Comunicado DNU y Proyecto de Ley Bases

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CARTA ABIERTA

A LOS LEGISLADORES DE LA NACIÓN ARGENTINA

a) Cuestionamiento referido al decreto de necesidad y urgencia 70/23 y el


régimen legal reglamentario de los DNU que implica una deformación de la
cláusula constitucional y consuma una abdicación de potestades del propio
Congreso que resulta inadmisible.

b) Criticas sobre algunas cuestiones introducidas en el proyecto de ley “bases


y puntos de partida para la libertad de los argentinos” (mensaje 7/2023).

En nuestro carácter de Presidentes y Presidentas de los 20 Colegios


Departamentales que conforman el Colegio de Abogados de la Provincia de
Buenos Aires, consideramos pertinente, necesario y una carga ineludible,
expresarnos públicamente sobre el decreto de necesidad y urgencia 70/23 y el
proyecto de Ley “Bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos”
(Mensaje 7/2023), y hacerles llegar a los legisladores nacionales nuestra opinión al
respecto, a los fines que tengan a bien considerarla sobre algunas reformas que
resultan inconvenientes, o bien que no tendrán una aplicación concordante a la
finalidad buscada, así como también que tengan en consideración nuestras críticas
constructivas; y al mismo tiempo conozcan nuestro cuestionamiento profundo con
el uso excesivo de los DNU, que se consuma en este caso con el Decreto de
Necesidad y Urgencia 70/2023, que tenemos el deber de no convalidar, que esta
práctica se viene llevando adelante inclusive desde antes de la reforma de la
Constitución de 1994, y cuya extrema gravedad se refleja en la inconstitucional ley
26.122 sancionada por el Congreso Nacional.

En ese sentido, podemos afirmar que:

a) En relación a este DNU 70/23 a la utilización en general de los DNU, que deben
ser una herramienta de carácter restrictivo y excepcional, debe rechazarse el uso
recurrente a esta herramienta, y por sobre todo rechazar contundentemente la
validez constitucional de la ley 26.122 dictada por el Congreso Nacional, en tanto no
hace más que deformar la cláusula constitucional del artículo 99 inc 3, violentando
así la división de poderes, piedra angular del sistema republicano de gobierno
consagrado en el artículo 1 de la Constitución Nacional.
b) Este andamiaje legal estructurado sobre la base del DNU y del proyecto de ley -
que a su vez contiene la ratificación del decreto-, como un cuerpo normativo
cerrado infranqueable que pretende aprobarse, introduce modificaciones
sustanciales en las relaciones civiles, comerciales y laborales de los ciudadanos,
retrocediendo en materia de géneros y diversidad y generando cambios en la
legislación penal, administrativa y del sistema electoral que rige nuestro actual
ordenamiento jurídico, que sometido a consideración así de forma intempestiva y
con casi nula recepción a introducir modificaciones, resulta por lo menos
inconveniente, y por sobre todo, introducirá reformas que: i) algunas serán
impracticables, ii) que traerán un resultado negativo e inclusive distinto a la
finalidad proclamada que supuestamente se busca, y, iii) otras pueden derivar
directamente en cuestionamientos de orden constitucional, ya sea por parte de los
ciudadanos en forma individual, o por ponerse en juego derechos colectivos que se
vean afectados (vgr la alteración de la representación popular por reformas en
materia electoral).

Son varios los aspectos, que después de un acabado y profundo estudio, debemos
destacar para que sea comprendida la magnitud de la reforma que quiere
implementarse y cómo afectará los derechos de los ciudadanos en su totalidad. Es
por ello que les solicitamos a los Sres. legisladores tengan a bien tener en cuenta
nuestra opinión al momento de decidir acerca de la viabilidad de algunas de las
reformas que se pretenden introducir de este modo intempestivo que
cuestionamos ya de por sí en cuanto a su forma. Y así, consecuentemente, valorar
la inconveniencia de las reformas, algunas con eminente sentido práctico, y otras,
en tanto que el contenido propuesto en sus distintas temáticas se contrapone a los
principios constitucionales y convencionales.

Intentaremos entonces, sistematizar nuestro planteo de la manera más organizada


y concisa posible.

a) POSICIÓN REFERIDA AL REGIMEN LEGAL DEL DNU.

Como ya hemos expresado en la declaración institucional del 27/12/23, el principio


basal de la división de poderes, en nuestro sistema de gobierno republicano
representativo y federal debe guiar las funciones de los mismos, acorde a nuestra
Constitución Nacional, y debe representar un límite inquebrantable a la posibilidad
de cualquier tipo de avasallamiento de facultades propias de otro Poder del Estado.

En ese sentido es que reiteramos que la herramienta que la Carta Magna le otorga
al Poder Ejecutivo mediante la utilización de los DNU, jamás debe perder su
carácter restrictivo y excepcional, de modo que resulta valorable respetar la
imposición de autolimitación a fin de no forzar el sistema mediante la
inobservancia de dicha regla, poniendo en crisis el sistema democrático, y
provocando un debilitamiento de las bases de la República.

Estamos convencidos que el débil -incongruente e incoherente sin dudas también-


esquema legal reglamentario de los DNU contemplado por la Ley 26.122, norma
inconstitucional por excelencia si las hay, deriva en un sistema de fácil y flexible
validación de los DNU.

En consecuencia, esa norma que reafirmamos como inconstitucional, debe ser


reconsiderada y modificada, más, en lo urgente, sencillamente derogada in totum
para luego dictar una nueva ley reglamentaria acorde a la letra de la Constitución
y al espíritu de la Convención Constituyente en esa materia, si es que los Sres.
Legisladores realmente desean ejercer las potestades que les son propias como
Poder del Estado, y si realmente tienen en miras defender la división de poderes
que consagra nuestra Constitución Nacional

La Convención Constituyente de 1994 enunció entre sus objetivos el de "atenuar el


presidencialismo" pero también incorporó esta herramienta excepcional a los fines
de evitar un obstruccionismo por parte del Poder Legislativo, al mismo tiempo que
consignó la necesidad de "modernizar y fortalecer el Congreso" y "fortalecer los
mecanismos de control", todo ello directamente relacionado con el fin de
"perfeccionar el equilibrio de poderes". La admisión del ejercicio de facultades
legislativas por parte del Poder Ejecutivo se hace bajo condiciones de rigurosa
excepcionalidad y con sujeción a exigencias formales, que constituyen una
limitación y no una ampliación de la práctica seguida en nuestra historia reciente.

El texto de la Constitución no habilita a elegir discrecionalmente entre la sanción


de una ley o la imposición más rápida de ciertos contenidos materiales por medio
de un decreto de necesidad y urgencia. Para que el Poder ejecutivo pueda ejercer
legítimamente las excepcionales facultades legislativas que, en principio, le son
ajenas, es necesaria la concurrencia de alguna de estas dos circunstancias: 1) que
sea imposible dictar la ley mediante el trámite ordinario previsto por la
Constitución, vale decir, que las cámaras del Congreso no puedan reunirse por
circunstancias de fuerza mayor que lo impidan. o 2) que la situación que requiere
solución legislativa sea de una urgencia tal que deba ser solucionada
inmediatamente, en un plazo incompatible con el que demanda el trámite normal
de las leyes.

Los DNU deben constituir una decisión de tipo coyuntural destinada a paliar una
supuesta situación excepcional, pero no pueden revestir el carácter de normas
permanentes modificatorias de leyes del Congreso Nacional, y menos aún puede
pretenderse mediante esta herramienta la derogación o reforma de un conjunto
de normas que por la sola amplitud y magnitud de las reformas excede de lo
restrictivo y excepcional.

b) POSICIÓN REFERIDA AL PROYECTO DE LEY OMNIBUS.

El proyecto de ley ómnibus denominado “Bases y Puntos de Partida para la


Libertad de los Argentinos” debe ser analizado mediante la configuración de tres
bloques normativos:

I) El primero consiste en la declaración de la emergencia pública en varias materias


y la delegación legislativa que hace el Poder Legislativo al Poder Ejecutivo con
arreglo a numerosas y amplias bases establecidas en el proyecto.

II) El segundo está integrado por leyes que se derogan y modifican (por sustitución,
modificación, incorporación), como así también, por nuevas leyes que se sancionan.

III) El tercero se compone de las autorizaciones o facultades que realiza el Poder


Legislativo al Poder Ejecutivo en cuanto el dictado de cierta normativa.

Dentro del ámbito del primer bloque normativo, los art. 3 y 4 disponen la
delegación legislativa prevista por el art. 76 de la Constitución argentina.

En cuanto al presupuesto de habilitación se invoca la emergencia pública en


materia económica, financiera, fiscal, previsional, de seguridad, defensa, tarifaria,
energética, sanitaria, administrativa y social y en cuanto al plazo se establece hasta
el 31 de diciembre de 2025 con la posibilidad de ser prorrogado por el Poder
Ejecutivo por el plazo máximo de dos años (esto es hasta el 31 de diciembre de
2027).

Las bases de delegación se componen de dieciséis habilitaciones legislativas con


un alto grado de imprecisión que las emparenta con la delegación propia indirecta
que resulta inhabilitada de la lectura comprensiva de los artículos 29, 76 y 99 inciso
3 de la Constitución Nacional y cuya competencia corresponde al Congreso de la
Nación Argentina (ejemplos: art. 4.a, 4.b, 4.c, 4.d, 4.j, 4 l).

El proyecto actual propone la derogación completa de 14 leyes y de 150 artículos


que modifican otras 21 normas, un decreto de necesidad y urgencia y 5 decretos.

En relación a nuestra actividad profesional propiamente dicha dentro del servicio


de Justicia que afecta a los ciudadanos, y sin perjuicio de otros puntos de reforma,
son dos los temas que principalmente nos ocupan con especial énfasis, a saber: los
divorcios administrativos y los procesos sucesorios no contenciosos, resaltando que
son muchas más las temáticas que abordan ambos cuerpos normativos en
referencia a derechos y garantías constitucionales y convencionales y la
transversalidad de determinadas temáticas que nos han llevado a la elaboración de
este documento.

1. Divorcio administrativo:

El proyecto de ley ómnibus en el art. 352 pretende incorporar como inciso d) del
artículo 435 del Código Civil y Comercial aprobado por la Ley N° 26.994 y sus
modificatorias, el siguiente texto: “d) comunicación de la voluntad de disolver el
vínculo presentada por los cónyuges en forma conjunta ante el órgano
administrativo del último domicilio conyugal, la cual tendrá los mismos efectos que
el divorcio”.

De este modo, se pretende receptar en el derecho argentino la figura del divorcio


administrativo que, en su momento, la comisión que redactó el Anteproyecto de
reforma y unificación del Código Civil y Comercial rechazó por varios y sólidos
motivos. El rol del abogado es insustituible en situaciones como la de un divorcio,
que enfrenta a sus protagonistas con uno de los procesos más desafiantes de la
vida de las personas, fundamentalmente en cuanto a los efectos y las
consecuencias del mismo, que necesariamente imponen un asesoramiento previo
para evitar la conculcación o renuncia de derechos y el debido control
Jurisdiccional.

La ausencia de un abogado dejará en desventaja a una de las partes, que conforme


los hechos nos muestran, son generalmente las mujeres y que además atenta
contra la seguridad jurídica de los ciudadanos en general, en tanto -supone la
renuncia expresa e inequívoca de derechos para los particulares, sin el debido
asesoramiento letrado.

La FACA (Federación Argentina de Colegios de Abogados) oportunamente se


proclamó en contra, haciendo alusión a que el matrimonio es una institución de
orden público y por lo tanto, las normas que regulan la disolución del mismo se
encuentran en la misma órbita y calificó de inadmisible desde la sociedad toda y
desde el mundo profesional de la abogacía aceptar la posibilidad de una renuncia
anticipada de derechos tan importantes como los alimentos y la compensación
económica, desprotegiendo a la parte más débil de la relación, sin considerar la
perspectiva de género, la tutela procesal diferenciada, el orden público y la
protección de los vulnerables (100 Reglas de Brasilia).

Los Colegios de Abogados desde siempre estuvieron presentes ante las


necesidades de asesoramiento y patrocinio jurídico de todos los justiciables a través
de la labor de los consultorios jurídicos gratuitos. Los profesionales del derecho
fuimos y seguiremos siendo los más capacitados para dar respuesta a toda la
sociedad, tanto de manera preventiva como para la resolución de los conflictos que
involucran a las familias en su integralidad, siendo uno de los colectivos más
azotados el de las víctimas de violencia de género.

En los Fundamentos que acompañan al proyecto de ley ómnibus se expone en solo


un párrafo que “En línea con la modernización de la legislación y el respeto a la
preponderancia de la libertad individual, se incorpora un novedoso instituto para
nuestro país, de uso común en muchas otras naciones del mundo, que es la
posibilidad para los cónyuges de solicitar la disolución del vínculo matrimonial con
la sola presentación ante el mismo órgano administrativo que celebró el
matrimonio civil, sin necesidad de intervención judicial”.

Esta afirmación es falaz porque en el derecho comparado se lo regula de otro modo,


1) los divorcios administrativos exigen la intervención/asesoramiento de un
profesional de la abogacía (Brasil, Colombia, Cuba, España, etc) y 2) solo queda
habilitada esta modalidad en los casos en que no haya hijos, no existan bienes
gananciales, es decir, no haya efectos jurídicos que se deriven del vínculo
matrimonial al estar solo involucrada la extinción del matrimonio (pasar del estado
civil casado a divorciado) como lo exponen Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Perú por
citar algunos ejemplos regionales. Por lo tanto, la supuesta “modernización de la
legislación” no puede ser a costa de un falsa “libertad individual”, en atención a que
los divorcios, en la gran mayoría de los casos, involucran no solo la ruptura del
matrimonio como acto jurídico, sino también los efectos que se derivan que
comprometen a terceros y a los propios integrantes del matrimonio que a los fines
de arribar a acuerdos fundados en “la libertad” necesitan, de manera previa,
conocer cuáles son sus derechos -por ejemplo, si uno de ellos se encuentra en una
situación hábil para solicitar una compensación económica- estableciendo el
Código Civil y Comercial determinados requisitos jurídicos que se deben cumplir
para hacerlos valer como ser peticionar dicha compensación en el plazo de 6 meses
desde la sentencia de divorcio, so pena de caducar este derecho.

Además, reforzándose la carencia de perspectiva sistémica e integral, es sabido que


en todo conflicto compromete a personas menores de edad, o personas con
restricción a la capacidad o con discapacidad es necesaria la intervención del
Ministerio Público de manera complementaria bajo pena de nulidad (conf. art. 103,
CCyCN). El divorcio administrativo en cuestión nada dice sobre esta intervención,
lo cual se estaría omitiendo un organismo central para la defensa de los derechos
de personas vulnerables como lo es la gran cantidad de divorcios que involucra a
organizaciones familiares con hijos menores de edad. En esta misma línea, es dable
destacar el art. 707 del CCyCN que recepta -en absoluta consonancia con la
Convención sobre los Derechos del Niño con jerarquía constitucional según lo
establece el art. 75 inciso 22, CN y reafirma la ley 26.061 de Protección Integral de
Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes- su participación y derecho a ser oído en
todo conflicto que los involucre.

El régimen de divorcio incausado que recepta la legislación civil y comercial vigente


está edificado de manera integral y sistémico (compromete mucho más que lo
dispuesto en el art. 435) en la idea de un proceso de divorcio “preventivo” en el que
los cónyuges con sus correspondientes abogados puedan resolver todas las
consecuencias que se derivan del divorcio en el propio trámite, ya sea arribándose
a acuerdos -convenios reguladores- o a través de la obligación de presentar
propuestas (conf. art. 438), como un requisito ineludible en los divorcios
unilaterales. En otras palabras, se trata de que cada cónyuge pueda explicitar -
debidamente asesorado- cuáles cree que son los derechos que le corresponden
ante el juez especializado, como acontece actualmente en el fuero de familia.

En suma, a más de 8 años de vigencia del CCyCN, fácil se puede observar que el
proceso de divorcio tal como está regulado -de manera judicial- no ha traído
mayores complejidades, tratándose de procedimientos sencillos y razonablemente
rápidos, cuando no existen conflictos sobre el patrimonio y/o en relación a los hijos
menores de edad.

El divorcio no involucra solo el vínculo matrimonial, sino que compromete


diferentes efectos que se derivan de esta disolución, como ser la cuestión de la
distribución de los bienes -en particular, si se trata de un matrimonio regido por el
régimen de comunidad-, la atribución de la vivienda, los supuestos especiales que
recepta el art. 434 en materia de alimentos post divorcio y, en el caso de que existan
hijos menores de edad o incluso mayores con discapacidad, las consecuencias
jurídicas en lo relativo a los alimentos y el cuidado.

El Código Civil y Comercial adopta una mirada sistémica, compleja y profunda


sobre las relaciones de familia, ello se reafirma al regular en el Título VIII del Libro
Segundo los "Procesos de familia" cuyo art. 706 explicita cuáles son sus "Principios
generales", destacándose la tutela judicial efectiva, la inmediación, la oralidad, la
resolución pacífica de conflictos, la especialidad y la intervención o apoyo
interdisciplinario. En este marco, fácil se advierte que el divorcio constituye una
decisión personal de envergadura con diversos efectos jurídicos que excede la idea
de algo "mecánico" como si fuera "un mero trámite administrativo", de allí que el
divorcio como proceso judicial es el que mejor se condice con esta complejidad y
que también se vincula con otra consideración central: el patrocinio letrado y la
función preventiva que se deriva de esta intervención obligatoria, en especial, en
un ámbito donde la especialidad no solo es necesaria en lo relativo al fuero sino
también a la formación profesional a tal punto que los colegios de abogados suelen
tener comisiones o institutos dedicados a las relaciones de familia.

Por último, como argumento eminentemente práctico, corresponde tener en


cuenta que todos los Códigos procesales locales contienen dentro de su regulación
al proceso de divorcio, de modo tal que podría existir alguna colisión entre normas,
que podrían dar lugar a planteos de inconstitucionalidad por tratarse la materia
procesal, de potestades no delegadas de las provincias a la Nación.
2. Proyecto de “Ley de procesos sucesorios no contenciosos”.

El proyecto de ley ómnibus en su Título X sobre “Disposiciones Finales” incluye


como “Anexo IV” la “Ley de procesos sucesorios no contenciosos” que se lo conoce
como sucesión extrajudicial o, en este caso, sería sucesión notarial en atención a
que la legislación proyectada permite por opción el trámite de la sucesión ante
escribano “en los casos en que no exista controversia alguna entre ellos” (se refiere
a los sucesores y el cónyuge) “y sean todos capaces” (art. 1). ¿Acaso el cónyuge no
es un heredero en algunos casos respecto de algunos bienes? Como se puede
advertir, ya el primer articulado observa comentarios críticos en su técnica
legislativa. Por otra parte, se parte de la idea de que los conflictos sucesorios -como
todo conflicto social- sería un tanto básico: existencia o no de controversia, sin
embargo, hay situaciones en los que en un primer momento se puede considerar
que no hay controversia y que ello se desata con posterioridad, por lo tanto, adoptar
un sistema “opcional” a partir de una “falta de controversia” que podría no ser tal ni
bien se profundice sobre el conflicto, es hábil para afirmar que tal complejidad no
estaría advertida con las consecuencias negativas que se deriva de ello.

La sucesión extrajudicial como género, y en particular, la notarial constituye una


cuestión que ha sido muy debatida en la doctrina nacional a tal punto que generó
un debate acalorado en las XX Jornadas Nacionales de Derecho Civil celebradas en
septiembre de 2005 en la Facultad de Derecho de la UBA con participación, tanto
de abogados como de escribanos, en el que se concluyó -durante la vigencia del
código derogado pero que en la materia sigue la misma línea que el régimen
vigente- por mayoría, que no es admisible la sucesión extrajudicial no contenciosa
fundado en que “a) La jurisdicción sobre la sucesión corresponde a los jueces (art.
3284 CC), b) El proceso extrajudicial está vedado por normas de la Constitución
Nacional (arts. 1, 18, 75 inciso 12 y cc CN), c) Resulta inconstitucional el sistema de
sucesión extrajudicial por violar claramente las disposiciones del Código Civil (arts.
3410, 3412, 3413, 3414, 3282, 3691, 3694, 3695, 984, 3321, 3430, 3324, 3390, 3389, 3692,
3693 y cc, CC), d) La jurisdicción voluntaria es una actividad ineludible de los jueces”.
Además, también por mayoría, se concluye que es inconveniente modificar leyes
de fondo y de forma para admitir el proceso sucesorio extrajudicial basado en “a)
No debe modificarse el C. Civil a los fines de admitir un proceso sucesorio
extrajudicial ya que el proceso sucesorio actual no presenta problemas que
justifiquen su reforma creando alternativas extrajudiciales que incrementan la
inseguridad jurídica, no responden a problemas de economía procesal, no
disminuyen los costos y no agilizan el proceso lo que provocaría cuestiones incluso
accesorias y nievas, que lo encarecerían. b) El actual procedimiento sucesorio
responde a principios de orden público y debido control de legalidad y garantiza
adecuadamente los derechos de terceros acreedores o no, antes de la división de
la herencia”.

En este marco, corresponde destacar que el art. 3 del proyecto crea un sistema de
habilitación para los escribanos titulares y adscriptos que “acrediten los requisitos
de capacitación que regulen las reglamentaciones de cada demarcación, los que
serán certificados por el respectivo colegio notarial”.

Como lo expone Rodríguez Saiach “La nueva normativa no es constitucional,


porque la regulación de procedimiento es un tema procesal, vinculado
directamente a las provincias y su aplicación se hará en las mismas utilizando los
magistrados locales. Sólo puede legislarse para el ámbito de la Nación. Los códigos
de fondo pueden contener normas instrumentales cuando sirvan para
implementar las instituciones de fondo (…) el trámite de una sucesión es un tema
estrictamente procesal y ajeno a las normas de fondo. Con lo que se vulneran los
artículos 5, 75 inciso 12, 121 y 126 de la Constitución Nacional”.

Más, no se trata de una inconstitucionalidad meramente declamativa porque


invade materias que son potestades no delegadas, sino que además, con sentido
eminentemente práctico, la consecuencia será absolutamente perjudicial e
impracticable, toda vez que los Códigos procesales regulan el proceso sucesorio, y
para inscribir la transmisión de los bienes se requiere orden judicial, de modo que
el proceso judicial no podrá ser evitado, lo cual generará mayores costos, y
seguramente, mayores conflictos, que inclusive terminaran en innumerables
juicios de nulidades o redarguciones de falsedad de escrituras.

Por otra parte, si bien el art. 1 proyectado establece la carencia de controversia y


que se trate de todas personas capaces, sabiendo que la capacidad lo presume, lo
cierto es que en alguna ocasión -por ejemplo, que esté tramitando un proceso de
restricción a la capacidad- podría corresponden la intervención del Ministerio
Público de conformidad con lo previsto en el art. 103 del CCyCN, esto no sería
posible en atención a que su actuación lo es en el marco de proceso judicial, no
administrativa salvo los supuestos de excepción que prevé esta disposición que no
compromete el tema en análisis.
Además, se han esgrimido otras críticas que deben ser tenidas en cuenta como ser:
a) el consentimiento unánime que prevé el art. 4 no tiene en cuenta los conflictos
que pueden suscitarse ante el ocultamiento doloso de herederos o bienes luego de
concluido el proceso y transmitidos los bienes, incluso ante terceros de bueno fe;
b) el art. 5 sobre “Atribuciones de los escribanos actuantes” otorga facultades
extraordinarios a los/as escribanos/as al no decir nada sobre las limitaciones que
pudieran surgir de otras leyes como acontece en materia de identidad de género
de conformidad con la ley 26.743; c) tal como surge del art. 8 sobre “Aranceles
notariales”, el proceso que se regula no es gratuito ni se permite tramitar beneficio
alguno, solo se prevé un arancel social para acervos que no superen el monto que
debe fijar la reglamentación; d) sobre las “Formas de las actuaciones” que establece
el art. 9, se exige escritura pública para la declaratoria de herederos, lo cual genera
un costo extra que el proceso judicial no tiene; e) el art. 12 sobre requisitos de la
presentación cuando se trata de una sucesión intestada exige certificación previa
del Registro de Juicios Universales; f) el art. 14 mantiene la publicación de edictos
“por medio fehaciente”, por lo tanto, se podría adicionar un costo que hoy no tiene
el proceso; g) el art. 15 sobre “inclusión de otros herederos”, no se menciona que
acontece ante la falta de presentación luego de la correspondiente notificación
además se permite que el escribano pueda solicitar pruebas extras a efectos de
acreditar el derecho a participar del proceso, por lo tanto, se estaría habilitando
funciones más propias de los/as magistrados/as; h) el art. 17 sobre permite la
admisión de otros herederos en el proceso aun cuando no se justifique su título o
vínculo; i) los arts. 20 y 33 referidos a los honorarios profesionales, no brindan
parámetro alguno, ni remiten a las leyes arancelarias; j) tal como surge de los arts.
27 y 30 referidos a la sucesión testamentaria, no se diferencia si se trata de un
testamento ológrafo de uno por acto público, por ende se dejaría sin efecto lo
relativo a la pericia caligráfica que exige el CCyCN para el testamento ológrafo y k)
el art. 32 sobre el cumplimiento de legados, se concentra en ello y nada se dice
sobre las deudas del causante antes de la partición.

En definitiva, la sucesión extrajudicial -notarial- sería otro foco más de conflicto que
el proyecto de ley ómnibus pretende reeditar careciendo de valor práctico, en
atención a la falta de complejidad que tienen los procesos sucesorios no
contenciosos, sabiendo que cuando se vuelve controvertido está claro que juez
debe intervenir y, si ello no sucede, no hay complejidad y el proceso de resuelve de
manera rápida -más aún en procesos digitalizados como los actuales-
manteniéndose la seguridad jurídica que se deriva de toda intervención judicial,
que siempre otorga certeza. Tampoco resulta sorprendente que los Colegios de
Abogados del país se hayan pronunciado en contra de la adopción de la sucesión
notarial, arguyendo para ello violaciones varias de la Constitución Nacional. Se ha
dicho que el carácter de oficial público de los escribanos no implica ni puede
implicar la potestad de administrar justicia, que es finalmente en lo que consiste la
jurisdicción judicial, y que es lo que el notariado pretende arrogarse. Solo es que
juzgamos absolutamente innecesaria, y hasta potencialmente más costosa, la
instrumentación de la sucesión notarial y la reforma de varios artículos del Cód. Civ.
y Com. que el proyecto contempla.

Amén de todo lo expuesto, existe una cuestión de orden político fruto de la realidad,
que no puede ser pasado por alto.

CONCLUSIONES.

Por lo antedicho, solicitamos a Ustedes que consideren esta opinión que


exponemos y las críticas constructivas que desarrollamos en este documento,
analizando la pertinencia y prudencia al momento de instrumentar las reformas,
destacando que no hay un verdadero argumento para que la reforma se haga in
totum e intempestivamente. Asimismo, llamamos a la reflexión para que en todo
caso se puedan analizar las reformas con el tiempo necesario de estudio, búsqueda
de antecedentes y datos que justifiquen los posibles cambios en cada materia,
extremando los recaudos para lograr el consenso necesario y así lograr calar en la
conciencia social y colectiva, logrando el fin buscado sin cuestionamientos y,
garantizando la armonía y coherencia del ordenamiento jurídico.

Quizás puede ser que algunas reformas puedan resultar necesarias en distintas
materias. Pero no hay dudas, por ejemplo, que, modificar un cuerpo normativo
como el Código Civil y Comercial, en aspectos troncales del mismo, además de
quedar en evidencia que no se acredita la necesidad y urgencia, es imperioso que
una reforma de tal magnitud sea fruto, no sólo de debate en el seno del Congreso,
sino también que cuente con un espacio sólido de debate en el ámbito científico y
académico de la Ciencia y la filosofía Jurídica.

En materia de géneros y diversidades, así como también en materia de salud


mental y otras que afectan a personas en situación de vulnerabilidad, no cabe más
que alertar sobre el significativo retroceso que imponen algunas modificaciones
propuestas, y que traerán aparejados, de ser aprobadas, francas violaciones al
sistema constitucional-convencional, desvirtuando las acciones positivas que tan
necesarias son esos sectores de la sociedad.

Asimismo, cabe llamar a la reflexión a los legisladores para evitar que a través de las
delegaciones legislativas se desnaturalice la división de poderes, de modo tal que
las delegaciones sean lo más acotadas posibles en su contenido y plazo.

Y, por último, cabe destacar que el mejor resultado será sin dudas el que mayor
consenso tenga, pero que aun cuando el resultado sea fruto de la obtención de la
mayoría necesaria para el dictado de una reforma legislativa, no debe perderse de
vista que, cualquiera sea la materia que se legisle, siempre que se reglamenten
derechos y garantías individuales o colectivas, toda reforma debe superar el test de
razonabilidad consagrado en el artículo 28 de la Constitución Nacional.

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