Tema 2. La Acción

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TEMA 2: LA ACCIÓN

 La posición clásica considera la acción o conducta humana como elemento autónomo,


que es la base de todos los demás elementos delictivos (tipicidad, antijuridicidad,
culpabilidad) que califican y caracterizan a aquélla.

Por eso, aunque, como veremos, la acción tiene un papel relativamente modesto, y no el
fundamental que le han asignado algunas teorías, para delimitar el campo de lo punible y lo no
punible. Su concurrencia es presupuesto indispensable para los demás requisitos del delito y,
por tanto, la ausencia de acción dispensa ya de examinar cualquiera de los otros elementos,
que no pueden darse sin una acción a la que referirse.

ACCIÓN EN SENTIDO ESTRICTO Y EN SENTIDO AMPLIO

1. La acción en sentido estricto, como conducta voluntaria externa o manifestación de


voluntad al exterior, es decir, como movimiento voluntario con independencia de si provoca o
no un resultado distinto del movimiento mismo.

2. Se contrapone al de acción en sentido amplio, que incluye junto al movimiento corporal


voluntario la causación por éste de algún resultado (distinto de la propia exteriorización de
voluntad) en el mundo externo: esto es, acción en sentido amplio incluiría acción en sentido
estricto, resultado y relación causal entre ambos.

EL CONCEPTO DE ACCIÓN
CONCEPTO ONTOLÓGICO O NORMATIVO

- El carácter ontológico o normativo del concepto de acción depende de la concepción


que se defienda.

Como es sabido, los elementos ontológicos pertenecen al mundo del ser, de la realidad,
mientras que los normativos corresponden al ámbito de las normas (no necesariamente
jurídicas) y, por tanto, del deber ser y de lo axiológico (valorativo)

Hay que partir de un concepto ajustado a la condición de manifestación de un sector del


mundo real que es la conducta o acción humana, es decir, de un modesto concepto ontológico
(o al menos básicamente ontológico) coincidente con el que puedan formular otras ciencias
antropológicas. Los contenidos normativos ya le serán añadidos (a la acción) por los restantes
elementos del delito.
CONCEPTO CAUSAL

Como ya vimos en la evolución del concepto de delito, el concepto causal (o causalista) de


acción realmente cambia desde las formulaciones iniciales en el concepto “clásico” de delito
hasta las posteriores en el concepto “neoclásico”.

- En la formulación inicial, correspondiente al concepto clásico de delito (Beling o von


Liszt), la acción era un concepto ontológico, base de los demás, de carácter
descriptivo, destacando el aspecto causal, pero, más concretamente, desde un
enfoque naturalista.

- En la etapa posterior, tanto en el concepto “clásico” como en el “neoclásico” de delito,


la concepción causal de la acción utiliza una definición más simplificada, como
movimiento corporal voluntario (controlado por la voluntad), que causa algún
resultado externo, distinto del movimiento, o que al menos en sí mismo supone la
producción de una modificación del mundo exterior.

- Posteriormente, en la doctrina moderna sigue habiendo un sector considerable que


defiende el concepto causal de acción, pero dentro de dicho sector una parte defiende
el sistema causalista de delito, pero otra no.

CONCEPTO FINAL

1. Evolución del concepto final de acción. el legislador está vinculado por realidades ónticas
preexistentes, por estructuras lógico-reales, por la “naturaleza de las cosas”, que no puede
desconocer, y en el campo del Derecho penal esa previa naturaleza de las cosas viene dada por
la estructura final de la acción.

Frente a los conceptos causalistas anteriores, que consideraban como fundamental la


causación de resultados o cambios en el exterior, sin dar gran importancia a la voluntad, según
el finalismo la naturaleza de las cosas impone la preeminencia en la acción del aspecto
subjetivo: su fin o finalidad, pues lo que diferencia a las acciones humanas de los fenómenos o
procesos naturales ciegos es precisamente la finalidad

- Por tanto, el contenido de la voluntad, exteriorizada y dirigida a un determinado fin es


fundamental en la acción.

2. Polémica en torno al finalismo. Valoración crítica. La teoría final de la acción ha suscitado


durante décadas una intensísima polémica, no sólo en cuanto tal teoría de la acción, sino sobre
todo en cuanto a sus consecuencias sistemáticas en el resto de la teoría del delito, polémica
cuya intensidad ya ha decaído, sin embargo, en gran medida.

Y precisamente en la exigencia del concepto finalista de requerir para la acción que el sujeto se
plantee clara y conscientemente un fin, un objetivo al que encamina su conducta con selección
de medios para ello es donde aparecen fallos en el concepto final (responde a un modelo
demasiado racionalista de la conducta humana, limitándose a las acciones más perfectamente
elaboradas, las planificadas hacia un objetivo) - concepto de acción excesivamente restringido.

CONCEPTO SOCIAL

1. Del concepto objetivo-final al concepto social de acción o conducta. De modo paralelo a


los inicios del finalismo, surge la teoría inicialmente denominada “objetivo-final” de la acción,
que posteriormente pasa a conocerse como teoría social de la acción. La exigencia de
“finalidad objetiva” o “pretendibilidad objetiva” para la acción (de ahí el nombre de teoría
objetivo-final) significaba requerir previsibilidad, calculabilidad o “adecuación” del curso causal
que conduce al resultado.

Posteriormente se abandona el inicial concepto objetivo-final y su vinculación a la imputación


objetiva del resultado y un sector de la doctrina moderna5 defiende el concepto social de
acción como “conducta socialmente relevante” o con significado o trascendencia social.

2. Valoración crítica del concepto social. El concepto social de acción es declaradamente


normativo, pues se remite como mínimo a las normas y usos sociales para delimitar lo que
tiene relevancia o trascendencia social de lo que no la tiene (sólo lo socialmente relevante va a
ser también jurídicamente relevante)

No obstante, en este carácter claramente normativo radica precisamente lo objetable del


concepto social de acción, pues anticipa ya al elemento base del delito, pero que es común a
otras múltiples conductas humanas que no son delictivas o incluso carecen de trascendencia
jurídica o incluso social, caracterizaciones valorativas y normativas que son propias de los
siguientes elementos del delito, y concretamente del tipo y del injusto.

OTROS CONCEPTOS DE ACCIÓN

- El concepto de “acción típica”. Un sector propone examinar directamente la relevancia


jurídico-penal de la acción a efectos típicos, encuadrando por consiguiente el examen
de la acción, que pierde su carácter de elemento base y autónomo, dentro del tipo de
injusto.

- El concepto negativo de acción. Algunos autores, preocupados por el problema de


hallar un denominador común a los hechos comisivos y a los omisivos, formulan un
concepto negativo de acción que entiende, no sólo la omisión, sino también la comisión
como no evitación de un resultado pudiendo hacerlo.

- El concepto intencional de acción. Se defiende un concepto intencional de la acción,


ceñido a los delitos comisivos y enmarcando la acción dentro del tipo de injusto.
También sostiene un concepto que denomina de “acción intencional”, pero luego lo
precisa con el criterio de la “decidibilidad”, pues acción es “un hacer decidible, con el
que el agente está en condiciones de provocar un suceso.
- El concepto significativo de acción. Se ha formulado un concepto significativo de acción
basado en la teoría de Habermas, según el cual importa el sentido de la acción, pero
no su sentido social como en la teoría social, sino su significado lingüístico, que se
obtiene mediante el diálogo, y en su caso consenso con otros sujetos.

CAUSAS Y SUPUESTOS DE AUSENCIA DE ACCIÓN

A pesar de toda la discusión sobre la caracterización concreta del concepto de acción, todas las
teorías están de acuerdo en que cumple unos mínimos como concepto límite, es decir en su
función delimitadora y excluyente de entrada de la estructura del delito de fenómenos que no
son acciones

- Así, por una parte, atendiendo a la ausencia del aspecto objetivo, no son acciones las
actividades internas del sistema anímico humano, pensamientos o intenciones, que no
se ponen en práctica y no se manifiestan al exterior. Al faltar la acción, naturalmente
que tampoco puede haber delito, ya que el Derecho penal sólo se ocupa de
comportamientos externos.

- Desde una perspectiva subjetivo-objetiva, atendiendo tanto al sujeto de la acción


como a la consciencia y voluntad, se niega el carácter de acción a los movimientos (o
pasividad) de los animales, ya que, aunque los impulse una cierta voluntad, no se trata
de la consciencia y voluntad racionales del aparato espiritual del ser humano.

- Por último, el mayor número de supuestos de exclusión de la acción se deben a la


ausencia del elemento subjetivo, es decir, a que el movimiento o la inmovilidad no
están controlados o impulsados por la voluntad consciente. De estos supuestos nos
ocupamos a continuación.

FUERZA IRRESISTIBLE

1. Cualitativamente se exige que haya “fuerza” que “violente”, por lo que se suele entender
en nuestra doctrina que ha de tratarse de vis fisica, aunque en la doctrina alemana se incluyen
también supuestos de anulación de la voluntad por procedimientos no violentos físicamente,
como la narcosis o la hipnosis (supuestos genéricos de falta de “acción”) En cualquier caso hay
acuerdo en que no cabe la vis moralis o violencia moral.

Por otra parte, aunque la jurisprudencia solía exigir que la violencia tenga origen personal, es
decir, que proceda de otra persona, sin embargo, como señala con razón un sector doctrinal, el
CP no lo exige, por lo que la fuerza puede ser de origen natural, p.ej. un temblor de tierra, una
ola del mar o un vendaval que hace caer a una persona sobre un objeto o sobre otra persona,
a los que daña.
2. Cuantitativamente se exige que la fuerza sea irresistible, es decir, que anule totalmente la
posibilidad de órdenes de la voluntad y la capacidad de resistencia del sujeto, es decir, se exige
la vis absoluta o ablativa; por eso no basta la vis compulsiva, en que se emplea fuerza física
contra el sujeto, pero para amedrentarle ante el temor de que siga la violencia y así
compelerle moralmente a actuar o a quedar quieto (no se anula la voluntad del sujeto, sino
que sólo se incide en el proceso motivador de su toma de decisión)

*La fuerza irresistible puede provocar movimientos o, más frecuentemente, inmovilidad del
sujeto. O la fuerza anula o vence la voluntad y no hay acción, o no es así y entonces ya hay
acción; pues no existen causas de semi-acción. Y en los casos de fuerza resistible, es cierto que,
como destaca Mir, no sólo puede haber semi-culpabilidad sino incluso total inculpabilidad.

FALTA DE ACCIÓN Y “ACTIO LIBERA IN CAUSA”

 El concepto de actio libera in causa hace referencia a aquellas situaciones en que un


sujeto realiza una conducta típica en estado de falta de libertad habiendo sido él
mismo el que la ha provocado en un momento anterior (estado de inimputabilidad)

Son situaciones de actio libera in causa aquellas en las que el individuo lleva a cabo una
conducta: antijurídica y peligrosa socialmente durante un estado de inimputabilidad que él
mismo ha provocado con anterioridad. Así, en estos casos, la conducta se manifiesta en dos
etapas:

- La primera en la que el sujeto, voluntariamente, se pone en estado de inimputabilidad


(etapa precedente)
- La segunda etapa es aquella en la que el sujeto desarrolla el acto delictivo en estado
de inimputabilidad (acción defectuosa).

En la actio libera in causa, el sujeto es criminalmente responsable, pese a que se encuentra en


un estado de incapacidad en el momento de cometer el delito, pero esto es así porque en un
momento anterior fue libre en su determinación de cometerlo (libertad en la causa). Esta idea
se ha legitimado en el sistema del delito retrotrayéndose al momento de la imputación a la
actio praecedens.

Por ejemplo: Pasa mi vecino por la calle y me tiro encima porque me cae mal, cuando estoy
cayendo me arrepiento, ya no puedo ir hacia arriba y ya no hay más que caer encima. Aunque
me he arrepentido por el camino, tenemos que remontarnos al momento previo de cuando
tomé la decisión.
EL TITULAR DE LA ACCIÓN

En la teoría del Derecho Penal, solo la persona humana, individualmente considerada, puede
ser sujeto de una acción penalmente relevante. Ni los animales ni las cosas pueden ser sujetos
de acción, por más que en épocas pretéritas existieran procesos contra cosas que habían
producido resultados dañosos o animales que provocaron epidemias, muerte de personas…

Sin embargo, el principio por el cual solo las personas físicas son capaces de acción en sentido
jurídico-penal ha sido sometido a revisión en el proceso de atribución de responsabilidad penal
también a las personas jurídicas. De esta manera, las reformas de la LOPJ de 2010 y de 2015
fueron las que incluyeron la imputación a personas jurídicas, habiendo un nuevo sustrato de
imputación.

DISTINTAS VISIONES

- En primer lugar, que la persona jurídica responda por la acción humana que haya
podido llevar a cabo, por ejemplo, un administrador, sin embargo, esto entraría en
contradicción con el principio de culpabilidad porque supondría que la persona jurídica
tiene que responder por la acción de otro.

- En segundo lugar, habría que desarrollar una teoría de la acción de la persona jurídica
siendo bastante complicado.

- En tercer lugar, la más usada, es la teoría de la organización defectuosa. En este caso,


si las personas físicas responden cuando desarrollan acciones típicas, antijurídicas y
punibles; las personas jurídicas tendrán que responder cuando tengan una
organización típica, antijurídica y punible.

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