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A lo largo de la historia han existido numerosas doctrinas políticas, una de las más

famosas es el liberalismo, pero realmente, ¿Qué es el liberalismo? Autores como Diego


Castellano (2010), recogen en su estudio que, por una parte, es difícil responder a la
pregunta, mientras que, por otro lado, la respuesta es fácil; es difícil responder porque
el liberalismo es una doctrina compleja y articulada, con un gran número de
perspectivas y matices que en ocasiones parecen cambiar la esencia de la doctrina,
además, el liberalismo pasa de la doctrina a la praxis y, por lo mismo, se traduce en
experiencia histórica efectiva (sea moral o política), y asume distintos rostros que con
frecuencia resultan aparentemente contradictorios; por otra parte, es muy fácil responder
a la pregunta porque el liberalismo es entendido como praxis y filosofía de la libertad.
De esta corriente política surgió el modelo conocido como Estado Liberal. Este se
originó a la par que las revoluciones francesas y norteamericanas de finales del siglo
XVIII. Dicho modelo poseía unas características específicas: tenía una clara división de
poderes donde a cada uno se le asignaban unas determinadas funciones y límites, el
Estado tenía la obligación de proteger los derechos de los individuos, de tener un
gobierno representativo el cual ha sido elegido por el ciudadano, etcétera. A partir de su
nacimiento, surgieron varios pensadores y filósofos que apoyaron y representaron
ideológicamente al Estado Liberal. A destacar entre otros fueron Locke, Rousseau o
Montesquieu. Además de Kant, filósofo alemán, que también formó parte de los
llamados autores liberales clásico. El pensamiento ideológico de Kant se podía resumir
en estos dos conceptos: el derecho como garantía de la libertad y el Estado como
garantía de derecho. Pero realmente, ¿Qué había detrás de estos conceptos y qué
significan?

En primer lugar, Kant tenía un pensamiento político, el cual se caracterizaba por estar
dominado por los ideales de libertad, igualdad y valoración del individuo. Para él, el
individuo es el sujeto creador del campo de la actividad pública común. Es decir, la
política es el espacio público del ejercicio de la libertad, y al estar ligada a la noción de
derecho, se hace posible. El derecho no es visto como un sistema normativo de
regulación de la convivencia, sino más bien como el marco formal en el que se
establecen las condiciones y los límites de la acción en el campo de la convivencia. Este
marco tendrá el nombre de ley jurídica, y debe ostentar un carácter universal. Además,
debido a que esta ley esta ceñida a la naturaleza racional del ser humano, por lo que
Kant afirmará la existencia de derechos naturales que serán el límite de la acción del
Estado, las relaciones entre los individuos o, dicho de otro modo, la organización de la
convivencia tiene una naturaleza racional por lo que la ley jurídica no podrá actuar en
contra de esta naturaleza. Por ello, uno de los motivos por los que concuerdan el
liberalismo y Kant, es en el rechazo del eudemonismo, es decir, en deslegitimar la
autoridad civil para que no intervenga, con su poder coactivo, en la felicidad de los
ciudadanos, ya que lo que hace feliz a cada uno de ellos es privativo. Sin embargo,
“mientras que el pensamiento liberal hace depender la racionalidad del Estado del
sometimiento de sus actos, a la verdad que emana del sistema de relaciones
interindividuales motivadas por el beneficio personal, lo que Kant busca, al rechazar el
eudemonismo, es expulsar de la argumentación filosófica que legitima al Estado toda
consideración utilitaria, como la que el liberalismo pone en la base de su idea misma de
poder político; o sea que, para Kant, de lo que se trata es de no dar cabida en su
metafísica de la estatalidad a las lógicas sociales según las cuales todo individuo tiene
en los otros seres humanos el medio adecuado para obtener su beneficio personal”
(Jorge E. Dotti,2005). De tal manera, que si lo que se propone es en no controlar las
relaciones de los individuos por su naturaleza, se acepta la existencia de una naturaleza,
anterior a la organización política de los seres humanos, que es la fuente de derechos
universales contra los que son imposibles legislar, y que actúan por sí mismos como
principios de organización de la vida política. Ya que el derecho natural en el estado de
una constitución civil no puede sufrir ataques u modificaciones por parte de leyes
posteriores. Además de los derechos naturales, el legislador podrá desarrollar leyes que
correspondan al desarrollo de la sociedad civil.

Es más, en Estado de naturaleza, los seres humanos se encuentran en una constante


situación de inseguridad, debido a las amenazas de otros que, por derecho de libertad,
siguen su propia voluntad sin tener en cuenta de la de los demás. Por lo que los seres
humanos se encuentran a merced de las violencias de otros seres humanos ajenos a su
comunidad. Ya que no hay una autoridad que se imponga en todos los grupos dispersos
y comunidades. Por lo que el Estado Civil, instaurado mediante el contrato, supone la
sumisión a una autoridad común, por lo que pasa a ser el terreno de la seguridad y del
derecho. De tal modo que Kant estará de acuerdo con los contractualistas, en la idea de
la existencia de un contrato social, como por ejemplo Hobbes y Locke. “Aunque para
Kant no habla de contrato social sino más bien de regulación ya que para él no hay
ruptura, sino continuidad: mediante la imposición de una autoridad común, los derechos
naturales, que ya se poseían en Estado natural, se pueden ejercer realmente con
seguridad” (Ocaña, 1998). Pero, “Kant concuerda con Hobbes y Locke en que la
característica definitiva del ámbito político es la relación jurídica y que la relación
jurídica pone restricciones externas a la habilidad individual de actuar como se crea
adecuado; sin embargo, Kant sostiene que la libertad externa misma requiere
condiciones jurídicas y que esas condiciones son inherentemente convencionales”
(Larry Krasnoff,2018). Respecto a la libertad externa, Kant se refiere a la manipulación
física del mundo por un agente, es decir, una traducción de lo arbitrio en movimiento
corporal para alterar el estado del mundo, y la forma más básica de hacerlo es mediante
el uso de la propiedad. La libertad externa consiste en que nadie nos impida querer
hacer algo o actuar del modo oportuno dentro del marco formal de dicho país. Y el uso
de la propiedad es el mejor ejemplo ya que cuando yo adquiero una cosa, significa que
alguna cosa exterior pase a ser mía. “Es más, el principio de la adquisición exterior se
concibe pues de esta manera: es mío lo que yo someto a mi poder según la ley de la
libertad exterior de lo que tengo la facultad de usar como objeto mi arbitrio según el
postulado de la razón práctica es mío en fin lo que yo quiero conforme a la idea de una
voluntad colectiva posible que lo sea” (Immanuel Kant, 1893).

Este principio es posible, debido a la protección del derecho de libertad, ya que para
Kant es el único derecho natural que existe y es del que derivan todos los demás. El
derecho de libertad queda limitado por el derecho de los demás, según el acuerdo
tomado por la voluntad pública. La idea de voluntad pública tiene clara referencia a la
voluntad general de Rousseau, sin embargo, para Kant la voluntad general representa la
garantía de la libertad individual, es decir, se establece como un vínculo jurídico entre
los ciudadanos, en el que se funda el Estado.

A partir de esta reflexión, se forja el primero de los conceptos que harían que Kant
destacase como ideólogo liberal que es: el derecho como garantía de la libertad. Es
decir, es la protección a favor del individuo, la sociedad o el Estado para el disfrute de
derechos subjetivos o, dicho de otro modo, es una protección de la libertad, cuando esta
se encuentre en peligro. Hoy en día dichas garantías vienen recogidas en la Constitución
de cada país por lo que son llamadas “garantías constitucionales”. En el caso de España,
“cuando hablamos de ``garantías constitucionales, nos referimos a la “rigidez” de la
Constitución, es decir, a la no modificabilidad de los derechos, de los principios y de los
institutos en ella previstos si no es mediante procedimientos de revisión agravados, y al
control jurisdiccional de la constitucionalidad respecto de las leyes ordinarias reñidas
con aquella; la rigidez constitucional no es, propiamente una garantía, sino un rasgo
estructural de la constitución ligado a su ubicación en el vértice de la jerarquía de las
normas, de modo que las constituciones son rígidas por definición, en el sentido de que
una Constitución no rígida no es, en realidad, una Constitución sino una ley ordinaria”
(Luigi Ferrajoli, 2006). Volviendo al origen, en primer lugar, para Kant “el derecho es
la limitación de la libertad de cada uno a la condición de su concordancia con la libertad
de todos, en tanto que esta concordancia sea posible según una ley universal” (José
López Hernández,1992). Y, es más, autores como Omar Astorga (1996) explican en sus
estudios que para Kant la libertad del ciudadano es, como la capacidad, de únicamente
obedecer a las leyes que han obtenido su consentimiento. Es decir, a aquellas leyes en
las que se pueda ver reflejada la propia voluntad legisladora del ciudadano. Por lo que lo
primero a lo que se debe prestar atención, es si esa voluntad legisladora (formada por
los individuos que integran la sociedad civil) se expresa de manera directa o indirecta en
el proceso legislativo. Sin embargo, la tarea legislativa no compete, en sentido estricto,
al pueblo, sino a sus representantes. “Haciendo referencia a las características propias de
la forma republicana de gobierno (considerada por Kant como la única forma legítima
de gobierno), el autor establece que toda verdadera república es -y no puede ser más
que- un sistema representativo del pueblo, que pretende, en nombre del pueblo y
mediante la unión de todos los ciudadanos, cuidar de sus derechos a través de
delegados” (P. Ileana Beade,2009). Aunque , “Kant rechaza todo derecho del súbdito a
oponer resistencia activa a la autoridad de las leyes (o del poder político que las
respalda), aun en el caso de que las leyes no hayan sido promulgadas en conformidad
con el principio de voluntad general, y aun cuando el poder político que administra las
leyes fuese ejercido de manera despótica (atentando así contra derechos inalienables de
los súbditos); los argumentos invocados por el autor a fin de justificar su impugnación
de todo derecho de resistencia convergen en la idea de que todo acto que resista a la
autoridad constituye una amenaza para la subsistencia del Estado de derecho” (María
Julia Bertomeu,2005).

El Estado de derecho, hace referencia al segundo concepto de Kant conocido como, El


Estado como garantía de derecho. Respecto a la evolución del Estado de derecho, este
se dividió en 3 partes: Estado Liberal de Derecho( corresponde con el Estado Liberal
Clásico y tiene su punto de partida en la Revolución Francesa y la IGM), Estado Social
de Derecho( Abarca desde la IGM hasta la crisis del petróleo) y Estado
Constitucional( Desde el último tercio del siglo pasado el debilitamiento del Estado
soberano, la denominada crisis del Estado Nacional, ha tratado de paliarse con las tesis
del Estado Constitucional que reside en el principio de la soberanía de la Constitución).

“En un Estado, se crea un Derecho, y por lo tanto se producen normas jurídicas; y que,
en mayor o menor medida, las utiliza, las aplica y se sirve de ellas para organizar y
hacer funcionar el grupo social, así como para resolver conflictos concretos surgidos
dentro de él” (Luis Villar Borda,2007). Por lo tanto, la creación de un Estado supondrá
entonces también, la creación de Derecho. “Un Estado de Derecho, así básicamente
concebido, es un tipo específico de Estado, un modelo organizativo que ha ido
surgiendo y construyéndose en las condiciones históricas de la modernidad como
respuesta a ciertas demandas, necesidades, intereses y exigencias de la vida real, de
carácter socioeconómico y, unido a ello (como siempre ocurre), también de carácter
ético y cultural” (Elías Díaz, 1996). La esencia del Estado de Derecho es proteger al
ciudadano del poder que dicta las Leyes, evitando así posibles abusos, es decir
garantizar los derechos fundamentales. Es más, para Kant la idea de Estado debe estar
ajustada a los principios del Derecho, es decir: a la libertad de cada miembro de la
sociedad en cuanto persona, a la igualdad entre todos en cuanto súbditos y a la
autonomía de cada miembro de la sociedad en cuanto ciudadanos.

El último concepto por el que destacó Kant fue el de justicia kantiana ya que supuso la
entrega de autonomía a lo moral. Ya que el lo que plantea es una reintroducción de la
moral por lo que se plantea el problema del ordenamiento social en términos de justicia.
De tal manera que se separa del pensamiento ideológico central; donde se pensaba que
el centro de todo orden político era el individuo, y a partir de dicho individuo se
comienza a construir todo, es decir, unas condiciones para posibilitar el desarrollo de
dicho individuo en sociedad, pero el problema que ocurre es que entonces se construye
un Estado y se ponen en práctica unas normas, en torno al individuo. En cambio, Kant
propone que, en vez de dar rienda suelta a las pasiones y deseos del individuo se
sometan, haciendo que la libertad se consiga entre todos. “La libertad kantiana tiene la
bien definida naturaleza de autonomía, y no de libertad natural; y es una autonomía del
sujeto racional, más que del sujeto pasional; y del sujeto político, más que del hombre
prepolítico; se llega a ser libre en medio de seres humanos libres dentro de un Estado de
derecho que tiene que regirse por una legislación de hombres libres” (Delfín Ignacio
Grueso,2005). Y aquí es donde la justicia entra en acción y no el derecho.

Para Kant derecho y justicia son dos conceptos distintos sin embargo están íntimamente
unidos, y la clave para esa unión es la moral del ser humano. La justicia trata sobre qué
es lo moralmente correcto a la hora de solucionar conflictos. Para los liberales
tradicionales, el derecho debe someter a la moral. Pero para Kant la moral también debe
someterse a la moral, a una ley moral de carácter universal. Para Kant, las leyes morales
son leyes de libertad. Dichas leyes se dividen en leyes jurídicas (si se refieren a acciones
externas) y leyes éticas (si se refieren al fundamento interno de las acciones). Por lo
que, “se produce una distinción entre derecho y moral, y se establece que el derecho no
tiene nada que ver con intenciones y norma morales de carácter subjetivo; más bien las
regula en sus relaciones externas” (Faviola Rivera, 2003). Sin embargo, el derecho no
solo se limita a esta externalidad de las acciones humanas. “Sino que le precede un
concepto de ``justicia´´ formado por un conjunto de enunciados y principios prácticos,
que configuran el significado de ``derecho´´ como ``justicia´´, estos enunciados son el
imperativo categórico, que sintetiza nuestro deber moral con los seres humanos, este
imperativo se divide en dos frases: ``Obra de tal manera que puedas querer que tu
máxima particular pueda convertirse en ley universal´´ y ``Trata al ser humano, tanto en
tu persona como en la de los demás, siempre y al mismo tiempo como fin y nunca
únicamente como medio´´” (R. Castro,2004).

Hoy en día Kant es uno de los filósofos más importantes de la actualidad, no solo por
conseguir unir las dos teorías de racionalismo y empirismo. Sino por también ser uno de
los pensadores políticos e ideólogos del liberalismo más importantes, especialmente por
su desacuerdo en la existencia de ruptura entre el Estado natural y el Estado civil. Es
más, en la segunda mitad del siglo XX, Kant sería determinante en el pensamiento del
filósofo norteamericano John Rawls. Esto sería visto en su máxima expresión, mediante
la publicación de su libro Teoría de la justicia en 1971. De este modo, “se ha podido
destacar, por ejemplo, la incidencia que el principio de autonomía de la voluntad tiene
en la tesis rawlsiana sobre la posición original y el velo de la ignorancia, el débito
intelectual que tiene la idea de justicia como equidad o imparcialidad con el
contractualismo y el iusnaturalismo kantianos, o la receptividad con la que, en general,
han acogido el legado pacifista, humanista e internacionalista de Immanuel Kant”
(Fernando Higinio Llano-Alonso, 2005). Otro de los pensadores con los que tuvo una
gran influencia fue con el filósofo alemán Jürgen Habermas, donde podemos destacar el
empeño de este por intentar demostrar la contemporaneidad y validez de los principales
argumentos del cosmopolitismo kantiano. “Una de las principales diferencias que
existen entre Rawls y Habermas, en su afán de seguir el pensamiento kantiano, es que
``la reformulación habermasiana trata de moverse por un interés práctico que permita
contemplar el ideal universalista kantiano a la luz del actual estado de cosas en el
mundo, además otra característica que diferencia a Habermas de Rawls, y es en la
certeza de Habermas sobre la imposibilidad de que cualquier proyecto cosmopolita no
llegará a materializarse, si previamente no se ha constibiado sustancialmente a lo largo
de los dos últimos siglos” (Juan Carlos Velardo Arroyo,1997).

Por último, en la actualidad el liberalismo recibe el nombre de neoliberalismo, este se


caracteriza por su concepto de persona que promueve. Según ese concepto, “el
individuo liberal es esencialmente egoísta, y movido por el placer se vuelve auto
posesivo; es igualmente antisocial en la medida de su individualismo, defiende su
privacidad ferozmente y no se inmiscuye en la de otros ni desea que las leyes lo hagan;
se conduce movido por los impulsos de su cuerpo, que resultan ser la medida del valor
de las cosas, pues son las cosas las que le acercarán o le alejarán del placer y de la
felicidad buscada ;en consecuencia, la razón solo le sirve para calcular y negociar, el
liberal es un individuo calculador y ambicioso; los sentimientos, que se traducen aquí
como amor, son buenos consejeros a la hora de buscar la felicidad, porque a través de
ellos se manifiestan las necesidades de placer, y como todo en el liberalismo,
está sujeto a la utilidad” (Francisco Javier Valverde Brenes, 2014). Otra de sus
características que los definen es su gran base económica, ya que los neoliberales
apuestan por la amplia liberalización de la economía y por el libre mercado. Para el
neoliberalismo el Estado debería cumplir únicamente sus funciones fundamentales
como organismo regente en la organización de la sociedad, de modo que se opone a su
intervención en el funcionamiento de la economía.

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