Peron
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All content following this page was uploaded by Alberto Julián Pérez on 16 July 2022.
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Perón consideraba que la estrategia y la conducción eran disciplinas fundamentales para la política y la
vida. La conducción no era una técnica, sino un arte (Conducción política 17). Había que nacer destinado a
la conducción, y él había demostrado en su momento que era el hombre del destino.
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Su política tuvo el efecto de marginar a influyentes sectores conservadores y de la oligarquía del espacio
político, de dividir a la clase media y de incluir a sectores laborales que habían sido mayorías silenciosas y
sin identidad en el pasado.
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Eso explica por qué el Facundo de Sarmiento y el Martín Fierro de Hernández, que denuncian, el
primero el abuso de poder de los caudillos durante la anarquía y la dictadura rosista, y el segundo la
inhabilidad de los gobiernos liberales de Sarmiento y Avellaneda para crear una política de desarrollo en
las campañas, capaz de reconocer y respetar los derechos de los paisanos, son obras tan representativas en
nuestra literatura; por la misma razón Operación masacre, la investigación de Rodolfo Walsh sobre el
fusilamiento de supuestos militantes peronistas organizada por el gobierno dictatorial del General
Aramburu, se transformaría en un clásico contemporáneo de la literatura nacional.
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no esté signado por la utopía. Ese futuro depende mayormente de la acción humana, son
los seres humanos a través de la política los que tienen que asegurar la felicidad de la
humanidad. Para Perón, la política es la disciplina madre, es el saber más importante,
porque de ella depende la viabilidad de la humanidad, que, sin una programación política
racional, puede marchar hacia su destrucción.4
Nos da su versión de la historia nacional. Argentina ha sido víctima de la
voracidad colonial y, a partir de su independencia de España, ha seguido acumulando
amos, que han coartado su libertad política: primero Inglaterra, y luego Estados Unidos
(La hora de los pueblos 11-12). En lo interno, la oligarquía terrateniente se ha aliado con
los imperialismos, luchando contra su pueblo. La línea nacional debe luchar contra los
enemigos de la patria: el futuro depende de la acción nacionalista de los que quieran
salvarla de sus enemigos internos y externos. Ve a Argentina como un caso que se repite
en otras partes del mundo: en esos momentos, muchos países luchan contra los
imperialismos por su liberación. Esos países constituyen de hecho un bloque, que debe
tratar de integrarse para formar el “Tercer Mundo”.
El nacionalismo, creía Perón, no había perdido su vigencia, a pesar del
desprestigio en que cayó, después de la derrota que sufrieron Alemania, Italia y Japón en
la Segunda Guerra Mundial (13). En lugar de intentar el cambio social mediante la
agresión militar, como lo hiciera Alemania, provocando una catástrofe europea, debía
confiarse en la evolución social pacífica. El conductor no debía ser líder militar de un
estado totalitario, sino líder político de una sociedad civil y democrática, de una
democracia social. Distingue entre el concepto demoliberal de “democracia”, que
considera históricamente perimido, como resultado de la evolución, y un nuevo concepto
de “democracia representativa”, al servicio de ese hombre que hace posible la riqueza de
los pueblos: el trabajador, finalidad de su política.
La mayor parte de la humanidad, considera, buscaba la democracia fuera de los
moldes del liberalismo (15). Desde el siglo XIX, momento cumbre de los gobiernos
liberales, el mundo había cambiado, como resultado del desarrollo industrial y el
4
Sobre esto nos advertirá en el ensayo considerado su testamento político, unos pocos años después, al
referirse al peligro ecológico que amenaza a la humanidad, insistiendo en la necesidad de racionalizar el
uso de los recursos naturales (El Modelo Argentino 61-67).
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crecimiento demográfico (16). Un nuevo sujeto emergió en la sociedad del siglo XX: el
hombre-masa. Ya no era posible defender una actitud social enteramente individualista.
Este nuevo actor había hecho cambiar la sociedad contemporánea y envejecer el
liberalismo burgués. Los partidos políticos de la primera época del estado burgués habían
decaído, ya no representaban los intereses de la mayoría, carecían de vitalidad. La nueva
política requería organismos dinámicos, como su Movimiento Justicialista, que era una
organización política del presente y del futuro. Su Movimiento privilegiaba el criterio de
“comunidad”. A diferencia de los partidos burgueses, ofrecía a las masas “una
democracia directa y expeditiva” (16). Sin embargo, la reacción trataba de destruirlo. Las
fuerzas internas “cipayas” y el imperialismo norteamericano lideraban las fuerzas de la
reacción. El imperialismo, valiéndose del “State Department” o del “Pentágono”, trataba
de sabotear la lucha de los pueblos que buscaban liberarse de su opresión. Estos lo
difamaban, acusándolo de demagogo y aún de nazifascista (17).
Perón describe el proceso de la evolución política europea, de la época medieval a
la Revolución Francesa. Las corporaciones medievales pasaron su poder a varios agentes.
La burguesía despojó del poder político a las corporaciones y lo transfirió a las
organizaciones creadas por ella exprofeso: los partidos políticos, a través de los cuales
pudo impulsar las leyes para sostener su gobierno. Los sindicatos de trabajadores,
desprovistos de verdadero poder, han reemplazado a las corporaciones pre-burguesas, y
su lucha se centra en el crecimiento del salario y otros beneficios laborales. Al haber
retenido el poder de decisión política para sí, expropiándolo de las corporaciones, la
burguesía pudo explotar durante el siglo XIX a las masas de trabajadores urbanos y
rurales. Pero a fines de ese siglo este proceso entró en crisis, imponiendo la necesidad de
transformar el sistema, ya sea por evolución o revolución (17-8).
El siglo XX se inició con “el signo de las grandes luchas”, que impulsaron tanto la
revolución científica, como, por evolución social, “la hora de los pueblos” (19). Los
distintos pueblos que luchan y quieren evolucionar, tratan, a su modo, de destruir el
liberalismo demoburgués: así lo hicieron los países comunistas y los fascistas, buscando
diferentes arreglos y soluciones políticas. La burguesía liberal norteamericana y la inglesa
dividieron la política en dos grandes partidos contrincantes, los dos de derecha casi
siempre, manteniendo la simulación democrática (20). Dada esta situación, el mundo se
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bajo su presidencia una economía de abundancia que, los que tomaron el poder después
del 55, arruinaron (27-8).
Si él regresara al gobierno, sostiene Perón, volvería a empezar y levantaría la
economía popular, deteniendo la anarquía que han provocado los gobiernos ilegítimos
que lo sucedieron (29). La cuestión política incide tanto en la vida social, que los
trabajadores se negarán a colaborar con el gobierno hasta que la situación institucional no
se regularice “…porque entienden que mientras subsista este estado de cosas, no trabajan
para ellos ni para el país sino para los explotadores foráneos y los especuladores
vernáculos, y tienen razón” (29). Este problema, insiste, no se soluciona con la fuerza,
sino con la razón y la habilidad del gobernante, del conductor. Los ministros y los
técnicos especializados son los administradores, pero el conductor es el que gobierna. El
gobierno no es una técnica, sino un arte que requiere del talento y la genialidad del
artista. El hombre de gobierno debe ser humanitario, tener imaginación y sensibilidad. Un
gobernante con estas condiciones se diferenciará del político común, simulador e
hipócrita.
Para vencer a los imperialismos decadentes los países del Tercer Mundo tienen
que unirse: el planeta se ha empequeñecido, contrayendo todo en relación al tiempo y al
espacio (32). Por eso se han creado “las grandes internacionales”, entre las que se cuentan
el comunismo y el capitalismo, en que los países forman bloques de intereses, y lo mismo
deben hacer los países del Tercer Mundo. La rebelión nacionalista china de Mao contra la
URSS, imponiendo su versión nacionalista del comunismo, ha beneficiado, en su
concepto, a los países del Tercer Mundo, demostrando que se puede ser nacionalista y
socialista a la vez (33). Los europeos ven con disgusto cómo los imperialismos se
adueñan de sus ex-colonias de Africa y Asia, que les obligaron a liberar. Se apoderaron
de ellas con métodos neocoloniales, en nombre de la “libertad” y la “democracia”. La
Argentina, en lo internacional es, desde 1955, un satélite del imperialismo yanqui; la
encabeza en esos momentos, 1968, un gobierno militar opresivo y cipayo, sin
representatividad popular, y sus Fuerzas Armadas se someten a la política del Pentágono.
El pueblo, mientras tanto, lucha por la liberación de su patria y, a la larga, habrá de
vencer, porque, considera Perón, el pueblo permanece, mientras las tiranías pasan (34).
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discurso que, desde 1810, los países de Latinoamérica han hecho distintos intentos para
integrarse, casi siempre frustrados por los gobiernos centralistas que ambicionaban
monopolizar el poder, como hizo Buenos Aires e, insiste, “...el año 2000 nos va a
sorprender o unidos o dominados...” (83). Dice que esa integración tiene que comenzar
por los países, luego abarcar el continente, y luego todo el mundo (85). En aquel
momento la unión no se concretó, pero Perón es optimista de que se logrará en el futuro,
pasando por encima de la Alianza para el Progreso, digitada por Estados Unidos en
beneficio propio. Estados Unidos busca formar un bloque continental para imponer su
dominación política y económica, fingiendo una confraternidad inexistente. Cuando da
“ayuda económica”, presta a altos intereses sus capitales sobrantes, mientras los países
pobres quedan cada vez más hipotecados.
Perón hace una revisión de las alianzas entre Estados Unidos y Latinoamérica,
desde la reunión del Primer Congreso Panamericano en 1889, hasta la conferencia de la
OEA de 1967, y demuestra que todas estas alianzas persiguieron el mismo fin: establecer
la dominación yanqui, impidiendo el desarrollo de asociaciones lideradas por
Latinoamérica en beneficio de la liberación y desarrollo autónomo de sus pueblos (94-6).
Las Fuerzas Armadas latinoamericanas han estado entre los mejores aliados con los que
ha contado el Imperio. Estados Unidos ha dejado en pie la posibilidad de una
intervención armada cuando lo considere necesario, ignorando el derecho de los países a
mantener su soberanía (100). Dada esta situación, el Justicialismo siempre vio como una
prioridad alcanzar la integración de Latinoamérica, liderada por latinoamericanos, y
buscó avanzar hacia nuevas estructuras de integración continental, a partir de su ideología
socialista nacional y cristiana, privilegiando primero la patria, después el continente y por
último el mundo.
Perón reconoce que la idea de una comunidad hispanoamericana nace con los
movimientos de independencia en Hispanoamérica, por inspiración de Bolívar. Esta
comunidad debemos lograrla algún día, para mejorar el nivel de vida de los pueblos,
evitar divisiones, ayudar al progreso técnico y económico y crear las bases de los Estados
Unidos de Sudamérica (103-6). Norteamérica, al ver este deseo de integración continental
autónoma, creó, con la intención de abortar esa posibilidad, su propia Asociación
Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), supuestamente con el fin de promover el
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comercio sin barreras aduaneras entre los países del área latinoamericana. Perón
considera necesaria la creación del Mercado Común Latinoamericano (106). Los países
involucrados deben empezar por formar comisiones para resolver todas las diferencias
económicas regionales.
La lucha por la libertad e independencia económica es necesaria para no ser
víctimas de la explotación, porque... “los pueblos que no quieren luchar por su libertad,
merecen la esclavitud” (111). Los empréstitos norteamericanos no han hecho más que
arruinar a los pueblos que los han recibido, por eso su gobierno no tomó ningún
empréstito. El gran problema de estos países es lo elevado de su deuda externa, que los
descapitaliza y los somete. Los condena a un ciclo nocivo, que tiene que pagar el pueblo.
Este ve el descenso constante de su nivel de vida, mientras el esfuerzo de su trabajo va a
incrementar las arcas de los bancos norteamericanos. Cuando Estados Unidos comprobó
el bienestar que su gobierno justicialista estaba trayendo al pueblo, al construir gran
cantidad de obras públicas y aumentar su nivel de vida, comenzaron a tildarlo de
“dictador” y a conspirar contra él, a pesar que las elecciones que lo llevaron al poder
fueron de las más limpias de la historia del país y siempre respetó la Constitución
Nacional (114). Es que Estados Unidos no acepta nada que no sea la entrega del
patrimonio nacional y la sumisión incondicional de los gobiernos a sus propios fines.
El problema político argentino no es meramente interno, porque en el mundo
actual la política interna ya casi no existe, dado el empequeñecimiento del planeta,
gracias al desarrollo de las comunicaciones y a la labor de los imperialismos que, con sus
bloques, han internacionalizado la política (116). También se ha internacionalizado la
resistencia contra los imperialismos, al formarse el bloque de países del Tercer Mundo
que busca su liberación. El pueblo argentino lucha “contra las fuerzas reaccionarias
interiores apoyadas por los imperialismos foráneos” (117). Después del 55 los gobiernos
sólo han tomado medidas para defender intereses sectoriales, alterando la paz social. Dice
que en el país falta “paz, confianza y trabajo”, sin lo cual resulta imposible gobernar
(118). El pueblo sabe en esos momentos, 1968, que el gobierno militar es incapaz de
resolver sus problemas y encontrar una solución política justa. Los argentinos sufren una
gran crisis moral, provocada desde el poder. Perón insiste, con idealismo, de que sólo la
clase trabajadora puede salvar a la comunidad argentina de esa crisis, que afecta el alma
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Argentina tuvo una tradición de gobiernos militares fuertes prácticamente desde el inicio mismo de sus
luchas por su independencia de España. La alianza entre la clase militar y la oligarquía terrateniente recorre
la historia argentina. Perón consideró que la oligarquía era enemiga de los intereses populares y estaba
alejada del espíritu del pueblo. Sólo las masas de trabajadores pobres poseían en esos momentos un sentido
patriótico, el pueblo pobre era el heredero de los valores más altos de la nacionalidad.
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durante tres años. La Revolución fue el resultado de una larga planificación y trabajo de
concepción grupal (161). El joven Movimiento pudo superar la crisis del 17 de octubre de
1945, donde se vio el desarrollo que había alcanzado la tendencia popular que él lideraba.
Su fracción pidió elecciones para tomar las riendas del poder dentro de los límites
impuestos por la Constitución Nacional. Con el triunfo en las elecciones de 1946, el
Movimiento recibió el mandato popular para introducir e institucionalizar los cambios
que se habían propuesto.
La sinarquía internacional, aliada a la oligarquía demoliberal argentina, derrocó su
gobierno, y en esa contrarrevolución se alinearon los grupos nacionalistas clericales,
junto a los gorilas, la pequeña burguesía industrial, los agroexportadores, los monopolios
foráneos, formando un grupo heterogéneo, que contó con el aval del Fondo Monetario
Internacional (162). La juventud argentina tiene que luchar contra este grupo, unirse y
formar un gran Movimiento nacional para “restituir al pueblo su soberanía perdida desde
1955” (165). Deben buscar la integración histórica con los otros países que tratan de
liberarse del imperialismo y sus agentes vernáculos.
La Argentina debe unirse al Tercer Mundo que lucha por su liberación. Sólo la
Comunidad Económica Latinoamericana y el Mercado Común Latinoamericano pueden
superar las crisis que agobian a nuestros países. La integración tiene que ser obra propia,
sin intervenciones extrañas de ninguna clase, para crear “las condiciones más favorables
para la utilización del progreso técnico y la expansión económica”, evitando divisiones
artificiosas entre los países y sentando las bases para los futuros Estados Unidos
Latinoamericanos (166). Los argentinos necesitan conformar un gran movimiento
nacional para enfrentar a la dictadura militar. La conducción será la garantía del éxito,
seguida por una masa bien encuadrada. Hace falta planificar la lucha, prepararla, para
salvar a la patria (168).
Perón escribe este libro en un momento clave de la resistencia peronista, y cuando
la situación política internacional favorecía las luchas revolucionarias de la juventud. A
partir de 1968 el gobierno militar entra en crisis. Años más tarde tiene que dar elecciones.
En esas elecciones se verán forzados a levantar la proscripción del Peronismo,
permitiendo que participe en la campaña electoral, primero “sin Perón” y, cuando el
Justicialismo gana las elecciones en marzo de1973 con casi el cincuenta por ciento de los
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votos, el electo presidente Cámpora llama a una segunda elección, esta vez con Perón,
quien triunfa por amplia mayoría con el sesenta y uno por ciento de los votos. El anciano
líder ocupa por tercera vez la Presidencia de la nación en 1973, y muere pocos meses
después, en julio de 1974, en el ejercicio del poder (Sidicaro 112-3). Perón triunfó contra
la oposición que le había arrebatado la Presidencia inconstitucionalmente dieciocho años
antes. Sin haber derramado sangre argentina en una guerra civil, logró, desde el exilio,
gracias a sus extraordinarias cualidades políticas, hacer triunfar su Movimiento, liderando
la vida política nacional.6
A través de su argumentación ágil, Perón busca en su libro embanderar a los
militantes tras sus ideas, demostrando su vigencia intelectual como líder, a pesar de su
edad avanzada.7 Hombre de acción y político, Perón escribe para “hacer”: es el epítome
del hombre que aspira a transformar el mundo. 8 El libro nos permite comprender los
aspectos fundamentales de su doctrina:
- su profundo mensaje de unión: el Justicialismo no es un partido político tradicional, que
busca competir con otros partidos; es un Movimiento nacional de unión de todas las
tendencias políticas en un solo organismo. La unión empieza en la nación, pero aspira a
extenderse al continente primero, y al mundo después.
- la base política del Justicialismo son los trabajadores: el trabajo es el núcleo espiritual
de la nación.
- la justicia social: su ideal es vivir en una comunidad socialmente justa, evitando la
competencia destructiva y fomentando la solidaridad.
6 A partir del 68 las rebeliones juveniles dieron lugar a la formación de diversos focos guerrilleros, aún
dentro del peronismo mismo, agregando un matiz trágico a las luchas políticas argentinas (Page 414-8).
7
La hora de los pueblos es el último libro de ensayo publicado por Perón antes de su importante
testamento político, Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, dado a conocer póstumamente, pero
anticipado en su discurso al Congreso del 1º de mayo de 1974, poco antes de su muerte (22).
8
La hora de los pueblos, 1968, forma parte de esa serie de obras políticas, escritas por periodistas,
políticos, profesores, militares, desde el momento de la emancipación hasta nuestros días, que
denominamos “ensayo de interpretación nacional”, entre las que se destacan los discursos de Bolívar, el
Facundo de Sarmiento, “Nuestra América” de Martí, Ariel de Rodó, La nación latinoamericana de Ugarte
y Las venas abiertas de América Latina de Galeano.
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argentina. Este libro de ensayos de Perón enriquece nuestro patrimonio intelectual y debe
ser reconocido como una obra clave en la definición de nuestra identidad como nación.
Obras citadas
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