SPN62-0909E in His Presence VGR
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43 Así que no se nos ordenó hacer otra cosa más que permanecer
con esa Palabra. Y si un hombre es enviado de Dios, él se quedará
con la Palabra, porque Dios solo puede enviar por medio de
Su Palabra. ¿Ven? Vean, Él tiene que quedarse con Su Palabra.
Entonces cuando entramos en Su Presencia, cuando un hombre
llega a entrar en la Presencia de Dios, él es cambiado para
siempre, si en él puede haber cambio alguno. Ahora, hay quienes
pueden entrar en la Presencia de Dios y no prestarle atención.
Ese no fue ordenado a Vida. Pero si él fue predestinado por Dios,
apenas capta ese primer movimiento, él lo sabe. Se enciende.
44 Miren a esa pequeña prostituta allí ese día en Samaria,
aquella mujer. Ella estaba en un mal estado mental y físicamente;
lo sabemos. Pero en cuanto vio esa señal del Mesías manifestada,
ella dijo: “Sabemos que el Mesías viene para hacer esto. Tú debes
ser Su profeta”.
Él dijo: “Soy ese Mesías de Quien fue escrito que vendría”.
45 Ella lo reconoció. No hizo ni una pregunta más. Ella tomó
rápidamente la responsabilidad, sabiendo que si ella había
encontrado eso y había entrado en la Presencia de Dios, ella
era responsable de contarle a alguien más de eso. ¡Aleluya!
Correcto. Cualquier hombre que entre en la Presencia de Dios es
responsable delante de Dios, a partir de ese minuto, de hablarle
a alguien más. Miren a Abraham, miren a Moisés, miren a Pedro,
miren a Pablo. Desde el momento en que entraron en la Presencia
de Dios, se reconocieron “pecadores” y sellaron su testimonio
con su vida. Miren a esa damita, ya no se pudo quedar allí,
fue a la ciudad y les dijo a los hombres: “Vengan, vean al
Hombre que me ha dicho las cosas que he hecho. ¿No es este
el Mesías?”. Ellos no pudieron negarlo, porque era Escritural.
Seguro. Sí, ellos tienen que hacerlo, un hombre, cuando nosotros
tenemos la responsabilidad de hablarles a otros como lo hizo
Moisés, como Pedro, como Pablo. Después de estas cosas, que
Uds. han visto Esto y han entrado en Su Presencia, Uds. son
responsables por ese Mensaje que llegue a otra persona. Uds.
simplemente no pueden quedarse quietos con Él. Tienen que
llevarlo a alguien más.
46 Recuerdo una hermana anciana que antes estaba aquí, la
madre del Hermano Graham Snelling; ella se sentaba aquí mismo
en la iglesia, y cantaba: “¡Acabo de pasar al otro lado! Estoy
corriendo, corriendo, corriendo, y acabo de pasar y no me puedo
sentar”. Ella sencillamente había hallado algo. Fui a una iglesita
de color acá en Louisville y todos ellos estaban de pie, cantando:
“Voy corriendo hacia arriba por la Calzada del Rey, ¡La acabo
de hallar, y subo por la Calzada!”.
47 Hay algo especial cuando uno encuentra a Cristo que ya
uno no puede callar. Ud. es otra persona por el resto de sus
días, porque cuando vida y Vida se unen, forman una Luz
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este diablo de la niña”. Una gran Luz brillante brilló sobre ella,
eso había terminado. Amén. ¿Ah? Seguro. ¡Él es digno de toda
alabanza!
97 Él sabe todas las cosas. Él conoce su corazón. Y Ud. sabe lo
que Ud. está pensando; Él también lo sabe. Si en Ud. hay un
pequeño pecado pendiente esta noche, y Ud. no quiere entrar
en la Presencia de Dios con eso, ¿levantaría la mano una vez
más y diría: “Hermano Branham, ore por mí, quiero estar en
Su Presencia en aquel Día, sin culpas”. Dios le bendiga. Muchas
manos, Dios las ve. En Su Presencia. Ahora les diré qué hacer.
Ahora solo escuchen atentamente. Hagan como David, pongan al
Señor delante de Uds. ahora mismo. Pongan al Señor entre Uds.
y ese pecado, sea cual sea el pequeño pecado que lo asedia. Podrá
ser el mentir, podrá ser el hurtar, podrá ser el mal pensamiento,
podrá ser el mal genio, podrá ser el beber, podrá ser el fumar,
podrá ser los juegos de azar; no sé. Podría ser la lujuria, podría
ser cualquier cosa; no sé qué sea. Lo que sea, ponga al Señor
delante de Ud. Y entonces su corazón se gozará y su carne
reposará confiadamente, porque Ud. sabe que Cristo prometió
que Él resucitaría de nuevo en los postreros días. Cuando Él
venga, nosotros vendremos a Su semejanza. ¿Quiere Ud. hacerlo
ahora, mientras oramos?
98 Nuestro Padre Celestial, un Mensajito entrecortado de un
siervo cansado y agotado; pero pensando en el tema de “Morar en
la Presencia de Dios”. Y vemos esta noche el efecto que tuvo en
los hombres santos el entrar en Tu Presencia, ese efecto que tuvo
en ellos. Sabios, grandes profetas poderosos ordenados por Dios
y enviados a predicar la Palabra y, aún al encontrarse con Él cara
a cara y caer a tierra como hombres muertos. ¿Qué vamos a hacer
nosotros en ese día, Señor? Lo hemos pensado; hemos estado
pensándolo. Unas cuarenta o cincuenta manos lo han pensado,
Señor, porque acaban de levantar esas manos, o los corazones
debajo de la mano, han estado pensando en encontrarse con Él
desde que comenzamos a hablar. ¿Qué harían si ellos tuvieran
que encontrarse con Él?
99 Mis manos, Señor, están levantadas. ¿Qué haré yo? Ahora,
Padre, tengo muchas cosas que hago mal. Acabo de confesar mi
pecado esta mañana ante la iglesia, como Te lo confesé a Ti en la
cumbre de la montaña la otra mañana cuando soplaba y nevaba,
y allá en la cumbre de la montaña, de cómo clamé y Te pedí que
perdonaras mi torpeza. Y de cómo temía venir delante de mis
hermanos, que algunos me consideran como Tu siervo-profeta.
Y, Señor, cómo aborrecí venir delante de ellos y contarles de
un acto insensato, que yo haría tal cosa, pero, Dios, fue bueno
para mi alma que confesara mis pecados y no ocultarlos. Por
lo tanto, para ser sincero Contigo y recto ante el pueblo, lo he
confesado, Señor. Estoy errado, estoy totalmente errado. Oro
pidiendo perdón.
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