Servicio de Radiodiagnóstico. Complejo Hospitalario Universi-Tario Infanta Cristina. Badajoz

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39º CONGRESO NEUMOSUR

LA RADIOLOGÍA EN LOS El espectro de lesiones que podemos encontrar-


TRAUMATISMOS TORÁCICOS

Elena Mª Esteban Durán


Servicio de Radiodiagnóstico. Complejo Hospitalario Universi-
tario Infanta Cristina. Badajoz
[email protected]

OBJETIVOS
1. Ilustrar mediante imagen el espectro de
lesiones que pueden acontecer tras un
traumatismo torá- cico.
2. Revisar cuáles son las indicaciones de las
distintas técnicas de imagen en el estudio del
paciente con traumatismo torácico.

INTRODUCCIÓN
Los traumatismos torácicos son causa importante
de morbilidad y mortalidad, siendo directamente res-
ponsables del 20-25% de las muertes según las series,
contribuyendo en el fallecimiento en otro 50% de los
casos1. La severidad de las lesiones en los
pacientes varía desde simples hallazgos radiológicos
a lesiones que comprometen la vida del paciente y
requieren in- tervención terapéutica inmediata.
La mayoría de los traumatismos torácicos son
ce- rrados, en los que no existe solución de
continuidad en la pared torácica. El mecanismo de
producción es variable, desde contusión directa,
fuerzas de desacele- ración y cizallamiento o
aumentos bruscos de la pre- sión intratorácica.
Las diferentes técnicas de imagen juegan un papel
fundamental en el diagnóstico del traumatismo torá-
cico. La radiografía (rx) de tórax portátil suele ser
la primera exploración de imagen que se realiza en
estos pacientes. Pero hoy día, la prueba de imagen
consi- derada como patrón oro para la evaluación
de estos pacientes es la tomografía axial
computerizada (TC). La TC detecta patología
significativa en pacientes con Rx de tórax normal y
revelará lesiones más extensas que las visualizadas
en la Rx de tórax inicial2. El TC multidetector
(TCMD) permite realizar estudios más rápidos con
cortes de menor espesor y barridos más amplios así
como reconstrucciones multiplanares. Es- tas
ventajas nos permiten el diagnóstico de lesiones en
órganos principales y de alteraciones sutiles pre-
cozmente. La Resonancia Magnética (RM) se realizará
en casos de dudas sobre la integridad del
diafragma, traumatismos vertebrales, sospecha de
lesión del ple- xo braquial y seguimiento de patología
aórtica3.

ESPECTRO DE LESIONES TORÁCICAS


Rev Esp Patol Torac 2013; 25 (1): 1
Ponencias
nos en un paciente con un traumatismo torácico es del doble diafragma (el aire hace que
amplio. Para un desarrollo adecuado de las
mismas, se puede dividir en:

1. Lesiones del espacio pleural (neumotórax,


hemo- tórax).
2. Lesiones pulmonares (contusión, laceración,
her- nia pulmonar).
3. Lesiones de las vías aéreas (laceraciones
traqueo- bronquiales, efecto Macklin).
4. Lesiones de estructuras mediastínicas
(neumo- mediastino, corazón y pericardio,
esófago, aorta y troncos supraaórticos).
5. Rotura diafragmática.
6. Lesiones de la pared torácica (lesiones de par-
tes blandas, fracturas costales, fracturas esterna-
les…).

Es frecuente que en un mismo paciente


coexistan lesiones de distinta localización.

1. - LESIONES DEL ESPACIO PLEURAL


1. a. Neumotórax
El neumotórax es la presencia de aire en el
interior del espacio pleural. El aire puede proceder
del inte- rior (neumotórax cerrado) o del exterior
(neumotórax abierto). El neumotórax es un hallazgo
muy frecuen- te, presente hasta en el 15 - 40% de los
traumatismos torácicos.
La etiología es variada. Habitualmente se
relaciona con fracturas costales, aunque también
se puede en- contrar en traumatismos abiertos
(herida penetrante) o cerrados (incrementos súbitos
de presión intratorá- cica o fuerzas de deceleración
que provocan la rotura de pequeños alvéolos).
El diagnóstico de neumotórax se realiza inicial-
mente mediante Rx de tórax. Sin embargo, hasta
un 10-15% de los neumotórax pasan inadvertidos
en la Rx simple realizada en supino, siendo la TC la
técnica de imagen más sensible para su detección
(neumo- tórax oculto)2. Es importante
descartarlos en aque- llos pacientes que van a ser
sometidos a ventilación mecánica con presión
positiva o si son subsidiarios de intubación
traqueal, ya que pequeños neumotórax pueden
incrementarse de forma significativa, varian- do el
pronóstico y manejo del paciente.
Los signos presentes en casos de neumotórax
oculto en una Rx de tórax son: a) signo de la línea
pleu- rovisceral (que traduce la separación de las
pleuras vis- ceral y parietal), b) signo del surco
profundo (el aumento de la radiolucencia en la base
pulmonar y de los senos costofrénicos por
desplazamiento anterior y medial del aire), c) signo

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se observen las porciones anteriores y posteriores del pacio aéreo parcheadas o consolidaciones de bordes
diafragma) y d) una mejor definición del contorno mediastíni- mal definidos distribuidas de forma no segmentaria
co o de la silueta cardíaca.
Cuando la lesión permite la entrada de aire en la
cavidad pleural pero no la salida, se produce un neumo-
tórax a tensión. La presión intratorácica en el hemitó-
rax afecto aumenta progresivamente y el parénquima
pulmonar ipsilateral se colapsa hacia el hilio.
También se produce desplazamiento mediastínico
contralate- ral e incluso inversión diafragmática. Los
casos más severos condicionan compromiso del
retorno veno- so hacia cámaras cardíacas,
provocando inestabilidad hemodinámica del
paciente.

1. b. Hemotórax.
El hemotórax se define como la presencia de
san- gre en el interior del espacio pleural
procedente de una rotura o laceración vascular. El
sangrado puede provenir tanto de lesiones torácicas
como de lesiones abdominales (lesiones hepáticas o
esplénicas con ro- tura diafragmática). El hemotórax
a tensión se produ- ce cuando la acumulación de
sangre en el interior de la cavidad pleural supera la
cantidad de un litro y se acompaña de inestabilidad
hemodinámica.
En la radiografía de tórax en bipedestación, se
aprecia aumento de densidad del hemitórax afecto,
que no borra los contornos vasculares, con signo
de menisco. En la TC, el hemotórax es fácilmente
detec- table ya que presenta valores de atenuación en
el ran- go de 35 - 70UH (el derrame pleural reactivo
no supe- rará las 15UH) aunque éstos pueden variar
en función del tiempo de evolución del sangrado.
Los coágulos podrían alcanzar valores de hasta 50 -
90UH. Se pue- den observar distintas fases de
degradación de la san- gre en el interior de la
cavidad pleural, que muestran un aspecto “en capas”,
el llamado efecto hematocrito. En casos de sangrado
activo, los valores obtenidos son similares a los
alcanzados en los grandes vasos toráci- cos
adyacentes.

2. - LESIONES PULMONARES
2. a. Contusión pulmonar.
La contusión pulmonar es la lesión más frecuente
en traumatismos cerrados, con una prevalencia que
oscila entre el 17 - 70%4. Está causada por la
disrup- ción de capilares de las paredes alveolares
y de los septos y fuga de sangre hacia el espacio
alveolar y el intersticio. Las contusiones pulmonares
suceden en el mismo momento del daño,
habitualmente en el lugar del impacto.
La apariencia típica consiste en opacidades del es-
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Ponencias
asociadas a áreas de aumento de la densidad en estos pacientes suelen requerir trata- miento previo a
vidrio deslustrado. La visualización de los intubación o anestesia general.
distintos patrones depende fundamentalmente de
la severidad del trau- matismo. Habitualmente,
las regiones subpleurales suelen estar respetadas.
La TC puede frecuentemente detectar
contusión pulmonar inmediatamente tras la
injuria pulmonar, mientras que la visualización
de las mismas en una Rx de tórax puede no ser
posible hasta las 6 horas después.
La resolución de las contusiones pulmonares
típi- camente comienza en las primeras 24-48
horas y fina- liza completamente en 3-10 días. La
aparición de una consolidación en la Rx de tórax
después de las prime- ras 24 horas debe hacernos
pensar en otro diagnósti- co como aspiración,
neumonía o embolismo graso.
La presencia de una contusión pulmonar
masiva (más del 20% del parénquima), va a
predisponer a una evolución tórpida hacia SDRA y
al desarrollo de neu- monías. Las secuelas a largo
plazo incluyen fibrosis pulmonar y disminución
en la capacidad pulmonar funcional.

2. b. Laceración pulmonar.
La laceración pulmonar se produce cuando
hay una disrupción del parénquima pulmonar,
que ori- gina una cavidad en el pulmón. Son
más frecuentes en niños y adultos jóvenes por la
gran flexibilidad y elasticidad del tejido
pulmonar. La TC torácica es más sensible para
detectar y evaluar la extensión de la la- ceración
pulmonar que la radiografía simple4. En la TC
se aprecia una cavidad redondeada u oval. Puede
estar rellena de aire (neumatocele traumático), de
san- gre (hematocele traumático) o de sangre y
aire (hema- toneumatocele traumático).
Este tipo de lesión no requiere tratamiento. Las
la- ceraciones pulmonares se resuelven más
lentamente que las contusiones y pueden persistir
durante sema- nas, meses e incluso años hasta su
resolución comple- ta. La aparición de un
neumotórax secundario es la complicación más
frecuente, seguida de la formación de absceso
pulmonar o fístula broncopleural.

2. c. Hernia pulmonar traumática.


La herniación traumática del pulmón es una
mani- festación poco frecuente que acontece en un
trauma- tismo torácico y puede ocurrir a través de
un defecto congénito o traumático de la pared
torácica, habitual- mente fracturas costales. Ya
que la hernia pulmonar puede aumentar con
maniobras de ventilación con presión positiva,

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3. - LESIONES DE LAS VÍAS AÉREAS broncovasculares y difun- diendo hacia el


Las lesiones traqueobronquiales suponen el 0.2 mediastino. La apariencia en la TC
- 8% de los traumatismos torácicos 5. Son poco fre-
cuentes en la práctica clínica porque la mayoría de
los pacientes fallecen en el momento del
traumatismo, antes de llegar al hospital. El
traumatismo cerrado to- rácico contribuye a la
mayoría de las lesiones traquea- les,
predominantemente afectando a la porción mem-
branosa de la traquea intratorácica como resultado de
un incremento súbito de la presión intratorácica
con la glotis cerrada en el momento del impacto 5.
Otro mecanismo de lesión suelen ser fuerzas de
desacele- ración que comprimen la vía aérea entre el
esternón y la columna torácica.
Las laceraciones traqueales habitualmente tienen
un trayecto vertical y longitudinal y se localizan en
la unión del cartílago y la porción membranosa de la
tráquea, generalmente a unos 2 cm. por encima de la
carina, asociándose a enfisema cervical subcutáneo.
Las laceraciones bronquiales son más comunes
que las traqueales y típicamente son paralelas a los
anillos cartilaginosos que conforman los bronquios.
Los signos radiológicos de lesión traqueobronquial
son inespecíficos e incluyen neumomediastino, neu-
motórax y progresivo aumento de aire en tejidos
blandos extrapulmonares. La presencia de un neumo-
tórax persistente, incluso con la colocación del
tubo torácico, debe plantear una posible lesión
bronquial. Cuando hay transección completa de un
bronquio, el pulmón en el lado de la lesión
bronquial puede caer posterolateralmente lejos del
hilio (signo del “pulmón caído”).
La TC puede ayudar a identificar el sitio de la
la- ceración traqueal en el 70% -100% de los
casos. Se puede recurrir a la realización de
broncoscopia virtual en los TC de última
generación que servirá de guía para la posterior
realización de broncoscopia óptica que evaluará la
localización y la extensión de la la- ceración. Las
posibles complicaciones de las lesiones
traqueobronquiales incluyen obstrucción respiratoria,
neumonía, bronquiectasias, abscesos y empiema.

4. - LESIONES MEDIASTÍNICAS
4. a. Neumomediastino.
El neumomediastino se observa en hasta el 10%
de los pacientes con traumatismo torácico cerrado. El
aire no solo llega al mediastino mediante lesión de la
vía aérea, sino que también procede del
parénquima pulmonar, lesión esofágica, en pared
torácica, cuello y lesión retroperitoneal. El llamado
efecto Macklin afecta a rotura alveolar, con
disección del aire a lo largo de las vainas o haces
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Ponencias
del efecto Macklin es similar a la del enfisema torácicos cerrados. La angiografía y el ecocar-
inters- ticial pulmonar, es decir, líneas de aire a lo diograma siguen constituyendo las técnicas diagnósti-
largo de los haces broncovasculares o colecciones cas para evaluar las lesiones de arterias coronarias y
de aire en el mediastino. La TC es más sensible para la función del ventrículo izquierdo.
detectar neu- momediastino que la radiografía de Las roturas pericárdicas varían desde pequeñas
tórax6. Se pueden visualizar bandas de aire
habitualmente alrededor de las arterias pulmonares
principales y de la aorta.

4. b. Traumatismos esofágicos.
La mayoría de las lesiones esofágicas son
secun- darias a un traumatismo penetrante
(habitualmente se lesiona el esófago cervical) o
lesión yatrogénica (rotura a lo largo del margen
izquierdo de la pared esofágica). Estas lesiones se
asocian frecuentemente a síntomas como
hematemesis y odinofagia.
Los hallazgos que pueden hacer sospechar la
pre- sencia de una rotura esofágica son la
existencia de neumomediastino, hidroneumotórax
(visible en el lado izquierdo), o la extravasación
de contraste oral hacia la cavidad pleural o al
mediastino. La rotura esofágica conlleva una alta
mortalidad, debida funda- mentalmente al retraso en
el diagnóstico y a un rápido desarrollo de
mediastinitis secundaria.

4. c. Traumatismos cardíacos.
Ocurren frecuentemente en traumatismos pene-
trantes o en accidentes de tráfico. Pueden variar
desde contusiones miocárdicas hasta roturas
cardíacas. Las lesiones cardíacas son las lesiones
traumáticas toráci- cas más letales7. Sin embargo,
los pacientes con con- tusiones miocárdicas, roturas
pericárdicas, lesiones valvulares o pequeñas
roturas en cavidades de baja presión pueden
sobrevivir hasta llegar al hospital.
El diagnóstico depende del grado de sospecha clí-
nica. El paciente puede tener anomalías en el
ECG o enzimas cardíacas elevadas. Las
manifestaciones incluyen hemopericardio,
extravasación del material de contraste hacia el
saco pericárdico o mediastino, neumopericardio,
desplazamiento del corazón hacia la herniación o
gas anormal intestinal en el tórax de- bido a
rotura. El infarto de miocardio se observa en
casos de disección coronaria, trombosis o rotura
de placa de ateroma. La TC puede mostrar la
presencia de hemopericardio, extravasación de
contraste en el pericardio o mediastino,
neumopericardio o desplaza- miento del corazón
debido a herniación cardiaca. Las contusiones
cardiacas aparecen como áreas de baja atenuación,
y ocurren en más del 76% de los trauma- tismos

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roturas hasta una rotura longitudinal del pericardio, cervical inferior se considera un signo indirecto de
que predispone a la herniación cardíaca, disfunción y
muerte. El sitio más común de lesión pericárdica
es sobre el lado izquierdo de la superficie
diafragmática del pericardio. En la TC, se puede
apreciar hemoperi- cardio y/o neumopericardio.

4. d. Traumatismos aórticos y de troncos supra-


aórticos (TSA).

LESIÓN AÓRTICA
La causa más frecuente es la colisión con vehículo
de motor, siendo causas mucho menos frecuentes las
caídas y los atropellos. La lesión se produce típica-
mente en las zonas de fijación, que incluyen (en
or- den de frecuencia descendente) la aorta
descendente proximal, arco aórtico, raíz de aorta y
aorta descen- dente a nivel del hiato aórtico. El
daño puede afec- tar parcialmente a la pared
aórtica (íntima y media) o bien afectar hasta la
adventicia (lesión transmural), que suele ser letal en
la mayoría de los casos8. Los sig- nos directos de
lesión aórtica visibles en la TC son la extravasación
de contraste IV, disección aórtica, pseu-
doaneurismas y flap intimal y cambio brusco de cali-
bre. Los signos indirectos son hematoma periaórtico
y hematoma mediastínico. El hematoma mediastínico
puede estar presente en casos de lesión venosa en ca-
sos en que se descarte lesión aórtica.
Una rotura parcial favorece la aparición de un
pseudoaneurisma sacular, mientras que una
laceración completa puede ocasionar la aparición
de un pseu- doaneurisma fusiforme circunferencial.
Suele existir un hematoma periaórtico, que puede
visualizarse en la radiografía como un
ensanchamiento mediastíni- co, borrosidad del
botón aórtico, o engrosamiento de la línea
paratraqueal. En raras ocasiones, la radiogra- fía es
normal. El TCMD es actualmente el método de
elección para demostrar la presencia de lesiones
aórticas. Los reformateos multiplanares, así como las
reconstrucciones volumétricas, permiten una caracte-
rización precisa de la lesión, que facilita la elección
del tratamiento más adecuado (stent endovascular
o reparación quirúrgica).

LESIÓN DE LOS TSA


Ocurren generalmente como lesiones vasculares
aisladas en accidentes de moto, asociadas a síndro-
me de arrancamiento de plexo braquial o disociación
escápulo-humeral.
La lesión del vaso suele producirse en el origen
del mismo. La presencia en la TC de un hematoma
periarterial en el mediastino superior o en región
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Ponencias
una posible lesión de arterias subclavia o tronco herniación de tejido graso peritoneal.
bra- quicefálico. Las lesiones de arteria o vena
mamarias internas se suelen asociar con 6. - LESIONES DE LA PARED TORÁCICA
fracturas esternales, y se acompañan de un 6.a. Enfisema subcutáneo.
hematoma en mediastino ante- rior. Aunque la Tanto las fracturas costales (que laceran la pleu-
TC puede descartar la afectación de las grandes
ramas arteriales, en la mayoría de los casos se
requiere la realización de angiogramas selectivos
antes de la reparación quirúrgica.

5. - ROTURA DIAFRAGMÁTICA
La rotura diafragmática tiene una presentación
clí- nica variable en función del tamaño, origen y
localiza- ción de la lesión. Son más frecuentes
tras traumatis- mos penetrantes y en el lado
izquierdo. La causa suele ser un incremento
brusco de la presión intratorácica o
intraabdominal sobre un diafragma fijo. El diag-
nóstico habitualmente se hace de forma tardía ya
que suele estar enmascarada por otras lesiones más
graves que requieren atención inmediata.
El diagnóstico precoz de las roturas
diafragmáti- cas traumáticas sigue siendo un reto
para el radiólogo. Entre las herramientas
diagnósticas de las que se dis- ponen, la prueba
inicial sigue siendo la Rx de tórax. Se han
descrito varios signos radiológicos que pueden
sugerir o indicar la existencia de una rotura
diafrag- mática como: a) alteración del contorno
de un hemi- diafragma simulando lobulación, b)
sombra arqueada que simula el hemidiafragma
elevado, c) burbujas aé- reas o densidades
homogéneas por encima del nivel supuesto del
hemidiafragma, d) desplazamiento con- tralateral
de corazón/mediastino y e) curso anormal de la
SNG en el tórax. Además, en estudios baritados
(EED/enema opaco) también se pueden poner
de manifiesto la herniación de vísceras huecas
abdomi- nales hacia el interior de la cavidad
torácica. Pero, a día de hoy, la prueba diagnóstica
que permite identifi- car el defecto diafragmático y
confirmar la presencia de herniación visceral con
una sensibilidad del 71% y una especificidad del
100% es el TCMD9. Además, con la posibilidad de
realizar reformateos multiplana- res, se puede
localizar con precisión el lugar exacto del
defecto diafragmático. Los signos en la TC que
sugieren rotura diafragmática son el defecto o
solu- ción de continuidad del diafragma,
herniación de vis- ceras abdominales hacia la
cavidad torácica, el signo del collar
(representando los bordes del diafragma roto
alrededor de la víscera herniada) y el signo de la
víscera dependiente. También puede verse

8 Rev Esp Patol Torac 2013; 25 (1):


39º CONGRESO NEUMOSUR

ra parietal), la rotura bronquial y la lesión de la cápula. Luxación esterno-clavicular.


por- ción extratorácica de la tráquea, pueden
condicionar la aparición de colecciones aéreas
subcutáneas, que son visibles en la radiografía de
tórax. La TC permite identificar el punto de fuga
del aire.

6.b. Hematoma de partes blandas.


Los hematomas sobre la mama pueden ser pro-
ducidos por compresión o impacto directo o bien
por la laceración arterial o venosa que provocan
las fracturas costales. Los hematomas de origen
arterial tienden a aumentar rápidamente de tamaño,
por lo que requieren una embolización percutánea
urgente del vaso lesionado.

6.c. Fracturas costales.


Es la lesión esquelética más frecuente, presente
hasta en un 35-45%. Las fracturas costales simples
no suelen tener una gran trascendencia clínica para el
paciente. El número de fracturas costales
constituye un buen indicador de la intensidad del
traumatismo y se relaciona directamente con un
mayor número de síndromes de ocupación pleural,
complicaciones y mortalidad. Más de 3 arcos
costales afectados es un indicador de gravedad, y
es especialmente grave la respiración paradójica10.
La fractura de los tres primeros arcos costales indica
traumatismo de alta energía, y obliga a descartar la
lesiones vasculares o del plexo braquial. Las fracturas
costales más frecuentes se dan entre la 4ª-9ª costillas.
Por otro lado, la fractura de costillas bajas (3 últimos
arcos costales) suele asociarse a lesiones esplénicas,
hepáticas y renales.
La presencia de fracturas costales en niños es indi-
cativo de traumatismo de alta energía, ya que en este
grupo de edad los huesos son inmaduros y tienen ma-
yor resistencia.
Se conoce como “volet costal” a la entidad clínica
consistente en un movimiento torácico paradójico
durante la respiración, en pacientes que presentan
varios puntos de fractura en 3 o más costillas
conti- guas. Estos pacientes suelen requerir
ventilación me- cánica prolongada, y pueden
desarrollar con mayor frecuencia síndrome de
distrés respiratorio del adulto (SDRA). Es la forma
más grave de traumatismo de pared torácica. La
TC, con la posibilidad de realizar reconstrucciones
multiplanares, constituye la técnica más sensible
para determinar el número y localiza- ción de
costillas fracturadas, y proporciona informa- ción
sobre lesiones asociadas.

6.d. Fracturas de clavícula, esternales y de es-


Rev Esp Patol Torac 2013; 25 (1): 9
Ponencias
Estas lesiones conforman un marcador de trau- 1.- Freixinet J., Hernández H., Martínez P., et al. SEPAR. Gui-
matismo de alta energía. Se denomina “síndrome del delines for the diagnosis and treatment of thoracic
trauma- tism. Arch Bronconeumol. 2011 Jan;47(1):41-9.
cinturón de seguridad” cuando se presenta alguna de 2.- Ho, M-L, Gutiérrez F. Chest radiography in thoracic poly-
estas lesiones junto con fracturas costales.
Las fracturas de clavícula son más frecuentes
en tercio medio y no suelen tener repercusión
clínica significativa. La fractura de escápula implica
trauma- tismo de alta energía. Dichas fracturas
habitualmente comprometen al cuerpo y cuello de
la escápula. Un 43% pasan desapercibidas en
radiografía de tórax y el 40% se asocian a otras
lesiones como neumotó- rax, hemotórax o
lesiones vertebrales. La TC apor- ta información
sobre la localización de la fractura y sobre si existe
afectación intraarticular. La mayoría necesitan
tratamiento conservador. Las fracturas del esternón
se producen por traumatismos directos o fuerzas
de desaceleración. El lugar más frecuente de
rotura es a nivel del manubrio y del cuerpo
esternal. Se visualizan mejor mediante
reconstrucciones multi- planares de TC,
especialmente en imágenes sagitales. Pueden
asociarse con hematoma retroesternal, neu-
motórax, neumomediastino o contusión miocárdica,
sobre todo las fracturas desplazadas o las
asociadas a disrupción de la articulación manubrio-
esternal. La luxación esterno-clavicular puede ser
anterior o pos- terior. Son más frecuentes las
anteriores, sin embargo, las posteriores son más
graves debido a que suelen asociar lesiones de
vasos mediastínicos, tráquea y esó- fago. Estas
lesiones no son visibles en la radiografía, por lo que
la TC ayuda a su confirmación, y en la evaluación
de estructuras neurovasculares.

6.e. Fracturas vertebrales.


El mecanismo de producción es la hiperflexión
o compresión axial, con mayor predisposición en
D9- D11. Puede haber déficit neurológico
significativo hasta en el 62% de los casos. Las
fracturas vertebrales se producen con más
frecuencia en la región tóraco- lumbar, y suelen ser
del tipo fractura-estallido o aplas- tamiento del
hemicuerpo vertebral anterior. Este tipo de fractura
es difícil de visualizar en las radiografías, por lo que
la TCMD gracias a la posibilidad de reali- zar
posteriores reconstrucciones en planos coronal y
sagital constituye el método diagnóstico de elección.
Con la TC es posible detectar la presencia de frag-
mentos óseos que invaden el canal central. La
afecta- ción medular de discos intervertebrales y de
ligamen- tos se valora mejor mediante resonancia
magnética.

BIBLIOGRAFÍA
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39º CONGRESO NEUMOSUR
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Rev Esp Patol Torac 2013; 25 (1): 1

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