Ramon Castilla

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Ramón Castilla

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Ramón Castilla
Castilla1.jpg
Gran Sello de la República del Perú.svg
Presidente de la Suprema Junta de Gobierno del Perú
17 de febrero de 1844-11 de diciembre de 1844
Predecesor Domingo Nieto
Sucesor Manuel Menéndez
Presidential Standard of Peru.svg
Presidente Constitucional de la República Peruana
20 de abril de 1845-20 de abril de 1851
Predecesor Manuel Menéndez
Sucesor José Rufino Echenique
24 de octubre de 1858-24 de octubre de 1862
Vicepresidente Juan Manuel del Mar y Bernedo
Predecesor Él mismo
Sucesor Miguel de San Román
Gran Sello de la República del Perú.svg
Presidente Provisorio del Perú
5 de enero de 1855-24 de octubre de 1858
Predecesor José Rufino Echenique
Sucesor Él mismo
3 de abril de 1863-9 de abril de 1863
Predecesor Miguel de San Román
Sucesor Pedro Díez-Canseco
1861-1867
Rango
Gran Mariscal del Perú
Información personal
Nombre en español Ramón Castilla Marquesado Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 31 de agosto de 1797
San Lorenzo de Tarapacá, Virreinato del Perú, Imperio español
Fallecimiento 30 de mayo de 1867 (69 años)
Desierto de Tiliviche, Tarapacá, Perú
Sepultura Cementerio Presbítero Matías Maestro Ver y modificar los datos en
Wikidata
Nacionalidad Peruana
Familia
Cónyuge Francisca Diez-Canseco y Corbacho
Información profesional
Ocupación Militar
Rango Mariscal Ver y modificar los datos en Wikidata
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Ramón Castilla y Marquesado (San Lorenzo de Tarapacá, 31 de agosto de 1797-
Tiliviche, Tarapacá, 30 de mayo de 1867) fue un militar, estadista y político
peruano, presidente del Perú en los períodos de 1845 a 1851 (como presidente
constitucional) y de 1855 a 1862 (inicialmente como presidente provisorio y luego
constitucional).

En 1863 asumió también por unos días la presidencia provisoria, por fallecimiento
del presidente Miguel de San Román. Gobernó en total 12 años, siendo el presidente
que más años rigió en el Perú republicano, después de Augusto B. Leguía. Es
considerado el primer presidente progresista e innovador de la República peruana,1
y a decir del historiador Jorge Basadre, con él empezó realmente el período
republicano en el Perú, pues sus antecesores habían dedicado más tiempo a las
guerras y contiendas civiles.

Sus importantes reformas en la política y la sociedad de su tiempo confirman estos


asertos; la más recordada de sus obras es la manumisión de los esclavos negros,
decretada oficialmente en 1854.2 Pero también dio la ley de la libertad de prensa;3
abolió el tributo indígena;4 abolió la pena de muerte;5 fundó el servicio
diplomático;6 reformó la administración pública;7 estableció el presupuesto;8 pagó
la deuda externa e interna; organizó el Consejo de Ministros, creando su
presidencia;9 inició la reforma educativa abandonando los moldes coloniales;
modernizó el ejército; creó una fuerza naval respetable.

Su mandato coincidió con la introducción de varios adelantos técnicos en el Perú


como el telégrafo;10 el alumbrado a gas;11 y los ferrocarriles. Ramón Castilla
también inició el desarrollo de la Amazonía peruana,12 entre otras obras. Es
considerado como el patrón del Arma de Caballería del Ejército Peruano.

Índice
1 Biografía
2 Descripción física y psicológica
3 Infancia
4 Carrera militar
4.1 En el ejército realista
4.2 En el ejército independentista
4.3 En las guerras y revoluciones republicanas
5 La revolución constitucionalista de 1843-1844
6 Elecciones de 1845
7 Primera Presidencia Constitucional (1845-1851)
8 Aspecto económico
8.1 La defensa nacional
8.2 Política internacional americanista
8.3 Aspecto educativo
8.4 Aspecto intelectual
8.5 Otras obras
8.6 Elecciones de 1850
9 La revolución liberal de 1854
10 Presidencia Provisoria (1855-1858)
10.1 La Constitución Liberal de 1856
10.2 Guerra civil de 1856-1858
11 Segunda Presidencia Constitucional (1858-1862)
11.1 La Constitución moderada de 1860
11.2 Auge del guano
11.3 La obra educacional
11.4 Política americanista
11.5 Desarrollo de la Amazonía
11.6 Defensa nacional
11.7 Guerra con el Ecuador
11.8 Otras obras y hechos importantes
11.9 Las elecciones de 1862
12 Presidencia Provisoria (1863)
13 Últimos años
14 Descendencia
15 Efigie de Castilla
16 La casa de Castilla
17 Homenajes
18 Referencias
19 Bibliografía
20 Véase también
21 Enlaces externos
Biografía
Era originario de Tarapacá, en la jurisdicción del Virreinato del Perú. Comenzó su
carrera militar muy joven, en el ejército realista que fue derrotado en la batalla
de Chacabuco. Llevado prisionero a Buenos Aires, obtuvo permiso para salir del país
y pasó a Brasil, desde donde se encaminó de regreso al Perú. Reincorporado en el
ejército español, al año siguiente de la proclamación de la independencia del Perú
se plegó al ejército patriota. Contribuyó en la formación del cuerpo de caballería
de la Legión Peruana, que luego se llamó los Húsares de Junín, y se destacó en la
batalla de Ayacucho, en 1824. Siguió luego una ascendente carrera militar y
política, participando en las guerras y revoluciones de la naciente República
Peruana, y ocupando los más altos puestos públicos en los gobiernos de Agustín
Gamarra y Luis José de Orbegoso. En 1836, poco antes del establecimiento de la
Confederación Perú Boliviana, pasó a Chile, desde donde volvió con las expediciones
restauradores que pusieron fin a dicho proyecto político. Sirvió como ministro de
guerra del segundo gobierno de Gamarra, a quien acompañó en la campaña a Bolivia,
hasta su fin en la batalla de Ingavi en 1841. Tomado prisionero por los bolivianos,
fue liberado al firmarse la paz en 1842, regresando a su país, convulsionado
entonces por la anarquía militar. Se propuso entonces restablecer el imperio de la
Constitución y a las autoridades legítimas, encabezando una revolución
constitucionalista contra el gobierno de facto de Manuel Ignacio de Vivanco, que
triunfó finalmente en la batalla de Carmen Alto, en 1844. Tras el gobierno interino
de Manuel Menéndez asumió la presidencia constitucional de la República en 1845,
hasta 1851, seis años en total, en los cuales organizó al país y realizó muchas
obras en todos los campos, con el respaldo de las rentas producidas por la riqueza
guanera. El Perú entró entonces en una etapa de paz y progreso interno, así como de
poderío y prestigio internacional. Esta política no fue seguida por su sucesor, el
general Echenique, bajo cuyo gobierno estalló el escándalo de la consolidación de
la deuda interna, lo que obligó a Castilla a encabezar la llamada Revolución
Liberal de 1854, en el transcurso de la cual decretó la abolición del tributo
indígena estando en Ayacucho (5 de julio de 1854), y la libertad de los esclavos
negros estando en Huancayo (5 de diciembre del mismo año). Triunfó finalmente en la
batalla de La Palma, el 5 de enero de 1855. Asumió entonces como Presidente
Provisorio, apoyado por los liberales. Convocó a un Congreso Constituyente, que
proclamó la Constitución liberal de 1856, lo que ocasionó la revolución
conservadora de Vivanco, que derivó en la sangrienta Guerra Civil de 1856 a 1858.
Al finalizar este conflicto, Ramón Castilla se apartó de los liberales y convocó a
un Congreso que lo ratificó como Presidente Constitucional, el 24 de octubre de
1858, para un período de cuatro años. Dicho congreso fue relevado de sus funciones,
instalándose otro en 1860 de carácter constituyente, que ese mismo año discutió y
promulgó una nueva Constitución, de carácter moderado, que vendría a ser la Carta
Política de mayor vigencia en la historia del Perú, ya que rigió hasta 1920. Al
igual que en su primer gobierno, en este segundo Castilla hizo una buena labor,
modernizando al país y estableciendo la supremacía del Perú en el continente,
defendiendo su integridad territorial durante el conflicto con el Ecuador de 1859 a
1860. Fue también la época del boom del guano, que se convirtió en la principal
fuente de recursos del Estado. Tras terminar su gobierno, ejerció interinamente el
poder por unos días, en abril de 1863. Fue elegido senador por Tarapacá y
presidente del Senado en 1864, y ante el conflicto con España, criticó el Tratado
Vivanco-Pareja, por lo que fue desterrado en 1865 a Gibraltar por el gobierno de
Juan Antonio Pezet. Vuelto a Lima en 1866, se radicó en Tarapacá, donde encabezó
una revolución contra el presidente Mariano Ignacio Prado en defensa de la
Constitución de 1860, pero falleció en el valle de Tiliviche en 1867 a los 69 años
de edad. «Redentor del indio, libertador del negro, fundador de la libertad de
prensa, demoledor del cadalso político», así evocó el diario El Comercio la memoria
de Castilla.1

Descripción física y psicológica


Ramón Castilla, como Presidente del Perú.
Bajo de cuerpo, Castilla tenía una constitución de hierro y admirable resistencia
física. Su continente marcial acompañado de una mirada penetrante, le daba aire de
superioridad. Valiente y rápido en la acción, era excelente capitán y se
conquistaba el afecto del soldado. Conocedor de los hombres intuitivamente, sabía
la manera de gobernarlos. Su energía irresistible y su gran fuerza de voluntad lo
elevaron sobre la multitud de caudillos de la primera etapa de nuestra vida
republicana.
Carlos Wiesse13
Mariscal Ramón Castilla, patriota esforzado que se consagró por entero a la
grandeza de la nación, la cual él soñaba unida, próspera y fuerte. Comenzó a
gobernar cuando ya había alcanzado esa madurez que dan los años y la experiencia
del trato con los hombres. Castilla no era una persona imaginativa, pero vivía de
realidades. Tenía un innato talento práctico y un espíritu penetrante. Era un
hombre rudo y tosco, sus maneras ciertamente distaban de ser elegantes. Su amigo,
el mariscal Nieto, decía que Castilla era «terco y de indomable carácter»; a veces
dio muestras de magnanimidad y liberalidad, pero en la dictadura fue implacable con
sus enemigos, a los que aplastó sin piedad y no sin rasgos de mezquina política,
debido sobre todo a las difíciles circunstancias que tuvo que afrontar en el poder.
Tenía en su haber dos cosas importantes: la una, conocer a la perfección el
territorio peruano y el de las vecinas repúblicas, y la otra, haber tratado a casi
todos los caudillos políticos de la época, de ahí que nadie le aventajase en la,
conducción del gobierno. Durante su gobierno comenzó la era del progreso en el
Perú.
Rubén Vargas Ugarte14
Infancia
Nació en el poblado de San Lorenzo de Tarapacá el 31 de agosto de 1797, durante el
Virreinato del Perú. Fue hijo del porteño Pedro de Castilla y Manzano y de Juana
Marquesado y Romero. Su abuelo paterno, el español Pedro Pablo Castilla, fue
empleado de hacienda durante el virreinato. Mientras que su abuelo materno, el
genovés Giovanni Batistta Marchese (quien castellanizó su nombre a Juan Bautista
Marquesado) fue coronel del Ejército Realista de España. Ramón, durante su niñez,
ayudó como leñador a su padre, e hizo viajes al desierto para recoger ramas secas
de algarrobos. Confiado a la custodia de su hermano Leandro, pasó a Lima en 1810 y
luego a la ciudad chilena de Concepción.

Carrera militar
En el ejército realista
En 1812, se enroló junto con su hermano Leandro, en el ejército realista.15 Contaba
entonces con quince años. Participó activamente en las campañas contra la patria
vieja chilena. Tras la derrota de los insurrectos independentistas recibió en
Santiago, en 1816, el despacho de cadete efectivo en el regimiento de caballería
Dragones de la Frontera.16

A los veinte años, como oficial de escolta del Brigadier Casimiro Marcó del Pont en
el ejército español, cayó prisionero con él tras la Batalla de Chacabuco el 12 de
febrero de 1817 en la hacienda "Las Tablas" cercana a El Quisco. Enviado al campo
de detención de Las Bruscas en Buenos Aires, logró escapar junto al también
prisionero realista Fernando Cacho. Pasó a Montevideo y de allí viajó a Río de
Janeiro, desde donde retornó al Perú atravesando las selvas del Mato Grosso
(Brasil) hasta Santa Cruz de la Sierra (actual Bolivia), y de allí a Lima, en una
marcha a pie que duró 5 meses atravesando 7 mil millas, muchas veces por
territorios salvajes, y que resultó de por si una hazaña no repetida. Reintegrado
al ejército realista, en 1820 recibió el grado de alférez y continuó en filas
realistas, sumándose al regimiento de Dragones de la Unión que guarnecía Arequipa.
Sin embargo, tras la proclamación de la independencia del Perú, se unió al ejército
independentista al mando del general José de San Martín, a principios de 1822.

En el ejército independentista
Fue incorporado a un escuadrón de la Legión Peruana de la Guardia (que luego se
llamó los Húsares de Junín), que se hallaba entonces en formación. Trabajó
intensamente en el reclutamiento e instrucción de voluntarios. Tras la renuncia de
San Martín como Protector del Perú, se puso a las órdenes del nuevo gobierno
establecido en Lima. Por sus servicios en la organización de tropas peruanas, fue
ascendido a mayor y luego a teniente coronel de caballería.

Sirvió lealmente al presidente José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, hasta que
se enteró que este había intentado negociar con los españoles, por lo que secundó
al coronel Antonio Gutiérrez de la Fuente en su apresamiento, en noviembre de 1823.
Se puso luego al servicio de la dictadura de Bolívar, que preparaba la campaña
final de la independencia, pero al negarse a cumplir la orden de Bolívar de
entregar sus fuerzas al teniente coronel venezolano Trinidad Morán fue arrestado y
engrilletado. Se le liberó con la condición de que se presentara ante el jefe de la
división peruana, José de La Mar, para que este lo destinara como tuviera
conveniente. La Mar lo incorporó como ayudante del estado mayor del ejército unido
libertador.

La Batalla de Ayacucho, donde Castilla tuvo una destacada actuación, al punto de


ser mencionado por Sucre en el parte respectivo, «juzgándolo muy digno de una
distinción singular».
No participó en la batalla de Junín, pero supo que esta acción fue decidida por la
caballería formada por sus esfuerzos, e hizo la campaña que culminó en la batalla
de Ayacucho, donde fue el primer combatiente que penetró en campo realista y sufrió
heridas de bala y lanza al transmitir las órdenes del comando,17 y Sucre lo
mencionó elogiosamente en el parte respectivo.18 Por tal actuación ascendió a
teniente coronel efectivo. En el hospital de sangre donde fue conducido para
atender sus heridas tendría ocasión de reencontrarse con su hermano Leandro quien
habíase mantenido leal a la causa del rey y como él también había resultado
herido.1920 En 1825 pidió licencia para visitar a su familia en su provincia natal,
y a su paso por Arequipa conoció personalmente a Simón Bolívar, quien como
recompensa a sus servicios lo nombró subprefecto de la provincia de Tarapacá. En
Arequipa contrajo matrimonio con Francisca Diez Canseco.

En las guerras y revoluciones republicanas


Como subprefecto de Tarapacá se opuso a la Constitución Vitalicia de Bolívar y al
proyecto político de crear la Federación de los Andes. Al frustrarse la reunión del
Congreso, se decidió que dicha Constitución se aprobaría a través de los Colegios
Electorales. Todos la aprobaron, menos el de Tarapacá, debido a la oposición de
Castilla (1826)..

Finalizada ya la influencia bolivariana y establecido el gobierno de José de La


Mar, ante el inminente conflicto con la Gran Colombia fue trasladado a Arequipa,
con la misión de organizar la reserva; allí sorprendió una conspiración tramada por
los partidarios del presidente de Bolivia Andrés de Santa Cruz para segregar los
departamentos del sur, en agosto de 1829, y actuó como fiscal en la causa seguida
contra ellos. Ascendido a coronel, pasó a Lima en 1830. El presidente Agustín
Gamarra lo nombró su edecán y en su compañía partió hacia Cuzco para combatir a la
revolución federalista iniciada por el coronel Gregorio Escobedo, que fue sofocada
el mismo día por los mismos cuzqueños. No obstante, Castilla continuó hasta la
frontera con Bolivia y asumió la jefatura de Estado Mayor en la división de reserva
que guarnecía la región; finalmente, el conflicto con Bolivia se resolvió con la
paz de Tiquina, el 25 de agosto de 1831.

Ya de vuelta a Lima, Castilla censuró la política seguida por el presidente Gamarra


y fue acusado de conspirador. Apresado, fue recluido primero en la Fortaleza del
Real Felipe y luego en un pontón anclado en el Callao; pero enfermó y fue
trasladado al hospital, de donde fugó a Chile, en marzo de 1833.
Reapareció en Tarapacá, donde respaldó la proclamación del general Luis José de
Orbegoso como presidente provisorio. Pasó a Arequipa y al estallar la rebelión del
general Pedro Pablo Bermúdez se mantuvo leal al gobierno y participó en la batalla
de Cangallo, librada el 6 de abril de 1834. Restablecida la paz interna, fue
ascendido a General de Brigada.

El presidente Agustín Gamarra, a quien Castilla sirvió hasta su muerte en la


batalla de Ingavi.
Fue nombrado prefecto y comandante general del departamento de Puno el 20 de junio
de 1834, pero se vio obligado a renunciar el 24 de marzo de 1835 cuando allí se
abrió paso la tendencia federalista. Pasó a Arequipa, para ponerse a órdenes del
gobierno de Orbegoso, quien enfrentaba entonces la sublevación del general Felipe
Santiago Salaverry; asumió la secretaria general de dicho gobierno y la jefatura de
Estado Mayor. Pero cuando Orbegoso pactó el 15 de junio de 1835 la intervención
boliviana para restaurar su autoridad en todo el país, Castilla se apartó de él.
Pasó entonces a Lima, donde ofreció sus servicios a Salaverry, pero cuando este no
quiso comprometerse a favorecer una restauración constitucional, viajó a Chile, en
febrero de 1836.

En Chile, Castilla conformó el grupo de emigrados peruanos que se oponían al


proyecto de la Confederación Perú-Boliviana y que esperaban retornar con el apoyo
de una fuerza expedicionaria chilena, que el omnipotente ministro chileno Diego
Portales alistaba meticulosamente. Pero un grupo de oficiales chilenos se mostró
contrario a ir al Perú y se sublevó en Quillota el 3 de junio de 1837, apresando a
Portales. A las fuerzas chilenas enviadas a debelar la sublevación se sumó Castilla
al mando de los “Coraceros de Junín”, cuerpo integrado por 150 voluntarios
peruanos. Los amotinados fueron derrotados en el combate del Cerro Barón, pero
Portales resultó asesinado; no obstante, los planes de guerra del gobierno chileno
siguieron su curso.

Desde Chile se enviaron hacia el Perú dos Expediciones Restauradoras, conformadas


por ejércitos aliados chilenos y peruanos (Ejército Unido Restaurador), a las que
se sumó Castilla. La primera expedición fracasó en Arequipa, pero la segunda,
comandada por el general chileno Manuel Bulnes y el peruano Agustín Gamarra, logró
su objetivo. En esta última expedición Castilla peleó en el combate de Portada de
Guías del 27 de agosto de 1838, y en la definitiva batalla de Yungay del 20 de
enero de 1839, donde su energía y su visión táctica evitaron la retirada de los
restauradores y decidieron su triunfo. A propósito, se dice que cuando el general
Bulnes ordenó la retirada con estas palabras: «Nos han sobado, retirémonos a San
Miguel donde podremos proseguir el ataque», Castilla, que comandaba la caballería,
le respondió: «No hemos venido a correr», y tomando unos batallones los condujo a
la boca de la quebrada de Áncash y fue así como decidió el triunfo de los
restauradores.21 Por su brillante actuación se hizo merecedor a su inmediato
ascenso a General de División.

En el segundo gobierno de Gamarra fue ministro de guerra, de 1839 a 1840, y como


tal contribuyó a pacificar el país y a restablecer el orden administrativo. Fue
enviado a sofocar la revolución regeneracionista iniciada en Arequipa por el
coronel Manuel Ignacio de Vivanco, a quien derrotó en Cuevillas el 6 de abril de
1841; esto fue el inicio de una de las más enconadas rivalidades republicanas:
Castilla versus Vivanco.

Como jefe de Estado Mayor Castilla acompañó al presidente Gamarra en la guerra


contra Bolivia, combatiendo tenazmente en la batalla de Ingavi el 18 de noviembre
de 1841, donde falleció Gamarra. Hecho prisionero en el campo de batalla, fue
conducido a pie hasta Oruro, de donde fue trasladado a Cochabamba y luego a Santa
Cruz de la Sierra. Firmada la paz con Bolivia, retornó al Perú, arribando a Tacna
el 5 de septiembre de 1842.2223

La revolución constitucionalista de 1843-1844


Artículo principal: Guerra civil peruana de 1843-1844
Por entonces el Perú se debatía en una anarquía militar y Castilla se propuso
acabar con las guerras de facciones y restablecer el imperio de la Constitución de
1839, contando con la alianza de los generales Domingo Nieto y Manuel de Mendiburu.
La meta de esta “revolución constitucionalista” iniciada en Tacna el 17 de mayo de
1843 era acabar con el gobierno de facto del Directorio encabezado por Vivanco y
restablecer a la autoridad legítima, es decir, a Manuel Menéndez, el mismo que
sucediera a Gamarra en 1841, en su calidad de presidente del Consejo de Estado
(cargo equivalente a vicepresidente).

Las primeras victorias sobre las fuerzas vivanquistas se obtuvieron en Pachía,


cerca de Tacna, el 29 de agosto de 1843 y en San Antonio, cerca de Moquegua, el 28
de octubre. Con los generales Domingo Nieto y José Félix Iguaín, Castilla integró
el 3 de septiembre de ese año una Junta de Gobierno Provisorio en el Cuzco, cuya
presidencia asumió tras el fallecimiento de Nieto, el 17 de febrero de 1844.

Un episodio de esta guerra fue la llamada “Semana Magna”, en la que el prefecto de


Lima Domingo Elías, hasta entonces leal a Vivanco, se alzó contra el Directorio y
organizó la defensa de la capital ante la amenaza de las fuerzas vivanquistas
comandadas por José Rufino Echenique. Pero este ataque no se produjo porque Felipe
Pardo y Aliaga advirtió a Echenique que Vivanco y Castilla se preparaban para un
encuentro definitivo cerca de Arequipa. En efecto, los constitucionalistas de
Castilla vencieron a las fuerzas directoriales de Vivanco en la batalla de Carmen
Alto, el 22 de julio de 1844. Tras un corto interinato de Justo Figuerola, el 7 de
octubre del mismo año fue restablecido en el mando Manuel Menéndez, con la misión
de hacer el traspaso constitucional del poder.

Elecciones de 1845
La tarea más importante del gobierno de Menéndez fue la realización de las
elecciones de las nuevas autoridades. Ya bajo el interinato de Figuerola, se habían
convocado a colegios electorales, para que eligiesen al presidente de la república,
a los senadores y diputados, y a otras autoridades. Se convino en que el Congreso
debía reunirse el 9 de diciembre de 1844, pero como al llegar a esa fecha los
colegios electorales del centro y sur (Arequipa, Moquegua, Cuzco, Puno, Ayacucho,
Huancavelica y Junín) no habían elegido senadores, Menéndez dio un decreto el día
14 de diciembre, a fin de que las autoridades activasen la reunión de los colegios
y se procediese a la elección de senadores para un Congreso Extraordinario, que se
reuniría para hacer el escrutinio de la elección presidencial y proclamaría al
Presidente de la República. Manifiestamente, el candidato a la presidencia que
contaba con el favor popular era Ramón Castilla.

El 16 de abril de 1845 se reunió el Congreso Extraordinario, bajo la presidencia de


Manuel Cuadros, ante el cual Menéndez pronunció un largo mensaje. Aprobadas las
actas de los colegios electorales, el día 19 de abril, el Senado proclamó
Presidente a Ramón Castilla.

Primera Presidencia Constitucional (1845-1851)

Retrato de don Ramón Castilla.


Castilla juramentó el cargo de Presidente Constitucional el 20 de abril de 1845,
para un mandato de 6 años, de acuerdo con la Constitución peruana de 1839. Gobernó
hasta 1851, siendo el primer presidente que completó su mandato.

Este primer gobierno de Castilla significó para el Perú lo siguiente:

Estabilidad institucional.
Ordenamiento de la economía nacional por el régimen de los presupuestos.
Prestigio económico en el exterior debido a la cancelación de la deuda externa.
Posición internacional relevante en el continente.
Progreso intelectual y material.
Iniciación del desarrollo de la Amazonía.
Con este gobierno se inició la etapa que el historiador Basadre ha denominado del
«Apogeo Republicano», que culminó con el combate del 2 de mayo de 1866, en el
Callao.

Castilla hizo un gobierno basado en el libre juego de las instituciones públicas, y


sustentado sobre su recia personalidad de gran caudillo. Su gobierno fue de orden
sin llegar a la arbitrariedad. Respetó la libertad de prensa, dentro de los marcos
permitidos por la ley, impidiendo sus desbordes. Fue además un gobierno de unión
nacional. Castilla llamó a sus rivales políticos para que colaboraran con su
gobierno. Se sumaron así vivanquistas como Felipe Pardo y Aliaga, José Gregorio Paz
Soldán y José Rufino Echenique. De todos modos se produjeron conspiraciones que
fueron severamente debeladas. Cuando en agosto de 1848 se sublevó el general José
Félix Iguaín, este fue vencido y reducido a prisión; y cuando en febrero de 1849,
se planeó una nueva sublevación por los generales Juan Crisóstomo Torrico y Miguel
de San Román, estos fueron tomados presos y deportados.

Aspecto económico
En este campo, Castilla abordó tres puntos importantes: la organización de la
hacienda pública por el régimen de los presupuestos; el sistema de las
consignaciones implantado para la venta del guano, y el pago de las deudas interna
y externa.

a) Establecimiento del Presupuesto Nacional.- El Presupuesto es el cálculo que


anticipadamente hace un gobierno de los ingresos que va a tener en un año
determinado y sobre ese cálculo determinar los egresos o gastos. Desde el inicio de
la República se había estipulado en la Constitución que los gobiernos contarán con
presupuesto, pero no se pudo cumplir tal exigencia. Sin embargo, Emilio Romero, en
su Historia Económica del Perú, afirma que el primer esbozo de gastos y entradas se
hizo en 1827, aunque no fue aprobado por el Congreso. Esta situación fue
definitivamente cambiada por Castilla, quien el 21 de octubre de 1845 y por
intermedio de su Ministro de Hacienda Manuel del Río presentó a la Cámara de
Diputados el presupuesto correspondiente al bienio 1846-47, pero el Congreso se
clausuró al año siguiente sin aprobarlo; a este se considera, sin embargo, el
primer presupuesto de la República, porque el gobierno lo puso en práctica. Era de
5.963.361 de pesos como egresos y 4.191.800 como ingresos anuales. El primer
presupuesto que contó con la aprobación del Congreso fue el del bienio 1848-49,
promulgado en marzo de 1848. En este presupuesto se consideró la cantidad de
5.322.423 como ingresos anuales y de 5.315.310 como egresos anuales. El pliego de
ingresos estaba constituido mayoritariamente por el producto de las rentas de las
aduanas y la contribución de indígenas. A partir de entonces, este importante
instrumento financiero del Estado estuvo presente en las discusiones
parlamentarias.

b) El guano y las consignaciones.- A partir de la década de 1840, el Perú se vio en


posesión de una inesperada riqueza: el guano de las islas y litorales, producto de
las deposiciones de millones de aves marinas. Conocidas sus propiedades
fertilizantes desde la época prehispánica, estas fueron redescubiertas a principios
de la República y a partir de 1841 se empezó a vender en grandes cantidades a
Europa, cuyos gastados campos de cultivo lo necesitaban urgentemente. Al principio,
para explotar estos yacimientos, el Estado los entregó en arriendo a particulares,
quienes obtuvieron grandes ganancias. Visto lo espléndido del negocio, el Estado
anuló esos contratos de arrendamiento e implantó el sistema llamado de las
Consignaciones, en 1849. Por este sistema, el Estado mantenía la propiedad del
guano hasta su venta final, pero encargaba a una determinada firma (el
consignatario) la extracción, transporte y venta del guano. El consignatario debía
lograr el mejor precio posible para el producto; luego descontaba del precio final
de venta todos los gastos realizados y una comisión, y entregaba la diferencia al
Estado. Este recibió así sumas cuantiosas, con los que quedó holgada la caja
fiscal, empleándose preferentemente para la defensa nacional y para pagar las
deudas externa e interna. Fue una época de bonanza económica para el Estado, que se
prolongó hasta 1870 y fue conocida como la Era del Guano.

c) El pago de las deudas externa e interna.- Todo estado tiene deudas con otros
países (deuda externa) o con individuos e instituciones del propio país (deuda
interna). Al momento de asumir al poder Castilla, el Perú tenía una cuantiosa deuda
externa e interna que resolvió pagar con las rentas del guano. Tenía una deuda
interna con particulares que habían aportado, en especie o en dinero, a favor de la
guerra de la Independencia y durante las guerras y revoluciones subsiguientes.
Tenía también una deuda externa con Inglaterra, Colombia y Chile por préstamos
hechos principalmente durante la lucha independentista; con España, según lo
estipulado en la Capitulación de Ayacucho; también con Francia y Estados Unidos.
Por leyes de 1847, 1848 y 1850, Castilla ordenó el pago de la deuda interna, pago
al cual se conoce con el nombre de "consolidación de la deuda interna", lo que
originaría un tremendo escándalo de corrupción, ya en el gobierno siguiente de
Echenique. Por una ley de 1848 Castilla ordenó el pago de la deuda a todos los
países menos a España, hasta que este país reconociera la independencia del Perú.
Este pago masivo de la deuda externa fue una buena medida, pues así se cimentaba la
confianza internacional en el país.

La defensa nacional
Castilla, como buen militar, puso mucha dedicación a la defensa nacional, teniendo
en cuenta que el Perú limitaba con cuatro países. Su estancia prolongada en Chile
en tiempos de Portales, lo hizo ver claramente el peligro que significaba para el
Perú estar desarmado ante vecinos siempre dispuestos a agredir. Por ello hizo las
siguientes obras:

Se esforzó en dar al ejército la capacidad técnica necesaria y lo dotó de armamento


moderno. Se trajeron fusiles de percusión; los viejos cañones fueron reemplazados
con modernos obuses de mayor calibre, instalándose una maestranza de armería para
su reparación y una fundición de cobre y hierro en Bellavista para fabricar nuevos.
Se reabrió el Colegio Militar de Bellavista.
Dotó al país de una escuadra eficiente, adquiriendo la fragata Mercedes y los
bergantines Guisse y Gamarra. Adquirió además el primer barco de guerra a vapor que
llegó a Sudamérica, el Rímac (julio de 1847) y después adquirió otro, la fragata
Amazonas, que llegó durante el gobierno siguiente. Se dice que la política naval de
Castilla era: «Si Chile construye un barco, el Perú debe construir dos». El Perú se
convirtió en la primera potencia naval de Sudamérica.
Construyó el apostadero naval de Paita.
Construyó la Factoría Naval de Bellavista, para atender al mantenimiento y
reparación de las unidades navales. Contaba también con una fundición. Llegó a ser
la mejor de Sudamérica y sería destruida por los chilenos en 1881.
En lo que respecta a la seguridad interna, se consolidó el Servicio de Policía,
tanto a pie como de caballo.
Como acontecimiento importante que prueba el poderío naval que alcanzó entonces el
Perú, sucedió que en tiempos de la fiebre del oro en California, unos ciudadanos
peruanos avecindados allí pidieron protección a Castilla a causa de unos
disturbios. El presidente envió al bergantín Gamarra, que permaneció diez meses en
la bahía de San Francisco.

Política internacional americanista

José Gregorio Paz Soldán (1808-1862), jurista e internacionalista peruano.


Canciller de la República, bajo el primer gobierno de Ramón Castilla.
La política internacional de Castilla estuvo orientada a darle al Perú la
prestancia que debía de tener entre los países de América y del mundo. Comprendió
principalmente los siguientes puntos:

Se establecieron legaciones (embajadas) en Estados Unidos, Inglaterra, Chile,


Bolivia y Ecuador. Se abrieron consulados en París y Bruselas. Debido a ello, se
considera a Castilla como el fundador de la diplomacia peruana.
Denunció enérgicamente los preparativos de la llamada Expedición Flores, que en
1846 preparó en España el general del ejército ecuatoriano Juan José Flores, con el
objeto de establecer en Sudamérica una monarquía para un príncipe borbón español.
Al efecto, se reunió en Lima el primer Congreso Americano de ministros de
relaciones exteriores, presidido por el canciller de Perú, José Gregorio Paz
Soldán, y asistiendo los de Bolivia, Chile, Ecuador y Nueva Granada. En dicha
reunión se dejó sentado el principio que cualquier ataque extranjero contra un país
americano debía de considerarse como un ataque a todos, y, por lo tanto, todos
debían sumarse a la defensa. La expedición Flores fracasó debido a la actitud
enérgica del Perú.
Entre 1847 y 1848 se reunió en Lima el primer Congreso Americano. El propósito de
este Congreso (que contó con la dirección del peruano Manuel Bartolomé Ferreyros de
diciembre de 1847 a marzo de 1848) era "fijar las bases de la futura tranquilidad y
seguridad de los pueblos de Sudamérica". La política internacional del Perú estuvo
pues orientada hacia un sincero y noble ideal americanista.
Se normalizaron las relaciones con Bolivia. Después de la guerra de 1841-42, la
moneda feble boliviana había invadido el sur peruano al punto de usarse más que la
moneda peruana. Este y otros problemas los solucionó Castilla con el presidente de
Bolivia general José Ballivián, y se firmó el Tratado de Arequipa (3 de noviembre
de 1847) por el que se dio libertad a Bolivia para que comerciara por el puerto de
Arica, comprometiéndose la misma a no poner en circulación su moneda en el sur
peruano.
Aspecto educativo

Libro de Esclavitud en el Perú sobre la libertad de los esclavos.


Castilla, asesorado por expertos en el tema, abordó el problema educacional que
desde la fundación de la República se encontraba abandonado. El 14 de junio de 1850
dio el primer Reglamento de Instrucción Pública, por el cual el Estado asumía la
dirección y la administración de la educación en el país. Empezó también a separar
los tres grados de educación que se daban en las escuelas, los colegios y las
Universidades, aunque mantuvo la existencia de los Colegios Mayores, uno de los
cuales pasó a ser el Colegio Guadalupe, lo que mantuvo la confusión existente desde
la época colonial entre enseñanza media y superior.

Por cierto, merece destacarse el importante desarrollo que durante esta época tuvo
la educación superior en los Colegios de San Carlos y de Guadalupe, así como en el
Colegio de la Independencia (Facultad de Medicina de San Marcos) que bajo la
dirección del doctor Cayetano Heredia inició la reforma de los estudios médicos en
el Perú. También destacó el Seminario de Santo Toribio.

Aspecto intelectual
Al amparo de la libertad individual, el orden interno y el progreso material,
adquirieron gran impulso las luchas ideológicas. Esta se dio entre los
conservadores, liderados por el sacerdote Bartolomé Herrera, y la segunda
generación de liberales, representada por los hermanos Pedro y José Gálvez
Egúsquiza, Manuel Toribio Ureta y Domingo Elías.

Herrera enseñaba en el Convictorio de San Carlos y los hermanos Gálvez en el


Colegio Guadalupe, haciendo a cada uno de estos centros de estudios en la trinchera
de la respectiva ideología. Se produjeron así interesantes debates, como la
cuestión de la abolición de la esclavitud, por citar un ejemplo. En 1849, elegidos
diputados los tres, llevaron a la tribuna parlamentaria las discusiones ideológicas
realizadas hasta entonces desde la cátedra.

Otras obras

Estación San Juan de Dios en Lima, del ferrocarril de Lima al Callao, hacia 1870.
Se abolieron definitivamente los mayorazgos, lo que permitió el ascenso de nueva
gente a la alta vida social, en virtud del privilegio de la riqueza.
Ante la queja de los agricultores por la falta de mano de obra en los campos, el
Congreso aprobó el 17 de noviembre de 1849 la Ley General de Inmigración, conocida
popularmente como la “ley china”, ya que patrocinaba la inmigración de chinos para
las labores agrícolas y la extracción del guano de islas. Así empezaron a llegar al
país los primeros trabajadores chinos o culíes. La tentativa de traer colonos
europeos no dio resultado por el momento.
Se iniciaron los trabajos para dotar al Perú de Códigos republicanos que
reemplazaran a las leyes españolas que todavía regían en el país. Se formó una
Comisión de Juristas que redactó el proyecto del primer Código Civil, el que fue
aprobado por el Congreso y empezó a regir desde el 28 de julio de 1852,
permaneciendo vigente hasta 1936.
Se dio impulso a la navegación a vapor, iniciada en 1840. La travesía ya no era
solo del Callao a Valparaíso, sino que se extendió a Panamá, aumentándose el número
de vapores.
Se mandó construir el primer ferrocarril del Perú, que fue a la vez el primero de
Sudamérica. Cubrió la ruta de Lima a Callao y se inauguró en 1851.24
Se reorganizó el servicio de correos, dándole la debida seguridad y garantía.
Se implantó el primer telar mecánico, en 1847, el mismo que comenzó la fabricación
en serie de los primeros hilados y tejidos de algodón.
Se crearon fábricas de bujías, ácido sulfúrico, cristales y papel. La primera
fábrica de papel la instalaron los propietarios del diario El Comercio de Lima.
Se construyó el Mercado Central de Lima, reemplazando a los antiguos mercadillos,
que eran focos de enfermedades infecciosas.
Se instalaron servicios de agua potable con tuberías de hierro en los puertos del
Callao, Arica e Islay.
Se dieron los Reglamentos de Policía, Beneficencia Pública y Estadística.
Se construyeron iglesias, hospitales, colegios, mercados, aduanas, cuarteles,
prefecturas, caminos y puentes en toda la República.
Se repatriaron los restos de los presidentes José de La Mar y Agustín Gamarra.
Elecciones de 1850
Para las elecciones de 1850, Castilla auspició la candidatura del general José
Rufino Echenique, con el apoyo de sectores conservadores. Otros candidatos
importantes fueron el general Manuel Ignacio de Vivanco, apoyado por los
conservadores; y Domingo Elías, civil, fundador del Club Progresista, apoyado por
hombres de negocio e intelectuales liberales. También postularon los generales
Antonio Gutiérrez de La Fuente, Miguel de San Román y Pedro Pablo Bermúdez.

Echenique triunfó en esta elección, que a decir del historiador Basadre fue el
primer proceso electoral verdadero de la historia republicana del Perú, aunque con
serios indicios de malas maniobras.25 Echenique recibió el mando el 20 de abril de
1851 y su gestión se convirtió de alguna manera en la prolongación del primer
gobierno de Castilla, pero se vio envuelto en el escándalo de la consolidación (o
cancelación) de la deuda interna, en la que sus allegados y amigos se beneficiaron
económicamente, siendo el caso más escandaloso de corrupción en el joven Perú
republicano

La revolución liberal de 1854


Artículo principal: Revolución Liberal de 1854
Alzando como bandera el repudio al escándalo de la consolidación se levantó en Ica
el líder civil Domingo Elías, pero fue derrotado por las fuerzas gobiernistas en la
batalla de Saraja, el 7 de enero de 1854. A este hecho siguió inmediatamente el
levantamiento en Arequipa, en cuyo manifiesto se acusó al gobierno de indolencia
frente a los ultrajes infligidos por el gobierno de Bolivia. El mariscal Castilla
lideró la rebelión, desplazando a Vivanco y contando con el apoyo de los jóvenes
líderes liberales Pedro Gálvez Egúsquiza y Manuel Toribio Ureta. A la rebelión se
sumaron también Domingo Elías, el general Miguel de San Román y el general Fermín
del Castillo. Esta insurrección fue gran movimiento popular que derivó en una
guerra civil muy prolongada y costosa para el país.

Durante la lucha Castilla se declaró presidente provisorio; en Ayacucho decretó la


abolición definitiva del tributo indígena (5 de julio de 1854); luego derrotó a las
fuerzas de Echenique en Izcuchaca, marchando enseguida a Huancayo donde firmó el
histórico decreto aboliendo la esclavitud en el Perú (3 de diciembre de 1854). La
victoria definitiva de la revolución se consumó en las afueras de Lima, en la
batalla de La Palma, donde las tropas de Echenique fueron derrotadas (5 de enero de
1855). Al día siguiente se desató la violencia y pánico en Lima, donde fueron
asaltadas las casas de los “consolidados”.

En reacción a la abolición de la esclavitud los principales diarios de Lima se


alarmaron de las futuras consecuencias de la liberación de los esclavos, y los
principales hacendados del país formaron una junta presidida por Antonio Salinas y
Castañeda, hacendado del valle de Huaura, para plantear el monto de una
indemnización y representar al latifundio ante el gobierno.

Ese mismo año, los mismos hacendados impusieron al gobierno un reglamento de


policía rural muy estricto para prevenir los esperados desbordes consiguientes a la
abolición.

Presidencia Provisoria (1855-1858)

Escultura de Ramón Castilla en la Plazoleta de La Merced (Jirón de la Unión, frente


a la Basílica de La Merced).
Tras la batalla de La Palma, se instaló en Lima un gobierno provisional con
Castilla como Presidente y los liberales Pedro Gálvez, Manuel Toribio Ureta y
Domingo Elías como ministros, más el general Miguel de San Román que ocupó el
ministerio de Guerra. Una importante medida fue el decreto del 25 de marzo de 1855,
firmado por Castilla y Pedro Gálvez, que anunciaba la absoluta libertad en
comunicación del pensamiento por medio de la imprenta; se sumaba así a los
importantes decretos liberales de la abolición de la esclavitud y la contribución
de indígenas.

El gobierno convocó a elecciones para la reunión de una Convención Nacional o


Congreso, cuyo fin sería reformar la Constitución. Por primera vez se convocó a
elecciones con sufragio directo y universal: directo, pues no se elegiría a los
Colegios Electorales, sino directamente a los representantes del nuevo Congreso; y
universal, porque todos los peruanos votarían sin ninguna limitación, sin importar
ser analfabeto o no tener fortuna.

Realizadas las elecciones, la Convención Nacional se instaló el 14 de julio de 1855


y ratificó a Castilla como Presidente Provisorio. Instalado su gobierno, Castilla,
de temperamento autoritario, se separó de sus ministros liberales y convocó a sus
amigos. Se iniciaba así el rompimiento con los liberales.

La Constitución Liberal de 1856

La Constitución de la República Peruana (1856). Esta constitución fue promulgada


por el Presidente Ramón Castilla.
Artículo principal: Constitución de la República Peruana (1856)
En la Convención Nacional surgió una disputa tensa entre la mayoría liberal y la
minoría conservadora partidaria de Castilla. El más notable de los tribunos
liberales era José Gálvez Egúsquiza. La Convención, además de funcionar como
asamblea constituyente, ejerció el Poder Legislativo en toda su extensión, dictando
leyes de carácter permanente y también de circunstancias. Por fin, después de
grandes debates, en octubre de 1856 se terminó de discutir la nueva Constitución,
que debía reemplazar a la Constitución Conservadora de 1839.

La Constitución de 1856, de tendencia liberal, limitó las atribuciones del poder


ejecutivo, estableciendo la vacancia de la Presidencia de la República por atentar
contra la forma de gobierno o disolver el Congreso. Estableció que el período
presidencial duraría cuatro años y no seis años como en la anterior Constitución;
creó el Consejo de ministros; suprimió los fueros personales, abolió la pena de
muerte; estableció el sufragio popular directo para todos los peruanos que supieran
leer y escribir; restableció las Juntas Departamentales y las Municipalidades. Los
liberales no lograron imponer la libertad de cultos, y el Estado continuó
protegiendo la religión católica, no permitiendo el ejercicio de otros cultos, pero
se suprimió las vinculaciones y fueros eclesiásticos, así como los diezmos y
primicias.

El Presidente Castilla juró esta Constitución que fue promulgada el 19 de octubre


de 1856, pero expresó su disconformidad con ella, sobre todo por la disminución de
las atribuciones del presidente, aumentando así la situación de tirantez entre el
Gobierno y el Congreso. La Convención fue disuelta el 2 de noviembre de 1857 por
una patrulla de soldados a órdenes del coronel Pablo Arguedas, mientras Castilla se
hallaba ocupado en el asedio de Arequipa, en el marco de la guerra civil estallada
el año anterior. Si bien Castilla condenó este acto, era evidente que tal situación
le convenía, tan así que una vez que retornó a Lima no restituyó dicho parlamento.

Guerra civil de 1856-1858


Artículo principal: Guerra Civil Peruana de 1856-1858
Véase también: Sitio y Asalto de Arequipa
Los conservadores, descontentos con el régimen liberal imperante, se reunieron en
torno del general Manuel Ignacio de Vivanco y se alzaron contra el gobierno.

La rebelión estalló en Arequipa el 31 de octubre de 1856, donde en un acto público


se quemó la Constitución recientemente proclamada. De allí se extendió a Moquegua,
Ayacucho y Piura, y luego la escuadra se plegó al movimiento; entre los de los
marinos rebeldes se contaban Miguel Grau y Lizardo Montero. Aprovechando su dominio
del mar, los revolucionarios realizaron una expedición hacia el norte, pero
fracasaron en su intento de sublevar esa parte del Perú. De regreso, desembarcaron
en el Callao y atacaron la población, el 22 de abril de 1857, ataque que fue
rechazado por el pueblo chalaco; en premio a este acto, el Callao recibió la
denominación de Provincia Constitucional, por haber defendido el gobierno
constitucional que representaba Castilla.

El asalto de Arequipa del 6 al 7 de marzo de 1858.


La rebelión quedó circunscrita a Arequipa, con escasas posibilidades de triunfo.
Sin embargo, el pueblo arequipeño decidió mantenerse en rebeldía. Para poner sitio
a la ciudad, desde Puno partieron las fuerzas gobiernistas a órdenes del general
Miguel de San Román. El pueblo arequipeño, espontáneamente, formó batallones,
construyó defensas y se aprestó a la lucha. En las cercanías de la ciudad se
produjeron sangrientos encuentros. Uno de ellos, producido en Yumina, el 28 de
junio de 1857, fue considerado como un triunfo por los vivanquistas, aunque estos
no lograron romper el cerco que los gobiernistas les tendieron. Castilla decidió
tomar personalmente el mando del ejército y llegó por vía marítima al teatro de
operaciones; tras unirse a las fuerzas de San Román, puso sitio a Arequipa.

Por fin, después de nueve meses de sitio, Castilla decidió el ataque a la ciudad.
Se inició en la noche del 5 de marzo de 1858 y duró hasta el mediodía siguiente,
siendo extremadamente sangriento. En la acequia de Santa Rosa la sangre corrió como
agua. Los defensores se aferraron tenazmente a sus defensas y hubo batallones
enteros, como el llamado "Columnas Inmortales", formado por los artesanos, que
cayeron muertos íntegramente sin retroceder. A las 11 y 35 de la mañana del 6 de
marzo el ejército de Castilla se reunió en la Plaza de Armas de Arequipa,
culminando así la lucha. La rebelión estaba vencida. Vivanco huyó a Chile.

Segunda Presidencia Constitucional (1858-1862)


Artículo complementario: Segundo Gobierno de Ramón Castilla (1858-1862)

La Banda Presidencial de Ramón Castilla.


Si bien la rebelión de Vivanco fracasó en el camino de los hechos, su intención,
esto es, acabar con la influencia de los liberales en las decisiones de gobierno,
terminó por imponerse. La Convención, disuelta en noviembre de 1857, no fue
nuevamente convocada e incluso fueron enviados al destierro los principales líderes
liberales.

Castilla optó por convocar a elecciones para un Congreso Extraordinario y para la


elección del Presidente Constitucional, ya que él era sólo Presidente provisional.
Él mismo se presentó como candidato, y los liberales lanzaron al general José
Miguel Medina. Realizadas las elecciones, triunfó Castilla. El nuevo Congreso se
instaló en octubre de 1858 y proclamó a Castilla Presidente Constitucional, con un
mandato de cuatro años.

El Congreso Extraordinario suspendió sus sesiones en mayo de 1859, anunciando su


reinstalación como Congreso Ordinario para julio del mismo año. Pero el gobierno
frustró tal iniciativa, decretando elecciones para nuevos representantes, que se
reunirían en el año siguiente. Castilla argumentó al respecto que solo al Ejecutivo
competía convocar al Congreso.

La Constitución moderada de 1860

En su segundo gobierno, Ramón Castilla prefirió rodearse de asesores moderados que


contribuyeran a aplacar la agitación política de la época. Entre ellos estuvieron
Pedro Gálvez Egúsquiza, Manuel Toribio Ureta, el propio Domingo Elias.
Artículo principal: Constitución Política del Perú (1860)
La Constitución liberal de 1856 no había satisfecho al país. El Congreso de 1860,
convocado por Castilla, se arrogó la facultad de Constituyente, procediendo
rápidamente a discutir y reformar la Constitución. Se produjeron grandes debates.
Como líder de los conservadores estuvo nuevamente Bartolomé Herrera, quien presidió
el Congreso, aunque en el bando de los liberales ya no estaban los hermanos Gálvez.

La nueva Constitución se promulgó el 13 de noviembre de 1860. Esta no fue ni


liberal ni conservadora, sino moderada. Estableció la pena de muerte; volvió al
sistema de votación indirecta; estableció el funcionamiento de dos cámaras en el
Congreso; estableció que para ser diputado se debía tener 25 años de edad y para
senador 30; respetó las Municipalidades; prohibió la reelección presidencial y
sancionó la primacía de la religión católica. Esta Constitución, más sensata y
realista que las anteriores, ha sido la que más tiempo ha regido en el Perú, pues
duró hasta 1920.

Un grupo de liberales que quedaron en Lima, tramaron varias conjuras contra


Castilla. El 25 de julio de 1860 un embozado a caballo intentó asesinar a Castilla
en la Plaza Mayor de Lima, logrando solo herirle con un disparo en el brazo. Y el
28 de noviembre del mismo año, varios civiles armados y una parte del batallón Lima
(que fue sacado de su cuartel con engaños) atacaron el domicilio del presidente
situado en la esquina de las calles Divorciadas e Higueras; pero la tropa reaccionó
y fue repelido el ataque.
Auge del guano
Artículo principal: Era del Guano

Carguío de guano en las islas Chincha, hacia 1866.


En 1857 se batieron todas las marcas en la venta del guano: este llegó a
representar el 83 % de todos los ingresos estatales. El guano se convirtió
prácticamente en el único sostén del Estado. Empezaron entonces los problemas con
los consignatarios, que obtenían grandes ganancias. Como el tesoro público se
hallaba siempre requerido de dinero, los consignatarios adelantaban empréstitos al
Estado a cuenta del guano que explotarían en el futuro, con altos intereses, lo que
a la larga traería la ruina económica al país, al ser el guano solo una riqueza
pasajera. Pero por lo pronto, el Perú disfrutaba de los ingresos del guano.

A las alturas de 1860, el Perú exportaba, además de guano, el salitre procedente de


Tarapacá, bórax, plata, lanas. Importaba, en cambio, alimentos, ropa, muebles y
artículos suntuarios, tales como sedas, vinos y licores.

Se permite el ingreso de trabajadores chinos (culíes) para la explotación del guano


a través de "el enganche". El primero en traer chinos al Perú fue Domingo Elías.

La obra educacional
Castilla promulgó el 7 de abril de 1855 un nuevo Reglamento de Instrucción Pública,
el cual duraría hasta el gobierno de Manuel Pardo (1872-76). Este Reglamento
estructuró adecuadamente el sistema educativo, disponiendo que la instrucción
pública tuviera tres grados: la popular, la media y la superior. Se acabó así con
la indefinición que existía en dicho campo, pues hasta entonces no se diferenciaba
la educación media de la superior.

La instrucción popular (primaria) debería de extenderse con carácter masivo y


cumplir con la disposición constitucional que garantizaba su gratuidad. Se dispuso
la construcción de locales escolares, pero no se dieron los medios necesarios para
realizarlo, quedando buena parte de esta reforma en el papel.

Asimismo, el Colegio Guadalupe dejó de proporcionar educación superior, siendo


dedicado desde entonces a dar instrucción media o secundaria, como hasta hoy viene
haciéndolo.

En cuanto a la educación universitaria, se consideró que la Universidad era un todo


orgánico constituido por cinco Facultades: Teología, Medicina, Jurisprudencia,
Filosofía y Letras y Ciencias Naturales y Matemáticas. Se dispuso que los antiguos
Colegios Mayores, por corresponder a estas facultades, se incorporasen a la
Universidad. Pero sucedió que ni la Universidad de San Marcos ni el Convictorio de
San Carlos (a cuya estructura correspondía las tres últimas facultades) aceptaron
plenamente la reforma y se aferraron a sus antiguos privilegios. Solo años después,
en 1866, se completó esta reforma, y el Convictorio se convirtió en la Facultad de
Humanidades y Derecho de la Universidad de San Marcos.

Política americanista
La política internacional de Castilla, en este segundo gobierno, tal como ya había
ocurrido en el primero, se inspiró en un profundo sentimiento de la solidaridad
americana, y en una conciencia siempre atenta al orgullo de la patria y la dignidad
de la nación. Por entonces, las grandes potencias europeas intervinieron en algunos
países independientes de América y la política de Castilla fue la de oponerse
enérgicamente a esas pretensiones convocando a la unidad americana.

Siguiendo el espíritu de la unión americana afirmada en el Congreso de Lima de


1847, el ministro de Perú en Chile, Cipriano Coronel Zegarra, firmó en Santiago de
Chile, el 15 de septiembre de 1856, un tratado continental de alianza defensiva.
Además del Perú, suscribieron este tratado Chile y Ecuador.
Se firmó en Washington, el 19 de noviembre de 1856, bajo la dirección del
representante diplomático peruano José Joaquín de Osma, un proyecto de alianza y
confederación americana, entre Perú, México, Nueva Granada, Venezuela, Costa Rica y
Guatemala, para hacer frente a las agresiones europeas.
Se ayudó a Nicaragua, en dinero y gestiones diplomáticas, a hacer frente a la
invasión del filibustero norteamericano William Walker (1856). Con ese objeto, se
envió a América Central una misión diplomática presidida por Pedro Gálvez
Egúsquiza.
Se ayudó económicamente a Costa Rica, también amenazada por el filibustero Walker
(1857).
Se protestó enérgicamente contra la reincorporación de Santo Domingo a la monarquía
española como Protectorado (1861) y se apoyó la guerra iniciada por los dominicanos
contra los invasores, invitándose a los países americanos a una acción conjunta
contra la ocupación española.
Se protestó contra la agresión franco española a México en 1861 y se envió una
misión presidida por Manuel Nicolás Corpancho, para que prestara al pueblo mexicano
y al gobierno de Benito Juárez, toda la ayuda posible del Perú frente a la agresión
europea. Cuando Napoleón III decidió instalar en México un trono para Maximiliano
de Austria, Corpancho protestó enérgicamente y apoyó abiertamente al gobierno
nacionalista de Juárez, por lo que el gobierno usurpador lo obligó a salir de
México. Corpancho pereció trágicamente durante su viaje de regreso al Perú, al
incendiarse la nave en que viajaba en el golfo de México.
Se protestó en 1861 contra el proyecto del Presidente del Ecuador Gabriel García
Moreno de convertir a su país en un protectorado francés.
Desarrollo de la Amazonía

Estatua en honor a Castilla en la plaza homónima ubicada en Iquitos, ciudad que se


beneficio enormemente de sus políticas.
Castilla se mostró interesado por el desarrollo de la Amazonía peruana, continuando
así la política que iniciara en su primer gobierno. Para ello era de vital
importancia obtener de Brasil la libre navegación en el Amazonas a fin de lograr
una salida al Océano Atlántico, ya que la Convención de Comercio y Navegación de
1851 no había otorgado tal beneficio. Después de lenta y laboriosa labor
diplomática se consiguió el objetivo firmándose con el Brasil la Convención Fluvial
del 22 de febrero de 1858.

Conseguida la libre navegación en el Amazonas, Castilla se preocupó por el


desarrollo de la región para lo cual dio las siguientes medidas:

Creó la Provincia Litoral de Loreto (2 de enero de 1857) y luego el Departamento


Marítimo y Militar de Loreto (7 de enero de 1861).
Compró una flotilla fluvial compuesta por los buques Morona, Pastaza, Napo y
Putumayo para que patrullaran los ríos amazónicos.
Creó el apostadero fluvial de Iquitos, situado en lo que hasta entonces era una
aldea de cabañas, y que empezó a desarrollarse hasta convertirse en una ciudad
importante del oriente peruano, verdadera hazaña humana creada en medio de la
selva.
Defensa nacional

La fragata Amazonas.
La fragata Amazonas efectuó un viaje alrededor del mundo. Partió del Callao el 26
de octubre de 1856, al mando de José Boterín. Cruzó el Pacífico, bordeó la costa de
China, cruzó el estrecho de Singapur, llegó a Calcuta donde permaneció cuatro meses
en reparaciones; luego circunnavegó la costa oriental y sur de África, dobló el
Cabo de Buena Esperanza, se dirigió al norte, arribó a la isla de Santa Elena, pasó
cerca de las islas Azores, hasta llegar a Europa, anclando en Londres. Después
enrumbó a América del Sur; se dirigió a Río de Janeiro, siguió más al sur hasta
doblar el estrecho de Magallanes, y continuó hacia las costas de Chile,
deteniéndose en Talcahuano, de donde llegó al Perú, tocando Arica, y finalmente, al
Callao, donde arribó el 29 de mayo de 1858. Navegó más de 40.000 millas en 308 días
y permaneció 272 días en puerto.
Se mejoró el armamento del ejército, en sus tres campos: la infantería, la
caballería y la artillería, adecuándola a la técnica moderna. Se envió a Europa al
coronel Francisco Bolognesi para la compra de cañones rayados, fusiles y otros
implementos bélicos.
Se reorganizó el Colegio Militar, orientándosele a la preparación de ingenieros
militares y civiles.
Se introdujo las brigadas de zapadores en el ejército.
Guerra con el Ecuador
Artículo principal: Guerra peruano-ecuatoriana (1858-1860)
En 1857, el Ecuador celebró un convenio con sus acreedores británicos
adjudicándoles en pago, territorios de Quijos y Canelos, que a juicio del gobierno
del Perú le pertenecía, basándose en la Real Cédula de 1802. Tras varios
intercambios de notas la situación se puso tensa. La cancillería ecuatoriana
solicitó el retiro de Quito del ministro peruano Juan Celestino Cavero. Se
rompieron las relaciones diplomáticas. El Congreso autorizó a Castilla emplear
todos los medios a fin de alcanzar satisfacciones de parte del Ecuador, incluyendo
la guerra.

La primera medida que tomó Castilla fue decretar el bloqueo pacífico de toda la
costa ecuatoriana (26 de octubre de 1858). Guayaquil empezó a sufrir los estragos
del sitio, por lo que el comandante general de esa plaza, general Guillermo Franco,
aceptó firmar un armisticio con el jefe de la flota peruana, vicealmirante Ignacio
Mariátegui (20 de agosto de 1859). Poco después Castilla aprobó la suspensión del
bloqueo de toda la costa ecuatoriana, para así facilitar un arreglo con el gobierno
ecuatoriano.26

Pero sucedió que el Ecuador entró en un período de anarquía política, ante el


inicio de una guerra civil en la que se establecieron cuatro gobiernos provisorios:
un triunvirato en Quito, presidido por Gabriel García Moreno, una jefatura suprema
en Guayaquil, al mando de Guillermo Franco y que dominaba toda la costa, un
gobierno títere de Franco en Cuenca y un gobierno federal en la provincia de Loja,
al mando de Manuel Carrión, por lo que el Estado ecuatoriano no tenía un gobierno
legítimo.27

El problema que se planteaba a Castilla era pues que, no habiendo un único gobierno
plenamente legítimo en el Ecuador, no era posible iniciar conversaciones, pues se
corría el riesgo de que una facción invalidase la que otra aceptase. No obstante,
Castilla preparó la expedición naval y militar contra el Ecuador, y el 29 de
setiembre de 1859, se embarcó él mismo. Dejó en el poder en Lima al doctor Juan
Manuel del Mar.

La armada peruana la conformaban 15 buques, que transportaban a seis mil soldados.


Como el propósito de Castilla no era el de humillar al Ecuador ni de arrebatarle
territorio, envió una nota a cada uno de los jefes de las facciones ecuatorianas,
dándoles un plazo de 30 días para que llegaran a entenderse y conformaran un
gobierno legítimo; en caso de no ocurrir ello, anunció su propósito de reanudar las
operaciones militares.28

Pintura anónima del siglo XIX, que representa la toma de Guayaquil por parte de las
fuerzas peruanas en 1860.
Finalizado el plazo y al no producirse la solución del conflicto interno en
Ecuador, la escuadra peruana se presentó en Guayaquil el 12 de noviembre de 1859,
sin hacer fuego. Los defensores del puerto quisieron negociar y Castilla exigió que
se permitiera el desembarco de sus tropas, lo que fue aceptado. Las tropas peruanas
se posesionaron de las alturas de Mapasingue (25 de noviembre), desde donde se
dominaba Guayaquil y sus accesos. Como los gobiernos del Guayas, Azuay y Loja
llegaron a unificarse momentáneamente bajo el mando de Franco, Castilla decidió
entenderse con este jefe antes que con García Moreno, que tenía el gobierno de
Quito.29 En efecto, este último tenía el respaldo de la capital de la república
(por ende sede principal del gobierno ecuatoriano) y de gran parte de la sierra
ecuatoriana. Pero a pesar ello, prefirió Castilla llegar a acuerdos con Franco,
pues ambos estaban confabulados. El presidente peruano ofrecía respaldar la
jefatura del general ecuatoriano, siempre y cuando reconociera la cédula misional
de 1802.30

Así pues, con la autorización de Franco, las tropas peruanas entraron en Guayaquil
el 7 de enero de 1860, sin necesidad de disparar un balazo. El 25 de enero Castilla
firmó con el gobierno de Franco el Tratado de Mapasingue, en el que, esencialmente
el Ecuador reconocía la validez de la Real Cédula de 1802, y por tanto la soberanía
peruana sobre los territorios de Quijos y Canelos; declaraba nula la adjudicación
de territorios hecha a sus acreedores ingleses y se establecía que dentro de dos
años una Comisión especialmente nombrada por los dos países procedería a señalar
los límites entre ambos Estados. Castilla no quiso mostrarse implacable o feroz con
Ecuador y antes de marcharse, obsequió uniformes, calzados y fusiles al ejército
franquista.31

No obstante, Franco no era el gobernante legítimo del Ecuador, sino apenas un


dictador secesionista en Guayaquil, y fue derrotado por las tropas del gobierno de
Quito, presidido por García Moreno, el 26 de septiembre de 1860. Este gobierno
desaprobó el Tratado, firmado por Franco, tan pronto como Castilla se marchó; el
Congreso peruano, ya en el gobierno de San Román, también lo desaprobó en 1863.32

El problema con el Ecuador se prolongaría por mucho tiempo más, volviéndose un


asunto centenario. En el Perú se ha reprochado a Castilla no haberle dado solución
entonces, teniendo todo a su favor para hacerlo. Los continuos problemas limítrofes
entre ambos países darían lugar a una nueva guerra peruano-ecuatoriana en 1941,
conocida como la Guerra del 41.33

Otras obras y hechos importantes

Edificio de la Penitenciaría de Lima, considerado el más sólido de la capital. Foto


de 1875.
Se creó la Dirección de Obras Públicas encargada del progreso urbano e industrial
del país.
Se culminó la instalación del alumbrado a gas en Lima (1855), siendo esta la
primera ciudad de Sudamérica que tuvo tal iluminación.
Se inauguró el servicio de agua potable en Lima (1857).
Se fundó la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia en 1857 y se nombró
al Presidente Ramón Castilla como su primer Presidente Nato.
Se estableció el servicio telegráfico en Lima y Callao, siendo la primera línea
establecida en Sudamérica (1855).
Se inauguró el ferrocarril de Lima a Chorrillos cuya estación en Lima estaba en el
antiguo convento de la Encarnación (1858).
Se construyó la Penitenciaría Central de Lima, bajo la dirección de Mariano Felipe
Paz Soldán. Concebida como centro de trabajo y readaptación, fue inaugurada por el
propio presidente el 23 de julio de 1862, y durante mucho tiempo fue el edificio
más sólido de la capital. Asimismo, se construyeron varios centros penitenciarios
en el interior del país.
Se construyeron los muelles del Callao, Chorrillos, Pisco y Paita, y el dique
flotante del Callao.
Se fundó la Compañía de Bomberos Voluntarios Unión Chalaca N.º 1, la primera de su
género en Sudamérica. (1860).
Se expidió el primer Reglamento de Carruajes.
Se mejoró el sistema de correos estableciéndose el franqueo con estampillas.
Se inauguraron en Lima los monumentos a Simón Bolívar y a Cristóbal Colón.
Se instaló la Bolsa de Comercio de Lima.
Se fundó el Club Nacional en 1855.

Ramón Castilla en 1864.


Se promulgaron el Código Penal y el Código de Enjuiciamientos, el 1 de octubre de
1862, para que rigieran desde el año siguiente. Reemplazaron a la legislación penal
española vigente hasta entonces.
Por ley del 24 de mayo de 1861 se realizó el censo del país, que arrojó un total de
2.487.916 habitantes en 1862. Sus cifras por distritos fueron publicadas por
Mariano Felipe Paz Soldán.
Se elaboró el Mapa General del Perú, a cargo de Mariano Felipe Paz Soldán.
Se creó el departamento de Cajamarca (por decreto de 11 de febrero de 1855 y
ratificado por Ley de 30 de setiembre de 1862) y el departamento de Piura (por Ley
de 30 de marzo de 1861), ambos desgajados del departamento de La Libertad.
La vida intelectual y, en particular, los estudios jurídicos se enriquecieron, en
1860, con la aparición de dos libros notabilísimos: el Diccionario de la
Legislación Peruana de Francisco García Calderón Landa, y el Tratado de Derecho
Civil de Toribio Pacheco y Rivero.
Las elecciones de 1862
Al finalizar en 1862 el segundo gobierno de Castilla, se vislumbró una enconada
lucha electoral entre tres candidatos: el mariscal Miguel de San Román, el general
Juan Antonio Pezet y el doctor Juan Manuel del Mar; el primero contaba con el apoyo
oficial de gobierno. Pero la lucha desapareció cuando falleció Del Mar y Pezet se
unió a San Román, aceptando ser su vicepresidente. Los liberales apoyaron también a
San Román.

Realizadas las elecciones, resultó elegido San Román como presidente; para primer
vicepresidente el general Pezet, y para segundo vicepresidente el general Pedro
Diez Canseco.

Presidencia Provisoria (1863)

Efigie de Ramón Castilla en el Panteón de los Próceres en Lima.


Al fallecer el mariscal Miguel de San Román el 3 de abril de 1863 tras apenas seis
meses de gobierno, Castilla asumió por cuarta vez la presidencia, en forma
interina, pues ninguno de los dos vicepresidentes se hallaban en Lima. Se temió que
Castilla se perpetuase en el poder, pero solo permaneció por unos días hasta el
regreso de Pedro Diez Canseco, el segundo vicepresidente, el 9 de abril, quien
igualmente asumió el poder de manera transitoria, por ausencia del primer
vicepresidente, Juan Antonio Pezet, que había viajado a Europa por motivos de
salud. Pezet volvió y asumió el poder el 5 de agosto de ese año; de acuerdo a la
Constitución, debía culminar el período de San Román.

Últimos años
En 1864 Castilla fue elegido senador por Tarapacá y presidente de su cámara; desde
esa posición condenó la política internacional del gobierno de Pezet frente a la
agresión de la escuadra española del Pacífico, por lo que fue apresado y desterrado
hasta las playas del Peñón de Gibraltar, en febrero de 1865. Pero esta medida no
favoreció al gobierno, pues de todas formas Pezet fue derrocado, gracias a la
chispa revolucionaria que dejó encendida Castilla antes de partir al destierro, lo
que daría lugar al surgimiento de figuras pertenecientes a una nueva generación. En
su ausencia se produjo el Combate del Dos de Mayo, última acción de la flota
española de aguas peruanas, que fue celebrado como una victoria por el Perú y sus
aliados sudamericanos.

A su regreso al Perú, el 17 de mayo de 1866, Castilla fue objeto de homenaje en


Lima, ocasión en la cual dijo al momento de alzar la copa: «Brindo, señores, por
los viejos que conquistaron la independencia y por los jóvenes que el 2 de mayo
supieron consolidarla». Pero se opuso al presidente Mariano Ignacio Prado y fue
deportado a Chile; desde allí, ya septuagenario, se rebeló en defensa de la
Constitución moderada de 1860, que el gobierno intentaba reemplazarla por la
Constitución liberal de 1867. Desembarcó en Pisagua (puerto de Tarapacá, entonces
territorio peruano) con una pequeña escolta, regresando de este modo al Perú con el
propósito de tomar por quinta vez las riendas del gobierno. Murió durante el viaje
hacia la ciudad de Arica, en el valle de Tiliviche, el 30 de mayo de 1867, y sus
últimas palabras fueron: «Un mes más de vida Señor y haré la felicidad de mi
patria, sólo unos días más».

Descendencia

Doña Francisca Diez Canseco de Castilla, esposa del presidente Ramón Castilla.
Casado con la dama arequipeña Francisca Diez-Canseco y Corbacho, hija del general
Manuel José Diez-Canseco Nieto y hermana de los presidentes Francisco y Pedro Diez
Canseco Corbacho. No tuvo descendencia en ella. Sin embargo, tuvo tres hijos
naturales reconocidos (dos antes de casarse y uno durante su matrimonio), y algunos
señalan que hubo otros tres no reconocidos.

Los tres hijos reconocidos que tuvo antes de su matrimonio con Francisca, fueron
los siguientes:

El primero, Manuel Castilla, nacido en 1825, fruto de su relación con María de


Cárdenas Rivera, que contrae matrimonio en 1850 con Francisca Sotomayor y procrea
un hijo, Baldomero. A través del hijo mayor de Baldomero, Dámaso Castilla Loayza,
la descendencia directa del Mariscal continua hasta la actualidad.
El segundo, Federico Castilla, nacido en 1833 producto de sus relaciones con
Francisca Villegas. Llegó a ser capitán de corbeta de la armada peruana y murió
repentinamente de una enfermedad, el 31 de mayo de 1860, dejando una bebé de tres
meses, fruto de su matrimonio con Dominga Irribarren. La niña falleció también
algunos años después.
El tercero, Juan Castilla, nacido en 1851 de sus relaciones con Carolina Colichón.
Desde los cuatro años (posiblemente a causa del matrimonio de su madre) vivió en
casa de doña Francisca, quien lo crio como a un hijo. Siendo adolescente, Juan
partió a Londres, París y Madrid a estudiar, y se graduó de tenedor de libros (lo
que hoy se llama contador). Cuando Castilla falleció en 1867, Juan se hallaba en
Londres y doña Francisca hizo un esfuerzo enorme para que mantuviera sus estudios.
En 1870 retornó al Perú y se dedicó a los negocios. Al estallar la guerra con Chile
se alistó en la defensa de Lima, y como Ayudante Mayor del coronel César Canevaro,
murió en la Batalla de San Juan y Chorrillos, el 13 de enero de 1881.34
Asimismo, Castilla y su esposa criaron a dos sobrinas como si fueran sus hijas
adoptivas: María Mercedes y María de los Angeles Diez Canseco de Olazábal. Ellas
eran hijas de Manuel Diez Canseco Corbacho, hermano de doña Francisca. Castilla las
desposó con dos de sus secretarios: Mercedes con el doctor Manuel Yrigoyen Arias,
quien llegó a ser un brillante diplomático, y Angelita con el capitán Manuel
Velarde Seoane. La familia que más destacó fue la de los Irigoyen Diez Canseco, que
se ha prolongado hasta la actualidad.35

Efigie de Castilla

Monumento al Mariscal Ramón Castilla, Plaza Chile, ciudad de Buenos Aires.


Según el historiador Jorge Basadre, Ramón Castilla es en resumen lo mejor de los
primeros cincuenta años de la República peruana. Es aquella figura a la que todos
llaman taita (padre), el libertador del negro, el redentor del indio, un hombre
realmente muy sencillo y del pueblo, y que llegó con su nombre muy adentro de las
multitudes. Patriota a carta cabal, su amor al Perú no solo fue de “palanganada”
(jactancia), sino que lo demostró en la práctica con creces, como militar y
gobernante. Supo ser al mismo tiempo caudillo y estadista, y trajo orden y
prosperidad al Estado, por eso al grito de “¡Viva Castilla!” la gente se iba a
matar, y al mismo grito se hicieron y deshicieron revoluciones hasta el mismo día
de su muerte.36 Pero este mismo caudillo y estadista, que le tocó gobernar en medio
de la prosperidad económica del guano que a tantos enriquecieron, murió pobre y con
deudas, y por ello el poeta Carlos Augusto Salaverry dijo:
La pluma de la historia dirá un día,
Cuando su cetro la verdad recobre:
"Fue tan patriota como se podía,
Y aunque el oro a sus plantas esparcía;
El pueblo le bendijo: murió pobre."
Leyendo su biografía podemos decir: «Aquí se aprende a triunfar». Con el vencedor
de Barón, de Yungay, de Intiorco, de Cuevillas, de Pachía, de San Antonio, de
Carmen Alto, de Izcuchaca, de La Palma, de Arequipa, de Mapasingue, cabe decir: He
aquí un guerrero peruano cuya exaltación puede hacerse sin lamentaciones de
“yaraví”.37

La casa de Castilla
Ya como presidente, Castilla tuvo dos casas en Lima: una en Chorrillos,
probablemente en la calle del Tren, y otra en la calle Divorciadas e Higueras
(actual intersección de los jirones Cuzco y Carabaya). La primera fue totalmente
destruida por la barbarie chilena durante la guerra del Pacífico, mientras que la
segunda sobrevive hasta la actualidad aunque en precarias condiciones, a la espera
de su restauración. Es una antigua casa colonial que data del siglo XVII. Castilla
la adquirió en 1850, de la testamentaria de don Mariano de la Puente, por 20.000
pesos. Tras el fallecimiento de Castilla, su viuda doña Francisca Diez Canseco,
agobiada por las deudas de su esposo, vendió la propiedad por 30.000 pesos. Después
de pasar por una serie de propietarios, fue adquirida por el Estado, yendo a manos
del INC (actualmente Ministerio de Cultura).38

Homenajes

La Tumba del Mariscal Ramón Castilla, en el Panteón de los Próceres en Lima.


Por ley aprobada en el Congreso de la República el 25 de junio de 1867 se dispuso
que el Poder Ejecutivo tomara las disposiciones necesarias para los funerales de
Castilla, que se realizarían en Lima. El gobierno del coronel Mariano Ignacio Prado
(contra el que se había sublevado) ordenó gastar 16 mil soles en el mausoleo del
Mariscal que debía llevar la inscripción: «El Perú al Gran Mariscal Ramón
Castilla». Una comisión del Congreso asistió a los funerales, y a la viuda, doña
Francisca Diez Canseco, le fue asignado un montepío como si su esposo hubiera
muerto en guarnición. La muerte de Castilla causó honda repercusión en todo el país
y paralizó por algún tiempo la ofensiva de los opositores al gobierno, previo al
estallido de la revolución que tuvo como focos a las ciudades de Arequipa y
Chiclayo.

El 9 de diciembre de 1940 el teniente coronel del ejército argentino Raúl Aguirre


Molina pronunció el siguiente discurso al entregar una placa conmemorativa al
monumento de Castilla:
En mi tierra, en su más bello ambiente, el de los gauchos, un criollo conquista
fama y nombradía, cuando en las justas camperas, no pudiendo dominar la ferocidad
del redomón, el jinete cae a tierra con las riendas en la mano. Castilla sublimizó
la proeza. Cuando su trompa de órdenes tocó ¡Alto! Al final de la jornada, el jefe
hecho pie a tierra, apoyó la cabeza sobre el pecho de su ayudante, y, como buen
soldado de caballería murió con las riendas en la mano.39
Aparte de ese mausoleo suntuoso erigido en el Cementerio Presbítero Maestro, tardó
mucho tiempo en levantarse en el centro de Lima un monumento digno de la memoria
del Gran Mariscal. El primero fue inaugurado en 1915, en la Plazoleta de La Merced
(Jirón de la Unión, frente a la Basílica de La Merced), y fue obra del escultor
limeño David Lozano. Este monumento, de dimensiones modestas, representa una efigie
pedestre de Castilla, en actitud sencilla.

El gran monumento representativo debió esperar más tiempo. En 1967, al celebrarse


el centenario de la muerte de Castilla, se eligió a la Plaza Unión (situada en el
cruce formado por las Avenidas Alfonso Ugarte, Argentina y Emancipación) como lugar
donde debía erigirse la estatua ecuestre del Gran Mariscal, cuya ejecución se
encargó al escultor pisqueño José Luis Peña y Peña. Era entonces Presidente de la
República el arquitecto Fernando Belaúnde Terry y alcalde de Lima el doctor Luis
Bedoya Reyes. El monumento se inauguró en 1969 y se cambió el nombre de dicho
espacio público por el de Plaza Castilla, pero es un nombre poco usado actualmente.

Predecesor:
Domingo Nieto
Presidente de la Suprema Junta de Gobierno del Perú Presidente de la Suprema
Junta de Gobierno del Perú
17 de febrero de 1844 a 11 de diciembre de 1844
Escudo nacional del Perú.svg Sucesor:
Manuel Menéndez
Presidente del Consejo de Estado
Predecesor:
Manuel Menéndez
Presidente del Consejo de Estado Presidente Constitucional del Perú
20 de abril de 1845 a 20 de abril de 1851
Escudo nacional del Perú.svg Sucesor:
José Rufino Echenique
Presidente Constitucional
Predecesor:
José Rufino Echenique
Presidente Constitucional Presidente Provisorio del Perú
5 de enero de 1855 a 24 de octubre de 1858
Escudo nacional del Perú.svg Sucesor:
Él mismo
Presidente Constitucional
Predecesor:
Él mismo
Presidente Provisorio Presidente Constitucional del Perú
24 de octubre de 1858 a 24 de octubre de 1862
Escudo nacional del Perú.svg Sucesor:
Miguel de San Román
Presidente Constitucional
Predecesor:
Miguel de San Román
Presidente Constitucional Presidente Provisorio del Perú
3 de abril de 1863 a 9 de abril de 1863
Escudo nacional del Perú.svg Sucesor:
Pedro Díez-Canseco
2º vicepresidente
Referencias
Gran Enciclopedia del Perú Lexus, 1998, pág. 1014.
Basadre 1998, pp. 833-835 (tomo 4).
Basadre 1998, pp. 842-843 (tomo 4).
Basadre 1998, p. 827 (tomo 4).
Basadre 1998, p. 881 (tomo 4).
Basadre 1998, p. 949 (tomo 4).
Basadre 1998, pp. 1131-1158 (tomo 5).
Basadre 1998, p. 569 (tomo 3).
Basadre 1998, p. 897 (tomo 4).
Basadre 1998, p. 1145 (tomo 5).
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Basadre 1998, pp. 1153-1156 (tomo 5).
Wiesse, 1939, p-53.
Vargas Ugarte 1984, tomo IX.
Hernán Alva Orlandini "Biblioteca hombres del Perú"-Nro. 18 - pág. 11
Instituto Libertador Ramón Castilla, "Memoria del bicentenario del nacimiento del
Gran Mariscal Don Ramón Castilla" pág. 143
Miguel A. Martínez "La vida heroica del gran mariscal don Ramón Castilla" - pág.
144
Enciclopedia Tauro del Pino 2001, p. 544
Compañía de Impresiones y Publicidad, "Ramón Castilla: tesis para el doctorado en
letras", pág. 45
Tras Ayacucho, el comandante realista Leandro Castilla y Marquezado marcharía a
España donde años más tarde combatiría en el bando carlista durante la primera
guerra de ese nombre ("Espartero, su vida escrita por D.M.H. y D.J.T.", pág. 726)
Este famoso intercambio de palabras entre Bulnes y Castilla lo ha transmitido el
Deán Valdivia, que se basó en testimonios de los participantes de la batalla.
Castilla habría así decidido la acción culminante de la batalla, aunque según la
versión del coronel Antonio Plasencia (en su diario militar de campaña), Castilla
se limitó solo a cumplir la orden de su superior, el mariscal Agustín Gamarra, lo
que en esencia no desvirtúa lo dicho por el deán Valdivia. En cambio, el
historiador chileno Gonzalo Bulnes (hijo del jefe chileno), negó totalmente esta
versión.
Enciclopedia Tauro del Pino 2001, pp. 544-545
Forjadores del Perú, p. 110.
El Ferrocarril de Chile Archivado el 13 de diciembre de 2013 en la Wayback
Machine.. datateca.unad.edu.co
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«Ecuador, 1859». Archivado desde el original el 24 de septiembre de 2015.
Consultado el 22 de septiembre de 2011.
Para los ecuatorianos, esta campaña militar de Castilla fue la segunda invasión
peruana sobre su territorio, pues la primera habría ocurrido en 1829, al mando del
presidente José de La Mar, aunque hay que destacar que en ese año no existía
oficialmente la república del Ecuador, sino que su territorio formaba entonces
parte de la Gran Colombia, por lo que mal se podría hablar de una invasión a
“territorio ecuatoriano”.
[Markhan, Sir Clements, La Guerra entre el Perú y Chile. págs. 225-226]
“La descendencia perdida”. Suplemento El Dominical de El Comercio, pp. 12-13.
Lima, 31 de agosto de 1997.
Basadre 1998, p. 919.
Boletín de la Biblioteca Nacional del Perú. Año XXI. Primer y segundo trimestre de
1967. Nos. 41-42; p. 5.
“La descendencia perdida”, p. 13.
Basadre 1998, p. 1275.
Bibliografía
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corregida y aumentada. Tomos 2, 3, 4, 5 y 6. Editada por el Diario "La República"
de Lima y la Universidad "Ricardo Palma". Impreso en Santiago de Chile, 1998.
Chirinos Soto, Enrique: Historia de la República (1821-1930). Tomo I. Lima, AFA
Editores Importadores S.A, 1985.
Fonseca, Juan: Un Estado en Formación (1827-1883). Tomo X de la “Historia del Perú”
publicada por la Empresa Editora El Comercio S.A, 2010. ISBN 978-612-4069-96-3
Orrego, Juan Luis: La República Oligárquica (1850-1950). Incluida en la Historia
del Perú. Lima, Lexus Editores, 2000. ISBN 9972-625-35-4
Tauro del Pino, Alberto: Enciclopedia Ilustrada del Perú. Tercera Edición. Tomo 4.
CAN/CHO. Lima, PEISA, 2001. ISBN 9972-40-153-3
Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Tomos VI, VII, VIII y IX. Primeras
ediciones. Editor Carlos Milla Batres. Lima, Perú, 1971-1984.
Varios autores: Gran Enciclopedia del Perú, pág. 684. Lexus Editores, 1998. Impreso
y encuadernado por Grafos S.A. Arte sobre papel – Barcelona. España. ISBN 9972-625-
13-3.
Varios autores: Grandes Forjadores del Perú. Lima, Lexus Editores, 2000. ISBN 9972-
625-50-8
Wiesse, Carlos: Historia del Perú. La República. Lima, Librería Francesa Científica
y Casa Editorial Rosay, cuarta edición, 1939.
Véase también
Guerra Civil Peruana de 1856-1858
Perú
Presidentes del Perú
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