Breves Indicaciones Sobre Libros de Caballería
Breves Indicaciones Sobre Libros de Caballería
Breves Indicaciones Sobre Libros de Caballería
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Vid. su análisis en Gautier, Les Epopées françaises, I I , 260.
ORÍGENES DF LA NOVELA, CAP. IV.—LOS LIBROS DE CABALLERÍAS 219
1 Esta refundición lleva por- título Les quatre fils d'Aymon, histoire
héroïque, par Huon de Villeneuve, publiée sous une forme nouvelle et dans
le style moderne, avec gravures (Paris, 1848. Dos pequeños volúmenes).
Esta versión es distinta de la que se expende con el título de Histoire des
ORÍGENES DE LA NOVELA, CAP. I V . — L O S LIBROS DE CABALLERÍAS 223
quatre ftls Aymon, très nobles, très hardis et très vaillants chevaliers. (Vid.
C, îïisard, Histoire des livres populaires ou de la littérature du colportage, t.
II, pp. 448 y siguientes.)
1 Bibliografia dei romanzi e poemi remanceschi d'Italia, que sirve de
apéndice y tomo cuarto a la obra del Dr. Julio Ferrarlo, Storia ed annalisi
degli antichi romanzi di cavalleria (Milán, 1829). Melzi, Bibliografia dei
romanzi e poemi cavallereschi italiani. Seconda edizione (Milán, Ï838).
224 OBRAS COMPLETAS DE MENÉNDEZ PELAYO
1 Deber dio Spanischem Versions dey Historia Troiana, Von Dr. Adolf
Mussafia. Viena, 1817.
a Es el que perteneció a la librería del Marqués de Santillana y existe
hoy en la Biblioteca Nacional, procedente de la de Osuna, Otro códice
bilingüe (gallego y castellano) figura en mi biblioteca de Santander. De
uno y otro precede la correcta edición recientemente publicada por el señor
Martínez Salazar.
232 OBRAS COMPLETAS DE MENÉNDEZ PELAYO
da, hija del rey de Toscana, cuyo original francés en prosa, indica-
do recientemente por el señor Foulché-Delbosc, x es Le livre de
Clamades, filz du roy despaigne et de la belle Clermonde... impreso
en Lyon por los años de 1480, el cual, como todos los de su es-
pecie, procede de Un antiguo poema que aquí es Li Roumans de
Cleomades, del famoso trovero Adenet le Roi. Gastón Paris con-
sidera posible que la fuente inmediata de Adenet haya podido ser
española. Se trata, en efecto, de un cuento árabe, que lo mismo
pudo entrar por España que por Oriente. Nuestro vulgo le designa
con el nombre de historia del caballo de madera, fijándose en el
episodio más saliente, que tiene su paradigma en el caballo mágico
de Las mil y una noches, y fué parodiado por Cervantes en el epi-
sodio de Clavileño. Otro poema francés, el Méliacin, de Gerardo
de Amiens, trata el mismo argumento.
Más moderna es la famosa novela caballeresca de Pierres de
Provenza y la linda Magalona, compuesta en pro venza! o en latín
por el canónigo Bernardo de Trevietf, y tan celebrada en tiempo
del Petrarca, que se dice que este gran poeta y humanista empleo
algunas horas de sü juventud, cuando en Montpellier estudiaba
Derecho, en corregirla y limar su estilo. ?j El texto francés actual-
mente conocido es del siglo xv; ha sido impreso innumerables
veces 3 y de él proceden las versiones italiana, alemana, flamenca,
danesa, polaca, castellana y catalana, y hasta una griega en versos
nullus est finis; quotídÁe prodeuní novae: cC oelesüna» lama, nequitiarum parens,
^Career Amorum»: in Gallia «Lancilotus a Lacti», {(Paris et Vienna», «Ponthus
ei Sydonia», cPetrus Provmcialis et Magvelona», «Melusina, domina inexora,
bilis»: in hac Bélgica ({Florins et Albus Flos», «Leonella et Canamorus))-
({Curias et Floreta», «Pyramus et Thisbe»; sunt in vernáculas linguas transfusi
ex latino quidam, velut infacetissimae (¡.Facetiae Poggiü, «Euryalus et Lucre-
tia», iíCentum fabulae Boccatii», quos omnes libros concrips&runt homines
otiosiy wale feriati, imperiti, vitiis ac spurcitiae dediti; in quels miror quid
deleciet, nisi tarn nobis flagitia blandireniur» > (Vivis Opera, t„ IV de la éd. de
Valencia, p. 87),
i La Istoria d'l noble cauallero Paris e d'la muy hermosa doncella Viana'
Comiença la historia de Paris e Viana: la qual es muy agradable e placen-
tera de leer y especialmUe para aquellas personas que son verdaderos enamo-
rados: según que se sigue en la presente obra, (Al fin) Fue impresso el pre-
sente libro de Paris e Viana en la muy noble e mas leal ciudad de Burgos
por Alonso de Melgar, Acabóse a VIII dias del mes de Noviembre. Año de
nuestro Salvador jesu christo de mil e quinientos e XXIIII años (Museo
Británico).
De la traducción catalana poseyó un ejemplar, falto de hojas, el insigne
erudito y poeta don Mariano Aguiló (Historia de las (sic) amors e vida
del cavaller Paris: e de Viana, filla del dalfí de França. Conjeturaba Aguiló
que la edición era de Barcelona, por Diego de Gumiel, hacia 1497, por ser
muy semejante a la que este impresor hizo del Tirant lo Blanch en el refe-
rido año.
a Publicados por don Eduardo Saavedra (Revista Histórica, de Barce-
lona, febrero de 1876),
ORÍGENES DE LA NOVELA, CAP. IV.—LOS LIBROS DE CABALLERÍAS 241
teríor, que hemos reservado para este lugar por su mayor analogía
con los del ciclo bretón.
Las más antiguas ficciones de este género que pueden leerse en
castellano son sin duda las que contiene la Gran Conquista de Ul-
tramar, vasta compilación histórica relativa a las Cruzadas, que
ya hemos tenido ocasión de mencionar tratando del ciclo carolin-
gio. No sabemos a punto fijo si el compilador tuvo a la vista algu-
nos poemas franceses o si (como parece más verosímil) los encon-
tró ya incorporados en una crónica en prosa, aunque ninguna de
las que se conocen hasta ahora en francés corresponde exactamen-
te con la nuestra. En torno de la primera Cruzada se había for-
mado un ciclo épico, dividido en cinco ramas; la Canción de Antio-
quia, la de Jerumlén, los Cautivos, Helias y la Infancia de Godo-
fredo de Bullón. Algunos de estos poemas eran esencialmente his-
tóricos; otros, por el contrario, habían nacido de libre invención
de los juglares o eran antiguas fábulas mitológicas transformadas
en leyendas heráldicas. Tal acontece con la del Caballero del Cisne
(supuesto antepasado de Godofredo), a quien se dedican en la
Gran Conquista más de cien capítulos, x que impresos aparte for-
marían un libro de caballerías, no de los más breves y seguramente
de los más poéticos y entretenidos. En cuentos populares se en-
cuentran esparcidos muchos de los rasgos de esta bellísima his-
toria. La infanta Isomberta, embarcándose a la ventura en un
batel que encuentra amarrado a un árbol, y dejándose ir por el
mar sin velas ni remos, aporta a una ribera por donde andaba de
caza el conde Eustacio, «Los canes de la caza, que andaban de-
lante del conde, aventaron la doncella e fueron yendo hacia do
ella estaba, e desque la vieron fueron contra ella, ladrando muy de
recio. La infanta, con el gran miedo que hobo de los canes, metió-
se en una encina hueca que falló allí cerca; e los canes que la vie-
ron cómo se metia ahí, llegaron a la encina e comenzaron a ladrar
en derredor della. El conde, cuando vio los canes latir e ladrar
tan de apriesa e tan afincadamente, creyó que algun venado tenían
retraído en algun lugar, e fuese para allí do los oia; e cuando llegó,
oyó las voces que la infanta daba dentro en el tronco de la encina,
con el gran miedo que había de los canes que la moderi an de mala
gana e la comerían...» Esta situación recuerda mucho el principio
del célebre romance de la Infantina. =E1 encuentro del caballero
y la bella infanta para en matrimonio, como era de suponer; pero
el odio de una madrastra (tema común de folk-lore, que inspiró
los romances de Doña Arbola) viene muy pronto a emponzoñar
su ventura. Da a luz Isomberta, en ausencia de su esposo que
había partido para la guerra, siete niños de un parto, 1 a quienes
un ángel va colocando sendos collares de oro en los cuellos con-
forme nacen. Pero la maligna suegra hace creer a Eustacio, con un
falso mensaje, que su mujer ha parido siete podencos adornados
con collares de oropel o alquimia, Y no satisfecha con este embuste,
manda matar secretamente a la infanta y a los siete recién nacidos.
El fiel caballero Bandoval, que tenía en custodia a Isomberta, no
puede resolverse a tal atrocidad y deja abandonados a los niños
en un monte, donde son criados por una cierva y amparados por
un ermitaño. Aun en aquel escondido asilo los descubre el odio
vigilante de su madrastra, que llega a apoderarse de seis de ellos
y ordena a dos escuderos, Dransot y Frongit, que los maten, Pero
al tiempo de quitarles los collares se convierten en hermosísimos
cisnes y desaparecen volando. La vieja condesa irritada manda
a un platero hacer una copa con todos los collares para evitar que
pueda deshacerse el encanto. Pero el platero, asombrado con la
cantidad de oro que logra fundiendo uno de los collares, éste solo
emplea en la copa, reservando los otros cinco para sí. Entretanto,
los niños transformados en cisnes habían llegado a un lago muy
grande e muy fondo, cerca de la ermita donde vivía el único her-
se precipita sü padre Egeo en las ondas del mar a que did su nom-
bre; por una equivocación semejante de Tristán, engañado por
sü celosa mujer, se extingue en él el aliento vital que a duras
penas conservaba, y expira antes que Iseo llegue al puerto, Ni
son estas solas las semejanzas clásicas: el rey Marco tiene orejas
de caballo, como Midas orejas de asno, y el secreto del primero es
revelado por su enano, como el del segundo por su barbero. El
arco de Tristán es infalible y no yerra nunca el blanco, como el
de Céfalo. Y hasta la muerte de Iseo sobre el cadáver de Tristán
recuerda la de Enone sobre el cadáver de París en circunstancias
muy análogas. Tan extraordinarias analogías no pueden expli-
carse de ninguna manera por una comunicación literaria que sería
enteramente inverosímil, ni acaso tampoco por la simple transmi-
sión oral, que tantos casos de folklore resuelve, sino que es preciso
recurrir a la antigua pero todavía no arruinada hipótesis que re-
conoce un fondo común de mitos y tradiciones en la raza indo-
europea antes de la separación de helenos y celtas.
Pero muchos de estos elementos son adventicios y ninguno es
esencial en la leyenda. Sea o no Tristán un dios solar; sean o no
las dos Iseos representación simbólica del día y de la noche, o del
verano y del invierno (según la cómoda y pueril teoría que por
tanto tiempo sedujo y extravió a los cultivadores de la mitología
comparada), lo que importa en él es la parte humana de la leyen-
da; su amor y sus desdichas; el filtro mágico que bebió juntamen-
te con la rubia Iseo y que determinó la perpetua e irresistible
pasión de ambos, mezcla de suprema voluptuosidad y de tormen-
to infinito; la vida solitaria que llevan en el bosque; la herida en-
venenada que sólo Iseo podría curar; la apoteosis final del amor
triunfante sobre los cuerpos exánimes de los dos amantes enla-
zados en el postrer abrazo y no separados ni aun por la muerte,
puesto que se abrazan también las plantas que crecen sobre sus
sepulturas.
«En el concierto de mil voces de la poesía de las razas humanas
(ha dicho admirablemente Gastón París), el arpa bretona es la
que da nota apasionada del amor ilegítimo y fatal, y esta nota
se propaga de siglo en siglo, encantando y perturbando los cora-
zones de los hombres con su vibración profunda y melancólica..,
Una concepción del amor, tal como no se encuentra antes en nin-
Orfgenes de la Novela. - '£orno I. — 17
258 OBRAS COMPLETAS DE MENÉNDEZ PELAYO
gún pueblo, en ningún poema; del amor ilícito, del amor sobera-
no, del amor más fuerte que el honor, más fuerte que la sangre,
más poderoso que la muerte; del amor que enlaza dos seres -con
una cadena que todos los demás y ellos mismos no pueden romper;
del amor que los sorprende a pesar suyo, que los arrastra al crimen,
que los conduce a la desdicha, que los lleva juntos a la muerte,
que les causa dolores y angustias, pero también goces y delicias
incomparables y casi sobrehumanas; esta concepción dolorosa y
fascinadora nació y se realizó entre los celtas en el poema de
Tristán e Iseo.» 1
Hemos dicho que nada subsiste de los textos primitivos de
esta leyenda; pero la rudeza de algunos detalles y la ausencia de
todo rasgo de cristianismo permiten atribuirla remota antigüe-
dad, inclinándose el mismo G. París a creer que recibió su última
forma céltica en el siglo x. Los poetas franceses del siglo x n no
le prestaron más que la lengua, y hasta parece seguro que se ins-
piraron en poemas ingleses intermedios; el nombre mismo de Lo-
vedranc, dado a la fatal bebida, indica este origen, confesado ade-
más por el traductor anglo-noi mando del poema W alele,f, Aunque
nada quede de los lais de Tristán, consta no sólo que existieron
y que eran tenidos por los mejores, sino que se atribuían al mismo
Tristán, a quien la tradición proclamaba, el más diestro tañedor
de arpa y de rota, al mismo tiempo que el primer corredor y lu-
chador, el primer esgrimidor de espada y tirador de arco, el más
diestro de los cazadores y el más hábil en cortar y preparar la
carne de las bestias muertas en la caza. En inglés estaba el lai
del gotelefqxte recogió María de Francia, y en que el mismo Tristán
compara su amor y el de Iseo con el indestructible entrelazamien-
to de la madreselva y el avellano, comparación poética que acaso
explica uno de los episodios más bellos entre los que fueron so-
breponiéndose al núcleo de la leyenda. Otros dos lais, al parecer
posteriores, contienen en germen el episodio de la locura de Tristán.
Fuese únicamente por Inglaterra, fuese también por la Bretaña
del ciclo bretón, con referencias a las que ya habían sido analizadas en tomos
anteriores, y es hasta la fecha el trabajo capital sobre el asunto.
Como obra amena e instructiva de vulgarización conserva siempre
su valor el libro de Paulino París, Les Romans de la loable- Ronde mis en
nouveau langage et accompagnés de recherches sur l'origine et le caractère de
ces grandes compositions (París, Techener, 1868-77, cinco volúmenes),
262 OBRAS COMPLETAS DE MENÉNDEZ PELAYO
Cligesj Ivain o el caballero del León, compuso por los años de 1170
el Cuento de la carreta o de Lancelot (Lanzarote), cuyo asunto le
había comunicado la condesa María de Champagne, hija del rey
de Francia Luis Vil y de la reina Leonor de Poitiers, y en 1175,
Perseval o el Cuento del Graal, valiéndose de un libro anglonor-
mando que le había prestado Felipe de Alsacià, conde de Flandes.
Ambas ficciones se cuentan entre la's más célebres y capitales de
este ciclo, y no contribuyó poco a vulgarizarlas el talento de esti-
lo con que las refirió Cristian, que pasa por el mejor poeta francés
de su tiempo.
Perceval, así en los cuentos bretones y anglonormandos como
en el poema de Cristian de Troyes, que terminó después de él Go-
dofredo de Lagni, distaba mucho de tener el sentido religioso y
la transcendencia que luego alcanzó, especialmente en el gran
poema que los alemanes se atreven a colocar muy cerca de la Di-
vina Comedia. En uno de los mabinogion gaélicos, el de Peredur,
hay ciertamente una lanza misteriosa, de la cual manan tres gotas
de sangre, y una vasija o plato grande en que nada la cabeza
ensangrentada de un hombre; pero estos fúnebres objetos, cuya
declaración se hace sólo al final de la leyenda, no envuelven ningún
enigma religioso; con la lanza fué herido Un tío de Peredur, y la
cabeza era la de uno de sus primos, inmolado por las hechiceras
de Kerlow. En un poema inglés del siglo xiv, Sir Percivall, deri-
vado probablemente de otro anglonormando mucho más anti-
guo, no hay el menor rastro del plato ni de la lanza y la. historia
es mucho más sencilla. Perceval, educado por su madre lejos del
mundo y en la ignorancia de la vida caballeresca, para librarle de
la triste suerte de su padre, muerto en un torneo por su émulo el
caballero Rojo, monta un día en pelo Una yegua salvaje, y armado
de una azagaya o dardo escocés de los más rudos se dirige a^la
corte del rey Artús, toma venganza del matador de su padre,
y después de extraordinarias aventuras se casa con una princesa
a quien había libertado de sus enemigos, y rescata a su madre
aprisionada por las artes de un maligno encantador. El Perceval
inglés es un poema biográfico, y todo el interés consiste en la
pintura del campeón salvaje y su repentina aparición en la corte
de Artús, con circunstancias que recuerdan algo las mocedades
de Roldan en leyendas carolingias muy tardías.
ORÍGENES DE LA NOVELA, CAP. I V . — L O S LIBROS. DE CABALLERÍAS 263
1 A lie gai ergo pro se lingua «oil», quod propter sui factliorem, ac delecta-
biliorem vulgaritatem, quicquid redactum, sive invenium est ad vulgare prosai-
cum, sniim est: videlicet biblia cum Trojanorum Rornanorw-nque gestions
compílala, et Artiiri regis ambages pulcherrimae, et quam phcres aliae historiae
ac doctrinae (De vulgari eloquio, lib. I, cap. X),
268 OBRAS COMPLETAS DE MENÉNDEZ PELAYO
el de Tristan e Iseo:
Ni de Tristan
C'amava Iceut a lairon...
el de Gauvain:
Ni de Gauvaing
Qui ses conpaing
Fazia tanta venaison...
1 ScHptores, o, 238.
Las noticias relativas a los héroes de la Tabla Redonda se hallan más
adelante (pp. 2.^2-24.5), La narración de la batalla entre Artús y su sobri-
no Mordech en el monte de Camblet, termina así: «Aquí morreo Modrech
»e todollos boos camilleros de huma parte e da outra. El rey Artur teve
))o campo o íoy malferído de tres laucadas e de huma espadada que Ihe
ídeu JVÍocírerh, e írr/esse levar a isla Avalora por Saar, "Daqui adianto nom
-fallamos del so he vivo se be mor to, nom Merlin non. disse ci ell mais :o.em
276 OBRAS COMPLETAS DE MENÉNDEZ PELAYO
»eu aoni sey ende mais. Os bretoes dizem que aínda he vivo. Esta batalha
¡>foy na era de quinheirtos e oitenta anuos,>->
¡No difiere ]30co esta íecha de la era do VO^JZ-Í, propuesta por loa Anales
Toledanosl
ORÍGENES DE LA NOVELA, CAP. IV.—LOS LIBROS DE CABALLERÍAS 277
1 Historia del rey Vespesiano (Al fin). Esta istoria hordenaron Yacop
e Josep Abarimaiia que a todas estas cosas fueron presentes, e jafet que de
su manó la escribió... Este libro fue empvimido en la muy noble e muy leal
cibdad de Sevilla por Pedro Brun, savoy ano, anno del Señor de mill. CCCC.
XCt VIII. a XXV dias de agosto.
s Vid. Floresta- de varios romances colligidos por Th. Braga. Porto,
año 1896, pp. 36-38,
« España Sagrada, t. XXXÍ, p, 38*,
A «En la Grande el General Esloria so extractan de la, crónica de Mon-
mouth, a la nne da el rey el título do Estoria: de las Bref añas, todas las pro&-
ORÍGENES DE LA NOVELA, CAP. IV.—LOS LIBROS DE CABALLERÍAS 279
pasada La Tabla Redonda, que fué en tiempo del rey Artús, y algu-
nos de los cuentos allí incluidos tienen mucha analogía con los
de este ciclo, especialmente el del Caballero del Cisne, qite en el
Lohengrin alemán vino a enlazarse con el Perceval.
Sabida es la reminiscencia del Arcipreste de Hita en la Cantiga
de los clérigos de Talavera, escrita en 1343:
Ca nunca fue tan leal Blancaflor a Flores,
Nin es agora Trisian cou todos sus amores.
zas atribuidas al hijo de Silvio, ;ao olvidadas tampoco las historias de Cori-
nco y Locrino, de doña Guendolonea y Mandón, Poiex y Fiero:-?:, Beímo
y Brcnio, oto---Amados de los Ríos, Historia Cyítíca, V, p, ?o0
'• EcL do Baist; pa 4'--,
280 OBRAS COMPLETAS DE MENÉNDEZ PELAYO
que los dos últimos capítulos parecen ser traducción del episodio
capital del Conte du Brait, de Elías, cuyo original francés se ha
perdido. 1
Hay otro Baladro distinto de éste, a lo menos en parte, y adi-
cionado con una serie de profecías, el cual se imprimió varias
veces juntamente con la Demanda del Sanio Grial. 2
Y hubo finalmente un Tristan de Leonis, ya impreso en Valla-
dolid en 1501, 3 que seguramente es traducción de una de las
últimas novelas francesas en prosa. Al señor Bonilla, que muy
pronto nos dará reimpresos estos rarísimos libros, toca apurar las
semejanzas y diferencias que ofrecen con sus prototipos, y lo hará
sin duda como de sví mucha erudición, y recto juicio se espera,
À pesar del gran interés novelesco y sentimental de estas pe-
regrinas tristorias, fueron rnUy pronto arrolladas por la furiosa
avenida de los libros indígenas de caballerías que aparecieron
después del /Unadû de Gemía, Ninguno de los del ciclo oMuy-iano
parece haber sido reiurpreso después de la mitad del siglo AVP
con aquel progreso tan dulce y tan suave de sus amorosos y fuertes
fechos.»
Un solo libro de esta familia caballeresca citó nominalmente
Cervantes, y es también el único que muy abreviado forma toda-
vía parte de la biblioteca de cordel. Es la Crónica de los nobles caba-
lleros Tablante de Rioam-onie y Jofre, hijo de D, Ásson, e de las gran-
des aventuras y hechos de armas que uvo yendo a libertar al conde
don Milian, que estaba pressa, la cual fué sacada de las crónicas e
grandes hazañas de los caballeros de la Tabla Redonda. x «¡Bien
haya mil veces el autor de Tablante de Ricamonte (exclamó Cer-
vantes..,) y con qué puntualidad lo describe todo!» (Parte 1.a,
capítulo XVI). Pero el elogio debe de ser tan irónico como el que
i La niás antigua edición parece se* h>, de Toledo, por Juan Varela
de Salamanca, a 27 días de- julio de 2513. E n algunas ediciones del siglo x v n
(Alcalá, 1604; Sevilla, .1:629), m da por autor de ella a Ñuño de Garay, que
a lo sumo sería refundid or t ¡Cí, Ad. vol, IX]
ORÍGENES DE LA NOVELA, CAP. IV.—LOS LIBROS DE CABALLERÍAS 289
allí mismo hace del autor que escribió Los hechos del Conde To-
millas (el Enrique Fi de Oliva), pues el Tablante es muy corto y
muy seco en la narración, a pesar de las aventuras que en él se
acumulan, y cuyo verdadero héroe es Jofre, hijo del conde don
Asón. Ê1 es quien vence a un enano, hijo del Diablo; él quien alla-
na la torre encantada de Montesinos; él quien mata al Malato,
poniendo en libertad a una doncella y trescientos niños que tenía
encarcelados para degollarlos; él quien obliga a todos los caballe-
ros andantes que va venciendo a ir a la Corte de Camelot a prestar
homenaje a la reina Ginebra; él, finalmente, quien triunfa en sin-
gular batalla del feroz Tablante, y pone en libertad al conde don
Milián, a quien aquél se complacía en azotar públicamente dos
veces al día para afrentar a su rey Artús y a la reina Ginebra,
El original remoto de esta novela es un poema provenzal del
siglo xni, Jaufre e Brunesent, publicado por Raynouard. l Bru-
nesentz (Brunessen en el texto castellano) es el nombre de la
:;obrina del conde don Milián, con quien se casa Jofre después
de su victoria. Taulat de Rugimon es el nombre que Tablante
tiene en este poema, dedicado a un rey de Aragón, que no puede
ser don Pedro II, como creyó Pauriel, a sino don Jaime el Con-
quistador, como han probado Bartsch y Gastón París. 3 Pero el
libro de caballerías español no procede inmediatamenté de este
poema, sino de una redacción en prosa francesa, atribuida, según
era costumbre en esta cíase de libros, al honrado varón Felipe
Camtcs, cuyo nombre debía de ser muy popular en España, puesto
que tantas novelas se le adjudicaron además del Oliveros de Cas-
tilla (que realmente tradujo) y hasta se puso su nombre en una
edición del Tristan de Leonis.
Independientes de la Tabla Redonda, pero enlazadas con otro
género de leyendas bretonas, aparecen las fabulosas narraciones
relativas al Purgatorio de San Patricio, que tienen en nuestra
literatura tan varia y rica representación, comenzando por el apó-
crifo viaje del caballero Ramón de Perellós en 1398, cuyo origi-
nal catalán se ha perdido, pero del cual restan una traducción pro-
1 E n el t o m o ï de su Lexique- Roman, GOD. el título do Roman de Jaufre
(páginas 48-173).
2 Histoire littéraire de la France, t. X X I I , p p . 9.2Jr •?,$,},
s Histoire Littéraire de la France, t. X X X , p p . 9i^-9,i'(.
0.t"i£ei!e3 ííí ]?>. N o v e l l . - • O.'omo L --'!!)
290 OBRAS COMPLETAS DE MENÉNDEZ PEL A YO
venzal del siglo xv, recientemente impresa, 1 y una latina del xvir.
El autor de esta relación, fuese Perellós ti otro que tomó su nom-
bre, no hizo más que apropiarse el viaje al otro mundo que se
suponía hecho en 1153 por el caballero irlandés Owenn (el Ludo-
vico Enio de Calderón). La Visio Tungdali, otra forma más cono-
cida de dicha leyenda, fué puesta dos veces en catalán, llamando
Tutglat al protagonista; 2 otras dos veces se tradujo al portugués
con el nombre de Tungulu, 3 y en castellano fué impresa con el
rótulo de Historia del virtuoso caballero don Tungano, y de las gran-
des cosas y espantosas que vido en el infierno y en el purgatorio y el
parayso. 4 Pero ni de estos libros ni de la nueva forma que dio a la
leyenda el doctor Juan Pérez de Montalbán en su Vida y purga-
torio de San Patricio (1627), fuente única de la comedia de Lope
de Vega, El mayor prodigio, y de la famosa de Calderón, El Purga-
torio de San Patricio, nos incumbe tratar aquí, porque este gene-