Servicio de Radiodiagnóstico. Complejo Hospitalario Universi-Tario Infanta Cristina. Badajoz
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Servicio de Radiodiagnóstico. Complejo Hospitalario Universi-Tario Infanta Cristina. Badajoz
OBJETIVOS
1. Ilustrar mediante imagen el espectro de
lesiones que pueden acontecer tras un
traumatismo torá- cico.
2. Revisar cuáles son las indicaciones de las
distintas técnicas de imagen en el estudio del
paciente con traumatismo torácico.
INTRODUCCIÓN
Los traumatismos torácicos son causa importante
de morbilidad y mortalidad, siendo directamente res-
ponsables del 20-25% de las muertes según las series,
contribuyendo en el fallecimiento en otro 50% de los
casos1. La severidad de las lesiones en los
pacientes varía desde simples hallazgos radiológicos
a lesiones que comprometen la vida del paciente y
requieren in- tervención terapéutica inmediata.
La mayoría de los traumatismos torácicos son
ce- rrados, en los que no existe solución de
continuidad en la pared torácica. El mecanismo de
producción es variable, desde contusión directa,
fuerzas de desacele- ración y cizallamiento o
aumentos bruscos de la pre- sión intratorácica.
Las diferentes técnicas de imagen juegan un papel
fundamental en el diagnóstico del traumatismo torá-
cico. La radiografía (rx) de tórax portátil suele ser
la primera exploración de imagen que se realiza en
estos pacientes. Pero hoy día, la prueba de imagen
consi- derada como patrón oro para la evaluación
de estos pacientes es la tomografía axial
computerizada (TC). La TC detecta patología
significativa en pacientes con Rx de tórax normal y
revelará lesiones más extensas que las visualizadas
en la Rx de tórax inicial2. El TC multidetector
(TCMD) permite realizar estudios más rápidos con
cortes de menor espesor y barridos más amplios así
como reconstrucciones multiplanares. Es- tas
ventajas nos permiten el diagnóstico de lesiones en
órganos principales y de alteraciones sutiles pre-
cozmente. La Resonancia Magnética (RM) se realizará
en casos de dudas sobre la integridad del
diafragma, traumatismos vertebrales, sospecha de
lesión del ple- xo braquial y seguimiento de patología
aórtica3.
se observen las porciones anteriores y posteriores del pacio aéreo parcheadas o consolidaciones de bordes
diafragma) y d) una mejor definición del contorno mediastíni- mal definidos distribuidas de forma no segmentaria
co o de la silueta cardíaca.
Cuando la lesión permite la entrada de aire en la
cavidad pleural pero no la salida, se produce un neumo-
tórax a tensión. La presión intratorácica en el hemitó-
rax afecto aumenta progresivamente y el parénquima
pulmonar ipsilateral se colapsa hacia el hilio.
También se produce desplazamiento mediastínico
contralate- ral e incluso inversión diafragmática. Los
casos más severos condicionan compromiso del
retorno veno- so hacia cámaras cardíacas,
provocando inestabilidad hemodinámica del
paciente.
1. b. Hemotórax.
El hemotórax se define como la presencia de
san- gre en el interior del espacio pleural
procedente de una rotura o laceración vascular. El
sangrado puede provenir tanto de lesiones torácicas
como de lesiones abdominales (lesiones hepáticas o
esplénicas con ro- tura diafragmática). El hemotórax
a tensión se produ- ce cuando la acumulación de
sangre en el interior de la cavidad pleural supera la
cantidad de un litro y se acompaña de inestabilidad
hemodinámica.
En la radiografía de tórax en bipedestación, se
aprecia aumento de densidad del hemitórax afecto,
que no borra los contornos vasculares, con signo
de menisco. En la TC, el hemotórax es fácilmente
detec- table ya que presenta valores de atenuación en
el ran- go de 35 - 70UH (el derrame pleural reactivo
no supe- rará las 15UH) aunque éstos pueden variar
en función del tiempo de evolución del sangrado.
Los coágulos podrían alcanzar valores de hasta 50 -
90UH. Se pue- den observar distintas fases de
degradación de la san- gre en el interior de la
cavidad pleural, que muestran un aspecto “en capas”,
el llamado efecto hematocrito. En casos de sangrado
activo, los valores obtenidos son similares a los
alcanzados en los grandes vasos toráci- cos
adyacentes.
2. - LESIONES PULMONARES
2. a. Contusión pulmonar.
La contusión pulmonar es la lesión más frecuente
en traumatismos cerrados, con una prevalencia que
oscila entre el 17 - 70%4. Está causada por la
disrup- ción de capilares de las paredes alveolares
y de los septos y fuga de sangre hacia el espacio
alveolar y el intersticio. Las contusiones pulmonares
suceden en el mismo momento del daño,
habitualmente en el lugar del impacto.
La apariencia típica consiste en opacidades del es-
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Ponencias
asociadas a áreas de aumento de la densidad en estos pacientes suelen requerir trata- miento previo a
vidrio deslustrado. La visualización de los intubación o anestesia general.
distintos patrones depende fundamentalmente de
la severidad del trau- matismo. Habitualmente,
las regiones subpleurales suelen estar respetadas.
La TC puede frecuentemente detectar
contusión pulmonar inmediatamente tras la
injuria pulmonar, mientras que la visualización
de las mismas en una Rx de tórax puede no ser
posible hasta las 6 horas después.
La resolución de las contusiones pulmonares
típi- camente comienza en las primeras 24-48
horas y fina- liza completamente en 3-10 días. La
aparición de una consolidación en la Rx de tórax
después de las prime- ras 24 horas debe hacernos
pensar en otro diagnósti- co como aspiración,
neumonía o embolismo graso.
La presencia de una contusión pulmonar
masiva (más del 20% del parénquima), va a
predisponer a una evolución tórpida hacia SDRA y
al desarrollo de neu- monías. Las secuelas a largo
plazo incluyen fibrosis pulmonar y disminución
en la capacidad pulmonar funcional.
2. b. Laceración pulmonar.
La laceración pulmonar se produce cuando
hay una disrupción del parénquima pulmonar,
que ori- gina una cavidad en el pulmón. Son
más frecuentes en niños y adultos jóvenes por la
gran flexibilidad y elasticidad del tejido
pulmonar. La TC torácica es más sensible para
detectar y evaluar la extensión de la la- ceración
pulmonar que la radiografía simple4. En la TC
se aprecia una cavidad redondeada u oval. Puede
estar rellena de aire (neumatocele traumático), de
san- gre (hematocele traumático) o de sangre y
aire (hema- toneumatocele traumático).
Este tipo de lesión no requiere tratamiento. Las
la- ceraciones pulmonares se resuelven más
lentamente que las contusiones y pueden persistir
durante sema- nas, meses e incluso años hasta su
resolución comple- ta. La aparición de un
neumotórax secundario es la complicación más
frecuente, seguida de la formación de absceso
pulmonar o fístula broncopleural.
4. - LESIONES MEDIASTÍNICAS
4. a. Neumomediastino.
El neumomediastino se observa en hasta el 10%
de los pacientes con traumatismo torácico cerrado. El
aire no solo llega al mediastino mediante lesión de la
vía aérea, sino que también procede del
parénquima pulmonar, lesión esofágica, en pared
torácica, cuello y lesión retroperitoneal. El llamado
efecto Macklin afecta a rotura alveolar, con
disección del aire a lo largo de las vainas o haces
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Ponencias
del efecto Macklin es similar a la del enfisema torácicos cerrados. La angiografía y el ecocar-
inters- ticial pulmonar, es decir, líneas de aire a lo diograma siguen constituyendo las técnicas diagnósti-
largo de los haces broncovasculares o colecciones cas para evaluar las lesiones de arterias coronarias y
de aire en el mediastino. La TC es más sensible para la función del ventrículo izquierdo.
detectar neu- momediastino que la radiografía de Las roturas pericárdicas varían desde pequeñas
tórax6. Se pueden visualizar bandas de aire
habitualmente alrededor de las arterias pulmonares
principales y de la aorta.
4. b. Traumatismos esofágicos.
La mayoría de las lesiones esofágicas son
secun- darias a un traumatismo penetrante
(habitualmente se lesiona el esófago cervical) o
lesión yatrogénica (rotura a lo largo del margen
izquierdo de la pared esofágica). Estas lesiones se
asocian frecuentemente a síntomas como
hematemesis y odinofagia.
Los hallazgos que pueden hacer sospechar la
pre- sencia de una rotura esofágica son la
existencia de neumomediastino, hidroneumotórax
(visible en el lado izquierdo), o la extravasación
de contraste oral hacia la cavidad pleural o al
mediastino. La rotura esofágica conlleva una alta
mortalidad, debida funda- mentalmente al retraso en
el diagnóstico y a un rápido desarrollo de
mediastinitis secundaria.
4. c. Traumatismos cardíacos.
Ocurren frecuentemente en traumatismos pene-
trantes o en accidentes de tráfico. Pueden variar
desde contusiones miocárdicas hasta roturas
cardíacas. Las lesiones cardíacas son las lesiones
traumáticas toráci- cas más letales7. Sin embargo,
los pacientes con con- tusiones miocárdicas, roturas
pericárdicas, lesiones valvulares o pequeñas
roturas en cavidades de baja presión pueden
sobrevivir hasta llegar al hospital.
El diagnóstico depende del grado de sospecha clí-
nica. El paciente puede tener anomalías en el
ECG o enzimas cardíacas elevadas. Las
manifestaciones incluyen hemopericardio,
extravasación del material de contraste hacia el
saco pericárdico o mediastino, neumopericardio,
desplazamiento del corazón hacia la herniación o
gas anormal intestinal en el tórax de- bido a
rotura. El infarto de miocardio se observa en
casos de disección coronaria, trombosis o rotura
de placa de ateroma. La TC puede mostrar la
presencia de hemopericardio, extravasación de
contraste en el pericardio o mediastino,
neumopericardio o desplaza- miento del corazón
debido a herniación cardiaca. Las contusiones
cardiacas aparecen como áreas de baja atenuación,
y ocurren en más del 76% de los trauma- tismos
roturas hasta una rotura longitudinal del pericardio, cervical inferior se considera un signo indirecto de
que predispone a la herniación cardíaca, disfunción y
muerte. El sitio más común de lesión pericárdica
es sobre el lado izquierdo de la superficie
diafragmática del pericardio. En la TC, se puede
apreciar hemoperi- cardio y/o neumopericardio.
LESIÓN AÓRTICA
La causa más frecuente es la colisión con vehículo
de motor, siendo causas mucho menos frecuentes las
caídas y los atropellos. La lesión se produce típica-
mente en las zonas de fijación, que incluyen (en
or- den de frecuencia descendente) la aorta
descendente proximal, arco aórtico, raíz de aorta y
aorta descen- dente a nivel del hiato aórtico. El
daño puede afec- tar parcialmente a la pared
aórtica (íntima y media) o bien afectar hasta la
adventicia (lesión transmural), que suele ser letal en
la mayoría de los casos8. Los sig- nos directos de
lesión aórtica visibles en la TC son la extravasación
de contraste IV, disección aórtica, pseu-
doaneurismas y flap intimal y cambio brusco de cali-
bre. Los signos indirectos son hematoma periaórtico
y hematoma mediastínico. El hematoma mediastínico
puede estar presente en casos de lesión venosa en ca-
sos en que se descarte lesión aórtica.
Una rotura parcial favorece la aparición de un
pseudoaneurisma sacular, mientras que una
laceración completa puede ocasionar la aparición
de un pseu- doaneurisma fusiforme circunferencial.
Suele existir un hematoma periaórtico, que puede
visualizarse en la radiografía como un
ensanchamiento mediastíni- co, borrosidad del
botón aórtico, o engrosamiento de la línea
paratraqueal. En raras ocasiones, la radiogra- fía es
normal. El TCMD es actualmente el método de
elección para demostrar la presencia de lesiones
aórticas. Los reformateos multiplanares, así como las
reconstrucciones volumétricas, permiten una caracte-
rización precisa de la lesión, que facilita la elección
del tratamiento más adecuado (stent endovascular
o reparación quirúrgica).
5. - ROTURA DIAFRAGMÁTICA
La rotura diafragmática tiene una presentación
clí- nica variable en función del tamaño, origen y
localiza- ción de la lesión. Son más frecuentes
tras traumatis- mos penetrantes y en el lado
izquierdo. La causa suele ser un incremento
brusco de la presión intratorácica o
intraabdominal sobre un diafragma fijo. El diag-
nóstico habitualmente se hace de forma tardía ya
que suele estar enmascarada por otras lesiones más
graves que requieren atención inmediata.
El diagnóstico precoz de las roturas
diafragmáti- cas traumáticas sigue siendo un reto
para el radiólogo. Entre las herramientas
diagnósticas de las que se dis- ponen, la prueba
inicial sigue siendo la Rx de tórax. Se han
descrito varios signos radiológicos que pueden
sugerir o indicar la existencia de una rotura
diafrag- mática como: a) alteración del contorno
de un hemi- diafragma simulando lobulación, b)
sombra arqueada que simula el hemidiafragma
elevado, c) burbujas aé- reas o densidades
homogéneas por encima del nivel supuesto del
hemidiafragma, d) desplazamiento con- tralateral
de corazón/mediastino y e) curso anormal de la
SNG en el tórax. Además, en estudios baritados
(EED/enema opaco) también se pueden poner
de manifiesto la herniación de vísceras huecas
abdomi- nales hacia el interior de la cavidad
torácica. Pero, a día de hoy, la prueba diagnóstica
que permite identifi- car el defecto diafragmático y
confirmar la presencia de herniación visceral con
una sensibilidad del 71% y una especificidad del
100% es el TCMD9. Además, con la posibilidad de
realizar reformateos multiplana- res, se puede
localizar con precisión el lugar exacto del
defecto diafragmático. Los signos en la TC que
sugieren rotura diafragmática son el defecto o
solu- ción de continuidad del diafragma,
herniación de vis- ceras abdominales hacia la
cavidad torácica, el signo del collar
(representando los bordes del diafragma roto
alrededor de la víscera herniada) y el signo de la
víscera dependiente. También puede verse
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