecieran no estar dispuestos a hacerle mucho caso.
1. Jorgelina Silvia Sassera. (2004). “La enseñanza religiosa durante 1943 y 1947:
una nueva
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mirada”. VI
Jornadas
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de Sociología.
Facultad
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de CienciasINTERNACIONAL
Sociales,
Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
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