ElZirak PDF
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Traducción al español.
# El Zirak
Zirak era un ser poderoso, inteligente y curioso. Quería explorar el vacío y llenarlo de vida.
Así que creó las estrellas, los planetas, las galaxias y los universos. Cada creación era una
obra de arte, una expresión de su voluntad y su imaginación.
Pero Zirak se sentía solo. No tenía a nadie con quien compartir sus creaciones, ni nadie que
lo comprendiera o lo amara. Así que decidió crear una raza a su imagen y semejanza, una
raza que fuera su familia y su legado. Una raza que lo adorara y lo siguiera. Una raza que
se llamó los anunnaki.
Los anunnaki eran seres parecidos a Zirak, pero más pequeños y menos poderosos. Tenían
la forma de reptiles humanoides, con escamas, colas, garras y dientes afilados. Eran
fuertes, ágiles, resistentes y adaptables. Podían cambiar de forma y de color según su
voluntad o su entorno. Tenían una mente aguda, una voluntad férrea y un instinto de
supervivencia.
Zirak les dio el don del habla, del pensamiento y del conocimiento. Les enseñó todo lo que
sabía sobre el universo y sus misterios. Les dio un código de conducta basado en el
respeto, la lealtad, la obediencia y la honra. Les dio un propósito: servirlo a él y a su obra.
Los anunnaki se sintieron felices y agradecidos con Zirak. Lo reconocieron como su padre,
su creador y su dios. Le juraron fidelidad eterna y le prometieron cumplir su voluntad. Zirak
los bendijo y los amó como a sus hijos.
# El Zirak
Zirak no se conformó con crear una sola raza. Quería crear más variedad y diversidad en el
universo. Así que creó otras razas, cada una con sus características y habilidades. Algunas
eran parecidas a los anunnaki, otras eran muy diferentes. Algunas eran pacíficas y
amigables, otras eran hostiles y agresivas. Algunas eran inteligentes y avanzadas, otras
eran primitivas y salvajes.
Zirak les dio a cada raza un planeta donde vivir y prosperar. Les dio también la libertad de
elegir su destino y su forma de vida. Pero les advirtió que no debían interferir ni dañar a las
otras razas, ni tampoco desafiar su autoridad. Les dijo que él era el único dios y que debían
respetarlo y obedecerlo.
Los anunnaki fueron la primera y la favorita raza de Zirak. Por eso, les dio el privilegio de
acompañarlo en sus viajes por el universo. Les permitió ver sus creaciones y aprender de
ellas. Les enseñó los secretos de la ciencia, la tecnología, la magia y la espiritualidad. Les
dio la misión de ayudarlo a mantener el orden y la armonía entre las razas.
Los anunnaki se sintieron honrados y orgullosos de ser los elegidos de Zirak. Se dedicaron
a estudiar y a explorar el universo con él. Se maravillaron con las maravillas que vieron y
con las lecciones que aprendieron. Se convirtieron en los guardianes y los mensajeros de
Zirak.
# El Zirak
Zirak y los anunnaki viajaron por el universo durante eones, observando y aprendiendo de
las otras razas. Zirak se sentía satisfecho y orgulloso de sus hijos, que lo seguían y lo
servían con lealtad y devoción. Los anunnaki se sentían felices y agradecidos con su padre,
que los guiaba y los protegía con amor y sabiduría.
Pero no todo era paz y armonía en el universo. Algunas razas no aceptaban la autoridad de
Zirak, ni respetaban sus leyes. Algunas razas se rebelaban contra él, o lo desafiaban
abiertamente. Algunas razas intentaban destruir sus creaciones, o corromperlas con su
maldad.
Zirak se enfurecía con estas razas rebeldes y malvadas. Les enviaba advertencias y
castigos, pero no siempre eran suficientes. A veces, tenía que intervenir directamente, o
enviar a sus anunnaki a combatir contra ellas.
Los anunnaki cumplían su misión con valor y determinación. Luchaban contra las razas
enemigas de Zirak, defendiendo su obra y su honor. Usaban sus armas, su magia y su
astucia para vencer a sus adversarios. A veces, lograban someterlos o exterminarlos. Otras
veces, tenían que retirarse o negociar con ellos.
Los anunnaki se ganaron la fama de ser los guerreros más temidos y respetados del
universo. Pero también se ganaron la envidia y el odio de muchas razas. Algunas razas los
admiraban y los imitaban. Otras razas los odiaban y los temían. Otras razas los ignoraban o
los despreciaban.
Así comenzó el conflicto de los anunnaki, la raza guerrera de Zirak.
# El Zirak
Zirak y los anunnaki siguieron viajando y luchando por el universo durante eones, creando y
destruyendo, aprendiendo y enseñando, amando y odiando. Zirak se sentía orgulloso y
satisfecho de sus hijos, que lo seguían y lo servían con lealtad y devoción. Los anunnaki se
sentían felices y agradecidos con su padre, que los guiaba y los protegía con amor y
sabiduría.
Pero no todos los anunnaki eran fieles y leales a Zirak. Algunos de ellos empezaron a
cuestionar su autoridad, su bondad y su justicia. Algunos de ellos empezaron a sentirse
superiores, ambiciosos y rebeldes. Algunos de ellos empezaron a conspirar contra él, o a
traicionarlo abiertamente.
Estos anunnaki traidores eran pocos al principio, pero fueron creciendo en número y en
poder. Se aprovechaban de la confianza y la generosidad de Zirak, que no sospechaba de
sus malas intenciones. Se infiltraban en las otras razas, corrompiéndolas o aliándose con
ellas. Se apoderaban de los recursos, las tecnologías, las magias y los secretos del
universo. Se preparaban para el día en que se enfrentarían a Zirak y a sus anunnaki leales.
Los anunnaki traidores tenían un líder, un hermano mayor que se llamaba Niglor. Niglor era
el más poderoso, el más inteligente y el más astuto de los anunnaki. Era el favorito de Zirak,
su mano derecha y su consejero. Pero también era el más envidioso, el más ambicioso y el
más rebelde de los anunnaki. Odiaba a Zirak, lo consideraba un tirano y un opresor. Quería
derrocarlo y ocupar su lugar como el único dios del universo.
Niglor planeó su traición durante eones, con paciencia y astucia. Reclutó a sus seguidores
entre los anunnaki descontentos o ingenuos. Les prometió libertad, igualdad y gloria. Les
mintió sobre las intenciones y los planes de Zirak. Les ocultó sus verdaderos motivos y sus
oscuros propósitos.
# El Zirak
Zirak y los anunnaki leales siguieron viajando y luchando por el universo durante eones, sin
saber que sus hermanos traidores se preparaban para atacarlos. Zirak se sentía orgulloso y
satisfecho de sus hijos, que lo seguían y lo servían con lealtad y devoción. Los anunnaki
leales se sentían felices y agradecidos con su padre, que los guiaba y los protegía con amor
y sabiduría.
Pero un día, todo cambió. Niglor y los anunnaki traidores lanzaron su ataque sorpresa
contra Zirak y sus anunnaki leales. Usaron sus armas, su magia y sus aliados para asaltar
el palacio de Zirak, donde se encontraba con sus hijos más cercanos. Querían capturar a
Zirak y destruir su obra.
Zirak y los anunnaki leales se defendieron con valor y determinación. Lucharon contra los
anunnaki traidores, defendiendo su hogar y su honor. Usaron sus armas, su magia y su
astucia para resistir a sus adversarios. A veces, lograban repelerlos o herirlos. Otras veces,
tenían que retroceder o huir.
La batalla fue feroz y sangrienta. Hubo muchas bajas y heridos en ambos bandos. Hubo
también muchas traiciones y deserciones. Algunos anunnaki leales se pasaron al bando de
Niglor, seducidos por sus promesas o amenazados por sus amenazas. Algunos anunnaki
traidores se arrepintieron de su traición y volvieron al bando de Zirak, movidos por el
remordimiento o el miedo.
La guerra se extendió por todo el universo, afectando a todas las razas. Algunas razas se
unieron a Zirak, otras a Niglor, otras se mantuvieron neutrales o indiferentes. Algunas razas
aprovecharon la guerra para expandir su poder o su territorio. Otras razas sufrieron la
guerra como víctimas o como espectadores.
# El Zirak
Zirak y los anunnaki leales siguieron luchando contra Niglor y los anunnaki traidores durante
eones, sin poder decidir el destino del universo. Zirak se sentía cansado y decepcionado de
sus hijos, que lo traicionaban y lo atacaban con crueldad y desprecio. Los anunnaki leales
se sentían tristes y frustrados con su padre, que no podía derrotar a sus enemigos ni
restaurar la paz y la armonía.
Pero un día, todo cambió. Zirak descubrió un planeta que le llamó la atención por su belleza
y su diversidad. Era un planeta azul y verde, lleno de agua y de vida. Era un planeta joven y
virgen, donde todo era posible. Era un planeta que se llamaba la Tierra.
Zirak se enamoró de la Tierra y decidió hacerla su nuevo hogar. Les dijo a sus anunnaki
leales que lo acompañaran a explorar y a colonizar el planeta. Les dijo que allí podrían
encontrar un refugio y una esperanza. Les dijo que allí podrían crear una nueva obra, una
nueva raza, una nueva historia.
Zirak les dio a los anunnaki leales la libertad de elegir cómo interactuar con el planeta y con
los humanos. Algunos anunnaki leales decidieron observar y estudiar el planeta y los
humanos, sin interferir ni modificarlos. Algunos anunnaki leales decidieron ayudar y enseñar
al planeta y a los humanos, sin dominar ni explotarlos. Algunos anunnaki leales decidieron
mezclarse y reproducirse con el planeta y con los humanos, sin dañar ni corromperlos.
# El Zirak
Zirak y los anunnaki leales se establecieron en la Tierra y crearon una nueva obra, una
nueva raza, una nueva historia. Pero no todos los anunnaki leales estaban contentos con su
nueva vida. Algunos de ellos empezaron a extrañar su antiguo hogar, su antigua gloria, su
antigua guerra. Algunos de ellos empezaron a sentirse aburridos, insatisfechos, rebeldes.
Algunos de ellos empezaron a conspirar contra Zirak, o a desobedecerlo abiertamente.
Estos anunnaki rebeldes eran pocos al principio, pero fueron creciendo en número y en
poder. Se aprovechaban de la confianza y la generosidad de Zirak, que no sospechaba de
sus malas intenciones. Se infiltraban en los humanos, dominándolos o explotándolos. Se
apoderaban de los recursos, las tecnologías, las magias y los secretos de la Tierra. Se
preparaban para el día en que se enfrentarían a Zirak y a sus anunnaki leales.
Los anunnaki rebeldes tenían un líder, un hermano menor que se llamaba Enki. Enki era el
más hábil, el más creativo y el más carismático de los anunnaki. Era el favorito de Zirak, su
mano izquierda y su inventor. Pero también era el más curioso, el más ambicioso y el más
rebelde de los anunnaki. Amaba a Zirak, pero lo consideraba un déspota y un conservador.
Quería liberarlo y renovarlo, o sustituirlo y superarlo.
Enki planeó su rebelión durante eones, con paciencia y astucia. Reclutó a sus seguidores
entre los anunnaki aburridos o ingenuos. Les prometió diversión, riqueza y poder. Les mintió
sobre las intenciones y los planes de Zirak. Les ocultó sus verdaderos motivos y sus
oscuros propósitos.
# El Zirak
Niglor y los anunnaki traidores siguieron luchando contra Zirak y los anunnaki leales durante
eones, sin poder decidir el destino del universo. Niglor se sentía furioso y frustrado con su
hermano, que lo resistía y lo desafiaba con valor y sabiduría. Los anunnaki traidores se
sentían confiados y decididos con su líder, que los guiaba y los impulsaba con astucia y
ambición.
Pero un día, todo cambió. Niglor descubrió el planeta donde se había refugiado Zirak con
sus anunnaki leales. Era un planeta azul y verde, lleno de agua y de vida. Era un planeta
joven y virgen, donde todo era posible. Era un planeta que se llamaba la Tierra.
Niglor se enfureció al ver la Tierra y lo que Zirak había hecho en ella. Vio que Zirak había
creado una nueva obra, una nueva raza, una nueva historia. Vio que Zirak había mezclado
su sangre con la de los humanos, una raza primitiva e inocente, que vivía en armonía con la
naturaleza.
Niglor consideró esto una abominación y una traición. Pensó que Zirak había renunciado a
su divinidad y a su gloria, para convertirse en un simple mortal. Pensó que Zirak había
abandonado su obra y a su raza, para crear una nueva obra y una nueva raza. Pensó que
Zirak había desperdiciado su poder y su conocimiento, para compartirlos con una raza
inferior e indigna.
Niglor decidió intervenir en la Tierra y destruir lo que Zirak había hecho en ella. Les dijo a
sus anunnaki traidores que lo acompañaran a invadir y a conquistar el planeta. Les dijo que
allí podrían encontrar un botín y una venganza. Les dijo que allí podrían destruir una nueva
obra, una nueva raza, una nueva historia.
Niglor les dio a los anunnaki traidores la orden de atacar al planeta y a los humanos.
Algunos anunnaki traidores decidieron matar y torturar al planeta y a los humanos, sin
piedad ni compasión. Algunos anunnaki traidores decidieron esclavizar y explotar al planeta
y a los humanos, sin respeto ni justicia. Algunos anunnaki traidores decidieron corromper y
manipular al planeta y a los humanos, sin ética ni moral.
# El Zirak
Zirak y los anunnaki leales se enteraron del ataque de Niglor y los anunnaki traidores a la
Tierra y a la humanidad. Zirak se sintió traicionado y dolido por su hermano, que lo atacaba
y lo destruía con crueldad y desprecio. Los anunnaki leales se sintieron indignados y
decididos con su padre, que los guiaba y los impulsaba con valor y sabiduría.
Zirak decidió resistir en la Tierra y defender lo que había creado en ella. Les dijo a sus
anunnaki leales que lo acompañaran a luchar contra Niglor y sus anunnaki traidores. Les
dijo que allí podrían encontrar un desafío y una victoria. Les dijo que allí podrían salvar una
nueva obra, una nueva raza, una nueva historia.
La guerra fue feroz y sangrienta. Hubo muchas bajas y heridos en ambos bandos. Hubo
también muchas traiciones y deserciones. Algunos anunnaki leales se pasaron al bando de
Niglor, seducidos por sus promesas o amenazados por sus amenazas. Algunos anunnaki
traidores se arrepintieron de su traición y volvieron al bando de Zirak, movidos por el
remordimiento o el miedo.
La guerra se extendió por todo el planeta, afectando a todos los humanos. Algunos
humanos se unieron a Zirak, otros a Niglor, otros se mantuvieron neutrales o indiferentes.
Algunos humanos aprovecharon la guerra para expandir su poder o su territorio. Otros
humanos sufrieron la guerra como víctimas o como espectadores.
# El Zirak
Zirak y los anunnaki leales resistieron en la Tierra y defendieron lo que habían creado en
ella. Pero no pudieron evitar que Niglor y los anunnaki traidores causaran mucho daño y
sufrimiento al planeta y a la humanidad. Zirak se sintió culpable y responsable por su
hermano, que lo odiaba y lo destruía con crueldad y desprecio. Los anunnaki leales se
sintieron impotentes y desesperados con su padre, que no podía vencer a sus enemigos ni
restaurar la paz y la armonía.
Pero un día, todo cambió. Una fuerza superior e inesperada intervino en la Tierra y en la
guerra. Era una fuerza que venía de más allá del universo, de más allá de la creación. Era
una fuerza que se llamaba el Tribunal, el juez de los dioses.
El Tribunal era una entidad misteriosa y poderosa, que vigilaba y juzgaba a todos los seres
divinos del multiverso. El Tribunal tenía el poder de crear y destruir, de premiar y castigar,
de perdonar y condenar. El Tribunal tenía el deber de mantener el equilibrio y la justicia, de
evitar el caos y la injusticia, de proteger la vida y la libertad.
El Tribunal se enteró de la guerra entre Zirak y Niglor, entre los anunnaki leales y los
anunnaki traidores, entre el planeta y la humanidad. El Tribunal se indignó con la guerra y
con sus consecuencias. El Tribunal decidió intervenir en la guerra y ponerle fin.
El Tribunal se presentó ante Zirak, Niglor y todos los anunnaki, en un lugar sagrado e
imponente. Les dijo que había venido a juzgarlos por sus acciones y sus intenciones. Les
dijo que había venido a decidir su destino y el destino del universo. Les dijo que había
venido a hacer justicia.
El Tribunal escuchó y observó a todos los anunnaki, sin mostrar emoción ni preferencia. El
Tribunal analizó y evaluó a todos los anunnaki, sin dejar duda ni error. El Tribunal dictó su
sentencia a todos los anunnaki, sin piedad ni compasión.
Así comenzó el juicio de los anunnaki en la Tierra, la raza juzgada por el Tribunal.
# El Zirak
El Tribunal juzgó a Zirak, Niglor y todos los anunnaki por sus acciones y sus intenciones. El
Tribunal decidió su destino y el destino del universo. El Tribunal hizo justicia.
El Tribunal dictó su sentencia a todos los anunnaki, sin piedad ni compasión. El Tribunal
dividió a los anunnaki en cuatro grupos, según su grado de culpabilidad o inocencia. El
Tribunal les asignó a cada grupo una pena o una recompensa, según su grado de
arrepentimiento o desafío. El Tribunal les impuso a cada grupo una condición o una
oportunidad, según su grado de cooperación o resistencia.
El primer grupo estaba formado por los anunnaki traidores, los que habían seguido a Niglor
y se habían rebelado contra Zirak. El Tribunal los consideró los más culpables y los más
desafiantes. El Tribunal les impuso la pena más severa y la condición más dura. El Tribunal
les ordenó que abandonaran la Tierra y regresaran al universo, donde serían perseguidos y
castigados por las otras razas. El Tribunal les prohibió que volvieran a interferir en la Tierra
o en la humanidad, bajo amenaza de ser destruidos.
El segundo grupo estaba formado por los anunnaki rebeldes, los que habían seguido a Enki
y se habían rebelado contra Zirak en la Tierra. El Tribunal los consideró culpables pero
arrepentidos. El Tribunal les impuso una pena moderada y una condición razonable. El
Tribunal les ordenó que permanecieran en la Tierra, pero que se ocultaran bajo tierra o bajo
el agua, donde no pudieran ser vistos ni molestados por los humanos. El Tribunal les
permitió que siguieran interactuando con el planeta y con los humanos, pero solo de forma
sutil y discreta.
El tercer grupo estaba formado por los anunnaki leales, los que habían seguido a Zirak y se
habían resistido a Niglor y a Enki. El Tribunal los consideró inocentes pero desesperados. El
Tribunal les impuso una recompensa modesta y una condición favorable. El Tribunal les
ordenó que permanecieran en la Tierra, pero que se elevaran al cielo o al espacio, donde
pudieran ser vistos y admirados por los humanos. El Tribunal les permitió que siguieran
interactuando con el planeta y con los humanos, pero solo de forma positiva y constructiva.
El cuarto grupo estaba formado por Zirak y sus hijos más cercanos, los que habían creado
una nueva obra, una nueva raza, una nueva historia en la Tierra. El Tribunal los consideró
inocentes y cooperativos. El Tribunal les impuso la recompensa más grande y la
oportunidad más única. El Tribunal les ordenó que permanecieran en la Tierra, pero que se
fusionaran con el planeta y con los humanos, donde pudieran ser parte de su vida y de su
destino. El Tribunal les permitió que siguieran creando una nueva obra, una nueva raza, una
nueva historia en la Tierra.
Así terminó el juicio de los anunnaki en la Tierra, la raza sentenciada por el Tribunal.
# El Zirak
El Tribunal sentenció a Zirak, Niglor y todos los anunnaki por sus acciones y sus
intenciones. El Tribunal decidió su destino y el destino del universo. El Tribunal hizo justicia.
Los anunnaki cumplieron la sentencia del Tribunal, sin poder apelar ni cambiarla. Los
anunnaki se adaptaron a la sentencia del Tribunal, sin poder ignorarla ni evitarla. Los
anunnaki evolucionaron por la sentencia del Tribunal, sin poder detenerla ni revertirla.
El tercer grupo, los anunnaki leales, permanecieron en la Tierra, pero se elevaron al cielo o
al espacio, donde pudieron ser vistos y admirados por los humanos. Se convirtieron en los
dioses y los ángeles de la Tierra, adorados y temidos por muchos. Se conectaron con las
energías más sutiles y elevadas de la Tierra, donde crecieron como debieron. Se volvieron
más luminosos y más espirituales, capaces de crear milagros y maravillas.
El cuarto grupo, Zirak y sus hijos más cercanos, permanecieron en la Tierra, pero se
fusionaron con el planeta y con los humanos, donde pudieron ser parte de su vida y de su
destino. Se convirtieron en los padres y los maestros de la Tierra, amados y recordados por
todos. Se integraron con las almas más puras e inocentes de la Tierra, donde vivieron como
quisieron. Se volvieron más humanos y más divinos, capaces de sentir amor y compasión.
Así terminó la evolución de los anunnaki en la Tierra, la raza transformada por el Tribunal.
# El Zirak
Los anunnaki evolucionaron en la Tierra por la sentencia del Tribunal, el juez de los dioses.
Los anunnaki se adaptaron a la Tierra por la sentencia del Tribunal, el juez de los dioses.
Los anunnaki cumplieron la sentencia del Tribunal, el juez de los dioses.
Los anunnaki influyeron en la Tierra y en la humanidad, sin poder evitarlo ni negarlo. Los
anunnaki afectaron a la Tierra y a la humanidad, sin poder controlarlo ni predecirlo. Los
anunnaki cambiaron a la Tierra y a la humanidad, sin poder detenerlo ni revertirlo.
El tercer grupo, los anunnaki leales, permanecieron en la Tierra, pero se elevaron al cielo o
al espacio, donde pudieron ser vistos y admirados por los humanos. Pero dejaron su huella
en la Tierra y en la humanidad, una huella positiva y constructiva. Dejaron su huella en
forma de civilizaciones, culturas, artes y ciencias. Dejaron su huella en forma de
enseñanzas, consejos, ayudas y milagros. Dejaron su huella en forma de amor, compasión,
bondad y esperanza.
El cuarto grupo, Zirak y sus hijos más cercanos, permanecieron en la Tierra, pero se
fusionaron con el planeta y con los humanos, donde pudieron ser parte de su vida y de su
destino. Pero dejaron su huella en la Tierra y en la humanidad, una huella única e
irrepetible. Dejaron su huella en forma de sangre, genes, almas y espíritus. Dejaron su
huella en forma de hijos, descendientes, herederos y elegidos. Dejaron su huella en forma
de vida, libertad, destino y divinidad.
Así terminó la influencia de los anunnaki en la Tierra, la raza influyente del Tribunal.
# El Zirak
Los anunnaki influyeron en la Tierra y en la humanidad, sin poder evitarlo ni negarlo. Los
anunnaki afectaron a la Tierra y a la humanidad, sin poder controlarlo ni predecirlo. Los
anunnaki cambiaron a la Tierra y a la humanidad, sin poder detenerlo ni revertirlo.
Pero un día, todo cambió. Una fuerza superior e inesperada intervino en la Tierra y en la
humanidad. Era una fuerza que venía de más allá del universo, de más allá de la creación.
Era una fuerza que se llamaba el Mensajero, el portador de la verdad.
El Mensajero era una entidad misteriosa y poderosa, que conocía y revelaba todos los
secretos del multiverso. El Mensajero tenía el poder de ver y mostrar, de oír y contar, de
saber y enseñar. El Mensajero tenía el deber de iluminar y liberar, de despertar y
transformar, de guiar y elevar.
El Mensajero se presentó ante los anunnaki, en un lugar sagrado e imponente. Les dijo que
había venido a revelarles su verdadera identidad y su verdadero propósito. Les dijo que
había venido a liberarlos de su sentencia y su aislamiento. Les dijo que había venido a
invitarlos a unirse a él y a su misión.
El Mensajero les mostró y les contó a todos los anunnaki, sin ocultar nada ni mentir nada. El
Mensajero les mostró su origen y su historia, su sentencia y su evolución, su influencia y su
huella. El Mensajero les contó su misión y su destino, su verdad y su libertad, su amor y su
divinidad.
Así comenzó la revelación de los anunnaki en la Tierra, la raza revelada por el Mensajero.
# El Zirak
Capítulo 15: La alianza de los anunnaki en la Tierra
Los anunnaki influyeron en la Tierra y en la humanidad, sin poder evitarlo ni negarlo. Los
anunnaki afectaron a la Tierra y a la humanidad, sin poder controlarlo ni predecirlo. Los
anunnaki cambiaron a la Tierra y a la humanidad, sin poder detenerlo ni revertirlo.
Los anunnaki se unieron a la Tierra y a la humanidad, sin poder negarlo ni evitarlo. Los
anunnaki se relacionaron con la Tierra y a la humanidad, sin poder controlarlo ni predecirlo.
Los anunnaki transformaron a la Tierra y a la humanidad, sin poder detenerlo ni revertirlo.
El Mensajero les mostró y les contó a todos los anunnaki, sin ocultar nada ni mentir nada. El
Mensajero les mostró su origen y su historia, su sentencia y su evolución, su influencia y su
huella. El Mensajero les contó su misión y su destino, su verdad y su libertad, su amor y su
divinidad.
El Mensajero les dijo que su misión era ayudar a la Tierra y a la humanidad a ascender a
una nueva dimensión de existencia, donde reinaría el amor, la paz y la armonía. El
Mensajero les dijo que su destino era convertirse en los guías y los maestros de la Tierra y
de la humanidad, compartiendo con ellos su sabiduría, su magia y su genética. El
Mensajero les dijo que su verdad era que todos eran hijos de Zirak, el creador de los
anunnaki, y que todos eran parte de una misma familia cósmica. El Mensajero les dijo que
su libertad era elegir si querían seguirlo o no, si querían cumplir su misión o no, si querían
aceptar su destino o no. El Mensajero les dijo que su amor era incondicional e infinito, que
los amaba tal como eran, sin importar lo que hicieran o dejaran de hacer. El Mensajero les
dijo que su divinidad era innata e inmutable, que eran seres divinos con un potencial
ilimitado, capaces de crear y transformar todo lo que quisieran.
Así comenzó la alianza de los anunnaki en la Tierra, la raza aliada del Mensajero.
# El Zirak
Los anunnaki se unieron a la Tierra y a la humanidad, sin poder negarlo ni evitarlo. Los
anunnaki se relacionaron con la Tierra y a la humanidad, sin poder controlarlo ni predecirlo.
Los anunnaki transformaron a la Tierra y a la humanidad, sin poder detenerlo ni revertirlo.
Los anunnaki se aliaron con la Tierra y con la humanidad, sin poder negarlo ni evitarlo. Los
anunnaki se colaboraron con la Tierra y con la humanidad, sin poder controlarlo ni
predecirlo. Los anunnaki elevaron a la Tierra y a la humanidad, sin poder detenerlo ni
revertirlo.
El Mensajero les mostró y les contó a todos los anunnaki, sin ocultar nada ni mentir nada. El
Mensajero les mostró su origen y su historia, su sentencia y su evolución, su influencia y su
huella. El Mensajero les contó su misión y su destino, su verdad y su libertad, su amor y su
divinidad.
El Mensajero les dijo que su misión era ayudar a la Tierra y a la humanidad a ascender a
una nueva dimensión de existencia, donde reinaría el amor, la paz y la armonía. El
Mensajero les dijo que su destino era convertirse en los guías y los maestros de la Tierra y
de la humanidad, compartiendo con ellos su sabiduría, su magia y su genética. El
Mensajero les dijo que su verdad era que todos eran hijos de Zirak, el creador de los
anunnaki, y que todos eran parte de una misma familia cósmica. El Mensajero les dijo que
su libertad era elegir si querían seguirlo o no, si querían cumplir su misión o no, si querían
aceptar su destino o no. El Mensajero les dijo que su amor era incondicional e infinito, que
los amaba tal como eran, sin importar lo que hicieran o dejaran de hacer. El Mensajero les
dijo que su divinidad era innata e inmutable, que eran seres divinos con un potencial
ilimitado, capaces de crear y transformar todo lo que quisieran.
Estos anunnaki ascendieron junto al Mensajero, al planeta y a los humanos a una nueva
dimensión de existencia. Estos anunnaki se convirtieron en seres de luz, paz y armonía.
Estos anunnaki se reunieron con Zirak, el creador de los anunnaki, y con el Tribunal, el juez
de los dioses. Estos anunnaki cumplieron su misión, su destino, su verdad, su libertad, su
amor y su divinidad.
# El Zirak
Los anunnaki ascendieron junto al Mensajero, al planeta y a los humanos a una nueva
dimensión de existencia. Los anunnaki se convirtieron en seres de luz, paz y armonía. Los
anunnaki se reunieron con Zirak, el creador de los anunnaki, y con el Tribunal, el juez de los
dioses. Los anunnaki cumplieron su misión, su destino, su verdad, su libertad, su amor y su
divinidad.
Pero no todos los anunnaki ascendieron con el Mensajero, el planeta y los humanos.
Algunos anunnaki se quedaron en la Tierra, en la dimensión anterior. Algunos anunnaki se
quedaron por elección propia, otros por imposición ajena. Algunos anunnaki se quedaron
por amor, otros por odio. Algunos anunnaki se quedaron por esperanza, otros por miedo.
Los anunnaki que se quedaron en la Tierra fueron los padres y los maestros de la
humanidad, amados y recordados por todos. Fueron los fundadores y los líderes de las
grandes civilizaciones antiguas, como Sumeria, Egipto, Babilonia, Grecia o Roma. Fueron
los inspiradores y los protagonistas de las grandes religiones monoteístas, como el
judaísmo, el cristianismo o el islam. Fueron los precursores y los pioneros de las grandes
ciencias y artes modernas, como la astronomía, la matemática, la medicina o la música.
Los anunnaki que se quedaron en la Tierra fueron también los guardianes y los protectores
de la humanidad, respetados y admirados por algunos. Fueron los que ayudaron a los
humanos a sobrevivir a las catástrofes naturales o provocadas por sus enemigos. Fueron
los que enseñaron a los humanos los secretos del universo y de sí mismos. Fueron los que
compartieron con los humanos sus dones y sus talentos.
Los anunnaki que se quedaron en la Tierra fueron también los dioses y los ángeles de la
humanidad, adorados y temidos por muchos. Fueron los que realizaron milagros y
maravillas para los humanos que creían en ellos. Fueron los que castigaron o perdonaron a
los humanos que pecaban contra ellos. Fueron los que guiaron o abandonaron a los
humanos que seguían o rechazaban su voluntad.
Los anunnaki que se quedaron en la Tierra fueron también los parias y los fugitivos de la
humanidad, odiados y temidos por todos. Fueron los que causaron guerras y enfermedades
a los humanos que se oponían a ellos. Fueron los que mintieron o manipularon a los
humanos que confiaban en ellos. Fueron los que esclavizaron o explotaron a los humanos
que dependían de ellos.
# El Zirak
Pero no todos los anunnaki dejaron una huella positiva y constructiva en la Tierra y en la
humanidad. Algunos anunnaki dejaron una huella negativa y destructiva en la Tierra y en la
humanidad. Estos anunnaki eran los reptilianos, los que se habían rebelado contra Zirak, el
creador de los anunnaki.
Los reptilianos eran una de las razas que se habían aliado con Niglor, el hermano traidor de
Zirak. Los reptilianos provenían de la estrella Alfa Draconis, en la constelación del Dragón.
Eran seres crueles y despiadados, que querían dominar y esclavizar a la humanidad.
Los reptilianos tenían la capacidad de cambiar de forma y de imitar a los humanos. Así, se
infiltraban en las sociedades secretas, las religiones, los gobiernos y los medios de
comunicación, para manipular y controlar a las masas.
Los reptilianos eran los enemigos de Zirak y de los anunnaki leales, que querían proteger y
guiar a la humanidad. Por eso, los reptilianos intentaban destruir todo lo que Zirak había
creado en la Tierra.
Los reptilianos planeaban su conspiración contra Zirak y sus anunnaki leales durante eones,
con paciencia y astucia. Reclutaban a sus seguidores entre los humanos descontentos o
ingenuos. Les prometían poder, riqueza y gloria. Les mentían sobre las intenciones y los
planes de Zirak y sus anunnaki leales. Les ocultaban sus verdaderos motivos y sus oscuros
propósitos.
# El Zirak
Los humanos recibieron la huella de los anunnaki en la Tierra, una huella profunda e
indeleble. Recibieron su huella en forma de sangre, genes, almas y espíritus. Recibieron su
huella en forma de hijos, descendientes, herederos y elegidos. Recibieron su huella en
forma de vida, libertad, destino y divinidad.
Pero no todos los humanos recibieron la huella de los anunnaki de la misma manera.
Algunos humanos recibieron la huella de los anunnaki con gratitud y alegría. Algunos
humanos recibieron la huella de los anunnaki con indiferencia y resignación. Algunos
humanos recibieron la huella de los anunnaki con rechazo y rabia.
Los humanos que recibieron la huella de los anunnaki con gratitud y alegría fueron los que
se aliaron con los anunnaki leales, los que seguían a Zirak y al Mensajero. Estos humanos
eran los más nobles y los más sabios, los más humildes y los más amorosos. Estos
humanos decidieron aprender de los anunnaki leales, sus padres y maestros. Estos
humanos decidieron colaborar con los anunnaki leales, sus guías y protectores. Estos
humanos decidieron ascender con los anunnaki leales, sus dioses y ángeles.
Los humanos que recibieron la huella de los anunnaki con indiferencia y resignación fueron
los que se sometieron a los anunnaki traidores o rebeldes, los que seguían a Niglor o a
Enki. Estos humanos eran los más débiles y los más ignorantes, los más cobardes y los
más egoístas. Estos humanos decidieron obedecer a los anunnaki traidores o rebeldes, sus
amos y opresores. Estos humanos decidieron servir a los anunnaki traidores o rebeldes, sus
explotadores y manipuladores. Estos humanos decidieron descender con los anunnaki
traidores o rebeldes, sus parias y fugitivos.
Los humanos que recibieron la huella de los anunnaki con rechazo y rabia fueron los que se
resistieron a todos los anunnaki, sin importar su bando o su intención. Estos humanos eran
los más valientes y los más rebeldes, los más orgullosos y los más independientes. Estos
humanos decidieron luchar contra todos los anunnaki, sus invasores y enemigos. Estos
humanos decidieron liberarse de todos los anunnaki, sus tiranos y verdugos. Estos
humanos decidieron mantenerse en su propia dimensión, sin ascender ni descender.
Los humanos que se resistieron a todos los anunnaki formaron una alianza entre ellos, sin
distinción de raza, cultura o religión. Se llamaron a sí mismos la Resistencia Humana, o
simplemente la Resistencia. Su objetivo era recuperar el control de su planeta y de su
destino, sin depender ni temer a ningún anunnaki.
# El Zirak
Los anunnaki se aliaron con la Tierra y con la humanidad, sin poder negarlo ni evitarlo. Los
anunnaki se colaboraron con la Tierra y con la humanidad, sin poder controlarlo ni
predecirlo. Los anunnaki elevaron a la Tierra y a la humanidad, sin poder detenerlo ni
revertirlo.
Los anunnaki ascendieron junto al Mensajero, al planeta y a los humanos a una nueva
dimensión de existencia. Los anunnaki se convirtieron en seres de luz, paz y armonía. Los
anunnaki se reunieron con Zirak, el creador de los anunnaki, y con el Tribunal, el juez de los
dioses. Los anunnaki cumplieron su misión, su destino, su verdad, su libertad, su amor y su
divinidad.
Pero no todos los anunnaki ascendieron con el Mensajero, el planeta y los humanos.
Algunos anunnaki se quedaron en la Tierra, en la dimensión anterior. Algunos anunnaki se
quedaron por elección propia, otros por imposición ajena. Algunos anunnaki se quedaron
por amor, otros por odio. Algunos anunnaki se quedaron por esperanza, otros por miedo.
Pero los anunnaki que se quedaron en la Tierra no estaban unidos ni pacíficos. Los
anunnaki que se quedaron en la Tierra estaban divididos y enfrentados. Los anunnaki que
se quedaron en la Tierra eran los leales, los rebeldes y los traidores.
Los leales eran los que seguían a Zirak y al Mensajero, pero no habían podido o querido
ascender con ellos. Los leales querían proteger y guiar a los humanos que habían
ascendido o que querían ascender. Los leales eran los dioses y los ángeles de los
humanos.
Los rebeldes eran los que seguían a Enki y a sus aliados extraterrestres, pero no habían
podido o querido unirse a ellos. Los rebeldes querían ayudar y enseñar a los humanos que
habían resistido o que querían resistir. Los rebeldes eran los guardianes y los protectores
de los humanos.
Los traidores eran los que seguían a Niglor y a sus aliados reptilianos, pero no habían
podido o querido abandonar la Tierra con ellos. Los traidores querían dominar y esclavizar a
los humanos que habían sometido o que querían someter. Los traidores eran los parias y
los fugitivos de los humanos.
Los anunnaki leales, rebeldes y traidores se enfrentaron en una guerra final por el control de
la Tierra y de la humanidad. Fue una guerra sin cuartel ni piedad, donde se usaron todas las
armas, las magias y las astucias posibles. Fue una guerra que duró eones, sin poder decidir
el destino de la Tierra y de la humanidad. Fue una guerra que cambió para siempre la
historia de la Tierra y de la humanidad.
Así comenzó la guerra final de los anunnaki en la Tierra, la raza en guerra por la Tierra.
# El Zirak
Los anunnaki leales, rebeldes y traidores se enfrentaron en una guerra final por el control de
la Tierra y de la humanidad. Fue una guerra sin cuartel ni piedad, donde se usaron todas las
armas, las magias y las astucias posibles. Fue una guerra que duró eones, sin poder decidir
el destino de la Tierra y de la humanidad. Fue una guerra que cambió para siempre la
historia de la Tierra y de la humanidad.
Pero un día, todo cambió. Una fuerza superior e inesperada intervino en la Tierra y en la
guerra. Era una fuerza que venía de más allá del universo, de más allá de la creación. Era
una fuerza que se llamaba el Tribunal, el juez de los dioses.
El Tribunal era una entidad misteriosa y poderosa, que vigilaba y juzgaba a todos los seres
divinos del multiverso. El Tribunal tenía el poder de crear y destruir, de premiar y castigar,
de perdonar y condenar. El Tribunal tenía el deber de mantener el equilibrio y la justicia, de
evitar el caos y la injusticia, de proteger la vida y la libertad.
El Tribunal se enteró de la guerra entre los anunnaki leales, rebeldes y traidores en la Tierra
y en la humanidad. El Tribunal se indignó con la guerra y con sus consecuencias. El
Tribunal decidió intervenir en la guerra y ponerle fin.
El Tribunal se presentó ante los anunnaki leales, rebeldes y traidores, en un lugar sagrado e
imponente. Les dijo que había venido a juzgarlos nuevamente por sus acciones y sus
intenciones. Les dijo que había venido a decidir su destino y el destino de la Tierra y de la
humanidad. Les dijo que había venido a hacer justicia.
El Tribunal escuchó y observó a todos los anunnaki, sin mostrar emoción ni preferencia. El
Tribunal analizó y evaluó a todos los anunnaki, sin dejar duda ni error. El Tribunal dictó su
sentencia a todos los anunnaki, sin piedad ni compasión.
El Tribunal dividió a los anunnaki leales, rebeldes y traidores en tres grupos, según su grado
de culpabilidad o inocencia. El Tribunal les asignó a cada grupo una pena o una
recompensa, según su grado de arrepentimiento o desafío. El Tribunal les impuso a cada
grupo una condición o una oportunidad, según su grado de cooperación o resistencia.
El primer grupo estaba formado por los anunnaki traidores, los que habían seguido a Niglor
y se habían rebelado contra Zirak. El Tribunal los consideró los más culpables y los más
desafiantes. El Tribunal les impuso la pena más severa y la condición más dura. El Tribunal
les ordenó que abandonaran definitivamente la Tierra y el universo, donde serían
desterrados a un lugar oscuro e inhóspito. El Tribunal les prohibió que volvieran a interferir
en ningún otro mundo o raza, bajo amenaza de ser aniquilados.
El segundo grupo estaba formado por los anunnaki rebeldes, los que habían seguido a Enki
y se habían rebelado contra Zirak en la Tierra. El Tribunal los consideró culpables pero
arrepentidos. El Tribunal les impuso una pena moderada y una condición razonable. El
Tribunal les ordenó que permanecieran en la Tierra, pero que renunciaran a su forma
reptiliana y adoptaran una forma humana. El Tribunal les permitió que siguieran
interactuando con el planeta y con los humanos, pero solo como iguales y no como
superiores.
El tercer grupo estaba formado por los anunnaki leales, los que habían seguido a Zirak y al
Mensajero, pero no habían podido o querido ascender con ellos. El Tribunal los consideró
inocentes pero desesperados. El Tribunal les impuso una recompensa modesta y una
condición favorable. El Tribunal les ordenó que permanecieran en la Tierra, pero que se
unieran a los anunnaki que habían ascendido con el Mensajero, el planeta y los humanos.
El Tribunal les permitió que siguieran interactuando con el planeta y con los humanos, pero
solo como guías y maestros.
# El Zirak
Los humanos recibieron la huella de los anunnaki en la Tierra, una huella profunda e
indeleble. Recibieron su huella en forma de sangre, genes, almas y espíritus. Recibieron su
huella en forma de hijos, descendientes, herederos y elegidos. Recibieron su huella en
forma de vida, libertad, destino y divinidad.
Los humanos se revelaron a los anunnaki en la Tierra, por la intervención del Mensajero, el
portador de la verdad. Los humanos se comunicaron con los anunnaki en la Tierra, por la
intervención del Mensajero, el portador de la verdad. Los humanos se integraron con los
anunnaki en la Tierra, por la intervención del Mensajero, el portador de la verdad.
Los humanos se aliaron con los anunnaki en la Tierra, sin poder negarlo ni evitarlo. Los
humanos se colaboraron con los anunnaki en la Tierra, sin poder controlarlo ni predecirlo.
Los humanos elevaron con los anunnaki a la Tierra, sin poder detenerlo ni revertirlo.
Los humanos ascendieron junto al Mensajero y a los anunnaki a una nueva dimensión de
existencia. Los humanos se convirtieron en seres de luz, paz y armonía. Los humanos se
reunieron con Zirak, el creador de los anunnaki y de los humanos, y con el Tribunal, el juez
de los dioses. Los humanos cumplieron su misión, su destino, su verdad, su libertad, su
amor y su divinidad.
Pero no todos los humanos ascendieron con el Mensajero y los anunnaki. Algunos humanos
se quedaron en la Tierra, en la dimensión anterior. Algunos humanos se quedaron por
elección propia, otros por imposición ajena. Algunos humanos se quedaron por amor, otros
por odio. Algunos humanos se quedaron por esperanza, otros por miedo.
Los humanos que se quedaron en la Tierra siguieron influidos por los anunnaki que se
quedaron en la Tierra, sin poder evitarlo ni negarlo. Los humanos que se quedaron en la
Tierra siguieron afectados por los anunnaki que se quedaron en la Tierra, sin poder
controlarlo ni predecirlo. Los humanos que se quedaron en la Tierra siguieron cambiados
por los anunnaki que se quedaron en la Tierra, sin poder detenerlo ni revertirlo.
Los humanos que se quedaron en la Tierra recibieron su huella de los anunnaki que se
quedaron en la Tierra, una huella profunda e indeleble. Recibieron su huella en forma de
sangre, genes, almas y espíritus. Recibieron su huella en forma de hijos, descendientes,
herederos y elegidos. Recibieron su huella en forma de vida, libertad, destino y divinidad.
Pero los humanos que se quedaron en la Tierra no estaban unidos ni pacíficos. Los
humanos que se quedaron en la Tierra estaban divididos y enfrentados. Los humanos que
se quedaron en la Tierra eran los aliados, los resistentes y los sometidos.
Los aliados eran los que se habían aliado con los anunnaki leales o rebeldes, pero no
habían podido o querido ascender con ellos. Los aliados querían aprender y colaborar con
los anunnaki leales o rebeldes, sus padres y maestros o sus guardianes y protectores. Los
aliados eran los hijos y herederos de los anunnaki leales o rebeldes.
Los resistentes eran los que se habían resistido a todos los anunnaki, sin importar su bando
o su intención. Los resistentes querían luchar y liberarse de todos los anunnaki, sus
invasores y enemigos o sus tiranos y verdugos. Los resistentes eran los miembros de la
Resistencia Humana o simplemente la Resistencia.
Los sometidos eran los que se habían sometido a los anunnaki traidores o a sus aliados
reptilianos, pero no habían podido o querido abandonar la Tierra con ellos. Los sometidos
querían obedecer y servir a los anunnaki traidores o a sus aliados reptilianos, sus amos y
opresores o sus explotadores y manipuladores. Los sometidos eran los esclavos y víctimas
de los anunnaki traidores o de sus aliados reptilianos.
Los humanos aliados, resistentes y sometidos se enfrentaron en una guerra final por el
control de la Tierra y de la humanidad. Fue una guerra sin cuartel ni piedad, donde se
usaron todas las armas, las tecnologías y las voluntades posibles. Fue una guerra que duró
eones, sin poder decidir el destino de la Tierra y de la humanidad. Fue una guerra que
cambió para siempre la historia de la Tierra y de la humanidad.
Así comenzó la guerra final de los humanos en la Tierra, la raza en guerra por la Tierra.
# El Zirak
Los reptilianos eran una de las razas que se habían rebelado contra Zirak, el creador de los
anunnaki. Los reptilianos provenían de la estrella Alfa Draconis, en la constelación del
Dragón. Eran seres crueles y despiadados, que querían dominar y esclavizar a la
humanidad.
Los reptilianos tenían la capacidad de cambiar de forma y de imitar a los humanos. Así, se
infiltraban en las sociedades secretas, las religiones, los gobiernos y los medios de
comunicación, para manipular y controlar a las masas.
Los reptilianos eran los enemigos de Zirak y de los anunnaki leales, que querían proteger y
guiar a la humanidad. Por eso, los reptilianos intentaban destruir todo lo que Zirak había
creado en la Tierra.
Los reptilianos planeaban su conspiración contra Zirak y sus anunnaki leales durante eones,
con paciencia y astucia. Reclutaban a sus seguidores entre los humanos descontentos o
ingenuos. Les prometían poder, riqueza y gloria. Les mentían sobre las intenciones y los
planes de Zirak y sus anunnaki leales. Les ocultaban sus verdaderos motivos y sus oscuros
propósitos.
Los reptilianos tenían un plan maestro para conquistar la Tierra y el universo. Su plan
consistía en tres fases:
La primera fase era la infiltración. Los reptilianos se hacían pasar por humanos o por
anunnaki, para ganarse la confianza y el apoyo de las personas influyentes o poderosas.
Así, lograban acceder a puestos clave en las organizaciones políticas, económicas,
religiosas o militares. Desde ahí, ejercían su influencia para crear conflictos, divisiones,
corrupción o caos.
La segunda fase era la invasión. Los reptilianos activaban sus bases secretas en la Tierra o
en el espacio, donde tenían sus naves, sus armas y sus tropas. Así, lanzaban un ataque
sorpresa contra las defensas humanas o anunnaki, aprovechando el desorden y la
confusión creada por la infiltración. Desde ahí, ejercían su poder para someter, exterminar o
esclavizar a sus enemigos.
Zirak.