Artículos para Evaluar
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HUMANIDADES
LENGUAJE Y COMUNICACIÓN I
Coordinadora responsable:
2022-1
Este material de apoyo académico se reproduce para uso exclusivo de los alumnos de la
Universidad de Lima y en concordancia con lo dispuesto por la legislación sobre los derechos
de autor: Decreto Legislativo 822. Se recogen aquí los aportes de todo el equipo docente.
Claudia Maldonado es responsable de la compilación y edición de este material.
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INTRODUCCIÓN
La asignatura Lenguaje y Comunicación I tiene el propósito de promover la
comprensión lectora de textos académicos, la redacción de textos expositivos, la
expresión oral y la integración y participación del estudiante en la vida académica y en
su preparación profesional. Para ello incentiva una reflexión sobre el proceso
comunicativo, la naturaleza del lenguaje y la enseñanza de las estrategias gramaticales y
léxicas propias del registro formal, así como de las reglas ortográficas.
1. Comprensión lectora.
I.1. Reconocer la naturaleza de los textos académicos.
I.2. Identificar y comprender el tema y las ideas principales y secundarias de un
texto.
I.3. Reconocer el contenido explícito e implícito de un texto y la posición del
autor.
I.4. Analizar, sintetizar y evaluar críticamente la información contenida en los
textos académicos.
2. Expresión escrita.
2.1. Proporcionar al alumno estrategias para generar y organizar las ideas.
2.2. Redactar textos asegurando su unidad temática y coherencia.
2.3. Redactar textos expositivos en los que se evidencie el dominio de
estrategias discursivas (definición, enumeración, ejemplificación,
comparación y justificación).
2.4. Emplear mecanismos textuales de cohesión adecuados a la naturaleza de
cada estrategia discursiva.
2.5. Emplear un léxico académico dotado de propiedad, variedad y precisión.
2.6. Aplicar eficazmente la normativa gramatical y ortográfica propia del
registro formal.
3. Expresión oral.
3.1. Comunicar oralmente en forma clara y organizada un conjunto de ideas
acerca de un tema específico.
3
3.2. Articular adecuadamente los elementos lingüísticos y paralingüísticos de
una exposición oral en un contexto formal.
3.3. Comprender y producir discursos orales pertinentes, asumir una actitud
dialógica y respetar al interlocutor y a sus puntos de vista.
4. Reflexión.
4.1. Reconocer los elementos involucrados en los procesos de significación y
de comunicación, así como su incidencia en la producción e interpretación
de mensajes.
4.2. Comprender y explicar la naturaleza del lenguaje y valorar su
importancia en la comunicación humana.
4.3. Reconocer la importancia del uso de los signos y de los códigos en
diversos contextos.
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ÍNDICE
TEXTOS FUENTE
2. El proceso comunicativo 27
ROSSANA SANTOS SALAZAR
ESCRITURA ACADÉMICA
1. La escritura académica
2. El proceso de redacción
3. Preescritura
4. Escritura
5. Revisión
ESTRATEGIAS DISCURSIVAS
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1. La definición
2. La ejemplificación
3. El análisis de estructura
4. La descripción de proceso
5. La comparación
6. La justificación
7. La relación causa – efecto
8. La relación problema – solución
9. La enumeración
10. Redacción de textos a partir de estrategias discursivas
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5. Características del texto formal 85
CRISTINA GARCÍA-CALDERÓN ORBE
LA PUNTUACIÓN 99
1. El punto
2. La coma
3. Los incisos. La pareja de comas
4. El punto y coma
5. Los dos puntos
6. Las rayas y los paréntesis
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TEXTOS FUENTE
Carlos López Degregori, docente de la Universidad de Lima, abre el debate sobre información,
comunicación y signos con el texto “Procesos informativos y signos”, que está dividido de la siguiente
manera. Se analiza la información, su importancia para el ser humano y los mecanismos a través de los
cuales se accede a ella. Luego, se toman en cuenta las unidades de sentido fundamentales, los signos, su
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estructura y las relaciones que establecen con la realidad. Se plantea también el problema del
significado y de su interpretación desde la perspectiva de sus tipos y niveles.
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marcos culturales que manejemos, reconoceremos la creatividad de los hablantes o los
calificaremos, si interpretamos las cosas desde nuestros prejuicios, de simples
ignorantes.
Al revisar las tres situaciones planteadas, nos damos cuenta de que en todas ellas se está
extrayendo información (bien sea de la naturaleza, de los datos y palabras contenidos en
el documento o de los hábitos lingüísticos peculiares que muestran los hablantes del
pequeño relato de Gálvez Ronceros). Diremos, por consiguiente, que la información
está constituida por todos los estímulos que percibimos y les conferimos un significado,
apoyándonos para ello en nuestras propias experiencias pasadas y en las convenciones
de interpretación que nos proporciona nuestra colectividad (el código social). Es claro
que no debemos confundir la información con la percepción y reconocimiento de algún
elemento de la realidad; una cosa, un evento, una acción, cualquier estímulo percibido
proporciona información en tanto conduce a una interpretación. En este sentido, la
información no es otra cosa que todos los datos y significados que extraemos en nuestra
permanente interacción con el entorno y las otras personas que conforman nuestra
sociedad. Avanzando un poco más en la definición propuesta, es evidente que debemos
distinguir entre aquella información no intencional (la que proviene de la naturaleza o la
que extraemos de la forma peculiar que tienen los personajes de actualizar su lengua en
el microcuento, como sucede en dos de los ejemplos planteados) y la información
intencional, proporcionada consciente y deliberadamente por otra persona.
Reconoceremos, así, dos clases de procesos informativos:
A. Los procesos informativos no intencionales, en los cuales un individuo, ante un
estímulo no significativo en su origen, interpreta dicho estimulo confiriéndole un
significado, y crea con ello un signo donde solo existía un estímulo neutro desde la
perspectiva de la significación.
2. EL SIGNO
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La delimitación de los procesos informativos que aquí estamos proponiendo nos permite
deslindar otro concepto que es fundamental. Nos estamos refiriendo a la noción de
signo. Es evidente que en ambas clases de procesos informativos (sean no intencionales
o comunicativos) se presentan estímulos a los que los seres humanos les
proporcionamos significados. Afirmaremos, en este sentido, que el signo es una
realidad física –es decir perceptible por los sentidos– que remite a algo que no es ella en
una mente que la interpreta.
Si profundizamos en la definición que acabamos de proponer, podemos afirmar que el
signo es una entidad conformada por dos planos o componentes que son indispensables
para su existencia. El primero corresponde al estímulo percibido y lo denominaremos,
siguiendo la terminología propuesta por Ferdinand de Saussure, significante; se trata de
la cara externa del signo en tanto posee un carácter material y tangible. El segundo, la
interpretación a la que el elemento perceptible remite, es el significado y posee una
naturaleza abstracta; por eso, lo calificaremos como la cara interna del signo. El
siguiente cuadro nos ayuda a entender la naturaleza de estos componentes y la relación
de necesidad recíproca que se establece entre ellos. Para que exista un signo tienen que
estar ambos planos presentes como los lados de una hoja o las caras de una moneda.
SIGNIFICANTE SIGNIFICADO
(Cara externa del signo) (Cara interna del signo)
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Nuestra vista nos permite identificar una circunferencia de color rojo y una línea
diagonal que la atraviesa. Esta realidad captada a través de nuestros sentidos
correspondería a la cara externa del signo y remite a una interpretación que hemos
aprendido culturalmente. Es la noción de “prohibición”, el concepto de impedir, vedar o
negar la realización de una acción determinada. No es el acto concreto de inhibirnos de
realizar algo, sino la idea, noción o concepto de lo que significa una prohibición. El
significado es, así, una entidad mental y, por consiguiente, la cara interna del signo.
Los signos son producciones humanas y cualquier elemento de la realidad es susceptible
de convertirse en signo, en tanto exista alguien que lo interprete como tal. Podemos
concluir, pues, que el ser humano interpreta, en base al uso que hace de los signos, la
inmensa mayoría de realidades y experiencias que le rodean; y no sería arriesgado
sostener que el hombre es el animal sígnico o simbólico por excelencia.
Indudablemente, pueden ensayarse diversas clasificaciones; podríamos distinguir –
según el soporte por el que se transmiten y el sentido del receptor que afectan –entre
signos visuales (una pintura, una señal de tránsito); signos acústicos (las palabras del
lenguaje oral, un silbido, una sirena, el sonido de los truenos); signos táctiles (la textura
de una tela, el sistema de lectura Braille para ciegos); signos olfativos (los olores, los
perfumes) y signos gustativos (los diferentes sabores). Para el ser humano son
fundamentales en la información los signos visuales y los auditivos; igualmente, casi
todos los sistemas de signos que se emplean en los procesos comunicativos –con la
excepción del sistema braille para los ciegos– son de naturaleza visual o auditiva, o de
la combinación de ambos.
Otra clasificación bastante generalizada es la propuesta por el norteamericano Charles
S. Pierce, uno de los iniciadores del estudio de los signos. El filósofo estadounidense
desarrolla su tipología considerando la relación que se establece entre la entidad
perceptible y su significado y distingue los indicios, los íconos y los símbolos.
A. Un indicio es un signo cuya entidad perceptible trae a la mente del receptor un
significado a través de una relación de causa-efecto. El receptor atribuye un
significado en tanto considera que el elemento perceptible es resultado o
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consecuencia de algo que no está captando directamente. Una huella en la arena de
una playa, por ejemplo, es signo de que por allí pasó una persona; la fiebre es signo
de la presencia de una infección en el organismo; el agua y humedad que
observamos en la calle al salir por la mañana es signo de que ha llovido la noche
anterior. Puede afirmarse que los indicios son deducciones: inferimos un elemento
ausente a partir de otro presente que estamos captando directamente con nuestros
sentidos.
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Los símbolos presentan una ventaja frente a los íconos en los procesos comunicativos y
en su capacidad para transmitir significados. Mientras los íconos se pueden emplear
para referirse a objetos y casos muy puntuales, los símbolos tienen la capacidad de
representar toda la realidad externa e interna, concreta y abstracta. Muchas de las
propiedades del lenguaje (creatividad, habla desplazada, la capacidad del lenguaje de
ser el medio más extenso, etc.) son posibles gracias al carácter simbólico y
convencional del lenguaje verbal humano.
Estas categorías no son del todo excluyentes y, en algunos casos, pueden coexistir
según la perspectiva que asumamos para su análisis. Observemos, por ejemplo, el
escudo del Perú:
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material semiótico del que disponen los sujetos involucrados en algún proceso
informativo, intencional o no intencional, varía según la cultura a la que pertenecen
dichos sujetos. La cultura parece así proporcionar una estructura que privilegia la
extracción de información de ciertos elementos sensoriales y no de otros, según el grupo
social al que pertenezcamos y que mediatiza nuestras interpretaciones
No podemos concluir este punto dedicado a la reflexión acerca de los signos y la
información sin destacar la importancia que ambos conceptos tienen para entender la
acción humana. Hall (1984) ha sugerido, por ejemplo, que la posibilidad de conseguir
información y almacenarla comenzó a tener una importancia primordial como factor de
adaptación, cuando aparecieron los animales de sangre caliente, hace aproximadamente
cien millones de años. Estas especies aumentaron sus posibilidades de supervivencia
gracias a la mayor intensidad de sus percepciones sensoriales que les posibilitaba, a su
vez, extraer mayor cantidad de información. En el caso del ser humano, esta capacidad
informativa se intensificó, extendiendo infinitamente sus posibilidades con el lenguaje
que lo liberaba del espacio y el tiempo; gracias a este instrumento, los hombres
pudieron recibir informaciones útiles, aunque los elementos de la demostración no
estuvieran presentes ante sus sentidos. De otro lado, la investigación biológica y
antropológica ha determinado que compartimos con los otros primates superiores
(gorilas, orangutanes y chimpancés) casi el 99% del stock genético. Es básicamente ese
1% de diferencia lo que nos convierte en humanos y lo que nos otorga nuestra mayor
capacidad de simbolizar, de representar lo tangible y lo intangible por medio de signos
que abstraen cualidades y representaciones y las hacen nuevamente presentes aun en
ausencia. El hombre se separó de sus ancestros cuando fue capaz de dar ese salto
cualitativo y transmitir sus habilidades, conocimientos, representaciones y creencias a
sus descendientes; la cultura no es otra cosa, pues, que una compleja red informativa y
sígnica que nos permite ordenar y entender la realidad y operar también sobre ella.
3. SIGNIFICADO Y CONTEXTO
Considerando el concepto y la estructura del signo, cabría suponer que este asocia un
solo significante y un único significado. Sin embargo, la realidad nos permite
comprobar que, en la mayoría de casos, esta unidad no se cumple. Esta situación hace
posible reconocer que, para abordar el significado, será de gran utilidad considerar el rol
del contexto.
El significado está determinado por el contexto, es decir, por el marco de referencia que
acompaña a cualquier signo, precisando e individualizando su significado. Ahora bien,
es indudable que los contextos son múltiples, tanto como los signos; pero a grandes
rasgos podríamos agruparlos en las siguientes direcciones:
El contexto situacional, determinado por la situación espacio-temporal que incluye
también al emisor y/o receptor y a los diversos objetos, circunstancias y
acontecimientos externos. El sonido de un timbre, por ejemplo, como significado
referencial es un llamado de atención; pero ese signo será interpretado de distintas
maneras según sea percibido en una casa, un teatro o un colegio, e indicará
respectivamente que hay alguien llamando en la puerta, que la función teatral pronto
comenzará o que la hora de clase ha finalizado. Es obvio que la situación está
determinando en cada uno de los casos el sentido que decodifica el receptor. Otro caso
de contexto situacional lo hallamos en la caricatura de Mafalda que incluimos a
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continuación. Si nos situamos en la perspectiva de cada personaje (el microacto
comunicativo), comprobamos que ellos entienden los significados de “adelante” y “allá”
teniendo en cuenta el lugar físico en el que se encuentran.
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experiencias y la interacción social con los otros miembros de su comunidad. Al
respecto, es interesante considerar el concepto de cultura del antropólogo Cliffor Geertz,
quien la define como un sistema simbólico. Es en este marco cultural que los modos de
conducta, los acontecimientos sociales, las instituciones y los procesos comunicativos se
tornan inteligibles y significativos. La cultura operaría así como una gigantesca red de
convenciones significativas que regulan la generación, intercambio e interpretación de
los signos.
Veamos algunos ejemplos para reconocer la relevancia de este tipo de contexto:
Si de ambición hablamos, esta será sin duda la obra que mejor ejemplifique la
pulsión por el poder, sin límites. Y en este caso no será un hombre su
representante, sino una mujer de gran voluntad, Lady Macbeth, que no dudará en
empujar a su marido al asesinato para alcanzar sus objetivos. Un personaje
femenino fuerte, en una época en la que las mujeres no podían tener vinculación
con el teatro, incluso los papeles femeninos debían representarlos hombres.
Para interpretar adecuadamente este texto, necesitamos conocer una serie de referencias
culturales. El texto alude a Macbeth, una de las tragedias más importantes de William
Shakespeare, y caracteriza a uno de sus personajes: la esposa del protagonista que es
dura, violenta, inescrupulosa, dominante y extremadamente ambiciosa. Igualmente,
debemos tener alguna información acerca del rol de la mujer en esa época y su sujeción
en la sociedad patriarcal del siglo XVII y entender cómo la esposa de Macbeth rompe
este patrón. Sin estas referencias culturales que actúan como contexto, nuestra
capacidad de interpretación se vería empobrecida y no podremos entender la
originalidad y fuerza de la propuesta de Shakespeare.
En otro ámbito, el siguiente texto nos permite reconocer también la importancia del
contexto cultural:
En una emisora de radio local se da la información sobre el precio de los
alimentos entrevistando a los comerciantes de los mercados. Una mañana,
después de oír el precio de la carne de ave, escuchamos al comentarista
deportivo que decía lo siguiente refiriéndose a los hinchas de ciertos equipos:
“Envidio la seguridad con que nuestros colegas que están en los mercados
anuncian el precio del pollo, de la gallina, del pavo. En cambio, nosotros, los
comentaristas de fútbol, no sabemos cuál será hoy el valor de los pavos o de las
gallinas...”
Para entender que en la última línea del texto las palabras “pavos” y “gallinas” no
designan aves domésticas, sino que identifican a dos equipos de fútbol, es necesaria la
intervención del contexto cultural. Así sabemos que la mención a dichas aves apunta a
dos conocidos equipos peruanos: Sporting Cristal y Universitario de Deportes. Si una
persona careciera de conocimientos futbolísticos o no fuera peruana, no podría llegar a
la correcta interpretación del texto.
Veamos ahora dos casos que utilizan signos lingüísticos y no lingüísticos:
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En la viñeta, reconocemos a Charlie Brown, personaje de la tira cómica Peanuts, del
humorista norteamericano Charles Schultz. El personaje se presenta aquí con un libro y
un puntero y parece que estuviera dando una clase o conferencia o explicando un
asunto. Podría ser un profesor y este rol lo reconocemos por nuestras experiencias
culturales. Adicionalmente, en la parte superior de la viñeta, aparece la oración “herrar
es equino”. Para entender la ironía, debemos movilizar nuestros conocimientos
culturales que actúan como contexto. Necesitamos saber que en español hay dos verbos
homófonos “errar” (acción de equivocarse) y “herrar” (acción de poner herraduras).
Debemos conocer, igualmente, que los equinos son los caballos y asnos e identificar
finalmente un dicho ampliamente conocido, “errar es humano”, que a su vez proviene
de la expresión latina errare humanum est. Sin estos conocimientos, será imposible
interpretar la ironía de esta viñeta. Adicionalmente, los tres ejemplos citados nos
permiten reconocer que la participación de estos contextos no es excluyente y que
pueden actuar como marco de referencia simultáneamente. En estos casos, es relevante
la presencia del contexto cultural, pero es igualmente importante el contexto sígnico.
Las palabras y otros signos (como las imágenes) interactúan entre sí. Así modifican y
precisan el significado de los signos individuales.
Veamos un último ejemplo. La interpretación que proporcionamos a las siguientes
imágenes supone la presencia de una serie de experiencias culturales comunes a los
limeños que involucran la violencia, la inseguridad y nuestros hábitos actuales de
sobrevivencia; de otro lado, cada receptor interpretará ese mensaje según su clase social,
ideología y experiencias. Adicionalmente, es necesario que nosotros conozcamos la
referencia de Lima como la “tres veces coronada villa”.
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Igualmente, la apreciación de un cuadro de Picasso, por ejemplo, se afirma con el
manejo de referencias al resto de su pintura y a toda la tradición artística con la que
mantiene una serie de relaciones explícitas o implícitas. Lo mismo sucede cuando
leemos cualquier texto o interpretamos una conducta o hecho social, pues estamos
recurriendo, en mayor o menor medida, a todos nuestros conocimientos y experiencias
previos que se unen a nuestros conocimientos, educación, valores, clase social,
ideología, historia, sociedad. Desde esta perspectiva, la atribución de significado e
interpretación de un signo se inscribe en todo el sistema cultural al que pertenece el
receptor.
Hemos definido al significado como la información que el signo contiene; así, todo
signo, en razón de su misma estructura, posee un significado de base, en tanto transmite
un contenido nocional sobre los objetos, seres, propiedades o procesos de la realidad;
sin embargo, es evidente que los signos son capaces, también, de generar asociaciones
emocionales. Surge así la distinción entre la denotación y connotación.
Definiremos la denotación como el significado primario o de base de un signo; la
denotación, por consiguiente, apunta al contenido conceptual que todo signo manifiesta
en forma explícita. Si en un libro de biología leo la siguiente información: “Las partes
de la estructura de una célula son la membrana, el protoplasma y el núcleo”, debo
situarme en el significado objetivo de dichas palabras; es decir, en el nivel de las
denotaciones. Si en las instrucciones de un examen se indica que “las respuestas deben
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ser contestadas con lapicero azul o negro”, debe entenderse la información del mensaje
de manera literal o denotativa.
Las connotaciones, en cambio, son significados implícitos, las asociaciones y
sugerencias emocionales, valorativas y expresivas que se le adicionan a un significado
de base y que pueden encadenarse en forma indefinida. La denotación, desde esta
perspectiva, se orienta a lo cognitivo, mientras que la connotación potencia las
valoraciones y la afectividad relacionadas con lo ideológico. Es, en suma, el nivel de
significado objetivo frente al figurado.
Para ilustrar la diferencia entre esos niveles, tomemos la famosa frase atribuida a
Antonio Raymondi, explorador y sabio italiano que recorrió el Perú a mediados del
siglo XIX: “El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”. La expresión no
podemos entenderla en forma literal –es decir, denotativamente– sino que sugiere las
enormes riquezas y posibilidades de nuestro país que no son aprovechadas. En una
visión más actual, esa frase puede apuntar a la desigualdad de nuestro país que excluye
a grandes sectores de la población peruana. Desde otras perspectivas, esta frase puede
ser interpretada como una expresión que revela una baja autoestima, o incluso la visión
ofensiva de los europeos en el siglo XIX al observar la realidad latinoamericana y
peruana. Toda esta gama de interpretaciones posibles corresponde al nivel connotativo.
Son significados que surgen como resultado de la interpretación del receptor.
Veamos ahora un fragmento de las “Coplas a la muerte de su padre”, del reconocido
poema de Jorge Manrique, escrito en el siglo XV:
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conforme transcurre el tiempo y concluyen en otro río, un lago o el mar. Este flujo
connota la existencia humana desde el nacimiento hasta la muerte que a todos nos
espera. Los ríos de gran caudal, los medianos y los chicos sugieren las distintas clases
sociales que comparten ese destino común. Todos terminaremos iguales y confundidos
en la inmensidad del mar que es la muerte. El poema sugiere distintos significados que
no aparecen en la superficie gracias a las connotaciones.
Dejemos ahora las palabras e ilustremos la diferencia de estos niveles con las imágenes
de una caricatura del importante humorista argentino Quino que ofrecemos a
continuación:
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humanas y la supuesta racionalidad que las sostiene en abierta contradicción con el
orden que una supuesta lógica proporciona. Así este mensaje connota “sinsentido”,
“esfuerzos inútiles”, “ausencia de lógica”, “necedad”,“estupidez”, “absurdo”,
“irracionalidad”, etc. (podríamos continuar con las connotaciones indefinidamente) que
califican las conductas humanas, el orden de la realidad y el acervo del saber que el
hombre ha ido acumulando a lo largo del tiempo (reparemos en la enorme biblioteca y
tengamos en cuenta que el libro ha sido considerado en nuestra civilización escribal
como la base del conocimiento, la educación y la cultura). Podríamos afirmar, por
consiguiente, que mientras las denotaciones se manifiestan en un eje horizontal o de
superficie, las connotaciones se sitúan, en cambio, en un eje vertical, latente u oculto
que genera estratos de sentido cada vez más complejos y profundos, dependiendo su
decodificación de la competencia interpretativa del sujeto receptor.
Para finalizar, destaquemos que la distinción de estos dos niveles no implica ignorar la
relación existente entre ambos. Es obvio que la connotación para producir sus efectos
debe apoyarse en el nivel denotativo: es imposible connotar sin haber denotado
previamente. Pero es imperativo reconocer, igualmente, que un mensaje —según la
intencionalidad del emisor— se orientará sobre todo al nivel denotativo (así sucede con
el lenguaje científico, por ejemplo, donde prima de manera absoluta el uso denotativo
de los signos); o potenciará, por el contrario, las connotaciones como sucede, por
ejemplo, en el caso la literatura, los discursos artísticos, la publicidad y muchas de las
expresiones creativas del lenguaje diario (oral y escrito). Este último aspecto revela,
además, la importancia de las connotaciones como el resultado de la capacidad creativa
del ser humano que abre la posibilidad de explorar infinitos caminos en el uso de los
signos.
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I. PROCESOS INFORMATIVOS Y SIGNOS
GUÍA DE LECTURA
1. ¿Cómo puede definirse el concepto de información?
2. ¿Qué tipos de procesos informativos presenta el texto? ¿Cuál es la principal
diferencia entre ellos?
3. ¿Cómo se define “signo” en el texto?
4. ¿Cómo define la lectura el concepto de significante?
5. ¿Cómo define la lectura el concepto de significado?
6. ¿Qué clases de signos distingue el texto según el origen?
7. Explique de qué manera un fenómeno, un objeto o un sonido puede
convertirse en signo.
8. ¿Existen signos universales? ¿Por qué?
9. ¿Cuál es el criterio que utiliza Peirce para clasificar los signos?
10. ¿En qué tipo de signo, según la clasificación de Peirce, se pone en evidencia
una relación de causa-efecto?
11. ¿Qué tipo de signo se produce cuando la relación entre significante y
significado es de semejanza?
12. ¿Qué tipo de relación entre el significante y el significado se establece en el
caso de los símbolos?
13. ¿Qué tipos de signo han sido producidos con fines comunicativos?
REVISIÓN DE CONCEPTOS
1. El proceso por el cual un receptor extrae información de estímulos diversos se
llama _________________________________________________________.
2. La entidad tangible que el receptor capta con alguno de sus sentidos y de la
que extrae información es
______________________________________________.
3. La asociación entre un estímulo y su interpretación en la mente del receptor es
lo que llamamos ________________________________________.
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10. Podemos definir ________________________________como la compleja
red informativa y sígnica que nos permite ordenar y entender la realidad y
que no conforma un sistema universal, sino que diferencia grupos sociales.
11. Un signo asocia un _____________________________ con
un_________________________________.
12. El componente del signo que el receptor percibe es el
____________________.
13. El componente conceptual del signo es el _________________________.
14. La palabra /árbol/ que escucho en un documental es un signo de tipo
________________________________ porque la relación entre el
significante y el significado es _______________________________.
15. La frente caliente que permite interpretar que un niño tiene fiebre es un signo
de tipo _________________________________ porque la relación entre el
significante y el significado es ______________________________.
16. Las hojas del árbol que veo caídas en el suelo y que interpreto como
cambio de estación son signos de tipo ___________________________
porque la relación entre el significante y el significado es
____________________________.
☺
17. El dibujo que utilizo en el chat y que interpreto como alegría es un
signo de tipo ________________________________ porque la relación
entre el significante y el significado es ___________________.
18. En el caso de los símbolos, no existe semejanza ni un vínculo de causa-
efecto entre su significante y su significado. Por eso, decimos que esta
relación es________________________________.
24
II. EL SIGNIFICADO
GUÍA DE LECTURA
1. ¿Qué es el significante y cuál es su naturaleza?
2. ¿Qué es el significado y cuál es su naturaleza?
3. ¿Qué es el contexto situacional?
4. ¿Qué es el contexto sígnico?
5. ¿Qué es el contexto cultural?
6. ¿Cuáles son los niveles del significado?
7. ¿Qué es la denotación?
8. ¿Qué es la connotación?
REVISIÓN DE CONCEPTOS
1. Complete adecuadamente los siguientes enunciados:
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REFERENCIAS
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Rossana Santos, docente de la Universidad de Lima, propone un acercamiento al proceso comunicativo
con las herramientas de análisis proporcionadas por la pragmática lingüística. El texto presenta una
clasificación de las funciones de la comunicación, las diferencias entre el modelo clásico de la
comunicación y el modelo cognitivo de Escandell Vidal, los elementos de la comunicación contemplados
en este último y, finalmente, las etapas del proceso comunicativo.
EL PROCESO COMUNICATIVO
Santos Salazar, Rossana (2019)
1. FUNCIONES DE LA COMUNICACIÓN
Una intención comunicativa es un propósito que pretende ser satisfecho gracias a la
realización de un acto comunicativo. Pongámonos en el caso de que deseamos saber
cómo llegar a una dirección determinada. El mero deseo de llegar a ese lugar no
constituye una intención comunicativa, pero se convierte en tal cuando nos dirigimos a
un policía para pedirle una orientación: ¿Por favor, podría decirme cómo llegar a la
avenida Villarán? La intención de estas palabras es que el policía nos oriente y nos diga
qué dirección tomar para llegar a la avenida Villarán. Si vemos a alguien a punto de
decir algo impertinente y deseamos que no lo haga, y le pisamos el pie para que se
detenga. Esa es nuestra intención comunicativa.
Es inútil siquiera imaginar la cantidad de propósitos comunicativos posibles; sin
embargo, sí podemos reconocer que con frecuencia la comunicación está siendo
utilizada para cumplir determinadas funciones. Diversas propuestas teóricas han
pretendido clasificar las funciones comunicativas, especialmente las funciones del
lenguaje. Las más importantes son la del lingüista ruso Roman Jakobson (1988) y la del
lingüista español Enrique Bernárdez (2004). A continuación, con algunas adecuaciones
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al fenómeno general de la comunicación, se ofrece un listado de algunas funciones que
merecen destacarse por su utilidad para el análisis de los actos comunicativos.
Función informativa
Esta función se manifiesta cuando la comunicación tiene por finalidad modificar la
estructura de conocimientos que el otro tiene sobre el mundo, para corregirla o
ampliarla. El acto comunicativo persigue en este sentido modificar las representaciones
que el destinatario posee sobre algún aspecto de la realidad. Una clase teórica, un
cuadro estadístico o un diagnóstico médico son ejemplos de comunicaciones con
función informativa.
Considerando que comúnmente se dice que la comunicación consiste en una
transmisión de información, resulta sorprendente que el porcentaje de comunicaciones
que pretenden informar no sea tan alto. Enrique Bernárdez (2004) afirma que solo el
30% de nuestras conversaciones o interacciones verbales tiene esta finalidad.
Función interpersonal
Los seres humanos nos definimos intersubjetivamente a partir de las relaciones
personales que establecemos. Invertimos un importante tiempo de nuestras vidas
construyendo relaciones, fortaleciéndolas, cuidándolas o rompiéndolas cuando nos
resultan nocivas. Las comunicaciones cumplen esta función cuando se realizan para
crear, mantener o dar fin a vínculos sociales de algún tipo. Saludamos a las personas
que conocemos incluso cuando no estamos en condiciones de iniciar una conversación,
solo para mantener el vínculo con ellas. Mostrar agradecimiento, pedir perdón y felicitar
a alguien por su cumpleaños son otros ejemplos de la función interpersonal.
Función conativa o apelativa
La mayor parte del tiempo no podemos lograr las cosas solos y necesitamos ayuda; la
realidad no se parece a la que queremos y deseamos cambiarla o, simplemente, no
estamos de acuerdo con las ideas o conductas ajenas. En todas estas ocasiones solemos
dirigirnos a los demás para que hagan algo en la dirección que nosotros deseamos o
creemos adecuada. Pedir ayuda o consejo, dar una orden o una advertencia, son algunas
formas que tenemos de influir en el otro para que haga lo que deseamos. Si no tenemos
autoridad para ordenar a alguien que haga algo, entonces lo pedimos o lo sugerimos; sin
embargo, la intención puede ser la misma: lograr que el otro ejecute una acción
determinada o que modifique una actitud.
La función apelativa o conativa se manifiesta cuando la intención comunicativa consiste
en hacer que nuestro destinatario haga algo. La publicidad es un ejemplo clarísimo de
comunicación apelativa o conativa porque tiene un propósito comercial que implica la
acción del público objetivo. Las señales del semáforo son también apelativas.
Función realizativa
Austin (2012) llama realizativas a las emisiones en las que la persona al comunicarse
está “haciendo” algo más que “diciendo” algo. Son enunciados operativos que no
afirman nada, sino lo realizan. Cuando una persona dice “yo juro” no informa con esas
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palabras que está realizando la acción de jurar, sino está ejecutando con ellas dicha
acción.
La función realizativa se manifiesta cuando la comunicación se emplea con el fin de
modificar la realidad creando una condición que era inexistente antes de dicha
comunicación. Por ejemplo, el pitazo del árbitro da inicio al partido, el cual comienza
con ese mismo pitazo. Una firma o un sello pueden dar validez a un documento que no
tenía legitimidad antes de que tal firma o sello se consignaran sobre él.
Función poética.
Es la función creativa del lenguaje. Son manifestaciones de la función poética las
comunicaciones cuyo propósito es producir un goce estético. Se evidencia en diversas
artes como la pintura, la poesía, la música, etc.
La obra de arte representa un universo autónomo de
significado que no necesita corresponder con la
realidad, ni referirla directamente. En ese sentido
carece de un fin pragmático. Se propone crear un
efecto emotivo en el espectador o lector que no
depende solo del contenido de lo expresado, sino de
también del trabajo sobre la materia con que ese
contenido se manifiesta. Esta dedicación especial
sobre la materia significante es precisamente lo que
evidencia la intención estética de su autor. La
escultura de “El niño de la espina”, también llamada
“El espinario”,2 es una obra de autor anónimo que
manifiesta la función poética de la comunicación.
Función lúdica
La función lúdica (Santos, 2017) comparte con la
función poética la ausencia de una finalidad
práctica; pero se distingue de esta en que el
propósito de la comunicación es el mero
divertimento. Algunos considerarían esta función
como una manifestación más de la función poética;
pero la distancia entre arte y chiste parece justificar
una función diferenciada.
Las bromas y frases de doble sentido que a veces intercalamos en nuestras
conversaciones permiten reconocer que en ocasiones jugamos con el lenguaje.
Acertijos, adivinanzas, trabalenguas son casos que responden a esta función
comunicativa. Esta función lúdica, sin embargo, va más allá del lenguaje verbal. El
famoso personaje de Mr. Bean, interpretado por Rowan Atkinson, es un referente de la
comedia visual que ha conquistado al mundo entero casi sin pronunciar palabras.
Función metacomunicativa
2
El Niño de la espina, Spinario o Fedele es una estatua de bronce helenística, que data del siglo I a. C.,
que se exhibe en los Museos Capitolinos de Roma.
29
Eventualmente se emplea la comunicación para facilitar el éxito de actos comunicativos
previos o ulteriores. Llamamos la atención de nuestro destinatario o respondemos al
emisor con señales que indican que estamos atendiendo o comprendiendo lo que nos
dice. Expresar acuerdo asintiendo con la cabeza o levantando el pulgar es una forma de
retroalimentación que responde a esta función comunicativa.
A veces preparamos al interlocutor advirtiéndole sobre qué estamos a punto de hacer:
¿Te puedo pedir un favor?, Te cuento un chiste, ¿Puedo hacerte una pregunta?
Igualmente importantes son las señales que enviamos para solicitar confirmación de lo
dicho: ¿Qué dijiste?, ¿Puedes repetir, por favor? Corregir o confirmar lo que dijimos o
lo que oímos es también un acto metacomunicativo: No fui a dar el examen. Mejor
dicho, sí fui, pero no entré al salón porque llegué tarde.
Cuando decimos que un acto comunicativo cumple una función determinada, no se
pretende con ello sugerir que estas funciones son excluyentes entre sí. Un acto
comunicativo puede cumplir más de una función, pero se considera predominante la que
corresponde a la intención comunicativa del emisor. Por ejemplo, si una publicidad
informa sobre las cualidades de un producto con el fin de que el público lo compre, la
función comunicativa predominante es la conativa o apelativa. Si alguien hace una
broma con el fin de romper el hielo en una situación socialmente tensa, la función
predominante es la función interpersonal. En el primer caso, la función informativa está
subordinada a la función apelativa; en el segundo la función lúdica se subordina a la
función interpersonal.
30
El modelo clásico, centrado en el código, reducía este intercambio comunicativo a los
procesos de codificación y decodificación. En cambio, el modelo cognitivo, como su
nombre lo indica, centra su mirada en los procesos cognitivos involucrados en la
emisión de la señal y su interpretación. Para este modelo, la producción de una señal
manifiesta implícitamente su intención comunicativa. Corresponde al destinatario
deducir esa intención. Por ejemplo, solemos decir que algo nos gusta para sugerir que
nos lo regalen o decir que es tarde para insinuar que ya queremos irnos. Lo que aporta el
código con respecto a señales como “me gusta” o “es tarde” en estos casos es
insuficiente para comprender el propósito de la comunicación. Por ello, el modelo
cognitivo incorpora de manera formal al análisis los procesos de ostensión e inferencia
a través de los cuales el emisor de la señal implica la intención con que se comunica y el
destinatario infiere dicha intención comunicativa, respectivamente.
La comparación de estos dos modelos teóricos parece una manera adecuada de mostrar
las limitaciones del esquema tradicional y la necesidad de reemplazar en la conciencia
algunos conceptos o categorías obsoletos que podrían constituir un obstáculo para la
comprensión del proceso comunicativo
3. ELEMENTOS DE LA COMUNICACIÓN
31
emisor elige al destinatario contando con que la intención comunicativa se cumpla con
su participación y diseña la señal para él. Pongamos un ejemplo: imaginemos que
Cecilia y su esposo Javier han hecho una reunión en casa, en la que se encuentran
algunos familiares y amigos. Cecilia, de tanto en tanto, habla de Javier, pero no siempre
se refiere a él de la misma manera.
Como podemos ver, las señales refieren a Javier de manera diferente en función de su
relación con el destinatario.
Las señales se construyen siempre considerando al destinatario. Esto ocurre aun cuando
ese destinatario jamás llegue a recibir la señal. Si, por ejemplo, enviamos una carta a
una dirección equivocada y la persona que la lee no es a quien nos dirigimos, es obvio
que la carta no compromete al receptor ocasional del mismo modo como lo haría con el
destinatario; por lo tanto, no la leerán de la misma manera. Si la carta contiene una
invitación, el receptor ocasional no se sentirá invitado, y si hay un reproche, no se
sentirá culpable. Incluso la carta puede hacer referencias que el receptor ocasional esté
imposibilitado de comprender, porque no fue producida considerando sus posibilidades
de interpretarla.
Código
Un código es un sistema convencional de señales que se emplean para la comunicación.
Codificar y decodificar son acciones que consisten en hacer uso de un sistema
convencional de signos para elaborar una señal e interpretarla, respectivamente. Hay
códigos muy simples que constan de un inventario de señales reducido, como los
semáforos o el sistema de banderas de las playas. Algunos códigos inventados por el
hombre, sin embargo, son realmente complejos. Los códigos complejos son de
inventario potencialmente ilimitado. Estos responden a un principio conocido como el
principio de la infinitud discreta, que consiste en que a partir de un número limitado de
elementos es posible construir un número ilimitado de señales, gracias a patrones
recurrentes de combinación que permiten luego descomponer las señales e
interpretarlas. Este es el caso de las matemáticas y de los códigos lingüísticos, como el
quechua, el español, el inglés, etc.
Los seres humanos hemos hecho de estos últimos nuestro principal instrumento de
comunicación; pero esto no debe llevarnos a pensar que todas nuestras señales
corresponden a un código. No todas las señales que producimos pertenecen a un sistema
de signos. Por ejemplo, si en una cita a ciegas una joven decide colocarse un pañuelo
amarrado a la muñeca como un signo distintivo de que se trata de ella, no podemos
colocar a esta señal en un sistema. La señal funcionará en virtud del acuerdo establecido
con el destinatario de que ese pañuelo indicará que se trata de ella; pero es una señal no
conectada sistémicamente a ninguna otra.
32
Para el modelo clásico, el código es un elemento indispensable de la comunicación. El
modelo cognitivo no lo considera un elemento imprescindible, pero reconoce su
importancia para la comunicación, pues está claro que, si el emisor ha producido una
señal codificada, el destinatario tendría que conocer el código utilizado para descifrar el
mensaje que encierra.
Señal y mensaje
El modelo clásico fusionaba en el concepto de mensaje dos nociones que el modelo
cognitivo considera preciso distinguir: la señal y el mensaje. En una diferencia análoga
a la establecida por Hjemslev (1971) entre expresión y contenido, el modelo cognitivo
propone que la señal constituye el estímulo perceptible (expresión) que transita por el
canal y que representa el mensaje, el cual en este modelo es el pensamiento, deseo o
emoción (contenido) que el emisor desea transmitir. El mensaje constituye el contenido
mental representado en dicha señal. Un mismo contenido mental puede ser representado
por una diversidad de señales. Por ejemplo, la orden de detenerse puede ser expresada
con la representación icónica de la palma de una mano que evoca la mano levantada del
policía para señalar exactamente lo mismo. La misma orden puede ser expresada con el
color rojo del semáforo. En este ejemplo, la orden de detenerse es el mensaje y tenemos
tres señales para representarla: la palma de la mano extendida, su representación en la
imagen de esa palma y el color rojo del semáforo.
Lo comunicado a través de la señal suele ser mucho más de lo realmente expresado con
ella. Imaginemos algunos significados posibles de la señal “Sí”.
Cada uno de estos “sí” lleva un mensaje diferente: sí me bañé (1), sí deseo la taza de
café que me ofreces (2) y acepto casarme contigo (3).
Intención comunicativa
El modelo cognitivo incorpora entre los elementos de la comunicación a la intención
comunicativa y le da un lugar privilegiado en el análisis, en la consideración de que esta
intención es la que da origen al proceso comunicativo y es su razón de ser.
La intención comunicativa no suele ser expresada explícitamente. Sin embargo, los
destinatarios suelen responder al reconocimiento de intenciones comunicativas.
Preguntas como ¿tienes algo de beber? se interpretan como peticiones; y afirmaciones
como “hace tiempo que no vamos al cine”, como invitaciones.
Señal, mensaje e intención comunicativa constituyen una trilogía esencial en el análisis
dentro del modelo cognitivo. Por ejemplo, ante una invitación insistente a salir, una
joven responde: ¿qué te dije ayer? En este caso, si el día anterior la respuesta fue
33
negativa, el mensaje es que no acepta la invitación. La intención comunicativa, en
cambio, es que el pretendiente deje de insistir.
Canal
El canal es el medio físico a través del cual transita la señal. Las nuevas tecnologías hoy
nos ofrecen una serie de posibilidades de comunicación que constituyen canales de
comunicación muy novedosos y productivos. Mensajes de texto y de voz han sustituido
actualmente a las llamadas telefónicas.
El canal aparecía ya en el modelo clásico; no obstante, el modelo cognitivo nos invita a
considerar las representaciones mentales que motivan en el emisor la elección de un
canal u otro. Si sabemos que una persona se encuentra dentro de su horario laboral,
evitaremos una llamada; y es posible que prefiramos enviarle un correo o un mensaje
que podrá leer cuando se desocupe.
Por otro lado, debemos considerar también las repercusiones cognitivas de esa elección.
Un determinado canal nos puede exigir un lenguaje más formal o una comunicación
más breve. En el texto escrito no se perdonan redundancias que en el lenguaje hablado
ni se perciben.
El canal adecuado para el receptor auditivo lo representan las ondas sonoras. Sin
embargo, su duración es limitada. Por ello, si esperamos que la información se conserve
con exactitud, un mensaje escrito puede ser una opción adecuada para contrarrestar la
condición efímera del habla.
Representaciones internas
Un elemento fundamental del modelo cognitivo es el concepto de representación
interna. Pretende sustituir al concepto de referente que se empleaba en algunas
versiones del modelo clásico. De acuerdo con Escandell Vidal (2005), una
representación interna es cualquier imagen mental o privada que un individuo posee
sobre cualquier aspecto de la realidad, sea de naturaleza externa o interna. Este es un
concepto fundamental del modelo cognitivo.
La intención comunicativa, el mensaje que la señal representa y el conocimiento de
poseemos del código constituyen representaciones internas. Tenemos representaciones
mentales de los canales disponibles, y de la funcionalidad y efectividad de algunos
códigos. Nuestras representaciones internas son determinantes en la estrategia de
comunicación que empleamos. Lo que sabemos de nuestro destinatario puede
sugerirnos la elección de un determinado código, un tono, un grado de formalidad o un
momento adecuado para dirigirnos a él.
Asimismo, las representaciones internas que el destinatario posee del emisor participan
igualmente en el proceso de interpretación de la señal. Imaginemos que se nos da la
orden de retirarnos de un lugar en contra de nuestra voluntad. Es posible que respetemos
la orden si consideramos que el emisor tiene autoridad para formularla (representación
interna del emisor); en otro caso, es improbable que la obedezcamos.
Contexto
Según Escandell Vidal, una parte importante de lo que comprendemos en una
comunicación depende de lo que sabemos con relación a las circunstancias de dicha
34
comunicación, es decir, al contexto. Lo que reconocemos del contexto situacional,
social o cultural en que se produce una señal es determinante de nuestra capacidad para
asignarle un significado. El reclamo frecuente que hacemos a que las personas “saquen
nuestras palabras de contexto” advierte de la facilidad con que se tergiversan nuestras
palabras cuando no se consideran las circunstancias en que se dijeron.
Como emisores, solemos omitir en nuestras señales información que se supone aportada
por el entorno. Si pedimos a alguien que cierre una puerta, la petición será menos
explícita cuando tal puerta está al alcance de la vista.
4. EL PROCESO COMUNICATIVO
35
tiene sobre su destinatario: si quiere presentar una queja, elegirá alguien con autoridad
para resolver su reclamo. Si un individuo quiere que le alcancen las servilletas que están
en la mesa, lo razonable podría ser pedírselo a quien las tiene más cerca; y si necesita
dinero, solicitarlo a quien tiene posibilidades reales de brindárselo.
La estrategia comunicativa constituye una proyección de cómo se ejecutará el acto
comunicativo y revela el grado de conciencia que posee el individuo sobre el acto que
realiza, a pesar de la rapidez con que lo lleva a cabo.
Acto comunicativo
El acto comunicativo consiste en la producción y emisión de la señal y atiende a la
estrategia comunicativa. Es ejecutado por el emisor y está dirigido a uno o varios
destinatarios.
En el acto comunicativo, los elementos mencionados dejan de constituir una
proyección, una realidad imaginada por el emisor. En esta etapa consideramos los
elementos que realmente intervienen en el proceso tal como se dan en el momento de la
ejecución del acto comunicativo. La realidad puede no corresponder totalmente con la
proyección. Puede que el emisor tenga dificultades para expresar finalmente su
pensamiento con la fluidez que pensaba, que no eleve la voz suficiente o que exista
interferencia en el canal, etc.
En la comunicación lingüística, el acto comunicativo corresponde a los actos de
codificación-ostensión y, finalmente, de fonación mediante los cuales el emisor produce
y exterioriza los sonidos del habla con los cuales representa el pensamiento que desea
transmitir al destinatario. La señal emitida a través del canal, estímulo perceptible a
través de los sentidos, constituye un fragmento del código, una combinación de
elementos de este que tiene posibilidades de representar el contenido que el emisor
desea comunicar; es decir, el mensaje. No obstante, por lo general, una parte del
contenido que se desea comunicar no es expresado por la señal, sino solamente sugerido
o implicado por ella. Este es el caso, por lo general, de la intención comunicativa, la
cual se implica en el acto mismo de comunicarse. El emisor construirá la señal en la
confianza de que el contexto contribuye con él suficientemente para que el destinatario,
que está al otro lado del canal, interprete no solo el mensaje, sino también la intención
con que se dirige a él. Por ejemplo, respuestas breves como: “ya”, “no”, “tal vez” o
“mañana” suelen representar un contenido que fuera de contexto sería imposible
descifrar.
Cuando hablamos producimos, en efecto, señales codificadas en el idioma que
manejamos. No obstante, el emisor puede eventualmente prescindir del código. Por
ejemplo, si marcamos algunas páginas de una revista doblándolas por la esquina para
indicar a un compañero que debe leerlas, no estamos ante una señal codificada. Si
alguien pierde su celular y lo encontramos, el emisor puede considerar que bastará con
mostrárselo para que se dé cuenta de ello. En estos dos casos el acto comunicativo no ha
necesitado la utilización de un código.
Los modelos teóricos intentan simplificar la descripción y el análisis de los fenómenos
que explican. En ocasiones, sin embargo, la realidad se muestra más compleja de lo que
parece y demanda nuevas categorías de análisis. Por ejemplo, un caso especial de acto
comunicativo es el que se conoce como comunicación referida o discurso referido, en el
cual el emisor reproduce con sus palabras o señales otro acto comunicativo en el que
36
puede o no haber participado. Algunos ejemplos son el narrador que da cuenta de los
diálogos de sus personajes, una persona que relata una conversación en la que participó
el día anterior, o una tira cómica de Mafalda donde Quino representa los diálogos entre
Mafalda y sus amigos.
El análisis de estos actos comunicativos exige distinguir dos niveles: el nivel del
macroacto comunicativo y el del microacto. En este último ejemplo, Quino es el emisor
de una viñeta humorística dirigida a sus lectores, quienes son sus destinatarios. En el
microacto, en cambio, nos encontramos en el mundo ficticio donde Mafalda es el
emisor de las palabras “¡Sonamos, muchachos! ¡Resulta que, si uno no se apura a
cambiar al mundo, después es el mundo el que lo cambia a uno!, las cuales dirige a sus
amigos, Felipe, Manolito y Miguelito, que son sus destinatarios. En casos como este,
estamos ante dos actos comunicativos diferentes, con emisores, destinatarios, códigos,
canales e intenciones comunicativas distintas, etc.
En ocasiones, la comunicación referida nos permite tomar las palabras de otros para que
estas digan lo que nosotros no nos atrevemos a decir. También podemos recurrir a las
palabras de alguien con más autoridad cuando no tenemos posibilidades de persuadir a
nuestro destinatario.
Resultado comunicativo
La última etapa del proceso corresponde al resultado, el cual puede coincidir o no con
las expectativas del emisor. Ciertas condiciones son necesarias para que el resultado sea
el que esperamos. Pedir a alguien que haga algo que está imposibilitado de hacer,
prohibir cuando no tenemos autoridad para hacerlo, regalar algo que no nos pertenece
son algunos ejemplos de actos comunicativos destinados al fracaso. El éxito depende
mucho del emisor y, sobre todo, de su capacidad para realizar el acto que ejecuta. Este
es el caso de la calificación que coloca un maestro sobre una prueba. Califica porque
tiene poder para hacerlo. Por el contrario, la misma nota puesta por un alumno no tiene
ningún efecto.
Si hemos sido cuidadosos de producir la señal en condiciones óptimas, el resto del
resultado está en manos de nuestro destinatario. El emisor elabora la señal presumiendo
37
contextos compartidos con el destinatario; sin embargo, su presunción puede estar
equivocada. Puede que el destinatario desconozca aquello a lo que se refiere o que no
haya estado atento cuando ocurrieron los hechos de los que está hablando, como un
profesor que al despedirse de sus alumnos dice: “estudien para la evaluación de
mañana”, presumiendo que ellos saben el tema que deben estudiar porque lo había
indicado previamente. Siempre es posible que algún alumno haya estado ausente o
desatento y que ese enunciado le caiga de sorpresa. En este caso, la representación del
contexto no es la misma en todos los alumnos de la clase, por lo que el resultado será
también diferente.
Los procesos cognitivos de codificación y ostensión que dieron lugar a la señal, tal y
como esta se presenta, desencadenarán en el destinatario los correspondientes procesos
cognitivos de decodificación e inferencia, que deben favorecer la comprensión del
mensaje y de la intención comunicativa. La pragmática destaca, como elemento
fundamental del proceso de interpretación, la existencia de un principio cooperativo que
dirige los procesos cognitivos hacia la búsqueda de relevancia. En la conciencia de que
las señales comunicativas son intencionales, la mente del destinatario identificará de las
interpretaciones posibles aquella que es más relevante dadas las condiciones del
intercambio comunicativo en el que se encuentra. Por ejemplo, la señal “sal, por favor”
es potencialmente ambigua, pero en la mesa de un restaurante solo parece relevante que
el comensal esté pidiendo un condimento. Este esfuerzo de búsqueda de relevancia
responde a una estrategia automatizada de nuestra mente que facilita la comunicación
entre las personas.
La interpretación, a pesar de los maravillosos recursos cognitivos con que contamos,
tiene un margen de error. Si hay evidencias de que no hemos interpretado
correctamente, un esfuerzo metacognitivo y más consciente puede permitir al
destinatario reconocer los factores que lo condujeron a la interpretación errónea y
corregirla.
El resultado de un proceso comunicativo se puede medir desde dos puntos de vista
distintos: el éxito y la eficacia. Diremos que una comunicación es exitosa si el
destinatario logra interpretar adecuadamente la intención comunicativa del emisor.
Como hemos visto anteriormente, la coincidencia entre las representaciones internas de
emisor y destinatario con relación al contexto de la comunicación es un factor
determinante del éxito comunicativo. Por otro lado, una comunicación se considerará
eficaz si el emisor logra su propósito como consecuencia del acto comunicativo que
realiza. La eficacia depende no tanto de la comprensión de la señal y la intención que la
motiva, sino de la capacidad que esa señal tiene de mover la atención o la voluntad del
destinatario en la dirección deseada por el emisor.
La estrategia comunicativa debe contemplar la forma de lograr esa atención y
colaboración. El éxito de un acto comunicativo cuya función es apelativa, por ejemplo,
dependerá probablemente de que hayamos producido una señal, amable, convincente y
clara. Una petición descortés, en cambio, puede generar anticuerpos que provoquen que
el destinatario se rehúse a atenderla, lo que no significa que no la haya comprendido.
Un acto comunicativo puede tener un destinatario colectivo: un grupo de personas, un
público masivo, un salón de clases, etc. Un único acto comunicativo tiene, por tanto, la
posibilidad de generar múltiples resultados comunicativos. En este sentido, hablaremos
de un resultado diferente por cada destinatario o eventual receptor porque los procesos
cognitivos que tienen lugar en cada uno también son diferentes.
38
Por otro lado, el acto mismo de comunicación tiene un impacto en el entorno donde se
encuentra el destinatario, donde podrían encontrarse además receptores involuntarios.
Quien comunica debe contemplar los posibles efectos de un entorno con múltiples
receptores, pues ellos podrían interferir en la eficacia del acto comunicativo. Esto es lo
que ocurre en clase, por ejemplo, cuando un profesor formula una pregunta dirigida a un
alumno en particular con la intención de evaluar su comprensión del tema y los demás
alumnos se lo impiden respondiendo en voz alta a la pregunta.
La eficacia de la señal y la presencia de eventuales receptores diferentes al destinatario
son aspectos que no forman parte del modelo cognitivo de Escandell, pues podrían
considerarse en la periferia del proceso mismo de comunicación. No obstante, más allá
de su pertinencia para el estudio del proceso comunicativo, analizarlos reporta cierta
utilidad práctica que vale la pena considerar.
5. CONCLUSIÓN
39
GUÍA DE LECTURA
1. ¿Cuáles son los modelos de comunicación comparados en el texto?
2. ¿Cuáles son las funciones del lenguaje reconocidas en el texto?
3. ¿Qué objeciones se plantean en el texto al modelo clásico de comunicación?
4. Señale cuatro diferencias importantes entre el modelo clásico y el modelo
cognitivo.
5. ¿En qué se diferencia el destinatario del modelo cognitivo del receptor del
modelo clásico?
6. ¿Cuál es la diferencia entre señal y mensaje en el modelo cognitivo?
7. ¿Una señal debe ser siempre codificada? ¿Por qué?
8. ¿Qué son las representaciones internas?
9. Explique en qué consisten los procesos de ostensión e inferencia.
10. ¿A qué llamamos estrategia comunicativa?
11. ¿A qué llamamos acto comunicativo?
12. ¿En qué se diferencia el macro acto del micro acto de comunicación?
13. ¿Cuándo decimos que una comunicación es exitosa?
14. ¿Cuándo decimos que una comunicación es eficaz?
REVISIÓN DE CONCEPTOS
1. Una orden cumple una función _____________________, mientras un saludo
responde a una función ____________________.
2. Una clase de historia es un ejemplo de la función ______________________.
3. Una adivinanza es un ejemplo de la función _____________________, mientras
una escultura lo es de la función ____________________.
4. El _______________________ no es cualquier receptor, sino el sujeto al cual el
emisor ___________________________.
5. En analogía con los componentes del signo, la señal corresponde al
________________________, mientras el mensaje corresponde al
________________________.
6. El modelo clásico reconocía los procesos de _______________ y
_________________; el modelo cognitivo incorpora al análisis los procesos de
____________________ e _____________________.
7. En el modelo cognitivo, el código no es _______________________ para que
exista comunicación.
8. Las imágenes mentales que tienen los sujetos de la comunicación sobre
cualquier aspecto de la realidad constituyen
sus__________________________________.
9. La intención comunicativa de una persona que pregunta ¿Tienes hora? es
_____________________________________________________________.
40
10. Una comunicación es exitosa cuando el destinatario
________________________________________________________________
___________________.
11. Una comunicación puede ser exitosa y, sin embargo, no ser
__________________, si no se logra el propósito comunicativo.
12. Una comunicación referida contiene dos actos comunicativos: el
___________________ y el ______________________.
13. Las tres etapas del proceso comunicativo son ___________________________,
___________________________ y ________________________________.
REFERENCIAS
Austin, J. L. (2012). Emisiones realizativas. En L. V. (compilador), La búsqueda del
significado (págs. 415-430). Madrid: Tecnos.
Bernárdez, E. (2004). ¿Qué son las lenguas? Madrid: Alianza Editorial.
Escandell Vidal, M. V. (2005). La comunicación: lengua, cultura y sociedad. Madrid:
Gredos.
Hjemslev. (1971). Prolegómenos a una teoría del lenguaje. Madrid: Gredos.
Jakobson, R. (1988). Lingüística y poética. Madrid: Cátedra.
Reyes, G. (2011). El abecé de la pragmática. Madrid: Arco/Libros S.L.
Santos, R. (2017). Palabras en juego: juego de palabras. En Lienzo (págs. 159-178).
Lima: Fondo editorial de la Universidad de Lima.
41
DEL LENGUAJE A LA VARIEDAD ACADÉMICA
1. LENGUAJE y LENGUA
Chomsky dejó claramente establecida la naturaleza del lenguaje cuando precisó que este
es una capacidad humana innata, resultado de la evolución de la especie y, por lo
mismo, herencia biológica (genética) que le permite al humano comunicar por medio de
palabras.
Es evidente el rápido y natural proceso por el que los niños de cualquier grupo humano
dominan la lengua de su entorno sin dificultades mayores y sin necesidad de enseñanza
formal propiamente dicha. Chomsky sostiene que debe haber algo en sus cerebros que
hace posible este logro. El estímulo lingüístico del entorno, que llega al niño como
resultado de su inmersión en la vida de una comunidad hablante, no es ni ordenado, ni
secuencial, ni jerarquizado por grado de dificultad. Los niños solo viven, y como la vida
humana está mediada por la lengua del entorno, es el contacto y la interacción con su
medio lo que les permite, en muy corto plazo, apropiarse del sistema (o código) que se
use en a su alrededor.
42
Un ejemplo de una regla general y universal de GU es la que permite la construcción de
una oración. Esta noción exige que haya algún elemento nominal que funciona como
sujeto y otro verbal que funcione como predicado. Si los niños llegan al mundo con la
estructura abstracta de lo que es una oración, la parte del cerebro encargada de procesar
datos lingüísticos ordena de manera inconsciente lo que se va escuchando. Así, si un
niño escucha español, reconocerá, sin mayores complicaciones, que la expresión “Juan
come pan” es una oración en la que “Juan” es la parte nominal y “come pan” la parte
verbal. El niño no sabe que “Juan come pan” es una oración. Lo mismo sucede con
todos los niños que escuchan alguna lengua. En realidad, nadie les enseña nunca a los
niños la noción de oración.
Lo previamente detallado explica por qué, para un menor de cinco años, no hay ninguna
lengua más difícil que otra. Casos abundan para ejemplificar cómo un niño o niña de
padres con lenguas distintas desarrolla, en un proceso de bilingüismo de cuna, dos
sistemas gramaticales con total naturalidad. Y si a las lenguas que escucha y usa en su
hogar se añade una tercera diferente, por ejemplo, en la escuela, el niño dominará las
tres con igual éxito. Todo ello es posible mientras el menor se halle dentro del llamado
periodo crítico para el desarrollo de las lenguas (maternas o no) presentes en su entorno.
Se suele señalar que este tiempo privilegiado dura hasta los cinco años, o se extiende
hasta la pubertad. Mientras el joven cerebro reciba el estímulo lingüístico de su entorno
dentro de esos plazos, la adquisición, facilitada por la GU y un DAL totalmente
disponibles, será natural y sin esfuerzo. Quienes aprendan luego de ese tiempo tendrán
que enfrentar mayores dificultades, sin que por ello sea imposible su cometido, pues
bien es sabido que se puede dominar varias otras, con estudio y tiempo, más allá de la
infancia.
Una vez establecido el concepto de lenguaje como una capacidad innata que le permite
al ser humano comunicarse por medio de palabras, la pregunta es la siguiente: ¿Qué son,
pues, las lenguas? Estas son productos culturales, heredados ya no biológicamente, sino
de manera histórica, dentro de una comunidad. Las lenguas tienen una historia,
amarrada a la experiencia y al devenir de las comunidades que las hablan. Estas suelen
reconocer espacios geográficos como propios, en los que se desarrollan en el tiempo.
Las lenguas también viajan, se desplazan, colonizan nuevos espacios y mutan.
Un claro ejemplo del desarrollo de las lenguas es la aparición gradual de las lenguas
romances en Europa. Todas ellas parten del latín. Con el paso de los siglos y la
necesidad de los pueblos de diferenciarse unos de otros, surgieron el español (o
castellano), el francés, el portugués, el italiano, el catalán, el rumano y el retorrománico.
En el caso específico del español, se postula que sus primeros rasgos aparecen en los
siglos IX y X de nuestra era. El español que hablamos hoy todos los días no es más que
la evolución de un proceso largo y complejo que se inicia en las mencionadas centurias.
Existe una gran diversidad de lenguas. Todas ellas constituyen sistemas o códigos
altamente complejos que satisfacen todas las necesidades comunicativas de la
comunidad que las emplea. Hoy se reconoce que existen, aproximadamente, 7 000 en el
mundo, todas ellas en procesos de vida, desarrollo e incluso muerte, en función de lo
que les ocurre o deja de ocurrir a sus hablantes. En el Perú, según datos oficiales del
Ministerio de Cultura, existen 48 lenguas en diferentes condiciones de existencia. Entre
las más habladas, aparte del español, se encuentran el quechua, el aimara y el ashaninka.
43
Por lo anteriormente expresado, queda clara la distinción entre lo lingüísticamente
biológico y lo lingüísticamente histórico. Lo primero remite al lenguaje como capacidad
humana (innata) y lo segundo refiere a una lengua concreta. Así, en sentido estricto, no
tiene ningún sentido afirmar: “yo hablo un lenguaje” o “ellos hablan lenguajes”. El
lenguaje no se habla. Lo que existe es el lenguaje como facultad exclusivamente
humana. En la misma línea, sí tiene sentido afirmar: “yo hablo español” o “ellos hablan
alemán y sueco” porque los seres humanos hablamos lenguas concretas; hablamos
lenguas no lenguajes.
2. LENGUA y HABLA
Los trabajos de Ferdinand de Saussure, publicados por sus discípulos en 1916, marcaron
un hito en la reflexión sobre el lenguaje y las lenguas, iniciando lo que consensualmente
se considera la lingüística moderna. Sus postulados abrieron originales campos de
investigación no solo en la lingüística, sino también en la semiótica y la antropología.
Para lograrlo recurriremos a la distinción que establece Saussure entre lengua (langue) y
habla (parole), no como dos objetos distintos, sino como dos aspectos diferentes, pero
inseparables y en continua relación, del mismo fenómeno. El acto concreto a través del
cual se ejerce la facultad del lenguaje es el habla, que solo es posible porque existe un
conjunto de convenciones que hacen viables este acto y que constituyen la lengua.
44
El enunciado (b) nos parecerá muy extraño, gramaticalmente hablando, porque en este
no hay concordancia entre el sustantivo “juego” y el adjetivo “divertido”. En contraste,
nos resulta natural el enunciado (a), ya que en este se cumple lo exigido por el sistema
del español: “juego” y “divertido” deben concordar en género gramatical masculino.
Cabe resaltar que no todas las lenguas comparten las mismas reglas porque sus sistemas
tienen características diferentes; por ejemplo, la regla de concordancia de género antes
descrita es parte del español y no del sistema del inglés.
En la lengua así concebida no hay nada individual, sino que resulta ser la suma de todas
las imágenes de palabras y asociaciones comunes a todos los hablantes de una lengua
determinada. Por su intermedio, todos los individuos que forman parte de una misma
comunidad lingüística comparten estos conocimientos de manera implícita, lo que les
permite "hablar", es decir, realizar "actos de habla", sin necesidad de que alguien les
haya enseñado gramática de manera explícita. Por ello, siguiendo a Saussure, podemos
afirmar que la lengua es una realidad social que no está completa en ningún individuo
(no existe perfectamente sino en la masa), que es un producto social de la facultad del
lenguaje, que es un conjunto de convenciones necesarias adoptadas por el cuerpo social
para permitir el ejercicio de esa facultad en los individuos (una especie de contrato
establecido entre los miembros de una comunidad).
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El siguiente cuadro propuesto por María García y Ralph Penny (2013) resume algunos
de los cambios para la conjugación de los verbos españoles actuales terminados en “-
er”.
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En tanto que acto individual, el habla incluye tanto la actividad por la cual el individuo
elige y combina los elementos de la lengua que considera necesarios (codificación),
como el mecanismo psicofísico que le permite exteriorizar estas combinaciones, es
decir, los actos de fonación necesarios para ejecutarlas; por lo anterior, todo acto de
habla es de naturaleza psíquica, fisiológica y física.
LENGUA HABLA
social individual
Una analogía nos permitirá entender mejor la distinción entre los conceptos de lengua y
habla, así como su interdependencia. Podríamos relacionar esta oposición con la
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actividad de la preparación de alimentos, por ejemplo. Para realizar esta actividad
necesitamos, por un lado, contar con la existencia de elementos de los que podemos
disponer, es decir, de un conjunto de ingredientes. En nuestra despensa tendremos arroz,
fideos, azúcar, sal, huevos, leche, carne, pescado, aceite, cebollas, ají, tomates, limones,
café, cocoa, etc.; además, hemos aprendido algunas reglas básicas para una adecuada
combinación de estos elementos con el objeto de que sirvan para la alimentación: por
ejemplo, el aceite se pone en una sartén y se calienta para freír carne, o se echa
directamente sobre los tomates para hacer una ensalada; para cada comida vamos a
utilizar, en cada ocasión particular, ciertos ingredientes y los vamos a combinar de esa
cierta manera que hemos elegido para esta vez; para cada comida no utilizamos toda la
despensa ni todas las posibles reglas de combinación de sus elementos. Esa actividad de
"cocinar" se concreta en la preparación de un plato específico, por ejemplo, un lomito
saltado, un cebiche, un arroz con leche, etc. Para cada plato hemos elegido algunos de
los ingredientes, los hemos combinado según ciertas reglas y hemos obtenido, si lo
hemos hecho adecuadamente, el resultado esperado.
Si relacionamos esta actividad con el problema que nos ocupa, podríamos considerar el
conjunto de ingredientes de nuestra despensa y las reglas para su combinación como la
lengua, y cada una de las preparaciones específicas, como un acto concreto de la
actividad de cocinar, un acto de habla.
No debemos olvidar, puesto que estamos realizando una reflexión teórica, que estos dos
términos se refieren a una abstracción científica necesaria para el estudio; en la práctica,
lo único que podemos observar directamente es el habla.
La oposición que propone de Saussure entre lengua y habla permite comprender mejor
el fenómeno lingüístico; sin embargo, esta dicotomía es insuficiente para algunos
estudiosos, y es necesario distinguir otros niveles para precisar la manera como se ejerce
la facultad del lenguaje.
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comunidad lingüística. Esto corresponde perfectamente con la definición saussureana de
lengua que hemos desarrollado anteriormente. En nuestro caso, por ejemplo, el sistema
a partir del cual realizamos nuestros actos de habla es el castellano.
La norma, por su parte, sería "un sistema de imposiciones sociales y culturales que
varía según la comunidad", estaría constituida por los elementos y reglas de
combinación que son "normales y tradicionales en la comunidad". Es decir, es el
sistema compartido por un grupo de hablantes con una identidad colectiva determinada
por ciertas características geográficas, socioeconómicas, culturales, etc.
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Sistema
Para precisar su propuesta teórica, Coseriu declara que la norma individual, la norma
social y el sistema no son sino distintos grados de formalización del hablar mismo; la
norma individual contiene la norma social y el sistema, y la norma social contiene el
sistema.
Existe, entre los hablantes de una lengua, una clara conciencia respecto de la diferente
valoración que socialmente se le otorga a cierta forma de hablar, a cierto modo y uso,
por encima de otros. Los hablantes reconocen qué usos son prestigiosos y aceptan, las
más de las veces sin cuestionamientos, que “esto se dice así” o “aquello no se dice”.
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Usualmente, las formas dialectales muy marcadas (en cuanto a acento, estructura o
léxico) suelen considerarse menos “correctas” que otras formas supuestamente
“mejores” por ser más neutrales, menos marcadas, pertenecientes a la llamada variedad
estándar o variedad prestigiosa que, en cada comunidad, se termina imponiendo desde
los grupos a los que se les reconoce el poder de definir cómo se debe usar el idioma.
Son las élites letradas, los profesionales, los académicos, así como los medios de
comunicación masivos, “oficiales” o reconocidos, quienes marcan la pauta de lo que se
debe o no se debe usar. Y eso obedece a criterios no lingüísticos, sino de otra y muy
diversa naturaleza. Con frecuencia, por ejemplo, los usos de las capitales son incluidos
preferentemente en la lista de lo correcto o prestigioso, en desmedro de formas propias
de comunidades más pequeñas.
No cabe duda, entonces, de que el poder que se reconoce a ciertos grupos por factores
extralingüísticos (poder económico, reconocimiento académico, valoración social y
cultural, centralismo político, etc.) termina haciendo que las formas de habla de esos
mismos grupos se aprecien como mejores, más adecuadas, más correctas, sin que ello
tenga ningún sustento en criterios científicos o de comunicación.
GUÍA DE LECTURA
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6. ¿Qué es la lengua según Saussure?
7. ¿Por qué puede afirmarse que la lengua es un conjunto de virtualidades?
8. ¿Por qué el habla supone la actualización de la lengua?
9. ¿Por qué la lengua es psíquica?
10. ¿Por qué el habla es psíquica, fisiológica y física?
11. ¿Qué es el “acto de fonación”?
12. ¿Qué relación existe entre la lengua y el habla?
13. ¿Cuáles son los niveles de realización que Coseriu propone?
14. ¿Qué relación existe entre la noción de “norma”, propuesta por Coseriu, y la noción
de “variedades lingüísticas”
15. ¿Qué diferencia a las nociones de dialecto y sociolecto?
16. ¿Qué es el idiolecto?
17. Aporte ejemplos propios para los siguientes conceptos:
a. Comunidad lingüística.
b. Lengua.
c. Habla.
d. Dialecto.
e. Sociolecto.
REVISIÓN DE CONCEPTOS
A. Complete las siguientes afirmaciones.
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9. Es una realidad social que no está completa en ningún individuo, no existe
perfectamente sino en la masa: ___________________________.
___________________________.
14. Está constituida por los elementos y reglas de combinación que son normales y
tradicionales en la comunidad: ____________________________.
____________________________.
llama _____________________________.
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2. Todas las virtualidades que nos ofrece la lengua serán necesariamente actualizadas
por el individuo perteneciente a una comunidad lingüística. ( )
5. El español, así como las demás lenguas, está constituido por un conjunto de normas o
variedades lingüísticas. ( )
6. La forma de hablar de un grupo de personas que está influida por el lugar donde
viven se denomina idiolecto. ( )
REFERENCIAS
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