Manuel Pardo
Manuel Pardo
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(desambiguación).
Manuel Justo Pardo y Lavalle
ManuelPardo.jpg
Insignia of the President of Peru.svg
Presidente Constitucional de la República Peruana
2 de agosto de 1872-2 de agosto de 1876
Vicepresidente 1.º Manuel Costas Arce
2.º Francisco Garmendia
Predecesor Mariano Herencia-Zevallos
Sucesor Mariano Ignacio Prado
Encargó el mando a Manuel Costas Arce
28-nov.-1874 - 18-enero-1875
Coat of arms of Lima.svg
Alcalde Metropolitano de Lima
1869-1870
Predecesor José María de la Puente y Oyague
Sucesor Nemecio Orbegoso
Gran Sello de la República del Perú.svg
Secretario de Hacienda del Perú
28 de noviembre de 1865-28 de noviembre de 1866
Presidente Mariano Ignacio Prado
Predecesor Tomás de Vivero
Sucesor José Narciso Campos
Gran Sello de la República del Perú.svg
Presidente del Senado de la República Peruana
7 de septiembre de 1878-16 de noviembre de 1878 †
Predecesor Francisco Rosas Balcázar
Sucesor José Antonio García y García
Gran Sello de la República del Perú.svg
Senador de la República Peruana
por Junín
7 de septiembre de 1878-16 de noviembre de 1878
Información personal
Nombre en español Manuel Pardo y Lavalle Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 9 de agosto de 1834
Lima, Perú
Fallecimiento 16 de noviembre de 1878
(44 años)
Lima, Perú
Causa de muerte Asesinato con arma de fuego
Sepultura Cementerio Presbítero Maestro
Nacionalidad Peruana
Religión Católica
Familia
Padre Felipe Pardo y Aliaga Ver y modificar los datos en Wikidata
Cónyuge Mariana Barreda y Osma
Hijos Felipe Pardo y Barreda
Manuel Pardo y Barreda
Juan Pardo y Barreda
José Pardo y Barreda
María Pardo y Barreda
Ana Pardo y Barreda
Luis Pardo y Barreda
Enrique Pardo y Barreda
Rosa Pardo y Barreda
Victoria Pardo y Barreda
Educación
Educado en
Colegio Nuestra Señora de Guadalupe
Convictorio de San Carlos
Collège de France logo.jpg Colegio de Francia
Universidad de Barcelona
Información profesional
Ocupación Economista
Patrimonio Hacendado, Banquero, Empresario Exportador.
Partido político Partido Civil
Afiliaciones Club Nacional
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Manuel Justo Pardo y Lavalle (Lima, 9 de agosto de 1834-Ib., 16 de noviembre de
1878) fue un economista y político peruano que ocupó la alcaldía de Lima en el
período de 1869 a 1870, y la presidencia del Perú en el período constitucional de
1872 a 1876, siendo el primer presidente civil constitucional de la historia
republicana peruana. También fue presidente de la Cámara de Senadores, en 1878.
Ya en el poder, halló un agudo déficit fiscal, que intentó remediar con una
prudente alza de impuestos, el estanco del salitre y la revisión de los contratos
de la venta del guano. Firmó también el Tratado de Alianza Defensiva con Bolivia de
1873. De otro lado, implementó importantes reformas en el plano de la educación
pública y apoyó la cultura intelectual. Se encargó del gobierno en un período de
honda crisis financiera y emprendió ingrata pero patriótica tarea.
Terminado su mandato pasó a Chile, de donde retornó al ser elegido senador por
Junín ante el Congreso de la República, siendo elevado a la presidencia de su
cámara. Murió asesinado de un balazo en la espalda que le propinó un sargento del
ejército, Melchor Montoya, cuando ingresaba al recinto del Senado. Contaba apenas
con 44 años de edad. Su hijo, José Pardo y Barreda, llegó a ser dos veces
Presidente del Perú (1904-1908 y 1915-1919).
Índice
1 Nacimiento, familia y educación
2 Formación profesional y política
2.1 Acercamiento a la función pública
2.2 Desarrollo de su concepción política
2.3 Consignatario del guano, banquero y hacendado
2.4 Secretario (ministro) de Hacienda (1865-1866)
2.5 Director de la Beneficencia Pública de Lima (1867-1868)
2.6 Alcalde de Lima (1869-1870)
3 Presidente de la República (1872-1876)
3.1 Fundación del Partido Civil
3.2 Elecciones de 1871-1872
3.3 La rebelión de los Gutiérrez
3.4 Primer Presidente Constitucional Civil del Perú
3.5 Aspecto económico
3.5.1 Situación crítica
3.5.2 Medidas para paliar la crisis
3.5.3 Agravamiento de la crisis
3.6 Aspecto internacional
3.6.1 Crisis de la política de solidaridad americanista
3.6.2 El tratado de Alianza Defensiva con Bolivia
3.6.3 Inquietud de Chile por la nacionalización del salitre
3.7 Descuido de la defensa nacional
3.8 Aspecto educativo y cultural
3.9 Otras obras
3.10 Oposición parlamentaria y rebeliones
3.10.1 Incidente de Ocatara
3.10.2 Asesinatos en Chinchao
3.10.3 La rebelión de Nicolás de Piérola
3.10.4 Intento de asesinato de 1874
3.11 Traspaso pacífico del poder
4 Exilio, retorno y asesinato
4.1 Exilio en Chile
4.2 Retorno al Perú
4.3 Presidente del Senado
4.4 Asesinato
4.5 Consecuencias del asesinato
5 Descendencia
6 Ancestros
7 Referencias
8 Bibliografía
9 Enlaces externos
Nacimiento, familia y educación
Hijo del político y escritor Felipe Pardo y Aliaga y de Petronila de Lavalle y
Cavero, nació en la casa ubicada en la esquina de las calles San José y Santa
Apolonia, en Lima.1
Sus abuelos paternos fueron Manuel Pardo Ribadeneira, regente de la Audiencia del
Cuzco, y Mariana de Aliaga, segunda hija de los Marqueses de Fuente Hermosa de
Miranda y descendiente del conquistador Jerónimo de Aliaga. Por el lado materno,
era nieto de Simón de Lavalle y Zugasti, II conde de Premio Real, y bisnieto
coronel José Antonio de Lavalle y Cortés, Primer Conde de Premio Real, Vizconde de
Lavalle, Corregidor de Piura y Abogado de la Real Audiencia de Lima, personaje
sumamente revelador de lo que fue la aristocracia mercantil del siglo xviii.
Con apenas un año de edad viajó en 1835 a Chile con su padre, que había sido
nombrado ministro plenipotenciario del gobierno de Felipe Santiago Salaverry.
Retornó al Perú con su familia en 1839, para viajar nuevamente a Chile, al ser
nombrado su padre nuevamente ministro plenipotenciario, esta vez representando al
primer gobierno de Ramón Castilla, en 1846. Por ello, Manuel inició sus estudios en
la Escuela Comercial de Valparaíso, para después continuarlos en el Instituto
Nacional de Chile. Ya de regreso a Lima, hizo sus estudios secundarios en el
Colegio Nuestra Señora de Guadalupe (1848), el más prestigioso del país por
entonces, pasando luego al Convictorio de San Carlos (1849), que luego sería parte
de la Universidad de San Marcos.1 2
Fue también uno de los socios fundadores del Club Nacional, establecido en Lima en
1855.
Pardo fue también terrateniente del norte del Perú, en la gran hacienda azucarera
de Tumán, en Lambayeque, que la compró en 1872 de Diego Bueñano por 404 000 pesos,
atraído por la buena perspectiva de lucro que daba el negocio azucarero.10
El Gabinete de los Talentos. Año 1865. Parados: José Simeón Tejeda (Justicia), José
María Químper (Gobierno) y Manuel Pardo y Lavalle (Hacienda). Sentados: José Gálvez
Egúsquiza (Guerra y Marina), Mariano Ignacio Prado (jefe supremo provisorio) y
Toribio Pacheco y Rivero (Relaciones Exteriores).
Afianzada la dictadura de Prado, asumió la Secretaría de Hacienda en 1865 y de esta
manera integró el famoso Gabinete de los Talentos. Bajo este ministerio, que ocupó
exactamente un año, realizó una activa labor de ordenamiento fiscal y en favor del
incremento de los ingresos públicos.
Entre otras obras públicas edilicias que realizó se cuentan el saneamiento y ornato
de la ciudad, canalización de acequias, el pavimentado de calles, inauguración de
plazas y la construcción de la carretera de Lima al Callao.12
Elecciones de 1871-1872
Artículo principal: Elecciones presidenciales de Perú de 1872
En 1871, al acercarse el fin del gobierno constitucional del presidente José Balta,
se convocó a elecciones presidenciales. Balta, que al principio deseaba lanzar la
candidatura de su hermano Juan Francisco Balta, decidió finalmente apoyar la de un
expresidente, el anciano general José Rufino Echenique. También se presentó como
candidato el doctor Manuel Toribio Ureta, fiscal supremo, que postulaba como líder
de los liberales.13
Pero fue la candidatura de Pardo, como líder del recién fundado Partido Civil, la
que tomó fuerza en todo el país y en diversos grupos sociales. El 6 de agosto de
1871 logró congregar en la Plaza de Acho a 14 000 ciudadanos, que se reunieron para
escucharle, número muy apreciable para la época, por lo que sin duda fue todo un
acontecimiento.14
Pero ya era demasiado tarde para revertir la orientación popular. Entre los meses
que mediaron entre la primera y la segunda elección, hubo una tensa lucha entre el
militarismo y el civilismo. En abril de 1872 se reunieron los colegios
electorales.16 En Lima triunfó Pardo; en los días siguientes los telegramas del
interior ratificaron el triunfo. De 4657 electores, Pardo obtuvo 2692 votos. 17
Pero antes de darse este resultado oficial, se produjo el golpe de Estado de los
Gutiérrez.
Pardo se refugió en la embajada brasileña; por los techos pasó a una casa amiga, la
del doctor Ygarza y huyó disfrazado de carretero de la ciudad, con rumbo sur. Llegó
hasta Chilca, donde debía recogerlo un buque de la escuadra, pero al no aparecer
este, tomó un bote de pescador y se hizo llevar a alta mar, donde finalmente lo
recogió Miguel Grau en el monitor Huáscar, pasando luego a la fragata Independencia
.19
Pardo pronunció un discurso al recibir la insignia del mando supremo de manos del
Presidente del Congreso, José Simeón Tejeda, el 2 de agosto de 1872, en donde
expresó, entre otros conceptos, los siguientes:
Designado por el sufragio popular para ejercer el más alto cargo con que pueda
honrar una nación a uno de sus hijos, y elevado a él, (...) permitidme, señores,
inclinar la frente ante los misteriosos designios de la Providencia y ante la
grandiosa victoria que la opinión ha alcanzado después de luchar encarnizadamente
contra la arbitrariedad. Así ha querido la Providencia terminar la historia
política de medio siglo, ayudándonos visiblemente para inaugurar vuestros trabajos,
en el quincuagésimo aniversario de la independencia nacional, sobre las bases de la
opinión victoriosa y del derecho arrancado al imperio de la fuerza.
Dejemos, señores, a la posteridad, la apreciación histórica sobre los desgraciados,
cuyos hechos condujeron al país al peligroso extremo de que el patriotismo lo ha
salvado, y ocupémonos en este instante tan sólo de la enseñanza política que arroja
nuestra fecunda campaña de catorce meses, y estudiémosla, hoy y siempre, con el
cuidadoso anhelo y con la elevación de espíritu con que deben los hombres públicos
estudiar las tendencias y aspiraciones de los pueblos, y las fuerzas que en sí
mismos encierran, para dirigir y aplicar éstas en servicio de aquéllas y
encaminarlas todas por la senda del bien. Mi objeto no es tanto presentaros un
pomposo programa, cuanto pedir a vuestras elevadas luces en la forma de leyes, los
medios que considero necesarios para la realización de los fines que debemos
alcanzar, y que se resumen en esta fórmula definitiva: La República práctica, la
República de la verdad. Ella encierra mi programa, o mejor dicho, el programa que
he recibido de la nación que ha brotado del corazón de cada ciudadano, y que es hoy
la síntesis de la opinión nacional.
Obedecer el juramento que acabo de prestar, con la constancia del deber y con la
rigidez de la convicción, es la única manera de satisfacer la deuda inmensa de
gratitud con que me agobia la distinción que he merecido de mis conciudadanos.
Aspecto económico
Situación crítica
El 21 de septiembre de 1872, Pardo expuso ante el Congreso la situación de la
Hacienda. Esta se hallaba en situación calamitosa. La venta del guano, principal
fuente de ingresos del fisco desde hacia 30 años, se hallaba en declive, y la
totalidad de su producto estaba comprometida para el pago de la deuda.25 Esta
ascendía a 60 millones de libras esterlinas y por intereses anuales que sumaban 4
millones de libras esterlinas.3
La razón de la crisis era que el guano había sufrido una fuerte baja de su precio
debido a la competencia del salitre (otro fertilizante natural que se imponía en el
mercado mundial) y a la disminución de su calidad; por lo demás, las reservas
guaneras estaban en camino de agotarse. El Contrato Dreyfus ya no rendía frutos. El
presupuesto de la Nación, grandemente ampliado bajo el gobierno de Balta, sólo
podía ser cubierto en un 50% con los impuestos; el déficit anual llegaba a los 8
500 000 soles.26
A todo esto debemos agregar que desde 1873, el sistema capitalista mundial entró en
crisis y empezó una gran depresión que duraría hasta finales de ese siglo. La
economía peruana se vio afectada profundamente, pues cayeron los precios
internacionales de las materias primas y se retrajeron las exportaciones.
El país iba pues, directo a la bancarrota económica. Como era de esperar, surgieron
además los fenómenos concomitantes de alza de los precios y la desocupación, y el
inevitable descontento de la población.31
Aspecto internacional
Crisis de la política de solidaridad americanista
La situación internacional en el contexto sudamericano era por entonces muy
delicada. La política de solidaridad continental, que antaño auspiciara el
presidente peruano Ramón Castilla, se hallaba en crisis. El Perú iba perdiendo
paulatinamente su superioridad marítima en el Pacífico, mientras que Chile la iba
ganando y demostraba tendencias de expansionismo territorial hacia el norte de sus
fronteras, tal como se vislumbraba en las disputas territoriales que por entonces
enfrentaba con Bolivia, originadas por la riqueza salitrera existente en el
desierto de Atacama.29
Fueron durante los años del gobierno de Pardo cuando llegaron a aguas chilenas los
buques acorazados Cochrane y Blanco Encalada (en la imagen). Pese a que la marina
peruana quedó en inferioridad de poderío frente a su par chilena, Pardo no pudo
contrarrestar esta situación, por la grave la crisis económica dejada por sus
antecesores.
Si bien contaba con un competente equipo de asesores militares, el hecho concreto
es que el gobierno de Pardo descuidó el equipamiento y la modernización de las dos
armas de la defensa: el Ejército y la Marina. Sin embargo, hay que reconocer que si
tuvo una intención inicial de adquirir navíos blindados a imitación de Chile,
continuando así la gestión iniciada por el gobierno de Balta. Incluso, logró que el
Congreso autorizara de manera reservada una partida de cuatro millones de soles
para la adquisición de blindados (20 de noviembre de 1872).38 Pero debido a la
grave crisis económica, esa partida no se pudo cubrir en 1873 (el año en que se
firmó el tratado de alianza con Bolivia) y fue finalmente retirada del presupuesto
en 1874. El contrato de la adquisición de los blindados acabó siendo anulado.
Existe una versión que afirma que esa anulación se hizo luego de escuchar la
opinión de los consultores de la Marina, que consideraban que la escuadra peruana,
en el estado en que se hallaba, podía resistir a la escuadra chilena. También se
afirma que solo dos marinos se opusieron a esa anulación, siendo uno de ellos
Miguel Grau. Se trata solo de versiones orales, no habiendo ningún documento que lo
confirme.39
Mientras tanto, Chile realizaba una carrera armamentística con miras a llevar
adelante su política expansionista. Precisamente, en diciembre de 1874, llegaba a
Valparaíso la fragata blindada Almirante Cochrane, y en enero de 1876 lo hacía su
gemela, la fragata Blanco Encalada, con las que Chile adquiría la supremacía
marítima en el Pacífico Sur.
Se ha dicho también que los gastos destinados para sofocar las continuas
sublevaciones (entre ellas la de Nicolás de Piérola) fue otro factor que impidió la
compra de los navíos blindados y material bélico en general. Pero Basadre considera
que este argumento no es consistente y que la subversión interna debió ser más bien
otra razón para que el gobierno se preocupara aún más por adquirir nuevos elementos
de defensa.42
Incidente de Ocatara
En Ocatara, unos trabajadores chilenos del ferrocarril central, en estado de
ebriedad, atacaron a un campamento civil donde cometieron una serie de fechorías;
pero en vez de ser juzgados por los tribunales del Perú, fueron embarcados y
devueltos a su patria, lo que dio lugar para que la oposición criticara ferozmente
al gobierno por tan insólito proceder. La razón que esgrimió el ministro de
Gobierno, doctor Francisco Rosas, fue que el gobierno desconfiaba del poder
judicial y que lo más sano para la República era expulsar del país a esos
delincuentes. Esto originó un agrio debate en el Congreso, provocando palabras
exaltadas de parte de Rosas, que fue acusado de faltar el respeto a la majestad del
parlamento. Dos días después, Rosas renunció a su cargo, se dice que a pedido del
mismo Pardo.59
Asesinatos en Chinchao
El otro de los sucesos lamentables ocurrió en Chinchao, en donde los coroneles
Mariano Herencia Zevallos y Domingo Gamio, que se habían sublevado contra el
gobierno y que eran conducidos a una guarnición situada en la frontera con el
Brasil, fueron asesinados por la patrulla que los conducía. El crimen fue motivado,
al parecer, por una antigua enemistad que tenía el jefe de la patrulla, mayor
Cornejo, con Gamio, pero la opinión pública no dudó en culpar de este doble crimen
al gobierno de Pardo, el cual recibió duras críticas en el Parlamento y la
prensa.60
Una semana después de dicha publicación, Pardo sufrió un atentado en plena vía
pública, de manos del capitán del ejército Juan Boza, quien disparó sobre el
mandatario varios tiros de revólver, sin que ninguno diera en el blanco. El mismo
Pardo hizo frente a su agresor, gritándole «asesino» e «infame» y desviando con su
bastón el arma de fuego (22 de agosto de 1874). Un grupo de hombres que acompañaban
a Boza, y que al parecer eran cómplices suyos, huyeron haciendo disparos al aire.
Este atentado ocurrió cuando Pardo atravesaba a pie la esquina de la calle Palacio
al portal de Escribanos. Como consecuencia de ello, el editor de La Mascarada y el
caricaturista fueron encarcelados, acusados de incitar a la rebelión y al
homicidio, aunque la causa judicial no prosperó.63
En ausencia, fue elegido senador por Junín ante el Congreso Nacional, en las
elecciones para la renovación de los tercios parlamentarios de 1877, en donde su
partido triunfó ampliamente, en ambas cámaras. Instalado el Congreso el 27 de julio
de 1877, Pardo fue elevado a la presidencia del Senado. Sus seguidores esperaron
con ansias su retorno al Perú.66
Retorno al Perú
Pese a que sus esposa y algunos amigos en Chile le aconsejaron no volver el Perú,
Pardo decidió emprender el viaje, arribando al Callao el 2 de septiembre de 1878.
Previamente se habían distribuido en el puerto volantes anónimos que incitaban a la
población a atentar contra su vida. De hecho, hubo el temor generalizado de que
Pardo confrontara con el gobierno, pero en vez de ello, se reconcilió con Prado,
que lo recibió en palacio.67
Según un relato de Pedro Dávalos y Lissón, Pardo retornó convencido del inminente
estallido de la guerra con Chile, inquietud que transmitió al mismo presidente
Prado. Sin embargo, Basadre, que revisó los escritos de Pardo de esa época (entre
ellos, su nutrida correspondencia con Benjamín Vicuña Mackenna), no encontró nada
que indique una preocupación suya en ese sentido.67
En medio de las disidencias políticas, que alejan a los hombres, hay siempre un
lazo que los une: el del amor a su país y el vivo anhelo por su felicidad.
Ocupémonos todos pues de ganar los favores de la nación en este terreno, que por
dicha nuestra es bastante ancho para que todos quepan: unámosnos todos para servir
las ideas que satisfagan sus necesidades y para combatir las pasiones que la
conmueven: y así no sólo habremos hecho buenas leyes sino que habremos devuelto la
calma a los espíritus y la paz a la sociedad.
Asesinato
Tiempo atrás, Pardo presagiando su muerte, había afirmado en una carta a Benjamín
Vicuña Mackenna, historiador y político chileno y su amigo personal, lo
siguiente:68
Yo no le temo a la muerte sino a la forma de morir. Porque desaparecer de la escena
de la vida ahogado por una membrana, con el pescuezo roto por un eslabón del
caballo, en un tren desrielado y cubierto de aceite y de carbón, es algo que
ciertamente no me gustaría. Pero morir en su puesto, cumpliendo dignamente su
deber, sirviendo a su país, eso ya es otra cosa y eso no me espanta.
Dos días antes de su muerte, el 14 de noviembre, Pardo pronunció en el Senado un
discurso sobre un proyecto de asunto tributario. El día 15 continuó ocupándose del
mismo asunto. Ambos discursos debían publicarse en El Comercio, por lo que el día
16 (el día fatídico) fue a la imprenta de dicho diario, donde revisó las pruebas
del texto, hasta las dos de la tarde. Terminada esta labor, se dirigió en coche a
la puerta del Congreso. Lo acompañaban los señores Manuel María Rivas y Adán
Melgar. A la entrada, la guardia del batallón Pichincha le presentó armas y Pardo
hizo un gesto para que cesaran los honores. Luego ingresó al primer patio del
Congreso, cuando de pronto, uno de los integrantes de dicho batallón, el sargento
Melchor Montoya (que todavía tenía su arma alzada) le disparó por la espalda,
gritando: «Viva el pueblo». Mientras la guardia permaneció impasible, el señor
Melgar se lanzó en persecución del asesino, que huyó hacia la plaza vecina (llamada
Plaza de la Inquisición, actual Plaza Bolívar), siendo finalmente apresado por un
guardia civil,69 de nombre Juan Bellodas.70
Pardo recibió un balazo que le penetró por el pulmón derecho, le atravesó el pecho
y fue a clavarse en el muro. Al recibir la herida vaciló y tuvo que apoyarse un
instante en la pared, para terminar desplomándose en las baldosas del vestíbulo,
que daba entrada al interior del edificio del Senado. Allí quedó exánime, pero a
los pocos minutos quiso incorporarse y exclamó: «¿Quién me ha muerto?» «Un
soldado», le contestaron. «Lo perdono —replicó.— Y perdono a todos». Luego agregó:
«¡Mi familia! ¡mi familia!» Y en seguida perdió el uso de la palabra. Pese a que
fue atendido por varios médicos, no se pudo contenerle la hemorragia. El padre
Caballero, que se hallaba presente, pudo confesarlo y absolverlo. El mismo Pardo
pidió los santos óleos que le fueron administrados por el cura Andrés Tovar.
Falleció al cabo de una hora de agonía.71 72
«El Perú está de duelo. La América ha perdido uno de sus estadistas de más alta
talla», dijo el editorial de El Comercio que salió en edición extraordinaria ese
mismo día del asesinato. Y el mismo diario anunciaba que, tras sesión secreta, el
Congreso acababa de declarar que «La Patria está en peligro».71
«La Patria está de duelo. Manuel Pardo, el ilustre patricio, el gran ciudadano, el
distinguido estadista, el probo magistrado, el ejemplar padre de familia, ha muerto
hoy asesinado cobarde y villanamente por sus enemigos políticos», dijo por su parte
uno de los editoriales de La Tribuna (no confundir con el diario aprista).71
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