Facilitador/a en Terapia Transpersonal

Cuaderno de Prácticas Terapéuticas:

Abrazando a mis Yoes

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 Cuaderno de Prácticas Terapéuticas: Abrazando a mis Yoes

Cuaderno ¿De dónde proviene esta práctica?

de Prácticas Esta técnica se inspira en diversos modelos terapéuticos que conciben la
Terapéuticas: psique desde la perspectiva de la multiplicidad, en lugar de abordarla como
Abrazando a un bloque sólido y unificado. Al mismo tiempo, esta práctica está en sintonía
con la mirada transpersonal, en tanto que reconoce que, si bien las “distintas
mis Yoes partes” conforman nuestra personalidad, la totalidad que somos no puede
ser explicada aludiendo a una de estas “partes” por separado.

Tratar de comprender al ser humano desde una única perspectiva es tan

parcial y relativo como lo sería decir que el universo es tan sólo lo que
nuestros ojos alcanzan a ver en la noche estrellada. Del mismo modo que la
totalidad no es la suma de sus partes, los seres humanos tampoco somos tan
sólo la suma de “nuestros yoes”: somos lo que trasciende e incluye a todas
ellas. Caminar hacia esta comprensión de nosotros mismos abre la puerta a
una dimensión mayor que, concientizada y reconocida, otorga coherencia e
integración a la estructura del Yo–persona.

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¿En consiste?
Esta técnica consiste en ampliar la consciencia en torno al propio mundo interno y las variadas
“voces” o yoes que lo conforman. Otro de los propósitos es el de darse cuenta de cómo uno/a se
ha relacionado a lo largo de su vida con los distintos aspectos, emociones o formas de ser de sí
mismo/a.

¿Para qué sirve?

El conocimiento y progresivo acercamiento a la Comunidad interna de yoes propicia que la
curiosidad y la autocompasión se hagan presentes en las relaciones intrapersonales. La técnica
Abrazando mis yoes permite dar los primeros pasos en este camino de acercamiento al propio
mundo interno, de tal forma que uno convierta las relaciones internas disfuncionales en vínculos
de cooperación y creatividad.

Esta técnica permite reforzar la confianza y la alianza terapéutica, ya que, a través de la autoindagación
que propicia, la persona acompañada abre las puertas a su mundo interno al terapeuta, algo que
de por sí resulta sanador.

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¿Qué material se requiere?

Muñecos tipo playmobil o semejantes que se puedan mantener de pie. También se pueden emplear
cualquier tipo de figuras u objetos que tengan un costado diferenciado, de tal forma que se pueda
saber hacia dónde “mira” una vez ubicado en el espacio. Se pueden emplear incluso papeles,
doblados de tal forma que se puedan mantener de pie; en este caso, el ángulo que se forma al
doblar el papel será tomado como la dirección hacia la que “mira” el papel.

¿En qué momento del proceso terapéutico puede ser útil?

Si bien la integración del Yo es un largo camino de autoconsciencia, y existen variantes más
avanzadas de esta técnica para llevar a cabo en diversos momentos del proceso terapéutico, esta
versión en concreto es útil en la primera etapa del mismo para propiciar la toma de contacto con
el “mundo interno”.

Por otra parte, esta práctica contribuye a deshacer posibles “voces saboteadoras” y resistencias
inconscientes que pueda tener la persona a abrir y mostrar aspectos de sí que juzga como
indeseables.

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Si la persona acompañada ha hecho consciente previamente alguna emoción, aspecto de su forma

de ser o comportamiento que es fuente de dolor o rechazo por parte de ella, podrá proponérsele
un trabajo con este aspecto sombrío en concreto.

Introducción
Aunque solemos vernos a nosotros mismos de una determinada manera, en realidad dentro de
cada uno y una de nosotras convive una especie de “gran familia”, compuesta por miembros
con personalidades y formas de percibir la vida distintas. Es frecuente, también, que no seamos
conscientes de qué “personajes” son los que dirigen la orquesta en el día a día, como tampoco
de cómo nos relacionamos con cada uno de estos aspectos que conforman nuestra personalidad.

Estos “personajes” o “partes” de nuestro yo se manifiestan como emociones dolorosas que nos
son familiares, una forma de ser rígida o controladora, crítica o autosentenciadora… También se
hacen patentes a través de comportamientos propios que juzgamos como vergonzosos, dolorosos,
impresentables o hacia los que, simplemente, sentimos rechazo.

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Cuando nuestro mundo interno está fragmentado, experimentamos división y conflicto. Esto nos
lleva a vivirnos en estado de guerra o lucha interna. La forma de apaciguar a esta “familia interna”
es poniendo consciencia y acercándonos con curiosidad a los diversos integrantes y a su papel en
la “comunidad de yoes”. Cuando aprendemos a relacionarnos compasivamente con cada una de
nuestras “partes”, el sentimiento de división y lucha disminuye, al tiempo que también disminuyen
los conflictos que experimentamos en el día a día con otras personas.

El primer paso para mejorar las relaciones de piel para dentro es el de conocer mejor a la “familia
interna”. A continuación vamos a avanzar en esta dirección.

Instrucciones
En primer lugar, te invito a hacer una lista de aquellos aspectos, emociones o comportamientos
que te ocasionan contracción, dolor o cualquier otro tipo de contrariedad.

Si la persona ya ha identificado o nombrado previamente algún aspecto sombrío de sí misma –

por ejemplo: “mi fuerte autocrítica”, “mi perfeccionismo”, “mi inseguridad”, “mi dificultad para
relacionarme con los demás”– , se le propondrá trabajar con éste, sin elaborar el mencionado
listado.

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De este listado, ahora elige uno de estos aspectos, emociones o comportamientos. Ahora pon un
nombre a este aspecto de ti.

Se puede ayudar a la persona con ejemplos: si el aspecto o emoción con el que elije trabajar es el
miedo al abandono, podría nombrar este aspecto como Abandono; si se trata de una actitud de
perfeccionismo y autocrítica, podría nombrarlo como “la parte crítica”… Se trata de que concrete
y, al mismo tiempo, de que empiece a familiarizarse con este aspecto propio.

A continuación, se le propondrá que elija dos muñecos o figuras: uno representará a la persona y,
el otro, al aspecto sombrío que ha elegido del listado previamente elaborado.

Te propongo indagar en cómo te relacionas con este aspecto de ti que te produce xxxx (temor,
vergüenza, dolor…). Para ello, te voy a invitar a poner imagen a esta relación colocando dos
muñecos… Así que ahora te invito a elegir un muñeco o figura que te represente a ti, y otro que
represente este aspecto/emoción/comportamiento que has elegido para trabajar.

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Una vez ha elegido los dos muñecos, se le indica que puede proceder a colocarlos: Ahora se trata
de que coloques estos dos muñecos en este espacio (se le indica un espacio delimitado como, por
ejemplo, una mesita o una bandeja, un folio…), de tal forma que su colocación refleje la relación
existente entre ambos. Por ejemplo, si sientes que nunca has querido mirar hacia este aspecto
o emoción, tal vez te surja colocar ambos muñecos alejados y sin mirarse… En cualquier caso,
sitúalos como sientas tú. ¿Cómo te relacionas habitualmente con este aspecto de ti? Pues bien,
trata de reflejar esta relación en la colocación de los dos muñecos.

Una vez ubicados los muñecos o figuras en el espacio, se invita a la persona a observar la imagen
resultante: ¿Qué te dice esta imagen? ¿Qué te sugiere la colocación de los muñecos? Si fuera la
primera vez que los ves, ¿cómo dirías que es la relación entre ellos? ¿Se miran? ¿Qué crees que
sienten uno en relación con el otro?

En general, las respuestas suelen denotar una relación no precisamente buena entre la persona y el
aspecto de sí que ahora está representado por un muñeco o figura… A partir de aquí, se trata de
acompañar a la persona al despliegue de una nueva mirada en la que otra forma de relacionarse
con ese aspecto sea posible.

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Si te dijera que este muñeco (señalando al muñeco o figura que representa al aspecto sombrío)
representa tan sólo a una parte de ti, y no lo que eres en tu totalidad, ¿cambiaría algo para ti?
¿En qué medida la voz de este muñeco (señalando de nuevo al muñeco o figura que representa
al aspecto sombrío) está presente en tu día a día? ¿Qué pasaría si este otro muñeco (señalando
ahora al que representa a la persona) mirase hacia el otro con curiosidad? ¿Qué función o rol crees
que cumple este aspecto que hasta ahora te ha producido xxx (dolor, temor, vergüenza…)?

¿Cómo recolocarías los dos muñecos o figuras de tal forma que su nueva posición sea más armónica
o refleje una mejor relación entre ambos?

Tras la nueva colocación…: ¿Qué te dice esta nueva colocación? ¿Cómo es la relación ahora entre
los dos muñecos? ¿Qué cambia?

¿Qué palabra o frase por parte del muñeco que te representa a ti aliviaría o relajaría al otro?
Puedes decirla en voz alta… ¿Cómo te sientes al expresar esto? ¿Cómo crees que se sienten ahora
ambos muñecos?

Para finalizar, siente si te gustaría recolocar por última vez los muñecos o decir algo más. En caso
de aquí sea, se puede preguntar a la persona qué le aporta la nueva recolocación o palabra/frase
que ha expresado.

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