Escritura
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La comunicación escrita
Índice
Objetivos ................................................................................................................................................................... 3
Contenido.................................................................................................................................................................. 3
1. Introducción ............................................................................................................................................... 3
2. Antes de empezar ....................................................................................................................................... 4
2.1. Qué tengo que contar ............................................................................................................................ 5
2.1.1. Tipo de comunicación ....................................................................................................................... 5
2.1.2. Tipos de documentos ........................................................................................................................ 6
2.1.2.1. Trabajos de clase .......................................................................................................................... 7
2.1.2.2. Informes ....................................................................................................................................... 7
2.1.2.3. Trabajos científicos....................................................................................................................... 7
2.1.2.4. Manuales de formación ............................................................................................................... 8
2.1.3. Plan de escritura ............................................................................................................................. 10
2.1.4. Punto de partida ............................................................................................................................. 10
2.1.5. Fuentes documentales .................................................................................................................... 12
2.1.5.1. Fuentes directas ......................................................................................................................... 12
2.1.5.2. Fuentes indirectas ...................................................................................................................... 13
2.2. ¿ A quién va dirigido? ........................................................................................................................... 13
2.3. ¿ Para qué va servir el escrito? ............................................................................................................ 14
2.3.1. Formular el objetivo estratégico ..................................................................................................... 15
2.3.2. Establecer los objetivos tácticos ..................................................................................................... 15
3. ¿Cómo lo vamos a hacer? Con qué recursos lingüísticos.......................................................................... 15
3.1. Las palabras ......................................................................................................................................... 17
3.2. Las frases.............................................................................................................................................. 19
3.2.1. La voz activa y la pasiva ................................................................................................................... 19
3.2.2. La eficacia en el lenguaje ................................................................................................................ 20
3.2.3. La longitud de las frases .................................................................................................................. 21
3.2.4. La construcción de las frases ........................................................................................................... 22
3.3. Los párrafos ......................................................................................................................................... 23
3.3.1. Organización del contenido ............................................................................................................ 24
3.3.2. La longitud de los párrafos .............................................................................................................. 25
3.3.3. El orden de los párrafos .................................................................................................................. 25
4. Recursos formales .................................................................................................................................... 26
4.1. Concepción general del escrito ............................................................................................................ 27
4.1.1. Varias velocidades de lectura .......................................................................................................... 27
4.1.2. Múltiples apartados ........................................................................................................................ 28
4.1.2.1. Introducción ............................................................................................................................... 28
4.1.2.2. Desarrollo o argumentación ....................................................................................................... 29
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Objetivos
Este capítulo está dedicado a la escritura profesional, entre la que se encuentra la redac-
ción de apuntes y de escritos de carácter académico. Para cuya elaboración, redacción y pre-
sentación existen algunas normas y técnicas que aseguran que nuestro escrito va a ser com-
prendido, de forma inmediata, por el destinatario para el que ha sido elaborado.
A través de esta lección abordaremos las cuestiones relacionadas con el planteamiento
de este tipo de escritos, el estilo narrativo para la elección de las palabras, la confección de
las frases y párrafos y la estructura y presentación que deben tener los escritos profesiona-
les.
Pretendemos lograr los siguientes resultados de aprendizaje:
Establecer algunas cuestiones relacionadas con la escritura profesional. Tanto
desde el punto de vista de las características de sus autores como de la concepción
general de este tipo de escritos.
Describir los primeros pasos que debemos dar al enfrentarnos con un escrito pro-
fesional.
Enumerar algunas de las precauciones y recomendaciones para lograr que nues-
tro escrito sea leído y comprendido sin dificultad por nuestros lectores.
Discernir sobre la elección de las palabras y la forma de construir los períodos y
oraciones.
Percibir las posibilidades que brindan las ilustraciones y figuras como comple-
mento del texto.
Analizar la estructura la presentación de los escritos profesionales.
Describir las características de los libros de texto y materiales de estudios.
Reparar en las posibilidades de las TIC para la elaboración de estos materiales.
Aplicar criterios para su valoración.
Contenido
1. Introducción
La escritura profesional es aquella que, dirigida a un determinado lector, es capaz de
transmitir un contenido completo de una manera directa, sencilla y amena. De manera que
éste sea capaz de captar la información con el menor esfuerzo y sin que esté sujeta a inter-
pretaciones diversas.
Sus características fundamentales son:
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Legibilidad: Todo lo que se escribe debe ser leído y comprendido sin dificultad.
Para ello es fundamental tener presente al lector y, dentro de las características y
del objetivo que el escrito pretende alcanzar, estar redactado utilizando la termi-
nología del área temática que desarrolla.
Concisión: Entendida como la cualidad que nos permite practicar la claridad sin
olvidar la densidad. Para ello debemos dar la información que sirva para que el
lector conozca el contenido o aquellos aspectos del mismo que le puedan intere-
sar o de los que deba tener conocimiento, sin entrar en otros detalles colaterales,
superfluos o de lucimiento de las habilidades del escritor.
Aspecto. La presentación de los documentos escritos ha cambiado por la influen-
cia de otros medios de comunicación, impresos y digitales, que marcan las pautas.
La tecnología (procesadores de textos) que, de forma sencilla, permite un montaje
de páginas atrayente y atrevido, el uso del color, el empleo de patrones y hojas de
estilo y el uso de múltiples tipografías con sus correspondientes tratamientos en
cuanto a estilo (negrita, cursiva, subrayada…), fuentes tipográficas y tamaño de
los caracteres.
Las cualidades de un escritor profesional no es necesario que coincidan con las de un
escritor literario, cuyo oficio consiste en transmitir emociones a través de sus escritos para
lo que puede recurrir a plasmar su pensamiento de la manera más elevada posible o a narrar
una historia cuyo tratamiento y personajes atrapen al lector hasta el final de la misma. Nues-
tro propósito como escritores profesionales no necesariamente irá en la línea de buscar la
emoción aunque sí la eficacia narrativa. Para ello, sin despreciar la imaginación y la capaci-
dad narrativa, hace falta:
Tener el pensamiento organizado y saber muy bien lo que se quiere decir.
Conocer un porcentaje de las palabras del idioma (cuanto más alto mejor).
Emplear algunas reglas sencillas para la elaboración de los escritos.
Pues, en definitiva, un escrito profesional sólo es bueno en la medida en la que se adapta
o no a su destinatario, transmite el mensaje para el que ha sido redactado y tiene en cuenta
las circunstancias que influyen en su lectura.
2. Antes de empezar
Muchas veces, cuando tenemos que redactar un determinado escrito profesional, nos en-
frentamos al síndrome de la hoja en blanco y, además de la sensación de indefensión que
esto nos produce, nos asaltan todo tipo de interrogantes e inquietudes que ponen muy difícil
la escritura de las primeras palabras. En ese momento, o no sabemos lo que vamos a decir
o, si lo sabemos, no tenemos la más mínima idea de por dónde empezar.
En esta situación, para avanzar, lo más aconsejable es establecer un plan de trabajo que
vaya dando respuesta a estas seis preguntas: ¿Qué vamos a que contar?, ¿A quién?, ¿Para
qué va a servir el escrito?, ¿Cómo lo vamos a hacer?, ¿Cuándo debe estar terminado? y ¿Qué
extensión debe tener?
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Fig. 1. Seis preguntas que debemos tener en cuenta en el momento de elaborar un escrito profesional.
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R., 1995). Por ello, el mensaje debe ser especialmente claro, al pretender ganarse
al receptor, convencerlo y causarle una buena impresión.
Académico es el propio de las instituciones educativas. El lenguaje que se emplea
debe estar construido de acuerdo con la institución que representa. No hay excusa
para escribir mal. Este lenguaje vendrán caracterizado por:
Claridad: que se entienda al primer vistazo. Para lo que es imprescindible ser
directos y precisos en la exposición. Lo que se consigue si, desde un principio,
tenemos muy claro qué queremos comunicar, a quién y cómo. Esto nos llevará a
emplear un estilo sobrio, basado en frases cortas con períodos sintácticos no
muy largos que guarden el orden lógico de la lengua que estemos empleando. El
uso abusivo de oraciones subordinadas, por ejemplo, crean periodos excesiva-
mente largos que dificultan la interpretación del mensaje. Repetir innecesaria-
mente palabras e ideas, anunciar constantemente lo que se va a decir, perderse en
los detalles insignificantes y confundir lo accesorio con lo principal son los princi-
pales errores que dificultan la comprensión del mensaje…(Pascual-Foronda, E, y
Echave-Díaz, R., 1995)
Rigor: bien documentado. Todo lo que se aporta debe ser justificado y sometido
a la carga de la prueba o justificado documentalmente. Las apreciaciones perso-
nales carentes rigor deben ser debidamente justificadas (experimental o docu-
mentalmente) y, en caso contrario, rechazadas y, si se mantienen, que quede re-
flejado que es la opinión del autor. A nuestro juicio…, desde nuestro punto de
vista…, a nuestro entender, etc.
Elegancia: utilizando el lenguaje correcto y adecuado a la materia que tratamos
y a la terminología científica y técnica que la sustenta. En algunas ocasiones se
puede recurrir a ciertas fórmulas que, aunque carentes de originalidad, pueden
facilitar la redacción y el contacto con determinadas audiencias.
Tono: de acuerdo con la audiencia. Debemos saber muy bien para quién escri-
bimos, pues no es lo mismo tratar con un colega que dirigirnos a alguien de quien
depende nuestra situación o calificación académica. En cualquier caso, la corte-
sía y el trato humano destacarán en todo momento.
Personal. Es un tipo de comunicación cuyas reglas las pone el grupo al que per-
tenecen los lectores. Es un lenguaje informal donde todo es posible, incluida la
desconsideración y la falta de miramientos. Pero esto debe ser algo asumido por
el grupo al que nos dirigimos y que gracias a este lenguaje nos considera uno de
los suyos. Está muy alejado del lenguaje formal que hemos visto en los apartados
anteriores. Algunas cartas (cada vez menos), mensajes SMS, correos electrónicos,
mensajería (Messenger), foros, chats, WhatsApp, blogs, redes sociales…forman
parte de los medios que dan soporte a la comunicación informal que, como su
nombre indica, prescinde de cualquier regulación gramatical (incluida palabras
cortadas y faltas de ortografía) para dar paso a unas formas de comunicación go-
bernadas por las normas del grupo a las que van dirigidas.
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en función de los objetivos que persiguen y de los niveles académicos y profesionales a los
que se dirigen. Los más utilizados son:
2.1.2.2. Informes
Es un documento informativo sobre hechos o personas que se redacta, en general, por
encargo al ser testigos de un determinado acontecimiento o en base a nuestra experiencia,
pericia profesional en calidad de perito. La característica fundamental de este tipo de escri-
tos es la objetividad. Debemos ser capaces de poner sobre él lo que hemos visto o lo que, a
la luz de los hechos, pruebas o indicios, nuestro saber profesional indica.
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Fig. 2. En octubre de 1927 se efectúa el 5° Congreso Solvay en Bruselas, al que asistieron los fundadores de la
teoría cuántica.
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dible implicar a todos los participantes para lo que debemos anotar las aportacio-
nes, sin despreciar ninguna por extraña que sea y considerándolas propias desde
ese momento.
Fig. 3.- CMapsTools es una aplicación que permite la elaboración, de forma sencilla, de mapas conceptuales.
Existe una fórmula muy parecida a la tormenta de ideas, que se denomina agru-
pamiento asociativo que consiste en anotar las ideas desordenadamente sobre
un papel y luego tratar de relacionarlas mediante enlaces, hasta crear un mapa de
ideas que posteriormente desarrollaremos en el escrito. Las conexiones entre los
entre los distintos apartados darán lugar a los diferentes capítulos del escrito
hasta llegar a los esquemas tradicionales. Esta síntesis de ideas nos permitirá ex-
poner el tema con amplitud y minuciosidad. Pues toda la información está selec-
cionada y hemos recogidos los elementos importantes que la constituyen lo que
permitirá comenzar a redactar, pues tenemos la esencia de lo que se quiere expo-
ner.
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Estas fuentes preceden directamente del autor y están escritas tras un proceso de inda-
gación, en el que ha empleado diferentes técnicas documentales y de investigación que le
han permitido crear una obra lo suficientemente rigurosa para que sea publicada a través
de los cauces por los que transcurre este tipo de trabajos: editoriales, revistas científicas,
publicaciones de universidades y otros centros de investigación, etc. lo que da valor cientí-
fico a la publicación. Son fuentes directas:
Libros. Son obras científicas o literarias con suficiente extensión para formar un
volumen. Son un material imprescindible para el estudiante, aportan información
de primera mano y son fuentes que gozan de gran estabilidad bibliográfica. Es
decir, el libro recoge el saber asentado y aquello que deben conocer los expertos
en esa materia.
Publicaciones periódicas en forma de revistas o series que incluyen las últimas
novedades en lo relacionado con una determinada materia. Son textos relativa-
mente breves, cuya extensión depende de la publicación, que se difunden dentro
de un contexto científico y van dirigidos a investigadores u otros profesionales
muy interesados en el tema. Tienen gran valor como documento científico y, a
través de ellos, los investigadores se mantienen al día de los nuevos procedimien-
tos científicos y líneas e investigación. Recogen información puntera y siempre
sujeta a aceptación de la comunidad científica.
Publicaciones en Internet. Acogen todo tipo de documentos, desde presentacio-
nes publicitarias hasta revistas electrónicas, con su correspondiente ISSN, y bases
de datos de contenidos científico-técnicos. Dadas las grandes posibilidades que
ofrece Internet, tanto para el alojamiento como para difusión de contenidos mul-
timedia, este tipo de publicaciones están llamadas a tener un extraordinario fu-
turo como fuentes de difusión del conocimiento. Además de las publicaciones per-
sonales a través de la web 2.0 (blogs, fotografías, presentaciones, video…), las cen-
tros de investigación a través de programas como los desarrollados tras la
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Fig. 5. TESEO es la base de datos de las tesis doctorales leías en España desde 1976
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Fig. 5. Diccionario de la Real Academia Española. Esta herramienta garantiza el correcto uso de las palabras.
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cuestión para dar ritmo y cadencia al discurso, las frases deben leerse al compás de la ins-
piración y la respiración.
Para conseguir una forma de expresión directa y eficaz podemos emplear algunos recur-
sos estilísticos, basadas en los aspectos que abordamos a continuación.
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Son más fáciles de entender. Sobre todo, cuando forman parte de una frase larga
tan habituales e inevitables en muchos escritos.
En voz pasiva, las frases son más largas y es frecuente utilizar en ellas sustantivos
abstractos.
Las frases en pasiva tienen menos rigor al omitir algunos datos importantes,
como el sujeto que efectúa la acción (fuimos informados...) o presentar una forma
impersonal, como en el caso de la pasiva refleja (se puede afirmar...).
Emplearemos la voz pasiva:
Cuando el sujeto es irrelevante.
Cuando se quiere ocultar su identidad.
Cuando el sujeto es desconocido.
Cuando es perfectamente conocido y se quiere introducir variedad en la redac-
ción.
Las oraciones pasivas contienen menos información que las activas, son más largas y de
estilo menos ágil. El suceso que relatan es más abstracto y difícil de ver y presentan una
información fría y despersonalizada. Así, para fomentar las relaciones personales e incidir
en lo positivo es preferible la voz activa mientras que para suavizar lo negativo podemos
recurrir a la pasiva.
Usted ha aprobado.
Usted ha sido suspendido.
Una forma de construcción gramatical muy empleada cuando el sujeto es irrelevante es
la pasiva refleja, que comienza con el reflexivo impersonal seguido del verbo y, a continua-
ción, si se considera oportuno, el sujeto paciente. La pasiva refleja, por lo general, da mayor
fluidez a la lectura.
Como resumen, debemos preferir la voz activa, pues proporciona mayor información, es
más ágil y resalta las ideas positivas. Sin embargo, la voz pasiva suaviza las ideas negativas
y se puede emplear cuando el sujeto no es interesante o, por el motivo que sea, no podemos
decir quién es.
Cuando el objetivo principal de nuestra redacción sea la claridad es preferible evitar los
conceptos abstractos: el análisis de los ejercicios muestra una tendencia a la baja se debe
cambiar por las notas de los exámenes han sido más bajas. Los ejemplos con sujetos concretos
son más claros, tienen un lenguaje más vivo, atraen mejor la atención y mantienen el interés.
El lenguaje específico, que es aquel que se detiene en los detalles, es más claro e intere-
sante que el genérico. Este último es preferible cuando no es necesario conocer los porme-
nores, el lector ya está familiarizado con ellos o se exprese una idea negativa para el desti-
natario.
Las frases ambiguas o evasivas denotan que el autor trata de eludir su responsabilidad,
que no conoce la verdad o que no está dispuesto a revelar sus pensamientos. Los lectores
tienen más confianza en los redactores que se comprometen cuando escriben. No debemos
ser tímidos a la hora de mencionar nombres en las recomendaciones o conclusiones con
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La redacción debe ser lo más variada posible. Pues una construcción similar de las distin-
tas frases induce a una lectura maquinal en la que el lector llega un momento que no se da
cuenta de lo que está leyendo. Por ello es aconsejable introducir variaciones:
En la longitud, donde se puede buscar una relación de 1 a 6 entre la frase más
corta y la más larga. Sin desdeñar las frases cortas y sin verbo, que dan ritmo al
texto que se pueden emplear en determinados pasajes del escrito.
En la estructura, al alternar el orden lógico de los componentes de la oración.
Construyendo alguna frase al revés, empezando por un complemento o constru-
yendo alguna frase sin verbo.
En la forma, introduciendo la interrogación, sobre todo en los títulos interme-
dios, que induce al lector a desear una respuesta que se le ofrecerá en las líneas
siguiente. La exclamación, que pone de relieve una intención decidida del autor.
Los puntos suspensivos rompen la monotonía de la forma, evitan enojosas enu-
meraciones, crean intriga, equivalen a un suspiro, un silencio...
Abundancia de verbos, sobre todo de acción. Evita la sustantivitis o exceso de
sustantivos. Además, el verbo, es un excelente vector de comunicación, pues
muestra el acontecimiento mientras se está produciendo y orienta la acción.
Repetición voluntaria de frases o palabras importantes que orienten al lector y
le faciliten la memorización. Utilizando, en ocasiones, la técnica del rebote, que
consiste en coger una palabra y repetirla varias veces a lo largo de un párrafo o
de un escrito.
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unión ( y, también,...), ejemplos (tal como, es decir,...), contraste (pero, por otra parte,...),
causa-efecto (por lo tanto, así,...), comparación (del mismo modo, como,...), relaciones tempo-
rales (a continuación, después,...), relaciones espaciales (al lado, arriba,...), conclusión (final-
mente, para concluir,...).
Al construir los párrafos, las ideas importantes que se quieren destacar irán en la primera
o en la última frase. La lectura resulta sencilla y rápida y para recordar basta con leer la
primera y la última frase de cada párrafo.
Fig. 6. Primera página de El otoño del Patriarca donde su autor, Gabriel García Márquez, desarrolla todo el relato
en un solo párrafo.
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La técnica inductiva es muy útil para guiar el pensamiento del lector y argumentar a
favor de un determinado pensamiento. También suaviza el contenido de escritos poco agra-
dables para el lector. Si el mensaje está justificado, el lector no tendrá razones para oponerse
a su razonamiento. Consiste en:
Comenzar con una frase que sitúe al lector dentro del tema y abrir su mente a la
explicación posterior.
Presentar los hechos y datos mediante un razonamiento que dé al contenido la
importancia que merece.
Después de aceptar todas las ideas anteriormente expuestas podemos exponer la
nuestra con la seguridad de que será aceptada.
Podemos terminar con una frase que rubrique lo expuesto y presente otras posi-
bles líneas de razonamiento y, en el caso de una idea negativa, ofrecer una idea
positiva que deje mejor sabor de boca a la audiencia.
Ahora bien, no es bueno que el lector se impaciente al ver que en las primeras líneas sólo
encuentra vaguedades. Debemos procurar no ser excesivamente prolijos en el razona-
miento y comenzar con frases que llamen la atención y centren el problema.
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4. Recursos formales
Como hemos indicado al principio, la escritura profesional se caracteriza, entre otros
aspectos, por estas tres condiciones:
Legibilidad. Es decir, aquella cualidad que permite al lector seguir el escrito sin
dificultad al permitir su compresión, asimilación y recuerdo de lo leído. Para al-
gunos autores, los principales criterios de legibilidad y comprensibilidad de un
texto escrito son:
Empleo de palabras cortas, sencillas y de uso habitual, dónde el lector no en-
cuentre obstáculos para seguirlas.
Uso prudente de palabras técnicas y siglas poco conocidas. Se puede añadir, si
acaso, alguna explicación que aclare esta terminología.
Frases cortas, 20 ó 30 palabras, evitando paréntesis, cascadas de adjetivos o de
complementos que las hacen poco descifrables.
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Fig. 7. Un texto con distintas velocidades de lectura permite un acercamiento progresivo y un repaso rápido del
contenido
4.1.2.1. Introducción
Donde se sitúa el contenido y se da idea de la orientación elegida. Es la parte inicial del
trabajo y debe estimular al lector a leer el resto. Se expondrá por qué lo hemos escrito, cuá-
les son sus limitaciones, una breve introducción del contenido y se explicará la línea de pen-
samiento o de trabajo de la que se parte. Su fin es, en definitiva, anunciar el tema del escrito,
presentarlo y ganar la atención del lector.
Ha de ser breve y clara, sin entrar en ningún detalle ni particularidad. No es necesario
exponer inicialmente las causas o la prehistoria del asunto que se aborda. Si el tema es poco
atractivo por sí mismo se puede empezar con una frase ingeniosa que sacuda la apatía del
lector. Su función es meramente fática, es decir, de toma de contacto con el lector.
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4.1.2.3. Conclusión
Surge como consecuencia de los argumentos expuestos en el desarrollo del trabajo. El
escritor recuerda lo más relevante de la exposición. Es un breve resumen del contenido tra-
tado, indicando los aspectos más destacados. Esta conclusión también puede contener una
propuesta sobre otros detalles que no se han tratado y que pueden ser desarrollados en una
próxima ocasión o sorprender al lector con un golpe de ingenio inesperado, una paradoja,
etc. Al tratarse de la última oportunidad se pueden utilizar también determinadas figuras
retóricas como la admiración o la interrogación para conmover el ánimo del receptor. La
conclusión debe incluir:
Aspectos positivos, tales como interés, novedad, oportunidad, interdisciplinarie-
dad...
Aspectos que voluntariamente se han dejado al margen del trabajo.
Cuestiones pendientes y relaciones del trabajo con otros temas.
Última frase brillante y rotunda que impacte al lector y le motive a seguir intere-
sándose por el tema.
Esta estructura se debe emplear tanto a lo largo del escrito como en cada uno de los ca-
pítulos o apartados que lo integren.
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su interés, facilitan la lectura, informan de lo esencial, permiten una lectura rápida o selec-
tiva y obligan al autor a organizar su pensamiento y sintetizar el contenido. Otras de sus
misiones son:
Ayudar a la progresión del relato.
Sintetizar el contenido.
Constituir la espina dorsal del argumento al aparecer encadenados o en continui-
dad, formando frases.
Evocar los puntos clave del párrafo que aparece a continuación.
Ser el punto de partida para comenzar un párrafo o una frase.
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Hay que resaltar que la estructura es diferente al estilo, que está determinado por las
palabras y frases concretas del texto.
4.2. La presentación
La expresión escrita de las ideas debe cumplir una serie de requisitos para que el texto
sea legible y comprensible: corrección lingüística, claridad y propiedad, elegancia y varie-
dad, naturalidad y ornato, acompañado de una presentación que revalorice el texto y des-
pierte en el lector interés.
El color.
Las tablas, listas, ilustraciones u otras pausas de continuidad.
Existen diversos tipos de párrafos que están en función de la forma de alinear el texto
pero que no tienen ninguna significación especial, salvo las relativas al estilo del escrito y,
sobre todo, al gusto del escritor. Los párrafos pueden ser:
Ordinario: es el más común. Comienza en una sangría por la izquierda de, apro-
ximadamente, cuatro espacios.
Alemán o moderno: no tiene sangría inicial.
Francés: se sangran todas las líneas menos la primera.
Español: todas las líneas son iguales, excepto la última que va centrada.
En bandera: se justifican las líneas del texto únicamente a uno de los lados de la
página.
Lámpara invertida: las líneas van decreciendo de mayor a menor.
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Fig. 8. Las ilustraciones acercan al texto escrito las posibilidades expresivas de la imagen.
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utilizar más de dos tipos de letra diferentes. Hemos de emplear un tipo de letra que sea
atractivo al lector y no dificulte su lectura. Así, son más fáciles de leer las letras en minús-
culas que las mayúsculas. Los tipos de letra con remate (Times Roman o Courier) se leen
mejor que las que van sin remate (Helvética). También se leen con dificultad los caracteres
de alzado no convencional a los de imprenta y los decorativos.
El Tamaño de los tipos incide en la naturaleza del escrito. Así, mientras las letras gran-
des o muy grandes van destinadas a un público infantil o poco leído, los caracteres pequeños
se identifican con escritos destinados a un público más selecto. Cuanto más grande sea el
tipo empleado con mayor facilidad se puede leer. En un escrito académico, recomendamos
emplear un tamaño de entre 11 y 12 puntos para las fuentes Times, como es la Cambria que
estamos empleando en este documento.
El estilo de letra o el tratamiento que le demos a lo largo del texto también influye en la
velocidad de lectura. Los textos escritos totalmente en mayúsculas son más difíciles de leer
y de interpretar y lo mismo sucede con los que emplean letra cursiva que debe ser reservada
para las citas textuales, nombres y expresiones en otras lenguas, palabras excesivamente
novedosas o arcaicas y términos de significado ambivalente. En cuanto a la negrita, se
puede emplear para llamar la atención en determinadas partes del escrito, pero su uso ex-
cesivo le resta eficacia y un texto complemente en negrita carece de sentido.
Es aconsejable no usar abreviaturas, a no ser que sean de uso muy corriente, ni escribir
los números mediante letras, salvo que sean cifras.
Una letra atractiva invita a su lectura. Hay tipos de letras poco estilizados que dan la
sensación de falta de limpieza en nuestro escrito o de cierta antigüedad. Es más vistoso, por
ejemplo, un tipo de alzado romano (Times Roman) que la tradicional letra Courier de má-
quina de escribir antigua.
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derecha se lee mal y no es aconsejable la justificación de los textos al ser estos cortos. Sin
embargo, los números se deben alinear a la derecha.
Para que el escrito parezca más uniforme conviene justificar los textos a izquierda y de-
recha. Lo primero es una apreciación obvia que el procesador de textos hace por defecto,
pero la justificación a la derecha es una elección del editor que ofrece al lector un texto apa-
rentemente más elaborado. Esta justificación se hace mediante la introducción de espacios
entre palabras que pueden introducir un elemento perturbador para seguir el relato. De ahí
que sea recomendable emplear la opción guiones que permite partir las palabras siguiendo
la norma ortográfica.
La división en columnas de un texto está motivada por la longitud de la línea y la faci-
lidad de seguimiento de ésta. En un diario con formato tabloide, y por supuesto sábana, no
hay más remedio que escribir en columnas para que el lector no se pierda en las sucesivas
líneas. En cambio, en el tamaño A-4 es muy común escribir a toda página cada una de las
líneas, pues se llega al final sin dificultad y el escrito, si está bien estructurado, ofrece una
agradable presencia. Pues ofrece una adecuada distribución entre masas y espacios en
blanco, los párrafos aparecen marcados con nitidez y el conjunto incita a la lectura.
En las páginas tamaño A-4 en vertical lo máximo aconsejable es hacer tres columnas, lo
que ofrece un conjunto compacto pero no abigarrado del escrito. Mediante las columnas se
aprovechan mejor los espacios, la relación entre masas y blancos es menor, permite organi-
zar la información de diversas formas y, sobre todo, la anchura de la columna facilita la lec-
tura rápida. Los procesadores de texto permiten mezclar ambos modos de presentación y
añadir elementos de tipografía que hagan más atractivo el documento.
La elección, en el tamaño A-4, de una forma de composición en columnas o en línea con-
tinua depende del gusto del autor y del confeccionador de la página. No obstante, en un es-
crito académico, con independencia de la composición de los elementos visuales que con-
forman la página, es aconsejable escribir a página completa.
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Para dar variedad a la página y a los párrafos podemos emplear con intención
expresiva negritas, subrayados, cursivas, etc.
Amenizar con ilustraciones allí donde sean pertinentes y siempre con su corres-
pondiente numeración y pie en otra tipografía que lo diferencie del texto general.
Las páginas pares e impares tienen distinta percepción, a favor de las segundas,
por parte de los lectores.
4.3.7. Preámbulo
Sólo lo emplearemos en aquellos escritos donde lo creamos necesario. Anuncia la estruc-
tura del contenido y se advierte a quién va dirigido. Es muy útil en los apuntes para formular
los objetivos generales y la finalidad del escrito.
Un prólogo nos permite contar con un invitado que le dé realce y un valor añadido al
trabajo.
4.3.9. Glosario
Es una buena precaución si hemos de emplear un vocabulario excesivamente técnico o
incluimos palabras novedosas que no necesariamente son conocidas por los lectores. El glo-
sario suele ir al final, salvo que el conocimiento previo de la terminología sea imprescindible
para el seguimiento del contenido, en cuyo caso, irá al principio del escrito.
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Todas las referencias que aparezcan citadas a lo largo del escrito se deben reflejar en este
apartado y siguiendo el estilo de citación que se emplee en el campo del conocimiento en el
que nos estamos moviendo.
En un trabajo académico podemos emplear tres tipos de referencias:
Las citadas en el texto.
Las que sin ser citadas explícitamente se han manejado para la elaboración del
mismo. En este apartado hay que ser honestos y no hay que poner todo lo que
hayamos localizado para rellenar la bibliografía, pero tampoco olvidar aquellos
documentos que hemos manejado.
De ampliación para conocer más sobre la materia, indicando claramente que esas
fuentes obedecen a esa condición.
4.3.11. Apéndices
Los apéndices reúnen los documentos que amplían, completan o ilustran un trabajo. Se
confeccionan a medida que se va seleccionando la información. Debe ser un conjunto de
material coherente y no dar la sensación de engrosar el trabajo.
Si están directamente relacionados con el contenido o no son excesivos, van mejor en el
cuerpo del escrito. Pero si son de ampliación o refutación de lo expuesto, es conveniente
agruparlos al final, para no cortar ni embarullar la argumentación.
5.1. El Contenido
Es la parte fundamental del escrito. No obstante, y con independencia de la materia que
trate, existen lo que podemos llamar variables conceptuales y variables narrativas que ten-
dremos presentes en el momento de su elaboración, si somos los autores, o su selección, si
lo vamos a recomendar a nuestros alumnos como base de la asignatura.
El grado de comprensión del contenido se ve afectado, en primer lugar, por la compleji-
dad conceptual que presente el escrito. La cual está relacionada con:
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5.1.1. La estructura
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Referencias bibliográficas, tanto las que se han manejado como las de amplia-
ción o comprobación. Estas últimas, diferenciadas de las anteriores, accesibles
y en un número razonable con respecto al nivel de los alumnos.
Actividades que los alumnos deben realizar después leer la unidad. Se pueden
incluir actividades prácticas accesibles a los alumnos y pruebas de conoci-
miento.
5.2. Legibilidad
Leer no es solo recrear la forma sonora de las palabras, sino también comprender El re-
quisito básico para que un texto sea comprensible, según Rodríguez Diéguez, (1995) es que
sea legible y que, en consecuencia, sea coherente.
La legibilidad se refiere, fundamentalmente, a la claridad en la redacción de los textos tal
y como hemos visto en el estilo narrativo eficaz. Para que un texto sea inteligible debe cum-
plir las siguientes características:
Utilizar palabras usuales dentro del ámbito de la audiencia a la que va destinado.
Emplear frases cortas, con el empleo frecuente de punto y seguido y punto y
aparte cuando el razonamiento haya concluido.
Incluir pocas comas, pues tienden a complicar la estructura de la frase y dificultan
la inteligibilidad del texto.
Utilizar palabras cortas en lugar de largas cuando ambas tengan el mismo signifi-
cado.
Emplear nombres propios y pronombres personales.
En la legibilidad de un texto influyen también otras características formales que facilitan
la identificación de los grafemas, entre las que se incluyen tamaño, interlineación, justifica-
ción, subrayados, etc. Los tamaños de letra más indicados están en función de la edad de los
lectores y abarca un amplio espacio desde 18 – 20 puntos para los niños que está empe-
zando a leer hasta 8 puntos que pueden leer sin dificultad los buenos lectores. No obstante,
este último tamaño que se emplea en libros de ficción y artículos de prensa, no es recomen-
dable en la elaboración de libros y materiales didácticos por la acumulación de masas ne-
gras que crea y el consiguiente rechazo a la lectura que suscita.
Las letras alzado romano, con remate, son más legibles que las inclinadas o cursivas y la
utilización de caja baja y alta, es decir de mayúsculas y minúsculas, facilita la legibilidad, por
el hecho de que la distinción entre las letras se hace considerando más la parte superior, la
cresta del texto, que la inferior.
Por otro lado, los tipos que presentan remate o serif se leen mejor que las de palo seco,
La velocidad de lectura en el primer caso llega ser un 20 % superior al segundo, según los
estudios llevados a cabo por asociaciones de la prensa británicas.
5.3. Ilustraciones
La imagen en la enseñanza tiene su precedente remoto en la iconografía religiosa, para
que los fieles llegaran a conocer determinadas informaciones que la Iglesia consideraba ne-
cesarias. Tras las grandes obras de la iconografía religiosa y las aportaciones del arte me-
dieval, una de las primeras manifestaciones escritas en las que se emplea la imagen como
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apoyo al mensaje pastoral es el catecismo de la doctrina cristiana que Fray Pedro de Gante
elabora a partir de ilustraciones esquemáticas, sin texto alguno, con la intención de adoctri-
nar a los aborígenes mejicanos.
El lenguaje verbal tiende a ser cada vez más austero. Lo plástico, lo mínimo, sustituye a la
palabra. Los medios de comunicación, televisión, prensa ilustrada, etc., imponen un modelo
comunicativo donde los verbal y lo plástico se encuentran y se complementan. Todo ello,
poco a poco, lleva a un predominio de la imagen sobre la palabra.
Según Rodríguez Diéguez, los estudios realizados sobre la imagen en los libros de ense-
ñanza en la primera mitad del siglo XX ponen de manifiesto una mayor racionalidad en su
uso que en los actuales. El motivo es que hasta 1950 el precio del grabado era lo suficiente-
mente alto como para que no apareciera nada más que allí donde la ilustración se hacía
necesaria.
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Fig.11. Ilustración procedente de EL PAIS que pone de manifiesto las posibilidades expresivas de los recursos actuales.
Según la UNESCO, las ilustraciones en los libros infantiles deben ocupar del 40 al 50% de
la extensión del libro. Esta proporción se rebaja al 10% en los niveles superiores, incluido
el universitario.
Las ilustraciones deben ir, preferentemente en páginas pares, pues está comprobado que
hay una tendencia a mostrar más atención a las impares y a la parte superior, por lo que
estas zonas deben reservarse para el texto y, en la medida de lo posible, para las partes más
sustanciales de éste. Las imágenes a mitad de página ofrecen una ruptura de la misma e
interrumpen la secuencialidad de las ideas que exponen.
Por último, la ilustración no puede ser ni una fotografía con todos sus valores iconográfi-
cos ni un apunte a vuela pluma. Debe responder a la época que representa y contactar con
el centro de interés de los destinatarios. Los programas de diseño gráfico en general y otras
herramientas como cámaras digitales, escáneres... son unos aliados muy eficaces para la ela-
boración de estos apoyos gráficos, que pueden ir integrados en el texto escrito como objetos
gráficos o pegados directamente.
Las funciones que, según Rodríguez Diéguez (1995), desempeña la imagen en los procesos
de enseñanza son las siguientes:
Representativa. Son imágenes que muestran la realidad. La realidad se sustituye
por una representación a la que equivale en su origen.
De alusión. Se busca una imagen que vaya a tono con el texto y que no desdiga
del discurso verbal. No tiene una función directa, sólo alegra la página. La imagen
completa el texto de una manera inespecífica.
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con la complejidad conceptual del texto escrito. No es conveniente que una ima-
gen compleja incluya un texto excesivamente complicado, pues la función del
texto debe ser aclarar la imagen y viceversa.
Tasa de normalización. Existen algunos símbolos icónicos admitidos universal-
mente que pueden ser empleados para transmitir de forma fácil e instantánea de-
terminados mensajes. Es la función que cumplen las señales de tráfico o la comu-
nicación mediante iconos de la interfaz de una aplicación informática. Se rela-
ciona con la corrección ortográfica y sintáctica del texto escrito.
Capacidad reproductora. Nos viene dada por la teoría de la forma, donde la
fuerza expresiva está ligada, entre otras cosas, al contraste con el fondo, la nitidez
del contorno, la simplicidad, los factores de simetría y el espesor del trazo, factor
importante que, en demasiadas ocasiones, se deja de lado.
Carga connotativa. Es la capacidad que tiene la imagen de transmitir mensajes
latentes que son interpretados de distinta forma por cada uno de los lectores.
Tasa de polisemia, todas las imágenes son polisémicas, pero existen algunas que
llevan una enorme carga de ambigüedad. En algunas ocasiones, las imágenes per-
siguen como fin la polisemia, al ser un procedimiento para extraer de forma eco-
nómica dos significados contrapuestos e igualmente válidos. Se relaciona con la
ambigüedad en el texto escrito.
Valor estético. Una imagen debe ser agradable si quiere atraer la atención del
lector. No obstante, la adecuación entre el enriquecimiento estético: tiempo em-
pleado y coste de materiales, resulta un factor fundamental para el empleo de las
imágenes. Se relaciona con el valor literario del texto.
Pertinencia al texto o relación que puede tener con éste. Es obvio, que la imagen
sobra si no tiene relación con el contenido del texto al que acompaña.
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Las técnicas que podemos emplear para incluir ilustraciones, según A. Moles, son:
Contrapunto, donde el texto desarrolla su continuidad propia y las imágenes la
suya interna. Textos e imágenes se desarrollan en paralelo a lo largo de la obra y,
de vez en cuando, se establece una correspondencia más o menos válida.
Complemento, aquí el texto es un complemento de la imagen. El autor propor-
ciona al lector los complementos sostenidos y explicados por ilustraciones y le-
yendas. Hace alusiones directas a la ilustración. El texto no tiene sentido sin ella.
Suplemento. El argumento se presenta de una manera lógica, pero una parte im-
portante del contenido, que el lector debe saber, se presenta en forma gráfica que
tendrá su propia autonomía. Aunque el texto hace alusiones al gráfico, éste man-
tiene su autonomía. Es muy utilizado cuando aparecen gráficos que representan
la información y que son comentados a lo largo del texto.
Texto escripto-visual, donde cada imagen va acompañada de una leyenda corta.
Es el lenguaje del cómic.
Fig. 13. Las técnicas de composición permitan relacionar texto e ilustración en una imagen única.
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Otros factores como el tipo de letra, uso del color y características físicas tam-
bién inciden en la dirección de la atención, aumento del interés, etc. Dichas varia-
bles, de carácter general, sólo cobran valor siempre que sepan atender a cada uno
de los factores siguientes:
Las características individuales y el nivel de desarrollo de los alumnos.
El contexto de la clase y la propia metodología en la que se incluya el libro.
El propio uso que se hace del texto (como una fuente más de conocimiento...).
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método muy subjetivo, permite hacernos una idea de las dificultades con las que se encon-
trará un lector que se enfrente a nuestro texto.
Resumen
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La construcción de las frases ha de ser directa, procurando que quede reflejado clara-
mente qué acción estamos narrando o exponiendo y quién la lleva a cabo. Las frases cortas
abundarán en nuestro escrito, sin bien, para no caer en la excesiva monotonía podemos in-
cluir oraciones con construcciones gramaticales algo más largas. Conviene que las frases
estén construidas preferiblemente en positivo, con tiempos de verbo en indicativo, en voz
activa, de la manera más directa y sin ambigüedades.
Los párrafos tienen como misión organizar el contenido. Si son muy largos pueden per-
derse en el razonamiento y contener vaguedades que enturbien en contenido. Pero si son
muy cortos, salvo que se empleen en ciertos momentos del escrito para resumir lo dicho o
hacer alguna valoración contundente, pueden caer en la simpleza y ofrecer un escrito ligero
y carente de razonamiento. Además, la alternancia de párrafos de distinto tamaño rompe la
monotonía de la página y hace más amena la lectura.
Los recursos formales que ponen a nuestra disposición las técnicas de autoedición ac-
tuales permiten elaborar documentos escritos que faciliten su lectura, comprensión y re-
tención. Un escrito académico profesional debe presentar varias velocidades de lectura que
permitan hacerse una idea del contenido con un simple hojeo o llevar a cabo un lectura en
profundad del mismo. Utilizaremos recursos como títulos intermedios y palabras resalta-
das. Además, estos escritos estarán divididos en diversos apartados que centren el conte-
nido y permitan la lectura selectiva y el repaso rápido de lo expresado en el documento.
Para completar esta organización del contenido, conviene que el escrito lleve una enumera-
ción que, además de señalar las páginas, ordene párrafos, figuras y tablas.
Una cuidada presentación revaloriza el texto y despierta el interés del lector. En ello in-
tervienen el diseño de las páginas, la extensión de los párrafos, la calidad y el número de
ilustraciones y la forma y estilo de incluir las citas bibliográficas.
El aspecto final de un escrito, como parte de la presentación, ha de presentar una cu-
bierta atractiva que llame la atención e invite a la lectura, unas fuentes tipográficas que per-
mitan su lectura rápida, con una distribución del texto en párrafos bien separados y un di-
seño de página que, por un lado, no agobie al lector y, por otro, dé la sensación de que detrás
de la composición hay un contenido profundo y razonado. Completará el escrito un índice
cuidado y una relación de fuentes bibliográficas que den rigor al escrito y permitan la am-
pliación de conocimientos al lector. Sin olvidar un buen papel y una buena encuadernación
si el documento se va a ofrecer impreso al lector.
Los apuntes y libros de texto son documentos profesionales que tienen como fin primor-
dial cubrir unos resultados de aprendizaje. Los aspectos que debemos tener en cuenta para
su elaboración y selección son:
Contenido, como parte fundamental del escrito. Debe presentar una densidad
adecuada por unidad de texto, atraer la atención del lector, motivar a la lectura y
estar bien organizado.
Legibilidad, con una redacción clara, con textos breves y un estilo narrativo ade-
cuado al colectivo al que va dirigido. Escrito con un tipo y tamaño de letra relacio-
nado con esa misma audiencia.
Ilustraciones, que aclaran el contenido, lo hacen más atractivo y colaboran en su
estética y presentación.
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Actividades
5.7. Prácticas
a. Hacer una síntesis del capítulo de una o dos páginas
b. Realizar una unidad didáctica completa sobre un tema de la especialidad (Educació Fí-
sica o Tecnología) siguiendo las recomendaciones que aparecen en el documento.
Bibliografía
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