Analisisdela Reformaala Educacion Superior
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All content following this page was uploaded by Pablo Andrés Contreras Kallens on 29 July 2017.
I. Presentación
1Autores:
Fernando Carvallo Arrau. [email protected]. Universidad de Chile
Pablo Andrés Contreras Kallens. [email protected]. Universidad de Chile
Tomás Gallegos Vallejos. [email protected]. Universidad de Chile
Diego López Orellana. [email protected]. Universidad de Chile
han orientado a subsanar defectos y excesos, al mismo tiempo que buena parte del
financiamiento es asegurado por el Estado, priorizando subsidios y créditos por medio de
distintas políticas públicas orientadas a subsanar los defectos y excesos, al mismo tiempo que
financia parte importante de él, principalmente por medio de subsidios y créditos garantizados.
Conformando así “verdaderos nichos de acumulación regulada” (Ruiz & Boccardo, 2014, pág.
26).
Con la irrupción de las movilizaciones estudiantiles dicho modelo queda en entredicho,
forzando al gobierno a la presentación de un programa “progresista” que se presenta como un
eco de las demandas sociales. Sin embargo, este proyecto en particular no presenta diferencias
relevantes con las políticas ya implementadas en Educación Superior, es decir, no presenta un
horizonte distinto al delineado en 1981.
Por último, si se toma en serio la declaración hecha por la Ministra de Educación en
torno a “dibujar un camino para que nuestra educación sirva no solo para el presente, sino que
para el futuro”2, y la comparamos con el proyecto de ley presentado por el Gobierno, cabe
concluir que falta esa definición de un futuro. Por tanto, el proyecto parece resultado —al
menos— de una gran indefinición. O, quizá con más seguridad, una apuesta por la continuidad
del modelo actual.
Para poder analizar el proyecto en términos de continuidad o ruptura es útil establecer tres
órdenes de cambios en las políticas públicas, de acuerdo a la policyanalysis, disciplina especializada
en el análisis del desarrollo de ellas. En un primer orden, encontramos los cambios introducidos
para calibrar las políticas a la luz de la experiencia y los nuevos conocimientos, sin alterar los
objetivos, es decir ajustes a la política implementada. Un segundo orden, dice relación con los
cambios dentro de una misma política en virtud de la evaluación negativa de su aplicación
anterior, dicho en otros términos, modificaciones para un correcto cumplimiento de los
objetivos de las políticas implementadas. Y, por último, encontramos un tercer orden de cambios
que se caracteriza por cambiar los fines y metas, así como de las ideas que subyacen a ellas. Estos
últimas son los denominados cambios de paradigma (Brunner, Un análisis de la política
educacional, 2015).
Cabe hacer presente que el programa de la Nueva Mayoría se propuso, buscando
materializar las demandas del movimiento estudiantil, desmercantilizar la educación, transitando
de la comprensión de la educación como un bien de consumo transado en el mercado a un
2
Con estas palabras la ministra Adriana Delpiano presentaba el proyecto de ley en comento ante la Comisión de
Educación de la Cámara de Diputados, el 6 de julio del 2016. Presentación recuperada en:
http://www.cdtv.cl/Programa.aspx?idPrograma=46#
sistema educacional que la comprende como un derecho social3, discurso que calza con un
“cambio de paradigma” en todo el sistema educativo, incluyendo el Sistema de Educación
Superior.
Sin embargo, el proyecto, como está presentado, en ningún momento pone en jaque
los pilares fundamentales del actual Sistema de Educación Superior. Esto en virtud de
que en ningún momento se define un nuevo horizonte y no se alteran ni los fines ni las metas
del actual sistema. Por lo tanto, esta “reforma” lo es en el primer orden de cambios antes
señalados o, en el mejor de los casos, en el segundo, pero dista de ser un “cambio de paradigma”
que modifique la dirección trazada desde 1981 a la fecha.
Para poder sostener la afirmación anterior, primero es necesario, describir el sistema
actual en términos generales. Al respecto, podemos afirmar que la línea ideológica de la política
educacional que ha caracterizado al Sistema de Educación Superior desde 1981 en adelante,
puede ser denominada “neoliberal”, en el sentido de “prácticas organizadas en torno a un
imaginario de mercado como base para la universalización de relaciones basadas en el mercado,
por medio de la comodificación, acumulación de capital y lucro” (CEFECH, Minuta de Análisis
de la Reforma a la Educación Superior - Parte I Educación de mercado y derechos sociales, 2016
b). Este tipo de sistema se fundamenta en los siguientes elementos característicos:
a. Estado con un rol subsidiario
b. Una reducción al mínimo del rol de éste como prEstador, actuando como un privado en
dicha prestación (con algunas particularidades).
c. Una actuación del Estado como un regulador externo, o “Estado Evaluador”.
Alfredo Prieto, quien condujo el proceso de reforma de 1981, o “contrarreforma
educativa”, siendo ministro de Pinochet, proponía un modelo cuyos pilares fundamentales son
incentivos de mercado, con un deber de abstención del Estado en la dimensión de la oferta
educativa, y un deber positivo de actuación en favor de las “sociedades intermedias”, por medio
de subsidios estatales a los privados, ampliando con ello el mercado (Toro, 2016). El mismo
Prieto traza la línea a seguir hacia el futuro, proponiendo ya en 1983 las siguientes medidas:
a. Reemplazar el sistema de tuición de las Universidades del CRUCH por un mecanismo
de acreditación imparcial y eficiente;
b. Establecer un sistema de información que otorgue transparencia a todo el sistema
c. Ampliar el crédito fiscal a todo tipo de Instituciones de Educación Superior (Prieto,
1983)
Esto tiene como resultado que el Estado debía ser un guía y garante del Mercado.
Un Estado que se mantiene activo, aunque ya no como prEstador sino como evaluador,
que se dedique a generar las condiciones de existencia del mercado.
3
Para mayor profundización sobre que significa mercado en la educación y Derecho Social, véase Cefech. (2016,
junio). Minuta de Análisis de la Reforma a la Educación Superior - Parte I Educación de mercado y derechos sociales.
Santiago, disponible en: https://issuu.com/cefech1/docs/minuta_de_an__lisis_de_la_reforma_a
Los gobiernos de la Concertación implementaron una serie de reformas que siguieron el
camino trazado por Prieto. De ellas, se destacan dos hitos que van claramente en esta dirección:
a. La Ley que Establece Normas para el Financiamiento de Estudios de Educación
Superior N° 20.027, que crea el Crédito con Garantía Estatal, también llamado Crédito
con Aval del Estado (CAE).
b. La Ley de Aseguramiento de la Calidad en Educación Superior Nº20.129 que crea la
Comisión Nacional de Acreditación y el Sistema de Acreditación.
La actual reforma parece seguir este mismo camino, y no se diferencia profundamente de la
imagen que la reforma de 1981 tenía sobre la Educación Superior. El proyecto de ley presentado
por el Gobierno no pone en cuestión en ningún momento los pilares fundamentales del sistema
educativo delineado por Prieto: la competencia entre Instituciones educativas como motor
del desarrollo del sistema, y el Estado como como un agente regulador que vela por la
competencia. En la siguiente sección se justificará que el proyecto de ley propuesto tan solo
introduce nuevas regulaciones al sistema. Por sí solas, estas regulaciones no serían
necesariamente negativas: el problema es que en ellas se agotan los cambios que el proyecto
introduce al sistema educativo. Ese escenario es simplemente uno de continuidad, y no de
transformación.
II. La (no) reforma: Continuidad y perfeccionamiento.
La (no) reforma, si bien introduce un extenso articulado que crea una nueva institucionalidad,
con nuevos organismos como una Subsecretaría, el Consejo para la Calidad, la Superintendencia,
entre otros, lo hace conservando las características fundamentales del sistema que pretende
“reformar”. Para mostrar estos elementos conservadores, el trabajo se divide en cinco ejes que
históricamente han sido importantes al momento de evaluar el sistema educativo, notando
contradicciones, déficits, y, fundamentalmente, la falta de vocación transformadora del proyecto
presentado. Estos cinco ejes de análisis son: (i) disposiciones generales y el nuevo sistema de
administración de la Educación Superior; (ii) los cambios al sistema de aseguramiento de la
calidad; (iii) las nuevas regulaciones; (iv) el nuevo sistema de educación estatal; y (v) el
financiamiento4.
El inciso segundo del artículo 2 establece que el Sistema de Educación Superior es un “Sistema
de provisión mixta, comprendiendo Instituciones de Educación Superior creadas por ley, y
aquellas reconocidas oficialmente por el Estado”.
Como se presento en la primera parte de esta minuta de análisis, (CEFECH, 2016
b)transcurridos 35 años de la implementación de las políticas neoliberales que incentivaron la
participación privada, pasamos de un sistema elitario y dominado por la matrícula estatal,
a uno masivo y conformado principalmente por matrícula privada. Hoy el número de
estudiantes se concentra en un 73,9% en Instituciones privada no CRUCH (Universidades, CFT
e IP), mientras un 15% lo hace en Instituciones estatales5. A su vez, desde el punto de las
Instituciones universitarias, la participación relativa de las Universidades del Estado es del 26,6%
radicando el resto de los estudiantes en Instituciones privadas. De estas un 29,1% corresponde
la matrícula de las privadas anteriores a 1980 y un 70,9% a las privadas posteriores a
19806. Es decir, la matrícula pública ha disminuido su participación relativa significativamente,
en razón de un explosivo aumento de la matrícula privada. Es en virtud de este fenómeno que
al afirmar que el Sistema de Educación Superior es mixto, se debería igualmente aclarar que en
4
Para una visión más global del proyecto véase Cefech. (2016, julio). Resumen Proyecto de Ley de Educación
Superior (Boletín 10.783). Santiago, disponible en:
https://issuu.com/omfgzell/docs/resumen_proyecto_de_ley_de_educacio
5
Elaboración propia de datos extraídos del Servicio de Información de Educación Superior – Mineduc.
6
Ibíd
realidad se ha consolidado un sistema mixto de hegemonía privada (principalmente de
Instituciones post 1981). En la medida que no se apunte a revertir esta situación, la declaración
del art. 2 inc. segundo es una consolidación de la actual composición del sistema.
Este inciso también ofrece una diferenciación de las Instituciones en razón de si son
creadas por ley o reconocidas oficialmente por el Estado. Es decir, entre Instituciones estatales,
dado que son las únicas creadas por ley, e Instituciones privadas, las que para poder funcionar
como Instituciones de Educación Superior requieren un reconocimiento oficial por parte del
Estado. Esta diferenciación, que le daría el carácter “mixto” al sistema, diluye la distinción
entre las Instituciones creadas con anterioridad a 1981 por Decreto Supremo que les daba
personalidad jurídica de derecho público, y las Instituciones creadas con posterioridad a
ese año, organizadas como personas jurídicas de derecho privado. Eliminar esta distinción
es negar el rol que han ocupado las Universidades del Consejo de Rectores por su tradición,
retribución al país y su organización interna, sobre todo en el caso de las Universidad Austral,
de Concepción y Federico Santa María. Esto, cómo se desarrolla más adelante, implica igualar el
estatus de las Universidades no estatales y, más importante, omitir una definición de lo público
que vaya más allá del reducido aspecto meramente formal con el que se le está igualando: el
haber sido creadas por ley.
La reforma presenta un primer capítulo referido a las disposiciones generales del sistema, por
medio de principios formativos y definiciones, al mismo tiempo que contempla un nuevo
sistema de admisión.
Una primera anotación relevante dice relación con las disposiciones generales del
proyecto. Una cuestión que ya desde el mensaje se puede notar, pero que queda más patente en
el título preliminar, dice relación con la ausencia a la noción de Derecho Social. A diferencia de
lo que dispone en la actualidad la Ley 20.370 General de Educación en su art. 3, donde se
establecen los principios del sistema sobre la base de la comprensión de la educación como
derechos garantizados por el Estado, los principios establecidos por el nuevo proyecto de ley no
sólo no proponen directrices interpretativas para el prometido “cambio de paradigma” por la
presidenta en su programa de gobierno (Bachelet, 2013, pág. 17), sino que lo que hacen es
justamente reconocer el Estado actual del Sistema de Educación Superior y darle un
estatus legal a los principios rectores que han operado de facto todo este tiempo. En ello,
destaca el principio de autonomía (Art. 3 literal a) del proyecto de ley). Este principio, si bien
podría ser considerado como un principio esencial de las Instituciones de Educación Superior,
es presentado como “la potestad para determinar y conducir sus fines y proyectos institucionales,
en el marco establecido por la ley”. Esto reduce la autonomía al aseguramiento de la potestad de
los controladores de las Instituciones para definir su quehacer, es decir, autonomía respecto al
Estado; por el contrario, una autonomía sustantiva es la que guarda relación con intereses
externos tanto del Estado como de sus controladores. La autonomía universitaria debe
resguardar la potestad de la comunidad que conforma la Institución respecto al
direccionamiento de su quehacer.
También es posible encontrar en el proyecto alusiones a principios como calidad,
diversidad, inclusión, transparencia, participación, entre otros. Sin embargo, hay un gran
ausente en este inventario: el carácter de Derecho Social, Derecho Fundamental, o algún símil,
de la educación. Esto pone de manifiesto muy claramente la renuncia del proyecto al “cambio
de paradigma” prometido.
En cuanto a las definiciones entregadas, cabe destacar el hecho de que en el art. 4 del
proyecto se definen a las Universidades como Instituciones complejas, que comprenden tanto
la docencia como la investigación, creación artística, innovación y vinculación con el medio,
buscando con ello resolver el estatus de las llamadas “Universidades Docentes”. Si bien esto
puede considerarse como algo positivo, sólo será un avance en la medida en que exista un
compromiso efectivo por fortalecer los quehaceres no docentes de las Universidades que
efectivamente se oriente a “la consecución del bien común y el desarrollo del país y sus regiones”,
como dicta el proyecto.
El proyecto de ley presenta una Estrategia Nacional de Formación Técnico Profesional. Ello es
una innovación, tanto desde el punto de vista de un diseño de política que oriente el
desenvolvimiento de un sector del Sistema de Educación Superior, como en el mecanismo de
formación de esta. Sobre esto último, aunque es importante contar con las voces de los
“empleadores” y “trabajadores”, para que el diseño de esta estrategia no sea sólo una negociación
entre la SOFOFA y la CUT debe existir participación más amplia de la sociedad en el Consejo
Asesor Técnico de Formación Técnico Profesional, por medio de la participación de las
comunidades de estas Instituciones, así como de los comunidades en las que ellas se insertan.
La omisión de un símil para la educación universitaria resulta del todo injustificada,
excepto si se toma como dada la limitada reducción de la autonomía universitaria a la
independencia del Estado. Ni la autonomía ni el pluralismo, como principios sustantivos, pueden
justificar la existencia de un sistema que responda tan sólo a los intereses privados que convergen
en él: la relación entre demanda de educación por parte de futuros estudiantes, y oferta de ella
por parte de las Instituciones. La necesidad de dar racionalidad al Sistema de Educación Superior,
sobre todo en el subsistema universitario sigue en pie. Sigue siendo necesaria una verdadera
orientación hacia las necesidades del país, tanto nacionales como locales, por medio de una
Estrategia Nacional y Regional de Desarrollo. De tal modo se podría evitar, por ejemplo, la tasa
persistente de subempleo tecnico y profesional que, según datos de la encuesta CASEN, bordea
el 40% desde los años 90 (Fernández, d’Alen, Cassorla, Araneda, & Sanhueza, 2013).
Como primer elemento, la OCDE parte su análisis bajo la siguiente premisa “el Estado tiene la
función de garantizar que, al igual que sucede con cualquier mercado, la implementación de un
marco legislativo que salvaguarde los intereses de los consumidores” (OCDE, 2013). Esta
aseveración es particularmente gráfica respecto a cuál es el paradigma en que se basan las
recomendaciones posteriores que, entre otros puntos propone:
a. “Imponer la acreditación obligatoria y periódica; en segundo, garantizar un vínculo más
estrecho entre los procesos de licenciamiento y acreditación” (OCDE, 2013, pág. 50)
b. Que exista una mayor coordinación de los actores del sistema bajo el liderazgo de un
organismo diseñado para tales fines y que un órgano asuma las funciones de
licenciamiento, acreditación, mejora de la calidad e información del sistema, teniendo a
su vez otro órgano supervisor. (OCDE, 2013)
7El intento anterior fue durante el gobierno de Piñera, aunque la subsecretaría propuesta por este tenía muchas
menos atribuciones sancionatorias que la propuesta por el actual gobierno.
de desigualdad de la sociedad, es inaceptable dejar las políticas de inclusión como algo facultativo
tanto de la subsecretaría como de las Instituciones. La necesidad de contar con un sistema de
admisión inclusivo debe ser un imperativo de cualquier proceso de admisión transformador. Es
necesario que una reforma proponga un rediseño del sistema de admisión que ponga como
centralidad el revertir la segregación y desigualdad en el ingreso a la Educación Superior, así
como hacer del establecimiento de mecanismos propios en este sentido un deber de las
Instituciones.
Sobre la Superintendencia
La superintendencia de Educación Superior que propone el proyecto de ley, sería un organismo
encargado de fiscalizar que diversos actores del sistema, relacionados con la provisión del
servicio, cumplan con la normativa aplicable. La superintendencia se contempla como un órgano
descentralizado, con un superintendente que es jefe de servicio y cuenta con facultades
administrativas para garantizar el funcionamiento de la Institución, además de otras para
interpretar la normativa aplicable, de requerir información a los entes fiscalizados, impartirles
instrucciones, para resolver recursos, aplicarles sanciones en casos de incumplimiento de
obligaciones y para nombrar un administrador provisional en el caso señalado por la ley 20800.
El objeto y los tipos de facultades mencionadas, son comunes a otras superintendencias, de este
modo, las superintendencias de valores y seguros, de medio ambiente y de servicios sanitarios
tienen también facultades y atribuciones similares.
Llama la atención las diferencias que tiene el proyecto de ley ingresado al Congreso con
las minutas de este, en lo relativo a las infracciones que puede detectar la superintendencia. Los
borradores califican estas infracciones como graves, menos graves y leves, mientras que la
reforma las califica de gravísimas, graves y leves. Respecto de las infracciones leves contenidas
en la reforma, no presentan diferencias con las de los borradores, en ambos tienen un carácter
genérico, consistiendo en todo hecho, acción u omisión que contravengan cualquier norma
aplicable a la Educación Superior, que no revista el carácter de grave o gravísima. No obstante,
se pueden observar cambios en los otros tipos de infracciones, si bien algunas se mantienen,
algunas desaparecen del listado y otras pasan de estar en la categoría de máxima gravedad a la de
media gravedad. De este modo, la pérdida total o parcial de uno de los requisitos o condiciones
que se tuvieron a la vista para el otorgamiento del reconocimiento oficial, autonomía o
acreditación, la incursión en condiciones de riesgo para la estabilidad académica y financiera, las
acciones dolosas destinadas a recibir financiamiento del Estado de modo directo o indirecto y
no efectuar la rendición de cuentas del uso de los recursos, son infracciones que desaparecen del
listado de infracciones de máxima gravedad (gravísimas en la nomenclatura de la reforma, graves
en la de la minuta). Por otro lado, efectuar publicidad engañosa, no enviar a la superintendencia
información establecida por ley y condicionar la rendición de exámenes u otras evaluaciones o
el otorgamiento de títulos, diplomas o certificaciones a exigencias pecuniarias, son infracciones
que pasan de la categoría de máxima gravedad a la de mediana gravedad. Por último, infringir
derechos y deberes establecidos en la legislación aplicable a la Educación Superior y realizar la
rendición de cuentas tardíamente o de un modo distinto a lo establecido por ley son infracciones
que desaparecen de la categoría de mediana gravedad. En conclusión, la reforma es mucho
menos estricta en materia de infracciones que sus propios borradores, porque deja fuera de la
lista algunas y otras las baja de grado.
Asimismo, en cuanto a las sanciones que ella puede imponer, también implica un
retroceso en relación con la propuesta dada a conocer por el gobierno por medio de borradores,
donde no se contemplan en el proyecto sanciones que sí estaban previstas en los borradores
como por ejemplo la revocación del reconocimiento oficial de las Instituciones de Educación
Superior, la prohibición temporal de admitir estudiantes nuevos o la prohibición temporal para
percibir fondos públicos.
Entre los artículos 149 y 155 se establecen las normas comunes para las Universidades estatales,
por medio de la regulación de sus órganos administrativos y de gestión. En ellas, se contemplan
organismos colegiados superiores y autoridades unipersonales, encontrando al rector como la
máxima autoridad unipersonal y ejecutiva, el cual es elegido por las tres más altas jerarquías del
estamento académico y un consejo directivo, compuesto por 4 representantes del Presidente de
la República; 2 representantes del estamento académico; 2 representantes del órgano colegiado
distinto al órgano directivo ,con el rector como presidente. Asimismo, deberá existir un órgano
colegiado no directivo con derecho a voz y voto de todos los estamentos de la universidad y con
una composición de al menos ⅔ de académicos.
Esta reglamentación es más conservadora que las reformas de estatutos en curso de
distintas Universidades estatales, como la Universidad de Santiago o la Universidad de Chile. A
modo ilustrativo, la propuesta de reforma de estatutos de esta última, contempla una elección
de rector y autoridades unipersonales de forma triestamental, es decir, con participación de
académicos, estudiantes y funcionarios, con una proporción de 60%, 25% y 15%
respectivamente, mientras que el actual proyecto mantiene la participación exclusiva de
académicos. Además, aquella incluye dentro del Consejo Superior (símil del Consejo Directivo)
la participación de los representantes de las federaciones de estudiantes y funcionarios, así como
de la asociación de académicos, al mismo tiempo que amplía las materias de competencia del
Senado Universitario (símil del órgano colegiado no directivo) a, por ejemplo, la aprobación del
presupuesto, al mismo tiempo que se contempla una composición similar a la participación de
los estamentos en la elección del rector.
Es decir, el proyecto de ley presentado por el gobierno plantea una reglamentación
más conservadora en relación a la participación democrática de los estamentos, los
ámbitos de competencia de los organismos colegiados triestamentales, como una
excesiva participación de representantes del presidente de la república en el Consejo
Directivo.
v. Sobre el Financiamiento
8
Minuta Gratuidad 2016
se combina con otros elementos, se podrían identificar con el Aporte Fiscal Indirecto (2,16%
del presupuesto para Educación Superior del año 2013). El tercer elemento —el financiamiento
que proporcionan los estudiantes— son los aranceles y la matrícula que cobra cada Institución
(constituido por el 36,51% del presupuesto de Educación Superior del año 2013 que estaba
dirigido a becas, añadido a la cifra anteriormente identificada de 65,4% del total del
financiamiento a la Educación Superior que proviene de las familias según las cifras de la OCDE
).
La proporción del financiamiento de las Instituciones que es proporcionado por el
Estado y el que es proporcionado por concepto de arancel responde a la anterior distinción entre
la educación como un bien social y la educación como un bien individual. Según Jongbloed
(2003) , por ejemplo, “el nivel del subsidio gubernamental debería depender de la naturaleza y
tamaño del beneficio social” en contraste con los aranceles, que van a financiar el resto del costo
por estudiante de la educación: la parte que beneficia sólo al estudiante (Jongbloed, Marketisation
in Higher Education, Clark’s Triangle and the Essential Ingredients of Markets, 2003). Por ello,
no todo gasto del Estado va dirigido necesariamente a financiar a la educación como un bien
social. Más bien, es el que logra reducir la parte del costo por estudiante del funcionamiento de
una universidad que proviene de aranceles. Mientras esto no suceda, la concepción de cuánto de
la educación es un bien individual de cada estudiante y cuánto es un bien social se mantiene
intacta. Por otra parte, el aseguramiento de la educación como un derecho depende también en
parte de esta proporción. Cuando el costo por estudiante es cubierto completamente por el
Estado, y desaparecen con ello los ingresos por concepto de arancel, las familias no cargan con
ninguna parte del financiamiento de la educación. Por lo mismo, el gasto en Educación Superior
que fortalece su concepción como un derecho social es aquel que, en virtud de que ésta se
concibe como un bien social, avanza hacia la desaparición del recargo del financiamiento de las
Instituciones que es sobrellevado por las familias y, por ende, tiene como resultado la separación
entre el acceso a la Educación Superior de los estudiantes y su participación en el financiamiento
de la Institución de la que forma parte.
Si tomamos en consideración el altísimo porcentaje del financiamiento de las
Instituciones que proviene de los aranceles en Chile, la gratuidad para el movimiento social por
la educación es un principio que apunta a transformar la visión de la educación desde una en que
el componente individual es preponderante a una en que el beneficio social sea hegemónico,
junto a un aseguramiento del derecho de participar en él. Pero la Gratuidad no implica un cambio
en la proporción del financiamiento de las Instituciones que proviene de los aranceles que
representan la participación de los estudiantes en él, en virtud de los beneficios individuales que
la educación tiene para ellos. La Gratuidad no es, como plantea el movimiento social por la
educación, una reducción de la parte del financiamiento de las Instituciones que recae en los
estudiantes y su familia puesto que ni modifica los aranceles que las Instituciones que participan
de ella pueden cobrar, ni las financia de manera que disminuya la diferencia entre lo que necesita
para funcionar y lo que recibe del Estado —esto es, los aranceles.
En vez de eso, la Gratuidad financia el arancel que corresponde a cada uno de los
estudiantes beneficiados por ella. Esta política es una forma de financiar a los estudiantes,
quienes podrán pagar el arancel que les corresponde, esta vez no con dinero de su bolsillo sino
con los recursos que el Estado le asigna a él. Esto calza con la descripción que Jongbloed y
Kelman (2000) realizan de una política de vouchers al defenderla:
“los estudiantes individuales reciben subsidios del gobierno —ya sea en términos de dinero real,
o en términos de derecho a subsidio de una cantidad dada de educación— para ser gastados en
la Institución de su elección” (Jongbloed & Koelman, 2000, pág. 10)
Todo lo anterior sugiere que la política de Gratuidad avanza en los principios a los cuales
respondía la demanda por educación gratuita del movimiento social por la educación. En primer
lugar, al no modificar sustantivamente la proporción entre el financiamiento del Estado al
presupuesto de las Instituciones y la parte de ese presupuesto que proviene de los aranceles, la
Gratuidad no fortalece la educación como un bien social. Más bien al menos desde el año 2011
el financiamiento extra-arancelario que el Estado hace a las Instituciones de Educación Superior
ha ido en constante disminución y que este proyecto pretende suprimir.
Al mismo tiempo, este mecanismo de financiamiento diluye la distinción entre
Instituciones públicas y privada al establecer como requisito condiciones que no implican
transformaciones significativas de gran parte de las Instituciones, estar acreditada en cualquier
nivel; estar constituidas como personas jurídicas sin fines de lucro; estar adscritas con un año de
anticipación al sistema común de acceso; y aplicar políticas de equidad en el ingreso (y de calidad),
más regulación de admisión, aranceles y matrícula. Esto, contrario de lo que algunos han
sugerido, no implica una “publificación” de las Instituciones producto del financiamiento, ni
transformación sustantiva del Estado actual, (con excepción de CFT e Ip, que deben organizarse
como personas sin fines de lucro).
El rol del Estado es hoy, aún más que antes, el de un inversionista que financia los
esfuerzos individuales por adquirir capital individual de estudiantes que lo necesitan por sus
diversas condiciones personales, que, por medio de la “elección de sus pies” mantienen la
hegemonía privada en la matrícula, consolidando las lógicas de mercado hegemónicas en el
sistema. Es por esto que la Gratuidad propuesta no implica un cambio en la actual
concepción de la educación como un bien preponderantemente individual, y, por lo
mismo, eliminar de la escena los recursos monetarios de estudiantes particulares no
garantiza automáticamente un derecho a la educación. Más aún esto implica una
profundización de los principios contra los cuales el movimiento social por la educación
se ha movilizado.
b. Sobre los nuevos fondos para investigación y creación artística, y fondo
para Instituciones estatales como convenios marco.
Como se deja ver de lo que va de este trabajo, creemos importante resaltar la omisión
del proyecto en lo relativo a la educación pública. Y esta omisión, no es solo un déficit. En la
medida en que el proyecto omite la reconstrucción y el fortalecimiento de la educación pública,
y se refuerza el rol de estado en cuanto regulador, profundizando el mercado en la educación, lo
que se hace es reproducir las condiciones de segregación que ya tiene el sistema, por medio de
la fuerte diferenciación vertical de este (según calidad), y desplazando a lo público como corazón
de la Calidad.
Esta omisión comienza con el diagnóstico que hace la ministra cuando presenta este
proyecto. En esa oportunidad, cuando se hablaba de la evolución de la matrícula, a propósito de
la cobertura, presentó el siguiente gráfico:
Elaborado a partir de datos contenidos en la presentación de Ministro de Hacienda ante la Comisión de Educación
de la Cámara de Diputados, 12 de julio de 2016, pp. 15
9
Datos extraídos del Informe Anual de Matrícula 2016 del Servicio de Información de Educación Superior (SIES).
10
Todos los datos sobre financiamiento de la educación superior expuestos en esta sección corresponden a
documen0tos de trabajo de la fundación Nodo XXI, elaborados en base a: MINEDUC. (2012). Evolución de la
Inversión de la Gestión Pública en Educación Superior (1990-2011). Santiago. Recuperado de:
http://www.divesup.cl/usuarios/1234/imagen/2013/inversionygestion90_11/files/memoria_historicaedsuperior
que se pretende suprimir con este proyecto, a cambio de fondos competitivos para el fomento
de la investigación y la creación artística.
Con estos números que se presentan, el objetivo es evidenciar que el incremento de la
matrícula privada en la educación, no solo se debe a un rol pasivo del estado en relación con sus
instituciones (con una prohibición legal de establecer aportes que no estén en la ley de
presupuesto, a sus instituciones)11, sino que es el mismo Estado, por medio de becas y créditos
(donde el CAE ha tomado un rol muy importante), el que ha propiciado este crecimiento
privado, que como se ha evidenciado por medio de dos comisiones investigadoras de esta misma
cámara, no lo ha hecho en condiciones de probidad, sino que más bien han motivado serias
investigaciones a la luz de su comportamiento ilegal de retiro de utilidades. Y, al mismo tiempo,
hoy el gobierno, por medio del presente proyecto, busca profundizar por medio de la gratuidad,
este tipo de políticas públicas.
El Ministerio de Educación, omitiendo en sus diagnósticos este análisis, en el proyecto
que presenta no se busca revertir esta situación de marginalidad de la matrícula pública,
proporción que nos deja fuera de cualquier ranking.12
Desde el CEFECh, y en la línea de los actores universitarios, creemos que es
fundamental, para poder hablar de una reforma que transforme el sistema, que esta
contemple un fortalecimiento de la matrícula pública. Y para esto, no basta con la creación
de nuevas instituciones estatales, sino que es necesaria la voluntad decidida de que la Educación
Pública vuelva a tener la hegemonía que se le arrebató en estos 35 años de neoliberalismo.
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/Universidades_del_Estado/Estudios/2011/1.pdf; CGR. (2013). Financiamiento Fiscal a la Educación Superior
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2013. Santiago. Recuperado de:
http://www.contraloria.cl/NewPortal2/portal2/ShowProperty/BEA%20Repository/Portal/Bases/Contabilidad
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22_118152_1_5915.pdf.
Para esto, si creemos que es necesario cumplir la promesa que hizo este gobierno en su
campaña, de avanzar en la consolidación de la educación como un Derecho Social, debemos
tener el siguiente horizonte: perfilar un sistema mixto de hegemonía pública en la matrícula, lo
que implica una expansión de los cupos públicos y gratuitos de una forma gradual, seria y
colaborativa. Que mejore la calidad, la docencia, que aumente plantas académicas de las
instituciones que más investigan. Y para lograr esto, es necesario avanzar en las siguientes
propuestas:
a. Ampliación de la matrícula pública: dicho crecimiento debería canalizarse por medio
de aporte directo, pero también, por medio de otras partidas del presupuesto, para que
en el mediano plazo las instituciones públicas lleguen a un 50% de la matrícula
b. Plan nacional de movilidad de estudiantes: Garantizar el derecho a la educación de
quienes hoy estudian en instituciones que lucran y que no están acreditadas. Que ellos
puedan cursar carreras en universidades públicas donde salgan con títulos de las últimas
instituciones.
c. Fiscalización de los recursos públicos entregados al sector privado. Es empezar a
establecer regulaciones. Avanzar en las formas públicas como transparencia o contraloría
para las instituciones que reciban fondos públicos.
d. Democratización de las instituciones de ESUP, no sólo estudiantes, sino que toda
la comunidad. El nivel de autoritarismo de las instituciones no se ha enterado ni del
plebiscito de 1988. El nivel de no participación de los estamentos académicos ya es muy
malo. Es necesario democratizar internamente las instituciones. La derogación del DFL
2 es un avance, pero insuficiente.
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