Resumen Tema 1 Orígen y Desarrollo Del Trabajo Social

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TEMA 1: DISCURSOS DE LUCHA CONTRA LA POBREZA.

En el origen y desarrollo de los que hoy de nimos como Trabajo Social se


encuentra, como se ha indicado, la preocupación por la pobreza.
El interés por la pobreza, por sus causas, manifestaciones, efectos y
dimensiones, se presenta como un continuum en la documentación
política, religiosa, económica, medica, urbanística y académica. A medida
que nos acercamos al siglo XX, la producción literaria al respecto ha ido
en aumento al suscitar análisis desde nuevos enfoques.
En el siglo XVIII seguimos encontrando guras señeras como
Campomanes, Floridablanca o Jovellanos, quienes accedieron a altos
cargos de la administración regia. Pero otro paso no menos importante fue
el desarrollo de las Sociedades Económicas de Amigos del País. En ellas
se agruparon arbitristas e ilustrados con la intención de hacer propuestas
conjuntas a los gobernantes y de movilizar las conciencias en torno a la
pobreza.
• Los cambios profundos que se fueron viviendo a golpe de guerras,
pronunciamientos militares, temporalidad de los gobiernos ,
competencia económica internacional y debilidad nanciera, abrieron
debates en torno a cuestiones como:

• La responsabilidad de las administraciones públicas en material


laboral, asistencial social y de higiene pública.

• La de nición de pobreza, miseria y pauperismo, y su relación con


desviaciones socio – morales como la prostitución, delincuencia,
locura, abandono y violencia.

• Las enfermedades evitables, las enfermedades sociales y las


desigualdades ante la muerte.
En los siglos XIX y XX, los esfuerzos se dirigirán a controlar, paliar
e incluso erradicar la pobreza. Para ello, se fueron poniendo en
marcha políticas intervencionistas y reformistas en lo social,
centradas en situaciones más urgentes y en mejorar la vida de las
clases más vulnerables. Estas políticas, contaran con el respaldo de
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los grupos de poder económico, social y religioso, por cuanto
entendían que velaban por el bien común y se encaminaban a lograr
la paz social.
1.1 Voces de impacto: de Malthus a Simmel.
D. Casado a rmaba como “en las sociedades antiguas, la pobreza se
revelaba como una situación de penuria extrema”, de modo que había
que ofrecer ayuda para alcanzar la mera supervivencia: en las
sociedades modernas, en cambio, la pobreza es la sombra de la
riqueza, y en la actualidad viene a ser algo así como el negativo del
desarrollo”. La ayuda frente a la pobreza comienza a conformarse
fuera de los cauces de apoyo informal en un contexto en el que no se
cuestiona la existencia de ricos y pobres. La riqueza y la pobreza se
consideraban estados connaturales a la sociedad.
 Según R. Malthus, las leyes de la naturaleza exigían no ayudar a
quienes no tenían posibilidades salir de su pobreza, por la escasez de
recursos disponibles. Se comenzaba a diseñar una nueva relación entre
clases sociales que se asentara sobre la competencia.
Smith o D. Ricardo, formularon argumentos bastantes solidos como la
conocida “Ley de Bronce del Salario”, según la cual los salarios tienen, de
forma natral, hacia un nivel mínimo capaz de cubrir solo las necesidades
más básicas de subsistencia.
 H. Spencer, consideraba la pobreza como aquello que se produce por
una menor capacidad inherente de cada individuo y una limitada
adaptación por parte de ciertos sujetos. Es decir, la responsabilidad de la
pobreza es el individuo y las posibilidades de supervivencia se concentran
en los mejores, no en la totalidad de la supervivencia.
 J. Bentham, estaba convencido de que el derecho debe tender a una
distribución comparativamente equitativa de la propiedad o, al menos, no
debe crear desigualdades. Consideraba que el legislador debía “fabricar el
tejido de la felicidad a través de la razón y el derecho”.
 J. Stuart Mill introducirá la idea de que la conciencia de la sociedad y
el sentido de la conducta individual, están en cierto sentido socializadas.

 K. Marx propondrá como alternativa construir una nueva sociedad


sin pobres, sin clases, tras la supresión de las estructuras liberal-capitalistas
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que estaban conduciendo la sociedad hacia su progresiva pauperización. K.
Marx consideraba inevitable la pobreza dentro del orden social
establecido, pero rechazaba que fuera el orden natural de la sociedad.
Marx plantea la revolución social que destierre de nitivamente las raíces
de la explotación y la desigualdad social, al socializar la producción e
identi car al hombre con el ciudadano. Con un menor alcance en la
historia de la segunda mitad del siglo XIX y el siglo XX que el
pensamiento elaborado por K. Marx y F. Engels, destacamos el trabajo
Memoria sobre el pauperismo de A. de Tocqueville, considerado un primer
intento de formulación de la cuestión social que plantea la pobreza.
Profundizo en la noción de la necesidad concluyendo que las necesidades
variarán en función del momento histórico y de cada sociedad. Percibe que en las
primeras décadas del S. XIX se desarrollan de forma simultánea la riqueza y la
pobreza. La distancia entre ambas hablará del nivel de desarrollo de esa sociedad.
Identi ca a los pobres con aquellas personas que reciben asistencia, apoyo de sus
semejantes, e incluso viven a sus expensas, porque no tienen trabajo, ni ingreso ni
pueden recibir ayuda de su entorno. Esta nueva forma de pobreza identi cada por
Tocqueville se identi ca con el estatus social de asistido.

 Para Simmel lo más terrible de la pobreza es ser pobre y nada más que
pobre. A partir del momento en el que la colectividad se hace cargo del pobre,
éste solo podrá alcanzar el estatus social de asistido, puesto que la asistencia llega
a alterar la identidad de la persona asistida y le con ere un estigma que marcará
todas sus relaciones con el resto de miembros de la sociedad. El Estado asume la
obligación de auxiliar a los pobres, pero ello no se traduce en un derecho para los
pobres. Para compensar los fallos en la protección social de la solidaridad
familiar, el Estado se hace social. La pobreza pasa a ser de esta forma un asunto
familiar y una cuestión de Estado. Se traspasa la atención de la pobreza desde el
ámbito privado familia y asistencia privada al Estado que establece leyes sociales
y determinados modos de intervención social.

1.2 De la pobreza a la exclusión social.


A lo largo del siglo XXX han sido numerosos los estudios que han tratado
el tema de la pobreza y sus implicaciones. Mientras la historiografía ha
hecho especial hincapié en las transformaciones de las relaciones sociales
con la pobreza a lo largo del tiempo, la sociología ha tendido en centrarse
en demostrar los cambios de las funciones explicitas atribuidas al sistema
asistencial dirigido a la población pobre durante el siglo XX.
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El francés S. Paugan, tomando la propuesta de G. Simmel concluye que se
pueden establecer tres formas elementales de pobreza atendiendo a una
con guración social concreta: integrada, marginal y descali cadora.

• La pobreza integrada nos sitúa ante un problema generalizado en una


sociedad (no muy industrializada), por lo que resulta más reproducible de
generación en generación y se muestra más persistente. Pero esta pobreza
no implica exclusión social por la importante presencia de la solidaridad
familiar, así como por la inserción en la economía sumergida/informal y en
las redes de asistencia social.

• La pobreza marginal está diferenciada del resto de grupos sociales y es


bastante minoritaria. Suelen considerarse personas inadaptadas a las nuevas
realidades socioeconómicas, por lo que están estigmatizadas. A pesar de su
carácter residual, recibe mucha atención de las instituciones asistenciales,
interesadas en que lo sigan siendo.

• En cuanto a la pobreza descali cadora se re ere a un proceso que puede


afectar a capas de la población integradas en el mercado de trabajo hasta un
determinado momento. Su salida de la actividad laboral lleva a estas
personas a la precariedad en ingresos, condiciones de la vivienda, salud y
participación social. La pobreza se corresponde con una acumulación de
desventajas, a las que se ha ido dando respuestas desde los servicios de
acción social con soluciones de inserción y acompañamiento social, cada
vez más generalizada entre quienes están en situación de pobreza
descali cadora y quienes son susceptibles de estarlo.
Otra de las principales aportaciones de S. Paugam se centra en analizar la
experiencia de la pobreza. Una experiencia que se presenta en relación al
nivel de desarrollo económico, a la importancia que adquieren los vínculos
sociales, y en tercer lugar, a los modos de intervención social y el
desarrollo de los sistemas de protección social. Sobre este último punto
delimita tres tipos de relación de asistencia en correspondencia con tres
fases diferentes del proceso de descali cación social, concepto que hace
referencia a la pobreza como proceso y no como estado. Los tres tipos de
relación son: fragilidad, dependencia y ruptura.

La fragilidad corresponde a la primera fase en la que la persona, tras un fracaso


profesional o ante la di cultad para acceder a un puesto de trabajo adquiere
conciencia de la distancia que la separa de la mayoría de la población.
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La fragilidad puede llevar a la dependencia de los servicios sociales que pasan a
hacerse cargo, de forma habitual, de las di cultades de estas personas.

Puede suceder que las ayudas cesen y se debiliten más las redes de apoyo
informales. Se pasaría de la dependencia a la ruptura de relaciones con los
servicios sociales y otros modos de intervención social. Es entonces cuando se
detecta una acumulación de fracasos que conducen a la marginación. Al no tener
esperanzas reales de salir de su situación, sienten que han perdido el sentido de su
vida y optan por vías que ahondan más su fracaso (alcohol y drogas, sobre todo).

Será en la década de los 80 cuando la Comisión Europea (1989) comienza a


emplear el término exclusión en sustitución del de pobreza. Este cambio
conceptual va a suponer también un cambio de perspectiva: se ha de dar el salto
de nitivo de una concepción estática de la pobreza a una dinámica, de proceso.

No se ha logrado establecer una de nición compartida del concepto de exclusión


social, aunque se comparten como aspectos claves de la exclusión social:

• tiene un origen estructural,

• un carácter multidimensional

• Una naturaleza procesual.


El transito del concepto de pobreza al de exclusión social no signi ca que
se haya descartado el concepto de pobreza. Cuando se habla de pobreza, se
ha generalizado la referencia a la carencia de recursos para satisfacer
necesidades consideradas básicas, que in uyen en la calidad de vida de las
personas. Sus connotaciones son, sobre todo, económicas al aludir a los
medios y participar con normalidad en la sociedad. Pero también conlleva
una categorización social.
La línea de pobreza se ubica de forma diferente según la persona o
institución. En cambio, la exclusión social, no solo se de ne en términos
puramente económicos, sino desde un tipo más amplio de participación en
la sociedad. Es decir, hace referencia a un proceso de pérdida de
integración o participación del individuo en la sociedad en uno o varios
ámbitos (económico, político, social-relacional), siempre en términos
relativos a su situación con respecto al conjunto de la población.
Tres aspectos clave:
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En cuanto a la exclusión como fenómeno estructural, se entiende que las
transformaciones producidas desde los años 70 en el mercado laboral, en las
formas de convivencia y la institución familiar, así como en la acción del Estado
del bienestar, han sido las causas de la exclusión de individuos, hogares,
comunidades, grupos sociales, etc. Frente a las propuestas que culpan a ceda
individuo de su propia situación de exclusión, se pone énfasis en los factores
estructurales. - El carácter multidimensional incluye di cultades y barreras en
aspectos como la participación económica (empleo, ingresos, bienes y servicios),
social, política y en los sistemas de protección social (vivienda, educación y
salud).

La concepción procesual de la exclusión permite diferenciar distintas situaciones


e intensidades, como son el espacio de integración, la situación de vulnerabilidad
y la situación de fragilidad/exclusión social.

Desde esta perspectiva la exclusión social facilita de nir la situación de pobreza


permanente de una minoría de hogares que, además, acumulan otras
problemáticas graves en materia educativa, laboral, relacional o de salud y cuenta
con escasas posibilidades de salir de esta situación sin ayudas.

Al entender la exclusión social como un proceso de alejamiento progresivo de


una situación de integración social en el marco del Estado de bienestar, se pueden
distinguir diversos estadios en función de la intensidad: desde la precariedad o
vulnerabilidad, hasta las situaciones de exclusión más graves. No todas las
situaciones de exclusión comportan situaciones de pobreza y viceversa. J.
Subirats, entiende la exclusión social desde una perspectiva integral lo que se
traduce en que es una situación resultante de un proceso de acumulación,
superposición y/o combinación de diversos factores de desventaja o
vulnerabilidad social.

1.3 De la teoría de la investigación sociológica aplicada: la Fundación


FOESSA.

Caritas asume la responsabilidad de completar su acción social con la


investigación empírica, contando desde ese primer momento con una importante
implicación de las asistentes sociales, más tarde, trabajadoras sociales.

Su andadura comienza en 1941 dentro de la Acción Católica del régimen


franquista. De esta forma, se convertía en la organización o cial de las
actividades externas de la caridad en la Iglesia y en el órgano de la bene cencia
pública y la asistencia social. Su estrecha colaboración con el Estado no le
impidió desplegar actividades con cierta independencia.
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En 1951 comienza a llegar la Ayuda Social Americana (ASA) que debía
gestionarse desde una institución sin ánimo de lucro, de una religión y con
carácter bené co. Esta fue Cáritas. Desde ese momento se vio en la obligación de
ser rigurosa, organizada, con cierto método de trabajo y abierta a la colaboración
con otras entidades. También pudo percibirse que la limosna no resolvía el
problema de la pobreza, que ni la Iglesia con todas las instituciones y
asociaciones, ni Acción Católica estaban a disposición de atender y promocionar
a las personas en situaciones de pobreza y que, por ultimo será preciso desarrollar
un Estado – Providencia ante el desinterés de la sociedad por las problemáticas
vividas por amplias capas sociales.

En 1957 surge la Sección Social de Cáritas, tenía como objetivos orientar,


investigar y plani car la acción social. Para esta tarea se crea el Centro de
Estudios de Sociológica Aplicada (CESA) que capacitará al personal profesional,
fomentará obras y servicios sociales e iniciará estudios sobre la sociedad española
para poder plani car actuaciones dirigidas a los sectores más desfavorecidos y
vulnerables. Todo ello se concretará en el llamado Plan de Bene cencia o Plan
CCB (Comunicación Cristiana de Bienes). Al desaparecer el ASA, activarse el
Plan de Estabilización e iniciarse los fuertes ujos migratorios (éxodo rural y
emigración internacional), se hacía necesario contar con información precisa
sobre el alcance de la pobreza en España y con nuevas fuentes de nanciación. En
1965 comienza su andadura la Fundación FOESSA (Fomento de Estudios
Sociales y Sociología Aplicada) como institución bené co-docente de carácter
privado con el impulso de Caritas Española, pero siendo la vertiente secular del
Plan CCB. Para la tarea de divulgación se creó la revista Documentación Social
que ha llegado a nuestros días. Su nalidad será realizar estudios de plani cación
y orientación de la acción social. FOESSA publicó varios estudios sociológicos y
5 informes sobre la situación y el cambio social experimentado (1967, 1970,
1975, 1980-83 y 1994).

A partir del 2005 la Fundación FOESA centrará sus publicaciones e informes en


tres ejes:

• Estructura social, Desigualdad y Pobreza-exclusión

• Relaciones sociales y

• Cooperación internacional
La Encuesta FOESSA 2007 abordó a nivel estatal, por primera vez, un
análisis multidimensional de la exclusión social. Se elaboró un diagnóstico
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de situación de los sectores afectados por los distintos procesos de
exclusión social.
2. CUANDO LOS DEBATES EN TORNO A LA POBREZA SE
HACEN REALIDAD.
La pobreza ha sido y es parte integrante de la realidad social. Como tal ha
sido objeto de re exión e intervención. En cada etapa histórica la mirada se
ha dirigido con especial interés hacia aquellas manifestaciones
consideradas más preocupantes por motivos políticos, morales, económicos
o sanitarios. Estados de pobreza, permanentes o temporales, que han
afectado de forma desigual por regiones o localidades, por variables como
el sexo, la edad el estado civil, la etnia, el nivel cultural o de ingresos, así
como por condiciones ligadas a las trayectorias vitales. La acción social, en
un sentido amplio del término, se ha orientado a mitigar, más que a
suprimir, aquellas manifestaciones más visibles, porque son estas las que
hacen a orar problemáticas y tensiones que pueden llegar a cuestionar el
modelo de sociedad y gobierno.
 Concepción Arenal sintetiza lo más novedoso de la creciente
sensibilidad social hacia la pobreza cuando a rma que lo que hay de nuevo
en el asunto es que se estudia; que pensadores y lántropos, academias,
tribunas, libros etc. Meditan y buscan medios de combatir la miseria;
Los cambios político-económicos fueron por delante de una sociedad que
seguía arraigada en el pasado, en los valores preindustriales y tradicionales.
Es cierto que desde mediados del S.XIX el progreso cientí co, tecnológico
y material estrechará lazos cada vez más fuertes con el ideario liberal de
libertad política, tolerancia religiosa y orden y paz, de tal manera que
liberalismo y progreso terminarán por confundirse.
Los discursos y debates en torno a las diversas formas que va adquiriendo
la pobreza podrán materializarse a medida que se detecten y diagnostiquen
los problemas más acuciantes en cada momento. Se coincide, en general, en
enunciar como tales el mantenimiento de los ciclos estacionales de pobreza,
asociados a los económicos y el incremento cuantitativo de la mismo, con
el consiguiente aumento de la mendicidad y el desorden social; la incultura
generalizada en la población obrera; la escasez y carestía de la vivienda; la
falta de higiene, la elevada mortalidad, y en concreto la infanta juvenil.

Al interés por explicar la nueva realidad social e identi car los principales
problemas sociales, se unió la elaboración de propuestas de resolución, adoptando
nuevos planteamientos cientí cos y herramientas estadísticas. Se entendía que la
mejora de las condiciones de vida de sectores amplios de la población pasaba por
la instrucción, la salud pública y los servicios asistenciales. Resultará cada vez
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más visible la referencia a los grupos más afectados por la pobreza, la ignorancia,
la exclusión, la enfermedad y la muerte en los discursos médicos, políticos,
lantrópicos, miembros de la iglesia, maestros. Estos grupos, heterogéneos en sí
mismos, eran el de las mujeres, los niños/as, las personas mayores y las enfermas.
Cada uno presentaba diferentes formas de marginalidad que requerían un
tratamiento diferenciado y desde un nuevo modelo de atención que se de nirá
como bio-pedagógico. En él las administraciones públicas asumían una labor de
coordinación, orientación y reglamentación destinada a una efectiva “pro laxis
social”. Desde ahí se preveía atajar la pobreza, el desempleo, la violencia, la
ignorancia, los abusos en la familia, el trabajo, los alquileres, y los desequilibrios
socioeconómicos.

En ese esfuerzo contra la vulnerabilidad individual y social van perdiendo


relevancia los factores de riesgo endógenos (herencia y condiciones siológicas
de cada individuo) a favor de los exógenos. La formación profesional y moral
resultaban ser, por tanto, piezas claves en la lucha contra la pobreza. La
responsabilidad de prevenir el empobrecimiento pasa a ser tanto individual como
social. La asistencia va a ser una acción que va dirigida más a mitigar las
consecuencias de las situaciones más graves de desigualdad que a buscar o lograr
la igualdad y la cohesión social.

Las actuaciones desplegadas aparecerán en relación al doble sentimiento que


genera la pobreza: compasión y miedo. Las situaciones de pobreza se
confundirán, en muchas ocasiones.

Desde el S. XVI y hasta la contemporaneidad, la persecución de la mendicidad, el


vagabundeo y la ociosidad ha sido una constante por ser formas de vida no
ejemplarizantes. Para quienes se quedaban fuera de tal orden se abrieron
hospitales, correccionales, inclusas, misericordias, manicomios, cárceles, asilos y
otros establecimientos a los que podía acudir para recibir, sobre todo, cobijo,
protección y formación. No tardaron en aparecer otros instrumentos dirigidos a
los espacios privados, como la visita o ayuda domiciliaria. La asistencia ha estado
organizada para mantener la disciplina y la moral. Ha evitado revueltas y ha
facilitado la subordinación a un orden social, político y económico
preestablecido.

En otras palabras, el control social ejercido por las diferentes formas de ayuda
institucionalizadas ha contribuido a la legitimación de un orden y unas estructuras
de poder. Pero para alcanzar los objetivos marcados ha sido preciso contar con
unos grupos de personas dispuestas a entablar relaciones personales con quienes
se hallaban en situación de pobreza, para asistirlos, establecer sus verdaderas
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necesidades y asegurarse que las ayudas recibidas estaban teniendo efectos sobre
sus hábitos, sus formas de pensar y sus intenciones.

Esta gura mediadora entre el donante o benefactor y el asistido o bene ciario ha


respondido a diversos per les, desde miembros del clero y personas altruistas,
ligadas o no a la iglesia, a visitadores con formación sanitaria y asistentes
sociales, hoy trabajadores sociales.

Moralizar y disciplinar, utilizando la opción de una ayuda selectiva y


discriminatoria, son dos rasgos que se incorporan al trabajo social desde su origen
y que, todavía hoy, le acompañan. Esta constatación supone entender que en el
curso de la historia moderna y contemporánea han variado los métodos e
instrumentos adoptados para asistir a los pobres, pero no lo ha hecho su nalidad
última: educar, moralizar y disciplinar a quienes se encuentran en situación de
pobreza o exclusión social. La población pobre o en riesgo de estarlo no ha sido
pasiva. La violencia, la transgresión de las normas o el apoyo a revueltas,
ideologías o utopías salvadoras han sido algunas de sus reacciones ante las
actuaciones de los grupos de poder.

3. AGENTES PROTAGONISTAS DE LA INTERVENCION SOCIAL.

Las di cultades para acotar los contornos que de nen la pobreza en las diversas
etapas históricas se traslada a los agentes que protagonizan toda intervención en
materia socio asistencial. En primera instancia podrían quedar acotados a la
Iglesia y al Estado con todas sus rami caciones (instituciones, personalidades,
establecimientos, etc.) Esta a rmación resulta reduccionista, aunque muy útil
desde el punto de vista analítico. Más ajustado a la realidad seria a rmar que el
principal agente de toda intervención social es la familia, en cualquiera de sus
modalidades.

El protagonismo ha recaído en actores múltiples que han compartido la función


de suministrar ayuda al “otro” individual o colectivo. Tales actores se agrupan,
básicamente, en tres : asistido, donante y mediador.

• La persona asistida es aquella nombrada como vagabunda, pordiosera,


pobre, maleante, mendiga, loca, enferma, transeúnte, marginada,
delincuente o prostituta. Queda reconocida desde el momento en que se la
nombra, pero quedan situaciones que carecen de un nombre, de una
concreción, que facilita la detección y posterior satisfacción de
necesidades. En todos los casos, se espera que la persona o grupo asistido
sea sumiso y muestre subordinación hacia los otros dos actores, en
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particular hacia quien ejerce de mediador.

• La gura mediadora ha de dar cuenta de sus actuaciones a quienes ejercen


de donantes como a las personas asistidas que esperan ver cubiertas sus
necesidades. A partir del S. XX la profesionalización se irá convirtiendo en
la seña de identidad de esta tarea de intermediación.

• El tercer actor, el donante, establece la cuantía y modalidad de las acciones


de ayuda, los sujetos perceptores de las mismas y la nalidad y objetivos
que justi can su decisión. Al igual que los actores anteriores, busca obtener
algún tipo de compensación, provecho, personal o social. Puede esperar
desde el perdón de sus faltas, el reconocimiento personal o social, mayor
control sobre los bene ciarios de su donación hasta orden y paz social.
La interacción y la interdependencia de los tres actores colaborará en la
con guración de unos sistemas de protección social que pasarán por
diferentes etapas hasta quedar bastante de nidos con el Estado de
Bienestar. La interacción entre donantes, asistidos y mediadores ha de ser,
necesariamente dinámica e inestable por estar sujeta a contextos políticos y
socioeconómicos que trascienden su propia interdependencia. Los actores
de la intervención social conducen nuestra mirada a los tres sectores que
han canalizado las diversas actuaciones sociales: las administraciones
públicas, la iglesia y otras iniciativas privadas. A estos sectores se ha
sumado en las últimas décadas la iniciativa social o Tercer Sector,
reagrupándose así la iniciativa privada dentro del segundo sector (iniciativa
mercantil, iglesia y otras iniciativas particulares).

Hacia el S. XX, los principales agentes que se fueron per lando en el tratamiento
de diversas situaciones carenciales pueden quedar reducidos a tres en España:
Estado, Ayuntamientos e Iglesia. Su creciente protagonismo convivió con formas
de solidaridad familiar, comunitaria o de grupo no organizadas, pero de
importante impacto para el desarrollo tanto individual como social.

En la edad Media, la caridad particular representa la principal manifestación de la


actuación social feudal. Las limitaciones del Estado en materia asistencial
quedaron patentes en el S. XVIII cuando a oran propuestas de abrir espacios más
allá de lo privado, hacia unos poderes locales y estatales que superen la realidad
social de un entramado dependiente de la Iglesia, de una élite administrativa y de
una monarquía personalista.
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Se produjeron algunos avances en la diversi cación y, a la vez, concreción de los
agentes centrales de la intervención social. Uno de ellos fue la introducción de
principios y valores como el trabajo, la producción, la vecindad y la utilidad. Un
segundo avance se centró en la lucha contra la dispersión de la asistencia en
hospitales, cofradías, obras pías o gremios, entre otros, y que llevó a que
corregidores y párrocos “ilustrados” asumieran la gestión de los recursos
asistenciales por medio, de las Juntas de Caridad. Es así como se inicia, la
transferencia del encargo asistencial de la Iglesia a los ayuntamientos.

En el S. XIX la Iglesia seguirá controlando el espacio religioso y el bené co-


asistencial. La crisis profunda en la que entraron instituciones centrales como los
hospitales, hospicios o misericordias como consecuencia de las guerras civiles,
las epidemias, las crisis de subsistencia y la inestabilidad política, facilitó la
política municipal de los socorros a domicilio.

La Ley de Bene cencia de 1849 intentó impulsar las diputaciones provinciales


con la nalidad de ir conformando un sistema asistencial menos privado, mejor
organizado y menos religioso. En la práctica, la bene cencia municipal seguirá
siendo coprotagonista de segundo orden en materia asistencial.

La estructura de poder desplegada durante la Restauración, reinando Alfonso


XII y Alfonso XIII, necesitaba de la Iglesia. Igualmente, ésta necesitaba del
Estado para alcanzar la recatolización de una España que parecía haber perdido
hacía tiempo el centralismo alcanzado en Trento. Se sirvió para ello del
despliegue de sus funciones pastorales, educativas y asistenciales. El catolicismo
social llegó con retraso a España por las reticencias que levantaba entre diversos
sectores liberales y entre los ultraconservadores, pero en la década de los 80
encontrará respaldo con la publicación de la encíclica De Rerum Novarum y el
despertar de una sociedad civil que se organizará en asociaciones confesionales
antiliberales. Se va a reproducir esa estrecha relación entre Estado e Iglesia
durante el gobierno de Franco.

Durante las primeras décadas del S. XX se gesta el inicio de la enseñanza formal


del trabajo social y la formación teórico-práctica de quienes aspiran a ser sus
profesionales.

En España, la iniciativa de la asistencia social y de su profesionalización la han


llevado, con retraso respecto a otros países europeos y norteamericanos, el
catolicismo social y ciertos profesionales como los médicos. En suma, el origen
del trabajo social se halla en los orígenes de unas políticas sociales
contemporáneas que han intentado lograr la estabilidad política y, con ella, la
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económica, el aumento de la fuerza de trabajo y una socialización que reproduzca
los valores y los rasgos distintivos de la burguesía.

4. LA POBREZA, EL POBRE Y LA CARIDAD EN EL MUNDO


MEDIEVAL Y MODERNO.

La pobreza se de ne como carencia relativa de los medios o recursos que


determinan la calidad de vida de las personas (alimentación, abrigo, alojamiento,
salud, educación, etc.) En de nitiva, constituyen una privación de medios
materiales y generan o provocan inferioridad social.

Una aproximación clásica al fenómeno de la pobreza en las sociedades modernas


consiste en distinguir los llamados pobres “estructurales”, que son los que se
identi can con la mayoría de las categorías tradicionales de “pauperes” (ancianos,
niños, huérfanos, viudas, mujeres con niños), y los llamados pobres
“coyunturales”, aquellos que por uctuaciones económicas y crisis de
subsistencias habían atravesado el umbral de la pobreza.

En las sociedades modernas suelen distinguirse los factores/mecanismos


generadores de pobreza. Se denominan: coyunturales, estructurales y
accidentales.

• Los factores coyunturales están estrechamente relacionados con las


transformaciones económicas de fondo que provocan una in ación de los
precios (1.500) y con fuertes crisis de subsistencia o lo que igual crisis de
hambre y un claro aumento del número de asistidos. Las consecuencias
serán importantes, al existir una correlación entre las graves crisis y el
surgimiento de nuevos modelos y planes de intervención. Es la razón de
que existían las Casas de la Limosna o los Albergues de pobres.

• Los factores accidentales son los factores inherentes de la estructura propia


del ciclo de la vida individual y familiar... infancia y adolescencia, cargas y
responsabilidades familiares y la vejez.

• Los factores occidentales no suelen considerarse procesos colectivos ni


generales, aunque sus efectos a nivel global podían resultar también en
determinados mementos y lugares, signi cativamente cuantiosos. Nos
referimos a las enfermedades en los barrios más pobres y a los accidentes
provocados por las guerras como la de Flandes, la de los Siete años o las
guerras de religión.
No es fácil cuanti car la pobreza, los datos obtenidos se consiguen de los
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censos municipales – scales, de los índices de subsistencia (salarios/
precios de varones), de los registros parroquiales de defunción y de las
listas de pobres/listas parroquiales.
La tipología de pobres distinguía: legítimos/ ngidos, en función de su
capacidad para trabajar. Los pobres forasteros eran considerados como
desconocidos.
Resumiendo actitudes/discursos públicos sobre la pobreza: la pobreza
digni caba por cuestiones religiosas siendo la iglesia su representante. Con
el S.XVI aumenta el rechazo al pobre sucio y religioso. Se busca la
racionalización/afectividad de la asistencia y el trabajo como elemento
terapéutico.

En España (Castilla) se sigue la línea establecida sobre pobres en Europa: la Ley


de Cardenal Tavera de 1540 de asistencia y control de la pobreza. También Felipe
II sigue la línea de la Ley de 1540 y el Concilio de Trento (1545 – 1563). Vagos y
vagabundos.... A galeras.

Se pasa de la caridad a la represión mediante el recogimiento y el encierro


(Gigintta 1576 y Cristóbal Pérez de Herrera 1595): Casas de Trabajo y labor/
casas de corrección de mujeres/galeras.

Como resumen nal, bastaría indicar que entre los actores o agencias principales
de donde emanan los modelos asistenciales organizados tenemos: las
instituciones religiosas, autoridades municipales y asociaciones, el Estado y las
redes informales.

5. DE LA CARIDAD A LA BENEFICIENCIA.

La pobreza es un fracaso (S.XVIII) y se aborda ahora con planteamientos más


utilitaristas, rigiéndose por el trabajo, la radicación, la vecindad, la producción y
la utilidad como puntos de referencia. La pobreza se asocia a delito (reclusión) y
la asistencia a condena (trabajo). Es un anticipo del planteamiento liberal del S.
XIX.

Se reprime la ociosidad y la vagancia con encerramientos, levas,


desamortizaciones, hospicios permanentes/escuelas de primeras letras, Casas de
Expósitos, bene cencia domiciliaria y diputaciones de Barrio.

Itinerario conceptual: de la caridad (respuesta moral) a la lantropía (solución


ética y racional), bene cencia (modelo de vida burgués) la asistencia (estado
providencia) y el Bienestar (red de servicios sociales) será el proceso.
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La monarquía bene cia al benefactor: los nuevos valores son la vecindad, el
domicilio, la educación (hospicios), el orden público, la autoridad local
(alguaciles de uniforme) y policía de pobres, la sanidad e higiene, previsión de
ahorros (cajas de ahorro).

La práctica de la bene cencia se asocia a actitudes burguesas, se controlan


socialmente la bene cencia domiciliaria, se prohíbe la mendicidad, se crea el
espacio integrador del trabajo. Se apoya la familia, la mujer y el matrimonio con
asilos y casas de desamparados. Surgen los servicios municipales desde la
bene cencia (pósitos, refugios municipales, juntas de barrio, SAD.

Cambia la legislación/instituciones de la acción social del Estado liberal. La


propuesta de Cádiz (1812) hace un difuso encargo al ayuntamiento. La ley
general de bene cencia en 1822 y el proceso municipalizado por la legislación
desamortizadora de Mendizábal y Madoz (1855).

Han evolucionado los sujetos receptores de la atención/protección social. La


antigua pobreza personal es el masivo pauperismo contemporáneo. Se trata de
modo colectivo la pobreza porque preocupa a las elites.

Finalmente, los factores de pauperización son: la edad, el género y la salida del


trabajo, mientras que el 13% estaba desprotegido de la familia.
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