APUNTES DE DERECHO PENAL I Año de Cadetes
APUNTES DE DERECHO PENAL I Año de Cadetes
APUNTES DE DERECHO PENAL I Año de Cadetes
El derecho penal es la rama del derecho público que regula la potestad punitiva (ius puniendi),
es decir que regula la actividad criminal dentro de un Estado. El derecho penal asocia a la
realización de determinadas conductas, llamadas comúnmente delitos, penas y medidas de
seguridad como consecuencias jurídicas. El Derecho Penal es una agrupación de normas que
regulan los tres pilares del debido proceso, con la finalidad principal de la aplicación de las leyes
de fondo, o derecho sustancial.
Se entiende por derecho penal a la rama del Derecho que "se encarga de normar y concebir las
capacidades punitivas", es decir, de castigo, que se reserva el Estado para aquellos que violentan
las normas de convivencia o de conducta, siempre a partir de un principio de proporcionalidad
y de imparcialidad. Cuando se habla de derecho penal, se hace uso del término con diferentes
significados, de acuerdo con aquello a lo que se desee hacer referencia; de tal manera, puede
hablarse por una parte de un Derecho penal sustantivo y, por otro lado, del Derecho penal
adjetivo o procesal penal.-
El primero de aquellos está constituido por lo que generalmente se le reconoce como código
penal o leyes penales de fondo, que son las normas promulgadas por el Estado, que establecen
los delitos y las penas, mientras que el derecho procesal penal es el conjunto de normas
destinadas a establecer el modo de aplicación de las mismas.
Definiciones
El Derecho penal es el saber jurídico que establece los principios para la creación, interpretación
y así ejecutar la aplicación de las leyes penales (aun a los casos privados); propone a los jueces
un sistema orientador de sus decisiones, que contiene y reduce el poder punitivo para impulsar
el progreso del Estado constitucional de derecho.2
Entre otras definiciones se pueden citar las de algunos doctrinarios, tales como:
Franz von Liszt: «Conjunto de reglas jurídicas establecidas por el Estado, que asocian el crimen
como hecho, a la pena como legítima consecuencia».[cita requerida]
Ricardo Nuñez Muñoz: «La rama del Derecho que regula la potestad pública de castigar,
estableciendo lo que es punible y sus consecuencias, y aplica una sanción o una medida de
seguridad a los autores de infracciones punibles».[cita requerida]
Luis Jiménez de Asúa: «Conjunto de normas y disposiciones jurídicas que regulan el ejercicio del
poder sancionador y preventivo del Estado, estableciendo el concepto de delito como
presupuesto de la acción estatal, así como la responsabilidad del sujeto activo, y asociando a la
infracción de la norma una pena finalista o una medida aseguradora».[cita requerida]
Fontán Balestra: «Rama del ordenamiento jurídico que contiene las normas impuestas bajo
amenaza de sanción».[cita requerida]
Cándido Herrero: «Conjunto de normas jurídicas establecidas por el Estado, que definen las
conductas delictivas y las penas o medidas de seguridad que hay que aplicar a sus
infractores».[cita requerida]
Mayker E. Correa M.: «Serie de normas establecidas por el estado que tiene como objetivo dar
a conocer y sancionar las conductas delictivas de los autores como medida de seguridad y así
proteger a la sociedad de mentes criminales».[cita requerida]
Yosmery Primera: «Son reglas impuestas para determinar un hecho delictivo y sus
consecuencias».[cita requerida]
Eugenio Raúl Zaffaroni: «Conjunto de leyes que traducen normas tuitivas de bienes jurídicos y
que precisan su alcance, cuya violación se llama delito e importa una coerción jurídica
particularmente grave, que procura evitar nuevas violaciones en el derecho».[cita requerida]
Santiago Antonio Gutierrez Leiva:3 «Es un sistema compuesto de normas juridícas penales
codificadas o no que describen conductas tipificada como delito el cual es imputable a
delincuentes con una sanción penal y ejecución de la pena pero también a inimputables con
medidas de seguridad».
El Derecho penal no se reduce al listado de las conductas consideradas delitos y la pena que a
cada uno corresponde, sino que principalmente su misión es proteger a la sociedad. Esto se
lograría a través de medidas que por un lado conducen a la separación del delincuente peligroso
por el tiempo necesario, a la par que se reincorpora al medio social a aquellos que no lo son
mediante el tratamiento adecuado en cada caso para lograr esta finalidad. Así pues, el Derecho
penal se puede definir como el conjunto de normas que pertenecen al ordenamiento jurídico de
determinado estado y cuyo propósito primordial es regular conductas punibles, consideradas
como delitos, con la aplicación de una pena.
El derecho penal comprende la creación y el estudio de las leyes penales aquellas que
contemplan justamente lo que es y lo que no es un delito, así como el acompañamiento y
orientación de las decisiones judiciales en la materia. Pero no solo eso, sino también los
mecanismos con los que la sociedad se protege a sí misma y la filosofía que existe detrás del
castigo y/o la reclusión, esta rama jurídica pertenece al derecho subjetivo.
El delito es una conducta típica, antijurídica, imputable y culpable, y de acuerdo con la teoría del
delito su estudio o análisis debe analizarse de manera estratificada, es decir debe analizarse su
existencia de tal manera que en el caso concreto debe iniciarse precisamente con el estudio de
la conducta que puede ser de acción o de omisión y determinar si se actualiza el elemento
psíquico que se presenta cuando el sujeto activo ha querido mentalmente hacer u omitir algo
(elemento volitivo de la conducta) y el elemento físico que consiste en hacer u omitir algo en la
realidad mediante expresiones externas de la voluntad (son los movimientos corporales que se
realizan en la conducta de acción o los que se dejan de realizar en las conductas de omisión).El
delito, en sentido estricto, es definido como una conducta, acción u omisión típica (tipificada
por la ley), antijurídica (contraria a Derecho), culpable y punible.
CONDUCTA: tiene ser exteriorizada y voluntaria, que puede ser una acción o una omisión.
TIPICA: No cualquier acción u omisión que parezca tener un reproche ético es un delito. Solo
será un delito cuando esa conducta esté comprendido en el texto legal penal de cada país. Con
esta característica del delito se protege la seguridad jurídica. Es decir, saber antes de realizar
cualquier acción si es delito o no y saber cuál será el castigo penal.
ANTIJURÍDICA: Debe ser una acción que sea contraria al derecho y no exista ninguna
autorización para que esa acción pueda ser contraria al derecho.
CULPABLE: Debe ser una acción u omisión que quiera ser cometida por el autor o que haya sido
cometida por imprudencia por no haber llevado el cuidado necesario.
Causas que excluyen la tipicidad: Falte alguno de los elementos que integran la descripción legal
del delito de que se trate;
Consentimiento del titular: Se actúe con el consentimiento del titular del bien jurídico afectado
o del legitimado legalmente para otorgarlo, siempre y cuando se cumplan los siguientes
requisitos:
Que el titular del bien jurídico, o quien esté legitimado para consentir, tenga la capacidad jurídica
para disponer libremente del bien; y,
Que el consentimiento sea expreso o tácito y no medie algún vicio del consentimiento.
Error de tipo: Se realice la acción o la omisión bajo un error invencible, respecto de alguno de
los elementos que integran la descripción legal del delito de que se trate.
II. Legítima defensa: Se repela una agresión real, actual o inminente y sin derecho, en defensa
de bienes jurídicos propios o ajenos, siempre que exista necesidad de la defensa empleada y no
medie provocación dolosa suficiente e inmediata por parte del agredido o de su defensor;
Se presumirá que concurren los requisitos de la legítima defensa, respecto de aquél
que cause un daño, a quien a través de la violencia, del escalamiento o por cualquier otro medio
trate de penetrar o ya haya penetrado sin derecho, su hogar o sus dependencias, aunque no sea
su hogar habitual, a los de su familia o los de cualquier persona que tenga el mismo deber de
defender o al sitio donde se encuentren bienes jurídicos propios o ajenos de los que tenga la
misma obligación; dentro de la casa donde se encuentre su familia, en su oficina de trabajo, su
negocio comercial, o bien, cuando lo encuentre en alguno de esos lugares, en circunstancias
tales que revelen la posibilidad de una agresión;
No son punibles:
1º. El que no haya podido en el momento del hecho, ya sea por insuficiencia de sus facultades,
por alteraciones morbosas de las mismas o por su estado de inconciencia, error o ignorancia de
hecho no imputables, comprender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones. En caso de
enajenación, el tribunal podrá ordenar la reclusión del agente en un manicomio, del que no
saldrá sino por resolución judicial, con audiencia del ministerio público y previo dictamen de
peritos que declaren desaparecido el peligro de que el enfermo se dañe a sí mismo o a los demás.
En los demás casos en que se absolviere a un procesado por las causales del presente inciso, el
tribunal ordenará la reclusión del mismo en un establecimiento adecuado hasta que se
comprobase la desaparición de las condiciones que le hicieren peligroso;
2º. El que obrare violentado por fuerza física irresistible o amenazas de sufrir un mal grave e
inminente;
3º. El que causare un mal por evitar otro mayor inminente a que ha sido extraño;
4º. El que obrare en cumplimiento de un deber o en el legítimo ejercicio de su derecho, autoridad
o cargo;
5º. El que obrare en virtud de obediencia debida;
6º. El que obrare en defensa propia o de sus derechos, siempre que concurrieren las siguientes
circunstancias:
a) Agresión ilegítima;
b) Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla;
c) Falta de provocación suficiente por parte del que se defiende.
Se entenderá que concurren estas circunstancias respecto de aquel que durante la noche
rechazare el escalamiento o fractura de los cercados, paredes o entradas de su casa, o
departamento habitado o de sus dependencias, cualquiera que sea el daño ocasionado al
agresor.
Igualmente, respecto de aquél que encontrare a un extraño dentro de su hogar, siempre que
haya resistencia;
7º. El que obrare en defensa de la persona o derechos de otro, siempre que concurran las
circunstancias a) y b) del inciso anterior y caso de haber precedido provocación suficiente por
parte del agredido, la de que no haya participado en ella el tercero defensor.
***Según lo establecido en el Código Penal argentino, artículo 34, existen ciertos supuestos o
causas de justificación en los que una conducta típica y antijurídica no se considera como delito,
es decir, en los que la norma vigente permite realizar acciones típicas, como ser: los casos de
estado de necesidad (art. 34, inc. 3); de legítimo ejercicio de derecho (artículo 34°, inciso 4) y de
legítima defensa (art. 34, incis. 6 y 7), entre otros.
Esto significa que para que el injusto penal sea un delito debe de poder ser reprochable al autor
en razón de que tuvo la posibilidad exigible de actuar de otra manera. Esta característica de
reprochabilidad del injusto penal al autor es la culpabilidad, que constituye el tercer carácter
específico del delito. Por último, todo delito supone una infracción del derecho penal. Es decir,
una acción u omisión tipificada y penada por la ley.
ANALISIS DEL INC. 1º. El que no haya podido en el momento del hecho, ya sea por insuficiencia
de sus facultades, por alteraciones morbosas de las mismas o por su estado de inconciencia,
error o ignorancia de hecho no imputables, comprender la criminalidad del acto o dirigir sus
acciones.
“Insuficiencia de sus facultades” es la expresión utilizada para englobar a todas aquellas
circunstancias vinculadas a la insuficiencia de madurez en el desarrollo mental del autor del
hecho; insuficiencia que puede hallarse vinculada a un hecho natural, tal como la edad de la
persona, o provenir de una inhibición enfermiza del desarrollo de la inteligencia de ésta.
El cuadro normativo argentino estipula, mediante lo establecido en la Ley N° 22.278 – de
Régimen Penal de Minoridad que: No es punible el menor que no haya cumplido catorce (14)
años de edad. Tampoco lo es el que no haya cumplido dieciocho (18) años, respecto de delitos
de acción privada o reprimidos con pena privativa de la libertad que no exceda de dos (2) años,
con multa o con inhabilitación. Si existiere imputación contra alguno de ellos la autoridad judicial
lo dispondrá provisionalmente, procederá a la comprobación del delito, tomará conocimiento
directo del menor, de sus padres, tutor o guardador y ordenará los informes y peritaciones
conducentes al estudio de su personalidad y de las condiciones familiares y ambientales en que
se encuentre. En caso necesario pondrá al menor en lugar adecuado para su mejor estudio
durante el tiempo indispensable. Si de los estudios realizados resultare que el menor se halla
abandonado, falto de asistencia, en peligro material o moral, o presenta problemas de conducta,
el juez dispondrá definitivamente del mismo por auto fundado, previa audiencia de los padres,
tutor o guardador (Ley N°22.278, art. 1). Por su parte, en lo que concierne a las enfermedades
mentales el cuadro normativo imperante en la República Argentina reconoce tres grados de
debilidad mental u oligofrenia: a) la idiocia (cuando el grado de la inteligencia máxima de un
individuo se corresponde con la presentada por un niño de seis años), b) la imbecilidad (se
corresponde con el grado madurativo alcanzado por un individuo durante su pubertad) y c) la
debilidad mental (grado madurativo equivalente a aquel que se presenta al finalizarse la etapa
de la pubertad) (Donna, 1998).
El concepto de “alteraciones morbosas” refiere a todas aquellas desviaciones patológicas que,
afectando la esfera psíquica de la persona, influyen en el núcleo de su personalidad. Es decir, el
concepto hace referencia a las llamadas alteraciones psíquicas patológicas o enfermedad
mental, propiamente dicha. De este modo, la norma refiere a aquellas circunstancias en las que
la conducta del individuo pueda verse afectada ya sea debido a un daño en su inteligencia y su
voluntad, como a un daño concerniente a la esfera de los aspectos y de los impulsos (Donna,
1998).
Al referir al “estado de inconciencia” existe un acuerdo mayoritario en la doctrina acerca de que
lo que buscó prever la norma fueron aquellos casos en los que el individuo presentare una
confusión o exclusión parcial de la conciencia al momento de cometer el hecho delictivo, ya
fuese debido a trastornos patológicos (tales como la embriaguez, envenenamiento, delirios en
estado febril o alucinaciones) o a trastornos con causa psicológica (como ser: estados de
hipnotismo o estados pasionales de alto grado no incluídos en el Código Penal, artículo 81). “Con
lo cual se puede sostener que la terminología del código es incorrecta, habida cuenta que la
persona inconsciente no puede actuar, con lo cual se estará ante un problema de falta de acción
y no de inconsciencia” (Donna, 1998, p. 55).
Como puede derivarse de lo analizado en el presente inciso, para que el sujeto sea considerado
inimputable, la enfermedad que presenta o las causas biológicas o psiquiátricas que le afectan
deben de haber comprometido su libertad en relación a la valoración del hecho por el cual se lo
juzga y de sus consecuencias.
Dicho inciso se continúa señalando que: En caso de enajenación, el tribunal podrá ordenar la
reclusión del agente en un manicomio, del que no saldrá sino por resolución judicial, con
audiencia del ministerio público y previo dictamen de peritos que declaren desaparecido el
peligro de que el enfermo se dañe a sí mismo o a los demás. En los demás casos en que se
absolviere a un procesado por las causales del presente inciso, el tribunal ordenará la reclusión
del mismo en un establecimiento adecuado hasta que se comprobase la desaparición de las
condiciones que le hicieren peligroso;
En este marco, y a fin de cumplir con lo estipulado en la norma, el poder legislativo de la Nación
sancionó, en el año 2010, la Ley Nacional N° 26.657 – de Salud Mental (LSM), la cual tras:
asegurar el derecho a la protección de la salud mental de todas las personas, y el pleno goce de
los derechos humanos de aquellas con padecimiento mental que se encuentran en el territorio
nacional, reconocidos en los instrumentos internacionales de derechos humanos, con jerarquía
constitucional, sin perjuicio de las regulaciones más beneficiosas que para la protección de estos
derechos puedan establecer las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Ley N°
26.657, art. 1). Establece los lineamientos de actuación en casos de imputabilidad de dicha
índole. Al respecto, Ríos (2017) postula que: Habiendo dejado en claro que la LSM resulta
aplicable a los supuestos comprendidos en el art. 34 inc. 1 del CP y teneindo en cuenta que la
primera es una ley posterior y especial se impone señalar que, ante cualquier conflicto entre
ambas normas o superposición de objetos, ésta -la LSM- debe primar por sobre la letra del CP
(Ríos, xxxx, p. 3).
ANALISIS:
INC. 2º. El que obrare violentado por fuerza física irresistible o amenazas de sufrir un mal
grave e inminente; 3º. El que causare un mal por evitar otro mayor inminente a que ha sido
extraño; 4º. El que obrare en cumplimiento de un deber o en el legítimo ejercicio de su
derecho, autoridad o cargo; 5º. El que obrare en virtud de obediencia debida;
En esta instancia, cabe mencionarse que tanto para los casos de cumplimiento del deber como
de obediencia debida, el Código Penal argentino limita la inimputabilidad del acusado al señalar
ésta sólo será reconocida en aquellos casos en los que la conducta desarrollada por el individuo
no resulte contraria a la ley (CP, arts. 1 y 4).
ANALISI INC. 6º: El que obrare en defensa propia o de sus derechos, siempre que concurrieren
las siguientes circunstancias: a) Agresión ilegítima; b) Necesidad racional del medio empleado
para impedirla o repelerla; c) Falta de provocación suficiente por parte del que se defiende.
Se entenderá que concurren estas circunstancias respecto de aquel que durante la noche
rechazare el escalamiento o fractura de los cercados, paredes o entradas de su casa, o
departamento habitado o de sus dependencias, cualquiera que sea el daño ocasionado al
agresor.
Igualmente, respecto de aquél que encontrare a un extraño dentro de su hogar, siempre que
haya resistencia;
7º. El que obrare en defensa de la persona o derechos de otro, siempre que concurran las
circunstancias a) y b) del inciso anterior y caso de haber precedido provocación suficiente por
parte del agredido, la de que no haya participado en ella el tercero defensor.
En lo que atañe al artículo 34, incisos 6 y 7 vale destacarse lo concierne a la figura de la legítima
defensa. Los orígenes de dicho instituto, en tanto figura jurídica, se remontan a la conformación
de los Estados nacionales y a la necesidad de incorporar al cuadro normativo vigente al interior
de los distintos contextos espacio-temporales una cierta regulación a aplicarse en aquellos casos
donde, concibiendo su vida se ve amenazada por la consumación de determinado acto delictivo,
el individuo se abandona al instinto de conservación, olvidando las reglas sociales por las que se
halla atravesado y toma la justicia por sus propias manos.
El instituto de la legítima defensa se constituye, por antonomasia, en prototipo de la
antijuridicidad negativa, que hace inexistente la ofensa a la norma de cultura que va implícita
en la norma penal y, por ende, la del delito previsto en la legislación represiva. Sin embargo, no
toda reacción instantánea como repuesta del agraviado a una agresión o hecho que considera
pone, eminentemente, en peligro su vida, es considerada una repuesta defensiva carente de
sanción legal.
El agraviado debe demostrar al tribunal interviniente que actuó en legítima defensa, es decir,
debe dar cuenta de la existencia de factores tales como: la ilegitimidad, actualidad o inminencia
de la agresión; la necesidad y proporcionalidad en la defensa, así como la falta de provocación
de quien se defiende. Asimismo, el propio Código Penal establece, al respecto, ciertas
limitaciones a la figura de la legítima defensa al postular: “El que hubiere excedido los límites
impuestos por la Ley, por la autoridad o por la necesidad, será castigado con la pena fijada para
el delito por culpa o imprudencia” (CP, art. 35).
4. Conclusiones
Los códigos penales y la doctrina, vigentes al interior de los distintos territorios, han tendido a
definir al delito, en sentido legal, como toda aquella conducta que, ya fuese por acción u
omisión, resulta contraria al ordenamiento jurídico vigente en un contexto espacio-temporal y
socio-cultural dado.
Circunscribiendo el análisis a lo que al marco normativo vigente al interior de la República
Argentina concierne puede señalarse que, en términos jurídicos, delito o crimen es toda aquella
conducta humana definida como: típica, antijurídica, imputable, culpable y que se halla
sometida a una sanción penal y, a veces, a condiciones objetivas de punibilidad.
No obstante, como se analizara a lo largo de la presente labor, se torna menester señalar que
no toda conducta típica es delito. El Código Penal argentino estipula, a través de lo planteado
en el artículo 34, la existencia de ciertos supuestos o causas de justificación en los que una
conducta típica y antijurídica no se considera como delito, es decir, en los que la norma vigente
permite realizar acciones típicas. Entre éstos puede señalarse: la minoría de edad (menores de
14 años); las enfermedades mentales; el ejercicio del derecho; el ejercicio del deber; la
obediencia debida y la legítima defensa, entre otros.
El conocimiento de dichos casos de inimputabilidad y la aplicación de los mismos se torna
menester para el desarrollo de una justicia más eficiente y respetuosa de la norma escrita.
PRINCIPIOS JURIDICOS DEL DERECHO PENAL
Según la fórmula Riofrío, los fines, valores y bienes jurídicos fundamentan y dan contenido a los
primeros principios del Derecho, y, a su vez, estos principios fundamentan las normas, contratos
y todo el sistema jurídico dotándoles de una base sensatez y racionalidad.
Principio de legalidad penal. Este se desflora en legalidad criminal, penal, procesal y de legalidad
en la ejecución. El principio de legalidad implica la prohibición de penar a alguien sin juicio previo
fundado en ley anterior al hecho del proceso. Desde el punto de vista formal, el principio de
legalidad requiere que la única fuente de la cual puede emanar la ley penal son los órganos
constitucionalmente habilitados, y la única ley penal es la ley formal que de ellos emana,
conforme al procedimiento que establece la misma constitución. Este principio esta
contemplado como garantía dentro de los artículos 18 y 19 de la Constitución Nacional. El
Articulo 18 de la misma dice “Ningún habitante puede ser penado sin juicio previo fundado en
ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces
designados por la ley antes del hecho de la causa…” (9). Por su parte, el Articulo 19 complementa
lo establecido en el Articulo 18, diciendo que “ningún habitante de la Nación será obligado a
hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe” (10). Este principio esta
considerado en el Código Procesal Penal como una garantía fundamental, ya que en su Articulo
1 el código establece que “Nadie podrá ser juzgado por otros jueces que los designados de
acuerdo con la Constitución, y competentes según sus leyes reglamentarias, ni penado sin juicio
previo fundado en ley anterior al hecho del proceso y sustanciado conforme a las disposiciones
de esta ley…”.-
Principio de proporcionalidad. Rige el establecimiento y la aplicación de todas las medidas
restrictivas de la libertad.
Principio de la prohibición del bis in idem. Tiene dos significados: material y procesal. Con
material se refiere a que nadie debe ser castigado dos veces por la misma infracción, siempre
que haya identidad de sujeto, hecho y fundamento. Procesal hace referencia a que no puede
haber dos procedimientos judiciales abiertos por los mismos hechos.
El principio de lesividad.- Implica que ningún derecho puede legitimar una intervención punitiva
cuando no medie por lo menos un conflicto jurídico, es decir, una afectación a un bien jurídico
total o parcialmente ajeno, individual o colectivo. Este principio está contemplado como
garantía constitucional en el Artículo 19 de la Constitución Nacional. El Artículo 19 establece que
“Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral
pública, ni perjudiquen a un tercero, están solo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de
los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni
privado de lo que ella no prohíbe” (15).
Principio de reserva.- El Art. 15 CN, además de consagrar como garantía el principio de lesividad,
también consagra el principio de reserva, el cual implica que las acciones privadas de los
hombres que no perjudiquen a otros están fuera del alcance de la ley y no podrán ser juzgadas
por los jueces.
¿En qué consiste la irretroactividad? La irretroactividad es el fenómeno que produce que las
normas no tengan efectos hacia atrás en el tiempo. De esta manera se asegura que dichos
efectos comiencen en el momento de su entrada en vigor, con la finalidad de dotar al
ordenamiento jurídico de seguridad.