Diferenciación Sexual
Diferenciación Sexual
Diferenciación Sexual
Prof. Dr. Rodolfo Rey. Centro de Investigaciones Endocrinológicas. Hospital de Niños "R.
Gutiérrez", Buenos Aires,
Argentina y Cátedra de Histología, Embriología, Biología Celular y Genética Facultad de
Medicina, Universidad de
Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina
Si bien el sexo del embrión queda determinado en el momento de la unión del óvulo materno
con el espermatozoide paterno, existe un período de aproximadamente 5 semanas en el
humano (o sea hasta 7 semanas después de la fecha de última menstruación de la madre), y
de alrededor de 11 días en el ratón, durante el cual es imposible distinguir un individuo de
sexo masculino de uno de sexo femenino por sus características anatómicas o histológicas.
Esta etapa del desarrollo en la cual, aún bajo el examen con un microscopio electrónico, no
hay diferencias entre individuos de uno y otro sexo se denomina período indiferenciado del
desarrollo sexual.
Los aparatos urinario y genital se desarrollan a partir de los gononefrotomos, estructuras pares
que se forman en el mesodermo intermedio, a ambos lados de la línea media. El origen común
de ambos aparatos explica la existencia de alteraciones que comprometen en algunos casos
tanto al desarrollo sexual como al del sistema urinario. Del gononefrotomo, sólo el mesonefros
interviene en el desarrollo de estructuras del sistema genital. El mesodermo, recubierto por el
epitelio celómico, hace protrusión en la cavidad celómica del embrión formando las crestas
urogenitales, que ulteriormente se dividen en crestas gonadales, medialmente, y crestas
urinarias, lateralmente. Durante el período indiferenciado, las crestas gonadales de ambos
sexos están constituidas por células mesenquimáticas, revestidas por epitelio celómico. Estos
esbozos de las futuras gónadas son bipotenciales, es decir que podrán evolucionar hacia
testículos o hacia ovarios según la constitución genética del individuo, dando origen a los
componentes somáticos de las gónadas. Las células germinales se originan en tejidos
extraembrionarios, en el saco vitelino, migrando entre la 5ª y 6ª semanas hacia las crestas
gonadales.
En el mesonefros, existe además una estructura tubular que corre en sentido longitudinal al
eje mayor del gononefrotomo: el conducto mesonéfrico de Wolff. Una invaginación del epitelio
celómico sobre el borde lateral de cada cresta gonadal da origen al conducto paramesonéfrico
de Müller, que queda incluido en el mesodermo mesonéfrico. Estos dos pares de conductos
constituyen los esbozos de los genitales internos (Fig. 1); a diferencia de los esbozos
gonadales, los conductos de Wolff y de Müller son unipo-tenciales, como veremos más
adelante.
Las gónadas de los fetos XX permanecen con un aspecto indiferenciado más tiempo. Las
células germinales primitivas dan origen a las ovogonias, que proliferan por mitosis hasta el
4to mes. Algunas ovogonias situadas profundamente en el ovario fetal ingresan en meiosis a
partir de la 13ª. semana, formando los ovocitos primarios, que se rodean de las células
somáticas del ovario, las células foliculares, que darán origen a las células de la granulosa. Los
ovocitos, rodeados de una capa de células foliculares planas, conforman los folículos
primordiales; las células foliculares se hacen cúbicas y aumentan en número, conformando los
folículos primarios. La meiosis avanza hasta el estado de diplotene, en el que se detiene poco
antes del nacimiento, reiniciándose a la pubertad con cada ciclo ovárico.
Bajo la acción de los andrógenos testiculares, los conductos mesonéfricos de Wolff dan origen
en el feto masculino a los epidídimos, conductos deferentes y vesículas seminales. En el sexo
femenino, ante la ausencia de hormona anti-Mülleriana (AMH), los conductos paramesonéfricos
de Müller forman las tubas uterinas, el útero y el tercio superior de la vagina. Los conductos de
Wolff degeneran en el feto XX por falta de andrógenos, en tanto que los conductos de Müller
regresan en el feto XY por acción de la AMH (Fig. 3). La próstata se forma a partir del seno
urogenital: el mesénquima induce la formación de conductos epiteliales originados en el
endodermo del seno urogenital, y éstos últimos inducen la diferenciación de músculo liso a
partir del tejido mesenquimático.
Al igual que los genitales internos, los genitales externos dependen de la acción hormonal. Los
esbozos indiferenciados evolucionan en sentido masculino bajo la acción de la
dihidrotestosterona (DHT), andrógeno potente derivado de la acción de la enzima 5 a-
reductasa sobre la testosterona. Así, el tubérculo genital origina el pene, en tanto que los
repliegues labioescrotales se agrandan y se fusionan en sentido póstero-anterior para formar
las bolsas escrotales (Fig. 2). En el feto femenino, la falta de andrógenos permite que el
tubérculo genital origine el clítoris, que los pliegues urogenitales formen los labios menores y
que los repliegues labioescrotales permanezcan separados formando los labios mayores (Fig.
2).
Como es conocido, el sexo del embrión queda determinado en el momento de la unión del
óvulo (que aporta un cromosoma X) con el espermatozoide (que puede aportar un cromosoma
X o un Y). Desde hace varias décadas se sabe que es la presencia de un cromosoma Y el factor
determinante en el desarrollo sexual de la gónada fetal, sin que el número de cromosomas X
tenga trascendencia alguna (Grumbach & Conte, 1998). El producto del gen SRY (Sex-
determining Region Y-chromosome), presente en el brazo corto del cromosoma Y, induce una
proliferación del epitelio celómico de las crestas gonadales en los fetos de sexo masculino
(Schmahl et al., 2000) y de la migración de células mesonéfricas hacia la cresta gonadal
(Capel, 2000) (Fig. 4). Entre dichas células mesonéfricas, se encuentran los precursores de
células de Leydig, de vasos sanguíneos y de otros elementos del tejido intersticial del testículo,
así como de las células mioideas peritubulares. La presencia de éstas últimas parece ser
determinante para que las futuras células de Sertoli, provenientes al menos en parte del
epitelio celómico, se organicen junto con las células germinales provenientes del saco vitelino,
formando estructuras cordonales (Fig. 6). La interacción entre las células mesonéfricas y las
células del epitelio celómico provocaría la diferenciación de las últimas hacia células de Sertoli
(Capel, 2000), las cuales comenzarían a mostrar un patrón de expresión específico,
caracterizado por un aumento de SOX9 (otra proteína de la familia de SRY) y de AMH,
conjuntamente con una disminución de DAX1 (Swain & Lovell-Badge, 1999).
Si bien no se conocen con precisión los mecanismos moleculares por los cuales actúa SRY,
existen evidencias experimentales que SRY y DAX1, cuyo gen se encuentra en el cromosoma
X, interactúan en períodos tempranos del desarrollo de las crestas gonadales (Swain et
al., 1998). En el individuo XY, existe un solo alelo del gen SRY y un solo alelo del gen DAX1: se
entiende entonces que hay una sola "dosis" de proteína SRY y una "dosis" de proteína DAX1.
En esas condiciones, SRY parece ser predominante y permitir la diferenciación testicular con la
consiguiente expresión de genes típicamente testiculares, como SOX9 y AMH (Fig. 5)
(McElreavy et al. 1993; Swain et al., 1998). En ciertas condiciones anormales, la existencia de
2 dosis activas de DAX1 parece ser responsable de niveles elevados de DAX1 que impedirían el
desarrollo testicular (Swain et al., 1998; Goodfellow & Camerino, 1999). No sólo los niveles de
SRY, sino también su cronología de su expresión es importante: un retraso en la expresión de
SRY permitiría una acción anti-testicular de DAX1, resultando en la formación de ovotestes o
de gónadas disgenéticas (Nagamine et al., 1999). SRY no es el único gen responsable del
desarrollo testicular: otros genes autosómicos también están involucrados en el normal
desarrollo de la gónada masculina, aunque sus funciones deben aún ser develadas Katoh-
Fukui et al., 1998; Raymond et al., 1999; De Grandi et al. 2000; Grimmond et al. 2000).
Fig. 5. Hipótesis sobre los mecanismos moleculares involucrados en la
determinación testicular (ver McELREAVEY, K. et al., Proc. Natl. Acad.
Sci. USA 90:3368-72, 1993 ; y GOODFELLOW, P.N. & CAMERINO,
G. Cell. Mol. Life. Sci. 55:857-63, 1999). 1. En el feto XX normal y en el
feto XY con una mutación o deleción de SRY, los factores anti-testiculares
(quizás DAX1) inhiben el desarrollo testicular. 2. En el feto XY normal,
SRY contrarresta la acción de los factores anti-testiculares, permitiendo
que las gónadas se desarrollen en sentido testicular y expresen genes como
SOX9 y AMH, específicos de la gónada masculina. 3. En fetos XY con
una doble dosis de DAX1, una sola dosis de SRY no puede contrarrestar el
efecto antitesticular de dos dosis de DAX1. 4. En el feto XX con una
alteración en los genes antitesticulares, las gónadas se desarrollan en
sentido testicular aún en ausencia de SRY : sería el caso de los varones XX
sin SRY, aunque esta hipótesis necesita ser confirmada.
Inmediatamente después de formarse los cordones testiculares, las células de Sertoli fetales
secretan hormona anti-Mülleriana (AMH), también conocida como sustancia inhibidora
mülleriana (MIS). La AMH es una glicoproteína que se une a un receptor de membrana
presente en las células mesenquimáticas que rodean al epitelio de los conductos de Müller
(Josso et al., 1997), induciendo apoptosis y transformación epitelio-mesenquimatosa con la
consiguiente regresión de los conductos de Müller (Allard et al., 2000). En el sexo femenino,
ante la falta de AMH, los conductos de Müller dan origen a las tubas, el útero y el tercio
superior de la vagina (Fig. 3). La ventana de acción de la AMH es muy corta: la secreción
testicular de AMH comienza a fines de la 7ª. semana, y los conductos de Müller se hacen
refractarios a su acción luego de la 10ª. semana, de lo cual se desprende la importancia del
patrón temporal de expresión de la AMH.
Los conductos de Wolff expresan el receptor de los andrógenos, receptor nuclear con actividad
de factor transcripcional. Al unirse la testosterona a su receptor, se induce la diferenciación del
gonaducto en sentido masculino. En el seno urogenital y los esbozos de los genitales externos,
la testosterona es transformada en dihidrotestosterona (DHT) por la enzima 5a-reductasa (Fig.
3). La DHT tiene una afinidad 20 veces mayor que la testosterona por el receptor de
andrógenos, por lo cual su efecto masculinizante es mucho más potente. En el sexo femenino,
la falta de andrógenos resulta en una regresión de los conductos de Wolff y en una
feminización de los genitales externos (Figura 5). Sin embargo, un exceso anormal de
andrógenos durante la vida fetal puede provocar una virilización de fetos XX, tal como ocurre
en la hiperplasia suprarrenal congénita, la causa más frecuente de anomalías del desarrollo
sexual fetal (Grumbach & Conte, 1998). La acción estrogénica no juega ningún rol en la
morfogénesis temprana de los genitales en el sexo femenino, tal como lo demuestran
mutaciones en los receptores de estrógenos (Couse & Korach, 1999). En cambio, los
estrógenos son indispensables hormonas tróficas en el desarrollo del útero durante la
pubertad.
Sin embargo, otros morfógenos son más específicos de los esbozos urogenitales, por ejemplo
WT1 y SF1, que intervienen en la estabilización de las crestas génito-urinarias (Capel, 2000)
(Fig. 7), Hoxa-13 (Warot et al., 1997) y Wnt-7a (Vainio et al., 1999), que participan en el
desarrollo de los conductos de Wolff o de Müller, y Hox4 (Dolle et al., 1991), con funciones en
el desarrollo del tubérculo genital. Estos factores se expresan en ambos sexos durante el
período indiferenciado, induciendo la formación de estructuras básicas que podrán
eventualmente estar sometidas a la acción de las hormonas gonadales más tarde en el
desarrollo.
CONCLUSIONES
Trabajo financiado por PIP nº 0574/98 del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (CONICET, Argentina) y Beca "Oñativia-Carrillo" del Ministerio de Salud de la
República Argentina. R.Rey es Investigador Adjunto de CONICET y docente de Histología,
Embriología, Biología Celular y Genética de la Facultad de Medicina de la Universidad de
Buenos Aires, Argentina.
SUMMARY: The sex of the embryo is determined at fertilization by the sex chromosome (X or
Y) present in the sperm. However, during several weeks in early human embryogenesis, no
evident differences exist -even at the electron microscope level- between a female and a male
embryo. From the onset of SRY expression in the XY fetus, the gonads undergo a chain of
events determined by specific protein expression which provoke cytological, histological and
fucntional changes which are typical features of the testis. Due to its determining importance
in the rest of sexual development, testicular differentiation due to SRY has been called sex
determination. Once differentiated, the testes secrete two discrete hormones, testosterone and
anti-Müllerian hormone, which are responsible for the virilisation of the anlagen of internal and
external genitalia. The dimorphic sexual development undergone by internal and external is
known as sex differentiation. Very little is known concerning the mechanisms involved in
ovarian differentiation in the XX fetus. However, it has been known for long decades that in
the absence of testicular hormones, internal and external genitalia feminize, no matter
whether ovaries have deloped or not. The increasing bulk of information that is available day
after day concerning molecular, cellular and endocrine mechanisms involved in sex
determination and differentiation allows a better understanding of the pathology responsible
for intersex states.
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