Manuel Pardo

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Manuel Pardo y Lavalle

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(desambiguación).
Manuel Justo Pardo y Lavalle
ManuelPardo.jpg
Insignia of the President of Peru.svg
Presidente Constitucional de la República Peruana
2 de agosto de 1872-2 de agosto de 1876
Vicepresidente 1.º Manuel Costas Arce
2.º Francisco Garmendia
Predecesor Mariano Herencia-Zevallos
Sucesor Mariano Ignacio Prado
Encargó el mando a Manuel Costas Arce
28-nov.-1874 - 18-enero-1875
Coat of arms of Lima.svg
Alcalde Metropolitano de Lima
1869-1870
Predecesor José María de la Puente y Oyague
Sucesor Nemecio Orbegoso
Gran Sello de la República del Perú.svg
Secretario de Hacienda del Perú
28 de noviembre de 1865-28 de noviembre de 1866
Presidente Mariano Ignacio Prado
Predecesor Tomás de Vivero
Sucesor José Narciso Campos
Gran Sello de la República del Perú.svg
Presidente del Senado de la República Peruana
7 de septiembre de 1878-16 de noviembre de 1878 †
Predecesor Francisco Rosas Balcázar
Sucesor José Antonio García y García
Gran Sello de la República del Perú.svg
Senador de la República Peruana
por Junín
7 de septiembre de 1878-16 de noviembre de 1878
Información personal
Nombre en español Manuel Pardo y Lavalle Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 9 de agosto de 1834
Lima, Perú
Fallecimiento 16 de noviembre de 1878
(44 años)
Lima, Perú
Causa de muerte Asesinato con arma de fuego
Sepultura Cementerio Presbítero Maestro
Nacionalidad Peruana
Religión Católica
Familia
Padre Felipe Pardo y Aliaga Ver y modificar los datos en Wikidata
Cónyuge Mariana Barreda y Osma
Hijos Felipe Pardo y Barreda
Manuel Pardo y Barreda
Juan Pardo y Barreda
José Pardo y Barreda
María Pardo y Barreda
Ana Pardo y Barreda
Luis Pardo y Barreda
Enrique Pardo y Barreda
Rosa Pardo y Barreda
Victoria Pardo y Barreda
Educación
Educado en
Colegio Nuestra Señora de Guadalupe
Convictorio de San Carlos
Collège de France logo.jpg Colegio de Francia
Universidad de Barcelona
Información profesional
Ocupación Economista
Patrimonio Hacendado, Banquero, Empresario Exportador.
Partido político Partido Civil
Afiliaciones Club Nacional
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Manuel Justo Pardo y Lavalle (Lima, 9 de agosto de 1834-Ib., 16 de noviembre de
1878) fue un economista y político peruano que ocupó la alcaldía de Lima en el
período de 1869 a 1870, y la presidencia del Perú en el período constitucional de
1872 a 1876, siendo el primer presidente civil constitucional de la historia
republicana peruana. También fue presidente de la Cámara de Senadores, en 1878.

Hijo del político y escritor Felipe Pardo y Aliaga y de Petronila de Lavalle y


Cavero, pertenecía a una familia ligada a la clase dominante colonial. Se educó en
Chile y Europa, sobre todo en Barcelona y París, demostrando preferencias por los
estudios de economía. En 1864 el presidente Juan Antonio Pezet le confió una misión
en Europa para gestionar un empréstito. Al volver, fue nombrado ministro de
Hacienda de la dictadura de Mariano Ignacio Prado en 1865. Director de la Sociedad
de Beneficencia Pública de Lima en 1868, alcalde de Lima de 1869 a 1871, fundador
del Partido Civil en 1871, con el que postuló y ganó la presidencia de la República
en 1872.

Ya en el poder, halló un agudo déficit fiscal, que intentó remediar con una
prudente alza de impuestos, el estanco del salitre y la revisión de los contratos
de la venta del guano. Firmó también el Tratado de Alianza Defensiva con Bolivia de
1873. De otro lado, implementó importantes reformas en el plano de la educación
pública y apoyó la cultura intelectual. Se encargó del gobierno en un período de
honda crisis financiera y emprendió ingrata pero patriótica tarea.

Terminado su mandato pasó a Chile, de donde retornó al ser elegido senador por
Junín ante el Congreso de la República, siendo elevado a la presidencia de su
cámara. Murió asesinado de un balazo en la espalda que le propinó un sargento del
ejército, Melchor Montoya, cuando ingresaba al recinto del Senado. Contaba apenas
con 44 años de edad. Su hijo, José Pardo y Barreda, llegó a ser dos veces
Presidente del Perú (1904-1908 y 1915-1919).

Índice
1 Nacimiento, familia y educación
2 Formación profesional y política
2.1 Acercamiento a la función pública
2.2 Desarrollo de su concepción política
2.3 Consignatario del guano, banquero y hacendado
2.4 Secretario (ministro) de Hacienda (1865-1866)
2.5 Director de la Beneficencia Pública de Lima (1867-1868)
2.6 Alcalde de Lima (1869-1870)
3 Presidente de la República (1872-1876)
3.1 Fundación del Partido Civil
3.2 Elecciones de 1871-1872
3.3 La rebelión de los Gutiérrez
3.4 Primer Presidente Constitucional Civil del Perú
3.5 Aspecto económico
3.5.1 Situación crítica
3.5.2 Medidas para paliar la crisis
3.5.3 Agravamiento de la crisis
3.6 Aspecto internacional
3.6.1 Crisis de la política de solidaridad americanista
3.6.2 El tratado de Alianza Defensiva con Bolivia
3.6.3 Inquietud de Chile por la nacionalización del salitre
3.7 Descuido de la defensa nacional
3.8 Aspecto educativo y cultural
3.9 Otras obras
3.10 Oposición parlamentaria y rebeliones
3.10.1 Incidente de Ocatara
3.10.2 Asesinatos en Chinchao
3.10.3 La rebelión de Nicolás de Piérola
3.10.4 Intento de asesinato de 1874
3.11 Traspaso pacífico del poder
4 Exilio, retorno y asesinato
4.1 Exilio en Chile
4.2 Retorno al Perú
4.3 Presidente del Senado
4.4 Asesinato
4.5 Consecuencias del asesinato
5 Descendencia
6 Ancestros
7 Referencias
8 Bibliografía
9 Enlaces externos
Nacimiento, familia y educación
Hijo del político y escritor Felipe Pardo y Aliaga y de Petronila de Lavalle y
Cavero, nació en la casa ubicada en la esquina de las calles San José y Santa
Apolonia, en Lima.1

Sus abuelos paternos fueron Manuel Pardo Ribadeneira, regente de la Audiencia del
Cuzco, y Mariana de Aliaga, segunda hija de los Marqueses de Fuente Hermosa de
Miranda y descendiente del conquistador Jerónimo de Aliaga. Por el lado materno,
era nieto de Simón de Lavalle y Zugasti, II conde de Premio Real, y bisnieto
coronel José Antonio de Lavalle y Cortés, Primer Conde de Premio Real, Vizconde de
Lavalle, Corregidor de Piura y Abogado de la Real Audiencia de Lima, personaje
sumamente revelador de lo que fue la aristocracia mercantil del siglo xviii.

Con apenas un año de edad viajó en 1835 a Chile con su padre, que había sido
nombrado ministro plenipotenciario del gobierno de Felipe Santiago Salaverry.
Retornó al Perú con su familia en 1839, para viajar nuevamente a Chile, al ser
nombrado su padre nuevamente ministro plenipotenciario, esta vez representando al
primer gobierno de Ramón Castilla, en 1846. Por ello, Manuel inició sus estudios en
la Escuela Comercial de Valparaíso, para después continuarlos en el Instituto
Nacional de Chile. Ya de regreso a Lima, hizo sus estudios secundarios en el
Colegio Nuestra Señora de Guadalupe (1848), el más prestigioso del país por
entonces, pasando luego al Convictorio de San Carlos (1849), que luego sería parte
de la Universidad de San Marcos.1 2

Viajó a España donde cursó la cátedra de Filosofía y Letras en la Universidad de


Barcelona (1850), y Literatura y Economía Política en el Colegio de Francia (1852).
Inclinado hasta entonces hacia los estudios humanísticos, empezó a interesarse por
el rigor y las aplicaciones prácticas de la Economía. Era hombre de considerable
cultura literaria, criterio sagaz y lúcido y elevados principios.3

Formación profesional y política


Acercamiento a la función pública
Tras retornar al Perú en 1853, fue nombrado oficial segundo de la Sección de
Estadística del entonces Ministerio de Gobierno (22 de junio de 1854), pero declinó
asumir sus funciones y se dedicó a la agricultura, ayudando a su pariente José
Antonio de Lavalle en la administración de la hacienda de Villa.1

Durante el segundo gobierno del mariscal Ramón Castilla y tras la abolición de la


esclavitud, dirigió la comisión para la creación de la Policía Rural junto a
destacados políticos como Pedro Paz Soldán Ureta, Ignacio de Osma Ramírez de
Arellano y Antonio Salinas y Castañeda.

Fue también uno de los socios fundadores del Club Nacional, establecido en Lima en
1855.

Desarrollo de su concepción política


Víctima de una afección pulmonar, se trasladó a Jauja para restablecerse (1857-
1858). Este viaje fue de gran importancia tanto en su orientación vital como en el
desarrollo de un modelo político-intelectual. En 1862 publicó un ensayo: Estudios
sobre la provincia de Jauja, presentando a los lectores limeños «algunos pedazos de
los Andes» que muy pocos conocían y que muchos miraban con «el más alto desprecio».
Exhibe allí una riqueza conceptual, esbozando de manera clara su propia versión de
la dicotomía civilización-barbarie y de la relación entre el Perú y Occidente. Ese
fue el punto de partida de esa visión de conjunto que lentamente fue articulando
sobre el Perú. Una aproximación al mismo permitirá esclarecer ciertos rasgos
esenciales del proyecto civilizador que desarrollaría en las décadas siguientes y
que serviría de sustento al movimiento civilista que, bajo su liderazgo, surgió en
1871.

La construcción de la «república práctica» fue un tema que ocupó mucho el interés,


el tiempo y las energías de Manuel Pardo. Se trataba de un proyecto que buscaba la
creación de una nueva República con la participación de la ciudadanía y con una
agenda económica liberal para el desarrollo.4 En la Revista de Lima, un medio de
expresión intelectual y política, Pardo escribió importantes artículos, más que
académicos, técnicos y prácticos, donde detallaba y advertía el gradual agotamiento
de las reservas de guano y sugería al gobierno de entonces invertir los ingentes
capitales existentes en el Tesoro Público en obras de infraestructura productiva en
todo el país, antes que estos capitales se agotasen y llegara la crisis. En ese
sentido promovió una campaña publicitaria para lanzar el proyecto de los
ferrocarriles como la gran empresa de inversión en el Perú. Su propuesta era unir
mediante vías férreas los puertos con las zonas de producción agraria, ganadera y
minera de costa y sierra, dinamizando la economía del país y alejándolo de la
dependencia del capital extranjero.5 El proyecto político de Pardo se presentaba
así como una alternativa moderna, capitalista y democratizadora, enfrentando al
viejo militarisno y al conservadurismo político tradicional.6

En 1860, se casó con Mariana Barreda y Osma, hija de un acaudalado hombre de


negocios.7

Consignatario del guano, banquero y hacendado


Por entonces incursionó también en el comercio como consignatario del guano y como
importador; fue gerente de la Compañía de Consignación del Guano para la Gran
Bretaña, director del Banco del Perú, presidente de la compañía de seguros de vida
La Paternal y director de la Compañía Sur-Americana de Seguros Marítimos e
Incendios.1

En 1863, con el fin de hacer exploraciones privadas a China, se relacionó


comercialmente con la Casa Canevaro y ese mismo año fue uno de los seis empresarios
peruanos que consignó y exportó el guano a Gran Bretaña a través de la Compañía de
Consignación del Guano. Al año siguiente, fue uno de los fundadores del Banco del
Perú, del que fue director.
En 1864 viajó a Londres en compañía de José Sevilla, para gestionar un crédito
destinado a la defensa del Perú contra la agresión de la Escuadra Española del
Pacífico.8 Pero debió regresar pronto, aquejado otra vez por su mal pulmonar. Se
instaló nuevamente en Jauja para recuperarse, esta vez acompañado de su amigo, el
escritor venezolano Juan Vicente Camacho. Estaba todavía en el valle del Mantaro,
cuando se plegó a la revolución nacionalista que encabezó el coronel Mariano
Ignacio Prado, contra el gobierno de Juan Antonio Pezet.9

Pardo fue también terrateniente del norte del Perú, en la gran hacienda azucarera
de Tumán, en Lambayeque, que la compró en 1872 de Diego Bueñano por 404 000 pesos,
atraído por la buena perspectiva de lucro que daba el negocio azucarero.10

Secretario (ministro) de Hacienda (1865-1866)

El Gabinete de los Talentos. Año 1865. Parados: José Simeón Tejeda (Justicia), José
María Químper (Gobierno) y Manuel Pardo y Lavalle (Hacienda). Sentados: José Gálvez
Egúsquiza (Guerra y Marina), Mariano Ignacio Prado (jefe supremo provisorio) y
Toribio Pacheco y Rivero (Relaciones Exteriores).
Afianzada la dictadura de Prado, asumió la Secretaría de Hacienda en 1865 y de esta
manera integró el famoso Gabinete de los Talentos. Bajo este ministerio, que ocupó
exactamente un año, realizó una activa labor de ordenamiento fiscal y en favor del
incremento de los ingresos públicos.

Por entonces se produjo la denuncia de Guillermo Bogardus contra la gestión de


Pardo como comisionado fiscal en Europa en 1864, y contra los consignatarios del
guano en general, a los que acusaba de una serie de abusos en perjuicio del Estado,
como recargo en los fletes, cobro indebido de comisiones, falta de oportunidad para
alzar el precio del abono, etc. Pardo se defendió en un escrito publicado en 1867,
y llevó el asunto a los tribunales.11

Director de la Beneficencia Pública de Lima (1867-1868)


En 1867 fue elegido director de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima. Desde
este cargo combatió los estragos de la epidemia de fiebre amarilla que causó la
muerte a un 25% de la población en Lima y el Callao. Trabajó para la construcción
del Hospital Dos de Mayo, propició la fundación de la Caja de Ahorros y se preocupó
por la educación escolar en la capital.1

Tras dejar la Beneficencia en 1868, asumió la presidencia de la Compañía de Seguros


La Paternal y luego la dirección de la Compañía Sur Americana de Seguros.1

Alcalde de Lima (1869-1870)


En 1869 fue elegido alcalde de Lima por la Junta de los Cien, cargo que desempeñó
hasta el año siguiente, haciendo una de las labores municipales más transparentes y
eficaces de la historia de la ciudad. Gestionó créditos para la creación de
escuelas de artes y oficios, la gratuidad de la educación primaria y promocionó la
primera Gran Exposición Industrial Nacional, por Fiestas Patrias, en la que se
convocó a productores de todo el Perú. Unos presentaron su salitre, otros su
azúcar, los artesanos sus trabajos en cueros, los laneros de Puno su lana. Su
mensaje era: «Esto es lo que somos como Nación; somos una Nación Económica y estas
son nuestras ventajas y nuestras fortalezas». Quería que Lima fuera otra vez la
Perla del Pacífico; abrigaba la idea de colocar al Perú en una posición relevante
en el contexto mundial.

Entre otras obras públicas edilicias que realizó se cuentan el saneamiento y ornato
de la ciudad, canalización de acequias, el pavimentado de calles, inauguración de
plazas y la construcción de la carretera de Lima al Callao.12

Presidente de la República (1872-1876)


Fundación del Partido Civil

Manuel Pardo y Lavalle.


Gozando de una gran popularidad en todos los estratos sociales, Pardo fundó la que
sería una de las más trascendentales creaciones de la historia republicana del
Perú: la Sociedad Independencia Electoral, que después adoptaría el nombre de
Partido Civil, el primer partido político del país, creado como respuesta al
predominio militar en la política peruana (24 de abril de 1871). Agrupaba a
acaudalados comerciantes, consignatarios del guano, industriales y hacendados,
representantes de la naciente burguesía nacional. A ellos se les unieron también
numerosos intelectuales, como abogados de San Marcos y periodistas de El Comercio y
El Nacional. Este grupo de ciudadanos vieron en Pardo la figura que podía redimir
al Perú de medio siglo de militarismo, ya que era miembro de una generación nueva,
que había nacido después de la independencia. Además, repudiaba el desorden, la
anarquía y el despotismo de los hombres de sable. El militarismo fue para ellos el
maleficio que había venido postergando el despegue del Perú como nación; este fue
denunciado de absolutismo, de postergar a las clases sociales del manejo de la
política y de ser el acicate de las revoluciones o sediciones. Siendo así,
sostenían que no era la voluntad popular ni la opinión pública quienes hacían tomar
las decisiones al mandatario. Se produjo una entusiasta adhesión en Lima y las
provincias ante la posibilidad de un civil como gobernante. De ahí nació el nombre
de partido civil, organizado ese mismo año para las juntas electorales.

Elecciones de 1871-1872
Artículo principal: Elecciones presidenciales de Perú de 1872
En 1871, al acercarse el fin del gobierno constitucional del presidente José Balta,
se convocó a elecciones presidenciales. Balta, que al principio deseaba lanzar la
candidatura de su hermano Juan Francisco Balta, decidió finalmente apoyar la de un
expresidente, el anciano general José Rufino Echenique. También se presentó como
candidato el doctor Manuel Toribio Ureta, fiscal supremo, que postulaba como líder
de los liberales.13

Pero fue la candidatura de Pardo, como líder del recién fundado Partido Civil, la
que tomó fuerza en todo el país y en diversos grupos sociales. El 6 de agosto de
1871 logró congregar en la Plaza de Acho a 14 000 ciudadanos, que se reunieron para
escucharle, número muy apreciable para la época, por lo que sin duda fue todo un
acontecimiento.14

Sectores del ejército se opusieron a la candidatura de Pardo. Las acusaciones más


reiteradas que hicieron contra Pardo fueron las de aristócrata y monarquista; de no
representar a la nación, sino a un grupo de gente selecta. Todavía muchos veían a
los militares como los hombres más desinteresados y hechos para el mando.

Las elecciones se desarrollaban en dos fases: en la primera se elegía a los


electores, quienes se agrupaban en Colegios Electorales, y en la segunda, los
electores elegían al Presidente y el Congreso. El 15 de octubre de 1871 tuvo lugar
la primera elección. Los civilistas consiguieron tener representantes en casi todos
los departamentos, evitando así la tradicional y violenta toma de las mesas. El
resultado favoreció a Pardo. Ureta declinó su postulación. El presidente Balta
auspició entonces una candidatura de conciliación nacional en la persona del
jurista Antonio Arenas, viéndose Echenique obligado a renunciar a su candidatura
para ceder espacio al nuevo candidato.15

Pero ya era demasiado tarde para revertir la orientación popular. Entre los meses
que mediaron entre la primera y la segunda elección, hubo una tensa lucha entre el
militarismo y el civilismo. En abril de 1872 se reunieron los colegios
electorales.16 En Lima triunfó Pardo; en los días siguientes los telegramas del
interior ratificaron el triunfo. De 4657 electores, Pardo obtuvo 2692 votos. 17
Pero antes de darse este resultado oficial, se produjo el golpe de Estado de los
Gutiérrez.

La rebelión de los Gutiérrez


Artículo principal: Rebelión de los coroneles Gutiérrez
Faltaban pocos días para finalizar el mandato de Balta y producirse la ascensión al
poder de Pardo, cuando el 22 de julio de 1872 estalló la rebelión de los hermanos
Gutiérrez, cuatro coroneles encabezados por Tomás Gutiérrez, entonces ministro de
Guerra. Este, temeroso de que bajo un gobierno civil perdiesen los militares sus
privilegios, y, al parecer, instigado por prominentes políticos, apresó al
presidente Balta y se autoproclamó Jefe Supremo de la República. La armada, entre
cuyos oficiales se contaban marinos de la talla de Miguel Grau y Aurelio García y
García, se pronunció contra la intentona de los Gutiérrez.18

Pardo se refugió en la embajada brasileña; por los techos pasó a una casa amiga, la
del doctor Ygarza y huyó disfrazado de carretero de la ciudad, con rumbo sur. Llegó
hasta Chilca, donde debía recogerlo un buque de la escuadra, pero al no aparecer
este, tomó un bote de pescador y se hizo llevar a alta mar, donde finalmente lo
recogió Miguel Grau en el monitor Huáscar, pasando luego a la fragata Independencia
.19

El cuartelazo derivó en el asesinato del presidente Balta y la subsiguiente


rebelión popular en contra del gobierno de facto, que acabó con la muerte de tres
de los hermanos Gutiérrez en las calles, entre ellos Tomás.20

Pardo retornó desembarcando en el Callao, siendo recibido en triunfo. Se trasladó a


Lima, donde ante una muchedumbre impresionante, pronunció un discurso que comenzaba
exactamente con estas palabras:21
¡Pueblo de Lima! Habéis realizado una obra terrible pero una obra de justicia...
Aquellos tres cadáveres que se ostentan ante nuestra Metropolitana envuelven una
tremenda lección que no olvidaré jamás..
Luego de una corta etapa de indecisión, en la cual no faltaron quienes pedían que
se ignorasen los resultados de las elecciones, el Congreso decidió acatar el
mandato popular y nombró a Pardo Presidente Constitucional de la República, quien
asumió el mando el 2 de agosto de 1872, día planificado desde un inicio, para un
mandato de cuatro años, de acuerdo con la Constitución peruana de 1860.22

Primer Presidente Constitucional Civil del Perú

Manuel Pardo y Lavalle, Primer Presidente Civil del Perú.


Pardo fue el primer presidente civil del Perú, elegido constitucionalmente por la
voluntad popular. Anteriormente, ya había habido gobernantes republicanos civiles
(como Manuel Menéndez, Justo Figuerola y Domingo Elías), pero solo en calidad de
provisorios o interinos, sin mediar elección popular. El primer civil en postular a
la presidencia fue precisamente Domingo Elías, en 1850, el mismo que fundara el
Club Progresista. Elías perdió entonces las elecciones, que ganó el general
Echenique.23

Pardo pronunció un discurso al recibir la insignia del mando supremo de manos del
Presidente del Congreso, José Simeón Tejeda, el 2 de agosto de 1872, en donde
expresó, entre otros conceptos, los siguientes:
Designado por el sufragio popular para ejercer el más alto cargo con que pueda
honrar una nación a uno de sus hijos, y elevado a él, (...) permitidme, señores,
inclinar la frente ante los misteriosos designios de la Providencia y ante la
grandiosa victoria que la opinión ha alcanzado después de luchar encarnizadamente
contra la arbitrariedad. Así ha querido la Providencia terminar la historia
política de medio siglo, ayudándonos visiblemente para inaugurar vuestros trabajos,
en el quincuagésimo aniversario de la independencia nacional, sobre las bases de la
opinión victoriosa y del derecho arrancado al imperio de la fuerza.
Dejemos, señores, a la posteridad, la apreciación histórica sobre los desgraciados,
cuyos hechos condujeron al país al peligroso extremo de que el patriotismo lo ha
salvado, y ocupémonos en este instante tan sólo de la enseñanza política que arroja
nuestra fecunda campaña de catorce meses, y estudiémosla, hoy y siempre, con el
cuidadoso anhelo y con la elevación de espíritu con que deben los hombres públicos
estudiar las tendencias y aspiraciones de los pueblos, y las fuerzas que en sí
mismos encierran, para dirigir y aplicar éstas en servicio de aquéllas y
encaminarlas todas por la senda del bien. Mi objeto no es tanto presentaros un
pomposo programa, cuanto pedir a vuestras elevadas luces en la forma de leyes, los
medios que considero necesarios para la realización de los fines que debemos
alcanzar, y que se resumen en esta fórmula definitiva: La República práctica, la
República de la verdad. Ella encierra mi programa, o mejor dicho, el programa que
he recibido de la nación que ha brotado del corazón de cada ciudadano, y que es hoy
la síntesis de la opinión nacional.

Legisladores: En la realización de ese programa, la parte más alta y más brillante


es vuestra, porque a vosotros corresponde marcar en la ley, los principios que
deben regir a la nación, las bases sobre que deben organizarse los servicios
públicos, y aun la regularización de éstos en el voto del presupuesto, a mí me cabe
la más modesta, de ejecutor de vuestras disposiciones, y de celoso vigilante del
cumplimiento de las leyes.

Aun limitado a ella, mi propósito constante será conformar mi política con la


opinión de la mayoría de las Cámaras, que es igualmente la opinión del país; y en
mi deseo de fundar con lealtad el sistema parlamentario, os aseguro, señores, que
deploro el que una disposición constitucional no me permita llevar al gobierno a
los miembros del Congreso sin que pierdan su derecho de representar al país.

Sin esa circunstancia, los representantes de la nación, llevarían personalmente al


Poder Ejecutivo el espíritu de las Cámaras, que es el espíritu del país, y debe,
por lo tanto, ser el que anime constantemente la administración.

Mi voluntad por llegar a ese resultado, suplirá en lo posible ese grave


inconveniente, mientras el tiempo permita introducir en nuestro código tan
importante mejora.

Obedecer el juramento que acabo de prestar, con la constancia del deber y con la
rigidez de la convicción, es la única manera de satisfacer la deuda inmensa de
gratitud con que me agobia la distinción que he merecido de mis conciudadanos.

Crean ellos, y creed vosotros, señores, que si mis facultades no me permiten


corresponder a sus esperanzas, la rectitud de mi conciencia, no faltará jamás a la
confianza que han depositado en mí.
Pardo consideró claves del desarrollo socioeconómico la educación y el trabajo. La
educación, junto con la participación de la población en las tareas de gobierno,
era para él el único camino para la transformación estructural del país. Asimismo,
buscó menguar el militarismo mediante la profesionalización y democratización de
las fuerzas armadas. Pero la crisis económica haría inviable la realización de
todos estos proyectos.

Manuel Pardo nunca residió en el Palacio de Gobierno. Vivía en su casa particular y


allí recibía en audiencia a cualquier ciudadano sin fijarse en la posición
económica o social del que solicitara verlo.

Durante su gobierno se sucedieron tres gabinetes ministeriales: el primero,


presidido por el anciano general José Miguel Medina; el segundo por el doctor José
Eusebio Sánchez; y el tercero, por el general Nicolás Freire.24

Aspecto económico
Situación crítica
El 21 de septiembre de 1872, Pardo expuso ante el Congreso la situación de la
Hacienda. Esta se hallaba en situación calamitosa. La venta del guano, principal
fuente de ingresos del fisco desde hacia 30 años, se hallaba en declive, y la
totalidad de su producto estaba comprometida para el pago de la deuda.25 Esta
ascendía a 60 millones de libras esterlinas y por intereses anuales que sumaban 4
millones de libras esterlinas.3

La razón de la crisis era que el guano había sufrido una fuerte baja de su precio
debido a la competencia del salitre (otro fertilizante natural que se imponía en el
mercado mundial) y a la disminución de su calidad; por lo demás, las reservas
guaneras estaban en camino de agotarse. El Contrato Dreyfus ya no rendía frutos. El
presupuesto de la Nación, grandemente ampliado bajo el gobierno de Balta, sólo
podía ser cubierto en un 50% con los impuestos; el déficit anual llegaba a los 8
500 000 soles.26

Medidas para paliar la crisis


Pardo se propuso conseguir los recursos que requería la Hacienda de la siguiente
manera:

Estableció la descentralización fiscal para lograr una mayor recaudación de


impuestos en todo el país. Como ello no dio resultado, estableció la
descentralización administrativa, es decir, que cada departamento administrara sus
propias rentas, creándose para tal fin los Consejos Departamentales.27
Propuso al Congreso la creación de un impuesto de escala móvil a la exportación del
salitre que se explotaba en Tarapacá. El gobierno se interesó por esta riqueza que
ya empezaba a competir con el guano como generadora de rentas. Los salitreros
protestaron y elevaron su queja al Congreso, que buscó otra salida: por ley de 18
de enero de 1873 creó el estanco del salitre, es decir, se establecía que el Estado
compraría a los empresarios salitreros toda su producción a un precio fijo, para
luego venderla a mayor precio a los consumidores. Pero el estanco no dio el
resultado esperado y luego, por ley de 28 de mayo de 1875, el Congreso autorizó al
Ejecutivo la expropiación de las salitreras para obtener su completa
nacionalización; el Estado compró gran parte de ellas a través de la emisión de
certificados a dos años y con un fondo de 4%. Esta medida tampoco dio los
resultados esperados.28
Reorganizó las aduanas y aumentó los aranceles.29
Redujo los gastos públicos al mínimo, tratando de acomodar las necesidades de la
nación a sus propios recursos. No pudo realizar obra alguna de importancia, sino
tan sólo continuar las emprendidas por Balta, en la medida de lo posible
En reemplazo del antiguo Contrato Dreyfus, se firmó en Londres, el 7 de junio de
1876, un nuevo contrato para la venta de 1 900 000 toneladas de guano, entre el
delegado del Perú, general Mariano Ignacio Prado, y los capitalistas Raphael e
hijos, Carlos González Candamo y Arturo Heeren, quienes fundaron la compañía The
Peruvian Guano. Se volvía así al régimen de los consignatarios.29
Agravamiento de la crisis
Las medidas tomadas no dieron los resultados esperados. Sólo el aumento de las
tarifas aduaneras tuvo algún éxito,29 a tal punto que con el tiempo se convirtió en
el rubro más importante de las rentas fiscales,30 pero por lo pronto, el déficit
presupuestal siguió aumentando. Para el bienio de 1874-76, los ingresos eran de 30
millones de soles, mientras que los gastos sobrepasaban los 74 millones.31

A todo esto debemos agregar que desde 1873, el sistema capitalista mundial entró en
crisis y empezó una gran depresión que duraría hasta finales de ese siglo. La
economía peruana se vio afectada profundamente, pues cayeron los precios
internacionales de las materias primas y se retrajeron las exportaciones.

La crisis financiera trajo consigo la crisis monetaria, y las monedas de oro y


plata empezaron a desaparecer de la circulación y de los bancos, viéndose obligado
el gobierno a decretar la inconvertibilidad del billete (1875).32
De otro lado, el pago de la deuda externa no pudo continuarse debido a la
disminución de la venta del guano; ello originó la pérdida del crédito del Perú en
el exterior, por ende, la imposibilidad de obtener préstamos.

El país iba pues, directo a la bancarrota económica. Como era de esperar, surgieron
además los fenómenos concomitantes de alza de los precios y la desocupación, y el
inevitable descontento de la población.31

Aspecto internacional
Crisis de la política de solidaridad americanista
La situación internacional en el contexto sudamericano era por entonces muy
delicada. La política de solidaridad continental, que antaño auspiciara el
presidente peruano Ramón Castilla, se hallaba en crisis. El Perú iba perdiendo
paulatinamente su superioridad marítima en el Pacífico, mientras que Chile la iba
ganando y demostraba tendencias de expansionismo territorial hacia el norte de sus
fronteras, tal como se vislumbraba en las disputas territoriales que por entonces
enfrentaba con Bolivia, originadas por la riqueza salitrera existente en el
desierto de Atacama.29

El tratado de Alianza Defensiva con Bolivia


En este marco se dio en Lima la firma de un Tratado de Alianza entre el Perú y
Bolivia, de carácter estrictamente defensivo, el 6 de febrero de 1873, entre el
ministro plenipotenciario boliviano Juan de la Cruz Benavente y el ministro de
Relaciones Exteriores del Perú José de la Riva Agüero y Looz Corswarem (hijo del
prócer de la Independencia del mismo nombre). Según el tratado:33
Las altas partes contratantes se unen y ligan para garantizar mutuamente su
independencia, su soberanía, y la integridad de sus territorios respectivos,
obligándose en los términos del presente Tratado, a defenderse de toda agresión
exterior, bien sea de otros u otros estados independientes, o de fuerza sin bandera
que no obedezcan a ningún poder reconocido.
Como se lee desde el principio, el tratado tenía un carácter estrictamente
defensivo contra toda agresión exterior. Cada parte se reservaba el derecho de
decidir si el peligro que amenazaba a la otra caía dentro del espíritu del tratado.
Pero si llegaba a declararse el casus foederis, las obligaciones estipuladas debían
cumplirse. Disponíase enseguida que debían emplearse todos los medios
conciliatorios para evitar la ruptura, y, en especial, que había de buscarse un
arreglo por el arbitraje de una tercera potencia. Conveníase en que se solicitaría,
en su oportunidad, la adhesión de los demás estados americanos a la alianza
defensiva.

Un artículo adicional estatuía que el tratado se mantuviese secreto, mientras las


partes contratantes no juzgasen necesaria su publicación. Se ha dicho después que
ese artículo adicional fue cumplido eficazmente y que Chile ignoró la existencia
del tratado hasta que rompió hostilidades con Bolivia; pero no fue así. La
República Argentina fue invitada oficialmente a adherirse al pacto, y el asunto se
debatió en 1877 en el Senado de Buenos Aires, donde se informó al Ministro chileno
de la existencia del tratado. El Ministro chileno en La Paz conoció su texto en
1874; activó negociaciones en consecuencia y aludió al mismo en una obra que
publicó en Santiago en 1876.34

Aprobado el tratado por el Congreso del Perú y por el de Bolivia, se empezó a


gestionar la adhesión de Argentina, que también se encontraba en litigios de
frontera con Chile, por la posesión de la Patagonia. El gobierno argentino de
Domingo Faustino Sarmiento aceptó el tratado y lo sometió al Congreso de su país
para su aprobación, pero allí se entrampó ante la negativa del Senado, donde
predominaban los opositores de Sarmiento. Al final, el gobierno argentino optó por
zanjar sus diferencias con Chile de manera diplomática.35
La alianza quedó, pues, reducida a Bolivia y Perú. El tratado solo tenía aplicación
y cumplimiento si alguno de los dos países era atacado. No era para atacar a algún
país vecino, como tradicionalmente ha venido interpretando la historiografía
chilena. Si nadie atacaba al Perú o a Bolivia, no tenía aplicación. Solo se hizo
efecto cuando Chile atacó a Bolivia en 1879.36

Inquietud de Chile por la nacionalización del salitre


Las leyes de Pardo estancando primero y nacionalizando después las salitreras de
Tarapacá, causaron también el desagrado de la alta clase chilena, ya que muchos de
sus miembros tenían capitales invertidos en la explotación del salitre tarapaqueño;
esa fue una de las razones principales para que empezaran a bosquejar planes para
la expansión y conquista de esos territorios. Sin embargo, según sir Clements R.
Markham, esto no podía constituir justo pretexto para la guerra.37

Descuido de la defensa nacional


Manuel Pardo y Lavalle, pocos días después de asumir el mando de la República,
decidió asesorarse por expertos consejeros en todo lo relacionado con las
necesidades del Ejército y la Marina. Para este efecto expidió un decreto supremo,
el 14 de agosto de 1872, creando Comisiones Consultivas de Guerra y de Marina. La
Comisión de Marina quedó integrada por ocho jefes de la Marina de Guerra. Esta
Comisión se instaló el 26 de agosto y la conformaban los siguientes oficiales:
contralmirante Domingo Valle Riestra, capitanes de navío Manuel J. Ferreyros,
Aurelio García y García, Miguel Grau, José R. Carreño, Camilo N. Carrillo, Juan
Pardo de Zela Urizar y José Elcorrobarrutia. También concurrió especialmente
invitado el capitán de navío Lizardo Montero, senador por Piura. Todos ellos fueron
los asesores del presidente Pardo en temas de Defensa Nacional.

Fueron durante los años del gobierno de Pardo cuando llegaron a aguas chilenas los
buques acorazados Cochrane y Blanco Encalada (en la imagen). Pese a que la marina
peruana quedó en inferioridad de poderío frente a su par chilena, Pardo no pudo
contrarrestar esta situación, por la grave la crisis económica dejada por sus
antecesores.
Si bien contaba con un competente equipo de asesores militares, el hecho concreto
es que el gobierno de Pardo descuidó el equipamiento y la modernización de las dos
armas de la defensa: el Ejército y la Marina. Sin embargo, hay que reconocer que si
tuvo una intención inicial de adquirir navíos blindados a imitación de Chile,
continuando así la gestión iniciada por el gobierno de Balta. Incluso, logró que el
Congreso autorizara de manera reservada una partida de cuatro millones de soles
para la adquisición de blindados (20 de noviembre de 1872).38 Pero debido a la
grave crisis económica, esa partida no se pudo cubrir en 1873 (el año en que se
firmó el tratado de alianza con Bolivia) y fue finalmente retirada del presupuesto
en 1874. El contrato de la adquisición de los blindados acabó siendo anulado.
Existe una versión que afirma que esa anulación se hizo luego de escuchar la
opinión de los consultores de la Marina, que consideraban que la escuadra peruana,
en el estado en que se hallaba, podía resistir a la escuadra chilena. También se
afirma que solo dos marinos se opusieron a esa anulación, siendo uno de ellos
Miguel Grau. Se trata solo de versiones orales, no habiendo ningún documento que lo
confirme.39

Mientras tanto, Chile realizaba una carrera armamentística con miras a llevar
adelante su política expansionista. Precisamente, en diciembre de 1874, llegaba a
Valparaíso la fragata blindada Almirante Cochrane, y en enero de 1876 lo hacía su
gemela, la fragata Blanco Encalada, con las que Chile adquiría la supremacía
marítima en el Pacífico Sur.

El historiador Rubén Vargas Ugarte dijo al respecto:40


Los biógrafos de D. Manuel Pardo no omiten decir que instado porque el Perú se
armase y reforzase su escuadra, mandando construir en Inglaterra dos blindados como
lo había hecho Chile, dio a los que le interpelaban por respuesta: “El Perú tiene
dos poderosos blindados y ellos no son sino su alianza con Bolivia y la Argentina”.
Hay que convenir que incurrió en un error, que fue ciertamente fatal para el país.
Ya vimos que la Argentina no se sumó a la alianza, quedando el Perú así atado a una
alianza con la desarmada Bolivia, que carecía de marina de guerra. Los
historiadores peruanos consideran que fue un error grave de Pardo descuidar la
defensa nacional, confiándose en una alianza internacional donde evidentemente el
mayor peso habría de recaer en el Perú. Aún con la penuria económica consideran que
se debió hacer el mayor esfuerzo para repotenciar la marina, más aún viendo que
Chile se iba armando. Y fue precisamente el desarme del Perú lo que alentó a Chile
a desatar la guerra de 1879, conocida como la guerra del guano y del salitre.

En cuanto al Ejército, este quedó reducido a menos de 3000 efectivos, aunque en el


aspecto de la tecnificación del personal se hicieron algunas mejoras, como la
creación de la Escuela de Cabos y Sargentos y de la Escuela Especial de Artillería
y Estado Mayor, la reforma de la Escuela Militar y la reinstalación de la Escuela
Naval.41

Se ha dicho también que los gastos destinados para sofocar las continuas
sublevaciones (entre ellas la de Nicolás de Piérola) fue otro factor que impidió la
compra de los navíos blindados y material bélico en general. Pero Basadre considera
que este argumento no es consistente y que la subversión interna debió ser más bien
otra razón para que el gobierno se preocupara aún más por adquirir nuevos elementos
de defensa.42

Aspecto educativo y cultural


En contraste con la crisis económica e internacional, la obra educativa y cultural
del gobierno de Pardo fue de suma importancia.

Castilla había sido el primer gobernante republicano preocupado por la organización


de la educación pública. Pardo continuó esta obra por medio del Reglamento General
de Instrucción Pública que promulgó el 18 de marzo de 1876. Este reglamento
establecía que la instrucción primaria sería obligatoria y gratuita en su primer
grado y que estaría confiada a las Municipalidades. En cuanto a la instrucción
media, que no era obligatoria, estaría a cargo de los Consejos Departamentales.
Para hacer extensiva la educación primaria a todo el país se creó una contribución
personal, de un sol al semestre en la sierra y dos soles en la costa a todos los
ciudadanos de entre los 21 y 60 años.
La enseñanza superior también mereció atención. Con el objeto de preparar técnicos
y especialistas en las diversas profesiones de la administración pública, se creó
la Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas de la Universidad de San Marcos
(1875), actual Facultad de Ciencias Económicas.43
Se creó la Escuela de Ingenieros Civiles y de Minas (hoy Universidad Nacional de
Ingeniería).44
Se creó la Escuela Normal de Mujeres de Lima, instalada en el antiguo convento de
los jesuitas de San Pedro (para mujeres que quisieran dedicarse al magisterio).45
Se concedió autonomía a las Universidades.46 .
Se suprimieron las universidades de Ayacucho, Trujillo y Puno, subsistiendo las de
Lima, Arequipa y Cuzco. A la Universidad de San Marcos de Lima se le dio la
designación de Mayor.47
En el aspecto cultural se puso la imprenta del Estado al servicio de la publicación
de importantes obras. Se editó El Perú del sabio italiano Antonio Raimondi, así
como el Diccionario Geográfico Estadístico del Perú de Mariano Felipe Paz Soldán;
de este último se imprimió también la segunda parte de su Historia del Perú
Independiente, cuya primera fue editada durante el gobierno de Balta. Se empezaron
a publicar las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Se publicaron también, entre
otras obras, la colección de Documentos Históricos y Literarios del Perú del
general Manuel de Odriozola, y el Diccionario de la Legislación Peruana de Manuel
Atanasio Fuentes.48
Otras obras
Fomentó la inmigración europea. Llegaron así 3000 inmigrantes europeos que en su
mayor parte fueron enviados a colonizar la región de Chanchamayo, en la ceja de
selva, donde refundaron el pueblo de La Merced (1874). También se impulsó la
inmigración asiática para beneficiar la agricultura costeña.49
Organizó la Dirección de Estadística, como dependencia del Ministerio de Gobierno y
Obras Públicas.50
En 1876 se realizó el Censo General de la República, el primero hecho de manera
técnica, pues hasta entonces la población era solo calculada. Este censo arrojó la
cantidad de 2 704 998 habitantes.51
Se establecieron los Registros Civiles en las Municipalidades, para sentar las
partidas de nacimiento, matrimonio y defunción de los ciudadanos, lo que hasta
entonces era privilegio de las parroquias.52
Restableció la Guardia Nacional, reorganizándola con el objeto de preparar a la
ciudadanía para la defensa del orden público. Todos los ciudadanos de 21 a 25 años
que no estuvieran enrolados en el ejército activo o en la reserva formarían la
Guardia Nacional en cada provincia, entrenándoseles periódicamente y pudiendo ser
llamados a servicio activo por no más de seis meses.53
Dio un Reglamento General de Correos para mejorar el servicio postal y mandó
construir un edificio apropiado en Lima. 54
Se instaló, por obra de la empresa particular, el cable submarino entre Perú y
Chile, y después entre Callao y Panamá, que conectaba a la vez con el resto del
mundo. 55
Se inauguró en Lima el Monumento del Dos de Mayo en la plaza del mismo nombre, en
homenaje a la victoria del Callao de 1866.56
Se inauguraron los ferrocarriles de Arequipa a Puno, de Ilo a Moquegua, de
Pacasmayo a Chilete y de Salaverry a Ascope, y se continuó la construcción del
ferrocarril central a La Oroya.57
Se crearon tres departamentos y una provincia litoral:56
El Departamento de Lambayeque (segregado del departamento de La Libertad) por ley
de 1 de diciembre de 1874.
El Departamento de Apurímac (segregado del departamento del Cuzco), por ley de 28
de abril de 1873.
La Provincia Litoral de Moquegua y el Departamento de Tacna, por ley de 25 de junio
de 1875.
Oposición parlamentaria y rebeliones

Manuel Pardo y Lavalle retornando al Callao en enero de 1875, luego de debelar la


sublevación de Piérola.
Pardo inició su gobierno en medio de inmensa popularidad, sin embargo esta fue
disminuyendo paulatinamente debido a la crisis económica que se fue agravando hasta
afectar directamente a la población, por la paralización parcial de las obras
públicas y el desempleo consiguiente, así como el alza de productos de primera
necesidad.

Naturalmente, la oposición en el parlamento aprovechó tal coyuntura para arremeter


contra el gobierno. Dos sucesos desgraciados exacerbaron más los ánimos: el
incidente de Ocatara y el doble asesinato de Chinchao, cometido en las personas de
Mariano Herencia Zevallos (el vicepresidente que sucedió a Balta) y Domingo
Gamio.58

Incidente de Ocatara
En Ocatara, unos trabajadores chilenos del ferrocarril central, en estado de
ebriedad, atacaron a un campamento civil donde cometieron una serie de fechorías;
pero en vez de ser juzgados por los tribunales del Perú, fueron embarcados y
devueltos a su patria, lo que dio lugar para que la oposición criticara ferozmente
al gobierno por tan insólito proceder. La razón que esgrimió el ministro de
Gobierno, doctor Francisco Rosas, fue que el gobierno desconfiaba del poder
judicial y que lo más sano para la República era expulsar del país a esos
delincuentes. Esto originó un agrio debate en el Congreso, provocando palabras
exaltadas de parte de Rosas, que fue acusado de faltar el respeto a la majestad del
parlamento. Dos días después, Rosas renunció a su cargo, se dice que a pedido del
mismo Pardo.59

Asesinatos en Chinchao
El otro de los sucesos lamentables ocurrió en Chinchao, en donde los coroneles
Mariano Herencia Zevallos y Domingo Gamio, que se habían sublevado contra el
gobierno y que eran conducidos a una guarnición situada en la frontera con el
Brasil, fueron asesinados por la patrulla que los conducía. El crimen fue motivado,
al parecer, por una antigua enemistad que tenía el jefe de la patrulla, mayor
Cornejo, con Gamio, pero la opinión pública no dudó en culpar de este doble crimen
al gobierno de Pardo, el cual recibió duras críticas en el Parlamento y la
prensa.60

La rebelión de Nicolás de Piérola


Una de las rebeliones más importantes que tuvo que soportar Pardo fue la del
caudillo civil Nicolás de Piérola, el que fuera ministro de Hacienda de Balta. Tras
una estadía en Europa, Piérola pasó a Chile, donde organizó una revolución contra
Pardo. Zarpó hacia el Perú en una pequeña embarcación llamada El Talismán, el 11 de
octubre de 1874. En plena travesía fue nombrado Jefe Supremo Provisorio. Fondeó
primero en Pacasmayo pero eludió a la flota peruana y se dirigió al Sur,
desembarcando en Ilo. Ocupó Moquegua y planeó ocupar Arequipa, pero fuerzas
procedentes de Lima, encabezadas por el mismo presidente Pardo y el general Juan
Buendía, lo derrotaron en Los Ángeles, entre el 6 y el 7 de diciembre de 1874. Así
finalizó la llamada Expedición del Talismán.61

Intento de asesinato de 1874

Caricatura de La Mascarada (15 de agosto de 1874) donde se representa al presidente


Pardo, en el papel de Julio César, entrando al Senado, mientras que un personaje
anónimo, en el papel de Bruto, está alerta para darle la estocada homicida. La
caricatura fue premonitoria, pues una semana después, Pardo fue víctima del primer
atentado contra su vida. Cuatro años después, ya como Presidente del Senado, sería
asesinado, coincidentemente, cuando ingresaba al recinto senatorial (16 de
noviembre de 1878).
La libertad de prensa fue amplia durante el gobierno de Pardo y en varias ocasiones
se desbordó. El 15 de agosto de 1874, el periódico satírico La Mascarada publicó
una caricatura que cubría una página entera y estaba iluminada a todo color. Se
titulaba «El último día de César» y subtitulada «La historia es un espejo donde la
humanidad halla consejo». En ella se ve al Presidente Pardo representando de Julio
César e ingresando al Senado, rodeado de su gabinete y de otros personajes, todos
ellos vestidos con togas a la usanza romana. Hacia la izquierda del pórtico
senatorial, se ve un pedestal donde se yergue la estatua del General Mariano
Ignacio Prado (representando a Pompeyo), y delante de ella, está un misterioso
personaje, que, representando a Marco Junio Bruto (el asesino de César), aguarda la
ocasión de infligir la puñalada asesina, instigado por otro (con la fisonomía de
Piérola). En la parte superior revolotea una bandada de supuestos ángeles, pero que
vistos de cerca asemejan a gallinazos, y representan a José Balta y Tomás
Gutiérrez. La composición gráfica era altamente simbólica. Si bien la intención de
la caricatura era jocosa o festiva, terminó siendo considerada macabra y
premonitoria.62

Una semana después de dicha publicación, Pardo sufrió un atentado en plena vía
pública, de manos del capitán del ejército Juan Boza, quien disparó sobre el
mandatario varios tiros de revólver, sin que ninguno diera en el blanco. El mismo
Pardo hizo frente a su agresor, gritándole «asesino» e «infame» y desviando con su
bastón el arma de fuego (22 de agosto de 1874). Un grupo de hombres que acompañaban
a Boza, y que al parecer eran cómplices suyos, huyeron haciendo disparos al aire.
Este atentado ocurrió cuando Pardo atravesaba a pie la esquina de la calle Palacio
al portal de Escribanos. Como consecuencia de ello, el editor de La Mascarada y el
caricaturista fueron encarcelados, acusados de incitar a la rebelión y al
homicidio, aunque la causa judicial no prosperó.63

Traspaso pacífico del poder


Pardo logró cumplir su período presidencial en 1876 (algo que no se veía desde el
fin del segundo gobierno de Castilla en 1862) y entregó el poder a su sucesor
elegido, el general Mariano Ignacio Prado, para quien no era nueva la investidura
presidencial, ya que lo había ocupado entre 1865 y 1868, si bien de manera
dictatorial.64

Exilio, retorno y asesinato


Exilio en Chile
No bien iniciado el segundo gobierno del general Prado, Pardo fue involucrado en el
motín de la guarnición del Callao del 4 de junio de 1877 (la llamada rebelión de
los cabitos). Según testimonio del mismo Pardo, en carta que dirigió a su esposa,
este motín fue obra de algunos de sus partidarios exacerbados, sin que mediara
orden de parte suya. No obstante, fue perseguido y tuvo que refugiarse en la
legación de Francia. Luego partió exiliado a Chile, el día 15 del mismo mes.65

En ausencia, fue elegido senador por Junín ante el Congreso Nacional, en las
elecciones para la renovación de los tercios parlamentarios de 1877, en donde su
partido triunfó ampliamente, en ambas cámaras. Instalado el Congreso el 27 de julio
de 1877, Pardo fue elevado a la presidencia del Senado. Sus seguidores esperaron
con ansias su retorno al Perú.66

Retorno al Perú
Pese a que sus esposa y algunos amigos en Chile le aconsejaron no volver el Perú,
Pardo decidió emprender el viaje, arribando al Callao el 2 de septiembre de 1878.
Previamente se habían distribuido en el puerto volantes anónimos que incitaban a la
población a atentar contra su vida. De hecho, hubo el temor generalizado de que
Pardo confrontara con el gobierno, pero en vez de ello, se reconcilió con Prado,
que lo recibió en palacio.67

Según un relato de Pedro Dávalos y Lissón, Pardo retornó convencido del inminente
estallido de la guerra con Chile, inquietud que transmitió al mismo presidente
Prado. Sin embargo, Basadre, que revisó los escritos de Pardo de esa época (entre
ellos, su nutrida correspondencia con Benjamín Vicuña Mackenna), no encontró nada
que indique una preocupación suya en ese sentido.67

Presidente del Senado


No bien tomó posesión de su escaño como senador, Pardo ocupó la presidencia de su
Cámara (7 de septiembre de 1878). En esta ocasión, pronunció estas palabras:68

En medio de las disidencias políticas, que alejan a los hombres, hay siempre un
lazo que los une: el del amor a su país y el vivo anhelo por su felicidad.
Ocupémonos todos pues de ganar los favores de la nación en este terreno, que por
dicha nuestra es bastante ancho para que todos quepan: unámosnos todos para servir
las ideas que satisfagan sus necesidades y para combatir las pasiones que la
conmueven: y así no sólo habremos hecho buenas leyes sino que habremos devuelto la
calma a los espíritus y la paz a la sociedad.
Asesinato

Asesinato de Manuel Pardo y Lavalle.


Artículo principal: Asesinato de Manuel Pardo
El asesinato de Manuel Pardo sucedió en la tarde del sábado 16 de noviembre de
1878, cuando ejercía la presidencia del Senado, cuatro años después del primer
atentado que sufriera cuando era presidente constitucional del Perú. Por macabra
coincidencia, fue asesinado cuando ingresaba al recinto del Senado, tal como lo
había vaticinado años antes la caricatura de La Mascarada.

Tiempo atrás, Pardo presagiando su muerte, había afirmado en una carta a Benjamín
Vicuña Mackenna, historiador y político chileno y su amigo personal, lo
siguiente:68
Yo no le temo a la muerte sino a la forma de morir. Porque desaparecer de la escena
de la vida ahogado por una membrana, con el pescuezo roto por un eslabón del
caballo, en un tren desrielado y cubierto de aceite y de carbón, es algo que
ciertamente no me gustaría. Pero morir en su puesto, cumpliendo dignamente su
deber, sirviendo a su país, eso ya es otra cosa y eso no me espanta.
Dos días antes de su muerte, el 14 de noviembre, Pardo pronunció en el Senado un
discurso sobre un proyecto de asunto tributario. El día 15 continuó ocupándose del
mismo asunto. Ambos discursos debían publicarse en El Comercio, por lo que el día
16 (el día fatídico) fue a la imprenta de dicho diario, donde revisó las pruebas
del texto, hasta las dos de la tarde. Terminada esta labor, se dirigió en coche a
la puerta del Congreso. Lo acompañaban los señores Manuel María Rivas y Adán
Melgar. A la entrada, la guardia del batallón Pichincha le presentó armas y Pardo
hizo un gesto para que cesaran los honores. Luego ingresó al primer patio del
Congreso, cuando de pronto, uno de los integrantes de dicho batallón, el sargento
Melchor Montoya (que todavía tenía su arma alzada) le disparó por la espalda,
gritando: «Viva el pueblo». Mientras la guardia permaneció impasible, el señor
Melgar se lanzó en persecución del asesino, que huyó hacia la plaza vecina (llamada
Plaza de la Inquisición, actual Plaza Bolívar), siendo finalmente apresado por un
guardia civil,69 de nombre Juan Bellodas.70

Pardo recibió un balazo que le penetró por el pulmón derecho, le atravesó el pecho
y fue a clavarse en el muro. Al recibir la herida vaciló y tuvo que apoyarse un
instante en la pared, para terminar desplomándose en las baldosas del vestíbulo,
que daba entrada al interior del edificio del Senado. Allí quedó exánime, pero a
los pocos minutos quiso incorporarse y exclamó: «¿Quién me ha muerto?» «Un
soldado», le contestaron. «Lo perdono —replicó.— Y perdono a todos». Luego agregó:
«¡Mi familia! ¡mi familia!» Y en seguida perdió el uso de la palabra. Pese a que
fue atendido por varios médicos, no se pudo contenerle la hemorragia. El padre
Caballero, que se hallaba presente, pudo confesarlo y absolverlo. El mismo Pardo
pidió los santos óleos que le fueron administrados por el cura Andrés Tovar.
Falleció al cabo de una hora de agonía.71 72

Pardo fue enterrado en el Mausoleo Privado de la Familia Pardo en el Cementerio


Presbítero Matías Maestro.

Mausoleo Privado de la Familia Pardo en el Cementerio Presbítero Matías Maestro.


En el juicio seguido contra el asesino y sus cómplices, se determinó que el
sargento Melchor Montoya, joven de 26 años, había planeado el crimen con otros tres
sargentos del batallón Pichincha, cuyos nombres eran Elías Álvarez, Armando Garay y
Alfredo Decourt. Ellos mismos confesaron, dando detalles de su plan. El motivo que
esgrimieron fue que en el Congreso se discutía una ley sobre ascensos que les
hubiera impedido su promoción a la clase de oficial y convinieron hacer una
rebelión sublevando a su batallón y asesinando al presidente del Senado, a quien
consideraban autor del proyecto. El siguiente paso del plan era salir a las calles
con las tropas, armar barricadas y esperar el apoyo del pueblo, pero nada de eso se
cumplió. Montoya fue condenado a muerte y fusilado el 22 de septiembre de 1880; por
entonces gobernaba Piérola, en los días luctuosos de la guerra con Chile.73

Consecuencias del asesinato


La muerte de Pardo provocó sorpresa, indignación, cólera y desesperación en todo el
país.74 Además, dejó sin cabeza al Partido Civil y significó la muerte de un líder
de gran peso e influencia social.

«El Perú está de duelo. La América ha perdido uno de sus estadistas de más alta
talla», dijo el editorial de El Comercio que salió en edición extraordinaria ese
mismo día del asesinato. Y el mismo diario anunciaba que, tras sesión secreta, el
Congreso acababa de declarar que «La Patria está en peligro».71

«La Patria está de duelo. Manuel Pardo, el ilustre patricio, el gran ciudadano, el
distinguido estadista, el probo magistrado, el ejemplar padre de familia, ha muerto
hoy asesinado cobarde y villanamente por sus enemigos políticos», dijo por su parte
uno de los editoriales de La Tribuna (no confundir con el diario aprista).71

Un observador neutral, como el historiador italiano Tomás Caivano, escribió al


respecto:75
El asesinato de Manuel Pardo, podemos decirlo con toda seguridad, sobre todo en
consideración a las circunstancias y el momento en que tuvo lugar, fue algo más que
el asesinato de un hombre: fue el asesinato del Perú.
Su actuación pública, recta aunque discutida, su ilustración intelectual y las
circunstancias de su muerte, convirtieron a Manuel Pardo y Lavalle rápidamente en
una suerte de mártir civil. «El mejor de nuestros hombres públicos» lo llamó J. M.
Rodríguez en su Libro de Estudios Económicos y Financieros publicada en 1895, al
hacer un balance de la República. Incluso, Manuel González Prada, que era feroz
crítico de los civilistas, lo trató con respeto:76
Pardo tenía figura simpática, modales finos, trato afable, conversación chispeante
y una irresistible atmósfera de atracción. Al tratarle una vez se deseaba tratarle
a menudo, y al frecuentarle no se dejaba de quererle. Inspiró afecciones tan
sinceras y durables que se hallan intactas hoy mismo…
Descendencia
El 17 de julio de 1859, se casó con Mariana Barreda y Osma, hija del acaudalado
hombre de Negocios Felipe Barreda Aguilar y Carmen de Osma y Ramírez de Arellano.
La pareja tuvo diez hijos:

Felipe Pardo y Barreda, V Marqués de Fuente Hermosa de Miranda (1860-1939).


Juan Pardo y Barreda (1862-1943), presidente de la Cámara de Diputados. Ingeniero
de Minas; Empresario Minero.
José Pardo y Barreda (1864-1947), presidente de la República. Abogado. Casado con
Doña Carmen Heeren Barreda.
María Pardo y Barreda (1865-), casada con Enrique Ayulo Mendívil.
Ana Pardo y Barreda (1868-1942), religiosa.
Luis Víctor Pardo y Barreda (1869-1944), empresario agroindustrial, se casó con
doña María Cecilia de Althaus Dartnell (1874-1935).
Enrique Pardo y Barreda (1870-1930). Casado con Elena Del Alcázar Álvarez.
Rosa Pardo y Barreda (1871-1944), casada con Vicente González de Orbegoso, nieto de
Luis José de Orbegoso.
Victoria Pardo y Barreda (1876-), casada con el barón Thomas Vincent d'Ornellas.
Manuel A. Pardo y Barreda (1877-1906), religioso jesuita.
Entre sus nietos, se puede mencionar a:

Juan Pardo Heeren, ex-ministro de Hacienda


Ana Teresa Pardo, duquesa consorte de Sanlúcar la Mayor
José Pardo Heeren, VI marqués de Fuente Hermosa de Miranda
Carmen Pardo Heeren, marquesa consorte de Villavieja
Vicente González de Orbegozo Pardo, primo del conde de Olmos
Enrique Pardo Heeren es el Fundador del Club de la Banca y Comercio que existe a la
fecha en Lima, Perú.
Asimismo, el actual Marqués de Fuente Hermosa de Miranda, José Manuel Pardo
Paredes, es bisnieto de Manuel Pardo y Lavalle.

Ancestros
Ancestros de Manuel Pardo y Lavalle[ocultar]

16. Benito Pardo Ribadeneira

8. Pedro Ignacio Pardo Ribadeneira y Montelui

17. Gabriela de Montelui y Puga

4. Manuel José Pardo Ribadeneira y González Bañón


18. José González Bañón y González Rivero

9. Juana Bernarda González Bañón y Hermida

19. Juana Rosa Jacinta de Hermida y Osorio

2. Felipe Pardo y Aliaga

20. Juan José de Aliaga Sotomayor y Oyagüe

10. Juan José de Aliaga y Colmenares


21. María Josefa de Colmenares Fernández de Córdoba

5. Mariana de Aliaga y Borda

22. José de la Borda y Echevarría

11. Josefa de Borda y Rallo ii marquesa de Fuente Hermosa de Miranda

23. Mariana Rallo Ramírez de Arellano


1. Manuel Pardo y Lavalle

24. Simón de Lavalle y Bodega de la Quadra

12. José Antonio de Lavalle y Cortés, i conde de Premio Real

25. María del Carmen Cortés y Cartavio

6. Juan Bautista de Lavalle y Zugasti


26. Martín de Zugasti y Gaztelú

13. Mariana de Zugasti y Ortiz de Foronda

27. María Bernarda Ortiz de Foronda y Sánchez de la Barrera

3. María de Lavalle y Arias de Saavedra

28. Francisco Arias de Saavedra y Buleje


14. Francisco Arias de Saavedra y Santa Cruz i conde de Casa Saavedra

29. María Narcisa de Santa Cruz y Centeno

7. María Narcisa Arias de Saavedra y Bravo de Castilla

30. Pedro José Bravo de Lagunas y Castilla Altamirano i marqués de Torreblanca.

15. Petronila Bravo de Lagunas y Zavala ii marquesa de Torreblanca

31. Ana de Zabala y Vásquez de Velasco


Referencias
Orrego Penagos, Juan Luis (2000). «PARDO Y LAVALLE, Manuel Justo». En Lexus
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Enlaces externos
Entrevista con Carmen Mc Evoy: "Manuel Pardo: Primer Liberal Republicano del Perú"
Juan Luis Orrego Penagos: El asesinato del expresidente Manuel Pardo y Lavalle
(1878) (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera
versión y la última)..
Control de autoridades
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