You Re My Boo - Frakie Love

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hispana, aquellas autoras que no llegan a nuestros países.
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Sin más que decir.

¡Les deseamos buena lectura!

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UN ROMANCE DE HALLOWEEN

DE AMIGOS A AMANTES
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You Are My Boo
Un romance de Halloween de amigos a amantes
Por Frankie Love

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Tenemos esta tradición desde que éramos niños:

Lucy y yo elegimos disfraces a juego para Halloween.

Somos los mejores amigos; vamos juntos como la mantequilla de maní y la


mermelada.

La cosa es que he amado a Lucy desde el tercer grado.

Pero ella me puso en la zona de amigos hace mucho tiempo.

Quiero salir de ahí.

Este Halloween voy a dejar claras mis intenciones.

Si ella es la toma de luz, yo soy el enchufe.

Y está a punto de cargarse... 5


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Sinopsis ............................................................................................................................. 5
Capítulo 1 ......................................................................................................................... 8
Capítulo 2 ....................................................................................................................... 19
Capítulo 3 ....................................................................................................................... 26
Capítulo 4 ....................................................................................................................... 33
Capítulo 5 ....................................................................................................................... 43
Capítulo 6 ....................................................................................................................... 51
Capítulo 7 ....................................................................................................................... 57
Capítulo 8 ....................................................................................................................... 66
Capítulo 9 ....................................................................................................................... 71
Capítulo 10 ..................................................................................................................... 74
Capítulo 11 ..................................................................................................................... 79
Epílogo............................................................................................................................ 85

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Que le den al truco o al trato, ¡Noah es el único caramelo que necesito!

Este alfa puede ser un jugador a los ojos de Lucy, pero está listo para
conseguir a la chica que siempre ha amado de verdad.

Coge un caramelo de la cesta de caramelos y dale un lametazo, caramelito.


Te lo mereces.

XO, Frankie

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SABIENDO que Lucy va a llegar diez minutos tarde, decido cruzar la calle
para tomarnos un café antes de dirigirnos a la locura que es Costume Corner, que
hoy se ha convertido en una locura extra por ser el día antes de Halloween.
Cuando entro en la cafetería, me arrepiento inmediatamente de mi decisión.
Betty está junto al mostrador y, en cuanto me ve, pone los ojos en blanco.

—¿Qué haces aquí, Noah? Se supone que no debería estar hablando


contigo.

—Oh, ¿y eso por qué? —pregunto, sabiendo muy bien por qué estoy
recibiendo la actitud. Ese es el problema de ser de la pequeña ciudad naval de
Monday Harbor. Todo el mundo aquí conoce todos tus asuntos. Es una de las
razones por las que estaba tan decidido a salir hace cuatro años cuando me enlisté
en la Marina. Estar en casa de permiso durante el último mes significa que vuelvo
a reunirme con mis amigos del instituto que nunca salieron del pueblo.

—Porque Natalia dice que estás en su lista de mierda. Le rompiste el


corazón.
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—No le rompí el corazón. Estuvimos saliendo durante unas semanas, eso


fue todo. Ella sabía el trato —digo.
Betty sonríe.

—¿Lo mismo que sabía cuando estábamos en la escuela?

—¿Todavía le guardas rencor por nuestra aventura de una noche?


Teníamos diecisiete años.

—No —dice ella, agitando las manos como si fuera una noticia vieja. Y lo
es—. Se supone que estoy enfadada contigo porque mi mejor amiga lo está.

—Natalia y yo éramos una pareja terrible. Ella lo sabe. Yo lo sé. Todo lo que
hicimos fue discutir. Retomando viejas peleas.

—Oh, ¿así que esa es la razón, esa es la excusa que usas ahora? ¿La chica
es demasiado discutidora? Cuando estábamos juntos...

Interrumpo:

—No estábamos juntos. Me quedé a dormir una noche.

—Ok. Pero la razón por la que dijiste que no podíamos ser algo era porque
no me gusta viajar. Y sé que le dijiste a Shirley que como nunca había leído
Robinson Crusoe, nunca podrian estar juntos. Y la razón por la que le dijiste a
Tabitha que no podían salir más fue porque no había memorizado toda la película
de la vida segun Wayne. Tu baya es ridículamente alta. Ninguna chica es todas
esas cosas al azar.

Me encojo de hombros, sin decirle lo equivocada que está. Hay una chica
que es todas esas cosas y más.

—Da igual —dice—, Natalia está cabreada. Por lo tanto, yo también lo


estoy. —Luego frunce la nariz y se ríe—. Pero puedo hacerte un café. ¿Qué
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quieres?

Me río. Esta ciudad siempre ha sido demasiado pequeña para mi gusto. No


estaría aquí si no fuera por Lucy, mi mejor y más antigua amiga, la chica con la que
nunca tuve una oportunidad porque me metió en la zona de amigos en tercer
grado.

—Quiero dos cafés dobles con especias de calabaza —digo, introduciendo


mi tarjeta de débito en el lector de chips.

—Déjame adivinar, ¿vas a pedir el café de Lucy?

—Sí, hemos quedado para comprar nuestros disfraces.

—Un poco de última hora, ¿no?

Asiento con la cabeza, sabiendo que tiene razón y preocupándome que no


nos queden opciones. Es raro, porque todos los años, desde siempre, hemos
tenido un plan para Halloween. Bueno, todos los años, excepto el pasado, cuando
estuve en el mar.

—Ha estado muy ocupada con los finales y el trabajo.

—Pero mañana estarás en la fiesta de Halloween de Jake, ¿verdad? —


pregunta.

Asiento con la cabeza. "Por supuesto, nunca me lo perdería".

—¿Y vas a ir con Lucy?

Asiento con la cabeza.

—Sí. Tradición.

—Bueno, para que sepas, Natalia va a estar allí.


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—Me lo imaginaba —digo—. Seguro que todo el equipo estará allí, ¿no?
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Betty asiente.
—Es un pueblo pequeño, demasiado pequeño, especialmente para ti,
cuando te has acostado con prácticamente todas las chicas en un rango de edad
de cinco años.

—Siento que mi reputación me supera, y no estoy haciendo daño a nadie.


Solo me divierto. Todo el mundo sabe qué esperar.

Betty asiente.

—Claro —dice—. ¿Y qué piensa Lucy?

—¿Lucy? Lucy es... —Me paso una mano por el pelo, sin querer discutir la
verdadera razón por la que terminé las cosas con Natalia. Pronto me iré de nuevo
de la ciudad y no puedo irme sin ser finalmente sincero con mi mejor amiga—. Ya
sabes cómo es Lucy.

Betty me da una sonrisa triste.

—¿Demasiado bueno para ti?

—Dios, muchas gracias —digo, cogiendo el café y luego mirando al otro lado
de la calle, hacia la tienda de disfraces, explorando para ver si Lucy ha llegado.

—Bueno, buena suerte con la búsqueda de disfraces —dice Betty—. Y si


Natalia pregunta, no hemos tenido esta conversación. Recuerda que estoy
enfadada contigo por ella.

—Bien —digo—, nos vemos luego, Bets.

—Adiós —me dice, agitando los dedos mientras salgo de la cafetería, con el
aire fresco del otoño en la cara y las hojas de roble crujiendo bajo mis pies.
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Cuando vuelvo a cruzar la calle, veo a Lucy doblar la esquina con una falda
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negra a medio muslo. Lleva unas medias negras gruesas con calaveras y huesos
cruzados, unas Doc Martens con cordones de raso rosa y un jersey rosa con una
calavera negra gigante en la parte delantera. Lleva el pelo rosa suelto mientras
corre hacia la tienda de disfraces.

La llamo.

—¡Hey, Luce!

Ella sonríe cuando me ve.

—¿Tienes café? —Me rodea la cintura con sus brazos—. Dios, necesito
cafeína, mucho. Me estoy agotando, de verdad.

Yo mido 1,95 y ella 1,55. A pesar de su pequeña estatura, siempre la he


tenido en un pedestal. Y aunque hemos sido mejores amigos desde que éramos
niños, los últimos años han sido difíciles. Sé que las relaciones a distancia son
duras, pero nunca me había planteado que una amistad a distancia pudiera ser
tan difícil. He estado en casa algunas veces, y ella vino a visitarme cuando estuve
destinado en Nápoles, pero no es lo mismo. La he echado de menos.

—Un café con leche con especias de calabaza para ti —digo—, y uno para
mí.

—Gracias, Noah. —Ella toma un sorbo, y se deleita—. Esto está muy bueno.
Y pensar que tenemos todo noviembre para disfrutar de las bondades de la
calabaza que ofrece el mundo.

—Si tienes ganas de bondad, ¿qué pasa con las calaveras y las tibias
cruzadas?

Se ríe, mirando su traje.


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—¿Es un poco oscuro?


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Sonrío.

—Bueno, el rosa compensa la estética premonitoria de la Parca.


—Solo pensé que era divertido. Y últimamente, con el trabajo y la escuela,
me siento como en el infierno. —Se encoge de hombros, riendo.

—¿Los exámenes han sido asesinos? —pregunto, abriendo la puerta de


Costume City, la tienda en la que entramos cada Halloween desde que teníamos
ocho años.

—Más que asesinos. Ya sabes cómo me pongo con los exámenes.

Sonrío, recordando los exámenes de selectividad. Era un caso perdido,


tanto que se negó a cualquier actividad social durante las seis semanas previas.

—Lo sé.

—Es que no quiero suspender —dice.

—No vas a fracasar. Llevas cuatro años en la escuela de enfermería. Este es


tu sueño. Se va a cumplir.

—¿Tú crees? —me pregunta.

—Lo sé —le digo con seguridad. Y lo sé. Puede que Lucy esté nerviosa por
sus exámenes y su capacidad para hacerlos, pero es la chica más inteligente que
he conocido, brillante y divertida y guapa y... Me paso una mano por la mandíbula.
Tengo que controlarme. Tengo que decirle a Lucy la verdad.

—¿Qué pasa? —pregunta.

—Nada. Es que...

—Déjame adivinar. ¿Natalia y tú se han peleado otra vez? —Ella pone los
ojos en blanco mientras comienza a caminar por una fila de trajes.
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Sin embargo, la tienda está ridículamente escogida. Y apenas hay opciones


para nosotros. Esto va a ser difícil.
—Sí. Me metí en algo más que una pelea con ella —le digo—, terminé las
cosas.

Lucy se congela, sus ojos se abren de par en par, y levanta el dedo en el aire,
lista para decir te lo dije, pero no lo hace.

—Lo siento. ¿Va a ser incómodo? —pregunta lentamente, como si eligiera


sus palabras con mucho cuidado.

—¿Qué es este nuevo tono? —pregunto—. ¿Y por qué te importa? Natalia


siempre te ha molestado.

—Lo sé, pero he estado pensando que tal vez soy demasiado crítica. Quizá
la razón por la que nunca has sentado cabeza, la razón por la que siempre estás
jugando al despiste, es porque me meto con todas las chicas con las que sales. Tal
vez yo soy el problema aquí.

—Tú no eres el problema —digo categóricamente, mintiendo. Ella es el


problema, solo que no por la razón que ella cree.

—¿Ah, sí? Porque siento que nuestra relación amenaza cualquier


oportunidad que puedas tener de divertirte más de unas semanas con una chica.
Siempre es una aventura o un enganche o...

La corté.

—No necesitamos hablar de mi vida amorosa. ¿No deberíamos buscar


disfraces?

Lucy se tensa.
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—¿Vida amorosa? —pregunta con énfasis—. No me di cuenta que


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estábamos hablando que estabas enamorado de alguna de estas chicas.

—No lo estoy —digo—. No lo estaba, no es así. Solo lo digo. —Me paso una
mano por el cuello, odiando haber dejado que el miedo guiara mis decisiones
durante tanto tiempo. Miedo a perderla—. ¿De verdad quieres hacer esto aquí?
¿Ahora?

Se encoge de hombros.

—No lo sé. ¿Por qué no ves un futuro con Natalia? La conoces desde hace
casi tanto tiempo como a mí.

Ojeamos las perchas de sombreros de bruja y capas negras, sin que nada
nos llame la atención.

—Ella no trabajó con mi lista.

Lucy sonríe.

—Oh, volvemos a tu lista mágica, etérea y minuciosamente curada.

Me río.

—Estás de humor. ¿Verdad, Lucy?

—Sí —dice ella—, lo estoy. Nunca he visto esa supuesta lista que has creado
sobre la pareja perfecta, pero odio tener que decírtelo, Noah, esa chica de
ensueño no existe. Si no, ya la tendrías. Dios sabe que has salido con todas en la
ciudad y al otro lado del océano.

—Lucy, no he salido con nadie al otro lado del océano. Cuando estoy en el
mar, estoy apilado como una sardina en un portaaviones de la Marina. No es
exactamente el lugar para llevar a cabo asuntos ilícitos.

—Tal vez no —dice ella—, pero...


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—No hay peros —digo, cortándola. Saco un disfraz—. ¿Payasos? —


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pregunto.

Ella lo empuja hacia atrás.


—Ni hablar. —Y enseguida saca un maillot de rockera de los 80.

—No me voy a poner eso —le digo.

—¿Por qué no? —pregunta—. Creo que te verías bien en Spandex.

—A nadie le sienta bien la lycra.

Se encoge de hombros.

—No sé. Yo me veo muy bien en Spandex.

Nos tensamos por un momento. Quiero decirle que estaría jodidamente


increíble con ese traje, porque es la verdad. Pero no lo hago. Tal vez porque está
demasiado cerca de lo que realmente quiero decir. Te quiero, te necesito. Terminé
las cosas con Natalia porque se me pasó el rollo casual cuando tú eres la única a
la que he querido.

No digo nada. Y ella tampoco. En cambio, se encoge de hombros, vuelve a


meter la percha en el estante y saca un uniforme de policía. Niego con la cabeza.

—No puede ser. No creo que tengas ganas de dejarte esposar por mí.

Sus mejillas se enrojecen.

—¿Sabes qué? No tienes ni idea de lo que tengo que hacer.

—De acuerdo. Bueno, por qué no me iluminas, Lucy. ¿A qué has estado
esposada que no lo has compartido conmigo?

Sus ojos se entrecierran, pero si está contemplando el shock y el asombro,


decide no hacerlo. En su lugar, deja el tema y cambia de tema.
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—Salí la semana pasada.

Casi escupo mi bebida.


—¿Con quién?

—Con Charlie Ham.

—¿Saliste con Sammy Hammy?

—Se llama Charlie. No sé por qué alguien le puso ese apodo en primer lugar.
Es realmente injusto.

—¿Y has hecho alguna mierda pervertida con él, te ha esposado a algo?

Lucy tuerce el labio.

—No fue una cita. Solo me estaba ayudando con mi examen. Es enfermero.
¿Lo sabías? Terminó hace dos años.

—¿Cómo lo hizo? Nos graduamos en el instituto el mismo año —digo.

—Hizo algunas clases en el último año en el colegio comunitario. Y la


escuela de verano. Fue muy inteligente al respecto.

—Qué suerte tiene —refunfuño.

—¿Qué? —pregunta Lucy—. Odiabas la escuela. ¿Ahora quieres ser mi


compañero de estudio?

Pienso que quiero ser algo más que su compañero de estudio. Quiero
enseñarle todo tipo de cosas. El tipo de cosas que realmente necesita aprender
de mí y solo de mí.

—Tenemos que encontrar un disfraz —digo—, y se nos acaba el tiempo.


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—Lo siento —dice ella—. Deberíamos haber quedado hace unas semanas.
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—Lo habríamos hecho, pero estabas demasiado ocupada con Sammy


Hammy.
Ella responde:

—Es cierto. —Luego sonríe y añade—: Me alegro mucho que estés en la


ciudad este año, Noah. Te he echado de menos. El último Halloween fue el peor
de mi vida.

Sonrío.

—Ya estoy aquí.

—Pero no lo suficiente, ¿verdad? —pregunta.

Tiene razón. La semana que viene se acaba el permiso, y eso significa


dejarla. Otra vez.

Se me rompe el corazón al pensar en dejarla de nuevo. Pero por mucho que


odie tener que dejarla de nuevo, la idea de irme sin que ella sepa lo que realmente
siento es aún peor. La verdad es que, después de veintidós años de no tener a la
chica que amo, no puedo imaginar irme al mar sin ella otra vez.

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CONTINÚO REVOLVIENDO el estante de los disfraces, totalmente en control
con mi lenguaje corporal, pero por dentro, me estoy volviendo malditamente loca.

Noah está soltero.

Ha terminado con Natalia y ha vuelto al mercado.

Pero si hay un arrebato momentáneo de excitación ante la posibilidad que


yo sea la que lo saque del mercado, recuerdo que él no piensa en mí de ninguna
manera.

De lo contrario, en algún momento de los últimos, oh, quince años, podría


haber hecho un movimiento. Un solo movimiento. Cualquier tipo de movimiento.

Pero en lugar de eso, me he plantado permanentemente en la zona de los


amigos, la zona de los mejores amigos, que, aunque no es el peor lugar para estar,
no es donde quiero estar. Ya no. Este año pasado, cuando estuve diez meses sin
verlo, me demostró que quiero a Noah. No como un amigo - como para siempre.
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Pero si él lo supiera... podría rechazarme... y no tenerlo en mi vida, no ser


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su mejor amiga, me devastaría. Él es mi persona y yo soy la suya.


Solo que no soy su persona romántica. Él encuentra a otras personas para
ese arreglo.

Sé que eso desanimaría a mucha gente. Haciendo que piensen que es solo
un jugador. Créeme, lo he pensado. Mucho. ¿Por qué debería aguardar por Noah
cuando él no ha aguardado por mí?

Pero creo que si tuviera algún tipo de confianza sexual, tal vez estaría
haciendo lo mismo.

Tal vez estaría al acecho, cazando a mi próximo amante en lugar de estudiar


con Sammy Hammy. No puedo estar celosa de las conquistas sexuales de Noah.
Además, yo podría haber estado haciendo lo mismo.

Gimoteo.

—Aquí no hay nada, Noah —digo, dándome la vuelta. Está sosteniendo un


disfraz de Stormtrooper—. No —digo yo—. Ya hemos sido Han Solo y Chewbacca.

—Pero podrías ponerte un disfraz de Princesa Leia bondage.

Pongo los ojos en blanco. Supongo que eso compensaría el hecho que fuera
yo quien se vistiera de Chewbacca. Ese año iba de piel a piel. No me extraña que
no consiga novio.

—Siempre llevo la mitad menos atractiva de nuestro dúo.

—Eso no es cierto —dice Noah, riendo.

—Sí, lo es. Tú siempre eres la guay. Yo siempre soy la mitad incómoda.

—¿Como cuándo?
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—Bueno, tú tienes que ser el extraterrestre y yo el ovni —le respondo.


Se cruza de brazos, sonriendo. Sus hombros son anchos y sus músculos se
tensan, y mi vientre se revuelve. Noah siempre ha estado en forma, pero la
situación de los bíceps desde que se alistó en la Marina es del siguiente nivel. Y
está funcionando. Bien.

—Si no recuerdo mal, tú eras Caperucita Roja y yo el Lobo —dice.

—Sí, pero estábamos en cuarto curso y yo llevaba una capa que me llegaba
a los tobillos. Ahora, podría ser una Caperucita Roja sexy.

—¿Una versión sexy de Caperucita Roja? —pregunta riendo—. La verdad es


que no te imagino con un disfraz sexy de Halloween, Lucy.

Me burlo.

—¿Qué quiere decir eso? Yo podría llevar un disfraz sexy de Halloween.

—No sé. Prefiero que seas menos insinuante con lo guapa que eres.

Me río.

—¿Ahora crees que soy bonita? —digo, dándome una palmadita en el


corazón.

—Sabes que eres hermosa —dice—, y además, eras la chica de nuestro


disfraz de imán para chicas.

—Pero yo iba disfrazada de gallina. No es sexy —digo.

Se ríe.

—Me parece justo.


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—Bueno, ¿qué tal un disfraz de videojuego? —Sugiero—. Podríamos ser


Tim y Tom Nook de Animal Crossing.

Noah me mira perplejo.


—No tengo ni idea de lo que estás hablando.

Sonrío.

—¿Cuánto tiempo estuviste exactamente en ese barco?

—Demasiado tiempo —dice—. Estar en la Marina siempre fue mi sueño,


pero ya no lo sé. Los sueños cambian.

Me retuerzo el cabello largo en un moño.

—Para algunas personas, supongo.

—Tu sueño nunca ha cambiado, ¿verdad, Luce?

Sacudo la cabeza.

—No. Aunque si no paso esta prueba, no estoy segura que vaya a ser la
enfermera que siempre imaginé. Oye, hablando de videojuegos, ¿qué hay de
Mario y Luigi?

—Pensé que querías un disfraz sexy. —Noah se ríe—. ¿Tal vez volvamos a
un disfraz de la vieja escuela como el que llevábamos de niños?

Me acobardo.

—No lo sé. Nuestros disfraces de la escuela secundaria eran duros.


¿Recuerdas cuando intentamos hacer huevos con tocino?

Se ríe.

—Y al año siguiente fuimos con leche y galletas. Estábamos decididos a


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conseguir que los alimentos funcionaran.


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Sacudo la cabeza.

—Sin embargo, nunca llegaron a funcionar, ¿verdad?


Noah se ríe.

—Creo que realmente pegamos en el instituto —dice.

No puedo dejar de reírme.

—Estoy de acuerdo. Los disfraces de El mundo según Wayne eran mis


favoritos, por no hablar de los Cazafantasmas.

Noah niega con la cabeza.

—No puede ser. El último año, Goose y Maverick. Ahí es donde estaba la
cosa.

Sonrío, con una cálida sensación en la barriga, y no es solo por este delicioso
café con leche de especias de calabaza. Es porque la historia que comparto con
Noah significa todo para mí. Crecí con mi tía después que mis padres fallecieran
cuando yo era pequeña. Pero Noah era mi familia. Era mi único seguro. Firme,
siempre ahí para mí.

—¿Qué? —dice—. Pareces molesta de repente. Pensé que te gustaba Top


Gun.

—No —digo—, solo estaba pensando en lo mucho que me importas tú y


nuestra amistad.

—A mí también me importa nuestra amistad, Lucy.

Sonrío.

—Gracias, Noah. Te eché de menos el año pasado.


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—Ahora estoy aquí —dice. Me da un apretón en los hombros—. Ahora


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podemos quedarnos aquí y ser sentimentales o podemos concentrarnos. Voy a


canalizar un disfraz que sea una opción real.
Me regala una sonrisa que ya he visto un millón de veces, pero ésta, maldita
sea, me llega a todos los lugares correctos. Mis entrañas se derriten y quiero gritar
lo que siento. Quiero ser Natalia, capaz de argumentar su entrada en los
pantalones de Noah. Pero no soy ella y nunca lo he sido y ahora mismo estamos
en el Rincón de los Disfraces y es el momento de conseguir un atuendo de
Halloween con mi único y mejor amigo.

—Ok. Puedo centrarme —le digo, devolviendo la sonrisa—. ¿Qué te


parece...? —Saco un conjunto de Stranger Things—. ¿Esto?

—Es un poco exagerado, ¿no? —pregunta.

Asiento con la cabeza.

—Estoy de acuerdo. Solo necesitamos algo un poco más creativo, como


cuando éramos Christopher Robin y Winnie the Pooh. Ese era un buen disfraz.

Noah sonríe.

—Nuestro primer disfraz.

—Me encanta que te haya gustado ese libro tan descaradamente —le
digo—. La mayoría de los niños de tercer grado no estarían tan orgullosos de ser
amigos imaginarios de Christopher Robin.

—Sí, pero como bien sabemos —dice Noah—, yo no era la mayoría de los
chicos de tercer grado.

—No lo eras, ¿verdad? —Suspirando, continúo escudriñando los estantes.


Un disfraz de flapper. Un monstruo de las galletas. Un guepardo. Nada de eso me
da buenas vibraciones.
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—Entonces, ¿qué va a ser? —pregunta—. Sinceramente, apenas hay


opciones.

Gimoteo.
—Siento que hayamos llegado tan tarde. Debería haberle dado más
prioridad. Es que he estado muy estresada por la escuela.

—No te disculpes —dice Noah, entendiendo de dónde vengo—. Estoy muy


orgulloso de ti, Lucy. Vas a ser una enfermera de verdad. Es increíble.

—Hablando de... ¿qué hay de esto? —Saco un disfraz de enfermera y una


bata de médico—. ¿Podríamos ser una enfermera y un médico?

—¿Yo, un médico? —Se ríe—. No lo creo. Además, no puedes ponerte eso.

Me río.

—¿Por qué no?

Sonríe.

—Porque, Lucy, ese no es solo un disfraz sexy de Halloween. Es uno de mala


muerte. De ninguna manera.

—¿Me estás diciendo lo que puedo y no puedo ponerme?

—Puede ser —dice—. Pero lo digo en serio.

Irritada por la afirmación, me muerdo el labio inferior.

—Voy a probármelo —digo, levantando la mirada y entregándole mi taza


de café a medio llenar—. Dame un segundo.

Llevo el disfraz hacia el camerino sabiendo que si quiero que Noah se fije
en mí, tengo que subir de nivel.
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Tal vez un disfraz sexy de Halloween sea la solución.


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EN EL MOMENTO en que entra en el camerino, gimoteo. Mierda, ¿cómo se
supone que voy a pasar de la zona de mejor amigo a la zona de eres el amor de
mi vida?

Es mucho más fácil en las películas.

En la vida real no puedo perder lo que tengo, y eso es Lucy. La única persona
que me entiende, que me comprende. No me juzga.

Ha dormido en un saco de dormir en mi casa cada año por su cumpleaños


desde que tenía ocho años. Construimos una casa en el árbol en mi patio trasero,
donde celebramos reuniones del club, aunque nunca supimos qué era el club. Solo
sabíamos que si llevábamos una caja de magdalenas Hostess y cajas de zumo,
después de toda una tarde jugando a las damas el mundo volvería a tener sentido.
Aliviaba el dolor de la pérdida de sus padres y del divorcio de los míos.

Aquellas tardes en las que estábamos juntos, era como si fuéramos dueños
de nuestro propio pequeño universo. Y eso era suficiente; más que suficiente. Lo
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era todo.
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Amo a esta chica y necesito que lo sepa porque si no soy un hombre y le


digo la verdad, tengo miedo de perderla para siempre por un tipo como Sammy
Hammy. Un tipo que no entiende los complicados entresijos del corazón de Lucy
Calloway, porque es complicado. No dejes que el jersey rosa te confunda, tiene
un corazón oscuro, esa chica - las calaveras y las tibias cruzadas no son solo para
aparentar. Ella sabe lo que es amar y perder, y no quiero que pierda nada más,
especialmente a mí, y eso es lo que voy a decirle. Necesito decírselo. Ahora.

Me estoy preparando para contarlo todo, pero entonces Lucy sale del
camerino con un aspecto de maldita zorra. Y se acabó.

—De ninguna manera —digo—. No te vas a poner eso.

Se ríe, con las manos en las caderas.

—¿Ah, sí? No llevo esto. Creo que voy a usar esto, Noah, como literalmente
ahora mismo.

—Ja —digo—. No, lo digo en serio, no puedes llevar eso a una fiesta de
Halloween, y menos a la de Jake.

—¿Ah sí? ¿Por qué no? ¿Te estás preguntando si cuando te vayas de nuevo
Sammy va a ser mi nuevo mejor amigo?

—No, es que no quiero que Sammy ni nadie más te vea con esto.

—Dios, Noah, ¿por qué no? Creo que me veo bien. —Ella gira en círculo,
mirando en el espejo de piso fuera del vestuario. El traje de enfermera apenas le
cubre el culo y, maldita sea, eso es peligroso porque su culo parece muy bonito.
Sus piernas desnudas son problemáticas y veo que las uñas de sus pies están
pintadas de color rosa brillante. ¿Ves? Esta chica es monísima. Sacudo la cabeza.

—Vamos, ya sabes cómo son estos tipos. Te van a acosar y tú odias esas
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cosas.
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Ella pone los ojos en blanco.

—Me pondré mallas. No, en realidad, medias hasta el muslo.


—Ja, ja —digo—. No tiene gracia.

—¿Desde cuándo eres mi jefe, Noah? Creo que me veo bien y tal vez ese
sea mi problema. Creo que tienes razón, Noah. Tal vez he estado interpretando el
papel de Chewbacca durante demasiado tiempo en mi vida y es hora que sea Leia.
Y si no quieres ponerte el disfraz de médico y enfermera, podemos seguir tu
camino y ser algún Stormtrooper y yo la princesa Leia. Seguro que aquí tienen
algun sujetador de cuero.

—Seguro que no tienen —digo yo. —Y no, no llevaras ese sujetador y no


llevaras...

Ella sonríe.

—Tienes razón, Noah... —Sujeta la cremallera de la parte superior de su


escote entre el índice y el pulgar—. No llevo sujetador.

Mi polla se estremece.

—Lucy, lo digo en serio, tienes que cambiarte.

Ella gime dramáticamente.

—Oh, Dios, Noah. Eres tan juvenil. Apuesto a que Natalia se pondría esto.

Hago una mueca, no quiero que sepa la verdad. Natalia se pondría esto,
quiere ponerse esto, de hecho. Lo sé porque la he visto con este mismo traje, que
es la razón por la que tuvimos una maldita pelea tan grande que fue el catalizador
de nuestra desaparición. No es que quisiera que las cosas duraran con ella, sino
que buscaba una razón para terminar las cosas y poder empezarlas con la chica
que realmente amaba. Pero el hecho que se pusiera un disfraz de enfermera fue
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solo el incidente que lo provocó. Una mirada a Natalia con el disfraz y supe que
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estar con ella estaba mal. Estaba enamorado de otra enfermera. Enamorado de
Lucy.
Lucy vuelve a entrar en el camerino.

—El problema contigo, Noah, es que te crees el jefe, pero no lo eres.

—No creo que sea el jefe —digo.

—Te equivocas —dice ella—. Tú sueles elegir todo.

—Soy muy bueno eligiendo.

—¿Lo eres? ¿Eso es lo que diría Natalia, o qué tal Betty, o qué tal todas las
otras chicas con las que te has acostado en la ciudad?

—¿Por qué estamos hablando de las chicas con las que me he


acostado? —pregunto a través de la cortina.

Oigo a Lucy cambiarse y solo pensar en ella sin ropa, solo con una cortina
entre nosotros, me la pone dura. Mierda. Me acomodo y doy un trago a mi café
cuando el culo de Lucy se engancha a la cortina, empujándola hacia un lado, y
puedo verla con su tanga rosa brillante, agachándose para alcanzar sus medias.

Carajo, está muy buena. Y no mentía, no lleva sujetador. Puedo ver sus
perfectas tetas en el espejo. Sus pechos redondos, alegres y perfectos. Cuando se
pone de pie con las medias en la mano, sus curvas me dejan aturdido y
malditamente confundido. ¿Por qué estoy esperando a apretar el gatillo cuando
la chica de mis sueños está literalmente aquí? Ella marca todas las malditas casillas
de la lista. Hasta la última. Diablos, ella es la lista de verificación.

Cierro la cortina y me doy la vuelta. Un momento después, sale del


camerino con el traje de enfermera en la mano.
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—Voy a ir de enfermera —dice—. Puedes ir de lo que quieras.


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—¿De verdad vas a hacer esto? —le pregunto—. ¿Estás tomando una
decisión sin mí sobre nuestros disfraces de Halloween?
—Bueno, tú tomaste la decisión el año pasado de no venir a casa en
Halloween.

—Yo no tomé esa decisión, Lucy, esa fue la decisión de mi oficial al mando
y no tuve elección. Estaba en el puto mar, ¿qué querías que hiciera?

Sus hombros caen, la lucha la abandona.

—Lo siento, tienes razón —dice, sacudiendo la cabeza—. Pero si no te gusta


que sea la enfermera sexy, entonces vas a tener un verdadero problema con mi
elección de carrera.

—¿Qué, ahora vas a ser una stripper? —Me dedica una media sonrisa que
refuerza mi confianza—. Pero no te vas a vestir así, vas a llevar bata y zuecos.

—Tal vez —dice—. Se muerde el labio inferior—. No creo que sea justo que
me digas lo que tengo que hacer.

—Bien, dime qué hacer, ¿qué debo ponerme?

Ella explora la tienda de disfraces.

—Ve de marinero.

—¿Quieres que vaya de marinero?

—No lo sé —dice ella—. Esto es estúpido.

—No, no lo es —digo—. Es nuestra tradición.

—Sí, bueno, tal vez quiero nuevas tradiciones —dice ella.


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—¿Qué se supone que significa eso? —pregunto.


Página

—Significa... —Sacude la cabeza—. Estoy cansada. Noah, has estado fuera


mucho tiempo y todo el tiempo yo he...
—¿Qué estás diciendo? —digo. Y aunque quería que esto fuera un nuevo
comienzo, empieza a parecer el final.

Ella parpadea lo que parecen lágrimas.

—Estoy diciendo que las cosas cambian, la gente cambia y tal vez... tal vez
nosotros hemos cambiado.

—¿Es eso lo que piensas?

Se encoge de hombros.

—Creo que quiero ser una enfermera sexy para Halloween.

—Entonces sé una enfermera sexy, Lucy. No voy a decirte lo que tienes que
ser o lo que no. Solo... —Trago con fuerza—. Me pondré el disfraz de médico.

—Oh, esta bien —dice ella. Aunque ha ganado la pelea, no parece estar
muy contenta. Cojo un estetoscopio mientras nos dirigimos a la caja. Mientras la
cajera hace el recuento, suena mi teléfono.

—Es mi oficial al mando —digo, sorprendido cuando veo a quien llama.

—Deberías contestar —dice. Asiento con la cabeza, sabiendo que tiene


razón.

Le doy mi cartera.

—Paga, tengo un montón de dinero en efectivo —le digo.

—¿Seguro? —pregunta.
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Asiento con la cabeza y salgo a atender la llamada. Me vuelvo y miro por


Página

encima del hombro antes de salir, y la veo sacar el dinero junto con un papel
doblado.
Trago saliva, con fuerza. Sé que no hay nada que pueda hacer ahora para
evitar que abra el papel y vea lo que es.

—¿Suboficial E4? —dice mi oficial—. ¿Estás ahí, hijo?

Asiento con la cabeza.

—Estoy aquí.

—Bien —dice—, he hablado con el detallista. Te dará esas órdenes si te


reenganchas.

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NOAH se hace el remolón cuando salgo del Rincón de los Disfraces. Le
entrego la bolsa con su estúpido disfraz de médico y su cartera. No menciono el
papel que he cogido, el que se titula "Chica perfecta".

Lo habría leído entero, pero está escrito con su diminuto garabato y la


cajera estaba atendiendo una cola de compradores de última hora. No quería
retrasarla. Además, tengo la sensación que cuando lea esta lista, voy a querer
hacerlo en la intimidad de mi propia habitación, porque estoy bastante segura que
van a aparecer lágrimas.

Va a ser la confirmación de todo lo que siempre he pensado y temido, que


no soy la chica de los sueños de Noah, ni siquiera un poco, ni siquiera en absoluto.

Así que me enfrento a estas emociones contradictorias mientras estoy en


la acera con el chico más guapo del mundo. Sonríe mientras guarda su teléfono
en el bolsillo. El único problema es que Betty está con él. Está claro que acaba de
salir del trabajo, con el delantal de la cafetería metido bajo el brazo.
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—¿Qué disfraz han elegido este año? —pregunta. Conozco a Betty desde
Página

hace años. Es un poco cotilla, un poco sarcástica y un poco guapa.


Esta ciudad es demasiado pequeña. Trago saliva, a veces deseando poder
mudarme a alguna ciudad lejana y empezar de nuevo, pero eso no va a suceder.
Quiero a mi tía Marlene, y no voy a dejarla. Ella es todo lo que tengo por familia.

Y además, aquí es donde crecí. Es donde guardo todos los recuerdos que
tengo de mis padres... y todos los recuerdos que tengo de Noah y de mí. En mi
mente, me imagino estableciéndome en una casa en la calle principal,
definitivamente casada, posiblemente con una cerca y dos hijos y medio, y
decorando el infierno de nuestro porche cada Halloween. Repartiría chocolatinas
de tamaño normal y me disfrazaría, con mi marido a mi lado con un disfraz a juego.
Nuestro perro también se disfrazaría.

Trago saliva, no quiero pensar en esa fantasía cuando la realidad es que


Noah está aquí hablando con Betty, un poco demasiado íntimamente. Es difícil no
recordar el primer año de instituto, cuando literalmente estaban metidos en algo,
el uno en el otro. No soy del tipo celoso. Honestamente, si Noah necesita sembrar
su avena salvaje, puede hacerlo. No soy quien para juzgar. No soy sexualmente
reprimida o anti-sexo, soy anti-tener sexo con alguien que no sea Noah.

Lo sé. Soy un cliché.

—Así que déjame ver —presiona Betty—. ¿Qué llevaras puesto este año?

Noah no dice nada, pero yo saco con orgullo mi disfraz de enfermera sexy.

—Incluso tengo medias hasta el muslo —digo.

Betty da un mordisco a la magdalena de calabaza que tiene en la mano.

—Espera, ¿vas a ir de enfermera sexy?


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—Sí. ¿Por qué? —digo en blanco, fingiendo absoluta despreocupación.


Página

En mi interior, me estoy encogiendo y preguntando cómo demonios voy a


tener el valor de ponerme las medias y este vestido que apenas cubre el trasero y
entrar en la fiesta de Jake como si no fuera gran cosa. La verdad es que es algo
enorme. Soy Chewbacca, ¿recuerdas?

—Bueno, vas a estar impresionante —dice—. Quiero decir que tu pecho es


fantástico y siempre lo escondes.

Me miro el pecho.

—Gracias, Betty. —Vuelvo a meter las medias y el disfraz en la bolsa y me


vuelvo hacia Noah—: Bueno, en ese sentido, me voy.

—He pensado que podríamos cenar algo.

Sacudo la cabeza.

—No, hoy no. Estoy...

Noah aprieta la mandíbula.

—Déjame adivinar, ¿a encontrarte con Sammy Hammy? Solo estaré en la


ciudad unos días más. ¿Es algo que puede esperar hasta que me vaya?

Betty tuerce los labios.

—¿Estás saliendo con Charlie Ham?

—No —digo—, no lo estoy. Es mi compañero de estudio.

Betty usa comillas de aire.

—Claro, compañero de estudio. Eso es muy lindo.

—¿Lo es? —digo, sonriendo—. En ese caso, será mejor que me vaya a
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ponerme linda. —Pongo los ojos en blanco con frustración y me giro para irme.
Página

Noah debe registrarlo porque a unos pasos de la acera, me alcanza y me agarra


de la mano.
—Espera —dice—. ¿Cuál es tu problema?

—¿Cómo que cuál es mi problema? Solo estoy un poco... deprimida.

—¿Deprimida? Hace unos minutos estabas en el Rincón de los Disfraces


interpretando el papel de una zorra sexy que nunca había conocido.

Trago saliva.

—Sí. Bueno, parece que estás en medio de una conversación con Betty. No
quiero entretenerte.

—¿Betty? —Sus ojos se arrugan con confusión—. ¿Qué tiene que ver Betty
con nosotros?

—No lo sé. —Suspiro—. Mira, no sé nada. Solo estoy cansada y frustrada. Y


siento que nuestro disfraz es muy raro.

Noah se ríe.

—Lo es. Voy de médico.

—Exactamente. Ni siquiera tiene sentido. Esto no tiene ningún


sentido —digo, señalando a los dos.

—¿Nosotros no tenemos ningún sentido?

Me retiro, irritada.

—¿Qué quieres decir con que no tenemos ningún sentido?

—No lo sé. Tú eres el que lo ha dicho, el que ha empezado esto.


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—¿Empezar qué? —En este momento me doy cuenta que estoy llevando a
Página

mi mejor amigo a una montaña rusa emocional que él nunca pidió, pero no me
importa. La verdad es que estoy cansada. Cansada de ocultar mi verdad. Mis
emociones. Mi verdadero deseo. Estoy cansada que el hombre que amo no me
vea cuando puede ver tan fácilmente a todos los demás. Me siento como un
fantasma.

—Mira, Lucy —dice, sacudiendo la cabeza—. Siento cualquier cosa que


haya hecho o dejado de hacer. Lo siento. Lo digo en serio. No quería ofenderte.
Estabas increíble con ese disfraz. Sabes que lo hiciste. Me puse nervioso porque
te veías demasiado bien.

—Oh, ¿así que ahora eso es un problema? ¿Estar demasiado bien? ¿Le
dirías eso a Natalia o a Betty? —Sé lo malcriada que sueno, y desearía poder
retirar mis palabras y empezar de nuevo. Pero si se me diera la oportunidad, ¿sería
lo suficientemente valiente como para ser sincera con Noah?

—Natalia y Betty no tienen nada que ver contigo. Nada que ver conmigo.
Tú eres lo que me importa.

—Claro —digo entre dientes apretados, dándome cuenta una vez más que
estoy para siempre en su zona de amigos.

Noah, que parece satisfecho con la respuesta, deja caer los hombros.

—Mira, Lucy. Todavía podemos ir a pasar una buena noche. Podemos ir a


por algo de ramen e ir a ese salón recreativo que te gusta. Podemos jugar al Tetris:
tengo un bolsillo lleno de monedas con tu nombre.

Sacudo la cabeza.

—No, de verdad que tengo que estudiar. Y no con Hammy, yo sola. ¿De
acuerdo? Mañana es Halloween y lo pasaremos muy bien. Jake siempre organiza
una buena fiesta. Y tú estás en casa —le digo, cogiendo su mano y apretándola—
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. Así que no quiero pelearme contigo, quiero disfrutar de esto. ¿De acuerdo?
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—De acuerdo —dice—. Me da un abrazo y lo respiro. Huele a Old Spice, de


lo que siempre me burlo. Huele como un abuelo, pero del mejor tipo. Un abuelo
fuerte y guapo, con barba de caballo en la mandíbula y unos bíceps tan grandes
que me envuelven y se agarran con fuerza como si no quisieran dejarme ir. Cierro
los ojos, respirándolo, dejando que este momento se asiente sobre mí, deseando
poder rebobinar el reloj y retroceder en el tiempo.

Elegiría su casa en mi decimotercer cumpleaños, cuando estaba tan


enfadada con mi cuerpo por haberme dado pechos y con mis caderas por haber
crecido con curvas y con mis emociones por tambalearse. Como lo están ahora.
Empecé a llorar delante de Noah en medio de ver Los Goonies y me sentí
mortificada, pero él no. Simplemente me cogió la mano y la sostuvo, incluso
durante las partes de miedo, y finalmente me calmé. Me dijo que,
independientemente de cómo cambiara, siempre sería mi mejor amigo. Le creí.

Y ahora, cuando se separa de nuestro abrazo y sus ojos se encuentran con


los míos, repite la frase.

—No importa lo que cambie, siempre serás mi mejor amiga.

Me alejo queriendo creer que sus palabras son una promesa, no un


presagio.

CUANDO LLEGO A CASA, estoy emocionalmente agotada. Paso por delante


de las linternas en el porche, que me sonríen, y dentro, la casa huele a pan recién
horneado. Y hay una gran olla de caldo en la estufa. La tía Marlene está en el
fregadero y le doy un beso en la mejilla, inclinándome hacia la olla para ver qué
ha estado cocinando.

—Eso huele increíble —digo.

—Es estofado —dice—, y pan fresco.


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—Suena perfecto —digo. Pero entonces echo un vistazo al fregadero y veo


dos cuencos y platos sucios—. Oh, ¿ya has comido?
Página

Sus mejillas se sonrojan y me hace un gesto para que me vaya.


—Acabo de terminar.

—¿Pero tenías compañía? —Cojo un cazo limpio de un cajón y ella saca un


cuenco para mi guiso.

—Oh, era solo un amigo —dice, desechando la pregunta y volviéndose


hacia la estufa. Luego, como si recordara algo, se vuelve hacia mí—. Espera, ¿por
qué estás aquí? Creía que tú y Noah iban a cenar.

Lo ignoro, llevando mi cuenco a la mesa mientras ella coge la cesta de pan.

—No tenía ganas. Estoy cansada. He estado agotada de la escuela esta


semana.

—No lo dudo, cariño. Sabes, no tienes que tener una media de cuatro
puntos para conseguir un trabajo después de la escuela de enfermería.

—Lo sé —digo—, pero quiero hacerlo lo mejor posible.

Me aprieta la mano y me pasa una servilleta.

—Estoy orgullosa de ti —me dice—. Ahora cuéntame qué han decidido


Noah y tú.

Trago saliva, dándome cuenta que de ninguna manera puedo decirle a mi


tía, que me ha cuidado desde que tenía ocho años, que me voy a disfrazar de
enfermera sexy para Halloween. Que voy a salir de esta casa con unas medias
hasta el muslo y un escote pronunciado. Es simplemente ridículo. No es que mi tía
sea una mojigata, pero quiero decir... Esta bien, es un poco mojigata. Nunca la he
visto salir en una cita.
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—En realidad no hemos decidido nada —miento, agradeciendo haber


Página

metido la bolsa de la compra bajo el jersey al entrar en la casa.

—Pero Lucy —dice—. Halloween es mañana. ¿Se han peleado o algo así?
—¿Por qué dices eso?

Mi tía se encoge de hombros.

—No lo sé. Pero es que pareces disgustada, y sé que después del último
Halloween, sin Noah, has estado deseando que llegara este.

—Solo es Halloween —digo—. Tal vez es hora que yo... —Trago saliva—
. Tal vez es hora que crezca.

—Bueno, puedes seguir siendo adulta y tener disfraces a juego con tu mejor
amigo en Halloween —dice—. Está permitido.

Aprieto los labios.

—Puede ser, pero ¿sabes que nunca he salido con nadie? —le digo,
extendiendo las manos sobre el mantel.

Ella sonríe lentamente.

—Sí, soy consciente.

—Estaba pensando que tal vez es hora que salga con alguien, que me
busque un novio de verdad.

—Pensé que tal vez estabas saliendo con Charlie Ham —dice mi tía. Ella
conoce a todo el mundo. Trabaja en la tienda de comestibles del centro y parece
que siempre conoce los chismes al igual que Betty, que trabaja en la cafetería.
Pero se equivocó en este chisme.

—No estoy saliendo con Charlie. Es mi amigo y es un buen tipo. No sé por


qué todo el mundo opina tanto sobre él.
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—No es que haya algo malo en él —dice mi tía—. Es solo que es un poco...
No creo que entienda tu sentido del humor.
—¿Mi sentido del humor?

Mi tía sonríe.

—Tienes una calavera en tu jersey, cariño.

Me miro el pecho. Mi corazón se siente extra oscuro ahora mismo, sombrío,


muerto.

La idea que Noah no me quiera me rompe el corazón. Llevo mucho tiempo


esperando nuestra oportunidad. La idea que no ocurra se siente como si hubiera
perdido algo que nunca tuve.

Después de comer rápidamente, me excuso de la mesa, no queriendo


entrar en la discusión con mi tía. Una vez en mi habitación, meto el disfraz de
enfermera en el cajón. ¿En qué estaba pensando? Es imposible que me lo ponga
mañana. Encontraré otra cosa, algo más nuestro... pero antes, leeré la lista.

La verdad es que quizá siempre seremos amigos, nada más.

Saco el papel y me tumbo en la cama para leerlo, apretando una almohada


contra mi pecho, aferrándome a ella como si fuera mi vida.

La lista de comprobación es más aterradora de lo que jamás imaginé.

En primer lugar, es una lista de control real y física, no una idea de una lista
en su cabeza.

Eso es lo que siempre pensé, que era una tontería que mencionaba cuando
le preguntaban por la chica de sus sueños o por qué era tan exigente, saliendo con
una persona y luego con la siguiente, sin sentar nunca la cabeza. Siempre se reía
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y decía:
Página

“Hmm, ella no encaja en mi lista” o “Ella no marcó todas las casillas” o “Mi
lista es bastante larga, y ella... Rellena el espacio en blanco, pero en realidad no
pensé que fuera una lista real, y ahora que la tengo en mis manos, me da miedo
leerla para ver qué contiene la lista, porque si todas esas chicas, Natalia y Tabitha
y Betty, etc., no eran suficientes para Noah, ¿quién lo sería?

Tragando saliva, decido sumergirme en la lista porque necesito saberlo.


Necesito saber si es hora que el sueño muera.

Pero cuando empiezo a leer sus minúsculas letras, me llevo una mano a la
boca, con los ojos llenos de lágrimas. Estaba aterrorizada al ver lo que había
escrito, pero ahora me siento abrumada.

Porque al leer esta lista, me doy cuenta de una cosa y solo una cosa.

Esas casillas que ha estado tratando de marcar, si las pones todas juntas,
me suman a mí.

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Página
Le envío un mensaje de texto a Lucy por la mañana para asegurarme que
las cosas están bien entre nosotros, suponiendo que ha leído la lista que le planté
para que la encontrara, pero no dice mucho.

Solo: "Lo siento. Estoy muy ocupada con las clases y mi turno de tarde en la
panadería. ¿Te veré esta noche en casa de Jake?"

Lo que me hace dudar de mí mismo, por completo. ¿Y si leyó la lista y odio


la idea que estuviera ridículamente enamorado de ella? Tal vez la asustó. Tal vez
ella no quiere tener nada que ver conmigo.

Le contesté enseguida con un sí y me dio un pulgar hacia arriba, así que no


me desanimo.

Sé cómo es Lucy. Se pone nerviosa cuando está agobiada y puede que la


lectura de la lista de anoche la hiciera enloquecer.

Esta noche lo sabré con seguridad. Pero de ninguna manera me pondré ese
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disfraz de médico por varias razones.


Página

No se siente como nosotros.


Se siente como una decepción, así que me devano los sesos para tratar de
idear algo que signifique que Lucy es mi mejor amiga, mi todo.

Es más que la chica de al lado, más que un encanto. Ella es mi Boo.

Se me ocurre una idea y, mientras rebusco en el armario de la ropa blanca


de mi madre, no puedo evitar una sonrisa. Puede que Lucy no quiera ser mi
amante, pero sigue siendo mi mejor amiga. Y no puedo dejar que esa lista lo
cambie todo.

Mientras rebusco en el armario, sé lo que me voy a poner. Sabiendo que


ella lo entenderá. Mi madre me pregunta qué estoy haciendo, pero cuando le
explico sonríe.

—Ya era hora, Noah.

Por la tarde llamo a Jake, preguntándole si necesita ayuda para la fiesta. Es


mi vecino de al lado y somos amigos desde que estábamos en pañales. Hace poco
compró a sus padres la casa en la que creció. Eso es lo que pasa con los pueblos
pequeños - normalmente la gente se queda. Jake y el equipo de la escuela
ciertamente lo han hecho. Y no hay nada malo en ello... Es que siempre supe que
quería algo diferente. Nada ha cambiado, excepto un punto crítico. Lucy. Y si
quiero una vida con ella, voy a tener que hacer lo contrario de lo que mi oficial al
mando sugirió ayer por teléfono.

—Claro que sí, hombre —dice Jake—. Ven. Acabo de recoger el barril.
¿Puedes traer un poco de hielo?

—Estoy en ello —le digo y me dirijo a la tienda de comestibles. Una vez allí,
cojo el hielo y unas cuantas bolsas extra de caramelos de camino a la caja,
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pensando que Jake puede ser bueno proporcionando la bebida, pero podría
Página

olvidar lo necesario. Y para una fiesta de Halloween, hay que tener caramelos.

Cuando llego a su casa, me pregunta cómo estoy.


Sonrío.

—Sinceramente, me siento aliviado.

—¿Cómo es eso? —pregunta.

Le explico la llamada telefónica que tuve anoche con mi oficial al mando y


lo que eso significa para mí.

—Mierda —dice Jake—, me alegro de oírlo. Pero, eh, has estado hablando
de ver el mundo, y alejarte de aquí desde la escuela primaria. ¿Quieres renunciar
a todo eso?

—Tengo que hacerlo. —Pero no me explayo. Supongo que Jake me conoce


lo suficiente como para entenderlo.

—Pues bien —dice—, ya es hora que vuelvas a casa y eches raíces. Además,
el resto de la banda está por aquí. Te echamos de menos, hombre.

—Yo también los he echado de menos.

—He oído que Natalia y tú han peleado.

Sacudo la cabeza mientras meto bolsas de hielo en una nevera en su porche


trasero.

—Nunca tuvimos algo de verdad.

—¿Solo una aventura más? —pregunta.

Asiento con la cabeza.


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—Algo así. Ya sabes cómo es ella.


Página

Jake se ríe:

—Sí, lo sé. Diablos, yo mismo salí con ella antes.


—Esta ciudad es demasiado pequeña —digo mientras prueba el barril y me
sirve una cerveza.

—Aquí tienes, hombre —dice.

—Gracias.

Golpeamos los vasos y tomamos los tragos.

—Esto es bueno —digo.

Él sonríe.

—Sí. Es cerveza de calabaza.

A Lucy le encantará, pienso mientras le ayudo a descargar las botellas de


vino y alcohol fuerte. Su novia, Sandra, aparece y trae la decoración de la fiesta.
Betty está con ella.

—¿Dónde está tu disfraz? —dice—. Vas a venir de médico sexy, ¿no?

Me encojo de hombros, sin querer entrar en materia con ella.

—Bueno, Natalia va a llegar pronto —dice.

Sandra frunce el ceño.

—Tenemos que terminar de prepararnos entonces. No quiero que lleguen


los invitados a la fiesta antes que esté todo listo.

Le pregunto cómo puedo ayudar. Me dirige a un montón de serpentinas y


me pongo a trabajar. Betty está inflando globos de helio negros y naranjas y Jack
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está asegurando telarañas en el porche delantero junto con una máquina de


Página

niebla.

—Se ve malditamente bien —digo, orgulloso de nosotros.


Sandra dice que tiene que ir a cambiarse y arrastra a Jake con ella.

De pie, a solas con Betty, deseo como el demonio que Lucy estuviera aquí.
El grupo con el que crecimos es pequeño y todos nos conocemos, aunque estos
son mis amigos más que los de ella. Lucy se ha quedado con ellos por mí. Pero
tengo miedo que se vaya. Solo espero que no esté pasando de mí. Diablos, hoy he
tomado una decisión que significa que no voy a ninguna parte.

Para cuando la gente empieza a aparecer, me doy cuenta que debería ir a


cambiarme yo mismo. Rebusco en los cajones de Jake y encuentro unas tijeras.
Agarro mi sábana y me dirijo a un dormitorio para cambiarme. No hace falta
mucho. Recorto algunos agujeros para los ojos, me quito la camisa de franela y
me pongo la sábana sobre la cabeza. No es exactamente un disfraz que me cambie
la vida, pero como he dicho, mi objetivo es conseguir un punto y un solo punto.

Cuando vuelvo a la sala de estar, hay al menos treinta personas. Todo el


mundo se ha presentado en casa de Jake y la música está a tope. El timbre de la
puerta no deja de sonar y los niños pequeños gritan "Truco o trato" mientras
alguien echa un puñado o dos de caramelos en sus bolsas abiertas.

Recorro la habitación en busca de Lucy, pero no la veo por ningún lado.

Jake me da otra cerveza y le doy las gracias. Alguien me arrastra fuera para
jugar al beer pong y le sigo la corriente durante un rato, pero empiezo a estar
inquieto. ¿Dónde está ella? Miro el teléfono y le pregunto eso mismo.

Me responde diciendo que está aquí.

Frunzo el ceño, busco a alguien que ocupe mi lugar en la mesa de beer pong
y vuelvo a entrar.
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—¿Has visto a Lucy? —Le pregunto a Sandra y ella asiente.


Página

—Sí. Acaba de ir al baño hace un segundo.


—Gracias —digo, serpenteando entre la gente, deteniéndome en la cocina.

Justo en ese momento, la puerta principal se abre y veo entrar a Natalia.

Se me cae el estómago al verla. Lleva exactamente el mismo disfraz de


enfermera sexy que compró Lucy.

Carajo.

Por suerte, no se da cuenta de mi presencia, probablemente porque tengo


una sábana gigante en la cabeza y me escondo en la cocina.

Antes que pueda seguir buscando a Lucy, un fantasma entra en el salón.

No estoy hablando en sentido figurado: un fantasma, o al menos una


persona menuda con una sábana sobre la cabeza, entra en la habitación. Mi
corazón se hunde rápidamente cuando me doy cuenta de quién es.

Es Lucy, tiene que serlo.

Y la fantasma-Lucy parece fijarse en Natalia, marchando hacia ella.

Pero no se fija en mí. En lugar de eso, se pavonea hacia Natalia, con las
manos en la cadera. Es como si el Mar Rojo se abriera y todo el mundo se hiciera
a un lado, listo para una pelea, que ya sé que no van a conseguir. Ese no es el estilo
de Lucy.

Mira fijamente a Natalia y simplemente le pregunta:

—¿Planeaste un disfraz de pareja con Noah?

Natalia le dedica una sonrisa gigante y, como Natalia mide casi 1,80 metros,
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se eleva por encima de Lucy.


Página
—Podría decirse que sí —dice sonriendo, con los labios pintados de rojo y
una cruz roja de enfermera en su gorrito blanco, pero te juro que solo veo cuernos
de diablo. No planeamos un disfraz juntos.

—No puedo creerlo —dice Lucy, burlándose, arrancando su sábana—.


Estoy tan cansada de competir con todas las chicas de esta ciudad por Noah. Ya lo
he superado. Todo eso.

Me acerco, queriendo que me vea. Que me vea. Pero antes que se dé


cuenta que me acerco, ha girado sobre sus talones, y está corriendo por la puerta
trasera.

Natalia se ríe.

—Gracias a Dios. Ya era hora que se diera cuenta de quién estaba ganando.

—¿Ganar qué? —pregunto, volviéndome hacia ella. ¿Cómo he podido pasar


tiempo con ella?

—A ti.

Cuando no respondo, se ríe.

—Oh, vamos, Noah. No es que fueras a terminar con esa virgen.

Fumando, sacudo la cabeza.

—Te dije que ese disfraz no era una buena idea.

Los ojos de Natalia brillan y se encoge de hombros tímidamente, señalando


a su mejor amiga, Betty.
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—Betty me dijo que ibas a venir de médico. No pude resistirme.


Página

—¿En serio? —Sacudo la cabeza con incredulidad.

Betty gime.
—Solo le dije lo que llevarias puesto, lo juro. No trataba de iniciar ningún
drama.

—Seguro que no —digo, sabiendo dónde está su lealtad. Con Natalia, su


mejor amiga.

Y mi estómago se llena de temor, sabiendo que mi mejor amiga, Lucy, duda


de mis intenciones.

Duda de mí.

Y si alguna vez creyó en nosotros, ya no hay forma que lo haga.

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Página
Salí corriendo de la fiesta con un nuevo torrente de emociones que me
invadía. Me siento como una tonta porque allí estaba Natalia, luciendo
ridículamente sexy en ese traje de enfermera como si estuviera cosido para su
cuerpo. En tacones altos, con labios rojos brillantes, el atractivo sexual goteando
de cada una de sus curvas. Y yo estaba a su lado con una sábana sobre mi cabeza,
escondiéndome.

Escondido.

¿Cuánto tiempo he estado escondida?

El disfraz era para Noah. Sabía que él entendería lo que llevaba y por qué.
Le diría que había leído la lista y que por fin lo había entendido.

Pero en lugar de eso, me siento como una tonta porque me he pasado los
últimos quince años deseando que me viera y nunca lo ha hecho.

Tal vez tenga una lista de verificación que fue escrita sobre mí, o tal vez yo
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estaba leyendo en ella, tratando de ver lo que quería creer que era verdad. Que
Página

me elegía a mí por encima de cualquier otra chica.


Pero ahora dudo de eso, porque dudo de mí misma. Puede que ame a Noah,
pero también lo hacen todas las demás chicas de esta ciudad y estoy cansada de
intentar que él me ame más.

Corro por el patio de Jake y atravieso una puerta. Corro por el patio de la
casa de la madre de Noah. El lugar en el que Noah se ha quedado mientras ha
vuelto a la ciudad durante el último mes. Las luces están apagadas y su madre
probablemente esté en una fiesta propia. Así que nadie me ve ni me oye mientras
subo la escalera de la casa del árbol. Nuestra casa del árbol.

Cuando llego a la cima me meto dentro, enterrando mi cara en la sábana


que aún llevo, la que tiene círculos recortados para los ojos. Mis hombros
tiemblan mientras lloro por lo que podría haber sido. Si hubiera sido más valiente
y audaz, antes. Si me hubiera levantado y dicho lo que realmente quería hace
tantos años.

He tenido tanto miedo de perder a mi mejor amigo, mi Noah, que me he


callado todo este tiempo. Y lo que me rompe el corazón es darme cuenta que si
me quería, no me quería lo suficiente como para dar un paso. Y ahora estoy sola
en Halloween -mi noche favorita del año- llorando a mares en la casa del árbol
donde dormíamos de pequeños.

Cuando las lágrimas han dejado de caer, me las limpio y apoyo la espalda
en la pared de la casa del árbol. Mirando por la ventana, contemplo las estrellas y
el gran cielo nocturno, deseando que esta noche hubiera sido diferente. Estoy tan
ensimismada en mis pensamientos que ni siquiera le oigo hasta que su cara asoma
por la puerta de la casa del árbol, sus ojos marrones levantados, encontrándose
con los míos.
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—Llevo treinta minutos buscándote —dice mientras da los últimos pasos


Página

de la escalera y entra en la casa del árbol. Tiene que agacharse y vuelvo a desear
que podamos rebobinar el tiempo. Volver a cuando ambos cabíamos juntos, en
este espacio, pero también, en todas partes.
Cuando todavía creíamos en los cuentos de hadas, en la fantasía, cuando
nuestro libro favorito era Winnie the Pooh. Y cuando El león, la bruja y el armario
no parecía una fantasía. Parecía una posibilidad. ¿Cuándo dejamos de soñar, de
creer, de esperar?

—Lucy —dice Noah. Lleva algo en la mano. Y se sienta a mi lado; nuestros


hombros golpean, las rodillas también. Me coge la mano. La sostiene en la suya.
Es algo que hemos hecho mil veces antes, pero esta vez es diferente, cargado,
lleno de una especie de anhelo que se siente demasiado grande para este
pequeño espacio.

Me limpio los ojos. Las lágrimas han empezado a caer de nuevo.

—Siento mucho lo que ha pasado. Pero escúchame. Yo no planeé un disfraz


de pareja con Natalia —me dice—. Es una mentirosa y, sinceramente, no me
sorprende. ¿Cuándo hemos podido confiar en ella?

Pero no escucho las disculpas ni las razones.

—¿Qué tienes entre manos? —le pregunto. Me muestra la sábana arrugada


que tiene en la mano—. ¿Tú también eres un fantasma? —le pregunto. Las cejas
levantadas, mi corazón apretado, la esperanza surgiendo, sin querer empezar a
soñar con algo que no está sucediendo. Que no es real. También, aferrándome a
lo que podría ser.

—No —dice—. No era un fantasma cualquiera.

Trago saliva, esperando más.

—Iba vestido como tu boo —dice.


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Aprieto los ojos. Las lágrimas caen de todos modos. Y empujo mi sábana
Página

hacia su pecho.

—No, no te pongas así.


—¿Así cómo?

—Así de perfecto. —Sacudo la cabeza, apartándome. Es todo demasiado.


La emoción que crece dentro de mí se derrama. Tengo tanto miedo de tener lo
que quiero. Porque cuando le das tu corazón a alguien, puede romperlo.

—No lo hagas —dice—. Lucy, no vuelvas a huir. —Me agarra de las muñecas
y me mantiene en su sitio. Ahora estamos frente a frente, sentados con las rodillas
entre nosotros como barrera—. No voy a dejar que te vayas.

—He leído tu lista —le digo.

—Bien —dice él.

—¿Bien? —repito, buscando una pelea porque es más fácil rechazarla, eso
es algo que sé hacer. Pero, ¿entregar mi corazón a alguien sin retener nada? No
sé nada de ese tipo de amor.

—Esperaba que lo hubieras hecho. ¿Qué te ha parecido? —pregunta,


levantando una ceja y ladeando la cabeza. Se ve tan guapo a la luz de la luna y mi
cabeza lucha con mi corazón.

—Basta, Noah —digo, sin tener energía para su encanto—. Si yo era la chica
de tus sueños, entonces ¿por qué has estado saliendo con gente como Natalia,
como Tabitha, como Sadie, como todas ellas? —pregunto.

—Porque pensé que no estabas preparada.

—¿Preparada para qué? —digo.

—Para mí.
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—¿Qué quieres decir con, no estás preparada? ¿Por qué no dijiste nada?
Página

¿Todo este tiempo me has deseado y te has callado?


—¿Y arriesgarme a perderte? ¿Arriesgarme a que mi mejor amiga me mire
a la cara y me diga: 'No, no te quiero'? No podría hacer eso, Lucy. No cuando eres
lo mejor que he tenido a mi favor. Ambos lo sabemos.

—Eso no es cierto —digo—. Tienes el mundo, tienes la aventura. Tienes tu


carrera en la Marina y todo un futuro, el que has querido desde que eras un niño.

—Tal vez. Pero ¿de qué sirve todo eso? —pregunta—, si no te tengo a ti.

—¿Me quieres? —le pregunto.

—¿Cómo podría no hacerlo? —pregunta—. Siempre has sido mi Boo.

—Pero Noah —le respondo—. Pronto te irás de nuevo, y yo conseguiré un


trabajo aquí cuando me gradúe.

—Y yo no me voy a ninguna parte —me dice.

—¿Qué quieres decir? —le pregunto—. ¿Qué quieres decir con que no te
vas a ninguna parte? Si tomas una decisión irreversible por mi culpa, nunca podré
vivir conmigo misma —le digo—. No dejes que tu sueño muera por culpa de una
chica.

—Pero esa es la cuestión, Lucy. No eres solo una chica. Eres la chica. Y
además, está todo decidido. No voy a ir a ninguna parte.

Sacudo la cabeza. Es demasiado.

—No —digo—. No te creo.

—¿Crees que mentiría sobre esto? No, Lucy, me quedo aquí, tengo que
hacerlo.
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Página

—¿Por qué tienes que hacerlo? —le pregunto.


—¿De qué otra forma voy a conquistarte? —pregunta—. ¿De qué otra
manera voy a hacer que me veas como yo ya te veo?

—Basta —le digo—. No es así en absoluto.

—¿Qué quieres decir? —pregunta. Sus ojos se oscurecen—. ¿No crees que
podrías amarme como yo te amo?

—¿Amor? —pregunto—. ¿Me amas porque cumplo los criterios de una lista
de verificación?

Asiente con la cabeza.

—Tú eres la razón por la que existe una lista.

—Eres un idiota —le digo—. Te amo desde que teníamos ocho años. He
estado esperando a que me vieras.

—Te veo —dice.

—¿Aunque sea un fantasma? —pregunto.

—Nunca fuiste un fantasma —insiste, soltando mi muñeca. Me coloca el


cabello detrás de la oreja y me mira profundamente a los ojos—. Te he visto todo
este tiempo. Solo tenía miedo.

—Yo también tenía miedo —le digo.

—No tienes que tener miedo ahora —dice, tirando de mí contra su pecho.

Y aunque se supone que es la noche más terrorífica del año, ahora mismo,
con los brazos de Noah a mi alrededor, solo me siento segura.
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Página
QUIZÁS SIEMPRE SE SUPONÍA que iba a suceder así. Lucy y yo en la casa del
árbol en la noche de Halloween.

El cielo está lleno de estrellas. La noche silenciosa y tranquila. Disfraces y


caramelos. Los dos disfrazados de fantasmas, dispuestos a dejar de ocultar lo que
realmente somos, lo que realmente queremos. El uno al otro.

—Te amo, Lucy —le digo. Sus ojos están brillantes, sus lágrimas enjugadas,
y aprieto mis labios contra los suyos para nuestro primer beso.

Me devuelve el beso con ternura, con devoción, y eso me hace desear ser
el hombre que ella necesita, no solo el que quiere. La rodeo con mis brazos y me
juro a mí mismo que nunca la defraudaré. Lucy no es el tipo de chica a la que
quiero decepcionar. Quiero hacerla feliz, completa, satisfecha.

—Llevo mucho tiempo deseando esto —le digo entre besos, con mis labios
pegados a su boca. El beso se intensifica y me duele por ella. Nuestros labios se
separan y su lengua encuentra la mía y, Dios, mi polla está dura. La deseo más que
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cualquier otra cosa.


Página

Me pasa los dedos por el pelo.

—Te deseo, Noah —dice mientras me rodea con sus brazos.


La tengo cerca, apretada, con sus pechos apretados contra mi pecho, y
aunque nos hemos abrazado cien veces, mil veces, más, esto es diferente,
eléctrico.

—Soy una tonto —le digo.

Tiene los ojos cerrados. Su nariz roza la mía.

—Tengo miedo de no ser suficiente para ti. Has tenido tantas...

Sacudo la cabeza.

—El pasado es el pasado. Quizá el futuro pueda ser solo nuestro.

Ella asiente.

—Eso me gustaría.

—Bien —le digo—, porque no voy a dejarte ir.

Me besa de nuevo y sus ojos se encuentran con los míos.

—Noah, no quiero perder lo que tenemos.

—No lo haremos —digo. Enlazo mis dedos con los suyos, un gesto extraño
que me resulta familiar porque ella es familiar. Es más cercana que la familia, mi
amiga más querida, y la quiero.

Me besa con fuerza, como si no tuviera suficiente. Y me gusta esta faceta


suya. Se burla de mis labios con los suyos. Su mano me aprieta el pecho.

—¿Volvemos a la fiesta? —me pregunta.


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Niego con la cabeza.


Página

—No, este es el único lugar en el que quiero estar esta noche.

—Esperaba que dijeras eso.


Nos quedamos sentados durante mucho tiempo, mirándonos a los ojos.
Quiero llevar esto más lejos y creo que ella también.

—No quiero ir más rápido de lo que estás preparada —le digo, rozando mis
nudillos en su mejilla.

—Estoy preparada para esto —me dice suavemente—. Hemos esperado lo


suficiente, ¿no crees?

—Sé que eres virgen —le digo, la casa del árbol está tan silenciosa que se
podría oír caer un alfiler.

—Sé que no lo eres.

Odio esa parte de mi pasado, que he dormido por ahí sin cuidado,
queriendo sentirme completo. Siempre me ha faltado algo, y lo buscaba en los
lugares equivocados.

—¿Me perdonas mi pasado? —Le pregunto, queriendo saber que puede


verse a sí misma conmigo.

—Ya lo he hecho —dice, y entonces se quita el jersey, y está arrodillada


ante mí con su sujetador rosa picante, salpicado de cuernos de diablo, y me río,
fuerte.

—Mierda, Lucy, eres perfecta.

—Calla —dice mientras me quito la camiseta. Sus manos recorren mis


músculos y se muerde el labio inferior—. Tú eres el que es la perfección.

Sonrío.
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—De verdad, ¿te gusto por algo más que por mi personalidad?
Página

Se ríe suavemente.
—Cállate. Sabes que eres el hombre más bueno de esta ciudad.

—¿Solo de esta ciudad? —Me río—. Mierda, tengo que intensificar mi


juego. —Decido tomar el control de la noche. Y atraigo a Lucy hacia mí, con mis
manos en sus caderas.

—Carajo, te deseo ——le digo, y sus ojos se cierran, su cabeza cae hacia
atrás, su cabello rosa rozando las yemas de mis dedos.

—Dime más —dice con una carcajada. Pero es más que una risa. Es un
deseo. Un deseo. Necesita saber lo sexy que me parece. Lo condenadamente
hermosa que la encuentro.

—Creo que tu cuerpo es la perfección. Creo que, cuando llevas esos jerseys
ajustados y esas faldas cortas, pareces una colegiala sucia. Y creo que lo sabes, lo
bien que te ves. ¿Y tus tetas? Perfectas —digo, masajeándolas, llegando por
detrás de su cuerpo y desabrochando su sujetador, dejándolo caer al suelo.

Me duele la polla mientras la cojo.

—Dios, eres buena —le digo.

Ella se lame los labios y su lengua es rosada, y mierda, es preciosa.

—¿De verdad? —pregunta, y entiendo su aprensión, sus nervios. Porque


todo esto es nuevo para ella, y quiero hacerlo especial. Quiero hacerla sentir como
la reina que es.

—Son tan jodidamente perfectos —digo mientras bajo mi boca hasta sus
pezones, haciendo girar mi lengua sobre ellos, y ella gime suavemente mientras
lo hago. Nunca había visto esta faceta de Lucy, tan condenadamente vulnerable.
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Pone una cara valiente, siempre lo ha hecho. Perdió mucho cuando era joven,
Página

pero ha mantenido su corazón encerrado, dejándome entrar a mí, pero a casi


nadie más.
Lo entiendo, pero estoy listo para que rompa sus muros. Y yo estoy listo
para derribar los míos también. Para bajar la guardia. Estoy listo para ser el
hombre que ella necesita, el compañero que quiere. Quiero ser su mejor amigo,
pero quiero ser su amante ahora mismo. Ahora mismo, mierda.

—Quiero ver todo de ti —le digo, y ella asiente, comprendiendo. Hay un


montón de mantas en la esquina y las extendemos. Se tumba y se quita los
pantalones.

Lleva un tanga rosa intenso y yo sacudo la cabeza, pasándome una mano


por la mandíbula.

—Dios, chica, ¿siempre llevas estas cosas? —pregunto, metiendo la mano


por debajo de las bragas, enganchando el dedo antes de bajarlas.

—Casi siempre —dice—. Siempre he tenido la fantasía que un día


admitiríamos lo que sentimos, y me llevarías a algún lugar espontáneo y me
arrancarías la ropa, y haríamos el amor. —Se cubre la cara con las manos—. No
puedo creer que te haya dicho eso.

—Todo este tiempo has llevado bragas sexys y no tenía ni puta idea.

—¿Habría cambiado algo? —pregunta ella—. ¿Si te hubiera dicho lo que


sentía?

Asiento con la cabeza.

—Habría cambiado todo, Lucy. Todo, carajo.

—Me alegro de no haber llegado demasiado tarde —dice—. Te he estado


esperando desde siempre.
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Página

—No hay necesidad de preocuparse por llegar a tiempo. Estoy aquí para ti,
chica. Estoy aquí.
Ella parece entender mis palabras, lo mucho que significan para mí, lo
ciertas que son. Porque el momento deja de estar lleno de risas y carcajadas. Ya
no hay bromas. Se vuelve sensual. Ahora se trata de su cuerpo abriéndose, y de
mi cuerpo dándole lo que necesita, lo que anhela, lo que nunca ha tenido antes.

Mi polla está dura y me duele contra mis jeans, pero sé que mis necesidades
no son tan importantes como las de ella. Sin bragas, su cuerpo está desnudo de
pies a cabeza. Su pelo rosa se extiende alrededor de sus hombros y me mira con
expectación y anticipación, lista para que le dé lo que quiere.

—Voy a ir despacio —le digo.

—No demasiado despacio —dice ella, pasándome las manos por el pelo
mientras me inclino, abriendo sus muslos, echando un primer vistazo a su dulce
coño virgen.

—Mierda, qué buena pinta tiene. Eres preciosa —le digo, acercando mi
boca a su coño y lamiéndolo de arriba abajo.

Suave, tan, tan suave, queriendo excitarla de la manera más suave posible.
Su espalda ya se arquea y sus rodillas se doblan, como si tuviera miedo.

—Está bien —le digo—, te tengo.

La acerco a mi boca y empiezo a pasar mi lengua por su dulce pliegue. Está


mojada para mí, húmeda y madura, su inocencia gotea contra mi boca, y me la
bebo. Mierda, qué bien sabe. Cremosa, húmeda y muy jugosa.

Lucy puede ser la chica más inteligente que conozco, y muy divertida.
Conservadora, pero no mojigata, y de mente abierta pero no precisamente
62

aventurera. Así que no estoy muy seguro de qué tipo de amante va a ser. Pero su
coño me dice todo lo que necesito saber. Ella está en su totalidad.
Página
Está tan jodidamente húmeda que se me pone dura como una piedra. Le
gusta esto, puedo decir que ya le gusta. Cuando mi lengua rodea su clítoris,
moviéndolo ligeramente, gime con fuerza.

—Oh, Noah —dice—. Oh, Noah, eso se siente tan bien.

—Bien —le digo—. De eso se trata. Quiero hacer que te corras, nena.
Quiero que te corras.

—Nena —dice ella—. ¿Es raro llamarme así?

Sacudo la cabeza.

—No —digo. Mi dedo está en su coño, entrando en ella agradable y


lentamente. Quiero meterle los dedos bien, hasta que se caliente como debe,
antes de poder follarla con mi gruesa polla. No quiero hacerle daño. Quiero
hacerla gemir de dulce alivio. Quiero que haga algo más que correrse, algo más
que excitarse. Quiero hacerla brotar. Quiero que su orgasmo cubra mi pecho
mientras la follo con los dedos.

Sé que ella también lo desea, porque cuando le abro las rodillas, las deja
caer a un lado, con su cuerpo abierto y desnudo, sus tetas rebotando mientras
empiezo a penetrarla con un dedo, luego con otro, dándole lo que necesita.

—¿Te gusta tocarte? —le pregunto. A lo largo de los años hemos hablado
de todo como mejores amigos, pero nunca le he preguntado si le gusta tocarse.

Pero ahora asiente con la cabeza, diciéndome que sí.

—Me encanta tocarme —me dice—. Me toco por la noche, pensando en


nosotros. En ti.
63
Página

—¿En qué piensas? —le pregunto mientras su jugoso coño comienza a


derramarse para mí, para mi mano. Y gimo con un pensamiento, cómo va a ser
cuando mi polla la llene. Siento el liquido preseminal en mi punta, estoy tan
jodidamente caliente para ella. Ella no tiene ni puta idea que tengo miedo de
explotar aquí en mis jeans como si estuviera en la escuela secundaria.

—Pienso en ti, desnudo en mi cama. Imagino que hace calor en verano, las
ventanas abiertas, la brisa corriendo por la ventana, las cortinas flotando abiertas.
Subirías a mi ventana y me encontrarías desnuda en mi cama, sola.

—¿Y qué te haría, Lucy?

—Me harías correrme muy fuerte —susurra.

—¿Así? —Le pregunto.

—Así —gime—. Justo así. —Un orgasmo comienza a recorrerla. Lo siento


cuando las paredes de su coño se tensan contra mis dedos. Jadea, se queda sin
aliento. Y me rodea con sus brazos, aferrándose a mí. Esta persona perfecta, el
amor de mi vida.

—Mierda —dice, con mis dedos aún dentro de ella—. Oh Dios —dice—, No
puedo, no puedo.

—Puedes —le digo—, sé que puedes. Lo estás haciendo. —Separo sus


rodillas una vez más y le meto los dedos con más fuerza, añadiendo un tercero, y
entonces, carajo, mi chica empieza a chorrear de la manera que yo sabía que había
estado acumulando durante toda su maldita vida. Con fuerza.

Me inclino hacia abajo, besando su montículo, queriendo beber todo su


dulce jugo.

—Oh, Dios —grita, arqueando la espalda. Apoya sus manos en mi pecho,


sus palmas contra mi piel, y la miro mientras se baja y se ve tan jodidamente bella.
64

Tan jodidamente hermosa.


Página

—¿Te gusta eso? —le digo cuando termina, con mi mano aún en su coño.
Ella asiente.
—Me ha encantado —gime—, Oh, Dios mío.

Se acerca a mí, atrayéndome hacia ella. Y se arrastra sobre mí, envolviendo


su cuerpo alrededor de mí, besándome, con fuerza. Probándose a sí misma en mis
labios. Su coño húmedo está contra mi vientre, y sé que siente mi gruesa polla
debajo de ella. Sus ojos se encuentran con los míos. Sé lo que quiere.

—Me muero de ganas de follarte, boo —le digo. Me sonríe.

—Entonces, ¿qué demonios estamos esperando?

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Página
Me acuesto con él completamente desnuda, pero no me pone nerviosa que
me vea.

Después de todo, acaba de tocarme, de abrirme, de sentirme de una


manera que nadie en la tierra ha hecho jamás. Me relamo los labios y le
desabrocho los jeans, bajando la cremallera. Cuando me aparto de él, se los baja
de un tirón y los aparta. También sus bóxers. Y se agarra la polla. Es grande, gruesa
y dura.

Mi coño se aprieta al verlo, al verlo a él. Está al mando, tiene el control, y


eso me hace sentir una gran emoción. Esto es lo que quiero, un hombre que sepa
cómo cuidarme, que sepa cómo complacerme y darme placer, que tome la
iniciativa, que me lleve a lugares en los que nunca he estado.

Me muerdo el labio inferior, ansiosa por explorar cada centímetro de la piel


de Noah. Después de todo, durante los últimos quince años, hemos aprendido
todo sobre el corazón del otro. Ahora, es algo más, más profundo, real.
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Sus ojos se encuentran con los míos y me toma la mejilla, acercándome. Me


Página

besa y yo caigo sobre su pecho, sus brazos me rodean con fuerza y me aprietan el
culo. Sonrío durante el beso, sintiéndome tan hermosa, tan vista y tan amada.
Noah me quiere. Sé que me quiere. Es aterrador de la manera más excitante.
Parpadeo para no llorar, queriendo perderme en este momento. No en los
"y si" y en los "podría haber sido". Quiero estar aquí, presente con él.

—Te amo, Lucy —me dice de nuevo, con una voz baja, cruda y real.

—Yo también te amo, Noah —digo. Siempre he amado a este hombre. Me


da miedo. Tengo tanto, tanto miedo de todo, de amarlo y perderlo.

Noah no me deja caer en una espiral de miedo. En lugar de eso, me levanta


y me pone de espaldas y se inclina sobre mí, mis piernas se abren para él,
envolviéndose en su fuerte núcleo. Está lleno de músculos, cincelado como la
piedra, desgarrado y todo un hombre. Me acaricia el pecho, lo besa suavemente,
el cuello, las orejas, soplando aire caliente contra mí. Un escalofrío me recorre la
espalda y sonrío. Me dice que soy hermosa, jodidamente hermosa. Y le creo.

—Noah, me haces sentir tan bien.

—No quiero hacerte daño —me dice mientras acerca su polla a mi coño,
abriéndome con su punta.

Me muerdo el labio, preparándome, y él enlaza sus dedos con los míos.

—No pasa nada. Estoy aquí. Te tengo. —Y me tiene. Me tiene. Me aferro a


él mientras me llena, y gimo contra su pecho cuando el dolor aflora. Pero pasa
rápidamente y jadeo ante el profundo y penetrante "placer de su polla dentro de
mí".

Jadeo.

—Oh Dios, Noah.


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—¿Estás bien? —me pregunta, ahuecando mi mejilla, sus ojos buscando los
Página

míos.

—Estoy bien —digo, respirando profundamente—, más que bien.


Sonríe y me besa la nariz.

—Mierda, te quiero".

Cierro los ojos, dejando que el placer me invada, sus palabras y su calor y el
peso de su cuerpo. Se siente tan bien ser tomada así, ser consumida tan
completamente por un hombre que sostiene mi corazón como si fuera el tesoro
más preciado del mundo. Noah no quiere hacerme daño. Sé que no quiere. Quiere
protegerme de formas que nunca le he permitido hacer antes. Tantos años
desperdiciados, tanto tiempo perdido.

Pero tal vez no.

Tal vez todo conducía a esto, a este momento, a este Halloween perfecto
en el que ya no puedo esconderme como un fantasma. La verdad me está
liberando.

—Te tengo —dice de nuevo. Y se mueve contra mí, dentro de mí,


abriéndome, y nos balanceamos a un ritmo que nunca había esperado, uno tan
perfectamente sincronizado. Noah me conoce, palmo a palmo, los entresijos de
mi corazón, y no va a estropearlo. Quiere que esto funcione, él y yo. Lo veo en sus
ojos.

Se corre con fuerza dentro de mí, llenándome, y siento el calor de su


liberación.

—Oh, Dios —gimo mientras me da todo lo que puede ofrecer.

—Mierda —gime—, me he corrido muy rápido.

Me río, sin saber la diferencia. Se retira de mí y me pongo de rodillas,


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besándole de nuevo. Quiero más. Le acaricio. Su polla, que brilla con su venida, y
Página

le acaricio los huevos. Están apretados, calientes. Dios, es tan increíblemente


delicioso.
—Quiero más —le digo.

Sus ojos se abren de par en par.

—¿Segura?

Asiento con la cabeza.

—Por favor. —Acerco mi boca a su polla, sin miedo a este hombre que
conozco tan bien. Está duro, muy duro después que se la chupo durante lo que
solo parecen unos segundos. Me tira del culo, acercándome. Y vuelvo a ponerme
a horcajadas sobre él, pero esta vez me hundo contra su polla. Su dura y gruesa
polla.

Me relamo los labios y me inclino hacia él. Nos besamos mientras me


acomodo contra él, y me llena. Jadeo. Este placer es tan diferente de lo que
acabamos de hacer. Más profundo, más crudo. Y me siento vulnerable y hermosa
mientras él sostiene mis caderas, meciendo mi cuerpo en un círculo.

—Eso es, nena —dice—, suave y despacio.

Y yo gimo con fuerza, gritando de placer mientras me toma, metiendo su


polla en lo más profundo de mi coño. Estoy tan mojada para él que siento mi jugo
deslizándose por mis muslos, y él me dice que le encanta. Es sexy y caliente, y le
creo. Me acaricia los pezones y me acerca, me chupa las tetas, las junta y me
aprieta el culo.

—Maldita sea —gime mientras lo cabalgo, sintiéndome sexy y hermosa,


como si fuera suya. Él me domina, pero ahora mismo, mientras aprieto las palmas
de mis manos contra su pecho, me siento al mando.
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Sonrío, me encanta esto. Pero entonces se vuelve más profundo, más


Página

caliente, más real, y ya nada es divertido. Es solo deseo que recorre mi cuerpo.
—Oh, Dios —gimo, jadeando mientras mi espalda se arquea, mientras me
paso los dedos por el cabello. Salvaje y libre, así es como se siente.

—Mierda —gime mientras se mueve más adentro de mí. Y entonces me


corro, con fuerza, más de lo que me había corrido antes—. Oh, mierda, sí
—gime al terminar, y su semen me llena.

Caigo contra él, el calor aumenta a nuestro alrededor, y mis hombros


tiemblan, el placer es tan profundo y real.

—Oh, Dios mío —jadeo.

Me besa.

—Te tengo —dice—. No te dejaré ir.

Me rodea con sus brazos, abrazándome con fuerza. Y por ese momento, le
creo, que todo va a estar bien.

Pero en el fondo de mi mente no puedo evitar pensar que cuando las cosas
parecen demasiado buenas para ser verdad, normalmente lo son.

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Página
DESPUÉS, no puedo dejar de sonreír, pensando en que por fin tengo a mi
chica, en mis brazos.

—Ha sido increíble —le digo, besando el lado de su cabeza, abrazándola


contra mi pecho.

Pero ella se contiene, no dice nada.

—¿Qué pasa, Lucy? —le pregunto.

—Estoy pensando en todos los de la fiesta... en que todos van a tener una
opinión sobre nosotros.

—¿A quién le importan ellos? —pregunto—. Además, ¿desde cuándo te


importa lo que piense la gente?

—Me importa. No has estado aquí durante los últimos cuatro


años —dice—. Has olvidado cómo se propagan los chismes, cómo nada es privado.
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Cómo tu pasado está en todas partes.


Página

—¿Estás hablando de Natalia? —le pregunto—. Porque Natalia y yo hemos


terminado. Nunca fuimos nada, de todos modos. Ya sabes cómo se pone.
—Sí sé cómo se pone —dice Lucy—. Sé cómo se pone todo el mundo en
este pueblo. Es demasiado pequeño aquí. Y estoy cansada que todo el mundo
piense que lo sabe todo sobre ti, sobre mí.

—¿Estás diciendo que quieres irte? Porque le dije a mi oficial al mando que
no pensaba volver a alistarme.

—¿Y te quedarías? —Lucy se sienta, desnuda y jodidamente hermosa y


confundida—. ¿te quedarías aquí?

—Sí. Aquí. Contigo. —Me paso una mano por la mandíbula pensando en la
conversación que he tenido con mi oficial al mando. Piensa que es un desperdicio,
que podría hacer una gran carrera en la Marina... pero no puedo perder a Lucy.
No lo haré.

—No puedes quedarte aquí. ¿Y qué? ¿Trabajar en una oficina o algo así?
No. Quieres ver el mundo, viajar, hacer de la vida una aventura.

—No sé lo que estás tratando de decir. ¿Quieres que me vaya? ¿O quieres


venir conmigo?

Los ojos de Lucy se fruncen.

—¿Ir contigo a dónde?

—No lo sé. Si volviera a alistarme me destinarían a algún sitio.

—Mi tía se quedaría destrozada —dice inmediatamente—, y ya sé que


puedo conseguir un trabajo en el hospital cuando me gradúe.

—Bueno, entonces no sé qué estás tratando de decir, Lucy. En un momento


72

me dices que quedarte aquí no va a funcionar y en el siguiente dices que no estás


Página

dispuesta a irte. No sé dónde nos deja eso.

Ella traga saliva.


—Yo tampoco lo sé. Pero ya no quiero ir a las fiestas de Jake y no quiero
pasar el rato con Natalia y Betty y Sandra el resto de mi vida. Estoy harta. La forma
en que saben todo sobre ti, literalmente todo. Cosas que no sé.

—¿Por qué siento que estás rompiendo conmigo, Lucy, antes que hayamos
empezado?

Ella se muerde el labio inferior, mirando hacia otro lado.

—Simplemente no sé si puedo hacer esto.

—Ni siquiera lo hemos intentado.

Ella tuerce los labios.

—Creo que me voy a ir a casa.

_Después de todo esto —pregunto—, ¿te vas a ir sin más? Puedo ir a hablar
con mi oficial al mando mañana —le digo—. Puedo quedarme o irme. Lo que tú
quieras. Al menos démonos una oportunidad.

Pero ella niega con la cabeza, se pone de pie, camina hacia la escalera.

—Creo que tal vez tenías razón.

—¿Razón en qué? —e pregunto.

—Que de una forma u otra, las cosas no pueden seguir siendo como son.

—Pero yo creía que eras mi boo —digo, con el corazón jodidamente roto.

Se lame los labios antes de apartar la mirada.


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—Pensé que tú también lo eras, Noah. Yo también pensé que lo eras.


Página
Me voy a casa con el culo al aire, frustrada conmigo misma por haber
convertido lo que debería haber sido la noche más romántica de mi vida, en la
casa del árbol con Noah, en nuestra primera pelea.

Lo aparté, asustada que todo fuera demasiado bueno para ser verdad.

Cuando entro en la casa, mi tía se da cuenta inmediatamente que pasa algo.

—¿Qué haces en casa? Ni siquiera son las diez. —La luz de su porche aún
está encendida, hay truco o trato por la calle, disfrazados "como superhéroes y
hadas". Y siento envidia de ellos, de esos niños que siguen jugando a hacer creer
cuando mi fantasía parece totalmente aplastada.

—Ha sido un desastre —digo, tirando la sábana en la silla y entrando en la


cocina. Abro la nevera y cojo una botella de vino blanco, me sirvo un vaso y bebo
un sorbo.

—¿Qué ha pasado? —pregunta en voz baja mientras se sirve un vaso


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también.
Página

—Todo —le digo, y las lágrimas empiezan a caer de nuevo; esta vez no me
resisto, me salpican las mejillas. Mi tía me conoce como la segunda mejor del
mundo, justo después de Noah, así que le cuento lo sucedido. Todo: la tienda de
disfraces, la pelea, la lista de comprobación, Natalia, el beso... aunque no le
cuento todo sobre el beso.

Cómo mi vientre dio un vuelco de la manera más deliciosa, cómo mi corazón


latió con fuerza y mi columna vertebral se enderezó y mi alma bailó y mis ojos se
vidriaron cuando sus labios se encontraron con los míos. Cómo sentí que aquel
deseo que había pedido al cielo acababa de hacerse realidad.

Noah me besó e hizo el amor conmigo y fue perfecto, demasiado perfecto,


demasiado bueno para ser verdad. Nada dura para siempre.

Mi tía lo entiende.

—Tienes miedo de perder a Noah. Igual que perdiste a tus padres.

Esta vez me llevo las manos a los ojos, cubriéndolos, negando con la cabeza.
No porque se equivoque, sino por la razón que tiene, y tengo miedo. Por eso
nunca me he entregado plenamente a nadie, por eso he estado soltera los
veintidós años de mi vida. Por eso me puse un jersey con una calavera y unas tibias
cruzadas advirtiendo a cualquiera que se acercara que yo estaba fuera de los
límites, que este corazón estaba ocupado, ya agotado.

—Cariño —dice mi tía—, el amor no funciona así, ¿sabes?

—¿Cómo lo sabes? —digo yo—. Has estado soltera desde que te conozco,
toda mi vida.

—Lo sé —dice ella—, pero he amado antes, lo sabes. Estuve casada una vez.

Trago saliva, sabiendo que es cierto: mi tía estuvo casada con un bombero
que murió en un incendio, una forma cruel de morir si las hay, luchando por que
75

otra persona viva y perdiendo la vida por el camino.


Página

—¿Qué se supone que debo hacer? —le digo.

—¿Por qué te fuiste? —me pregunta—. ¿Qué pasó?


Trago saliva.

—Se ofreció a quedarse en Monday Harbor. Pero conozco a Noah, no quiere


quedarse aquí. Durante toda su vida, ha querido ver el mundo. Ha querido
experimentar cosas y estar en una aventura. No quiere estar atado. Por eso nunca
ha tenido una relación seria.

Mi tía se ríe.

—Oh, cariño, no es por eso que nunca ha tenido una relación seria.

Mis ojos se abren de par en par.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir, Lucy, que Noah te quiere desde que eras pequeña. Nunca
ha estado con nadie en serio porque te ha estado esperando, esperando a que lo
vieras como algo más que un amigo, como tu para siempre.

—¿Crees que eso es cierto? —pregunto—. Porque es imposible estar aquí


y estar con él. Ha salido con medio pueblo y eso no me importa, de verdad, lo
entiendo. Su pasado es su pasado. Pero la historia aquí, nunca nos va a dejar.

—¿Entonces por qué no te vas con él? —me pregunta simplemente, sin
tapujos, como si fuera lo más obvio del mundo.

—No puedo ir —le digo—, tengo que terminar la escuela.

—Este es tu último semestre, ¿no terminas en unos meses?

—Sí, justo antes de Navidad. Pero...


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—¿Pero qué, Lucy? Tú también tienes toda la vida por delante. ¿Cuál es tu
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sueño? ¿Cuál es tu aventura?

—Quiero ser enfermera —digo.


—Puedes ser enfermera en cualquier parte.

—Pero estas aquí y eres mi familia. Y no puedo dejarte. Has cuidado de mí


toda mi vida y...

—Cariño, te quiero, pero no necesito que me cuides. A mí también me


queda toda una vida por vivir, no tengo ni 50 años. —Se ríe—. Lucy, la verdad es
que he estado viendo a alguien".

—¿Qué? —digo.

—¿Es tan chocante? —pregunta ella—. No es serio, pero podría serlo. Se


llama Dale, trabaja en la carnicería.

—¿Estás saliendo con un carnicero? —pregunto.

Ella sonríe.

—Lo estoy haciendo. ¿Por qué crees que tuvimos un guiso tan bueno
anoche?

—¿Me estás diciendo que no me necesitas?

Mi tía asiente.

—Eso es exactamente lo que estoy diciendo.

—¿Y ahora qué? Se supone que debo... —Trago saliva, mordiéndome el


labio inferior—. No sé cómo hacer esto.

—Puedes intentarlo —dice ella—. Si Noah hizo una lista de verificación y tú


marcaste todas las casillas, entonces tal vez tú también deberías hacer una.
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Averigua si él marca todas las tuyas.


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Sonrío.

—Sé que lo hace.


—Quizá tengas que hacérselo saber.

—Quizá tengas razón —digo, besando su mejilla y apretando sus hombros.


Y luego tomo mi vaso de vino y camino por el pasillo hasta mi dormitorio, cerrando
bien la puerta.

Me pongo el pijama, uno con calabazas y gatos negros, y busco un cuaderno


y un bolígrafo. Luego me siento en mi cama y hago una lista de verificación. La que
mi corazón memorizó hace mucho tiempo.

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CUANDO ABRO LOS OJOS, gimo, deseando que lo de anoche haya sido un
sueño. Pero sucedió. Mi teléfono me dice que es 1 de noviembre y, me guste o
no, Lucy y yo hemos terminado.

Terminado.

Cambiado, eso es seguro.

Y estoy enojado. Ella es la chica que quiero. La chica que necesito. Y ella me
dijo que me fuera, no que me quedara.

Olvídate de eso. Este ha sido el peor Halloween de nuestras vidas, y


necesito salvarlo.

Busco en mi armario, oliendo el café que mi madre debe haber preparado


en la cocina, y empiezo a meter en bolsas todos los disfraces de todos los años.
Han Solo, el alienígena, la lonja de tocino.
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Llego a la cocina y mi madre me pregunta a dónde voy. Le cuento todo lo


que pasó anoche, y sé que se siente fatal por mí. Quiere a Lucy como a una hija.
Página

Le enseño la bolsa y me pregunta cuál es mi plan.

Respiro profundamente.
—Voy a darle un discurso sincero, y un café con leche con especias de
calabaza, y espero que haya algún tipo de magia. Que abra su corazón a mí. A
nosotros. Que me dé una segunda oportunidad.

Mi madre traga.

—Sabes, tengo algo que podría gustarte. Algo que podría ayudar a endulzar
la olla.

—¿No crees que pasear por el carril de los recuerdos es


suficiente? —pregunto, mirando la bolsa de disfraces.

Mi madre sonríe.

—Eres muy dulce pero... ¿sabes? Ahora vuelvo. —Se va a su habitación, solo
para volver un minuto después—. Esto podría ayudar. —Me entrega un joyero
negro, y dentro hay un anillo de compromiso—. Era de tu abuela —dice.

Lo cojo, entendiendo perfectamente lo que quiere decir.

—Te amo, mamá.

—Sé que lo haces, Noah. Pero ya es hora que Lucy sepa que también la
amas.

Me dirijo a casa de Lucy después de pasar por la cafetería y coger su café


con leche favorito. Cuando salgo del coche y llamo a la puerta, me sorprende verla
allí, lista para salir, con un abrigo puesto y el bolso en la mano.

—¡Oh! —dice—. ¿Qué haces aquí?

Me río.
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—Venía a buscarte

—¿Por qué? ¿No estás enfadada conmigo?


Me río.

—Sí, estoy bastante enfadado contigo. —Le doy el café—. Pero tú eres mi
Boo, ¿recuerdas? ¿Crees que vas a deshacerte de mí tan fácilmente después de
una noche terrible?

Sus ojos se abren de par en par.

—¿Crees que la noche fue terrible?

Sonrío: está sustituyendo el sexo por la noche.

—La noche en sí fue perfecta —le digo simplemente—. La mejor noche de


mi vida. La única noche que tendré que recordar en mi lecho de muerte. Fue
después de la noche que apestaba. Me abandonaste, Lucy.

—Esta bien, lo entiendo —dice ella, riendo—. Pero en serio, estás siendo
demasiado amable conmigo.

—No, no lo estoy siendo —digo—. Anoche te fuiste y me rompiste el


corazón. Así que estoy aquí para intentar recomponerlo.

Ella aprieta los labios.

—No —dice—. Soy yo quien tiene que arreglar esto. Ya has hecho bastante.
Estás dispuesto a mudarte aquí por mí, a cambiar todos tus planes por mí. ¿Y qué
estoy dispuesta a hacer yo? ¿Enloquecer y salir corriendo? No es muy bueno de
mi parte.

—Lucy, sé por qué quieres quedarte. Sé que aquí es donde están tus
recuerdos de tus padres. Sé que aquí es donde está tu tía, donde tu...
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Ella sacude la cabeza.


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—Ok, pero Noah, quiero más que recuerdos. Quiero toda una vida contigo.
Además, eres el único hombre para mí.
—¿Cómo puedes estar tan segura?

Ella sonríe y saca un papel del bolsillo.

—Hice una lista de verificación.

—¿La hiciste?

Ella asiente.

—Lo hice, y resulta que marcas todas las casillas.

—¿Lo hago?

Ella asiente.

—Lo haces.

Le quito el papel y empiezo a leer la lista.

PUEDE HACERME reír incluso cuando estoy siendo una mocosa.

Le encanta viajar, y es capaz de sacarme de mi zona de confort.

Le gusto con mis botas negras raspadas.

Es un gran propinador.

Piensa que es lindo lo terca que soy

Se queda con todos sus amigos

Tiene un paquete de ocho


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Sabe cuándo burlarse de mí y cuándo cogerme de la mano


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Ayuda a sus amigos, es bueno en las fiestas

Quiere a su madre y sigue sus consejos


Ha sido mi mejor amigo desde que tenía ocho años

Nunca se olvida de mi cumpleaños

Conoce mis películas y canciones favoritas

Entiende por qué Halloween es importante para mí

Me trae café con leche incluso cuando no me acuerdo de pedirlo

No le importa que llegue siempre tarde

Puede hacerme llegar al orgasmo tres veces seguidas

Ante la última, mis ojos se abren de par en par, mi corazón late con fuerza.
Doblo la lista.

—Es una gran lista —le digo, sintiéndome aturdido.

—Sí, pero hay más.

—Sí, ¿lo hay? —le pregunto.

Ella asiente.

—Sí. Hay una cosa de la lista que quería decirte cara a cara. Para que un
chico marque todas las casillas de mi lista, también tendría que entender que me
asusto mucho.

—Lo entiendo —digo—. Pero no creo que debamos dejar la ciudad porque
tengas miedo. Creo que deberíamos dejar la ciudad porque es el momento.

Ella asiente.
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—Creo que tienes razón.

—Dios, te amo —le digo.


—Y yo a ti. —Ella me sonríe—. Entonces, ¿qué pasa ahora?

—Aceptas casarte conmigo.

Sus ojos se abren de par en par y se tapa la cara cuando saco el anillo de
diamantes.

—¡No juegues, Noah!

—Sí, Lucy. Te amo y no quiero más aventuras sin ti como esposa.

—Dios mío, sí. Sí, me casaré contigo. —Me rodea con sus brazos tan rápido
que no puedo evitar reírme.

—Espera, mujer, deja que te ponga este anillo en el dedo.

Y aunque he cogido su mano mil veces, nunca ha sido así. Ella está
temblando de felicidad, y yo también. Temblando pero sin miedo. Estoy
jodidamente listo para que todos nuestros sueños se hagan realidad, juntos.

—Ahora que tenemos eso resuelto —digo, inclinándome—. Deja que te


bese de nuevo.

Ella sonríe.

Puedes besarme siempre.

Y así lo hago. La acerco, le acaricio la mejilla y le doy un beso. 84


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UN AÑO DESPUÉS...

Ha pasado un año desde que le entregué mi corazón a mi boo, y nunca he


mirado atrás. Ni una sola vez. No es que no hayamos viajado de vuelta a casa, a
Monday Harbor, para visitar a mi tía y a la madre de Noah, pero las visitas han
sido breves y las salidas nocturnas con el antiguo equipo, cortas. La verdad es que
Noah y yo siempre estamos deseando volver a nuestra casa del árbol y revivir la
primera noche que hicimos el amor.

Ahora, sin embargo, podemos hacerlo cuando queramos, porque nuestro


apartamento es nuestro. Y el hecho que tenga vistas a la playa de la bahía de
Kaneohe, en Hawai, es más que una ventaja. La gente paga para venir aquí de
vacaciones, y la Marina nos envió a vivir aquí. No es el peor lugar del mundo para
estar destinado. Me aterraba salir de casa por primera vez después de graduarme
en la escuela de enfermería, pero resulta que necesitaba que me empujaran fuera
de mi zona de confort para dejar de aferrarme al pasado, para dejar de vivir con
miedo y empezar a vivir para mi futuro. Nuestro futuro. El de Noah y el mío.
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No hemos atado el nudo, pero eso es porque estábamos esperando el día


de hoy. Este día en particular: Halloween.
Algunos podrían pensar que no es la época más romántica del año, pero
esas personas no son Noah y yo. Y en lugar de disfraces a juego, decidimos ir por
un camino más tradicional. Así que estamos en un esmoquin y un vestido de novia,
en la playa, con nuestra familia y amigos.

Jake está aquí con Sandra. Mi tía y el carnicero vinieron, y la madre de Noah
también está aquí con un hombre con el que ha estado saliendo los últimos meses.

Es una ceremonia pequeña en un hotel frente a la playa, pero es hermosa.


El océano brilla ante nosotros. El oficiante nos hace intercambiar nuestros votos,
y cuando hacemos nuestras promesas, no mencionamos las listas de verificación.
Porque nos damos cuenta que no se trata de marcar las casillas. No se trata de ser
la persona perfecta. Se trata de ser "la" persona. La persona que cada uno
necesita.

Cuando Noah desliza el anillo en mi dedo, se me llenan los ojos de lágrimas


y me dice que no llore. "Está bien, Lucy", me dice, inclinándose y apartando las
lágrimas con el pulgar.

Me siento tan hermosa hoy, con este vestido blanco fluido, con mi velo
levantado por el viento.

Hemos hecho algunos homenajes a Halloween. La corbata de Noah es


púrpura con murciélagos negros impresos, y yo llevo un vestido blanco con una
capa de encaje en forma de telarañas. Bonito, pero no demasiado kitsch. Es
perfecto para nosotros.

Cuando le dicen que bese a su novia, Noah se inclina hacia mí, me toca la
mejilla y me besa suavemente. Le devuelvo el beso, sintiéndome la chica más
afortunada del mundo. Su madre aplaude y Jake sonríe. Y yo me río, sintiéndome
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tan afortunada.
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Este año no necesitábamos una fiesta de Halloween. Solo nos


necesitábamos el uno al otro.
Todos salimos a cenar al hotel para celebrarlo. Hay velas, champán, marisco
fresco y tarta. Es hermoso y delicioso. Pero la verdad es que no puedo dejar de
tocar a Noah, y él no puede dejar de tocarme a mí.

Después de haber hecho suficientes brindis para una noche, nos


despedimos de nuestros familiares y amigos, y ellos nos silban diciéndonos que
nos divirtamos.

—¡Feliz Halloween, tortolitos! —dicen. Y nos reímos, sin poder apartar los
ojos el uno del otro.

Caminamos por el vestíbulo del hotel hacia la suite nupcial. Vemos a los
fiesteros vestidos con sus mejores galas de Halloween, probablemente buscando
algún club en la playa. Pero no dejamos que nuestros ojos se detengan en ellos.
En cambio, en el ascensor, Noah me rodea con sus brazos y me besa con fuerza.

—¡Dios, estás preciosa!

—No puedo creer que estemos casados —digo.

—Quince años hemos esperado esto, y ahora... —sonríe—. Y ahora, es real.

—¿No te arrepientes? —pregunto cuando se abren las puertas del


ascensor.

—De nada —dice, me levanta en brazos y me lleva hasta el umbral de la


habitación del hotel.

Me baja la cremallera del vestido y me lo quito, riendo. Él me recoge,


dándose cuenta de lo que he hecho.
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—No puedo creer que te hayas puesto un disfraz —dice.


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—¿De verdad? —le digo—. Me imaginé que sabrías que iba a hacer algo así.
Me doy la vuelta. Llevo una lencería que me hace parecer un gato negro, y
de mi equipaje saco una diadema con orejas de gato. Me doy la vuelta, moviendo
el culo para él, y él ve la cola negra que está unida a mis bragas de seda negra.

—Entonces, ¿qué te parece? —le digo—. ¿Miau?

Se ríe, quitándose la ropa, sorprendiéndome con lo que lleva puesto. No es


un gato, pero es un ratón. Lleva calzoncillos grises, y de su bolsa saca una nariz
con bigotes.

—¿Qué demonios? —digo, descojonándome—. No lo entiendo. ¿Cómo


sabías que sería un gato?

—Me pareció divertido, y una buena suposición. Me imaginé que habíamos


estado jugando al gato y al ratón todo este tiempo. Tu lista de verificación, mi lista
de verificación. Ninguno de los dos diciendo la verdad.

Doy un paso hacia él, riéndome de sus calzoncillos grises y tirando de los
bigotes.

—Eres ridículo —le digo.

Él se ríe.

—Sí, pero ahora estás atrapada conmigo, esposa.

Me lleva a la cama y me subo encima de él, ronroneándole al oído.

—Soy más que tu esposa —le digo—. Soy tu boo.


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FIN.
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La autora más vendida de USA Today, Frankie Love, escribe historias
asquerosamente dulces sobre chicos malos y montañeses. Está ridículamente
enamorada de su propio bombón barbudo, cree en el amor a primera vista y en los
felices para siempre. Ella también cree en el poder de un rapidito.

Puedes encontrarla en FRANKIELOVE.NET

Prepárate para enamorarte... ¡te lo mereces!


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