Filosofia Moderna

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FILOSOFIA MODERNA

La filosofía moderna es un período en la historia de la filosofía que se extiende desde el


Renacimiento, aproximadamente en el siglo XV, hasta los siglos XVIII o XIX,
dependiendo de la región y la escuela de pensamiento.
Se define como la intención de llegar a los mismos términos de implicación
intelectual para resolver problemas que surgen por la revolución científica. Abarca
a grandes pensadores desde la época del Renacimiento, desde el siglo XIV hasta
alrededor del año 1800.
La filosofía moderna nace como un quiebre del pensamiento establecido en la Edad
Media con la aparición de los humanistas y de los movimientos renacentistas. Es un
período caracterizado por una serie de cambios significativos en la filosofía, la ciencia y
la cultura occidental en general.
Algunos de los rasgos que caracterizan la filosofía moderna son:
 Se enfoca en la razón como una fuente principal de conocimiento. La razón es
fundamental para llegar a verdades universales.
 El conocimiento se deriva de la experiencia y la observación.
 Existe un mayor interés en el individuo y la condición humana. Esto se reflejó
en la literatura, el arte y la filosofía, con un enfoque en temas como la libertad,
la autonomía y los derechos individuales.
 La Revolución Científica, con figuras como Galileo Galilei e Isaac Newton,
cambió la comprensión del mundo y tuvo un profundo impacto en la filosofía,
promoviendo un enfoque más científico y experimental.
 Este período, de gran avance intelectual y filosófico, promovió la razón, la
lógica y la ciencia como medios para mejorar la sociedad y liberar a la
humanidad de la superstición y la opresión.
 Discusiones sobre la naturaleza de los derechos humanos, el contrato social y la
justicia, dieron lugar a la formación de las ideas políticas modernas.
 Se realiza una crítica más profunda de las instituciones religiosas y existe mayor
diversidad de opiniones religiosas y espirituales. Esto se vio reflejado en la
separación de la Iglesia y el Estado en algunas naciones.
 Se da un mayor individualismo, un enfoque en la subjetividad y la interioridad
del individuo.
 Se produjeron cambios profundos en la manera en que se abordaban preguntas
fundamentales sobre la realidad, el conocimiento y la existencia.
FILOSOFÍA ROMANTICA
El Romanticismo surgió en Alemania entre 1770 y 1790, entre los literatos y filósofos
alemanes, como reacción al neoclasicismo, al excesivo valor atribuido por la ilustración
al intelecto, la razón y el refinamiento de la civilización y que preparó el camino al
romanticismo en su país y en Europa. Proclamó la libertad del genio creador y se rebeló
contra la rigidez de la ilustración.
Estimulado por las ideas del filósofo francés Jean-Jacques Rousseau, y bajo la
influencia directa de Johann Gottfried von Herder, algunos jóvenes escritores alemanes
comenzaron a preocuparse ante todo por la emoción subjetiva y la espontaneidad del
acto creativo. El drama de Friedrich Maximilian Klinger titulado Sturm und Drang
(“Tempestad y empuje" o también traducido como "Tormenta e ímpetu”) acabó dándole
nombre el Romanticismo alemán, al que dieron su aportación filósofos como Hegel,
escritores y poetas como Schiller, Novali, Tick y Goethe, músicos como Beethoven y
Wagner, y pintores como Füssli y Friedrich.
Los elementos del Sturm und Drang se aprecian en las obras de Johann Wolfgang von
Goethe, especialmente en el drama Götz von Berlichingen (1773), basado en la vida real
del caballero homónimo de la reforma modelo de rebeldía libertaria, y en la novela Die
Leiden des jungen Werthers (Las tribulaciones del joven Werther, 1774), así como en
las obras de Friedrich von Schiller, Die Räuber (Los bandidos,1781). Este movimiento
fue el preludio del romanticismo.
Contraponiendo el sentimiento a la razón, el Romanticismo alemán reivindicaba la
libertad poética del artista y celebraba el genio creativo del mismo. La naturaleza, vista
como un conjunto de fuerzas espirituales a las que abandonarse en busca de lo sublime,
se convirtió en protagonista de la época romántica y en una continua fuente de
emociones. Al cosmopolitismo de la época iluminista se contraponía un sentimiento de
fuerte nacionalismo, que cobró gran importancia en el proceso de unificación de
Alemania.
Las ideas del Sturm und Drang se dieron a conocer en Europa a través de la escritora
francesa Germaine Necker, baronesa de Staël-Holstein, más conocida como Madame de
Staël. Sus ensayos De la littérature considérée dans ses rapports avec les constitutions
sociales (1800) y, sobre todo, De Allemagne (1810), divulgaron los principales temas
del Romanticismo alemán.
En la disertación Sobre la utilidad de las traducciones, publicada por la Biblioteca
Italiana (1816), Madame de Staël invitó también a los intelectuales italianos a salir del
clasicismo académico para abrazar las ideas de los filósofos, escritores y artistas del otro
lado de los Alpes.
El Sturm und Drang y los tres períodos del romanticismo alemán
El romanticismo apareció por primera vez en Alemania como un fermento cultural, un
tipo de sensibilidad característico de la época, encarnado por los dos grandes poetas y
filósofos Johann Herder y Goethe. Entre las décadas de 1770 y 1780, el Sturm und
Drang («Tormenta e impulso»), que inicialmente designa el título de un drama de
Friedrich Maximilian Klinger, es la expresión más radical de esto.9 Se trata de un
movimiento literario precursor de la gran carrera romántica que comenzará unos veinte
años después. El arte se entiende allí como un lenguaje y se requiere que todo arte sea
poético, es decir que plantee un significado simbólico. Este movimiento estaba asociado
a una actitud de exaltación de la libertad y la espontaneidad, así como de rebelión contra
la autoridad, las convenciones sociales y los imperativos morales. Sin embargo, solo
llegó a un número limitado de individuos, siendo los más representativos escritores al
margen de la sociedad alemana, como los dramaturgos Jakob Lenz y Heinrich Leopold
Wagner, o el poeta Friedrich Gottlieb Klopstock. El filósofo y teólogo místico Johann
Georg Hamann, cuya influencia en el pensamiento alemán, aunque clandestina, será
decisiva, es a veces considerado el profeta de este movimiento, pero parece que nunca
participó directamente en él. Tras la oleada prerromántica de Sturm und Drang, la
influencia del movimiento encarnado por Herder, Goethe y Schiller siguió
extendiéndose hasta finales del siglo xviii. Goethe y Schiller, que habían acompañado al
Sturm und Drang sin ser realmente parte de él, formaron rápidamente una nueva
escuela, crítica con este primer movimiento. Fue durante la década de 1790 cuando
nació esta escuela filosófica. Por lo tanto, se tiende a distinguir tres períodos dentro del
romanticismo filosófico alemán propiamente dicho:
El primer período: entre 1797 y 1802, el más corto pero el más innovador, es el del
«romanticismo temprano» ( Frühromantik ), también llamado «Romanticismo de Jena»
porque se constituye esencialmente dentro de la Universidad de Jena. Reúne a los
hermanos Schlegel y a los editores de la revista Athenäum, incluidos Caroline
Michaëlis, esposa de Auguste Schlegel, Dorothea Veit, Ludwig y Amalie Tieck,
Novalis y Schelling.
El segundo período, entre 1803 y 1815, se denomina comúnmente «Romanticismo de
Heidelberg», y tiene como principales representantes al novelista Achim von Arnim, al
poeta Clemens Brentano así como a su hermana, Bettina Brentano, al publicista Joseph
Görres, al mitólogo y helenista Georg Friedrich Creuzer, a los hermanos Grimm, al
jurista y teórico del derecho Friedrich Carl von Savigny, y a la poetisa Karoline von
Günderode. Este movimiento, contemporáneo de la dominación napoleónica y luego de
su derrota, se caracteriza con frecuencia por fuertes demandas nacionales de carácter
literario, filosófico, legal, político y religioso. Contribuye a restaurar los cuentos y
leyendas alemanes dándoles un significado político y de civilización.
El tercer período, entre 1815 (derrota de Napoleón) y la década de 1830, conocido
como el «romanticismo tardío» es el del compromiso romántico con la política, la
mayoría de las veces nacionalista y en oposición a los movimientos progresistas. Es
también el de los desarrollos en la filosofía de la naturaleza y la psicología romántica.

TEMAS ROMÁNTICOS
Egocentrismo:
El alma del hombre es su enemigo interior, identificable con una obsesión incurable por
lo imposible, que priva del goce de la vida al individuo y hace que ésta le sea adversa.
El alma romántica no es dada desde fuera al individuo, sino que éste la crea cuando
tiene conciencia de sus sentimientos. Convierte al individuo en singular y universal, de
modo que el Universo sólo es posible concebirlo partiendo del conocimiento de sí
mismo, pues el hombre es la imagen del Macrocosmos.
El egocentrismo en gran parte remite a Fichte: el Yo es la única realidad existente, pues
"no hay más objetos que aquellos de los cuales tiene conciencia. Tú mismo eres tu
propio objeto". Por tanto sólo el Yo es real, es el Absoluto, y la poesía permite hacer
sensible y comunicativa esta experiencia en tanto que es representación del alma y
representación del mundo interior en su totalidad. El poeta es alma y Universo.
Este egocentrismo romántico tiene sus raíces en la filosofía kantiana y en el idealismo
trascendental. Kant llevó el centro de gravedad de la filosofía hacia el interior del propio
hombre y valoró el sentimiento para el acto del conocer. Y Schelling, con su filosofía de
la Naturaleza dio salida a la circularidad destructora de Fichte, pues el mundo entero se
le acababa convirtiendo en un espejo que eternamente le presentaba al yo su propia
soledad.
Schelling liberaba al hombre de encontrarse a sí mismo y sólo a sí mismo en todas
partes. Admite la existencia de un mundo exterior opuesto al mundo interior (Yo). La
intuición realiza la síntesis entre el Uno ("yo") y el Todo (La Naturaleza). Él Yo, el Uno
se acerca a ese mundo externo para dialogar con él, coexistir con él y reconciliarse con
él. El sistema de Schelling contiene, pues, en una suerte de panteísmo, la proyección del
hombre en el infinito. El sujeto cree en una visión de algo que está más allá de la cosa,
que puede percibir gracias a una intuición esencial en un ámbito de libertad.
La Libertad:
El reino de la libertad absoluta es el ideal romántico, el principio de toda ética
romántica: libertad formal en el arte, entendida como necesidad del individuo para
explorarse y explorar el mundo exterior, y para lograr la comunicación del Uno con el
Todo, en una marcha progresiva hacia la infinitud.
El romántico se concibe como un ser libre, el cual se manifiesta como un querer ser y un
buscador de la verdad. No puede aceptar leyes ni sumisión a ninguna autoridad. Muchos
románticos heredaron la crisis de la conciencia europea que la Ilustración provocó al
cuestionar, en nombre de la razón, los dogmas religiosos.
La libertad, como el infinito, es más una aspiración que una realidad. A través de ella
cree el romántico poder superar los límites del Yo y reconciliar sujeto con objeto.
El amor y la muerte:
El romántico asocia amor y muerte, como ocurre en el Werther de Goethe. El amor
atrae al romántico como vía de conocimiento, como sentimiento puro, fe en la vida y
cima del arte y la belleza. Pero el amor acrecienta su sed de infinito. En el objeto del
amor proyecta una dimensión más de esta fusión del Uno y el Todo, que es su principal
objetivo. Pero no alcanzará la armonía en el amor.
El romántico ama el amor por el amor mismo, y éste le precipita a la muerte y se la hace
desear, descubriendo en ella un principio de vida, y la posibilidad de convertir la muerte
en vida: la muerte de amor es vida, y la vida sin amor es muerte.
En el amor romántico hay una aceptación de la autodestrucción, de la tragedia, porque
en el amor se deposita la esperanza en un renacer, en la armonía del Uno y el Todo. En
el amor se encarna toda la rebeldía romántica: "Todas las pasiones terminan en tragedia,
todo lo que es limitado termina muriendo, toda poesía tiene algo de trágico" (Novalis).
En la muerte, el alma romántica encuentra la liberación de la finitud.
La religión de los románticos:
Las posturas románticas acerca de la religión son variadas. No obstante, en general la
creencia no la fundan los románticos en ninguna norma establecida, en ninguna moral
instituida, sino en un sentimiento interior y en una intuición esencial de lo divino que
conduce a una unión mística con Dios.
Lo que hay de esencialmente nuevo en la religión de los románticos, sobre todo en
Alemania, es este sentimiento interior. El intercambio o comunicación entre el
individuo y el universo denota una vida superior, y la primera condición de la vida
moral. La conciencia de pertenecer a un todo, de formar parte de él desde la propia
individualidad, conlleva una responsabilidad moral.
Para todos los románticos no existe Dios fuera del mundo y del hombre, y debemos
actuar motivados por el entusiasmo y el amor ("sintiéndose lleno de Dios", F. Schlegel),
una comunicación directa entre el hombre y la Naturaleza, el hombre y Dios, el Uno y el
Todo.
Nacionalismo romántico y Literatura
La reivindicación del espíritu nacional (Volkgeist), la manifestación de ese espíritu en
las creaciones del pueblo y en los grandes poetas y la oposición al clasicismo francés
favoreció el cultivo de literaturas nacionales modernas o románticas.
El Romanticismo en literatura significa libertad, en la elección de la forma y en la
elección del contenido. Se trata de una literatura revolucionaria por cuanto supone la
liquidación de la norma clásica y la enemiga de los neoclasicistas. En Francia se dio la
más cruenta batalla entre clásicos y románticos.
Si bien la poesía vio la aparición de nuevas formas como el lied alemán, la balada o el
poema dramático, es en el teatro donde se producen los mayores cambios respecto a la
normativa neoclasicista. El drama nuevo exige una libertad que sólo se había alcanzado
en la obra de Shakespeare, y en casi todos los países europeos es producto entre otros
factores de un desarrollo del espíritu nacional y nacionalista que propugna la necesidad
de suprimir la influencia extranjera y la importación del programa clásico procedente de
Francia, y de crear una literatura nacional. De ahí que los temas históricos y nacionales
desempeñen en este nuevo drama un papel de suma importancia, en la medida que se
reivindica la propia identidad.
Frente a las unidades que los clásicos defendían como necesarias para componer un
drama, los románticos consideran que cada tema impone reglas particulares. Es decir
que la forma debe ser orgánica y no mecánica. Los temas los prefieren históricos y que
expresen los derechos de los oprimidos. Shakespeare, Lope de Vega, Calderón o
Schiller pasan a ser los modelos invocados.
La nueva novela se convierte en un medio de describir sensaciones y pasiones, y se crea
la novela histórica, cuyo maestro fue Walter Scott. El protagonista frecuentemente es el
doble del autor, el cual penetra en su interior y describe sus sentimientos, al igual que
recrea lo maravilloso, lo exótico o la aventura. Werther, de Goethe, fue para los
románticos el modelo bajo la forma una novela-diario que penetra en la interioridad del
personaje, comunica sus sentimientos, y los hace universales.

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