6.souto y Wasserman
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Índice Diccionario político y social del mundo iberoamericano
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Nora Souto – Fabio Wasserman Nación – Argentina
A
mediados del siglo xviii la voz nación tenía diversos usos y significados. súbditos al rey. Otros autores, en cambio, admiten el despliegue de algún tipo de
Por un lado, hacía referencia al lugar de nacimiento, uso ya registrado en acción cívica entre los súbditos que componen la nación sin por ello cuestionar la
el ámbito de las universidades y los concilios eclesiásticos medievales. Por soberanía del rey (Portillo Valdés, 2000). Ambas perspectivas pueden encontrar-
otro lado, era empleada para distinguir a una población caracterizada por una se, por ejemplo, en Religión y fidelidad argentina, un texto escrito hacia 1809 por
serie de rasgos étnicos o culturales como lengua, religión o costumbres. Final- Francisco Bruno de Rivarola que permaneció inédito por casi dos siglos. En su
mente, era utilizada para designar a poblaciones que compartían unas mismas primer tomo, este funcionario de la Corona afincado en Buenos Aires formula
leyes o debían obediencia a un mismo poder, acepción política que había comen- trece propuestas tendentes a fortalecer la religión y la fidelidad al rey entre la
zado a difundirse desde principios del setecientos (Chiaramonte, 2004). población local, plan que se encuadra en la línea reformista que promovía inicia-
Respecto del primer conjunto de significados, las ediciones del Diccionario de tivas de esta índole entre los padres de familia que conformaban la comunidad
la Real Academia Española de los siglos xviii y xix definen la nación como «lugar local. El segundo tomo, en cambio, es un breve tratado sobre el origen del poder
de nacimiento», «colección de los habitadores en alguna Provincia, País ó Reino» real y las obligaciones de los súbditos, en el que se establece una estrecha relación
y «extranjero», mientras que el Diccionario Castellano con las voces de Ciencias y entre religión y obediencia política a la autoridad cuyo poder deriva directamen-
Artes (1786-1788) acota, por su parte, que el uso del plural se reserva a los pueblos te de Dios. El énfasis está puesto en señalar como «funestas» y «erróneas» las
idólatras. Dichas acepciones, aunque no comportaban necesariamente la pose- doctrinas pactistas del origen del poder político procedentes del iusnaturalismo
sión de rasgos étnicos o culturales idiosincrásicos, tendieron a fundirse en el uso moderno «que atribuyen haber dado el pueblo a los monarcas el poder, la autori-
con este otro significado, tal como se puede apreciar en la definición que hace el dad y suprema facultad de mandar», lo que confirma, por otra parte, la amplia
funcionario español Félix de Azara a fines del siglo xviii: «Llamaré nación a cual- difusión de las mismas en el espacio rioplatense (Rivarola, [1809] 1982, 300).
quiera congregación de indios que tengan el mismo espíritu, formas y costum- Si bien tras la Revolución iniciada en mayo de 1810 siguieron persistiendo
bres, con idioma propio tan diferente de los conocidos por allá, como el español ambos sentidos de nación, el étnico y el político, este último logra adquirir mayor
del alemán» (Azara, [1847] 1943,100). Amalgama que se advierte también en la densidad y relevancia. Es que buena parte de las disputas referidas a la posibilidad
denominación de las asociaciones que agruparon a la población negra de Buenos de erigir nuevas unidades políticas en el territorio del ex virreinato se articularon
Aires hasta avanzado el siglo xix: nación congo, nación benguela, etc. en torno al concepto de nación, asociado también ahora a otros como soberanía,
El sentido político aparece consignado en el citado Diccionario Castellano... representación y constitución.
donde se explica que nación es el «nombre colectivo que significa algún pueblo Las abdicaciones de Bayona en 1808 y la caída de la Junta Central de Sevilla
grande, Reino, o Estado. Sujeto a un mismo Príncipe, o Gobierno». Esta defini- en 1810 dieron pie a la asunción de la soberanía por los pueblos, es decir, por las
ción, que alude a una comunidad vinculada por la obediencia a una misma auto- ciudades, en virtud de la teoría de la retroversión. Es por ello que la nación no
ridad y a sus leyes, permite entender el uso indistinto de términos como nación, aparecía como el único sujeto de imputación soberana: también los pueblos y
Estado o cuerpo político para referirse al conjunto de súbditos o vasallos del rey, provincias eran concebidos como sujetos de derechos con capacidad para actuar
tal como lo hace el fiscal de la Audiencia de Charcas, Victorián de Villava, en su legítimamente. En efecto, la constante presencia de expresiones como «nuestros
Discurso sobre la mina de Potosí, donde además se permite incluir a españoles e pueblos», «pueblos» o «estas provincias», sea como equivalentes o simplemente
indígenas (Villava, 1793; Chiaramonte, 1997, 210 y 213). La consideración de es- asociadas a nación, evidencia que, en los primeros años de la Revolución, el sen-
tos últimos entre las «clases del Estado» evidencia que los vínculos generados por tido predominante de esta última es el de una entidad producto del agregado de
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los pueblos que han recuperado su soberanía. En consecuencia, para muchos, el lidad de los dominios de la Corona o sólo por la Península– como a América –que
poder de la nación emanaba de la suma de esas soberanías. Pero, a su vez, esta idea podía reunir a los pueblos y provincias hispanoamericanos o limitarse a los del ex
de nación entra en colisión con otra que, proveniente de la Revolución francesa, Virreinato–, la cuestión de sus límites permaneció abierta incluso después de la
concibe una soberanía única e indivisible de índole ideal y abstracta que se sitúa ruptura del vínculo con la monarquía española en julio de 1816. La hipótesis de
por encima de sus partes (Goldman y Souto, 1993). A grandes rasgos, estas dos incorporar a Perú e incluso a Chile después de su liberación del dominio realista
vertientes que informaron el concepto de nación, y que admitían también diver- se vislumbra en el reemplazo de «Provincias Unidas del Río de la Plata» –nombre
sas variantes, dieron lugar a tendencias antagónicas de organización estatal tal usado desde 1811– por el más impreciso de «Provincias Unidas en América del
como se puede apreciar en los conflictos políticos y en las asambleas constituyen- Sud», empleado tanto en la Declaración de la Independencia de 1816 como en la
tes: la noción plural de nación se correspondió con la propuesta confederal y la Constitución de 1819 (Zorraquín Becú, 1966). Desaparecido el gobierno central
singular con la centralista o unitaria. en 1820, la aspiración de integrar en un mismo Estado a las provincias del Alto
Uno de los intentos más claros por instaurar la idea de una nación abstracta Perú, al Paraguay y a la Banda Oriental permaneció como un horizonte de posi-
es la del diputado por Corrientes y líder de la Logia Lautaro, Carlos de Alvear, bilidad, así como también la separación definitiva de algunas de las provincias
quien logra que la Asamblea Constituyente reunida entre 1813 y 1815 sancione rioplatenses conformando nuevos Estados.
su iniciativa para que los diputados de las Provincias Unidas sean considerados A pesar de esta imprecisión, desde 1815 los redactores de la Gazeta de Bue-
diputados de la «nación en general», sin perder por ello la denominación del pue- nos-Ayres se muestran empeñados en sostener la existencia de la nueva nación
blo al que deben su nombramiento (8-III-1813, Ravignani, 1937, I, 21). No obs- destacando el ejercicio de sus atribuciones soberanas. Dan, además, una defini-
tante, El Redactor de la Asamblea comenta que «[...] es indudable que los repre- ción que, a esta altura, resulta familiar: «Una nación no es más que la reunión de
sentantes del pueblo no pueden tener otra mira que la felicidad universal del muchos Pueblos y Provincias sujetas a un mismo gobierno central, y a unas mis-
estado, y la de las provincias que los han constituido, sólo en cuanto aquélla no es mas leyes» (Gazeta, 13-V-1815, IV, 261). La libertad y aun la calidad de estado
sino una suma exacta de todos los intereses particulares». Y a pesar de que consi- independiente la hacen remontar a 1810, de allí que el 25 de Mayo sea calificado
dera «hipotética la contradicción del interés parcial de un pueblo con el común de como «la más digna, la más ilustre, la más amada de los corazones patriotas entre
la nación», aclara «que en concurso de ambos, éste debe siempre prevalecer, de- todas las fiestas nacionales» (ibíd., 27-V-1815, IV, 273). La independencia y la
terminando en su favor la voluntad particular de cada diputado considerado capacidad para erigir instituciones propias son, por su parte, los tópicos preferi-
distributivamente» (Ravignani, 1937, I, 21). La insistencia en señalar la preemi- dos para justificar su existencia: «Ascender de la condición degradante de una
nencia del interés nacional muestra que no es evidente que aquél deba sostenerse Colonia oscura a la jerarquía de una Nación; dictarse sus propias leyes; elegir su
por encima de los intereses particulares de los pueblos. forma de gobierno; imponerse sus contribuciones; [...] invertir en las mejoras y
Esta tensión entre la nación y los pueblos o provincias constituyó un tema esplendor del país sus propios recursos, [...] tener Marina, Ejércitos, Generales,
recurrente en las disputas relativas a la formación del nuevo estado, particular- Oficiales [...], tales son entre otras muchas de las consecuencias de la libertad,
mente las suscitadas en las asambleas constituyentes. La nunca aplicada Consti- hacia la cual dimos el primer paso el 25 de Mayo de 1810» (ibíd., 27-V-1815).
tución centralista de 1819, fruto del congreso constituyente de 1816-1820, enun- Con la caída del gobierno central en 1820 aflora el protagonismo de nove-
cia en su artículo 105 que es en «la Nación, en quien originariamente reside la dosas entidades provinciales que proclaman, mediante la firma de pactos entre
Soberanía» (ibíd., 1939, VI, 718). Sin embargo, la forma en que debían elegirse sí, su autonomía y soberanía. No obstante, su voluntad de unión sumada a la
los futuros diputados suscitó un debate que evidencia la falta de consenso y la necesidad de resolver cuestiones prácticas como la firma de un tratado de amis-
existencia de diversas concepciones sobre qué era o debía ser esa nación: la pro- tad y comercio con Gran Bretaña, promovió la reunión de un Congreso Cons-
puesta de que los diputados fueran designados por provincias en virtud de su tituyente entre 1824 y 1827, donde volvieron a ponerse en discusión distintas
población –representación proporcional acorde con la noción de una nación concepciones de nación. Al respecto corresponde señalar la existencia de algu-
compuesta por ciudadanos–, fue resistida por algunos congresistas que no esta- nos principios que eran compartidos por todos los diputados, fueran éstos
ban dispuestos a resignar el derecho de representación del que hasta entonces partidarios de la forma de unidad o de la federal, porteños (de Buenos Aires) o
habían gozado ciudades y villas y por el cual se concebía a la nación como un provincianos. Una de las cuestiones que no despierta posiciones encontradas
agregado de pueblos. es la del origen pactado de la nación, noción que se hallaba muy extendida en
Otra cuestión que afectó no tanto a la definición del concepto de nación como la época a través de la difusión del derecho natural y de gentes. En el curso de
a sus usos, fue la de la relativa indefinición de su referente territorial –problema Instituciones de Derecho Natural y de Gentes dictado por el Dr. Antonio Sáenz
estrechamente ligado a las dificultades que encontraron los gobiernos centrales en la Universidad de Buenos Aires, se lee lo siguiente: «La sociedad llamada así
para establecer una jurisdicción donde su autoridad fuera indiscutida. Si en los por antonomasia se suele también denominar nación y Estado. Ella es una
primeros años nación podía remitir tanto a la española –integrada ya por la tota- reunión de hombres que se han sometido voluntariamente a la dirección de algu-
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na suprema autoridad, que se llama también soberana, para vivir en paz, y ción consiste en los pueblos, cuya armonía y vigorosa acción son precisas para
procurarse su propio bien y seguridad» (Sáenz, [1822-1823] 1939, 61). La con- formar un todo» (El Ciudadano, 3-VI-1826, 204).
troversia se plantea en torno a la vigencia de ese pacto y, por tanto, a la exis- Tras el fracaso del Congreso y la disolución del gobierno nacional en 1827, se
tencia misma de la nación. afianzó el carácter soberano de las provincias. Éstas se fueron uniendo en una
En 1825, cuando la guerra con el Imperio del Brasil por la anexión de la Ban- Confederación basada en el Pacto Federal celebrado por los gobiernos litorales
da Oriental es inminente, se desarrolla en el seno del Congreso un intenso deba- en 1831 al que, por convicción, interés, necesidad o imposición, se fueron adhi-
te en torno a la iniciativa de los unitarios de crear un ejército nacional antes de riendo el resto en los años siguientes. Y si bien no desapareció del horizonte la
sancionar la Constitución. El portavoz de los defensores del proyecto es el dipu- posibilidad de erigir una soberanía nacional, se hizo evidente que sólo podía sur-
tado por Buenos Aires Julián Segundo de Agüero, quien sostiene –frente a los gir a partir de acuerdos entre las provincias, por lo que hasta pasada la mitad de
que se oponen con el argumento de que no existe aún nación constituida– que siglo siguió prevaleciendo la idea de que la nación debía constituirse mediante
«todos los pueblos del mundo, cuando empiezan a tratar de darse constitución, pactos.
se consideran como nación, y por lo mismo tratan de organizarse bajo leyes Pese a todo, en las décadas de 1830 y 1840, el concepto de nación sufrió algu-
constitucionales» (Ravignani, 1937, I, 1319). Juan Ignacio Gorriti, diputado por nas inflexiones que lo tensaron y dotaron de mayor densidad al dar cuenta de
Salta, también unitario pero opositor al proyecto, después de afirmar que una estados de cosas y de horizontes de expectativas más amplios. En primer lugar,
nación es una sociedad que se rige por «una misma ley» y un «mismo gobierno», porque se extendió su asociación con valores, instituciones y modos de vida loca-
se pregunta: «¿qué cosa es una nación libre? Es una sociedad en la cual los hom- les condensados en la voz nacionalidad. En esto resultó decisiva la recepción del
bres ponen a provecho en común sus personas, propiedades, y todo lo que resul- principio de las nacionalidades, pero también pesó la experiencia compartida du-
ta de esto [...]. Cuando ceden y ponen a beneficio de la sociedad esta porción de rante más de veinte años que afectó el discurso y los términos utilizados para dar
bienes, es porque las consideraciones con que ellos las ceden y las condiciones cuenta de la misma como Patria, República o Argentina (Chiaramonte, 1997). En
que exigen son ventajosas al individuo, que la conservación de sus derechos ple- segundo lugar, porque la propia nación siguió siendo objeto de arduas disputas
nos en el estado de la naturaleza. Es pues en este sentido que yo he dicho, y re- que procuraban dotarla de contenidos sociales, culturales, políticos, instituciona-
pito que no tenemos nación» (ibíd., 1325). les y territoriales.
Mientras Agüero hace prevalecer el supuesto de una voluntad nacional como El centro de estas disputas fue el régimen rosista, cuyos publicistas articula-
fundamento de su existencia, Gorriti insiste en asociar nación con Constitución ron una idea de nación que aunaba motivos nativistas –a veces con tintes xenófo-
y forma de gobierno destacando así la importancia de la previa negociación de bos– junto a otros de carácter político y territorial (Myers, 1995). Más aún, pro-
intereses particulares que ello implica. Agüero se acerca, sin embargo, a Gorriti curaron identificar a la nación con el propio régimen utilizando para ello sintagmas
cuando esboza su propia definición: «Las naciones se constituyen de varios mo- como la «Causa Nacional de la Federación», mientras que calificaban a sus opo-
dos por el pacto que forman todos los individuos que las componen; y en este sitores como antinacionales. Esta identificación del rosismo con la nación, que
sentido nadie puede dudar de que componemos nosotros una nación; porque no permitía legitimar la intervención en los asuntos internos de otras provincias a
hay un ciudadano perteneciente a estos estados que no haya clamado por formar pesar de ser soberanas, mostró también su efectividad durante los conflictos con
una nación, y un estado, [...] y por eso han mandado sus diputados al congreso y Francia e Inglaterra. Así, y en relación a su resistencia al bloqueo francés del
los diputados reunidos con el mayor celo [...] han celebrado un pacto solemne puerto de Buenos Aires entre 1838 y 1840, la Sala de Representantes califica a
desde el principio de su instalación, de formar una nación libre e independiente y Rosas como «celoso defensor de la independencia nacional, le vimos sostener con
sostener esta libertad e independencia a costa de los mayores sacrificios» (Ravig- delicado tino, pero con heroica resolución, los derechos santos de nuestra nacio-
nani, 1937, I, 1320). De este modo, Agüero suma a la voluntad de los asociados la nalidad, contra el poder colosal de una nación fuerte y guerrera» (Rasgos, [1842]
concurrencia de los diputados de las provincias al congreso. 1975, XXXIII).
Pese a la disidencia observada entre algunos diputados unitarios, es patente el El carácter determinante que tuvieron los conflictos entre el rosismo y sus
intento por imponer la noción de una nación abstracta compuesta por ciudada- opositores puede apreciarse en el hecho de que en ocasiones llevó a rebasar el
nos cuya soberanía es indivisible. Al menos es muy claro para la oposición fede- marco conceptual en el que éstos modelaban sus propuestas. Fue así, por ejem-
ral. Con motivo del debate sobre la creación de una capital para el nuevo Estado, plo, que a principios de la década de 1830 se enunció un programa político que
Pedro Feliciano Cavia, advierte desde El Ciudadano la raíz doctrinal que diferen- postulaba como sujeto a la nación entendida en clave étnica o cultural. Tras la
cia a la oposición de quienes respaldan el proyecto: «Los amigos de estas doctri- firma del Pacto Federal se produjo una polémica entre dirigentes y publicistas
nas se empeñan también en levantar en sus injustas fantasías una nación ideal, de Corrientes y Buenos Aires cuya posición fue sostenida por el publicista
separada enteramente de sus miembros. Mas así como el cuerpo humano no es napolitano Pedro de Angelis, quien provocativamente afirmó que «la soberanía
otra cosa que el conjunto de las partes que lo componen, del mismo modo la na- de las provincias es absoluta, y no tiene más límites que los que quieren pres-
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cribirle sus mismos habitantes. Así es que el primer paso para reunirse en cuer- abierta en la que el rosismo sostenía que debía unificarse todo el territorio riopla-
po nacional debe ser tan libre y espontáneo como lo sería para Francia el adhe- tense siguiendo a grandes rasgos la traza del antiguo Virreinato. En lo que aquí
rirse a la alianza de Inglaterra» (El Lucero, n° 843, 17-VIII-1832). Esto motivó interesa se advierte que aún no se había producido el proceso de homologación
una respuesta indignada del correntino Pedro Ferré quien, por el contrario, entre la idea de nación como un conjunto de pueblos, familias o individuos some-
sostenía que «la soberanía de las provincias no es absoluta, ni están en los mo- tidos a un mismo gobierno y unas mismas leyes, y la que hace referencia a una
mentos de dar el primer paso para reunirse en cuerpo de nación. Estamos más homogeneidad étnica indivisa y circunscripta territorialmente que es a la que ten-
adelante, y aquel primer paso está ya dado [...]», añadiendo luego que «los pue- dería el concepto de nacionalidad. Por eso el político y publicista unitario Valen-
blos estaban obligados a reunirse en cuerpo de nación por la fuerza irresistible tín Alsina podía sostener que «la festividad del 25 de Mayo» no es de partido ni
del instinto, que inspiraba esta necesidad a hombres que habitaban un mismo de individuos, sino de nación, pues «ella es común a argentinos y orientales, por-
continente, que tienen los mismos hábitos y costumbres, que habían mezclado que en 1810, la Banda Oriental era parte constitutiva de la nacionalidad argenti-
su sangre en el largo periodo de más de trescientos años, que se comunican entre na» (Comercio del Plata, n° 1602, 24-V-1851).
sí por relaciones de interés, que hablan un mismo idioma; y finalmente, que La difusión de esta voz también se debió a innovaciones conceptuales promo-
profesan una misma religión y un mismo culto [...]» (Ferré, 1832-1833; Ravig- vidas por los jóvenes románticos autoproclamados como una Nueva Generación,
nani, 1922, 265-267). que fueron los primeros en plantear sistemáticamente un programa de organiza-
Esta formulación no pasó, sin embargo, de ser una expresión aislada, pues ción nacional que tenía por presupuesto la erección de una cultura y una identi-
primaba el consenso en torno al carácter soberano de las provincias y, así, a la dad nacional. Y si bien deploraban el predominio de las identidades y los intere-
necesidad de que cualquier mutación política fuera resultado de acuerdos entre ses locales, no pudieron sustraerse a las condiciones en las que debieron actuar,
las mismas más que un hecho inevitable derivado de una supuesta homogenei- tanto las de carácter sociopolítico como las discursivas, motivo por el cual su
dad étnica o cultural. Este consenso fue tanto producto del marco sociopolítico producción es de gran interés para indagar la deriva del concepto de nación te-
e institucional vigente, como de los conflictos desatados por la imposición del niendo presente sus potencialidades y limitaciones para dar cuenta de experien-
orden rosista en el territorio rioplatense. Es que uno de los mejores argumentos cias existentes o proyectadas.
que podían presentar sus opositores frente a este avance era la calidad soberana En sus primeros trabajos escritos a fines de la década de 1830 planteaban la
de las provincias, tal como lo hizo más de un antiguo unitario. Al plantearse, necesidad de dar forma a una cultura y a una conciencia nacional, completando
por ejemplo, la posibilidad de crear un nuevo Estado que agrupara las provin- así la emancipación iniciada en 1810: «La filosofía pues, que es el uso libre de una
cias litorales y, potencialmente, a Uruguay y Paraguay, el publicista Florencio razón formada, es el principio de toda nacionalidad, como de toda individuali-
Varela alega que es una propuesta que no lo convence pero a la que no puede dad. Una nación no es una nación sino por la conciencia profunda y reflexiva de
hacerle objeciones de principios por tratarse de decisiones soberanas (Comercio los elementos que la constituyen. [...] Es pues ya tiempo de comenzar la conquis-
del Plata nº 207, 20-VI-1846). Pocos meses más tarde advierte, sin embargo, ta de una conciencia nacional, por la aplicación de nuestra razón naciente, a todas
que las provincias «[...] forman una asociación que ha pactado constituirse en las fases de nuestra vida nacional» (Alberdi, [1837] 1984, 122-123). Sin embargo,
nación independiente pero que todavía no se ha constituido» (Comercio del Pla- no es tan clara la delimitación de lo nacional. Por un lado, porque esa emancipa-
ta, nº 361, 23-XII-1846). Al año siguiente tensa aún más la idea en esa dirección ción intelectual la concebían en clave americana: el mismo Alberdi advierte pocas
al señalar que «[...] en nada pensamos menos que en dividir las provincias, en líneas después en relación a la estructura de su sociedad «que sus elementos, mal
desmembrar la nacionalidad argentina, representación en América de tantas conocidos hasta hoy, no tienen una forma propia y adecuada. Que ya es tiempo
glorias militares, civiles y administrativas» (Comercio del Plata, nº 592, 8-X- de estudiar su naturaleza filosófica, y vestirles de formas originales y americanas»
1847). Enunciados que, al igual que en el caso de Ferré, resultan incomprensi- (Alberdi, [1837] 1984, 124). Por el otro, porque hacían un reconocimiento explí-
bles si no se los sitúa en el conflictivo escenario político y se consideran las al- cito del carácter soberano de las provincias, admitiendo que la nación debía ser
ternativas barajadas en cada circunstancia en lo que hace a la articulación de un fruto de un acuerdo entre ellas más que expresión de una esencia nacional preexis-
frente opositor al rosismo. tente. Noción pactista que, con diversas variantes, asumieron como propia, como
La voz nacionalidad, que imprimía un halo de trascendencia al concepto de lo hizo el poeta Esteban Echeverría en un manual escolar: «El conjunto de fami-
nación, logró una importante difusión en la década de 1840. Sin embargo, no es lias formando una sociedad que vive de una vida común, sometida voluntaria-
del todo claro qué rasgos la hacían acreedora de ese nombre y qué pueblos la mente a leyes peculiares, es lo que se llama un pueblo o una nación» (Echeverría,
conformaban o debían conformarla. En relación a la primera cuestión, siguió pri- [1846] 1951, 379).
mando su calificación como americanos aunque comenzaba a hacerse más nítida Pero el mayor problema que encontraban en tanto románticos era el vacío
la existencia de una experiencia política, social y cultural argentina. En cuanto a de tradiciones locales sobre las cuales poder erigir un nuevo orden. De ese
los pueblos que la constituían o debían constituirla, se trataba de una disputa modo, y éste es uno de los rasgos singulares del concepto de nación desarrolla-
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do por la Nueva Generación, entendían que la misma recibía su orientación del Fuentes y bibliografía
futuro y no de un pasado que quería ser dejado atrás en forma definitiva. Más
aún, y dado que ese pasado seguía gravitando en su presente, se consideraban Fuentes primarias
los únicos portadores de atributos capaces de aportar a su constitución, tal
como hicieron explícito en su texto programático: «La asociación de la joven Alberdi, Juan Bautista (1984): Fragmento Preliminar al estudio del derecho
generación argentina, representa en su organización provisoria el porvenir de la [1837], Buenos Aires, Biblos.
nación argentina [...]. Ella trabajará en conciliar y poner en armonía el ciudada-
Alberdi, Juan Bautista (1981): Bases y puntos de partida para la organización
no y la patria, el individuo y la asociación: y en preparar los elementos de la
política de la República Argentina, Buenos Aires, Plus Ultra, 1981 [Valparaí-
organización de la nacionalidad argentina sobre el principio democrático»
so, 1852].
(Echeverría, 1846; Palcos, 1940, 186).
Esta concepción sufrió algunos cambios en la década de 1840 cuando los jó- Azara, Félix de, (1943): Descripción e historia del Paraguay y del Río de la Plata,
venes románticos se debieron exiliar por su oposición al rosismo. En esos años Buenos Aires, Editorial Bajel [Escrita en 1790, 1ª ed. Madrid, 1847].
comenzaron a considerar a otros sectores para poder derrotar a Rosas y dar for-
Comercio del Plata (1845-1859): Montevideo, Imprenta del Comercio del Plata.
ma a un nuevo proyecto de nación, tal como se advierte, por ejemplo, en la terce-
ra parte del Facundo de Sarmiento. Estos hechos, sumados a la propia experiencia Constitución de la Confederación Argentina (2000): Biblioteca Virtual Miguel de
del exilio, promovieron que en su discurso se extendiera y cobrara mayor preci- Cervantes [1853].
sión la identidad nacional argentina que hasta entonces había coexistido con las
Constitución de la Nación Argentina reformada por la Convención Nacional
provinciales y la americana (Wasserman, 1997 y 1998).
(2000): Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes [1860].
Claro que la experiencia del exilio no sólo afectó a los escritores románticos,
sino al conjunto de los opositores al régimen rosista. En ese marco, el concepto Diccionario Castellano con las voces de Ciencias y Artes (1786-1788): en Álvarez
de nación reforzó su proyección hacia el futuro, pues les permitía atisbar un ho- De Miranda (comp.), Lexicografía española peninsular. Diccionarios Clásicos
rizonte de esperanza. Es por eso que Alsina podía señalar en un artículo dedicado (II), Serie VIII:, Lingüística y antecedentes literarios de la Península Ibérica,
a celebrar la revolución de 1810 que «serán nuestros hijos, o los hijos de nuestros Colección Clásicos Tavera, vol. 8.
nietos, los que empiecen a gozar el bien que preparó el santo día de Mayo: pero
Diccionario de la Lengua Castellana: ediciones s. xviii y xix, en www.rae.es.
el bien llegará: llegará al través de montones de cadáveres, de mares de lágrimas:
pero llegará: la nación no perece y tendrá porvenir [...]» (Comercio del Plata, Echeverría, Esteban (1940): Dogma Socialista de la Asociación Mayo, precedido
n° 1013, 25-V-1849). de una ojeada retrospectiva sobre el movimiento intelectual en el Plata desde
La derrota de Rosas en 1852 sentó nuevas condiciones para la organización el año 37 [Montevideo, 1846], ed. crítica y documentada a cargo de Alberto
política de los pueblos del Plata. En esas circunstancias resultó decisivo el con- Palcos, La Plata, Universidad Nacional de la Plata.
cepto de nación por su capacidad para actuar como vector u orientador de las
Echeverría, Esteban (1951): Manual de enseñanza moral para las escuelas pri-
acciones públicas, centrándose las discusiones en la forma en la que ésta debía
marias del Estado Oriental, en Obras Completas, Buenos Aires, Antonio Za-
constituirse en el marco de una serie de conflictos que se prolongaron hasta la
mora [Montevideo, Imprenta de la Caridad, 1846].
consolidación del Estado nacional hacia 1880. Sin que surgieran nuevos senti-
dos, algunos se fueron afianzando –como los referidos a una homogeneidad Ferré, Pedro (1922): Cuestiones nacionales. Contestación al Lucero ó los falsos y
étnica– y otros se fueron volviendo opacos paulatinamente –como los de raíz peligrosos principios en descubierto. Con la refutación a los autores escondidos
pactista–. Este deslizamiento se advierte en el propio proceso constitucional: bajo el título de Cosmopolita y Porteño, por el Gobierno de Corrientes [1832-
mientras que en 1852 Alberdi propone en las Bases declarar a los diputados 1833], Corrientes, Imprenta del Estado. Reproducido en Emilio Ravignani
constituyentes «representantes de las provincias de la Confederación Argenti- (ed.), Documentos para la Historia Argentina, t. XVII, Buenos Aires, Casa
na» (Alberdi, [1852] 1981, 285), al año siguiente éstos deciden considerarse «re- Jacobo Peuser.
presentantes del pueblo de la Confederación Argentina» (Constitución, 1853),
Rasgos de la vida pública del Brigadier General D. Juan Manuel de Rosas (1975):
y al reformarse la Constitución en 1860 para permitir la incorporación de Bue-
Homenaje de la Sala de Representantes, edición facsimilar, Buenos Aires,
nos Aires, lo hacen como «representantes del pueblo de la Nación Argentina»
Freeland [1842].
(Constitución, 1860). Concepción singular que presidió de ahí en adelante las
sucesivas convenciones constituyentes así como también todos los discursos Ravignani, Emilio (comp.) (1937-1939): Asambleas Constituyentes Argentinas,
referidos a la Argentina. Buenos Aires, Casa Jacobo Peuser, t. I y VI.
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Diccionario político y social del mundo iberoamericano Nora Souto – Fabio Wasserman Nación – Argentina
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