Ensayo Derecho Procesal Lab

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Universidad de León

LICENCIATURA EN DERECHO

" NUEVO SISTEMA DE JUSTICIA LABORAL”

ENSAYO

GRUPO:
701-09

MATERIA:
DERECHO PROCESAL LABORAL

CATEDRÁTICO:
CHRISTIAN ROBERTO CASAS LAGUNA

SFR, GTO.
2023

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Universidad de León
LICENCIATURA EN DERECHO

“NUEVO SISTEMA DE JUSTICIA LABORAL”

ENSAYO

PRESENTA:
Miguel Angel Parada Camargo

GRUPO:
701-09

MATERIA:
DERECHO PROCESAL LABORAL

CATEDRÁTICO:
CHRISTIAN ROBERTO CASAS LAGUNA

SFR, GTO.
2023

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ÍNDICE

1. INTRODUCCION
2. DERECHO PROCESAL DEL TRABAJO
3. Reforma constitucional publicada en el Diario Oficial de la
Federación del 24 de febrero de 2017
4. ANTECEDENTES DE LA JUSTCIA LABORAL EN MÉXICO
1917
5. Delimitación de los nuevos principios del procedimiento
laboral en México.
6. ¿Qué se espera de la nueva justicia laboral?
7. CUADRO COMPARATIVO
8. C O N C L U S I O N E S
9. CITAS
10. BIBLIOGRAFIAS

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INTRODUCCIÓN
Nuevo sistema de justicia laboral

El 24 de febrero de 2017 se publicó en el Diario Oficial de la Federación una


reforma de gran trascendencia al artículo 123 de la Constitución, justamente al
cumplir cien años. La importancia de esta reforma se enmarca en un nuevo
modelo de administración de justicia laboral centrado en la conciliación, ahora
obligatoria, y ante los tribunales del trabajo instituidos para tal efecto. Esta reforma
constitucional en materia laboral se inscribe en los tiempos de grandes cambios
económicos, políticos y tecnológicos a nivel mundial que influyen de manera
decisiva en su implantación. El sistema económico neoliberal vigente en el mundo,
del que México no se sustrae, ha orientado y dirigido la vida común, las
instituciones y los ordenamientos jurídicos de nuestras sociedades en mayor o
menor medida. De ahí que existan voces que relacionan los cambios jurídicos de
la materia motivados por intereses económicos que priorizan la producción y su
comercialización, dejando de lado las medidas y los mecanismos tuitivos hacia los
trabajadores.

El presente escrito tiene por objeto exponer un punto de vista acerca de la


implementación de la reforma constitucional y legal en materia laboral,
principalmente en lo referente a los centros de conciliación federal y locales, los
registros sindicales y los tribunales laborales, en cuanto a su integración, sus
funciones y sus competencias. De igual forma, analiza la figura jurídica de la
conciliación, ahora con las reformas, bajo la modalidad de obligatoria. Asimismo,
se propone reflexionar acerca de la medición de la eficacia de la nueva justicia
laboral, que permita conocer y valorar qué tanto la aplicación de las disposiciones
e instrumentos jurídicos expresamente creados para ello contribuyen al avance en
el acceso a la justicia laboral.

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DERECHO PROCESAL DEL TRABAJO
El derecho del trabajo es una materia en constante revisión, cambio y adecuación.
Las relaciones laborales se encuentran en permanente tensión; los avances
tecnológicos, cada vez más breves y disruptivos, replantean las reglas sobre las
cuales se regula el trabajo. El intercambio comercial orilla a los países a convenir
pautas sobre libre comercio y, con ello, nuevos mercados y centros de desarrollo.
Apenas en 2012 se efectuaron reformas y adiciones a la Ley Federal del Trabajo,
que no llegaron a plasmarse en una reforma constitucional.

Dentro de las modificaciones que se llevaron a cabo hace una década, se


recogen, entre otras, el principio de trabajo “digno” y “decente”, la incorporación de
los términos de “hostigamiento” y “acoso sexual”, una regulación sobre el régimen
de “subcontratación”, nuevas modalidades de contratación contratos con
periodos de prueba, contratos de capacitación inicial, contratos de
temporada o discontinuos, nuevas causales de rescisión de la relación del
trabajo sin responsabilidad para el patrón.

Además, se modificó la forma de entregar el aviso de rescisión de la relación


laboral, se limitó a doce meses el pago de salarios caídos, se previó el salario por
hora, se reguló la licencia de paternidad, se reglamentó el “teletrabajo” o trabajo a
distancia, entre otras. En el aspecto procesal se publicó un nuevo Reglamento
Interior y nuevos criterios para la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje.

Reforma constitucional publicada en el Diario Oficial de la Federación del 24


de febrero de 2017

El artículo 123 constitucional ha tenido múltiples reformas, acordes a los objetivos


perseguidos por los regímenes políticos en el poder. No pasa inadvertido señalar
que la Constitución es historia legislada, esto es, la narrativa normada de
relaciones de poder. Sin embargo, la reforma publicada en 2017 implicó grandes y

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trascendentales cambios en el papel del Estado mexicano en la resolución de los
conflictos obrero-patronales.

Como antecedente del nuevo modelo de justicia laboral, el 28 de abril de 2016, el


entonces presidente Enrique Peña Nieto envió al Congreso de la Unión la
“Iniciativa con proyecto de decreto por el que se reforman y adicionan diversas
disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en
materia de justicia laboral”. Los ejes sobre los cuales giró la iniciativa de reforma
fueron tres:

1) La desaparición de las juntas federales y locales de conciliación y arbitraje y


su sustitución por los órganos del Poder Judicial federal y de los poderes
judiciales locales, en su ámbito competencial.
2) Replanteamiento de la función conciliatoria como instancia prejudicial, que
estaría a cargo de centros especializados con personalidad jurídica y
patrimonio propios y con la autonomía necesaria para cumplir sus
funciones.
3) Revisión y, en su caso, creación de un organismo descentralizado para
atender el registro de los contratos colectivos y de las organizaciones
sindicales.

Con esta reforma constitucional se modificaron el inciso d de la fracción V del


artículo 107; las fracciones XVIII, XIX, XX, XXI y el inciso b de la fracción XXVII del
artículo 123; además, se adicionaron la fracción XXII Bis y el inciso c a la fracción
XXXI del apartado A del artículo 123, y se derogó el último párrafo de la fracción
XXXI del apartado A del artículo 123 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos.

En principio, el Constituyente Permanente determinó la creación de juzgados y


tribunales laborales, tanto en el orden federal como en las entidades federativas.

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Con ello, se previene una transición de los asuntos que conocen las juntas de
conciliación y arbitraje, y eventualmente se da la desaparición de éstas.

Dentro de las notas distintivas del nuevo modelo de justicia laboral, encontramos a
las siguientes:

1) Se realizó la instauración de una conciliación obligatoria y prejudicial, a


través de la cual las partes en conflicto buscarán resolver sus diferencias antes
de acudir al órgano jurisdiccional. Este replanteamiento implicó la creación de
centros de conciliación.
2) Se generó una transición de las juntas de conciliación y arbitraje hacia los
nuevos juzgados y tribunales del Poder Judicial de la Federación, así como
aquellos que sean instaurados por las entidades federativas, en el ámbito de
sus competencias. 3) Por último, la reforma previene una protección a la
libertad y democracia sindical y de contratación colectiva, para lo cual se
reconocen principios como el voto libre y secreto de los trabajadores para la
elección de las dirigencias sindicales, la firma de contratos iniciales, la
ratificación de acuerdos negociados, entre otros.

ANTECEDENTES DE LA JUSTCIA LABORAL EN MÉXICO


1917

La defensa de los derechos laborales se encuentra en la génesis de la revolución


mexicana y de la Constitución de 1917. Fue en la época revolucionaria cuando se
dictaron las primeras normas laborales a nivel estatal y, llegado el proceso
constituyente de 1916, el debate más importante fue en torno a los derechos
laborales y su inclusión en la Constitución. Dicho debate culminaría en la
redacción del artículo 123; fue la primera vez en la historia universal que se elevó
a rango constitucional el derecho del trabajo.

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En la redacción original del artículo 123 de la Constitución, se dejó a las
legislaturas estatales (y al Congreso de la Unión, para el caso del Distrito Federal)
la encomienda de emitir las normas del trabajo sin contravenir la Constitución. El
fundamento, tal y como advertía el proemio de dicho artículo, era que las normas
laborales atendieran a las necesidades de cada región.

Así, entre 1817 y 1928, se expidieron leyes laborales en casi todos los estados de
la república y los conflictos laborales se resolvían por Juntas de Conciliación y
Arbitraje (JCA), lo cual trajo discusiones sobre su naturaleza y la de sus
resoluciones. Al ser estructuralmente autoridades administrativas, se consideraba
que eran meramente conciliadoras y no tenían jurisdicción ni facultades para hacer
cumplir sus laudos.

1926
Para 1926 se promulgó el Reglamento de las Juntas de Conciliación y Arbitraje del
Distrito Federal, en el cual se les facultaba para conocer y resolver en arbitraje las
problemáticas laborales y, en su caso, a ejecutar sus laudos. Ello, aunado a los
pronunciamientos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en el
mismo sentido, terminó con el debate, dejando a cargo de las Juntas de
Conciliación y Arbitraje –hasta antes de la reforma constitucional de 2017– la
función jurisdiccional de resolver los conflictos laborales, aun siendo
estructuralmente autoridades administrativas.

1929
Por otro lado, en 1929, con motivo de las contradicciones que se daban en cada
legislación al interpretar el artículo 123 constitucional, se reformó el texto de este
artículo y del 73, para que fuera facultad única del Congreso de la Unión legislar
en materia laboral. En consecuencia, se expidió la primera Ley Federal del Trabajo
en 1931. Tal y como ordenaba la Constitución, la justicia se impartía por Juntas de
Conciliación y Arbitraje que se integraban por una persona representante del

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gobierno que fungía como presidente, un representante de los trabajadores y otro
de los patrones, quienes de manera colegiada resolvían las controversias.

La Ley Federal del Trabajo (LFT) señalaba que, en los procedimientos laborales,
la norma supletoria serían los principios y normas del derecho común, lo cual tuvo
como efecto que los procesos laborales se juzgaran con reglas del derecho civil.
Dado que el derecho civil parte de los principios de igualdad procesal y de que
quien afirma está obligado a probar, no fue una ley protectora de las y los
trabajadores

El formalismo y rigidez del derecho común, trasladado al derecho laboral, se


tradujo en una desventaja para las personas trabajadoras, porque les obligaba a
sujetarse a los rigorismos de probar todos los extremos, a pesar de que en la
relación laboral la parte trabajadora es subordinada (art. 8, LFT) y quien define la
forma es la parte empleadora, resguardando el contrato y los documentos de
prueba

1970
En 1970 se promulgó una nueva LFT que suprimió el derecho común como fuente
del derecho laboral. Sin embargo, fue hasta la reforma de 1980 cuando se realizó
una reestructura procesal trascendente y protectora a los intereses de las y los
trabajadores. Esta reforma retomó el espíritu de justicia social al que aspiraba el
artículo 123 y rompió con el principio de igualdad formal en el procedimiento
laboral.

1980
La reforma de 1980 modificó los títulos XIV, XV y XVI imponiendo un concepto de
vanguardia para equilibrar en el proceso la desigualdad material de las partes en
la relación de trabajo, institucionalizó la tutela al trabajador en la distribución de la
carga de la prueba (art. 784) y en el juicio de despido agregó en el artículo 47 la
obligación del empleador de dar aviso por escrito al trabajador de las causas del

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despido o, en su defecto, tenerle por injustificado el cese. Adicionó la obligación de
la Junta de clarificar, mejorar e incluso ampliar las prestaciones demandadas (art.
685), institucionalizando –en lo laboral– la suplencia de la deficiencia de la
demanda y omitiendo el principio de estricto derecho, de igualdad formal de las
partes y de la obligación de probar de quien afirma, al establecerse que el
empleador debía probar los hechos siempre que se controvirtiera antigüedad,
causas de terminación, duración de la jornada, fecha de ingreso, pago de salarios,
etcétera.

2012
Después de 1980, pasaron más de 30 años para tener otra reforma que impactara
el procedimiento. En 2012 se llevó a cabo otra reforma importante a la LFT, la cual
tuvo como uno de sus objetivos la modernización de la justicia laboral. Para lograr
esto, se hizo obligatorio que tanto el personal jurídico de las JCA como de las
Procuradurías de la Defensa del Trabajo, fueran Licenciadas en Derecho.
Con este mismo fin, se incorporaron tanto el uso de herramientas tecnológicas
para facilitar la impartición de justicia como la regulación de las pruebas
contenidas en medios electrónicos. Para evitar la práctica de prolongar
indebidamente los asuntos con la finalidad de generar mayores cantidades de
salarios caídos, se limitaron a un máximo de doce meses a partir de la fecha del
despido y, posteriormente, el 2 % de interés sobre quince meses (artículo 48,
LFT).
También, buscando mayor celeridad en los asuntos, se modificó la estructura de la
primera audiencia en el procedimiento ordinario, evitando audiencias largas y
retrasos en el proceso, y se incorporó expresamente el principio de conciliación
durante todo el procedimiento, de acuerdo al cual, las Juntas de Conciliación y
Arbitraje deben promover que las partes busquen llegar a un acuerdo para
resolver la controversia hasta antes de dictar el laudo. Esto trajo consigo la
creación de la figura de los conciliadores (Gobierno de la República, 2012).

2019

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Como vimos, desde la primera LFT hasta la reforma de 2012, el procedimiento
sufrió diversos cambios y, hasta antes de la última reforma a la LFT (2019).

Delimitación de los nuevos principios del procedimiento laboral en México.

Frente al escenario expuesto, una que vez que se han delimitado las
condicionantes y factores que deben cimentar la dinámica procesal, es momento
de exponer las formas procesales conforme a las cuales debe emitirse la
legislación secundaria, como una postura concluyente de este análisis. Como
primera medida para su conformación, se tiene la reubicación de los órganos
impartidores de justicia en esta materia, disponiendo la creación de los tribunales
laborales del Poder Judicial de la Federación y de los poderes judiciales locales,
que tiene implícita la desaparición gradual y temporal de las JCyA. Sin embargo,
es materia pendiente delinear los principios que regirán los procedimientos, la
actuación de todos los operadores jurídicos, así como las políticas públicas y
acciones judiciales que se deberán desplegar para implementar este nuevo
modelo procesal.

En los principios del procedimiento laboral tratemos de ubicar esos elementos.


Entenderemos por principios del procedimiento a los elementos que definen las
formas y sucesión temporal de los actos procesales, la comunicación de los
sujetos procesales entre sí y con la sociedad en general, así como el vínculo
existente entre el órgano jurisdiccional con el material fáctico que se aporta a la
instancia. Con esos elementos distintivos no pretendemos agotar la discusión que
existe en diferenciar los principios del procedimiento de los principios del proceso.

Al efecto, existen consideraciones que atribuyen a los primeros los elementos que
les otorgan formas a los diversos procedimientos, en tanto que los segundos se
refieren a la propia configuración del litigio y que se reflejan sobre las partes
procesales, o sobre el objeto del proceso. Pues bien, los principios que rigen los
procesos se realizan en mayor o menor medida con el sistema procesal, es decir,

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con los métodos que se adopten para desarrollarlos y llevarlos a cabo sin que
sean netamente puros, en cuya clasificación destacan el sistema oral y escrito, y
los determina la manera en que las partes se comunican entre sí y exponen sus
pretensiones al juzgador.

En una visión limitada, en el sistema oral, la expresión formal así considerada,


constituye el rasgo más evidente de los juicios orales y la expresión fundamental
en la forma de los actos procesales; sin embargo, en una visión omnicomprensiva,
la oralidad no solo es una forma práctica de los actos procesales, sino que se ha
convertido en el sistema que aglutina los principios de inmediación, concentración,
publicidad, igualdad, continuidad y contradicción. Con los elementos anteriores, es
posible sentar las ideas de un desarrollo legislativo de los principios que deberán
conformar el procedimiento laboral, según las finalidades pretendidas con motivo
de la creación de un nuevo sistema de justicia laboral.

A partir de su delimitación y materialización se permitirá configurar, en mejor


medida, las etapas del procedimiento laboral, es decir, la manera cómo se
realizarán los actos en el orden ya establecido, desde los primeros y hasta la
resolución que recaerá para ponerle fin. Esos principios son: inmediación,
concentración, celeridad, publicidad y oralidad. Cabe aclarar que no se pretende el
desarrollo doctrinal de cada uno de esos principios, sino idear la manera en que
deberán desarrollarse en la legislación secundaria, a modo de propuesta, para que
permita convertir a la justicia laboral en un recurso judicial efectivo de los derechos
sociales en disputa.

1) Principio de inmediación Exige la presencia del juez laboral en cada una de


los actos que integran el procedimiento, pero de manera destacada en el
desahogo de las pruebas, pues tiene como deber la intervención en la
generación de los medios de convicción que servirán para crear convicción
para resolver el conflicto laboral individual o colectivo de trabajo. Se
encuentra estrechamente ligado a la técnica oral.

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Esas ideas deben permear en la configuración de los nuevos
procedimientos laborales. A partir de ello, el legislador deberá prever una
disposición que sancione procesalmente la ausencia del juzgador en las
actuaciones donde preferentemente se materializa la oralidad, tales como
las audiencias, preliminar como la de juicio. De esta forma, con esa medida
de verdadera dirección y conducción del proceso se logrará cambiar la
dinámica errónea presente en las autoridades jurisdiccionales laborales,
donde esas actuaciones procesales son desahogadas por personal jurídico
que en ninguna de las veces coincide con aquellos que emiten la
correspondiente decisión.
De manera más específica, las reglas procesales que emita el legislador
ordinario deberán prever del desahogo de pruebas y alegatos en presencia
del juez y con intervención de éste, lo que correlativamente debe coincidir
con la posibilidad de que el funcionario que dirigió el juicio oral sea quien
emita la sentencia.

Esa posibilidad de que sea el juzgador quien deba dictar la sentencia,


comprende no solo su intervención en su emisión mediante el signo gráfico
de su voluntad, sino también la confección y elaboración del documento
que contiene la decisión del juicio, al haber apreciado los hechos sin
intermediarios y por haber estado más cerca de la verdad histórica. Debe
considerarse la posibilidad de que el juez laboral tenga apoyo solamente en
cuestiones menores, pero no en la actividad específica de realizar
proyectos de sentencia, pues la lógica vigente en el sistema es que el
juzgador es el funcionario que ha percibido el desahogo de las pruebas y el
debate entre las partes.

Otro aspecto importante que debe contener la legislación laboral es la


participación activa y decida del juzgador laboral en la solución de los
conflictos de tipo colectivo, sean huelgas, titularidades de contratos
colectivos y conflictos económicos de naturaleza colectiva. Por su propia

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dinámica, actores sociales que intervienen, así como los temas económicos
y técnicos que involucran, ameritan la presencia ineludible del juez en las
audiencias, pero sobre todo en el desahogo de las pruebas y alegatos.

Ese principio, además de que logrará resolver esos conflictos específicos y


dinámicos, contribuirá a dar legitimación democrática a los juzgadores,
dado que sus decisiones ahora estarán precedidas de un contacto personal
con las formas procesales y de comunicación que las partes en conflicto
eleven a los tribunales. Claro está que esa dinámica de presencia del juez
en el desahogo de las pruebas no puede ser estrictamente realizado, como
sucederá en los casos en que, en forma excepcional, se pueda emplear
una tecnología que permita el desahogo a distancia de testimoniales,
confesionales o periciales, respecto de personas o cosas que se
encuentren fuera del domicilio del local del juzgado, pero que puedan dar
certeza a las partes de su desahogo. Un tema que no ha sido
suficientemente analizado es la posibilidad de materializar la inmediación
judicial en una sub-etapa especial de conciliación dentro de los procesos
laborales.

Al respecto, consideramos que la posibilidad de encontrar formas de


avenimiento entre las partes debe estar presente en todo momento en el
juicio; sin embargo, no consideramos oportuno la existencia de una etapa
propia o específica de conciliación, ni mucho menos que sea el juzgador
quien esté presente en las pláticas conciliatorias de las partes involucradas,
pues podrían ser los jueces proclives a la crítica social desmesurada por
involucrarse con las partes quienes mantienen en la materia laboral su
propia dinámica.

2) Principio de oralidad La oralidad en los procedimientos implica el


predominio de dicha técnica, donde los actos fundamentales se realizan
verbalmente. El Poder Legislativo en el diseño de la legislación secundaria,

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debe establecer reglas para una máxima materialización en las audiencias,
tanto en la correspondiente a la depuración o inicial como en la del juicio,
siendo en ellas donde se realiza la comunicación directa del juez con las
partes trabajadoras, patrones, sindicatos, entidades financiaras, los
abogados, testigos, peritos y demás intervinientes del proceso.

De manera específica, deberá contener normas reguladoras para que las


promociones de las partes deban formularse oralmente durante la
audiencia, así como establecerse que todas intervenciones de las partes
procesales en las referidas audiencias deban ser orales. Los sistemas
procesales no suelen contar con condiciones de puridad procesal. Desde
luego que el legislador debe prevenir que la fijación de la Litis deba ser
escrita. Por ello, en las normas respectivas, debe establecerse que la
demanda, la contestación, las vistas que en la materia se aluden como
réplica y contrarréplica, así como la reconvención y su contestación deban
ser emitidas por escrito.

En ese sentido, sería importante que el legislador previera la posibilidad de


que la demanda y la contestación fueran expuestas de manera verbal en la
audiencia preliminar, a fin de que el juzgador pudiera mantener la fijación
de la Litis y lograra de esa manera fijar los hechos aceptados, los acuerdos
preparatorios y, desde luego, contar con los mejores elementos para admitir
o desechar las pruebas en función de los hechos que conforman el
conflicto. Al efecto, deben establecerse reglas que permitan que las
pruebas sean admitidas y debatidas oralmente en la audiencia preliminar.

De la misma forma, esas reglas deben complementarse con la posibilidad


de que en su desahogo las partes oferentes de las mismas participen en
ello, sea en la confesional por posiciones o libre, el interrogatorio de los
testigos, la respuesta a las interrogantes periciales y su ratificación, pero
todos esos actos de manera oral y con la presencia del juzgador laboral.

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Como complemento de lo anterior, deben establecerse normas que
establezcan que las partes o sus abogados, sus representantes o
cualesquiera intervinientes, deberá exponer sus alegatos oralmente. En
cuanto a la intervención de los jueces laborales, debe considerarse la
posibilidad de que puedan dictar sentencias de viva voz, o sus puntos
resolutivos, dentro de la audiencia de juicio, con un engrose posterior.

De la misma manera, el juzgador laboral deberá dictar autos dentro de la


audiencia preliminar, en relación con las excepciones procesales
formuladas, los posibles acuerdos preparatorios, la Litis de la instancia, las
pruebas ofrecidas y no admitidas, o bien las admitidas, así como las
cuestiones incidentales. En íntima relación con la actuación del juzgador,
debe analizarse una posible regulación de recursos en contra de las
decisiones en las diversas etapas la escrita y la oral. En el diseño de las
reglas respetivas, deben tenerse en cuenta la posibilidad de que sea
posible o no el análisis de los hechos probados, la dinámica de dirección y
control de las audiencias, así como la apreciación personal de las pruebas
que presenció y se desahogaron en su presencia.

Finalmente, el legislador laboral debe considerar la posibilidad de contar


con registros grabados y de reproducción digitales, en audio y voz, el cual
contendrá las formas de conducción verbal de las partes en las audiencias,
intermedia y de juicio. La materialización de este complemento del principio
de oralidad, quizás representa el tema de mayor complejidad material y de
recursos en un sistema procesal, al cual, por cierto, no le han sido
asignados los insumos posibles y necesarios.

3) Principio de concentración Es una forma de interacción procesal que refiere


a la reunión en un solo acto las diversas etapas que lo constituyen con el fin
de concluir el juicio, o de no ser posible en la menor cantidad de audiencias
consecutivas y con la mayor proximidad temporal entre ellas. En una idea

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genérica del procedimiento laboral ordinario, el legislador debe contemplar
la necesidad de contar con dos etapas, sucesivas y continuadas de actos
procesales; por una parte, la fijación de la Litis, la cual puede configurarse
de elementos escritos, mediados por las vistas o traslados que decrete el
juzgador con la demanda, contestación y objeción respetiva de las pruebas
que se acompañan, en plazos relativamente cortos.

Por la otra, de una serie encadenada de audiencias, sucesivas, como lo es


la audiencia preliminar o inicial y la del juicio, en las cuales, de manera
enunciativa, se debe depurar la Litis y admitir las pruebas, así como del
desahogo y alegación por las partes, respectivamente. La concatenación de
esos actos procesales, definidos en la legislación secundaria,
materializarán la sucesión y continuidad de las actuaciones más relevantes
de los procedimientos ordinarios laborales, pretendiendo que sean
resueltos en un menor tiempo posible y no de los cuatro años que en
promedio emplean para solucionar actualmente los juicios las JCyA. Desde
luego que el legislador secundario debe contemplar la posibilidad de que
existan casos en los cuales se hayan ofrecido pruebas que exijan la
traslación del juez o tribunal fuera del local de la audiencia, en cuyo caso
debe existir norma que permita suspender la instancia por el tiempo
estrictamente necesario.

Esa posibilidad comprendería, los casos en que se hicieran llegar


certificados médicos de imposibilidad de asistencia de alguna de las partes,
testigos o peritos al desahogo de una audiencia específica. Además,
deberá contemplarse la posibilidad de que en el desahogo de las pruebas
se propongan diversas para acreditar una objeción específica, como lo
sería la tacha de testigos, en cuyo caso tendrían que suspenderse la
audiencia para el desahogo de esos eventuales medios de convicción
novedosos. En la conformación de las reglas que el legislador diseñe para
la legislación secundaria debe contemplarse en una concentración de su

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contenido, en especial de las cuestiones previas, incidentales y
prejudiciales, a fin de que discutan en el propio proceso, y se revuelvan en
las audiencias preliminar o de juicio, sin una prejudialización devolutiva y
procedimental.

4) Principio de celeridad Es un principio del procedimiento que busca la


tramitación y resolución con rapidez o prontitud, con la finalidad de otorgar
una expedita tutela a los derechos laborales reclamados. Para ello, se
pretenden evitar las dilaciones indebidas, a fin de materializar un recurso
judicial efectivo y rápido.

En el diseño de las reglas que desarrollen este principio, el legislador no


debe limitar o eliminar derechos que aseguren la tutela procesal efectiva de
las partes, así como la condición básica de la parte trabajadora, o de los
sindicatos en la defensa de sus derechos sociales, con el pretexto de
conseguir una mayor economía procesal, ni para desconocer principios de
mayor rango, como los de contradicción o el de audiencia. Las normas que
deberán incorporarse a la legislación secundaria deberán ser las suficientes
para que el juez pueda adoptar decisiones particulares, entre las que se
encuentra la de limitar el número de testigos cuando sus manifestaciones
pueden ser repetitivas y ociosas sobre hechos suficientemente
esclarecidos; la habilitación de días y horas inhábiles.

En diversa modalidad, la legislación laboral que se expida deberá ser


concreta en la regulación de todos los plazos procesales, en términos
generales y breves, además de la connotación de perentorios e
improrrogables.

5) Principio de publicidad Este principio se refiere a la posibilidad de que


todas las personas puedan tener acceso a todas las actuaciones judiciales,

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con el fin de preservar la imparcialidad y conseguir un control de la
actuación de los impartidores de justicia.

Transparentar la actuación de los jueces laborales y sus decisiones son las


condiciones de un estado de derecho. De esta forma, el legislador debe
considerar que todas las actuaciones, especialmente las audiencias,
cuentan con el carácter público y que solamente pueden limitarse por
afectar la intimidad o identidad de menores de edad, mujeres en estado de
vulnerabilidad, o bien, o razones de seguridad nacional por el tema de
sindicatos de entidades estratégicas como el de Petróleos Mexicanos, e
inclusive de organización.

En este último tema, vinculado a los casos de conflictos colectivos, es


posible que el legislador conceda facultades a los juzgadores para que
eviten alteraciones en el correcto desarrollo de las audiencias de juicio,
como lo es el aforo a las salas respectivas. Dichas medidas las debe
contemplar el legislador, sobre todo para el desahogo de los medios de
prueba, pues puede presentarse el caso de asumir medidas procesales con
el fin de salvaguardar los derechos de las partes.

¿Qué se espera de la nueva justicia laboral?

Uno de los puntos que debemos resaltar es que en nuestro país en los
últimos tres lustros hemos tenido experiencias de transformaciones en
distintas materias del derecho, en particular en el aspecto forense, práctico
y de aplicación adjetiva de las normas. El ejemplo más evidente y claro
ocurrió el 18 de junio de 2008, cuando se reformó la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos en materia penal y, con ello, se ordenó la
transición a un nuevo sistema de impartición de justicia en la materia; para
ello, el Constituyente Permanente otorgó un plazo de ocho años para la
entrada en vigor plena en todo el país. De esta manera, se implementaron

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instituciones, se consolidaron presupuestos públicos, se hizo la adecuación
de instalaciones y se llevó a cabo un largo proceso de capacitación para
todas las personas involucradas en su implementación, tanto servidores
públicos como particulares.

La reforma en materia laboral también ha tenido sus propias


determinaciones. Como se observó en este documento, el Constituyente
Permanente ordenó al Congreso de la Unión y a las legislaturas locales
realizar las adecuaciones legislativas dentro del año siguiente a la entrada
en vigor, es decir, a más tardar el 25 de febrero de 2018; sin embargo, hubo
un incumplimiento de los poderes legislativos, tanto federal como locales,
en cuanto a la armonización de ordenamientos en sus ámbitos
competenciales.

De inicio, uno de los desafíos en la transición de las juntas de conciliación y


arbitraje a los nuevos tribunales laborales consistió en abatir las cargas de
trabajo, poner los expedientes en estado de resolución y, para las primeras,
poder ejecutar aquellos laudos ya dictados y pendientes de ello.

A pesar de ese escenario y de que no se contó con el mismo plazo que


tuvo la reforma penal, con los mismos presupuestos y quizá con el mismo
empeño como país para el nuevo modelo de justicia laboral, ha sido tarea
de los poderes judiciales federal y locales la creación de estos nuevos
órganos jurisdiccionales especializados en la materia; un ejemplo de ello
fue la selección, promoción y capacitación de nuevos operadores jurídicos
para las distintas plazas que requerían cubrir los tribunales laborales, desde
las personas titulares, secretarios, actuarios y funcionarios judiciales
diversos. En el caso del Poder Judicial de la Federación, se han llevado a
cabo múltiples procesos de selección para ocupar las plazas de jueces y
magistrados, lo que implica engrosar la estructura burocrática del tercer
poder; sin embargo, es preciso señalar que se ha observado que en la

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selección de ese personal se ha procurado cumplir con la equidad de
género.

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CONCLUSIONES

Para explicar el actual sistema de impartición de justicia laboral es preciso revisar


los factores internos y externos a nuestro país que dan contexto de los alcances,
efectos, causas y consecuencias de las nuevas instituciones creadas. En los
factores internos, el agotamiento del modelo tripartito de las juntas de conciliación
caracterizado por el rezago, el abuso de los postulantes, la corrupción y la alta
intervención del Ejecutivo en las relaciones obrero-patronales exigió la creación de
nuevas autoridades administrativas y jurisdiccionales que se encargaran de esas
funciones La definición de reforma laboral hace referencia a cualquier modificación
de la normativa cuya finalidad es mejorar y cambiar las relaciones laborales de un
país, la idea es obtener una regulación del mercado laboral más eficiente. El
nuevo procedimiento laboral se rige por principios de oralidad, inmediación,
continuidad, concentración y publicidad. La fase escrita consiste en la
presentación y contestación de la demanda, incluyendo las pruebas; y en la
admisión de réplicas y reconvenciones.

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