Distimia
Distimia
Distimia
CONCEPTO:
Aunque el término distimia fue acuñado por Kahlbaum, su significado actual se
inició en 1980, cuando aparece en el Manual Diagnóstico de la Asociación
Americana de Psiquiatría (DSM) designando una depresión crónica de leve
intensidad, distinguible de la depresión mayor.
El término fue utilizado por primera vez por James Kocsis, de la Universidad de
Cornell, durante la década de 1970.
Los pacientes con distimia padecen como una depresión doble, es decir, suelen
experimentar altos y bajos dentro de un estado melancólico y apático
generalizado. También pueden experimentar otras condiciones mentales, como
el trastorno de ansiedad, de personalidad, la fobia social, la bipolaridad o la
agorafobia. Incluso la fibromialgia puede ser uno de los desencadenantes. Por
lo que la comorbilidad en la distimia es habitual.
El hecho de mantener el interés por hacer cosas que le gusten, complica detectar
que una persona de nuestro alrededor puede padecer este trastorno. Aun así,
es posible detectarlo si vemos que está un poco triste durante mucho tiempo. La
depresión, en cambio, es mucho más visible, por lo que es más fácil de detectar
• Más del 75% de los pacientes con distimia padecen algún otro trastorno o
enfermedad crónica (dolencia física, drogadicción u otros desórdenes)
• Pensamientos negativos
¿Cuáles son las causas de la distimia? No existe una sola causa que explique la
aparición de este trastorno. Sin embargo, es cierto que existen varios riesgos
bioquímicos, genéticos, psicológicos y ambientales que pueden contribuir a la
aparición del trastorno anímino, pero a día de hoy, aún no se ha podido
determinar un origen en concreto. Los investigadores siguen estudiando este
trastorno anímico para poder hallar su causa y mejorar cómo se trata la distimia.
Por tanto, no todas las personas tienen las mismas posibilidades de tener este
trastorno; aun así, es importante tener unos hábitos que nos hagan felices y nos
desestresen. Según los investigadores de las Zonas Azules, saber parar y
relajarse es uno de los 9 hábitos para vivir más y mejor.
¿Cómo puedo saber si tengo distimia? Si crees que puedes padecer este
trastorno emocional, debes ir a un profesional y evitar autodiagnosticarte. Es muy
importante estar acompañado de un profesional para poder hacer frente a la
distimia correctamente.
Por suerte, la distimia se cura, pero no solo con fármacos como los
antidepresivos, también requiere la voluntad e involucración del paciente.
¿Cómo se puede curar la distimia?, ¿cuál es el tratamiento para la distimia?
Muchas personas que conviven con este trastorno consiguen llevar una vida
plena y normalizada, por lo que tú o tu ser querido también puede. Hace falta ser
consciente del problema y querer solucionarlo para empezar a sanar y
embarcarse en una vida feliz.
Si crees que tú o uno de tus seres queridos padecéis distimia, es muy importante
acudir al médico de la especialidad de psiquiatría para pautar el tratamiento y
empezar a trabajar en la mejora del paciente. Es importante seguir las
recomendaciones del especialista en distimia. Él o ella te indicará cómo superar
la distimia y salir de ella.
ETIOLOGÍA
La etiología del trastorno distímico es compleja y multi- factorial; involucra
mecanismos biológicos, psicológicos y sociales8,10, aunque aún no se ha
llegado a un consenso o conclusión definitiva al respecto. Actualmente hay varias
hipótesis que tratan de explicar las causas subyacentes de este trastorno, entre
ellas la genética. Se ha propuesto que la transmisión genética de la
vulnerabilidad a la depresión se debe a un modo poligénico de herencia, que
también involucra factores ambientales. Hasta ahora se han identificado algunos
marcadores genéticos potenciales para los trastornos del ánimo en ciertos
cromosomas, pero no se ha logrado distinguir algún patrón específico o certero
para la distimia11. Por su parte, la hipótesis aminérgica sostiene que los
trases- tornos depresivos son causados por una deficiencia de serotonina,
noradrenalina y/o dopamina en el sistema nervioso central o en la
neurotransmisión de alguno de ellos12-14. También se ha señalado que las
experiencias estresan- tes inician una serie de cambios neuroquímicos que
pueden incrementar la vulnerabilidad a la enfermedad depresiva15.
Específicamente, la experiencia de eventos adversos en la infancia parece
asociarse con el curso y el pronóstico del trastorno distímico, aunque la
información al respecto aún es escasa16; no obstante, se considera que tres
grandes sistemas en el cerebro tienen relación o se afectan: a) el eje
hipotálamo-pituitario-adrenal y el sistema del factor liberador de corticotropina
(CRF); b) el hipocampo, y c) el sistema noradrenérgico11. usually present. It is
important to distinguish it from other types of depression, as earlier as possible.
This would allow providing these patients with the appropriate treatment to
attenuate the impact of symptoms, such as poor awareness of self-mood,
negative thinking, low self-esteem, and low energy for social and family activities,
which progressively deteriorate their life quality. The etiology of Dysthymia is
complex and multifactorial, given the various biological, psychological and social
factors involved. Several hypotheses attempt to explain the etiology of
Dysthymia, highlighting the genetic hypothesis, which also includes
environmental factors, and an aminergic hypothesis suggesting a deficiency in
serotonin, norepinephrine and dopamine in the central nervous system. From our
point of view, dysthymia cannot be conceived as a simple mild depressive
disorder. It is a distinct entity, characterized by a chronic depressive disorder
which could persist throughout life, with important repercussions on the life quality
of both patients and families. © 2012 Asociación Colombiana de Psiquiatría.
Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. 214 REV COLOMB
PSIQUIAT. 2013;42(2):212-218 Todos estos cambios hacen más sensibles los
circuitos de CRF ante la presencia de estrés leve en la edad adulta, lo que a su
vez genera una respuesta exagerada al estrés. De manera que, ante una
exposición persistente al estrés en la edad adulta, estas vías del estrés ya
sensibles se vuelven hiperactivas, lo que determina un incremento persistente
en el CRF y la secreción de cortisol, que causa alteraciones en los receptores
glucocorticoideos y, en consecuencia, tras- tornos del estado de ánimo. Sin
embargo, se reconoce que este modelo explicativo tiene limitaciones, pues no
todos los pacientes deprimidos reportan eventos traumáticos en la infancia y no
todos muestran predisposición genética, lo que hace difícil su valoración11,17.
Por otro lado, se ha demostrado que los pacientes con depresión también
presentan anormalidades volumétricas en el hipocampo, la amígdala, el estriado
ventral y regiones corticales como la corteza cingulada anterior, la corteza
orbitofrontal y la corteza prefrontal. Varios estudios de neuroimagen indican que
la depresión puede estar caracterizada por múltiples anormalidades en la
interconectividad cerebral entre estructuras subcorticales (particularmente
límbicas) y estructuras corticales1,12,18,19. Numerosos estudios en sujetos con
lesiones cerebrales mediante técnicas de neuroimagen indican que pacientes
con trastornos del estado de ánimo presentan asimetrías interhemisféricas en la
actividad cerebral, particularmente la corteza prefrontal dorsolateral (CPD)
20,21. Se considera que el daño en esta área incrementa la probabilidad de
síntomas depresivos22. Además, se han reportado alteraciones en la activación
de la corteza prefrontal (CP) relacionadas con el procesamiento emocional en
sujetos con trastorno depresivo mayor20,23. Estos estudios han llevado a
formular la hipótesis de la asimetría prefrontal, que postula una relativa
hipoactividad en la corteza prefrontal dorsolateral izquierda (CPDI) y una
hiperactividad en el área homóloga derecha en relación con cambios en el
metabolismo y el flujo sanguíneo, lo cual se relaciona entonces con
modificaciones del estado de ánimo23. En su mayoría, los estudios mencionados
se realizaron en sujetos con trastorno depresivo mayor. En una investigación
llevada a cabo por Ravindran et al27, en la que, usando técnicas de resonancia
magnética funcional (RMf), compararon los desempeños de un grupo de sujetos
con distimia (de inicio tanto temprano como tardío) y un grupo control en una
tarea de inducción de emociones a través de la presentación de imágenes; se
encontró que los pacientes distímicos tenían una activación significativamente
reducida en la CPD; también mostraron incremento en la activación de la
amígdala, el cingulado anterior y la ínsula en comparación con los controles,
diferencias que eran más evidentes cuando se procesaban imágenes de
emociones negativas. Estos resultandos indican que la corteza prefrontal, el
cingulado anterior, la amígdala y la ínsula están involucrados en el circuito que
subyace a la distimia. El estudio concluyó que la activación alterada de alguna
de estas regiones neurales puede ser un sustrato común para los trastornos
depresivos en general, mientras que otras están relacionadas específicamente
con el curso crónico y los síntomas característicos de la distimia. Sin embargo,
hacen falta más estudios de este tipo para confirmar tales hallazgos
COMORBILIDAD
Es común que los pacientes con distimia busquen ayuda o acudan por atención
médica debido a malestar general y fatiga o después de haber sufrido los
síntomas largo tiempo, es decir, hasta que los síntomas son mucho más
evidentes. No obstante, alrededor del 50% de los sujetos no serán
diagnosticados de distimia y la mayoría presentará comorbilidades,
principalmente de los ejes I y II del DSM-IV8,9,15,25. La presencia de
comorbilidad con la distimia puede estar relacionada con diversos factores. Por
un lado, la comorbilidad puede reflejar simplemente la nosología de los
síndromes, que pueden tener síntomas que se superponen. Por otro lado, la
comorbilidad puede deberse a mecanismos biológicos comunes. En el caso de
condiciones médicas, la distimia puede resultar de la enfermedad primaria. Pero
también es posible que el desarrollo de la distimia pueda ser secundario a
tras- tornos de la personalidad o de ansiedad o, contrariamente, que la distimia
pueda tener relación con el origen de estos trastornos. Estos datos tienen una
implicación más compleja, ya que la comorbilidad de la distimia con otras
enfermedades la vuelve más resistente a tratamiento, donde cada entidad
exacerba la gravedad de la otra26. Por ejemplo, el con- sumo de sustancias
ilegales puede empeorar la distimia, lo que a su vez estimula un mayor abuso de
sustancias8. Consecuentemente, se eleva el costo del tratamiento, y se ha
reportado un gasto hasta 5 veces mayor en la atención de pacientes con distimia
más comorbilidad de trastornos relacionados con el abuso de sustancias, dada
la necesidad de atención sanitaria26. Cualquiera que sea el caso, discernir la
presencia y la progresión de características comórbidas resulta fundamental
para el valor diagnóstico y terapéutico, sobre todo considerando que alrededor
del 75% de los pacientes distímicos sufren alguna comorbilidad psiquiátrica, de
las que el trastorno depresivo mayor, la ansiedad y el abuso de sustancias son
las más comunes15. Debe destacarse que el trastorno depresivo mayor y la
distimia tienen síntomas en común, comparten un deterioro funcional importante
y bases biológicas comunes, incluidas la predisposición genética y la calidad de
la respuesta a los antidepresivos. Probablemente por ello, sus síntomas se
superponen con frecuencia. Ambos trastornos se consideran parte del espectro
de los trastornos afectivos, y el síntoma principal es el ánimo deprimido. Sin
embargo, se distinguen uno del otro en gravedad y evolución, ya que la distimia
es menos grave, pero tiene un curso crónico29. En cuanto al diagnóstico, en el
trastorno depresivo mayor el ánimo deprimido debe estar acompañado de al
menos cinco síntomas más del DSM-IV-TR6, mientras que la distimia requiere la
presencia de sólo dos síntomas y que el sujeto los haya sufrido al menos 2 años,
en lugar de sólo 2 semanas como en el episodio depresivo mayor8. A diferencia
del trastorno depresivo mayor, cuyos síntomas se consideran «más graves», los
sujetos que presentan distimia pueden dejar pasar largos periodos para
consultar al médico, lo que acarrea mayor sufrimiento y meno- res posibilidades
de recibir tratamiento y recuperarse Además de que la distimia es crónica y
menos grave, en este trastorno predominan los síntomas sobre los signos, pues
se ha observado que en pacientes distímicos son más característicos los
síntomas cognitivos y emocionales que los síntomas vegetativos y psicomotores.
En la distimia se observa baja autoestima, anhedonia, fatiga, irritabilidad y pobre
concentración, mientras que en la depresión mayor se presentan más problemas
de apetito, libido y agitación o retardo psicomotor9,15,29. Dado que la distimia
es una entidad independiente del trastorno depresivo mayor, resulta importante
distinguir entre estos padecimientos. En la tabla se comparan ambas en cuanto
a una serie de sus características clínicas más relevantes. El trastorno depresivo
mayor es la enfermedad psiquiátrica que se asocia más frecuentemente con
distimia, cuya presencia incrementa a su vez el riesgo de que aparezca un
episodio depresivo mayor per se. Aunque es alta la probabilidad de recuperación
de un episodio depresivo mayor, hay un riesgo sustancial de recaída. Más del
60% de los pacientes distímicos sufrirán un episodio depresivo mayor en algún
momento de su vida30,31, y cuando estas dos afecciones se presentan juntas
se define como «depresión doble»8,28. Se estima que el 40% de los pacientes
con episodio depresivo mayor satisfacen los criterios de distimia6, mientras que
aproximadamente el 70% de los niños y adolescentes que padecen distimia
también sufren depresión doble7. Por otra parte, el DSM-IV-TR6 distingue cuatro
tipos de depresión crónica: a) distimia; b) trastorno depresivo mayor crónico;
c) depresión doble, y d) trastorno depresivo mayor recurrente con recuperación
incompleta entre episodios. Aunque el trastorno depresivo mayor crónico es más
grave que la distimia, se han encontrado pocos datos que indiquen que estos
dos tipos de depresión difieran uno del otro6,32. Ambas condiciones son difíciles
de distinguir por- que tienen síntomas en común; por ello, algunos autores
consideran que son diferentes entidades a lo largo de un mismo espectro de
ánimo deprimido, más que diferentes enfermedades8,30,33-35, por lo que
también la depresión doble se consideraría una entidad más dentro de este
espectro32. Hasta ahora, existe poca evidencia que confirme o rechace dicha
suposición. Esta elevada comorbilidad en la distimia puede explicarse en parte
por el uso de estrategias de afrontamiento inadecuadas (las cuales se observan
frecuentemente), mayor sensibilidad al estrés, baja productividad laboral,
incremento del riesgo de admisión hospitalaria, comorbilidad con otros trastornos
psiquiátricos y la presencia de otras enfermedades, por lo que es de esperar que
esta afección tenga un considerable costo social y económico, lo que se
convierte en un problema de salud que es necesario identificar con mayor
eficacia8,15,25,32. Por ello no es de sorprender que los pacientes con distimia
acudan a un número significativamente mayor de consultas que otros pacientes
con episodio depresivo mayor
EVOLUCIÓN
Una condición crónica como la distimia tiene el potencial de afectar a diversas
áreas en la vida de los pacientes y las personas cercanas a ellos. Estos
pacientes reportan, como ya se ha mencionado, una variedad de problemas en
la salud, en las relaciones sociales y en el trabajo25. Ello se refleja en estudios
que han encontrado deterioro de la calidad de vida en pacientes con distimia,
altos niveles de discapacidad, mal ajuste social y pobre ajuste marital en
comparación con adul- tos sanos o personas con otras enfermedades crónicas
como hipertensión o diabetes mellitus. Además, se considera que estas secuelas
psicosociales de la distimia son universales y se presentan en todas las
culturas25,30,36. Se ha observado que la probabilidad de recuperación de
los pacientes con distimia se incrementa lentamente durante los primeros
35 meses de seguimiento y luego se estabiliza. Incluso después de 5 años, sólo
la mitad de los pacientes se recuperaron, según un estudio longitudinal31. En
una muestra de pacientes no hospitalizados se encontró que la tasa estimada de
recuperación de la distimia era del 73,9%; sin embargo, la media del tiempo de
recuperación fue 52 meses y se estimó un 71,4% de recaída
Por otro lado, variables como edad, sexo, escolaridad, historia de depresión
mayor, edad de inicio de la distimia y comorbilidades tales como ansiedad, abuso
de sustancias y trastornos de personalidad no predijeron la recuperación del
trastorno distímico en un estudio de seguimiento a 5 años30. Parece que hay
diferencias sustanciales entre la distimia y el trastorno depresivo mayor cuando
se atiende a su curso evolutivo en periodos relativamente largos. En ese mismo
estudio de seguimiento a 5 años, los pacientes con distimia pasaron el 70% del
tiempo cumpliendo criterios para integrar un trastorno afectivo, comparado con
menos del 25% del tiempo para los pacientes con un episodio depresivo mayor.
Además, una proporción significativa de pacientes con tras- torno distímico
intentó suicidarse y tuvo más hospitalizaciones que los pacientes con episodio
depresivo mayor30. En este sentido, las variables que mejor distinguen entre
pacientes con distimia y los que presentaron un episodio depresivo mayor son
las tasas de historia familiar de distimia, adversidad en la infancia y comorbilidad
con el eje II. Parece que estas mismas variables también se encuentran entre
los mejores predictores de peores curso y pronóstico del tras- torno distímico30.
Además, otras variables como edad avanzada, menor nivel de educación,
comorbilidad con trastorno de ansiedad, pobre relación materna, mayor duración
del trastorno distímico e historia de abuso sexual en la infancia predicen un
funcionamiento más pobre después de 10 años de iniciarse el padecimiento31,
cuando se añade la presencia de estrés crónico, resulta ser uno de los mejores
predictores de los fallos en la recuperación de la distimia29. Estos resultados
marcan la necesidad de estudiar detalladamente las complejas relaciones entre
la adversidad temprana, la comorbilidad y el estrés crónico en relación con la
evolución del trastorno distímico. Por otra parte, algunos estudios muestran que
un pequeño número de pacientes con distimia desarrollan trastorno
bipolar30,31,33. De hecho, la historia familiar de trastorno bipolar se ha asociado
con mayor probabilidad de que se recupere la distimia, a diferencia de cuando
se tiene trastornos de ansiedad y personalidad depresiva30, lo que lleva a
cuestnarnos si el trastorno bipolar contiene una fase evolutiva similar y poco
discernible de la distimia, al menos en sus primeras etapas
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico viene dado por la existencia del síntoma principal y alguno de los
secundarios de forma persistente y estable, si bien los pacientes pueden
experimentar variaciones a lo largo del tiempo en la intensidad de la
sintomatología.
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS
La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) considera la distimia
como una de las formas de los «trastornos del humor [afectivos] persistentes» y
señala que se trata de una «depresión crónica del humor» persistente durante
varios años y que no es lo «suficientemente grave», o que sus episodios
individuales no se prolongan lo suficiente, como para «justificar el diagnóstico»
de formas leves, moderadas o graves del «trastorno depresivo recurrente».7 Por
su parte, el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-
V) lo denomina «trastorno depresivo persistente» e indica que es una
«consolidación» de los trastornos depresivo mayor crónico y distímico descritos
en la edición previa de la obra.8
A: estado depresivo presente gran parte del día, la mayoría de los días, por al
menos dos años. Un año en niños y adolescentes, que también pueden
presentar un estado de ánimo irritable.
B: junto con lo anterior se presentan dos o más de los siguientes síntomas:
Insomnio o hipersomnio.
Baja autoestima.
Sentimientos de desesperanza.
D: durante más de dos años se pueden cumplir con los criterios para un trastorno
depresivo mayor.
TRATAMIENTO
El manejo terapéutico de la distimia es similar al tratamiento del trastorno
depresivo mayor. De manera óptima, el trata- miento involucra una combinación
de tratamiento con medicamentos antidepresivos y con psicoterapia15,37.
Cuando se comparan ambas modalidades, la psicoterapia resultó menos
efectiva que la farmacoterapia8,32,38; se ha observado repetidamente que esta
es superior al placebo25, pero cuando se combinan ambas, el tratamiento resulta
más eficaz que cuando se administran solo antidepresivos8,28,38. La mayoría
de las clases de antidepresivos se han mostrado efectivos para tratar la distimia
en diversos estudios25, especialmente los antidepresivos tricíclicos, los
inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y los inhibidores de
la monoaminooxidasa (IMAO), pero los ISRS se toleran mejor y, por lo tanto, son
los medicamentos de primera elección8,15,31. Sin embargo, se debe considerar
factores adicionales al elegir el tipo de antidepresivo, como la historia de
respuesta que el paciente o algún familiar de primer grado hayan tenido, la
facilidad de adherencia al esquema de las dosis, el costo del medicamento y la
posibilidad de que interactúe con otros8. Además de los antidepresivos, las
alternativas de trata- miento a partir de hormonas han mostrado influencia en los
síntomas distímicos. Específicamente se observó que la administración de
dehidroepiandrosterona aliviaba los síntomas de anhedonia, falta de motivación
y energía, preocupación, incapacidad para hacer frente a las dificultades,
entumecimiento emocional y tristeza15,39,40, y estos efectos se obtienen
después de sólo 3 semanas de tratamiento15,26,39. Sin embargo, esta
sustitución se ha estudiado poco, y básicamente en reportes experimentales. A
pesar de contar con una adecuada selección farmacológica,
desafortunadamente, los antidepresivos mejoran la distimia sólo en un 50-70%
de los pacientes. Se han estudiado casos en que la distimia es resistente a los
antidepresivos, por lo que se ha tenido que agregar litio o tiroxina8, pues se ha
probado que esta potencia los efectos de una variedad de antidepresivos15, lo
que confirma que, en el caso de esta enfermedad, son muchos los mecanismos
neuroquímicos implicados, dada la respuesta favorable ante la combinación de
la terapia, aun a pesar de la gravedad de los efectos adversos8. Con todo, la
interrupción del tratamiento con antidepresivos se ha asociado con un 89% de
recaídas en un estudio de seguimiento a 4 años15. Puesto que la distimia afecta
al funcionamiento emocional de los pacientes, se ha recurrido a la psicoterapia
como una forma paralela al tratamiento, y particularmente, entre las modalidades
de psicoterapia que se han probado eficaces en su manejo, se encuentran las
terapias cognitiva, conductual, cognitivo-conductual, interpersonal,
psicodinámica y de apoyo8,15,37. En general, el estudio de distintas
modalidades de intervención psicoterapeútica indica que esta facilita la mejoría
de síntomas como la anhedonia, la incapacidad para experimentar o percibir
eventos positivos y desesperanza, entre otros, además de ayudar a aprender
estrategias de afrontamiento adecuadas8,15. Sin embargo, uno de los
inconvenientes de la adherencia a la psicoterapia suele ser el tiempo que se
requiere para que produzca resultados, ya que se ha señalado que son
necesarias al menos 18 sesiones para lograr un efecto óptimo, lo cual implica
varios meses15, por lo que es posible que, al desistir después de un número
insuficiente de sesiones, persistan los síntomas. A pesar de que se ha
comprobado la efectividad de combinar antidepresivos y psicoterapia, algunos
estudios muestran que pacientes con y sin historia de adversidad en la infancia
responden de manera distinta al tratamiento, ya sea farmacológico o
psicoterapéutico. De hecho, Nemeroff et al demostraron un volumen reducido
del hipocampo en pacientes con depresión mayor, debido en gran medida a su
asociación con un trauma previo (p. ej., pérdida de los padres a edad temprana,
abuso físico o sexual, etc.)38. Obviamente, estos hallazgos también tienen
implicaciones significativas para la investigación de la etiología y el tratamiento
de la distimia, por lo que es necesario contar con más estudios al respecto.
DISCUSIÓN
La concepción moderna de los trastornos afectivos deriva de los conceptos de
los antiguos griegos. Estos conceptos se han desarrollado a lo largo de los siglos
y, junto a aportaciones esenciales como las de Kraepelin, Freud y Schneider,
son la base fundamental de la evolución de la psiquiatría9. De los trastornos
afectivos, la distimia es uno de los menos estudiados, aunque paradójicamente
es la entidad que mayor impacto negativo tiene en la calidad de vida de las
personas. El trastorno distímico es una forma crónica e incapacitante de
depresión, con una prevalencia significativa que aumenta los riesgos de padecer
trastorno depresivo mayor. Está aso- ciada a dificultades sociales, laborales,
familiares y elevada comorbilidad, por lo que es necesario identificarla
oportuna- mente y tratarla adecuadamente. Por otra parte, se ha observado que
los pacientes que se recuperan de la distimia tienen un alto riesgo de recaer, lo
que resalta la importancia de desarrollar estrategias de tratamiento a largo
plazo31. Respecto al tratamiento de la distimia, algunos estudios muestran que
un 50-60% de los pacientes responden a anti- depresivos; de ellos, se ha
comprobado la eficacia de los antidepresivos tricíclicos, los IMAO y los ISRS.
Actualmente, el tratamiento que se considera más eficaz es la combinación de
farmacoterapia y psicoterapia9. El paciente distímico prototípico se queja de
estar deprimido «desde que nació», por lo que surge la disyuntiva acerca de si
la distimia pertenece al dominio afectivo o al de los trastornos de personalidad25.
Por esta razón, actualmente la distimia ocupa una posición un tanto ambigua
dentro del DSM-IV; se clasifica dentro de los trastornos del afecto en el eje I, así
como en el apéndice B, como una propuesta de trastorno de personalidad
depresiva. Sin embargo, se necesita más investigación acerca de los rasgos de
la personalidad depresiva y de cómo esta interfiere con aspectos del
funcionamiento normal, además de identificar su contribución potencial al ánimo
deprimido crónico y a la aparición de episodios depresivos mayores, lo que
contribuirá a comprender mejor la interrelación entre el afecto y la
personalidad41. Ello lleva a plantear que lejos de considerar la distimia como un
trastorno soslayado, debe asumirse como un cuadro dentro del espectro del
trastorno depresivo, pero con un curso paralelo al de este, ya que la distimia
tiene características particulares que la hacen diferente. No todos los pacientes
evolucionan de manera crónica y solo algunos tendrán comorbilidades, por lo
que en determinado momento el paciente distímico puede estar mal
diagnosticado o permanecer mucho tiempo sin diagnóstico ni tratamiento.
Precisamente, tal dificultad de los clínicos para realizar el diagnóstico pudiera
deberse a que la distimia no está bien definida dentro de los criterios diagnósticos
del DSM-IV y, tal como se ha mencionado previamente, hay controversia
respecto a si es o no un trastorno que realmente se presenta por sí solo37,41,42.
La distimia incluye varias características somáticas y vegetativas que constituyen
síntomas que no están entre las definiciones tradicionales de personalidad, por
lo que este constructo debería permanecer como un trastorno afectivo40.
Aunque la distimia representa un concepto más restrictivo que su antecesora, la
depresión neurótica, sigue siendo muy heterogénea25. Es necesario clasificar a
los sujetos con distimia según criterios definidos. En particular, sería de gran
ayuda poder distinguir entre distimia pura, depresión doble y otras formas de
depresión crónica. Por otra parte, la identificación de subtipos de distimia es un
aspecto importante para determinar el tratamiento óptimo para cada paciente.
Hasta ahora, solo se distingue la distimia por la edad de inicio, pero no se toma
en cuenta la evolución del trastorno. Considerando que muchos pacientes
acuden a consulta después de transcurrido un periodo muy largo desde el inicio
del trastorno, el tiempo de evolución es muy importante al momento de emitir un
diagnóstico y recomendar un tratamiento.
Las personas con distimia pueden llegar a mostrarse irritables y poco propensas
a ser receptivas ante los demás, lo cual a veces frustra a sus amigos y familiares.
Sin embargo, hay que recordar que este trastorno psicológico está más allá de
la voluntad de la persona; no es su culpa, no puede evitar sentirse así.
Resultado de imagen
Las personas con distimia se aturden con pequeñas dificultades, no son capaces
de disfrutar de las experiencias positivas (anhedonia) y se agobian con
pensamientos obsesivos. Además, se desconcentran con facilidad, incluso en
actividades de ocio como leer o ver una película, y a menudo tienen crisis de
ansiedad.
Los tipos de antidepresivos utilizados con más frecuencia para tratar el trastorno
depresivo persistente son los siguientes: Inhibidores selectivos de la recaptación
de serotonina (ISRS) Antidepresivos tricíclicos (ATC) Inhibidores de la
recaptación de serotonina y norepinefrina (IRSN)
Algunos efectos secundarios para los SSRIs son: disfunción sexual, náusea,
diarrea, somnolencia o insomnio, pérdida de memoria a corto plazo y temores.
Los medicamentos antidepresivos pueden causar suicidio y agresión en algunos
casos, en particular, en niños y adolescentes.11 Algunos antidepresivos son
ineficaces en algunos pacientes. Los antidepresivos más antiguos, como
antidepresivos tricíclicos o IMAOs pueden ser usados en estos casos. Los
antidepresivos tricíclicos son más eficaces, pero tienen peores efectos
secundarios. Los efectos secundarios de los antidepresivos tricíclicos son
"aumento de peso, sequedad de boca, visión borrosa, disfunción sexual, y
presión arterial baja".
Pronóstico
La distimia es una patología que dura años. Son pocas las personas que se
recuperan completamente. Lo habitual es que el tratamiento, sin resolverlo
completamente, mejore significativamente el cuadro clínico, precisando el
mantenimiento de la terapia de modo crónico.
Consideraciones finales
Conflicto de intereses