12 Cuentos Cortos para Adultos

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 17

12 cuentos cortos para adultos,

con explicaciones
Una serie de cuentos cortos para adultos que
nos hacen reflexionar sobre temas
universales.

Oscar Castillero Mimenza


26 abril, 2019 - 12:44
Comparte

Historias cortas para personas en edad adulta.Unsplash.

Probablemente la mayor parte de quienes leen estas líneas recuerdan los


cuentos que sus padres, hermanos, tíos, profesores, amigos o tutores
legales les contaban en su infancia.

Entre ellos, algunos clásicos son el de “Los Tres cerditos”, “Hansel y Gretel”
o ”Caperucita Roja”, por ejemplo. Pero aunque generalmente asociados el
género de los cuentos con la infancia, podemos encontrar también una
gran variedad de ellos que resultan más apropiados y/o comprensibles
para adolescentes, jóvenes e incluso adultos.

A modo de muestra, a lo largo de este artículo vamos a ver una selección


de cuentos cortos para adultos (o jóvenes a punto de entrar en la
adultez), que tratan temáticas como el amor, la necesidad de tener en
cuenta las perspectivas ajenas o la naturaleza humana.
 Artículo relacionado: "Las 10 mejores leyendas cortas (para niños

y adultos)"

Una selección de cuentos para adultos


Los que veremos en las siguientes líneas son cuentos especialmente
comprensibles y relevantes para personas en la adultez.

Evidentemente cualquier adulto podría leer y extraer aprendizajes de


muchos cuentos aparentemente infantiles, pero los que aquí disponemos
pueden requerir de una capacidad de reflexión mayor de la que
generalmente tendría un infante (dado los matices que pueden extraerse
de cada uno de ellos pueden hacerlos algo más difíciles de comprender
para un niño).

Parte de ellos están extraídos del folklore popular y la tradición de


diferentes culturas (en este caso, en su mayoría orientales), mientras que
otras son elaboraciones de autores conocidos.

1. La mariposa blanca
"Había una vez en Japón un anciano cuyo nombre era el de Takahama, y
que vivía desde su juventud en una pequeña casa que él mismo había
construido junto a un cementerio, en lo alto de una colina. Era un
hombre amado y respetado por su amabilidad y generosidad, pero los
lugareños a menudo se preguntaban porqué vivía en soledad al lado del
cementerio y por qué nunca se había casado.

Un día el anciano enfermó de gravedad, estando cercana ya su muerte, y su


cuñada y su sobrino fueron a cuidarle en sus últimos momentos y le
aseguraron que estarían junto a él todo lo que necesitara. Especialmente
su sobrino, quien no se separaba del anciano.
Un día, en que la ventana de la habitación estaba abierta, se coló una
pequeña mariposa blanca en el interior. El joven intentó espantarla en
varias ocasiones, pero la mariposa siempre volvía al interior, y finalmente,
cansado, la dejó revolotear al lado del anciano.

Tras largo rato, la mariposa abandonó la habitación y el joven, curioso por


su comportamiento y maravillado por su belleza, la siguió. El pequeño ser
voló hasta el cementerio que existía al lado de la casa y se dirigió a una
tumba, alrededor de la cual revolotearía hasta desaparecer. Aunque la
tumba era muy antigua, estaba limpia y cuidada, rodeada de flores blancas
frescas. Tras la desaparición de la mariposa, el joven sobrino volvió a la
casa con su tío, para descubrir que este había muerto.

El joven corrió a contarle a su madre lo sucedido, incluyendo el extraño


comportamiento de la mariposa, ante lo que la mujer sonrió y le contó al
joven el motivo por el que el anciano Takahana había pasado su vida allí.

En su juventud, Takahana conoció y se enamoró de una joven llamada


Akiko, con la cual iba a casarse. Sin embargo, pocos días antes del enlace
la joven falleció. Ello sumió a Takahama en la tristeza, de la que conseguiría
recuperarse. Pero sin embargo decidió que nunca se casaría, y fue entonces
cuando construyó la casa al lado del cementerio con el fin de poder visitar y
cuidar todos los días la tumba de su amada.

El joven reflexionó y entendió quién era la mariposa, y que ahora su tío


Takahama se había reunido al fin con su amada Akiko".

Un hermoso cuento de origen japonés que nos habla sobre el amor,


concretamente de un amor capaz de trascender el tiempo e incluso la
muerte. Un amor eterno.

2. Los seis sabios ciegos y el elefante


"En una ocasión había seis ancianos sabios que no gozaban del don de la
vista, siendo ciegos y empleando el sentido del tacto para experimentar y
conocer las diferentes realidades, seres y objetos del mundo. Ninguno de
estos sabios había visto jamás un elefante, y tras conocer que su rey
disponía de uno le solicitaron con humildad poder conocerlo. El monarca
decidió concederles su petición y los llevó ante el paquidermo,
permitiendo que los ancianos se acercaran y lo tocaran.

Los sabios se aproximaron al animal y, uno por uno, tocaron al elefante con
el fin de saber cómo era dicho ser.

El primero le tocó un colmillo, y consideró que el elefante era liso y agudo


cual lanza. El segundo sabio se aproximó y tocó la cola del elefante,
respondiendo que en realidad era más bien como una cuerda. El tercero
entraría en contacto con la trompa, refiriendo que el animal se parecía más
a una serpiente. El cuarto indicaría que los demás debían estar errando, ya
que tras tocar la rodilla del elefante llegó a la conclusión de que se trataba
de algo semejante a un árbol. El quinto lo desmintió al tocar la oreja del
ser, valorando que se parecía a un abanico. Por último el sexto sabio llegó a
la conclusión de que en realidad el elefante era como una fuerte pared
rugosa, al haber tocar su lomo.
Tras haber llegado a distintas conclusiones, los sabios empezaron a
discutir respecto a quién poseía la verdad. Dado que todos defendían sus
posiciones con ahínco, recurrieron a la ayuda de un séptimo sabio el cual
podía ver. Este les hizo ver que en realidad todos ellos tenían parte de la
razón, dado que habían estado describiendo una única parte del conjunto
del animal, a la vez que aún sin equivocarse ninguno de ellos había podido
conocerlo en su totalidad".

Un cuento clásico procedente de la India; esta historia nos habla de la


necesidad de tener en cuenta que nuestro punto de vista no es el único que
existe sobre la realidad: debemos valorar que las opiniones, creencias o
conocimientos de otras personas pueden ser tan válidas y verdaderas
como las nuestras, sin necesidad de que ninguno de los dos esté
equivocado.

 Quizás te interese: "Las 10 leyendas japonesas más interesantes"

3. El ciervo escondido
"Había una vez un leñador de Cheng que encontró un ciervo en un campo,
al cual mató y posteriormente enterró con hojas y ramas para evitar que
otros descubrieran la pieza. Pero al poco tiempo, el leñador se olvidó del
lugar donde había ocultado el animal y llegó a creer que en realidad todo
el asunto había sido un sueño.

Poco después empezaría a contar su supuesto sueño, a lo que uno de los


que lo escuchó reaccionó intentando buscar el ciervo. Tras encontrarlo, se
lo llevó a su casa y le comentó a su mujer la situación, la cual le indicó que
tal vez sería él quien había soñado la conversación con el leñador, pese a
que al haber encontrado el animal el sueño sería real. A esto, su esposo
contestó que independientemente de si el sueño fuera suyo o del leñador,
no había necesidad de saberlo.

Pero esa misma noche el leñador que cazó al animal soñó (este vez de
verdad) con el lugar donde había escondido el cadáver y con la persona
que lo había encontrado. Por la mañana fue a casa del descubridor del
cuerpo del animal, tras lo que ambos hombres discutieron respecto a
quién pertenecía la pieza. Esta discusión se intentaría zanjar con la ayuda
de un juez, el cual repuso que por un lado el leñador había matado a un
ciervo en lo que creía un sueño y posteriormente consideró que su segundo
sueño era una verdad, mientras que el otro encontró dicho ciervo aunque
su esposa consideraba que era él quien soñó haberlo encontrado en base a
la historia del primero.

La conclusión era que realmente nadie había matado al animal, y se dictó


que el caso se resolviera mediante la repartición del animal entre los dos
hombres. Posteriormente, esta historia llegaría al rey de Cheng, quien
terminaría por preguntarse si realmente no sería el juez quien había
soñado haber repartido al ciervo".

El cuento de “El ciervo escondido” es un cuento popular chino que nos


narra una historia basada en la diferenciación entre sueño y realidad y
lo difícil que en ocasiones puede ser realizarla. Es uno de los cuentos cortos
para adultos que nos habla sobre la posibilidad de que podamos vivir en
varios planos de existencia.

4. El fantasma provechoso (Daniel Defoe)


"Había una vez un caballero que poseía una casa muy muy vieja, construida
aprovechando los restos de un antiguo monasterio. El caballero decidió
que quería derruirla, pero sin embargo consideraba dicha tarea implicaría
demasiado esfuerzo y dinero, y empezó a pensar en alguna manera de
lograr hacerlo sin que le supusiera a él ningún costo.

El hombre decidió entonces crear y empezar a difundir el rumor de que la


casa estaba encantada y habitada por un fantasma. Elaboró también
con sábanas un traje o disfraz blanco, junto a un artefacto explosivo que
generara una llamarada y dejara tras de sí olor a azufre. Tras contar el
rumor a varias personas, entre ellas algunos incrédulos, les convenció de
que acudieran a su casa. Allí activó el ingenio, provocando que los vecinos
se asustaran y creyeren que el rumor era cierto. Poco a poco más y más
gente iría viendo a dicho ente espectral, y el rumor fue creciendo y
extendiéndose entre los lugareños.

Tras ello, el caballero extendió también el rumor de que el motivo de que el


fantasma estuviera allí podría ser el hecho de que hubiese en la casa un
tesoro escondido, así que en poco tiempo empezó a excavar para
encontrarlo. A pesar de que no lo hacía, los vecinos empezaron también a
creer que sí podía haber algún tesoro en el lugar. Y un día, algunos vecinos
le preguntaron si podían ayudarle a excavar, a cambio de que pudieran
coger el tesoro.

El propietario de la casa respondió que no sería justo que le tirasen la casa


abajo y se llevaran el tesoro, pero magnánimamente les ofreció que si
excavaban y retiraban los escombros que su acción generase y en el
proceso encontraban el tesoro, él aceptaría que se llevaran la mitad. Los
vecinos aceptaron y se pusieron a trabajar.

Al poco tiempo el fantasma desapareció, pero de cara a motivarles el


caballero dispuso veintisiete monedas de oro en un agujero de la chimenea
que después tapió. Cuando los vecinos lo encontraron, les ofreció
quedárselo todo siempre y cuando el resto que hallaran lo repartieran. Ello
motivó aún más a los vecinos, que ante la esperanza de encontrar más
fueron excavando hasta los cimientos. De hecho, sí encontraron algunos
objetos de valor del antiguo monasterio, algo que los espoleó aún más. Al
final, la casa fue derruida por entero y los escombros retirados, cumpliendo
el caballero con su deseo y empleando para ello apenas un poco de
ingenio".

Este cuento fue creado por el escritor de Robinson Crusoe, Daniel Defoe, y
nos narra una historia en que podemos ver el valor de la inteligencia y la
astucia, así como el hecho de que ser codiciosos nos puede llevar a ser
manipulados y utilizados sin que siquiera nos demos cuenta.

5. El sabio y el escorpión
"Había una vez un sabio monje que paseaba junto a su discípulo en las
orilla de un río. Durante su caminar, vio como un escorpión había caído al
agua y se estaba ahogando, y tomó la decisión de salvarlo sacándolo del
agua. Pero una vez en su mano, el animal le picó.

El dolor hizo que el monje soltara al escorpión, que volvió a caer al agua. El
sabio volvió a intentar sacarlo, pero de nuevo el animal le picó provocando
que le dejara caer. Ello ocurrió una tercera vez. El discípulo del monje,
preocupado, le preguntó por qué continuaba haciéndolo si el animal
siempre le picaba.

NEWSLETTER PYM
La pasión por la psicología también en tu
email
Únete a nuestra comunidad para recibir nuevos artículos y contenidos exclusivos

Suscríbete

Suscribiéndote aceptas la política de privacidad

El monje, sonriendo, le respondió que la naturaleza del escorpión es la de


picar, mientras que la de él no era otra que la de ayudar. Dicho esto el
monje tomó una hoja y, con su ayuda, consiguió sacar al escorpión del
agua y salvarlo sin sufrir su picadura".

Otro cuento procedente de la India, en esta ocasión nos explica que no


debemos luchar contra nuestra naturaleza por mucho que otros nos dañan.
Hay que tomar precauciones, pero no debemos dejar de ser quienes
somos ni actuar en contra de lo que somos.

6. El espejo chino
"Había una vez un campesino chino, el cual iba a ir a la ciudad a vender la
cosecha de arroz en la que él y su esposa habían estado trabajando. Su
mujer le pidió que, aprovechando el viaje, no se olvidase de traerle un
peine.

El hombre llegó a la ciudad y una vez allí vendió la cosecha. Tras hacerlo, se
encontró y reunió con varios compañeros y se pusieron a beber y a celebrar
lo conseguido. Después de ello, y aún un poco desorientado, el campesino
recordó que su esposa le había pedido que le trajera algo. Sin embargo no
recordaba el qué, con lo que acudió a una tienda y compró el producto
que más le llamó la atención. Se trataba de un espejo, con el cual regresó
a su hogar. Tras dárselo a su esposa, se marchó de nuevo a trabajar en el
campo.

La joven esposa se miró en el espejo, y repentinamente empezó a


llorar. La madre de esta le preguntó el por qué de tal reacción, a lo que su
hija le pasó el espejo y le respondió que la causa de sus lágrimas era que su
marido había traído consigo otra mujer, joven y hermosa. La madre de esta
miró también el espejo, y tras hacerlo le respondió a su hija que no tenía de
qué preocuparse, dado que se trataba de una vieja".

Un cuento de origen chino, de autor anónimo. Se trata de una narración


muy breve que tiene diferentes posibles interpretaciones, pero que
entre otras cosas nos habla de cómo nos vemos nosotros mismos
reflejados en el mundo, y la diferencia entre cómo nos creemos que somos
y cómo somos en realidad, a menudo subestimándonos o
sobrevalorándonos.

Para entender el cuento es necesario tener en consideración que ninguno


de los personajes se había visto jamás reflejado en un espejo, no sabiendo
qué es lo que ve realmente. Así, la esposa no es capaz de comprender que
la joven hermosa que ve es ella misma, mientras que la madre tampoco ve
que la anciana que ve es ella. También se observa que mientras la primera
se preocupa por qué considera que lo que ve en el reflejo es más hermoso
que ella misma, la segunda lo minusvalora críticamente, prácticamente
burlándose de su propia imagen.

7. El mundo (Eduardo Galeano)


"Un hombre del pueblo Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto
cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado desde arriba la vida
humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. -El mundo es eso-reveló-
un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz
propia entre todas las demás.

No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de
todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y
gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos
bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tanta pasión
que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende".

Más que un cuento corto, se trata de un microcuento creado por


Eduardo Galeano (uno de los más destacados escritores uruguayos y de
toda latinoamérica) y publicado en su libro “El libro de los abrazos”. Se
centra en la visión del mundo como un lugar maravilloso lleno de gentes
muy diferentes entre sí, pero que no dejan de ser personas. También nos
hace ver la relevancia de atreverse a vivir intensamente.

8. El elefante encadenado (Jorge Bucay)


"Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba
de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me
enteré, me llamaba la atención el elefante.

Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de su peso, tamaño y


fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes
de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una
cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en
el suelo. Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera
apenas enterrado unos centímetros en la tierra.

Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal
capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza podría, con
facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo
mantiene entonces? ¿Por qué no huye?

Cuanto tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los


grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre o a algún tío
por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se
escapa porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia... si
está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido
ninguna respuesta coherente.

Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo


recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho
la misma pregunta. Hace algunos años descubrí que por suerte para mí
alguien había sido lo bastante sabio para encontrar la respuesta: el
elefante del circo no escapa porque ha estado a unido a una estaca
parecida desde que era muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al
pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel
momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de
todo su esfuerzo, no pudo.

La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió
agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le
seguía… Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal
aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y
poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que no
puede. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia
que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a
cuestionar seriamente ese registro. Jamás… jamás… intentó poner a
prueba su fuerza otra vez…"

Uno de los cuentos más conocidos de Jorge Bucay; esta narración nos
cuenta como nuestros recuerdos y experiencias previas pueden darnos
conocimientos, pero también generar estancamientos y bloqueos que
nos impiden y que pueden sabotearnos aún cuando su causa original ya no
está presente. La narración nos empuja a seguir intentando ponernos a
prueba a pesar de que lo que hayamos vivido pueda habernos hecho creer
que no podemos hacerlo.

9. El paisajista
"Érase una vez un pintor de gran talento que fue enviado por el emperador
de China a una provincia lejana y recién conquistada, con la misión de traer
a su vuelta imágenes pintadas. Tras un largo viaje en el que visitó en
profundidad todos los territorios de la provincia, el pintor regresó, pero sin
embargo no portaba ninguna imagen. Ello generó sorpresa en el
emperador, quien terminó enfadándose con el pintor.

En ese momento, el artista solicitó que le dejaran un lienzo de pared. En él,


el pintor dibujó con gran detalle todo lo que había visto y recorrido en su
viaje, tras lo cual el emperador acudió a verlo. Entonces el pintor le explicó
cada uno de los rincones del gran paisaje que había dibujado y explorado
en sus viajes. Al acabar, el pintor se aproximó a un sendero que había
dibujado y que parecía perderse en el espacio. Poco a poco, el pintor se
adentró en el sendero, metiéndose en el dibujo y haciéndose cada vez más
pequeño hasta desaparecer tras una curva. Y cuando este desapareció, lo
hizo todo el paisaje, dejando el muro completamente desnudo".

Este cuento de origen chino es algo complejo de entender. Para ello


debemos ponernos en la posición del pintor y lo que hace a lo largo de la
historia: por un lado observa la realidad, pero por el otro, y como se ve al
final cuando se une a su obra, forma parte intrínseca de ella. Se trata de
una alegoría de que aunque podemos ser observadores de lo que
acontece en el mundo queramos o no somos parte de él: si algo ocurre
en esa realidad nos afecta a nosotros, ya que somos parte de ella, mientras
que lo que nos pase a nosotros no está alejado de la realidad.

10. Tú gobiernas tu mente, no tu mente a ti


"Érase una vez un estudiante de zen que se lamentaba de que no podía
meditar, ya que sus pensamientos se lo impedían. Este le dijo a su maestro
que sus pensamientos y las imágenes que generaba no le dejaban
meditar, y que aún cuando se iban unos instantes al poco volvían con
mayor fuerza, no dejándoles en paz. Su maestro le indicó que esto sólo
dependía de sí mismo, y que dejara de cavilar.

Pero el estudiante siguió indicando que los pensamientos le confundían y


no le dejaban meditar en paz, y que cada vez que procuraba concentrarse
le aparecían pensamientos y reflexiones de manera continuada, a menudo
poco útiles e irrelevantes.

A esto el maestro le propuso que cogiera una cuchara y la sostuviera en la


mano, mientras se sentaba e intentaba meditar. El alumno obedeció, hasta
que de pronto el maestro le indicó que dejara la cuchara. El alumno lo hizo,
dejándola caer al suelo. Miró a su maestro, confuso, y este le preguntó que
quién agarraba a quién, si él a la cuchara o la cuchara a él".

Este breve cuento parte de la filosofía zen y tiene origen en el budismo. En


él se nos hace reflexionar sobre nuestros propios pensamientos, y el
hecho de que debemos ser nosotros quienes tengamos el control sobre
ellos y no a la inversa.

11. El fuego y el Clarín (Jorge Bucay)


"Cuenta la leyenda que había un pueblo en el que se producían
incendios devastadores con gran frecuencia, que arrasaban con las casas
y los edificios de todo el mundo a cada poco tiempo.

Los habitantes del pueblo decidieron reunirse un buen día para poner fin a
la oleada de incendios que se producían cada vez con más frecuencia y
para ello pusieron en común una serie de propuestas aportadas por todos
los lugareños.
Enmedio de la reunión y entre todo el griterío que se había organizado, un
joven alzó la voz y explicó su propuesta:

-Me he dado cuenta de que cruzando el pueblo, al otro lado del bosque hay
un pueblo muy similar al nuestro que nunca tiene incendios como los que
tenemos nosotros. Propongo viajar hasta allí y averiguar cuál es su
secreto.

Al escuchar las sabias palabras del joven, todo el pueblo estuvo de acuerdo
en que esa era la mejor opción, así que le encomendaron la difícil misión de
viajar al otro pueblo y recabar información útil para solventar el problema
de los incendios.

Tras largas horas de viaje, el joven llegó finalmente al pueblo que se


encontraba al final del bosque, donde un grupo de lugareños le esperaba
amistosamente para explicar su secreto.

-No es que tengamos menos incendios que vosotros - le comentaron los


vecinos del nuevo pueblo- Simplemente nos preocupamos más de
apagarlos cuanto antes y con más rapidez que vosotros. -Y cómo hacéis
para apagarlos antes que nosotros? Preguntó el joven confuso. -Muy
sencillo, tenemos un clarín (una especie de corneta), que tocamos en
seguida que se produce un incendio para alertar al resto del pueblo.

Tras oír el gran secreto, el joven regresó rápidamente al pueblo para


contárselo a todo el mundo. Una vez allí compraron un clarín que
colocaron en el centro de la plaza del pueblo, sobre un atril.

De esta forma, tanto el joven como todos los habitantes del pueblo ya
estaban seguros de que sus problemas con los incendios se habrían
acabado, ya que haciendo uso del clarín se podía advertir rápidamente a
todo el mundo.

Sin embargo, en la realidad eso no fue lo que ocurrió, ya que en ese pueblo
nadie sabía tocar el clarín y los incendios siguieron sucediéndose y
arrasando todo sin que ningún habitante pudiera hacer nada".
La moraleja que nos cuenta esta historia es que a veces no sirve imitar a
alguien para solucionar nuestros mismos problemas, sino que debemos
contar con los conocimientos propios y herramientas que nos permitan
sacar nuestras propias soluciones adelante.

12. El hombre que contaba historias (Oscar Wilde)


Este relato nos sitúa en un pequeño pueblo enmedio del bosque y frente al
mar, donde vivía un hombre sabio que salía del pueblo cada mañana y
por la noche regresaba para contar fantásticas historias a los
lugareños que lo escuchaban atentamente.

Cuando volvía el hombre sabio le preguntaban insistentemente:

-Cuéntanos, ¿Qué has visto hoy?

A lo que él respondía con su voz suave y pausada:

-He visto a un fauno que tocaba una melodía hermosa con su flauta y con
ella obligaba a bailar en círculo a un grupo de silvanos.

-Y qué más has visto? Preguntaban insistentemente los aldeanos al hombre


sabio.

-He visto a 3 sirenas mientras me dirigía a la orilla del mar, todas ellas eran
criaturas hermosas que peinaban sus verdes cabellos con un peine de oro.

Estas historias fascinaban a todos y cada uno de los habitantes del pueblo,
desde niños hasta adultos e incluso a los viejos. Es por eso que todos los
vecinos del pueblo lo apreciaban por encima de cualquier otro habitante.

Una mañana el hombre que contaba historias salió de nuevo hacia el mar
y vio a tres sirenas en el filo de las olas, que peinaban sus largos cabellos
verdes con un peine de oro.

Asustado, el hombre se dirigió de nuevo hacia el bosque para regresar a


casa, y allí vio con sus propios ojos a un fauno que tañía delicadamente su
flauta y con sus sonidos hacía bailar a un grupo de silvanos que se
encontraban con él.

Cuando regresó al pueblo esa misma noche, todos los habitantes le


preguntaron, como de costumbre, qué es lo que había visto, a lo que él
contestó.

-No he visto nada".

Este relato corto de Oscar Wilde se uno de los más sorprendentes e


imaginativos del genio irlandés, y nos habla de las apariencias, de la
mentira y de cómo no siempre todo es lo que parece.

También podría gustarte