4 Orígenes y La Teología Del Verbo de Dios

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Arquidiócesis de Valencia

Seminario Mayor Arquidiocesano


“Nuestra Señora del Socorro”
Afiliado a la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá
San Diego, Carabobo.
Autor: Andrade, Gabriel
Cátedra: Cristología
Orígenes y la Teología del Verbo de Dios

A principio del siglo III en la reflexión teológica cristiana, se destacan dos autores
en Oriente: Clemente de Alejandría (215) y Orígenes (185-254). Estos personajes
representaban la escuela de Alejandría, la cual, se fundamentaba en ciertas ideas platónicas,
que por consecuente desarrolla una exegesis alegórica, y en el discurso cristológico, “la
prioridad concedida al verbo de Dios”1 .

Orígenes y los comienzos de la Teología sana: Como precursor de Orígenes estuvo


Clemente de Alejandría. Su extenso conocimiento sobre la cultura contribuyó a darle a la
teología un carácter científico. Su línea está más inclinada hacia la apologética, sin
embargo, en sus textos cristológicos especulas más acerca del título del Verbo (Logos)
atribuido a Cristo. La generación de Cristo la concibe antes de la creación: “la generación
del Hijo se presenta sin duda como el primer caso por el que Dios limita su finitud para
realizar la obra creadora”2. Es decir, el gran signo del amor de Dios es que el Logos ha sido
engendrado de sí mismo, es precisamente eso lo que hay de inefable en el Padre.

Regla de fe y teología sabia: Orígenes comienza el Tratado de los principios


basándose en Jn 1, 14 para declarar que la verdad es Cristo, aquel que habló por los
profetas y los apóstoles. La enseñanza de los apóstoles la llamó “tradición apostólica” y
expone todo este contenido en 9 puntos: Un solo Dios, creador de todas las cosas: Cristo
Jesús, su encarnación, su muerte, su resurrección y su ascensión al cielo, El Espíritu Santo,
que hablo por los profetas; El alma y la vida eterna; la resurrección de los muertos; El libre
albedrío, Los ángeles, buenos y malos; El comienzo del mundo; La inspiración divina de
las Escrituras.

Preexistencia de las almas y Misterio pascual: La preexistencia de las almas es un concepto


que proviene de Paltón, pero que Orígenes leía también algunos autores judíos. El es
esquema de la caída y ascensión de las almas consiste en que “al alejarse (el espíritu o) la
1
Sesboüé, “Historia de los Dogmas”, 163.
2
Danielou, J. “Message evanlique” 342, citado por Sesboüé, Historia de los Dogmas, 164
inteligencia (mens- noús) de su estado y de su dignidad, se hace y es llamada alama; si se
convierte y se corrige, vuelve a ser inteligencia o espíritu”. Antes la venida de Dios, todas
las almas existían en él. Sacaban de él la incorruptibilidad a través del método
contemplativo que las convertía en espíritus. Por tanto, cuando esta alma se separa de Dios
y sucumbe se enfría. En este sentido, el alma queda despojada de sus privilegio pero su
libertad queda intacta capaz de elegir el Bien. Sesboüé afirma que lo mismo sucedió con
Jesús. Como lo explica el Apóstol, no le importó su categoría de Dios sino que en un
designio de salvación, y por amor, tuvo una “kénosis” y posterior a ella una reascension
(resurrección). Se trata entonces, de un esquema con un marcado carácter pascual. Esto
quiere decir que si Cristo, volviendo a su estado primitivo, luego de haberse hecho carne,
no renegó de su cuerpo, sino que lo inserto junto con él en el misterio de la resurrección,
con él el hombre se siente invitado a dar el mismo paso. Puesto como afirma el autor
citando a Orígenes: “Son, pues los santos imagen de la Imagen”.3

Orígenes se dirige a los que leen la Escritura al pie de la letra y comprende las
expresiones antropomórficas de la divinidad de una manera literal. Este modo de lectura
puede causar una hermenéutica que afirme la división de la naturaleza divina en partes. Al
respecto, enseña que Dios es un ser inmaterial, sin una sustancia ligada a lo corporal. Esto
reafirma la diferencia de la Trinidad de la sustancia de los hombres e incluso de los ángeles
en relación con un cuerpo.

En cuanto a la generación del Hijo es necesario comprender que “recibir su ser de


otro no implica necesariamente haber comenzado a existir” 4. Es decir en el momento en que
el Padre crea no existe una tal “salida” del hijo fuera de él, sino que este ya había sido
engendrado desde siempre. El Hijo también es eterno porque el Padre es, su Sabiduría, su
Verdad y no puedo existir uno sin el otro. De este modo, se comprende con mayor claridad
el misterio de la generación del Verbo. Por tanto, el carácter espiritual de la “generación”
eterna del Hijo se da a través de definición de imitación: Si todo lo que hace el Padre, lo
hace igualmente el Hijo, así lo afirma (Jn 5,19), “es por imitación como el Hijo ha sido
constituido Hijo, es decir, Imagen del Dios Invisible” (Col, 1, 15)” 5. No es el Bien-en-sí,
como explica Orígenes, sino que es Imagen de la Bondad de del Padre que si es idéntico al
Bien. Así el Padre de la Iglesia, logra mostrar bajo que aspecto son dos y bajo qué aspecto
los dos son un Dios único: No hay otra bondad en el Hijo que se diferencie de la bondad del
Padre, por eso llega a ser primogénito de toda creatura 6 porque es el primero en
impregnarse de la divinidad que le comunica el Padre. Y no solo por imitación, sino
también por voluntad, dado que el Hijo ya contiene la voluntad del Padre, sólo el Hijo es
capaz de hacer la voluntad del Padre. Por eso también es imagen suya.

3
Orígenes, “De oratione” 22,4, citado por Sesboüé, Historia de los Dogmas, 167.
4
Sesboüé, “Historia de los Dogmas”, 168.
5
Ibíd., 170
6
Col 1,15
La Teología del Espíritu Santo a la Luz de Jn 1,3: Esta teología está basada en la
comprensión de su naturaleza del mismo Espíritu y su rol en la vida del hombre. En Juan
1,3, el Espíritu Santo se presenta como la fuente de la vida, un principio creador que
participa en el acto divino de la creación del mundo. Es asociado a la Trinidad. No es una
Criatura del Hijo, sino que, según los ortodoxos, se remonta a la procedencia del Padre por
medio del Hijo, y como el Hijo tiene su principio divino en el Padre, lo mismo el Espíritu
Santo. Por ello, la divinidad del Espíritu Santo se comprende puesto que es una persona
divina igualmente manifestada en la Santísima Trinidad junto con el Padre y el Hijo. Es el
agente de la gracia divina en la vida del hombre, capacitándolos para alcanzar la salvación
y guiándolos para cumplir la voluntad de Dios.

Orígenes y las Tres Hipostasis: Hipostasis es una palabra clave en el discurso trinitario.
Orígenes hace uso de ella explicando las realidades “subsistentes” de las Tres personas
divinas. El término mencionado, ayudara en la reflexión Trinitaria presentando a la tres
personas ya no partiendo de la sustancia del Padre, “sustancia matriz” 7, sino desde en ellos
mismos, como punto de partida la puridad. Orígenes argumenta que estas tres hipóstasis
son distintas pero inseparables, y juntas forman la totalidad de la naturaleza divina.

Las dos naturalezas de Cristo: En Cristo hay una naturaleza divina, Hijo único del
Padre, y otra humana que asumió llegada la plenitud de los tiempos, encarnándose en María
Virgen. Por ello, asumida esta última, Cristo es mediador e intermediario entre Dios y los
hombres8. Es llamado “primogénito de toda creatura” por su divinidad, aun así esto no
excluye de ninguna manera su humanidad y función mediadora. De este modo, los hombres
son creados a imagen del Hijo, que a su vez es imagen de Padre.

La doble Posteridad de Orígenes: Sería éste el padre de la herejía arriana y también


de la ortodoxia nicena. Algunos abandonaron las posturas doctrinales de Orígenes y por el
contrario, otros recogieron sus principios pero la simplificaron y la deformaron. El primer
grupo es representado por Eusebio de Cesarea, historiador que fue condenado en año 320
pero permaneció en la iglesia. Su pensamiento acerca de la Trinidad se fundamentaba en
que entre el Padre y el Hijo tenían cierta diferencia en su naturaleza. Su argumento estaba
respaldado por el ejemplo del Sumo Sacerdote: éste representa Cristo el cual, es ungido con
un ungüento que para Eusebio representa el Poder de Dios, es decir, al Padre. Partiendo de
este punto, Cristo no pertenece a lo que es lo Propio del Padre, sino que es “solamente el
primero en ser ungido”9 por él. Lo que demuestra que Cristo es una Sabiduría segunda
respecto a la del Padre, pero que no comparte su misma esencia.

Por otro lado, Dionisio enfatiza que las Tres Hipóstasis son distintas entre sí. Así lo
expone al refutar las enseñanzas de Sabelio, quien afirmaba que el Padre, el Hijo y el

7
Sesboüé, “Historia de los Dogmas”, 176
8
1Tm 2,5
9
Sesboüé, “Historia de los Dogmas”, 181
Espíritu Santo eran manifestaciones o modos de una misma realidad divina. Dionisio
argumentaba que la Trinidad no puede ser reducida a un único ser divino ya que las
Escrituras hablan de ellas como entidades separadas, aunque unidas en una única divinidad.
Aunque Dionisio habla de las Tres Hipóstasis como entidades distintas, no las presenta
como seres separados. En cambio, él enfatiza la unidad de esencia entre las tres personas de
la Trinidad. Para él, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo comparten la misma naturaleza
divina y, por lo tanto, son inseparables. Esta unidad de esencia es lo que permite hablar de
un solo Dios.

El subordinacianismo de los Padres Ante-Nicenos: Se trata de una errada


concepción teológica en la que consideran que el Hijo es inferior al Padre. Existen dos
formas en las que se puede distinguir esta herejía: Una de ellas es la que afirma que el
Padre es superior de acuerdo al orden revelado, es decir, el Padre es “mayor” 10 a la otras
dos divinidades, considerando así que hay un primero, un segundo y un tercero por
degradación de la sustancia y no por numeración en cuanto a grado. La otra forma sostiene
la tesis de que el Hijo y El Espíritu Santo son creaturas del Padre. Ambas formas en contra
de lo que la Tradición cristiana había predicado de la Trinidad. Lo que supuso las bases de
lo que posteriormente se llamará “el arrianismo”.

Por último es preciso resaltar dos tipos de teologías: la de los Padres ante-nicenos,
en este caso orígenes específicamente, donde el Hijo es inferior al Padre, pero es Dios y
existe eternamente. Y para Arrio que el Hijo es inferior al Padre y ha sido creado en el
tiempo: “Hubo un tiempo en que no era”.11 Es con la creación del mundo en que el Hijo se
en convierte en Hijo y que luego se encarna. Es cierto que cumple las misión hecho por el
Padre pero no puede compartir su sustancia porque es “carne”, por ello, el problema del
subordinacianismo está fundamentado en una errónea interpretación de la relación
“económica” entre el Padre y el Hijo.

10
ibíd., 182
11
Ibíd., 183

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