Crucifixion de Jesus

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Jesús de Nazaret, Jesucristo o Cristo, como es conocido, o simplemente Jesús, es hijo de José y

María de Nazaret. Fue, según los entendidos en el tema y la definición más aceptada
académicamente, un predicador judío de Galilea, sobre el cual se erige la religión cristiana y es
llamado el Hijo de Dios. Esta es la historia de Jesús.

¿Dónde, cuándo y cómo nació Jesús?


Jesús fue concebido en Galilea, de forma no tradicional. La historia reseña que su concepción fue
anunciada por el Ángel Gabriel, en un sueño que tuvo José, su padre, en el que le dijo: “José, hijo de
David, no temas recibir a María tu mujer, porque el niño en ella es a través del Espíritu Santo, dará a
luz un niño y lo llamarás Jesús porque el salvará al pueblo de sus pecados”.

José, junto a María, su esposa, se dirigen a Belén, en Judea, para cumplir con un decreto de César
Augusto, que contemplaba que los habitantes debían censarse en la ciudad de su estirpe, en este
caso, estaba a 120 km de distancia de Nazaret.

Por carecer de recursos económicos, se vieron en la necesidad de dormir en las afueras de Belén y
se refugiaron en una de las cuevas que utilizaban los pastores.

Se presentó el momento del parto y María dio a luz a su primogénito, un 25 de diciembre, a quien
tuvo que acostarlo en un pesebre, ya que no había otro lugar donde colocarlo.

Durante su infancia, Jesús vivió normalmente en Nazaret, lugar donde José, su padre, era carpintero.
Junto a su primo, Juan el Bautista, comenzó a incorporarse a las predicaciones y actividad pública.
Jesús fue bautizado en el rio Jordán, por Juan el Bautista, y éste lo señaló como la encarnación del
Mesías, que había sido prometido por Dios a Abraham.

Después de su bautismo y de haber cumplido su retiro de 40 días en el desierto, empezó Jesús a


predicar. Allí empezó su historia, divina y profundamente religiosa.
La historia de la vida y obra de Jesús está narrada en cuatro documentos, los cuatro evangelios
canónicos, en el “Nuevo Testamento” de la Biblia cristiana, en el que los autores explican el
significado y la doctrina de vida de Jesús de Nazaret. Estos evangelios son Mateo, Lucas, Marcos y
Juan, los nombres de sus autores.

Las fuentes sobre las que se basaron los tres primeros evangelios son: el Evangelio según Marcos,
que fue escrito en Roma, después de la muerte de Pedro y Pablo, con información añadida de otro
material.

El Sermón de la Montaña
Jesús, cuando empezó a predicar, se dirigió especialmente a las masas populares, a los más
necesitados. Entre ellos reclutó a sus doce apóstoles, quienes eran un grupo de fieles que lo
acompañaron a Palestina, a dar su palabra.

Su religión se basaba en el amor al prójimo, el perdón, la humildad, desprendimiento de los bienes


materiales y la esperanza de vida eterna. En el Sermón de la Montaña, está plasmada de la mejor
manera, la síntesis de su mensaje, con sus admirables bienaventuranzas.

San Mateo escribió: “Al Jesús al ver el gentío, subió al monte, se sentó, se acercaron sus discípulos
y abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados los mansos porque ellos heredarán la tierra.

Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los


limpios de corazón porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los que trabajan por la paz porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por la justicia porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados vosotros cuando os insulten, persigan y digan y calumnien de cualquier modo por
mi causa, alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, pues de la
misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros”.

Bienaventurados los pobres porque vuestro es el reino de Dios.

Bienaventurados los que ahora tenéis hambre porque quedareis saciados.

Bienaventurados los que ahora lloráis porque reiréis”.

Jesús y Zaqueo.

Una manera de ilustrar el refrán que reza: «Benditos son los puros de corazón, ya que ellos verán a
Dios» (Mateo 5:8), es con la vida de Zaqueo, cuyo significado es “puro”.
Zaqueo subió sobre un árbol, que representaba una cruz y donde fue crucificado, simbólicamente
por Cristo y quien asegura que vio a Dios, porque quien ve a Jesús, ve a Dios. Ese árbol,
un sicómoro, daba una fruta que era alimento para cerdos y por ende, lo consideraban “sucio”.

Era humillante subir a aquel árbol para aquellos tiempos y esa cultura. Pero Zaqueo sólo quería ver
a Jesús, y por eso no le importó sacrificar su orgullo.

Zaqueo tenía mucho deseo de ver a Jesús y por eso no le importó el “qué dirán”, ni tampoco su
posición social. Jesús lo catalogó como hijo de Abraham, hijo de la fe. No sólo con obras se salva la
persona, también con la fe en Cristo Jesús y su obra redentora de la cruz.

Jesús y Lázaro.

Lázaro, María y Marta, eran tres hermanos que vivían en Betania y eran buenos amigos de Jesús. En
cierta ocasión, Jesús estaba al otro lado del río Jordán, cuando llegaron María y Marta a darle un
mensaje urgente: “Lázaro está muy enfermo. Por favor, ven pronto”.

A lo que dijo Jesús: “Esta enfermedad no es de muerte, sino para gloria de Dios, a fin de que por
ella sea glorificado el Hijo de Dios”.
Jesús no fue en ese mismo momento, luego de dos días les dijo a sus discípulos: “Vamos a Betania.
Lázaro está dormido, y voy a ir a despertarlo”. A lo que los apóstoles le contestaron que si Lázaro
estaba dormido, se pondría bien, por lo que Jesús tuvo que aclarar: “Lázaro ha muerto”.

Al llegar a Betania, ya Lázaro tenía cuatro días en la tumba. Al enterarse de que Jesús había llegado,
Marta fue corriendo a hablar con él y le dijo

 Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto” y Jesús contestó: “Tu hermano
volverá a vivir. ¿Me crees, Marta? “Yo creo que se levantará en la resurrección”. A lo que
Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida”.”.

 Marta fue a decirle a María: “Jesús está aquí”. María se acercó a Jesús y cayó a sus pies,
bañada en llanto y le dijo: “Señor, si hubieras estado aquí, nuestro hermano estaría vivo”.
 Jesús al ver su sufrimiento, se conmovió y se puso a llorar también. Los presentes
comentaron lo mucho que Jesús quería a Lázaro, pero a la vez se preguntaban: “¿Por qué no
salvó a su amigo?”. ¿Qué iba a hacer Jesús ahora?

 La tumba de Lázaro era una cueva, la cual estaba tapada con una piedra. Jesús fue y ordenó
que quitaran la piedra, a lo que Marta les dijo que por haber pasado cuatro días desde que
murió, seguramente había mal olor.
 Jesús le replicó: ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios? Luego quitaron la
piedra y Jesús oró: “Padre, te doy las gracias por escucharme. Yo sé que siempre me
escuchas, pero hablo en voz alta para que la gente crea que tú me enviaste”.

“¡Lázaro, sal afuera!”, gritó, después de aquellas palabras. En ese momento ocurrió algo increíble,
Lázaro salió de la tumba, aun atado de pies y manos, envuelto con las vendas y un sudario en su
cara. Jesús ordenó: “Quítenle las vendas y dejen que se vaya”.
La crucifixión de Cristo

La pena de muerte ha existido desde hace miles de años. En el Antiguo Testamento, ésta se aplicaba
en caso de homicidio, adulterio, secuestro, prostitución, maldición, violación, daños físicos a los
padres y otras causas más.

Por lo general, el método de ejecución era a través de la lapidación, entre otros no menos crueles.
Los antiguos tiranos, se empeñaron en hacer de esos castigos lo más escabroso posible, mutilaban,
incineraban al criminal aun estando vivo o lo echaban a animales feroces, como leones, por decir
algunos.

En el Imperio Romano la más común era la crucifixión, castigo que los líderes judíos escogieron
para Jesús Cristo.

Jesús Cristo nunca violó una ley ni cometió algún crimen, al contrario, durante su vida sólo regaló
mensajes de paz, redención y amor, prometiendo vita eterna a quien lo siguiera. Ese fue su delito.

Aun así, muchos de sus enemigos, líderes religiosos y su traidor, lo consideraban como una
amenaza a su estatus social. Pero Jesús, a pesar de todo eso, obedeció siempre las leyes de Dios, su
Padre, incluso hasta su muerte

Se puede decir que lo más terrible y grave de su crucifixión fue que Él era inocente, murió por los
pecados de otros, no los suyos. El apóstol Pablo dijo que “todos pecaron” y que “la paga del pecado
es muerte” (Romanos 3:23; 6:23), con esas palabras se estaba refiriendo a ¿los cristianos del primer
siglo o a todos los pecados de la humanidad?
Jesús, el Mesías, nunca fue sentenciado a muerte, no tenía pecados o crímenes. Murió por todos los
pecados que cometieron los seres humanos a través de toda la historia. Al ser crucificado cargó con
el peso de todas las mentiras, robos, homicidios y otros pecados cometidos por los demás humanos.

Resurrección

Jesús fue condenado a muerte, crucificado y resucitado de entre los muertos. Este hecho religioso es
el principio de la teología cristiana: «Al tercer día resucitó, conforme a las Escrituras», así reza el
Credo de Nicea.

Después de haber sido crucificado, Jesús fue ungido y enterrado en una nueva tumba por José de
Arimatea. Dios lo resucitó y se le apareció a muchas personas, por un lapso de 40 días antes de
ascender al cielo, donde se sentaría a la derecha del Padre.

La Biblia dice: “Como ser humano murió, pero como ser espiritual volvió a la vida”. Jesús indicó
que no resucitaría con su cuerpo de carne y hueso, ya que lo daría como sacrificio por la humanidad,
pero no fue así, la Biblia señala que entregó su cuerpo carnal “una vez por siempre”.

Pero, si resucitó en un cuerpo espiritual, ¿cómo lo vieron sus discípulos? Las criaturas espirituales,
incluso los ángeles, pueden adoptar forma de hombre. Pero por su condición podían estar y
permanecer con los humanos y abandonar el mundo físico.

Los cuerpos en los que resucitaba no eran idénticos. Algunos amigos sólo lo reconocieron por las
cosas que decía o hacía. El apóstol Tomás aseguró que Jesús había resucitado, porque le vio las
marcas de las heridas en su cuerpo. Con esto Tomás acentuó su fe en Jesús, ya que había dudado de
su resurrección.

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