La Ile Jiménez Landi
La Ile Jiménez Landi
La Ile Jiménez Landi
' Escrltor. Ant^guo elumno de! la I. L. E. Autor del Ilbro: La Instituclón Libre de Enseñanza, Editoriel
Taurus.
(1) VICENTE CACHO VIU: La Instituclón Libre de Enseñanza. I. Orígenes y etapa universltarla (1860-
1881). Edlciones Hialp, S. A. Madrld, 1962.
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consecuencia, todo intento cultural sólo podía partir del clero, de la aristo-
cracia -como en el siglo XVIII hubo de suceder- o de la burguesía. La
Institucióii Libre no podía tener otra cuna.
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7r'.VI^t'A DE GDUCACION. 243.-4
La enemiga que va a encontrar la Institución en los medios tradiclonales
proviene, pues, de su origen heterodoxo y de su influencia en ei mundo oficial
para que la nueva corriente educadora Ilegue, con eficacia y continuidad, a
todos los rincones del país y por las vías más idóneas.
En esta empresa vemos fundirse. a un solo efecto, las vocaciones perso-
nales de sus fundadores: Giner, filósofo y educador; Azcárate, sociólogo;
Costa, regeneracionista... Y-esto es esencial- Cossío, un esteta profundo.
AI correr los años, la Institución, en la casa máter del paseo del Obelisco,
sóío continuará animándose con sus impulsos pedagógicos y estéticos. Es
aecir, con Giner y Cossío.
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Per^, a travé:: de estos años primeros de experiencia, la Institución va
anaiizándose a sí rnisma, decantando sus propias inspiraciones y prácticas
pedagógicas, las cuales, para algunos autores tan calificados como Lorenzo
Luzuriaga, deben incluirse en la línea de la enseñanza activa y entre las
precursoras de las Ilamadas escuelas nuevas.
Algún historiador escribe que el tránsito significa un abandono del ver-
ciadero espíritu de la Institución. Era justamente lo contrario. Lo genuino, lo
original que aporta la Institución Libre a la historia pedagógica de nuestro
país es lo que, precisamente, va a prosperar y a nacer durante los años d^
su segunda etapa.
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Otro punto delicado, especíalmente, para la pedagogía de la época fue,
sin duda, el de fa coeducación, que Giner estableció muy pronto en su escuela,
desde las clases de párvufos.
EI folleto de 1926 declara: «La Institución estima que la coeducación es
un prlncipío esencial del régimen escolar, y que no hay fundamento para
prohibir en la escuela ia comunidad en que uno y otro sexo viven en la
familia y en la sociedad.• En cuanto sea posible, la coeducación debe ser
intentada porque es «uno de los resortes fundamentales para la formacibn
del carácter moral, asi como de la pureza de costumbres, y el más poderoso
para acabar con la actuai inferioridad positiva de la mujer...r. Y se refiere
a.los centros donde niños y niñas acuden juntos, inclusive los institutos y
universidades, en España, y escuelas, etc., de otras naciones.
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ción Libre, porque ésta no trata de crear al niño un ambiente en el que todo
resulte a su medida y escala, y donde se sienta, hasta cierto modo, adulta,
porque esto equivalía a falsear su propia situación biológica y sentido: ser
menor en el mundo de los mayores, a los que debe necesitar. Otra cosa
es convertir al níño en un enano; permítaseme tan dura imagen...
Por igual motivo, la lnstitución rechaza el internado, pues «considera indis-
pensable a la eficacia de su obra la activa cooperación de las familias. Excepto
en casos anormales, en el hogar debe vivir el niño, y a su seno volver todos
los días al terminar la escuela...», porque «no hay motivo para que el niño
perturbe, y mucho menos suprima, sino excepcionalmente, la insustituible
vida familiar, sagrado e inviolable asilo de las intimidades persona:es». Según
el Programa de 1926.
Este rasgo distinyue a la Institución de la mayoría de las escuelas nuevas,
en las que es característico el internado, ya en grupos de alumnos, ya en
Ios domicilios de sus profesores.
La convivencia entre maestros y discípulos no queda excluida en la pro•
gramática de la Institución; para tal fin están las excursiones y, sobre todo,
las de varios días; más !as colonias de verano, cuyos atractivos, precisamente,
consisten en la ruptura con lo habitual..., y en el regreso a la mansión hoga-
reña. EI programa de 1926 dice a este respecto:
«Las vacaciones se utilizan, en la medida de lo posible, para que los
alumnos salgan de excursión durante varios días. No sólo las ciudades, centros
y sitios de interés próximos a Madrid, sino casi todas las regiones de España
han sido objeto, muchas de ellas repetidas veces, de excursiones más o
menos largas. Algunas han Ilegado a Portugal y a Francia. Hay excursiones
en que predomina el estudio: arte, geología, industria, etc.; en otras, el ejer-
cicio físico y el goce de la vida rural, la marcha por el campo y la montaña;
a veces, la permanencia tranquila de aquélla o a la orilla del mar, y con
frecuencia, la combinación de estas finalidades, la sierra vecina, sobre todo,
es visitada por los alumnos desde las primeras secciones...» (Eres tú, Gua-
darrama, viejo amigo..., exclamaría el antiguo alumno Antonio Machado, que
así da testimonio de sus profundas vivencias de la niñez.)
«Pero estas excursiones -prosigue el Programa-, la cultura, el aumento
de saber, el progreso intelectual entran sólo como un factor, entre otros.
Porque ellas ofrecen con abundancia los medios más prósperos, los más
seguros resortes para que el alumno pueda educarse en todas las esferas
de su vida. Lo que en ellas aprende en conocimiento concreto es poca cosa
si se compara con la amplltud de horizonte espiritual que nace de la varia
contemplación de hombres y pueblos; con la elevación y delicadeza del sentir
que en el rico espectáculo de la naturaleza y del arte se engendran; con e+
amor patrio a la tierra y a la raza, el cual sólo echa raíces en el alma a
fuerza de abrazarse el hombre con aquéllas; con la serenidad de espíritu, la
libertad de maneras, la riqueza de recursos, el dominio de sí mismo, el vigor
físico y moral...» -y prosigue- «con el mundo, en suma, de formac'án que
se atesora mediante el variar de impresiones, el choque de caracteres, la
estrecha solidaridad de un libre y amigable convivir de maestros y alumnos.
Hasta la ausencia es siempre origen de justa estimación y de ternura y amor
familiares».
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EI convivir con los maestros y la estimación del ámbito familiar, lejano:
pero al cual se torna con espíritu de renuevo, claro está que se acentuaba
con !a vida en colonia, la cual, durante muchos años, tuvo por fondo el ro
mántico paisaje de San Vicente de la Barquera.
Nótese que la convivencia de maestros y discípulos no se busca en el
cerrado círculo escolar, sino en otro distinto para aquéllos y para éstos, y
que esa convivencia tiene, siempre, el contrapunto de una mutua adaptación,
de un recíproco dar y tomar, de un constante aprender, tanto por parte del
discípulo como de su mentor.
Oue !a Institución Libre de Enseñanza es una escuela activa, no ofrece
duda. Que podamos calificarla de nueva, como las de Reddie, Sanderson,
Badley, Decroly, Kerschensteiner, Montessori, Dewey, etc., y, en Cataluña, el
colegio Mont d'Or, de Palau Vera; la Escola Vallparadís, de Alejandro Galí,
o ia del «Bosch», o la del Mar, etc., me parece menos claro.
Insensiblemente, primero, y con plena conciencia, después. la Institución
Libre de Enseñanza puso todo su impulso educativo, toda su fe pedagógica,
en crear un ambiente; pero no al modo como lo concebían las típicas escuelas
nuevas, todas posteriores, ya que, insisto en el ambiente institucionista,
no se creaba un mundo, ni siquiera su mundo, al niño, sino que se ensambfaba
ese mundo con el de lo^ mayores, puesto que así es como el pequeño se
encuentra en la sociedad. Más todavía, porque esa manera de estar en la
sociedad es la que 1e hace ser niño.
Excuso añadir que el ambiente de la Institución fue la obra maestra de
Giner y de Cossío. Esa obra iba descubriéndola el alurnno, en.toda su pe-
netración y calidad, a medida que se formaba en ella, y, cada vez, le abría
nuevos horizontes, o le prestaba más eficaces ayudas, porque una de las
virtudes que tenía la Institución era-no exagero-su fecundidad para crear
y desarrolar valores espirituales, vivencias que caían como simientes, aquí y
allá para producir títulos nuevos: «Junta para Ampliación de Estudios e Inves-
tigaciones Científicas», «Instituto-Escuela de Segunda Enseñanzay, «Residencia
de Estudiantes•, «Residencia de Señoritas», «Patronato para la protección al
niño delincuente•, «Escuela Cossío•, de Valencia, fundada por el eminente
ingeniero José Navarro Alcácer...
En otras ocasiones, el fruto no era tan directo; pero la inspiración resul-
taba no menos patente: «Instituto de Reformas Sociales», movimiento de
extensión universitaria, en Oviedo, Valencia, Sevilla..., incluso más allá del
océano, por su influencia en Puerto Rico y en el «Instituto Libre de Segunda
Enseñanza«, de Buenos Aires; el nombre resulta bien sintomátíco: fundación
de los krausistas argentinos. Recientemente, lo hecho por los emigrados
españoles, procedentes del clima institucionista, en Méjico, tiene el mismo
origen.
Pero al tratar de todas estas creaciones, más o menos afines a la Institu-
ción, tampoco puede hablarse, propiamente, de escuelas nuevas. Aunque sí,
por supuesto, de instiiucionismo. lo que esto sea resulta muy complejo para
definirlo, y enormemente difícil de explicar en pocas líneas. Pero comprender
eso que ha significada la Institución Libre en el mundo de la pedagogía,
someramente, quizá se ha dicho. No, sin embargo, para medir su proyección
social, e incluso política, en la España de nuestro tiempo. Mas es un tema
que no cabe tratar en el artículo que ya conc{uyo.
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