Cartas de Salvador Novo A Federico García Lorca
Cartas de Salvador Novo A Federico García Lorca
Cartas de Salvador Novo A Federico García Lorca
& 'obre su fugaz, pero feliz encuentro con García Lorca en Buenos Aires ' Véase Salvador Novo,
Continente vacío. (Viaje a
en diciembre de 1933, Salvador Novo nos dejó una interesante y divertida
Sudamérica), (Espasa Cal-
crónica en su libro Continente vacío (Viaje a Sudamérica) (Espasa Calpe, pe, Madrid, 1935), pp.188-
Madrid, 1935), publicado apenas un año después de su regreso a México. 241; y Novo, «Prólogo», en
Con evidente cariño y añoranza, al final de su vida también volvió a evo- Federico García Lorca,
Libro de poemas. Poema
car la misma historia en el prólogo escrito para la publicación en México del cante jondo. Romance-
de algunas obras de su antiguo amigo español1. Si bien ambos relatos (y ro gitano. Poeta en Nueva
sobre todo el primero) nos ofrecen una imagen bastante candida de esta York. Odas. Llanto por
Ignacio Sánchez Mejías.
amistad, tal vez nos permita ahondar un poco más en el curso seguido por Bodas de sangre. Yerma.
esta relación, la serie "de tres cartas de Novo a Lorca que a continuación (1973; 12a el, Porráa,
se comenta, las tres, hasta ahora, rigurosamente inéditas 2 . México D.F,, 1994), pp.vii-
xix. El mismo texto simó
El viaje de Novo a Sudamérica surgió a raíz de una invitación que se le como prólogo para otro
extendió para que acompañara, como relator oficial, a la comitiva mexica- volumen paralelo en que se
na que asistiría en Montevideo a la VII Conferencia Internacional Ameri- reunieron otros textos de
Lorca: Mariana Pineda. La
cana. En Continente vacío, Novo se ocupa muy poco de lo ocurrido duran- zapatera prodigiosa. Así
te esa conferencia, celebrada en la primera quincena de diciembre de que pasen cinco años.
1933, prefiriendo (para fortuna nuestra) relatar sus propias andanzas al Doña Rosita la soltera. La
casa de Bernarda Alba.
margen de las reuniones oficiales. Entre estas andanzas se destaca preci-
Primeras canciones. Can-
samente la narración de su breve estancia en Buenos Aires, ciudad a la ciones. Para evitar un exce-
que se dirigió poco después de llegar a la capital uruguaya, queriendo so de notas de pie de pági-
na, las referencias a
aprovechar de esta manera algunos de los pocos días libres que tendría
Continente vacío (que son
antes de que empezara su trabajo para «la expedición al Polo Sur» de la las más) se harán en el
que formaba parte. cuerpo del texto mediante
Cuando Novo llegó a Buenos Aires el 30 de noviembre, Lorca llevaba ya la sigla CV, seguidas por el
número de la página.
más de un mes y medio como el ídolo del público argentino. Había dado 2
Los originales de estas
conferencias y recitales ante foros cada vez más entusiastas, mientras que cartas, todas ellas escritas a
su obra Bodas de sangre, estrenada por la compañía de Lola Membrives en máquina, se conservan en
\y Ensayo^ 8
julio, seguía teniendo un éxito como pocas veces se había visto en la histo-
ria del teatro del país. Y como si esto fuera poco, viendo la enorme popu-
laridad gozada por el poeta y dramaturgo andaluz, Victoria Ocampo había
sacado una nueva edición argentina del Romancero gitano, edición que
también se vendía como pan caliente. Fue el suyo un éxito tan fulminante
que, de hecho, la situación se volvió casi insoportable para el propio
Lorca. «Estoy muy mal» se quejó en algún momento, al escribir a su fami-
lia en España, «porque estaba nerviosísimo de tanto beso y tanto apretón
de mano. Cuando me fui al hotel no pude dormir de lo cansado que esta-
ba. Aquí por eso tengo una sonrisa falsa porque lo que quería era que me
dejaran solo y veo que es imposible»3.
Las circunstancias, en fin, no eran muy propicias para que Novo cono-
ciera a Lorca o, al menos, para que entablara con él el tipo de amistad
que quería. «Ante tamaña popularidad —apunta el mexicano— yo vacilo
en mi deseo de conocerlo. Lo admiro mucho, pero no quería ser simple-
mente un admirador suyo más, y quizás no habrá medio de ser su
amigo». [CV, 188] Al juzgar por este testimonio, la reticencia de Novo fue
tan aguda que, de hecho, los dos poetas no se hubieran conocido de no
haber intervenido un tercero. Novo recuerda que, al llegar a Buenos Aires,
no contaba con la amistad de ningún escritor argentino. Sin embargo, sí
contaba con la invitación, que Alfonso Reyes le había hecho llegar en
Montevideo, a que pasara a saludar al joven poeta argentino Ricardo E.
Molinari. «Alfonso Reyes —recordaría— me había traído de Buenos Aires
el grato saludo de Ricardo Molinari en una linda plaquette y me recomen-
dó vivamente verle allá describiéndomelo como un mexicano, moreno
—moracho, de vivos ojos negros y muy aficionado a todo lo nuestro».
Madrid, en la Fundación [CV, 174] Ampliando un poco la descripción de esta figura señera de la
Federico García horca. Mis poesía argentina, cabría agregar que acababa de pasar algún tiempo en
gracias a Manuel Fernández- España, donde se había hecho muy amigo de poetas como Gerardo Diego
Montesinos, director de
dicha Fundación, por ha- y Luis Cernuda, y donde Manuel Altolaguirre le había editado un cuader-
berme permitido la consulta no, Nunca (Ediciones Héroe, Madrid, 1933). No se sabe si había coincidi-
de estos textos y también do ahí con Lorca (el biógrafo de Lorca, lan Gibson, tiende a creer que
por haber accedido a su
publicación. no), pero el hecho es que, cuando llega Novo a Buenos Aires, Molinari ya
3
Apud lan Gibson, Fede- se ha convertido en íntimo del autor de Bodas de sangre y es Molinari
rico García Lorca 2. De quien, al conocer a Novo, lo lleva en seguida a que los dos se conozcan.
Nueva York a Fuente
Grande. 1929-1936 (Grijal-
El encuentro ocurrió la mañana del día Io de diciembre, que coincidió
bo, Barcelona, 1987), pp. con el día del estreno en Buenos Aires de otra obra teatral de Lorca, La
268-9. Esta biografía me zapatera prodigiosa. Lorca los recibió en la habitación que tenía en el Cas-
ha sido de gran utilidad a
telar, un hotel muy céntrico en la elegante Avenida de Mayo. El poeta
la hora de seguir la estan-
cia de Lorca en Buenos español, como de costumbre, estaba sitiado, hasta en su habitación, por
Aires. toda una muchedumbre de fervientes admiradores. «Federico estaba en el
9
Federico entraba y salía, me miraba de reojo, contaba anécdotas, y poco a poco sentí
que hablaba directamente para mí; que todos aquellos ilustres admiradores suyos le
embromaban tanto como me cohibían y que yo debía aguardar hasta que se marchasen
para que él y yo nos diéramos un verdadero abrazo. Por ahora, tenía que ir a ensayar
La zapatera, que se estrenaba esa noche misma. Allí nos veríamos para conversar des-
pués de la función, si era posible, y si no, al día siguiente yo vendría por él para almor-
zar juntos, solos. [CV, 199],
¡Pero zi tú ere mundiá! —me decía— ¡Y yo sabía que tendría que conozerte! En
España y en Nueva Yó, y en La Habana, y en toah parte me han contao anédota
tuyaz y conozco tu lengua rallada pa hazé soneto! —Y luego poniéndose serio—: Pa
mí, la amiztá e ya pa siempre; e cosa sagra; paze lo que paze, ya tú y yo zeremos
amigos pa toa la vía! [CV, 202].
Federico entraba y salía; más tarde me aseguró que desde un principio supo que
yo no habría de morirme, y a propósito de su clarividencia gitana refirió una leyenda
de «martinicos», duendes, e hizo conjuros por mi salud, que a poco lo hacen lanzar
de su hotel, pues el más eficaz consistía en echar agua por la ventana, y bañó a más
de un transeúnte de la Avenida de Mayo para que yo me aliviara pronto. [CV, 208].
[Membrete:]
VII Conferencia
Internacional Americana
Delegación de México
11 de diciembre [1933]
Querido Federico:
he vuelto a estar enfermo, claro, porque me han faltado tus conjuros:
hazlos, por favor, a distancia. Desde la cama —sólo [sw]— y con fiebre y
con calentura, no he podido escribirte, pero tú sabes bien que en el fondo
hay una pasión loca furiosa de atar. ¿Cuándo vendrás a Montevideo, en
donde ya se encuentra tu embajadora? Hoy recibí pruebas de mi poema
que imprimirá Colombo en B[uenos] Afires] y para el que Molinari te
forzó a prometerme un dibujo. ¿Lo harás? Algo así como un marinero, o
una verga marina, o el mar o lo que se te dé la chingada gana, pero ya, en
este momento, porque ahí son lentos para trabajar, y entrégaselo a Moli-
nari, a quien le escribo ahora para rogarle que se encargue de vigilar la
edición. Ah, y mándame un romancero gitano-argentino para mi colec-
ción de incunables. Mi hotel es Gran Hotel. Ahí han estado, según confe-
sión de mi mucama, Novelli, Anatole France... y Tina de Lorenzo.
Te abrazo
Salvador
11
[Membrete]
Salvador Novo
Rosas Moreno 102, México
25 de diciembre de 1933
Federico queridísimo:
Dibujo de Federico
García Lorca
14
abiertamente, tiene bastante que ver con su amistad con Lorca. El pretex-
to visible del poema fue la relación que Novo había entablado en Montevi-
deo con Angelillo, un joven torero andaluz que, encontrándose sin dinero,
decidió un día dirigirse a Novo para que éste le ayudara a comprar el
pasaje a España. Angelillo sabía que Novo era mexicano y «habiendo
mexicanos —le explicaba a Novo—, les gustarán los toros, y gustándoles
los toros, ayudarán a un torero que está en desgracia». [CV, 230]. A Novo
no le gustaban en absoluto los toros, pero, a pesar de ello, no pudo opo-
ner resistencia ante una lógica tan impecable. «Le tendí un billete, uno de
esos sucios, grandes billetes uruguayos. Le aconsejé ver a su ministro o a
su embajador en Buenos Aires, que estaba entonces en Montevideo, y a
quienes yo me encargaría de recomendar que lo repatriaran. No se le
había ocurrido una solución semejante, ni su posibilidad. Contaba alegre-
mente rescatar su traje de luces, ponerse al día en la pensión con el gran-
de y sucio billete y algún día, quizá, vendría a México. No olvidaría nunca
ese favo». [CV, 230-231].
Este muchacho, a quien Novo nunca más volvería a ver, figura como el
protagonista de su «Romance de Angelillo y Adela», un poema que consti-
tuye un homenaje muy obvio (y a veces bastante ripioso, hay que decirlo)
al autor del Romancero gitano:
El se llamaba Angelillo
—ella se llamaba Adela—,
él andaluz y torero
—ella de carne morena—,
él escapó de su casa
por seguir vida torera;
mancebo que huye de España,
mozo que a sus padres deja,
sufre penas y trabajos
y se halla solo en América4.
que presentías y que tardas tanto en certificar. Tú cantaste la Adelita, que sabías tan
bien, y me dijiste que para ti esa canción simbolizaba todo el México que querías
conocer, que Adelita era para ti una mujer viva, de carne y hueso, idolatrada por los
sargentos, respetada hasta por el mismo coronel; fiel a su soldado, apasionada,
morena y fecunda.
Sea cual fuere la relación real o deseada de Novo, tanto con Angelillo
como con Lorca, lo cierto es que fue Lorca quien motivó esta identifica-
ción de Novo con la Adela del corrido, identificación que Novo quiso per-
petuar al escribir su romance en homenaje a Lorca. Cabe señalar, por
cierto, que en este homenaje Novo no sólo pone en juego una fusión (y
confusión) de los papeles sexuales tradicionales, sino que también postula
una interesante confluencia racial y cultural entre lo mexicano y lo espa-
ñol, mestizaje que se traduce, entre otras cosas, en el cruce establecido en
el poema entre el corrido y el romance. Es decir: así como Novo se con-
movió al escuchar el corrido de la «Adelita» de boca del autor del Roman-
5
cero gitano, él a su vez quiso que éste se conmoviera (o al menos, se divir- Véase Salvador Novo,
Romance de Angelillo y
tiera) al ver esta misma «Adela» convertida en personaje.de un romance Adela (Imprenta Mundial,
gitano... escrito por un mexicano. México D.F., 1934). El
En enero de 1934 Novo estuvo de regreso en México, donde en seguida colofón reza: «Se acabó de
imprimir en México en la
encargó una edición limitadísima de su «Romance», tal y como había Imprenta Mundial el día 31
anunciado 5 . Por su parte, tras sucesivas decisiones de prorrogar su estan- de enero de MCMXXXIV».
cia, Lorca finalmente abandonó el Río de la Plata en el mes de marzo. A En cuanto a la «Justifica-
ción» de la tirada, se señala
diferencia de lo que anticipaba Novo, su barco, de regreso a Europa, no lo siguiente: «Del Romance
pasó por Nueva York; por ello, Lorca ni siquiera se habría planteado la de Angelillo y Adela se han
posibilidad de interrumpir su viaje para bajar de Estados Unidos a Méxi- impreso únicamente quince
ejemplares en papel Impe-
co, tal y como Novo evidentemente quería que hiciera. Pero, según parece,
rial, numerados del I al XV
Lorca sí contestó esta segunda carta de Novo. De esta misiva, por desgra- y fuera de comercio». El
cia, sólo conocemos el pequeño detalle que nos comunica Novo en el pró- poema lleva una escueta
dedicatoria «A Federico
logo escrito en 1973 para la edición de Porrúa, donde recuerda que, estan-
García Lorca», que, por
do ya en México, en 1934, recibió «apenas [...] unas líneas» del poeta cierto, no aparece en la edi-
español, dirigidas (y aquí viene la cita de Lorca) «al indiecito que llevas ción de la Poesía de Novo
debajo de la tetilla izquierda» 6 . Detalle gracioso, que ofrece una pequeña y publicada por el Fondo de
Cultura Económica; cabe
divertida variante con respecto a una observación parecida que Lorca le señalar que en la edición
habría hecho el día que comieron juntos en la Costanera bonaerense y que del Fondo tampoco figura
éste recoge nuevamente en Continente vacio: «Toda nuestra España la dedicatoria a Molinari
que encabeza la edición
—recordaría Novo, refiriéndose a la fascinante conversación de Lorca— princeps de las Seamen
fluía de sus labios en charla sin testigos, ávida de acercarse a nuestro Ryhmes.
6
México, que él miraba en el indiecito que descubría en mis ojos». [CV, Novo, «Prólogo», p , xix.
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James Valender