Bloque 5

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5.1 ISABEL I: LAS REGENCIAS. LAS GUERRAS CARLISTAS. GRUPOS


POLÍTICOS Y CONSTITUCIONES

Isabel II asume el trono en 1833 con dos años, durante la 1ª Guerra Carlista,
marcando el paso a un estado liberal (1833-1868). Su reino supone la supresión de
las estructuras del Antiguo Régimen. Además fue un proceso constituido por
diversos períodos controlados por diferentes partidos que se distinguen por la
elaboración de constituciones y formas de ejercer el poder de cada etapa.

La primera guerra carlista (1833-40) consistió en un conflicto por la sucesión de la


corona española entre Isabel II y Carlos María Isidro. Esta disputa surge a raíz de la
publicación de la Pragmática Sanción en 1830 por Fernando VII (permite gobierno
de mujeres). Es protestada por los carlistas, y con la muerte de Fernando VII en
1833, Don Carlos proclama sus derechos desatando la 1ª Guerra Carlista.

El carlismo se caracterizaba por una ideología tradicional y absolutista, con el lema


“Dios, Patria, Rey y Fueros”, tiene una serie de bases. En primer lugar la monarquía
absoluta, sociedad estamental y el Antiguo Régimen. En segundo lugar, la
restauración de la confesionalidad del Estado y La Inquisición. Finalmente, la
defensa de los fueros vascos y navarros.

Los carlistas eran el clero, el campesinado propietario y la nobleza rural. Su apoyo


se concentraba en el País vasco, Cataluña, Navarra y Castellón. A nivel
internacional le apoyan los países absolutistas. Por otro lado, los isabelinos eran la
burguesía, las clases populares y urbanas. La nobleza, el clero, los empleados
públicos y los militares apoyan al gobierno. Internacionalmente son apoyados por
los países parlamentarios.

La sublevación carlista en España, tras la muerte del rey, se fortaleció en áreas


rurales del País Vasco, Navarra, Aragón, Cataluña y Levante, desencadenando una
guerra civil de siete años. En la Primera Fase (1833-35), el general carlista
Zumalacárregui logró consolidar posiciones, menos la toma de Bilbao. En la
Segunda Fase (1836-37), los carlistas realizaron expediciones por toda España,
incluyendo una llegada a las puertas de Madrid. La Tercera Fase (1837-1840) fue
una ofensiva liberal liderada por Espartero, apoyada por Francia e Inglaterra, que
inclinó la guerra a favor de los liberales. El Convenio de Vergara (1839) puso fin a la
guerra entre Navarra y el País Vasco. Se llega a un acuerdo en el que se reconoce
a Isabel II como reina y Espartero protege los fueros y los cargos de los oficiales
carlistas en el ejército isabelino. Por estos, Carlos María Isidro se exilia. Las
consecuencias incluyeron el apoyo de la monarquía a los liberales, la introducción
del militarismo en la política y la pérdida de aproximadamente 200,000 vidas.

Durante la minoría de Isabel II, las regencias de María Cristina y Espartero


marcaron un período político. En la Regencia de María Cristina (1833-1840), se
intentó mantener el absolutismo, pero la guerra carlista forzó una apertura política.
El gobierno moderado de Cea Bermúdez fue seguido por el liberal de Martínez de la
Rosa (1834-1836), que, al firmar la Cuádruple Alianza y promulgar el Estatuto Real,
generó revueltas y el retorno a la Constitución de Cádiz. El régimen constitucional
de 1836-1837, liderado por Calatrava, implementó reformas progresistas, como la
desamortización de Mendizábal. La Constitución de 1837 fortaleció la Corona,
estableció soberanía compartida, cortes bicamerales, restauró la Milicia Nacional y
declaró la no confesionalidad del estado.

Tras la guerra carlista, Mª Cristina nombró gobiernos moderados con medidas


reaccionarias. Una revolución progresista en 1840 forzó a Mª Cristina al exilio,
dejando a Espartero como regente. Se consolidó la división entre moderados y
progresistas, marcando el surgimiento de los primeros partidos políticos en España.
Los moderados buscaban la soberanía compartida y el sufragio censitario, mientras
que los progresistas abogaban por la ampliación del sufragio y más libertades, con
énfasis en la Milicia Nacional y la descentralización administrativa.

Espartero, respaldado por los progresistas, lideró una intervención militar en la


política, aceleró las desamortizaciones y negoció un acuerdo con Inglaterra,
desencadenando una revuelta en Barcelona. Su gobierno autoritario y personalista
generó tensiones con los moderados. Una sublevación conjunta en 1843 llevó a su
derrota en Torrejón de Ardoz ante Narváez, y Espartero se exilió en junio de 1843.
5.2 ISABEL II: EL REINADO EFECTIVO. GRUPOS POLÍTICOS Y
CONSTITUCIONES.

Tras un año de gobiernos de coalición, los moderados asumen el poder


mayoritariamente debido al apoyo de la corona. El reinado personal de Isabel II
(1843-68) supone la construcción de un estado liberal.

La Década Moderada (1844-54) comienza cuando Isabel II asume el reinado a los


trece años, liderada por el general liberal Narváez. Narvaez establece un sistema
estable pero autoritario, marcado por la suspensión frecuente de las Cortes, el
falseamiento electoral, la corrupción administrativa y exclusión del partido
progresista del juego político, estos reacción con pronunciamientos y revoluciones
populares. Se destacan diversas actuaciones políticas durante el reinado de Isabel
II. Entre ellos la creación de la Guardia Civil (1844), la Ley de Ayuntamientos (1845)
que reduce la autonomía municipal, la disolución de la Milicia Nacional (1845),
reformas fiscales (1845), la Ley electoral (1846) que limita el sufragio, la Ley de
imprenta (censura), el Código Penal (1848), la reforma educativa (1851) y el
Concordato de 1851 con el Vaticano. A esto se le añade la aprobación de la
Constitución de 1845 que establece un sistema político liberal conservador con
soberanía compartida, restricciones a derechos y libertades, confesionalidad del
Estado, Cortes Bicamerales, fortalecimiento del poder real y declaraciones de
derechos sujetas a regulación posterior.

En esta década surge la 2ª Guerra carlista ante el intento fallido de casar a


Isabel II, con el hijo de Carlos María Isidro. Finalmente es obligada a casarse con su
primo Francisco de Asís de Borbón. En torno a 1848, las revoluciones sociales en
Europa influyen en España, generando rebeliones y manifestaciones reprimidas por
Narváez. Surge el Partido Demócrata en 1849 con la defensa del sufragio universal
y libertades individuales. En 1851 ocupa el mando Bravo Murillo (liberal moderado),
intenta cambiar el sistema parlamentario pero las críticas lo llevan a dimitir. Después
de gobiernos ineficaces, el descontento y el recuerdo de la represión de 1848 llevan
a la unión de los progresistas y demócratas para dar "La Vicalvarada" (1854),
pronunciamiento liderado por O'Donnell. Con el Manifiesto de Manzanares (Cánovas
del Castillo) se demandaron reformas progresistas como la rebaja de impuestos y el
fortalecimiento de la Milicia Nacional. Surgen Juntas revolucionarias lideradas por
progresistas y el Partido Demócrata. Aunque no buscaban destronar a la reina,
trataban de obligarla a considerar las demandas de los progresistas.

El Bienio progresista (1854-56) comienza cuando Isabel II cede el gobierno a


Espartero y O'Donnell debido a la inestabilidad. Estos implementan medidas
progresistas dirigidas hacia a la burguesía urbana y clases medias. Destacan la
Desamortización de Madoz (1855), Ley de Ferrocarriles, Ley de Sociedades
Bancarias y Ley del Trabajo (reducción de jornada laboral para niños). Además
ocurre un reforma constitucional no realizada en 1856 que promovía soberanía
nacional, senado electivo, tolerancia religiosa y Milicia Nacional. El gobierno de
Espartero y O'Donnell fracasó debido a tensiones sociales causadas por el cólera
(1854), la subida de precios del trigo, malas cosechas y conflictos laborales. Las
revueltas fueron reprimidas, hubieron incendios y las primeras huelgas en España.
Estos hechos marcan el inicio del movimiento obrero. Ante esto, la reina aceptó la
dimisión de Espartero y encargó un nuevo gobierno a O'Donnell.

Finalmente empieza el gobierno de la Unión Liberal (1856-63), un partido político


liderado por O'Donnell que fusiona aspectos conservadores y progresistas. Su
enfoque conservador busca mantener el orden y restaurar el modelo político anterior
(Constitución de 1845). Enfrenta la oposición de los demócratas y republicanos con
el respaldo de la burguesía y los terratenientes. Fue un gobierno estable gracias a la
prosperidad económica, la creación de obras públicas, la urbanización y la
liberalización del mercado. A nivel internacional, buscó recuperar el prestigio perdido
con intervenciones en Marruecos, Indochina, México y Santo Domingo, sin
resultados positivos.

Desde 1863 gobierna Narváez de manera autoritaria. Se produce una crisis


económica, social y política. A esto se le añaden protestas laborales, movilizaciones
estudiantiles y una crisis de la bolsa. Todo esto lleva a la firma del Pacto de Ostende
(1866) entre demócratas y republicanos para derrocar a Isabel II, luego se suman
progresistas y Unión Liberal tras la muerte de O'Donnell. Tras la muerte de Narváez
(1868) triunfa la revolución, inaugurando el Sexenio Democrático.

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